EL LEGADO DE EINSTEIN

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EL LEGADO DE EINSTEIN
GARBISO, Julián Pedro
Escuela de Educación Media Nº 7, 9 de Julio, Buenos Aires
Profesor Guía: BOSSIO, María Edel
INTRODUCCIÓN
Cuando el común de la gente lee, escucha o recuerda la palabra “ciencia”, aparece en su mente
una imagen de Albert Einstein y la fórmula “E = m.c² ”, o quizá una computadora, un satélite, un
misil. Sin embargo, lo que casi nadie nota acerca de esta actitud es su carácter materialista. Es decir,
pareciera que la ciencia es apreciada sólo por sus logros tecnológicos y teorías abstractas que sólo
unos pocos pueden entender. Justamente ese es un punto a analizar: el hecho de considerar a los
científicos como genios, como una elite de personas totalmente diferentes e incluso sin
sentimientos.
El objetivo de esta monografía es demostrar que del preciado legado de Einstein sólo se tienen
en cuenta en nuestra vida cotidiana sus teorías y los descubrimientos que de ellas derivan (que no
son pocos), dejando de lado sus enseñanzas humanas. También veremos que existen diversos tipos
de problemas que deberían ser corregidos. Me ocuparé de destacar su existencia, pero será tarea del
lector encontrar la solución que considere apropiada, respetando la diversidad de opiniones.
DESARROLLO
Políticas Científicas
La visión colectiva acerca de la ciencia está dada por distintos factores, entre los que debemos
incluir como los más importantes a los aspectos socioculturales y a los aspectos políticos. Estos
definirían cómo el común de la gente ve a la ciencia. Sin embargo, debemos recordar que los planes
de estudio y el fomento de la investigación están dados por decisiones políticas.
La política científica de un país está compuesta por el conjunto de disposiciones
gubernamentales destinadas a organizar el potencial de la investigación científica. De allí surgen
los lineamientos básicos para el desarrollo de la ciencia en general. También, esta política determina
el grado de relevancia de la investigación en ciencias básicas, y el grado de necesidad de encontrar
aplicaciones útiles de dicha investigación.
Surgen, en el debate entre distintas posturas, dos tendencias: Por un lado, la de darle más
importancia a la investigación en ciencias básicas, postura representada principalmente por Bunge,
quien afirma que la difusión de una mentalidad cientificista contribuiría a mejorar el nivel general
de cultura y la capacidad de razonamiento crítico, a la vez que derivaría en soluciones a los
problemas de índole tecnológica. Por el contrario, está la posición de Primo Yúfera, quien es
partidario del desarrollo de nuevas tecnologías para solucionar problemas nacionales, sin darle
mucha importancia a la investigación básica, que puede, según él, importarse de países
desarrollados, quienes serían los encargados de dicha investigación. Algo lamentable de las
políticas del estilo de Yúfera es que, al ser su objetivo principal responder a los intereses del
gobierno, puede que llegue a hacer aportes a planes maliciosos, como sucedió en el caso de la
bomba atómica.
El campo de acción de la política elegida, según Jorge Sábato, estaría dado por la acción del
gobierno en un triángulo de relaciones con las empresas y lo que llama “infraestructura científicotecnológica”. Dentro de este último grupo entran absolutamente todas las instituciones destinadas a
educar a los científicos del futuro. De esta forma, las decisiones gubernamentales acerca de la
política científica determinan no solo un aspecto importantísimo de cómo una sociedad ve a la
ciencia, sino también las posibilidades de los potenciales científicos para desarrollar su curiosidad.
Corremos varios peligros con respecto a las políticas científicas: en primer lugar, una política
similar a la de Yúfera impediría el desarrollo de científicos en el país, pero también puede ser que
una política como la de Bunge, que promueva la investigación en ciencias básicas (como la física,
que fue el objeto de los estudios de Einstein), corre el peligro de ser obsoleta. Esto se ve, claro está,
en la educación actual.
La escuela y la ciencia
Quisiera aclarar, antes de comenzar a tratar este tema, que la educación en Argentina es tan
heterogénea que cualquier inducción seguramente acabaría en una falacia. Sin embargo, creo que es
conveniente hablar de problemas y tendencias altamente difundidos.
Una tendencia muy difundida en el diseño de los planes de estudio es la de utilizar los libros de
texto como biblias y pretender un conocimiento lineal, exigiendo que el alumno sea verbalista, y se
acostumbre a la idea de que debe responder preguntas estándar, como las de las “guías” del colegio,
y creer que el “no sé” es un fracaso. Como dice Ernesto Martínez (Centro Atómico Bariloche),
“Para el investigador (...), el ‘no sé’ indica la presencia de un agujero en la barrera de lo obvio y
familiar, tiene el sonido de la oportunidad”.
Podríamos decir que los métodos de la escuela de hoy, en la mayoría de los casos, están hechos
para enseñar, pero no para aprender. El alumno se aburre o se acostumbra a la monotonía de las
preguntas estándar con respuesta en una determinada página de un libro.
Un problema muy frecuente que surge de la cultura de “sacar todo del libro” es el hecho de que
los libros, lamentablemente, no están a la vanguardia de la investigación, sino que reflejan, en
general, los descubrimientos de hace ya unos cuantos años. En algunos casos, el docente no
investiga para dar mejor sus clases, y eso es grave si sucede en la universidad.
Todo esto conforma una enorme fuerza que disuelve trágicamente la curiosidad y el interés en la
ciencia de muchos alumnos. El sistema educativo, en su mayoría, enseña los contenidos necesarios,
entre ellos las teorías de Einstein, pero el alumno sale sin saber nada, y con muy poco interés por
aprender.
Por otro lado, formamos parte de una sociedad elitista, donde “gana el mejor”. Esto genera un
fenómeno de educación elitista y altamente especializada. El problema de la especialización lo
trataremos más adelante desde la perspectiva de Einstein.
El hombre común y la ciencia
Como vemos, en muchos casos el sistema educativo constituye, paradójicamente, una fuente de
desinterés por la ciencia. Vista esta situación, y considerando que, en consecuencia de ella, el
desarrollo de los futuros científicos queda en mayor parte marcada solamente por la suerte de haber
tenido algún buen profesor, o por la motivación por parte de la familia, podemos esbozar una
posible razón por la cual hay tan pocos científicos.
A su vez, al darse esa escasez de científicos, y al ser éstos considerados casos excepcionales, y
teniendo en cuenta que vivimos en una sociedad en general prejuiciosa e incluso malintencionada
hacia las personas que considera “diferentes”, podemos entender cómo, socialmente, también se
impide el desarrollo del interés por la ciencia, y cómo se ve al científico como un ente no humano.
Sin embargo, volviendo a lo dicho en la introducción, vemos cómo se desprecia el lado humano
de la ciencia, pero cómo se aprecian sus logros. Si bien la mayor parte de la gente en nuestro país
ignora bastante sobre la ciencia, no le interesa, no sabe bien quién fue Einstein, y discrimina en
algunos casos a los científicos (puede que los entienda como personas “inferiores” o bien como
“demasiado superiores”), vemos que está a la vanguardia de la tecnología (cabe aclarar que en las
últimas décadas los desarrollos tecnológicos se producen gracias a los aportes de la ciencia). Es así
como vemos a un joven con su teléfono celular, su laptop, su reproductor MP3, o bien lo
encontramos navegando en Internet, pensando que la ciencia es lo más aburrido y al mismo tiempo
que es lo mejor que hay, sin haber intentado jamás acercarse a ella, o bien sin haber tenido la suerte
de haber estado bien orientado.
EINSTEIN HOY
Einstein aplicado
Quizá una persona solo conozca el nombre de Einstein y poco más que eso, y piense que se
lo nombra mucho pero que al final no hizo nada. Yo le diría a esa persona que se fije que cada día
“usa a Einstein” continuamente, y que quizá no podría concebir la vida tal como lo es hoy si no
fuera por Einstein.
Seguramente todos los días esa persona utiliza un CD en el trabajo, en la escuela, o bien
para escuchar música en sus momentos de ocio, o para ver una película en DVD. La pregunta es,
¿podría hacer eso de no ser por Einstein? La respuesta es no. Sin la Teoría de la Radiación
Estimulada, el láser no existiría, y en consecuencia el CD y el DVD tampoco.
Quizá a esa persona le resulte imprescindible para muchas cosas utilizar su teléfono celular,
o navegar por internet. ¿Podría hacerlo sin satélites? No. ¿Podrían existir los satélites si no fuera por
Einstein? No. La Teoría de la Relatividad General es la que permitió el desarrollo de los satélites.
¿Y la cámara digital? Obviamente, tampoco. Einstein pudo explicar el efecto fotoeléctrico,
lo que le valió el Premio Nobel en 1921. Sin esos estudios, tampoco existirían las cámaras digitales.
Hay innumerables aplicaciones, como los lubricantes desarrollados en base al condensado
de Bose-Einstein, o los estudios de Stephen Hawking, pero basta con decir que nuestra vida
cotidiana está completamente “invadida” por “Einstein aplicado”.
EINSTEIN HUMANO
Es aquí donde, dada la visión del hombre común respecto de la ciencia, Einstein es olvidado.
Casualmente, muchos de sus pensamientos humanos, a diferencia de sus descubrimientos
científicos, defienden cosas muy distintas a lo que es la sociedad actual.
Debemos aclarar que la ciencia fue, es, y, por lo visto, será usada para el desarrollo militar.
Einstein estaba muy en contra de eso. Durante mucho tiempo, se manifestó como pacifista. Quien
argumente que los descubrimientos de Einstein derivaron en la bomba atómica, debería informarse
de que el prestigioso científico se lamentó mucho por aquello. Una acotación que hizo una vez fue
la siguiente: “No puedo asegurarle cuáles serán las armas que se utilizarán en la tercera guerra
mundial, pero si le puedo decir cuáles se usarán en la cuarta: ¡piedras!”.
Sin embargo, creo que debemos aceptar que sería muy difícil parar la carrera armamentista.
De lo que sí debemos ocuparnos es de la educación actual, y la formación de los futuros científicos.
Retomando lo que dije anteriormente acerca de la educación especializada, Einstein opinaba
que esto es un problema, ya que genera personas útiles, pero sin armonía. La educación de una
persona, según él, ha de ser armoniosa Debe saber apreciar la vida. Él siempre remarcaba su gusto
por la música, su afición por tocar el violín y su gusto por los veleros.
En cuanto al sistema educativo, creo que debemos resumir su opinión a afirmaciones que
deben necesariamente ser respetadas: no hay que dejar de cuestionar, hay que desarrollar la
creatividad. Siempre puso como ejemplo el desgano que tenía después de los agotadores exámenes
finales, que según él, eran una forma de destrucción de la curiosidad, a la que insiste que se debe
dar estímulo y libertad.
CONCLUSIÓN
Sin lugar a dudas, las enseñanzas humanas de Einstein, que son muy importantes, están en
páginas olvidadas, y hay que rescatarlas y aplicarlas.
Sin embargo, no podemos esperar grandes cambios inmediatos en las políticas científicas o en la
educación en general. De este modo, creo que es deber de los chicos, por un lado, aprovechar lo que
haya disponible, y no desperdiciar oportunidades, tales como lo son las Becas del Instituto Balseiro
o proyectos como Expedición Ciencia, del cual fui partícipe; y es deber de todos fomentar la
curiosidad y el desarrollo de una mentalidad que apoye a la ciencia.
Como dijo Einstein: “Nunca pierdas la santa curiosidad”.
BIBLIOGRAFÍA
• “Albert Einstein. El perseguidor de la luz”. Bram de Swaan. Editorial Andrés Bello, 1994.
• “Política Científica: Problemas y perspectivas”. Beatríz Contratti. En “Temas de
Pensamiento Científico”. Eudeba, 2002.
• “El pensamiento latinoamericano en la problemática ciencia-tecnología-desarrollodependencia”. Jorge Sábato. Paidós, 1980
• “Ciencia y desarrollo”. Mario Bunge. Siglo XX, 1997.
• “Sobre el perfil crítico del profesional y el científico joven”. Ernesto Martínez. En “Revista
de Enseñanza de la Física” (Volumen 7, Número 1), 1994.
• “Teoría Cuántica y educación concerniente”. Art Hobson. Tomado de “Physics and
Society”. En “Revista de la Enseñanza de la Física” (Volumen 7, Número 2), 1994.
• “El año mágico de Einstein”. Sitio web de la BBC.
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