Poema de Gilgamesh - ALEJANDRIA DIGITAL

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HISTORIAS
ANTIGUAS
POEMA DE GILGAMESH
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Historias antiguas
Cuando los primeros seres humanos empezaron a hacer
garabatos sobre un trozo de arcilla , suponemos que lo hicieron para
anotar números, llevar la cuenta de cuántos kilos de trigo habían
entregado de impuestos, o cuántas cabras tenían en el corral. Pero no
tardaron mucho en anotar otros asuntos y ponerlos a salvo del olvido.
Escribieron entonces poemillas, canciones, recetas de cocina, leyes y
castigos, rezos a los dioses.
El Poema de Gilgamesh es el más antiguo de la
humanidad en un género que tendrá gran fortuna: la poesía épica, es
decir, aquella poesía que trata de las aventuras de los héroes.Como
otros poemas muy antiguos, no tiene un único autor, sino que diversos
escribas fueron recopilando leyendas e historias más o menos míticas
hasta que formaron este poema.Hoy día, los historiadores creen que
Gilgamesh fue un rey de una ciudad de Mesopotamia, Uruk, al que
se le adjudicarán después de su muerte múltiples hazañas y aventuras.
4.500 años antes de nosotros, la gente de Uruk, de Ur,
de Babilonia, de todas las ciudades de las riberas del Tigris y el
Éufrates, ya se entretía oyendo historias de hombres que mataban
monstruos, que hacían viajes imposibles, que seducían a mujeres de
belleza inalcanzable. Antes del rey Arturo, de los manga japoneses,
de Superman, del Cid Campeador, de Frodo, de Ulises, de todos los
hombres valerosos que han combatido al Mal, ya Gilgamesh, con su
amigo Enkidu, surcaron las tierrras de Mesopamia para, con valor y
generosidad, luchar por conseguir un mundo mejor para ellos y para
todos nosotros.
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Tablilla I
Quiero dar a conocer a aquel
que lo ha visto todo,
a aquel que ha conocido lo profundo,
que ha sabido todas las cosas,
que ha examinado, en su totalidad,
todos los misterios.
Cuando volvió de su largo viaje,
fatigado, pero tranquilo,
grabó en una piedra
todas sus aventuras.
Él edificó los muros de
Uruk la amurallada.
¡Contempla sus murallas
que son como el cobre!
¡Mira sus columnas
que no tienen rival!
¡Sube y paséate por la
muralla de Uruk!
Inspecciona sus cimientos, observa sus ladrillos de adobe.
Excepcional monarca, célebre, prestigioso,
héroe, hijo de Uruk, es como un toro que embiste.
¡Tal era Gilgamesh, perfecto, formidable!
Él es quien abrió pasos en las montañas,
quien excavó pozos en los campos,
quien cruzó el Océano y los enormes mares,
quien exploró los confines del mundo
en busca de la Vida Eterna.
¿Hay quien pueda compararse a él en grandeza?
Así es el rey de Uruk, y sin embargo,
los habitantes de Uruk se quejan a los dioses,
pues Gilgamesh se dedica a molestar a las mujeres,
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Historias antiguas
las persigue y acosa,
no deja en paz a ninguna muchacha,
sea hija de un guerrero o esté, incluso, ya prometida.
Las diosas y los dioses que dominan
oyeron sus repetidas quejas
y se dirigieron al dios Anu, padre de todos los dioses,
y a su mujer, la diosa madre Aruru:
-“Lo que habéis creado no es sino un búfalo salvaje,
no hay quien pueda controlar a Gilgamesh,
lo que tenéis que hacer es
crear ahora a una persona tan poderosa como él,
comparable en fuerza y valentía,
para que luchen entre sí, lo controle,
y así haya paz en Uruk”.
Cuando la diosa Aruru hubo oído estas palabras,
cogió un pedazo de arcilla y lo depositó en el desierto.
Fue en el desierto donde modeló al valiente Enkidu,
él sería el encargado de enfrentarse a Gilgamesh,
el valiente Enkidu, el salvaje,
aquel que no conoce humano ni país civilizado.
Con las gacelas come la hierba,
con la manada bebe en el río.
Un día, un cazador se encontró con él,
pero Enkidu y su manada
ya habían ocupado su territorio,
e impedían que pudiera cazar.
Frente a frente, al borde del río,
el cazador se quedó silencioso
y muerto de miedo, su cara era
como la de un viajero venido de muy lejos.
Ante todo esto, el cazador
emprendió el camino y se marchó a Uruk.
Se dirigió a Gilgamesh y, protestando, le dijo:
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-“Hay un hombre que ha venido del desierto,
es el más poderoso del país, está dotado de gran fuerza,
ha estropeado las trampas que yo había tendido,
y me impide que cace”.
Dirigiéndose al cazador, Gilgamesh le dijo:
-“Ve, cazador, y lleva contigo a esta hermosa mujer;
en cuanto Enkidu llegue con sus bestias al río,
que ella se quite sus vestidos y le ofrezca sus encantos.
Nada más verla así, corriendo se acercará,
y su manada, que ha crecido con él en la estepa,
ya no le seguirá, pues sentirá que la han traicionado”.
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Historias antiguas
Se fue el cazador, llevando consigo a la mujer,
tomaron el camino yendo rectos en su dirección.
Al cabo de tres días llegaron al lugar previsto,
y allí esperaron.
Cuando llegó la manada de gacelas con Enkidu,
la hermosa cortesana dejó caer su ropa,
y Enkidu no la rechazó.
Durante seis días y siete noches,
Enkidu y la mujer se amaron.
Después de que hubo saciado su deseo,
Enkidu volvió su mirada en busca de su manada,
pero las gacelas huyeron.
Enkidu había perdido sus fuerzas, su cuerpo estaba flojo,
sus rodillas quedaban inmóviles,
al tiempo que huía su manada.
La cortesana le dijo a Enkidu:
-“¡Eres hermoso, Enkidu, has llegado a ser como un dios!
¿Por qué vagabundear todavía
por el desierto con las bestias?
¡Ven! Deja que te lleve a Uruk,
en donde reside Gilgamesh, perfecto en fuerza,
y donde, como un búfalo salvaje,
sobrepasa en fuerza a los demás hombres”.
El divino Enkidu le contestó:
-“Vamos a Uruk, condúceme hasta él,
quiero provocarlo, lanzarle un desafío.
En cuanto entre allí, cambiaré el curso de las cosas,
el que nació en el desierto será el más fuerte”.
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Tablilla II
Luego la mujer lo vistió y lo tomó de la mano,
conduciéndolo hacia una cabaña de pastores.
Éstos se agolparon a su alrededor, ofreciéndole alimentos.
Enkidu solía mamar la leche de las bestias salvajes,
y ahora le pusieron pan;
lo examinó con desconfianza,
pues Enkidu no sabía comer el pan;
a beber cerveza tampoco
nadie le había enseñado.
Abriendo la boca, la mujer
dijo así a Enkidu:
-“¡Come pan, Enkidu,
es necesario para vivir!
¡Bebe cerveza, es la costumbre del país!”.
Enkidu comió el pan y bebió cerveza.
Ya relajado, se puso a cantar,
y su corazón estaba alegre por la cerveza.
Su rostro se iluminó.
Cuando se pusieron en marcha,
Enkidu caminaba delante
y la cortesana detrás de él,
los dos camino de la ciudad.
Cuando entraron en Uruk, la de amplias plazas,
la gente se reunió a su alrededor.
Enkidu se paró en la calle,
cortando el camino a Gilgamesh.
Éste lo miró con atención.
Enkidu, que había nacido en el desierto,
estaba totalmente enfadado.
Se enfrentaron en la gran plaza de Uruk,
se agarraron como toros,
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Historias antiguas
se acometieron fuertemente,
los muros temblaron.
Enkidu agarró a Gilgamesh
y lo inmovilizó contra el suelo,
logrando vencerle.
La madre de Gilgamesh, sabia y respetada, dijo entonces:
-“Hijo mío,
Enkidu estaba muy enfadado con tu conducta.
Él no ha tenido padre ni madre,
su cabellera suelta le caía sobre los hombros,
como nació en el desierto, nadie lo ha criado,
no ha tenido amigos ni familia”.
Enkidu permanecía quieto
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escuchando a la madre de su rival,
estaba paralizado, se sentó en el suelo conmovido
y sus ojos se llenaron de lágrimas,
sus brazos cayeron sin fuera, su cuerpo se aflojó;
realmente, se había emocionado con esas palabras.
Entonces Enkidu y Gilgamesh se abrazaron,
unieron sus manos como hermanos,
y Enkidu se dirigió a Gilgamesh como su amigo.
Tablilla III
Gilgamesh y Enkidu ya son amigos,
pero reciben noticias del terror que causa un monstruo:
es Kumbaba, guardián del Bosque de Cedros,
aquel cuyo rugido es el diluvio,
su boca es fuego, su aliento es la muerte.
Gilgamesh le dijo a Enkidu:
-“Amigo mío, si unos niños han nacido,
no ha sido para permanecer quietos.
Iremos al Bosque de Cedros,
donde reside el feroz Kumbaba,
tú y yo iremos a abatirle
para librar de todo mal al país”.
Pero Enkidu, abriendo al boca,
dijo así a Gilgamesh:
-“Amigo, el perímetro del Bosque tiene 600 kilómetros,
¿quién podría penetrar en su interior?
Es un combate imposible enfrentarse a Kumbaba”.
Pero Gilgamesh respondió a Enkidu:
-“Yo quiero escalar la montaña del Bosque de los Cedros,
y descender al corazón del Bosque,
cortaré los cedros y tú vendrás conmigo.
Tu me cuidarás,
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Historias antiguas
y yo te cuidaré.
Voy a partir pues, delante de ti,
que tu boca pueda gritarme: “¡Avanza, no
temas!”.
Si caigo, al menos habré alcanzado la fama.
“¡Gilgamesh-dirán- luchó contra el feroz
Kumbaba!”.
Tú, que has nacido y te has criado en
el desierto,
tú, a quien los leones han atacado,
¡tú debes comprender todo esto!”.
Mientras iniciaban el camino, en
la calle
la multitud se acercaba a
Gilgamesh:
-“¿Cuándo regresarás a Uruk?”
Los ancianos lo bendecían
y le daban consejos sobre el
viaje:
-“No confíes sólo en tus fuerzas,
¡Que tus ojos estén vigilantes!
El que va delante salva a su
compañero,
el que conoce el camino protege a su
amigo.
Que Enkidu vaya, pues, delante de ti,
él conoce el camino del Bosque de Cedros,
está acostumbrado a la guerra,
es experto en el combate”.
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Tabilla IV
Al cabo de 200 kilómetros comieron un poco,
al cabo de otros 300 kilómetros se prepararon para la noche;
así en un día anduvieron 500 kilómetros,
y en tres días habían llegado a su destino.
Entonces Gilgamesh rezó a los dioses y les dijo:
-“¡Enviadme un sueño con un mensaje favorable!”
Los dioses complacieron a Gilgamesh,
pues soñó que abatían a Kumbaba.
Entonces el rostro del divino Gilgamesh se iluminó.
Cogidos ambos de la mano,
Enkidu y Gilgamesh se marcharon
y se prepararon para la noche.
A media noche, el propio dios habló,
y una voz resonó desde el cielo:
-“¡Caed sobre la bestia rápidamente, antes de que penetre en
el Bosque!
¡Que no se adentre en la espesura para ocultarse!”
Gilgamesh y Enkidu se levantaron arremetiendo como
búfalos furiosos.
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Tablilla V
Ambos llegaron hasta el lindero del Bosque
y se quedaron inmóviles.
Contemplaron maravillados la altura de los cedros,
todo el Bosque estaba lleno de perfumes,
deliciosa era su sombra,
los matorrales allí se entrelazaban.
Rápidamente tomaron sus espadas
y atacaron con su duro hierro, untado con veneno.
Enkidu abrió la boca y dijo:
-“La fuerza de Kumbaba es muy peligrosa,
uno solo no puede afrontarlo, pero dos sí;
si no se conocen dispersan las fuerzas,
si son amigos las unen,
dos leoncillos son más fuertes que un vigoroso león”.
Se deslizaron a la guarida de Kumbaba y Enkidu gritó:
-“¡Gilgamesh, mata a Kumbaba, por tus dioses!
¡No tengas piedad!”
Gilgamesh golpeó la cabeza
del monstruo con el hacha,
y luego continuó golpeando con la espada.
Se produjo una gran confusión
y luego un silencio de muerte.
Así mataron al poderoso guardián Kumbaba.
Hasta 20 kilómetros de distancia los cedros gimieron,
y el Bosque entero se lamentó.
Gilgamesh cortó la cabeza de Kumbaba,
allí le extrajeron los intestinos junto con los pulmones.
Una lluvia abundante
cayó sobre la montaña.
Luego, los dos amigos
cortaron el Bosque de los Cedros.
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Tablilla VI
Acabada la misión,
Gilgamesh lavó sus cabellos,
después se soltó su cabellera sobre su espalda,
arrojó sus vestidos sucios y se puso otros limpios,
se envolvió con un manto que ciñó con un cinturón.
Ishtar, diosa del amor, quedó fascinada por la belleza de
Gilgamesh, y le dijo:
-“¡Ven Gilgamesh!,
sé mi esposo,
te daré un carro de oro
y piedras preciosas,
entra en nuestra casa,
donde los sacerdotes
te besarán los pies,
ante ti se arrodillarán los reyes,
los nobles y príncipes,
y te aportarán como tributo los
productos de la montaña
y del país.
Tus cabras parirán crías triples,
tus ovejas mellizos,
tus caballos tendrán
más fuerza,
tus bueyes no tendrán rival.”
Gilgamesh tomó la palabra y dijo a la diosa Ishtar:
-“¿Cómo podría yo casarme contigo?
¿Debería mantenerte con manjares propios de dioses?
¿Tendría que apagar tu sed con bebidas
propias de la divinidad?
¡Ah! Una brecha se abriría entre nosotros
si te tomo en matrimonio,
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no eres más que un brasero que se apaga con el hielo,
un elefante que arroja su montura a tierra.
¿A quién de tus amantes le has permanecido siempre fiel?
¿Cuál es el pájaro que ha escapado de tus lazos?
Si tú me amaras, ¡me tratarías como a ellos!”
Cuando Ishtar hubo oído estas palabras,
se enfureció y ascendió a los cielos,
se presentó llorando ante el dios Anu, su padre,
y dejó correr sus lágrimas ante Aruru, su madre:
-“Padre mío, Gilgamesh me ha llenado de insultos,
de injurias, murmuraciones e infamias”.
Pero su madre le contestó:
-“¡Cómo! ¡Ya habrás provocado tú al rey Gilgamesh
para que él haya pronunciado injurias contra ti!”.
Ishtar se dirigió entonces a su padre:
-“¡Padre mío, te lo ruego, manda al Toro Celeste
para que mate a Gilgamesh!
Si no mandas al Toro Celeste
bajaré a las regiones del Mundo Inferior
y haré subir a los muertos para que devoren a los vivos”
Anu hizo venir al Toro Celeste,
y cuando llegó a Uruk
comenzó a pisotear las cosechas y secó los ríos.
Con el primer resoplido abrió una fosa
en la que cayeron cien hombres de Uruk.
Al segundo y tercer resoplidos,
¡cayeron doscientos, trescientos hombres de Uruk!
Enkidu dijo entonces a Gilgamesh:
-“Amigo mío, nosotros hemos vencido
en el Bosque de los Cedros,
¿cómo actuaremos ahora frente a este nuevo peligro?”
-“Amigo mío,- dijo Gilgamesh-,
he observado a las bestias de la estepa,
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nuestras fuerzas serán suficientes para matar al Toro”.
-“Yo-dijo Enkidu- lo voy a entretener,
lo cogeré por la cola
y lo retendré fuertemente con mis manos;
tú te situarás por delante
y lo herirás de muerte con tu puñal”.
Así lo hicieron, y Gilgamesh,
valeroso y fuerte, golpeó al Toro Celeste
e hincó su puñal.
Tras matarlo, le arrancaron el corazón y lo ofrecieron a los
dioses.
Ishtar, subida en la muralla, moviéndose desesperada, empezó
a lamentarse:
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-“¡Ah! ¡Gilgamesh me ha humillado
matando al Toro Celeste!”.
Cuando Enkidu oyó estas palabras de Ishtar,
arrancó una pata del toro
y se la arrojó a la cara:
-“En cuanto a ti-dijo-, si te hubiera atrapado
te habría tratado como a él
y habría colgado sus intestinos en tus brazos”.
Gilgamesh dio una fiesta en su palacio.
Mientras dormían los hombres en sus camas,
Enkidu tuvo un sueño inquietante.
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Tablilla VII
Cuando amaneció, Enkidu dijo al divino Gilgamesh:
-“Hermano mío, ¡qué sueño he tenido esta noche!
Los dioses celebraban una reunión
y el padre de los dioses, Anu, decía:
-“Ellos han matado tanto al monstruo Kumbaba como al Toro
Celeste. Uno de los dos debe morir”.
A buen seguro que soy yo el que va a caer
en poder de la Muerte,
sin que pueda ver con mis ojos ya más a mi querido hermano.”
Gilgamesh no cesaba de escuchar sus palabras y
sus lágrimas corrían.
Abriendo la boca, le dijo a Enkidu:
-“Amigo, tú que tienes una inteligencia brillante
y buen sentido, dices, en cambio, cosas extrañas.
El sueño que has tenido es excelente,
aunque tu miedo sea tan fuerte
que haga que tus labios zumben como moscas.
Voy a rezar a los dioses por ti”.
-“No hay nada que hacer, amigo mío-replicó Enkidu-,
los dioses no retroceden nunca ni anulan sus órdenes;
lo que han decidido una vez, no cambia”.
Gilgamesh tuvo que reconocer
que el sueño era desfavorable.
Al poco tiempo, Enkidu cayó enfermo.
Enkidu permanecía en cama: un primer día, un segundo día,
sin que pudiera abandonar su habitación,
la enfermedad empeoraba.
Un tercer día, un cuarto día ocurrió lo mismo,
un quinto, un sexto, un séptimo día siempre lo mismo,
un octavo, un noveno, un décimo día siempre igual,
la enfermedad de Enkidu empeoraba aún más,
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al undécimo y al duodécimo día el mal pudo con él.
Enkidu, entonces, se levantó
con esfuerzo de la cama
y gritando exclamó:
-”¡Gilgamesh me salvó en la lucha,
¿por qué mi amigo me abandona ahora?!”
En tonces, Enkidu murió.
Gilgamesh, deseperado, se puso a gritar,
rompiendo sus vestidos y
despertando a todo el mundo.
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Tablilla VIII
Gilgamesh decía:
-“¡Escuchadme, ancianos de Uruk!
¡Jóvenes, oídme!
Soy yo quien llora por Enkidu, mi amigo.
Un maligno demonio ha surgido
para arrancarte de mí.
¡Amigo mío, mulo vagabundo, leopardo de la estepa,
nosotros juntos habíamos escalado la Montaña,
habíamos matado a Kumbaba,
que vivía en el Bosque de los Cedros!
Y ahora, ¿qué sueño se ha apoderado de ti
para que no me oigas?
¡Que los ancianos de Uruk te lloren!
¡Que las elevadas cimas de las montañas te lloren!
¡Que por ti se lamenten los campos como lo haría tu madre!
¡Que los bosques de cipreses y de cedros te lloren!
¡Que te lloren oso, hiena, pantera,
tigre, ciervo, leopardo,león, búfalo,
gamo, cabra montés, manada de la estepa!
¡Que te llore el Eúfrates y los hombres de Uruk!
¡Que te llore el labrador, encorvado al arado!”.
Entonces Gilgamesh cubrió el rostro de su amigo
y como un águila
comenzó a dar vueltas alrededor de él;
se arrancaba mechones de su cabello y los tiraba,
desgarraba sus hermosos vestidos y los arrojaba lejos.
Por la mañana, a las primeras luces del alba,
Gilgamesh organizó el entierro de su amigo,
pronunciando estas palabras:
-”Yo, tu amigo, tu hermano gemelo,
te he hecho reposar sobre una gran cama
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preparada con amor,
los príncipes del país han besado tus pies
he hecho que la gente de Uruk
llore y se lamente por ti,
y he ordenado al pueblo,
antes contento, guardar luto.
Y yo, después de ti,
voy a dejarlo todo,
y vestido con la piel de un león,
vagabundearé por el desierto”.
Tablilla IX
Gilgamesh llorando amargamente, vaga por la estepa,
llora por causa de su amigo Enkidu.
-”¿Debo morir yo también?¿No seré semejante a Enkidu?
La angustia ha entrado en mis entrañas,
el temor a la muerte me hace vagar por la estepa.
He emprendido el camino y marcho sin perder tiempo,
para encontrar a Utnapishtim,
el único humano que ha logrado la inmortalidad.
Él podrá enseñarme cómo conseguirla.”
Gilgamesh salió del país y anduvo viajando de acá para allá,
las montañas que había escalado,
los ríos que había atravesado,
ese número ningún hombre lo sabe.
Estuvo matando fieras.
Cuando llegó a las montañas sagradas,
unos hombres-escorpión estaban guardando la entrada,
tan terroríficos y pavorosos eran
que su sola vista acarreaba la muerte.
Gilgamesh se cubrió el rostro,
pero después, recuperando su coraje, marchó hacia ellos.
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El hombre-escorpión se dirigió a Gilgamesh:
-”¿Quién eres tú que has hecho tan largo viaje?
¿Por qué has vagabundeado hasta llegar ante nosotros,
después de haber atravesado montañas tan inaccesibles?
Quiero conocer el propósito de tu viaje
y a dónde te diriges”.
Gilgamesh contestó al hombre-escorpión:
-”Si he hecho tan largo viaje
es para ir a ver a Utnapishtim,
que pudo asistir a una reunión de los dioses y allí logró el don
de la Vida Eterna.
Quiero preguntarle sobre la muerte y la Vida”.
El hombre-escorpión le dijo a Gilgamesh:
-“Nadie ha podido hacer nunca ese recorrido,
nadie, todavía, ha atravesado los valles de esas montañas.
A lo largo de 150 kilómetros su interior es oscuro,
tan densa es su oscuridad que allí no brilla ninguna luz.
Pero inténtalo, recupera el coraje,
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¡que las regiones montañosas, tan difíciles de atravesar, puedan
acogerte sano y salvo!”
Gilgamesh, al oír estas palabras, se alegró,
y tomó el camino hacia la profunda oscuridad.
Caminó 150 kilómetros, nada veía delante, nada veía detrás,
la oscuridad era profunda, nada era visible.
Después de todo eso, vio resplandecer la luz.
Ante él apareció el Jardín de los dioses,
lleno de árboles frondosos,
y de piedras preciosas,
Gilgamesh lo atravesó maravillado.
Tablilla X
El divino Gilgamesh siguió caminando,
hasta encontrarse al borde del mar,
donde habita la diosa Siduri.
Gilgamesh, después de pensárselo, se dirigió hacia ella.
Iba vestido con una simple piel de animal,
su aspecto era como el del que ha hecho un largo viaje.
-“Diosa, soy Gilgamesh, y si mis mejillas están demacradas,
mi rostro abatido, y mi corazón dolido,
si la angustia ha entrado en mis entrañas
y mi cara está curtida por el frío y el calor,
es por miedo a la muerte
por lo que yo recorro la estepa.
Lo que le ha ocurrido a mi amigo Enkidu, me obsesiona.
Mi amigo, al que yo amaba, ahora es como el barro,
¿no iré, como él, a acostarme
para no levantarme nunca más?”.
La diosa respondió así a Gilgamesh:
-“Gilgamesh, ¿por qué vagas de un lado para otro?
La Vida Eterna que persigues no la encontrarás jamás.
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Cuando los dioses crearon la humanidad,
asignaron la muerte para la humanidad,
pero ellos conservaron entre sus manos la Vida Eterna.
En cuanto a ti, Gilgamesh, llena tu barriga,
vive alegre día y noche,
haz fiesta cada día,
danza y canta día y noche,
que tus vestidos estén
limpios,
lávate la cabeza, báñate,
atiende al niño que te tome
de la mano,
disfruta con tu mujer,
abrazada a ti.
Esa es la única perspectiva
de la humanidad.”
Gilgamesh respondió a la
diosa:
-“¿Por qué me hablas así?
Mi corazón está dolido a
causa de mi amigo,
diosa, puesto que habitas en
la orilla del mar,
tú conoces el interior de
todos los secretos.
¡Muéstrame el camino,
ponme en la ruta!
Si es posible, atravesaré el mar”.
La diosa respondió:
-“Nunca, nadie ha atravesado este mar
como quieres hacerlo tú,
en su interior la Aguas de la Muerte bloquean el paso.
Sin embargo, te diré que puedes hablar
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con el barquero de Utnapishtim.
¡Ve y que te vea la cara!”.
Marchó Gilgamesh hacia donde le indicó la diosa,
y cuando llegó al barco
cogió el hacha en su mano
y cayó como una flecha sobre los marineros
que protegían la embarcación,
los destrozó, y se volvió hacia el barquero
abatiéndolo y poniendo el pie contra su pecho.
Este dijo: -“ Yo soy el barquero de Utnapishtim, el Lejano
¿Quién eres tú?¡Dime tu nombre!”.
Gilgamesh le dijo:
-“Yo me llamo Gilgamesh;
he venido desde Uruk,
he atravesado las montañas
por el larguísimo camino hacia la salida del Sol.
Ahora que he visto tu rostro,
hazme encontrar a Utnapishtim, el Lejano.”
El barquero respondió:
-“Si tú quieres ver a Utnapishtim
deberás subir ahora en el barco
y te haré saltar las Aguas de la Muerte para acercarte.
Pero primero deberás construir 120 pértigas
para poder pasar por esas aguas”.
Los dos se sentaron, hablando entre sí,
la distancia de un mes y medio fue recorrida en tres días.
El barquero le dijo a Gilgamesh:
-“¡Cuidado! Toma las pértigas,
tus manos no deben tocar las Aguas de la Muerte.”
Al agotar todas las pértigas,
Gilgamesh desató su cinturón para desnudarse,
se quitó sus vestidos para desplegarlos como una vela
y con sus manos los elevó sobre el mástil.
Utnapishtim lo vio desde lejos extrañado,
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no sabía quién podía llegar hasta él.
Al encontrarse, Gilgamesh dijo a Utnapishtim:
-“Cuando te miro,
tus rasgos no me son extraños,
incluso eres semejante a mí;
no, no me eres extraño.
Mi corazón había decidido librar combate contigo,
pero ahora, mi brazo está sin fuerza contra ti.
Dime solamente cómo conseguiste presentarte
en la Asamblea de los dioses
y cómo encontraste la Vida Eterna”.
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Tablilla XI
-“Gilgamesh, voy a revelarte una cosa oculta,
voy a confiarte un secreto de los dioses.
Hace mucho tiempo los Grandes Dioses
decidieron mandar un diluvio sobre la tierra,
y a mí se dirigieron ordenándome:
-“Destruye tu casa, construye un barco,
abandona las riquezas, busca la Vida que salva,
renuncia a tus posesiones.
¡Embarca en el barco todas las especies vivas!”
Todo lo que poseía lo cargué en el barco,
hice subir en el barco a mi familia y a mis parientes,
hice subir a los animales domésticos y salvajes.
Cuando al amanecer observé el estado del tiempo,
su sola vista infundía espanto.
Durante todo un día la tempestad se desencadenó,
impetuosamente se desencadenó y provocó el Diluvio;
su violencia sobrevino sobre las gentes como una batalla,
a causa de la tormenta no se veían los unos a los otros;
vistas desde el cielo, las gentes no eran reconocibles.
Durante seis días y siete noches,
el viento persistió, el huracán del Diluvio arrasó la tierra.
Al llegar el séptimo día, el Diluvio empezó a pasar,
después de haber luchado como una mujer en un parto.
Observé el mar: el silencio reinaba.
Abrí una ventana, un aire fresco cayó sobre mis mejillas,
me agaché, caí de rodillas, y me puse a llorar.
Entonces los dioses nos concedieron la Vida Eterna
a mi familia y nos llevaron a vivir lejos.
Pero ahora, por ti, ¿quién reuniría a los dioses
para que pudieses encontrar tú también la Vida Eterna?”.
Gilgamesh dijo a Utnapishtim:
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-“¿Qué debo hacer?¿A dónde podré ir?
La muerte se ha instalado ya en mi propia cama.
Allá a donde yo lleve mis pies, allí está la muerte”.
Utnapishtim le dijo a su barquero:
-“A este hombre que tú has guiado, cuyo cuerpo está sucio,
llévalo a un lugar donde se lave
y guíalo a su ciudad”.
La esposa de Utnapishtim le dijo a éste:
-“Para venir hasta aquí, Gilgamesh
ha pasado penas y fatigas,
¿qué cosa le darás para que pueda
llevarla consigo a su país?”
Entonces Utnapishtim le dijo:
-“Gilgamesh, te voy a revelar una cosa oculta.
Existe una planta en el fondo del mar,
con púas como las de la rosa,
que si te apoderas de ella,
habrás encontrado la Vida Eterna”.
Gilgamesh ató pesadas piedras a sus pies
que le hundieron hasta el fondo del mar,
donde vio la planta.
La cogió, se soltó las piedras de los pies
y el mar lo arrojó a la orilla.
Gilgamesh dijo entonces al barquero:
-“Esta planta es un remedio contra la angustia,
gracias a ella el hombre puede recobrar la vitalidad.
¡Quiero llevarla a Uruk!”
Ya de vuelta, Gilgamesh y el barquero
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se prepararon para
pasar la noche.
Viendo
Gilgamesh una
fuente cuyas
aguas eran
frescas
bajó a ella para
bañarse.
Pero una serpiente olfateó el aroma de la
planta,
se acercó silenciosamente y se la llevó;
nada más tocarla, perdió su vieja piel.
Cuando se dio cuenta de que había perdido la
planta,
Gilgamesh permaneció todo el día acostado,
llorando,
las lágrimas corrían a lo largo de sus mejillas.
Tomó la mano del barquero y le dijo:
-“¿Por quién han sufrido tanto mis brazos?
¿Por quién he derramado la sangre de mi
corazón?
Yo no he obtenido para mí ningún bien,
¡Y ni siquiera puedo volver al mar a buscar la
planta!”
Continuaron la marcha, y durante los
días del viaje, Gilgamesh pudo
pensar sobre sus aventuras.
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Cuando llegaron a Uruk, Gilgamesh le dijo al barquero:
-“¡Súbete y paséate por la muralla de Uruk!
¡Contempla sus murallas que son como el cobre!
¡Mira sus columnas que no tienen rival!
Inspecciona sus cimientos,
observa sus ladrillos de adobe.”
Gilgamesh no ha conseguido la inmortalidad,
pero muestra con orgullo las murallas de su ciudad,
reconociendo que al menos, a través de ellas,
será recordado siempre.
Esa es la forma de encontrar la inmortalidad para los humanos,
permanecer en la memoria de los que quedan,
ser recordados por lo que fuimos e hicimos,
he aquí la lección aprendida por Gilgamesh.
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EJERCICIOS DEL POEMA DFE GILGAMESH
1- ¿De qué trata la poesía épica?
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Ejercicios
1- ¿De qué tema trata la poesía épica?
Tablilla I
2- ¿De qué se quejaban los habitantes de Uruk alos dioses?
3- ¿Cómo pensaron los dioses solucionar el problema en que
se había convertido Gilgamesh?
4- ¿Cómo reaccionó la manada ante la actitud de Enkidu?
Tablilla II
5- ¿Qué solía beber Enkidu en el desierto, y qué le ofrecen
ahora?
6- ¿Por qué llora Enkidu?
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Tablilla III
7- ¿Dónde vivía el monstruo Kumbaba?
8- ¿Quién camina primero en la marcha?
Tablilla IV
9- ¿Cuántos kilómetros caminaban al día los dos amigos?
Tablilla V
10- ¿Qué hicieron los dos amigos con Kumbaba y el Bosque
de Cedros?
Tablilla VI
11- ¿Por qué rechazó Gilgamesh a la diosa Ishtar?
12- ¿Cómo se quiso vengar Ishtar?
13- ¿Cómo consiguieron matar al Toro Cekleste?
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Tablilla VII
14- ¿Qué soñó Enkidu?
15- ¿Cuántos días estuvo enfermo?
Tablilla VIII
16- ¿Cómo organizó Gilgamesh los funerales de su amigo?
Tablilla IX
17- ¿Con quiénes se encontró Gilgamesh en las montañas
sagradas?
18- ¿A quién y con qué motivo está buscando Gilgamesh?
Tablilla X
19- ¿Qué le aconseja la diosa Siduri a Gilgamesh?
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20- ¿Qué tiene que atravesar Gilgamesh para llegar a su
objetivo?
Tablilla XI
21- ¿Cómo consiguió la inmortalidad Utnapishtim?
22- ¿Cómo perdió Gilgamesh la flor de la Vida Eterna?
23- Resume cuál fue la enseñanza que aprendió nuestro
héroe después de su viaje.
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