Calderón, académico incómodo en Harvard

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National Autonomous University of Mexico
From the SelectedWorks of Marion Lloyd
December 6, 2012
Calderón, académico incómodo en Harvard
Marion Lloyd, National Autonomous University of Mexico
Available at: http://works.bepress.com/marion_lloyd/11/
Can, académico incómodo en Harvard
Calderón, académico incómodo en Harvard
Campus Milenio Núm. 490, 2012-12-06
Marion Lloyd
Después de un fallido intento por colocarse como profesor de la Universidad de Texas, todo parece
indicar que el ex presidente Felipe Calderón pasará el próximo año como investigador y docente en la
Escuela de Gobierno John F. Kennedy de la Universidad de Harvard. El puesto le permitiría a
Calderón refugiarse de las críticas y amenazas de muerte, que han sido el pan de cada día desde que
lanzó su “guerra contra el narco” en enero de 2007.
El anuncio de la Escuela Kennedy, del 28 de noviembre, acabó con meses de especulación sobre el
próximo paradero del mandatario saliente. En agosto, Calderón se reunió con el rector de la
Universidad de Texas, en Austin, para hablar de una posible plaza como profesor, según reportó The
Dallas Morning News. Sin embargo, esa posibilidad se esfumó ante las manifestaciones en su contra
por parte de estudiantes y otros miembros de la comunidad universitaria. Portando pancartas con los
lemas “Calderón asesino” y “somos los indignados”, éstos irrumpieron en una conferencia de prensa
en septiembre en la universidad, en que estuvieron presentes altos funcionarios mexicanos. El
mismo mes, una ex alumna lanzó una petición en línea, que ha recabado más de 3,000 firmas,
acusando a Calderón de intentar refugiarse en la academia para esquivar futuros juicios por abusos
de derechos humanos.
Ante tal panorama, ¿por qué Harvard le dio la bienvenida a Calderón?
Según el anuncio de la Escuela Kennedy, al ex líder se le atribuyen “haber estimulado el desarrollo
económico nacional como un líder pro negocios, pro libre-mercado, y el haber logrado reformas
significantes a las políticas ambientales, migratorias y de salud”. David T. Ellwood, decano de la
Escuela Kennedy, también alabó a Calderón como “un ejemplo vívido de un servido público
comprometido, quien asumió retos mayores en México”.
A partir de enero, Calderón será el primer beneficiario de la beca Angeloupoulos de Líderes Públicos
Globales en la Escuela de Gobierno John F. Kennedy, en donde realizó una maestría en
administración pública en 2000. Por su trayectoria, según Ellwood, Calderón “informará e inspirará
a los estudiantes y profesores de la Escuela Kennedy”.
Tal imagen acrítica del ex presidente resulta sorprendente, para no decir altamente cínica. Por
principio de cuentas, el anuncio no hizo mención alguna de la guerra contra el narco, a pesar de que
ésta – mucho más que sus políticas económicas o ambientales – marcará su legado como presidente.
Las reacciones no se hicieron esperar. El lunes, empezó a circularse otra petición en línea pidiendo a
la rectora de Harvard, Drew Gilpin Faust, que revocara el nombramiento de Calderón. La petición
recabó más de 1,300 firmas en 24 horas.
Harvard no es la única universidad del Ivy League que ha rendido tributo a Calderón. En 2011, la
Universidad de Stanford invitó al mandatorio a ser el ponente magistral en la ceremonia de
graduación. Al escoger a Calderón, los alumnos querían “´enviar un mensaje poderoso´ al país y al
resto del mundo sobre la importancia del liderazgo en cooperación internacional y en justicia social”,
según un comunicado de Stanford.
Esta imagen de Calderón como defensor de la justicia contrasta con las acusaciones de violaciones a
derechos humanos cometidas durante la guerra contra el narco, que ha dejado un saldo de entre
50,000 y 100,000 muertos. Seguro está, hay muchos que aprueban la estrategia militar como la
única opción para enfrentar al crimen organizado. Pero resalta la renuencia de Calderón de aceptar
errores o de rendir cuentas sobre el impacto de la violencia. Tampoco ha querido aceptar las
demandas por parte de los grupos de derechos humanos y la Suprema Corte porque los abusos por
parte de militares sean enjuiciados en los tribunales civiles.
Por eso, resulta difícil imaginar al ex presidente reflexionando de forma abierta sobre su mandato
con los estudiantes de la Escuela Kennedy.
Algunos ex presidentes también le han criticado a Calderón por su ofensiva contra el narco,
incluyendo a Ernesto Zedillo, actual director del Centro para el Estudio de la Globalización de la
Universidad de Yale. En un reporte emitido en abril y editado por Zedillo, el ex presidente
argumentó a favor de un enfoque más holístico, que incluiría estrategias para la prevención de
adicciones y la protección de los derechos humanos.
Sin embargo, Zedillo también ha enfrentado fuertes críticas por haber utilizado al ejército para
combatir a un enemigo interno – en su caso, el Ejercito Zapatista de Liberación Nacional. Pero no ha
tenido que enfrentar los juicios en su contra, gracias a su estatus como residente de EEUU y
funcionario de una de las universidades más prestigiadas del país. En septiembre, el Departamento
de Estado de Estados Unidos recomendó a un juez federal otorgarle la inmunidad a Zedillo en un
caso civil, que busca responsabilizar al ex presidente por la masacre de Acteal, en 1997.
En solicitar la inmunidad para Zedillo, el gobierno estadunidense está fomentado un problema
endémico en México: la percepción de que los poderosos están por encima de la ley. Lo mismo se
puede decir de Harvard. Al otorgarle una plaza de alto perfil, la Escuela Kennedy le está diciendo al
mundo que los ex líderes – por más cuestionable que haya sido su liderazgo - merecen ser
reconocidos. Es un mensaje desafortunado y peligroso.
Marion Lloyd
Académica y periodista
Opinión
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