Propiedad y explotación agraria

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Tema 4. PROPIEDAD Y EXPLOTACIÃ N AGRARIA
LA PROPIEDAD AGRARIA
La propiedad y la explotación agraria coinciden muchas veces y no siempre las coincidencias son menores,
conforme nos retrotraemos en el tiempo, pues en tiempos pasados la propiedad de la tierra estaba en unas
pocas manos, mientras la explotación de la misma se encontraba muy repartida. Es evidente que las
relaciones entre propiedad y explotación pueden explicar muchas circunstancias y fenómenos, tanto desde
el punto de vista espacial como de las perspectivas socioeconómicas. Se puede decir por tanto que la
propiedad es el cÃ−rculo jurÃ−dico que existe entre la tierra y el que la posee, mientras que la explotación
constituye un vÃ−nculo socioeconómico entre propietario y el jefe de la explotación o empresario
agrÃ−cola. La diferencia entre ambos conceptos queda corroborada si atendemos a las fuentes donde ambos
se registran. La propiedad de la tierra aparece reflejada en el catastro, que en realidad es un documento fiscal,
y las explotaciones son contabilizadas en los censos agrarios que elabora el Instituto Nacional de
EstadÃ−stica (INE).
En la propiedad de la tierra existen dos formas mayoritarias: la propiedad colectiva y la propiedad individual.
Las primeras formas de propiedad que surgen en la historia son las de tipo colectivo tanto en Europa como en
el resto del mundo. Hasta hace poco este modelo estaba representado a escala planetaria y existÃ−a en
sociedades muy dispares en cuanto a su organización y desarrollo, pues lo encontrábams tanto en lugares
atrasados, como en el à frica negra, como en otros relativamente desarrollados, como sucedÃ−a por ejemplo
en los antiguos paÃ−ses europeos del bloque socialista. En el caso de las zonas no desarrolladas à frica es el
modelo más representativo por su gran extensión y sus peculiares formas de propiedad de la tierra. AsÃ−
mismo, en el área Andina de América del Sur, todavÃ−a perviven formas colectivas de propiedad de la
tierra heredadas de la época precolombina. Esta propiedad colectiva en sociedades atrasadas se puede
calificar como patriarcal. En este régimen la tierra pertenece a la comunidad y el jefe es el que redistribuye
periódicamente la tierra, es decir, se da una propiedad colectiva, aunque mediante esta redistribución
surgen unos derechos individuales de explotación, en la mayor parte de los casos durante un tiempo
preestablecido.
Entre la propiedad colectiva y la propiedad privada existen multitud de formas de transición que en España
han sido estudiadas por Jesús GarcÃ−a Fernández en su libro La organización del espacio y economÃ−a
rural en la España Atlántica. Este libro se divide en tres partes que están dedicadas a Galicia, Cantabria y
el PaÃ−s Vasco. Es en el capÃ−tulo dedicado a Cantabria donde estas formas de transición de la propiedad
de la tierra se manifiesta con mayor nitidez. GarcÃ−a Fernández señala que en el caso cantábrico las
tierras de montaña son normalmente comunitarias mientras que las tierras bajas, que son las que se cultiban,
son de propiedad individual cuando están cultivadas, pero pasan a ser colectivas una vez que se ha
recolectado y queda la rastrojera que es aprovechada por el ganado. Este ganado va a los pastos comunes de la
montaña en verano y bajan al llano en invierno que es cuando aprovechan los restos de las cosechas.
Esta forma de propiedad mixta, evoluciona con el paso del tiempo y se va convirtiendo en individual mediante
las roturaciones y la implantación de cercas. También fue asÃ− como en Europa se fue generalizando la
propiedad individual de las tierras. En esta misma linea se encuentra el bocage que no es más que una
privatización de las tierras colectivas. Según Ferrez Regales, en Cantabria hacia el segundo decenio se
legalizaron como propiedad individual unas 50.000 hectáreas que pasaron a manos privadas mediante el
cercamiento y a través de un decreto gubernamental por el cual se individualizaron legálmente unas
tierras que si bien de hecho eran individuales, de derecho eran comunitarias. Ya en el siglo XVIII fue muy
importante la privatización de tierras en España. Como las tierras estaban concentradas en pocas manos y
la presión demográfica era extraordinaria, lo solución ante las necesidades alimenticias de la población
es roturar las tierras colectivas y privatizarlas. A finales del siglo XVIII otro decreto obliga a devolver las
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tierras individuales que habÃ−an surgido a partir de la roturación de tierras comunales debido a la presión
de los ganaderos que se habÃ−an quedado sin pastos.
Por otro lado en los antiguos paÃ−ses socialistas de Europa lógicamente la forma de propiedad más
extendida era la colectiva aunque habÃ−a mucha variedad dependiendo de los paÃ−ses. La propiedad se
encontraba distribuida de la siguiente manera:
• Propiedades del estado: era directa la explotación. Aglutinaban las mejores tierras y eran las únicas
autorizadas a tener maquinaria moderna y otros medios de producción avanzados. Está vinculada a los
grandes dominios de exportación, es decir, poseÃ−an o tenÃ−an todas las facilidades y acumulaban todos
los derechos.
• Propiedades de las cooperativas: estas tierras tenÃ−an más limitaciones para la comercialización. Casi
siempre estaban obligados a vender sus productos a estados y comprarle a éste los medios de
producción.
• Propiedad individual: aunque la hubiera teóricamente se decÃ−a que era una transición hacia la
propiedad colectiva. En realidad no era asÃ− y no habÃ−a tal transición porque estas pequeañs
solventaban las dificultades en épocas de escasez. No obstante eran pequeñas con grandes limitaciones
y en la práctica tenÃ−an prohibido el uso de maquinaria. El ejemplo más interesante de propiedad
privada de la tierra en un paÃ−s exsocialista era en Polonia.
Respecto a la propiedad individual, uno de los aspectos más interesantes para ser estudiados es el de su
origen que puede ser muy variado, como por ejemplo roturaciones, puesta en cultivo, saneamientos y
bonificaciones, colonizaciones, desecación de pantanos y lagos... Estas cuestiones aunque sean más bien de
geografÃ−a histórica pueden servir para explicar y comprender mejor la evolución y situación actual de la
propiedad individual de la tierra. Un caso paradigmático es de la BahÃ−a de Palma de Mallorca que
antiguamente era una zona palustre en manos de unos pocos propietarios de la nobleza mallorquina. A finales
del siglo XIX esa zona se parcela en minifundios debido a la Filoxera Francesa y se plantan viñedos para
exportar vino a Francia. Cuando más tarde cesan estas exportaciones la población se ve forzada a emigrar y
entonces esta zona pantanosa se deseca y es cultivada con cultivos hortÃ−colas aprovechando la presencia de
holandeses que al igual que los Polders utilizan molinos de viento para extraer el agua.
Es asÃ− como una zona latifundista se transforma en minifundista. Más reciente, debido a la gran
extracción hÃ−drica, el área se salinizó y progresivamente la huerta fue sustituida por cultivos forrajeros,
aprovechando al mismo tiempo la creciente demanda de la ganaderÃ−a. Otro caso significativo es el de
Algurja que hasta 1963 pertenecÃ−a al marqués de Algurja pero en esta fecha la propiedad se divide en
grandes bloques y se consigue llevar aguas del Segura, lo que permite una gran transformación en
explotaciones de limoneros. También en San Miguel de Salinas predominan las grandes fincas de secano
propiedad de la nobleza y explotadas en régimen ---. A partir de la construcción del trasbase Tajo-Segura
estas fincas se parcelan y transforman en regadÃ−o (1979-80). Otras cuestiones fundamentales que deben ser
estudiadas cuando se estudia la propiedad individual de la tierra son las del tamaño (dimensiones) de la
propiedad, las relaciones que existen entre grandes y pequeños propietarios, la superficie ocupada por cada
uno de ellos y la categorÃ−a social de esos propietarios. Es decir, tener presentes si son agricultores o mo, si
se trata de un cultivo directo o indirecto o si la propiedad pertenece a una persona fÃ−sica o jurÃ−dica.
Las nociones de gran y pequeña propiedad tienen que ser enfocadas desde una doble óptica, es decir, la
superficie fÃ−sica y la remobilidad económica. Para realizar cualquier estudio no es suficiente con aplicar el
criterio de superficie ya que este criterio es válido cuanto más homogénea es la capacidad productiva del
suelo. Como las tierras no son homogéneas y esa capacidad productiva varÃ−a mucho de unas zonas a
otras, es fundamental, por lo tanto, tener en cuenta la rentabilidad económica de la tierra.
Es evidente que existen propiedades que de forma clara se sabe que son de tamañp grande y otras que
inequÃ−vocamente son pequeñas como las que están por debajo de 2 hectáreas. No obstante el
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establecimiento de esos lÃ−mites para considerar a una propiedad grande o pequeña es algo bastante
complicado porque a parte de las diferencias existentes entre paÃ−ses los lÃ−mites varÃ−an según la
época, el tipo de cultivo, la economÃ−a del lugar... Para poder realizar comparaciones internacionales e
internacionales es necesario homogeneizar los lÃ−mites que se establecen aunque, como ya se ha dicho, esa
homogeneización se ve dificultada por la propia diversificación de los lÃ−mites. Por ejemplo, en España
tradicionalmente se ha considerado como gran propiedad el lÃ−mite de 250 hectáreas, pero también es
cierto que hoy dÃ−a esto carece de sentido, pues todo depende en este caso de la economÃ−a de la zona y de
la productividad de la tierra, pues no es lo mismo 250 hectáreas de cÃ−tricos que 250 hectáreas de olivar.
Por lo tanto queda claro que además de la extensión, un criterio necesario para comprender la agricultura
de una zona es el de la productividad de la tierra. No obstante, las fuentes para medir la productividad con
muy imprecisas y no tienen una medida exacta como sucede con la superficie. La única fuente disponible en
España es el Padrón de Rústica, documento fiscal unido al catastro donde aparecen bases imponibles que
no reflejan la productividad real de la tierra, pero si la productividad potencial. El dominio de un tipo de
propiedad u otro está asociado a diversos cultivos y zonas del mundo. Hasta fechas recientes las zonas de
gran propiedad estaban asociadas con cierta frecuencia a territorios desarrollados aunque existen muchas
excepciones porque cada vez más el mundo desarrollado tiende a crear propiedades sino grandes, amplias;
pues un tamaño holgado es la forma más idónea para producir del modo más competitivo posible. Por
ejemplo existen propiedades muy extensas en Gran Bretaña y en la Cuenca de ParÃ−s; no obstante las zonas
de gran propiedad suelen coincidir con paÃ−ses subdesarrollados donde la economÃ−a es agrÃ−cola y la
propiedad de la tierra lleva consigo un notable prestigio social por no existir otra escala de valores.
En estos casos muchas veces el engrandecimiento de las grandes propiedades es continuo, generando
contrastes cada vez mayores entre grandes y pequeñas propiedades. Tras la II Guerra Mundial, llegó un
momento en que con esos desequilibrios se alcanzó un lÃ−mite insostenible que supuso la ruptura social y el
advenimiento de revoluciones. Esta situación fue intensa en América Latina y en las colonias africanas. La
forma de estas revoluciones es la división de las grandes propiedades y un reparto entre los agricultores,
aunque estas medidas progresivamente dejaron de ser empleadas porque los minifundios ya entonces no eran
viables desde el punto de vista productivo. Por ejemplo en Argelia tras la revolución que llegó a la
descolonización francesa se mantubieron las grandes propiedades en forma de cooperativa para que siguieran
siendo competitivas en el mercado internacional.
Por lo que respecta a la pequeña propiedad se puede decir que es una forma de tendencia que suele estar
asociada a los agricultores que residen en la misma zona donde se posee la tierra. Las pequeñas propiedades
tienen muchos inconvenientes económicos aunque pueden ser positivas desde el punto de vista social. Un
inconveniente notable es que resultan insuficientes para el mantenimiento de una familia. Esta insuficiencia se
acrecienta de continuo debido a la propia evolución de una economÃ−a que requiere extensiones cada vez
mayores para producir los mismos beneficios respecto al mantenimiento de una familia.
Otro inconveniente es que las pequeñas propiedades están amenazadas por la división que supone el paso
de las distintas generaciones ya que se trata de áreas donde la economÃ−a agraria es única o predominante
o se trata de zonas donde la tierra tiene un valor muy alto pero no por sus posibilidades agrÃ−colas sino por
otras causas como el prestigio social, el auge inmoviliario, la especulación, etc...
AsÃ− mismo la pequeña propiedad, al ser insuficiente, casi siempre implica un éxodo rural más o
menos intenso, que suele desembocar en una agricultura a tiempo parcial; fenómeno que si bien socialmente
puede representar ciertas ventajas, desde el punto de vista económico presenta muchos inconvenientes, como
por ejemplo la baja productividad, escasas inversiones, baja capitalización, reducido desarrollo
tecnológico... Muchas veces se ha dicho que el desencadenamiento principal de la agricultura a tiempo
parcial es la presencia en la zona de abundante empleo, en la industria y los servicios, pero lo cierto es que
esto acelera un proceso cuyo detonante es la insuficiencia de la agricultura de la zona.
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A parte de las reformas de tipo violento para corregir las grandes desigualdades existentes respecto a las
dimensiones de la propiedad agraria, en varios paÃ−ses se han creado desitintos organismos que
intervenÃ−an las ventas de tierrasagrÃ−colas con el fin de favorecer la ampliación de las pequeñas
propiedades en manos de agricultores a tiempo completo, aunque tenÃ−an el inconveniente de necesitar
grandes presupuestos para intervenir en esas transaciones de tierras.
En Francia el SAFER es el organismo que se encarga de estas cuestiones aunque su acción ocupa mas allá
de la tercera parte de las transaciones de tierra realizadas en el paÃ−s. La misión primordial del SAFER es
básicamente la adquisición de tierras en venta para crear propiedades agrarias de mayores dimensiones. Su
eficacia lógicamente dependÃ−a de los presupuestos disponibles y del precio de la tierra en venta.
En Suecia existen las llamadas Juntas AgrÃ−colas, que son organismos similares aunque más efectivos que
los franceses, que regulan cualquier transición de tierras agrÃ−colas, a no ser que se vendan al estado o a
organismos o entidades oficiales. Cualquier propietario que quiera vender sus tierras debe acudir a las Juntas
AgrÃ−colas, siempre y cuando no venda al estado. Como norma general las juntas agrÃ−colas impiden la
compra-venta de tierras si ésta no se adecúa a una mejora agrÃ−cola.
En el caso español, una iniciativa similar se realiza en la provincia de Huesca donde se creó un banco de
tierras con el objeto de posibilitar la ampliación de las pequeñas propiedades en manos de agricultores a
tiempo completo. Esta iniciativa también se intenta llevar a cabo reciente mente en la Comunidad
Valenciana.
Bien por estos sistemas o por cualquier otro, la norma general en la Unión Europea, desde hace un par de
décadas, es la disminución categórica del número de propiedades agrarias y el consiguiente aumento de
las dimensiones medias de las mismas, es decir, se concentran y grandecen las pequeñas propiedades. Esto
también es cierto en España sobre todo a nivel nacional, porque las distintas regiones ofrecen contrastes
notables. Un caso curioso es el de la Comunidad Valenciana que es una excepción a la norma general
española y Europea, pues aquÃ− continua la atomización agraria y el aumento del número de
propiedades que tienen menos de 5 hectáreas. Esto se debe a que nuestro ámbito interviene factores a los
estrictamente agrÃ−colas, es decir, la tierra no tiene valor agrÃ−cola, si no, valor de especulación. La tierra
se divide entre todos los hijos, tiene notable valor simbólico y conlleva un elevado prestigio social.
La categorÃ−a de los propietarios en los trabajos de GeografÃ−a Agraria es fundamental tener en cuenta que
básicamente existen dos tipos de propietarios: agricultores y no agricultores. Aunque puede parecer una
división simple lo cierto es que tiene gran significado social y económico. A su vez los propietarios no
agricultores pueden subdividirse en tres clases:
• Propietarios que no son personas fÃ−sicas si no jurÃ−dicas, es decir, sociedades de cualquier tipo, por
ejemplo, financieras, industriales o energéticas. Este tipo de propietarios ha tenido durante las últimas
décadas una importancia cada vez mayor en la agricultura española. Tienen un gran poder de
financiación y consiguientemente de transformación agraria.
• BurguesÃ−a urbana, que se puede decir que actualmente es la propietaria dominante aunque en épocas
pasadas la nobleza y el clero también podÃ−an ponerse en este grupo. Estos propietarios acceden a la
tierra bien como inversión rentable, o bien a través de herencias. Este grupo ha sido importante para el
avance de la agricultura por lo que a las transformaciones se refiere. Si bien esto es cierto en regiones como
la Comunidad Valenciana, no lo es tanto en otras como Madrid, AndalucÃ−a y Extremadura. La mayorÃ−a
de las grandes propiedades valencianas pertenecen a la burguesÃ−a urbana. Un tercio de esas grandes
propiedades pertenece a propietarios residentes en la ciudad de Valencia. Otro tercio pertenece a gente que
reside en Alicante (ciudad), Castellón y el resto de Capitales de España. Y el tercio restante en manos de
propietarios que residen en los distintos municipios de la Comunidad Valenciana, aunque entre un 70% y
un 80% de este tercio restante también es propiedad burguesa.
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En gran medida estas grandes propiedades agrarias son fruto de transformaciones de secano y regadio, y es un
aumento considerable. En la productividad del suelo ha habido controversia respecto a si este grupo de
propietarios son positivos o negativos para la agricultura. Algunos autores sostienen que su presencia
perjudica al conjunto de la economÃ−a regional porque según ellos las grandes inversiones practicadas, que
a veces siguen criterios especulativos, serÃ−an más efectivas si se destinaran a los sectores industrial y de
servicios. Otros autores reconocen que el carácter positivoque tienen para la rentabilidad agraria, la
productividad de la tierra e introducción de nuevas tecnologÃ−as.
• En este grupo incluimos los pequeños propietarios urbanos dedicados a los sectores secundarios y
terciarios. Son muy numerosos y desde una perspectiva agraria, presentan más problemas que ventajas. Su
presencia implica una baja productividad de la tierra (suelo) y encarecimiento del m ercado de la tierra,
porque son demanda. Estos propietarios realizan su adquisición no por motivos agrÃ−colas sino por otras
causas variadas, fundamentalmente como inversiones a medio plazo y para construir residencias
secundarias. En cualquier caso, representan un obstáculo claro para cualquier planificación, para la
agricultrua de la zona, donde la pequeña propiedad urbana es importante porque paraliza el mercado de la
tierra, la encarece sin tener repercusiones positivas para la agricultura. AsÃ− mismo, impiden que los
agricultores a tiempo completo lleven a cabo una agricultura viable y más productiva.
Estas diferencias cuanto a la propiedad de la tierra se explican porque la propiedad es un derecho que de modo
alguno está unido siempre al cultivo de la tierra. Ante este tipo de propietarios no agrÃ−colas la actividad
agraria es ejercida en fuerte medida por los arrendatarios y aparceros a través de un régimen de tenencias
indirectas en los trabajos de que agraria es fundamental, conocer la proporción de tierra cultivada por los
mismos propietarios, por los arrendatarios, aparceros, ya que la diferente condición social del cultivador que
repercutirá de una forma u otra sobre la agricultura de la zona dependiendo de la duración de los contratos.
Arrendamiento es cuando se paga al propietario un canon fijado de antemano y generalemnte en metálico. El
propietario se desentiende de los problemas de la explotación y el canon es independiente de la
producitividad de la tierra. Por el contrario el aparcero comparte con el propietario los riesgos de la
explotación y entrega una parte de la cosecha en función de si ésta es buena o mala. La parcerÃ−a tiene
multitud de formas y de nombres. En unos lugares el propietario sólo aporta la tierra, en otros, además de la
tierra contribuye con una parte de as inversiones y de la adquisición de los medios de producción. En
ciertas zonas, el propietario recibe la mitad de la cosecha, en otras la tercera parte, auqneu también existe la
modalidad conocida como cosecha de suelo y vuelo, que es un forma de parcerÃ−a en que el propietario se
beneficia de la cosecha arbórea y el aparcero de los productos del suelo (cultivos herbáceos). En un intento
de generalizar en la Comunidad Valenciana el arrendamiento, siempre ha sido el régimen de tenencia
indirecta, casi exclusivo en las zonas de regadio, mientras que en el secano predominaba la parcerÃ−a.
Una cuestión fundamental cuando se estudian los regimenes de tenencias indirectos es la duración del
contrato. Esto fue fundamental en épocas pasadas, porque cuando más largo es el contrato, existe más
facilidad para que el arrendatario o aparcero realice inversiones o mejoras para aumentar la productividad de
la tierra. AsÃ−, cuanto más corto es el contrato, el agricultor buscará propio beneficio a corto plazo y
regenera los suelos aunque la tierra sea esquilmada. En general pueden tener duraciones extremas, es decir,
desde una sóla cosecha hasta el infinito. Mientras se paga el alquiler, la tierre puede llegar hasta tramitarse
de padres a hijos por herencia. En épocas pasadas los contratos estaban conectados con la presión
demográfica de la tierra. A mayor presión demográfica más demanda y contratos más cortos y
viceversa.
En ciertas zonas tiene contratos de arrendamiento por una sóla cosecha con el fin de evitar problemas al
propietario, con el fin de recuperar sus tierras y como la legislación contempla los aspectos sociales, lo
normal es que el propietario compense de alguna manera al agricultor. Lo normal es que ceda una parte de las
tierras. Sobre estos temas una cuestión muy estudiada es la relación existente entre alquileres, la
productividad de la tierra y el precio de la misma. Lógicamente los alquileres están estrechamente
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relacionados con las rentas agrÃ−colas. Cuanto mayor es la productividad de la tierra, más alto es el precio
de alquiler. Muchas veces sucede que los alquileres representan una proporción menor de la rentabilidad,
cuanto más alta es la productividad de la tierra.
En este sentido se establece el fenómeno en las zonas de agricultura intensiva de la Comunidad Valenciana
que dio un cambió drástico en la propiedad de la tierra. Este fenómeno lo estudió E. Burriel en la zona
meridional de la huerta de valencia, donde a principio del siglo XX se produce un cambio importante hacia
cultivos más comerciales y productivos por unidad de superficie en virtud de la fuerte demanda urbana
debida al crecimiento de la ciudad y el desarrollo de los transportes, el ferrocarril, mientras la productividad
de los cultivos aumentaba, los alquileres no crecÃ−an en igual medida. Esto provocó que los arrendatarios se
encontrarn en mejores condiciones económicas ya que la liquidez era mayor al obtener mayor productividad
de los cultivos y tener que pagar poco alquiler. Por el contrario los propietarios tienen cada vez peores
condiciones económicas porque los alquileres aumentaban menos que el nivel de vida, de modo que los
antiguos propietarios se ven obligados a vender tierras que los arrendatarios se encuentran en disposición de
adquirirlas. La conclusión es que la tierra era propiedad de nobles y burgueses, pasa a ser propiedad de los
antiguos arrendatarios y las antiguas unidades de producción pasan a ser pequeñas unidades de propiedad.
A parte de esto también se observa que hay escasa correspondencia entre la productividad de la tierra y el
precio de la misma, pues este último viene dado por otros motivos variados como el deseo de invertir, la
especulación o el simple prestigio social.
El fenómeno de los régimenes de tenencia indirectos puede ser muy importante aunque hoy en dÃ−a no
esté tan extendido como en épocas pasadas. Los arrendamientos podrÃ−an ser fundamentales en algunas
zonas donde ha habido una emigración intensa porque de este modo se podrÃ−an ampliar las tierras de los
agricultores que permanecen en el lugar. AsÃ− se solventarÃ−a la creciente inviabilidad de los agricultores a
tiempo completo, pues con la despoblación y el abandono aumentan las posibilidades de tomas las tierrs en
arriendo o en parcerÃ−a.
LAS EXPLOTACIONES AGRARIAS
En la mayor parte del mundo, igual que sucedÃ−a con la propiedad, las explotaciones también suelen ser
de pequeñas dimensiones. Por supuesto el tamaño reducido afecta a las posibilidades de especialización
de los cultivos, las posibilidades inversoras, la dotación de equipos e incluso la viabilidad económica de la
propia explotación. Las dimensiones de las explotaciones agrarias es algo que frecuentemente está
relacionado con la presión demográfica sobre la tierra. Por ejemplo, las zonas minifundistas de la
Comunidad Valenciana están directamente relacioandas con la fuerte presión demográfica del s.XVIII,
época en la que la población agraria superaba el 80%, aunque existen excepcioens como el caso de Alcoy
que en estas fechas ya contaba con un 60% de activos industriales. Las dimensioens de una explotación es
algo que está relacionado con la calidad del suelo, pues generalmente a mayor calidad de la tierra menor
tamaño tienen las explotaciones agrarias. Los ruedos de los núcleos urbanos constituyen un ejemplo claro
de minifundismo no debido a la presión demográfica sino a la calidad del suelo. Como desde las antiguo las
poblacines se asientan donde hay posibilidades hÃ−dricas los suelos que rodean a las ciudades suelen
presentar explotaciones pequeñas que aumentan de tamaño conforme nos alejamos de la ciudad.
El tamaño de las explotaciones también está conectado con algunos factores históricos que son
fundamentales para explicar el origen de esas dimensiones. Por ejemplo la reconquista es un hecho
fundamental en la Comunidad Valenciana porque las tierras cercanas a las ciudades se repartieron en
pequeños lotes mientras que las tierras más alejadas se distribuyeron en lotes grandes. Las
desarmotizaciones del siglo XIX y las roturaciones del siglo XVIII también son factores históricos de
notable trascendencia.
También existen problemas cuando se trata de comparar la estructura de las explotaciones de diferentes
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lugares debido al distinto valor de la tierra según la economÃ−a de las regiones donde se localizan.
También existen problemas a la hora de comparar la situación en paÃ−ses distintos con economÃ−as
diferentes. Incluso los problemas pueden derivar de los distintos criterios que se siguen para ofrecer las
estadÃ−sticas que reflejan el tamaño de las explotaciones. Existen paÃ−ses europeos que elavoran sus
censos agrarios teniendo sólo en cuenta la superficie labrada, mientras que otros cuando hablan de
explotaciones, incluyen en el cómputo la superficie no labrada, como por ejemplo el terreno forestal o los
prados. Por ejmeplo, en Galicia donde es muy importante la superficie no labrada, la estructura de las
explotaciones será radicalmente distinta según se considere sólo la superficie labrada o toda la superficie
productiva en su conjunto. Por otro lado, hay paÃ−ses que sólo consideran una explotación a partir de
cierto humbral, como por ejemplo una hectárea, a no ser que tengan cultivos muy valiosos.
Indice agrÃ−cola o agrario: IA = Superficie labrada x 100 / Superficie productiva
Indice Ganadero: IG = Superficie no labrada x 100 / Superficie productiva
Indice de regadÃ−o: IR = superficie de regadio x 100 / Superficie labrada
Indice de herbáceos: IH = superficie de herbáceos x 100 / Superficie labrada
Igual que sucede con la propiedad de la tierra, tradicionalmente sólo se ha considerado la superficie de la
tierra como criterio fundamental para determinar el tamaño de las explotaciones agrarias. Como es sabido,
esto se debe a que el dato de superficie es el que se ofrece en la mayor parte de los censos y además porque
es el criterio más fácilde averiguar. Lógicamente existen otros criterios ya que la tierra puede representar
sólo una parte de los recursos totales de la explotación agraria, mientras que el nivel de producción puede
no depender exclusivamente de la tierra sino de la forma en que esa superficie se combina con otros recursos,
como por ejemplo la ganaderÃ−a intensiva, la apicultura, la acuicultura e incluso más recientemente los
recursos terciarios.
Uno de los recursos más interesantes para cualquier reforma agraria o modificación en la agricultura de una
zona es el estudio de las explotaciones agrarias mediante las jornadas de trabajo que necesitan. Esto supone
conocer cada uno de los cultivos que hay en la explotación, cuantas jornadas de trabajo de 8 horas necesitan
y que superficie de la explotación está dedicada a cada cultivo. Por supuesto también habrá que
conocer su nivel de mecanización porque cuando éste aumenta las jornadas de trabajo y la propia mano de
obra, disminuye.
Uno de los problemas básicos de las pequeñas explotaciones es que imponen al agricultor a tiempo
completo un sistema de cultivo que necesariamente tiene que ser de altos rendimientos por unidad de
superficie, aunque en realidad no sea económico. A veces, es más conveniente producir con menos
rendimientos por unidad de superficie porqué asÃ− la liquidez obtenida es mayor. Por ejemplo, el arroz
cultivado en la Comunidad Valenciana ofrece los mayores rendimientos del mundo, pero sin embargo es
menos rentable que por ejemplo el arroz sevillano aun teniendo éste rendimientos menores ya que los
insumos que se requieren para producir arroz en Valencia son muy superiores a los que se necesitan en
Sevilla. Además, en AndalucÃ−a las explotaciones son de mayores dimensiones y se pueden mecanizar,
mientras que en Valencia los tamaños son mÃ−nimos, lo que impide la mecanización generalizada y
obliga al agricultor a producir más por unidad de superficie. En conclusión no siempre producir más por
unidad de superficie es más rentable que producir menos.
Productividad = Kg / Nº Horas de Trabajo
Rendimiento = Kg / Hectária
Los excesivos agrarios que requiere la producción en las pequeñas explotaciones no ocurren sólo en el
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arroz de esas dos regiones españolas sino que es algo general a nivel europeo y en todos los cultivos pues
los gastos para producir una unidad son mucho mayores en la pequeña explotación que en la grande. En
definitiva, las explotaciones de reducido tamaño representan un cúmulo de perjuicios para la producción.
Además los agricultores suelen ser de avanzada edad lo que supone grandes obstáculos para la
introducción de tecnologÃ−a o para aprovechar los créditos agrÃ−colas que se dan con más facilidad a
los agricultores jóvenes.
La Filoxera Francesa es una enfermedad que ataca a la vid.
GeografÃ−a Rural. Tema 4. Página 9
Superficie FÃ−sica
Superficie productiva
Superficie Improductiva
Superficie Labrada
Superficie no Labrada
Secano
RegadÃ−o
Monte alto
Monte bajo
Dehesas
Prados y praderas
Matorral
Erial a Pastos
Espartizal
Ciudades
Carreteras
Pantanos, rÃ−os y lagos
Pedregales
Desiertos
8
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