Leer "Gota de vida"

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Escrito por: Sandra Díaz Quero.
GOTA DE VIDA
De pequeños a muchos niños en la escuela le enseñan a no tener miedo a la lluvia con
un juego, empiezas a golpear primero el dedo índice de una mano contra el dedo
índice de la otra, suavemente y cada vez un poco más rápido, imitando así el leve
sonido de una suave lluvia. Ahora con el dedo índice y con el dedo corazón contra el
dedo índice y el dedo corazón de la otra mano, la lluvia comienza a ser más fuerte,
más rápida, parecen que las nubes comienzan a llorar con más fuerza, pero no son
nubes, simplemente son las manos de un niño imitando algo infinito.
El juego termina chocando una palma de la mano contra la otra, en un aplauso, es una
lluvia torrencial y el niño que lo descubre por primera vez ríe al ver que puede imitar
algo de la naturaleza solo con sus manos.
La lluvia puede tener muchos significados, es la tristeza para algunos y la paz y
tranquilidad para otros. Hay como dos tipos de personas en el mundo, las que
empieza a llover y se alegran, miran por su ventana caer las pequeñas gotas, observan
como colisionan con el suelo una detrás de otra...y después están las personas que
cuando comienza a llover lo único que desean es que salga un sol, o un arcoíris, o
simplemente que el cielo se despeje.
Como la vida, la duración de una gota de lluvia es rápida y fugaz.
Era una noche de un frío 13 de enero cuando aquella gota, como todas las demás, se
desprendió de su nube. Fue cayendo rápidamente, surcando el cielo rodeada de todas
sus compañeras, la pequeña gota de lluvia podía contemplar el mundo debajo de ella.
Se iba acercando poco a poco, el suelo cada vez estaba más cerca, pero cuando creía
que iba a tener un fin rápido la gota se posó suavemente sobre la teja de un tejado.
Comenzó a escurrirse lentamente hacia el filo, podía ver que delante de ella había un
árbol frondoso y antes de caer al suelo una hoja de aquel árbol le salvó de una dura
caída, de nuevo se iba desplazando lentamente y mientras notaba como muchas de
sus compañeras ya habían llegado a su destino, al suelo. Ella se quedó contemplando
como un pequeño capullo se abría.
Nacimiento. Estaba presenciando como una pequeña mariposa que antes, había sido
un feo gusano, salía de su capullo renaciendo de nuevo. Era algo mágico, algo único,
la mariposa parecía desconcertada al principio pero en seguida abrió sus alas violetas
decoradas con pequeñas circunferencias verdes y empezó a batirlas hasta que alzó el
vuelo e intentando esquivar las gotas de lluvia se alejó de allí.
En cuando la mariposa se marchó la hoja dejó de darle soporte y la pequeña y frágil
gota cayó sobre la ventana de una casa. Mientras se deslizaba suavemente por aquel
frío cristal contempló el interior de la habitación.
Adolescencia. En la habitación había una chica, la que la gota calculaba que podría
tener unos diecisiete treces de enero.
La chica de ojos azules, complexión fina y con su cabello pelirrojo cayendo en
cascada lloraba, de sus ojos salían lágrimas como si fueran gotas de lluvia.
La pequeña gota observó como la chica colgaba a alguien, había estado hablando por
el móvil e inmediatamente se tumbaba en la cama para abrazar a su peluche favorito
y refugiar su dolor en él.
Dicen que la adolescencia es la peor época, que los años de los doce a los dieciocho
son cuando más se sufren. Puede que la adolescencia sea algo único y mágico pero
también es doloroso. Empiezas a darte cuenta de que ya no todo es como cuando eras
un niño, en la adolescencia te rompen el corazón una vez detrás de otra en miles de
situaciones y tienes que aprender tú solo porque a sobrevivir en la vida no te puede
ayudar nadie, a salir adelante, a recoger los pequeños trozos de tu corazón destrozado
y a juntar las piezas como si fuera un puzzle, tienes que colocar el corazón en su sitio
y seguir adelante, pase lo que pase, sin rendirse.
Los pensamientos de la pequeña gota de lluvia quedaron interrumpidos al caer. De la
ventana se depositó en seguida en el saliente de otra, de nuevo se deslizaba hacia el
suelo, la caída ya sería inevitable, a la gota le quedaban pocos minutos y no quería
desaprovechar la oportunidad de echar un vistazo dentro de aquella estancia.
Allí estaba la familia de la adolescente de la planta superior, o quizá solo parte de
ella.
Infancia. La gota pudo ver a un niño dentro de un parque para bebés, le quedaba toda
una vida por delante, reía y jugaba con su caballo de plástico, inventaba miles de
historias en su imaginación y las llevaba a cabo. Aquel niño pelirrojo no estaba
sufriendo lo que estaba sufriendo su hermana pero quizá lo haría en un futuro, ahora
estaba en una especie de burbuja donde todo es como un mundo de golosina, la única
preocupación a esa edad es no salirte al pintar en la escuela o intentar que la historia
que estás montando en tu mente sea coherente a la hora de jugar, no hay nada más,
solo felicidad, quizá llantos innecesarios pero eso era la infancia.
En el sofá había una pareja, los padres, el matrimonio, las personas que ya habían
pasado por todo lo que sus hijos aún tienen que pasar. La gota de lluvia envidió a esa
mujer y a ese hombre, le gustaría haber vivido tanto como ellos, poder tener hijos y
poder expresar sus sentimientos y pensamientos, la gota estaba a punto de caer al
jardín de la familia pero antes de hacerlo centró su mirada en la anciana que entraba
por la puerta de aquella salita.
Vejez. A la anciana le costaba andar pero parecía feliz a pesar de su malestar, sus ojos
se iluminaron a ver a su hija en el sofá con su pareja y después a su nieto riendo,
aquella anciana era la que había conseguido formar una familia a lo largo de los años,
a lo largo del dolor y la felicidad.
No le quedaba mucho tiempo, ya empezaba a caer. Se desprendió de la dura piedra y
contempló como el suelo se acercaba más y más y más.
Su vida había sido fugaz pero es que así era aquello, aunque hubiera tenido poco
tiempo lo había aprovechado, había cogido aquel tiempo para observar a aquella
curiosa familia, su vida había sido corta pero feliz y provechosa.
Conforme se acercaba la pequeña gota de lluvia comprendió algo. No solo la vida de
una gota era rápida, también todas las vidas. Naces, creces y cuando menos quieres
darte cuenta las puertas de la muerte estaban abiertas esperándote y mientras pensaba
aquello chocó contra el suelo.
Muerte. La pequeña gota de vida había muerto no sin antes dar una nueva vida, la de
la pequeña semilla en la que había colisionado.
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