Protección de derechos

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El Recurso del Amparo:
El Artículo 25.1 de la Convención Americana de Derechos Humanos, suscrita y ratificada por el país,
establece que "toda persona tiene derecho a un recurso sencillo y rápido o a cualquier otro recurso efectivo
ante los jueces o tribunales competentes, que la ampare contra actos que violen sus derechos fundamentales
reconocidos por la Constitución, la ley o la presente Convención, aun cuando tal violación sea cometida por
personas que actúen en ejercicio de sus funciones oficiales".
Ese "derecho a un recurso sencillo y rápido", conocido en la doctrina latinoamericana como el recurso o
acción de amparo, es de carácter constitucional en virtud de los Artículos 3 y 10 de la Constitución, como lo
admite la mejor doctrina y la jurisprudencia de la Suprema Corte de Justicia que en 1990 reconoció la
existencia de dicho mecanismo de protección de los derechos fundamentales.
El recurso de amparo está basado en la Convención Americana sobre Derechos Humanos, suscrita en Costa
Rica, el 22 de noviembre del 1969.
A pesar de que la convención fue suscrita en 1969, ocho años después fue que el Congreso dominicano la
ratificó, mediante la resolución No. 739 del 25 de diciembre de 1977.
Posteriormente, la Suprema Corte de Justicia, mediante sentencia del 24 de febrero de 1999, establece que el
recurso de amparo previsto en el Art. 25 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, es una
institución de derecho positivo por haber sido ratificada por el Congreso Nacional.
La decisión se produjo a raíz de una instancia elevada a ese tribunal por los licenciados Hipólito Vasallo y
Luis Miguel Rivas, en representación de Productos Avon, S. A., y su gerente general Luis Felipe Miranda,
mediante la cual interpusieron un recurso de amparo contra las sentencias dictadas por la Sala No. 2 del
Juzgado de Trabajo del Distrito Nacional, del 10 de septiembre y 14 de octubre del 1998.
La instancia pedía "primero: Que la Suprema Corte de Justicia declare, en la sentencia a intervenir, que el
amparo es una institución del Derecho Positivo Dominicano; Segundo: que la Suprema Corte de Justicia trace
el procedimiento a seguir en materia de amparo de conformidad con las atribuciones otorgadas a la Suprema
Corte de Justicia, por el Art.29, inciso 2 de la Ley 821 de Organización Judicial..."
Frente a esa solicitud, el alto tribunal resolvió "Primero: Declarar que el recurso de amparo previsto en el Art.
25.1 de la Convención Americana de Derechos Humanos, de San José, Costa Rica, del 22 de noviembre de
1969, es una institución de derecho positivo dominicano, por haber sido adoptada y aprobada por el Congreso
Nacional, mediante Resolución No. 739 del 25 de diciembre de 1977, de conformidad con el Art. 3 de la
Constitución de la República; Segundo: Determinar: a) que tiene competencia para conocer de la acción de
amparo el juez de primera instancia con jurisdicción en el lugar en que se haya producido el acto u omisión
atacado; b) que el procedimiento que deberá observarse en materia de amparo será el instituido para el
referimiento, reglamentado por los Arts. 101 y siguientes de la Ley 834 de 1978; c) el impetrante deberá
interponer la acción de amparo contra el acto arbitrario u omisión, dentro de los quince (15) días en que se
haya producido el acto u omisión de que se trate; d) la audiencia para el conocimiento de la acción, deberá ser
fijada para que tenga lugar dentro del tercer día de recibida la instancia correspondiente. Sin embargo, cuando
la acción fuere ostensiblemente improcedente a juicio del magistrado apoderado, así lo hará constar en auto y
ordenará el archivo del expediente. Este auto no será susceptible de ningún recurso; e) el juez deberá dictar su
sentencia dentro de los cinco días que sigan al momento en que el asunto quede en estado; el recurso de
apelación, que conocerá la corte de apelación correspondiente, deberá interponerse dentro de los tres días
hábiles de notificada la sentencia, el cual se sustanciará en la misma forma y plazos que se indican para la
primera instancia, incluido el plazo de que se dispone para dictar sentencia; f) los procedimientos del recurso
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de amparo se harán libres de costas. Tercero: Declarar que no procede, en el caso de la especie, estatuir sobre
el pedimento de sobreseimiento en razón de que corresponde al juez apoderado de lo principal pronunciarse
sobre dicho pedimento; Cuarto: ordena que la presente resolución sea comunicada al Magistrado Procurador
General de la República para los fines de lugar".
Por el mero hecho de la ratificación congresional de la Convención Americana y en virtud del carácter
vinculante y autoejecutorio de las disposiciones convencionales y constitucionales, el amparo sólo necesitaba
el concurso de abogados y partes dispuestos a proteger sus derechos constitucionales (diferentes a la libertad
física que se protege mediante un amparo especial que es el hábeas corpus) mediante el accionar de este
dispositivo clave para la vigencia efectiva del Estado de Derecho.
Contrario a quienes pensaban que los tribunales iban a ser inundados de amparos y confirmando la sabiduría
de los jueces supremos que prohibieron el amparo sobre los actos jurisdiccionales susceptibles de ser
recurridos por vías ordinarias y extraordinarias, no ha habido tal avalancha de amparos sino que, muy por el
contrario, como revela el trabajo de David Lorenzo que fue publicado en la Gaceta Judicial, los abogados no
han sabido aprovechar el mecanismo para defender los derechos de sus clientes o ignoran un mecanismo
tildado paradójicamente por algunos como "elitista". Por su parte, como los jueces no pueden autopoderarse
de los casos o por ignorancia de algunos, los amparos son recibidos como una instancia más, en la cual se
exigen todos los requisitos de la materia civil.
La acción directa en inconstitucionalidad
La reforma constitucional de 1994 ha provocado una sustanciosa y controvertida temática jurídica
constitucional, que ha incidido de manera decisiva en todos los ámbitos del ordenamiento jurídico nacional.
Dicha reforma, en el artículo 67, inciso primero, consagra un sistema concentrado de constitucionalidad,
abriendo así la posibilidad de que el Poder Ejecutivo, los Presidentes de Cámaras del Congreso Nacional o
una parte interesada, puedan apoderar directamente a la Suprema Corte de Justicia, para poder conocer de la
constitucionalidad de las leyes.
Dos sentencias de la Suprema Corte de Justicia han promovido una interesante controversia marcada por dos
posiciones aparentemente contrapuestas en su alcance: la primera, del 18 de octubre de 1996, que establece la
facultad de la Suprema Corte de Justicia para conocer de la constitucionalidad de las leyes en un sentido
estricto, o sea de las disposiciones de carácter general aprobadas por el Congreso Nacional y promulgadas por
el Presidente de la República que sean contrarias a la Constitución.
Este transcendental fallo, define al propio tiempo, la expresión "parte interesada", en un sentido estricto
"como aquella que figura como tal, en una instancia, contestación o controversia de carácter administrativo o
judicial, o contra la cual se realiza un acto por uno de los poderes públicos, basado en una disposición legal
pretendidamente inconstitucional".
La segunda sentencia del 6 de agosto de 1998, rompe con la anterior interpretación restrictiva e incorpora el
principio de la Supremacía Constitucional consagrado en el artículo 46 de la Constitución, reivindicando así,
el derecho de la Suprema Corte de Justicia de erigirse en centinela de la constitucionalidad de las leyes,
decretos, resoluciones y actos.
Por otra parte, amplía la definición de parte interesada, presentándola como aquella "...que justifique un
interés legítimo, directo y actual, jurídicamente protegido o que actúe como denunciante de la
inconstitucionalidad de la ley, decreto, resolución o acto para lo cual se requerirá que la denuncia sea grave y
seria".
Esta última sentencia ha producido el mismo efecto, en el contexto jurídico de la República Dominicana, que
el caso Marbury vs Madison fallado por el juez Marshall en 1803, que influyó en nuestro propio sistema de
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control de constitucionalidad.
Habeas Corpus
La academia define al Hábeas corpus como el derecho de todo ciudadano, detenido o preso, a comparecer
inmediata y públicamente ante un juez o tribunal para que, oyéndolo, resuelva si su arresto fue o no legal, y si
debe alzarse o mantenerse.
Antecedentes: Hábeas corpus quiere decir que tengas el cuerpo, y tiene su origen en las actas que en
Inglaterra garantizan la libertad individual, permitiendo a cualquier persona presa ilegalmente acudir a la High
Court of Justice.
El requerimiento va dirigido a toda clase de autoridades, lo que se trata de aclarar es, si ellas han adoptado o
no esa medida dentro de su competencia y de manera legal.
Como antecedentes remotos se pueden señalar el interdicto de liberis exhibendis et ducendis del antiguo
Derecho Romano y el juicio de manifestación del derecho aragones medieval.
Eficacia: El Hábeas corpus, para ser eficaz, requiere de un procedimiento de sumario en juicio no
contradictorio. La autoridad requerida no tiene obligación de presentar inmediatamente al detenido, sino
también de informar sobre los motivos de su detención.
Denominación: En doctrina se ha discutido mucho la denominación procesal: para unos se trata de un
recurso, mientras que para otros es una acción. Aunque esta ultima interpretación es la prevaleciente.
En algunos países solo garantiza la libertad individual, mientras que en otros ampara cualquier otro derecho
constitucional, siempre que se carezca de otro medio legal para obtener la inmediata reparación. Es lo que
constituye la ¨acción de amparo.
Amparo y Habeas Corpus
Antecedentes del hábeas corpus:
Se trata de una acción posesoria que se ejerce sobre una cosa o bien, en virtud del dominiun que el hombre
libre tiene sobre su cuerpo. Estamos frente a un derecho patrimonial, en que el cuerpo −equiparado a una
cosa− por estar sometido a la voluntad del propietario, era recobrado por el mediante interdicto. El esclavo, en
cambio, por carecer de dominio sobre su cuerpo, no podía ejercer el interdicto. De ahí que éste se da sólo para
el hombre libre que hubiere sido privado de tal condición por quien pretendía ser su amo.
El juicio de manifestación
El fuero o juicio de manifestación instituido en 1428 en el reino de Aragón se puede tomar como el
antecedente más inmediato del hábeas corpus. El sentido y la forma de lo que en la actualidad es el hábeas
corpus.
El hábeas corpus fue reconocido en Inglaterra por ley del año 1640.
En nuestro sistema el recurso se da solamente contra actos de autoridades, pues si la detención es obra de un
particular basta la denuncia ante un juez de la jurisdicción criminal, o bien ante la autoridad policial, para
hacerla cesar.
Mediante el juicio de manifestación de las personas se separaba a la autoridad para que no siguiera ejerciendo
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su acción sobre el manifestante. La persona detenida podía recurrir al justicia de Aragón, y examinado el
juicio, quedaba en libertad, o en su defecto éste continuaba alojado en la cárcel a la espera del fallo definitivo
y al amparo del justicia.
El justicia de Aragón (juez supremo que podía juzgar al rey mismo) era el baluarte más firme y seguro contra
la opresión y la arbitrariedad.
Ningún ciudadano de cierta educación jurídica puede evocar sin admiración, en ese antiguo derecho aragonés,
lo que fue el justicia de Aragón, la institución más gloriosa en la historia de la defensa de los derechos
individuales y de la dignidad y entereza del poder judicial.
La ley de Habeas Corpus Inglesa de 1679
En 1215 la Carta Magna estableció limitaciones al poder real y consagró el principio de la libertad individual.
Es evidente la necesidad de garantizar la vigencia real de este derecho por medios rápidos, prácticos y
eficientes. La Petición de Derechos de 1628 menciona el hábeas corpus viene a garantizar definitivamente este
derecho.
La ley de hábeas corpus de 1679 decía: Si una persona es arrestada y detenida en tiempo de receso por
cualquier delito tendrá derecho por sí, o por otro en representación suya para dirigirse al lord canciller o
cualquier otro juez o magistrado, los cuales, vistas las copias de los autos de prisión o previo el juramento de
haber sido denegadas dichas copias, precediendo una petición por escrito de la persona detenida o de
cualquiera otra en su lugar, confirmada por dos testigos presentes en el acto de entregarla, tiene la obligación
de expedir un hábeas corpus que será remitido al lord canciller, juez o barón de los respectivos tribunales; y
una vez presentado el writ; el funcionario o la persona a quien éste comisione presentará nuevamente el preso
ante el lord canciller, los demás jueces o el designado por el susodicho writ; dando a conocer las causas de la
prisión o detención, cumplidas estas disposiciones, en dos días el lord canciller o cualquier otro juez pondrá
en libertad al preso, recibiendo en garantía la suma que los jueces consideren conveniente, en atención a la
calidad del preso o a la naturaleza del delito.
La ley establece las penas al funcionario que no cumpla con el writ, como también la prohibición de volver a
detener a la persona por el mismo delito, una vez puesto en libertad por hábeas corpus.
La ley de 1679 reglaba el hábeas corpus sólo para casos criminales, luego, por ley de 1816, cosas civiles. En
1862, una ley amplió la jurisdicción, su aplicación se extendió a cualquier colonia inglesa en que hubiera
magistrados en condiciones de emitir un writ de hábeas corpus.
El hábeas corpus inglés es una institución que pone al amparo de los magistrados la libertad corporal del
individuo.
La Acción de Habeas Data
Es una acción judicial que puede iniciar una persona para que organismos −públicos o privados− fque posean
datos o información sobre ella, se los hagan conocer y expliquen la razón por la que los poseen y los fines a
los que destinan esa información.
Si se comprobara que esos datos son falsos o que se los ha reunido con fines discriminatorios, la persona
afectada podrá exigir su supresión (mediante la eliminación total o parcial del archivo respectivo), o la
rectificación de los datos cuestionados. También puede exigirse la confidencialidad de esos datos (o sea , que
no se hagan públicos).
Como ejemplos de este tipo de almacenamiento de datos a los que se aplica la acción de hábeas data podemos
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citar los archivos policiales, los pertenecientes a servicios de inteligencia estatal, legajos de personal de
empresas privadas, etc.
Esta norma constitucional responde a la experiencia histórica y a una realidad social: frecuentemente
organismos púúblicos y privados almacenan datos sobre sus empleados, sobre adversarios políticos, etc., sin
conocimiento de los mismos y utilizándolos arbitrariamente en su perjuicio. Así por ejemplo, una empresa
podría utilizar datos sobre la salud de sus operarios −aun sin que ellos lo sepan− y discriminarlos si padecen,
por ejemplo, una enfermedad grave.
Es importante saber que el ejercicio de la acción de hábeas data −según lo establece la Constitución Nacional−
no pueda aplicarse para revelar el secreto de las fuentes de información periodísticas: en caso contrario,
significaría una restricción a la libertad de prensa, expresamente protegida por nuestra ley fundamental.
Bibliografía:
Gaceta Judicial Los Juristas y la Constitución Acción directa en Inconstitucionalidad ;
Año 3 Número 65 Del 9 al 23 de Septiembre de 1999
Gaceta Judicial El desamparo del amparo ;
Año 4 Número 75 Del 3 al 17 de Febrero del 2000
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