VALLEJO Y DARÍO UNIDOS POR UNA CATACRESIS GENIAL ALEJANDRO LORA RISCO TORRENCIALES torres!. dicción. Y no es más que . zada insurreccional, de lo acorde la absolutamente fascinaos. agrupamiento estrófico pues, Dios ya como aterrori un soberbio y una manera acromática inmediatez mysterium Suena . cacofónico de expresar heterogéneo, del La imagen figura en de Poemas humanos: el siguiente ¡Pasar abrazado a mis brazos, clara no sólo está compuesto por escaleras o ser esperan una a una hasta la cumbre, sino, también, más allá -preci samente el Más Allá-, por torrenciales torres. Monte y torres: dos niveles del espacio espiritual nolladas diferenciados escatológicamente un en unidos mismo ser. lágrimas, prosaicas llana torrencial, abrasándose en puede arrebatarles su ya pero inequívocamente Aquí, manso cual prosa fluvial; allá, regato perenne de y los brazos del infinito. Nada consona permanencia en un mismo ser. despiadada e irrespe tuosa demanda de representación. Quiere uno pensar o imaginarse ese espectáculo sobrecogedor, de inciertos colores ruidosos. ¿Y cómo? ¿Cómo se ven, con los ojos, unas torres peregrinando en el atroz vendaval que las La metáfora es absorbente en su allá, tan alto? sacude salvaje, Fijémonos bate las en ¿Existe, pues, el ojo en estado Bretón? como quería las de mismo capaz torres: presencia símbolos de algo más unirse peligrosamente a Vallejo, renace de sus una catacresis sencillamente en cenizas, trans única, original í- lo hemos visto. He aquí la poder, fuente literaria de Vallejo: los versos de su poeta más como ya ¡Torres de Dios! ¡Poetas! como crestas escuetas, como picos agrestes, de las eternidades! rompeolas Poesía, otra vez, de puras erres, tras un fondo de eles: torres, pararrayos, resistís, crestas, agrestes, rompeolas, eternidades. Pegadas a consonantes, las erres, otras "arrancan" como si se rompiera una bisagra; o bien, se asidas entre vocales precarias, desgarrándose en clamoroso ímpe tu sonoro. Y todo ello porque hay que calificar al poeta, identificándolo con su símbolo Torres, mordial, arcaico. sí, pero santo, y por santo, abandonadas en pri lo alto, pararrayos celestes; picos agrestes; crestas escuetas; rom de las eternidades. Estremecido al contacto del di Numen que lo posee y le dicta su catastrófica, inefa peolas vino ble comunicación, el poeta —a toda asta-, aún afina su lira. i Hasta donde tiene que elevarse para ser torre de Dios, y sin dejar de haber sido monte, regado de oración -prosa fluvial de llanas lágrimas, rezando mis estrofas-, sentir el desgarrón de su caricia. Solamente en ese punto, expuesto ai fuego granado de la más sutil artillería, el poeta, al cabo de sí mismo, conoce a fondo si lo es. del libro. Un carro de erres del sintagma, tan tranquilamente oscuro fondo del blanco cielo del páginas De pronto, empero, todo en nuestro derredor se desquicia. No hay espacio en el mundo sino para el tormentoso flamear de esas inmensas torres inconcebibles. El resto de la creación ha sido casi borrado por Dispuesto a mirarlas, a asaltarlas, el ojo no puede ver ya vida Pararrayos celestes, que resistís las duras tempestades, Vi'en erguidas eles recostadas contra el lo por no se moverá con que amado, salidos de una oda a Roosevelt de Cantos de fácil descifrar los misterios de la lengua Y aquí tenemos otro, tal vez el más formidable de todos. La oración, manando como un llanto que es a la vez un río, en forma natural, serpentea; y con humilde desgaire, prosa fluvial de llanas lágrimas, corre, monte abajo, abrazándolo por la cintura. Pero el monte, símbolo del espíritu que lo tramonta y ya casi toca el cielo con las manos, como desde la punta del gradas, suplicantes gradas que más y esperanza: vallejiana. babilónico, algo inconmovibles, de la sima a más no siempre es zigurat y son El? Una metáfora ululante. Desentrañemos la exacta filiación literaria del tropo vallejiano. Advertimos que se trata de una vieja y excelsa metáfora clásica. Pensada de nuevo y restituida a su formada y, más allá, de torrenciales torres. poética ellas columnarios2, humano, ¿Y quien se mueve en ellas? porque prístina esencia por destaparme después o antes del corcho! Monte que tantas veces manara oración, prosa fluvial de llanas lágrimas, monte abajo, compuesto de suplicantes gradas, No ellas retro a me, e lascia dir le genti; sta come torre giammai la ferma, che non crolla cima per soffiar de 'venti. papel. "Sigúeme... Sé firme como una torre, no se doblega jamás al embate de los cuya cúspide vientos"3 ellas1 otras nada. cosas, torres, Y Nada, mientras ellas, torres y más continúan arreciando en su temporal. sin mismas, embargo, si alguien no dolas hacia los pies tampoco las de podrían sacudiese su propio moverse ne por sí y las violentara lanzán Abismo. ¿Y no será. iPor puro azar, encuentro una confirmación inespera da: "Toda imagen, decía Louis Aragón, debe producir un cataclismo. Para cada hombre hay que encontrar una . imagen . entero" que anule el universo ^Columnario es y (trílcica) que asimila dos (dórica), la gracia que sostie voz vallejiana conceptos en uno: columna eleva al templo sobre el sostén anatómico que el la colina; y columna vertebral, hombre endereza de continuo por su propia voluntad, cuando quiere caminar erguido elevarse hacia su propia verdad y espiritual, lo que no puede hacer tampoco sin procurarlo lleno de dolor: columnario dolor de cabeza. Subiendo por su propio columnario, así es Vallejo él mismo. 3 ca", ta. Arturo Marasso, establece la en su conexión. libro "R.D. y su creación poéti Es Virgilio quien habla al poe Alejandro Lora 40 Tempestuosas eternidades se encrespan intentando desprender de sus raíces aquellas torres o cúspides huma nas de la Palabra, demasiado próximas a lo Indecible, y ya se cimbran, oscilan de un lado a otro, con místico terror, casi cayéndose de su estatura, ebrias del divino licor que las embebe, más siempre volviendo porfiadamente a levantarse sobre sus pies, a erigirse en columnas embebidas donde el Divino Cero acusa sus terribles accesos. Sólo el genio religioso de Vallejo podía haber penetra do con tanta hondura metafísica la enorme metáfora rubendariana. Genio religioso, empero, que le faltó a Darío para haber sido el poeta más próximo a Dios que cantase jamás en tierra americana. Y es que Darío anheló sin sacrificarse a su anhelo. Contempló a Dios con una mirada todavía Aunque fue Quiere zo. el soy ficio de terciopelo, profética, lejana mucho el ser Todo-, cristiano. e inhibida. lo que vio, tiene miedo y es espantadi Todo -yo estoy en tí y por ti, yo pero no Hubiera de está sido lo acuerdo con el sacri mismo que pedirle saltar sobre su propia sombra. Por el simo Vallejo, que dejó experimentando mismo el peligrosa Sobrenatural, le y murió4, lo hemos cruz, tan contrario, ción mística al dios de aparte el mostrado y libre aproxima estaba reservada al osadí instrumento en lírico, y vivió otra parte, asido a su la inhumana hazaña de extraer de sí que todo hombre libre, sépalo o no, todo auténtico poeta, muere siempre. 4A leto la cada cabeza de mis propios actos; día; muramos, etc., etc. lavad vuestro esque