FRANCISCO DEL ROSARIO SANCHEZ Por JOSE CABRIEL CARCIA (1) Al calor de un pobre y humilde hogar, en que la virtud y la honradez moraban en armonioso consorcio, nació Francisco del Rosario Sai-ichez en la ciudad de Santo Domingo el día 9 de marzo de 1819. Hizo sus estudios primarios en las mejores escuelas de la época haitiana, y los últimos con los presbíteros Antonio Gutierrez y Gaspar Hernández; habiéndose perfeccionado despiies con la lectura de buenos libros y el roce con los pocos hombres de letras . que habían quedado en el país. Razones de peso, aunque luego se vió qiie eran infundadas, impidieron que fuera iniciado en la idea separatista desde los tiempos de la Trinitaria; pero comiinicado despues acogió con tanto calor y entusiasmo la causa nacional, que en su propaganda y sostenimiento y llegó a ser de los primeros. La irnporlancia polílica qiie le dieron en La Reforma sus valiosas relaciones entre la gente del pueblo, y las aptitudes que desplegó en las luchas que siguieron al pronunciamiento del 24 de marzo, sirvieron de motivo al general Charles ~ e i a r dpara incluirle en el número de los persegiiidos de muerte. Habiendo burlado las pesquisas de las autoridades haitianas ocultándose junto con Diiarte, Pina y Pérez. una enfermedad aguda no le dejó embarcarse para el extranjero; y esta circunstancia, favorecida por la de haber circiilado la noticia de su muerte v enterramiento en el patio de la ermita del Carmen, le presentó la ocasión de reanudar los tral~ajos revolucionaiios, organizando el club llamado a preparar el golpe decisivo. Casi madura ya una combinación que debía principiar con el desembarque de Duarte por un punto dado, se atravesó la llegada d e los representantes que fueron a la Asamblea de Piierto Principe, trayendo entre manos el fainoso plan de Levasseur; pero conio esta coincidió con la de los presos puestos en libertad por el general Herard al jurar la presidencia, y la de los dos regimientos criollos que se había llevado en rehenes, creyó Sáiichez que no le quedaba a los separatistas otro camino que el de adelantar el pronunciamiento, y aprobado sil parecer por los demás prohombres (1) Revista Científica..., No. 31, Santo Doluingo, 25 fcbrero 1884. ~&~mad 8 sU ~ jd 8 de de 4W W ~ R844 CkM@ sdd m@&& d Mto de Dim% P&ria y U h W , pmda~m;ñl.gla tep I B 1 a de h L ~ M b b hbnscsde&&, $ 8b ~ b QWE~& @@@$B@ @btp=d~b & O ~ Q I d d w - w W ~ ~ % n bxret par$* ddg f-f &y@-, á 81 d h aq4tat-a bajo sus a[dc$@&s htva la qagne2m+ 3t r h p p a % ~ &@S$&@; a p ~ f~t ~ i ~ QU$ ~ dg@$r$tgr g LmteI~p: aaddfl~de ft8~gr5i$fó.~~ $e J wte qas mgarb ikesha Pdm a sd &$&trq, mima y pa~kfwrbr m iñiipm6k%de&- o W i P r ~ r n s D s1 pr$&@nc r p r t w s t d dl '\t:erd$i'ir- en wmbri: dei purbtp ~gizMs OH m~d IU && ~ ~ * U M ;iaQS&k-* dd #~E(@B qae rnpiHib&f&oP b a~ mkpttodb k qwe' b~b@,de ew~otZ4mdem& @mmn IO ~zpf~tOcIad@n ~ C ~ U E I P , p a i a E@mp&m 1 ~m& : I*EP& &I mata f k r n ~ , r4r;tmda .g&mo &ayfmg@, & t r ~ t ~ & Rwdda m Cgraza@*&mde aae@stda su 'iJek . pgpss d a @eS mW &&a ka -4 814@a 4.la-bQLIII aaitua. hnbtlar it&aMq %ip $$I$Y%$~ .amiS,M'&e ~ W m i6r1i p h a r a m h w h h WamtMa @a 4 1 m& sa TrPd1ad y de &@ h~mmsr&@&*; mdndafestn i$@& fMm & h $9- u@ke@t-P* Cai ea Ism dler C ~ r a z brxsa~ 1 m d b l & M ~ ~ d dn ms agina6w.p=MSI h a l$qe'ae; al- dd gm#er m h &by& f 6 p.k~~rl&s ;$$~.ia~pgl~fi;iit a4 d w & @ -&pm&sqa.~ma~ I ~&iad:Q.~ Q ÉS CQ~P~F-NacfiawZ el admalte~tg &d W ~ F JP I;r ~n e ~al Cpadw. da g m a t r u en eila ta &@coaBCOLM p r s b i ~s@&di, '* I d e la capitulación, si bien retirado a la vida privada, en el 'libre ejercicio (le la abogacía. Empero una vez proyectada la anexión a la monarquía española, ya s u presencia en la patria era un estorbo para SLIS promovedores, quienes cogiendo d e iristi-umeiito a un estranjero vil y miserable, le forjaron una grosera calumnia para justificar la resolución cle cleportarlo a Santomas señalándole uiia mezquina pensión. Enfermo s e encontraba allí, cuando apoyado Satana par el General Serrano arrió la bandera d e Febrero para enarbolar la d e España; pero no pudiendo acomodarse a la idea d e verse condenado a vivir sin patria, s e decidió a entrar- por Haití como último recurso, y levantando en El Cercado el pendón d e la independencia, invitó a los pueblos d e la República a emprender la reconquista d e s u s perdidos derechos. Desatendiendo s u llamamiento y acobardado el gobierno haitiano con las amenazas de Ruvalcaba, s e vió rodeado d e traidores, y al querer abandonar el campo a los enemigos, cayó herido en uiia emboscada, y Iiecho prisionero lo condujeron a San J u a n , donde condenado a muerte por un simulacro d e conse.io d e guerra, fué pasado por las armas en la tarde del 4 de julio d e 1861, junto con veinte d e s u s más decididos compañeros (2). Restaurada después la independencia nacional a costa d e cruentos sacrificios, no tardó en llegar una época d e reparación y d e justicia, en la que trasladadcs sus restos de San J u a n a la capital por iiiiciativa d e la Sociedad «La Republicana,), se prestó el plieblo agradecido a celebrar la apoteosis del héroe y clel mártir que, poniendo en relación con el fin cle si1 carrera, supo conquistar una d e las págirias mas brillantes d e nuestra liistoria. (2) V. E. Rod rigitez Demorizi, E.rpedición de S:ínchez -r de C:tbraI. En Clfo, C. T., No. 57-55, 1943.