la cvx como articulador-animadora en el tejido de redes

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LA CVX: TESTIMONIO DE CUERPO QUE IMPULSA
IGNACIANAS
EL TEJIDO DE REDES
“Un desafío para la futura cooperación con el laicado en la misión: La gracia de la nueva era de la Iglesia y el movimiento
hacia la solidaridad nos impulsan a trabajar más decididamente para afianzar los lazos entre todas estas personas y
grupos. Podríamos así crear lo que podría denominarse una red apostólica ignaciana. Una red así, fomentará una mejor
comunicación y proporcionará apoyo personal y espiritual entre estas personas y grupos…”1.
Los ignacianos encontramos en Cristo el centro de nuestra vocación de vida, y por ello es en el
seguimiento de Jesús que sustentamos todos nuestros esfuerzos apostólicos, de entre los que emergen,
cada vez con más pertinencia y sentido de misión común, las redes que nos permitan alcanzar el Magis
propio de nuestra espiritualidad. Confiamos todo nuestro quehacer a una dimensión cristocéntrica. Al
mismo tiempo, vamos caminando como pueblo de Dios, laicos, laicas y jesuitas buscando la ruta para
cumplir nuestro llamado tomando parte activa y determinante en la construcción del Reino de Dios aquí
y ahora, desde los signos de nuestros tiempos, y tratando de no olvidar nuestra vocación especialmente
orientada a las situaciones de mayor exclusión y en los lugares a donde otros no van.
La diversidad propia de nuestra mística común nacida de la fuente de los Ejercicios Espirituales, nos
presenta, en el tejido de la denominada Red Apostólica Ignaciana (RAI), los estilos plurales y muy
diversos de vivir la experiencia de Dios en este modo de espiritualidad que busca una libertad para el
mayor amor y servicio a los otros: Quitar de sí todas las afecciones desordenadas y, después de quitadas, buscar y
hallar la voluntad divina…2. Esta diversidad es don y reto, no solo para jesuitas, sino también para un gran
número de laicos y laicas quienes a través de la historia han sido confinados a una vivencia de la
espiritualidad como meros receptores; y para tantos más que han asumido la comodidad de mantener
una postura pasiva acerca de la propia tarea y ministerio al que hemos sido llamados dentro de la Iglesia
de Cristo.
Hoy creemos que el esfuerzo de la RAI es, y será, una plataforma específica que nos ayude a abrir la
puerta para la unidad de los distintos grupos, instituciones y personas: laicos, hombres y mujeres, que
quieren tender puentes más fraternos y solidarios para servir en Iglesia. Desde el estilo vivo planteado
por la espiritualidad ignaciana, caminando junto con la Compañía de Jesús en la construcción del Reino,
en verdadera horizontalidad y reconocimiento mutuo, y honrando una historia rica de trabajo conjunto
para lograr la complementariedad de nuestros dones para la Mayor Gloria de Dios.
Como ya se ha dicho en muchos momentos y espacios, la colaboración laicos y jesuitas ha existido
desde la experiencia propia de la fundación de la Compañía de Jesús, y estos procesos han sido
animados a lo largo y ancho del mundo desde los tiempos de Ignacio y los primeros compañeros. Es
por esto que entendemos que la RAI es claramente un ejercicio que busca renovar y dar nueva fuerza a
este sentido de Cuerpo propio de los cristianos, y en particular de los ignacianos, que confiamos en una
acción de Dios en medio de la realidad.
La RAI debiera funcionar como mecanismo específico / instrumento que tenga un serio aporte ante la
urgencia de articulación en procesos más globales. Tejiendo redes de solidaridad entre los grupos,
instituciones y personas que viven auténticamente la espiritualidad ignaciana, para dar respuestas más
vivas, más eficientes, y de mayor alcance, apostólicamente hablando, ante los retos de nuestros tiempos.
Promover la riqueza de la multiculturalidad, multidisciplinariedad, e incluso de la diversidad de
1
2
Decreto 13, 21-22 de la Congregación General 34 de la Compañía de Jesús
Ejercicios Espirituales. Número 1.
2
ideologías para responder de una manera más integral a los complejos problemas provocados por el
pecado estructural y el individualismo que nace de los nuevos modelos de sociedad.
Consolidar una mayor unidad, desde el gran mosaico de diversidad que representamos, animando
progresivamente: 1. Una mayor relación para compartir y comunicarnos pro-activamente, para
posteriormente 2. facilitar unos a otros los espacios, procesos de formación, y modelos más
funcionales de cada grupo, institución y/o personas desde la amplitud de los servicios y trabajos:
académico, espiritual, pastoral u otros, logrando en algún punto 3. espacios de formación conjunta,
en lo inter-sectorial (educativo, social, formación y pastoral), y llegando en última instancia a 4.
establecer una plataforma funcional que permita afianzar la unidad en la diversidad con una
conciencia ascendente de pertenencia local, regional, nacional y mundial entre personas que viven la
Espiritualidad Ignaciana. Para ir más allá de nosotros mismos y nuestras identidades particulares, y tener
una actuación más certera ante las necesidades concretas de la fe y culturas actuales: Ser verdaderos
contemplativos en la acción como cuerpo articulado.
La Red Apostólica Ignaciana (RAI) ha nacido de maneras muy diversas y variadas en cada una de las
Provincias donde se ha animado su creación. No es posible hablar de “UNA” manera válida de hacer
RAI. Así se ha planteado por la CG34, respondiendo a la realidad actual de multiculturalidad para
promover la riqueza de la diversidad, pero también planteando el enorme reto de encontrar,
especialmente ahora en la antesala de la Congregación General 35 y para los horizontes futuros, los
medios concretos que permitan animar un estilo de Red compartido que facilite posteriormente un
esfuerzo de misión fraterna entre los grupos ignacianos a lo largo y ancho del mundo.
Algunos de los retos más significativos para la consolidación de las Redes Apostólicas Ignacianas en
busca de una verdadera colaboración entre laicos, laicas y jesuitas son:
1. El desnivel de formación, compromiso, y de profundización en la fe y en la espiritualidad
ignaciana que hay entre los que integran las RAI.
2. La dificultad de encontrar personas dispuestas a dedicar un tiempo significativo para animar una
propuesta de articulación entre ignacianos, e incluso la dificultad de apertura de algunos grupos
o instituciones “ignacianas” para compartir con otros sus espacios, metodologías y tiempo.
3. La oposición de algunos jesuitas con respecto a una dinámica de diálogo horizontal con laicos y
laicas donde se pierden los privilegios de la verticalidad y del control sobre los grupos.
4. La posición de muchos laicos y laicas de comodidad o de infantilismo de fe al depender de la
dirección única de un jesuita particular, o de desconfianza ante otros laicos muy bien formados
pero que no representan la figura de autoridad del sacerdote.
5. La compleja posición de poder y manejo de la autoridad de algunos laicos, laicas y jesuitas hacia
dentro de sus respectivos grupos e instituciones, así como los protagonismos exacerbados que a
la larga rompen con toda posibilidad de abrir las puertas a un auténtico diálogo horizontal.
La RAI es una oportunidad, y la expresión de una gran necesidad histórica, de buscar espacios de
diálogo más horizontales; ha sido un prisma que ha dejado salir a la luz lo mejor y lo peor de nuestro
proceso alrededor de la colaboración de laicos y jesuitas. Si vemos con madurez esta realidad de dones y
carencias, la RAI será un buen medio para crecer juntos y para dar pasos serios aprendiendo de las
experiencias más positivas, y sin duda aprendiendo de los errores del pasado para construir un futuro
más prometedor ante la urgencia de un modo de Iglesia más horizontal y en mayor contacto con la
realidad.
El aporte de CVX para la colaboración laicos-SJ, y para la configuración de la RAI
3
La naturaleza propia de la CVX y su largo proceso de configuración como Cuerpo Apostólico Ignaciano
Laical con una figura Eclesial independiente de la Compañía de Jesús, pero hermanada con ésta por
vínculos más fuertes que los formales, nos mueven a la certeza de la necesidad de abrir caminos
auténticos de colaboración horizontal entre laicos, laicas y jesuitas: “La Compañía de Jesús y la Comunidad
de Vida Cristiana han hecho juntas un largo camino. Ambos cuerpos comparten y están hondamente marcados por el
carisma ignaciano, viviéndolo como religiosos o como seglares3”. La CVX tiene un vasto proceso histórico y
vivencial de comunidad que sigue a Cristo, y de comunidad que ha vivido y vive la íntima relación con la
Compañía de Jesús desde las respectivas identidades que se alimentan y crecen una con la otra, y por
tanto experimentando el aprendizaje, no siempre sencillo, de la colaboración laicos y jesuitas para ser y
hacer Iglesia en igualdad.
Estimo que la naciente Red Apostólica Ignaciana deberá cada vez más adquirir un perfil de plataforma
facilitadora de procesos, animadora de articulaciones, y de espacio amplio de encuentro para cumplir
con la misión que se le ha encomendado; por tanto no tengo duda de que la presencia de la CVX en la
RAI, no sólo podrá ser determinante y necesaria, sino que ya lo es desde los inicios de las redes en la
mayoría de los sitios donde coinciden. A mi parecer, la Comunidad de Vida Cristiana aporta la
experiencia más estructurada, madura y viva de colaboración horizontal entre laicos y jesuitas. La CVX
aporta el modo comunitario más sólido y amplio de laicado Ignaciano en el mundo con íntima relación
con la Compañía, con una sólida identidad, y con una viva pertenencia y participación en la vasta Misión
Eclesial4.
Es así que la RAI pedirá en gran medida, como ya se ha visto en muchos sitios, del aporte de la CVX
para poder madurar hacia su fin último y romper con las expresiones de división y exclusión que en
ocasiones se dan entre los mismos grupos ignacianos que no comparten un mismo móvil ideológico o
misional. No podemos pensar en la RAI como una responsabilidad de la CVX, pero sí podemos ver
este proceso de redes como un espacio de apostolado que fortalece y abre la puerta de nuestro estilo de
vida para otros, y especialmente como un espacio de compartir para enriquecernos, dinamizarnos, y
actuar de manera conjunta en una Misión compartida, que también es parte de nuestro carisma5.
Algunas posibilidades para potenciar el trabajo de la CVX con la RAI:
1-En los sitios donde hay CVX y se ha lanzado la creación de la RAI, son los miembros de CVX los
principales animadores y responsables al encontrar en las redes un medio ideal para compartir nuestro
carisma y nuestro estilo de vida. También es cierto que en algunos sitios se han generado diferencias por
no estar muy clara la identidad de la RAI, y por ello la presencia de CVX es más importante, para no
desvirtuar las redes hacia nuevos modelos de comunidad de vida ignaciana que se excluyan unas a otras,
sino ofrecer a estas personas la posibilidad de integrarse a nuestro carisma y estilo de vida comunitario.
2-Sabemos que algunos procesos laicales, específicamente ignacianos, son en muchos casos resultado de
experiencias y liderazgos jesuitas, y por tanto siguen ese modo de laicos receptores de la identidad
ignaciana. La CVX ha caminado sustancialmente acerca de su propia identidad, y ha madurado en ese
proceso, por tanto es un don animar la madurez laical, un don que se vuelve responsabilidad para
compartir con otros logrando así que las redes propicien una verdadera identidad ignaciana.
3
Las relaciones entre la Comunidad de Vida Cristiana y la Compañía de Jesús en la Iglesia. Julio 2006. Publicación de
la Comunidad Mundial de Vida Cristiana.
4
Principios Generales de la CVX No. 5 y No. 6. Fuente espiritual de la CVX y el Sentido de Iglesia de la CVX.
5
Normas Generales de la CVX. No. 12. Ayuda mutua y colaboración apostólica de la CVX con asociaciones,
instituciones y/o personas afines.
4
3-Hoy en día está vigente el proceso y reto de CVX para dar el paso de ¨comunidad de apóstoles¨ a
¨comunidad apostólica¨, por ello la RAI podrá ser un medio eficaz para dinamizar nuestra identidad
apostólica articulados con experiencias atractivas de inserción y trabajo con los más necesitados donde
sea vea necesario; así como también para dar a conocer nuestras acciones apostólicas de CVX a otros.
4-Una tarea de la CVX siempre ha sido la profundización y promoción de la espiritualidad Ignaciana, de
tal forma la RAI puede ser una plataforma amplia que permita difundir las experiencias (documentos,
testimonios, modelos de trabajo apostólico, experiencias, etc.) de la Comunidad de Vida Cristiana a
otros, así como para propiciar espacios más ampliados con grupos laicales afines, y con jesuitas, para
profundizar en nuestra identidad laical ignaciana. Urge hacer aportes serios en esta línea y el Programa
de Magis-CVX en América Latina es un ejemplo de esto, ya que para el Magis III se hará la convocatoria
a otros grupos ignacianos, y en casos como México el Magis nacional se ha apoyado de la plataforma de
la RAI para echar a andar esta propuesta de formación.
Considero que la CVX debe hacerse presente en la dinámica de las RAI para ayudar a garantizar la
equidad-horizontalidad en los procesos entre laicos y jesuitas, para aportar decididamente acerca de la
identidad propia de los laicos (as), y para animar una voz del laicado que vaya madurando para
consolidar un proceso que ponga cimientos a este nuevo modo de colaboración. Y en última instancia
para crear y creer en este nuevo modo de ser Iglesia. Tenemos sin duda un fuerte proceso apostólico
como CVX, y por tanto este proceso de tejer la RAI puede suponer una posibilidad de apostolado
estratégico junto con la Compañía de Jesús en los tiempos por venir para el pueblo de Dios que somos
todos y todas.
Mauricio López Oropeza
Miembro de la Comunidad de Vida Cristiana (CVX) MÉXICO / EXCO NACIONAL
Secretario Ejecutivo de la Red Apostólica Ignaciana (RAI) en México
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