autores con la letra P - Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes

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AUTORES CON LA LETRA P
Continuación de la “BIBLIOTECA DEL SONETO”
autores con la letra P
PABLO, DAVID
PABLO, JOSE RAM ON DE
PACEÑA
PACHECO, ARTURO
PACHECO, FRANCISCO
PACHECO, JOSEF
PACHECO, JOSE EM ILIO
PACHECO, MANUEL
PADEIRA, FERNANDO
PADILLA, ANTONIO
PADILLA, JUAN DE
PADILLA, PEDRO DE
PADM ITA
PADORNO, MANUEL
PADRO, NENE
PADRON, JUSTO JORGE
PADRÓN ACOSTA, SEBASTIAN
PAEZ PUM AR, OSWALDO
PAEZ TELLEZ, GABRIEL ANGEL
PAGAZA, JOAQUIN ARCADIO
PAGES, GERARDO H.
PAGUAGA FERNANDEZ, ENRIQUE
PAGUAGA NUÑEZ, CRISTINO
PAINA, MARIA DEL CARM EN
PAJARES IGLESIAS, JUAN CARLOS
PAJUELO GALLARDO, ANASTASIO
PALACIN PALACIOS, CONCEPCION
PALACIO, EDUARDO LUIS DEL
PALACIO, EDUARDO S. DEL
PALACIO, MANUEL DEL
PALACIOS, PEDRO B. “ALM AFUERTE”
PALACIOS, PEDRO B. “ALM AFUERTE”
PALACIOS, M ORGANA DE
PALAU Y CATALA, M ELCHOR
PALES M ATOS, LUIS
PALES M ATOS, VICENTE
PAIS, FEDERICO EM ILIANO
PALISA MUGICA, MARIA HORTENSIA
PALM A, RICARDO
PALOM AR, GUILLERMO
PALOM ERO, ANTONIO
PALOM O PINEL, CARM EN
PALLERO, OSCAR J.
PAM ONES, FRANCISCO DE
PANAMBI
PANCORVO, JOSE
PANE, IGNACIO ALBERTO
PANERO, JUAN
PANERO, LEOPOLDO
PANOCHO, AGUSTIN
PANTALEON DE RIBERA, ANASTASIO
PANTORBA, BERNARDINO DE
PANZANO, JOSÉ LUPERCIO
PARADOX, AZUCENA
PARAVICINO Y ARTEAGA, FRAY HORTENSIO FELIX
PARDIAL VILCHES, JOSE
PARDO, ARCADIO
PARDO BAZAN, EM ILIA
PARDO GARCIA, GERM AN
PAREDES, PEDRO PABLO
PARRA, ARISTIDES
PARRA, JOSE
PARRA, MANUEL
PARRA, NICANOR
PARRA, TERESA DE LA
PARRA POZUELO, M ANUEL
PARRAGUEZ, ISM AEL
PARDOS, CHARO
PARRENO BALLESTEROS, FEDERICO
PARRILLA, AM PARO
PASCUAL, ÁNGEL M ARIA
PASCUAL, JORGE
PASCUAL LIRA, ROSARIO
PASO, ENRIQUE
PASO, FERNANDO DEL
PASO Y CANO, M ANUEL
PASO Y DELGADO, NICOLAS
PASTOR DIAZ, NICOM EDES
PASTORCICH, RUTH M IRIAN
PASTORI, LUIS
PASTRANA, CESARE
PATAN, FEDERICO
PATMOS, GUILLERMO
PATTERSON M EDRANO, GUILLERM O
PAUCAR, EFREN
PAYA NICOLAU, JOSE
PAYAN ARCHER, GUILLERM O
PAZ, ELENA DE
PAZ, OCTAVIO
PAZ, RAM ON
PAZ MAROTO, JOSE
PAZ PASAM AR, PILAR
PAZ Y SALGADO, ANTONIO DE
PECINA, M IRIAN
PEDEMONTE, HUGO EM ILIO
PEDRONI, JOSE
PEDROSO, REGINO
PEGUDO VALDES, CARLOS
PEGUERO, M IGUEL A.
PELAYO, FELIX M .
PELAYO, M IGUEL
PELLICER, CARLOS
PELLICER ABARCA, DIEGO
PELLICER DE TOVAR, ANTONIO
PELLICER DE TOVAR, HIPÓLITO
PELLICER DE TOVAR, JOSÉ
PELLICER DE VELA SCO, M ANUEL
PELLUCH POSADAS, JOSE
PEMAN, JOSE M ARIA
PEMAN, PATRICIO
PENAGOS, RAFAEL DE
PENDEZ, CARLOS
PENELAS, FEDERICO
PENELOPE (SEUDONIM O)
PEÑA, BELISARIO
PEÑA, HECTOR RODOLFO
PEÑA, JESUS DE LA
PEÑA, RICARDO
PEÑA BARRENECHEA, ENRIQUE
PEÑA BARRENECHEA, RICARDO
PEÑA CASTELLANOS, M ARIA EM ILIA
PEÑA HINOJOSA, BALTASAR
PEÑA LUQUE, DOLORES
PEÑA SANCHEZ, LUIS DE LA
PEÑALOSA, JAVIER
PEÑALOSA, JOAQUIN ANTONIO
PEÑALOSA Y SANDOVAL, JUAN DE
PEÑALOZA, FRANCISCO ADOLFO
PEÑARANDA, CLAUDIO
PEÑARANDA Y ESCUDERO, CARLOS
PEOLI, GONZALO
PEPOTE
PERAITA, GRACIANO
PERALTA, EDUARDO
PERALTA Y BRANUEVO, PEDRO DE
PERALTA Y VALDIVIA, JOAQUIN
PERAZZO, JOSE M ARIA
PERDOM O, APOLINAR
PERDOM O ACERO, PEDRO
PEREDO TOM E, JOSE LUIS
PEREDA Y PRATS, ARTURO
PEREIRA, ANTONIO
PEREIRA, VICTORIA “LIA”
PEREIRA DE CASTRO, FERNAN
PERERA ALVAREZ, GUILLERM O
PERERA ALVAREZ, PATRICIO
PEREZ, ADOLFO GUSTAVO
PEREZ, ADRIAN
PEREZ, ANTONIO
PEREZ, DANILO
PEREZ, ENRIQUE
PEREZ, FLORIDOR
PEREZ, FRANCISCO
PEREZ, IRELIA
PEREZ, JORGE AMBROSIO
PEREZ, M ANUEL MARIA
PEREZ, UDON
PEREZ ACCINO, CARLOS MARIA
PEREZ ACOSTA, PEDRO
PEREZ ANGEL, LUIS
PEREZ ARANDANO, FRANCISCO
PEREZ BELTRA, LUIS
PEREZ BOJART, JOSE
PEREZ BONALDE, JOSE ANTONIO
PEREZ CAM ARERO, ARTURO
PEREZ CAPO, FELIPE
PEREZ CARRILLO, RAUL
PEREZ CLOTET, PEDRO
PEREZ COBO, RAUL
PEREZ COLLADO, MATEO
PEREZ DATTI, CARLOS
PEREZ DE ACEBEDO, LUCIANO
PEREZ DE AYALA, RAM ON
PEREZ DE CÁRDENAS, M ATEO
PEREZ DE GUZM AN, JUAN
PEREZ DE JAEN, ANTONIO
PEREZ DE LA M ORENA, PADRE JERONIM O
PEREZ DE LA TORRE, JOSEFINA
PEREZ DE LOS SANTOS, HECTOR
PEREZ DE M ONTALBAN, ALONSO
PEREZ DE M ONTALBAN, JUAN
PEREZ DE M ONTORO, JOSE
PEREZ DE SORIA, PEDRO FRANCISCO
PEREZ DE TOLEDO, FRAY ANDRES
PEREZ DE URBEL, P. JUSTO
PEREZ DE ZABALA, J.
PEREZ DE ZAMBRANA, LUISA
PEREZ DEIDDA, BEATRIZ
PEREZ DEL MORAL, M ANUEL ANGEL
PEREZ ECHEVARRIA, FRANCISCO
PEREZ ESTRICH, ENRIQUE
PEREZ FRANCO, ROBERTO
PEREZ GONZALEZ, ORLANDO
PEREZ GONZALO, MAXIMO
PEREZ LERONES, FRANCISCO
PEREZ M ARICEVICH, FRANCISCO
PEREZ M ARTINEZ, FRANCISCO F.
PEREZ M ONTES DE OCA, JULIA
PEREZ PARDO, ENRIQUE
PEREZ PASTOR, JOSE LUIS
PEREZ PETINTO, MANUEL
PEREZ PIERRET, ANTONIO
PEREZ RINCÓN, CRISTOBAL
PEREZ RUIZ, ANTONIO
PEREZ SOSA, ZOILA
PEREZ TÉLLEZ, EMMA
PEREZ TUELLS, LORENZO
PEREZ URRUTIA, M IGUEL
PEREZ VALIENTE, SALVADOR
PEREZ Y ACOSTA DE M ARTINEZ DE LA ORDEN, MARIA
PEREZ Y GONZALEZ, FELIPE
PEREZ Y RAM ÍREZ, M ANUEL M ARIA
PEREZ ZÚÑIGA, JUAN
PERINO, NELLY DE
PERIODISTADIGITAL. COM
PERIS Y PASCUAL, JOSE
PERMALINK (SEUDONIMO)
PERNAS, AURELIO AGUSTIN
PERONE, M ARIO
PERRY, DAVID
PESADO, JOSE JOAQUIN
PESANTEZ RODAS, RODRIGO
PESSOA, FERNANDO
PEYRANO, ALBERTO
PEZA, JUAN DE DIOS
PEZOA VELIZ, CARLOS
PEZUELA Y CEBALLOS, JUAN DE LA
PIANETA, M AGDALENA
PICHARDO, FRANCISCO J.
PICHARDO, ISABEL
PICHARDO M OYA, FELIPE
PICHARDO Y PERALTA, MANUEL SERAFIN
PICCOLI, HECTOR, A.
PICO, REM EDIOS
PICON SALAS, MARIANO
PIEDRA, FRANCISCA
PIEDRA, FRANCISO SIXTO
PIEDRA BUENO, ANDRES DE
PIERRA DE POO, MARTINA
PIGA, ANTONIO
PIM ENTEL, FRANCISCO
PINEDA, JUAN DE
PINEDA NOVO, DANIEL
PINEDA Y BASCUÑAN, NÚÑEZ DE
PINEL Y M ONROY, FRANCISCO
PINILLA BARTOLOM E, CANDIDO
PINILLOS, M ANUEL
PINO, FRANCISCO
PINO, JOSE DELX
PINTADO, AURORA
PINTO, M ANUEL M ARIA
PINTO, OCTAVIO
PINTO DE LA ROSA, PEDRO
PINTO ESCALIER, ARTURO
PINTO GROTE, CARLOS
PINTOR, FRANCISCO JUAN
PINZON, NICOLAS
PIÑA, JUAN DE
PIÑA, ROMAN
PIÑER, LUIS A.
PIÑERA, VIRGILIO
PIÑERO, GREGORIO
PIO BARRIOS, AGUSTÍN
PIQUERAS, JUAN VICENTE
PITITOLLA, RAMONI
PITXU
PIZARRO, OTERO
PLA, JOSEFINA
PLACERES TORON, M ONTIANO
PLACIDO
PLANAS GARCIA DE DIOS, EDUARDO
PLA, JOSEFINA
PLA Y BELTRAN, PASCUAL
PLASENCIA, PILAR DE
PLASENCIA LLOPIS, JOSE
PLAZA, ANTONIO
PLAZA, JOSE MARIA
PLAZAOLA ARTOLA, JUAN
POBEDA, FRANCISCO
POBLETE, EGIDIO
POGGIO, JOSE ARTURO
POL, OSWALDO
POLANCO, JESUS
POLI CARBAJOSA, ANGEL
POLIZZI, HECTOR ALBERTO
POLO DE M EDINA, JACINTO
POLO LASO, JUAN
POM AR, PEDRO PABLO
POM BO ANGULO, M ANUEL
POM BO, JORGE
POM BO, RAFAEL
POM PA, ELIAS CALIXTO
POM PILIO LLUNA, NUMA
PONCE, ENRIQUE
PONCE, M ANUEL
PONCE, M ANUEL
PONCE DE LEÓN, FRANCISCO
PONDAL ABENTE, EDUARDO
PONDAL RIOS, SIXTO
PONS BARBER, ISABEL
PONS SAMPER, JOSE
PONSOWY, PAULINA
POO, JOSE DE
PORCAR MONTOLIU, JUAN
PORCEL SALABLANCA, JOS EANTONIO
PORLAN, RAFAEL
PORPETTA, ANTONIO
PORPETTA, LUZ MARIA
PORRAS, ANTONIO
PORRAS, BELISARIO
PORTAL Y DEL CASTILLO, HERM INIA DEL
PORTILLO, LUIS GABRIEL
PORTILLO, SERAFIN
PORTILLO Y PORTILLO, BRUNO
POTOGALO, JOSE
PORTONARIJS, SIM ON DE
PORTUGAL, MANUEL DE
PORTUGUES HERNANDO, JOSE M ARIA
POSADA, JOSE M ARIA
POSTIGO, MIGUEL
POVEDA, JOSE MANUEL
POZO, ANDRES DEL
POZO, JUAN ANTONIO
POZO GARZA, LUZ
PRADO, JUAN FRANCISCO DE
PRADO, MATEO DE
PRADO, PEDRO
PRADO, PURA DEL
PRADO BRAVO Y M ENDOZA, BARTOLOM E
PRADO NOGUEIRA, CARLOS
PRADO NOGUEIRA, JOSE LUIS
PRADA Y RIBERA, NICOLAS
PRADO Y UGARTE, IVAN
PRADOS, CHARO
PRAT, IGNACIO
PRATS, CARLOS
PRATS CAÑETE, M ATIAS
PRADES, CARLOS DE
PRECIADO, TOMAS
PRIETO, ANTONIO
PRIETO, FRANCISCO
PRIETO, GUILLERM O
PRIETO GUILLEN, ANGEL
PRILUTZKY, JULIA
PRIM ERO, GERARDO
PRIM O DE RIVERA, JOSE ANTONIO
PRINCIPE, M IGUEL AGUSTIN
PROFESOR ULA (SEUDONIMO)
PUA, CARLOS DE LA
PUCHE, HELIODORO
PUEBLO, JUAN DEL
PUENTE, JUAN MANUEL DE LA
PUENTE Y APECHEA, FERM IN DE LA
PUENTES, JOSE
PUENTES DE OYERARD, SILVIA
PUERTO, ANTONIO
PUIG, CARLOS
PULIDO, GONZALO
PUNZI, ORLANDO MARIO
PUYANA, JOAQUIN
PUYOL CASADO, ENRIQUE
AUTORES
PABLO
España. S iglo XX
Poeta hallado en Internet.
PRIMERO
Día a día te veo en la parada
llegaste caminando por enfrente
y siempre se me ocurre de repente
cruzar y hablarte en prosa meditada.
Hasta hoy justamente no hice nada
por temor al rechazo indiferente;
pero rondan palabras en mi mente
que me ordenan dejarlas ordenadas.
Si querés que cambiemos el destino
te invito a que charlemos en secreto
de lo que, sin querer, se te aparece
y si la invitación no te apetece
alcanza que devuelvas el soneto
y siga cada uno su camino.
S EGUNDO
No conozco tu nombre, ni una pista.
No sé dónde vivís, aunque no es lejos.
Sí conozco por fuera los espejos
que separan tus ojos de mi vista.
Tu figura, el sueño de un artista
se disuelve en un juego de reflejos
estímulos dispersos, desparejos
destellos de color impresionista.
No conozco tus zonas extranjeras;
no conozco tus campos de batalla;
no me formo una imagen verdadera.
No sé nada de vos, y ni siquiera
si estarás tú después de que me vaya;
si existirás después de que te quiera.
TERCERO
Si me llevo tu imagen por delante
imagino que sos mi hada madrina
que antes de dar la vuelta a alguna esquina
me muestra su belleza alucinante.
Las nubes se detienen un instante,
el sol pasivamente te ilumina;
celoso por tu brillo se imagina
que gracias a su luz estás radiante.
La síncopa del mundo es un tormento
confuso porque todo se silencia:
¡Fantástico homenaje a tu presencia!
Los pájaros contienen el aliento
y luego de esta pausa en su existencia
recobran otra vez su movimiento.
CUARTO
Difícil construir algún soneto
tomando como musa inspiradora
a la mujer que busco y, por ahora,
no existe realizada en lo concreto.
Inútil preguntar si tiene objeto
encontrar la palabra que enamora,
fantasear un encuentro que demora,
o fingir un deseo por decreto.
Por poco que parezca concebible
dedicarle poemas a una idea
se impone un desafío que yo acepto.
Surgiendo de lo abstracto, lo sensible
adquiere movimiento y lo recrea.
No siendo una mujer, es su concepto.
QUINTO
Recuerdo que construyen los peldaños
por donde cada día te apareces.
Recuerdos que se agrandan con los meses
y se hacen que sin vos parezcan años.
Recuerdos que unas veces hacen daños
y provocan placer las otras veces.
Recuerdo que sos vos, y aunque no fueses
recuerdo que me dice que te extraño.
Inmerso por completo en tu recuerdo
regresa como un eco del olvido
y sigue con el texto a los dos puntos:
Sufrimos de pasión estando juntos
y siendo este recuerdo tan querido
no sé que pasaría si lo pierdo.
S EXTO
Y si alguna canción con gusto a antes
se mezcla con la nube que te evoca
una noche romántica o barroca
que no fue más allá de cinco instantes.
No dejes de leer y no te espantes;
seguro que tu mente se equivoca
si piensa que está mal o si le choca
recordar un momento delirante.
Robé tu dirección de un sobre ajeno;
no dejo de pensar que en una de esas...
ya debo concluir y lo concluyo:
Te digo lo que siento más o menos
no encuentro en el olor de milanesas
olores que recuerden a los tuyos.
S ÉPTIMO
Estudio los problemas principales
y luego los asuntos derivados,
los hechos objetivos del pasado
tratando de entender cuántos y cuáles.
Usando los caminos habituales
les busco la razón lado por lado:
entonces son problemas al cuadrado
que incluyen sentimientos integrales.
Es mucho para mí, muy complicado,
plantear las ecuaciones que resuman
el tiempo de algebraicas margaritas.
¿Qué fórmula final? ¿Qué resultado,
si al cuerpo y al espíritu se suman
quererte con axonés y dentritas?
OCTAVO
Espero que no esté ya decidido
que somos demasiados diferentes.
Sugiero que compares nuestras mentes
a ver si no me encuentras parecido.
Ya creo imaginar lo sucedido:
no habiendo claridad en lo que sientes
seguro que es mejor mostrar los dientes
que dar un salto a un mar desconocido.
O acaso la razón de tu respuesta
se deba a circunstancias más remotas
otro tiempo, otro, mar, otros lugares.
Respeto tu opinión, aunque me cuesta
creer en el rechazo que denotas
pues somos demasiado similares.
PABLO, DAVID
Argentina. Siglo XX
Poeta hallado en Internet.
NOVENO
¿No sienten una cosa medio rara?
¿No ven como más luz y menos vicio?
¿No ven como más limpio el edificio?
¿Como si éste tuviera nueva cara?
perez
Al nuevo y al antiguo los separa
un amplio, aunque abstracto, precipicio;
estoy muy orgulloso de mi oficio;
con ciencias y con arte se compara.
¿No notan menos polvo en la escalera?
¿No notan más brillantes los peldaños?
¿No notan menos gris la casa entera?
¿No sienten los perfumes en los baños?
¿No es como una eterna primavera,
no sólo en parte, sino todo el año?
PABLO, JOS E RAMON DE
España. S iglo XX.
VIS ITA AL S ANTIS IMO S ACRAMENTO
Permíteme, Señor, que aquí postrado,
consciente de mi nada en tu presencia,
y aún temiendo pecar de irreverencia
me atreva al alto honor de acompañaros.
Yo sé que no soy digno de miraros,
mas, fiado en tu amor y tu clemencia,
se apacigua el clamor de mi conciencia
y me inunda la calma al contemplaros.
En el mundo, Señor por olvidaros,
es todo confusión y algarabía
que me inquietan de modo extraordinario.
Por eso, mi Señor, vengo a rogaros,
que le dejes gozar al alma mía,
del remanso de paz de tu S agrario.
PAC EÑA
La Paz. México. Siglo XX
Poeta hallado en Internet.
EL GALLO
Hombre descansa. De tu hogar ahuyento
el nocturno terror y estoy en vela.
S ombras de muerte cuyo sopla hiela
con mi agudo clarín os amedrento.
Huya la luz y te descuide el viento,
por preludiar su dulce pastorela.
Contra el mal, poderoso centinela,
a su paso espectral estoy atento.
No te inquiete el horrísino alarido
que escuches en tu sueño, por la vana
pesadilla maléfica oprimido.
Ya podrá fin a su croar la rana,
y yo, con alegrísimo sonido,
entonaré la jubilosa diana.
PACHECO, ANTONIO
Olivenza. Badajoz. 1.955
Poeta hallado en Internet.
PRIMER S ONETO EN TRIS TE
De roja sangre tíñase la tinta;
y mi alegría tórnese tristeza
al no haber obtenido, en carta abierta,
respuesta alguna al silencio distinta.
Volviéranse aún más turbios estos días
que máscara posible conociera
y después de intentar en vana espera,
convertir su ausencia propiedad mía.
La tinta, de roja sangre tiñera
y tórnese en tristeza mi alegría
dejando toda sed insatisfecha.
Volviéranse más noche aún los días
que en no viendo esperanza tan desierta,
como en sueños viviera el alma mía.
NOVENO S ONETO TRIS TE
Cerrar mis ojos para verte en sueños
repasando la historia de mi vida,
y encontrarme su boca tan dormida
y mis labios de amor siempre despiertos.
S alvar en mi memoria la distancia
de los años que fueron siempre nuestros;
y en las tardes de sol, perdido aliento,
algún punto fugaz de la nostalgia.
Ahora vuelo a ese tiempo retenido
en la fecha feliz del primer beso,
bajo un árbol sin nombre ni apellidos,
cuando abril suspiraba en sus destellos
una brizna de luna en lozanía
y mis labios , herida de sus besos.
PACHECO, ARTURO
S antander. Siglo XX
Vive en S antander, estuvo al frente del Teatro Pereda,
y trabajó en la radio.
RENAC ER
Llegaré hasta tus plantas -pedestal de Artemisa-,
cuando un sol de victoria prenda vivos reflejos
en mi frente, se inunde de tu aliento la brisa
y broten flores nuevas en los búcaros viejos...
Cuando el mundo se llene de la vaga armonía
del viejo bosque amigo, del caracol sonoro,
de la concha que estalla, de la melancolía
que las sirenas vierten sobre las playas de oro.
Peregrino lunático de la belleza suma,
en todo cuanto vive busco la frágil huella
que el amor y la gracia van poniendo en las cosas...
¡Por ti enjoya de nácar sus collares la espuma;
es más limpio el brillante que palpita en la estrella,
y se visten de seda y perfume las rosas...!
NOS TALGIA
Estás lejos de mí; pero te siento
tan cerca de mi lado, que podría
describir de tu ritmo el movimiento
y captar de tu voz la melodía;
Y dibujar el rictus de tu boca
con frases justas y conceptos sabios;
y extinguir esta sed que me sofoca,
con el óleo que emana de tus labios...
Quisiera conocerte sin amarte;
de tenerte que amar, no conocerte;
y amándote, por último, olvidarte...
¡Mi pasión es tan honda y es tan fuerte,
que renuncio a la gloria de adorarte,
por temor al infierno de perderte!
RENUNCIACION
Por lograr de tus gracias el tesoro,
domé los vientos y crucé los mares,
y hoy llego, ensangrentado, a los sillares
de vuestro señorial alcázar moro.
De mi lejano ayer, nada deploro...
La nostalgia que llena mis pesares
en otro tiempo fue de mis cantares
tema elegíaco sobre versos de oro...
¡Versos llenos de ti, dueña y señora!
¡Por ellos te suplico en esta hora
suprema de mis íntimos anhelos,
que esas manos, que cierran, conmovidas,
mis ojos ya sin luz, y mis heridas,
me abran, también, las puertas de los cielos...!
PACHECO, FRANCIS CO
Sevilla 1.571 – 1654
Pintor. Maestro y padre político de Velásquez.
Poeta. Autor del libro “Arte de la Pintura”
A DIEGO VELAZQUEZ S ILVA
Vuela, oh joven valiente, en la ventura
de tu raro principio; la privanza
honra la posesión, no la esperanza
del lugar que alcanzaste en la pintura.
Anímete la augusta alta figura
del Monarca mayor que el Orbe alcanza,
en cuyo aspecto teme la mudanza
aquel que tanta luz mirar procura.
Al calor de este sol templa tu vuelo
y verás cuánto extiende tu memoria
la fama, por tu ingenio y tus pinceles.
Que el planeta benigno a tanto cielo
tu nombre ilustrará con nueva gloria,
pues es más que Alejandro, y tú su Apeles.
EN LOOR DE FERNANDO DE HERRERA
Goza, oh nación osada, el don fecundo
que te ofrezco en la forma verdadera
que imaginé del culto y gran Herrera,
y el fruto de su ingenio alto y profundo.
Ya que amaste al primero, ama al segundo,
pues pudo el uno y otro en su manera,
aquel honrar del Tajo la ribera,
este del Betis, y los dos el mundo.
El dulce y grande canto el espumoso
Océano a naciones diferentes
lleve, y dilate ufano su pureza,
porque tu nombre ilustre y generoso
no envidie ya otras liras más valiente,
ni del látigo o griego la grandeza.
A LA MUERTE D E MIGUEL ANGEL
(TRAD UCCIÓN DEL QUE ES CRIBIÓ LAURA
BATIFERRA DE GLI AMMANNATI)
Razón es ya que el mármol duro, helado,
que espíritu de ti recibió ardiente,
vierta lágrimas tristes, pura fuente
vuelto, de vida y honra despejado;
razón es que le color vil o preciado
que a tanta forma ministró valiente,
persuadiendo verdad en lo aparente,
sin valor muera en su primer estado;
razón es ya que el alto ilustre templo
que adornaste con sacro y real decoro,
oscuro quede del color vecino;
y que lloroso de Aganipe el coro
viva, pues no de hoy más, cual raro ejemplo
versos te oirá cantar, Angel divino.
ANDRÓMED A Y PERS EO
La virgen del color patrio teñida
en duro lazo aguarda en alta roca,
por la voraz armada horrible boca
el triste fin de su fatal partida.
Por azabache y perlas conocida
pluvia y cabello que le cubre y toca
fue del joven vendido, a quien provoca,
por no morir, a darle dulce vida.
Y mi parte inmortal por culpa oscura
del dragón ya casi en la boca fiera,
aun a su libertad niega el deseo;
y aunque fuerza del cielo la asegura,
ni el daño teme ni el remedio espera;
¡tanto es ingrata al celestial Perseo!
A CRIS TO
Pudieron numerarse las señales
que en vuestra carne delicada y pura
¡oh imagen de la eterna hermosura!
el reparo imprimió de nuestros males;
aunque fueron en sí tantas y tales,
que el ingenio, no sólo a la pintura,
vencen, y tú ¡oh sagrada vestidura!
a trasladar en ti su gloria vales.
Mas el amor que cela el rojo velo
¿quién lo podrá contar, si aun el efeto
la arte noble a formarlo no es bastante?
Fue sin principio, eterno será. ¡Oh cielo!
¿cómo a tan grande amor no me sujeto?
¿qué hago, ¡oh piedra! en deuda semejante?
A DON FERN ANDO ENRIQUEZ D E RIBERA,
TERCER DUQUE D E ALCALA
Osé dar vida al nuevo vuelo
del que cayendo al piélago dio fama,
Príncipe excelso, viendo que me llama
el honor de volar por vuestro cielo.
Temo a mis alas, mi subir recelo
¡oh gran Febo! a la luz de vuestra llama;
que tal vez en mi espíritu derrama
esta imaginación un mortal hielo.
Mas promete al temor la confianza
no del joven la muerte, antes la vida
que se debe a una empresa gloriosa;
y esta por acercarse a vos se alcanza;
que no es tan temeraria mi subida,
puesto que es vuestra luz más poderosa.
SONETO
En medio del silencio y sombra oscura,
manto de horribles formas espantosas,
veo la bella imagen de tres diosas,
compuestas de oro, grana y nieve pura.
Su ornato, resplandor y hermosura
son partes para mí tan poderosas,
que aunque enlazado estoy en varias cosas,
me arrebata, entretiene y asegura.
¡Oh vos, luces del cielo las mayores!
Digo, con vuestra paz, que sois vencidas
de dos soles que en gloria juzgo iguales,
y que precio sus claros resplandores
tanto, que en estas sombras extendidas
no envidio vuestros rayos celestiales.
A JUAN DE JÁUREGUI
La muda poesía y la elocuente
pintura, a quien tal vez naturaleza
cede en la copia, admira en la belleza,
por vos, don Juan, florece altamente.
Aquí al docta lira, aquí el valiente
pincel, de vuestro ingenio la grandeza
muestran, que con ufana ligereza
la fama extiende en una y otra gente.
Alce la ornada frente el Betis sacro,
su tesoro llevando al mar profundo,
y de Jáuregui el nombre y la memoria;
en tanto que su ilustre simulacro
venera España, reconoce el mundo
como de nuestra edad insigne gloria.
SONETO
Cual fresca rosa en Jericó plantada,
que del alba libó en la luz dudosa
preciadísimo aljófar, más gloriosa
al fulgor de Titán de opone osada;
y en verde ramo al Cielo levantada,
el oro ostenta y púrpura hermosa,
desparciendo fragancia deliciosa,
Reina de los pensiles aclamada:
Tal, pura Virgen, sois; habéis triunfado
del sañoso Luzbel, porque el rocío
de la gracia os previno en vuestra aurora:
Que en la alteza eternal que se os ha dado,
nunca en su honor debió tener vacío
de Dios la Madre a quien el orbe adora.
PACHECO, JOS EF
España. S iglo XVII
Poeta. Hijo de Úrsula Zapata, azafata de la
Reina nuestra señora.
A LA MUERTE D L DOCTOR
JUAN PÉREZ MONTALBÁN
Esta verdad que al cielo se levanta,
huésped feliz, tu desengaño sea,
aliña el paso, el movimiento asea,
reparte el miedo al bulto, y a la planta.
O cuánto la mentira se adelanta
en el dictamen rudo, que a su idea
la prisión con el hierro lisonjea,
la libertad con la memoria espanta!
Debate gozo, tanto mármol, donde
un sabio yace, que vivió de veras
y la tierra por S abio te le esconde.
Pierde a las horas el temor postreras,
antes que te molesten las responde,
muérete tú, primero que te mueras.
PACHECO, JOS E EMILIO
México. 1.939
Escritor mexicano y Poeta.
LA MATERIA DES HECHA
Vuelve a mi boca, sílaba, lenguaje
que lo perdido nombra y reconstruye.
Vuele a tocar, palabra, el vasallaje
que con tu propio fuego te destruye.
Regresa, pues, canción, hasta el paraje
en donde el tiempo acaba mientras fluye.
No hay monte o muro que su paso ataje:
lo perdurable, no al instante, huye.
Ahora te nombro, incendio, y en tu hoguera
me reconozco; vi en tu llamarada
lo destruido y lo remoto. Era
árbol fugaz de selva calcinada
palabra que recobra en su sonido
la materia deshecha del olvido.
PRES ENCIA
¿Qué va a quedar de mí cuando me muera
si ni esta llave ilesa de agonía,
estas pocas palabras con que el día
apagó sus cenizas y su hoguera;
qué va a quedar de mí cuando me hiera
esa daga final? Acaso mía
será la noche áspera y vacía
que nace y fluye de una oscura era.
No quedará el trabajo, ni la pena
de creer ni de amar. El tiempo abierto,
semejante a las aguas o al desierto,
ha de borrar de la confusa arena
todo lo que me salva o encadena.
Mas si alguien vive, yo estaré despierto.
CREC IMIENTO DEL D IA
Te detienes al centro del verano
y brota un año más, otra clausura.
Se diluye la tarde en la espesura.
El mundo se renueva y es en vano.
El día agoniza a la mitad del llano.
El aire es una voz: calla y murmura.
Todo se va y se pierde sin premura.
Todo se apaga en el confín lejano.
Nuestra será la noche. Será tuya
la honda oquedad sin nombre, ese vacío
donde reina la nada, el poderío
del instante perpetuo y desterrado.
El tiempo está filtrando del pasado
la arena que a su paso te destruya.
PACHECO, MANUEL
S ampayo. Pontevedra. Siglo XVII
Poeta y dramaturgo.
DE “TENERS E MUERTOS POR VIVOS ”
JORNADA PRIMERA – COCAYO
Tachonado zafir, cóncavo asiento,
a donde bello, en caracteres de oro,
descubre el sabio a su lección tesoro,
mendiga el docto a su discurso aumento.
¡Oh! Cómo a tu beldad fuera escarmiento
tu mismo ser, menguando tu decoro,
si en la Zona, del Géminis al Toro
te pudiera escrutar humano aliento.
Todo lo porvenir, según lo noto,
escrito tienes, pero oculto el labio,
por más que estudio en tu voluble moto.
Mas si lo viera, vieras tú tu agravio,
naciéndote un Gigante en cada docto,
formándose un Luzbel en cada sabio.
PAD EIRA, FERNANDO
Barreiros. (Portugal) ¿ ?
Estudió Medicina en la Facultad de Madrid.
A MANOLETE
Quieta la planta, erguida la figura,
de cera el rostro, la mirada ausente,
el pulso lleno, despejada frente,
la mano lenta a la embestida dura.
Ritmo viejo el cimbreo en tu cintura
de africana palmera adolescente,
fría la piel sobre la sangre ardiente,
contraste de rudeza y de dulzura.
El grito, la armonía y el suspiro
van enmarcando tu figura triste
más incorpórea cada nueva suerte.
Ya no eres tú, ya no te veo y miro...
¿Arte, sueño?... ¡Milagro que tú hiciste
en amable coloquio con la muerte!
PADILLA, ANTONIO DE
España. S iglo XVI
Poeta.
SONETO
S obre los altos cedros de la cumbre
del monte de Sión morada santa,
nuestra única Fénix se levanta
para ser renovada única lumbre.
Sube ramos según tiene costumbre
de flores olorosas de su planta,
y así remonta el vuelo que se espanta
de los coros la santa muchedumbre.
Bate las alas del entendimiento
a los rayos del sol de la justicia,
do más se abrasa que los serafines.
Goza de nueva vida en el asiento
más alto que la celestial milicia,
y del supremo fin de nuestros fines.
PADILLA, JUAN D E
Sevilla. 1.468 – 1.520
Poeta y Monje Cartujo.
RETABLO DE LA VID A DE C RIS TO
Por la caída del padre primero
fueron sus hijos del todo caídos,
y somos en tanta miseria venidos,
que nunca sanar jamás por entero.
¡O malicioso diablo roncero,
o Lucifer, que del Cielo caíste,
mira que daño cruel nos hiciste,
dañando los siervos de Dios verdadero!
Dañaste la imagen de Dios figurada
a la semejanza de su majestad,
hicístela fea con tu falsedad,
según que la tienes en ti dibujada.
Dejaste la tierra, cruel, derribada,
y llena de pena y muchos dolores.
PADILLA, PED RO DE
Linares. Jaén. 1.550 – 1.595
Poeta. Carmelita. Escribía con el nombre de
Liranio.
SONETO
Yo fundo en el arena, abrazo el viento,
escribo en agua y de la luz del cielo
privar procuro de ordinario del suelo,
siempre que aliviar pienso mi tormento.
En medio del invierno helado intento
cubrir los campos de un florido velo,
y trocar en regalo el desconsuelo
y del sol detener el movimiento.
Labrar en un diamante fino quiero
varias figuras con la blanda cera,
y hacer gloria el reino del espanto.
Y enternecer con ruegos una fiera,
cuando de Silvia el corazón de acero
procuro que se ablande con mi llanto.
SONETO
“De ti muerto, Jesús, nace la vida
que muriendo a la muerte diste muerte,
y de tu amor nos vino aquella muerte
que nos levanta a nueva y mejor vida.
Muerte más venturosa que la vida,
pues libra al hombre de la eterna muerte,
y así mayor trazo que tu muerte
nunca lo tuvo ni tendrá la vida
del sentido, la vida de la muerte,
porque su muerte puede darte vida
que no tema las fuerzas de la muerte.
Muriendo vivo y muero estando en vida,
y estoy tan deseoso de esta muerte
que por poder morir amo la vida.”
DE S U “TES ORO DE POES ÍAS VARIAS ”
I
Decir que son de oro, estos cabellos,
que esta frente, es obra soberana,
y que son las mejillas, nieve, y grana,
y dos luceros, estos ojos bellos.
Y decir, que dos arcos hay sobre ellos
del cielo el uno, y otro con que gana,
amor de los despojos de Diana,
lo más, y lo mejor, de todos ellos.
Y decir que estos labios de su boca,
son dos rubís, y perlas esto dientes,
y que estas manos, son alabastrinas.
Es, de paso tocar los accidentes,
que la humana alabanza, toda es poca,
para celebrar bien cosas divinas.
II
Del tiempo, el movimiento acelerado,
ni la más dura y enemiga, estrella,
no me podrá quitar del alma aquella
que tan al vivo, amor me ha dibujado.
Y teniendo este bien, asegurado
sin miedo y sobresalto de perdella,
podré ser, por el bien que gozo en vella,
de los más venturosos envidiado.
En el alma la miro, estando ausente,
porque jamás lo está su hermosura;
de mí, ni lo estará hasta que muera.
Y si fuera posible, eternamente,
gozar tan rica suerte de ventura,
eternamente el alma la quisiera.
III
SONETO A UNA S EÑORA QUE S E PUS O
UN DÍA D ELANTE D E UN S U S ERVIDOR,
UN ALMILLA DE AC ERO.
Si estando desarmada habéis podido,
vencer con el mirar al más osado,
de que sirve mostrar el cuerpo armado,
a los humildes ojos de un rendido.
Al cautivo que está de vos vencido,
mostraros con semblante tan airado,
viéndole a vuestros pies arrodillado,
a moro muerto, gran lanzada ha sido.
Si fue pensar que quiero revelarme,
nunca tal me pasó por pensamiento,
después que supo el alma conoceros.
Y si fue con temor asegurarme
no es posible que haga mudamiento,
un corazón tocado de quereros.
IV
No me tires Amor flechas en vano,
que tengo el cuerpo de ellas tan cubierto
que no es posible dar en descubierto,
ninguna que saliere de tu mano.
Ya no hay adonde herirme lugar sano,
y puesto que hasta ahora no soy muerto,
mientras viva tendré seguro cierto,
que no me ofenderás crudo tirano.
Bien te puedes tener por satisfecho
de que mi libertad en tu tesoro,
tienes, contra razón, y a mi despecho.
Y aunque por ello eternamente lloro,
me alegro en ver que el daño que me has hecho,
te cuesta ingrato amor, mil flechas de oro.
V
Con tanto aviso, tanta hermosura,
con tanta gala, tanta lozanía,
con tanta gracia, tanta gallardía,
con tal recato, tal desenvoltura.
Con extremos tan raros, tal cordura,
y con tanto valor, tal cortesía,
sólo caben en vos señora mía,
que sois principio, y fin de mi ventura.
No tengo yo, otro bien, si no miraros,
ni me queda que ver después de veros,
ni halla en que se ocupe mi cuidado.
Y si todo mi bien es contemplaros,
y con ser ocasión para quereros,
muere amor, envidioso de mi estado.
VI
SONETO DE UN CABALLERO A QUIEN
HABÍA UNA S EÑORA IMPOS IBILITADO
EL VERLA
Pues han cortado el paso a mi esperanza,
corte la parca el hilo de mi vida,
que para mí no hay cosa más perdida,
si he de vivir con tal desconfianza.
En mi fe no es posible haber mudanza,
porque no tiene tasa ni medida,
y con ser tal, está tan desvalida,
que de nada me ofrece confianza.
Faltando el esperar, la fe no puede
de ninguna manera sustentarse,
que esta vive en virtud de lo que espera.
Y faltando las dos, no es bien que quede
la vida que pudiera desearse
para que con amar, se entretuviera.
VII
Dejo de suspirar porque recelo
que siendo mis suspiros esparcidos,
como del pecho, salen encendidos,
abrasarán la tierra, mar, y cielo.
Con llora solamente me consuelo,
y enternezco las piedras con gemidos,
y están de esta manera, mis sentidos,
sujetos a perpetuo desconsuelo.
De la rabiosa muerte, tengo queja,
que al Amor, agradezco la herida,
con que penetró el alma de mi pecho.
Lucida, sin razón morir me deja,
y pues quiere que yo no tenga vida,
moriré por su gusto, y mi provecho.
VIII
Lucida, que sirvió quererme tanto
si la gloria de verte, y el contento
ha convertido tu desabrimiento
en lástima, dolor, y eterno llanto.
De ver como no muero, tengo espanto
y el crudo amor, por darme más tormento
quiere dar nueva vida, al pensamiento,
para darme más pena, y más quebranto.
Pues tú tienes poder para matarme,
como lo tiene amor para ofenderme,
tu mano de acabarme, no se extrañe.
Yo moriré pues quieres olvidarme,
y a ti no te da pena deshacerme,
que si no espero bien, no hay mal que dañe.
IX
Ojos, que no sois ojos, si no estrellas,
que alumbran más que el S ol, y resplandecen,
luces, que cien mil almas enriquecen,
y abrasa el corazón amor con ellas.
Del fuego soberano sois centellas,
que humanos ojos veros no merecen,
bellísimos luceros, que aparecen,
eclipsando las luces menos bellas.
La libertad troqué sólo por veros,
porque conozco que tenéis la cumbre
de la belleza, y de la gallardía.
Y estoy en tal estado por quereros,
que ya soy Fénix, que con vuestra lumbre
me consumo y renuevo cada día.
X
Ya no me espanta amor tu bizarría,
ni temo en verte en cólera metido,
yo de Lucida sólo fui rendido,
que tu fuerza sin ella no podría.
Dejarme libre como estar solía,
y de arco y flechas, ven apercibido,
y si acaso de ti fuere vencido,
castiga en pena eterna el alma mía.
No vales nada tú si no es por ella,
pues con armas, mi pecho desarmado
no osaste acometer amor sin ella.
Y si yo te he servido, y regalado
no fue por ti, si no por causa de ella,
que el tierno por su amor es bien matado.
XI
Diosa mortal, divina hermosura,
obra que el cielo hizo sin enmienda,
no es posible que nadie oh comprenda
al justo el bien que el veros asegura.
S ola mi alma tiene por ventura
aunque de vuestro ser tan poco entienda
no tener parte así, que no la encienda
con vuestros ojos, dulce llama pura.
Humanizar un poco bella Diosa,
al ver en mis entrañas el estrago
(bien digno de mirar, que el fuego ha hecho)
En las cuales de nuevo otra Cartago
llegando a ver es fuerza ser piadosa
aún siendo de diamante vuestro pecho.
XII
Ya conozco que en vano me fatigo,
y que a sordos publico mi tormento,
veo que escribo en agua, en polvo, en viento,
cuando lo que padezco a S ilvia digo.
Hacer quiero el cordero, el lobo amigo,
y el mar cerrar en chico vaso intento,
asegurar procuro el pensamiento,
que tantas variedades trae consigo.
Procuro sacra lumbre de lo oscuro,
y en el junco ver nudo, y en el suelo,
florido el prado, en medio del invierno.
En hielo busco llama, en llama hielo,
y espero ver amor en mármol duro,
y un dulce paraíso en el infierno.
XIII
Con sólo el resplandor de vuestro gesto
y el son de las dulcísimas razones,
ablandáis los más duros corazones,
y el Sol hacéis para en sólo un puesto.
Y no para la fuerza suya en esto,
si no que al mismo amor ponéis prisiones,
haciéndole quinientas sinrazones
sin poderle mudar de presupuesto.
En mí, extrañezas tales habéis hecho,
que yo a mí mismo ya no me conozco,
viéndome del que he sido tan trocado.
El yo, que fui primero, está deshecho,
al parece, por que otro reconozco,
de sola vuestra mano fabricado.
XIV
Mira que negro amor, o qué no nada,
que sin porqué se hace de los Godos,
sabiendo que en la tierra saben todos,
que es hijo de una dama muy taimada.
Llamadle Dios, es cosa que me enfada,
porque se el trato ya que hace a todos
aunque de amantes por diversos modos,
siempre ha sido su fama celebrada.
Lo que él puede hacer es dar enojos
en cambio de placer, y de contento,
porque sin vista parte sus despojos.
Y no vale con el merecimiento,
que como trae vendados ambos ojos,
los bienes, y los males da sin tiento.
XV
Si no estuviera tan certificado
que no ha de haber ninguno que no muera,
por inmortal, señora, me tuviera,
pues tanto mal con vida me ha dejado.
Vuestra memoria en mí sólo ha quedado,
que es mi descanso, y vida verdadera,
que si esta me faltara, ya estuviera
de volveros a ver desconfiado.
Nuevas del corazón que os di, no tengo,
y el vuestro temo que me habéis quitado,
que a cada paso se me representa.
Con la fe que me diste me sostengo,
aunque no estoy de nada asegurado,
que nunca se asegura, quien se ausenta.
XVI
Cuando venga mil muertes a matarme
y amor fortuna, y cielos a ofenderme,
cuando falte quien pueda defenderme
y no quede ocasión de remediarme.
Cuando quiera el vivir desampararme,
que la vida no pueda sostenerme,
cuando ya gustéis vos de aborrecerme,
que este es el mayor mal que puede darme.
Cuando venga sin flores el verano,
y se ponga en efecto lo imposible,
y deje de moverme el alto cielo.
Entonces dejará vuestro Silvano
de amaros mucho más de lo posible,
pues no tiene otro bien, ni otro consuelo.
XVII
SONETO A LA POBREZA
Quien dice que pobreza no es vileza,
no precia mucho el título de honrado
ni sabe a lo que un hombre está obligado
que no piensa hacer jamás bajeza.
Sepultura es de buenos la pobreza,
y ocasión de hacer lo no pensado,
mar, donde es muchas veces anegado,
el valor, el aviso, y la nobleza.
En el pobre no luce entendimiento,
ni se le echa de ver cosa que haga,
y es odioso a los ojos de la gente.
La pobreza de espíritu, es contento,
mas la de cuerpo, cuerpo y alma estraga,
y el que vive con ella, ese lo siente.
XVIII
Habéis dado en hacerme disfavores,
Leonor hermana, y yo también he dado,
en no ser ya más necio, y porfiado
pretendiendo de vos caros favores.
No halláis miedo que os diga más amores,
porque estoy de sufriros muy cansado,
que no valen con vos fe ni cuidado,
ni padecer angustias y dolores.
Quiero dejar al tiempo que os allane,
porque ahora voláis muy altanera,
y entiendo que os preciáis de ser ingrata.
Y no puede ser que esto no se humane,
y que allá al declinar la Primavera
no se coma la fruta más barata.
XIX
Bendita sea la hora y el momento,
el fértil año, el mes, el punto, y día,
en que yo pude ver el alma mía,
renovada con nuevo mudamiento.
Bendito, y venturoso aquel tormento,
que el amor reservado me tenía,
el arco y el aljaba do traía,
la flecha con que causa el bien que siento.
Benditas sean las voces que derramo,
tan dulcísima pena publicando
mis lágrimas, suspiros, y deseo.
La llama sea bendita en que me inflamo,
y las horas que paso suspirando,
y el venturoso estado que poseo.
XX
Es del risco terrible la dureza,
duro el hierro, y el mármol duro helado,
son duras las encinas del collado,
y de las peñas grandes la aspereza.
Duro el diamante, la naturaleza,
con admirable suerte ha fabricado,
es duro el hielo en nieve congelado,
(y de estos cada cual tiene extrañeza)
Mas Lucida que Amor, y la ventura,
y del cielo la más dichosa estrella,
y la más peregrina hermosura.
De acuerdo me rindieron a querella,
es más que el risco, el hierro, el mármol dura,
y no hay diamante, o hielo como ella.
XXI
Cuando no es el amor tan confirmado
que tenga ya en el alma firme asiento,
para no dar lugar al pensamiento,
que pueda caminar desenfrenado.
Cualquiera no sé qué, cualquiera enfado,
deshace aquella torre que es de viento,
y suélese olvidar en un momento,
lo que fue al parecer muy delicado.
Y así yo nunca pude asegurarme,
que en vuestro amor hubiese la fineza,
que un poco tiempo distes en mostrarme.
Para conmigo no hacéis bajeza,
ni novedad ninguna en olvidarme,
que en mujer, y en fortuna no hay firmeza.
XXII
SONETO PAS TORIL
Domingo Gil el nieto del gaitero,
andando de Benita resquebrado,
una noche se fue por un tejado,
a hablarle por encima del humero.
Díjole hijo de puta, lo primero,
y cual me traes Benita endemoniado,
y respondió la niña, habéis mirado,
habiendo más de una hora que te espero.
Pues yo le doy mi fe si se engordara
y no pasó de allí porque sintieron,
los perros de Llorente alborotados.
Y llena del hollín ambos la cara,
cuantos aquella noche se dijeron,
fueron todos requiebros ahumados.
XXIII
En espera de S an Cosme se juntaron
en Nava el puerco todos los que había,
cofrades de la antigua cofradía,
que Juan de Artona y Pero Gil dotaron.
De visitar la ermita concertaron
con la danza de espadas aquel día,
y el pendón colorado que ofrecía,
Toribio y los hermanos que ayudaron.
De anteanoche quedó la vaca muerta,
y Ginebra ofreció las berenjenas,
y la de Juan Cornejo salsa a fondo.
Y uno entre los cofrades gran reyerta
sobre quien llevará las azucenas,
que dio para el altar, S ancho Redondo.
XXIV
Después que consintió mi dura suerte,
que yo fuese del ciego amor herido,
la muerte a largo paso me ha huido,
como si viera en mí otra nueva muerte.
Si la llamo a mi voz, jamás advierte,
y con tapar el uno y otro oído,
gasto en llamarla tiempo mal perdido,
y en mi nunca se gasta el dolor fuerte.
Por ninguna ocasión pienso que huye
con paso presuroso mi presencia,
y a mi ruego jamás no se convierte.
Sino porque del mal que me destruye,
teme que si le da la pestilencia,
ella se ha de morir, y yo ser muerte.
XXV
Si Celia duerme, amor lo mismo hace,
y si los claros, bellos, dulces ojos,
abre, para quitar cien mil despojos,
aquello es lo que a Amor le satisface.
Paral Celia, y amor la contra hace,
porque es imitador de sus antojos,
y así de su placer, o sus enojos,
se agrada siempre amor, o se desplace.
Adon de Celia parte, va con ella,
y adonde Celia para, está parado,
que un momento no vive amor sin ella.
Y en esto sólo se ha diferenciado,
que es áspera, cruel, ingrata, ella,
y amor, humilde, manso, y regalado.
XXVI
Ingenio fértil rico Peregrino
nunca visto mayor de los mortales,
extremos de belleza celestiales,
singular muestra del poder divino.
Donaire que al pesar cierra el camino,
entredicho sabroso de los males,
milagro entre las obras naturales,
honra, ser, y valor, de lo más fino.
Nadie piense atinar a celebrarte,
jamás de la manera que mereces,
aunque estuviese Apolo de su parte.
Remontándose al cielo algunas veces,
a caso, con el bien de contemplarte,
celebrara, lo menos que le ofreces.
XXVII
Si don Alonso el Casto le viviera
a mi abuelo don Juan de Bobadilla,
y en las comunidades de Sevilla,
el Conde mi pariente no muriera.
Si doña Inés mi madre no perdiera
la hacienda que tuvo en esta villa,
tuviera en vuestra casa siempre silla,
el que ahora tratáis de esta manera.
Quererlo yo parece que bastara
si en vos hubiera algún conocimiento
para pagar en parte lo que os quiero.
Mostrad a mis pasiones mejor cara,
que si amándoos me dais desabrimiento
enojareisme a fe de caballero.
XXVIII
Aunque vuestro linaje tanto fuera
como es el de don Luis de Bobadilla,
y lo que de las Indias a Sevilla,
cada año a vuestra casa se trajera.
Y aunque Inés de Medina no perdiera
el poco bien que tuvo en esta villa
diera yo a mi criada con la silla,
que para que os sentarais bien pusiera.
Conoceros parece que bastara
si en vos hubiera algún conocimiento
para ver lo que sois, y lo que os quiero.
Porque sois un pelón de mala cara
galgo flaco cansado, y muy hambriento,
con seso triste, y muy gran majadero.
XXIX
Enojóse Pascual con Catalina,
y para hacerle algún desabrimiento,
acordó de pedir en casamiento,
a la hija de Brasco su vecina.
Y al barbero Ginés de Magandina,
el disanto contó su pensamiento,
para que con su buen entendimiento,
concluyese el negocio más aina.
Aquella tarde hizo la escritura,
el escribano Juan Martín del Grajo,
estando allí el alcalde Juan Rentero.
Y Pascual viendo cierta su ventura,
a Magandina dio por su trabajo,
una arroba de arrope, y un cordero.
XXX
A componer la novia se subieron,
la de Maroto, y la de Juan Segado,
y después que la hubieron barnizado,
su camisa labrada le vistieron.
De la prima del cura le trajeron,
una cofia de pinos, y un tocado
y basquiña y corpiño gandujado
que a la de Juan Verdura le pidieron.
S acáronla después de muy compuesta,
y dieron en loar su hermosura,
diciendo no haber cosa que la iguale.
Dijo Blas, no hay zagala como esta,
y al novio se llegó, y le dijo el cura,
así sea mi salud como ella sale.
XXXI
De su casa a la iglesia le llevaron,
Ginés de Pascual Mingo y Gil Manzano
porque le dio su vez el escribano
a quien para este fausto señalaron.
La cruz nueva de plata aderezaron,
que Pablo el sacristán sacó en la mano,
y un hisopo de cerdas muy galano,
con que el agua bendita rociaron.
Estuvo al decir sí, la novia muda,
y dijo el sacristán, que se mesura,
que no hay domine que a hablar la venza.
Un cuarto de hora tuvo el pueblo en duda,
hasta que S ancha Téllez dijo al cura,
en verdad no era cosa de vergüenza.
PROS IGUE LA BODA PAS TORIL
XXXII
Después que los hubieron desposado,
café Pascual al novio los volvieron
donde todas las mozas les tuvieron
lo que habían de comer aderezado.
Y mientras que comían el adobado,
y los demás guisados que les dieron,
las que habían de bailar se compusieron
para salir al corro señalado.
Y cuando la comida fue acabada
rogó Pero Barranco a Juan Piostre,
el que hiciesen cantar a la madrina.
Y ella lo comenzó muy repulgada
ayudando con palmas a la postre,
la de Juan Tinajero su vecina.
XXXIII
Toribio y Inés Domínguez de Escobosa
y el hijo de Tenorio el mesonero,
le dieron en redoma lo primero,
una zamarra blanca muy graciosa.
Y Pero Nieto y Blas de Hinojosa,
y Mingo Gil el nieto del gaitero,
presentaron al novio un gran cordero,
y a la novia una chiva, muy hermosa.
Antón de Juan Alonso, dio un cayado
al novio, y un zurrón le dio Vicente,
hecho de dos pellejos remendados.
Y un barreño de palo muy pintado
a los dos ofreció Pascual Clemente
y el cura un Dios los haga bien casados.
BODA PAS TORAL S EGUNDA
XXXIV
Antón de Pero Crespo el de Cornejo,
a Marina teniendo amor abondo
la esperó en el pilar del pozo hondo,
que hizo de sus propios el concejo.
Dejó pasar a Gil Carrasco el viejo,
que hablando viene con el Juan Redondo,
y después como erguido y sabiondo
le dijo levantando el sobrecejo.
Marina ya sabes que no pergeña,
ninguno como yo vuestro amorío
en todos los zagales más chapados.
Si quieres que Antón S ánchez de la Greña,
hable con vuestro padre y vuestro tío,
luego podemos ser matrimoniados.
XXXV
El día santo en la tarde salió al prado
lo bueno del lugar, porque se había,
para cumplir la fiesta de aquel día,
un corro muy galán aderezado.
S alió Toribio, Antón, y Gil Manchado
de Menga, Antonia, Olalla, y fue María
la que tañó el pandero con Lucía,
porque estaba el gaitero aficionado.
Fue de otro bando Juana la Herrera,
Mengua, Gileta, Bras, Crespo, y Clemente,
y tañoles, Teresa su vecina.
Alabó a Mengua el regidor Pesquera,
y respondió el alcalde Juan Llorente,
bien pueden callar todas con Marina.
XXXVI
Acabada la música otro día
se fue Antón a la iglesia de mañana,
y a la torre subió con mucha gana,
a mirar si Marina aparecía.
De su corral la vio cuando salía
remesando las greñas a su hermana,
y él hizo un repiquete a la campana,
porque volviese a ver al que tañía.
Marina volvió el gesto, y vio que estaba
pidiéndole por señas que le diga
si fue buena la música pasada.
Y ella para decir que le agradaba,
le dio una zapateta., y una higa,
y él hizo desde acá una rebellada.
XXXVII
Aquella tarde habló con el babero
diciéndole el negocio que procura,
y entrambos fueron para hablar al cura,
que a rezar le salió al humilladero.
Antón llegó quitándose el sombrero,
e hízole en llegando gran mesura,
y después humilló la catadura,
para dejar hablar al compañero.
Quedó que al padre de esta se le hablase,
y que Alonso Millón de Pero Tiesto,
se fuese con los dos y los terciase.
Y que era necesario para esto
que Antón se confesase, y se sangrase,
para que en todo hubiese buenos de esto.
XXXVIII
SONETO CON QUE S E ACABA LA BODA
Todos tres de consumo le hablaron,
y en efecto el negocio concluyeron,
y el Domingo siguiente ya se hicieron
las bodas de los deudos se juntaron.
Dos ovejas machorras se mataron,
y de agua pie una cuba se bebieron,
y después al ejido se salieron
adonde se bailó, y zapatearon.
Y viendo que la noche ya venía,
trajeron a la novia un posadero,
adonde se sentó muy mejorada.
Y cada cual llegaba y ofrecía,
y Herrán Crespo el viejo en un esquero
llevaba la redoma presentada.
XXXIX
Parió Antonia la hija de Morcillo,
con grandes pesadumbres aquel día
porque era primeriza, y la ofendía
bravamente cualquiera dolorcillo.
Llegóse su marido Juan Tomillo,
por aliviarla el mal que padecía,
y ella muy enfadada le decía,
(comenzando primero a maldecillo.)
Jesús no vean mis ojos tan mal hombre,
que no es marido sino mi enemigo,
héchemelo de aquí señor compadre.
Este con un disgusto que le asombre,
que no se verá una hora más conmigo,
a solas por los huesos de mi madre.
XL
El consejo, justicia, y regimiento,
después que ya el bateo fue acabado,
al casa la partida se ha tornado
a darle el parabién de aquel contento.
Hallaron allí moscas más de ciento,
y el portal de la calle muy regado,
para bailar después de haberles dado
la colación con horma al cumplimiento.
Confites de rastrojo les sacaron
y con heces de arrope unos tostones,
que de su desparpajo les sobraron.
Al cura, y sacristán dieron turrones,
y a bailar con aquello comenzaron
siendo a porfía nuevas invenciones.
XLI
Pasado el mar Leandro el animoso
en amoroso fuego todo ardiendo,
esforzó el viento, y fuese embraveciendo
el agua con un ímpetu furioso.
Vencido del trabajo y presuroso
contrastando a las ondas no pudiendo,
y más del bien que allí perdía muriendo,
que de su propia vida congojoso.
Como pudo esforzó su voz cansada,
y a las ondas habló de esta manera,
mas nunca fue su voz de ellas oída.
Ondas pues no se excusa que yo muera,
dejarme allá llegar, y a la tornada,
vuestro furor ejecuta en mi vida.
PADMITA (S EUDONIMO)
España. S iglo XX.
Poeta hallada en Internet.
SONETO
deja que te descubra en lo inconcreto
hacia donde mi sueño se encamina
mientras el cuerpo esconde su rutina
tras la apariencia breve de un soneto.
Deja que te vislumbre en lo secreto
de este silencio que s eme avecina,
de este silencio tuyo que culmina
en todo a cuanto diario me someto.
Y deja, si es que acaso has olvidado,
que vuelva a pronunciarte aunque callado,
que vuelva a contemplarte aunque dormido,
hoy que en la realidad que me sostiene
tu vos a la memoria se me viene
como para decir que no te has ido.
PADORNO, MANUEL
España. 1.933
Poeta.
ENTENEBRECIDO
Uno se cae despacio, lentamente
uno se cae vacío de costumbre
no quisiera saber de aquella lumbre
ni quisiera saber tan lentamente
uno quisiera, al fin, de saber algo
saber algo, quizá, que sepa a algo
algo que no se sabe a lo que sabe
algo que, de saberse, sea algo
uno va lentamente entre tinieblas
uno va a alguna parte o a ninguna
ni quiere llegar tarde ni temprano
demasiado deprisa o lentamente
saber algo, ver algo, acostumbrarse
bajo el relampagueo que te añubla.
PADRO, NEN E
España. S iglo XX
Poeta.
TU S ONETO
He estado meditando conmovida
en la razón de ser de mi existencia,
y he llegado de pronto a la consciencia
de que vale la pena ser vivida.
Yo le estoy a mi Dios agradecida
por haber conservado la inocencia
de mis sueños de ayer, la inexperiencia
es el mayor tesoro de mi vida.
Yo doy gracias a Dios porque he nacido,
por la dicha de haberte conocido
y por saberte escrito en mi destino.
S ólo quisiera ser por ti muy bella,
y poder alumbrar como una estrella
para volcar mi luz en mi camino.
PADRON, JUS TO JORGE
Las Palmas. 1.943
Licenciado en Filosofía y Derecho. Poeta.
Introduzco la poesía nórdica en España.
CONTIGO
Contigo en lo sensual de la armonía
bajo la luz cerúlea del verano.
Muerdo el racimo que abres en tu mano,
sorbo tu olor carnal de mediodía.
Beso tus labios. Callas. Eres mía.
Vivo la plenitud de un mar humano
alzando su oleaje soberano
en el cuerpo del hombre que te ansía.
Contigo en el abismo que presiento
y en el deseo que se me desboca.
Contigo por los astros y en el viento
que hace tuyo y más mío cuanto toca.
Contigo cuando soy y cuando siento
quemándome en tus ojos y en tu boca.
PADRON ACOS TA, S EBAS TIAN
Islas Canarias. XIX – XX
Poeta encontrado en Internet.
SONETO
La vi acercarse triste y lentamente,
envuelta en negra y vaporoso manto.
En sus ojos, bañados por el llanto,
brillaba una mirada refulgente.
Llegó hasta mí, me atrajo dulcemente;
y mientras yo me estremecí de espanto
un beso puro, cariñoso y santo
imprimieron sus labios en mi frente.
“S oy el dolor, me dijo, ya eres mío.
Sufre y bendice el lazo que te oprime.
Que si el placer acaba en el hastío,
yo soy del cielo creación sublime;
y te brindo lo amargo... lo sombrío...,
lo que conforta el alma y la redime”.
PAEZ PUMAR, OS WALDO
Caracas. Venezuela. Siglo XX.
Poeta hallado en Internet.
SONETO
Cada vez que se acerca el día y la hora
en que debe estar listo mi soneto
sin tema que me saque del aprieto.
Hugo S ánchez es musa inspiradora.
El hombre aparece en la pantalla
y derrama cien mil afirmaciones:
insultos, amenazas y canciones
con el sello brutal de la canalla.
Hoy al Banco Central le han exigido
que sean los intereses reducidos,
pero agrega que no es una orden.
Y otra vez al gran CAP se me asemeja
pues las contradicciones son parejas
y el orden que persigue es el desorden.
PAEZ TELLEZ, GABRIEL ANGEL
Ocaña. Colombia. 1.940
Poeta y Educador.
A JORGE ROBLEDO ORTIZ
El poeta de la raza ha fallecido
su agonía la recogió la aurora;
mas su alma inmortal, ave canora,
tan sólo deja al hombre que ha dormido.
Duerme el poeta, frente pensativa,
sensible a los seres y a las cosas...
Parece irradiar cual luz votiva:
poesía de azucenas y de rosas.
Eran sus versos como el tibio nido;
como un rayo de sol en la mañana,
como un timbre sonoro de campana.
Eran sus versos, cual la luz del día;
lo fue matando la melancolía
¡la que enluta a la tierra colombiana!
MIS HIJOS
¡Gabriel Fernando es ágil como el viento!
fuerte, como sus años juveniles
y tan sólo a la fecha nueve abriles
y no le alcanza el día de contento.
Maribel es mi niña consentida;
toda dulzura mi pequeña hermosa,
tiene la gracia del botón de rosa,
en mis jardines siempre florecida.
Bendigo a Dios que me tradujo en ellos;
del suave sol distante sus destellos
devolviendo a mi vida su alegría.
Hay otra hija en dimensión radiante:
ella es ahora inspiración constante
que mi alma transforma en poesía.
PAGADOR OTERO, JOS E MARIA
Badajoz. 1.948
Periodista y Poeta hallado en el libro Homenaje
a la fiesta del soneto en 1.912
DOMICILIO
Vivo donde el momento hace mi casa
con su materia fugitiva, vivo
en la morada del instante esquivo,
bajo el tejado del azul que pasa.
Vivo donde la vida se hace masa
en el molino del vivir, cautivo
de su girar efímero, excesivo,
para su flor de harina siempre escasa.
En la frontera vivo del minuto,
en el abismo en que se niega el día
y del que brota siempre afirmativo.
En el inverosímil, diminuto,
lapso del ser no ser, en la porfía
de lo fugaz con lo definitivo.
PAGAZA, JOAQUIN ARC ADIO
Valle de Bravo. Estado de México. 1.839
Jalapa México 1.918
Obispo de Veracruz hasta su muerte
LA ORAC ION DE LA TARD E
Tiende la tarde el silencioso manto
de albos vapores y húmidas neblinas
y los valles y lagos y colinas
mudos deponen su divino encanto.
Las estrellas en solio de amaranto
al horizonte yérguense vecinas
salpicando de gotas cristalinas
las negras hojas del dormido acanto.
De un árbol a otro en verberar se afana
nocturna el ave con pesado vuelo
las auras leves y la sombra vana;
y presa el alma de pavor y duelo,
al místico rumor de la campana
se encoge, y treme, y se remonta al cielo.
CREPUS CULO
Lento desciende el sol y se reclina
en nubes de ámbar, rosa y escarlata;
y resuélvese en lluvia de oro y plata
de los montes lejanos la neblina.
Entre nimbos la estrella vespertina
brilla y treme; en el lago se retrata
el nublado que grácil se dilata
donde rompe la bóveda azulina.
El horizonte aclárase y remeda
voraz incendio, tinte de amaranto
el cielo cubre, el llano, la arboleda.
Y junto al nido el postrimero canto
entona embebecida el ave leda
del sol poniente en el divino canto.
EN LA NOCHE
Parece mediodía. ¡Tanto alumbra
húmedo el bosque salpicando Febo!
suave el céfiro apenas mueve
aquella encina que entre mil se encumbra.
S obre el Zempoala el Véspero relumbra
tendido encima de la blanca nieve;
y en la planada el arroyuelo leve
como cinta de plata se columbra.
Rutila el cielo; y se oye en la montaña
de la abubilla el grito lastimero
que el eco reproduce en la campaña.
Flérida, ven y sígueme, pues quiero
gozar de aquesta noche. La cabaña
cierra, amiga; te aguardo en el otero.
AL AMAN EC ER
Asoma, Filis, soñoliento el día
y llueve sin cesar; en los cercanos
valladares, al pie de los bananos,
mi grey se escuda de la niebla fría.
Las vacas a sus hijos con porfía
llaman de los corrales, en pantanos
convertidos, y ruedan en los llanos
pardas las nubes y en la selva umbría.
Oye... se arrastra sobre el techo herboso
los tiernos sauces con extraño brío
al mecerlos el viento vagaroso,
que trayendo oleadas de rocío
por las rendijas entra querelloso:
prende el fogón, amiga, tengo frío.
EL MANDATO
De Jonatás, su amigo y su delicia,
y de S ául, contrario, crudo el sino
al par lloró David. (El amor fino
lleva siempre un resabio de injusticia.)
Y de Judas midiendo la malicia
e ingratitud el Redentor divino
y de Juan el afecto peregrino,
a entrambos lava, obsequia y acaricia.
Lleva a su plato, aquel la mano impura;
y aqueste aviva su amorosa llama
libando de su pecho la dulzura.
Amable a entrambos sus amigos llama
al que dañarle pérfido procura,
y al que leal le sigue y tierno le ama.
EN LA PARAS CEVE
Dicen que el Tracio fue tan inspirado
poeta, que al tañer su blanda lira
llevaba en pos de sí (¡dulce mentira!)
la selva, el arroyuelo y el collado.
¡Vate, no tú, por vates sublimado!
Aquel cisne divino cuando expira
el sí, por más que el báratro conspira,
se atrajo el universo consternado.
Al resonar su postrimer acento,
despierta el mar y airado se incorpora
enviando a las estrellas su lamento;
el Infierno sus pérdidas deplora;
treme la Tierra en su hondo firmamento,
y en luto el cielo con los astros llora.
LA INS TITUCION
Lleno de amor, negado a las querellas
del aura y aves y fontana pura,
tramonta Febo y a la noche obscura
borrar permite sus fecundas huellas.
Pero al enviar sus últimas centellas
aquese vuelo aviva su ternura;
y cambiando ingenioso de figura
de nuevo encarna en mil y mil estrellas.
¡Ah, S ol de S ol! Tu mística paloma
te aprisionó llegada tu partida,
con sus arrullos y preciado aroma;
y por dejarla en saciedad cumplida
tomaste, al trasponer el agria loma,
en mil panes y mil eterna vida.
A UN GIRAS OL
Espejo de lealtad, flor admirable,
que inmoble y a la par en movimiento
saludando de Febo el nacimiento,
a su ocaso le sigues invariable.
Es tan fino tu amor inimitable,
que si envuelto en su manto ceniciento
esquivo se levanta y soñoliento,
a través le contemplas siempre amable.
Si al amante Jesús, mi sol divino,
que me busca y me acecha enamorado,
como tú al luminar amara fino,
no me helaría al verlo disfrazado,
con capuz ingenioso y peregrino
esconderse de mí Sacramentado.
DE MURMURIOS DE LA S ELVA
Dejó en Tesalia un cazador garrido,
bajo al móvil sombra de un manzano,
a su hijo, mientras va por monte y llano
una perdiz siguiendo hasta su nido.
Al volver, ¡oh dolor!, le ve ceñido
por las espiras de dragón tirano;
¡era padre!, al carcaj llevó la mano,
trémulo el brazo, el corazón transido.
La flecha embebe al arco; y con tal arte
la fuerza mide y el impulso pesa,
que tan sólo al dragón, certero, hiere.
Así Dios el socorro nos imparte
cuando nos mira del infierno presa;
y vive el hombre y la serpiente muere.
JUEVES S ANTO
Bestia crüel, S atán: ¿en un bocado?...
¿en un bocado -¡ah, pérfido!- aseguras
a estas dulces y cándidas criaturas
que todo un Dios se encierra? ¡Mal pecado!
¡Ay, que perdieron su feliz estado
por darte oído! ¡Cuántas desventuras!
¡En vez del néctar, liban amarguras!
¡En vez del cetro, empuñan un cayado!
¿Y esto por siempre? ¡No! La hora suena
y asoma Aquel que, Fruto de la fruta,
del caído hombre la mejilla bese;
quien, al cenar la postrimera cena,
“Este es mi cuerpo”, dice: el pan trasmuta...
¡Y dioses somos aunque mal te pese!
EN LA PARAS CEBE
Dicen que el Tracio fue tan inspirado
poeta, que al tañer su blanda lira
llevaba en pos de sí (¡dulce mentira!)
la selva, el arroyuelo y el collado.
¡Vate, no tú, por vates sublimado!
Aquel cisne divino cuando expira
el sí, por más que el báratro conspira,
se atrajo el universo consternado.
Al resonar su postrimer acento,
despierta el mar y airado se incorpora
enviando a las estrellas su lamento;
el Infierno sus pérdidas deplora;
treme la Tierra en su hondo firmamento,
y en luto el cielo con los astros llora.
EL RIO
¡S alve, deidad agreste, claro río,
de mi sueño natal lustre y decoro,
que resbalas magnífico y sonoro
entre brumas y gélido rocío!
Es el blanco nenúfar tu atavío,
tus cuernos de coral, tu barba de oro,
los jilguerillos tu preciado coro,
tu espléndida mansión el bosque umbrío.
Hiedra y labrusca se encaraman blondas
y enlazan por cubrirte en los calores
con campanillas y rizadas frondas;
te dan fragancia las palustres flores;
y al zambullirte, tus cerúleas ondas
ensortijan los cisnes nadadores.
EL PAPALOAPAN
Escucho aún tu plácida quejumbre,
gigante río. ¡Límpida guirnalda
tu sien orne y del médano la falda
ciñas con aparente mansedumbre!
Del sol hermoso la divina lumbre
retrátase en tu linfa de esmeralda
y en ti se vea tinta de oro y gualda
del Citlatépetl la nevada cumbre.
De tus riberas el papayo rico
la poma ostente en nido de verdura
del tordo herida por el rojo pico
y mézcanse tus palmas en la altura
blandamente agitando el abanico
que al dulce Tlacotalpan da frescura.
LA PEÑA MEJES TUOS A
De un monte el dorso ríspido y serrado
tiene por trono, y la escarpada cumbre;
se corona en laurel, y su techumbre
las nubes son y el éter azulado.
Por cetro empuña verde y arriscado
monolito de enorme pesadumbre;
las colinas su regia servidumbre
son, y su imperio el valle dilatado.
Se embebece mirando en el bruñido
y líquido cristal su faz severa,
su airoso porte y ademán temido.
Y su música dulce y placentera
son el trueno del rayo y el graznido
del águila salvaje y altanera.
EL INVIERNO EN JALAPA
Luchan el cierzo y austro; leve bruma
el valle, el monte y el zafir empaña,
y rumoroso sus arenas baña
inquieto el mar con irisada espuma.
En grupos, balador y ágil, trashuma
el rebaño o se llega a la cabaña,
donde no lejos de un rival, sin saña
sacude e gallo la mojada pluma.
Y arrástranse las nubes con sublime
susurro en el pinar. ¡Cuánta belleza
la blanca, tenue luz al cuadro imprime!
Y del invierno acrece la rudeza
la lluvia pertinaz, que el alma oprime
con infinita y plácida tristeza.
LA CUMBRE
En medio a dos madroños que de grana
tiñó mi cielo dulce y bendecido,
en pedestal mohoso y carcomido
tosca una cruz se eleva soberana.
Al romper el albor de la mañana
la saludan el ábrego el silbido,
de la púdica tórtola el gemido
y el plácido rumor de la fontana.
Con perlas y diamantes le decora
y ciñe el alba sien el astro bello,
nuncio feliz de la rosada aurora;
dorado y tibio su primer destello
le envía el sol; y fresca trepadora
la agreste vid se le encarama al cuello.
PAGES , GERARDO H.
Argentina. Siglo XX.
Poeta hallado en Internet.
COLEGIO NACIONAL DE US HUAIA
¡Nacional de Ushuaia! Eres más que un sueño
que todos soñamos. Y el viejo Central
se siente orgulloso, como de un pequeño
que ya marcha solo, pujante y vital.
El árbol se yergue, grávido de frutos,
con fuertes tutores, y ponen el hombro
los ayer dudosos, los irresolutos,
que ahora son presa de dichoso asombro.
Noble es el empeño y alta la consigna:
humanismo y ciencia con sabor fueguino
y un ansia de auroras que no se resigna
a las mezquindades de un torpe destino.
Con sapiencia unida a una vida digna
abramos picadas en suelo argentino.
PAGUAGA FERNANDEZ, EN RIQUE
Nicaragua. Hijo de Paguaga Nuñez, Cristino
y María Fernández.
AQUEL BES O
Ilusión dormida en tus labios rojos,
la ráfaga de un beso te soñaba
mientras mi boca ardiente te buscaba
ofrendándote en versos los hinojos.
Cubriéndote con pétalos los ojos,
vendaval de caricias te ahogaba
y un suspiro indolente te tentaba
cual tributo de aromas y de abrojos.
Fue aquel beso el primero en nuestros juegos
de aquel amor naciente, tan inquieto,
que ilumino la noche con sus fuegos.
Con el valor de aquel sutil respeto,
haciendo madrigales de mis ruegos,
forjóse con tu encanto este soneto.
DES AFIO
Lo que borrar el tiempo no ha podido;
aquel amor fugaz en las caricias,
tan dulce y delicado en tus delicias,
con volverte a mirar ha renacido.
Lo que durmió en la noche del olvido;
que sólo fue ternuras y primicias;
por faltarle ocasiones más propicias,
no pudo ser lo que debió haber sido.
Tanto tiempo guardada en el secreto;
pretende realizarse por entero,
la pasión que provoca este soneto.
Muchas veces besar tus labios quiero,
en un lugar tranquilo y muy discreto;
donde esta misma noche, amor, te espero...
ENVIO
Doctor de la metáfora y la alquimia
que iluminó con joyas el idioma,
escandiendo la lira en su redoma
con la fiesta de la palabra eximia.
Mago del verso y de la sinonimia
maestro de la luz y del aroma,
artífice del ritmo y del axioma,
escancia el vino de buena vendimia.
S orbiendo añejo mosto castellano
del cáliz cristalino del estío,
con frágil respeto al mester arcano,
va mi homenaje en verso en el envío:
¡S ol del nicaraguense meridiano,
“padre y maestro mágico”, Darío!
A LA LENGUA CAS TELLAN A
Dulce y hermosa la lengua castellana;
adarga antigua de hidalgos andantes
-¡cinco siglos en tierra americana!se acicala la prosa de Cervantes.
Se mueve a la cadencia afroantillana,
cabalga sobre estribos rutilantes;
rima de Garcilaso la engalana,
le da Darío acentos elegantes.
De la palabra de Cristo, instrumento;
de Isabel de Castilla, libro a diestra;
Nebrija compendió tal documento.
De misioneros, púlpito y palestra;
de Roma inmortal, Nuevo Testamento.
¡Cuán bella, cuán noble es la lengua nuestra!
TRES GLOS AS DE UN SONETO DE
MIGUEL HERNAND EZ
1
Tras tu muerte de casta y de sencilla:
vino mi confesión y mi condena
por acariciar tu larga melena,
con libación de flor y de mejilla.
Yo te libé la flor de la mejilla,
y con aquel tormento que encadena,
tu mejilla de escrúpulo y de pena,
conviértese en pasión que te mancilla.
El sabor de aquel beso persistente,
cuando con ansiedad yo te persigo,
el aliento te tiene enardecido.
Mientras soñando estás, celosamente,
nuestro amor vigilando, ¡qué castigo!,
para que no se pierda en el olvido.
2
Cual rocío en la flor de tu mejilla;
raptor de tu inocencia en aquel beso;
declárome convicto, amor, confeso...
¡No te mueras de casta y de sencilla!
De cándida, de casta y de sencilla,
confundiste la gloria del suceso;
delirio que marchita el embeleso
de una flor dehojada y amarilla.
El ímpetu de aquel beso inocente
te persigue en la noche en tu latido,
heraldo de un encanto egregio y grande.
Mientras inmaculada estás, durmiente,
con nuestro amor en sueño sostenido,
sin que una sola lágrima lo ablande.
3
Raptor de tu inocencia en aquel beso...
en mis brazos ardiente y candorosa,
temblaste como un pétalo de rosa,
desmayándote leve en tu embeleso.
Disfrutando aquel éxtasis de exceso,
cual si en tu candor fueras una diosa;
sutil en la cadencia y en la prosa,
te contemplaba en el amor poseso.
Fue aquel beso, de canto y de leyenda;
soneto, madrigal y redondilla.
Fue aquel beso, oración, ritual ofrenda.
Fue aquel beso eclosión de maravilla,
que iluminó la pura y blanca senda,
de tu entrega de casta y de sencilla.
EVOCACION A ED ITH PIAF
Me moriré en París sin ilusiones,
como Cesar Vallejo lo decía;
me moriré en París no sé que día...
¡En París, Edith Piaf, con tus canciones!
En París de las laicas comuniones
recordando el esplín de tu armonía,
tarareando tu dulce melodía
junto al Olimpia de tus ovaciones.
Con Euterpe y Melpómene en la gloria,
tras el eco de tu voz quejumbrosa,
Clío te abrió las puertas de la historia.
S obre el mármol de tu tumba una rosa,
lozana, simboliza la victoria
del aura de tu lira candenciosa.
PAGUAGA NUÑ EZ, CRIS TINO
Matagalpa. (Nicaragua) 1.904 - Nueva York. 1.985
Se dedicó a la docencia. Dominaba el latín, el griego,
el francés y el inglés. Director del periódico “La Prensa”.
ENMUDEC IDO
¿Qué no te dije nada cuando nos conocimos
pudiendo haberte dicho la mar de cosas bellas!...
Callamos y callamos ¡qué poco nos dijimos
aquella noche clara de ensueños y de estrellas!...
Y fueron las de entonces míos más lozanas rosas,
y fueron las de entonces mis más dulces cantares,
y estaban embrujadas de luz todas las cosas:
las piedras, los caminos, las fuentes, los palmares...
No hubo voz escondida que yo no descubriera
para llamarte mía, en plena primavera,
y loco, fascinado, en tu mirar perdido,
no sé si no te dije cuanto decir quería,
pues con llamarte mía, eternamente mía,
¡quedéme en mi embeleso, de amor enmudecido!
S I TU TE ME MURIERAS
¡Qué cosas las que dices!... Si tú te me murieras,
quieres saber, curiosa, lo que te escribiría...
Sería cual si todas, todas las primaveras,
se murieran al tiempo juntas el mismo día...
como si de repente la luz de las esferas
celeste se apagara, y en la noche sombría
reinasen nuevamente las tinieblas primeras,
¡sin soles y sin lunas, sin estrellas, vacía!...
El erial de este mundo, sin perfumes, sin flores,
sin pomas encendidas, sin alas, sin colores,
sin cascada sonora, sin iris, sin canción...
perdería la gracia de las cosas divinas,
¡y, al convertirse todas mis rosas en espinas,
contigo moriría también mi corazón!...
PAIS , FEDERICO EMILIANO
Entre Ríos. Argentina. 1.919 – Catamarca. 1.995
SONETO EN AMARILLO MAYOR
El sol estalla en centellitas bruscas,
diminutas galaxias de amarillo;
todo el valle retiembla con las tuscas,
y hasta los cerros vibran por el brillo.
Topacio, y ámbar, y azafrán ofusca
el oro de las breas y espinillos.
Gira en el aire un polen que corusca
a un agrio son de bronces y patillos.
Chorros de sol rebotan por las ramas
de los chañares, fulgen las retamas,
destellan rutilantes quellosisas.
Flora un áurea fragancia de mimosas.
Y en los ojos dorados de las cosas
un puma rubio y gruñidor se eriza.
SONETO AZUL
El morado conjuro de los tarcos
embrujaba a los mundos de poesía,
y capullos de azul melancolía
lloviznaba sus copas, en el marco
violeta de los cerros. Bajo el arco
de humo de las nubes, se perdía
el turquesa de eterna lejanía
que hay en las tardecitas de ojos zarcos.
Un nostálgico lila de glicinas
languidecía entre las manos finas
de un aire de zafiro conmovido.
Y en añiles piadoso como incienso
subía del oeste un velo denso
que esfumaba las cosas en su olvido.
PAIVA, MARIA D EL CARMEN
Paraguay. Siglo XX
Poeta hallada en Internet.
ABUELA D ES VELADA
Transitaba apacible con el viento,
le rondaba una gualda mariposa,
y en las encrucijadas una rosa
le concedía su callado aliento.
Con un andar nostálgico y sediento
iba flotando su figura añosa,
casi colmada de nostalgia hermosa,
sumida en un remoto pensamiento.
Atardecían lámparas moradas
en el azul remanso de sus ojos,
fingiendo estrellas tímidas, selladas.
Huía rumbo al alba, como un hada,
libre ya de fatigas y despojos,
impasible y ausente y desvelada.
PAJARES IGLES IAS , JUAN CARLOS
España. HUELVA 1.961
Vive en León. Poeta hallado en Internet.
SONETO
Hoy, que sin musas ni tareas yazgo,
probaré con la rima consonante,
pues decir nada es tan apasionante
que contando y trenzando paso el trago.
Si diera en decir algo, y no es el caso,
que de mi corazón o mi mollera
rescatara, audaz, fiel y verdadera,
la palabra sin rima, libre el verso,
dejaría volar por el jardín
del pliego. Y ya a mitad de este terceto
no mudaré ni estrujaré el magín
por regalar, lector, a tu intelecto
retazos de mi vida, un querubín,
o la estrella fugaz de un pensamiento.
PAJARO ES PINO, EL (S EUDONIMO)
España. S iglo XX.
Poeta hallado en Internet.
SONETO
Me llevan de la mano al otro mundo
el sueldo de Ronaldo y el de Figo,
las comidas sin sal y que contigo
cada hora se me pase en un segundo.
Les pido me sujeten, que me hundo,
si veo que sube el pan y baja el trigo,
y empiezo a desvariar si, como digo,
prefieren S ala Rosa al Vagabundo.
Me llevan de la mano al matadero
las arañas que tejen como artistas
el discurso vacío de Zapatero,
la puta sociedad de las revistas,
que no le den el Nobel a Quintero
y el look de Armani de los socialistas.
PAJUELO GALLARDO, ANAS TAS IO
Campanario. Badajoz. S iglo XX.
Maestro de Educación Primaria.
Poeta hallado en Internet.
SONETO DE AMOR
Amarte sin amarte, ¡qué tormento!
Amarte sin amarte, ¡qué delito!
Amar, querer amor, suelo bendito
en lago de ilusión y sentimiento.
¡Qué juego de placer! Y qué contento
vivir siempre en la flor aunque marchito.
Calor de nieve, amor, el infinito
persigue tu color por el desierto.
Buscamos hoy la paz. Ayer el cielo
nos dio su corazón, hermoso ramo
que sirve a la esperanza de consuelo.
El viento nos agarra de la mano,
nos lleva a su morada con desvelo
y siente con nosotros más que humano.
SONETO
Para hablarte de amor no necesito
ni lápiz ni papel. Sólo quererte,
saber que estás ahí, mirar y verte
y viajar con tu luz al infinito.
Para hablarte de amor no necesito
que la luna nos mire frente a frente,
pero si que su luz, eternamente,
acompañe a mi fe, digo y repito.
No me busques, amor, en los rumores,
que jamás yo los tuve por amigos:
búscame si tú quieres en el fuego,
porque un fuego de luz son mis amores,
y más fuertes aún si son contigo,
que al final el amor es todo un juego.
PALACIN PALAC IOS , CONCEPCION
Antequera. Málaga. Siglo XX
SONETO AL S ERMON DE LA MONTAÑA
Dichoso el que carezca de las cosas
que Cristo en la montaña enumeraba;
quien en riqueza y en poder fallara
viviría en la paz horas gozosas.
La bienaventuranza es agua clara
que, discurriendo en senda pedregosa,
llega para clamar la sed penosa
de aquel que en la promesa confiara.
Mas hay un carecer no compensado
cual la escasez de amor, fe y esperanza.
Hermana del vacío siempre odiado,
es para el hombre, su malaventura
y su secuela un alma en tal estado
que, debiendo volar, vuelo no alcanza.
PALACIO, ED UARDO LUIS DEL
Paniza. (Zaragoza) 1872 - Madrid. 1969
Poeta, lingüista y catedrático español.
LA MUJER ID EAL
1
Todos mis cantos la Mujer inspira;
que el más alto concepto de hermosura,
el dechado inmortal, la forma pura,
en ella el hombre compendiados mira.
S ólo del Ideal canta mi lira;
que de lo real huyendo la angostura,
el vate en su canción plasmar procura
de sus sueños la mágica mentira.
Mi Ideal, grande cuanto yo mezquino,
es el amor, del orbe soberano:
Amor es la razón del femenino:
toda amor la mujer que busco en vano,
cifra en la santidad de lo divino
y meta en la hermosura de lo humano.
2
La forjó mi exaltada fantasía.
Y aunque sólo es tal vez vana quimera,
aunque en balde quizá mi afán espera
con formas de mujer hallarla un día,
es ya de mi razón único guía,
de mis pasiones única barrera:
y mi vida a sus leyes se atempera,
pues a su voluntad rendí la mía.
Fantasma vagoroso del deseo
que en el secreto de la mente abrigo,
cuyos encantos al soñar poseo,
mujer la guardo, sombra la persigo,
y en mi inefable aberración la creo
nacida en mí para morir conmigo.
3
Una vez más en sueños la he sentido
llegar a mí con vuelo cauteloso,
y aún me turba el arrullo cadencioso
de las promesas que vertió en mi oído.
¡Corazón, aleluya! Me ha ofrecido
ceder al fin a mi rogar ansioso,
encarnando el ensueño más hermoso
que la imaginación ha concebido.
Pero cuando humanada me aparezca,
y el arquetipo que engendró el deseo
moldeado en la materia remanezca,
en esa vida real que hoy entreveo,
¿conseguirán los goces que me ofrezca
superar a las dichas que poseo?
MORGENLIED
Al naciente fulgor del nuevo día
se aboceta en el cielo tu figura,
surgiendo, estilizada, entre la albura
de la indecisa y tenue lejanía.
Celajes incoloros todavía
se ciñen a tu clásica hermosura,
formando una flotante vestidura
que la deidad más alta envidiaría.
Y mientras en Oriente parpadea
la luz que, de las sombras vencedora,
matices vagos sobre sombras crea,
fija en mí tu mirada soñadora,
parece que en tus labios juguetea
la plácida sonrisa de la aurora.
EN UN ABAN ICO
En horas de fastidio o de amargura,
muchas veces , curiosa o fatigada,
pondrás en tu abanico la mirada
como la mirra y el incienso pura.
Y sobre esta vitela cuya albura
mancillo audaz, puesto que así te agrada,
verás cien nombre que en marcial parada
rinden pleito-homenaje a tu hermosura.
Si en ti evoca el que llevo alguna idea,
como en tu estimación cifro mi gloria,
sólo un lauro mi espíritu desea:
que mi nombre, insensible a otra victoria,
de respeto y amor símbolo sea
grabado para siempre en tu memoria.
ARQUETIPO
Vertió pródiga en ti Naturaleza
cuantos dones preciados atesora:
castos hechizos, gracia seductora,
discreción, juventud y gentileza.
Y, émulas tu virtud y tu belleza,
tal se ligan y funden, que se ignora
dónde, para el que suma y avalora,
lo humano acaba y lo divino empieza.
Quien un momento tu amistad comparte
o d verte una vez logra la suerte,
inútil es que trate de olvidarte,
pues, sólo con llegar a conocerte,
ni se sacian los ojos de mirarte,
ni el corazón se libra de quererte.
PAS IONARIA
Era una noche tormentosa y fría;
y ella, sentada junto a mí ante el fuego,
furtiva un punto me miraba, y luego
separaba su vista de la mía.
Cada nuevo rumor la estremecía;
y, de mis ojos esquivando el ruego,
víctima de tenaz desasosiego
su rostro con las manos escondía.
Yo no acertaba a hablar; embravecido
soplaba afuera el vendaval sonoro
ya fingiendo un clangor, y ya un gemido;
el hogar encrestaban llamas de oro...
Ella, de pronto se acercó a mi oído
y enrojeciendo murmuró: ¡te adoro!
MARIA
Quien lleva el dulce nombre de María,
-tú la de voz melosa y tez meladaestá a muchas virtudes obligada
si quiere hacer de aquel símbolo y guía.
Modesta, aunque conozco su valía;
a un mismo tiempo Afable y Recatada,
Inocente sin dar en confiada,
y Amorosa, sin celos ni porfía.
Tú añades a esos dones la hermosura,
la gracia, de incentivo poderoso,
y el imán del talento y la cultura.
Y al consignar yo aquí, meticuloso,
de tu alma, cuerpo y nombre la dulzura...
recuerdo sin querer que soy goloso.
EUTHANAS IA
Cuanto pude luche... ¡Suerte, has vencido!
Este continuo batallar en vano,
la eterna duda y el dolor tirano,
han postrado mi espíritu aguerrido.
Si con la muerte lógrase el olvido
y en ella cesa el infortunio humano,
de todo cuanto Dios tiene en su mano
sólo morir y descansar le pido.
De amor y fe mi espíritu sediento,
si abrigó una ilusión consoladora
no espera ya ventura ni contento.
¡Hiérame pues la muerte desde ahora!
¿Qué será la vejez y el desaliento
si a esto se llama juventud y aurora?
FATUM
Marchito el corazón, la fe perdida,
sin odios, ni rencores, ni desvíos,
ha aniquilado mis antiguos bríos
esta difícil lucha por la vida.
Algunas veces, con pasión rendida,
llamé a la Muerte en éxtasis impíos,
viéndola siempre a los conjuros míos
más desdeñosa cuanto más querida.
Si, pese a mis esfuerzos varoniles,
en el tenaz asedio de mis males
Vida y Muerte mostráronseme hostiles,
¿cómo no he de pensar que hados fatales
destinaron mis años juveniles
a llorar los precoces ideales?
S PES ULTIMA
Todos tras de la dicha caminamos;
todos, aunque distante la miremos,
por cuantas sendas al azar corremos
con afán codicioso la buscamos.
En todos cuantos goces anhelamos
dichas soñadas vislumbrar creemos,
y cuando a nuestro alcance las tenemos
por otras más lejanas suspiramos.
Y al final del camino de la vida,
cuando, cansados ya de la carrera,
sólo la paz del sueño nos convida,
maternal y piadosa nos espera
la Muerte, nuestra innata prometida,
única dicha humana duradera.
FRUCTIDOR
¡Ven!... del bosque los gárrulos rumores,
nos brindan, lejos del mundano ruido,
con ese amor jamás interrumpido
de auras y fuentes, pájaros y flores.
Allí donde se apagan los colores
y es todo calma soledad y olvido,
como ocultan los pájaros sus nido
iremos a ocultar nuestros amores.
Y allí, mientras el céfiro halagüeño
se aduerme, perezoso, en los ribazos
y todo en derredor se rinde al sueño,
cautiva el alma en deleitosos lazos
con queda voz conjuraré a mi dueño
y, ebrio de dicha, me unciré a tus brazos.
EL ETERNO DON JUAN
No es la contrafigura de Mañara;
no el don Juan que en los béticos pensiles
no halló para sus fiebres moceriles
ni un manantial de amor que no enturbiara;
sino el otro don Juan, el que alquitara,
aun ciego, las esencias más sutiles,
y al desflorar las almas femeniles
sus veneros recónditos aclara.
El que, andaluz también, tiene en la historia,
como aquél por su labia fementida,
por la pluma veraz su ejecutoria;
y colmando a los siglos la medida,
se ve, muerto, exhumado por la gloria
en vez de ver pasar su entierro en vida.
VOX CLAMANTIS
Se estrella en su altivez esta ansia loca,
tósigo de mis labios y mi pluma,
cual se rompen las olas en espuma
contra la estéril e indomable roca.
Pero si en sueños mi ilusión la evoca,
si de la cripta del ayer la exhuma,
brindándome en la sombra se difuma
la miel en los panales de su boca.
Y cuando, al ofrecerse placentera
tal como la forjó mi fantasía,
sólo alcanzo a abrazar una quimera,
pienso que, acaso, en mi tenaz porfía,
a su engañosa imagen prefiriera
verla a mi lado desdeñosa y fría.
SONETOS TRADUCIDOS DE
ANTHERO DE QUENTAL
REDENCION
¡Voces del mar, los árboles y el viento!
Cuando a veces, en sueño doloroso,
a mí llegáis en canto poderoso,
vuestra pena hallo igual a mi tormento.
Verbo crepuscular; íntimo aliento
de cuanto es mudo; salmo misterioso:
¿no serás tú, quejido vagaroso,
el suspiro del mundo y su lamento?
Late en la inmensidad un genio arcano;
un ansia cruel de libertad en vano
temblar hace las formas fugitivas.
Y yo comprendo vuestra lengua extraña,
almas del viento, el mar y la montaña,
de mi alma hermanas, como yo cautivas.
A...
¡Ay! ¡S iempre el porvenir, nunca el presente!
¡En éste instante actual, lleno de horrores,
otro bálsamo no hay que los colores
con que pinta el deseo un bien ausente!
Mas ¿que importa el futuro si, inclemente,
esa hora, que hoy se ofrece entre fulgores,
llega, es presente, y trae nuevos dolores?
¿Cuál es, pues, la esperanza que no miente?
¡Vano es luchar! Lo que alcanzar procuro,
si me huye es una imagen engañosa,
y si me espera es un espectro impuro.
Y así la vida pasa y nunca posa;
el presente, un anhelo del futuro:
y el futuro, una sombra mentirosa.
LAMENTO
En torrente de luz, por la montaña
baja la Aurora matizando el suelo.
¿Puede haber aflicción ni desconsuelo
que el sol no borre cuando el mundo baña?
Cresa ruin, yerma roca o frágil caña,
revuelta sirte o piélago de hielo,
¿qué paria, en fin, no encontrará en el cielo,
ni una hora al menos, compasiva extraña?
Dios es Padre de toda criatura,
y a todos cuantos seres ha creado
brinda en el alba un rayo de ventura.
Y pues sólo yo estoy desconsolado
mientras se alegra en torno la Natura,
¡hijo seré, mas hijo abandonado!
DES PONDENCY
¡Dejadla huir!... pobre ave a quien robaron
hijos y nido en lucha desastrosa!...
que la lleve una brisa generosa
allá donde las alas le arrancaron...
¡Dejadla huir!... barquilla que arrojaron
los tifones a sirte procelosa
cuando surgió la noche tormentosa
y los vientos del S ur se levantaron...
¡Dejadla huir!... pobre alma dolorida
-que perdió fe, y amor, y confianzaa la muerte callada y escondida...
¡Dejadla huir!... cadencia desprendida
de la última canción de la esperanza...
vida... y amor.. ¡Dejadla huir!... ¡La vida!...
IDEAL
Aquella que yo adoro, no está hecha
de lirios ni de rosas purpurinas;
no le dio formas lánguidas, divinas,
la antigua Venus de cintura estrecha.
No es Circe cuya mano se sospecha
que urde filtros mortales entre ruinas;
ni Amazona, caudillo de heroínas,
que en su corcel combate satisfecha.
Me pregunto a mí mismo y no adivino
qué nombre aplicaré de otras beldades
a esa visión que rige mi destino...
Es como un espejismo que entreveo,
Ideal que nació en mis soledades,
nube, sueño, impalpable del deseo...
MORT AMOR
¿Dónde va ese corcel cuyas pisadas
oigo entre sueños cuando muere el día?
¿Por qué se ofrece entre la niebla fría,
tenebroso y sublime, a mis miradas?
¿Qué regiones terribles y sagradas
cruzó audaz en su loca correría,
para que se estremezcan todavía
con vago horror sus crines agitadas?...
Montando sin temor la extraña fiera,
un jinete, a la vez plácido y fuerte,
tras brillante armadura el pecho esconde.
Y. sin templar un punto su carrera
dice el negro corcel -Yo soy la Muerte-Y yo el Amor- el paladín responde.
FIN DE LAS TRADUCCIONES DE QUENDAL
LA MUS A LOCA
Ya no es mi musa la que en gratos días
cantaba mi pasión y tu hermosura.
nuestros sueños de plácida ventura,
o nuestras ya gozadas alegrías.
Si un tiempo, esclava de las ansias mías,
celebró mi ilusión y tu ternura
cuando al abrigo de tu frente pura,
no cálculos, ensueños acogías,
hoy son tu ingratitud y tu vileza
para su ingenuidad dardos crueles;
ya su razón a vacilar empieza;
y ante un ramo marchito de claveles
delira, sacudiendo en la cabeza
su gorro de sonantes cascabeles.
MI ENS UEÑO FAMILIAR
TRAD UCCION DE VERLAIN E
Turba mi sueño la visión frecuente
de una mujer incógnita y süave,
ni siempre igual ni siempre diferente,
que amo y que me ama, comprensiva y grave.
Mi corazón, en vano transparente,
sólo a ella da su latir la clave;
y el trasudor de mi encendida frente
sólo su llanto refrescarlo sabe.
¿Morena, rubia o jara? Aún hoy lo ignoro.
Sé que es dulce su nombre y es sonoro
como los que nos llaman de otra vida.
Tiene un mirar de estatua su mirada,
y hay en su voz, remota y reposada,
la inflexión de otra voz ida y querida.
MONOLOGO DE UNA ROS A
TRAD UCCION DE S TECCHETTI
Dame, oh sol, como reina de las flores,
tus más ardientes y fecundos besos,
y en mi capullo quedarán impresos
trocados en aromas y colores.
Quiero, envuelta en tus vivos resplandores,
mis pétalos guardar puros e ilesos,
y, de otro amor huyendo los excesos
compartir de mi dueña los amores.
Por ella a mis hermanas preferida
seré ya que nací la más hermosa;
y d su frente virginal caída
sobre su casto tálamo de esposa,
en la noche postrera de mi vida
con su inocencia moriré dichosa.
LA MAGDALEN A ANTE EL S ANHED RIN
¡Es menester que muera! ¿Quién? El Justo:
El que habla, y es nidal de ruiseñores;
mira, y tiene en los ojos luz de albores,
paz remansada en el semblante augusto.
El que trueca en afable el gesto adusto;
cambia el erial en un plantel de flores;
y a los que han hambre y sed da pan de amores
que a la sal de Sus manos tiene el gusto.
¿Qué harán de hoy más el triste, el desvalido,
mi Lázaro para El resucitado,
el ciego, y el leproso, y el tullido?
¡Señor que con Tu Gracia me has tocado!
¡para este corazón que te ha querido,
o nubla esta razón que has despertado!
PLEGARIA
¡Padre!... ¡mis muertos! Permitidme que os pida
que en punto nuestro espíritu despierte
a esa luz por nosotros presentida,
nuevo avatar de la materia inerte.
¡Hijo que fuiste mi ilusión fallida!
Sé que mi fe no yerra cuando advierte
la protección del cielo que tu égida
granjeó para tus deudos al perderte.
Bendecid hoy a la familia unida;
y templad nuestros pechos de tal suerte,
que, a cada transitoria despedida
el ánima, sintiéndose más fuerte,
mire sólo en la muerte de esta vida
la vida a que se nace por la muerte.
MUJER-FETICHE
Posó, llegando al baile, su pie leve,
preso en cándido tul, sobre el estribo;
y el busto, al avanzar, también cautivo
de albo cental, transparentó su nieve.
Bajó del auto nítido, a la plebe,
que corrió a verla, puso ceño altivo;
y al anfitrión hurtó casi al esquivo
y ebúrneo dorso de una mano breve.
¿Desde, recato, afectación, fiereza?
¡Mal haya quien a tal ídolo fía
porvenir, ilusión, honra o largueza!
Frente al icono yo, canto a porfía
su insensibilidad y su pureza...
La nieve es menos blanca... y menos fría.
TRENO AL MAES TRO DON
RIC ARDO VILLA
Si hoy se escribiesen Vidas Paralelas,
a Villa alguien tal vez compararía
con el griego inventor de la elegía.
Fueron Tirteo y él almas gemelas.
También Villa alzó huestes, formó escuelas;
también, menudo, humilde, enardecía
con cantos que inventaba o dirigía:
óperas, suites, rapsodias y zarzuelas.
Murió el maestro, mas dejó su impronta;
que su obra, Banda o música, tramonta
del sol siguiendo la carrera diurna;
y su recuerdo, cual reliquia rara,
tiene en el pueblo de Madrid un ara,
y en nuestro corazón la mejor urna.
TRAD UCCION DEL S ONETO CXXVIII
DE S HAKES PEARE
¡Oh feliz clavicornio! ¡cuántas veces,
viendo holladas sus teclas por sus mano,
te envidié ese dulcísimo tirano
a cuy numen, trémulo, obedeces!
Por caricias así diera con creces
la ventura y la gloria si la gano,
celoso de ese mimo cotidiano
que tú por insensible no mereces.
De indignación mi labio se sonroja,
y empalidece tu marfil de miedo...
Mas callen tu temor y mi congoja;
recaba tú sus manos, te las cedo;
y deme ella a besar, si no la enoja,
sus labios al pulsar de cada dedo
TRAD UCCION DEL S ONETO CLIV
DE S HAKES PEARE.
LA ANTORCHA DE EROS
Dejó en el césped la inflamada tea,
y, dócil al beleño de la luna,
cayó rendido el niño Amor, cuando una
casta ninfa de Diana lo ventea,
y pone al punto en práctica la idea
de extiguir en la próxima laguna
la brasa que a la virgen la importuna
y al más recio jastial aguijonea.
Pero en vez de apagarse en la agua el fuego,
prendió la llama toda la onda fría
que en remedio termal trocose luego.
Yo que alivio a buscar en él venía,
dí con vos... y con Eros, que, aunque ciego,
su antorcha en vuestros ojos encendía.
ANTI-S IMIL
¡No te compares al ciprés, hermana!
Tú, de la edad y el infortunio al paso,
te irás doblando más en cada ocaso,
y él asciende al azul de la mañana.
Ni de sus brotes el ciprés se ufana;
sabe que es cipo; pero ignora acaso
que, al soterrarse el cuerpo, él es pegaso
que al cielo lleva al ánima cristiana.
Llora en él Cipariso, retenido
por un osario al pie que no le deja
desplazarse y valer al desvalido.
Mas tú, alada y vernal como la abeja,
ve a ungir con miel las llagas del herido,
y con tu carmen a encerrar su queja.
JORNADAS DEL TERRICOLA
Quisiera yo que mi palabra fuera
rayo en la sombra, en la batalla ariete,
caústico al necio y al doliente Lete...
dando a esa útil labor mi vida entera.
Propenso como soy a la quimera,
formar con mis sueños un paquete,
escribir “explosivo” en el marbete
y expedirlo a la próxima frontera.
Ser en potencia y en acción fecundo,
roturar y labrar para que guarde
otro en su troj lo que sembré en mi fundo;
llevar luz hasta el silo, velar tarde,
y consumir mi pábilo en el Mundo...
Sé que luego “hay más cera que la que arde”
JOS E ANTONIO Y LA FALANGE
Profeta y fundador como los místicos,
poeta y pensador cual los teólogos,
habló -tal el Mesías- por apólogos,
sin calves ni conceptos cabalísticos.
Todos sus postulados apriorísticos
están en sus discursos y en sus Prólogos.
Vivo, su credo se explanó en monólogos;
muerto, llena los fondos periodísticos.
Dogma que la feroz piara masónica
no pudo hollar bajo su pie satánico,
ya da al país desde el Poder la tónica.
Y de él, merced al vínculo oceánico,
hará nuestra Falange macedónica
el eje espiritual del mundo hispánico.
ANTE EL TAJO DE RONDA
Desconcertante como el alma humana,
contradictoria cual la raza ibera,
tu sima, ¡oh Ronda! sugerente y fiera,
la majestad con el horror hermana.
Aquí S atán en tétrica mañana
fraguo sin duda su infernal Caldera,
y aquí también, en tarde placentera
el Baño escondió Amor de la S ultana.
Que en ti la humanidad se copia, creo:
ya cante, o ya blasfeme, llora o ría,
a impulsos del temor o del deseo.
Si no plasma en tu Hoz mi fantasía
la llaga inmemorial por donde veo
sangrar el corazón de Andalucía.
ACCION DE GRACIAS
S on, mágico jardín, tus manantiales
-hoy Fuente de Juvencia para mípomas de oro en tus parques ideales
¡oh prez de las Hespérides, Vichy!
Dejáronte las testas coronadas
que aquí vinieron a buscar salud,
cetros, diademas, mitras, arracadas...
Yo halle en ti otro tesoro: Juventud.
Un Pactolo haces, Eglo, de tu Allier.
Yo entre sus linfas nuevo Heracles soy.
Con este mi homenaje postrimer
tus pomas tomo y mi oblación te doy.
Si el agua de las reinas fuiste ayer,
la Reina de las aguas eres hoy.
PALACIO, ED UARDO S . DEL
Málaga. - S iglo XIX - Madrid.
Poeta y Periodista.
LA MUJER ID EAL
Acaso la forjó mi fantasía,
y, de la mente plácida quimera,
tal vez en vano mi ansiedad espera
con formas de mujer hallarla un día.
Ella es de mi razón único guía,
de mis pasiones única barrera,
y siempre he de querer lo que ella quiera,
pues a su voluntad rendí la mía.
Ensueño vagoroso del deseo,
yo sus encantos en el pecho abrigo,
yo, sólo el mundo de su amor poseo.
Mujer la aguardo, sombra la persigo,
y en mis delirios de placer la creo
nacida en mí, para morir conmigo.
PALACIO, MAN UEL DEL
Lérida. 1.831 - Madrid. 1.906
Académico de la Real Academia Española,
ocupó la silla “h” de 1.894 a 1.906.
SONETOS
MI LIRA
En cada corazón hay una lira,
cuya voz nos aflige o nos encanta:
cuando la pulsa el entusiasmo, canta;
cuando la hiere la maldad, suspira.
Ruge al contacto de la vil mentira;
el choque de la duda la quebranta,
y al soplo del amor y la fe santa
himnos entona con que el mundo admira.
Yo la mía probé, y estoy contento:
¡Bendito tú, Señor, que me la diste
templada en la bondad y el sentimiento,
y las cuerdas en ella no pusiste
del necio orgullo, del afán violento,
del odio ruin y de la envidia triste!
AMOR OCULTO
Ya de mi amor la confesión sincera
oyeron tus calladas celosías,
y fue testigo de las ansias mías
la luna, de los tristes compañera.
Tu nombre dice el ave placentera
a quien visito yo todos los días,
y alegran mis soñadas alegrías
el valle, el monte, la comarca entera.
S ólo tú mi secreto no conoces,
Por más que el alma con latido ardiente,
sin yo quererlo, te lo diga voces;
Y acaso has de ignorarlo eternamente,
como las ondas de la mar veloces
la ofrendan ignoran que les da la fuente.
AL BORDE D E LA TUMBA
Pequé, Señor, mas no porque he pecado,
de vuestra alta clemencia me despido;
que cuanto más hubiere delinquido,
os tengo a perdonar más empeñado.
Si verme pecador os ha indignado,
cederéis al mirarme arrepentido;
la misma culpa con que os he ofendido
os tiene a la indulgencia preparado.
Cuando vuelve al redil de sus amores
una oveja perdida y recobrada,
en júbilo se inundan los pastores;
yo soy, S eñor, oveja descarriada;
mirad, Pastor di vino, mis dolores,
y recobradme al fin de la jornada.
A UN ARTIS TA AL ABANDONAR S U PAIS
¿Partes? ¡adiós! Del Sena turbulento
o del Arno feliz por la ribera,
dejas la patria que en tu edad primera
madre amorosa te enseñó su acento.
Flotando quedan en le vago viento
los ecos de tu voz dulce o severa,
y el alma que tu canto conmoviera
lágrimas da otra vez al sentimiento.
Tal es del genio la misión sublime;
de dichas y placer raudal fecundo,
las glorias canta, y las miserias gime:
lo quiere Dios en su saber profundo;
el mundo por el arte se redime,
y el arte tiene como patria el mundo.
TRIS TEZA
Dentro de mí te escondes enemiga,
y mi aliento envenenas con tu aliento;
tú conviertes en pena mi contento,
y mi reposo cambias en fatiga.
Cual madre que rencor tan sólo abriga,
nutres mi corazón de sentimiento;
pero mi voluntad vence tu intento,
y tu constancia mi dolor mitiga.
Cruel eres conmigo y yo te amo;
soy de ti tan celoso, que quisiera
del mundo a las miradas esconderte;
cuando de mí te ausentas yo te llamo,
sin ti mi vida el ocio consumiera,
por ti pienso en la gloria y en la muerte.
DOS AMORES
Te amé cuando en la senda de la vida
flores no más holladas con tu planta;
te vuelvo a amar en esta que te encanta
edad de sueños para mí perdida.
No es el amor que a la virtud mentida
himnos de gloria y de ventura canta,
ni la pasión consoladora y santa
al dulce soplo de la fe nacida.
Es ese afán que en su entusiasmo loco
funde lo deleznable con lo eterno,
que trueca en oro la mundana escoria,
que hasta su misma dicha tiene en poco,
y que si un dolor copia del infierno,
da en un placer la imagen de la gloria.
A UN AMIGO MUERTO
Rico, noble, feliz, enamorado,
pródigo de talento y alegría,
amigo caro me llamaste un día,
y placer y amistad hallé a tu lado.
Del mundo por el piélago agitado
los dos corrimos sin timón ni guía,
sin esperar de la tormenta impía
pesadumbre, ni susto, ni cuidado.
Luego, en vez del amor y la ventura,
te dio el martirio su temida palma,
siendo el sepulcro fin a tu amargura.
¡Duerme tranquilo en paz, cuerpo sin alma!
¡Dichoso aquel que encuentra en el altura,
tras la deshecha tempestad, la calma!
A UN A MUJER
En balde jurarás que me aborreces
y que fue mi ilusión delirio vano;
yo diré que tu juicio no está sano
o que a una infame cábala obedeces.
¿Aborrecerme tú? Cuenta las veces
que tus cabellos destrenzó mi mano,
las que de amor en el altar profano
escuchastes mis himnos y mis preces.
Cuenta las noches que arrullé tu sueño,
las promesas que hiciste cada día,
de nuestro mutuo afán el loco empeño;
y si en odiarme insistes todavía,
di que tu corazón es muy pequeño
para encerrar un alma cual la mía.
EN UN CALABOZO
¡Cuán triste debe ser y cuán amargo
vivir en este sucio asilo estrecho,
sintiendo sin cesar dentro del pecho
de la airada conciencia el justo cargo!
¡Cuántas horas de angustia y de letargo
ofrecerá al culpable el duro lecho,
y cuántas, ¡ay! en lágrimas deshecho
de su existencia el fin hallará largo!
Pero a mí ¿qué me importa tu tristeza?
como en almohada de caliente pluma
reclino en tu tarima mi cabeza;
La culpa, no el castigo, es lo que abruma,
y rompe mi virtud toda vileza,
lo mismo que el bajel rompe la espuma.
DES PEDIDA
Cual deja el ruiseñor la enamorada
doncella de quien fue cautivo un día,
trocando por el valle en que vivía
tiernos halagos y prisión dorada,
tal dejo yo vuestra amistad preciada,
dulce consuelo de la pena mía,
mi libertad buscando y mi alegría,
únicos bienes de mi edad cansada.
Pronto entre brumas al perder el puerto
soñaré con el puerto suspirando
de las iras del mar término incierto:
¡Voy a partir! Los que me habéis amado
recibid estas lágrimas que vierto;
¡No tiene más que dar el desterrado!
¡TIERRA!
En vuelta en los celajes de la tarde,
¡oh tierra codiciada! al fin te miro,
y brota de mis labios un suspiro
y se dilata el corazón cobarde.
¡Tierra que siempre amé, que Dios te guarde!
Y ora tumba me ofrezcas o retiro,
haz que la dulce brisa que respiro
el fuego temple que en mis venas arde.
Dicha, esperanza, amor, en ti se encierra
cuanto el humano corazón ansía,
cuanto nos da placer, encanto y guerra;
Por eso lloro, al verte, de alegría;
y pues te llaman todos madre tierra,
¡Recíbeme en tus brazos, madre mía!
BEBAMOS
No lo quiero saber, no me lo cuentes;
pasó lo que pasó y estoy sereno;
me importa poco que en tu blanco seno
aniden ruiseñores o serpientes.
Deja a su antojo murmurar las gentes
a cuya lengua nadie puso freno,
¿me calumnia? mejor; ¿me envidian? bueno,
siempre el mar se burló de los torrentes.
¿Quién del vino que liba entusiasmado
la pureza y el mérito contrasta?
Tu vino era exquisito; lo he probado.
Y aunque es, dicen, la vid de mala casta,
las horas que el amor nos ha durado
¿no hemos sido felices? Pues ya basta.
A LA EGREGIA ARTIS TA
VIRGINIA MARIN I
¡Sí, te conozco! De la patria vienes
donde el arte inmortal hizo su asiento,
y ternura, y pasión, y sentimiento
en el alma y la voz y el rostro tienes.
Ora finges halagos o desdenes,
ora expresas placer, ora tormento,
¿que corazón no inundas de contento?
¿qué ojos hay que de lágrimas no llenes?
¡De nuestro amor has hecho la conquista;
por eso, si laureles ambicionas
y pueblo que a tu yugo no resista,
no olvides que en la tierra que abandonas
siempre habrá para ti, sublime artista,
llanto, aplausos, recuerdos y coronas!
CONTEMPLANDO LA TORRE
INCLINADA D E PIS A
¡Cómo desde esa cúspide gigante
mísera y ruin la humanidad parece,
y como el corazón se empequeñece
de esta soberbia fábrica delante!
Mientras ella inclinad y vacilante,
sus mil bellezas a la vista ofrece,
un siglo tras el otro desaparece,
y una edad a otra edad vence arrogante.
Enigma de la humana inteligencia,
siempre que absorto te contempla el juicio
aprende una verdad en tu existencia:
Todo se inclina a que, ser y edificio;
mas ¡ay! la inclinación que da la ciencia
subsiste y se desploma la del vicio!
LA VEN US DE MED ICIS
Por la fuerza del genio concebida,
en un delirio de placer creada,
eres la imagen del amor soñada,
que a la ventura celestial convida.
Nada te falta para ser querida;
hermosura, candor, juventud, nada;
¡Ay, quien al mármol del que estás formada
llevar pudiera el fuego de la vida!
Más de una vez, cuando al pasar te veo
del pedestal queriendo desprenderte,
buscando a tu belleza digno empleo,
cautiva entre mis brazos sueño verte;
¡Aberración sublime del deseo,
que va a estrellarse en la materia inerte!
EN LAS RUINAS DE POMPEYA
Henchida el alma de mortal tristeza
penetro en ti, Necrópolis gigante,
y de tu vasta inmensidad delante
inclino silencioso la cabeza.
De tu desierto Foro la belleza,
de tus pinturas el matiz brillante,
vivo me representan cada instante
un pasado de gloria y de grandeza.
Vi los escombros de Numancia un día:
de Itálica y S agunto el polvo vago,
que el viento arrastra en la extensión vacía.
Do quien de la fortuna vi lo aciago,
pero jamás soñó la mente mía
¡ni tanta soledad ni tanto estrago!
UNA NOCHE EN EL COLIS EO
S olo en la arena estoy; ¡a mí, lictores!
Augusto Emperador, te desafío:
El Dios de los cristianos es el mío,
y tu poder desprecio y tus furores.
Cérquenme ya los tigres bramadores,
que quiero en ellos ensayar mi brío,
y una vez más el holocausto impío
ofrece en el altar de tus errores...
Aun en la arena estoy, reposo mudo,
fatídico silencio, quietud santa,
indecible terror hallo do quiera;
nadie responde a mi lenguaje rudo:
¡S ólo una cruz al cielo se levanta,
donde la luna inmóvil reverbera!
S UPER FLUMIN EM
Burlándose del piélago bravío,
y de joyas magníficas cargado,
con viento en popa y pabellón izado
vi romper las espumas un navío.
No lejos de él, inútil y vacío
de cuatro tablas a lo más formado,
débil esquife contemplé, llevado
por un remero sin vigor ni brío.
Súbito ruge el huracán furioso,
y en la costa el esquife ya a cubierto
mira estrellarse el buque poderoso:
Tal es de la fortuna el fallo cierto;
el humilde se salva el orgulloso
tan sólo por milagro gana el puerto.
DES ALIENTO
Placeres, gloria, juventud, poesía,
sueños del corazón enamorado,
a través de las brumas del pasado
aun os evoca la memoria mía.
Cual eco de lejana melodía
regocijais mi espíritu apenado,
y a vuestro aliento dulce y regalado
reviven mi ambición y mi alegría.
Pájaro soy doquiera peregrino,
que preso en tosca malla o red de seda,
a cantar y sufrir al mundo vino:
El anhelo del bien sólo me queda,
¡Y acaso nunca fijará el destino
de mi fortuna la inconstante rueda!
¡A ELLA!
Alma del alma, imagen de mi sueño,
luz de mi noche, viva de mi vida,
estrella de los cielos desprendida
para ser de mi ser único dueño.
¿Que te puede importar si en loco empeño
corrí una vez tras ilusión mentida,
cuando sólo tu amor en mí se anida
y es a mi afán mi corazón pequeño?
Vivir para adorarte sólo ansío;
libre me entrego a ti, sin otros lazos
que el que une mi ventura a tu albedrío.
Los ídolos de ayer hice pedazos,
y hoy anhelo no más, ídolo mío,
la seductora cárcel de tus brazos.
EN EL ES CORIAL
¡Todo aquí es grande! S oledad, tristeza,
horizonte, recuerdos, poesía;
el templo que a los siglos desafía,
la salvaje y feraz naturaleza.
Donde un prodigio acaba el otro empieza;
donde el pecho no siente se extasía,
y a Dios el labio su plegaria envía
sin que la voluntad le diga: -¡Reza!
Ejemplo vi vo del orgullo humano,
aquí Felipe, del francés triunfante,
tumba labró, y alcázar soberano.
Hacer no pudo más, y fue bastante,
que al enterrar su corazón enano
le dio por compañero el de un gigante.
LA BAND ERA ES PAÑOLA
De rojo y amarillo está partida;
dice el rojo del pueblo la fiereza;
el amarillo copia la riqueza
con que su fértil suelo nos convida.
Plegada alguna vez, jamás rendida,
ningún borrón consiente su pureza
y aun al mirarla doblan la cabeza
los que a su sombra fiel hallan cabida.
Si hoy, como en otra edad, el mundo entero
leyes no dicta desde polo a polo
ni el sol la manda su fulgor primero,
cuando con vil traición a torpe dolo
pisarla intente audaz el extranjero,
¡Teñida la veréis de un color solo!
LA GUERRA DE DOS PUEBLOS
Eran ayer hermanos: de la ciencia
los dos propagadores se llamaban,
y la industria y el arte cultivaban,
felices en la paz y la opulencia.
Un hombre, en hora de fatal demencia,
irritó sus pasiones, que callaban,
y hoy con mares de sangre quizá lavan
el impuro borrón de su conciencia.
¡Madres! Mañana al despuntar la aurora
no busquéis del hogar en los confines
al que vuestras venturas atesora.
¿El eco no escucháis de los clarines?
¡Tras ellos va la furia soladora
de esta maldita raza de Caínes!
SOBRE EL S EPULC RO DE UN A MUJER
¡Mira! recién cavada está la fosa;
y sobre el mármol funeral caída
una guirnalda de ciprés tejida,
ofrenda de una mano cariñosa.
Los negros caracteres de la losa
todo el secreto encierran de la vida;
lee, y de un alma para el bien nacida
aprenderás la historia dolorosa.
-Antemia soy; en Gnido tuve cuna;
esposa fui de Eufrome, y dos gemelos
le di para su gloria y mi fortuna:
No faltarán a su vejez consuelos,
que uno le queda, de su noche luna,
y otro en mis brazos se elevó a los cielos.
ANTE LA MOMIA D EL EMPERADOR
CARLOS V
¡El es! ¡Lo reconozco! Aún en su mano
la huella se adivina de la espada;
aún fulgura la luz en su mirada,
que impresa en lienzo nos dejó Ticiano.
De su altivez el gesto soberano
aún conserva la boca desdentada...
¡Pluguiese al cielo que su diestra armada
de nuevo soterrase al africano!
Quedó su historia en bronces esculpida;
como la sombra al alejarse crece;
quien a verlo llegó nunca le olvida.
La tumba al encerrarle se estremece,
y fue tan grande y poderoso en vida,
que hasta después de muerto lo parece.
LA LIBERTAD
¡Celeste libertad! ¡Astro fecundo,
que triste a veces su fulgor derrama,
cuando al mirar su luz trocada en llama,
mejor destruye que ilumina el mundo!
Ya hundida del abismo en lo profundo,
ya rica de poder, de gloria y fama,
rival del hijo que su madre aclama,
aclamo yo tu imperio sin segundo.
Dentro del corazón tu nombre leo;
antes que ausente de mi hogar te llore,
antes que el hierro del esclavo muerda,
de mi existencia el fin hallar deseo:
¡Maldito aquel que hipócrita te adore!
¡Maldito aquel que estúpido te pierda!
A ENRIQUE TAMBERLICK,
AL VER S U “OTELO”
¡No muere el arte, no! ¡Mientras potente
vibre tu voz que los espacios llena;
mientras pintado el júbilo y la pena,
la noble inspiración arda en tu frente;
mientras te aclame la asombrada gente
monarca soberano de la escena,
y el alto aplauso que do quier resuena
vaya hacia ti como hacia el mar la fuente.
¡El arte vivirá! ¡Numen del alma!
tiene siempre un atleta que en sus hombros
le lleve cual las vírgenes su palma;
y cuando el mismo Dios causando asombros,
vuelva la tierra a su primera calma,
¡aún flotará del mundo en los escombros!
EN LA MUERTE D E MARIANO FORTUNY
¡Maldito, Roma, el ponzoñoso ambiente,
pérfido aborto de tu estéril llano,
que una vez más del genio soberano
llegó a nublar la poderosa frente!
Hieras en buena hora la indolente
pálida sien del abatido anciano,
del rico prócer el cerebro vano,
del necio audaz la conturbada mente.
Mas ¡ay! que no fue así. Cayó el atleta,
el artista sin par, el que tenía
la inspiración a su pincel sujeta;
y ante el recuerdo del infausto día,
triste el amigo, atónito el poeta,
sólo sabe llorar el alma mía.
S IN ES PERAN ZA
Como van hacia el mar precipitadas
las aguas del torrente rumorosas,
atropellando las humildes rosas
que a su cauce crecieron asomadas,
así mi corazón y mis miradas
fueron, amante aquel y estas ansiosas,
al mar que les copiaron engañosas
tus pupilas profundas y rasgadas.
Hoy, bebiendo en sus olas la amargura,
por sus fieras corrientes absorbida
navega el alma en la tiniebla oscura,
sin que le den consuelo en su caída
la inocencia, la paz y la ventura,
que atropelló el torrente de mi vida.
A LA FRATERNIDAD D E ES PAÑOLES
Y AMERICANOS
Si hubo una edad en que por vil flaqueza,
envidia ruin o miserable saña,
entre los hijos de la noble España
levantó la discordia su cabeza,
hoy que la nube a disiparse empieza
y el mismo sol de libertad les baña,
unidos todos lograrán la hazaña
de restaurar su nombre y su grandeza.
Del Ebro al Orinoco, del Yapura
al Tajo, de la Plata al manzanares,
el iris de la paz doquier fulgura:
¡Paz! resuena en discursos y cantares;
y en ofrenda de amor sublime y pura,
¡Paz! repiten los montes y los mares.
A LA D IS PERS ION DE LOS RES TOS QUE
DEBIERON GUARD ARS E EN EL PANTEON
NACIONAL.
¡Dejémosles pasar! No con impías
promesas vanas, que el honor condena,
turbemos otra vez la paz serena
que hallaron en sus tumbas, hoy vacías.
Duerman en calma las cenizas frías
a cuya gloria se atrevió la ajena,
y como arrastra el siervo su cadena,
arrastren su infortunio nuestros días.
No durarán columnas ni trofeos,
ni lápidas, ni bronces, ni diamantes,
lo que duran Virgilios y Tirteos,
y ya cerca se miren, ya distantes,
el pedestal que achica a los pigmeos
nada puede añadir a los gigantes.
RELAMPAGOS
Romper airado la tiniebla oscura,
brillar un punto iluminando el cielo
y sumergirse como mar de hielo
del olvido en la inmensa sepultura;
dibujar en el aire una figura
con todos los colores del anhelo,
y verla a otra región tender el vuelo
o bien fundida en la materia impura...
¡Todo eso hace el relámpago! Mucho antes
de afligir o alegrar con su presencia
muere en las sombras que alumbró distantes;
amor, ventura, fe, gloria, inocencia,
¿Qué sois sino relámpagos brillantes
en la noche sin fin de la existencia?
A BRETON DE LOS HERREROS
No por ti, por la patria vierto llanto,
que apurando miserias y dolores ,
ve caer uno a uno, los mejores
hijos que fueron su placer y encanto.
Roto en jirones el purpúreo manto,
la sien orlada de marchitas flores,
del genio ante los últimos fulgores
muda se inclina con terror y espanto.
¡Ay, los dioses se van! dijo un poeta,
y gracias si en la noche del olvido
se agita alguna vez su sombra inquieta.
Si en mi tiempo, Bretón, hubiera sido,
dijera el vate la verdad completa:
“¡Los dioses no se van, no! ¡Ya se han ido!”
CORONA FUNEBRE
¡Amo, cantó, pasó! grato destino
que más que compasión envidia inspira
de quien, teniendo un alma y una lira,
para cantar y amar al mundo vino.
No sentir de los celos lo mezquino,
la hiel del odio el fuego de la ira;
correr tras esa mágica mentira
que nos borda de flores el camino...
¡Tal fue su vida! Regalado sueño,
dulce ilusión, magnífica ventura
de un ser a quien el orbe era pequeño;
y al remontarse a la celeste altura,
dejando de reinar, volvió a su dueño
el cetro del ingenio y la hermosura!
AUS ENCIA
¡Todo un día sin verte, dueño amado!
¡Cuán triste va cayendo el Occidente
la moribunda luz del sol poniente
que aún ayer contemplaba embelesado!
¡Qué marchito y desierto miro el prado
junto a ti tan hermoso y floreciente!
¡Qué lúgubre murmura la corriente
del bullicioso arroyo desatado!
Cuando pienso, mujer, que sólo un día
tanta mudanza y tal ha producido,
siento... no siento nada, prenda mía;
pues ¿hubiera este amor en mí nacido
si Dios no me enseñase que podría
triunfar con él del tiempo y del olvido?
A QUEVEDO
De las amargas olas de tu llanto
nacieron las espumas de tu risa,
y hoy no distingue el ánima indecisa
lo que es en ti gemido y lo que es canto.
Ya del austero Bruto con el manto,
ya de Marcial siguiendo la divisa,
del tiempo, que de ti se aleja aprisa,
eres admiración, gloria y encanto.
Bajo los dardos de tu ingenio agudos
el vicio y la maldad doblan las frentes,
hay jueces sordos y tiranos mudos;
que tal fue tu misión entre las gentes,
ir por la tierra con los pies desnudos
aplastando cabezas de serpientes.
LA GUERRA
Huye la tarde; a su fulgor incierto,
suelta la rienda sobre el pecho herido,
cruzando va un corcel solo y perdido
el campo de batalla, ya desierto.
De sangre y lodo y de sudor cubierto,
con ojo audaz y con atento oído,
al césped interroga en que el gemido
oyó hace poco del soldado muerto.
Allí se para. al aire dilatando,
la entreabierta nariz, el aire aspira,
llegan los cuervos la festín nefando,
apaga el sol su funeraria pira,
mueve la hierba el bruto resoplando,
lame la frente al paladín, y espira.
LA PAZ
El sonrosado albor de la mañana
inunda con su luz monte y pradera,
y de amor y consuelo mensajera,
da sus ecos al aire la campana.
Rechina el trillo que la mies desgrana;
busca el zagal su hermosa compañera,
y la turba de pájaros parlera
de un nido al otro nido vuela ufana.
Todo es reposo y calma y armonía;
sin que su azul empañe nube alguna
convidando al placer despunta el día:
Y rica d esperanzas y fortuna,
su bendición a Dios la madre envía
arrodillada al lado de la cuna.
CONTRA S IETE VICIOS ...
HUMILDAD
En vuelta en los harapos del mendigo,
acompañando al sabio en su jornada,
bajo el regio dosel acariciada...
¡Dónde quiera que estés, yo te bendigo!
De la vida en el mar eres abrigo
contra los golpes de tormenta airada,
y el guerrero a tus pies rompe la espada
y tiembla de pavor el enemigo.
Cuando el águila audaz desata el vuelo
puede, rota la nube en que se mece,
precipitada descender al suelo:
Mientras gala del campo donde crece
la luciérnaga humilde mira el cielo
y el polvo de sus alas resplandece.
LARGUEZA
Madre nuestra es la tierra, y nunca ha sido
quien no imita a su madre un hijo bueno;
todo cuanto hay en su fecundo seno
está para nosotros prevenido.
La flor hermosa. el fruto apetecido,
el dulce manantial, el bosque ameno,
el patrio albergue de delicias lleno,
la tumba, precursora del olvido.
Avaros, ¿qué guardáis? ¡poder, riqueza,
inquietud, ambición!... ¡delirios vanos!...
la vida acaba y la verdad empieza.
Dios pide amor y aplauso a los humanos.
¿Quién ama lleno el pecho de vileza?
¿Quién aplaude con oro entre las manos?
CAS TIDAD
Hermana del amor y la inocencia
al contacto del vicio se marchita,
y el vaso donde Dios lo deposita
no pierde nunca su divina esencia.
S orda de la pasión a la demencia
a la voz del deber sólo palpita,
y si luchar a veces necesita
es luchando mayor su resistencia.
La frente que con ella se corona
ganada tiene la celeste palma
con que el Señor a pocos galardona.
Prenda es de dicha y símbolo de calma.
¡Triste de la mujer que la abandona
vendiendo el cuerpo y mancillando el alma!
PACIENCIA
Injusticia del hombre, saña horrible,
agravios de la edad, dolor agudo,
nada sois contra mí, tengo el escudo
que, si no vencedor, me hace invencible.
Ira que, blasonando de terrible,
todo lo arrollas en tu choque duro,
contigo lucharé pobre y desnudo
y en mí te estrellarás: soy tu imposible.
La fuerza queda y el furor concluye;
el aura que los campos vivifica
es más que el huracán que arrasa y huye.
La fe lo dice y la razón lo, explica;
no lo olvidéis, con ira se destruye
y sólo con paciencia se edifica.
TEMPLAN ZA
Más que la mesa de manjares llena
y el vino de los odres derramado,
placen a todo espíritu elevado
el goce honesto y la palabra amena.
De la razón que el apetito enfrena
se burlan el demente y el malvado;
sólo vive feliz y muere honrado
quien en la suya manda y en la ajena.
Nada hay que el mar en su fiereza imite;
cuando sus olas irritado lanza
mas parece Medusa que Anfitrite;
pero le ponen dique y ya no avanza.
¿Cuál será el hombre que su mal no evite
si es dique de la gula la templanza?
CARIDAD
En medio del fragor de la pelea
vierte en los corazones el consuelo;
cubre la peste la ciudad de duelo,
y ante el peligro impávida pasea.
Del incendio al brillar la roja tea
sofocarla o morir busca en su anhelo,
al débil da valor, y alza del suelo
a quien cansado y trémulo flaquea.
¡Sublime caridad! ¡Virtud preclara!
La huella de tu paso a Dios nos guía
y es venturoso aquel que en ti se ampara.
De todo eres capaz y si algún día
el sol que nos alumbra se apagara,
la llama de tu amor lo encendería.
DILIGENCIA
¿Veis ese campo yermo e infecundo
en el que no germina ni aun maleza?
Imagen es cabal de la pereza,
como el estéril o funesta al mundo.
Trabajar es vi vir, desde el profundo
volcán que alimentó naturaleza,
hasta el gusano ruin, cuya destreza
labra un alcázar en el lodo inmundo,
todo se agita, y en provecho o daño
del mísero mortal su fuerza mueve,
obedeciendo a su destino extraño.
Quien es ley a quebrantar se atreve,
preso en las redes de su propio engaño,
al hombre usurpa lo que al hombre debe.
A LA C AS CADA LA CAPRICHOS A
A tu arrullo gentil me dormí un día,
y parecióme en sueños ver un hada
que, del agua y del cielo enamorada,
desde el cielo entre espumas descendía.
Alfombra era a su planta la onda fría,
túnica de su cuerpo la enramada,
y de su sien corona regalada
la nube que en sus pliegues la envolvía.
Pronto vol ví del éxtasis divino;
mas de nuevo admirando tus cambiantes,
tu regia pompa y tu feliz destino,
trocose en realidad el sueño de antes,
y el hada que me ocultas adivino
detrás de su aderezo de brillantes.
DES PUES DE UN A ENFERMEDAD
¡Máquina miserable y quebradiza,
esta que adora la miseria humana!
Bronce y hierro parece a la mañana,
y es a la tarde escorias y ceniza.
Cuando la juventud la vigoriza
de realizar milagros corre ufana;
luego el choque menor la desengrana,
y el aire más sutil la paraliza.
¡Cuerpo, vencido estás! ¡Gratos antojos,
placeres, apetitos, devaneos,
morded de la materia los cerrojos;
y olvidando victorias y trofeos,
quede solo en el alma y en los ojos
la semilla inmortal de los deseos!
REMENBRAN ZA
-¡Tuya o de Dios!- con infantil denuedo
de hito en hito mirándome decía.
-¡mía, prenda del alma, siempre mía!le contestaba yo casi con miedo.
El viento que murmura triste y ledo
de su voz me repite la armonía;
ella ya no está aquí, Dios la quería,
y ni llorar su desventura puedo.
Viva, del tiempo la inflexible mano
desvanecido hubiera poco a poco
aquel amor, que guardo en mi memoria:
Muerta, la tierra me la oculta en vano,
y aún con mis labios trémulos la toco
cuando penetro en sueños en la gloria.
OYENDO UN RELOJ
¿Qué me quieres decir? ¿Por qué en mi oído,
vibran do con sonora campanada,
ya remedas alegre carcajada,
ya finges melancólico gemido?
¿Lloras acaso el tiempo que he perdido
corriendo tras la gloria suspirada,
o es que al mirarme al borde de la nada
a risa te provoca mi descuido?
¡Autómata infeliz, sigue adelante!
Naciste esclavo, y de tu suerte impía
llevas la marca impresa en el semblante.
¿Y quien de verte libre gozaría,
si al placer arrebatas el instante
y das la eternidad a la agonía?
EN LA MUERTE D E S . M. LA REINA
MERC EDES DE ORLEANS
Fue su hermosura su menor encanto;
de la virtud y el bien destello vivo
apagóse cual astro fugitivo
en el profundo mar de nuestro llanto.
S ólo un instante bajo el regio manto
vivir pudo su espíritu cautivo,
que de otro amor más fuerte y más activo
oyó en el cielo el misterioso canto.
¡Para reinar nació! Mas no en la tierra
donde combaten con tenaz porfía
los vivos y los crímenes en guerra.
¿Qué hubiera sido aquí? Reina de un día;
hoy tras la tumba que su cuerpo encierra
¡Ya en el trono estará que merecía!
A MEDIA NOCHE
¡Silencio! La hora es ésta y el instante
en que, el conjunto mágico evocados,
llegarán mis espíritus amados
a rozar con sus alas mi semblante.
Laura, Beatriz, Desdémona, Violante,
los sepulcros dejad mudos y helados
do vagar como espectros coronados
Shaspir y Calderón, Petrarca y Dante.
No por rubor te escondas, Margarita;
no te inquietes, Francesca, por tu dueño;
todo a la calma y al amor invita:
Y, testigos a ser de vuestro empeño,
vendrán también a la callada cita
los ángeles purísimos del sueño.
A LA MUERTE D EL REY D E ITALIA
VICTOR MANUEL
Por civiles contiendas extenuada,
rota en pedazos en aciago día,
heredaste con pobre monarquía
no ya un cetro real, sino una espada.
En cien y cien combates fulminada,
sirviendo al bueno de estandarte y guía,
pronto la noble Italia que dormía
pudo alzarse otra vez regenerada.
Hoy que cumplida ya tu obra gloriosa
es fuerza que tu ser se restituya
al polvo de que nace toda cosa,
¡no temas que ninguno la destruya;
¡ten fe en tu creación y en paz reposa!
¡Has muerto en Roma! ¡Cesar! ¡Roma es tuya!
CONATO DE VENGANZA A UN A MUJER
Quisiera...pero no; por más que impía
provoques mi furor, puedes calmarte;
te ensalzará de fijo al calumniante,
y al decir la verdad me humillaría.
Ya que no conseguí con ser tan mía
hicieses de mi fe punto y aparte,
jamás, ni en lengua, volveré a tomarte,
que siempre algo de ti me quedaría.
Y piensa que a mi voz, ¡cuántos desvelos!
en tu pecho do anidan las traiciones,
luto sembrar pudiera y llanto y celos;
mas ¿quién a tu cariño abre prisiones?
la dicha que cayó desde los cielos
no se debe buscar por los rincones.
NABUCODONOSOR
De la Asiria monarca omnipotente
creyó del mundo antiguo ser el dueño,
y por lograr su temerario empeño
-¡No soy Rey, que soy Dios!- gritó demente.
-¡Oh polvo que animé!- dijo doliente
el gran Jehová, mirándole con ceño,
-Pues más que humano te juzgaste en sueño,
menos que humano te hallará la gente.
El regio manto que en sus hombros pesa
cayó, dejando ver la piel oscura
donde el áspero vello hizo su presa;
inclinó la cerviz con amargura,
y mordiendo, al pasar, la hierba espesa,
bramando se alejó por la llanura.
EN LA FUENTE D E VALC LUS A
Campos hoy yermos y montaña escueta,
ayer feraz llanura y bosque umbrío,
a cuya sombra en dulce desvarío
de Laura el nombre eternizó el poeta.
En vano el valladar que lo sujeta
sigue rompiendo despeñado el río,
y el torreón feudal roto y vacío
yace en el polvo cual vencido atleta.
Nada del sueño aquel quedó presente,
la hiedra trepadora el muro viste
y murmura el arroyo indiferente.
¡Ay! de la vida en el otoño triste
¿qué es el amor? Imagen de esa fuente,
el agua pasa, el manantial subsiste.
LA NUBE
¿La ves? ¡Cuán orgullosa avanza y crece,
y cómo el negro pabellón de duelo
clava audaz en la bóveda del cielo,
que medroso al mirarla se oscurece!
El rudo viento que sus orlas mece
no consigue rasgar su denso velo,
y al mismo sol eclipsará en su anhelo,
ante el cual se disipa y desvanece.
Cielo tu corazón juzgué yo un día,
de su brillante azul envidia tuve
y su serena calma me atraía.
Hoy el rubor a mi mejilla sube,
que son, en lo que cielo yo creía,
quimera el sol y realidad la nube.
EN LA C ARTUJA DE PAVIA
Del arte joya y del poder emblema
monumento no vi que te aventaje,
que escrito está en tus pórticos de encaje
de las humanas glorias el poema.
Ejemplo insigne de piedad suprema,
impones a las almas vasallaje,
y muere aquí del mundo el oleaje
y callan el rencor y el anatema.
¡Ay! cuando por tu claustro silencioso
la planta muevo al reclinar el día
y en el pasado me sepulto ansioso,
más que con los laureles de Pavía
sueño con la ventura y el reposo
del humilde cartujo que me guía.
EN VEN ECIA
¿Es sueño o realidad? Débil la mente
prodigios tales a medir no acierta;
aquella de S an Marcos es la puerta;
del palacio ducal me miro enfrente.
Cruza por bajo del marmóreo puente
góndola triste de crespón cubierta,
y la ventana gótica desierta
borda de luz la luna indiferente.
Quizá desde esa gótica ventana
la varonil cabeza de Faliero
mostró el verdugo ante la plebe insana;
y Fóscari, el anciano justiciero,
degradado al tañer de la campana,
dio moribundo al mar su adiós postrero.
EN EL LAGO DE THUN
¡Dos cielos a la vez! Uno en la altura
que el Eiger y el Jungfrau visten de nieve;
otro sobre el cristal que apenas mueve
la brisa que en los álamos murmura.
Del recio torreón la mole oscura
que de los siglos a triunfar se atreve,
y el Alpe allí, donde se forja aleve
la tempestad que asorda la llanura.
Más cerca, y dominando el valle ameno,
cerrado espacio que en mortal reposa,
de luz, y flores, y cipreses lleno...
Región no existe como tú dichosa:
para soñar ¡qué lago tan sereno!
para dormir ¡qué tumba tan hermosa!
MIRANDO UNA MONTAÑA
Ya estoy al pie; la mole gigantea
cuya cima en las nubes se guarece,
bruñido espejo de metal parece
cuando el sol en Oriente centellea.
Todo es quietud en la escondida aldea
que el otoño perfume y reverdece,
y se anima la sangre y se enardece
al calor de la roja chimenea.
¡Qué importa que de nieve coronado
se mire el monte, si jamás desnuda
la campiña feraz se ostenta al lado?
¡Más triste el hombre que en batalla ruda
lleva en la faz el júbilo pintado
y en la conciencia el hielo de la duda!
EN LA TRAGICA MUERTE DEL JOVEN
PRINCIPE LUIS NAPOLEON
¿Qué buscabas? Lo ignoro; sé que un día
la púrpura imperial cubrió su cama,
y una nación más grande que ninguna
al verle sonreír se sonreía.
La ronca voz de la discordia impía
ahuyento de su lado a la fortuna,
siendo su dicha cual menguante luna
que el último fulgor al mar envía.
Ser que tuvo una madre a quien el sino
tan propicio le fue desde edad tierna,
que alfombró de coronas su camino;
Y que hoy ante una tumba se prosterna,
mostrando en el cabello blanquecino
del infortunio la corona eterna.
PARA EL ALBUM D E UN A JOVEN POETIS A
¿Versos, y a ti? La tarde de mi vida,
ayer aurora transparente y pura,
extiende en derredor su sombra oscura,
y mis versos, cual yo, van de partida.
Himnos alegres en la edad florida
son ya plegarias en la edad madura,
y al evocar su encanto y su dulzura
brota la sangre de la abierta herida.
No busques el caudal que se ha agotado;
ni esperanza hay en mí, ni fe tampoco;
tú pretendes volar, yo estoy atado.
¿Imitarte o seguirte? empeño loco;
tú miras al presente, yo al pasado;
tú sueñas imposibles, yo los toco.
NOVIEMBRE
Del recio vendaval oigo el bramido
y densa lluvia la ventana azota,
donde el jazmín en primavera brota
con rosas de Bengala entretejido.
Es Noviembre que llega; el mes temido
para quien del placer el vaso agota,
no para los que beben gota a gota
la hiel del desengaño y del olvido.
Ven pues, Noviembre, al que te espera amante,
yo anhelo recorrer mi triste vía
de tu luz al destello vacilante;
ven, y habla una vez más al alma mía
de aquellos cuyo lívido semblante
besé llorando, en hora de agonía.
AUTONOMIA
A Dios debí la voluntad que crea,
y fuerte con su apoyo soberano,
ni siervo he sido de ningún tirano,
ni soy eunuco de ninguna idea.
Cuanto mi corazón ama y desea
defiendo con la mente y con la mano,
y ni mi fe se rinde ante el arcano,
ni ante el absurdo mi razón flaquea.
Nunac de la sacial hipocresía
cómplice fui, ni de lisonja vana
el humo ennegreció mi fantasía;
la multitud por ídolos se afana;
yo desprecio los ídolos del día,
que nacen hoy para morir mañana.
EN EL ALBUM D E M. D E S . A.
Del cantábrico mar en las arenas
recuerdo que te vi, gentil señora,
y más que tu presencia seductora
me conmovió el relato de tus penas.
Si de dulzura y esperanza llenas
son las lágrimas bálsamo al que llora,
mis lágrimas te ofrezco desde ahora,
nunca al pesar ni al infortunio ajenas.
Feliz esposa y madre a un tiempo fuiste,
y cuanto era tu gloria y tu contento
aniquilado en el sepulcro viste:
Yo en tu dolor me anego y tu tormento,
que me arrastra hacia ti, por bella y triste,
la sublime atracción del sentimiento.
FIORELLA (INS PIRADO EN UN A
ACUARELA D E PRAD ILLA)
De Italia en el vergel creció sencilla,
rival en hermosura de sus flores,
y en la edad de los sueños seductores
aun suena que es dichosa ¡pobrecilla!
Pronto sobre el carmín de tu mejilla
pondrán su negra tinta los colores,
y eclipsará el volcán de los amores
la luz del alba que en sus ojos brilla.
De su pudor la regalada esencia
llena el espacio de campiña agreste
con perfumes de paz y de inocencia:
¡Dios no permita que su blanca veste
manche en el lodo vil de la experiencia,
ni anuble el vicio su fulgor celeste!
JUNTO AL OCEANO
Tú eres el mar que en mi niñez dichosa
con arrullo tranquilo me adormía;
el mar en que tendió mi fantasía
las juveniles alas de oro y rosa.
De noble inspiración la mente ansiosa
halla en ti cuanto sueña y cuanto ansía,
y al eco de tu grata melodía
uno mi voz que en júbilo reposa.
Si a veces en tus tristes soledades
del mártir al marino das la palma,
y rugiente y feroz la tierra invades,
pronto recobras la perdida calma;
¡Qué nunca en sus deshechas tempestades,
si la llega a perder, recobra el alma!
EN LOS JARDINES DE LA IS LA
Asiento de un volcán que todavía
conserva sus ceniza apagadas,
llamó el genio español afortunadas
a las Islas Canarias algún día.
¿Cómo a este Edén risueño llamaría
entre cuyas frondosas enramadas,
hojas, aves, y brisas y cascadas
inundan el espacio de armonía?
Isla de paz, de amor y de ventura,
donde gozó mi espíritu embebido
breves horas de encanto y de dulzura:
¡Quién en tu soledad tuviera un nido
bajo del cual manara fresca y pura
la suspirante fuente del olvido!
EN EL CENTENARIO DE CALD ERON
DE LA BARCA
Valor, virtud, ingenio, fortaleza,
cuanto sueña el humano desvarío,
cuanto de Dios descubre el poderío
y es trasunto feliz de su grandeza:
Todo en ti lo juntó Naturaleza,
y a la mágica ley de tu albedrío
brotó, como la tierra del vacío,
de tus creaciones la sin par belleza.
Hoy a aplaudirlas se levanta el mundo,
que en ti venera al sacerdote honrado
a la vez que al filósofo profundo.
Y amante besa tu sepulcro helado
a cuya puerta duerme Segismundo
como viejo león encadenado.
A UN A JOVEN PROXIMA A CAS ARS E
Serás feliz si al estrechar el nudo
que liga en santa unión dos corazones,
conviertes en afecto las pasiones
y haces de la razón arma y escudo.
Si halla la vanidad tu labio mudo;
si la paciencia a la injusticia opones;
si despreciando el oro y los blasones
tiendes la vista al pobre y al desnudo;
Si piensas que el amor es armonía;
que, cuanto más el árbol nace erguido,
más el furor del rayo desafía;
Y que del mundo en el Edén perdido,
mal que pese a la humana fantasía,
sólo hay dicha en la paz y en el olvido.
MAÑAN A
1
Junto al hogar donde el tizón humea,
cose la madre pensativa y muda,
y al ver su sombra en la pared desnuda,
el niño tembloroso balbucea.
Quizá mañana, cuando grande sea,
navegue en los abismos de la duda,
quizá del mundo en la batalla ruda
tan sólo sombras a su lado vea.
¿Piensa en esto la madre? Cuidadosa
la luz lleva a un extremo de la sala,
en la frente del niño el labio posa;
de Dios la santa imagen le señala,
y una lágrima enjuga silenciosa
que por su rostro pálido resbala.
2
S obre el libro la faz ya soñolienta
y en la mano apoyada la mejilla,
creyendo potro lo que ayer fue silla,
pensativo garzón las horas cuenta.
Dibújase la aurora macilenta
a través del cristal que no mancilla,
mientras con dulce cántiga sencilla
la tórtola en su cárcel se lamenta.
-¿Por qué alumbras ¡oh sol! mi pobre pecho,
el joven dice, si a mujer tirana
rendí mi afán y encadené mi pecho?
Me prometió asomarse a la ventana
y ¡al diablo de las Partidas y el Derecho!
Hoy Juan Tenorio; y Cicerón mañana.
3
Del tiempo airado la veloz corriente
arrastra al par los frutos y las flores,
y esperanzas, placer, gloria y amores,
cual humo se disipan de repente.
Ved un anciano: su rugosa frente
del invierno refleja los rigores,
y brillan en sus ojos los albores
de otra vida mejor que la presente.
¿Medita? ¿Reza? No; con ansia loca,
entretenido en juvenil quimera,
se burla del destino y le provoca;
cómplice suyo al tiempo considera,
y por más que del hoy la pena toca,
aun del mañana la ventura espera.
4
¡Siempre mañana! hasta el tremendo día
en que se apaga el postrimer aliento
y miramos fundirse en un momento
la luz del sol y la tiniebla fría:
Hasta que paz el cielo nos envía
del vivir arrancados al tormento,
-mañana, es nuestro solo pensamiento,
-mañana, repetimos todavía.
¿Y después? El mañana suspirando
¿Es princípio o es fin? ¿Es necio lema
o es augurio quizá de un bien soñado?
¿Mañana! De la vida eres emblema;
Pero, ¡ay! que ¡nunca el hombre desdichado
la solución alcanza del problema!
EN LA MUERTE D E MI AMIGO EL
ES CULTOR JUAN FIGUERAS .
Supo en el mármol esculpir su gloria
cual Fidias otro tiempo y Praxitéles;
supo sentir, y sus amigos fieles
no olvidarán su nombre y su memoria.
Virtud, lucha y dolor; he aquí su historia,
escrita al par con llanto y con cinceles;
abrojos con vertidos en laureles
y al fin la muerte, si mejor victoria.
De eterna inspiración buscando el foco,
hizo del arte la beldad querida
enamorado siempre, y siempre loco;
mas con pasión tan pura y reprimida,
que creyó con su genio darle poco
¡y para darle más le dio la vida!
A DOÑA BENIGNA FOMBONA
Vas a partir, ¡adiós! halle tu nave
del Atlántico mar en el desierto
rizadas ondas y piloto experto,
claro sol, cielo azul, brisa suave.
Templen rigores de la ausencia grave
las esperanzas de cercano puerto,
y con vuelo feliz y rumbo cierto
a su nido de rosas vuelva el ave.
Todo al verte marchar gime o suspira;
pero dejas aquí tu imagen bella,
tu voz que encanta y tu bondad que inspira,
como al perderse dejan honda huella
la vibracion sublime de una lira
o el celestial reflejo de una estrella.
VOX CLAMANTIS
Poesía, ¿dónde estás? El dulce coro
que sonó alguna vez en tu alabanza,
hoy repite los ecos de la danza
con que la vanidad festeja al oro.
Hipócritas sin genio y sin decoro
hacen tráfico vil de la esperanza,
y enoja el bien y halaga la venganza,
y eleva el vicio y envilece el lloro.
¡Poetas, lamentad vuestro destino!
Mas no dejéis en calma vergonzosa
la grata voz y el estro peregrino:
cantad; la inspiración es cual la rosa:
entre el fango y las zarzas del camino
suele brotar más pura y más hermosa.
A NUES TRA S EÑORA D E PAS TORIZA
Con los pies más abiertos que los ojos,
ridículo disfraz y firme paso,
vienen desde seis leguas, y ocho acaso,
ante su Virgen a rezar de hinojos.
Cuando llegan rendidos y hasta cojos,
su descanso será dormir al raso;
y gracias si un mendrugo y un buen vaso
consiguen reponer sus miembros flojos.
Mas su fe les envidio y su alegría;
gozan de fijo más con su tontuna
que lo que gozo yo con mi ironía.
Adoran una diosa; yo ninguna,
y ni al Prado descalzo bajaría
aun teniendo allí templo la Fortuna.
A MURILLO EN S U ANIVERS ARIO
¿Qué otro nombre más puro y más brillante?
Los siglos pasan y su fama crece;
llena toda una edad, desaparece,
y más alumbra cuanto más distante.
El mismo cielo a que se alzó triunfante
en sus divinas obras resplandece,
y quien al ver sus vírgenes no rece
¿dónde hallará belleza que le encante?
¡Artistas! Los que el fuego misterioso
alimentáis, que a la terrena arcilla
presta forma o color, vida o reposo;
pues el genio inmortal honra Castilla,
venid, y ante la imagen del coloso
inclinemos la frente y la rodilla.
A LA MEMORIA D E ANDRES BELLO
Del mar tiñendo las movibles olas,
rasgando de la edad las densas brumas,
brillan entre la niebla y las espumas
de su ingenio inmortal las aureolas.
Hoy que pide a las almas españolas
su altar ofrendas y su gloria plumas,
musa del Nuevo Mundo no presumas
que has de aplaudirle ni llorarle a solas.
Plugo a la Providencia o al ocaso
su cuna y su sepulcro alzar distantes,
y en remota región abrirle paso:
Mas a los ecos de su voz vibrantes
se incorpora en la tumba Garcilaso,
y le saluda con amor Cervantes.
UNA LAGRIMA S OBRE LA TUMBA
DE MORENO NIETO
Llore la piedra al orador fogoso
que aún ayer la tribuna ennoblecía;
llore la ciencia al que en su altar un día
inmoló de su espíritu al reposo.
Dejadme a mi llorar al cariñoso
y dulce amigo de la infancia mía;
al que sol admiré que amanecía
y hasta en la sombra me parece hermoso.
¡Treinta años hizo ya! Duro destino
este por el que vamos arrastrados,
átomos a merced del torbellino;
viendo al fin de la tarde, ya cansados,
que bordan los linderos del camino
jirones de nuestra alma desgarrados.
A VARIOS ES CRITORES PORTUGUES ES
EN EMIGOS DE ES PAÑA
S ordo rumor el Tajo nos envía
que la injusticia y el error pregona,
y quien de noble y de cortés blasona,
de lo errado y lo injusto se desvía.
¿Quién da campo a tan loca fantasía?
¿Qué plan la engendra, qué temor la abona
hoy, que de las conquistas la corona
quema la sien a quien se ciñe un día?
De hermanos cariñosos pruebas dimos,
y sin ver si ganamos o perdemos,
fraternidad y amor sólo pedimos.
Ni esclavos ni señores pretendemos;
señores, porque nunca lo quisimos,
y esclavos, porque ya no lo seremos.
S ENDAS CONTRARIAS (A UN JOVEN)
Tuyo es el porvenir; remonta el vuelo;
deje atrás el cóndor a la paloma;
ni ameno valle ni enriscada loma
tus impulsos detengan o tu anhelo.
Yo, pobre tronco encadenado al suelo,
sin ramas ya, sin fruto y sin aroma,
al nuevo sol que por Oriente asoma
calentaré de mi vejez el hielo.
No busques en la fuerza que desmaya
recuerdo alguno del vigor perdido;
a ti te espera el mar y a mí la playa;
tú corres al Edén desconocido;
y ¿cómo quieres que a tu paso vaya
el que va hacia la muerte y el olvido?
ENFRENTE D EL CUADRO DE VILLEGAS
TITULADO “UNOS TANTO Y OTROS TAN POCO”
El cielo se oscurece, el sol declina;
cava un enterrador, un muerto espera;
otro cadáver en triunfal carrera
avanza por el bosque y lo ilumina.
Cubre la humilde sábana mezquina,
estéril don que a la piedad debiera;
lleva el soberbio manto con venera
en doble caja de metal y encina.
Fue aquel en vida un sabio, casi un loco;
este debió sus timbres a ala espada;
ambos radiaban luz, centella y foco:
¡Cuán diferente su postrer jornada!
-¡Unos tanto ¡ay de mí! y otros tan poco!
¿Dónde está la igualdad? -¿Dónde? ¡en la nada!
EN LA MUERTE D E UN AMIGO
DE LA JUVENTUD
¡El también! Cómo pasan y qué aprisa,
los que vimos ayer a nuestro lado,
ricos de ingenio, de ánimo esforzado,
siempre al amor propicios y a la risa
Lodo que amasa el llanto sólo pisa
quien, de la edad al término llegado,
siente que a cada instante un ser amado
con el ejemplo de su fin le avisa.
¡Ay! para el alma que lo incierto espera
y al ver la oscuridad gime y se asombra.
¡Qué dichosa estación otoño fuera,
si al suelo no arrojase por alfombra
todo lo que en la verde primavera
nos dio perfumes y frescura y sombra!
CUATRO EPOCAS (VEINTE AÑOS )
Campos floridos, músicas sonoras,
océanos de luz, nubes de fuego,
a vuestro encanto celestial me entrego
y son vuestras desde hoy todas mis horas.
Imágenes del sueño halagadoras,
que me robáis la calma y el sosiego,
el camino mostrad al pobre ciego
si sois de la inocencia protectoras.
Corro a la vida y el amor me alienta,
sentir, gozar y padecer ansío
con todo el que padezca y goce y sienta.
¿Un corazón queréis? aquí está el mío,
grande como el abismo y la tormenta,
puro como el incienso y el rocío.
TREINTA AÑOS
Heme lanzado en la fatal pendiente
donde a extinguirse va la vida humana,
viendo la ancianidad en le mañana
cuando aún la juventud está presente.
No lloro las arrugas de mi frente,
ni me estremece la indiscreta cana:
lloro los sueños de mi edad lozana,
lloro la fe que el corazón no siente.
Me estremece pensar cómo en un día
trocose el bien querido en humo vano
y el alentado espíritu en cobarde.
Maldita edad razonadora y fría
en que para morir aun es temprano
y para ser dichoso quizá es tarde.
CUARENTA AÑOS
¡Pasaste, juventud! Ola brillante
de luz y espuma y perlas y colores,
fuente de la ilusión, nido de flores
donde la dicha se albergó un instante.
Aun te persigue la memoria amante
evocando recuerdos seductores,
de tu sol a los últimos fulgores,
tanto más bello cuanto más distante.
Todo contigo huyó; la dulce guerra,
la suspirada paz, el loco anhelo,
el entusiasmo que la gloria encierra...
Y quedaron la duda y el desvelo:
¡Un cuerpo que se inclina hacia la tierra,
y una conciencia que interroga al cielo!
CINCUENTA AÑOS
¡Tiempo, no lucho más! Estoy vencido,
y no es humillación mi vencimiento,
aun para el bien y la virtud aliento
mientras muy altas torres han caído.
Aun como el triste ruiseñor herido
puedo tender las alas un momento,
aun la bóveda azul del firmamento
con tibio resplandor baña mi nido.
Memoria de otro vuelo, ¡yo te adoro!
reflejo de otro sol, ¡yo te saludo!
presagio de otra vida, ¡yo te lloro!
Que del mundo en la lid rompí mi escudo
y ni la fe me ayuda cuando imploro,
ni el miedo me abandona cuando dudo!
S TELLA MATUTINA
Con lento paso me acerqué a la puerta
oprimiendo mi frente enardecida;
sobre su lecho cándido tendida
la prenda de mi amor estaba muerta.
De cuatro cirios a la llama incierta
aquel espectro vi que era mi vida;
aun cerca de la almohada hallé caída
la humilde rosa que le di entreabierta.
Me pereció que de sus negros ojos
una celeste claridad brotaba,
que otra vez animados sus despojos
para decirme -¡tuya!- me llamaba;
besé sus labios, se tornaron rojos...
¡era el beso primero que le daba!
A UN AMIGO
¡Antes que tú soñé con esa guerra!
Ser paladín del triste y del caído,
azote del soberbio envanecido,
preceptor amoroso del que yerra.
Contra el osado criminal que aterra
luchar hasta mirarle arrepentido;
proteger al humilde y desvalido...
¡No hay más noble misión sobre la tierra!
S oñólo así mi joven fantasía;
hoy, a la duda y la razón despierto,
sufro al verte marchar por esa vía;
el templo, sacerdote, está desierto,
y tu culto, tu fe, tu idolatría,
estériles serán: ¡la diosa ha muerto!
LA MANO NEGRA
Rústico labrador que de la azada
no disimulas la rugosa huella;
artista, que del genio la luz bella
en mármoles y lienzos ves copiada;
obrero, a quien despierta enamorada
la aurora que las sombras atropella...
cual si fuese la púdica doncella
gozo estrechando vuestra mano honrada.
De rosas y jazmines me parece
cuando curtida, porque a Dios le plugo,
negrea en el trabajo y encallece.
Esa de la miseria rompe el yugo:
La que con lodo y sangre se ennegrece
no la debe estrechar sino el verdugo.
EN LA C ATEDRAL DE S EVILLA
-Voto a Dios que me espanta esta grandeza
y que diera un doblón por describilla...
Pero otra más humana maravilla
me atrae con su encanto y su belleza.
¿Cómo no, si es mujer, y humilde reza
clavada sobre el mármol la rodilla,
y en el lloro que inunda su mejilla
del desamor se pinta la tristeza?
Angel de blanca luz, o ángel caído,
para llegar a ti tus alas dame
o el antro alumbra donde te has hundido;
que quien tus gracias mire y no las ame
podrá ser necio; quien te dio al olvido
después de profanarlas, es infame.
A CIERTA D AMA QUE ME
PIDIO UNOS VERS OS
Si acaso un trovador habéis soñado
blondo, sentimental y zalamero,
la capa recogida en el acero
y a la cintura el bandolín dorado,
ese tal no soy yo, vate cansado
a quien el mismo Abril parece Enero,
canto ya con permiso del casero
y dejo estar las flores en el prado.
Si alguna vez al cielo me remonto,
nunca de mis esfuerzos hago alarde,
prefiriendo ser tímido a ser tonto;
y con esto, señora, Dios os guarde,
que o yo me he muerto demasiado pronto,
¡o vos nacisteis demasiado tarde!
EN LA PRIMERA PAGINA D EL
ALBUM DE UN NIÑO
Blanca cual este libro y transparente
tienes un alma, nido de alegría;
puro como sus hojas, todavía
el candor infantil brilla en su frente.
Llenarán alma y libro juntamente
experiencia, razón y fantasía,
y el alma perderá su lozanía
que es de la juventud rico presente.
Pero así como el libro eterno dura
si amorosa en sus páginas destella
del bien y la virtud la lumbre pura,
el alma es joven siempre y siempre bella
cuando la fe, la gracia y la dulzura
su celeste impresión graban en ella.
LA FUENTE
Secas las fauces y la planta herida,
del sol de Julio al resplandor ardiente
llegué a la oculta y apacible fuente
donde alguno escribió: -Bebe y olvida.
¡Yo te bendigo, manantial de vida!
dije inclinando el cuerpo a la corriente;
pero a través del agua transparente
viendo tu sombra me alejé en seguida.
Si beber y olvidar era preciso,
entre morir de sed o de quebranto,
elegir lo más dulce el alma quiso:
Pues antes que el recuerdo de tu encanto
diera yo la porción de paraíso
ganada con mi afán y con mi llanto.
PARA EL ALBUM D E CLARITA LENGO
Pues de versos mi pluma no es avara
y sé de antiguo que nobleza obliga,
en verso has de dejarme que te diga
una verdad, como tu nombre, clara.
El mundo es malo, la existencia cara,
la dicha suele ser nuestra enemiga,
y ni se come el grano el que lo espiga,
ni siempre al bueno la fortuna ampara.
Un pri vilegio existe, la belleza;
un faro, la virtud; una corona,
la discreción, que es gracia y fortaleza.
Quien las tiene en detalle las pregona,
y para ver las tres en una pieza
hay que pedir permiso a tu persona.
S IS IFO
Hasta la cumbre de tu amor soñado
con la carga trepé de mi deseo,
y con la carga y sin tu amor me veo
de la altura al abismo despeñado.
Pero nací a quererte condenado,
y una vez más de mi delito reo,
aunque invencibles tus desdenes creo,
renovaré el intento malogrado.
¿Qué importa que las zarzas del camino
teñidas con la sangre de mis venas
halle al pasar el triste peregrino?
Sísifo del amor, sufro sus penas;
¡ay, si un día. mujer, hace el destino
que llores como propias las ajenas!
EN EL BAUTIZO DE LA N IÑA M. L. D E RUTE
Bajo el dosel materno cobijada,
por el aroma celestial ungida,
del mundo los ensueños y la vida
te abre el destino la prisión dorada.
Aun abarcar no puede tu mirada
ese vasto horizonte sin medida;
aun es tu corazón larva dormida
en que se encierra mariposa alada.
Cuando esa mariposa tienda el vuelo,
cuando copien sus mágicos colores
rayos de aurora y resplandor de cielo...
Si allí donde concluyen los dolores
hallas mi nombre escrito sobre el suelo,
a quien versos te dio no niegues flores.
A UN A MARTIR
Culto rindiendo a la social mentira,
me invitas a reír, mas no me engañas;
yo sé que está quemando tus entrañas
Siguiente
la túnica fatal de Deyanira.
En vano te sostiene y aun te inspira
la fe que logra transportar montañas;
curarte no consigues, y te dañas
vestal queriendo ser de muerta pira.
¡Cuán tristes tus veladas y tus sueño!
¡Sentir eternamente la cadena,
y nunca los halagos de tu dueño!
¡Ver envidiosa la ventura ajena,
y de un primer amor puro y risueño
vagar perdida en la región serena!
A PORTUGAL
Naciendo humildes y en confín lejano,
copia del bien, oculto y verdadero,
alegran y enriquecen Tajo y Duero
las llanuras del suelo castellano.
Rendidas a su empuje soberano
aumentan cien corrientes su venero,
y como mar tranquilo y placentero
llegan al territorio lusitano.
Lo mismo nuestro amor, nació escondido,
y rompiendo peñascos y maleza
es ya, pese al desdén no merecido,
río que el alma a fecundar empieza
por estas tres corrientes acrecido:
sentimiento, razón, naturaleza.
TANTALO
¡No compares al suyo mi suplicio!
Estar cerca de ti, y a todas horas;
ver copiada en tus líneas seductoras
la imagen que en mis sueños acaricio;
sentir como trabajan alma y juicio
inquietudes rebeldes o traidoras,
llorar si ríes, y callar si lloras...
¿Cabe más doloroso sacrificio?
Del lago encadenado a la ribera
Tántalo, a quien la fiebre consumía,
miraba el agua que beber quisiera
y de sus labios trémulos huía...
Tú, manantial de amor, no huyes siquiera,
¡y está en tu fondo la ventura mía!
A PEPE N AVARRETE
Pepe, tienes razón; la ley maldita
que a la fatalidad nos acarrea
logra que a veces para el hombre sea
la infinita creación burla infinita.
Angeles, Julio, Don Francisco, Rita,
la luz que en sus pupilas centellea,
aunque eclipsada por el mal se vea,
faro será de quien lo justo imita.
El vicio amable, el crimen iracundo,
la pasión ideal, el torpe anhelo,
todo lo copia tu pincel fecundo.
No desmayes, artista, tiende al vuelo;
lucha, estrago, dolor, eso es el mundo...
¡ay si más allá de él no hubiese un cielo!
HAS TA EL FIN
¡Yo no descansaré sino enterrado,
mientras haya un dolor propio o ajeno
que conturbe mi espíritu sereno
o atarace mi pecho acongojado!
Mientras lo que es absurdo y no es honrado
se tenga aquí por útil y aún por bueno,
y unas bocas sin pan y otras sin freno
anden a cual dará mejor bocado;
siempre desierto y con espada y pluma
prontas a combatir en noble guerra
me hallará la injusticia que me abruma:
Mas ninguna ilusión en mi se encierra,
yo sé que la virtud, como la espuma,
se deshace al contacto de la tierra.
SONETOS S ATIRICOS
LOS S ANTITOS Y LOS S ANTONES
-Dime, Colás, ¿qué gente son aquellas?
.¡Ay, Gil! de la plazuela son vecinos.
-¿Cuál es su ocupación? -Mondar pepinos
y ver de cuando en cuando las estrellas.
-¿No han tenido ilusiones? - Y muy bellas.
-¿Y hoy? - Comulgan con ruedas de molino.
-¡Desgraciados! -No tal; mira que finos
del que sube al poder siguen las huellas.
-S antitos me parecen. -S on santones.
-Deben estar tronados.- Ni por pienso.
-¿Quién les trajo a tal punto?- S us engaños.
Del campo liberal son cigarrones;
¡su atmósfera mejor es el incienso,
y su enemigo capital los años!
EL CANDID ATO
¡Miradle! De un jumento sobre el lomo
de recorrer acaba su distrito,
donde al verle llegar, un solo grito,
ha rasgado los aires:- ¡Ecce Homo!
De un título conoce al mayordomo
y le apoya el gobierno por escrito;
toda su ciencia es ciencia de garito
con algunas nociones de hipódromo.
Mañana le veréis en la tribuna
discutiendo las leyes o el catastro,
y aplaudiréis su plática importuna.
Del cielo del poder vendrá a ser astro...
y quizá, si le ayuda la fortuna,
llegue a vender cerillas en el Rastro.
LA ERUPC IÓN
Hierve la sangre en las heladas venas,
fuego brotar perecen las mejillas,
se doblan hacia el suelo las rodillas
y el hombre más audaz respira apenas.
Rompiera, a hallarse preso. las cadenas,
y de valor hiciera maravillas;
pero siente en el cuerpo unas cosquillas
que vértigo le dan y angustia y penas.
Arroja espuma su entreabierta boca,
retuércese en las sienes el cabello,
todo le hiela y todo le sofoca;
Su bronco respirar es ya resuello...
rompe al fin la erupción, y sólo toca
un grano en la nariz y otro en el cuello.
MENS AJE
-¿S abes, niña gentil, lo que murmura
el cefirillo que las hojas mueve,
cuando a besar en tu jardín se atreve
de la violeta la corola pura?
¿S abes lo que del campo en la espesura
persigue el ruiseñor con vuelo leve,
y lo que anuncia con su canto breve
el rey alado de la noche oscura?
Pues lo mismo las brisas que las aves
himnos modulan en que Dios revela
su alto poder y sus designios graves;
sueño que el alma descifrada anhela,
¿lo sabes, niña, di? Pues si lo sabes,
puedes ir a contárselo a tu abuela.
AL DES PERTAR
-¿Quién eres, ángel, que ante mí apareces
como en nublado cielo blanca aurora,
y al corazón, que desengaños llora,
paz y consuelo y esperanza ofreces?
Yo te he visto en mis sueños muchas veces
juguete de ilusión fascinadora,
y vive en mí tu imagen seductora,
y con tu puro aliento me estremeces.
¿Eres quizá la sílfide hechicera
que amada de las nubes y las brisas
llevarme quieres a su azul esfera?
Flores hollando vas por donde pisas...
-¿Quién eres? - S oy, señor, la lavandera,
y vengo a que me pague las camisas.
DE GUS TOS NO HAY NAD A ES CRITO
Otros envidien el dorado solio
donde el poder reside soberano,
o del guerrero la robusta mano,
que le puede llevar al Capitolio.
En vidie el erudito el raro infólio
que guarda su pariente el escribano;
y el pobre que fortuna buscó en vano
envidie a los que medran el espolio.
Yo, que al pisar del mundo los umbrales,
ni soñé con los lauros de Belona,
ni tuve más herencia que mis males,
envidio solamente a la persona
que digiere el cubierto de ocho reales
que sirven en la fonda de Perona.
NO HAY REGLA S IN EXC EPCION
Pasó ya la estación de los amores
y la edad de los sueños placentera;
pasó la deliciosa primavera,
y con ella los frutos y las flores.
Pasarán de la suerte los favores
y de la vida la gentil quimera,
como pasan, cruzando por la esfera,
relámpagos de fuego brilladores.
También pasaron los instantes puros
en que el alma a sus dichas no halló tasa
ni vio para su afán diques ni muros;
Todo al cabo pasó: sólo no pasa
una moneda falsa de dos duros,
que tengo hace tres meses en mi casa.
HOY POR TI, MAÑ ANA POR MI
Si encuentras de la vida en el sendero
a aquella que causó mi desventura,
y aún conserva en su rostro la frescura
y en sus mejillas el matiz primero;
si en su alma virginal aún vive entero
lo que ella juzgó broma y yo locura;
si guarda de mi fe la esencia pura
y no es su amor capricho pasajero,
sigue sus pasos, su conducta espía,
no temas ni cansarla ni cansarte,
ni aumentes por piedad, la pena mía;
ella querrá de fijo sondearte;
serás su amigo al fin, y en ese día
dale muchas memorias de mi parte.
POES IA Y PROS A
¿Lo veis? Blanca es su tez como la nieve,
negros sus ojos, sus mejillas rosa;
como la palma del desierto airosa
se columpia la andar su talle breve.
Siempre que hacia el jardín su planta mueve
en ella va a libar la mariposa,
pues niña tan gentil y tan hermosa
ni ha existido jamás, ni existir debe.
Pródiga en ella unió naturaleza
los cien tesoros que guardaba en vano,
ingenio, juventud, gracia y riqueza.
¿La veis? Pues maldecid al hado insano;
que esa mujer, portento de belleza,
se suena las narices con la mano.
EL AMOR IDEAL
Haces bien en decir, Lesbia querida,
que para mí son leyes tus antojos,
pues por una mirada de tus ojos,
satisfecho y feliz diera mi vida.
Pide a mi amor sin tregua y sin medida
sacrificios, placer, dicha y enojos;
pide que torne en flores los abrojos,
y en pavesas la nieve derretida.
Pídeme que te cante como Homero,
que ruja como hirviente catarata,
que llore entre cadenas prisionero:
Pídeme, Lesbia, mi ilusión más grata;
mas no me pidas ropa ni dinero
porque estoy más perdido que una rata.
A UN US URERO
No me escribas ya más, porque es en vano;
ni soy cual dices tu apreciable amigo
ni tengo nada de común contigo,
bárbaro azote del linaje humano.
Yo podré ser gentil, mas no pagano,
y pongo al Padre Eterno por testigo
de que prefiero el cobre del mendigo
al oro recibido de tu mano.
Si alguna vez mis yerros juveniles
me llevaron a ti con harta pena
desconociendo tus instintos viles;
hoy, si el destino a verte me condena,
iré, pero escoltado por civiles
como quien va a cruzar Sierra-Morena.
MORIR HABEMUS
Ese pollo que ves en la cocina
colgado de las patas y sin pluma,
ese vaso de quina con espuma
que te hace andar a ratos de bolina;
esa apretada y roja tagarnina
que menos arde cuanto más se fuma,
ese dolor de muelas que te abruma
y esa baja de fondos que te arruina;
no son, como tú piensas, nimiedades,
ni caprichos tampoco de la suerte
que otros suelen llamar casualidades.
Ejemplos son con que el Señor te advierte,
en la forma que cumple a sus bondades,
que todo es ilusión, menos la muerte.
¡MALDITA PEREZA!
Al bosque me llevó mi fantasía,
y en su fondo, erizado de retamas,
hallé un gigante pino, cuyas ramas
eclipsaban la luz del mediodía.
Su viejo hendido tronco parecía
reptil informe de ásperas escamas,
y su copa volcán de verdes llamas
que sobre tierra y aire se extendía.
Bajo su dulce sombra reclinado
en los goces pensé de la existencia,
y en la felicidad que va a su lado:
Recordé de los años la sentencia,
até al pino un cordón bien ensebado,
¡y no me estrangulé... por indolencia!
ENVIANDO UN RETRATO
¡Hay va! Tal tiene escrito en la baraja
el caballo de copas, según creo,
que hace ya mucho tiempo no le veo
con gran satisfacción para mi caja.
Ahí va la que me pides pobre alhaja,
copia con que respondo a tu deseo,
y cuyo original, bastante feo,
por ponerse a tus órdenes trabaja.
No la contemples con desdén ni risa
si vulgar se te antoja la figura
y la frente borrada e indecisa.
Imagen cierta de la edad madura,
claro te dice que se van aprisa
la juventud, el pelo y la hermosura.
EL MAYOR DOLOR
Coger sin sospecharlo un hierro ardiendo,
estrenar unas botas apretadas,
reñir con un inglés a bofetadas,
andar uno o dos años pretendiendo;
Hallarse frente a frente de un berrendo
sin sentir en la hierba sus pisadas,
tener cuatro carreras acabadas
y no poder vivir sino pidiendo;
pasar entre beatos por hereje,
amar la libertad y ser soldado,
y tener por rival quien nos protege;
disgustos son que al hombre dan enfado;
mas ¿qué disgusto habrá que se asemeje
al disgusto de amar sin ser amado?
IDILIO
Ayer cuando la aurora amanecía
me salí por la Cuesta de la Vega,
y al arenal que el Manzanares riega
fui buscando deleite y poesía.
En sus riberas plácidas dormía
la hermosa Tisbe, que de amores ciega,
por su galán Alfinto no sosiega,
a quien vio en el cuartel de artillería.
S ola estaba la pobre y descuidada
ver me dejó bajo su manta rota
un pie, más que el mayor una pulgada.
Alzose en esto, se apretó la bota,
y a los cielos lanzando una mirada,
soltó la manta y se quedó en pelota.
MAL D E MUCHOS ...
¿No viste alguna vez del rayo herido
desprenderse y rodar cedro gigante,
llenando de terror al caminante
entre los bosques al azar perdido?
¿Viste como la tórtola en su nido
llora la ausencia de su triste amante,
y cómo el sol derrite en un instante
el alud de la sierra desprendido?
¿Viste, por fin, en el tranquilo cielo
extenderse las nubes poco a poco,
y de sombras y horror cu brir el suelo?
¿Viste el arbusto que produce el coco?
¡Pues cese ya tu afán y tu desvelo,
que si tú no lo viste, yo tampoco!
NO TE COMPONGAS ...
¡Cuán bello y orgulloso se levanta,
de los montes cortando la aspereza,
ese palacio, rico de grandeza,
que hunde en el valle la soberbia planta!
¡Jamás el arte maravilla tanta
pudo reunir de gracia y fortaleza,
ni jamás prodigó naturaleza
tanto tesoro como aquí me encanta!
Arboles mil en pintoresca fila
le dan ambiente dulce y placentero;
reina en su derredor calma tranquila:
Verle de cerca y admirarle quiero;
mas ¿qué cártel en la pared oscila?
- No se entra sin permiso del portero.
LA RECOMPENS A
Hay en el valle que mi Laura habita
un rincón, entre arbustos escondido,
donde tiene las tórtolas su nido
y las auras se dan amante cita.
Levántase en su centro una casita,
cuyo tejado, por el sol herido,
brilla con el matiz de oro bruñido
como torre de arábiga mezquita.
Cerca de esa mansión tan hechicera
se abre en el bosque pabellón esbelto
vestido de jazmín y enredadera.
Allí fue donde, impávido y resuelto,
pinté a Laura mi afán de tal manera...
que me dio un bofetón de cuello vuelto.
ORACION FUN EBRE
Murió no sé en que pueblo una señora,
y siguiendo costumbre inveterada,
inundóse de gente la morada,
• amigos de, illo tempore, o de ahora.
-¿Quién es, dijo un galán, aquel que llora?
-El viudo de la joven malograda.
-¿Y esa mujer de luto? Su cuñada.
-¿Y aquella del rincón? La peinadora.
-¿Y ese que de una mesa en el testero
a cuantos entran ¿cómo va? pregunta
-Debe ser el doctor a lo que infiero.
-¿Y aquel qué está sentado a la otra punta?
-¿Cuál, aquel que parece un majadero?
¡Fue la debilidad de la difunta!
TRABAJO PERD IDO
Ver de lejos la dicha; codiciarla;
darle caza por fin, y poseerla;
no vivir con el miedo de perderla,
morirse con el ansia de gozarla.
Dar cuerpo a una ilusión; acariciarla,
• y un instante después aborrecerla;
luchar con la desgracia, y no vencerla;
sentir perpetua sed y no apagarla.
Llamarse racional, y a veces serlo,
y a menudo también serlo y sentirlo
huyendo la ocasión de parecerlo.
Comer partidas, y aguantar el mirlo;
eso hacemos los hombres sin saberlo,
y eso hacen las mujeres sin decirlo.
A UN A NEGRA
Ya el matiz del rubor me causa enojos,
de hipócrita virtud mentido sello;
ya no me encantan el nevado cuello,
la tez de rosa y los azules ojos.
Placen de mi capricho a los antojos
de ébano y bronce el maridaje bello,
ondas del mar copiadas en cabello,
labios de fuego trémulos y rojos.
Ven hacia mí, ¡mujer! en dulces lazos
bajo un bosque de palmas y laureles
mi corazón te entregaré a pedazos:
Ven, y tus gracias tímida no veles;
quiero estrecharte en mis amantes brazos...
pero ¡ay! alma del alma, ¡que mal hueles!
VITA BONA
En dos troncos de verde manzanillo
tengo mi hamaca de cordel tendida,
y por el aire de la mar mecida,
fresco lecho me da grato y sencillo.
Más feliz que el cacique de Luquillo,
en nada pienso y nada me intimida;
hallo en el bosque sombra apetecida,
dulce jugo en el plátano amarillo.
Absorta el alma, del reposo centro,
aquí cual nunca al Hacedor se eleva,
pura satisfacción llevando dentro.
¡Gozo en un nuevo mundo vida nueva;
y si no es el Edén donde me encuentro,
es porque faltan la serpiente y Eva!
LA DOCTRINA D E EPICURO
-No existe la verdad, Dios es un mito,
humo la gloria y el amor quimera;
el que otra vida tras la muerte espera
no tiene más cabeza que un chorlito.
Ora practique el bien, ora el delito,
la fortuna del hombre no se altera,
pues al mirar la luz por vez primera
ver puede en ella su destino escrito.
Todo es mentira en la existencia humana,
y aquel que busca el goce eternamente
sólo ve del placer la sombra vana.Así de Atenas a la pobre gente
dijo el gran Epicuro un mañana...
y se marchó a tomar el aguardiente.
HAZ BIEN...
Tengo buen corazón, no cabe duda;
he alzado un infeliz del duro suelo,
y su llanto enjugué con mi pañuelo
dando a sus males cariñosa ayuda.
Que es ciego, dice, y que su esposa es muda;
terrible debe ser su desconsuelo:
¡Y hay en la sociedad almas de hielo
que no se duelen de su pena aguda!...
Yo sí, que al sostenerle entre mis brazos
casi me hizo llorar como un chiquillo
con sus frases de amor y sus abrazos;
Mas ¿qué es esto que siento en el bolsillo?
La cadena partida en dos pedazos...
¡Ya me ha dejado sin reloj el pillo!
LA HIS TORIA DEL POLLO
Se levanta y almuerza de una a dos
se viste y se va al Círculo a las tres,
habla allí de política en francés,
y un poco en castellano contra Dios.
S ale, y compra unos guantes a Dubos,
encarga unas babuchas al Leones,
y en la carrera instálase después,
fumando un puro que le causa tos.
Allí encuentra a Ventura y a Tomás,
se burla del atraso del país,
y hace muecas a niñas y a mamás.
Come a las ocho a estilo de París,
va al teatro si hay baile y nada más:
-¿Pero son estos hombres, o titís?
¡FUMEMOS !
En todos los placeres de la vida
encuentro que el más dulce y más seguro,
es el de reposar fumando un puro
a los postres de espléndida comida.
Yo amo la nube azul desvanecida
que se pierde filtrándose en el muro,
y hasta la punta codicioso apuro
la aromática planta retorcida.
¡Qué de gozos la tierra nos depara!
¡Qué sueños, qué apetitos, qué embriagueces,
de que se nutre el alma siempre avara!
-¡Un puro! Bien harás si me lo ofreces,
que me cuestan un ojo de la cara,
¡Y los suelo fumar muy pocas veces!
ENVIANDO UNOS VERS OS
¿Me pides unos versos? En buena hora:
Allá van, a escoger, dulces o graves;
que aún de mi inspiración guardo las llaves
y desairar no debo a una señora.
Según de humor te encuentren, ríe o llora,
si es que en tu pura sencillez no sabes
que cantan los poetas y las aves
lo mismo a las tinieblas que a la aurora.
Verás en ellos sátiras y amores;
ni unas te alarmen, ni en las otras creas,
sueños son de la infancia seductores:
En mar de frases soledad de ideas:
los que dicen, A Ti, son los mejores...
Pero es casi mejor que no los leas.
A UN CRITICO
Tu carta recibí, sabe Dios cuando,
y a entenderla llegué, sabe Dios como;
me has dado un palizón de tomo y lomo,
de esos que al más cerril dejan temblando.
¡Cuánto lo habrás venido meditando!
¡Qué estudiar en un tomo y otro tomo!
¡Qué fino aquello de llamarse romo,
hipócrita, gandul y hasta nefando!
Sigue por esa senda; luce el brío;
procura que la ciencia no te empache,
y sángrala como se sangra un río.
¡No he de ser yo quien tus renglones tache;
pero para otra vez, amigo mío,
no me escribas “ipócrita” sin hache!
EL N ECTAR DE LOS DIOS ES
Mezcla en un vaso de cristal de roca
y, a ser posible, de oro y pedrería,
tres dracmas de placer, dos de poesía,
y cuatro o cinco de soberbia loca.
Del horno del amor ponle a la boca,
y cuando no haya hervido todavía,
añádele onza y media de alegría
y seis gotitas de café de Moka.
Si advirtieras que forma mucha espuma,
en un trozo de blonda catalana
colarlo debes con presteza suma.
Déjalo reposar por la mañana,
y removido bien con una pluma,
ya lo puedes tirar por la ventana.
INFORME S OBRE LAS MUJERES
Es la mujer prisión en que nacemos,
y a que desde el nacer nos condenamos;
unos por penitencia la buscamos,
otros por galardón la merecemos.
Abismo en que los débiles caemos,
puerto donde los fuertes nos salvamos,
ídolo que de tierra fabricamos
y luego en oro convertir queremos.
Ella del cielo del amor es luna,
inspira las letrillas y las odas,
sirve al capricho y manda en la fortuna;
¿dices que a ser del gremio te acomodas?
Piénsalo bien, decídete por una...
¡Verás como después te gustan todas!
NEBULOS A
S ola en el templo la encontré; rezaba;
y yo, apoyado en el macizo muro,
de aquel contorno majestuoso y puro
la espléndida belleza contemplaba.
Detrás del manto que su faz velaba
vi de sus ojos relucir lo oscuro,
alzóse al fin, y con andar seguro
en la sombra se hundió que nos cercaba.
¿Quién era? No lo supe; astro divino,
del cielo del amor fúlgida estrella
presidió muchos años mi destino,
y aún, el recuerdo de su imagen bella,
siempre que hallo una vieja en mi camino
se me ocurre exclamar: ¡si será ella!
UN ADAN
Todos le conocéis ¿quién es? se ignora;
vive como un Nabab, y está tronado;
se disfraza con título soñado
y con fingida cruz se condecora.
Suele llevar en coche una señora
sin que conste en su célula el -casado;
y en salones y clubs es celebrado
por lo que juega y bulle y enamora.
Do quiera que se come clava el diente,
predica la moral, odia el suicidio,
y a lo mejor se eclipsa de repente;
cuando regresa, triste como Ovidio,
dice que ha estado en Africa y no miente...
pero, ¿en la Legión o en el presidio?
UNA EVA
Nadie te niega el título de hermosa,
pero el amor se aparta de tu lado,
temiendo que la sombra del pecado
pueda manchar tu frente pudorosa.
En ti se estrella la calumnia odiosa
de amiga infiel o de galán burlado;
no pareces de carne, Dios te ha dado
la majestad sagrada de una diosa.
Siempre serena y arrogante y fría
cualquiera al verte descender del coche
de Penélope imagen te creería,
y más siendo verdad, y no reproche,
que la virtud que tejes por el día
vuelves a destejerla por la noche.
DIALOGO CON UN ENTERRADOR
-Muy profunda es la fosa, buen amigo:
¿Quién es el muerto que en su fosa advierto?
-Es un muerto, señor, y no es un muerto.
-¿Será muerta? -Quizá. -¿Burlas conmigo?
-Fue de nuestra nación genio y castigo,
escollo fácil en el difícil puerto...
-¿Y cuál era su nombre? ¡Envidia! -¿Es cierto?
Dame la pala y tu labor prosigo.
-¡Os cansareís en balde, mal pecado!
por curtido que estéis en estas lizas,
muerta es, señor, que os dejará asombrado.
-¿Por qué, pues, su cadáver no haces trizas?
-S oy la Piedad, y cuando le he enterrado
le ayudo a renacer de sus cenizas.
EL PEC ADO DE ADAN
Sé muy bien que pecar es vicio feo
mas de los impecables desconfío,
que en esto de virtud hay mucho lío
por lo que en rostros y en historias leo.
¿Quién de algún pecadillo no fue reo?
¿Quién, sin saber nadar, no se echa al río?
Yo al menos para santo no me crío
y ni malvado ni infeliz me creo.
Si Adán del bien equivocó la vía,
estudie el hombre y reflexione y vea
si él lo hiciera mejor solo y sin guía;
Y sin disculpas de conciencia rea
diga, uniendo su voz a la voz mía:
-¿Vive el amor por él? ¡Bendito sea!
A PROPOS ITO DE UN BAILARIN
-Vamos, que no es un hombre como yo,
ni una mujer siquiera como tú;
es un mono vestido de tisú
que trabaja imitando lo que vio.
De un hombre sale un tigre, un gato no
(aunque algunos conozco que hacen fú)
y desde Epaminondas a Mambrú
por algo nuestro sexo se afanó.
Tenerse un cuarto de hora sobre un pie
dices que admirable; lo será;
ni tú ni yo lo hiciéramos a fe.
Pero si al cielo aspira y allá va
ese aborto de grulla y chimpancé,
¿qué cuenta de su vida a Dios dará?
EN LA PRIMERA PAGINA D EL ALBUM
FOTOGRAFICO DE LA ARMERIA REAL
Las armas que a ver vas fotografiadas,
si tal ocupación place a tus ojos,
más que del tiempo y del valor despojos,
emblema son de hazañas olvidadas.
Petos, escudos, yelmos y celadas,
ya no daréis al universo enojos,
que este siglo de mancos y de cojos
se burla en su interior de esas espadas.
¡Herir, matar, vencer! lo hace hoy cualquiera,
lo mismo titulado que pechero,
sin cargarse un quintal en la mollera.
¡Armas! ¿Quién utiliza las de acero
teniendo a mano la calumnia artera,
el fraude, la lisonja y el dinero?
RETRATO DE UN CABALLERO POBRE
Nació entre sol y sombra una alborada
impresa ya en su labio la sonrisa,
y vivió como aquel que tiene prisa
de llegar al final de la jornada.
S olamente hacer bien, o no hacer nada,
fue su preocupación y su divisa,
y hasta por ayudar, ayudó a misa
por otro, y no por él, encomendada.
Jamás en elevarse puso empeño,
ni pueril vanidad ni ansia importuna
quitáronle apetito, humor o sueño.
Con las hembras logró mala fortuna;
le quisieron tan pocas para dueño,
que ser no quiso esclavo de ninguna.
ENS EÑANZA LIBRE
-¿Qué es padre de la patria, padre mío?
preguntaba a su autor un tierno niño;
-Es, hijo, pedir votos al gobierno
y en la primer sesión armarle un lío;
tomar agua y azúcar en estío,
credenciales y cruces en invierno,
y tener el distrito hecho un infierno,
sin pan los pobres y sin cauce el río;
escribir treinta cartas por semana
hablando del impuesto y del catastro
al cacique del pueblo, que no es rana.
Y satélital fin de cualquier astro,
amanecer ministro una mañana...
-Y entonces ¿no es ya padre? -No, es padrastro.
SOBRE EL NATURALIS MO
A UN CRITICO
Debo creerlo, porque tú lo dices,
y no es mi voluntad causarte enojos;
hay para cada rosa cien abrojos,
y hace cada feliz mil infelices.
Pero, ¿a qué retratar con sus matices
lo que el vicio y el mal dan por despojos,
si al ver después el cuadro con los ojos
tenemos que taparnos las narices?
Se alumbra con la luz, no con el fuego;
el bajo instinto, la pasión bastarda,
aunque ofrezcan placer quitan sosiego;
belleza de expresión, forma gallarda
ostentan esas obras, no lo niego:
Mas ¿quién borda de perlas una albarda?
UNA COGIDA
Suena el clarín; la multitud se agita;
ya está en el circo la asombrada fiera;
impávido el jinete que la espera
su atención y su enojo solicita.
-Menos vara, morral- un chusco grita:
-¿Se ha enamorado usted de la barrera?El hombre avanza, y rápida y certera
a su encuentro la res se precipita.
Como roca del monte desgajada
rueda el jinete, y ébria de furores
cébase en el la fiera ensangrentada;
mientras ahogando el ¡ay! de sus dolores,
la imbécil muchedumbre entusiasmada
Repite: -¡Picadores! ¡picadoes!
A MUCHOS POETAS HUEROS
¡Oh sandios compañeros de fatigas,
que imitando propósitos y escuelas
las arpas reducís a castañuelas
suponiendo elefantes las hormigas!
Basta ya de romances a una ligas,
basta de mariposas y gacelas,
y el que padezca de dolor de muelas
frótese los carrillos con ortigas.
Dejad el verde libre a los rumiantes,
que no se cosen púrpuras con ruedos
ni de paja d Italia se hacen Dantes,
ni todos los chistosos son Quevedos,
ni debe darla un manco de Cervantes
sólo por que le falten cuatro dedos.
CARGO Y D ATA
¡Señor, la ingratitud no es mi pecado!
Pero debo quejarme de mi suerte,
pues conozco quien goza en ofenderte
y no cuenta un anhelo malogrado.
Bien sé que de este mundo al otro lado
nueva existencia nos dará la muerte,
mas no encuentro razón bastante fuerte
para que el criminal venza al honrado.
Te debo un lote, sí, pero funesto;
de ánimo dulce y corazón bravío,
sensible, soñador, franco, modesto,
pródigo, pobre, bondadoso y pío,
lo pasó aquí muy mal, y a pesar de esto
no me hiciste mujer... ¡Gracias, Dios mío!
LEDA... RODRIGUEZ
Tíndaro duerme, pero sé discreta,
que Júpiter acecha tu decoro,
y si el amor de Europa le hizo toro,
buscará para el tuyo nueva treta.
Con el papel que guarda en su gaveta
puede resucitar la lluvia de oro,
y yo te sueño lejos de ese coro
juguete vil del mamalón de Creta.
No del Eurotas la ribera umbría
contemple de la siesta en el descanso,
tu ebúrnea espalda sobre el onda fría:
y si ves algún cisne en un remanso,
desprecia en él a Júpiter del día,
fingido cisne y verdadero ganso.
LOS PLAC ERES DEL CAMPO
Basta de expediciones en pollino
y manejar el remo a lo forzado;
basta de merendonas en le prado,
y venga el coche y la sopita en vino.
Si plugo alguna vez a mi destino
inspirarme afición al despoblado,
me cansan ya la choza y el ganado,
y el césped y el arroyo cristalino.
La nave de mi afán viró de bordo,
y hoy, con tristeza, mis penates dejo,
a memorias de ayer haciendo el sordo,
pues me dicen la sangre y el espejo
que para los idilios estoy gordo
y para las zagalas estoy viejo.
SONETO
¿Pasar por París pareciendo Picio?
Pueril profanación, pobre poeta;
pasa primero peso por peseta
proclamándote pródigo patricio.
Para pedir perdón, puedes propicio
prestando palma padecer palmeta,
pues pecador pintándose profeta,
paga prenda pretoria por perjuicio.
Párate, Pepe, perderás preveo;
piensa, pausado paladín prudente,
parangonarte, pícaro Proteo,
probando, presumido pretendiente,
porque permites público pateo
poniendo pergaminos por patente.
A ANTONIO CARO
Antonio queridísimo; he leído
tu centenar y medio de sonetos,
y lo mismo los blancos que los prietos
cosa digna de ti me han parecido.
Los hay en que se nota algún descuido;
los hay de san erudición repletos;
vencen a los medianos los perfectos,
y están hechos con arte y buen sentido.
Uno hay solo que al libro es un ultraje;
como que, por su forma, allí no encaja;
fíjate en él; su título es el Paje.
Si tienes ocasión, dalo de baja,
pues por niños así más de un linaje
sembró laureles y cosechó paja.
A UN AMIGO RES IDENTE EN ROMA
Si alguna vez de Trevi en la fontana,
o del risueño Pincio en la colina,
o en la desnuda cárcel Mamertina,
o en la soberbia iglesia Vaticana,
la patria de Quevedo y de S antana
echas de menos por servil rutina,
y envidias a la pobre golondrina
que se viene a posar en mi ventana,
no te detengas mujeril decoro,
troquemos de lugar, y te confieso
renunciaré al garbanzo sin desdoro,
una grada de sol tendrás de exceso,
y si la calma te aburrió del Foro,
te daré mi tarjeta del Congreso.
A FERRER D EL RIO
Tradujo a Beranger cuando era mozo,
y una historia escribió de cabo a rabo;
para tomar las once toma un pavo,
se duerme andando, y ronca sin rebozo.
Tiene la anchura del brocal de un pozo,
imita en su resuello a un toro bravo,
y de fijo tuviera, a ser esclavo,
la caldera del gas por calabozo.
Nadie hay que por su ingenio no le inciense;
mas dio un drama del Príncipe a la escena
y se oyeron los gritos en Orense;
de lo cual yo deduzco, no sin pena,
que no existe un autor que mejor piense
sumando lo que come y lo que cena.
LO QUE D ICE EL POETA
¡Ensueños de ambición, dicha engañosa,
como todas las nubes pasajera!
¡Con qué placer el fin de mi carrera
os doy mi despedida cariñosa!
Ya no codicia más el alma ansiosa,
que la verdad y el bien buscó sincera,
que dormirse a tu arrullo, primavera,
y entre flores hallar oculta fosa.
S obre ella triste el ruiseñor canoro;
la tenue luz del expirante día
bajé a envolverla en sus crespones de oro.
No cantará ya el vate cual solía...
Pero ¡silencio! contener el lloro...
¡Acaso esté soñando todavía!
A VÍCTOR HUGO
Con el siglo nació, y el siglo llena;
los genios le arrullaron en su cuna,
y esclava de su voz fue la tribuna,
y sus héroes asombro de la escena.
Cuando su lira con amor resuena,
más dulce que su lira no hay ninguna;
cuando el poder maldice o la fortuna,
cual desbordado mar ruge y atruena.
¡Mártir y salvador, verdugo y reo,
diéronle para honrar su ejecutoria;
Tasso el laurel, la roca Prometeo;
y del carro triunfal de la victoria
cayó, tocando tierra como Anteo
para alzarse inmortal... como su gloria!
TEMPO PASS ATO
De todos cuantos bienes poseía
y formaron un tiempo mi tesoro,
ni paz, ni gloria, ni esperanza lloro;
mas ¿por qué me dejastes, alegría?
Huyó cual tú, mujer, en aquel día
cuyos recuerdos insensato adoro,
y hasta la tierra que os oculta ignoro
y es mayor cada vez el ansia mía.
Premio fuera su ausencia, y no castigo,
si al partir en el punto que partiste
lograra de tu pecho el dulce abrigo.
Mas ¡ay! consuelo a nuestro mal no existe:
mi alegría se fue, mas no contigo...
¡Te sueño siempre amante y siempre triste!
LA PRIMERA PIEDRA
Rica de juventud y de hermosura
fuiste al baile ayer, bella Violante,
ostentando entre flores un brillante
de tu seno rival por la blancura.
Como ofrenda de amor sencilla y pura
lo codiciabas trémula y amante;
mas yo sé que, aunque torpe y vacilante,
de él y de ti la sociedad murmura.
S ólo al ver desplomado un edificio
arraiga allí la trepadora yedra,
que es a la par su adorno y su cilicio.
Si el fulgor del brillante no te arredra
¿será que, en ruinas tu virtud, el vicio
puso en tu pecho la primera piedra?
SONETO A LAS MUJERES
Por ellas crucé el mar y corrí en posta
pues, de sus gracias, el sabroso pisto
no se puede olvidar cuando se han visto,
aunque abunden los bajos en su costa.
Ya sepan a jarabe, ya a langosta,
la lean el Corán o amen a Cristo,
siempre a servirlas me hallaran previsto
con alma grande, si con bolsa angosta.
Por una risa suya, por un gesto,
quien de salud y vida no haga el gasto
eunuco debe ser sólo por esto;
mas ¡ay! del que las tome a todo pasto.
Aprenderá, por su desgracia, presto,
que tiene más ventajas el ser casto.
“PRIMO ES BORRACHO”
Paladín de la Patria redimida,
recio soldado que pelea y canta,
ira de Dios que cuando azota es santa,
místico rayo que al matar es vida.
Otra es España, a tu virtud rendida;
ella es feliz bajo tu noble planta;
sólo el hampón, que en odio se amamanta,
blasfema ante tu frente esclarecida.
Otro es el mundo ante la España nueva;
rencores viejos de la Edad medieva
rompió tu lanza, que a los viles trunca.
Ahora está en paz tu grey bajo el amado
chorro de luz de tu inmortal cayado.
¡Oh, pastor santo! ¡No me dejes nunca!
SONETO
Tenorio, tremendón y calavera,
buen mozo, bien plantado y periodista,
sangre andaluza, vientre de pancista,
muy cuco y muy lagarto y muy gatera.
No hay filiación, partido ni bandera
al que no haya pasado ya revista:
fue isabelino, luego amadeista,
y mañana será lo que usted quiera.
Pues si el capricho de la suerte vana
nos endosa a Don Carlos y a su gente,
en medio de la fiesta soberana,
y deslumbrado por el sol naciente,
es capaz de ponerse una sotana
y brindarle un novillo al presidente.
SONETO AL S ONETO
Debe ser claro, terso, diluido
como raudal de cristalina fuente;
noble la idea, el interés creciente,
con elegancia y con primor vestido.
Tal que fuere el asunto concebido
en los cuartetos quedará patente;
y, ya describa, o analice, o cuente,
brote menos pensado que sentido.
Si le inspiran la calma o la ternura,
brille al final magnífica y serena
de la fe y el amor la llama pura.
Si ha de pintar la cólera o la pena,
cópiese en él al rayo que fulgura,
al mar que brama y al cañón que truena.
SONETO
Es madre, y de sus hijos se murmura;
es vieja y con enredos se entretiene;
es rica, y nadie sabe lo que tiene;
es enferma de amor, y pide cura.
Aunque pocos le han visto la figura,
dicen que con su espíritu se aviene,
y tímido o viril, según conviene,
el eco de su voz vibra en la altura.
Pilláronla una vez en un renuncio,
y aun puedes ver impreso en los diarios
de su historia fatal el claro anuncio.
Vive en la corte, haciendo calendarios,
y en la Plaza del rey o la del Nuncio
admite flete a precios ordinarios.
CONTRA MIGUEL TENORIO
Su buena o mala condición se ignora;
amor, que suele proteger al zote,
para que el mundo su existencia note,
le hizo rey del escándalo una hora.
Busca en la sombra a su gentil señora;
el vicio y el amor le dan a escote
una fortuna a que pondrá por mote:
Tal es el premio del que fino adora.
El misterio le envuelve con sus alas
si la adúltera amante en ansia ardiente
le da una cita en apartadas salas.
Al verle, dice con terror la gente:
Ese que luce esplendorosas galas
es el Tenorio de la edad presente.
CONTRA EL GARROTE
¿S abéis lo que es, amigos, el garrote?
Pues un aparato muy sencillo,
en que un hombre sentado en un banquillo
siente como le aprietan el cogote.
Después el alma va de bote en bote
y salva de los cielos el rastrillo,
quedando el cuerpo en tierra ¡pobrecillo!
donde gusanos mil sacan su escote.
De esa felicidad el gran presente
hoyos ofrece la persona augusta
a quien la historia llamará clemente.
¡Oh! ¡S acra majestad tierna y robusta!
No al garrote acostumbres a la gente,
que eso en cabeza propia nunca gusta.
CONTRA CARLOS MARFORI
Pinche fue de cocina en su edad tierna;
después ladrón de sales con patente,
lacayo del de Ardoz, y aun su pariente
por no sé qué misterio de entrepierna.
Hoy a la gente de Madrid gobierna
como Jaime el Barbudo en Crevillente,
y aunque viste con ropa muy decente,
es siempre una persona de taberna.
Nadie conoce el nombre de su padre,
y se puede dudar si fue un Marfori
el que lo tuvo de postiza madre.
Presume de valiente a posteriori,
y de probarlo habrá, mal que le cuadre,
cantando en el cadalso el gori-gori.
PALACIOS , PEDRO B. “ALMAFUERTE”
S an Justo. (Argentina) 1.854 - La Plata. (Argentina) 1.917
Ejerció la pedagogía sin título de maestro por los
pueblos del interior de su país.
COMO LOS BUEYES
Ser bueno, en mi sentir, es lo más llano
y concilia deber, altruismo y gusto:
con el que pasa lejos, casi adusto,
con el que viene a mí, tierno y humano.
Hallo razón al triste y al insano,
mal que reviente mi pesar robusto;
y en vez de andar buscando lo más justo
hago yunta con otro y soy su hermano.
Sin meterme a Moisés de nuevas leyes,
doy al que pide pan, pan y puchero;
y el honor de salvar al mundo entero
se lo dejo a los genios y a los reyes.
Hago, vuelvo a decir, como los bueyes,
mutualidad de yunta y compañero.
NO TE DES POR VENCIDO...
No te des por vencido, ni aun vencido,
no te sientas esclavo, ni aun esclavo;
trémulo de pavor, piénsate bravo,
y arremete feroz, ya malherido.
Ten el tesón del clavo enmohecido,
que ya viejo y ruin vuelve a ser clavo;
no la cobarde intrepidez del pavo
que amaina su plumaje al primer ruido.
Procede como Dios, que nunca llora,
o como Lucifer, que nunca reza,
o como el robledal, cuya grandeza
necesita del agua y no la implora...
¡Qué muerda y vocifere vengadora,
ya rodando en el polvo, tu cabeza!
AVANTI!
Si te postran diez veces, te levantas
otras diez, otras cien, otras quinientas:
no han de ser tus caídas tan violentas
ni tampoco, por ley, han de ser tantas.
Con el hambre genial con que las plantas
asimilan el humus avarientas,
deglutiendo el rencor de las afrentas
se formaron los santos y la santas.
Obcecación asnal, para ser fuerte,
nada más necesita la criatura
y en cualquier infeliz se me figura
que se mellan los garfios de la suerte...
¡Todos los incurables tienen cura
cinco minutos antes de su muerte!
MOLTO PIÙ AVANTI!
Los que viertan sus lágrimas amantes
sobre las penas que no son sus penas;
los que olvidan el son de sus cadenas
para limar las de los otros antes;
los que van por el mundo delirantes
repartiendo sus amor a manos llenas,
caen, bajo el peso de sus obras buenas,
sucios, enfermos, trágicos, sobrantes.
¡Ah! Nunca quieras remediar entuertos;
nunca sigas impulsos compasivos;
ten los garfios del Odio siempre activos
y los ojos del juez siempre despiertos...
¡y al echarte en la caja de los muertos,
menosprecia los llantos de los vivos!
MOLTO PIÙ AVANTI ANCORA!
Esta vida mendaz es un estrado
donde todo es estólido y fingido,
donde cada anfitrión guarda escondido
su verdadero ser tras el tocado:
No digas tu verdad ni al más amado,
no demuestres temor ni al más temido,
no creas que jamás te hayan querido
por más besos de amor que te hayan dado.
Mira como la nieve se deslíe
sin una queja de su labio yerto,
como ansía las nubes el desierto
sin que a ninguno su ansiedad confíe:
Maldice de los hombres, pero ríe;
vive la vida plena, pero muerto.
VERA VIO LETA
En pos de su nivel se lanza el río
por el gran desnivel de los breñales;
el aire es vendaval, y hay vendavales
por la ley del no fin, del no vacío;
la más hermosa espiga del estío
ni sueña con el pan en los trigales;
el más dulce panal de los panales
no declaró jamás: yo no soy mío;
y el sol, el padre sol, es raudo foco
que fomenta la vida en la Natura,
por calentar los polos no se apura
ni se desvía un ápice tampoco:
Todo lo alcanzarás solemne loco...
¡siempre que lo permita tu estatura!
LA YAPA
Como una sola estrella no es el cielo,
ni una gota que salta, el Océano,
ni una falange rígida, la mano,
ni una brizna de paja, el santo suelo:
tu gimnasia de jaula no es el vuelo,
el sublime tramonto soberano,
ni nunca podrá ser anhelo humano
tu miserable personal anhelo.
¿Qué saben de los eterno las esferas?
¿de las borrascas de la mar, las gotas?
¿de puñetazos, las falanges rotas?
¿de harina y pan, las pajas de las eras?...
¡Detén tus pasos, Lógica, no quieras
que se hagan pesimistas los idiotas!
MOLTIS S IMO PIÙ AVANTI ANCORA!
Si en vez de las estúpidas panteras
y los férreos, estúpidos leones,
encerrasen dos flacos mocetones
en la frágil cárcel de las fieras:
No habrían de yacer noches enteras
en el blando pajar de sus colchones,
sin esperanzas ya, sin reacciones,
lo mismo que dos plácidos horteras;
cual Napoleones pensativos, graves,
no como el tigre sanguinario y maula,
escrutarían palmo a palmo su aula,
buscando las rendijas, no las llaves...
¡Seas el que tú seas, ya lo sabes:
a escrutar las rendijas de tu jaula!
¡MOLTO PIU AVANTI ANCORA!
El mundo miserable es un estrado
donde todo es estólido y fingido,
donde cada anfitrión guarda escondido
su verdadero ser, tras el tocado:
No digas tu verdad ni al más amado,
no demuestres temor ni al más temido,
no creas que jamás te hayan querido
por más besos de amor que te hayan dado.
Mira como la nieve de deslíe
sin que apostrofe al sol su labio yerto,
cómo ansía las nubes el desierto
sin que a ninguno su ansiedad confíe.
¡Trema como el infierno, pero ríe!
¡Vive la vida plena, pero muerto!
PALACIOS , MORGANA DE
España. S iglo XX.
Poeta hallada en Internet.
GUBIA D E PLATA
Despierta del letargo del lirismo de blondas
y encaje de bolillos, que es arte superado
y asume la liturgia del rito acompasado
de un vivido presente que impera, aunque te escondas.
Despierta a los murmullos de las palabras hondas,
al silente albedrío del verbo inmaculado,
a la exacta medida del diapasón soñado
que te dará la clave de sus rítmicas frondas.
Y deja que en la piel te tatúe su instinto,
el prisma refulgente del dulce laberinto
de los catorce versos, con su gubia de plata
que labrará el enigma de un pentagrama entinto,
porque el soneto toca –pulsante sol corintoel cenit de la mente, en fulgida cantata.
VERS OS BLANCOS
Surgen los versos blancos ajenos a mi pluma;
me habitan en constante disputa y enfrentados
con las rimas que brotan y no emplean ardides
para se o no ser. S on perros que me ladran
en las puertas del alma. En el desasosiego
de una mano derecha que se mueve impulsiva,
los versos son las notas de una agreste guitarra
que arpegia, desfasada, sones que desconoce.
No puedo controlarlos y a veces también pienso,
que no vale la pena poner puerta sal campo.
S on perros, sólo perros, que muerden por sorpresa.
Me cortaré la mano el día que descubra
que escribe sometida a mi propia razón:
quizás porque soy yo quien necesita asombro.
VARON
Yo no te quiero mío y entregado
varón por mí, sino varón por todas,
que no ata el corazón celebrar bodas
ni hay triunfo en poseer varón domado.
No es tu dedicación, siempre a mi lado,
lo que ansío de ti. No me incomodas
por ser agua corriente, ni me enlodas
con la tierra de amores del pasado.
Atado a la condena de los celos,
sujeto por mandato de los cielos,
no te puedo gozar ni ser tu dueña.
Ancho y fecundo río de desvelos
te requiero, varón, lejos de duelos:
libre, por el amor que no se empeña.
DIS CIPLIN A INGLES A
Morir poquito a poco de rutina
(no hablo de la muerte por sorpresa)
sino de la paciente feligresa
que reza cada día en mi cocina.
La que desliza en dulce disciplina,
trocitos de su tarta de frambuesa
y con aires de fría dama inglesa,
reparte la tristeza en su doctrina.
La que no se percibe, por felina;
la escondida y pasiva soterrada
que se enquista en la carne sorprendida.
La que con su goteo de estricnina
va rebosando el vaso, la aliada
de todas las desgracias de la vida.
QUIS E UNA VEZ A UN HOMBRE
Quise una vez a un hombre hermoso y displicente,
enemigo de fiestas y de la luz brillante,
de lengua seductora y mente estimulante
que a solas desplegaba gestos de adolescente.
Para el amor tenía un ansia permanente
de fuegos de artificio, manos de buen amante
y una mirada viva de eterno interrogante
que adivinaba mudos deseos de inconsciente.
Era un cliper veloz de albas vela hurañas,
íntimo tejedor de escabrosas patrañas
que se hacían reales con su loca inventiva.
Mentiroso y capaz de todas las hazañas,
desbordó mi razón de razones extrañas.
Ya le quise una vez. Le querré mientras viva.
ALBAD A
A través de la reja se precipita el día
que a pasos de gigante, la noche desvanece
y yo puedo morirme, si es que desparece,
el relámpago pálido con que tu cuerpo hería.
Cierra pronto el sarcófago de la eterna alegría,
para eclipsar la luz, que no se compadece
del espíritu oscuro, de este amor que nos crece
cada noche y se escapa, cuando regresa el día.
Haz que cubra tu sombra el quicio de la puerta,
engaña a las ventanas, con tu negro atavío,
impide que el deseo se nos muera en la boca.
Que se acerca inclemente mientras sigo despierta,
coronada de lirios y, en mi libre albedrío,
quiero matar el día. ¿No ves que ya estoy loca?
PALAU Y CATALA, MELCHOR
Mataró. Barcelona. 1.843 – Valencia. 1.910
Académico de la Real Academia Española,
ocupó la silla O de 1.908 a 1.910.
*Escritor. Hizo la carrera de ingeniero de caminos,
llegando a ser profesor de la Escuela de Ingenieros
de Caminos. También se dedicó a la crítica literaria.
SONETOS
I
Mantos de luz tendiendo por los mares,
guías la nave al suspirado puerto;
por ti abandona el líquido desierto
y regresa el marino a sus hogares.
Mas ¡qué miro! millares y millares
de hermosas aves a tus pies han muerto;
atrájolas tu foco en vuelo incierto;
ya no verán los patrios palomares.
¡Oh faro colosal! tus vivas luces
son de la Libertad fúlgido emblema;
al que bien te comprende, le conduces
al puerto ansiado de la paz suprema;
al que mal te conoce, le seduces,
y en ti las alas mísero se quema.
II
A MI AMIGO EL ES CULTOR QUEROL
Veo surgir de tu fecunda mano,
a que tantas creaciones son debidas,
la Unidad de las fuerzas conocidas,
que la vetusta alquimia buscó en vano;
como para tu genio todo es llano,
das cima a las ideas concebidas
y el mundo verá en mármol convertidas,
arduas conquistas del saber humano.
La unidad celular Heckel proclama,
por la unidad de un Dios con entereza
van mártires cristianos a la llama;
uno es el Arte, otra es la Belleza,
uno es el hilo que la vida trama
y una, en su variedad, Naturaleza.
III
¡Pobre Pallas! la ignara muchedumbre
que vio en ti descompuesta levadura,
testigo de tu muerte ser procura,
yo no sé si por vicio o por costumbre.
Que pisabas del Gólgota la cumbre,
has crecido en tu orgullo sin mesura,
quizá que temblaría la natura
y apagaría el sol su viva lumbre.
¡Pobre Pallas! cuando la justa mano
te infligió duro y ejemplar castigo,
sólo mostraste con delirio insano
que no pudo en tu pecho hallar abrigo
ni el amor del hermano hacia el hermano,
ni el hermoso perdón al enemigo.
IV
Cuando el sol caminaba hacia su ocaso,
vio Nise a Amor en su florido otero,
y, acercándose a él con lento paso,
cogióle entre sus brazos prisionero.
Queriendo engalanarse con sus galas,
fue arrancándole plumas de las alas;
tantas, que cuando quiso alzar el vuelo,
quedose el dios como adherido al suelo.
Desde aquel día, en los torneados brazos
de mi amada reposa el ciego niño,
a hurto disparando esos flechazos
que abren hondas heridas de cariño.
Por eso cuantos a mi Nise miran
flechados pro Amor, de amor suspiran.
V
A UN PINTOR JOVEN
No te dejes vencer por la desidia,
si anhelas a la cumbre remontarte;
ni caigas en las redes que, con arte,
urde a tu paso la mañera envidia.
Los émulos te roban, con perfidia,
de tus glorias legítimas gran parte,
pues fáciles te son, han de sobrarte,
sigue, no cejes, la empeñada lidia.
La chusma, que hoy tus méritos rebaja,
de elogios mil prorrumpirá en concierto,
recubriendo de flores tu mortaja.,
no bien contemplen tu cadáver yerto;
que, al tomar la medida de la caja,
resulta siempre más crecido el muerto.
LA FORMA PO ETIC A
Quien desea encontrar sustancia pura
nunca la busca en el revuelto cieno,
ni en el hierro en fusión, de escorias lleno,
sino bajo una armónica figura.
En cristales de mágica tersura,
que claro muestran de la forma el freno,
cual hija predilecta de su seno,
nos la brinda la próvida Natura.
También del verbo la más alta fase,
la que revela intrínseca pureza,
es la que tiene, como firme base,
del geométrico modo la fijeza;
que el contorno y el ritmo de la frase
hacen que cristalice su belleza.
PALES MATOS , LUIS
Puerto Rico. 1.898 – 1.959
LA DAN ZARINA AFRIC ANA
Tu belleza es profunda y confortante
como el ron de Jamaica, tu belleza
tiene la irrevelada fortaleza
del basalto, la brea y el diamante.
Tu danza es como un tósigo abrasante
de los filtros de la naturaleza,
y el deseo te enciende en la cabeza
su pirotecnia roja y detonante.
¡Oh negra densa y bárbara! Tu seno
esconde el salomónico veneno.
Y desatas terribles espirales,
cuando alredor del macho resistente
te revuelves porosa y absorbente,
como la arena de tus arenales.
AS FODELO
Eres como una pálida jarlesa,
escandinavamente sensitiva,
que deshoja su alma pensativa
sobre el embuste azul de una promesa.
Tiene un noruego encanto tu belleza,
que parece labrada en nieve viva,
y surge, espiritual y sugestiva,
bajo un claro de luna de tristeza.
Insondable jarlesa del martirio;
junto a ti cuaja la leyenda un lirio
demacrado de amor y de quimera.
Y tus blancos desvelos siderales,
van inmolando filas espectrales
sobre la hoz sombría de tu ojera.
IGNORANCIA
Me convertí en pupila indagadora
clavando mi pregunta en el arcano,
a manera de flecha tentadora
lanzada por un arco soberano.
Se anunció Apolo. Fulguró la aurora
llena de pompa y esplendor pagano;
gocé su claridad confortadora
y hablóme con su trueno el océano.
Jesucristo, Moisés, Mahoma, Buda,
me sumieron de súbito en la duda
pero seguí con la pregunta, fijo,
y el Todo, al compensar mis ansias locas,
me quiso contestar por tantas bocas
que no pude entender lo que me dijo.
SONETO DEL CAMPO
Vamos sobre caballos que huelen a maleza
rumbo al Carite dulce de don Antero Aponte.
Yo escondo en el camino miradas de tristeza,
y el otro, su aromada sinceridad de monte.
El otro, un hombre magro cuyo genio benigno
con nobles complacencias nuestra bondad escarba;
un jíbaro mohoso, tan pálido y tan digno,
que como un hongo oscuro desarrolla la barba.
Con estatismo unánime y en inmóvil galope
los árboles se obstinan en alcanzar el tope
de una cumbre en que el oro de una cúspide arde.
¡Por fin! Y mientras bocas a mi entusiasmo abro,
nos saluda la firme tranquilidad de un cabro
que forma el aderezo más noble de la tarde.
PALES MATOS , VICENTE
Español.
LA ES PUMA
Apenas azahar, apenas nieve,
apenas edredón de cisne, apenas
amasijo de mirtos y azucenas;
más intáctil, más frágil y más leve...
Semillas de cristal, que el viento mueve,
en el árbol del mar; pulso de antenas
que la telegrafía de sirenas
en submarinos diálogos promueve.
Libélulas de argente, estremecidas
en un rumor de evanescentes vidas;
labios del agua con que besa a solas,
en reverente arrobo sacrosanto,
el estrellado borde azul del manto
de Dios al caminar sobre las olas.
PALIS A MUGICA, MARIA HORTENS IA
Argentina. Buenos Aires. 1.910
LA VO Z INNOMINAD A
Tu imagen flota en la mañana de oro
con la rosa y el aire confundida;
ni hay batalla de lágrimas, no hay lloro,
vivo entre tu llegada y tu partida.
Tu voz suena en el cauce de mi oído
y traspasa el camino de la ausencia;
no hay distancia de tiempo dolorido:
en toda cosa late tu presencia.
Estás en mi cumplido itinerario
como el árbol mil veces repetido,
el árbol, numeroso y solitario
con su ofrenda de pájaro y de nido.
Eres mi sombra fiel, mi clara sombra,
la voz que se adivina y no se nombra.
S UMA
Hay un paisaje de cristal y bruma
donde la voz del corazón empieza.
Florida suma de raíz espesa
y de alígeros pétalos de espuma.
Nací para ascender en humo de oro
anudada en los brotes de mi canto,
cristal herido me desgarra en llanto
si en desvelada ausencia me demoro.
Nací para horadar la tierra oscura
con mi raíz de vida fervorosa;
triunfo de la raíz, nace la rosa
cuando el ascenso vertical madura.
De aire celeste y tierra removida,
de rosa y de raíz sabe mi vida!
PALMA, RIC ARDO
Lima. Perú. 1.833 – Miraflores. 1.919
Director de la Biblioteca Nacional.
Poeta y Político.
DIABLOS AZULES
¿Quién se explica el misterio de esta vida,
amalgama de dichas y dolores?
¿Creéis en la amistad y en los amores?
Palpáis el desengaño de seguida.
¿Traéis el alma por la angustia herida?
Pues bálsamos no halláis consoladores;
abrojos cosecháis si sembráis flores,
y veis que el mal la frente lleva erguida.
Siempre la duda en medio del camino
o la ignorancia con su augusto ceño.
¡Ay! ¿sé yo, acaso, a dónde del Destino
el incansable y afanoso empeño,
mi tienda llevará de peregrino
par dormir en paz mi último sueño?
POEMA EN CUATRO SONETOS
I
FILOSOFIA
¿Qué es el hombre? Un misterio. ¿Qué es la vida?
Un misterio también –dijo un poeta¿Esta vida a otra vida está sujeta
o en no ser se concluye la partida?
¿Será el alma una antorcha combatida
del viento vario de la duda inquieta
o, cerca del morir, una secreta
voz nos revela la verdad temida?
Aquello que llamamos desventura
es nuestra imperfección, que no consiente
el que hagamos cantando la jornada.
¿Será la Eternidad frígida, oscura,
o la hoguera del sol resplandeciente?
Vamos a preguntárselo a la almohada.
II
AMOR
¿Del Paraíso la primer aurora
es idilio de dicha, o quizás Eva,
al someter a Adán a dulce prueba,
cedió sólo a la sierpe tentadora?
¿Es el Amor la fuente redentora
en que su sed el peregrino abreva?
¿El mal o el bien en sus misterios lleva?
¿Es arca de salud o de Pandora?
En fin, ¿es el Amor rayo di vino,
dos epidermis en contacto acaso
o una expansión del alma soberana?
¿Astro que alumbra nuestro erial camino
o el abismo en que se hunde nuestro paso?
Quede la solución para mañana.
III
PATRIA
¿Acaso de Nerón el rigorismo
cercenando cabezas vocingleras,
o entregando a las fauces de la fieras
a los que predicaban cristianismo,
un reflejo o fue del patriotismo?
que a la revolución pone barreras.
¿Del dios Éxito rojas las banderas
no glorifica siempre el egoísmo?
¿Y patriotas serán los lenguaraces
que en carne de cañón a la obcecada
turba con vierten tras matanza impía?
¿Los programas no son siempre falaces?
¿Cuándo la Patria nos quedó burlada?
dejemos la cuestión para otro día.
IV
S UICIDIO
¡No más vivir! S algamos de la escena
que a tan imbécil sociedad me liga.
La carga de la vida me fatiga
como al triste galeote su cadena.
Una hora de placer no vi serena,
no hay necio que sus cuitas no me diga,
ni hombre leal, ni cariños amiga
me han consolado en mi angustiosa pena.
¡Escrito estaba! Cúmplase mi sino.
Con la carne luchar es necesario,
y vencida la tengo en el combate.
¡Adiós, vida! Valiente el peregrino
va a romper de su espíritu el sudario.
Pero antes tomaremos chocolate.
ITALIA
La mano del Señor Omnipotente
los pasos todos de los pueblos guía:
de babel humilló la altanería
y libertó a Judá de extraña gente.
A su voz soberana, de repente
acalla su furor la mar bravía
y el cetro de la inmunda tiranía
es frágil caña que arrastró el torrente.
La humanidad contempla conmovida
de la Europa un rincón ¡Italia! ¡Italia!
Si hoy desde el Vaticano envilecida,
pisotea tu faz una sandalia,
Dios al murmullo mezclará del Tibre
el hosanna inmortal que entona el libre.
LA MARIS CAL D E CAS TILLA
¡Libertador del indio y del esclavo!
¡S oldado de la ley nunca vencido!
Con noble ausencia y continente bravo
al rigor del destino has sucumbido.
No lisonjero tu memoria alabo
que mi lira jamás servil ha sido:
nunca de mi altivez en menoscabo
brindé un elogio o exhalé un gemido.
Deja. deja que griten insolentes
losa siervos de la inmunda camarilla
contra tu nombre y mérito eminentes…
Vívido sol que en nuestra historia brilla,
tu nombre para honrar son suficientes
dos palabras no más: ¡Ramón Castilla!
EN UN ALBUM
Mejor que las románticas canciones
de un vate, cuyo numen no es gran cosa,
serán ¡oh niña de la tez de rosa!
de mi afecto las francas expresiones.
Que no mueran jamás las ilusionas
en tu alma juvenil y candorosa;
que del mundo en la escena borrascosa
hagas de amor latir los corazones.
Que disfrutes de honores y fortuna;
que afanosos te busquen los placeres;
que no halles de aflicción hora importuna
y que te envidien todas las mujeres…
y si con esto, en fin, no estás contenta
dete Dios la vejez de la pimienta.
CUES TION DE GUS TOS
Burla y escarnio de los hombres sea
(dicen muchos) el ángel hechicero
que fuma, como fuma un granadero,
y echa más humo que una chimenea.
Quédese vicio tal para la fea
que no tiene noviazgo en candelero
y que, con el cigarro y el faldero,
su doncellez impávida pasea.
Pues, señores, nada hay que más me incite
que le contemplar golpeando una panquita
a una muchacha de gentil palmito,
para luego decirla: Si permite
que la pida limosna, señorita,
cuando acabe, regálame el puchito.
VAYA UN CONS UELO
No te irrites, hermano, porque un chinche
a quien ninguno conoció en la escuela
y que a leído tal o cual novela,
echándola de crítico relinche.
No rasgues sangre ni te de berrinche
de ese zoilo la negra cantinela…
¿qué eres bruto? ¡corriente! y que la abuela
del criticastro estúpido te cinche.
S aber debiste desde el mismo día
en que te echara Dios por esos trigos
trayendo del talento la joroba,
que en esta tierra tuya y también mía,
los reptiles, del mérito enemigo,
y los tontos se barren con escoba.
UN RETRATO
¡Silencio, ratas que la noche es larga!
Yo tengo la palabra, y que me emplumen
si no brota mortal de mi cacumen
contra cierto bandido una descarga.
Ostentando una facha de botarga
es de todos los vicios el resumen:
y si es cierto que el mal tiene su numen
no sé por qué con el malsín no carga.
Aumentó con lo ajeno su gaveta;
traicionó a todos, tirios y troyanos;
nunca dio de limosna una peseta;
chisme y calumnia fueron sus hermanos;
y dice ¡desalmado fariseo!
que cree en Dios y gana el jubileo.
DOMINGO DE RAMOS
Entra en Jerusalén Cristo triunfante
y de flores le alfombran el camino;
forma la muchedumbre remolino
y con ¡vivas! le sigue delirante.
Aun Pilatos le ve de buen semblante
y Judas le sonríe, y por divino
redentor de su pueblo peregrino
el Sanedrín le aclamará al instante.
No hay cruces en la cumbre del Calvario;
en las calles todo es arcos triunfales;
del Dies irae a nadie turba el canto;
nubes de aroma brota el incensario…
¡Qué lástima! ¡qué lástima, mortales,
que tras de ramos venga el Viernes Santo!
ECCO IL PROBLEMA
Hay una institución de nuevo cuño:
Dataría civil tiene por nombre,
la cual a los casados, hembra y hombre,
se ha propuesto meterlos en un puño.
Contra esa institución no refunfuño,
(justo es que la estadística se alfombre
con toda exactitud) y no se asombre
porque ella no cosecha en mi terruño.
Mas si me tienta el diablo el mejor día,
exaltando nervioso mi sistema,
y me entra de casarme la manía
¿me dará Dios la suficiente flema
para andar entre Curia y Dalaría?
¿Qué opina usted lector? ¡Ecco il problema!
MUNDO QUIMERICO
Vi elevarse un altar a la virtud
y el crimen castigado por doquier;
vi ¡oh, prodigio! constancia en la mujer
y ciencia en la indeleble juventud.
Honrada contemplé a la senectud
y en manos de los buenos el poder;
triunfante la justicia, y el deber
levantado a magnífica altitud.
Arca abierta miré en la caridad
y proscrita la infamia de Caín;
fe en el amor, confianza en la amistad,
patriotismo en la gente más ruin…
Pero ¿en dónde vio usted tanto primor?
En sueños, queridísimo lector.
A GUILLERMO PRIETO
Hijo del pueblo, en trovas populares
das al pueblo el amor que tu alma llena;
fuera para tu numen pobre escena
salón de pintorescos alamares.
Romanticismo no hay en los cantares
que brotan de tu pluma siempre amena…
¡cuán bien del pueblo tu profunda vena
interpreta los goces y pesares!
Canallócrata llaman a tu Musa
porque dar culto al oropel rehúsa
y en la Verdad y el Bien sólo se excita.
Ahora me explico, bondadoso amigo,
por qué por qué, simpaticé contigo…
Porque del mismo palo es mi levita.
PALOMAR, GUILLERMO
Alcira. Valencia. 1.921
Músico y Poeta.
VAN IDAD
Es cosa natural que te engalanes
y que tu rostro llenes de artificio
pues la belleza, con su sacrificio
atrajo a los villanos y donjuanes.
Cómo no he de admirar que tus encantos
trates de resaltar con sumo celo,
si la belleza es a los ojos cielos
y trata de eludir nieblas y mantos.
Si natura, con rasgo temerario
abre su impulso a cálidos clamores
sin dar la vez al fruto necesario
y lo adorna con formas y colores
antes de ser para el vivir nectario,
la vanidad del campo son las flores.
PALOMERO, ANTONIO
Madrid. 1.869 – 1.914.
Periodista, poeta y autor dramático.
EL PEC ADO ETERNO
No, no culpéis a la mujer primera
porque sació con ansia su apetito,
ni al padre, Adán que de manjar bendito
gustó con su agradable compañera.
La culpa es del manjar, que entonces era
más incitante por estar maldito...
¡Si el gozar del amor es un delito
yo también, siendo Adán, lo cometiera!
Es eterna la sed de los placeres;
no se apaga el volcán de las pasiones,
y ayer lo mismo que hoy y hoy que mañana,
para el amor son Evas las mujeres
y Adanes entusiastas los varones...
¡Todos vamos en pos de la manzana!
PALOMO PIN EL, CARMEN
Madrid. 1.981
Poeta hallada en Internet.
SONETO GANADOR DEL MEMORIAL
BRUNO ALZOLA GARCIA
“CIENCIA EXACTA”
Huérfana del recuerdo del poeta,
negador de la aurora que en ti anida,
que ignora que eres canto y fe de vida,
que res del infinito la pirueta,
que res reloj de sol y no veleta,
que eres estrella a la verdad prendida,
impulso vertical que nos convida
a medir el amor de alfa más beta.
Aunque el verso fugaz te desherede
la belleza en tu seno es un axioma,
una palpitación de lo enigmático
y el canto de un poeta nunca puede
descomponer la perfección que asoma
por tu limpio horizonte matemático.
PALLERO, OS CAR J.
S aladillo. Buenos Aires. Argentina. Siglo XX.
Poeta hallado en Internet.
PRIMER S ONETO
Inmemorial ameba diminuta,
milenios y milenios de labranza,
olas punzantes que en furiosa danza
roen las costas trágicas e hirsutas.
Fiel a su estrella el ente está en su ruta,
tromba de magma ígneo la alabanza,
glaciar de hielos pétreos ya le alcanza
gases letales… mas la ameba muta.
En aquella tormenta sin frontera,
lento tesón sin par en su desvelo,
muy sigilosamente algo se anida.
Milagros del milagro de la espera
trocar en años luz en raudo vuelo
el fino haz que engendra nuestra vida.
S EGUNDO SONETO
En aquel fragoroso advenimiento
cuyo ímpetu se expande todavía
rompe la luz inaugural del día
y hace explosión en negro firmamento.
Pero lo más rayano es el portento
por cual la mente de hoy desviviría
es la visión vital que ya traía,
la masa informe del alumbramiento.
Algo crucial nos une y delimita
¡catorce mil millones de años antes!
Cosa que sólo el tiempo ha engarzado
escalofrío de pavor nos cita
pensar que somos ecos de habitantes
de un remotísimo y brutal pasado.
TERCER S ONETO
Aquellos protozoarios cardinales
que encontramos batiendo nuestro puerto
son los mismos, aullando otro concierto,
que vienen de los tiempos abismales.
Llevados por los viejos siderales
que modelan el gen de nuestro huerto
llegan hasta el homínido algo incierto
pasando por los grandes animales.
Pequeña criatura del espacio
curios embrión de briosa envergadura
antiguo ser de límite difuso.
Para llegar bien lejos, ve despacio
no consientas desmedro en tu estructura
ni permitas se infiltre algún intruso.
CUARTO SONETO
¿Hasta qué estrella llegará tu canto
informe navegante inescrutable
de un cosmos retorcido e inestable
en medio del poema y del espanto?
Y va dejando así, de tanto en tanto,
vestigios de una vida perdurable
rediviva en virtud de lo mutable,
conjugando la gloria y el espanto.
Cabalgando por las constelaciones
abordarás futuros inauditos
en agraz de la vida inteligente
do brotaron ínclitas naciones
que avistaron futuros infinitos
sin destruir la vida ya latente.
QUINTO S ONETO
El globo ignoto en el azul abierto
está flotando en busca del cuadrante,
viene tocando de una vida errante
lejos está de ser un cuerpo muerto.
Es el planeta Tierra en desconcierto.
Nada le asigna un porvenir brillante
y sin embargo erígese exultante.
Tiene futuro: grávido este aserto.
Por la rugosa costra aún caliente
en tropel va el homínido salvaje
enjuto el rostro frío, indiferente,
mitad en libertad y vasallaje
presagios de una vida incoherente
que luego aflorarán en su bagaje.
S EXTO S ONETO
Miles y miles de años. El proyecto
del hombre inteligente pronto salta,
para mirar arriba poco falta
y tu cuerpo se torna más erecto.
Y al ser de tu estructura el arquitecto
clavas la mira en un estrella alta,
el obtuso cerebro se te exalta
y va abriendo camino el intelecto.
Y piensas, ¡oh, sí, piensas! y te inquieres
por qué voló la piedra que arrojaste
como hienden el aire los vencejos
y te preguntas de qué especie eres
y por qué el Astro, en singular contraste,
si intentas abordarlo, está muy lejos.
PAMONES , FRANCIS CO DE
Sevilla. Siglo XVI – S iglo XVII
SONETO
Confeso en el linaje, y moro puto,
y mixto en línea estrecha con villano,
ya he visto ser la flecha de tu mano
y que eso es tu lenguaje y tu tributo.
Avieso fue el ultraje disoluto;
de listo, erró la flecha el cuero insano
que a Cristo iba derecha, y dio al cristiano;
suceso que en tu traje pondrá luto.
Detenga esa lanzada de Minerva
y, caiga o no en la cuenta de sus yerros,
si asesta otra, contemple esta medida.
y venga enherbolada en esa yerba,
y traiga la tormenta de tres fierros,
como ésta, que no hay temple que la impida.
PANAMBI
México. Siglo XX.
Poeta hallado en Internet.
ICARO EN MEXICO
Si el fuego de su sol quemó sus alas
y el viento no empujó su cuerpo errado
en otro continente demudado
alzó en vuelo mejor sus plumas alas.
Guerrero que al atardecer perece
en guerra brava sube y se transforma
del puro colibrí toma la forma
y en el cenit azul ya se guarnece.
Tal vez como la noble parturienta
que fue camino al sol desde occidente
descubra que es amor el sol y sienta
deseos de volver pues en el vuelo
embriaga el corazón y en sus jadeos
añora el cuerpo volador su suelo.
PANCORVO, JOS E
Lima. Perú. 1.952
Finalista del XI Premio Mundial de Poesía
Mística “Fernando Rielo”
Poeta hallado en Internet.
CANTAR D E LA ETERN IDAD
I
Cuando soñamos juntos entro y entro
al mar del esplendor con el que avanzas,
cuando soñamos juntos las balanzas
del sueño se equilibran hasta el centro.
Tú has soñado el lugar donde te encuentro,
yo he soñado la niebla en que me alcanzas:
tú con rayos me enfrentas como lanzas,
yo mis rayos te lanzo muy adentro.
Cada vez más tu corazón ensueño
y en la extrema región donde soñamos,
eternidad, mi corazón te enseño.
Cada vez con más luz nos encontramos
y más juntos aún atravesamos
nuestros dos corazones con El S ueño.
II
Más águila que el cielo y que la muerte,
más sierpe que la vida y el infierno,
vago como el corcel de un solo cuerno
por los bosques del cielo de este verte.
Donde el árbol en fuego se revierte,
donde el fuego en el vino más interno,
oh marea de brillo manso, eterno,
cuando te veo expiro por beberte.
Como el halcón que por las trombas flota
tu paraíso me desequilibra
con el vino, en tu cáliz, que me asombra.
Lo bebo hasta la más sinuosa gota
y el éxtasis innúmero equilibra
lo inmóvil, en tus labios, de tu sombra.
III
Eternidad, ya muero en tu morada,
vivo en tu paraíso intempestivo
donde todo futuro ya está vivo
cual reflejo con copa adivinada.
En ti toda la muerte ya es pasada
y así no sé si bebo o sobrevivo
ebrio estoy ya de tu vino infinito
del cual acá ya no recuerdo nada.
Con embriaguez concéntrica, unitiva,
oh fuego por mil cielos demorado,
te enciendes en mi frente semiviva;
ya tu misterio a cielos reflejado,
relámpago en eterna alternativa,
bebo desde este cáliz encantado.
IV
Oh copa a luz o présaga ebriedad,
traslumbramiento hasta la omnipresencia,
cierva de la absoluta confluencia,
trasoñación o inmutabilidad,
o río, o de audición a la deidad
o temblor de visión o refulgencia,
cáliz de incontenible inteligencia
o absorbente cascada o unidad:
ebrio de irradiación de vaciedades
hacia este brillo me desencarcelo
más allá de la esférica visión:
no un cáliz, presa de águila por cielo,
ni un caerse de muerte en las ciudades,
sí el vaciarse aúreamente mi prisión.
V
Cuando me encuentro donde ya me olvido
penetrando en tus olas me enfurezco
y en tusa aguas perpetuas resplandezco
por dentro de tu S ueño, sorprendido.
De corazón a corazón perdido
cuando me encuentro en ti desaparezco
porque adonde me mueva me enrarezco
y por donde te mire voy fluido.
Tú que en jaguar de luz me convertiste,
y en tu mirar, eternidad, me hiciste
mirar como si fuera mi morada,
acógeme, si puedes, en tus selvas
pues cuando con tu solas me disuelvas
no me podré salir de tu mirada.
VI
Tú, noche que el licor oscuro arbolas
celestes sobre esferas que revocas,
con voz y claroscuro entre las rocas
tu vino inmenso me tumbó en sus olas.
Con este cáliz sin final me inmolas
y me embriagas de noche en que me invocas,
con luz errante mis escamas tocas
y me disuelvo como sales olas.
Pez en tu vino fui y me diluí
como una uva más en el frescor
y me ideaste sin sabor ni allá;
ya me veo en tu cáliz zahorí,
sin ojos, sin escamas, sin color,
sino el de vino que nos esperará.
VII
¿Será que existo aún, después de verte,
eternidad vacía de vacío?
Vivo por medio de tu poderío
porque te estoy cantando en plena muerte.
Aunque mi sangre bélica me vierte
por curva de corcel y hierro frío
y me desangro con el ebrio río,
será tu cierva el sol que me despierte.
Ya de mi acero beso el frío rayo
que reflorece al cielo de su sombra,
y, entonces, ni me siente mi caballo,
ni mi espada ni cuerpo siento más,
ya el tiempo en las estrellas no me nombra,
y comienzo a encontrarte donde estás.
VIII
Fuga, oh forma posible, paraíso,
cierva de larga luz, hacia los ramos:
tu luz se vuela, cuando la alcanzamos
nos desdobla el deslumbre de improviso.
Si te escucho, no temo ya tu aviso,
fuga, de augusta forma, en largos tramos,
sueña de arroyo en luna a donde vamos
a más augusta luz en indeciso;
el cielo fuerza la salida al pleno,
fluye de la rupestre a la encantada
pero no en ilusión, sí en el ameno;
jamás de mí veráse el cielo amargo,
fuga, oh forma feliz, a tu enramada,
el día es corto, el paraíso largo.
IX
Yo te busco en el claro de tu huída,
oh cierva de fulgor donde me esfumo,
donde ya estoy así, ceniza y humo,
hundiéndome en la atmósfera encendida.
Yo te busco en la tarde sorprendida,
y te encuentro en el fin del bosque sumo
en cuya augusta noche me consumo
porque la eternidad ya está prendida.
Yo me acerco al fulgor en que me ofusco,
donde ya me deshaces sin yo verte
y desde siglos ya me ves aquí.
Yo te busco en el cielo en que me busco
donde en nada existía sino en ti.
Yo te busco en le claro de mi muerte.
X
¡No sólo miel a muerte, no fue el duelo
que tú no hablabas más ni yo sabía,
ni me alarmo hacia ti pues moriría,
ni pudo ser, que ya estoy bajo suelo,
no puede ser estar, sí más que el cielo,
ni me aviento de mí pues viviría,
ni me vuelvo ni vivo de tu día
ni me vengo ni valgo del desvelo,
tu luz pisó hacia el agua, qué ha pasado,
ya no estás más, no cedes ser, te espero,
tan no te vas, no vas al impactado,
no puede ser, ya está ahí, no puede
ser tan lejos, y tan la muerte cede,
la muerte cede, ya la desesfero.
XI
Alancé bajo el oro si vivía,
si floto ahora, fue sin contenerme,
nadie bajo la plata puede verme
pues no se ve mi faz ni a pleno día
Que no voy muerto fío todavía
si puede aún la hostia detenerme,
pero los fierros atravieso inerme
y en estrellas refino halconería:
Si estoy de frío eterno, aún respiro,
pero en este mercurio se hace cielo,
no alcanzo a desfumarme donde expiro:
A du da si es que aún me esfumo avanzo:
no aferro por entero donde alanzo
y enfrío hasta la muerte con mi velo.
XII
Porque a tu paso de temblor banderas
conmovidas de lanzas y divino
corre el vino corcel por el destino
y anticipas con huesos las praderas,
fue te vas, ya el futuro, calaveras
cuando caen las ebrias, sobrevino,
nada queda de sobrio como el vino
y el esqueleto me recorren fieras.
Fue que desaparece la distancia
pacificando con el pensamiento
cierva te vas, de hueso a hueso en ansia.
Los párpados no esperan el momento,
qué deleite en los lirios de tu infancia,
eternidad, cuando te vas y el viento.
XIII
Beatifícame con tu ufanía,
no sólo pienso en ti, no sólo muero
de pura oscuridad, no sólo quiero
morir del acercarme a tu alegría;
beatifícame de la osadía,
no sólo muero en ti, no sólo espero
tu amanecer bestial, no sólo ingiero
tu luz, sino tu entera astronomía;
beatifícame porque te siento,
porque ya no transito, sólo veo
tu venida, tu entrada abrasadora;
beatifícame del aunamiento,
que ya vuelves de mí en el balbuceo
y todo lo que diga ya es tu aurora.
XIV
Para tus paraísos he venido,
para el inmenso mar que me murmuras,
tú, que dentro de cielos te apresuras,
yo, entre tu mar y cielo dividido.
Para tus paraísos he nacido,
tus paraísos de mis aventuras,
donde olvido la vida y me capturas
con tu red, en tu barca, del olvido.
La dividida voz de la tormenta
no me separará del agua clara
ni del cielo de luna más preciso;
un solo paraíso y ya no aumenta
porque ni ola ni cielo nos separa,
no hay más recuerdo sino un paraíso.
XV
Mis labios se contienen, sorprendidos,
tu sombra, no mis dedos, pulsa intensas
cuando en el aire sin igual te adensas.
Tu lírica me cubre los oídos.
Venga tu cielo a todos los sonidos,
ya en mis cuerdas resuenan las inmensas,
tú que no tienes límites ni piensas,
tú que sólo me dictas tus latidos.
Resplandeces oculta en tu figura,
acércate aún más donde me alumbra,
dicta la oscuridad que más te asombra,
ya lo oído en mis labios se satura,
tu cítara en mis manos se traslumbra
y en tu sombra mi alma es ya tu sombra.
XVI
Cuando te vas, y aún no cesa el ruido
de tu rara canción que aún no entiendo
y mi propia canción aun no suspendo
en este bosque intenso, oscurecido;
cuando te canto aún y ya te has ido
si es que te puedes ir donde estoy viendo;
cuando te canto aun, y no comprendo
por qué en tus paraísos me he perdido.
Cuando te vas, en fin, sin más salida,
por tu lugar secreto retornando,
eternidad, enséñame tu vida,
enséñame por dónde estás entrando
que ya sobre tus huelas y callando,
sólo puedo inspirarme con tu ida.
XVII
¡La caracola, el cielo, entrelazados,
su silbido ondulaba el agua muda
a que sombra celeste por desnuda
con vuelo de fue cielos levantado,
a cielo en cielo siempres agitados
fue estrépitos que cielo lo alba cruda
por indudable espíritu hacia ayuda
celeste para cielo hacia son hados;
darán oro, los cielos por lo manos
el cielo sólo muerte, fue no sombra
ya no ayea por cielo a rayos vanos;
desde el séptimo instante en este duelo
nada cesa hacia cielo, por tu sombra
tú y yo en el séptimo Espantar el cielo!
XVIII
¡Sílice y sal, arena siempre altura
se desde va, si de entre va, la duna,
mis no prisa cenizas son fortuna
y así viento su dobla la frescura;
cardo con pierde niebla la llanura,
lava lanza se trago de laguna
por comenzamos llena huye luna,
trago sin voz, sin hago, sin hondura;
sobre éxtasis colina haber ser ciego
sin entre va corcel de vehemente
y con perdí, lancero, muerto y fuego;
con armo lanza alarmo tu revuelo,
con armo vista veo de tu mente,
con armo yelmo cierro en abro cielo!
XIX
¡Es sorprendió va misma poesía
relampaguear poder por su vacío
con bañarme mil años hacia el río
lo inmóvil o subir lo monarquía:
en poesía, donde yo no oía
me hizo un hueso de su Vocerío
en la oí cuanto más fui menos mío
de ti lo que si no me deshacía:
va insaciando ascensión a más ahonda
como relámpago es iré en tiniebla
a más incendie con el más esconda:
no volveré de oscura en ya que velo
el Cielo de bebiendo está mi niebla,
la niebla que volándose del Cielo!
XX
¡Todos tus rayos en riegan de glorias
tan que por yo esperaba ni existía
te moría o soler como podía,
en fue cierva de lirio a las euforias
y ahora me he deslumbran sin memorias,
con ni existí, con eras parca he mía
el hacia espejo de mi dentro día
para entrar a ti misma contra Historias:
porque en tus lirios hacerse yo ciego
y ya en aspiro cabello a delirio
y ya es enlazan la parca fragancia
todas me luces del cubren de fuego
en esta cierva sobre fue hay distancia
sino una eternidad de lirio a lirio!
XXI
¡ Pero en gran cacería por no entiendos
se vivo, a que ante muerte hacia destino
y entre arco iris desde a por divino
se ante cubre mi muerte para enciendos:
tras mi marco amarillo ni me extiendos:
se la saeta sale como vino
tras arco iris pericristlino
ha cae a desnudez no se comprendos:
a imperios anterior desnudez yertos,
sólo tú para cuerpo el tiempo sellas,
¿cómo están, construyendo la caída?,
hacia en ti la gloriosa va escondida
anterior a mi vuelo entre los muertos
y anterior a mi corps en las estrellas!
XXII
¡Vas cornucopia hacia va gran demora
lo lirio entero en la mirar batalla
sobre son restos van caballos calla
cuando entran con el hielo hasta la aurora:
con hace simple bruma está a su hora,
con disuelve corazas a te halla
va mi lanza sin sabe donde talla
y el corcel tan te busca hacia devora:
por qué antes, vas ahora de consigos
candor donde dorado no es perdura
ni a la ardiente, neblina está el sentidos:
entre va nieblas me he ido, te has idos,
solo lo a más luminosa nos dura
donde con lirio y corcel te persigos!
XXIII
¡No me luz ni me toques para ausencia
consérvame de miel a la morada
con fue aurora entre ti la incorporada
me quedo es ya tu incendio en va presencia:
fue no dejes, ni trueno por la ciencia
dejes que rastro de órbita turbada,
quédate tú por prende mi mirada
junto al cielo en huida incandescencia:
es yo me cielo y voy, voy irte muerto
sin estar para siempre que pedirte
ni madrugar de donde vi vo o muerte:
o el corazón que se asoma despierto
no se pierda o no puedas desprenderte
de este relámpago al irse tu irte!
XXIV
¡Ya será manantial de sin personas
cuando a cielos eclipse anatomía,
tu corazón o doble inlumbra al día
con oros a, que sombra se coronas:
por celar es lo cielo en apasionas,
tu trono inundación a lo se alía,
tu voz lanza voraz de astronomía
con hacia atrocidad del abandonas:
errante por lo cuerdas disparadas
disparas himno cuando deslumbrante
la con prudente mano a deslizadas:
¿con asustó, ves, veo, eternidad?
lo trono lo ya cielo, aún vacante,
de nuestra más extensa extasiedad!
XXV
¡Será que soy a nuevo lo inextenso
fue las calles no sé en si vaticino
porque sólo en no serme de encamino
y, o distraído, eterno, cielo, pienso:
vaticino en del lodo lo de incienso
serás que estoy acá y es te adivino
con ya los de mis cítaras no empino
y por tus propios cuernos ya ye tenso:
no delires así, cierva hasta el vientos,
ve ni encubra el alado ni hayas visto
si soy muevo en tus cuernos imprevisto:
cuando he y alcanzo en es final momentos
qué miro, si de ti mi ángel disto
cuando te amanso el denso endiosamientos!
PAN E, IGNACIO ALBERTO
Paraguay. 1.880 – 1.920
Poeta y Ensayista hallado en Internet.
S I VIS PACEM, PARA BELLUM
¡Abajo, ya, esa máxima que impera!,
pueblo que quieres paz indefinida,
enseñando la máquina homicida
cual su sangrienta garra la pantera.
Quede, echada al crisol, tu arma guerrera,
en reja del arado convertida,
y vuelve a las labores de la vida
de esa inquietud constante que te altera.
Busca la paz al fin; al fin aprende
que el hacha al árbol por su flor respeta
y en cambio el tronco por su fuerza hiende.
Nada al furor del tigre te someta.
Aprende a ser león: nadie le ofende,
que en le valor es rey... y a nadie reta.
PAN ERO, JUAN
Astorga (León) 1.908 - 1.937
UNA ROJA AMAPOLA
AMPARAD A EN EL TRIGO
1
Vigilia de los trigos en verdura.
Regazo del rocío recatado.
Escorzo de la sangre, consagrado
a la brisa del alba en la llanura.
Custodia del dolor y la ternura.
Dulce fervor de luz sacramentado.
Desvelada armonía del sembrado
en el tibio temblor de su clausura.
Oración de humildad en lozanía
de un trigo verdecido en primavera.
Del campo y su pujanza, valentía.
Extremado candor de blanca niña.
Novicia del rubor en la primera
florida anunciación de la campiña.
2
Lleva mi pecho por amor herida,
me desangro en la angustia de perderte,
y mana grave su temblor de muerte
con la nieve en la sangre detenida.
Dobla mi carne y tiembla, estremecida
en la noble presencia de saberte
tan lejos ya de mí, que se convierte
el mirar de mis ojos en tu vida.
Al pecho mío, con la luz brotada
en la severidad de esta agonía,
de llanto lo ilumino y de consuelo.
Y el alma es sangre tuya recostada,
aposento de paz en la paz mía,
ala de ruiseñor en dulce vuelo.
3
Gracias mil regazó tu fiel blancura,
morena de las brisas halagada.
Temblorosa la luz, tan delicada,
que estremece el candor en que perdura.
Suavísima armonía en la dulzura
del copo peregrino. Fiel nevada,
donde el aire es milagroso, serenada
la nieve por el goce de su albura.
Los errantes cabellos esparcían
la rubia miel, del ébano ilustrados,
por el dulce marfil del grácil cuello.
Y al manso viento, ¡ay!, lo entretenían
el ébano y el oro, así mezclados
en júbilo de amor y juego bello.
4
Donde pisan tus pies nacen las rosas,
cuyo color compite la azucena,
nace el jazmín que la blancura ordena
las leves flores para siempre hermosas.
Por los aires derramas generosas
y delicadas brisas de colmena,
y en tu paso tranquilo se serena
la purísima nieve, que en gozosas
horas del resplandor de primavera
dulcifica los montes sosegados.
Tu lento caminar de manso cielo
extrema mi temblor; y mensajera,
la voz siento perder en desmayados
jazmines que te estrechan por el vuelo.
5
Reino del aire claro de tu mano
por la rosa y el nardo regalada,
que la brisa fatiga, prodigada
por la espuma del lirio más temprano.
Libre vuela el cabello, tan ufano
de tanta valentía armonizada,
y en la más dulce tiranía alada
por el cuello revuela, soberano.
Prodigiosos los dedos y extremados
por el dulce volar al frágil cuello.
Los aires resplandecen serenados,
y consienten el suavísimo cabello
la encantadora cárcel; y peinados
muestran crespos los bucles su oro bello.
GANADO DEL AMOR POR LA LOCURA...
Ganado del amor por la locura,
tembloroso y de llanto enfebrecido,
durmió mi voz el corazón herido
por soberana luz de luz segura.
Hombre de soledad, en la madura
tristeza de mis años recogido,
busqué mi amparo en ti, y enmudecido
sólo un silencio hallé, y esta amargura
que en tan hondo arrancar es elocuente.
Hombre soy de callar las penas mías
valorando el silencio en lo que expresa.
Mas, ¡ay!, este callar tan insistente
que me cuaja la sangre de agonías
colma el dolor, y el corazón me pesa.
PAN ERO, LEOPOLDO
Astorga. (León) 1.909 - 1.962
Licenciado en Derecho.
POR DONDE VAN LAS AGUILAS
Una luz vehemente y oscura, de tormenta,
flota sobre las cumbres del alto Guadarrama,
por donde van las águilas. La tarde baja, lenta,
por los senderos verdes, calientes de retama.
Entre las piedras brilla la lumbre soñolienta
del sol oculto y frío. La luz, de rama en rama,
como el vuelo de un pájaro, tras la sombra se ahuyenta.
Bruscamente, el silencio crece como una llama.
Tengo miedo. Levanto los ojos. Dios azota
mi corazón. El vaho de la nieve se enfría
lo mismo que un recuerdo. S obre los montes flota
la paz, y el alma sueña su propia lejanía.
Una luz vehemente desde mi sueño brota
hacia el amor. La tarde duerme a mis pies, sombría.
SONETO
Señor, el viejo tronco se desgaja,
el recio amor nacido poco a poco,
se rompe. El corazón, el pobre loco,
está llorando a solas en voz baja,
del viejo tronco haciendo pobre caja
mortal. S eñor, la encina en huesos toco
deshecha entre mis manos, y Te invoco
en la santa vejez que resquebraja
su noble fuerza. Cada rama, en nudo,
era hermandad de savia y todas juntas
daban sombra feliz, orillas buenas.
Señor, el hacha llama al tronco mudo,
golpe a golpe y se llena de preguntas
el corazón del hombre donde suenas.
FLUIR D E ES PAÑA
Voy bebiendo en la luz, y desde dentro
de mi caliente amor, la tierra sola
que se entrega a mis pies como una ola
de cárdena hermosura. En mi alma entro
hundo mis ojos hasta el vivo centro
de piedad que sin límites se inmola
lo mismo que una madre. Y torna sola
la sombra del planeta a nuestro encuentro.
Tras el límpido mar la estepa crece,
y el pardo risco, y al corriente quieta
al fondo del barranco repentino
que para el corazón y lo ensombrece,
como gota del tiempo ya completa
que hacia Dios se desprende en su camino.
HIJO MIO
Desde mi vieja orilla, desde la fe que siento,
hacia la luz primera que torna el alma pura,
voy contigo, hijo mío, por el camino lento
de esta amor que me crece como mansa locura.
Voy contigo, hijo mío, frenesí soñoliento
de mi carne, palabra de mi callada hondura,
música que alguien pulsa, no sé dónde, en el viento,
no sé dónde, hijo mío, desde mi orilla oscura.
Voy, me llevas, se torna crédula mi mirada,
me empujas levemente (ya casi siento frío);
me invitas a la sombra que se hunde a mi pisada,
me arrastras de la mano... Y en tu ignorancia fío,
y a tu amor me abandono, sin que me quede nada,
terriblemente solo, no sé dónde, hijo mío.
A LA C ATEDRAL DE LEON
I
En el oculto manantial del viento
donde vuelan el ángel y la rosa
desmaya la palabra silenciosa
el alto frenesí del pensamiento.
Un gozo de cristal sin movimiento
que la gloria del tránsito sonrosa
estremece de nieve milagrosa
el azul ojival del firmamento.
¡Catedral de León! ¡Ay indefensa
azucena desnuda y atrevida
que gravita en la piedra milenaria!
¡Dame tu soledad por recompensa
y endúlzame la sangre desvalida
en tu clara penumbra solitaria!
II
¡Dame la sed no más! ¡El agua sola
que tu divina soledad ofrece!
¡Las torres que la gracia resplandece
y que la fe más alta tornasola!
¡El alma en el incienso que te inmola
se confunde contigo y trasparece!
¡El corazón entero se estremece
como la sal del mar bajo la ola!
¡Arráncame la voz de la garganta
y envuélveme la sangre en el aroma
de lirio que respira el pensamiento
y el corazón en vilo me levanta
mientras huye del tiempo la paloma
que bendice sus alas en el viento!
A UN A ENCINA S OLITARIA
La gracia cenicienta de la encina
hondamente celeste y castellana,
remansa su hermosura cotidiana
en la paz otoñal de la colina.
Como el silencio de la nieve fina
vuela la abeja y el romero mana,
y empapa el corazón a la mañana
de su secreta soledad divina.
La luz afirma la unidad del cielo
en el agua dorada del remanso
y en la miel franciscana del aroma,
y asida a la esperanza por el vuelo
la verde encina de horizonte manso
siente el toque de Dios en la paloma.
EL CORAZON EN S UEÑOS
Por el dolor creyente que brota del pecado
por haberte querido de todo corazón.
Por haberte, Dios mío, tantas veces negado;
tantas veces, pedido, de rodillas, perdón.
Por haberte perdido; por haberte encontrado.
Porque es como un desierto nevado mi oración.
¡Porqué es como la hiedra sobre el árbol cortado
el recuerdo que brota cargado de ilusión!
Porque es como la hiedra déjame que te abrace,
primero amargamente, lleno de flor después,
y que a mi viejo tronco poco a poco me enlace,
y que mi vieja sombra se derrame a tus pies;
¡porqué es como la rama donde la savia nace,
mi corazón, Dios mío, sueña que tú lo ves!
VUELO DE INOCENCIA
Si torno a contemplar mi adolescencia,
como un fantasma de las aguas brota
que no se extingue nunca ni se agota
de ayer hacia jamás la transparencia.
Mecida por un vuelo de inocencia,
después del túnel, la ciudad remota
abre sus finas alas de gaviota
en el asombro azul de la presencia.
¡Oh siempre adolescente pensamiento!
¡Oh pueblo pescador entre la bruma
de ayer hacia jamás en la distancia!
En tus muros de sal que bate el viento
duerme la noche con rubor de espuma
los sueños de mi hermano y de mi infancia.
JARD IN DEL GEN ERALIFE
Agua escucha el dolor, la luz, la vega.
Quisiera separarme y no podría.
¡Quisiera por la blanca serranía
perderme en la blancura que me ciega!
Agua desnuda y claridad que juega
entre los mirtos verdes de la umbría,
¡agua de manantial y nevería
donde tiembla la Alhambra y se sosiega!
El agua deja que la luz la lleve;
¡la sombra del jardín innumerable
mece la soledad del agua huida!
La mirada resbala por la nieve,
sucede a la palabra lo inefable,
sigue el cuerpo su muerte conocida.
TIERRA DE CORAZON
Vas con tu luz de mágica amargura
como un tránsito suave de rocío,
¡cisne mecido en el verdor del río
por el sigilo de la nieve pura!
¡Ay asombro mortal de la hermosura,
rubio, alado fantasma, sueño mío,
ven a mecer mi corazón sombrío
con el son del otoño en la espesura!
Ven a mi corazón, mece mi sueño,
briza mi soledad hasta que duerma;
mi voz habla con Dios cuando te nombra.
¡Ay tierra del dolor, siempre sin dueño;
tierra del corazón, dormida y yerma
por donde vas, por donde va tu sombra!...
ORACION
Lo que toca la mano Dios lo siente.
Lo que el alma contempla Dios lo sabe.
Estamos tan desnudos como el ave,
que se torna volando transparente.
Vivimos junto a Dios eternamente.
¡Estrechamente en nuestro pecho cabe
el agua viva y el aroma suave
que brota del dolor como una fuente!
Lo que Dios ha mirado sólo existe.
S ólo existe la fe. La sombra piso
de mi antiguo vivir y nueva muerte;
la planta de mi pie camina triste,
y arrojado del propio paraíso
mi corazón se duerme para verte.
A MIS HERMAN AS
Estamos siempre solos. Cae el viento
entre los encinares y la vega.
A nuestro corazón el ruido llega
del campo silencioso y polvoriento.
Alguien cuenta, sin voz, el viejo cuento
de nuestra infancia, y nuestra sombra juega
trágicamente a la gallina ciega;
y una mano nos coge el pensamiento.
Angel, Ricardo, Juan, abuelo, abuela,
nos tocan levemente y sin palabras
nos hablan, nos tropiezan, les tocamos.
¡Estamos siempre solos, siempre en vela,
esperando, S eñor, a que nos abras
los ojos para ver, mientras jugamos!
LA MELANCOLIA
El hombre coge en sueños la mano que le tiende
un ángel, casi un ángel. Toca su carne fría
y hasta el fondo del alma, de rodillas, desciende.
Es él. Es el que espera llevarnos cada día.
Es el dulce fantasma del corazón, el duende
de nuestras pobres almas, es la melancolía.
¡Es el son de los bosques donde el viento se extiende
hablándonos lo mismo que Dios nos hablaría!
Un ángel, casi un ángel. En nuestro pecho reza,
en nuestros ojos mira y en nuestras manos toca;
y todo es como niebla de una leve tristeza,
y todo es como un beso cerca de nuestra boca,
y todo es como un ángel cansado de belleza
¡qué lleva a sus espaldas este peso de roca!...
LA NIEVE BORRA EL CAMPO...
La nieve borra el campo blanco y lento,
y el Guadarrama duerme bajo el frío
triste del corazón. (¡Igual que el mío,
oh Guadarrama, tu latido siento!)
¡Lejos, hondo, fragante, vasto aliento
dorado del pinar! El viejo estío
-la luna en el caudal, el son del ríoel alma torna mientras gime el viento.
¡Alegre, alegre luz innumerable
donde empieza la muerte mi desvelo
y la sangre de todo se desnuda!
Del amor olvidado inolvidable
escucha corazón brotar del suelo
junto al romero azul el agua muda.
DES PUES DEL OLVIDO
Otra vez como en sueños mi corazón se empaña
de haber vivido... ¡Oh dulce materia transparente!
De nuevo como entonces siento a Dios en mi entraña.
Pero en mi pecho ahora es sed lo que era fuente.
En la mañana limpia la luz de la montaña
reposa en las cañadas azules de relente...
¡Otra vez como en sueños este rincón de España,
este olor de la nieve que mi memoria siente!
La luz entra en el frío de los bosques espesos;
en el nevero virgen sólo el silencio anida;
y va corriendo tallos entre la escarcha presos.
La jara que gotea su fragancia escondida;
¡La antigua primavera que corre por mis huesos,
otra vez como en sueños, transparente de vida...!
COMO ROTOS DE TI...
Como rotos de Ti tengo los huesos,
tengo mi corazón como en baldío
de Ti; y estoy de Ti como sombría
en la luz de mis bosques más espesos.
Mis altas horas arden, y mis besos
arden, queman de Ti: queman de frío,
de ausencia, como caen desde el vacío
las estrellas, la noche tras los tesos.
¡Oh tesos que se alhajan con mi pena!
Como rota de Ti, mi pesadumbre
siento en el corazón y entre las manos.
Como rota, Señor, mi sangre suena
en soledad de Ti, de Ti en costumbre:
llenos de Ti mis huesos, pero humanos.
ARTE POETICA
Más que decir palabras, quisiera dar la mano
a un niño, hundir el pecho contra la espuma viva,
y estar callado, llena la frente de oceano,
bajo un pino silente, palpitando hacia arriba.
Más que decir palabras, navegar en un llano
de espigas empujadas, ondeadas, donde liba
la inmensidad su jugo de noche de verano;
y en vez de soñar nombres, que el viento los escriba.
Más que juntar canciones cogidas en la infancia
quisiera mis mejillas como un nido robado,
y el sabor de mis labios húmedos de ignorancia,
y la primer delicia del que nunca ha besado:
más que decir palabras ser su propia fragancia,
y estar callado, dentro del verso, estar callado...
A JOS E ANTONIO
S oledad Absoluta y oro fino
del aire de noviembre en la alborada,
y el don de la verdad en la mirada
con el vasto milagro del camino.
Ya velas en el cielo cristalino
de España, y en la noche desvelada,
ardiente de jazmín, recién nevada
sobre la claridad de tu destino.
No ver, pero temblar. No ver la muerte
y sentir en la noche su eficacia
y el olor de la tierra de Castilla.
Hablar sin la palabra, ver sin verte,
y buscarte en la niebla de la gracia
hacia la luz remota de la orilla.
AUTO DE FE
Dios el perro me llama el aire quema a un hombre
horizonte dos cuerpos ardiendo intensamente
quince ángeles velan donde estuvo mi frente
soy el negro, el oscuro: ardiendo está mi nombre.
Mi caballo me busca y pronuncia mi nombre
con el hacha rompieron de dos en dos mi frente
lejos, en el ocaso, alguien dice algo o miente
soy el negro, el oscuro: ardiendo está mi nombre.
Es la ley el silencio y también la blasfemia
es mostrar a los hombres una cruz en la boca
y decirles que arde, como cabo de vela
mi alma en la penumbra como una blasfemia
Dios el mudo, escultura de sombra, florecer de roca
y los dados de un ciego que cierran el poema.
A MI PADRE
Golpea en el jardín la rota fuente;
trepa la hiedra hacia la luz; los muros
se alucinan, se tornan más oscuros,
más altos de verdor contra el Poniente.
El silencio es mayor: sin ver, se siente
la sombra en la pared: los ojos puros,
los pasos desprendidos, inseguros,
de mi padre al andar, como un relente.
Con hermosa quietud entre sus ruinas
transcurre entero el día, y la penumbra,
la historia de las cosas, se deshace
en ondas dulcemente vespertinas,
mientras la casa dentro en paz se alumbra
y el reloj nos silencia y nos desnace.
DOLORES
Dolores, costurera de mi casa,
añosa de mi casa, vieja amiga;
era tu corazón crujiente miga
de pan, eran tus ojos lenta brasa
del horno dulce donde Dios Amasa
en bondad nuestros huesos, donde abriga,
con su insomne calor, al que mendiga,
la sed de la humildad y el agua escasa.
En noble lienzo blanco entretejiste
mi amor y tu costumbre, y ahora siento
la túnica inconsútil de tus manos.
Una mañana, en soledad, dormiste;
aún infantil de risa el pensamiento,
aún negros los cabellos entrecanos.
PANOCHO, AGUS TIN
Murcia. España. S iglo XX.
Poeta hallado en Internet.
GUITARRA MIA
Al pulsar tu bordón en mi alma siento
la voz grave, ancestral de lo profundo,
primigenio sonido de este mundo
que incansable repite el mar y el viento.
Al vibrar de tu prima, el firmamento
parece resonar en el rotundo,
fantástico cristal, limpio y jocundo,
que llena de ventura el pensamiento.
Cuando llora el arpegio entre tus cuerdas
la emoción es ternura y armonía
de viejos sentimientos que recuerdas.
Por eso en el dolor y la alegría
tu mágico cantar nunca lo pierdas,
sonando hazme vivir, guitarra mía.
AFINANDO UN SONETO
Hoy me pongo a escribir este soneto
como si una guitarra yo afinara.
Si el bordón, lo primero, bien sonara
es que va en buen camino este cuarteto.
Con la prima, también ahora me meto,
ya me suena precisa, limpia y clara,
si la cuarta y tercera bien tensara
el segundo cuarteto está completo.
S ólo quedan la quinta y la segunda
que ojalá me sonara con acierto
pues en ello la música se funda.
Y, señores, con tiempo les advierto,
esperando que el pánico no cunda,
que tendrán que aguantarme en un concierto.
BELEN Y GOLGOTA
Cuando el Cielo rasgó su veladura
el Eterno cubrió flor humana
de María, de Dios la sierva ufana,
madre y virgen, en cuerpo y alma pura.
Y así el tiempo llegó y en la negrura
de la noche en Belén, una fontana
de agua viva brotó, gracia que mana
y el humano penar torna en dulzura.
¡Oh mi Dios salvador! tu sacrificio
fue venir a este mundo de pecado
solamente por nuestro beneficio.
Y ese niño Jesús casi adorado,
por los hombres aceptará el suplicio
y será el Cristo Rey… crucificado.
S I LO HUBIERA VIS TO QUEVEDO
Érase un cuerpo a un cabezón pegado,
un chupa- chus gigante parecía,
que en su balcón estando el otro día,
por no caer, abajo no ha mirado.
Era un melón muy desproporcionado,
¿digo melón? mejor una sandía,
era un balón que espanto producía,
un Montgolfier, bestial, súper inflado.
Y yo pensé: ¿Cómo será posible
que un hombre así, de chola bien servido
pueda medrar con pinta tan horrible?
La solución, muy pronto he comprendido
pues dice que es político invencible
y aspira a ser cabeza en su partido.
A QUIEN HIZO LA CRUZ
Tu trabajo, por fin, has terminado
y es sin duda el mejor que nunca has hecho.
Bien que puedes sentirte satisfecho
de esa cruz que el romano te ha encargado.
¿Por qué entonces la pena que has notado,
sin saber la razón, dentro del pecho?
¿Por qué un dardo de horror busca derecho
tu febril corazón desconsolado?
Lo has sabido después, tras haber visto
la mirada del reo que llevaba
en su espalda la cruz para tu asombro.
En los ojos profundos de aquel Cristo
has leído un amor que deseaba
por nosotros llevar tu cruz al hombro.
A UN MAES TRO
Como el barro, tus dedos artesanos
les moldean su ser y su conciencia.
S on esponjas que absorben tu experiencia
aprendiendo a vivir entre tus manos.
Es muy dura labor, mas no son vanos
los esfuerzos sin fin, ni la paciencia.
Tus alumnos serán tus descendencia,
sembrarás sus principios más tempranos.
Cuando al verlos crecer, día tras día,
y en sus ojos te veas reflejado
sentirás la más íntima alegría.
Y al final de tus años, sosegado,
pensarás que tu vida no es baldía:
hay personas de bien que tú has forjado.
PANTALEON DE RIBERA, AN AS TAS IO
Español. 1.600 – 1.629
A DON DIEGO DE LUCEN A, PINTOR
FAMOS O Y GRANDE INGENIO, POR
HABER RETRATADO AL PO ETA.
Poca, Diego, soy tinta, bien que debe
en esa tinta poca a tu pintura
tanto espíritu docta mi figura,
cuanto pudo admitir lámina breve.
A ser eterna aun más por sí se atreve,
que por la fe de su materia dura,
otra vez animada criatura
luces a tu pincel mi aliento debe.
Por ti vuelvo a vi vir, la imagen bella
que en la paciencia heroica de tu mano
quedó vocal, lo dice peregrina.
Tanta inmortalidad me adquiero en ella,
que entre el uno y el otro ser humano,
sólo al primero temo mi rüina.
SONETO
¿En el Arpa, en los dedos, o en el viento,
dónde ha librado Dios su valentía?
Mas si fue en la dulcísima Armonía,
trofeo es de los tres el vencimiento.
Es de su ardiente espíritu el aliento,
con que al abismo el joven desafía,
los dedos su poder, y en profecía
sacra la humanidad, el instrumento
Los vencidos horrores del Tirano,
afrenta misteriosa de su gloria,
mucho son Vaticinio soberano.
Porque muestra en los lejos de la Historia,
que un dedo, que una voz, que un soplo humano,
sobran en Dios, para tan gran victoria.
AL ES TRAGO DE LA PREDICAC IÓN EVANGELICA
Pregúntasme, porque con tanto ahínco
repugné el predicar, pues bien podría
con un poco de crítica osadía
subirme al mayor púlpito de un brinco.
Confieso Anian, que los talentos cinco
son ya sólo una vana parlería;
mas con ella, que gana el alma mía,
pues si una flecha en las ajenas hinco.
Si al oído estragado me acomodo,
estrago la doctrina; si la templo
con sencillez, a las paredes hablo:
¡O S acro oficio! ya profano en todo
es Comedia el Sermón, Teatro el Templo,
farsante el que predica, autor el Diablo.
A UN RELOJ QUE JUNTAMENTE ERA
CANDIL
A nuevo ya esplendor restituida
hermosísima luz tu ser mejoras,
pues a la noche las tinieblas doras,
de su seno la sombra desmentida.
Si de la edad, que vives repetida,
aun los caducos términos ignoras,
en el índice vuelve de las horas
segunda vez a regular tu vida.
O tú feliz, a quien el fin violento
tantos avisan mudos desengaños,
que un momento te da ¡otro momento!
Y yo si en el ejemplo de tus daños,
como llegué a observar el escarmiento,
llego también a castigar mis años.
A UN ALMENDRO PLANTADO
JUNTO A UN MORAL
Tú que en la pompa ya de flores vana,
perdiste, o planta, la sazón madura,
donde tu juventud te quitó dura
cuanto verdor te aceleró temprana.
Si en la inclemencia de los Cierzos cana
no te avisó del daño en hermosura,
estéril tronco estés, ruina oscura,
de infame acero, de segur villana.
Próvido miedo es ley del que desea,
tenle ya tú, que prevenir las veces,
a los males ni ofende, ni embaraza.
Este antiguo Moral tu ejemplo sea,
que la injuria temiendo que padeces,
en tu mismo peligro se amenaza.
AL JABALÍ QUE MATÓ DON FELIPE
CUARTO NUES TRO S EÑOR
Repetir regodeos al destino
no es no, bruto feroz, consejo sano,
que si te holgó la oreja el fiel alano
la franca sobra al Español Quitino.
Haga escarmiento al más moro cochino
su próximo difunto, que la mano
en la nariz el joven soberano,
aun se la está jurando el Vellocino.
De las ingles de Adonis es venganza,
no así de Alcino séptimo, el que admiras
(jabalí peregrino) bruto muerto.
Temiendo, pues, tu riesgo en otra lanza,
con los ojos le lloras que le miras,
o con uno no más, si fueras tuerto.
A LA MUERTE D E DOÑA MARÍA D E
HERRERA, DAMA HERMOS ÍS IMA DE ALCALÁ
Debajo, huésped, de esta losa fría
no feudo no, violencia sí temprana
o de la muerte a la segur villana
la que deidad vivió, yace María.
Sin privilegio cede al fatal día
la caduca beldad, que soberana
el ser sólo mortal tuvo de humana
cuando la juventud mejor vivía.
Suspenda el pie tu justa reverencia,
o huésped, cuando el cielo a más reposo
traslada su beldad heroicamente;
Y el estorbo te admire sin presencia
de ese pórfido, ya que religioso
aun su hermosa quietud sagrado miente.
A LOS CELOS
¡Ah del Amor sagrada Monarquía
cuanto fuera tu yugo más sabroso
si de los celos al dolor forzoso
supiera resistirse el alma mía!
No la inmortal resiste valentía
de un alma, no rigor tan poderoso,
que afán le impone eterno sin reposo
de los celos la infame tiranía.
Cual inmortalidad está segura
del furor de los celos, si se atreve,
a ser aun de las almas homicida.
No tan grave la ofensa, no tan dura
al tósigo secreto el labio bebe,
pues muere sola a su rigor la vida.
AL RETRATO DE PEDRO DE VALENCIA,
CERAMIS TA DE S U MAJES TAD
De este lienzo la voz, o peregrino,
pórfido calla, bien que no la vida,
hoy del primer pincel restituida,
robada ayer del último destino.
El que admiras silencio, ya ladino
habla en la docta imagen, que mentida
en su primera forma, o repetida
finge la humanidad vi viendo el lino.
La verdad de esta copia muda yace
aun más que en el pincel que se eterniza
en breve espacio de sepulcro breve.
O no el sepulcro, Pedro, se embarace,
el cielo sí, de tu inmortal ceniza,
que el menos grave pórfido no es leve.
A DON DIEGO DE LUCEN A, PINTOR
FAMOS O, GRANDE INGEN IO, HABIENDO
RETRATADO AL POETA
En esa, Diego, lámina excedida
ni del Griego Pintor, ni del Toscano,
a los esfuerzos debe de tu mano
segundo aliento mi segunda vida.
Muda la imagen vive, consentida,
no a más que el bulto persuadir humano,
nada el pincel la oculta soberano,
sólo la voz le niega colorida.
No t adquiere esta copia la alabanza
por imitada bien, que los primores
siempre son en tu obrar la menor parte.
Mayor admiración, Diego, te alcanza
de que anime tu diestra los colores,
y pueda dar espíritus el arte.
AL MIS MO AS UNTO
Poca, Diego, soy tinta, bien que debe
en esa tinta poca a tu pintura
tanto espíritu docta a mi figura
cuanto pudo admitir lámina breve.
A ser eterna aun más por ti se atreve,
que por la fe de su materia dura,
otra vez animada criatura
luces a tu pincel mi aliento debe.
Por ti vuelvo a vi vir, la imagen bella
que en la paciencia heroica de tu mano
quedó vocal, lo dice peregrina.
Tanta inmortalidad me adquiero en ella,
que entre el uno y el otro ser humano
sólo al primero temo mi ruina.
PIDIENDO CELOS DE UN MARIDO MUERTO
Tisbe, si adoras de tu muerto esposo
el polvo amante, que mi amor espera,
pues cuando en tus desdenes persevera
de no morir está mi amor celoso.
Que esperanza un espíritu glorioso
dime te ofrece, si la muerte fiera
cedió temprana tu afición primera
en el grave, en el último reposo.
Olvida, Tisbe, y logra ya en mi vida
la fe de que es inhábil tanta muerte,
que en esta disculpado está el olvido.
O pues eres, señora, un homicida
debate yo mejor la misma suerte
por muerto, unas por más agradecido.
A LA FÁBULA DE PS IQUIS Y CUPIDO,
A DON JUAN DE VID ARTE
La Ninfa que del Sol borró luciente
uno y otro esplendor, y a quien rendido
rayo menor se confesó Cupido
aun del arpón armado más ardiente;
la que triunfó de amor, y solamente
(bien que sin fe) le mereció marido,
la que el bulto atendiéndole dormido
temió deidad al que creyó serpiente.
Es hoy culto, Vidarte, mi argumento
y vuestra protección, bien que la espuma
no sin ejemplo vuelo teme errante.
Mas si vos me inspiráis divino aliento,
conservarán los ecos de mi pluma
el dulcísimo pórfido, el diamante.
EPITALAMIO DED ICADO A
DON JUAN DE VIDARTE
Tu bulto, mi Vidarte amigo, lea
serena la nariz, grata la frente,
esta Musa nupcial, si lo consiente,
el moderno Grecismo de Correa.
Lícito, amigo, tanto asunto sea
(bien que poeta soy barbiponiente)
a mi Musa de hoy más, pues tu valiente
protección el asiste a tanta tea.
No rayos sólo dándole volcanes
de sagrado esplendor al Himeneo
arda el festivo tronco que defiendes;
y estos dos serenísimos Guzmanes
deban su luz no al mío, a tu deseo,
pues más que yo se heroica luz enciendes.
A LA MUERTE D E DON RODRIGO CALD ERÓN
En copia amarga de funesto llanto
desata (o Caminante) el sentimiento,
que informa miedos hoy tanto escarmiento,
que lágrimas disculpa, ejemplo tanto,
grave te avise, y te prevenga tanto.
Desengaño a la vida, este sangriento,
este helado castigo, que instrumento
de la piedad se ostenta, y del espanto.
No natural, violento sí, el destino
(por ley impuesta) derribó homicida
el uso indigno de su altiva suerte.
Muriendo humano vivirá divino,
pues el morir le ocasionó su vida,
pues el vivir le aseguró su muerte.
AL ENTIERRO QUE S E HIZO EN S AN ES TEBAN
DE S ALAMANCA A LOS HUES OS DE DON
FERNANDO DE TOLEDO, DUQUE D E ALBA,
Y DE OTROS ASCENDIENTES DE LA CAS A
DE TOLEDO
Niégate, (huésped) hoy a la partida,
y el llanto logra, que fatal te advierte
este funesto triunfo de la muerte,
este funesto asombro de la vida.
Culta es urna del Alba, que dormida
en sueño yace inexorable y fuerte
de eterna siempre noche, o dura suerte
cual cerviz no tembló su grave herida.
Al fuero de la Parca luces bellas,
el Alba feuda aquí, de aquel Fernando,
que hoy de gloria sus triunfos enriquece.
Que mucho, pues, se ilustra a las estrellas,
y aun a los mismos cielos ilustrando,
horizontes eternos amanece.
AL EXC ELENTÍS IMO S EÑOR DUQUE
DE LERMA EN UNA FIES TA DE TOROS
Señor, si aun peligrando, resplandece
más útil, y más ardua tu osadía,
fausto se llame, no infeliz, el día,
que a examinar tu espíritu amanece.
Piadoso el riesgo, a su pesar, parece
que tu socorro de tu diestra fía;
si averiguarte de inmortal quería,
ya tu valor tu crédito merece.
Huyó tu brazo tímida la fiera,
y en el mismo desdén de la Fortuna,
su culpa, o su poder hiciste vano.
¡O qué gloriosamente desespera,
qué sabe de su esfuerzo, que ninguna,
será mejor ayuda que su mano!
AL CAPITÁN DOMINGO ALONSO DE
LA MAZA, C ABALLERO DEL HÁBITO
DE S ANTIAGO
Esta de S antiago Espada ardiente
(merecido blasón, timbre glorioso)
que ennoblece tu pecho belicoso,
que solicita lauros a tu frente.
S onoras trompas a tu fama aumente,
pues con denuedo, y ánimo brioso,
te ostentas Marte al bárbaro alevoso,
te vibras rayo a la enemiga gente.
¿De dónde gloria tanta se ocasiona?
Pues la primera cátedra presides
de la fatal Escuela de Belona.
Como árbitro absoluto de sus lides,
¿de dónde? de qué tu valor te abona
por Maza fuerte del invicto Alcides.
A LA C URIOS A Y CELEBRAD A
CAS A DE DON JUAN DE ES PINA
Curioso (o Peregrino) te desea
de este culto edificio la hermosura,
en cuya argumentada arquitectura
feliz el arte mejoró la idea.
Lo que así la atención te lisonjea
fama después venerará futura
que bronces firme, en pórfidos segura
o sea admiración o envidia sea.
Tesoro es rico de curioso dueño
cuanto estudió Naturaleza, y cuanto
obró imitando artífice ingenioso.
La admiración es corto desempeño,
Peregrino, si a objeto tan hermoso
el éxtasis te niegas del espanto.
PANTORBA, BERNARDINO DE
España. S evilla. 1.896
Seudónimo de José López Jiménez
Crítico de Arte, Escritor, Pintor y Poeta.
De su libro de sonetos:
“S onetos para mi uso”
PARA EMPEZAR
Hoy, que se ve tanto negocio gordo
no es un negocio de los más seguros
ofrecerle a un lector que no está sordo
muchos sonetos por algunos duros.
Los versos valdrán poco, lo concedo;
pero ¡menos que vale la peseta…!
En este asunto, quien se mama el dedo
(como sucede siempre) es el poeta.
Dar sonetos de marca y buena hechura
a perra chica el verso…Baratura
tan ruinosa jamás se ha visto “en plaza”.
Y es que yo, por amor al dios Apolo,
para esto de perder me pinto solo…
como mal jugador que no hace baza.
LO MIS MO, EN OTRA FORMA
En tiempos de negocios grandes y bien armados,
yo me he inventado uno, corto y bastante incierto;
buscar a alguien que lea (porque aún no se haya muerto)
y darle en plato limpio sonetos variados.
Como actualmente estamos inflados de millones,
y por eso hasta vemos a algunos monaguillos
guardar sus milloncitos dentro de sus bolsillos,
si antes no se los vemos bajar por los calzones,
supongo que aquí nadie dirá que se le engaña,
porque, por pocos duros y un poquito de maña,
se le sirve abundante ración de verso fino.
Aquel a quien sus muchos millones ya le abrumen,
busque, compre y abone (si quiere) este volumen.
Y hasta puede leerlo. Mil gracia y mil gracias.
UNA D EDICATORIA
Dedico estos sonetos… ¿a quién? Pues… no lo sé.
¿Al lector…? Pero, bueno, ¿es que hay algún lector…?
Pobre cosa, hacer versos, sin tener el honor
de hallar ni un lector de esos que tienen mala fe.
Mundillo de las letras: feo estás; bien se ve.
A nadie importa un libro; sólo ha quien busca autor
“de nombre”. El pobre hombre “sin nombre” escribe -¡horror!diciendo: “Escribo, pero… ¿para quién?, ¿para qué?”
S ociedad de consumos de gasolina, sí;
tragas fútbol y anuncios, junto al televisor,
y, viviendo a lo estúpido, crees que lo pasas bien…
Yo, sin ti, vivo a gusto y escribo para mí.
(¡Qué remedio!) Y hoy busco, libro en mano, a un señor
al que invitarle: ¿Quiere leerlo usted también…?
OTRA DED ICATORIA
Dedicaré el volumen…¿a quién?, ¿a usted?, ¿o a ti?
¿Al lector? ¿Qué lector? ¿Es que hay lector?... No sé…
¿Y si luego resulta que no hay lector…? Haré
entonces lo más práctico: dedicármelo a mí.
Pero eso, para mí, ¿qué ventaja tendrá…?
¿Mucha…? ¿Poca…? ¿Ninguna…? No digo sí, ni no.
En el caso peor, siempre resultará
que ya cogí un lector… y ese lector soy yo.
Con el lector a punto, predispuesto, a leer,
me pregunto: Y ahora ¿que es lo que debo hacer?
Pues ponerme a escribir…¿A escribir? ¡Oh, qué horror!
Yo eso no lo esperaba. ¿Quién me lo iba a decir?
Porque mi mala suerte me haya dado un lector,
¿ahora tengo, por fuerza, que ponerme a escribir…?
MI S EUDONIMO
José López Jiménez, mi “pariente”,
dice que no le gusta el “Bernardino”.
A mí, tampoco. No es un nombre fino;
pero ¡el “José” lo gasta tanta gente…!
El “López” es también harto corriente,
y el “Jiménez”, lo mismo. Me imagino
qué mal me hubiera ido en mi camino
con esa firma de viajante al frente.
En España, escribiendo, es dura cosa
ganar una famita decorosa;
mucho más, cultivando la poesía.
Si yo, con un seudónimo sonoro,
no logro solfear dentro del coro,
con un “Pepe” y un “López” ¿qué sería…?
DATOS PARA MI S OLO
Nací en Sevilla, suelo de Andalucía (España),
es decir, más o menos soy del rabo de Europa.
Y en Madrid tengo asiento, como ave en tierra extraña,
moviendo mi garlopa para ganar mi sopa.
Bien veo que hoy la gente listísima se baña
en agua de rositas, con todo el viento en popa.
Yo, andaluz (y algo valgo), me doy muy poca maña,
y nado… y nado… pero sin guardarme la ropa.
Ya he navegado mucho; tanto que ahora me siento
más cansado del remo que del golpe del viento…
Y hoy, mi barquilla, proa a su incierto destino,
por todo el ancho mar va desnuda y ligera,
palpitante de sol y sal y aire marino,
soñando con la orilla plácida que le espera.
MAS DATOS
Vine al mundo en un día de verano
del año tal… Más no hay por qué saber.
Y mamé, como todo ciudadano,
y crecí… lo que puede uno crecer.
Me crié medio enfermo y medio sano.
Con mil sudores aprendí a leer.
Después mi padre púsome en la mano
papel y lápiz, y me dijo: “A ver…”
Yo, siguiendo a mi padre y a mi abuelo,
casi aprendí, delante del modelo,
ese que antes llamábase “pintar”.
Luego troqué por el pincel la pluma,
y hoy, con pluma y pincel, echo la espuma
que en mi cuerpo revienta por saltar.
EN JULIO Y EN S EVILLA
Nací en julio y en suelo sevillano.
Tal vez será por eso, amigo mío,
por lo que sufro cuando llega el frío
y, en cambio, soy feliz en el verano.
Si yo fuera algún miembro del Gobierno,
dictaría esta orden terminante:
“En España, desde hoy en adelante,
queda prohibido el uso del invierno.”
Nada existe más dulce que el verano.
Sentir calor, sudar…¡eso es lo sano!
Veranear… ¡qué gusto! (para ricos).
Por algo dicen “ande yo caliente…”.
¡Viva el calor, como acertadamente
gritan los vendedores de abanicos!
S IGUEN LOS DATOS
Con la gripe que tuve el mes pasadodolores, fiebre, tos, insomnio, dietahinchóseme la vena de poeta
que hay en todo español no bien criado.
Hice entonces, sudando y consumiendo
aspirina, limón, ron, leche y tila,
algunos de los versos que hoy, en fila,
presento a usted, señor que estás leyendo.
Para escribir sonetos tengo cierta
facilidad. No soy un Argensola,
ni dejo a nadie con la boca abierta;
pero en estos que escribo “a la bartola”
mi buena sombra he puesto, bien dispuesta,
y mi mala intención, bien española.
EL BICHITO
¿S oy escritor” No sé. Probablemente
yo no he nacido para literato.
Si escribo en verso es por pasar el rato
y por seguir la general corriente.
He debido, como hombre inteligente,
haberme ya curado este arrebato,
y no hacer el papel de un insensato
provocan do la risa de la gente.
Pero ¿qué tendrá el verso, madre mía,
que no me deja en paz? No pasa día
sin que eche un rengloncito. Bien quisiera
curarme esta afición; pero es en vano.
Ya el doctor me lo dice: “Usté está sano,
pero tiene un bichito en la mollera…”
MAS DATOS BIOGRAFICOS
Prefiero estar conmigo que con gente.
La vulgar opinión me importa un bledo.
Sigo a Góngora en “ande yo caliente…”
y en el “no he de callar…” sigo a Quevedo.
Me encanta el niño. Al necio no soporto.
Busco lo dulce, sin rehusar lo amargo.
En el hombre, me gusta el hablar corto.
Y en la mujer, que tenga el pelo largo.
Escribo, y pinto, y leo…Me divierto
lo suficiente para estar bien cierto
de que aún no he muerto; el pulso, al menos, anda…
Respiro, como ustedes, aire impuro…
Y en pie me tengo, pero ya inseguro,
con la esperanza de mi tierra blanda…
HABLANDO DE VERS OS
Duro es versificar. Si usted supiera
cómo los pocos versos de un soneto
hacen sudar… El escritor debiera
sólo en prosa escribir, o estarse quieto.
Yo, saliéndome ahora de mi paso,
me he metido a rimar, con mil sudores,
para decir… no sé, porque es el caso
que hoy nada tengo que decir, señores.
Hay días, sí, que s eme ocurren cosas
casi ingeniosas, caso salerosas;
pero mi inercia es tal, que me da grima.
Tal vez por eso se me habrá ocurrido
versificar… o sea, meter ruido,
no decir nada, y presumir encima.
LA MANIA DE LOS VERS OS
Yo escribí muchos versos hace años;
versos que nadie me ha tomado en cuenta.
Hoy, mi numen, a prueba ya de engaños,
echa estos pocos, que si no, revienta.
Debemos hacer versos, quien los hace,
cuando hace prosa saca mejor prosa.
Ritmo, armonía… tiene cierta cosa
la buena prosa que del verso nace.
Me atrevo a decir más: si llega un día
en que los hombres, locos de poesía,
hablen versificando únicamente,
tendrán sus almas mucho más inquietas,
y el verbo más sonoro y refulgente,
y podrán hablar mal de más poetas.
LA INS PIRACION
Creo, señores, en la inspiración,
porque hay días que escribo sin cesar,
y hay otros que no acierto a enjaretar
ni la mitad de un cuarto de renglón.
Se siente singular satisfacción
cuando uno ve que el arte de rimar
es algo así como coser, cantar
y echar papel escrito en el cajón.
Hasta hace poco tiempo yo creí
que era un mito difícil de entender
lo de la “inspiración”. Pero sí, sí.
Ahora ya he podido con vencer:
existe, y sopla bien dentro de mí…
con peor intención que Lucifer.
REMANDO A DIARIO
Escribo este soneto en un domingo.
El domingo es –lo sé- día de asueto.
Pero yo, como en todo “me distingo,
dejo mi asueto y hago mi soneto.
No debe trabajarse en este día,
me dice el almanaque, y me lo advierte
con tinta roja; pero, ¡pluma mía,
tú remarás, sin pausa, hasta la muerte!
Si un día huelgo, al otro día ayuno.
Como los del comer, uno por uno,
son siete días (no hay aquí descuento),
yo preciso mis siete calorías.
Dejadme, pues, remar todos los días,
o mandarme el domingo mi alimento.
PINTORES DE HOY
O yo no entiendo de pintura niente,
o la pintura que hoy se estila es mala.
No la quiero. Si usted me la regala,
se la devuelvo generosamente.
Pintar es muy difícil; doy fe de ello.
En cambio, despintar lo hace cualquiera.
Hoy hay quien dice “pintaré una pera”,
y le sale la giba de un camello.
Grandes pintores en el mundo ha habido,
y han salvado sus nombres del olvido
pintando, y bien, sin istmos ni locuras.
Los pequeños de hoy, por el contrario,
quieren dejarnos, ya que no pinturas,
voces nuevas para el vocabulario.
VERS O, ANTES QUE HIS TORIA
Nadie me llame historiador. Ni quiero
serlo, ni que la gente me lo llame.
No porque crea que es oficio infame,
ni por tenerle antipatía; pero…
Más divertido es escribir versitos;
vivir de espaldas, a los documentos;
no revolver papeles polvorientos
mordidos por ratones eruditos.
El de poeta es un quehacer más grato.
Entre buscarle un consonante a Flora
o averiguar el día, con la hora,
en que Adán se casó (que ya es un dato),
opto por lo primero, y sin demora.
El lector me perdone este arrebato.
LA CRITIC A
A esta función, hoy tan desprestigiada,
dos palos quiero darle, y de los buenos.
Lo que ahora llaman crítica no es nada;
así, si más ni más, ni más ni menos.
Según el necio bombo de la Prensa,
el mal libro, la pésima pintura,
todo lo que hoy produce la ya inmensa
ignorancia del hombre… es gloria pura.
Esos nuestros “queridos compañeros”
que reparten elogios embusteros,
sin ton ni son, a todo ser viviente,
debieran ya dejar su inútil prosa
y ponerse a estudiar alguna cosa.
Doy el consejo afectuosamente.
YO: NIÑO BUENO
Fui, por mi suerte, un niño de esos que llaman buenos;
calladito, prudente, vergonzoso, obediente…
Para las travesuras manejé bien mis frenos,
y en exámenes siempre tuve “sobresaliente”.
Por curas y monagos sentí cierto cariño.
A mis papás, con besos, daba los “buenos días”.
Mis lecturas, decentes todas… En fin, un niño
de esos que entran poquísimos en las antologías.
Luego, Pepito López, aquel lindo modelo
de bondad notó cómo su bondad se fue al cielo,
y se fijó en los guiños del rabo del pecado…
Hoy me pregunto: ¿tengo ya un alma pecadora?
No lo sé… pero ¡ay! eso de vivir demasiado
enseña y pule, y hasta dicen que “nos mejora”…
S UMA Y VENTAJA
Según mis bondadosos colegas, los pintores,
yo soy sólo escritor, y hasta escritor de peso.
Mi amigo el escritor dice que nada de eso:
que sólo soy pintor, y hasta de los mejores.
Si tuviera yo orgullo, y aprovechar quisiera
esas dos opiniones, sumándolas, al punto
me saldría esta suma: soy, viéndome en conjunto,
un escritor de fuste y un pintor de bandera.
Al artista el elogio nunca aquí se le niega;
pero, cuidado, amigos, que nos está acechando
el venenoso diente del querido colega.
Yo, pintor y escritor, puedo, de vez en cuando,
esperar la alabanza, y alguna, al fin, me llega:
lo que hago en cada bando lo halaga el otro bando.
MUCHO Y, S IN EMBARGO…
He escrito muchos libros importantes
que me han servido para hacer regalos.
He pintado paisajes abundantes.
(Los que han salido bien no han sido malos.)
He “echado” versos a bastante gente.
He hecho retratos casi parecidos.
He prodigado elogios suavemente,
ni agradecidos ni correspondidos.
Si, a pesar de estos méritos -supuestosy otros que pueden añadirse a éstos,
ni un vulgar banquetillo se me ha dado,
¿en qué piensas, amable compañero,
que gustas de gastarte tu dinero
comiendo mal y mal acompañado?
MIS LIBROS
Tengo los libros de mi librería
en pie y en fila, limpios y ordenados.
Su lectura me da luz y alegría
y conforta mis años ya cansados.
Todos, amigos son; de los mejores,
porque me hablan profunda y cordialmente.
Con frase llana o rica de primores
me dicen su verdad; ninguno miente.
Entre mis libros, fiel a mi llamada,
y ese amigo que vive sólo atento
a mi caída… para su lanzada,
¡qué abismo veo…! Pero yo me siento
con salud hasta ahora bien llevada,
y con ella y mis libros, tan contento.
HABALA EL PAIS AJIS TA
Como soy paisajista, puedo hablar.
Pintar el cielo, el campo, el mar , la flor
es un placer grandísimo, el mayor
que nuestro corazón puede alcanzar.
Pintando (bien o mal, o regular),
cuando se hace el paisaje con amor,
nos acercamos tanto al Creador,
que casi lo sentimos respirar.
Respiración de Dios es el temblor
del aire luminoso, el palpitar
del agua, el Sol vibrante… Y el pintor
que ese prodigio sepa aprisionar
hará bien en decir: Gracias, Señor,
por todo lo que me has hecho gozar.
DULC E QUEHAC ER
Más que un poeta, soy un señorito
que halla en el verso su quehacer más grato.
Todo lo que hasta ahora llevo escrito
no es sino un modo de pasar el rato.
Las horas pesan con su aburrimiento.
El alma ociosa quiere distracciones.
Hay que hacer algo que arrojarle al viento.
Luis bebe; juega Andrés; yo hago renglones.
S algan buenos, o malos, o medianos,
los versos se me salen de las manos,
como gozosos pájaros en juego…
Muchos diréis de mí: “Vive amargado…”
¡Si supierais las juergas que me pego,
solo, en casa, escribiendo y bien callado…!
S IN REMEDIO
¿Por qué hago versos? Nunca lo sabré.
Que el verso no es negocio, gran verdad;
y además consta que es enfermedad
de las que tienen al enfermo en pie.
Pero ¿y esa interior satisfacción
de llenarse de versos el magín?
Que en esto de escribir sin ver el fin
ya cualquiera es un Lope de ocasión.
La gente seria no hace versos. Sí.
Y yo los hago, sin saber por qué,
aun sabiendo que es cosa baladí,
y que nada en sustancia sacaré,
y que está mi familia contra mí,
y que me espera lo que ya me sé.
DOS GUERRAS MUNDIALES Y…
De joven, hice un libro de poesías
sobre el tema espantoso de la guerra;
de aquella guerra que en aquellos días
sembraba de cadáveres la tierra.
“Esta –pensé- será la última guerra.”
Pero pasaron días y más días,
y otra gran guerra conturbó a la tierra.
Enmudeció la fe en mis poesías.
Hoy veo que la gente sufre, inquieta,
viéndose en el umbral de otra matanza.
¡Tres guerras, en la vida de un poeta…!
Pero ¿no queda ya ni una esperanza?
Si no queda, ¡arrasad el vil planeta!
No merece que alumbre el S ol su danza.
AHORRE US TED (S I PUED E…)
“Ahorrando usted, señor, medio duro diario
disfrutará de todo lo que nos da el Progreso,
y tendrá asegurada larga vejez. Por eso
para vivir cien años, ahorrar es necesario.
“Tráiganos sus ahorros. Alto interés bancario
le ofrecemos…” Me dice mi Banco en un impreso,
pera ver si me coge descuidado y, ya preso,
le doy mis fondos para nutrir su numerario.
Ahorra es, por supuesto, negocio muy bonito.
(¡Oh, quién pudiera hacerlo…!) Pero yo, pobrecito
que, trabajando mucho, nunca salgo de apuros,
¿cómo podré llevar al Banco mi alcancía,
si cada tarde digo: “Para acabar el día,
necesito un amigo que me preste tres duros…?”
S I, MUY COS TOSO
Resulta muy costoso ser honrado.
El honrado no suele ganar nada.
Por eso hay tanta gente adinerada.
(Porque hay mucho indecente camuflado.)
Vivir no era negocio en mi puericia.
Hoy, cualquier existencia es buen negocio.
Desvergüenza, ignorancia, engaño y ocio
producen buena renta vitalicia.
El dinero ha podrido a mucha gente.
“No se lleva” en los hombres lo decente,
ni lo honesto se tiene por costumbre.
Parapetado en mí, lejos del necio,
¿qué he de hacer frente a tanta podredumbre…?
Comprar mi libertad con mi desprecio.
LA CRITIC A DE PAS ADO MAÑANA
“Supo poco latín y menos griego”,
dirán de mí los críticos mañana…
Eso, si me hacen caso, para luego
propinarme una tunda soberana.
Unos me llamarán “ingenio lego”;
otros, sencillamente, “escritor rana”.
Otros dirán: “versificó por juego.”
Otros: “lo que él firmó, lo hizo su hermana.”
Yo soy autodidacta -¿por fortuna?Mis cosas se me salen una a una
por los dedos, con ganas de armar ruido.
Poeta o no, con musa larga o corta,
lo que de mí se diga no me importa…
Y mucho menos, cuando me haya ido…
PES IMIS MO
Por lo que digo y lo que callo, creo
ser un hombre bastante pesimista.
Y como sé que tengo bien la vista,
“malo será –me digo- lo que veo”.
Veo poco bonito y mucho feo,
cuando paso a mis “víctimas” revista.
Aunque esto, en ocasiones, me contrista,
con lo que veo, a veces, me recreo.
Hablando así, no engaño, amigo mío.
Lo inmutable en la vida es lo sombrío.
Lo agradable es fugaz. Lo malo dura.
Si usted lo ve así, bien; si no, es lo mismo.
Yo pienso cultivar mi pesimismo
mientras me lo tolere la Censura.
CASO RARO: ES PAÑOL S IN ENCHUFE
Pues, sí; yo soy un hombre no enchufado,
lo cual, a veces, me hace estar cohibido.
Caso raro, el de un hombre aquí nacido
que no mama en las ubres del Estado.
¿Cómo pude vivir, no “colocado”?
¿Cómo comer, no estando “mantenido”?
Sin embargo, he comido y he bebido,
y bien que muchas veces lo he pasado.
No sé lo que es un sueldo –claro-, pero
sé lo que es trabajar el día entero,
dando a mis horas el placer del salto.
Seguid vosotros con el fijo empleo.
Yo prefiero mi gozo y mi deseo,
hecho un pájaro libre, en vuelo alto…
NEGOCIO
Me manda Mari Paz cien mil quinientas
pesetas, como obsequio extraordinario,
y me pide que, haciendo bien mis cuentas,
compre algo que me sea necesario.
Cuanto yo necesito en forma urgente,
lo que no tengo y poseer querría
es tanto, y tanto, que es, amiga mía,
“el mundo entero, aproximadamente”.
Cojo el dinero, me lo llevo aparte,
le hablo… y llegamos a un feliz concierto.
-Quisiera yo saber dinero mío:
¿te comprometes a multiplicarte,
si te invierto en algún negocio “cierto”…?
-¿Sucio, querrás decir…? ¡Pues al avío!
LA S ALUD EN MI CALLE
Tiene una tisis el señor de enfrente.
Su criada, delirio de grandeza.
El hijo de ambos, fiebre intermitente.
El sereno anda mal de la cabeza.
El vecino del doce está impedido.
El del catorce orina con la sonda.
La portera del tres tiene un marido
que le da unas palizas que la monda.
Anoche murió el ciego de la esquina.
Los niños, todos con la tos ferina.
En cada casa, un caso, y contagioso.
Con asma, el guardia; alérgico, el tendero.
Yo, como siempre: insomne y sin dinero.
Por lo demás, el tiempo ¡delicioso!
S I NO ME CUIDO…
En medio del camino de mi vida,
consumiéndome dentro de mi llama,
me he puesto más contento que una dama
en presencia de amiga mal vestida.
Hago versos con ímpetu suicida,
porque la voz del arte me reclama,
y voy de ripio en ripio y rama en rama,
tras la fama, la gloria y la comida.
Este libro, como otros cuatrocientos
que me pueden salir, armando ruido,
revela los profundos pensamientos
que hacen en mi caletre dulce nido.
Ya estáis viendo, lectores poco atentos,
de lo que soy capaz, si no me cuido…
CONS ULTA
-Señor Pantorba, quiero ser pintor.
-Es cosa que hoy cualquiera puede ser.
-¿Y qué debo aprender -¡Cómo! ¿Aprender?
No hay nada en esto que aprender, señor.
La pintura, ejercida con honor,
fue un magnífico oficio hasta anteayer.
Ho y es un modo idiota de perder
el tiempo, el movimiento y el color.
Creerá usted que pintar es dibujar,
modelar, expresar, hacer sentir
cuanto hay más bello en lo que vive… Error
Pinar es no hacer nada y dar lugar
a que puedan los “críticos” decir
todas las vaciedades de rigor.
MUJERES
De niño, una viuda incandescente
prendió los fuegos de mi amor primero.
Luego, con varias chicas, lentamente,
conjugué el lindo verbo “yo te quiero”.
Me estropeó un furcia complaciente.
Una miss me chupó tiempo y dinero.
Y entretuve a una sueca, tan decente,
que sólo me besaba en el sombrero.
Al final, me casé, como un bendito.
En viudé. Cara ya a mi cincuentena,
volví a casarme. Nuevo calorcito.
Otra viudez, con otra amarga pena…
Y hoy, viejo, cuando más la necesito,
sólo me queda una mujer: la ajena.
PATRIO… ¿QUE?
En mis lejanos juveniles días
fui de mi patria apologista ardiente.
Pero he vivido ya lo suficiente
para curarme las patrioterías.
Nunca desfilo por las grandes vías
arrojándole “¡vivas!” a la gente,
ni discurseo amodorradamente
sobre hispanoamericanomanías.
El patriotismo es plato delicado
y debemos guisarlo con cuidado.
Trabajar y aguantarse, que es lo honesto.
No lo que hacen los grandes vividores,
que se llenan de enchufes y de honores,
y se engullen, entero, el presupuesto.
¿AMBIENTE?
¿Ambiente? No hay ambiente; no lo veo.
Aludo al que precisa todo artista.
Lo hay para el juego, el fútbol y el toreo
También lo tiene –y amplio- el chantajista.
Pero quienes, por broma del destino,
nos divertimos cultivando el arte
vamos por un angosto y mal camino
que no nos llevará a ninguna parte.
Ved como está la fama repartida.
La poca que hay la tiene bien cogida
futbolistas, políticos, toreros…
Para nosotros ya no queda nada:
sólo el gusto de darle a nuestra almohada
sueños rotos y amargos derroteros.
CULTURA Y CONCIS ION
Me gusta el escritor conciso y culto,
el que escribe con orden y elegancia,
no sumerge el ingenio en petulancia
y, dejando la paja, se va al bulto.
Hacer lirismo es trabajar en tonto.
Lo largo cansa; lo afectado asusta.
El lector, como tiene prisa, gusta
de que las cosas se le digan pronto.
Joven que empiezas: huye de esta prosa
empalagosa y mucilaginosa
que, apenas nace, huele ya a gusano.
Rechaza toda oscura sutileza
y todo quebradero de cabeza,
y busca lo desnudo, fuerte y sano.
QUIS IERA YO…
Quisiera yo tener mucho dinero
para darle a mi vida un nuevo giro.
No compraría piso, ¡claro!; pero
me proporcionaría un buen retiro.
Retiro: casa cómoda y holgada,
junto al mar, en paraje soleado.
Huerto y jardín. Montaña y arbolado,
y el consabido mirlo en la enramada.
Libros. Cuadros. Jamón y vino añejo.
Para correr el campo, un caballejo.
Para gozar, pinceles y colores.
Y un hilo… un hilo sólo que me uniera
al viejo y raro amigo fiel… Señores,
una existencia así gusta a cualquiera.
MI PROXIMO VIAJE
Con pasaporte en regla y el traje espacial listo,
espero que organicen en América alguna
excursión de turistas chiflados a la luna,
para tomar billete de ida… ¡y a darme pisto!
Mi amigo Luna Llena, conocido ebanista
que hace armarios de luna y está un poco lunático,
me dice: “el habitar lunar es antipático,
inmoral, sucio, feo, borracho y camorrista.”
Eso ya no me gusta. De tales menudencias
debieran informarnos a tiempo la Agencias,
para no ilusionar demasiado a la gente.
Porque si, al fin, de vuelos tan expuestos,
resulta que en la luna también hay tipos de estos
que en la tierra tenemos de sobra… francamente…
LA OPINION AJENA
No, señor; no me importa ni un comino
la opinión que de mí tenga el colega.
Hay persona que sufre y no sosiega
pensando “qué dirá de mí el vecino?”
Yo no desprecio a nadie, compañero;
pero, sea tu juicio bueno o malo,
lo que opines de mí te lo regalo,
con gesto (por supuesto) no altanero.
Como pobre nací, poco he ganado,
y hoy vivo, hecho un obrero de la mente,
comiendo en paz el pan que me he comprado.
Ni me estorba el señor que vive enfrente,
ni le pido a la vida demasiado:
salud, trabajo y un final decente.
EL TEATRO DE LOS QUINTERO
Aunque me silben los reventadores,
yo te aplaudo y defiendo, teatro quinteriano.
Tienes jugo y salero en cuerpo sano
y alrededor algunos ramos de frescas flores.
Harto de camelistas escritores
dirijo mis miradas a ese rincón lozano
donde palpita el pueblo sevillano
con sus risas, sus penas y sus limpios amores.
Prefiero de esos “niños” un sainete
al estrujado esfuerzo de aquel que saca y mete
conceptos dentro de una prosa rara.
Quiero el arte que “vive”. Por eso, en el proscenio,
más me gusta el fluir del agua clara
que el zumo del pedante presumiendo de “genio”.
VERBORREA, LOGORREA, DIARREA…
Admiradme. He tenido la paciencia
de leer al famoso don Emilio
Cautelar. ¡Oh que traca de elocuencia!
Dan ganas de clamar: ¡Favor! ¡Auxilio!
No me agrada ese estilo. S oy contrario
a la prosa sonora y recargada
que es sólo abuso de vocabulario:
canta al oído y no nos dice nada.
La forma que me gusta es la desnuda;
antes que tan guisada, un poco cruda.
Al escritor que escribe, alto el coturno,
yo le aconsejo: ¡Al hueso! ¡Fuera guasa!
que el tiempo es breve y nuestra vida pasa,
y otros autores hay que guardan turno.
SONETITIS
En medio del camino de la vida
me siento un poco Dante (sin Beatriz),
y me encuentro, rimando, tan feliz
como dama ante amiga mal vestida.
Hoy veo que el trabajo de un soneto
no pesa mucho. Es un trabajo grato.
haciéndolo, además, se pasa el rato
y sin faltarle al prójimo el respeto.
Antes era yo un hombre que sentía
ligera sombra de melancolía
inexplicable… Ya me la he explicado.
Resulta que una “sonesitis” rara
me quería brotar… Ya está en la cara.
Paciencia, ahora, y a tener cuidado.
OFICIO NO LUCRATIVO
De todos los oficios, he tomado
el que está del dinero más distante;
el único que no da resultado,
tocante a lo contante y lo sonante.
Quien hace cuadros y literatura
tal vez, cuando se muera, vaya al cielo;
pero en la tierra pierde el tiempo, el pelo,
la paciencia, el estómago y la hechura.
Mucho dinero gana mucha gente
-los futbolistas, fabulosamente-.
S ólo el artista permanece aparte.
Su “género” carece de demanda.
Cuando empecé, ya alguien me dijo: ¡Anda,
que vas lucido, niño, con el arte!
LA MUS ICA
En música mis grandes son Beethoven,
Bach, Mozart, Chopin, Grieg, Tschaikowky, S chumann,
Vivaldi… y tantos como aquí se suman,
para nuestro solaz. Amigo joven,
edúcate el oído en los latidos
de esa música hermosa, soberana…
(Aunque te vayas luego a dar chillidos
con alguna tanguista americana…)
La hermandad bien unida de la orquesta
nos brinda a todos su brillante fiesta.
Gozad de estos sonoros festivales,
cuando, bajo el temblor de finas manos,
gimen las cuerdas, vibran los metales
y cantan las alondras de los pianos.
MAL AMBIENTE
Empiezo a sospechar algo muy triste:
que hay mal ambiente para los pintores;
que hoy el pintor que en trabajar insiste
pierde el tiempo, el humor y los colores.
¡Es la afición al arte tan escasa…!
Veo que se ha curado mucha gente
de aquella enfermedad que antiguamente
llamaban “colgar cuadros en la casa”.
Hoy muchos ricos tienen sus paredes
desnudas, y eso –con perdón de ustedesprueba que tienen condición mezquina.
Algo al arte hay que dar, hombre ruines.
No todo ha de gastarse en fútbol, cines,
bares, flirts, cabatets y gasolina
LA GLORIA D EL CAMPO
Mi caja de pintura, y a gozar del trabajo.
Lindo juego es pintar. (S i uno pintar supiera…)
Con su gloria de luz, el paisaje me espera.
Yo me muevo a mi gusto, campo arriba y abajo.
Me saludan las nubes; me da el sol su alegría;
me acarician los árboles con su blando sonido;
y esa sombra en la paz del camino florido,
y esas aguas que corren y esa azul lejanía…
Todo lo que ahora veo ¿para mí ha sido hecho?
¡Cuánta belleza me entra por los ojos y el pecho!
Mi corazón parece dormirse en su dulzura…
¿Y he de pintar…? No, no. Descansen mano y vista.
Ya seguirá mañana su oficio el paisajista.
Hoy prefiero gozar de esta inmensa hermosura…
PES IMIS TA: CONSTE
Me imagino que usted, lector amigo,
lo habrá notado ya –salta a la vista
por lo que callo y no por lo que digo-:
yo no he sido jamás hombre optimista.
El mundo está regido por orates.
Tan mal “llevado” va, que, francamente,
podrá servir para sembrar tomates,
mas no para que habite en él la gente.
Todo en le mundo va bien dirigido,
menos el hombre: monigote insano
que debiera haber sido ya prohibido,
en beneficio del linaje humano.
En realidad, aquí ya he concluido.
No insulto a nadie más. Paz a la mano.
FELICID AD
Para soñar, tendido, con lo que nunca tuve,
y recordar aquello, dulce, que ya he perdido,
busco en el campo el goce de este prado florido
donde hay árboles, oro de sol y algo de nube.
Aquí estoy siempre a gusto. Nada hermoso me falta:
agua que suena, flores, pájaros, sombra, brisa…
silencio, soledad, lejanía, luz alta…
Tan bien me encuentro, que hasta me da un poco de risa.
Me estorba todo: el libro, la pintura, la ropa…
Todo me sobra: el juego y el diálogo y la sopa…
Cuando me vengo al campo, no echo de menos nada.
Entregado al vai vén de un fugaz pensamiento,
me digo en el deleite de esta paz bien amada,
mis dieciocho letras: hasta feliz me siento.
QUE LLEGA EL ES TADO: ¡HUYAMOS !
¿Qué opino del estado? Mucho miedo
me da hablar de ese monstruo aborrecido.
Yo le quito al Estado cuanto puedo,
pero él me quita a mí hasta el apellido.
No me deja, además, mover un dedo…
Frente a un Estado tan… entrometido,
me siento (sin decirlo no me quedo)
fiero anarquista de esos que arman ruido.
Vengo, hace tiempo, preparando el modo
de estafar al Estado. Pongo todo
mi saber en la empresa, pero ¡nada!
¡Si seré, caballeros, desgraciado,
que, con todas mis trampas, el Estado
siempre me gana la última jugada!
EL HOMBRE: MUES TRA S IN VALOR
Mi opinión sobre el ser humano expongo;
la repito, la pruebo y la sostengo.
Para exponerla mil razones tengo.
Y, si hay apuestas, mil pesetas pongo.
El hombre ¿es un sujeto sin objeto?
¿Lo es, objetiva y subjetivamente?
Todo el que tiene un alma noble siente
tener que convivir con tal sujeto.
Ya lo veis: la justicia, entronizada;
la cultura, en un mísero barbecho;
toda inmoralidad, recompensada;
y aquel que es tonto, orondo y satisfecho…
Como Dios hizo al hombre de la nada,
claro está que no puede estar bien hecho…
EL S ILENCIO
Cervantes te llamó “maravilloso”
¿Maravilloso? Poco es todavía.
No hay adjetivo -¿quién lo encontraría?digno de ti, silencio. Es el ruidoso
mundo que por los cielos del sol rueda,
y el hombre llena con su vocerío,
tú eres, Silencio, el único rocío
de paz y de dulzura que nos queda.
Alta noche. En el campo. Estoy tendido.
S olo, mudo y feliz siento el latido
callado de tus alas en mi frente.
Todo dormido está. Cuanto hay, descansa…
Y yo descanso y gozo en la luz mansa
de las estrellas, silenciosamente.
OTRO ADIOS A LA GLORIA
Me dice mi editor: “Le haré un volumen,
si me hace usted una novela inmensa.”
Y aquí estoy ya, preparándome el chirumen,
a ver lo que me sale de la prensa.
Puedo hacer un “Quijote”, por supuesto,
o “algo así…” pero soy un buen patriota,
y me resultaría muy molesto
ver, por mí, al gran Cervantes en derrota.
Puedo también “cargarme”, si es que quiero,
a cualquier figurón del extranjero…
Pero… no; lo mejor es abstenerse,
dejar a cada genio en su alta cumbre,
y renunciar, siguiendo mi costumbre,
a la gloria que acaban de ofrecerme.
VERS OS
Hago estos versos porque no me sale
hoy nada en prosa digno de lectura.
Mi prosa, por desgracia, poco vale.
La encuentro un tanto seca y algo dura.
¿S on mejores mis versos?, ¿más brillantes?
Cierto que no, pero, versificando,
se defiende el autor de vez en cuando
dando porrazos con las consonantes.
Los versos, además, se acaban pronto.
Yo, por ejemplo, hilo un soneto tonto
(como este que esta casi “salido”)
y antes que algún lector me lo reviente,
se escapa el sonetín por la tangente.
Ya ¿para qué atacarlo? A verso huido…
LA VIEJA AMIS TAD
Eres un buen amigo, amigo viejo.
Te lo quiero decir en verso y prosa.
Sé que la vida en la amistad reposa;
que el buen amigo, como el vino añejo,
nos da alegría, fortaleza, abrigo,
borra penas, consuela el paso amargo…
Te lo digo en soneto y, sin embargo,
no miento en nada de esto que aquí digo.
Nos conocimos, niños en la escuela,
donde ni tú ni yo aprendimos nada.
Luego, la juventud… ¡Brava novela
por el amor y la ilusión forjada…!
Después, la madurez… ¡Larga jornada
que no tardó en dar fin… ¡El tiempo vuela.
Y hoy , los dos, viejos, de vivir cansada,
nuestra amistad, ya preparada, vela…
NOSCE TE IPS UM
(si puedes)
“Conócete a ti mismo”, el sabio dijo.
Yo he procurado conocerme un poco,
y hoy, después de un análisis prolijo,
ya no sé si estoy cuerdo o estoy loco.
“Conozca a su mujer”, dijo otro sabio.
S abrosa cosa, pero peligrosa;
porque, aunque bien la estudies, pobre Fabio,
nunca podrás saber cómo es tu esposa.
Yo, como quien se arroja de un tejado,
al fondo de mí mismo me he tirado,
por saber lo que soy , si es que algo soy.
Y hoy tan desconcertado me he salido,
que ya no sé quién soy, ni quién he sido,
no dónde estoy, ni a dónde diablos voy.
A MATARS E TIRAN
Disminuye el nivel de la cultura
En cambio, aumenta el crimen. Ya la gente
puede ver que hoy es mucho más corriente
morir de un tiro que de calentura.
Cuidado con el hombre que se enoja.
Miremos bien a izquierdas y a derecha.
Y si ve usted a un amigo que le acecha,
péguele un tiro, o se lo dan; escoja.
Yo quisiera, Señor, morir tranquilo,
víctima noble de cualquier bacilo,
no de un disparo en mis honradas canas.
Morir, con tres doctores a mi lado,
aunque fuese de un mal no averiguado…
Así, hasta de morirme me dan ganas.
HABLANDO DE PINTURA
En pintura, me gustan los autores
que dan valor a nuestro gran Museo.
De los cuadros, prefiero… los mejores.
huyo de lo macabro y de lo feo.
Todo debe pintarse; esto es seguro.
Pero el aficionado puede luego
decir: “Venga este cuadro para el muro
y ése que está a su lado, vaya al fuego.”
Entre un S orolla –sol, mar, alegríay un pintor de cochambre y compañía,
me quedo con aquél, y atrás lo negro.
Lo cual quiere decir, hablando en plata,
que, según cierta crítica barata,
muy anticuado estoy. Bien que me alegro.
OTRO PLAC ER DE LOS DIOS ES
S oy del Gobierno un adversario eterno.
Me gusta hablar mal de él (como a cualquiera).
Siempre que tengo enfrente algún Gobierno,
cumplo con mi deber: “¡abajo!, ¡muera!”
¡Qué gran felicidad sentimos cuando
nos podemos decir unos a otros:
ésos que nos están desgobernando
hacen daño a la patria y a nosotros!
El ministro de Tal es un morral.
El de Cual es lo mismo que el de Tal.
Y este Tal Cual, más malo que los dos.
Y el de allá, más imbécil que el de allí.
¡Y no digamos este que está aquí…!
¡Oh, goce de insultar! ¡Placer de Dios!
REPOSO
Trabajo mucho, sin cesar me afano,
por ver si gano, al fin, tanto dinero,
que pueda un día, en banco jardinero,
dar de comer a un pájaro en la mano.
Trabajar hace daño, pero es sano.
No obstante, holgar es lo que yo prefiero.
Trabajando una horita al día, espero
cumplir con mi deber de ciudadano.
Todo fluir concluye en un remanso.
La vida exige paz, quietud, descanso,
tras el duro quehacer que padecemos.
Reposemos al sol dulce y templado,
viendo jugar a un niño a nuestro lado.
Después, dormir… ¿Y al despertar…? Veremos…
NO ES TAN FIERO EL MATRIMONO
COMO LO PINTAN
¿Preparados ya, novios? ¡Pues a la vicaría!
El matrimonio sigue muy desacreditado,
por exceso de uso; pero, en fin, todavía
guerra fría pacífica mejor no se ha inventado.
Yo tuve dos esposa, y hoy tengo la tercera.
Dando gusto a las tres, no anduve por las ramas.
Todo dulce peligro me atrae, y bien quisiera
casarme mensualmente, por dar gusto a más damas.
El día que el divorcio se implantó aquí, yo estaba
con mi “segunda” en casa… Nos visitó un amigo.
“¡Me entusiasma el divorcio! –les dije- Ya tardaba…”
Mi mujer trasudada, temblaba… “¡Lo que os digo!”
Yo (y la miré) de buena gana me divorciaba…
para poder casarme nuevamente contigo…”
EL S ONETO DE LA “C IERTA EDAD”
O LAS BABUCHAS Y EL COLCHON
Cuando llegamos a una “cierta edad”
buscamos las babuchas y el colchón.
Ya sólo nos mantiene una ilusión:
la ilusión de la horizontalidad.
Cuando el cuerpo se acerca a la Verdad
(es decir, a la Muerte), no hay varón
que se quiera mover de ese rincón
donde ha instalado su comodidad.
El recuerdo, el silencio y la quietud
-goces vedados a la juventudson la serena miel de la vejez.
Anunciando el final, ya este latir
del débil corazón se quiere ir…
en busca de su eterna placidez.
VIVO COMO PUEDO
Yo vivo como puedo (si es que vivo),
y escribo como escribo: malamente.
Ni aprendí a hablar inglés, como la gente,
ni di a mi vida un aire deportivo.
Me siento hombre de antaño cuando escribo,
por no llevarme bien con lo presente.
Espero, pues, casi tranquilamente,
rayos de luz tras el actual derribo.
Sé que, al fin, llegará lo que se espera.
Y, en tanto, seguiré como cualquiera,
haciendo versos para quien los quiera.
(Y acabe aquí el soneto, si es soneto
este que saco, no sin duro aprieto,
de mi cabeza, y en mi libro meto.)
UN ENCARGO
Un paisaje me encarga don Luis Paje,
y en mi vida me vi tan apretado.
Mil pinceladas dicen que es paisaje.
Ya he puesto cien. Lo tengo embadurnado.
Con ciento diez me sale un buen celaje;
con doscientas, un mar muy azulado;
con trescientas, muchísimo ramaje;
con cuatrocientas, prado y arbolado
S alió la hierba, a fuerza de echar verde.
Al fondo, una montaña que se pierde…
Hasta se ven dos casas encaladas…
¡Lindo paisaje, que ahora firmo y fecho!
¿Quién quiere otro…? Se lo haré, y bien hecho,
con sólo mil quinientas pinceladas.
SONETO DE ASONANTES
Sin haber heredado de mis padres;
sin ser esposo de una rica dama;
sin carrera, sin sueldo, sin empleo;
sin protección alguna del que manda;
sin ganas de perder mi tiempo libre
procurán dome amigos “de importancia”;
sin obra de tal fuerza, que se imponga;
sin don de gentes, ni ambición, ni audacia…
Y aquí, donde el trabajo está mal visto,
la lucha es dura y la comida es cara,
aún no me explico como sigo a flote,
con mi entusiasmo en pie y en pie mi casa…
Algún ángel amigo de lo débil
protege mi barquilla y me la salva…
POBRE AUTOR DE LIBROS
He publicado tantos libros ya,
que, si hoy alguien me encarga un libro, yo
o contesto con un redondo “no”,
o con un enigmático “quizá”…
Haciendo libros, nadie vive aquí.
Al que los hace con tesón y fe
bien puede sucederle lo que a mí,
y lo que a mí me pasa, ya se ve…
El libro, sí, es negocio superior
para el librero y para el editor;
para el mísero autor, sólo “un desliz”.
¡Vedle, echando sus rimas al papel,
soñando con sus ramas de laurel,
y moviendo sus remos, tan feliz…!
NECES ITO AS UNTOS
Me hacen falta argumentos. Necesito
buenos asuntos para mis sonetos.
Porque me acosan luego mil aprietos,
si tengo que buscarlos, y me excito.
Versificar… Cualquier Tócame Roque
echa versos lo mismo que echa flema.
¡Pero encontrar un tema, un lindo tema,
un tema interesante…! Ahí está el toque.
Yo, por cada soneto que publico
(como veréis, no pienso hacerme rico),
cobro ochenta pesetas (con descuento).
Pues bien, el doble doy, más un abrazo,
a todo aquel señor que, en corto plazo,
me mande a domicilio un argumento.
DURO ES VERS IFICAR
Duro es versificar. Si usted supiera
cómo los pocos versos de un soneto
hacen sudar… El escritor debiera
no hacer sonetos, o quedarse quieto.
Yo, saliéndome ahora de mi paso,
me he metido a rimar, con mil sudores,
para decir… no sé, porque es el caso
que hoy nada tengo que decir, señores.
Hay días, sí, que se me ocurren cosas
casi ingeniosas, casi salerosas;
pero hoy mi inopia es tal, que me da grima.
Tal vez por eso se me habrá ocurrido
versificar… o sea, meter ruido,
no de3cir nada, y presumir encima.
A PAZ
Me pides, Paz, que te haga “un buen soneto”.
Si no es más que uno, te lo haré en seguida.
………………………………………………..
(Llevo ya una semana bien corrida,
y sólo me ha salido este cuarteto.)
Con uno solo nada he conseguido.
Me hace falta el segundo, que haga juego
con el que tengo ya, limpio y medido.
¿S aldrá el segundo…? Lo veremos luego.
Viéndome enfrente del primer terceto,
me digo: “Este lo suelto en un instante.”
Cojo luego el que sigue, en él me meto
y le pongo en su sitio el consonante.
¿Me habré salido, al fin del duro aprieto?
Cuento: catorce versos. Ya es bastante.
DES IGUALDAD ES SOCIALES
Trabajando, yo soy hombre sin frenos;
uno de esos frenéticos mortales
que trabajan, seguidas, más o menos
unas ciento diez horas semanales.
Mi amigo Luis, en cambio, hombre de suerte,
se duerme al día sus catorce horas,
y las diez que le sobran las invierte
en pasear y conquistar señoras.
Ante esto, yo me irrito y me es forzoso
gritar: “¡A ver si llega ya el famoso
día de las justicias vengadoras!
Porque esto hay que arreglarlo, a sangre fría;
¡que Luis trabaje a la semana un día,
y que duerma yo al día un par de horas!”
TRABAJO DIARIO
Escribo este soneto en un domingo.
Lo escribo, pues, en un día de asueto.
Pero yo, como en todo “me distingo”,
dejo mi asueto y hago mi soneto.
No debe trabajarse en este día,
me dice el almanaque, y me lo advierte
con tinta roja. Pero ¡ay! pluma mía,
tú remarás, sin pausa, hasta la muerte.
Si un día huelgo, al otro día ayuno.
Como los del comer, uno por uno,
son siete días, (no hay aquí descuento),
yo preciso mis siete calorías.
Dejadme, pues, remar todos los días,
o mandadme el domingo mi alimento.
LAS VITAMIN AS DE LA CARNE
Mujeres… Siendo yo un adolescente,
me perecía por las otoñales.
Hoy, ya otoñal –setenta y dos cabales-,
me despepitan las de quince a veinte.
Es lo que les sucede comúnmente
a los muchos cables y viejales
que corren amorosos vendavales,
con cincuentona al lado o niña al frente.
Cuestión es, por sabida, archiprobada,
que al chico verde la madura agrada,
y al maduro la verde encalabrina.
“Cada cosa, a su edad”, dice un adagio.
Yo añadiría, sin temerle al plagio:
“Y a cada edad, “su cosa” femenina.”
LOS POBRES LIBROS
Quedo profundamente agradecido
a quien me lee, gastándose la “guita”,
hoy que un amigo mío, muy querido,
sin “leerme” un renglón, me felicita.
En esta España, que alguien llama “nueva”,
yo no sé, caballeros, lo que pasa,
mas sé que en Calpe el que entra no se lleva
ningún libro –pagándolo- a su casa.
Si se vende un volumen, ya es sabido:
libro de ciencia, sabio y aburrido,
novela lila o cuentecito tonto,
cuando no el tomo en piel, encuadernado,
de texto tan pequeño y apretado,
que parece decir: ¡ciérrame pronto!
LA INMUNDA PRIMAVERA
La primavera y sus primaveradas
son un engaño, decididamente.
Yo, en las muchas que llevo ya pasadas,
no he conocido un solo abril decente.
Las dulces horas por el sol templadas…
Las rosas que perfuman el ambiente…
Las aves que se arrulla, embriagadas…
Lo dice el vate. Como es vate, miente.
Marzo, abril, mayo, junio… a quien los quiera.
A mí no me la da la primavera.
Porque tengo probado y comprobado
que, cuando el loco freberillo pasa,
ya no hay formalidad; ya tengo en casa
la flor “primaveral” del resfriado.
LA ES TERIL FECUNDID AD
Cumplo hoy la edad que tenía ”el Tostado”
cuando murió. Dios le guarde en su gloria.
Con sus infolios ha entrado en la historia.
(Otros también, sin tostarse, han entrado.)
Yo, que en el “tueste” me paso la vida,
porque no puedo vivir sin la pluma,
si de mis páginas hago la suma,
venzo al “Tostado”; lo pruebo en seguida.
¡Oh, docto autor de incontables renglones,
que hoy sólo sirven de sabio alimento
a innumerables ilustres ratones…!
Viendo el destino de vuestro talento,
yo no debiera forjarme ilusiones,
mas, como vos, si no escribo, reviento.
LA CAS A Y LA CALLE
Cuánto mejor estamos en la casa,
en el silencio de una paz gozosa,
que en medio de la calle estrepitosa
donde el gentío pasa, pasa, pasa…
Miles de coches, peste a gasolina,
codazos con la turba callejera…
¡Quién paseara, lento…! ¡Y quién pudiera
sentarse en un sillón, en cada esquina…!
S algo a la calle, pesaroso, inquieto,
procuran do salvarme el esqueleto,
y vuelvo (si es que vuelvo) a ver mi piso,
tronchado, malparado, desquiciado…
Ya en mi casa, respiro… -¡Dios lo quiso!como si hubiera. al fin, resucitado…
REQUIES CAT IN PACE
Lo dicen los termómetros: El Arte ha fallecido.
Viendo la sobras de hoy, desde luego, lo creo.
Nos han cambiado el Arte por algo absurdo y feo
que no le gusta a nadie, pero arma mucho ruido.
Cuando, vistos los grandes cuadros que se han pintado,
pasamos a las pobres cosas de nuestros días,
nos avergüenza el ver adonde hemos bajado
con tantas picassadas y picassaderías.
Diga el improvisado “crítico” cuanto quiera
y, abrazado del “arte moderno” a la bandera,
hágase de él vocero, coribante y comparsa.
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Yo, asqueado de muecas tediosas y meneos
de audaces vividores, me vuelvo a los museos.
Allí estaré, contento, mientras dure esta farsa…
MI MEMORIA
Todas las cosas viejas las guardo en mi recuerdo.
Todo lo que hice ayer lo tengo ya en olvido.
¡Oh, mi pobre memoria…! ¿La mantendré…? ¿La pierdo…?
Mañana, acaso hoy mismo ¿toda la habré perdido…?
¡Qué lástima! Una vida tan amorosamente
conducida… un trabajo largo, tan bien llevado…
¿Cómo he de pretender que se acuerde la gente
de mí, si yo de mí ya casi me he olvidado…?
Mi pasado, por obra de mi memoria, haría
que yo pudiera, dentro de mí, ver –añoradala sombra fiel de aquella luz que fue mi alegría…
Con futuro muy corto, y amargo, y siempre incierto,
y un presente que, huyendo, dura menos que nada,
me quedaba el recuerdo de mi ayer.. (Y se ha muerto…)
ALERTA
No dejes que la muerte te sorprenda
desprevenido; no de cualquier modo.
Por eso vive alerta, atento a todo,
cuidando el alma, el cuerpo y la trastienda.
La muerte está muy cerca; a nuestro lado.
Como os quiere, no nos abandona.
Un hilillo de aire en el costado,
un dolor, el doctor… ¡y adiós persona!
Ojo, pues, con los días y las noches.
En la calle, evitar guardias y coches.
Comer con tiento. De beber, dos sorbos.
El dinero, escondido. El paso, paso.
Fuera amor, arte, ciencia y demás morbos.
Y huir de Prensa y Tele, por si acaso.
¿PODRIA AUN…?
¡Cuántos niños saltando! ¡Cuántas mozas riendo!
¡Cuántos novios viviendo su amor y su alegría!
Yo, mientras, en mi cama, callado, envejeciendo,
quedándome un poquito más quieto cada día.
Los jóvenes lo tiene todo, sin tener nada.
Yo ¿qué tengo, teniendo todo lo que he guardado?
Hoy comprendo el destino de mi edad caducada.
La vejez nos castiga por lo que hemos gozado.
Porque también yo, hijitos, salté y reí a mi hora.
Y amé… cuando hallé a mano: señorita o señora;
me di la “vita buona”; mil goces fueron míos…
Seguí aquello de “coge la fruta, muerde y vete…”
Supe multiplicarme la juventud por siete…
Y sueño aún… ¡Si yo tuviera aquellos bríos…!
EN VEJEC IA
Harto de haber remado tantas veces
en agua mansa, en oleaje bravo,
ya a Vejecía llegué, y hoy vivo esclavo,
como viejo que soy, de mil vejeces.
Ida la juventud, muerta la aurora,
seco el placer y la salud perdida,
un hilito de luz queda en mi vida
que parece apagarse a cada hora…
El corazón, se abate, deprimido.
Ya sólo importa hallar, y pronto, el modo
de que entre en paz el alma atormentada.
Porque, tras la inquietud de lo vivido
y el cansancio de haberlo amado todo,
gusta, al fin, esto de acabar en nada…
TEMPO PERDUTO
Después de haberme preocupado tanto
por cosas que eran –hoy lo sé- pueriles,
y haber quemado mis ochenta abriles
con la media virtud de un semisanto;
después d estudiar tanto, en tantas horas,
y haber gastado ya toda mi risa,
y haber leído (aunque con mucha prisa)
todas las obras moralizadoras…
hoy me encuentro -final de mi jornadacansado, con la ropa remendada
y sin que me hayan hecho un homenaje…
Pregúntome a mí mimo: “¿satisfecho…?”
y me respondo: “En fin, a lo hecho, pecho…
¡Peo no me verán en otro viaje!”
ES TA FIEBRE…
“Esta fiebre tenaz me da cuidado”,
dijo ayer mi doctor de cabecera.
Y la fiebre, en efecto, ha progresado
más de lo que el enfermo –yo- quisiera.
Siempre el verme febril me ha preocupado.
(Una aprensión la tiene ya cualquiera.)
Porque febril es como el hombre ha andado
siempre hacia el hoyo negro que le espera…
Numerosos potingues no han podido
aliviar a este enfermo, convencido
de que su enfermedad no tiene cura.
Por tanto, adiós. Que esto se acaba, es cierto.
(¿No seré ya el enfermo que hoy se ha muerto
y anda buscando su mansión segura…?)
HACIA EL MORID ERO…”
Desde que entré en mi vida, mi muerte está conmigo.
Suavemente, risueña, me lleva a su agujero.
Yo, un poco huidizo, busco en la vida abrigo.
La vida… no es gran cosa, y amarga un poco; pero…)
Con mi muerte hablo siempre, y unas veces le digo:
“Hoy quisiera morirme…” Y otras: “¡No, que hoy no quiero!”
Y otras: “¡Qué alegre estoy! Vete…” Y otras: “Te sigo…”
Y otras: “¡Por Dios, abrázame, que ahora sí que me muero…!”
S omos inseparables ella y yo. Bien unidos,
de noche, en nuestra cama, nos quedamos dormidos…
Juntos, nos baña el oro de luz de cada día…
Como soy todo suyo, me cuida, enamorada…
Y mi alma va acercándose, ciega ya fatigada,
a su gran hora última… Que es tu hora, muerte mía.
EN EL PUNTO DE LA MUERTE
Limpio te entrego el corazón, que ha dado,
sin un descanso, su señal de vida.
La carne de mi pecho lo ha salvado
del vano polvo y de la sucia herida.
Pudo el dolor haberlo envenenado,
y hoy –su vena de sangre corrompidano moriría como el buen soldado
que entregó al sueño su misión cumplida.
Limpio baja a la paz de la morena
tierra que le abre su agujero amigo.
Dentro de él, en la sombra de amor llena,
tierra se hará también y después trigo,
y rosa, y luz y, al fin, brisa serena
que irá, Señor, volando hacia tu abrigo…
AUTO EPITAFIO
Aquí me quedo, amigos. Ya es cosa convenida.
Después de un andar largo, di con mi alojamiento.
Es muy pequeño, pero me viene a la medida.
tendido, no estaré mal en él; lo presiento.
Me separa una piedra de eso que llaman vida:
aire, sonido, forma, luz, color, movimiento…
Todo se me ha alejado, como una sombra huida.
Ya sé, al fin, lo que he sido: voz y polvo en el viento.
Me han dejado este hoyo; se queda en él, helada,
la piel de un cuerpo quieto, puñadito de nada…
S obre mi ojos yace mi último sueño ciego…
Veréis en una piedra la cruz y un nombre oscuro.
S abéis, pues, dónde habito, desde hoy, mudo y seguro.
Aquí os espero a todos. Ya vendréis. Hasta luego…
POR LO S UCEDIDO
A consecuencia de lo sucedido,
la Península Ibérica ha quedado
con mucho caballero mutilado
y mucho general enriquecido.
Dicen que hoy todo está mal repartido
en la nación. A cuantos han ganado,
Dios, tan amable, mucho les ha dado.
(Y lo que no se ha dado, se ha cogido.)
Según afirma el cómputo reciente,
van engordando fabulosamente
los ignotos de ayer, hoy ya los amos.
Ejército de cucos bien dispuesto
a mamarse el ingente presupuesto
que nosotros, los parias, sustentamos.
LA FIES TA NACIONAL
A mí no me entusiasma “mayormente”
eso que llaman nuestra “brava fiesta”;
¡pero hay que ver la cantidad de gente
que nada chiflada con la fiesta ésta!
El buen aficionado es exigente
y, como lo que ve mucho le cuesta,
pide buen toro y buen torero enfrente.
¿Los hay? Aplaude. ¿No los hay? Protesta.
Una cosa en los toros he notado:
quien de eso entiende es el aficionado;
el torero, jamás. Por lo cual creo
que no está mal lo que se me ha ocurrido:
el torero, al tendido; el del tendido
véase al toro… y luzca su toreo.
UN PUEBLO TIPICO
Bajo el sol andaluz, sudando mosto,
llego en agosto a este lugar. Torpeza.
Aquel que aquí se mete, en pleno agosto,
demuestra no nadar bien de la cabeza.
Las dueñas de esta tierra son las moscas.
Casa llenas de cal. Malos olores.
Ni un árbol. Playa sucia. Gentes toscas
Mar de plomo. S udores y picores.
En los moquitos, sed de forasteros.
Mengidos a granel. Niños en cueros.
Burros del gremio asnal y del humano.
Y a este pueblo, que no hay quien lo resista,
el Ministerio de Turismo, hermano,
lo llama: “¡el paraíso del turista!”
EL N EGOCIO DEL PATRIOTIS MO
Buen negocio, el sagrado patriotismo.
Quien lo explota, mamando de la vaca,
redondea su panza, al mismo tiempo
que la patria –la vaca- se hace flaca.
Muchos aquí vegetan pobremente,
pero los encumbrados patriotas
viven requetebién, comen caliente
y se solazan con sus chirigotas.
Nunca pude creer –soy un ilusoque en patria tan gastada por el uso
tuviera el patriotismo tanto socio.
Hoy, viendo lo que veo y lo que he visto,
me he convencido. Para el hombre listo,
no queda ya en España otro negocio.
IMPRES IONIS MO
Campo andaluz. Agosto. Calor. S udor. La siega.
Grupos de segadores con hoces sin martillos.
Luz también cegadora. Tuéstame al sol los grillos.
Galbana y pierna suelta. Botijo fauces riega.
Noche de julio. Luna. Dos calles de Triana.
Bochorno. nadie en pie. Todos duermen, caídos.
Poca ropa y sin catres. Demasiados ronquidos.
Pelan la pava veinte. Gato quieto en ventana.
Albaicín. Juerga. Vino. Diez hembras de tronío.
Velatorio. Una riña. Guasas del señorío.
Dos muerto. La guitarra solloza. Canta un ciego.
Y etcétera, lector, que hoy decir más no importa.
Esto es impresionismo. Pincelada muy corta.
Mancha fugaz. Lo nuevo. Lo que pita y da juego.
VIVA LA PATRIA Y S IGA VIVIENDO
Con el violín de la patriotería,
explotando los tópicos vigentes,
hay en España distinguidos entes
que se dan una vida… de ambrosía.
Dueños de todo lo que existe hoy día
y eructando sus “vivas” estridentes,
pasean por en medio de las gentes
la euforia de su charlatanería.
Quien llame pillos a estos “patriotas”
que han sabido ponerse bien las botas
ofende al patriotismo y a su hueste,
que el patriotismo, por lo visto, es eso:
engullirle a la patria carne y hueso
y arrancarle la piel al que proteste.
A LA ES PERA DEL TURIS TA
Con tantos adoquines levantados
y una luz que es tormento de la vista,
¿cómo dicen que estamos preparados
para que venga a vernos el turista?
Los turistas vendrán, y apresurados,
a nuestras cosas pasarán revista,
porque tenemos días soleados,
paisaje, arte, historia y gente lista.
El pasado es negocio, y no malejo.
Castillo moro, ruinas, cuadro viejo,
templo antiguo… son bienes explotables.
Pero mejor, con buenas carreteras,
limpios hoteles, lindas camareras,
pocos coches y calles transitables.
A LOS ES PAÑOLES
Costa ya nos lo dijo. Es necesario
cerrar el libro de la “grande historia”,
curar las cicatrices de la gloria
y atender a los campos y al erario;
no cultivar la bélica locura;
tolerar el ajeno pensamiento,
y hacer más largo y sano el alimento,
y enriquecer el alma en la cultura.
Los viejos libros de caballerías
ya no se venden en las librerías.
hay que dejarse, pues, de quijotadas
y, en paz vivir. En paz, pero no en ocio,
que, si también así quiebra el negocio,
merecemos volver a las andadas.
VERBORREA
Cree nuestro jefe… A juicio del doctor…
Es opinión autorizada de…
Dice el ministro a nuestro embajador…
El iluústre Don nadie afirma que…
Y hablan el general, y el monseñor,
y los cronistas… y Pelé y Melé…
Y el país sigue mal, muy mal, peor.
Y, con tanto charlar, ya ni se ve…
Hay que cambiar. S ilencio. Prohibición
de tanta confusión en la opinión,
de tanto murmurar, sin trabajar…
Y los hombres que mandan, a un rincón,
a ver si, al fin, se aprenden la lección,
que es pensar, estudiar… y no garlar.
LOS POBRES MILLONARIOS
Cuando recuerda el español aquellos
años en que diez duros le bastaban
para el gasto del día, y le sobraban
a veces dos… ¡se arranca los cabellos!
Hoy la pasta se va por la tangente…
Su valor: cada día, un desencanto.
Ganamos mucho, es cierto; tanto, tanto,
que hasta desayunamos diariamente.
Pero el dinero, en sí, no vale nada.
Tendremos todos una millonada;
ganaremos montañas de dinero…
y cada caballero acaudalado
andará por la calle, preocupado
porque debe tres meses al casero.
LA ENVIDIA
Dolencia mitad verde, mitad negra
que al español le impide descansar.
Aquí le envidian a uno hasta la suegra.
Más: hasta la manera de roncar.
Si uno fracasa, el español se alegra.
Si algo nos sale bien o regular,
le da tal rabia, que se desintegra.
Y peor, si nos llega a perdonar.
“Hay que roerle al grande sus grandezas,
porque el chico, si no, chico se siente.”
Así dice la envidia, cautelosa…
Pero, por nuestra suerte, aún hay cabezas
que hacen lo que han de hacer, resueltamente,
aplastando al reptil que las acosa.
CANTE JONDO
El mucho “cante jondo, amigos míos,
tiene ya a Andalucía por el suelo.
¡Ay, cuánto “niño” y cuánto bisabuelo
con quejaos, gemíos y jipíos!
Flamenco, a ratos bien; agradaría.
Flamenco, a todas horas, desespera.
¿Nos vamos a pasar la vida entera
oyendo a tanta gente entristecía…?
Ruiseñores, jilgueros y canarios,
apoderados de los escenarios,
cantan con insistencia de martillo.
¡Quién volviera a los tiempos de Juan Breva,
cuando tenía cada fandanguillo
aquel fresco dulzor de cosa nueva!
CANDIDATO
-¿El señor don…? –Presente. -¡Mi admirado
señor y amigo! S oy don Fulanito,
y vengo a verle, porque solicito
un sillón académico. He pintado
paisajes más de mil. He retratado
a Pato, Peta, Pati, Pita y Pito…
Casi setenta libros ya me he escrito.
Setenta y dos aún no se han publicado.
Además, soy arqueólogo, ayudante
de dibujo, archivero… Hay cierta gente
que hasta me admira, si me ve delante.
-No siga. Todo es nada. ¿Usté es pariente
de algún pez influyente, muy importante…?
-Yerno de… -¿Yerno? Con mi voto cuente.
EL CONTRABANDIS TA
Era nuestro andaluz contrabandista
hombre valiente, astuto, pendenciero,
moreno, patilludo, pinturero,
y todo en una pieza y a la vista.
Con trabuco y navaja se apañaba.
Vivía al sol. Dormía (si podía)
en agujeros de la serranía.
Su jaca no corría, que volaba.
Para atracción de intrépidos franceses
daba el alto, pegaba unos reveses
y ganaba unas onzas y algún puro…
Ya murió aquel bandido generoso.
Su sucesor –roñoso y muy juiciosovive a lo gran señor, sobre seguro.
Y roba impunemente atrincherado
en la saltas guaridas del Estado.
ES PAÑA
Esta nación, amiga de armas guerras
y correr peligrosas aventuras;
ésta que se hizo dueña de anchas tierras,
poniendo en juego todas sus bravuras;
ésta que siempre estaba en todas partes,
con su bien aprendido ”ordeno y mando”,
y luego, ya su fuerza declinando,
tuvo la eterna gloria de sus artes,
hoy vive en sus soleares, retirada
del mundo y su vibrante marejada,
sin que su voz resuene en parte alguna.
Como el viejo señor venido a menos
que ve a sus nietos, de ambiciones llenos,
cobrar renombre y alcanzar fortuna.
BRINDIS
Este banquete de hoy, del que hay testigos,
nos deja claramente demostrado
que quien mil duros tiene y tres amigos
puede en seguida ser banqueteado.
El homenaje está justificado,
porque a Ruiz no le gustan los abrigos,
y se ha hecho “de la capa” y es muy dado
a nadar con furcias, ratas y mendigos.
Tengo, no sé por qué, el presentimiento
de que Ruiz, si es que tiene algún talento,
puede sacarlo afuera, paso a paso…
¿Cuándo? Cuando, comido y bien bebido,
y con la ayuda del papá querido,
se decida a estudiar. Hágame caso.
RIQUEZA QUE S E NOS VA…
Galicia, con sus rías y maizales.
Las levantinas huertas de esmeralda.
Palacios, caseríos, catedrales.
La Alambra, la Mezquita, la Giralda.
Castillos, puentes, patios, flores, rejas.
Calas bebiendo mar. Velas latinas.
El oro de mil cuadros. Calles viejas.
Frondas al sol. Históricas ruinas.
Cosas hermosas y profundas voces
que hablan de antiguas glorias. ¿No conoces,
español, esas cosas todavía?
Pues date prisa que ahí está el “Progreso”,
y puede suceder que cualquier día
no encuentres ya en tu patria nada de eso.
QUIEN NO S E CONS UELA…
La inflación nos asfixia; nos traga la ruina…
(Si viéramos que mal están en Argentina…)
La Bolsa, por el suelo; nos amenaza el paro…
(En Italia hay más huelgas y todo está más caro…)
El país, manejados por necios y rufianes…
(¡Hay tantos delincuentes entre los alemanes…!)
Perdida la vergüenza, todo va a la deriva…
(En Francia, ya no come ni la gente de arriba…)
Sí, quien no se consuela… Se ve que es nuestro sino:
husmear las cascarrias del hogar del vecino,
y no mirar la mugre de nuestra propia casa…
Quienes aquí gobiernan… (éste, aquél o cualquiera)
¿pretenden que callemos, con sordera y ceguera,
para que no podamos decir lo que aquí pasa…?
LA PRENS A
Los periódicos son como proscenios
desde donde, a diario y sin medida,
se nos informa de la guapa vida
que se están dando aquí los grandes genios.
Según la periodística charanga,
hoy, de jefazos una masa ingente
se sacrifica, y muy gustosamente,
por servir a la Patria. Pura ganga.
Recibiendo homenajes de una plebe
que se inclina, y aplaude, y no se mueve,
por toda España van unos y otros…
mientras la prensa chilla de alegría,
por podernos decir, día tras día,
lo bien que Dios se porta con nosotros.
SONETO CON FLECOS
No sé si usted, lector, se ha dado cuenta
-yo me la he dado en varias ocasionesde que en España sin cesar aumenta
el número de pillos y ladrones.
(¡Mil perdones!)
Esto –dicen- se explica, pues, creciendo,
como viene creciendo hasta la fecha,
la población de España… Ya, comprendo,
pero mi afirmación sigue en la brecha.
(¡Bien derecha!)
El ladrón de la tónica. La vida,
para el llamado ciudadano honrado,
cada día es más dura y fementida…
(¡Y aburrida!)
Hoy, viendo la vergüenza en el tejado,
y teniendo en las nubes la comida,
vive el pobre español desengañado…
(¡Y aterrado!)
MILLONEANDO
Nos ha invadido la millomanía.
Millones y billones y trillones…
No hay otro tema en las conversaciones.
Todos, ricos, ¡Señor, quién lo diría…!
País que vivió siempre en la indigencia,
con su fama de “pobre, pero honrado…”
hoy está, por desgracia, desquiciado,
de tanto como nada en la opulencia.
Antes, los españoles… ¡oh, españoles…!
cruzando mares y bebiendo soles,
supieron ganar gloria de alto vuelo.
¿Cuándo fue? Cuando andaban mal de ropa,
sólo comían pan y berza en sopa,
y se acostaban en el santo suelo.
PARA S ER AC ADEMICO…
Para ser académico dícenme que es preciso
ser español, católico y hombre bien “situado”,
haber escrito páginas de corte afrancesado,
tener amigos íntimos y habitar en buen piso.
También resulta válido tratar a mucha gente,
y mover con buen éxito y a tiempo la balanza.
Ser “inmortal de número”, caballeros, no es chanza,
y requiere esos méritos, aproximadamente.
Hay gran autor indómito que se obstina -¡el iluso!en desdeñar las prácticas que el Centro tiene en uso,
y esgrime su monia ópera… Con ella habrá logrado
fama redonda y sólida, y aplausos, y dinero,
y prestigio… ¡hasta un único lector atento!; pero
¿un sillón académico…? Ni aunque esté muy cansado…
TANTOS PREMIOS …
Premios, más premios, más… Sí, demasiado.
Lo que se premia es excesivo ya.
Todo lo que hace todo aficionado
se premia, se premió o se premiará.
¿Tantos genios tenemos al presente?
¿Tantos cerebros hay aquí Señor?
Treinta premiso mensuales, anualmente
son casi cuatrocientos.. ¡Oh, qué horror!
Con tanto premios, no hay literatura
que pueda resistir. A la ventura
la nuestra va, de tanto premio en pos.
Corten ya de una vez premios y honores,
¡y a escribir, pero en serio, escribidores!
¡A cuerpo limpio, como manda Dios!
CONS EJO AL CONCURS ANTE
Preséntate al concurso, si dispones
de amigos fieles dentro del jurado.
Si no, no te molestes. Ponte a un lado
y deja que otros den los empujones.
Sucia mansión de recomendaciones
es el país. Quien no esté aquí “agarrado”,
de su papel de mísero soldado
nunca saldrá; le birlan los galones.
Esto, amiguito mío, está perdido.
Aquí el que tiene un premio, lo ha tenido
a fuerza de arrastrarse por la alfombra.
Vale más la pobreza limpia y sana.
De todo, al fin, ¿qué quedará mañana…?
Nada: carroña en soledad y sombra…
CANTE FLAMENCO
Rocío y Curro, Joselito y Lola,
con el crío, la cría y la criatura,
nos dan de flamenquismo tal hartura,
que estamos de él hasta la misma chola.
Eso de la andaluza andalucista
y eso del andaluz andaluzante
ni hay persona sensata que lo aguante,
ni decente altavoz que lo resista.
Como andaluz, me creo autorizado
para decir a ustedes: ¡Más cuidado,
niñas, niños, niñitas y niñitos!
Que el peligro del “cante jondo” crece,
y hay ya gente enfermiza que fallece,
oyendo tanto llanto y tantos gritos.
ES PAÑA ES DIFERENTIS IMA
¿Qué ocurre en esta España tan festiva y boyante?
No hay mendigos. ¿Ya tienen buenos enchufes todos?
¿Se enriqueció el sablista? ¿Se jubiló el cesante?
¡Cómo cambian los tiempos, las modas y los modos!
¡Aquel país castizo, de podre y roñaría…!
¡El español, esclavo de su continuo apuro…!
¡El celtíbero tieso, con su boca vacía…!
Pero, bueno, ¿es que aquí todos tienen ya un duro…!
Un país sin carácter ni color, no lo quiero.
Si se americaniza, lo desprecio y rechazo.
Quiero la raza pura, la del orgullo fiero:
curas, flamencos, toros, hambre, mugre, estacazo…
Y América, a su sitio, con todo su dinero…
¡Por Dios! ¿Es que ya nadie me va a dar un sablazo?
¿S E PUEDE S ATIRIZAR?
¿Se puede ser aquí vate satírico?
Muchos hubo en España, en el pretérito.
Hoy parece que sólo le dan mérito
a quien es eminentemente lírico.
Dicen que en el país no hay un gaznápiro.
En cambio, de talento hay ya tantísimo,
que habrá que darle gracias al Altísimo,
porque esto no es corriente, ¡voto al chápiro!
En nación donde haya tanto gran político,
tanto artista genial, tanto hombre mítico,
lo cáustico no admiten, ni lo irónico.
Por eso yo, que tiemblo ante el ridículo,
he resuelto meterme en mi cubículo
y ponerme a estudiar el arte jónico.
DEFENS A DEL ARBOL
Tronchando ramas y talando troncos,
este Concejo que hoy nos manda y monda
va a dejar la ciudad monda y lironda.
Muchos, de protestar, ya estamos roncos.
La ciudad, del asfalto enamorada,
odia al árbol; el árbol le molesta
a esa gente reseca que se tuesta,
poniendo al sol la testa bien rapada.
Hay concejal que grita: ¡¡El árbol, fuera!”
Y así se queda, rala y pordiosera,
la ciudad que fue corte y hoy ni es villa.
Contén, arboricida, tu ceguera,
y Dios te haga cruzar la Mancha entera,
a pie, en verano, al sol y sin sombrilla.
UN POETA DE AYER
Tipo sucio y greñudo, con chapeo, chalina,
capa, pira y un traje regalado o prestado.
Mirada extraviada, rostro mal afeitado
y manos que buscaban un duro en cada esquina.
S oñaba con Versalles, Pierró y Colombina.
Estaba, por el hambre, flaco y destornillado.
De noche, en los cafés, como un alucinado,
repetía sus temas: bohemia, amor, morfina…
No amaba (¡era tan pobre…!), pero armaba su “célula”
con alguna esquelética clorótica libélula,
que se le enracimaba, segura de irle mal.
Y cuando el infeliz encontraba diez duros,
comía ferozmente, armaba puros
y paseaba, olímpico, como un dios inmortal.
CANDIDATO A LA ACAD EMIA
Si no pone usted muchas faltas de ortografía
y escribe cosas monas, sin dar ningún traspiés,
y tiene amigos útiles en esa cofradía,
llegará a la Academia, como una y dos son tres.
Hágase nombre; muévase. Para hacer su poesía,
su prosa o su camelo, tiempo tendrá después.
En España, escribir en serio y bien, hoy día,
oficio es por el cual nadie muestra interés.
Le ayudarán muchísimo Televisión y Prensa
y radio, el gran Triángulo propulsor de esta inmensa
farsa que en nuestra época llaman Publicidad.
Coja la propaganda, métala en casa y siga…
Ya verá como pronto, sin obra y sin fatiga,
se coloca en la cumbre de la celebridad.
A UN A INS ACIABLE
¡Locos de amor una quincena entera!
Esto, querida amiga, es demasiado.
Forzoso es darle ya al amor de lado
y ponerse a vivir como cualquiera.
Después de tanta acometida fiera,
el galán joven más desarrollado
sale desencajado de costado
y débil de mollera y faltriquera.
Ya en viejos tiempos, todo sabio viejo
daba a todo amador este consejo:
“No te conduzca el goce hasta el fastidio.
No gastes todo el gas en la faena,
que, si a sorbos amar es cosa buena,
atracarse de amor es un suicidio.”
SONETO AMOROSO
Siempre pasa lo mismo. Una señora
se prenda de un pollito afortunado,
se van a un cuarto y “liban” el pecado
en el acreditado “cuarto de hora”.
Ante el amor hay que decir: “Cuidado.
Cuide, señora, su pasión, que ahora
el tropezón resulta complicado
y, si es “con consecuencia”, bien se llora.
Creemos que el amor, si no prohibido,
debiera estar tan sólo permitido
para ser aplicado gota a gota.
Triste será no amar, seguramente;
pero arder en amor incandescente
eso es mucho peor. Tómese nota.
ATENCION, S OLTERONES
Me dice en una carta Clemencia Tortajada:
“Quiero darte una prueba de amistad y te pido
que me hagas “algún verso” (claro está, no atrevido)
diciendo en él que vivo triste y desesperada.
S algo, paseo, miro, busco, suspiro… ¡y nada!
Todas mis primas tienen al menos un marido.
Y yo ya me estoy viendo, si un poco me descuido,
soltera, virgen, madre, quieta y santificada.”
Comprendiendo a mi amiga, sin perder un segundo,
hoy me dirijo a todos los célibes del mundo.
Se trata de un asunto de auténtica emergencia,
y lo trato en la forma de un soneto correcto.
Deseo que la oferta produzca buen efecto.
Atención, solterones, a la voz de Clemencia.
-----------------------------------------------------------“Joven condescendiente y amable, poco usada,
de edad apetecible (entre quince y cuarenta),
de buen ver, de moral muy antigua, educada
y heredera segura de una rica parienta,
quisiera dar su mano, no a un caballero intruso,
sino a un joven gallardo, moreno y valeroso.
Desea ese contacto para su propio uso
y para el ejercicio de su ardor amoroso.
Lo que ofrece está a punto de boda y disponible.
Prefiere diplomático, médico o diputado.
No rechaza al viudo, si está ya consolado,
ni al cantante de ópera, si sigue apetecible.
Dirigirse a Lagasca, veintidós, duplicado.
No se acerque el curioso y absténgase el casado.
LA PAZ ARMADA D EL MATRIMONIO
Vigile usted, señora, a su marido,
porque puede expropiárselo otra dama.
En todo matrimonio bien zurcido
conviene el uso de una cierta escama.
Sierre el varón casado es presumido,
y si alguna mujer le mira, exclama:
“Otra cayó. Las dejo sin sentido.
resulta que también ésta me ama.”
¡Ay, del que va en el mundo a su oficina
y se encuentra a una rubia colocada
estratégicamente en una esquina…!
Puede pasar que no suceda nada;
pero ¿y se produce la “combina”,
y queda usted, señora, suplantada?
¡Contienda conyugal que se avecina!
Por eso, en todo hogar de gente honrada
debe haber paz, pero la paz armada…
LA NIÑA PREGUNTA…
“¿Qué es eso que se llama la hermosura?”
me pregunta una niña de Sevilla.
Yo le acaricio el pelo y la cintura
y le contesto: “Eso eres tú, chiquilla…”
La niña s enrojece levemente;
después echa a correr, como asustada
de que un señor, al parecer prudente,
diga una cosa tan desatinada.
Con la vista la sigo…Presurosa,
ella se va a un rosal, coge una rosa
y me la tira… casi agradecida.
¡Bravo chiquilla! Tu poder empieza.
Viéndote el rostro –rosa ya encendida-,
¿cómo no he de saber qué es la belleza…?
LOS TRES AMORES O LOS TRES
MOMENTOS DEL AMOR
Primer amor. El joven atacado
vive sumido en un delirio ardiente.
Versifica y no prueba ni un bocado.
Dura un mes la elegía, comúnmente.
Segundo amor. La dulce primavera
ríe en el corazón, lleno de rosas.
Del alma enamorada se apodera
feroz hambre de besos… (y otras cosas).
Tercer amor. El hombre es más fogoso.
Los idealismos se le han ido al foso.
S ólo quiere ya carne; no vigilia.
Se da de carne buenos atracones,
y aquello acaba en muchas ocasiones
con un prosaico aumento de familia.
HOY LOS BESOS ADELANTAN
QUE ES UNA BARBARIDAD…
Antes era preciso ser un señor abuelo
para que alguna joven nos diese algún besito.
Hoy, por fortuna, el beso se ha impuesto en nuestro suelo.
Ya no es pecado, cosa de que me felicito.
Besar es verbo útil y de agradable uso.
Dios, su inventor, un día nos lo mando soplando
en una nube de oro, donde su dedo puso:
“Puede usarse a diario, despacio… y no abusando.”
Como a mí el besuqueo no me asusta y me gusta,
y a la dama se ve que tampoco la asusta,
yo le ofrezco mi pico, servicial y galante.
Ella me alarga el suyo, por seguir el cumplido,
y los dos nos besamos (si no hay gente delante)
hasta casi metiéndonos en lo que está prohibido.
SONETO GALLEGO
Es una moza que da calentura.
Baile o no baile, con fiebre o sin ella,
gústanos ver a esta brava doncella,
ama, sobrina o aijada de cura.
Nadie, saltando, la gana en soltura,
cuando le tocan la gaita gallega.
Cuando a su falda varón se le pega,
nadie con tanto frescor… ni frescura.
Aunque en el pueblo murmura la gente,
porque supone, sospecha, presiente
que anda el amor por en medio, y es ciego,
ella jamás abandona la brecha,
y hasta que el baile la deja deshecha
baila que baila su baile gallego.
EL CIN E
Escogidos galanes de rostro enamorado
que besan a unas chatas preciosas, largamente…
Lo anuncié ya hace tiempo: según va la corriente,
en el cine las chatas se impondrán. He acertado.
Aquí sólo interesan las voraces pasiones
y sus alrededores, los besos encendidos
que antes que el cine apenas nos eran conocidos,
por lo menos, en forma d e atracción de mirones.
Bien lo pasa la niña de hoy, viendo en la pantalla
todo aquello que para sus “planes” quiere y pesca.
Vicio gustoso, frívolo placer… aquí los halla.
La desnudez del día la tiene aquí, y bien fresca.
¡Y el amor, sobre todo, con su dulce batalla
que la invita y la excita y al enciende en la gresca…!
SONETO ALEGRE, CON UN S US PIRO FINAL
Las chicas de estos tiempos que corremos
técnicamente están bien construidas.
En sus airosos cuerpos, repartidas,
todas las gracia y bellezas vemos.
La raza aquí mejora de año en año.
Ante estas lindas formas son cendales,
comprendo que los jóvenes actuales
se vuelvan locos. Yo les acompaño.
Las muchachas de ayer iban tapadas,
sólo enseñando algunas pequeñeces.
Las de hoy dicen: “Arriba esas miradas,
que aquí tenéis fragantes morbideces,
brazos desnudos, piernas torneadas,
pechos altos, caderas bien formadas…!”
¡Ay –digo yo en mis preces-,
quién pudiera nacer un par de veces!
AMOR DAÑ INO
Pero ¿cómo es posible, amiga mía,
amarse, sin cesar, un mes y medio?
¿Qué plaza aguantaría tal asedio?
¿Quién tanto trabajar soportaría?
Amarse un día, y otro, y otro día,
sin un descanso, sin buscar remedio,
es marchar galopantemente al tedio
y morirse después de hipocondría.
Grato es amar a ratos, como es grato
estarse quitecito tal cual rato.
Bueno es también –el fraile lo aconsejallevar la vida de los ermitaños,
soñando en le desierto algunos años
con el amor, pero sin la pareja.
LO QUE S UELE VERS E
¿Por qué se han puesto ahora tan castas las mujeres?
Uno sigue a una chica que le gusta; la embiste
y engatusa, y un día, como la encuentre triste,
la convida al festín de los grandes placeres…
Ella, en guardia, se ofende: “Bien sé lo que tú quieres…”
Uno invoca al Amor, con mayúscula. ¿Existe
tu amor…?” –responde cauta, la que, firme, resiste,
y en su defensa saca todos sus alfileres.
Sigue el hombre en la brecha, ya impaciente, obstinado.
“Esta no s eme escapa; la tumbo en el pecado,
aunque esté protegida por el mismo demonio…”
Llegan los morros, celos, insultos, lagrimones…
“No me quieres” –“Mentira”. –“Vente”. “No voy”. –Sí. –“Nones”…
Y, al fin, concierto y pacto: la cruz del matrimonio.
FIRME EN LA BRECHA
Para escribir sonetos soy autor
que está siempre dispuesto y con salud.
Aunque unos salgan mal y otros peor,
yo seguiré derecho en mi actitud.
Nadie me gana aquí en tenacidad.
S oneteando quiero dar –hoy, nouna nota de originalidad.
No parare mientras no de mi “do”.
Dispóngase el lector, pues, a sufrir,
que yo no he de acabar hasta morir.
Cada seis horas un soneto haré.
Para leerlos pido abnegación.
¡También padezco yo esta congestión
y, sin embargo, me mantengo en pie!
OTRO SONETO SOBRE EL S ONETO
Juro –si se me pide el juramentoque el clásico soneto aquí presente
lo voy trazando apresuradamente
y espero terminarlo en un momento.
Pongo en él, para darle lucimiento,
mi buena voluntad, que es concluyente.
S alga robusto o salga decadente,
rodando va, sin arrepentimiento.
He querido probar en este instante
que, escribiendo sonetos sin asunto,
puede seguir mi numen adelante.
¿Lo he conseguido? Ved aquí el conjunto.
Todo está ya en su sitio: consonante,
medida, ritmo, acento, coma y punto.
UNO MAS
¿Otro? Vamos con otro, a ver si, al fin,
éste sale mejor que el anterior.
Cada verso me cuesta un berrenchín,
y, sien embargo, yo, firme en mi error.
Bien sé que, cuando se es mal escritor,
hoy, lo mismo que en tiempos de “Clarín”,
produce el escribir cierto amargor
y desperfectos dentro del magín.
Mientras se busca el verso ¡qué placer!
y cuando se halla ¡qué contrariedad!
Ejemplo: este soneto. Pudo ser
bueno, y es la mitad de la mitad.
Pues borrón y soneto nuevo… A ver
si sale alguno por casualidad.
A MI QUERIDO AMIGO LOPE D E VEGA
Catorce versos dicen que es soneto…
Vamos con los catorce. Por lo pronto,
ya voy por el tercero; me remonto
y me subo hasta el cuarto; en el me meto.
Por el quinto se pasa sin aprieto.
Dentro del sexto, pienso: Fuera tonto
que, cuando con el séptimo me afronto,
en el octavo me quedara quieto.
El noveno es más fácil. Lo hago y sigo
y, al entrar en el décimo, me digo:
Del once al doce, en verso, hay poco trecho.
Y el doce agrada, por servir de puente
al trece, el de la suerte; pero… ¡tente,
que ya hay catorce! El sonetillo es hecho.
CON LOS CONSONANTES DE LOPE
PUES TOS EN EL MIS MO ORDEN
Por querer obsequiar a la Violante
con un soneto, estoy en duro aprieto.
No me sale la sombra de un soneto,
ni echando para atrás ni por delante.
Ella me dice: “Coja el consonante
y métalo a la fuerza en un cuarteto.
Si no le cabe, llévelo a un terceto.
¡Atrévase, señor, y no se espante!”
Sudando versos largos voy entrando.
¿Me saldrá algún soneto hecho y derecho?
Ganas de darle fin se me van dando.
Violente grita: “¡Venga!” Yo sospecho
que quiere verme exhausto y acabando.
Si salió o no, es igual. ¡Pecho a lo hecho!
(Y encima –digo para mi capotesoy capaz de ponerle un estrambote.
Cosa que Lope se dejo en el bote.)
EL MEJOR D E TODOS
De los tres mil sonetos que he compuesto en mi vida,
ninguno como aquel que hice el año pasado,
confié a mi memoria, y esta –la muy perdidano me ha devuelto aún. Lo habrá tras papelado.
Yo me oprimo la testa, la araño, la someto
a cuarenta de fiebre, la muerdo, hasta el insulto…
y aquel soneto egregio sigue ignoto y oculto.
Nada, que no recuerdo nada de aquel soneto.
¡Oh, Señor! ¡Qué desgracia! Para una vez tan sólo
que me salen catorce versos dignos de Apolo,
se los traga el sepulcro de mi flaca memoria.
¡Y pensar que, con ellos, hubiera yo metido
mis obras, mi seudónimo, mi nombre y mi apellido
en la doradas páginas de la dorada historia…!
(Sigo hoy siendo el ilustre señor desconocido.
Ya veis qué fácilmente pierde un hombre la gloria…)
EL PEOR
Aquí tenemos el soneto malo;
es el peor de todos los peores;
ése del cual se burlan los lectores.
¿Usted lo aguanta? Pues se lo regalo.
Prefiero ese otro que ha salido bueno
por chiripa; con verso bien medido,
consonante en su sitio, ripio huido,
fondo moral y estilo un poco ameno.
Siempre me ocurre -¡soy tan desdichado!
que cuando un buen soneto tengo al lado
y me dispongo a darle buena cuenta,
sale el malo, se pone por en medio,
me echa ripios, me aturde y… sin remedio,
se mezcal con el bueno y lo revienta.
A CUES TAS CON OTRO
Un soneto me encarga Luchi Infante.
Catorce versos… eso, antiguamente.
Hoy se le ponen doce, o quince, o veinte,
y se queda el soneto tan campante.
Tampoco hay que cuidar el consonante:
éste aquí y éste allí… Seguramente,
no le interesa que haya a nuestra gente
siete versos detrás, siete delante.
Igual que en el cuarteto, en el terceto
no ha de tener el verso más objeto
que el decir lo que nadie entender pueda.
¿Hablar sin decir nada? Yo, encantado.
Trece versos van ya, ¡y aún no he empezado!
Imposible, empezar en el que queda.
AHORA, LUIS BELLIDO
Un soneto me pide Luis Bellido,
y en mi vida me vi tan apretado.
Catorce versos dicen… lo sabido.
He puesto cuatro ya. Bien he empezado.
Al segundo cuarteto me he entregado
y a terminarlo me he comprometido.
Todo sale, cuando un es atrevido,
y a la dificultad le da de lado.
Entré ya en los tercetos. Los tercetos,
cuando uno se mantiene y los sujeta,
no hacen quedar muy mal a los sujetos
que saben sujetarlos. Quien se meta
e tal operación da a los sonetos
lo que les falta. Operación completa.
YA VAN DIEZ
Con diez sonetos hechos al soneto,
nadie dirá que no soy sonetista.
Todos están aquí –salta a la vista-.
Ruego que me los traten con respeto.
Ninguno tiene asunto, plan ni objeto;
ni el de hacer de una dama lo conquista,
ni el de sacarle un duro a una revista,
ni el de perder el tiempo en dulce asueto.
No sé si mis sonetos valen algo,
o si valdrán lo poco que yo valgo,
cuando doy suelta al chorro de mi frente.
Como todo dolor que acaba en itis,
mi fonetismo se ha hacho sonetitos
y sonetea sonetescamente.
SONETITIS
Enfermedad peor que otra cualquiera.
Se nos suelen hinchar los lagrimales
y los siete pecados capitales.
Un bichito nos zumba en la mollera.
Nos da un poco de fiebre en primavera.
Ardemos en los meses estivales.
Llegan después los días otoñales,
y el pulso inspirador se nos altera.
El invierno es peor. La sonititis
se puede complicar con la bronquitis
y da una fiebre de cuarenta grados.
Entonces ya no hay salvación, amigos.
Ingerir los potingues adecuados
y morir de ese mal, con dos testigos.
OJO CON LA INS PIRAC ION
Algunos días no me sale nada.
Otros, en cambio, brota de mi frente
un chorro tal de fonetismo ardiente,
que verdaderamente me anonada.
Quiero sonetear, ¡naturalmente!
pues, gracia a eso, saco una gansada
pegándome en la frente una palmada
y diciendo “aquí hay otro: ¡que reviente!”
Pero es preciso andar con precauciones
cuando se sienten estos apretones;
soltarlos y firmarlos en secreto…
Que hay poetas ladrones en la liza,
dispuestos a quitarle a uno el soneto,
porque hoy, ¡ya hasta el soneto se cotiza!
EL HERED ERO
Yo quisiera, Señor, tener un nieto,
para que me heredase. Heredaría,
entre otros “bienes”, este buen soneto,
con el cual, desde luego, no podría
salir el pobre de ningún aprieto,
pero, en cambio, leyéndolo, diría:
“Mi venerable abuelo era un sujeto
que estaba enfermo de sonetería.”
Dichoso abuelo el que, al subir al cielo,
deja un soneto lindo y bien medido
a u nieto complaciente. Gran consuelo
poder decir: “Te dejo ahí, querido,
ese soneto. Cuídalo. Tu abuelo
te estará, eternamente agradecido.”
EL ULTIMO
¡El último! Muy bien. Ya poco falta.
Catorce endecasílabos, y el carro
llega al final. La empresa ha sido alta
para un hombre que escribe sin cigarro.
Atento al consonante que me salta,
cuando encuentro uno válido, lo agarro.
¡Ay! casi tengo ya fiebre de malta,
yo, que empecé con un vulgar catarro.
Demos fin a esta ristra de sonetos.
Vengan corriendo aquí los dos tercetos
que aún quedan…Ya uno solo, y he vencido.
Tres versos más, y se me pasa el miedo.
En estos dos, mi adiós. ¡Lector, te quedo
profundísimamente agradecido!
UN DIA
Despierto tempranísimo. Ya a amanecer empieza.
Todavía me dura la última pesadilla.
Desayuno pan, leche, diminuta tortilla
y un okal; como siempre, me duele la cabeza.
El teléfono suena sin cansarse. Facturas:
mil, el electricista, seis mil, el fontanero…
Nada hago. La mañana se me va en dar dinero.
Quince cartas. En todas me cuentan desventuras.
La comida, un desastre. “Tenga usted más cuidado
-suplico a mi criada-, Hoy, todo muy salado.”
Ella me mira y calla, con gesto de desprecio.
La tarde me la paso sufriendo escalofríos.
Diez visitas, pidiendo todas. ¡S eñores míos,
por Dios…! Cojo la Prensa. Todo sube de precio.
¡Ay, mi noche querida!
Aunque este día de hoy ya me ha dejado enfermo,
si me puedo acostar, y descanso… y me duermo…
Lo que dicen mis “íntimos”: “Te das tan buena vida…”
UNA S EMANA
Lunes. Cumplo los treinta, la famosa
“funesta edad de amargos desengaños”.
Martes. Me dice un editor. “Su cosa
aún tendrá que esperar otros seis años…”
Miércoles. Una dama comunista,
que me invita a comer, me da lentejas.
Jueves. Un compañero, gran sablista,
me pide –y se las doy- cien pesetejasViernes. Una poetisa repelente
confiesa que me adora febrilmente.
S ábado. Nuevo impuesto sobre el vino.
Gripe casa. Cogimos la epidemia.
Domingo. Recepción en la Academia…
¡Qué semana da a veces el destino!
UNA QUINCENA
Me despierto a las nueve, ya cansado y gruñendo.
A las diez desayuno, sin apetito, claro.
Cojo la Prensa, ¡horror!; huelgas, atracos, paro…
Todo es problema, y mientras, ¡todo sigue subiendo!
Como un filete y fruta. Me sienta mal la fruta.
Pagando lo que debo, pierdo diez mil pesetas…
Las cinco. Mi tertulia. Hoy somos más poetas.
Controversias que acaban en airada disputa.
Voy a las ocho al cien, con una amiga fea
a quien le pago todo, para que nadie crea
que tenga amante gratis. En fin, mi mal suerte…
Ceno leche y un sándwich. temo estar algo enfermo.
Cojo un libro de vero y- claro está- me duermo.
Pese a todo, Dios quiera, que mañana despierte.
UN MES
Tiene el mes treinta días. Ya lo sé.
Y en más de una ocasión bien lo sufrí.
Porque he tenido meses –muchos, sícuyas desdichas nunca olvidaré.
S obre todo, hubo un mes… ¿os lo diré?
Aquel en que se unieron contra mí
todos los males que andaban por ahí
y nada de lo bueno que aún se ve.
En treinta días tuve: enfermedad
nerviosa, tos, dentista, mal humor,
pocos ingresos, deudas, deslealtad
de un buen amigo, un fracasado amor,
un timo, un huésped de avanzada edad…
Y el mes siguiente… aquél ya fue peor.
UN AÑO
Enero. Tiritonas. Frío propio de enero.
Febrero. En mes tan loco se enloquece cualquiera.
Marzo. Vientos marceros. Yo, pegado al brasero.
Abril. Mes de aguas mil. Se aguó la primavera.
Mayo. Estornudo y toso cuando me quito el sayo.
Junio. Nubes que corren. El sol brilla y no brilla.
Junio. Calor. Sudores. Me tuesto y me desmayo.
Agosto. Ardemos todos, cada uno en su parrilla.
Septiembre. Tiempo incierto. Me resfrío de nuevo.
Octubre. No me bastan tres chalecos que llevo.
Noviembre. Los difuntos, Las nieblas. Muy bonito.
Diciembre. Nieva. El premio gordo me sigue huyendo.
Ha terminado el año, y hasta sigo viviendo.
Hoy me quedo en la cama. Por mí, venga otro añito.
UN S IGLO
Lo sé, tataranietos: ha sido una osadía.
¿Cómo tan largo baile resistir he podido?
Cumplo hoy mi primer siglo. Cien años. ¡Buen surtido!
Pues ¿y los que me quedan por vivir todavía…?
Un poco avergonzado de mi acción, me santiguo
y rezo: “¡Sigue dándome cuerda, S eñor clemente,
que, aunque hecho un trapo roto, pringoso y mal oliente,
ya tendré algún valor, por ser “objeto antiguo.”
Perdí el habla; no duermo; no digiero; no veo;
sudo, tiemblo, me ahogo, me orino, me mareo…
Tres médicos me observan, pensando “¿acabarás…?”
S ostiénenme algodones, colchones, inyecciones…
Y aún me reñís: “Abuelo ¡qué cómodo te pones…!
No vale. Así, hasta puedes vivir cien años más…”
OTRO SONETO SOBRE EL S IGLO CUMPLIDO
Ya lo habéis visto, incrédulos. Cumplí mis cien añitos.
La vida que me queda será algo menos larga.
Bien hubiera querido no entrar en los malditos
cien años, porque tanta juventud ya me carga.
Debí haberme plantado cuando cumplí los treinta,
que es cuando mueren todos los genios malogrados.
Yo aspiré a malograrme, y me di a los pecados,
y a la juerga y al vicio…Me salió mal la cuenta.
¿Veré otro siglo? ¡Cómo ya estoy acostumbrado
a vivir…! “Hoy se muere mucha gente”, a mi lado
susurran… Yo, callado, pongo cara de tonto…
Llega mi yerno Emilio, burlón, como buen yerno:
“Y tú ¿qué?, ¿sin morirte? ¿Piensas hacerte eterno…?
Debes llamar al médico, para acabar más pronto…”
UN S IGLO CON UN PICO
Cumplí ciento diez años. Ya alcancé la esperanza
de los ciento cincuenta. Ya es cuestión de… cronómetros.
No sé como he podido soportar tanta danza,
ni sé como he logrado cubrir tantos kilómetros.
Lo ya vivido: casi cuarenta mil doscientos
días; en horas, montan una suma que abruma.
Quiero olvidar la cuenta de mis padecimientos
y quedarme tan sólo con mi suma. ¡¡Qué suma!!
Cuando tantos niñitos mueren recién nacidos,
y se malogran tantos hombres queridos,
¿por qué a mí se me ha dado tanta longevidad?
¿Qué haré con ella? Puedo soportarla con calma,
el cuerpo quietecito y en gran reposo el alma,
pensando “estoy viviendo ya la inmortalidad…?”
NUEVE S ONETOS A VIOLANTE
I
Un soneto me manda hacer Violante.
le haré nueve, forzando el consonante.
S aldrá la cosa un poco extravagante,
pero puede que usted, lector, la aguante.
Yo no soy (se me nota en el semblante)
ningún borroneador huero y cargante,
de prosa vil y verso amodorrante,
ni creo ser un insignificante.
Para escribir no estoy de buen talante
jamás. Hoy, además, tengo un purgante
funcionando en mi estómago. No obstante,
como a mí nada existe que me espante,
empiezo a echar sonetos por delante,
y el que no esté conforme, que se plante.
II
Violante Pérez vive en Alicante.
En aquella región exuberante,
de cielo azul y abierto mar joyante,
sueña con el varón que, Dios mediante,
le juré una pasión recalcitrante
y, sin pensarlo mucho, la trasplante
a ese estado civil que llamó el Dante
“prólogo del estado interesante”.
Con su imaginación de dibujante
ya he trazado el perfil del aspirante
a sus dos manos (que una no es bastante).
Aquel que haya de ser su “contrincante”
(vulgo esposo) será guapo, arrogante,
joven, listo, simpático, elegante…
III
Católico será; no protestante.
En la fidelidad, perseverante.
De su hogar y su esposa, muy amante,
y en la amistad, activo y tolerante.
De carácter flexible como un guante.
Y muy rico, sí, sí. Tendrá abundante
eso que llaman hoy “el carburante”:
moneda bien constante y bien sonante.
No será comerciante, fabricante,
viajante, practicante, sobrestante,
vendedor ambulante, ni tratante.
Tampoco, postulante, comediante,
ayudante, pasante, no estudiante.
No tendrá, en suma, nada denigrante
IV
Si es militar, lo menos, comandante,
y si es marino, irá para almirante
(de marina de guerra, no mercante).
Y, si es civil, lo menos, gobernante.
¿Culto? Lo acepto; pero no un pedante,
de esos que hablan de Kant, del “yo pensante”,
del “ego sum qui sum…”, con la agravante
de usar siempre un estilo altisonante.
¿celoso? Un poquitín. Si algún tunante
mira a Violante en forma insinuante,
que él haga ¡ejem!... mas no la soliviante.
¿castizo? Bueno, que le guste el cante.
¿Que de consejos? ¡No, que eso es pedante!
Que de dinero, que eso es lo importante.
V
Como él será muy bueno y muy galante,
cuando llegue la cuenta exorbitante
de la modista, sin ningún desplante
la abonará, mediante el comprobante.
Ella lo anuncia así, bien terminante:
“En mi boda no habrá nada chocante,
ni en mi luna de miel, cuarto menguante,
ni luego, entre los dos, voz discrepante.
¡Alegría creciente y deslumbrante!
El, muy contento; yo, muy rozagante,
viajando, con mi amor en el volante,
en coche, tren, avión, barco, elefante,
por todo el mundo, como estrella errante,
y viendo todo lo que esté distante.”
VI
Será una casadita “mareante”.
Para su amado caballero andante
siempre estará dispuesta y anhelante,
con mirar llameante y penetrante,
voz susurrante, andar contoneante,
boca incitante y pecho palpitante.
Estará de mil cosas ignorante,
pero pronto sabrá salir triunfante.
Amará de manera delirante,
lo mismo por el día que durante
la noche, y con alguna variante.
Para eso tiene un alma de bacante,
un cuerpo que es como un jazmín fragante
y un corazón más grande que un gigante.
VII
Cada mañana, cuando se levante,
se pondrá el consabido colorante,
se vestirá “a la última” y, radiante
y perfumada, tomará el portante.
S aldrá de tiendas. ¡Oh, placer vibrante!
Llevar, para comprar, bolso flamante,
y dejarlo vacío en un instante…
No se conoce un gozo semejante.
Por cierto que el joyero Bustamante
tiene un brillante relampagueante
que fue –dicen- de u príncipe de Gante.
Violante., al vero, dijo: “¡Emocionante!
Si no muero de tisis galopante,
ya me lo compraré más adelante.”
VIII
Comprar, comprar, y luego, ¡al restaurante!
a comer con los duques de Brabante.
Otra vez a comprar… ¡y al té danzante!
¡a bailar, hasta lo desconcertante!
Comprar de nuevo ¡y al café cantante
a oír cantar al “Niño del Purgante”!
Y después, a gastarse lo restante,
que el dinero es redondo y circulante.
Vivir y no gastar, ¡desesperante!
Por suerte, yo tendré gasto constante,
que, sin comprar, la vida es atrofiante.
¡Seré una compradora militante,
y por las noches, cuando me quebrante
el sueño… ¡soñaré con mi brillante!
IX
Violante no tendrá más que un infante.
Uno solo; después, quizá se plante.
Tener más de uno es poco edificante,
y más de tres ya es vicio repugnante.
Catorce a dado a Luz la de Escalante,
y sigue tan campante y tan boyante.
Pero así tiene el pecho, de colgante,
y el vientre flojo y un riñón colgante.
Violante, no. Cuidada, muy tirante,
con fe impaciente y rostro fulgurante,
aguarda a su ignorado festejante.
¿Vendrá alguno, Señor? De hinojos ante
tu imagen, te lo pide, suplicante.
¡Mándale uno cualquiera! Ya es bastante.
PLATO DE S ONETOS VARIOS
Este lo escribo porque no me sale
hoy nada en prosa digno de lectura.
Mi prosa, por desgracia, poco vale;
la encuentro un tanto seca, un poco dura.
¿S on mejores mis versos? ¿Más brillantes?
Cierto que no; pero soneteando
se defiende el autor de vez en cuando
dando porrazos con las consonante.
Un soneto, además, se acaba pronto.
Sirva de ejemplo este soneto tonto
que, por suerte, está ya casi salido.
Antes de que un lector me lo reviente
se escapa el sonetín por la tangente.
Ya ¿para qué atacarlo? A verso huido…
EL PAPEL
Actualmente el papel alcanza un precio
mayor, cien veces, que el que vio mi abuela.
Por consiguiente, es un perfecto necio
quien se atreva a editar una novela.
Los libros pasan por momento malo.
Gran carestía… poca venta… apuros…
Pronto ya no podrá hacerse el regalo
de un librito por menos de mil duros.
Leer –sépanlo nuestras multitudeses vicio superior a diez virtudes,
y hay que dar ese pasto, que ya tarda.
Pero, con el papel puesto a esa altura,
y el pueblo, poco dado a la lectura,
¡buen porvenir, compadres, nos aguarda!
LA AD ULAC ION
Adulando a quien puede darles algo
prosperan numerosos vividores,
que en esto de adular hacen primores
lo mismo el ganapán que el viejo hidalgo.
Cuesta mucho ganar la independencia,
y a quien no acierta a mantenerse entero
tres cosas le aseguran el puchero:
alabanza, sonrisa y reverencia.
Podrán ser: la alabanza, merecida,
y la sonrisa franca, no vendida,
y el doblez de la espalda, sin dobleces.
Pero esto, así, sencillo, limpio y claro,
sin la servil adulación, declaro
que apenas si lo he visto un par de veces.
IN VINO VERITAS
Beber agua está bien; vino, mejor.
Lo sabios no lo dejan de beber,
porque es un lenitivo del dolor
y un gran propagandista del placer.
El vino abre las venas del amor,
lo mismo en el varón que en la mujer.
“Bebe vino” –consejo del doctor-,
con agua no, que se echa así a perder.
“En el vino reside la verdad”;
díjolo un sabio de la antigüedad.
Con él se robustece la salud
y se afina el ingenio. ¡Bebe más,
borrachín, que en el vino encontrarás
todos los goces de la juventud!
EL CAFÉ S IN CAFÉ
Buen asunto: el café. Venga en mi auxilio
la inspiración, porque ese oscuro grano,
rico fruto del suelo americano,
merece ser cantado por Virgilio.
Antes, café tuvimos. Hoy no nos falta.
Por lo cual nuestra gente se atortola
tomando esa infusión llamada “malta
que con leche está mal, y peor, sola.
Aquí, donde el café no es conocido,
un café es un lugar muy concurrido
al que se va para pasar el rato,
hablar pestes de todo amigo ausente,
y castigar la lengua maldiciente
con un brebaje sucio y no barato.
HABAR QUE ARREGLARLO
Cuando uno tiene diecinueve años,
fuerza en los brazos, sueños en la frente
y ni una sombra de esos desengaños
que da luego la vida, fatalmente,
le dice al mundo: “Mundo, estás podrido.
La mujer, mal; el hombre, descontento;
el niño, sin defensa… He decidido
arreglar este mundo en un momento.”
El tiempo pasa… la ilusión se enfría
(que ésa se enfría un poco cada día),
y, al fin, ya en la vejez triste y cascada,
se vuelve a hablar: “¡Oh, mundo, estercolero,
de vicios… yo te quise arreglar… pero
ya no me queda tiempo para nada…!”
LA MUERTE
Cuando la muerte, con su paso quedo,
se aproxima a la casa del paciente,
si éste quiere morir “humanamente”
la debe recibir con fe y sin miedo.
La vida es mala, a veces; pero es buena
la muerte siempre, ¡gran consoladora!
Nos ve vivir –sufrir- hora tras hora,
y al fin nos besa con su luz serena.
El horror a morir no se concibe.
Se agita y sufre todo lo que vive;
no lo que goza ya de la alta esfera.
Pero… ¡qué habrá en el fondo de esta vida,
que, ante la muerte, el alma estremecida
siempre suplica: Es pronto… Espera… espera…!
RENOMBRE
“Cuánta más agua lleva, menos suena…”
dicen del río. Dígase del hombre.
Búscate el modo de ganar renombre.
Cuando lo tengas, tu obra será buena.
Antes que buena, debe ser sonada.
No sonada, por buena. Esto sería
lo natural, sino al contrario. Hoy día,
sin ser famoso, no se vale nada.
Así, te esforzarás inútilmente;
te secarás la sangre de la frente,
y nadie en tu labor pondrá su dedo…
Que el hombre, atento al grito de la fama,
no busca ya en las sombras esa llama
que tiembla y de apagarse tiene miedo.
LA VERDAD, S IMPLEMENTE
Debemos escribir sólo al dictado
de nuestro poliforme sentimiento.
¿Escribe usted así? Pues aceptado.
¿No dice lo que siente? Pues lo siento.
Ni fórmulas, ni escuelas, ni teorías.
La verdad, la verdad sencillamente.
El poeta de ayer y el de estos días
no han buscado jamás distinta fuente.
Es nuestro sentimiento un hondo pozo
donde vi ven lo vivo y lo vivido:
el amor, el placer, la fe, el sollozo,
nuestra profunda voz, todo el latido
que duerme. ¡S alga de la luz al gozo
lo que vive en nosotros escondido!
DICE LA NIÑA A S U PAPA…
Dice la niña a su papá: Querido
papaíto, monín, rico, adorado…
En forma de “anticipo adelantado”,
hoy sólo treinta mil duros te pido.
Verás. No tengo abrigo ni vestido.
El que compré anteayer está ya usado.
Ando muy mal de bolso y de calzado.
Necesito un sombrero más torcido.
Me hace falta dinero para cines,
taxis, café, tabaco, calcetines,
cremas, discos, rebajas de retales…
Y por ir a Marbella estoy que rabio.
Y me quiero comprar un mono sabio
que pueda hablar con los intelectuales.
¡Por Dios, no vayas a quitarme un cero!
Papín, ¡cuánto te quiero!
(Y no descuento lo que me regales…)
DICE EL PAPA A S U NIÑA…
Dice el papá a su niña: Rica, hermosa,
bombón helado, encanto de tu tía…
En los años que tengo, todavía
no me habían pedido tanta cosa…
Veo ruinoso todo lo que miro.
La inflación espantosa, el paro aumenta.
Quiebran hasta los bancos del Retiro.
Ya, ni el mendigo vive de su renta.
Suben los negros humos del tabaco.
Viene con más impuestos el tío Paco.
Las nodrizas maltratan a sus críos.
Pueblan las zorras todas las esquinas.
Se queda el mar sin agua y sin sardinas.
Tiembla la tierra. Sécanse los ríos.
Hundidas las agencias de Seguros
y muertas todas nuestras ilusiones,
toma, hijita, setenta y cinco duros,
y ya verás que bien te las compones.
¿EL FIN DEL MUNDO? ¿YA…? ¿TAN PRONTO…?
Dicen que el mundo va a acabarse y pronto…
Esta “noticia” no me turba el seso.
Veo que el mundo está bárbaro y tonto,
y lo mejor que puede hacer es eso.
El globo, desde luego, ha fracasado.
Lleva siglos girando en el vacío,
y ya todos nos hemos mareado
con tantas vueltas, sin ganar ni pío.
Mundo viejo, carísimo, ruidoso,
inmoral, aburrido, belicoso,
cargado de odio, no es negocio viable.
Mal, el huésped, y el dueño, descontento,
sólo cabe hacer ya lo inevitable:
cerrar, por quiebra, el establecimiento.
EL C ERDO
Digno es el cerdo de un soneto egregio.
Uno le hará, vulgar, en que se diga
que es el cerdo manjar de porte regio,
festín del paladar y la barriga.
Con decir que de él salen los jamones,
y que él infunde vida al embutido,
queda su elogio dicho y comprendido.
No pueden decir más siete renglones.
Pero, con todo, siga este soneto
enalteciendo en verso cristalino
a tan magno y benéfico sujeto.
Cerdo: ante tu grandeza yo me inclino.
S ólo una burda falta de respeto
te ha podido llamar “puerco” y “cochino”.
OJO CON LA INS PIRAC ION
Don Pedro, don Joaquín y don Senén
me dicen: “Ojo con la inspiración.
No prodigue los frutos de la sien,
que puede darle alguna congestión.”
Verdad. Debe emplearse un ten con ten
y no llenar de versos el cajón.
Feliz aquel que escribe poco y bien.
(Y más feliz, quien no hace ni un renglón.)
Lope de Vega es célebre, sí, sí.
Pero ni aquí ni allá, ni acá ni allí
para su obra completa hay un lector.
Se llega a ser en letras inmortal
dejando sólo un verso, sí, señor;
un verso solo… si es que no está mal.
EL DIN ERO
El dinero ¿a quién va? Fabio contesta:
“Por regla general, va a los peores.”
Esto produce en los espectadores
un vivo movimiento de protesta.
El problema, aunque es harto complicado,
podría resolverse bien y pronto.
Con quitarle el dinero a cada tonto,
y entregármelo a mí, todo arreglado.
Hoy, un barbián liquida en una orgía
el dineral que se precisaría
para dar de comer a un pueblo entero.
Lo cual, sencillamente, es insultante.
¿Podémoslo arreglar? Pues ¡adelante!
¿No? Pues entonces ¡al despeñadero!
¿CRIS TIANIS MO?
El varón que murió crucificado
dejó a los hombres su palabra-guía.
Pero los hombres la han menospreciado,
o no la han entendido todavía.
Yo es apalabra excelsa no la veo
iluminar ningún camino humano.
El hombre sigue siendo animal feo;
sucio, su corazón; sucia, su mano.
¿Es acaso cristiano el egoísmo?
Con tanto alardear de cristianismo,
como en los viejos siglos sigue el mundo,
y el hombre si aullar en lo profundo
del pecho el odio de Caín, el mismo
que volcó sobre Abel su hedor inmundo.
EL VERS O
El verso sale pronto; si no, nada.
Mejor entonces es tomar la pluma
y escribir algún tomo en prosa honrada
sobre el grave problema del reuma.
El verso ha de brotar de golpe, como
le brota al hombre, por ejemplo, un grano.
Si así no surge, ya es trabajo en vano
el escribirlo; pesa más que el plomo.
El verso bueno ha de rozar apenas,
cuando sale, el latir de nuestras venas.
Si le sobamos mucho los perfiles,
sale una cosa tan artificiosa,
que, en efecto, es mejor irse a la prosa
y allí trotar, como hacen tantos miles…
LECTURAS
Empezamos leyendo novelas de aventuras.
Proseguimos con esas novelas amorosas
que, a hurtadillas leídas, hacen soñar locuras
a los jóvenes tímidos y a las jóvenes sosas.
En seguida, los libros de versos…¡Oh, contento!
Bécquer, Rubén, Machado, Campoamor… Ya rendidos,
(porque los versos rinden al ser más corpulento)
cogemos prosa clara; más nueces, menos ruidos…
Después se busca el goce de lo bueno en lo viejo.
“Celestina”, “Quijote”, Quevedo, Tirso… Añejo
sabor, conceptos clásicos, discreteos sutiles…
Luego, lo denso y útil: historia, biografía,
filosofía, ensayos… y al fin, viejos ya, un día
pedimos a los nietos sus cuentos infantiles.
CULTILATIN IPARLERIAS
-¿Está don Luis? – Versea y peñolea.
-¿Qué dices, niña? –Que su estro escancia.
-¿Es camelancia, o ya hablan así en Francia?
No entiendo. –Pues mi verba clasiquea.
-Pero, bueno, ¿está o no? –Cuando una idea
se nos imbuye en la protuberancia,
puédese expresionar sin rimbombancia
todo pensar, cabe la luz febea.
-Te acuestas con poetas, según veo.
-No me acuestizo, pero lectureo
y antologencias plasmo en mi retícula.
-¡Ya! Pues insufla el plectro en tu babélica
manicomial, ¡oh, fámula famélica!
y adiosea don Luis, de mi partícula.
PALABRAS DE UN LIBRERO
Habla un librero: “Tiene mi negocio, por base,
el libro malo, el bueno no le atrae a la gente.
Yo ofrezco, con lo de antes, “lo más nuevo”, y el cliente
hojea, toca, mira, tose, saluda y vase.
¿Qué se vende mejor? ¿Lo peor traducido?
¿Lo cómico? ¿Lo serio…? No lo sé a ciencia cierta.
Siempre hay viejo que pide “cosa” que le divierta,
y muchos murmujean: “¡si hubiese algo prohibido…!”
Aunque sean sus páginas una pura zoncera,
o el texto por lo opiáceo, le de sueño a cualquiera,
suele “salir” el libro de firma conocida…
También salen las obras en piel encuadernadas,
con papel biblia y letras tan chicas y apretadas,
que parezcan decirnos: “¡cierra el tomo en seguida!”
CUES TION DE S UERTE
Hay escritores que han tenido suerte.
Con versos flojos o un insulso cuento
han salvado su nombre de la muerte.
Otros, en cambio, con mayor talento,
con obras hechas de admirable modo,
¿qué han conseguido? Nada, algún cumplido…
Que un amigo les diga: “Ya he leído
esa cosilla… No está mal del todo…”
Muchos autores de antes tienen “cosas”
que han sido ya mil veces superadas.
Sin embargo, sus firmas son famosas.
Las otras se han quedado arrinconadas…
De olvido injusto y gloria inmerecida
están llenas de Letras… Y la vida.
NACE UN NIÑO
Ha nacido hoy un niño… ¿Daré la enhorabuena?
En su cuna está el crío, bastante enrabietado.
No hay modo de callarle… ¿Se habrá ya percatado
de que esto que le han dado o es una cosa amena…?
Comparto tu protesta viril recién nacido.
Vivir es fastidioso y además no es muy sano.
Y, al final… lamentable. Por eso no hay anciano
que, de lo que ha vivido, no se haya arrepentido.
Padecerás, viviendo, penas, males, pasiones,
frecuentes desengaños y mil preocupaciones.
Mal irás, si trabajas; mal también, en el ocio.
Tanto si te ves pobre, como si te haces rico,
te será el dolor largo, corto el goce… En fin, chico,
que, con haber nacido, no has hecho un buen negocio.
DES PACIO
Haz todo lo que tengas que hacer, serenamente,
saboreando el goce de tu trabajo lento.
Hoy agita a los hombres la locura de un viento
sin descanso. No sigas tú esa angustia. Detente.
La vida nos da a todos más que lo suficiente
para un largo quehacer; nos da el día, cimiento
para que el hombre pueda vivir sencillamente,
y además, trabajar; y encima, estar contento.
Lo que consigue, al fin, el voraz traficante
de su vida, con ese movimiento incesante
que da a sus horas, ¿qué es? ¿Un bienestar fugaz?...
No compensa ese breve bien el haber perdido
el placer del reposo y el rítmico latido
del pulso, en una vida llena de dulce paz.
EL BAILE
Hoy, a la gente le gusta danzar.
(Ay, balancé, balancé, balancé…)
Cuando la música empieza a sonar,
todos los jóvenes pónense en pie.
A esto que llaman hoy día bailar
-lento meneo, ñoñez, languidez…sólo le encuentro un objeto: abrazar
a esa muchacha que abraza a su vez…
Para bailar, es preciso sentir
sangre y calor por las venas fluir,
bríos y nervios y elasticidad…
S ólo marcar el compás con los pies…
eso es moverse; bailar, no lo es.
Con que, ¡a bailar! Pero bien, ¡de verdad!
PACOTILLA
Hoy se trabaja sin pegar el hombro,
sin gusto, aprisa, por cobrar… y a casa.
Fruto fugaz de voluntad escasa,
si algo nos sale bien, nos causa asombro.
Ganando el pan, no hay ya sudor de frentes.
¿Hay que hacer? Pues a hacer que se está haciendo.
(Cierto que, en tanto el pillo va vi viendo,
cobran mal su trabajo muchas gentes.)
Un escritor insigne dijo un día
que, cuando con el tiempo no contamos,
el tiempo nuestras obras no respeta.
Pero, aquí, pedir eso es ¡gollería!
¡Aquí, donde sin ganas trabajamos
y cogemos con rabia la peseta!
LOS POETAS , CON S US ALFORJAS
Innumerables señores poetas,
siempre que encuentran un público oyente,
tiran al aire sus obras completas,
desgañitándose líricamente.
Cuando las musas están tan inquietas,
¿cómo creer en la paz de Occidente?
Acorralada por tantos estetas,
¿cómo podrá defenderse la gente?
Tales poetas, más malos que buenos,
acabarán con la patria, ¡lo menos!
por el momento, pretenden, a escote,
dulcificarnos la breve existencia,
imaginándose -¡santa inocencia!que eso se logra con ripio y cascote.
LA BUS QUEDA
La búsqueda no cuenta; ni el intento.
En arte, lo que pesa es lo encontrado.
Quien no quiere seguir campo trillado
y busca nuevo cauce a un sentimiento
merece, desde luego, nuestro aliento;
pero el aplauso quede reservado
para el feliz artista que ya ha dado
con un hallazgo, tras su esfuerzo lento.
Esto se dice así, prosaicamente,
para que lo comprenda cierta gente.
Buscar, en arte, es cosa meritoria;
pero el que encuentra es el que va a la gloria.
Nunca podrá llegar lo prematuro
al jugoso sabor de lo maduro.
LA GLORIA
La gloria que en el mundo nos queda ya es muy poca.
Lo que a nosotros, de ella, nos toque es, pues, muy poco.
¿Vale la pena, amigos, trabajar como un loco,
ara ver si, al fin, ella nos sonríe y nos toca?
La cogieron, a tiempo, sabios, héroes y santos
y artistas… hombres, ¡ay! que vivieron mucho antes
que nosotros: Platón, S an Francisco, Cervantes,
Miguel Angel, Beethoven, Colón, dante… unos cuantos.
¿Y aún creéis que la gloria nos espera…? Imposible.
En el mundo, de gloria, sólo hay ya disponible
un residuo… La grande pasó a las grandes obras.
No podría la leve memoria de los hombres
retener tan inmensa multitud de altos nombres.
Los ya célebres bastan. S obran todas las sobras…
LO MEJOR DE LA VID A
Lo mejor de la vida es lo sencillo.
Gozar el sol de una mañana hermosa;
sentarse en un jardín, junto a una rosa,
y escuchar cómo canta un pajarillo…
Sentir la vida no como una carga
que hayamos de llevar con paso lento,
sino como caricia dulce y larga
sobre la carne y sobre el pensamiento…
Lo mejor de la vida es lo suave.
La flor, la brisa, el agua quieta, el ave
nos lo dicen, rozando nuestra frente…
Huye de la dureza y de la brasa,
y paladea reposadamente
la hora de paz que nos perfuma y pasa…
SOCIEDAD DE BOMBOS MUTUOS
López llama a Fernández “gran artista”,
y Fernández a López, “gran poeta”.
Estrena Ruiz alguna pamplineta,
y exclama Pérez: “¡cosa nunca vista!”
Paletista es “soberbio paisajista”,
a juicio de su amigo Pataleta,
Y Pataleta, “formidable esteta”,
al decir de su amigo Paletista.
Con tanto bombo como crece, salta,
engorda, sube y suelta su voz alta,
raro será quien no se inmortalice…
La patria, así, su inmensa gloria expande.
(Ahora, sinceridad: lástima grande
que no sea verdad lo que se dice.)
MADAMENEOS ,
O EL D ULCE VICIO CONTRA NATURA
Los hombres ¿son varones todavía?
Preocupa mucho a los varones sanos
la proliferación de ciudadanos
hoy aquejados de feminería…
Ante la multitud de ésos (o esas)
que nos siguen por calles y salones,
forzoso es adoptar mil precauciones
y andar con tiento, que se dan sorpresas…
Si en viejos siglos, a los invertidos
los quemaban a fuego lento, horrendo
suplicio, desterrado ya de Europa,
los feminoides de hoy, muy protegidos
y de su dolce vita presumiendo,
bien se madamenean, viento en popa…
ONOMATOPEYICOS ES TAMOS
Los pajaritos cantan: pi. pi, pi…
Los perros les contestan: guá, guá, guá…
Esto –dice la gente por ahíes onomatopeya. Lo será.
Pena penó la pena que pené
en la luna lunera lunerá…
Y esto ¿puede ser verso? Yo qué sé.
Quizá sí, quizá no, quizá, quizá…
Ga ga, te te, li li, co co, chu chu…
Esto está bien para llamar al “bu”
cuando dormir no quieren los bebés…
Pero, vamos a ver, ¿el verso qué es?
¿S onido y nada más? Pues marcha atrás,
y adiós, hermanos. No hará ni uno más.
MAS S OBRE LOS POETAS
Los poetas, por gracia de los cielos,
hablan siempre muy mal unos de otros.
Si éstos son para aquéllos, unos lelos,
aquéllos son, para éstos, unos potros.
Cuando un vate se ocupa de otro vate
con tantos improperios lo empapucia,
que acabo por decirme: “Tate, tate,
que éste también tiene la lengua sucia.”
¡Oh irretabili genium del poeta
al que jamás le gusta que otro pete,
porque, si petan otros, él no peta!
Por eso cada cual se sube y mete
en la gloria, gritando: ¡No se meta
ése otro antes que yo! ¡Dios lo sujete!
EL TEDIO DE LO MORAL
“¡Menos moral, hermanos, y más pornografía!”
tenemos que pedir, desde hoy en adelante,
a ver si, al fin, salimos de esta moral cargante
que nos enferma a todos de vieja hipocondría.
Lecturas aptas para manjar de analfabetos;
revistas del hogar, con novelitas tosas;
chistes de Iglesia; Prensa censurada… De cosas
químicamente puras estamos ya repletos.
Nos encocora tanta ración de moralina;
tantas recetas para lucirse en la cocina;
tanta tonta casándose con tanto mentecato;
tanta señora haciendo jerseys con gancho y lana;
tanto coctail tedioso, dado “a la americana…
¡Y aún dicen los ingenuos que “hay que pasar el rato”
S IGUE EL MILLONEO
Mientras no tenga usted treinta millones,
no podrá usted vivir modestamente.
Comer algo, vestir como la gente,
pagar vicios, virtudes y emociones,
y no excederse en los extraordinarios
cuesta tanto, que no sé como hoy día
callejeamos quienes todavía
no somos archimultimillonarios.
Los pápiros nos pasan por delante,
sin permitir que se les eche el guante.
El dinero, ¿es dinero o chirigota?
Porque muestra sus ceros, sí, completos,
pero le pasa lo que a mil sujetos:
si tiene algún valor, no se le nota.
A UN RECIENNACIDO
Naciste, al fin. Mejor hubiera sido
que nunca hubieses dado tan mal paso;
pero, pues ya lo has dado, viene al caso
decirte la verdad, recién nacido.
Irás viendo, viviendo, que la vida
debiera ser suceso venturoso,
peo sólo es un tránsito penoso
y una función muy poco divertida.
De la vida habla mal bastante gente.
Cada uno dice, aproximadamente,
lo que yo aquí te digo, claro y pronto.
Todo va resumido en un consejo.
Procura, niño, no llegar a viejo
y, si llegas, procura llegar tonto.
NO VIVAIS TAN DEPORTIVAMENTE
Nos han metido el fútbol, parada tras patada,
y hoy, como veis, el mundo ya está futbolizado.
Y todavía hay gente malamente informada
que dice que los hombres no han “involucionado”.
También nosotros, viejos, dimos en nuestra infancia
puntapiés a un balón, con más o menos “ciencia”;
pero nunca nos dimos tantísima importancia,
ni del balón hicimos centro de la existencia.
Hoy, miles de muchachos corren tras los balones,
por ver quien hace “gol”. Por si entra o por si sale,
multitudes histéricas se empapan de emociones.
¡La patada es negocio que muchísimo vale!
¡Bien le han hinchado al “hincha” todas sus hinchazones,
con el chuta que chuta, más el dale que dale!
EL INTELIGENTE Y EL OTRO
Para el trabajador inteligente
que vive atento al curso de su vida;
para el que se administra sabiamente
y en su quehacer ni una puntada olvida;
para el que tiene, firmes, pulso y frente,
fino egoísmo y ambición crecida,
la vida es larga y áspera pendiente,
con la muerte como única salida.
Siendo así, para el hombre al que la ciencia
llama “animal de escasa inteligencia”,
debiera ser pero el mal camino.
Al decirlo, en la lógica me fundo.
Bueno, pues, por descuido del destino,
el tonto es quien mejor vive en el mundo.
ES TO VA MAL
“Pobre y desnudas vas, filosofía.”
Desde luego, pobrísima y en cueros.
Los hombres hoy están muy jaraneros;
sólo quieren jornadas de alegría.
Con tanta ciencia, la ignorancia medra.
Con radio, fútbol, tele y gasolina,
la humanidad a todo andar camina
hacia otra y nueva y larga edad de piedra.
Esto va mal. Hay demasiada gente
frívola, apresurada, indiferente.
El hombre apenas sabe lo que sabe.
Quien vale, derrotado, se retira.
Crecen la farsa, el fraude y la mentira…
Créalo usted o no, ya esto está grave.
EL ADJETIVO
¿Por qué el arroyo es siempre cristalino,
bizarro el militar, activo el puerto,
y áurea la tarde, y cimbreante el pino…?
¡Cuánto adjetivo, en nuestras Letras, muerto!
Viene obligado a todo buen poeta
a encontrar adjetivos que estén vivos.
Evítense los versos de receta.
¡Cuidado, hermanos, con los adjetivos!
Desde la edad de nuestros bisabuelos,
ruedan los adjetivos por los suelos.
Hace de ellos un uso inmoderado
el escritor. No sirven. Vengan otros.
Daremos el laurel todos nosotros
a quien uno nos de, justo y no usado.
MALOS ES TUDIOS
Pregunto a un estudiante inteligente:
”¿Cómo va la tediosa geografía?”
“Cómo ha de ir? –responde- Malamente.
La Geografía “no se lleva” hoy día.
-Pues ¿qué es lo que te gusta? –Lo que a todos:
el cine, el baile, el fútbol, los estrenos…
Para pasarlo bien, hay muchos modos.
Menos el de estudiar, todos son buenos.
El joven, antes, para hacer carrera,
se llenaba de ciencia la mollera.
¡Qué atrocidad! Hoy hemos reaccionado,
y a quien estudia, se le grita: ¡Fuera!
¿Se lo demuestro? -¡No! Ya está probado.
Dichoso tú. ¡Quién a nacer volviera…!
PRIMERO, EL APELLIDO
Primero hay que dar fama al apellido,
en buena o mala forma; como sea.
Si es que pretende usted que alguien le lea,
antes hágase un hombre conocido.
El escritor sin nombre escribe en vano.
Su trabajo es baldío; muerto nace.
Nadie se le aproxima a ver qué hace,
y el pobre suda tinta por la mano.
Por el contrario, pluma ya famosa
(muchas veces por no haber hecho nada)
puede borronear alguna cosa.
Y cada vez que firme un gansada,
el público dirá: “¡Cosa preciosa…!
(¡Quién tuviera esa suerte camarada!)
TRABAJO
Pues, sí: trabajo en cosas, voy luchando…
Yo estoy, por mi desgracia, entre esa gente
que, si quiere comer de vez en cuando,
tiene que trabajar continuamente…
Dinero escaso y pan nada barato…
Con que, si uno se duerme “en sus laureles”,
a ver de dón de saca para el plato,
si aspira a ver un plato en sus manteles.
El buen señor de nuestra clase media
ve que esto de comer es ya tragedia
y que ha de trabajar con mil afanes…
¿Para pasarlo bien? No, no, si acaso
para comer un poco y ver, de paso,
qué banquete se dan los holgazanes.
HORIZONTE S OMBRIO
Que el mundo está muy mal, bien claro está.
Que se pueda arreglar a tiempo, o no,
no podemos saberlo tú ni yo,
porque nadie lo sabe aquí ni allá.
Dura es la lucha, dura; bien se ve.
El odio hace su oficio por ahí…
La guerra fría se calienta así
y estamos en los mismos hornos de…
¿Se armará? preguntamos todos ya.
Puede que sí o que no; tal vez quizá…
Por la duda, con viene, amigos, que
estemos avisados, por si la…
llega o no llega, o tarda, o viene, o va…
y a todos coge: a ti y a mí y a usted…
LA JERIGONZA, EN MARCHA
Quien quiera ser poeta celebrado
escriba siempre entrevesadamente,
porque, escribiendo claro y ordenado,
no se logra el favor de cierta gente.
“Llaneza… toda afectación es mala.”
Esto dijo Cervantes… ¡Bah, Cervantes…!
Hoy, dejando lo llano, hacemos gala
de ir por las trochas más extravagantes.
Unas palabras raras, colocadas
al buen tun-tun ¿son versos? En tal caso,
se pueden producir por toneladas.
Si lo que nadie entiende se abre paso,
¡adiós, Letras! En marcha las pijadas,
y el que se quede atrás que duerma al raso.
SONETO PARTIDO POR LA MITAD
Quiero hacer un soneto sobre… (Tenga cuidado.)
Porque, al ver lo que hoy vemos… (Ojo con la censura.)
Y, estando todos dentro… (Sin tocar al estado.)
Algunos hombres dignos… (Ni al militar ni al cura.)
Pretendo, si me dejan versificar… (Bien, diga.)
Con todos mis respetos… (Corte un poco el soneto.)
Sin dar fechas ni nombres… (Por ahí no prosiga.)
¡Pues yo soy…! (Lo que sea; pero callado y quieto.)
¿De qué asuntos se puede tratar…? (Hay unos cuantos.)
Por ejemplo… (Ensalzar la virtud de los santos.)
También hablar pudiera… (Sí, pero no analice.)
Los hombres liberales… (Eso está muy distante.)
Dejaron a sus hijos… (Ya a dicho usted bastante.)
(Ponga fin al soneto. Por su bien se le dice…)
EL TERMOMETRO
Quítame ya el termómetro, chiquilla.
Yo no puedo vivir obsesionado
por si ahora tengo un grado o medio grado,
una décima o media decimilla.
Toda la gente anda por la calle
lleva encima sus décimas; es claro.
Pero nadie, por tan fútil detalle,
se mete en cama, como bicho raro.
¿El termómetro? ¡Fuera! ¡A la basura!
Cuando me ahogue ya la calentura
me acostaré… y ¡adiós, muy buen viaje!
Mientras, quiero vivir, ¡pues bueno fuera!
¡Quiero vivir, Señor, como cualquiera
que no esté enfermo de termometraje!
NO HAY MAS QUE PEDIR
S alud, talento, un poco de honradez;
unos adarmes de curiosidad
(mucha hace daño); amor, pero a su edad
(malo es hacer el ganso en la vejez);
un bien suministrado corazón;
un estómago diestro en digerir;
poca familia; plácido dormir;
disfrutar, sin extralimitación.
Dinero mucho y sin tener que ahorrar;
no pensar demasiado; no reñir;
propensión a reír; placer de andar;
saber tocar y no tener que oír…
No sé que más se puede desear,
ni sé que más se puede a Dios pedir.
MILLONEANDO
Se le ha perdido ya el respeto al cero.
Los ceros, antes, eran cosa seria.
Hoy no pasan de ser una miseria
entre la gente que habla de dinero.
Nos ha atacado la millomanía;
únicamente hablamos de millones.
Cuando o de millones, de trillones.
Todos nos caben en la fantasía.
Quién, ofrece un millón por un empleo.
Quién, pide diez, por un vulgar traspaso.
Quién, se malgasta siete en un paseo.
Quién, por menos de veinte no da un paso…
Millones… No hay más tema. Yo los veo
danzar…¡Ay! Pero a mí no me hacen caso.
OTRO BRINDIS
Señores: Hoy nos hemos congregado
doce amigos del mosto y del filete,
para obsequiar con este gran banquete
a Juan Pulido, ilustre aficionado.
Pulido ha publicado en “Buen Viaje”
un artículo en pro del café malta.
¿Bueno? Nadie lo sabe, ni hace falta.
Lo suficiente, para el homenaje.
El corrector de imprenta, compungido,
dice que tiene el tal articulejo
tantas pamplinas, que él nunca ha leído
cosa peor, y eso que es ya muy viejo.
Lo que se comunica al buen Pulido,
sin aviesa intención, como consejo.
HABLA EL MEDICO
Será muy poco, amigo, lo que hoy yo le recete.
Tranquilidad. Reposo. Duerma quince, veinte horas.
Que su suegra no abuse; que su hijo le respete.
Y no fume, ni beba, ni se acerque a señoras.
El alimento… casi por quitárselo estoy.
No medite. Es un vicio que entontece y fatiga.
De tele, nada. Asustan las noticias de hoy.
No reciba a un amigo, menos –claro- a una amiga.
Tome cada dos horas todo lo aquí anotado
En suma: seis calmantes y diez fertilizantes.
Seguro que, con ellos, empeorará su estado;
pero, en cambio, los nervios se le pondrán tirantes.
Al final, en el cielo ¿qué le van a dar? Nada.
Ya hay allí demasiada gente recomendada…
El paciente, temblando, saluda a su doctor
y, con un cierto humor,
le suelta una pregunta tímida y nada ociosa:
“¿No sería mejor
ir abriendo la fosa…?”
PAZ A LA LUNA
Siguen los vates dándole a la luna.
Todos los que hoy presumen de modernos
no pueden pergeñar poesía alguna
sin meternos la luna y sus dos cuernos.
El género lunar es el que priva
en estos tiempos, como cosa nueva.
Pero el sol, que está mucho más arriba,
luce más y mejor. Hagan la prueba.
Aban donad, poetas, la manía
de meter tanta luna en poesía.
¡Por favor, otro temas menos fritos!
Volved al sucio globo vuestros ojos,
y volved a rimar ojos y abrojos,
siguiendo a vuestros tatarabuelitos.
EL AVION
Suba sin asustarse, como quien sube a un tren.
Guárdese el cigarrillo; póngase el cinturón;
sonría un poco y haga que su imaginación
se adormezca. No chille, si hay algo de vaivén.
De cada diez millones de vuelo, fallan cien
solamente, y por culpa de alguna distracción.
Esté, pues, tranquilito, porque la conclusión
es que, a veces, llegamos, y hasta llegamos bien.
¡Aquel viajar antiguo, lento y alegre y tal,
contemplando el bellísimo paisaje “al natural”,
parándose un poquito, o aquí, o allá, o allí…!
¡Aquello era viajar, viajero…! Es decir, ver
y tocar y gustar y oír y mal oler…
(Felices quienes puedan seguir viajando así…)
S EGUIMOS Y S EGUIMOS CON LOS PREMIOS
Tanto los premios hemos prodigado,
que ya no hay escritor falto de premio.
Si alguien quedara por ahí. olvidado,
tomen nota y expúlsenle del gremio.
También yo tuve un premio, en mis principios:
diez duros que gané, sin trampa alguna,
por los catorce incontenibles ripios
que les tiré a los cuernos de la luna.
Hoy, a todo aprendiz de literato,
para hacerle el camino dulce y grato,
se le acoge con todos los honores.
Si falta el buen autor será por eso:
porque los premios, pese a su gran peso,
no suelen darnos buenos escritores.
LA ES PERAN ZA
Todo el que espera, de uno u otro modo,
ve, al fin, llegada su dichosa hora…
(O le llega la muerte, esa señora
que por las malas nos lo arregla todo.)
La esperanza es muy dulce compañía.
En medio del dolor, ¿quién se ha abatido
si piensa “de aquí a un mes, ya habré cogido
el premio gordo de la lotería”.
Confía, hermano. El alma sana y fuerte
es la que espera. Vueltas de la suerte,
y, si hoy estamos mal, mañana acaso…
estaremos peor. La vida es loca,
y además, ya lo ves, ave de paso…
Más suerte da la muerte: siempre toca.
YA PINTAMOS TODOS
Todos pintamos ya, y al por mayor.
Los sabios ahora dicen que pintar
es trazar cuatro rayas al azar
y poner tres pegotes de color.
Con esto, el noble oficio de pintor
lo aprende ya cualquiera, y sin sudar.
Y en seguida, a exponer y a prosperar.
(Que hay quien prospera sí, que es lo peor.)
El “genio” de hoy trabaja en su taller
veinte minutos al anochecer,
y el resto de su tiempo, por ahí…
exponiendo teorías sin cesar
y hablando mal de todo y bien de sí…
que es el modo corriente de medrar.
CURS ILERIA
Un género que ya ha periclitado
en la novela es la cursilería.
Pues, sin embargo, salen cada día
más novelistas rosas al mercado.
Innumerables jóvenes y viejas
devoran ese género inocente
donde, cuando hay un beso, es en la frente,
y a lo más, por descuido, en las orejas.
Sí. Las novelas lilas que hoy se venden
pintan costumbres buenas, y no ofenden
ni a la virtud ni a la moral cristiana.
Y eso que, en lo moral, los pareceres
son tantos ya, que hoy hacen las mujeres
no más que aquello que les viene en gana.
UN POETA DE HOY
Un profesor. A veces, un título tronado,
de esos que ya el dinero de papá no recobran.
Y otras veces, un joven que le estafa al Estado
en una de esas muchas oficinas que sobran.
Va a café diariamente, sólo a hablar de poesía.
“¡No exploto el verso!”, dice, poniendo en o los labios.
Medida buena, porque, como está el mundo hoy día,
de los versos o viven ni siquiera los sabios.
Conoce – por las tapas solamente- el “Quijote”.
En cambio, está empapado de Góngora y Argote.
¡Oh, aquella S oledades…!, ¡aquel galopar loco
de imágenes abstrusas…! Quisiera nuestro vate
ir más allá en el fácil arte del disparate,
y para ello se exprime lo que le queda: poco.
IMPRES IÓN DE NAPOLES
Ver Nápoles; después, morir de gusto.
Frase fúnebre, amable y cortesana.
Yo en Nápoles estuve una semana
y no morí, pero pasé buen susto.
La suciedad de Nápoles aumenta
conforme avanzan las generaciones.
No hay más consumo allí de los jabones
que el que hagan los turistas por su cuenta.
En tiempo de los griegos, no se sabe;
pero en esto de los napolitanos
ya el mal se ha puesto demasiado grave.
¡Agua y jabón para la cara, hermanos,
aunque perdáis un poco esa suave
patina de mil mármoles lejanos…!
VIAJAR
Viajar… ¡oh, gran placer si uno pudiera
viajar sin malgastar tanto dinero…
si la peseta mucho más valiera…
si no robara tanto el hotelero…
si uno inglés y francés hablar supiera…
si el equipaje fuera más ligero…
si no molestara en la frontera
la impertinencia del carabinero…!
¡Si no hubiera que andar con tantas prisas…
si lo que llaman la “cuestión divisas”
no fuese tan molesta y engorrosa…!
Viajar ¡oh, sí! salir del patrio suelo
y ver mundo… ¡precioso!, si la cosa
se hallara como en tiempos de mi abuelo…
PAN ZANO, JOS EPH LUPERCIO
Zaragoza. S iglo XVII
Poeta.
SONETO
Cobarde imagen, bárbara perjura,
del lascivo, del torpe ciego empeño,
de la noche te vales, y del sueño,
por ser dos veces en tu intento oscura.
Que le tienes respeto se asegura,
en buscar, y emprender dormido al dueño
de tu traición fue ensayo, fue diseño,
que a borrarse nació en su sombra impura
Aun soñando, Javier, santa milicia,
al corazón magnánimo le advierte
sangriento, y defendido en el ocaso.
Desbarató la entrada a la malicia,
pues burló el enemigo, guardó el fuerte,
lleno el foso de sangre, y cerró el paso.
SONETO
Esta correspondencia que hoy alcanza
Javier en tu dolor, y tan ferviente,
con la sangre de Cristo felizmente,
te esmalta de su gloria tu esperanza.
Dos semblantes, con sola una mudanza,
pasar el uno, lo que el otro siente,
esta no es ser imagen solamente,
algo más ha de ser, que semejanza.
Templadas cuerdas de instrumento han sido,
acorde en el dolor y la memoria,
Cristo, y Javier asuntos de una fama;
feliz S anto, pues pruebas conocido,
en tu Patria solar la ejecutoria,
por la sangre que Cristo te derrama.
PARADOX, AZUC ENA
España. S iglo XX.
Poeta hallada en Internet.
SONETO
Trae ese mando, S ancho, aposenta
a tus nalgas de callo entumecidas
y trifulcas que son entretenidas
sin duda escucharás en esta venta.
Vuesa merced me hurta y me contenta.
Ya no veré si acaban malheridas,
en el barro, esas mozas aguerridas…
¡Oiré sonetos con oreja atenta!
No ironices, sancho, ni rechaces
ahora mi consejo provechoso
con legión de muecas contumaces…
Ya hago con vuesa merced las paces,
ya torno mi semblante jubiloso:
¡vengan sonetos de los más capaces!
PARAVICINO Y ARTEAGA, FRAY HORTENS IO FELIX
Madrid. 1.580 – 1.633
Jesuita orador, escritor, poeta y amigo
de Lope y de Quevedo.
VIENDO UNA PIEZA DE UN LEÑO
DEL NAVIO AN EGADO
¡Oh reliquia fatal de errante vaso,
vasto cadáver de uno y otro pino,
que en mucha mar preñado animó lino
y en poca tierra cerco abrevia escaso!
No en ti castigos intentó el fracaso,
que acechó entre la arena tu destino,
si en monte aquestas cosas peregrino,
selva incapaz naciste a tanto paso.
Tu patria te usurpó segur villana,
sed codiciosa te arrojó a las ondas,
siempre oprimido de la industria ajena.
Ten, pues, por puerto a aquesta playa llana,
redime a nueva inquisición tus ondas,
descansa y goza tu primera arena.
A UN A FUENTE OPRIMID A DE UNA MANO
En vano oprimes con la mano impura,
que el pirámide cándido devora,
envidia vil, la fuente que el sol dora,
y en rayos de cristal perennes dura.
Si cuanto baja de mayor altura,
tanto sube después fuente sonora,
la que del cielo, donde fue su Aurora,
por fuerza ha de subir tan alta y pura.
Qué importa, envidia, que a vencer te animes
sus linfas claras, de Cleopatra uniones,
que aumentas perlas, y en el agua imprimes.
Que puesto que pretendan tus acciones
que piense, quien te mira, que la oprimes,
para hurtarle el cristal, la mano pones.
AL MIS MO GRIEGO (GRECO) EN UN RETRATO
QUE ME HIZO
Divino Griego de tu obrar, no admira
que en la imagen exceda al ser el arte,
sino que de ella el cielo por templarte
la vida, deuda a tu pincel retira.
No el S ol sus rayos por su esfera gira,
como en tus lienzos, basta el empeñarte,
en amagos de Dios, entre a la parte
naturaleza que vencer se mira.
Émulo Prometeo en un retrato,
no afectes lumbre, el hurto vital deja,
que hasta mi alma a tanto ser ayuda.
Y contra veinte y nueve años de trato,
entre tu mano, y la de Dios, perpleja,
cual es el cuerpo que has de vivir duda.
PARDIAL VILCHES , JOS E
España. S iglo XX.
EL LIBRO S ANTO
Este es el libro santo en que leía
la madre de mi amor que está en el cielo!
Con santa unción y fervoroso anhelo,
estas las preces so que repetía!
Cuando su dulce corazón sufría,
también en este libro halló consuelo.
Constante siempre en su piadoso celo,
no lo dejó de usar un solo día!
Por eso yo lo llevo por doquiera
y cifro en él mi principal encanto,
y en mis manos le quiero cuando muera.
Y por eso le llamo "El Libro S anto"!
Y en él no hay ni una página siquiera
que ya no esté regada con mi llanto!
PARDO, ARCAD IO
Beasain. (Guipúzcoa) 1.928
Vivió en Madrid en el año 1.934 y desde 1.935
reside en Valladolid.
LA MUERTE PRES ENTID A
¿Por qué ha de hacerse tierra esta alegría
que aviva y enaltece mi existencia?
¡Qué mano quebrará mi adolescencia
llevándose una noche el alma mía!
No sé qué Dios, ni qué sombra vacía
me bañará en terror con su presencia,
mas sé que un alma buscará, en mi ausencia,
mi amoroso retorno cada día.
¿Por qué morir, Señor? ¿Qué triste muerte
ha de arrancarme este esplendor humano?
¿Qué hacha afilada o qué dolor tan fuerte?
¡Mas sé que en el momento decidido
se quebrarán mis huesos en la mano
que ha de arrojarme al pozo del olvido!
SONETO DE AMOR
¿Nunca sabré, Señor, por qué es la vida
este fuego tenaz, este gran viento
que me lleva al amor; este contento
de buscar una voz desconocida?
¿Vivir será sangrar por una herida
abierta con amor? ¿Será el momento
lleno de luz en que mi pensamiento
de su constante laborar se olvida?
Tiene que ser así: limpia y serena
como la siento yo, como la vivo,
en este instante que mi vida llena.
Sé que en un hondo sosiego me extasía
y mi voz es un vuelo fugitivo
hacia la excelsitud de la alegría.
FUEGO
Fuego, ven a quemar el pulso mío
y todo el corazón, la voz que canta
y este amor que me nace y me levanta
la sangre que en mí corre como un río.
¡Fuego, fuego a mi párpado vacío,
fuego a mis manos, fuego a mi garganta
a los costados míos y a mi planta
que aún tienen miedo de sentir el frío!
Quiero un fuego que arranque de mis sienes
este temor de frío que ha dejado
la quietud de la noche a mis sentidos...
¡Pero no, fuego mío, ya me tienes
dentro de tus hogueras abrasado
con este amor que aloca mis sentidos!
PARDO BAZAN, EMILIA
La Coruña. 1-852 – Madrid. 1.921
Condesa de Pardo Bazán.
Literata que abarcó numerosos temas en
su trayectoria con las letras. Su fama se la
debe a su labor en la novela y el cuento.
SONETO
Considera que en humo se convierte
el dulce bien de tu mayor contento,
y apenas vive un rápido momento
la gloria humana y el placer más fuerte.
Tal es del hombre la inmutable suerte;
nunca saciar su ansioso pensamiento
y al precio de su afán y su tormento
adquirir el descanso de la muerte.
La muerte triste, pálida y divina
al fin de nuestros años nos espera
como al esposo infiel la fiel esposa;
y al rayo de la fe que la ilumina,
cuando al malvado se aparece austera
al varón justo se presenta hermosa.
PARDO GARC IA, GERMAN
Ibagué. Colombia. 1.902 – 1.991
La mayor parte de su obra ha sido realizada en México
donde vi ve desde los treinta años. Gran sonetista.
Poeta romántico.
EL FES TIN
Un negro; y un mantel blanco en la mesa
recién servida. El hombre, inmanumiso,
nada puede tocar. Así lo quiso
su piel oscura, su pelambre espesa.
¡Qué hermosa la dulcísima frambuesa
y el pan qué nutridor, y cómo el guiso
sahúma el culinario paraíso
cubierto de uvas, de alcaparra y fresa!
Y él está allí, con hambre es esa casa;
con sed en las lagunas de ese huerto;
con frío en los rescoldos de esa brasa.
Invitado a un festín del que es lo yerto;
la seca miel que la amargura tasa,
y el comensal de un trágico desierto.
HUMILDAD D E LA TIERRA
La humildad de la tierra está presente.
Si tú, hombre divino, abres la mano,
verás que limpio y esencial, el grano
llega a tu ser, inadvertídamente.
Y si a la sed de la planicie ardiente
envía sus rescoldos el verano,
allí mismo, en las órbitas del llano,
la humilde tierra enjugará tu frente.
Y si la sombra vidas encadena
y tu cuerpo sin luz se restituye
a la intacta unidad, rotos los lazos,
con el vigor de su humildad serena,
al abismo de todo lo que huye
la tierra fiel te bajará en su brazos.
LA LEJAN ÍA
Nada de ti. Tu ser es semejante
a un jardín clausurado que visita
por las tardes el ánima infinita,
inmersa en los silencios del instante.
Trémulas hojas, viento delirante
huyen por el jardín en que gravita
como una pena abscóndita y maldita,
clavada en la sombra sollozante.
Occiduo sol aterciopela a veces
la majestad azul de los cipreses,
en cuya cima un vuelo está suspenso.
Se ahonda en la tiniebla el alarido,
y la amargura fluye hacia el olvido
sobre la paz del corazón inmenso.
IGNORANCIA
¡Cuánta S abiduría congelada
como en invierno las palomas muertas!
¡Cuánto libro, y las cátedras desiertas!
¡Y qué desolación en la mirada!
¡Y crecieron los números y nada
pudimos definir! Las diurnas puertas
de la penetración siguen abiertas,
pero la noche del dolor cerrada.
Y todo lo sabemos y partimos
la esfera en dos y en sus mitades vimos
crecer la claridad conturbadora.
Mas ignoramos ¡y callar nos daña!
por qué en la inmensidad de la montaña
la codorniz cuando atardece llora.
UNICO DUEÑO
Unos pocos centímetros apenas.
Los tengo calibrados y medidos.
¡Ahí dormirán mis ojos, los oídos,
la carne magra, sus vulgares penas!
¡Ya he probado el sabor de esas arenas,
por conocer desde antes sus sentidos:
huelen a orín, a fémures podridos,
a cáncer de nocturnas azucenas!
¡Yo seré propietario de este oscuro
rincón de cal y sólido diseño!
¡Pero nadie vendrá frente a este muro
a codiciar dormir con este sueño,
o a estremecer el socavón seguro
y despertar al rencoroso dueño!
EL CONVITE
Lo que hallaste en la mesa, justamente,
no fue sino el sabor de mi ternura;
un fruto sabio, un pan sin amargura,
y el agua de la vida allí presente.
Junté las manos y elevé la frente
para darte el amor, en la clausura
del corazón recóndito; en la albura
de la mesa ofrecida humanamente.
Toma de este manjar y que este vino
sea, en el dulce vaso diamantino,
la primera señal de nuestra alianza.
Yo soy la vida y tú el amor. El fruto
del encarnado amor, en el minuto
cuajó la eternidad de su esperanza.
VID A
Ven disfrazada como quieras, muerte:
o rayo, o herida, o nudo que destraba
creyendo aniquilar lo que no acaba,
frustrada pamema que la nada vierte
confundiendo las ruinas con lo inerte
o restrojos con mies que el sol alaba,
según que muerte y vida en uno traba
dando a la tierra abono y al pan suerte.
Jamás muriéndose murió Cervantes,
ni cien mineros yertos, negra entraña,
harían si vivos más vivir España.
Todo lo de hoy viene, venero, de antes.
NI muerto viviré, siempre viviendo.
polvo, trabajo o bulto, sido y siendo.
MAL DIA
Aprieta duro, pega, martillea,
forma, trabaja; cuanto más templada
más dura, más espada es una espada.
¿Qué esperabas? Da, machácale, golpea.
Más entero seré si más trocea
y combate el destino, destrozada
mi alma ya para siempre esperanzada.
Más fino el cordobán si más se emplea.
Más firme la tomiza más torcida.
Más tenue cuanto más arrugas ganas,
que de la huesa sácanse las canas.
Si a descansar mañana todo sale,
y aunque sólo por eso fuera vale,
más descansa el que espera que el suicida.
S ABIDURIA
De mi sabiduría es lo más alto
lo que más sumergido en mí trabaja:
aliento pulmonar que sube y baja,
moléculas de oculto sobresalto.
No entendería el estelar asalto
que da a las nubes su estupenda faja,
si no fuera el cuchillo con que taja
la tiniebla su fúnebre cobalto.
Me afianzo en lo proclive cual demiurgo
de los hoyos, ¿oh Abismo dramaturgo
que en mis paredes cósmicas retumbas!
Lo que sé de la vida y su grandeza,
lo aprendí de mi pávida certeza
de tanto caminar entre las tumbas.
YO SOY AQUEL
No me juzguéis porque mi cuerpo duro
de intensas cicatrices limpio se halla.
Yo soy el que está muerto en la batalla.
El trucidado contra el torpe muro.
Perdí las manos y vivir procuro
sin pies y caminar por donde estalla
diariamente el dolor del que se calla
para sobrevivir solo y oscuro.
Yo soy el jardinero ametrallado.
El pobre jornalero que resiste
siempre a su yugo mineral atado.
No me juzgues por mí, tú que me oíste
cantar sobre el azul acantilado.
S oy aquel hombre comunal y triste.
MUNDOS EXTRAÑOS
Alguien sufre en la cruz de una alambrada.
No puede ser el labrador vecino.
Ayer le vi tornar por su camino.
Su antigua senda y habitual jornada.
Alguien sufre en la cruz de una alambrada.
Pregunto al alfarero, al campesino
que fieles me visitan, al que vino
con su amor hasta mí. ¡No saben nada!
No saben nada y atónitos me miran.
Les vuelvo a preguntar. Callan, suspiran.
¡Estos hombres de paz no saben nada!
¡S olamente yo sé que en lo sombrío,
y en un extraño mundo, no en el mío,
alguien sufre en la cruz de una alambrada!
MANOS DE UN HOMBRE
Manos de las tormentas, pero mudas;
del silencio tapiado, pero activo;
quitándole al segundo fugitivo
tiras de nervios, crápulas desnudas.
En la sombra, contráctiles, ganchudas
como hambrientas tarántulas, cautivo
dejan mi corazón imperativo,
de su silencio y amenazas rudas.
Siempre en el arrebato y cabalgantes;
insaciadas, me sirven para cosas
inmundas o sublimes de la vida.
Manos sordas y ciegas y escarbantes;
profanando paredes misteriosas;
buscando una evasión, una salida.
APOGEO
El día que la flor lance un gran trino;
el turpial en abril exhale aroma
y un tigre azul entre mis manos coma
las migajas de un pan alabastrino,
el mundo cambiará y en el molino
la piedra será luz que un núcleo toma,
y volará el atún y la paloma
tendrá un inmenso resplandor marino.
En ese instante victorioso creo.
La espada al fin comprenderá la herida.
Semejará suavísimo aleteo
la muerte en los ramajes escondida,
y un friso funeral el apogeo
de toda la grandeza de la vida.
FID ELID AD
Divulgué con pasión lo que sabía:
cosas rudimentarias de la tierra
y el misterio del árbol cuando cierra
su foliación al destroncarse el día.
Dije que la raíz de la energía
es espacial; que el sol sobre la sierra
finge un apóstol, y que el fuego encierra
la dualidad de la sabiduría.
A un pinzón enseñé como se canta:
con las sienes sangrando y la garganta
quemándose al ardor del orbe mudo.
Y exclamé que la muerte es la pureza
desnudando su astral naturaleza,
y a su gris desnudez otro desnudo.
LA VIDA N UEVA
¡Ah del mundo que amé, tierno y sencillo!
¡Ah de la luz transfigurada en nieve!
¡Ah de la espuma vegetal y leve
y del humilde, constructor ladrillo!
¡Yo, que afilara leñador cuchillo,
siento que el mundo hacia el espacio mueve
sus técnicas batallas, mientras llueve
sobre los mares incendiario brillo!
Mas ¡ay del que no entiende que la vida,
por la explosión de la abismal partida
trocó la gloria de marchitos lauros!
Y ¡ay del que no desligue la mirada
de la inmensa llanura bombardeada
por donde huyen los últimos centauros!
AL ES PIRITU D EL MAL
¡Espíritu del Mal: si eres hiriente
más que la garra del jaguar sañudo,
hiéreme aquí donde el Dolor no pudo:
en la soberanía de la mente!
¡Ni la Fatalidad, indiferente
a la angustia mortal, ni el golpe agudo
de las Enfermedades al desnudo
flanco del tórax, ni el Amor potente
desvertebrar pudieron la osadía
con que mi pensamiento amurallado
se enfrentó a la Impiedad que lo agredía!
¡Fui más fuerte que el Mal! ¡Y encadenado
sobre almenas de furia y bizarría
mantuve el corazón enarbolado!
EL HIEROFANTE
¡Insensible al amor sobre una roca
y sin temer la oscuridad espero!
¡Sin piedad, sin dolor, alma de acero,
contra el Espacio mi conciencia choca!
¡Silénciame, mujer! ¡Nubla mi boca!
¡Amigo, no me llames compañero!
¡Hosco soy y bestial y así lo quiero!
¡Ay del que a ciegas mis abismos toca!
¡Polvo de siglos, perturbada esfera,
yermo de horror, sin rumbo hacia delante,
soy el Hombre al que el Átomo vulnera!
¡Anticristo de sal y delirante,
partí la cruz en que morir pudieras!
¡Mas no compadezcáis al Hierofante!
LA S OMBRA
La sombra es lo más fiel a este ser mío.
Extraño padre sin ternura y ciego,
a los que ama mi espíritu les niego
la incombustión, la oscuridad, el frío.
¡A morir en la luz los extravío!
¡El Iniciado soy, Ángel del Fuego,
y ceguedad y corazón entrego
al Cosmos que arde sin hallar vacío!
Y a esta sombra de mí que se adelanta
si me adelanto; que padece y canta
con mi armonía y su temblor interno,
como a todo lo que amo y me lacera,
a esta sombra de oscura cabellera
la sepulto en el odio del Infierno.
S IGNOS DE TRIUNFO
¡Si los brazos igníferos alzara,
sedientos al laurel que me apasiona,
podría desgajar una corona
para mis sienes de corteza clara!
¡Frente al sepulcro soy el que declara
su testamento universal y abona
con sus huesos orgánicos, la zona
donde algún ruiseñor se deshojara!
¡Podría proclamar: río, detente!
¡Tórnate llama, tensorial colina!
Y en esa hoguera sumergir la frente
sin padecer no resentir la espina,
y abrir y triturar una simiente
¡hasta escuchar la Pulsación Divina!
CAS A DE ORO
Alegría, recóndita alegría.
Casa de oro en cuya blanca mesa
yo sacrifico la virtud ilesa
del luminoso pan de cada día.
Clara columna de sabiduría.
Ala justa de todo lo que pesa.
Honda señal de plenitud, impresa
sobre mi verdadera poesía.
Alegría feraz, múltiple y nueva.
Tierra de fe que desgarró la esteva
y cubrió la esperanza de verdura.
A tu verdad solar llevo mi trigo,
y al derramarlo en sus entrañas, digo
la palabra final de mi amargura.
VOZ EN S OLEDAD
Oigo una voz que nunca había escuchado,
y digo, en mi ansiedad estremecida:
es el aire que pasa desolado
y perturba la rama florecida.
Vuelvo a sentir la voz. Iluminando
esplende el cielo, absorta está la vida,
y la sangre descansa en el costado,
como una onda ciega, detenida.
En el silencio grávido la sombra,
por tres veces la misma voz me nombra.
Y el corazón tenaz oye, en su espera,
que esa voz es el eco de sí mismo,
que ha de flotar por siempre en el abismo
de su desolación cuando yo muera.
LA VERDAD
¡Presiento que me estoy aproximando
a una Verdad de poderoso brillo!
¡Cada vez mi universo es más sencillo
y en una limpia claridad girando!
¿Qué es este germinar que está integrando
nuevos orbes de luz, y que éste anillo
de intensos electrones, amarillo
cual un sol de otros mundos despertando?
¡Disparad vuestras ondas orbitales,
satélites de esféricos metales,
que aún padecéis incógnitos desvíos!
¡Latid, neuronas de mi mente, abiertas
con la celeridad de unas compuertas
por donde fluyan los futuros ríos!
LAS NUEVAS FORMAS
¡Desde este proyectil en el que sueño
matemático impulso la Energía,
guarismos ultrasónicos envía
mi sien intensa al pedestal roqueño
donde dejó mi voluntad su empeño
de ser vasta y palpar su geometría
transformándose en lúcida cuantía!
¡Y desde aquí, desde el bajel pequeño
sometido a presiones inauditas,
cómo la concreción de la largura
transparenta sus órbitas marchitas
y cómo crece el Pensamiento y dura,
colmado de visiones infinitas
con otra densidad y otra hermosura!
PARDO Y ALIAGA, FELIPE
Lima (Perú) 1.806 - 1.868
Escritor peruano, viajó a España y tu vo amistad con
Lista, Espronceda y Ventura de la Vega.
Ministro de Relaciones Exteriores de su país.
AL REY NUES TRO S EÑOR
Invención de estrambótico artificio,
existe un rey que por las calles vaga,
rey de aguardiente, de tabaco y daga,
a la licencia y al motín propicio.
Voluntarioso autócrata, que oficio
hace en la tierra de ominosa plaga:
príncipe de memoria tan aciaga
que a nuestro Redentor llevó al suplicio.
Sultán que el freno de la ley no sufre,
y de cuya justicia no hay reintegro:
rey por Luzbel ungido con azufre;
zar de tres tintas, indio, blanco y negro,
que rige el continente americano,
y que se llama... Pueblo Soberano.
A PEPA
Dulce de tus ojuelos es la llama;
dulce tu hablar, tu aliento y tu sonrisa,
cual del jardín la perfumada brisa
que la atmósfera templa y embalsama.
Si es que te ofende, ángel de amor, quien te ama
de tu alma encantadora la divisa
no en tu frente hagas ver, clara y precisa,
ni en el carmín que tu mejilla inflama.
¡Oh! ¡Pepa hermosa! ¡S ólo a ti te adoro!
Sé que otro más feliz supo agradarte,
y de tu corazón ganó el tesoro.
¿Y qué haré yo? Me bastará el amarte
ya que a mi amor corresponder no puedes...
Pero no se lo digas a Mercedes.
A MERCED ES
Virgen, de puras vírgenes ejemplo,
flor delicada entre escogidas flores,
óyeme grata, si al cantar de amores,
la ya olvidada lira no destemplo.
Cuando escucho tu voz, cuando contemplo
de tus ojos los lánguidos fulgores
que rebelan un alma, encantadores,
de la dulzura y la inocencia templo;
es cuando a ti, Mercedes, sólo admiro,
sólo tú endulzas mi destino adusto,
sólo vivo por ti, por ti suspiro.
Y mi amor te declaro, porque es justo
que la beldad que lo inspiró, lo sepa...
Pero no se lo digas a la Pepa.
A MIS AMIGOS
La pasión que devórame insensata,
voy a decirla de primer envite:
fuego de amor mi corazón derrite,
fuego de amor mi espíritu arrebata.
¡Amigos! No juzguéis que es patarata,
ni hagáis mofa de mí, porque me irrite
viéndome en este juego sin desquite,
sin tener, ¡ay, ni a quien llamar ingrata;
que en tal hoguera, en tan ardiente pira,
en tan estrechas e invencibles redes
en tal amor, lo que me da más ira,
es no poderles explicar a ustedes
si es Pepa o es Mercedes quien lo inspira
o lo inspiran las dos, Pepa y Mercedes.
A GALLO EN FIAMBRE
Es ancha, es larga, es mal formada, es honda,
la nariz de que voy a darte informe.
Ancha: no puedes su extensión disforme
recorrer en un día a la redonda.
Larga: en las nubes no dirás que esconda
mejor su cumbre el Chimborazo enorme.
Mal formada: no es fácil que te forme
símil que a su estructura corresponda.
Honda: no lo fue más la hoya romana,
do lanzarse uno solo entre millares
osó con fortaleza sobrehumana.
Mas compara por temas singulares
el pueblo a un colmenar cada ventana,
y la llama NARIZ DE COLMENARES .
PARDOS , CHARO
España. S iglo XX.
Poeta hallada en Internet.
AUS ENCIA
Pues tengo la certeza de tu ausencia
ya vivo el desamor y desespero
de este amor fugitivo y prisionero
al tiempo que me crezco en tu presencia.
La espera, la ternura, la violencia
de tus manos, de mí, corazón fiero,
arrancan las palabras –yo te quiero-,
conjurando, feliz, la indiferencia.
Y peno en tus rodillas y en tu pecho
maldiciendo tu boca de guirnaldas,
tu vientre de medusa aquí varado.
El rastro de tu amor no me ha dejado.
Lo llevo en mi memoria y en mis faldas,
para tu dulce rostro, como un lecho.
PARDOS , FERN ANDO
España. S iglo XX.
Poeta hallado en Internet.
DIFERENCIA ENTRE EL
BOQUERON Y LA ANCHOA
Un soneto me manda hacer Navarro
que en mi vida me he visto en tal aprieto;
anchoa o boquerón, pregunta inquieto;
burla burlando pienso a bocajarro:
que son iguales digo, y no desbarro;
que son el mismo pez digo en efeto:
parientes son los dos, aunque no nietos,
de arenques, de sardinas y chicharros.
No os engañéis dejar al tal pez quieto;
no es problema de nombres ni epítetos,
sí asunto de sartenes y cacharros.
NI asado, ni cocido, ni en espeto:
boquerón en anchoa yo convierto
con ponerle salmuera y en un tarro.
PAREDES , PED RO PABLO
Venezuela. Yaracuy. 1.916 – 1.985
Poeta hallado en Internet.
DE ANTOLOGIA D EL S ONETO EN VEN EZUELA
Raudo junco de aquella fe exaltada
hoy te mezo en mis aires de alegría;
hoy te prendo en la clámide sombría,
de mi tarde más hoja y más expiada.
Mi luna de tu rayo enamorada
te esperó por las fuentes de mi día;
más allá de mi arena y de mi umbría
en su intacto cristal mi agua salvada.
Y hoy no olvida sus velas en el viento
mi cáliz extrañado del momento.
Ya no inquieta lebrel la corza mía.
Si no piso la tierra de mi aliento,
si o empino la sangre en el lamento,
hoy te alumbro en mis aires de alegría.
PARRA, ARIS TIDES
Venezuela. Siglo XX
Poeta.
CREPUS CULO
Vienes por un camino polvoriento.
Detrás de ti el crepúsculo declina
su rosa celestial. Tirado al viento,
duda mi corazón de golondrina.
Mientras tu cuerpo lúcido camina
atado, por la voz del sentimiento
el llano calcinado se ilumina
con el lirio furtivo de tu aliento.
Llegas y ¡buenas tardes! Tus palabras
-con acento de abeja vespertinapueblan de miel los vientos y las abras.
Y en descenso de amor, desde el arcano,
mi corazón, que andaba golondrina,
retorna al tibio alero de tu mano.
PARRA, JOS E
Venezuela. Siglo XX
Poeta.
NAUFRAGIO
¡Cómo me duele haberte amado tanto!,
aunque en verdad no sé si amor sería
esa obsesión febril, día tras día,
de la que ahora con rubor me espanto.
Largos años de angustia y de quebranto...,
y de los tiempos en que fuiste mía
sólo tengo en recuerdos de alegría
las soledades que mojé con llanto.
Al reclamo de júbilos inquietos
recorrí tus más íntimos secretos,
en la fiebre de erótico contagio.
Y por calmar la sed adolescente,
fuime rodando en tu sensual corriente
hasta los bordes mismos del naufragio.
S IEMPRE TÚ
Entre el mínimo incendio de la rosa
y la máxima ausencia del lucero,
se quedó tu recuerdo prisionero
viviendo en cada ser y en cada cosa.
Te presiento en la cita milagrosa
que se dan la mañana y el jilguero,
y en el aire, traslúcido tablero
donde escribe en color la mariposa.
Todo me habla de ti. S obre la brisa
persiste la nostalgia de tu risa
como una dulce música remota.
En los labios tu nombre me florece
y al saberte lejano, me parece
que me bebo tu ausencia gota a gota.
PARRA, MANUEL D E LA
S ombrerete. Zacatecas. México. 1.878
MOMENTO MUS ICAL
Grande paz interior, como una esencia
delicada y sutil, como suave
matiz, o como cántico de ave
se difunde y perfuma mi existencia.
Siento como si hallárame en presencia
de hondo misterio, en un momento grave,
solemne del espíritu. ¡Quién sabe
qué anunciación, qué extraña florescencia!
Y en el turbio horizonte donde arde,
única estrella, una visión arcana,
mi vida al tramontar, deja que aguarde
la aparición de mi remota hermana.
¡Quién sabe si al fin llegue por la tarde
la que tanto esperé por la mañana!
LA NUBE
Cabe el octante pálido de la luna, al poniente
una nube ha tenido, en el atardecer,
un airoso flabelo: simula suavemente
como una cabellera dorada de mujer.
Pienso entonces en Ella, en el vivir ardiente
de una vida soñada que nunca pudo ser:
yo supe de algún lloro la ignorada corriente
que allá, en sus años mozos le dejara un querer.
De la nube que pasa bajo el palio del cielo
siento goce romántico al silencioso giro
y, cerrando los ojos, contra mi corazón
aprieto entrambas manos, con hondo desconsuelo,
por mi juventud ida como una ilusión
que se diluye en lágrimas y se escapa en suspiro.
ALTEREGO
Escribiré un soneto que sea sólo
el retrato de un hombre que suspira,
de un hombre al que yo miro y que me mira,
mientras mi rostro lo destruye Eolo.
Viajaré desde el uno al otro Polo,
con el que es el trasunto que me inspira
el canto que resuena por mi lira,
siempre ayuna de medros y de dolo.
Así escribo el soneto donde quiero
hablar del otro que conmigo canta,
del que, al igual que yo, su amor primero
lloró condena tan sincera y tanta,
y con dolor tan puro y verdadero
que el recuerdo en sus alas me levanta.
PARRA, NIC ANOR
Chile. 1.914
Estudió Física y Matemáticas. Poeta.
LA MANO DE UN JOVEN MUERTO
Esta mano que ayer cortó una rosa
y esta rosa cortada en una mano
ésta que aun dormido estoy mirando
y ésta que aun despierto no se borra.
Este nardo que ayer fuera paloma
y esta paloma fija que fue nardo
y este campo de nieve de una mano
y esta mano tranquila que reposa.
Esta cosa que canta y esta cosa
que proviene del cisne por su canto,
sólo esta mano y esta mano sola,
aquí la podéis ver a cualquier hora,
esta que aun dormido estoy mirando
y esta que aún despierto no se borra.
PARRA, TERES A DE LA
Venezuela. Siglo XX
Poeta.
EL BALCON DE JULIETA
¡Qué larga es ya mi espera!... En la noche sombría
de mi sed infinita, sobre el camino oteo
por ver si antes que alumbre su luz el nuevo día
en mi balcón florece tu escala, mi Romeo.
Pero ¡nada!... no llegas, y en mi melancolía
sangrando entre la sombras, tu sangre es la que veo.
¿Que Teobaldo te ha herido?... ¿Quién cortó la alegría
de tus alas abiertas, amor de mi Romeo?
Ya la luna, la sabia con su advertencia fría,
me ha dicho compasiva: "¡No esperes a los muertos!"...
Pero no he de cerrar mi balcón todavía.
Te aguardaré hasta el alba, y ya el alba encendida
buscaré tu cadáver, y entre tus labios yertos
con mi boca en tu boca, encenderé tu vida!...
PARRA PO ZUELO, MANUEL
S ocuellamos. Ciudad Real. 1.942
Poeta hallado en Internet. Profesor.
DON FRANCIS CO DE QUEVEDO Y VILLEGAS
Puede Quevedo –polvo enamoradoalumbrar con su llama el agua fría,
puede Quevedo oscurecer el día
y hacer del sol eclipse desolado.
Quevedo, de sus horas desterrado,
alienta envuelto en su melancolía.
Quevedo está presente todavía
y es un es y un será siempre cansado.
Mas quién pudiera habernos dicho tanto
como él dijera en su palabra viva,
quién pudiera decir tanto del llanto,
y del amor y de la amada esquiva,
quién pudiera escribir como él escribe
de una vida que es muerte que se vive.
CUERPO
Glorioso cuerpo donde se mantiene
la vida con la carne encadenada,
cuerpo en el que la vida va a la nada
y de otro cuerpo sin quererlo viene.
Mortal cobijo que el vivir sostiene
y a otros cuerpos da vida, comenzada
cuando amoroso vierte su cascada
en otro cuerpo que el amor previene.
Cuerpo que ha de quedar roto y ausente
en el triste reducto de una caja,
cuerpo que ha sido cárcel y simiente
y que será armazón de su mortaja,
en ti he vivido todo cuanto he sido
y contigo seré pasto de olvido.
SONETOS
I
El pasado no ha muerto, nunca muere
la verdad que en los versos se dibuja,
está siempre presente y siempre empuja
a lo sufrido hasta el sentir que hiere.
Lo vivido retorna y se requiere
volver a lo que fue, a lo que estruja
el corazón con su recuerdo, y puja
sin que pueda decírsele que espere.
Por eso voy a hablar de aquel pasado
que transcurrió hace mucho, aunque no tanto,
pues la brasa aún da fe de aquella hoguera,
y quisiera que, al verlo retratado,
se volviera a vivir aquel espanto,
aquella lumbre inmensa y sin frontera.
II
Donde estaban las huertas y las flores,
los jazmines, la rosa, la amapola,
allí estaba Miguel que, de ola en ola
en verso iba poniendo sus amores.
Junto a él, Fenoll, Molina, los mejores
de aquella juventud, su caracola
hacían también sonar, y eran corola
o coro de cantores ruiseñores.
Panes ganando, esclavos del trabajo,
su yugo a todos tuvo prisioneros,
salvo a Miguel que abandonó su tajo
y con versos ingenuos y primeros
quiso poner el mundo bocabajo
y la altura alcanzar de los luceros.
III
Carlos, Ramón Sijé, Don Luis Almarcha
son personajes de esta primer hora.
El drama está naciendo, está la aurora
dejando por las huertas frío y escarcha.
Miguel el hato junta, y ya la marcha
se inicia por la senda, donde ahora
su silbo le acompaña, cual sonora
y pastoril o primitiva jarcha.
La lírica pasión, en Miguel, crece,
su voz quiere brotar, hacerse espuma
que inunde el transcurrir agreste y duro,
el pastor en sus ansias se estremece,
e, imaginando altura y gloria suma,
empieza a caminar hacia el futuro.
IV
Como el otro Miguel soñó a Quijano,
también Miguel asume su destino
y tres veces emprende su camino,
y empieza a ser Miguel menos huertano.
Difícil fue la senda, nunca a mano
estuvo la abundancia, y fue sus sino
bien colmado de penas, y su vino
el poso tuvo del dolor humano.
Tras su primer salida, fue apresado
regresando a Orihuela, aunque, aclamado
por sus fieles amigos verdaderos,
ni penas, ni escaseces, ni fracasos
capaces fueron de parar sus pasos,
que en busca de la fama iban ligeros.
V
El silbo de su voz estremecida,
sonando entre las huertas y las flores,
tuvo un coro de pájaros cantores,
en momentos primeros de su vida.
Mas fue Miguel caballo que la brida
del cansino existir y sus sudores
pronto rompió, en busca de mejores
aires donde su voz fuese aplaudida.
Poeta se llamaba y lo decía
tan alto como pudo, y hasta el cielo
su voz quiso alcanzar desde aquel día
en que habló del dolor y el desconsuelo
con que colmó su vida y poesía
de inalcanzable y tan humano anhelo.
VI
La pintora que fue Maruja Mallo,
o antes María Cegarra, la escritora
fueron amores, fueron, en la aurora,
las nubes paridoras de sus rayo.
Mas no fue en ellas donde fue el desmayo,
que no fue en ellas ni en aquella hora,
cuando en sus versos el amor aflora
al decir lo que dijo y yo no callo,
cuando habló de su pena y de ninguno
más penado que él y menos cardo.
El amor absoluto fue su sino
hasta dejarle umbrío y casi bruno.
Hasta herirle con furia de leopardo,
y hasta unir Josefina a su destino.
VII
Junto a Miguel está Manuel Molina,
y ante sus ojos nacen resplandores,
cuadros esplendorosos y pastores
con los que el auto acaba y se culmina.
Ante el joven Manuel, la bailarina
danzando está entre lirios y entre flores,
y Miguel sueña con espectadores
para escena que quiso ser divina.
La amistad que se inicia en esas horas
atraviesa las penas y el espanto,
traspasa los silencios y fracasos,
y se encarna en palabras turbadoras
o en versos repetidos tanto y tanto
que norte fueron siempre de sus pasos.
VIII
Era el pedir preciso y él lo hacía.
Pidió, terca, constante y pobremente,
tanto pidió y tan repetidamente
que casi natural le parecía.
Mas en el treinta y seis llegase el día
en que pudo vivir valientemente,
sin a nadie pedir, y airosamente
entrar como uno más en la porfía.
Entonces, de ataduras liberado,
a las trincheras, sin dudarlo , acude,
y en su palabra viento emocionado
e indignado temblor que lo sacude
y cabalga en sus versos desbocado:
y ya nadie es preciso que le ayude.
IX
Y fue imposible levantar el muro,
las esperanzas fueron derribadas
y fueron las salidas taponadas,
y no hubo espacio, ni aun hogar seguro.
De nuevo el suplicar, de nuevo el duro
pedir sin encontrar y hallar cerradas
puertas con mil cerrojos clausuradas
y no tener presente ni futuro.
Así fue el tiempo aquel, aunque él, altivo,
cuando le fue ofrecido el desdecirse
no quiso responder y, aunque cautivo,
no admitió renegar ni convertirse,
por más que, al final, fue un muerto vivo
que en su verdad siguiera hasta extinguirse.
X
Oscureció su sino y tristemente
por cárceles de espantos habitadas
pasó Miguel sus horas torturadas,
muriendo lenta y despaciosamente.
Cuán trabajosa y cuán inútilmente
le advirtieron con gestos y miradas
que, estando sus jugadas acabadas
era inútil luchar contra corriente.
Musitó: desgraciada Josefina
en el final instante decisivo.
Cuando ya su vivir se le termina,
Miguel expira como un árbol vivo,
herido y moribundo, que declina
con cósmico temblor definitivo.
ANTONIO MACHADO
Los álamos del Duero y su ribera
las cárdenas roquedas del Moncayo,
aquel árbol hendido por el rayo
que otra vez se vistió de primavera,
lo vieron caminar tras su quimera
y en el azul de aquel florido mayo
volar sobre la grupa de un caballo
que en sueños a Pegaso convirtiera.
Entonces fue cuando la hispana guerra
alumbró un odio fraternal y fiero,
y Machado se dijo compañero
de los pobres y humildes de la tierra;
y helado el corazón por la otra España
fue el poeta a morir a tierra extraña.
HABLANDO EN CAS TELLANO
Hablando en castellano digo: mía
es la palabra que me nace pura.
Hablando en castellano una dulzura
resuena por la sangre todavía.
Hablando en castellano una armonía
a acogernos el alma se apresura.
Hablando en castellano hay una hondura
que lejana aprendió su melodía.
Hablando en castellano hablo con tantos
que mis palabras escribieron antes
que siempre está mi voz en otros cantos,
que por mi sangre suenan incesantes:
y escribo mis palabras en las piedras
de recuerdos cubiertas y de yedras.
S I DIGO VERS OS
Si digo versos, digo resplandores
de luz embriagadora y deslumbrante;
si digo versos, llegan al instante
cataratas de olvidos y de amores.
Si digo versos, nacen otras flores,
que en la altiva dureza del diamante
para siempre escribieron el brillante
y ardiente despertar de sus colores.
Si digo versos, llega un agua pura
que fuera concebida allá a lo lejos,
y aún lleva impresa la noticia oscura,
que se oculta en la faz de los espejos
donde otros reflejaron su mirada...
¡y aún tiene su mirada dibujada!
AUN CANTAN LOS POETAS
Aún cantan los poetas y su melancolía
aún suena entre los hombres con dolorido acento,
aún cantan los poetas su ancestral melodía
donde amor y nostalgia inscriben su lamento.
Aún cantan los poetas y aún está la poesía,
alentando en la rosa y volando en el viento;
aún cantan los poetas y se oye todavía
las voces embriagadas por su cálido aliento.
Aún sus gritos se escuchan en medio de la calle,
aún sus palabras gimen mientras mueren las olas
y aún sus cantos inician jubilosos la aurora.
Siempre suenen sus voces y su canción estalle
en la rosa, en el viento, y en la sangre que, a solas,
constata su derrota mientras la tarde llora.
GARCILAS O DE LA VEGA
Cuando en el Tajo fue la primavera
una rosa nació de su costado,
mas un funesto y desgraciado hado
cortó la flor que por amor naciera.
Cuando en el Tajo primavera era
agostó aquella flor cruel viento halado,
y fue el amor tan presto derribado
que no fue primavera verdadera.
Y sólo en su gemir halló consuelo
el que trocara en duelo su contento,
y la rosa cayó, tronchada, al suelo,
y todo fue dolor y fue lamento,
y aún así, ¡qué hermosura la del fuego,
la del ardor que hielo fuera luego!
FRAY LUIS DE LEON
Si quiso hasta lo etéreo ser alzado
y quisiera habitar el alto cielo,
su dolor sólo fuera desconsuelo
del que se supo ausente y desterrado.
Si músicas, atento y extasiado,
escuchara a su paso por el suelo,
más crecieron las ansias y el anhelo
del que se supo, sin piedad, burlado.
Tan sólo en las estancias de su huerto
pudo hallar ecos del soñar amado,
de la música exacta y del concierto
que estaba en las esferas dibujado
y era cobijo deleitoso y cierto
del humano dolor desacordado.
S AN JUAN DE LA C RUZ
Un frailecico, solo, desdichado,
perdido por el mal de sus amores,
a su amado buscaba entre las flores,
habiendo sus cuidados olvidado.
Un frailecico, pobre enamorado,
dejóse su cuidado y sus labores,
y en su pecho miró los resplandores
de la cierta presencia del amado.
Un frailecico, solo ante lo oscuro,
vistió de luz la noche y al hizo día,
y en prodigioso y nunca visto salto
alzose allá donde el amor más puro
amada con amado confundía,
y voló tras su amor a lo más alto.
S E INICIA LA AVENTURA Y
DON QUIJOTE NAC E
El rocín se trasmuta en Rocinante,
y un pícaro que luego fue ventero
al hidalgo convierte en caballero,
espejo y flor del caballero andante.
A Dulcinea, princesa deslumbrante,
algún mago la vuelve al retortero
y cambia su semblante verdadero
en malhadado y en vulgar semblante.
La aventura se inicia por la Mancha.
Los caminos aguardan. Todo empieza
a nacer en la mente de Cervantes.
Se levanta el telón. Castilla es ancha.
Y hay una luminaria de belleza
alumbrando entre pálidos instantes.
BRINDIS POR LA OBRA DE
MIGUEL D E CERVANTES S AAVED RA
¡Voto a Dios! Que dijera, en cualquier caso,
valentón o jayán o caballero;
¡Voto a Dios! Que dijera el escudero,
cuando el vino bebiera a cielo raso.
Gritos perdidos en el por si acaso
que fuera mentiroso o verdadero,
y es infinito concluyendo en cero
y aventura de llanto y de fracaso.
Sueños envueltos en melancolía,
patria de las palabras turbadoras,
vivir entre la ardiente fantasía
que va llenando de ilusión las horas,
¡y voto a Dios, que todo acaba en llanto,
y muere Don Quijote mientras tanto!
CON MIGUEL DE C ERVANTES
Fuera la vida hermosa si no fuera
por la mentira que nos hace implume,
por la sed que sin pausa nos consume
y nos acosa terca y sin espera.
La vida fuera hermosa si tuviera
a Dulcinea donde se presume
que han de estar el amor y su perfume
en su total presencia verdadera.
Pero los nidos huérfanos de hogaño
llenos están de sueños abatidos,
y en horas de cenizas y de olvidos
sólo nace la flor del desengaño:
¡Ay, amigo Cervantes! qué tristeza
que no fuera verdad tanta belleza.
EN HONOR DE S ANCHO PANZA
No fuera más famoso Lanzarote,
por sus muchas hazañas alabado,
como fuera aquel Sancho celebrado
si en Panza concluyera su estrambote.
De vivir y soñar con Don Quijote
el que fue campesino fue cambiado,
y, si S ancho primero fue llamado
luego pudiera ser hasta S anchote.
Don Quijote y su S ancho son pareja
que jamás se separa y siempre junta
vive entre su razón y su locura,
y tanto uno en el otro se refleja
que son como las mulas de una yunta,
siempre a la par buscando su ventura.
EN HONOR DE S ANCHO PANZA II
Cuando a solas estuvo el caballero
algo faltó a su ser y a su figura,
algo que permitiera a su locura
vivir entre lo falso y verdadero;
mas cuando tiene a Sancho de escudero
su palabra, tan llena de cordura,
envuelta en mil refranes se apresura,
con su hablar que revienta de sincero,
a retratar un mundo triste y cierto;
y siempre ya sabemos lo que pasa;
y ya no hay más dolor ni desconcierto
que el que el señor descubre si traspasa
la linde de su sueño, y, si despierto,
se sueña vencedor cuando fracasa.
EN HONOR DE S ANCHO PANZA III
Mas S ancho va llenando la mollera
de lo que el amo sueña tercamente,
y v creciendo, lenta, la simiente
que ínsulas y gobierno prometiera;
y cuando Don Quijote, en la frontera,
descubre la verdad y solamente
anhelara morir cristianamente,
S ancho sigue soñando su quimera.
Y propone al señor nuevas venturas,
si de pastor se viste y se disfraza
y al campo sale en busca de su amada
que tras alguna mata de verduras
esperará quizás o, en otra traza,
aguardará su dulce enamorada.
FELIX LOPE D E VEGA Y C ARPIO
Lope de Vega tenazmente escribe
lo que al vulgo divierte y maravilla,
y hay un galán honrado que acuchilla
a aquel que mereció lo que recibe.
Tras sus castas doncellas se percibe
el incorrupto brazo de Castilla,
mas no es entre doncellas sin mancilla
por donde Lope ardientemente vive.
Y una y mil veces, terco, se enamora,
y aun siendo sacerdote reincidía,
y, conjurado en el amor que adora,
de amor y por amor se arrepentía,
y hoy solamente por sus versos llora
un espíritu que arde todavía.
DON LUIS DE GÓNGORA Y ARGOTE
El andaluz altivo, el insolente
domador de la furia de lo oscuro,
alienta por su verso esquivo y duro
envuelto en oros y en cristal luciente.
El sol todos los rayos de su frente,
y el llano de su Córdoba, y un puro
universo naciendo en claroscuro
o en caverna de sombra evanescente.
Ecos indemnes y perennes huellas
donde vi vir mientras el tiempo vuela,
imaginando mucho, estrellas bellas,
transcurrir que en el sueño se consuela.
Y la belleza esconde tras su manto
un incesante lamentar del llanto.
DON LUIS DE GONGOTA Y ARGOTE II
S obre incierto tapete consumido
entre el oro y la espada se despeña
su dinero y su tiempo, y él se empeña
por ganar en las copas lo perdido.
Pintan bastos al nombre de Cupido
y sólo en soledades nos enseña
el glorioso prodigio de su peña
donde vi ve el amor y es abolido
el tiempo y su inclemencia y su constante
derribar mentirosos farallones
que al vulgar admiran necio e ignorante,
mientras su peña, en regios pabellones,
que nunca azar trocara en desventuras,
eternamente acoge sus criaturas.
GÓNGORA FRENTE A LOPE Y QUEVEDO
Góngora trasmutado en “Gongorilla”;
Valladolid de lágrimas cubierto
y valle del dolor y el desconcierto,
los cisnes hechos patos de Castilla.
Todo trastoca el, odio y sólo brilla,
siempre alentando por su sed despierto,
un acero que busca el descubierto
pecho que atravesar con su cuchilla.
Mucha cizaña nace de ese trigo
que cosechan las horas ocupadas
por el odio sin tasa al enemigo
del mismo palo astilla; oleadas
de taimadas palabras, sin testigo,
con dobles filos hieren despechadas.
DON FRANCIS CO DE QUEVEDO
Y VILLEGAS II
Quevedo, cojitranco y calavera,
mira los muros de su patria y llora.
Quevedo, sin quererlo se enamora
de Lisi que era sueños y quimera.
Quevedo, piedra trasmutada en cera,
luces y fuego, vesperal aurora,
que si brillara al fuego de su hora
después sólo ceniza y polvo fuera.
Sus contrarios relámpagos, su ardiente
voz de pasión y de dolor vestida,
prisionera en sus versos, escondida
tras palabras de amor, es un torrente
de infiernos y de glorias compartidas,
un crisol de memorias esparcidas.
LOS AMANTES DE TERUEL
Si en otro tiempo fueron fuego y llama,
hoy ya sólo ceniza los habita
y tan sólo la piedra solicita
retornar al amor que ella proclama.
Lo eterno y absoluto se reclama
en el amor que siempre resucita
y la sangre que en otra vive y grita
quiere alentar por siempre en la que ama.
Mas sólo del amor queda esa queja
que gime sin cesar, que es una lumbre
que de su ardiente fuego sólo deja
un resplandor lunar y una costumbre
que a nuevas almas uncirá a su reja
y a nuevas sangres llevará a su cumbre.
DON MIGUEL DE UNAMUNO
S oñando a Dios, en la Castilla altiva,
soñó una fe, que en la razón estrecha
sólo encontró motivo de sospecha
de la muerte total y decisiva.
Y fue Unamuno un alma en carne viva,
de mortal carne recubierta y hecha;
y fue su anhelo estremecida flecha,
prisionera de Dios y en él cautiva.
Tanto se contradijo y tanto dijo
que su verbo se pierde como un río
en la mar de la duda y, sin cobijo
que pudiese albergar su escalofrío,
buscaba a Dios con ansia, como un hijo
que la ausencia llevó de desvarío.
JUAN RAMON JIMÉNEZ I
Iba el poeta junto a la luz tardía
que ocultaba su oro en el poniente,
mientras sonaba prodigiosamente
su eterna y palpitante melodía.
Era su corazón un a elejía
por la luz que moría tan lentamente
y en la tarde dejaba la simiente
de otra luz que en el alba nacería.
En auro resplandor de la belleza
del inmortal instante alto y sencillo
se doraba la lánguida cabeza,
y la flor revestida de amarillo
el alma le llenaba de tristeza
y del fulgor radiante de su brillo.
JUAN ALCALD E S ANCHEZ
Dime, Juan, ¿dónde tu voz reposa?
¿dónde está tu palabra bien nacida?
¿dónde curas del alma aquella herida?
y ¿dónde tu retama se hizo rosa?
Dime, Juan, ¿no has hallado tras tu losa
el resplandor que te negó la vida?,
¿no vuela, tras tus versos escondida,
la más bella y celeste mariposa?
Aunque nadie responda, yo aseguro
que el agua que llevabas en tu noria
hoy es ya vino refulgente y puro,
y para siempre gozas de la gloria
que nunca te otorgó el vivir oscuro
desde donde me lleva tu memoria.
MIGUEL HERNÁND EZ
EL RAYO QUE NO CES A
Triste de amor en el amor insiste,
tanto que convirtiera todo en llanto;
triste de amor y tanto, tanto y tanto
que sólo fuera triste, triste y triste.
Triste de amor en el amor persiste
y va diciendo cuánto, cuánto y cuánto
lo sigue y lo persigue en dulce espanto
que de pena lo viste y lo reviste.
Desalentado en penas y azucenas,
su corazón, donde la pena estalla,
como mar que besara sus arenas,
espumoso y fatal, sólo se calla
cuando el cristal se rompe de sus penas,
por mucho que a la pena venga y vaya.
MANUEL MOLINA
Busco Manuel, en tiempo triste y frío,
la primavera alegre y soleada,
busco Manuel, la huerta cultivada
en paraje que fue sólo baldío.
Manuel sólo encontró un escalofrío
cuando buscó la luz de la alborada,
y, si buscó una patria mañanada,
sólo encontró un solar hosco y sombrío.
S ólo en la paz serena de su casa,
sólo entre los recuerdos de otros días,
le fue dado el vivir libre y sin tasa
sus honradas y limpias alegrías,
sólo allí pudo hallar la primavera,
que con Miguel soñó, ¡tan verdadera!
EUGENIO PADORNO
S obre el vivir a secas que proclamas
serena y tercamente vuela un ave
que irremediable mide lo que sabe
el absoluto mar que tanto amas.
Igual que ella, en silencio, ¡cuánto clamas!
cuánta espiral insomne y cuánto grave
volar tras de la estela de una nave
que, incendiada, llenó tu mar de llamas.
Así eres mar ardiente y refulgente,
brotando de un volcán que eres tú mismo,
o fuego diamantino y renaciente
que hace del oleaje un espejismo
donde la luz más abisal y urgente
amanece en las fauces del abismo.
SONETO
Tras dos años de muerte, tras dos inundaciones
de sangre que anegaban pueblos y cordilleras,
desalentados fueron aquellos corazones
que con tanta esperanza levantaron trincheras.
Amenazaban turbios y oscuros nubarrones
a aquel triunfante mayo y a sus rojas banderas,
y hombres que habían luchado con furia de leones,
envueltos en derrotas cruzaban las fronteras.
Aún volcánico el toro pudo volcar la suerte,
y a aquellos carceleros de aldabas y cerrojos
dejar, tras sus barrotes, cautivados y presos,
todavía pudo el toro luchar contra la muerte,
y, escuchando los llantos de innumerables ojos,
Miguel pintó su casa de esperanzas y besos.
BLAS DE OTERO
Sus ojos, ¡ay!, en el Nervión abiertos
vieron a España sepultada viva,
vieron a Dios y a su presencia esquiva
alimentar la sed de sus desiertos.
Sus ojos, ¡ay!, para soñar despiertos,
en una patria mártir y cautiva,
buscaron la esperanza rediviva
en la muerta esperanza de los muertos.
Hablándole a la inmensa mayoría,
a Pedro, a Juan, a todos juntamente,
tanto pidió la paz que parecía
su palabra una rosa incandescente,
una rosa nacida para el día
que a España mañanara diferente.
MIGUEL HERNÁND EZ, CANCIONERO
Y ROMANCERO DE AUS ENCIA
Miguel en cinco silbos se refleja,
cinco fueron los libros que él escribe,
cinco legados donde sobrevive
al olvido y al tiempo que lo aleja.
Los cinco silbos que Miguel nos deja,
son cinco estancias donde se percibe
el alma de Miguel, donde pervive
su inconsolable y tan amarga queja.
Desde lunas a ausencias el viaje
del perito, empujado por los vientos
va del pueblo a la pena, y lleva un traje
cosido con suspiros y lamentos
de un corazón crecido en el ultraje
de lutos y de llanto y sufrimiento.
II
Con la pasión volcánica del toro
y anhelando el cobijo de los besos,
sus labios, ya contritos y confesos,
eran un largo vendaval sonoro.
Siguió Miguel cautivo de su lloro
y caminando tras los besos esos
en que quedaron sus amores presos
tras un brillar de femenino oro.
Propicia fue la noche al desposado
y, al escuchar cantar los ruiseñores,
advirtió el despertar de nuevas flores
nacidas del cantar apasionado
de una sangre que en otra buscó aliento
y en ella iba sonando por el viento.
FLOR D E D ES OLACION Y DE QUIMERA
En la desolación de la quimera
un desdichado pájaro cautivo
cantó con canto tan ardiente y vivo
que a su voz envidió la primavera.
Su canto fue la enseña y la bandera
de todo lo soñado y fugitivo,
de lo fluyente por el cauce esquivo
que fuera inaprensible y fatal fuera.
El resplandor aquel de su hermosura
y la luz deslumbrante de su canto
fueron precipitados en la oscura
y silenciosa sima del espanto.
¡Su cantar era canto sin ventura,
para el pesar nacido y para el llanto!
TAMBIEN EN PROS A
Brillan también en prosa deslumbrantes
luces bajo palabras encendidas,
aconteceres, turbadoras vidas
engarzadas por mágicos instantes.
Brillan también en prosa lacerantes
desdichas, que no fueron concebidas
sino por ser por siempre repetidas
en puros corazones anhelantes.
Venturas y fortunas, avispero
de un mundo en la palabra edificado
donde el vivir al ensoñar mezclado
llega hasta mí desde el renglón primero.
¡Hermosas prosas siempre repetidas,
también vosotras sois del alma heridas!
LA CELES TINA
Es Melibeo Calixto, en el instante
en que divisa a Melibea en su huerto,
y desde allí su vida es un desierto
donde nunca se pena lo bastante.
¿Quién podrá detener ese incesante
gemir del mozo que ya vive muerto?
¿Quién podrá establecer ese concierto
de ansias que buscan el amor triunfante?
Celestina será quien lleve al gozo
al gimiente Calixto y a su amada,
ella será quien llene de alborozo
al que ante fuera llanto y pena airada,
ella será quien haga al triste mozo
poseedor de la carne deseada.
II
Ha triunfado el amor, pero los hados,
ante tanta ventura que semeja
la que en el cielo espera, tornan queja,
suspiros otro tiempo enamorados.
La codicia y maldad de los criados
asesina inclemente a aquella vieja,
y ellos también perecen, y no ceja
la muerte hasta dejarlos derribados.
Y el fuego os abrasa, y queda el llanto
y la piedad por tanto amor ardiente,
por aquellos que amaron tanto y tanto
hasta morir de amor incontinente,
y lo oscuro se abate tras un manto
de muerte desolada e inclemente.
LAZARO DE TORMES
Nacido junto al río y educado
por el astuto y despiadado ciego,
Lázaro va creciendo sin sosiego
por el hambre acosado y lacerado.
Tan sólo el escudero desgraciado
consigue la piedad del andariego
muchacho, que marido fuera luego ,
cuando más favorable fue sus hado.
Mas la fortuna, equívoca, no sabe
si es su mujer más mala o menos buena
que todas las que viven en Toledo,
y el caso finaliza, y sólo cabe
gozar con él su casa siempre llena,
sin escuchar al que murmura quedo.
GUZMAN DE ALFARACHE
Es pecador contrito y afligido
cercado por mil vicios y maldades,
camarada de engaños y crueldades
que fuera en el pecado concebido.
Es pícaro en asceta convertido
que, tras el albañal de las ciudades,
descubre el amargor de las verdades
ocultas al mirar desprevenido.
¡Cuán cruel ventura y malandanza cuánta
de su discurso lúcido destila!
¡Cuánto penar que al buen Guzmán espanta,
implacable, la araña teje e hila!
No hay salvación ante desdicha tanta,
que hasta pierde su trigo en la maquila.
S I MIGUEL TRANS CURRE
Destinos imperiales, madrugadas
en las que un mundo augusto amanecía,
mientras el orbe entero se rendía
al brillo embriagador de las espadas.
Palabras en la arena edificadas
que un mal viento borraba y deshacía.
S ólo quedaba el arte, la poesía
alumbrando las horas desoladas.
Mientras la vida de Cervantes pasa
las sombras van ganando la partida,
y él se aferra al recuerdo y a la escasa
luz que aún conserva la belleza herida,
la que guardó y alimentó su casa,
y fuera ocaso y alba estremecida.
LOS AMANTES DE TERUEL
II
Si una funesta y desgraciada suerte
impidiera al amor unir sus vidas,
sus memorias no fueron abolidas
y en silencio la piedra nos lo advierte.
Y fue su amor tan absoluto y fuerte
que son de amor y muerte las heridas
de las almas que yacen confundidas
y unidas para siempre por la muerte.
Y, aunque muertos de amor, su estrella brilla,
y está el amor uniendo estrechamente
a Isabel y a Juan Diego de marsilla:
y son como una piedra incandescente
donde su amor, que el tiempo nunca humilla,
brilla inmortal y alienta eternamente.
EL RAYO QUE NO CES A
II
Con el luto volcánico del toro,
anhelando el abrigo de los besos,
sus labios, ya contritos y confesos,
eran un largo vendaval sonoro.
Siguió Miguel gimiendo por su lloro
y caminando tras los loe besos, ésos
en que quedaron sus amores presos
por un brillar de femenino oro.
Mas olió por su huerta a desposado
y al escuchar cantar los ruiseñores
advirtió al despertar de nuevas flores
nacidas del cantar apasionado
de una sangre que en otra buscó aliento
y en ella iba sonando por el viento.
IÑIGO DE ES GUEVA
El pícaro nacido en el Esgueva
es pícaro moderno y cotidiano,
pícaro casi agreste y poco urbano
que habla y piensa como hoy poco se lleva.
En labios y morapio tanto abreva,
y también lo refleja en el arcano
romance renacido de su mano,
que en él resuena la perenne gleba.
Pornográfico, agnóstico y artero,
Iñigo es folgador incombustible
y cuerdo-loco y sabio burletero
que brujulea en el cauce impredecible
por donde corre su azarosa vida,
que en su libro reclama ser leída.
LA AS CENS ION AL PARNAS O
Poetas de amor y odio coronados
escriben sin cesar su antología,
Miguel también quisiera ser un día
famoso igual que los antologados.
Neruda y Aleixandre, deslumbrados,
por aquel corazón en donde ardía
el fuego de la vida y su alegría
en su amistad vivieron hermanados.
Cernuda y Federico, tercamente,
no admiten que el pastor se les iguale,
e, ignorando su voz, en lo que vale
a Miguel entristecen torpemente.
Mas Miguel con su muerte justifica
la entrada en el Parnaso que suplica.
SONETO PARA ADOLFO CELD RAN
Cuando Adolfo Celdrán canta o recita
se extiende una fragancia que rezuma,
los ecos de su mar y de su espuma
donde un agua rebrinca y se encabrita.
Cuando Adolfo Celdrán nos precipita
en recuerdos que habitan en la bruma,
aquello que pasó y aún nos abruma
en su palabra vuelve y resucita.
Tras su verso retorna lo vivido,
y el instante que fue es convocado,
y, Adolfo, de nostalgias revestido,
nos sumerge hasta el fondo en el pasado
y aquel fulgor que habita en el olvido
es, de nuevo, presente emocionado.
LAS GUERRAS
Atávica costumbre de dar muerte,
de asesinar con gritos y con artes
diversas y diversos estandartes
es la que llama guerra el que es más fuerte.
Hoy su voz espantosa ya te advierte
que pronto habrá de estar en todas partes
y que la luz y el aire que compartes
pronto estarán uncidos a sus suerte.
El orbe entero vestirá de luto
cuando los hombres caigan a millares,
cuando el temor ingente y absoluto
se propague por tierras y por mares,
cuando el odio más pérfido y más bruto
nos inunde de angustias y temores.
BUS CANDO UN CORAZON
Estoy buscando un corazón amigo,
alguien con quien hablar como un hermano,
alguien que me llevase de la mano
a la paz y al sosiego que persigo.
Más hubo de cizaña que de trigo,
y todo se perdió, fue intento vano
habitar aquel sueño de verano
que imaginé refugio y aun abrigo.
Si pudiera contar mi desventura,
sería mi senda más abierta y llana,
si compartir pudiera esta amargura,
no sería mi esperanza tan lejana.
¿Dónde hallar un remanso de dulzura?
¿Dónde la luz entró por mi ventana?
NO ES EL CIELO
El cielo que yo miro no es el cielo
es, tan sólo, una trampa mentirosa,
la rosa que contemplo no es la rosa,
que es breve resplandor y desconsuelo.
Tampoco es firme ni seguro el suelo
donde mi pie se asienta y se reposa:
la verdad huye, rauda y presurosa,
en imparable y desgraciado vuelo.
En mí mismo tan sólo yo me miro,
en pura soledad voy transcurriendo,
y solo voy del llanto hasta el suspiro,
de la ausencia al temor que estoy sintiendo,
así se vuelve el aire que respiro
nada y no ser en el que voy muriendo.
S I EVOCO ES TA ES TACION, A MI ME VEO
La estación ya no tiene viajeros ni vagones,
es una casa grande silenciosa y desierta,
solitaria y helada como una casa muerta,
sin flores ni jardines, ni voces ni canciones.
Poblaron sus andenes anhelos e ilusiones
de aquellos que esperaban que entrasen por su puerta
la promesa cumplida y la esperanza cierta,
aunque hoy la soledad habita en sus rincones.
Yo invoco aquella luz que alumbró la mañana
en que el niño llevaba un billete en la mano,
que imaginaba entrada para un mundo más bello,
como aquel que soñaba mirando la ventana,
otro mundo más dulce, mas hermoso y humano
que a los trenes llevaba su brillante destello.
FUGURAS DEL AMOR
Figuras que el amor ensalza y dora,
libres mujeres donde tanto brilla
bondad como belleza, maravilla
que a todos encandila y enamora.
El ama y la criada, la señora,
dulcísimas doncellas sin mancilla,
S ancha igual que S anchica. la chiquilla
que S ancho imaginó gobernadora.
Es vuestro amor el centro y más la entraña
que a todos da refugio y da consuelo,
mujeres del Quijote, flor de España,
fruto el más apreciado de su suelo
causa y motivo sois de tanta hazaña,
de tanto y tan largísimo desvelo.
EL AMOR D E DON QUIJOTE
Don Quijote jamás viera a su amada,
él amó a Dulcinea sólo de oídas,
y sólo en las palabras repetidas
pudo ver su belleza retratada.
S ólo en su mente estuvo aposentada
la imagen en que estaban contenidas
las más bellas y dulces y queridas
prendas de aquella dama imaginada.
Y su amor es tan fiel e indestructible
que aunque su amada vaya en un pollino
y labradora lo parezca y sea
el caballero juzga lo visible
falso y mendaz y artero desatino
de algún encantador de Dulcinea.
AL MONUMENTO A DON MIGUEL D E C ERVANTES S AAVEDRA
QUE S E INS TALO HACE C IEN AÑOS EN LA FACHADA
DEL AYUNTAMIENTO DE ALICANTE PARA CONMEMORAR EL
TERCER C ENTEN ARIO DE LA PUBLIC ACION DE LA PRIMERA
PARTE DEL QUIJOTE
Hace un siglo que fuiste entronizado
junto a la puerta del Ayuntamiento
y desde tu sitial, con vario acento,
el vivir de Alicante has contemplado.
Todo nació, creció y murió a tu lado,
tú escuchaste el susurro y el lamento
del verdadero amor y del violento
estertor del que fuese condenado.
Nos viste así en pos de la aventura,
corriendo tras el sueño, alucinados,
yendo y viniendo, desde el coro al caño,
y fue tu corazón todo ternura,
al saber que seríamos derrotados,
igual que tu Quijote lo fue antaño.
SONETOS : fin de parra pozuelo
PARRAGUEZ, IS MAEL
S antiago de Chile. Siglo XIX – 1.917
Poeta hallado en Internet.
ELOGIO DEL LIBRO
“El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha”
I
Mientras la risa en convulsión me agita
y todo yo como un alambre vibro,
dejo en la mesa el entreabierto libro,
y un niño sobre mí se precipita.
Es mi Waldo. -¿Por qué te ríes tanto?pregunta el niño, también él, riendo;
y una escena lejana reviviendo,
siento mi risa humedecer en llanto.
Recuerdo que a mi padre fui yo un día
¡y entonces era él quien se reía!
a interrogar su franco regocijo.
-Deja chiquillo que mi risa brote
como de un fresco manantial –me dijo¡ésta es la fuente! y me mostró el Quijote.
II
Y al nieto digo yo, que ve extrañado
juntarse llanto y risas en mi boca:
-No extrañes esto; tu pregunta evoca
escena igual en mi feliz pasado;
pues este libro de lectura amena
con que mis pesadumbres entretengo,
al solar español y al abolengo
nos ata con dulcísima cadena.
Lampos de luz sobre la vida arroja;
de un vano ideal nos muestra los engaños;
y con él a la vista, ya no hay duelos.
Con una carcajada en cada hoja,
viene desde hace ya trescientos años
cosquilleando a todos tus abuelos¡
III
El tuyo me contaba: En una oscura
prisión de un pueblo de la vieja España,
empolvada como una telaraña
y tan fría como una sepultura;
había un preso extraño que el lamento
ni las quejas acaso conocía;
por el contrario, en la prisión reía,
lanzando en carcajadas su contento.
Era un hombre genial; era un vidente
cuyas alas abiertas y gigantes
encadenaba el mundo torpemente.
Y él tomaba del mundo la revancha
copiándolo cual es… ¡era Cervantes
escribiendo “El Quijote de la Mancha”!
IV
Y es este libro de tal modo un foco
de contento, que el Rey, oyendo un día
que estando a solas alguien se reía,
dijo: Ese lee el Quijote… o está loco.
Porque en esta magnífica aventura
provocan nuestra hilaridad traviesa,
ora S ancho, inmortal en su simpleza,
ora e Quijote, fiel a su locura.
Van por esos capítulos floridos
el llanto con la risa confundidos,
la cruda realidad y el sueño vano.
Y al mirar su ficción a lo más hondo,
hay vértigo de abismo, que en el fondo
está la farsa del sainete humano.
V
A la entusiasta loa de tu abuelo,
quiero rendir rendido mi alabanza
para el libro inmortal, arca de alianza
entre el hispano y el indiano suelo.
Ya gustarás con risa a flor de labio,
con ojos codiciosos y brillantes,
el lenguaje divino de Cervantes,
jugoso y dulce, reposado y sabio.
Y al ver cuan rico es el idioma suyo
y creyendo escuchar a tus mayores,
tu pecho joven vibrará de orgullo.
Porque este libro, que en la lengua aroma
como en cerrada estancia frescas flores
es la espina dorsal de nuestro idioma.
VI
Fundió el autor sus tipos con el lodo
con que hizo Dios al amo de los seres;
tal son humanos hombres y mujeres
en este libro que lo acierta todo.
S ancho poltrón, mascando hasta en el sueño,
lleva orgullosos su apellido Panza;
y don Quijote emula con su lanza
en largo y recto y fiel para su dueño.
Las bestias, como engendros de sus amos,
van bajo sus palizas o reclamos
de la fama mundial por el sendero.
Y en todo el libro fulge Dulcinea,
fanal opaco de su oscura aldea,
porque es un ideal, como un lucero.
VII
Cuando explicar su fábula pretendo,
la luz me ciega, el vértigo me inquieta…
¡y veo más en él como poeta,
que como docto, análisis haciendo!
Tal, ve al sondar su luminosa hondura,
a los dos tipos de la humana feria;
cual, mira en S ancho nuestra vil materia
y en don Quijote nuestra esencia pura.
Tres siglos de sagaz anatomía
no violan el secreto todavía
y su análisis marcha sobre abrojos.
Mas yo sé te decir: tendrás contento
y habrá en tu mete un noble pensamiento,
mientras haya un Quijote ante tus ojos.
PARREÑO BALLES TEROS , FEDERICO
España. S iglo XIX
Oficial del Ejército. Poeta.
IGUALD AD S UPREMA
Allí van dos entierros diferentes:
uno lleva cortejo, cruz, carruajes,
y lleva clero con bordados trajes,
hermandad y estandartes relucientes.
El otro pasa aislado entre las gentes
no le rinden respetos ni homenajes:
no hay coches con vistosos atalajes
ni aún ataúd con franjas esplendentes.
Es el poema del orgullo humano:
más pronto cesa la reñida guerra
que alza en la sociedad su ruda mano,
pues luego que el sarcófago se cierra,
el polvo del monarca y del villano
se abrazan en el seno de la tierra.
PARRILLA, AMPARO
Cuenca. S iglo XX
Cursó estudios en la Facultad de Medicina de Madrid.
UN ANGEL S ONRIE
¡Oh sonrisa de un ángel suspendida
de una estrella que tiembla con viveza
y en su luz nos envía la realeza
de la rosa de amor que en ella anida?
¡Oh delicia del alma, receptible
al pincel de reinados de dulzura,
de la luz de una estrella de ventura
que la lleva a su ruta inextinguible!
¡Resplandece el matiz de sus colores
a través de su agraciada melodía
de la imagen que encierra sus fulgores!
¡Y perfuma de diáfana armonía
la ilusión de ideales seductores
que sonrisa de un ángel nos envía!
AÑORAN ZA
En fugaz lejanía temblorosa
de una escala de férvidas cadencias,
y ausente de cámara de esencias
que acaricia y sosiega silenciosa.
Con la diáfana fuente congojosa,
suplicante de cálidas presencias,
y quebrada de hondas transparencias
do moraba feliz e impetuosa.
¿Qué sutil cancionero la ha rendido?
¿Qué sin par maleficio de un torrente
angustiado a la fuente ha escondido?
¡Ay! ¡Qué lejos del tálamo impaciente!
¡Qué distante el regreso prometido
al lugar de su sueño refulgente!
MI LUCERO
Mi lucero me envía en luz fulgente
cada aurora su beso de armonía
y un suspiro de dulce melodía
que es canción en un soplo balbuciente.
En mi alma persiste luz creciente
de consuelo en mi cálida agonía
y su estela invisible es mi guía
al lugar de mi ámbito esplendente.
¡Oh, lucero, a ti llega mi sonrisa,
el solaz de mi alma atribulada,
el dolor de mi soledad sumisa!
Tú sostienes mi lágrima olvidada
en vuelo de nostalgias y de brisa
de la luz que me lleva a tu morada.
CLAMOR
¡Ay el ansia de un duelo que lacera
con tañer de un amor aprisionado!
¡Ay el ruego de un cántico angustiado
con piar de avecilla prisionera!
¡Ay la queja de impulso que quisiera
remontarse en un vuelo sosegado!
¡Ay paloma atraída a su collado
que se agita en su jaula plañidera!
¡Ay ensueño en deseo incontenido
de romper ligadura inquebrantable!
¡Ay anhelo de espacio indefinido!
¡Cómo atrae el destello presentido!
¡Cómo pena el clamor inconsolable
bajo arcilla que ahoga su latido!
AMOR
S oy tránsida de un cálido quebranto
consumida en un ansia inagotable,
de una luz traspasada en insondable
impaciencia y en céfiro de encanto.
Peregrina de un sueño que es el canto
de una queja que guarda un incansable
alentar a un espacio perdurable
hasta el mar conmovido de mi llanto.
¡ Ay, calmada mi sed, en ti huída,
enlazada a tu voz y confidente
en un lirio de gozos convertida!
Y feliz en mi lágrima ardiente
resbalar en silencio, aturdida,
por tus labios ansiosos, lentamente.
PAS CUAL, ANGEL MARIA
Pamplona. España. 1.911 – 1.947
Poeta hallado en Internet.
ENVIO
A ti fiel camarada. que padeces
el cerco del olvido atormentado.
A ti que gimes sin oír al lado
aquella voz segura de otras veces.
Te envío mi dolor. Si desfalleces
al acoso de todos y cansado
ves tu afán como un verso malogrado,
bebemos juntos de las mismas heces.
En tu propio solar quedaste fuera.
Del orbe de tus sueño hacen criba.
Pero, allí donde estás, cree y espera.
El cielo es limpio y en sus bordes liba
claros vinos del alba, Primavera.
Pon arriba tus ojos. S iempre arriba.
MUCHO NOS ENS EÑO, A JOS E ANTONIO
Mucho nos enseñó. Fue lo primero
juntar los derramados por el suelo
sagrado, en escueto haz –acero y vuelo-,
desdén por todo lo perecedero.
Y nuestro amargo barro y altanero
aceptó el ardo yugo, y el desvelo
de la noche estrellada, y el anhelo
de abnegación con hito de lucero.
Y pasó el tiempo eterno y breve. Un día
subió a lo alto a contemplar España
total, inmensa –solana y umbríaY con su fin transustanció la huraña
y señera soberbia en temple ardiente,
a la obediencia o mando indiferente.
PAS CUAL, JORGE
Monte Quemado. S antiago del Estero.
Argentina. 1.949 – 1.984
Periodista y Poeta hallado en Internet.
SOY
S oy, lo confieso, hombre común y abismo,
provinciano ademán del universo.
Padre, esposo, oficinista inmerso
en profunda rutina. Un espejismo.
Contento y descontento, anda en mí mismo
como en un traje ajeno. En el reverso
de mi voz cotidiana acecha un verso.
Un grito agazapado en mi mutismo.
S oy, sobre todo, un signo de pregunta
ante un espejo diario que me apunta.
S oy un cobarde que acepta toso reto.
Aún me busco, aunque perdí la pista.
S oy padre, esposo, amigo, oficinista...
Alguien que se refugia en un soneto.
PAS CUAL LIRA, ROS ARIO
Osuna. Sevilla. 1.912 – Sevilla. 1.998
Poeta hallada en Internet
SONETOS
I
¡Dios te salve, María, Niña hermosa,
que fuiste por tu hijo la escogida
para ser, sin pecado concebida,
por ser toda hermosura y casta esposa!
¡Prendado de tu gracia generosa
y en la tierra anhelando santa ejida,
arrullóse en tu seno, donde anida
para hacerse Mensaje, Ofrenda y Rosa!
Así, Febo te da sus resplandores,
las estrellas te besan una a una
y los iris te ofrendan sus colores.
La luna, quebrantada en mal de amores,
tus rezos y canciones fiel acuna,
y fragancia y color te dan las flores.
II
¡No lloradme el día que me muera;
cantadme una canción que mi alma en vuelo
se eleva a una mansión del sacro Cielo
donde un Juez-infalible nos espera!
En la fosa estaré, -como cualquiera-,
mas a Dios gracias, tengo el gran consuelo
de crisálida ser, y venzo a un suelo
donde larva y gusano siempre fuera.
Fui esperanza por el reloj vencida;
débil cuerda en maroma de la suerte,
y marioneta de ilusión vestida.
Hoy no temo a la zarpa de la muerte
como temo a los antros de esta vida
y a su ley dominante del más fuerte.
III
Hoy quisiera expresar en lo que escribo
la flor de un pensamiento que en mí mora:
consuelo de mi alma cuando llora
y del cual me alimento, gozo y vivo.
Ofrendarlo al mundo do convivo
es tarea que intento y me devora;
pues jamás en mis trazos, ay, se aflora
el mensaje que en mí vive cautivo.
A romper la gran valla que me frena
esfuerzo más y más la torpe pluma
que no asume cantar mis sentimientos.
Ante esta impotencia que me abruma,
mi espíritu cantor hoy se rebela
e intenta infundirme fe y aliento.
IV
Amapola que bordas el trigal
de incitante canción cascabelera;
cándida flor que sol de amor esperas
prendida de ilusión primaveral,
aunque airosa te vistas de coral
y a la vida sonrías placentera,
tu lampo es sólo sueño, una quimera,
porque breve es tu vida terrenal.
Y, como tú, amapola y demás flores,
como fauna del mar y de la tierra,
el hombre es un suspiro; luz de ocaso...
Un suspiro de goces y dolores
que construye su mansión postrera
en breve caminar de paso a paso.
V
Yo me llamo Rosario Pascual Lira,
y, quisiera fundir entre mis manos,
mil rosarios pascuales soberanos
con las cuerdas del marco de mi lira.
Que, a su tañer, el polen que se aspira,
de antídotos se anegue, de aires sanos,
do florezca un mundo más humano
exento de conjuros y mentiras.
S obre la piedra que, afilada y dura,
nos hiere y atormenta nuestros pasos,
pongamos almohadas y ternera.
¡Todo pasa: riqueza y hermosura,
poder... mas, a Dios gracias, no hay ocaso
para el hombre cabal, de alma pura!
VI
Mis poemas estoy recopilando,
pues, débil mi salud, mucho me temo
que, Aqueronte en su barca, de amplios remos
una plaza me esté ya preparando.
Haré ese viaje no sé cuando;
tributo que a la vida le debemos,
y, aunque prisa a pagar jamás tenemos...
no está mal que me vaya preparan do...
De sonetos, archivo más de ciento;
de cuartetas, el doble según creo;
y de romances, mil. ¡Y yo no miento!
Todos juntos no valen un sarmiento,
pero, en todos me gozo y me recreo
porque son de mi carne y pensamiento.
AL OLIVO
Te respeto, te admiro y te venero,
a tus pies milenarios hoy me inclino,
que un mandato del cielo fue tu sino
de sacrificio y pan olivarero.
Muy dócil ante un mundo ingrato y fiero
que a la miel de tu fuerza un día vino,
para, igual que a la espada de Longino,
manchar de S angre S anta tu madero.
Cara al sol y a los dioses elementos
entretejes y bordas sendos lazos
para ofrenda de vida, sombra y cuna.
Y te peinan los dientes de la luna,
te caricia el rocío, y, son tus brazos,
de mi suelo andaluz, crisol de alientos...
A TI MATRONA
Trabajaste, matrona, noche y día
recogiendo, paciente, bellas flores
que, entre gritos, quejidos y dolores,
el rosal de la vida te ofrecía.
No pudiste gozar de la alegría
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que la vida ofrece en mil colores,
y, hasta el mismo Morfeo -¡ya no llores!de tus ansias de sueño se reía.
¡Del rigor del invierno fuiste helada;
del fulgor del verano fuiste fuego;
te adornaste de escarcha y de rocío!
Y tus manos –de seda sonrosadacubrieron con amor a un mundo ciego
que ignoró, siempre ciego, tu hambre y frío!.
BOSQUEJO DE MIS CUATRO HIJAS EN
FEBRERO DEL 63
¡Muy guapa es Paquita! ¡Es flor candorosa,
de ojos melados y cutis trigueño;
muy noble y cristiana, mas… no tiene dueño
por ser delicada y muy quisquillosa!
Le sigue Rosario, ¡Llamémosle Rosa,
rosal de ilusiones, de cantos y ensueños!
gentil y graciosa, venció a un paradeño
y ya es madrecita y modelo de esposa.
Juncal y morena… ¡mi esbelta Leonor:
exótica flor con ojos de mora;
anida ilusiones y espera el amor!
Da fin la pequeña: De rubio color,
picante y traviesa.. ¡por todo me llora
y cuenta las horas por verse mayor!
A LA MEMORIA D E RAMON GOMEZ DE
LA S ERNA, POR HABERS E BAUTIZADO UNA
CALLE D E PARAD AS CON S U NOMBRE.
¡Hoy luce Paradas alegres crespones;
su fuente de plata se exhibe orgullosa;
elevan plegarias las almas piadosas,
de aquí a los confines de lejos rincones!
¡Allá en las alturas entonan canciones;
florecen las mieses y el viento reposa;
arriba un poeta, de alas de rosas,
a lares ocultos de extrañas regiones!
¡Extraños viajes por nubes y cielos;
extraños caprichos; greguerías sin cuentos
ansias incumplidas de intensas ternuras!
Hoy, la caravana de tantos anhelos,
se eleva triunfal y, recitan los vientos,
del gran ramonismo, ¡las bellas locuras!
A MANOLO NAVARRO, POETA EXTREMEÑO
Y S EVILLANO POR EL S ONETO QUE ME HA
DEDICADO EN LA REVIS TA “ALDEA”
Tu soneto rasgaron de mi lira
las cuerdas oxidadas de mis años,
a su nuevo vibrar, sentir extraño
inundó mi espíritu de onira.
¡Hoy me honra esa hermosa humana mira
de verte en el taller que tanto extraño,
bordando con amor un magno paño
que da abrigo a mi apellido Lira!
¡Te inspiraste en la faz de las estrellas
que, captando la imagen de tu cante
hoy te invitan a convivir en ellas!
¡Gracias mil, es bien poco! ¡No es bastante!
Armaste de amor antigua huellas
de esta fiel compañera en todo instante!
VOZ D EL PUEBLO PARAD EÑO EN HONOR
DEL PADRE DON RAFAEL BAREA DIAZ
¡Yo reclamo un altar y un monumento
a tu excelsa figura, santo padre,
por toda tu tristeza ante el desmadre,
por toda tu alta entrega al sufrimiento!
¡Por tu sotana rota en detrimento
del llanto por el pan de cada madre;
por tus pasos gloriosos: sacro hojaldre
para ofrenda de fe y de alimento!
¡No basta abrigarse en la memoria
del pueblo paradeño que te ama,
que te lleva en las andas de su pecho!
¡Tú tienes, santo padre, fiel derecho
a ese trono y altar que hoy te reclama
una página en blanco de la Historia!
A MI ENTRAÑABLE AMIGO Y PROFES OR
DON ANTONIO LEON ROMAN
A ti, amigo León, de garras mansas,
te quedo tiernamente agradecida
por líneas de tu zarpa esclarecida
que irradió nueva luz a mi esperanza.
Merecer tanto honor ¡por Dios no alcanza
esta pobre paloma alicaída
que, a las cañas del suelo siempre asida
aletea soñando lontananzas!
¡Gracias mil por las notas de frescura
que prendiste en las plumas de mi alma
soñadoras de vuelos de otra altura!
¡Ay de mí, imposible esa ventura
de silencios de rezos y de calma
do se duerman mis ansias de locura!
A MI RECORDADO PROFES OR
DON NICANOR MORILLO
Releyendo unas líneas, profesor,
mar de llantos mis ojos anegaron;
recuerdos en mi pecho despertaron
de rabietas de cantos y de amor.
¡Rememoro, henchida de fervor,
las horas que en su lar prestas pasaron;
las flores que a mi infancia perfumaron
y el desvelo de usted, don Nicanor!
¡Hoy prendo, a ese homenaje que os ofrecen
los que abrieron sus cáliz mañanero
al calor de su aliento y áureos rezos,
antiguas malvalocas que florecen
evocando afecto verdadero
y mi torpe rimar en albos besos!
A MI EXIMIO PAIS ANO, EL “BACHILLER”
DON FRANCIS CO RODRIGUEZ MARIN
¡Qué importa si tu cuna fue mi cuna,
insigne escritor de mi patrio suelo!
Si al nacer nos besó un mismo cielo,
no así, ¡ay!, besóme tu fortuna.
Añorando tu sombra cual ninguna,
tras tu senda se fue mi firme anhelo;
mas ¡pobre y alicaído ya mi vuelo,
tus huellas perdió “Bachiller de Osuna”!
¡Fuiste noble, sencillo y fiel cristiano;
investigador y comentarista;
sal y flores brotaron en tus manos!
¡Hoy me honra llamarte mi paisano,
patriarca poeta, folklorista
y orgullo de mi pueblo sevillano!
BUS CANDO LA S ALUD
Buscando la salud que se me hurtaba,
a S ánchez de la Cuesta, llegué un día.
Me dijo que gran cosa no tenía
y, además, que su haber no me cobraba.
Como fama de sabio él gozaba,
e la nueva visita que le hacía,
alusión quise hacer a su valía
y el sabio contestó, que él, rebuznaba…
A este hombre de ciencia, poco entiendo;
pero sí me hace ver al ignorante
que tras la falsa fama va corriendo.
Recobrar la salud ya estoy sintiendo,
pues, si tanto aprendí en un instante
¡cuánto más aprendiera al seguir yendo!
AL DOCTOR DON GABRIEL S ANCHEZ
DE LA C UES TAA, AGRAD ECIDA
Lamentábame, doctor, y con razón,
de mi escasa experiencia y poco tino:
dudaba entre enviarle cierto vino
o la sabrosa guitarra de un jamón.
De tal forma aumentó mi confusión
que, enterado don Alfonso, mi vecino,
dadi voso en mi ayuda presto vino:
conocía vuestros gustos y afición.
Hoy admiro, don Gabriel, la gracia pura
que del Padre habéis sabido merecer,
pues no cabe, a mi juicio, más ventura.
Don Alfonso pinceló con tal soltura
que cual magia vi a este hórreo aparecer,
así, os mando mi soneto y la pintura.
RECORDANDO AL PO ETA
MIGUEL HERNAND EZ
¡No está muerto, Miguel, estás dormido:
La túnica de tierra mancillada
que vela tu floresta perfumada,
se estremece al vibrar de tu latido!
¡S oñaste: de una roca… blando nido;
de un gruñido… la flor de una balada;
de un ocaso el fanal de una alborada
y, del vacío… ¡tu alto contenido!
¡Ay dolor de aquel gran quebrantamiento
de tus mágicas alas de sirena
que aún nos brindan frescor de sus aleteo!
¡Tú no has muerto, paloma; tú está plena
de vivientes celajes del torneo!
Con nosotros están ¡tu voz y aliento!
A ALFONS INA S TORNI (NOVIA D EL MAR)
Del albor de la mar te enamoraste
y del cielo no viste la hermosura.
En tu pecho, sediento de ternura,
castillitos de espuma fabricaste.
¡No hallando una rendija do asomarte
en tu cárcel de ensueños y torturas,
sólo viste, del mar, la inmensa albura,
y en sus brazos de luna te arrojaste!
¡Tu mirada prendiste al ancho cielo
en tu último adiós. Estremecidas,
refulgentes estrellas descendieron!
¡Constelación de luz, ¡ay!, que no vieron
tus ojos de esperanzas ya dormidas
entre sábanas blancas de tu anhelo!
LLAME AL CIELO
A las puertas del cielo yo he llamado
y el cielo –así es- me ha respondido.
Desde entonces, deseos he sentido
de dar a conocer lo que he logrado.
Hoy me gozo y me siento compensado
de los muchos azotes que han sufrido
mi espíritu y mi carne… si han valido
para hallar ese reino tan sagrado.
Hoy ofrendo un mensaje: ¡valentía
para afrontar las ruedas de un destino
que es la luz y esperanzas de un mañana.
Posesión de otra era soberana
que cualquiera no halla en su camino
por negarse a creer tanta alegría.
PAS O, ENRIQUE
España. S iglo XX.
INVOCACION
Te llamo; ven aquí, dulce locura,
mujer fatal que rige mi destino.
Ven y pon, generosa, en mi camino
la nota de color con tu hermosura.
Tus labios rojos, de sin par frescura,
serán, en la tristeza de mi sino,
lo que es para el sediento peregrino
el agua de una fuente fresca y pura.
Cese, pues, tu rencor, mujer divina;
sobre mi pecho y sin temor, reclina
con languidez tu cabecita loca:
y ya que se terminan tus enojos,
besaré los zafiros de tus ojos
y el madrigal sangriento de tu boca.
PAS O, FERNANDO DEL
México. Siglo XX
Poeta hallado en Internet.
SONETOS MARIANOS
I
Que te acaricie yo, tus pechos, ave,
como rezar las cuentas de un rosario.
Y que mi amor badajo y campanario
te lo replique yo, que yo te clave.
Que sean mis manos, de tus muslos, llave.
Tu rosa, de mis dedos, relicario,
y en su fronda la lengua de un canario
con mi lengua, la sal, que yo le lave.
Nada más eso pido, quiero, ruego.
A eso me dedico y a adorarte.
A quererte, y a eso, me consagro
Y te juro, las manos sobre el fuego,
que volveré otra vez a codiciarte
cada vez que me cumplas el milagro.
II
Una paloma tengo, que corusca
en mis insomnes noches, que se sueña
el ave, Ave María, que te preña.
Una paloma tengo, que me ofusca
la vida y los sentidos, ciega y brusca.
Una paloma tengo, que se empeña
en tener palomar, en una dueña.
Una paloma tengo, que te busca.
Cuídate de sus alas, de su canto.
Si no la quieres bien, no la provoques
que esta paloma –cuídate- te encuentra.
Si has de quererla mal, no la ames tanto,
no la llames ya más, ya no la toques,
que si ve el cielo abierto vuela y entra.
III
DE mi color, mi pelo, mi estatura,
y prendida a tus pechos y tu ombligo,
cogida de tus muslos y al abrigo
de una olorosa y cálida espesura,
con mi voz, mi talante, de mi hechura,
y de tu vientre el fruto y el testigo,
tendrás María, y la tendrás conmigo,
de mi piel, con mi piel, una criatura.
Y ese hijo, María, niño y hombre,
de quien tu cuerpo es fuente y atarjea,
cuna, pesebre, cama, bebedero,
ya fue, ya es, tiene mi nombre,
le pese a quien le pese y a sí sea
que le pese a tu cuerpo todo entero.
IV
La codorniz, la garza, la marina
gaviota que se fuga con el día:
de todo, Ave María, esa avería
que te ciñe y te baña, te fulmina
con plumas y candor, que te ilumina,
te bendice y te llama Ave María;
de toda esa volátil letanía:
la paloma, el gorrión, la golondrina,
déjame ser el ave que te cubra
como un cisne caído desde el cielo
con relámpagos blancos y con alas,
el ave que se asombre y te descubra
volando, por tu cuerpo, a ras del suelo
en un viaje sin fin y sin escalas.
V
Media naranja mía, dulce piña,
Ave María frutal, tierna manzana,
breva de la pasión, uva lozana,
tamarindo del sol, silvestre viña.
Ave frutal, María, ácida niña,
pomarrosa del viento y la mañana,
cereza azul, guanábana temprana,
fruta del mar, del cielo y la campiña:
quiero morder y remorder mi culpa
en esa carne que al Creador le plugo
labrar en surco para mis semillas,
y en sus mojados gajos, en su pulpa,
quiero el alma exprimir, vaciar mi jugo,
para morir de amor, y de rodillas.
SONETOS PARA LUGARES COMUNES
I
Es tan blanca, tu piel, como, la nieve.
La nieve quiere al sol, por lo brillante.
Y el sol, que s enamora en un instante,
se acuesta con la nieve y se la bebe.
El sol, aunque es muy grande, no se atreve
a hacerse olvidadizo y arrogante:
se acuerda de su novia fulgurante
y se pone a llorar, y entonces llueve.
Y llueve y llueve y llueve y de repente
la lluvia se hace nieve: esta mañana
que nieva tanto en Londres, y ha nevado
luminosa y nupcial y blancamente
en jirones, tu piel por mi ventana,
ningún sol, como yo, tan desolado.
II
Como el oro, por rubio, es tu cabello.
El oro y el otoño, que es tu hermano,
se despiden, volando, del verano
y viajan, río abajo, por tu cuello.
Y yo, que me robé y guardé un destello
en el hueco más claro de la mano,
una carta, en las hojas de un manzano
te escribo con su brillo, la embotello
en un litro de luz y te la envío,
y dice así: “el mar, mi casa entera,
el corazón, mis ojos, cinco rosas:
por ahogarme de nuevo en este río
de dorada quietud, qué no te diera:
mi peso en oro, en sol, en mariposas...”
III
Tus ojos son azules como el cielo,
el cielo es una diáfana mentira,
la mentira, una garza que suspira
por besar a una estrella a medio vuelo.
La estrella es un secreto de tu pelo,
tu pelo es una llama que delira,
y la llama un espejo en que se mira
con la lengua de fuera, un toro en celo.
El toro, por amor, está de hinojos,
el amor es de nubes transparentes,
las nubes son de un sueño y van de viaje,
y al final de ese viaje están tus ojos
que se bañan, desnudos, en las fuentes
más azules y claras del paisaje.
IV
La rosa es una rosa es una rosa.
Tu boca es una rosa es una boca.
La rosa, roja y rosa, me provoca:
se me antoja una boca temblorosa.
La roja, roja sangre rencorosa
de la rosa, que quema lo que toca,
de tu boca de rosa se desboca
y me moja la boca, ponzoñosa.
La pena, pena roja de mi vida,
de no vivir bebiendo ese lascivo
licor de boca rosa y llamarada,
rubor de rosa roja y encendida,
me ha dejado la boca al rojo vivo,
del rojo de una rosa descarnada.
SONETO DE LA ROS A ENAMORADA
¿A dón de fue la rosa, la más fina
entre todas, la rosa invertebrada?
Se fue la rosa tras la rosa amada,
la rosa elemental, rosa de harina.
La rosa cenital, rosa marina,
¿A dón de fue la rosa inmaculada?
Tras de su sombra fue, tras de la nada,
la prodigiosa rosa cristalina.
¿Se deslumbró la rosa con su estrella?
No hay más hondo dolor, pena más honda,
que a la rosa, por rosa, la consuma.
¿Se fue la rosa tras su propia huella?
Se fue, sedienta de su amarga fronda,
ciega, la rosa, con su propia espuma.
SONETO DE ARTE ANTIGUA
Esto que ves, mester de cetrería,
es un balcón en tuyo seguimiento.
Si alas te dan tan cruel acaecimiento,
si te encogollas con la mi porfía,
si este dulcisonar de flechería
melifluye con tal atontamiento
pues será menester un tornamiento
de tú, cierva, de yo, la montería.
Si no puedo ferir, catando de ello,
yo te diré: mis manos son un cuenco,
ven a beber, y que al venir a hacello
muera de sed el último podenco:
Nunca fuera, señora, Amor tan bello
la cierva dulce, el cazador mostrenco.
PAS O Y CANO, MANUEL
Granada. 1.864 – Madrid. 1.901
Poeta, periodista y autor dramático.
Hermano de Antonio.
A CRIS TO
Te llaman la miseria y los pesares,
hambre que gime, cólera que estalla,
y en el fiero trajín de la batalla
tus hijos que se matan a millares.
Oficia la mentira en tus altares
y gobierna a tu pueblo la canalla;
rugiendo por las tierras y los mares,
oye, si no, la voz de la metralla.
La dinamita a gritos te ha llamado.
¡Nada hiciste al morir! grita iracundo,
este mundo irredente y desquiciado,
quiere tu sangre, manantial fecundo,
baja otra vez a ser crucificado,
¡vuelve, S eñor, a redimir el mundo.
PAS O Y DELGADO, NICOLAS
España. S iglo XIX.
Fue Rector en la Universidad de Granada en 1.875
Poeta hallado en Internet.
S onetos publicados en la revista “LA ALHAMBRA”
en 1.840
SONETO
“Linda, y graciosa, y bella, y hechicera,
y celeste, y divina, y dulce, y pura,
y modelo perfecto de hermosura
y grata flor de alegre primavera”.
¡Con qué rara elocuencia lisonjera
a la beldad ensalzas con locura!
Cada cual nuevos símiles procura
buscando aquella voz que más pondera.
Yo, mi bien, de otro modo diferente
quiero expresar mi llama abrasadora:
nombres que se repiten vulgarmente,
humo son que en el fuego s evapora.
¿No explica más lo que mi pecho siente
un suspiro del alma que te adora?
SONETO
¿Viste acaso en noche tenebrosa
iluminarse el mundo un breve instante,
al resplandor de llama rutilante
que el ancho espacio llena fulgurosa?
¿Viste entrar en la enramada umbrosa
el rayo de los cielos centelleante,
que troncha y tala el álamo gigante
y la encina robusta y orgullosa?
Pues más brillan tus ojos hechiceros
¡oh mujer sin igual encantadora!
vivos, claros, ardientes cual luceros
y mata su mirada seductora
más que del rayo los reveses fieros,
más que su altiva lumbre destructora.
TU MIRADA
Ni la dulce purísima alegría
del infeliz que mísero gimiera
cuando su flaca mano descubriera
rico tesoro entre la tierra fría;
ni el gozo singular que sentiría
el que abatido ciego padeciera
cuando su vista el arte le volviera
y adorase la luz del claro día;
ni el entusiasmo del que a Dios implora
pisando del patíbulo la grada
cuando el justo perdón llega en tal hora;
igualan de mi mente enamorada
el contento ¡mujer encantadora!
cuando la vida bebo en tu mirada.
PAS TOR DIAZ, NICOMED ES
Vivero. Lugo. 1.811 – Madrid. 1.863
Académico de la Real Academia Española,
ocupó la silla “k” de 1.847 a 1.863.
Escritor y poeta. Colaboró con Ros de Olano
y Espronceda. S ecretario del Gobierno Civil
de S antander. Gobernador de S egovia.
Poeta hallado en Internet.
EL S UEÑO DE ENDIMIÓN
Reclinada la frente entre beleño
yace Endimión dormido en la montaña,
mientras del cielo que su oriente empaña,
leve Diana desarruga el ceño.
Callada sigue su amoroso empeño,
rebozada en la luz que al joven baña:
No era para un mortal dicha tamaña;
y él sigue hundido en su aplomado sueño.
También así, Señora, en el olvido,
so la quiebra más honda del Parnaso
el que mi numen fue, yace rendido.
Movéis de Oriente el rutilante paso,
y él triste sigue, a su pesar, dormido:
¡Su helada inspiración toca al ocaso!
SONETO
¡S alve, sombra del Cid... sombra gigante!
Yo te acato en tu tumba abandonada;
que a quien tanto por Dios vibro su espada,
sólo el templo de Dios tumba es bastante.
En vano el siglo intentará arrogante,
después que ha profanado tu morada,
erigir a tus restos tumba alzada,
¡columna que hasta el cielo se levante!
El van dálico siglo que ha perdido
cuanto del gran Gonzalo nos quedaba,
de guarda fiel el galardón desdeña;
y por sus propios hechos desmentido,
verá buscar al héroe... ¡dónde estaba!
¡En su tumba, S an Pedro de Cárdena!
PAS TORCICH, RUTH MIRIAN
Bahía Blanca. Buenos Aires. Argentina. Siglo XX.
Poeta hallada en Internet.
EN UN A TARD E AZUL
Pronunciaré tu nombre ansiosamente
en una tarde azul como el ensueño
enredando la gracia de mi sueño
sobre nuestro anhelo frente a frente.
Entonces surgirás de la distancia
como en auxilio a mi pasión ingrata
para aplacar la pena que me mata
atrapada de amor por tu constancia.
Arderán mis mil besos como el fuego
buscando la senda ilusionaria,
por donde está el rastro del encuentro.
En un paisaje lleno de sosiego
derramando fulgores y plegarias
para borrar a tanto desencuentro.
PAS TORI, LUIS
Venezuela. Siglo XX
SONETO PARA NO OLVIDAR A VALENCIA
Pueblo para el amor, arquitectura
de naranjal feudal y de violeta,
lápiz para el poema del poeta
y color en sazón y luz madura.
Amigo del amigo y su aventura
-importancia que el ánimo decretaa este pueblo del sueño del poeta
le está cantando un lago en la cintura.
Detrás del humo la postal se cierra
y el corazón entonces se figura
que es el olvido mismo el que se olvida,
tierra que no parece ser más tierra
sino cielo y limón y arboladura
de las barbas de Dios hacia la vida.
S IEMPRE CREC E UN PINO
Marchándome sin prisa, como vino,
y agitado en su copa por el viento,
mi corazón es un arroyo lento
en cuya orilla siempre crece un pino.
En cuya orilla siempre crece un pino,
mi corazón es un arroyo lento,
agitado en su copa por el viento,
marchándome sin prisa, como vino.
Marchándome sin prisa, como vino,
agitado en su copa por el viento,
en cuya orilla siempre crece un pino.
En cuya orilla siempre crece un pino,
mi corazón es un arrollo lento,
marchándome sin prisa, como vino.
VERS OS DE OTRO Y DE UNO PARA
FED ERICO GARCIA LORCA
ANTICIPAD A PRIMAVERA
El crimen fue en Granada, en tu Granada:
¿Quién dirá que te vio y en qué momento?
Afuera tiembla de pavor el viento,
mientras flota sin ti la madrugada.
Y quiero ahora no decirte nada
de lo que hizo la muerte aquel momento:
un escaparse, un abandonamiento
del cuerpo y de tu alma desvelada.
¿Quién lloró por los ojos arrancados,
por tu voz de naranjos enlutados
y tu sangre en vaivén como la ola?
Pregúntaselo a alguien que quisiera
llorar de anticipada primavera
en el invierno de una casa sola.
SONETO CON OTRA LUNA
Bajo el olivo es donde el polvo siente
crecer su corazón continuativo:
Federico, también bajo el olivo
crece tu eternidad continuamente.
Allí, en el fondo de tu adiós cautivo,
te visitan las noches del relente
y en los chopos la luna en su creciente
le hace creer al mundo que estás vivo.
Con otra luna, la de pergamino,
toca Preciosa desde el verde pino
mientras le esponja el traje su donaire.
Y en lejano olivar, el entreliño,
en un agota de agua busca un niño
la voz que no encontrara por el aire.
PAS TRANA, C ES ARE
S alta. Cafayate. Argentina. 1.966
Poeta hallado en Internet.
INVIERNO
Paisaje ahumado de melancolía
pintó un copo blanco al cerro bordado,
tomó la imagen del árbol podado,
trazó en calles pasillos de abadía.
Las manos del sol amparan los días
moldeando nubes del tiempo llegado;
la luz triste aún no se ha apagado
y conquista el frío esta soberanía.
Al caer estrepitosa la noche honda,
una lechuza solitaria ronda
aletargando el valle y su bonanza.
Pero en los hogares arden los leños
alimentando los traviesos sueños
para que no se escarche la esperanza.
PATAN, FEDERICO
México. 1.937
Poeta y Escritor.
MIS TERIO Y AS OMBRO
Mi cuerpo, amor, junto a tu cuerpo erguido,
lado a lado enraizados en la vida,
arando el verde campo del sonido
donde en simiente el ansia se suicida.
MI cuerpo, amor, junto a tu cuerpo herido.
Tu cuerpo flecha que en el viento anida
un intento fugaz de ser hendido
por el ardiente vuelo de otra herida.
Mi cuerpo, amor, junto a tu cuerpo espiga,
tu cuerpo sublunar, ya enriquecido
por la tierra fugaz que lo fatiga.
Tu cuerpo fruto que en perfil dorado
la tarde llena con olor de nido:
tu cuerpo misterioso y asombrado.
PATMOS , GUILLERMO
España. S iglo XX.
Poeta hallado en Internet.
S EVILLA EN LA DIS TANCIA
Se recorta en el cielo y te acompaña,
la Giralda gentil, pétreo alborozo.
Guadalquivir, de mar, fluvial esbozo.
Barrio de S anta Cruz. Plaza de España.
Tibia nocturnidad que el alma baña,
primavera hispalense, llanto y gozo,
que la distancia trueca en negro pozo
si la ausencia cruel tu vista empaña.
Y mirarás, tal vez, la luna llena,
y soñarás, quizás, la maravilla,
de ver pasar sutil, la Macarena.
Mitigarás así tu pesadilla
sintiéndote correr por cada vena
pálpitos y latidos de S evilla.
PATTERS ON MEDRANO, GUILLERMO
Panamá. Ciudad de Panamá. 1.884 – 1.964
Poeta hallado en Internet.
AL PUEBLO IS TMEÑO
Augustos defensores del derecho
que a la patria venís a redimir;
de patriotismo y fe llenad el pecho
pensando en nuestro bello porvenir.
Librad la patria de su lazo estrecho
que la oprime y demás la hace sufrir…
Amorosa alzadla de su lecho
do se tiende, infeliz, para morir.
Y con vítor mostradle en lontananza
luminosos reflejos de esperanza
que empieza la penumbra a desgarrar.
Ponedla en el camino del progreso.
¡Celebrad vuestro triunfo sin exceso
y hacedla de otra vida disfrutar!
PAUCAR, EFREN
España. S iglo XX.
Poeta hallado en Internet.
SONETO A MI DOLOR
¡Cómo pasan los días, mi alma no tiene cura!,
yo tan sólo quisiera, acelerar las horas;
¡qué pena!, las tinieblas eran desoladoras,
cuando se fue tu amor llevando mi dulzura.
Tal como en el mar el agua parece pura,
y la paz y la calma quizás alentadoras;
así en mí, la desdicha, aunque tú lo ignoras,
hasta parece dulce cuando es amargura.
¡Mas, cómo olvidar las dolencias del pasado!
aquellas que con dolor me dieron esta vida,
y con gozo tal suerte cual un dulce pecado.
¿Olvidar lo amado? ¡Oh, tal vez con la muerte!
Quizás allá en la tumba fría y escarnecida,
al fin el Dios me arranque el dolor de quererte.
PAYA N ICOLAU, JOS E
Muro de Alcoy. Alicante. 1.937
Poeta. Peritaje industrial y
Director de la Biblioteca.
LA BATALLA
De pie la vertical acusadora,
se enciende el corazón –dolor en ramay erige para todos una llama
con que salir de noche hacia la aurora.
En medio de la plaza un niño llora
sin madre ni remedio, mientras brama
la muerte, que anda suelta y se derrama
por todo el territorio en una hora.
El estremecedor sello de urgencia,
radiante en la penumbra de sus manos,
la calavera sirve a los hermanos
que escriben su fatal correspondencia.
Para que nadie olvide su sentencia,
la muerte hecha raíces en los llanos.
LA PAZ
La paz es como un trigo que ilumina
los campos con el agua y la amapola,
como una mano tierna que enarbola
la redención del pan en cada esquina.
La paz es la victoria que germina
sobre la lealtad donde se inmola
la sangre derramada en una sola
contienda de dolor junto a la espina.
La paz es la consigna de la hora
que suena sobre el puente y el regreso,
cerrando las heridas con un beso
y abriendo las ventanas a la aurora.
Miradla cómo afirma y elabora
la estrella del amor y del progreso.
UN HOMBRE ES TUVO AQUÍ
Un hombre ha estado aquí, en el secano,
labrando el pedregal, junto a ese pino.
Quizás un pobre y viejo campesino
del pueblo aquel que asoma tan lejano.
Un noble labrador, un aldeano
de recia convicción y andar cansino,
que sabe que comete un desatino
bregando en este yermo tan en vano.
Un hombre estuvo aquí sudando ríos.
Mirad en esta tierra removida
las huellas de sus pasos, la perdida
moneda de su esfuerzo en los baldíos.
Se fue soñando inmensos regadíos,
la espalda algo encorvada y dolorida.
LA PROFEC IA MAS TRIS TE
Amigo que caminas a mi lado,
que velas mientras duermo, ya rendido:
querido amigo mío, el más preciado
de todos los que tengo y he tenido;
sonoro como el agua en el sembrado,
despierto como un pez que se ha dormido:
vigilas lo que aún no he conquistado
y encuentras lo que no sé si he perdido.
Amigo que estás siempre donde me hallo,
que va don de yo voy, que siempre espera,
profundo en la mirada, en la manera
de oír eso que digo si me callo:
te pagarás, amigo, antes que el gallo
se encienda en la alborada traicionera
SONETO
Con ese enorme trago de poesía
-tan honda en la raíz de mi estatura-
yo inicio una aptitud que me asegura
camino para andar de noche y día.
Con ese trago cesa una sequía
de frutos sin sabor y sin ternura,
con ese vino pongo levadura
lo mismo al corazón que a la alegría.
Bebido estoy, bebido de esperanza,
bebido de horizontes sin cadenas,
sintiendo que los peces de mis venas
se orientan al compás de esta mudanza,
pues sé que Dios, sellando su alianza,
nos da la primavera a manos llenas.
OTRA CANCION DE PRIMAVERA
I
Pequeña primavera que progresa,
que rasga la penumbra hacia la aurora,
segundo del minuto de la hora
del día en que el color florece y besa.
Pequeña primavera que se expresa,
lograda, en las alturas de la flora,
que hermana, derrotada y vencedora,
la sombra con la luz sobre la mesa.
Pequeña primavera, hecha promesa,
del pájaro que trina y que no pasa,
que entibia la mañana y la traspasa,
caliente y musical cuando regresa.
Pequeña primavera que no cesa,
llamando a cada puerta de la casa.
II
Yo sé que cuando llegas, primavera,
con ademán de luz a nuestro lado,
la tierra, que hizo noble el buen arado,
rendida a tu eminencia, ya no espera.
Yo sé que una señal a tu manera
navega del romero hasta el sembrado,
festejo laboral que ha conciliado
la salas con la miel y con la cera.
Yo sé que estás ahí, en tu propia casa,
que abrazas desde el pino a la palmera,
que el hombre alza su vaso y te venera
porque eres como el eje de su raza.
Yo sé que no te vas, que eres la brasa
florida en este mes como una hoguera.
III
Porque habitas la rama y la semilla
donde el aire es un vino generoso,
se hace fruto, sin prisa ni reposo,
la cintura más leve y más sencilla.
Porque subes del mar hasta la orilla
-declarada en el mástil luminosono es la mano del brazo poderoso
más que un gesto de mies hecho gavilla.
Porque estás con nosotros, compañera,
confirmando la paz día tras día,
sale el hombre a tu encuentro y te confía
lo mejor de su grano, primavera.
Porque sabe que en cada sementera
multiplicas su pan y su alegría.
IV
Yo por eso tu estirpe me avecino,
como ese árbol perdido y encontrado
que te siente latir en su costado,
solitario a la orilla del camino.
Yo por eso te canto, y no termino
mi canción donde el verso ha terminado.
Y, aunque dicen que el agua que ha pasado
ya no mueve la rueda del molino,
yo sé bien que otra vez –tarde o temprano-,
con la gracia anual de tu presencia,
cantará mi palabra la evidencia
de que has vuelto de nuevo hasta el manzano.
Yo quisiera que un día no lejano
me encontraras entre tu descendencia.
V
Redondel donde el hilo del sendero
se ha olvidado el aroma campesino,
redondel donde el peso del destino
pone a un toro delante de un torero.
Redondel clamoroso y agorero
donde el agua, si no deviene vino,
morirá bajo el sol sin un camino
que le deje llegar al burladero.
Por la arena caliente y sin salida,
remolinos de encuentro y de tangencia
reconcilian el arte con la ciencia,
y el valor con el miedo, que se olvida:
S ólo el toro se deja aquí la vida,
si el torero se juega la existencia.
VI
Carbónica y opaca, no permite
que encuentre este calor una salida
la turbia y tenebrosa nube urdida
por tanto gas mortal que el mundo emite.
La densa estratosfera lo remite,
devuelve a las ciudades la expedida
ración del humo negro en el que anida
la asfixia que por virus se trasmite.
Caliente y ardoroso está el planeta
por hielo coronado en cada extremo,
mas sube desde el gráfico baremo
la cifra del deshielo y se concreta:
Lo signa el numeral y está el profeta
que deja ante el guarismo un crisantemo.
JUEGO DE AMOR EN EL HUERTO
Entre las flores nuevas y olorosas
del huerto te persigo la cintura,
sediento del amor que me asegura
tu risa fugitiva entre las rosas.
Te escapas, yo te sigo, y no reposas,
perdida más allá de la espesura,
y en tanto el corazón de un trago apura
distancias de promesas victoriosas.
Rendida ya de huida y de sendero,
fragante y encendida, te abandonas
sabiendo que, entregada, me coronas
señor de tus encantos, prisionero.
Y aunque te apago, amor, ese lucero
que tienes en los ojos…, me perdonas.
LLANTO AVERGONZADO POR LA MUERTE
ES PAÑOLA D E MIGUEL HERNAND EZ
I
Relámpago o raíz de tu tormenta,
tus venas navegables llevan grito
de caño gutural, oral y escrito,
dictamen de la sombra, que fermenta.
Estricto es el espacio, y la osamenta
se arrumba en el reducto que ha prescrito
la muerte señalada, ese maldito
gusano que perfora y se impacienta.
S ombrío en reclusión, sin albedrío,
se ahogan de amarillo sus pulmones,
que, unánimes de tos y entre algodones,
desatan todo el pus, que acaba en río.
Voraces y orinadas las prisiones
se cansan de encerrar su desafío.
II
Ofertas sinuosas de un incienso
te infectan el costado de la llaga,
proponen su ideario en una aciaga
secuencia gota a gota a tu descenso.
Qué extraña su aspereza y con qué intenso
terror quien privarte de la daga
que medra en tu costado, necia paga
por deponer tu voz desde el comienzo.
Sicario aquel que quiso la atadura
del labio que es del pueblo, del que canta
la estrofa a quien no sabe, al que se aguanta
la perdurable loza de la hartura.
Oruga mensajera, vil basura
que no llega a tu vuelo, a tu garganta.
III
Un empellón del no das por respuesta,
destello ante inmundicia de buey blando
que aspira a rescatarte en contrabando
por las alcantarillas a que apesta.
Tu puño mineral, que así detesta,
le cierra, sin abrirse, al otro bando
la puerta de acceder al cómo y cuándo,
sumiso al directorio de su orquesta.
Y aumenta tu final esa embajada
venal del turbio oficio, que pretende
que cosas esa herida, que ya pende
de un hilo en vecindario de la espada.
Tu furia hacia el reptil es la pisada,
la rabia al deshonesto, al que te ofende.
IV
La crónica prosigue hacia el lejano
fulgor de tus estrellas incesantes,
adscrito aún a flores en instantes
de muerte adjudicada a tu secano.
Te encuentra el estertor, mas, en tu mano,
las ascuas del poema, fulgurantes,
caldean en crisol las abundantes
alertas del sepelio al hortelano.
La fúnebre fanfarria, en sus metales
despide ese cortejo y abre puertas
la cárcel a tu muerte, a la que aciertas,
despierto ya en un astro de cristales.
Tus pasos, tus improntas digitales
perduran en el barro de las huertas.
V
Vendrán después viscosas mansedumbres,
ganado de torpezas, apacibles
regueros resignados a punibles
eclipses de los fueros y costumbres.
Vendrán, desde los riscos y las cumbres
las águilas más altas e imposibles
al aire acorralado, en inaudibles
sollozos de sombrías muchedumbres.
Tus versos, maniatados, serán nido
de fiera atornillada, zoología
que llevan a un ferial de poesía
los burdos comisarios del lamido.
Tu trama de aguijón interrumpido
ya es zarpa interceptada en amnistía
VI
La cifra ocasional, tu aniversario,
convoca en catacumbas, verso a verso,
la entrega clandestina del disperso
fragor, por tanto miedo a un inventario.
La raza aspira a fósil funcionario
que sume a su prebenda –qué reversola paz domesticada, ese perverso
silencio en que culmina su salario.
Te fuiste. Fue mejor que así vencieras,
brillante de amargura y resistencia,
tú mismo, nada tuyo, en connivencia
contigo, contra el premio y sus tijeras.
Te fuiste, llamarada a las hogueras
que velan por la hombría y la decencia.
VII
Ahora está en la piedra, y bien escrito,
tu paso peligroso hacia el profundo,
recado de una luz que, sobre el mundo,
concede el manantial de lo inaudito.
Ahora, sideral eres perito
lunar de un territorio no iracundo
que siembra, enfebrecido, tu rotundo
sistema planetario de infinito.
Ahora, en ese plano, ya constante
de un cúmulo estelar, ya sin heridas,
tu gozo de pastor toma medidas
a un pasto disponible y abundante.
De tu amargor no queda más delante,
pero detrás de un llanto siempre anidas.
CUANDO LA ARENA…
I
Cuando la arena alcance, y retroceda,
desnudo, el radical de tanta rama,
se quedará habitada por la llama,
la patria que antes fue de la arboleda.
Cuando, amarilla y grasa, esté la greda
reptando hacia el trigal, una derrama
de espiga germinal será la cama
del bosque mineral que entonces queda.
Y luego se verá como se extiende
la brasa del desierto, grano a grano,
mordiendo las raíces del secano,
difícil ya contar cómo se enciende.
Se habrá de ver el fuego cómo prende
y el viento que lo agranda en el verano.
II
Una voraz sangría sin frontera
detiene el crecimiento de la rama
y el turbulento cáncer se derrama
señor del resto infame de una hoguera.
La mano que sostiene ese bandera
de lengua criminal tiene una trama
de turbia procedencia y se proclama
del resto que no existe primavera.
Una extensión del llanto, ya sin trinos,
abarca las montañas y las deja
sin nadie que del miedo las proteja
después que se han borrado los caminos.
Se cuentan por millones esos pinos,
mortales esqueletos de la queja.
III
Será culminación de la reyerta
letal que pone arena donde había
frondosas arboleda y la umbría
carnal de las manzanas de la huerta.
Será como la sal del agua muerta,
que gana en extensión al pan del día,
será el sudario seco de la fría
llanura mortuoria no encubierta.
Será el reptil del río que abandona
los predios del trigal, al que ya alcanza
la pérdida de peso en la balanza
y el precio de su harina en la tahona.
Será la sed del labio de la zona,
la herida donde estuvo la esperanza.
LABRIEGO
Labiales de amapola, los trigales,
extensos del camino hasta el sendero,
se ondulan a la brisa, ya en febrero,
con marzo en las cerezas musicales.
El agua baja fresca entre zarzales
y juncos, desde el brote del venero,
por chopos franqueada en lisonjero
trayecto mineral a los bancales.
Destellos de las frondas de las huertas,
de avispas y abejorros en trasiego,
la luz es eclosión, pactado fuego
que incita a lo frutal abriendo puertas.
Qué cerca el paraíso y sus ofertas
de un cielo terrenal, y yo labriego.
PAYAN ARCHER, GUILLERMO
Colombia. 1.921 – 1.993
Poeta hallado en Internet.
EL TIEMPO, EL ENEMIGO
S ólo hasta ayer supimos que el tiempo era el testigo
de nuestro gran amor y que, frío y lejano,
sin saberlo, nos iba llevando de su mano.
Pero nunca supimos que era nuestro enemigo.
Desde la eternidad, medía una por una
nuestras ensoñaciones y atisbaba la hora
de nuestras esperanzas, marcándonos la aurora
de cada despertar y el fin de cada luna.
Nuestro sino era andar, amar, arder, vivir,
sin sospechar que un día íbamos a morir.
Y fieles al designio de la carne y el gozo
de la vida, olvidamos las canas y el osario
y la arruga en el rostro y el tedio y el reposo...
¡Tú y yo y el tiempo siempre un reloj sin horario!
PAZ, ELENA D E
S alamanca. Siglo XVII
SONETO A DON FRANCIS CO
DE BORJA Y ARAGON
Rizo el pelo, la vista procelosa,
con siete estrellas la cerviz luciente,
agudo el corvo alfanje de la frente,
la boca rayos fulminó espantosa.
El ceño torvo, la nariz fogosa,
el grueso labio espuma, acero el diente,
la copia de Amaltea floreciente,
vierte el cretense Toro rosa a rosa.
Otro de luces tantas despojado,
heroico a Borja ilustre fue trofeo,
por quien florece Apolo mejorado.
Si éste da lustre a Apolo en su museo
y Apolo a aquel de fuego a coronado,
¿a cuál las plantas deben más su aseo?
PAZ, OCTAVIO
México. Ciudad de México. 1.914 – 1.998
Premio Cervantes en 1.981
SONETOS
I
Inmóvil en la luz, pero danzante,
tu movimiento a la quietud que cría
en la cima del vértigo se alía
deteniendo, no al vuelo, sí al instante.
Luz que no se derrama, ya diamante,
fija en la rotación del mediodía,
sol que no se consume ni se enfría
de ceniza y de llama equidistante.
Tu salto es un segundo congelado
que ni apresura el tiempo ni lo mata:
preso en su movimiento ensimismado
tu cuerpo de sí mismo se desata
y cae y se dispersa tu blancura
y vuelves a ser agua y tierra oscura.
II
El mar, el mar y tú, plural espejo,
el mar de torso perezoso y lento
nadando por el mar, del mar sediento:
el mar que muere y nace en un reflejo.
El mar y tú, su mar. el mar espejo:
roca que escala el mar con paso lento,
pilar de sal que abate el mar sediento,
sed y vaivén y apenas un reflejo.
De la suma de instantes en que creces,
del círculo de imágenes del año,
retengo un mes de espumas y de peces,
y bajo cielos líquidos de estaño
tu cuerpo que en la luz abre bahías
al oscuro oleaje de los días.
III
Del verdecido júbilo del cielo
luces recobras que la luna pierde
porque la luz de sí misma recuerde
relámpagos y otoños en tu pelo.
El viento bebe viento en su revuelo,
mueve las hojas y su lluvia verde
moja tus hombros, tus espaldas muerde
y te desnuda y quema y vuelve yelo.
Dos barcos de velamen desplegado
tus dos pechos. Tu espalda es un torrente.
Tu vientre es un jardín petrificado.
Es otoño en tu nuca: sol y bruma.
Bajo del verde cielo adolescente,
tu cuerpo da su enamorada suma.
LA CAIDA
I
Abre simas en todo lo creado,
abre el tiempo la entraña de lo vivo,
y en la hondura del pulso fugitivo
se precipita el hombre desangrado.
¡Vértigo del minuto consumado!
En el abismo de mi ser nativo,
en mi nada primera, me desvivo:
yo mismo frente a mí, ya devorado.
Pierde el alma su sal, su levadura,
en concéntricos ecos sumergida,
en sus cenizas anegada, oscura.
Mana el tiempo su ejército impasible,
nada sostiene ya, ni mi caída,
transcurre solo, quieto, inextinguible.
II
Prófugo de mi ser, que me despuebla
la antigua certidumbre de mí mismo,
busco mi sal, mi nombre, mi bautismo,
las aguas que lavaron mi tiniebla.
Me dejan tacto y ojos sólo niebla,
niebla de mí, mentira y espejismo:
¿qué soy, sino la sima en que me abismo,
y qué, sino el no ser, lo que me puebla?
El espejo que soy me deshabita:
un caer en mí mismo inacabable
al horror de no ser me precipita.
Y nada queda sino el goce impío
de la razón cayendo en la inefable
y helada intimidad de su vacío.
CREPUS CULOS DE LA CIUDAD
Devora el sol final restos ya inciertos;
el cielo roto, hendido, es una fosa;
la luz se atarda en la pared ruinosa;
polvo y salitre soplan sus desiertos.
Se yerguen más los fresnos, más despiertos,
y anochece la plaza silenciosa,
tan a ciegas palpada y tan esposa
como herida de bordes siempre abiertos.
Calles en que la nada desemboca,
calles sin fin andadas, desvaríos
sin fin del pensamiento desvelado.
Todo lo que me nombra o que me evoca
yace, ciudad, en ti, signo vacío
en tu pecho de piedra sepultado.
II
Mudo, tal un peñasco silencioso
desprendido del cielo, cae, espeso,
el cielo desprendido de su peso,
hundiéndose en sí mismo, piedra y pozo;
arde el anochecer en su destrozo,
cruzo entre la ceniza y el bostezo
calles en donde, anónimo y obseso,
fluye el deseo, río sinüoso;
lepra de livideces en la piedra
llaga indecisa vuelve a cada muro;
frente a ataúdes donde en rasos medra
la doméstica muerte cotidiana,
surgen, petrificadas en lo oscuro,
putas: pilares de la noche vana.
III
A la orilla de mí ya desprendido,
toco la destrucción que en mí se atreve,
palpo ceniza y nada, lo que llueve
el cielo en su caer oscurecido.
Anegado en mi sombra-espejo mido
la deserción del soplo que me mueve;
huyen, fantasma ejército de nieve,
tacto y color, perfume y sed, rüido.
El cielo se desangra en el cobalto
de un duro mar de espumas minerales;
yazgo a mis pies, me miro en el acero
de la piedra gastada y del asfalto;
pisan opacos muertos maquinales,
no mi sombra, mi cuerpo verdadero.
IV
(CIELO)
Frío metal, cuchillo indiferente,
páramo solitario y sin lucero,
llanura sin fronteras, toda acero,
cielo sin llanto, pozo, ciega fuente.
Infranqueable, inmóvil, persistente,
muro total, sin puertas, ni asidero,
entre la red que da tu reverbero
y el otro cielo prometido, ausente.
S abe la lengua a vidrio entumecido,
a silencio erizado por el viento,
a corazón insomne, removido.
Nada te mueve, cielo, ni te habita.
Quema el alma raíz y nacimiento
y en sí misma se ahonda y precipita.
V
Las horas, su intangible pesadumbre,
su peso que no pesa, su vacío,
abigarrado horror, la sed que expío
frente al espejo y su glacial vislumbre,
mi ser, que multiplica en muchedumbre
y luego niega en un reflejo impío,
todo, se arrastra, inexorable río,
hacia la nada, sola incertidumbre.
Hacia mí mismo voy; hacia las mudas,
solitarias fronteras sin salida:
duras aguas, opacas y desnudas,
horadan lentamente mi conciencia
y van abriendo en mi secreta herida,
que mana sólo, estéril, impaciencia.
PEQUEÑO MONUMENTO
Fluye el tiempo inmortal y en su latido
sólo palpita estéril insistencia,
sorda avidez de nada, indiferencia,
pulso de arena, azogue sin sentido.
Resuelto al fin en fechas lo vivido
veo, ya edad, el sueño y la inocencia,
puñado de aridez en mi conciencia,
sílabas que disperso sin rüido.
Vuelvo el rostro: no soy sino la estela
de mí mismo, la ausencia que deserto,
el eco del silencio de mi grito.
Mirada que al mirarse se congela,
haz de reflejos, simulacro incierto:
al penetrar en mí me deshabito.
CAS A
Casas que van y vienen por mi frente,
semillas enterradas que maduran
bajo mis párpados, casas ya vueltas
un puñado de anécdotas y fotos,
fugaces construcciones de reflejos
en el agua del tiempo suspendidas
por ese largo instante en que unos ojos
recorren, distraídos, esta página:
yo camino por ellas en mí mismo,
lámpara soy en sus cuartos vacíos
y me enciendo y apago como un ánima.
La memoria es teatro del espíritu
pero afuera ya hay sol: resurrecciones.
En mí me planto, habito mi presente.
SONETO
Bajo del cielo fiel Junio corría
arrastrando en sus aguas dulces fechas,
ardientes horas en la luz deshechas,
frutos y labios que mi sed asía.
S obre mi juventud Junio corría:
golpeaban mi ser sus aguas flechas,
despeñadas y oscuras en las brechas
que su avidez en ráfagas abría.
Ay, presuroso Junio nunca mía,
invisible entre puros resplandores,
mortales horas en terribles goces,
¡cómo alzabas mi ser, crecido río,
en júbilos sin voz, mudos clamores,
viva espada de luz entre dos voces!
SONETOS
I
Ya no es mágico el mundo. Te han dejado.
Ya no compartirás la clara luna
ni los lentos jardines: Ya no hay una
luna que no sea espejo del pasado,
cristal de soledad, sol de agonías.
Adiós las mutuas manos y las sienes
que acercaba el amor. Hoy sólo tienes
la fiel memoria y los desiertos días.
Nadie pierde (repites vanamente)
sino lo que no tiene y no ha tenido
nunca, pero no basta ser valiente
para aprender el arte del olvido.
Un símbolo, una rosa, te desgarra
y te puede matar una guitarra.
II
Ya no seré feliz. Tal vez no importa.
hay tantas otras cosas en el mundo;
un instante cualquiera es más profundo
y diverso que el mar. La vida es corta
y aunque las horas son tan largas, una
oscura maravilla nos acecha,
la muerte, ese otro mar, esa otra flecha
que nos libra del sol y de la luna
y del amor. La dicha que me diste
y me quitaste debe ser borrada;
lo que era todo tiene que ser nada.
S ólo me queda el gozo de estar triste,
esa vana costumbre que me inclina
al S ur, a cierta puerta, a cierta esquina.
PAZ, RAMON
Argentina. Buenos Aires. 1.969
Poeta hallado en Internet.
SONETOS
I
Te acostás boca abajo y sobreflotan
tus cachas poderosas una fiesta
la pose es una tímida propuesta
las sólidas palmadas te rebotan
y te encuentro en la espalda dos hoyuelos
donde los besos hacen remolinos
donde suenan mareados los destinos
las simétricas efes de los celos
y estoy a manos llenas desbordado
sos tremenda te digo y te reís
y me miro en tu sombra de nariz
y encabritás tu culo sofocado
sos voraz y cruel como Calígula
me quedó entumecida la mandíbula.
II
Qué abismo cuando abiertas y mojadas
te miran con los hijos en los ojos
tumbadas en sus besos y sus rojos
deseos de brillar multiplicadas.
Qué vértigo el abrazo demandante
los fémures abiertos y el imán
la pura gravedad que empuja a Adán
al fondo de la tierra alucinante.
Qué hechizo cuando yacen en ardores
y postergan el látex y te orientan
y susurran las mieles y te tientan
con dulce muerte vívida a sus flores
el sexo floreciente en el misterio
luciérnagas al fondo del imperio.
III
Porque hacerte acabar es tarea hermosa
globulina globosa globomía
la sonrisa del tacto la alegría
tu par tu galopar gorda golosa
me hiciste con las tetas una paja
me hiciste florecer todo el cerezo
yo me encomiendo a Dios bajo tu peso
y el gran cacheterío sube y baja.
Cuánto amor a palpar me ha sido dado
qué modo d esconderme entre tus mundos
tus gemidos redondos moribundos
después de un misionero desbocado
y todo un cataclismo de alegría
y un desmayo en tu gloria gorda mía.
IV
Como hijos de vecinos enemigos
que juegan a un costado de la guerra
así tu mano tímida se aferra
en la sombra a al mía sin testigos
a pesar de las broncas semanales
y las cuentas impagas los reproches
y el silencio allá al fondo de las noches
a pesar de los ánimos rivales.
Tu cuerpo con mi cuerpo se comprenden
hacen tregua sabiendo su inocencia
y mudos en secreto sin violencia
se enredan y se alían y se encienden
¿qué pasó mi enemiga mi jamás?
los cuerpos simplemente saben más.
V
Aceitada la nalga Febo asoma
un sol detrás del sol la plata el oro
la canción que tu culo canta en coro
el brillo de la cima de la loma.
Palmada suavidad de la abundancia
blandura a manos llenas la alegría
la curva del amor donde este día
me vienen a buscar en ambulancia.
¡Qué plácidos y pleno y plafones
y pláticas y plétoras qué plus
qué planeta plural pomposa luz
qué mojón de existencia qué trombones
mofletes que se mofan de la mufa
enorme corazón de amor que bufa.
VI
A su cuerpo me voy de vacaciones
no me busquen por unos cuantos días
me voy a contemplar sus tres marías
a acampar a la sombra de sus dones.
Al pie de mi morocha y su sendero
voy a dormir mañana a más tardar
y pasado ya quiero celebrar
el canto general de su trasero.
Gozar su panorámica silvestre
perderme por sus muslos dando vueltas
y cruzando los montes y los deltas
meterme en su metáfora terrestre
celebren si no vuelvo a presentarme
es porque se le dio por devorarme.
YO QUIERO REENCARNAR EN UN RAPERO
Yo quiero reencarnar en un rapero
un negro caprichoso en limusinas
rodeado de esos séquitos de minas
que sacuden el culo verdadero
que tiemblan su platónico trasero
pulposo terremoto de asesinas
panteras ondulantes y divinas
que paran de repente el minutero
y bailan para mí en cámara lenta
suavidades del ébano y la rosa
quiero tener mi escolta poderosa
de mujeres de labios de magenta
y encarnado en el centro de ese coro
quiero hacer refulgir mi diente de oro.
LAURA NEGRA MACIZA POTRANCONA
Laura negra maciza potrancona
tu porte de giganta tus caderas
pesadas sobre el mundo tus esferas
reunidas para el goce de la hormona
penando fui hasta Laura derechito
hasta su atracadero tan glorioso
la fuerza de su cuerpo victorioso
me deja caminando livianito
me deja transparente en el otoño
esa morocha viva esa negraza
esa bestia salvaje me adelgaza
me aspira mi potencia con el coño
uno queda flotando y ella echada
sobre su propia estatua ya tumbada.
BILINGÜE CHETA HERMOS A ME LA CHUPA
Bilingüe cheta hermosa me la chupa
con doble lengua viva anglo castiza
con tenis de verano y zamba en misa
no quiere que mi semen le haga pupa
sembrándole una vida en la semana
en la agenda apretada de analistas
vaginistas cerámica dentistas
su boquita apretada su manzana
me la chupa en inglés y en castellano
y en solo para flauta y en silencio
respira por nariz y me aquerencio
me quedo entre sus labios y su mano
de pronto es un big bang efervescente
y traga porque es limpia y es decente.
ME ZUMBA LA PORONGA FLUORES CENTE
Me zumba la poronga fluorescente
como espada de jedi con estática
me hierve la capacidad espermática
las bolas repletísimas de gente
capto ondas de radio con la punta
frecuencia enamorada estereofónica
gemidos de la multitud ciclónica
la antena se me sube se me apunta
me rotan las paletas del escroto
se me agrava el calambre desolado
y escucho con el tótem envarado
el amor atmosférico remoto
la humanidad me vibra me alborota
en la punta encendida de la chota.
S I EL MUNDO TRAD UJERA S U SONIDO
Si el mundo tradujera su sonido
sería humanamente comprensible
que todo suena a sexo irrepetible
el pájaro piando pervertido
el perro repitiendo recaliente
su ladrido a la atmósfera del celo
los tacos el llamado de tu pelo
el timbrazo apurado del cliente
los motores del día recitando
la guerra del amor los bocinazos
la brama en la avenida los frenazos
la risa lujuriosa palpitando
los orgasmos del gol los piano fortes
el mundo que rechina en sus resortes.
SONETOS
I
Cuando la especie llama al corazón
y dice multiplícame y te abisma
y tu poronga crece como un prisma
y empieza a abrirse paso en el calzón.
Cuando la hormona roja te envenena
y te duele el azul de las pelotas,
cuando las minas se hacen bien las sotas
y saben que te inflaman cada vena.
Cuando pasan y pasan y no hay una
que florezca por vos y diga papi
ni te pida de nuevo dame papi
ni en cuatro ni jadeando ni perruna
la vida toda es noche de verano
y quedaste en las sombras con tu mano.
II
Vos sos mi luz, mi piel, mi flor, mi pan,
mi bien, mi mal, mi paz, mi cruz, mi Dios,
Yo soy tu sal, tu fe, yo soy tu Juan,
ya se: no hay dos sin tres ni pan sin plan.
No sé que hay que dar ni qué más sos
voy mal, voy sin voy, tras de ti, de vos
y soy no más tu mar, tu fiel, tu can,
a mí me dan un mes no más y al ras.
Y yo le doy al ron, al son, al jazz,
y chau mi bus a gas y chau mi gol
y chau ser o no ser y chau mi gris,
y chau tu luz de dar, tu par, tu bis,
te di mi do, mi re, mi fa, mi sol,
mi negra de mi alma ando caliente.
III
Mi negra de mi alma ando caliente
pasaron muchos días sin cogernos,
por qué se vuelve tan difícil vernos,
por qué nos eclipsamos entre gente.
Hoy te hubiera pegado una cogida
que no te imaginás toda la verga
que tengo para vos y se posterga
y cada vez la tengo más erguida.
Te quiero regarchar como te gusta
chupándote las tetas victoriosas
diciéndote al oído muchas cosas.
Mientras la verga entera te entre justa
te quiero ver desnuda verte a solas
tengo un camión de sáncor en las bolas.
IV
Oh profundos explícitos plomazos
vosotros señaláis a lo importante
sin dejar al hermano ni un instante
descubrir por si solo los abrazos.
Las verdades humildes de los días
que puedan esconderse en la palabra
no dejáis que el lector tímido abra
y encuentre en soledad las alegrías.
S olemnes ocupáis la pobre silla
del prójimo futuro que curioso
se sienta a leer tranquilo nocturnoso.
Tomándose en silencio la barbilla
dadle vida sincera sin mostrar
dónde está lo profundo de este mar
V
Las chicas paraguayas todavía
tienen fuego sagrado en el gemido
resucitan al muerto más dormido
se largan a coger con alegría.
Profundas en la gracia de su goce
quieren pija en su fiebre guaraní
y dicen ay que rico y dicen sí
y se mojan despacio en cada pose.
Se mojan desde el agua de sus ríos
que bajan amazónicos calientes
zigzagueando en súplicas urgentes
climáticas alturas loreríos
simpáticas y pícaras tocayas
tengo cinco hermanas paraguayas.
PAZ MAROTO, JOS E
Baltanás. Palencia. Siglo XX
Poeta. Ingeniero de Caminos.
A GONZALO DIEGUEZ
El tipo aburguesado de nuestro gordo Chalo
el “vacceo” palentino, para todos simpático
oculta entre sus grasas y entre sus chistes malos,
las altas cualidades de fino diplomático.
Cuando va por el mundo, es cantor de Castilla,
su lira tiene un alma: amor a su Palencia
y en las lejanas tierras piensa en el sol que brilla
sobre las frescas huertas que amó en su adolescencia.
Cónsul de Tierra S anta, se baña en el Jordán.
El buen nombre de España, mantiene allá en Ammán.
Pasea por el mundo su genio peregrino.
Su labia es cautivante. Es plenipotenciario.
Ha conquistado fama de culto literario.
Más, sobre todas cosas, es un buen palentino.
AL POETA PACO VIGHI
Con tu perfil amable de bohemio
prodigabas tertulias y amistades
derramando tu gracia y tus bondades
tus chistes y otra mil muestras de ingenio.
A ti la Ingeniería “ no te iba”.
Mas Ingeniero fuiste, y de valía.
Tu fuerte fue siempre la Poesía.
Las musas fueron dueñas de tu vida.
Tu personalidad y simpatía
creáronte amigos... y enemigos
y alguna vez te viste en apuros.
Palencia fue tu Norte, y la valía
de la mujer que compartió contigo
la vida, fue siempre tu amor más puro.
EL “MONTE” D E PALENCIA
Una extensa llanura de meseta
cubierta de chaparros y encinares
perfumada por frescos tomillares
en pétrea paramera, dura y seca.
El valle que, a sus pies, el Carrión baña
contempla desde su alta balconada
y en su huerta descansa la mirada
que abarca desde allí a media España.
El aire en sus alturas es salud.
El pueblo descansa en sus matorrales
que parecen henchidos de quietud.
Y en los claros ocasos castellanos
los mantos estrellados, celestiales,
parecen dar la paz a los humanos.
MONUMENTO AL URBANIS TA
DES CONOCIDO
En el barrio del Cristo, proletario,
entre el dédalo de sus callejuelas
y sus casas bajitas, pequeñuelas
que muestran el esfuerzo extraordinario
de gentes que han creado su morada
para en ella vivir decentemente
lejos de la ciudad modestamente
y sin deber al Municipio nada.
Al zar quisiera yo un Monumento
en medio de urbanísticos errores
para aquel desconocido Urbanista
que evitó muchos más, hasta el momento,
y palió los auténticos errores
que ofenden al decoro y a la vista.
OCAS O EN EL C RIS TO DEL OTERO
I
Como un globo de fuego incandescente
nimbado de ligeras nubecillas
con rosado color de maravilla
se hunde el Sol , allá por Occidente.
Las pardas. llanas, tierras de Castilla
de la Tierra de Campos, recia y brava,
tras los chopos que en azul se clavan
van cubriéndose de tenues lucecillas.
A las plantas del Cristo del Otero
día claro de un estío sereno
Palencia se nos muestra sosegada.
Del barrio popular modesto, pobre
llegan rumores de niños y de hombres.
La noche llega, lenta y pausada.
II
Del Carrión y de sus frescas riberas
sube un vaho romántico y campero
que baña el triste barrio del Otero
y alegra sus casuchas, sus afueras.
Allá lejos la Huerta Palentina
envuelve con sus verdes la Ciudad
que oscurece en grata calma y paz
con las sombras de una tarde divina.
El Monte y las laderas ya lejanas
del páramo infinito castellano
van borrando sus líneas ondulantes.
La Catedral parece sube al Cielo
a llorar en la noche el desconsuelo
del “crimen” de la Plaza de Cervantes.
ROMANCE D E LA TORRE D E S AN MIGUEL
I
El nombre que me dan: La Bien Plantada
porque subo, valiente, hacia la altura
y yergo mi silueta y mi figura
sobre un campo de casas achatadas
me recuerdan mis tiempos de Atalaya
defendiendo a la iglesia y a Palencia
sosteniendo lema de Armas y Ciencia
y sirviéndome en Carrión de leve playa.
La falta de interés de palentinos
en defensa de los alrededores
por seguir hacia el cielo destacada
romperá el encanto pueblerino
y en un pozo de casas y de horrores
me veré para siempre sepultada.
II
La Huerta no verán mis ventanales
y no me llegarán del Monte aires.
El Canal de Castilla mil desaires
a su paso me hará. Los medievales
arquerías de mis bellos cruceros
de luto vestirán por el secuestro
de un tesoro que siempre será nuestro
y que no puede comprarse con dinero.
Me hundiré en el silencio y el abismo
por culpa de abandonos y egoísmos
de la tierra que otrora defendí.
Y si quiere admirarme el Turismo
me hallará sola, triste, y en mutismo
al verme en la hondonada en que caí.
III
El mirar al pasado es de ordinario
revivir los pasajes de la Historia
y gozar los recuerdos de la Gloria
de sucesos y hechos extraordinarios.
Mas si hoy día volviese el Mío Cid
a casarse con la bella Jimena
al ver, tan ahogadas mis almenas
seguiría viaje a Valladolid
pensando que esta Villa no es Palencia
ni S an Miguel aquella Iglesia hermosa
que ahora mira entre casas encerrada.
Y Rodrigo, agotada su paciencia
al marchar me diría: “Torre airosa
ya no eres ¡ay no! la Bien Plantada”.
CREPUS CULO PALENTINO
S obre el fondo de llanas huertas verdes
que el Carrión con tranquilas aguas baña
en un bello rincón de nuestra España
recta línea del Páramo se pierde
cuando, lentas, las sombras van cayendo
en las calmas y del estío claras
las luminosas tardes castellanas.
La luz tras la llanura va muriendo.
Una luz irreal anaranjada
como cinta que cierra el horizonte
hacia lejanas tierras zamoranas.
El vaho de la Huerta refrescada
va borran do las laderas del Monte
y el espíritu envuelve en un Nirvana.
PUES TA DE S OL EN EL S ARDIN ERO
S obre el azul de un mar sin oleajes
poblado de barquitas que el sol dora.
Bajo el fondo de un cielo sin celajes
con vespertina calma que enamora
las siluetas rocosas de la costa
destacando sus senos y rompientes
relucientes de luz que el verde agosta
y con pálido color de un sol poniente.
La blanca pincelada de albo faro
con su base de rocas recortadas.
El británico perfil del real palacio.
El difuso perfil, pardo, lejano
con neblinas sutiles, violadas
oscurece entre sombras muy despacio.
NOCTURNO EN PIQUIO
S obre el sordo rumor del oleaje
que borda de festones la llanura
de la Concha ideal, en calma, oscura
la brisa va subiendo hacia el celaje
que una luna creciente allá en lo alto
con su luz plateada difumina
y deja ver las costas y las cimas
mostrando entre la bruma sus resaltos.
Dos ráfagas allá, en Cabo Mayor
pasean sobre el agua el resplandor
de sus haces que, sin cansarse, giran.
S obre bandos, bordeando el ancho mar
las gentes se sientan a disfrutar
e incansables al cielo y al mar miran.
IRLANDA
Este país tranquilo, de mil verdes
sembrado de millares de rebaños
que en lejanos confines se nos pierden
entre brumas y montes algo huraños.
Con sus ruinas de celtas legendarios
que recuerdan nuestras gallegas tierras
con sus ríos de pesca extraordinarios
y sus prados que albergan viejas piedras.
Es la tierra del viejo S an Patricio.
S olar por el que luchan los patriotas
de tenaz y cruenta independencia.
En el pueblo hay virtudes más que vicios
que en la tierra y en sus extensas costas
se labran con esfuerzo su existencia.
EL MAR DE C AS TILLA
I
Allá, en ignotas tierras alcarreñas,
donde antaño todo eran soledades
y el Tajo serpenteaba entre breñales
cantando su canción por Entrepeñas
cortó la Ingeniería, la cerrada
de laderas a pico, impresionantes
con presa que parece de gigantes
y el mar surgió en el valle cual si un Hada
quisiera hacer un don a esta Castilla.
Un lago de esmeralda, maravilla
y encanto natural de la región.
Al fondo un viejo pueblo, S acedón.
Muy cerca está naciendo una ilusión,
Las Brisas: cielo, lago y natación.
II
Laderas repletas de pinos verdes
y cumbres de chaparros y olivares
refléjanse en el algo fantasmales
cuando el S ol, en su ocaso, se nos pierde
y el agua, devolviendo los azules
del cielo esplendoroso de Castilla,
destaca la silueta de la Villa
y muda de color cuando las nubes
el lago cruzan, altas y veloces.
Parece que en el lago se oyen voces
de humildes pueblecitos de meseta.
Pareja, Chillarón, allá perdidos
al pie de altas laderas escondidos
has dejado de ser la triste estepa.
EL PARQUE DE VILLA HÜGEL,
EN ESS EN (ALEMAN IA)
Bajo un cielo teutón, triste y brumoso
envuelto por los humos y neblinas
un grande caserón que, poderoso,
un día fue señor y amo de minas
destaca su silueta en la explanada
inmensa en denso bosque de mil verdes.
Laderas muy frondosas y empinadas.
S obre ella nuestra vida se nos pierde.
Mil flores nos hablan de primavera.
Los árboles gigantes, su humedad
destilan en macizos y praderas.
El Parque en su grandiosa soledad
las almas de los Krupps duras y férreas
en su hondos silencios ve flotar.
PAZ PAS AMAR, PILAR
Jerez de la Frontera. (Cádiz) 1.933
Bachillerato, Filosofía y Letras en Madrid.
VIO LENCIA INMOVIL
Tú sabes la verdad del mundo, Loco mío,
y cómo has de entregarla lejano y maniatado,
en Cruz, como las aspas de un molino empinado
en solitaria calma y aparente desvío.
De lejos parecías un aquietado río
incapaz de abarcarnos con tus brazos atados,
pero de cerca fuiste un viento desatado,
blandiendo las espigas e incendiando el estío.
De lejos parecías, quieto, sin movimiento,
que eras como ese mar pacífico de al lado
y me acerqué esquivándome de su salpicadura...
Y entonces me abarcaste, me cegaste violento...
¡Gracias, Señor, te doy por haberme golpeado!
¡Gracias, por derribarme de la cabalgadura!
JUNTO AL S UEÑO
A tu sueño, gacela invulnerable,
no hay redada de amor que lo detenga.
De mi tenaz acecho se me avenga
tu corazón desnudo y navegable.
De lo que sueñas nada hay que me hable
mi mano que lo alcance y lo contenga,
ni ser encontradizo que me venga
con tu oscuro trayecto inconfensable.
Tú me dices después. No sueño nada,
y yo espío en tus ojos la memoria
de tan profunda y sola travesía.
Abreme ya la puerta y dame entrada
para seguir la misma trayectoria,
como te sigo fiel durante el día.
EL CORAZON ORDENA
No le consiento tanto, que acostumbras
mal a mi corazón. Exige, hiere.
Niégale a mi pregunta lo que inquiere,
si pide luz, manténlo en las penumbras
del amor. Cuanto más lo alzas y encumbras
más insaciable está. Mi amor prefiere
luchar por la respuesta, y que él espere
impaciente la luz con que me alumbras.
No le perdones nada a mi descuido
que me duele ser siempre la deudora
de tanto amor, y tal renunciamiento.
Dame que perdonar. Yo lo pido.
Hiere mi corazón, hiérele ahora
para que perdonando esté contento.
EL RECLINATORIO
¿Quién colocó mentira sobre el suelo
para las descansadas bienvenidas?
¿Para qué fe sin luz ansias mullidas
arropan al dolor con terciopelo?
Quien cabalgue amargura vaya a pelo
con las roncas espuelas doloridas,
fluyéndole la sangre por las bridas
sobre las ancas de la bestia en celo.
De rodillas aquéllos, los que ignoren
que pueden encontrarte en una rosa
o en la terrible soledad espesa...
Que es muy fácil, Señor, que aquí te lloren
con una bienvenida presurosa
y la sangre rotundamente ilesa.
RETORNO
Si un verso olvido nunca me devuelve su cita.
Volver es tan difícil como morir de veras,
por eso son distintas todas las primaveras
y esperamos en vano que un sueño se repita.
¡Y tú quieres llegar! En mi mano vacía
tu presencia se vierte reducida y oscura;
se pudren las raíces y el brote no me dura
lo que dura el deseo bajo el golpe del día.
Si hay para cada instante una voz diferente,
ni hay silencio que envuelva por dos veces mi frente,
ni ola que se desdoble repetida en la orilla,
¿cómo vas a llegar sobre tu propio paso
si el camino es distinto, y hasta Dios tiemble acaso
al besarnos dos veces en la misma mejilla?
YA ME TIEN E MI DIOS
Ya me tiene mi Dios. Me ha señalado
el pecho y la razón con tu caricia,
y ya siento el empuje que se inicia
en forma inmaterial. Me he levantado
sedienta de confines y, logrado
me afán, he de buscarme la sonrisa
y al despertar, entre la nueva brisa,
veré mi corazón enajenado.
Porque ya voy a Ti, con esta entrega,
déjame despedirme de la rosa
y saludar la luz en su carrera.
Antes de comenzar mi dulce vuelo,
el árbol prestará toda su sombra
a la fiebre encendida de mi anhelo.
SONETO
Por ellos no pasaste, bien se advierte
que están secos, con sólo la sonrisa.
Van de una cosa a otra tan deprisa
que el agua de la vida se les vierte.
Van de acá para allá, sin conocerte,
gastados por el soplo de otra brisa
pero nunca sabrán de la precisa
hora en que el mundo en fuego se convierte.
Míralos: desatentos, desalados,
desparramados, secos, sin saberte,
más solos que la luna y ateridos.
No supieron ganar y están ganados.
No supieron mirar y están sin verte…
¡Qué pocos son, Amor, los elegidos!
SONETO
Intermediario ser, anfibio alado,
Amor hecho de raptos y de ausencia,
a otros alimentaste con tu ciencia
desposeyéndome del esperado.
Bien sé cómo eres, aunque disfrazado
cruzaras tantas veces mi dolencia
haciéndome creer que era experiencia
de ti lo que ni apenas tu recado.
Ahora, burlada, llega el importuno
labio de quien te sabe a repetirme
tu nombre con informes y resabios.
Condenada a la espera y al ayuno
no te alzaré la voz ni habrás de oírme
porque la soledad no tiene labios.
ELEGIA A UN PERRO CELES TE
Eras el buen amigo, el compañero,
antes de hacerle al cielo compañía,
antes de penetrar en la armonía
sideral como extraño mensajero.
Larva encerrada en el vellón de acero,
rondador de la azul vecinería
de los astros, libélula en la fría
soledad del abismo y del lucero.
Todo el secreto en ti queda encerrado,
huésped primero, Lázaro silente,
oh, absorta candidez sin voz ni grito.
Y al regresar –Ulises naufragadotraerás algo de Dios sobre la frente
y los ojos manchados de infinito.
SONETO
S abes mi corazón como un camino
que hayas cruzado una y cien mil veces,
como el oficiador sabe sus preces.
Haces costumbre del Amor mi trino.
Te sabes de memoria mi destino,
y en su tierra te hundes o te creces,
cosa que no has ganado ni mereces
pero que quiero darte como un vino.
S abes tanto que sabes que no puedo
llegarme a otra fuente que tu boca
y que no tengo libre la mirada.
S abes que te prefiero y que concedo
todo lo que tu dulce mano invoca.
Que en ti está todo, y lo demás es nada.
SONETO
Se han quedado tus cosas y te ha sido
y me he quedado en ellas sin salida,
como entre dos corrientes, aterida,
entre seres sin nombre y sin sentido.
Ellas se quedan invocando olvido
y yo me quedo dentro de mi vida
más desnuda que el agua y más perdida
que todas las promesas que he perdido.
Qué mutilado el aire y qué injusticia
tener que alimentarme de impaciencia
en el espacio absurdo del recuerdo.
No tengo sitio ya ni la caricia
cuando me dice a gritos mi conciencia
que tengo que esperar mientras te pierdo.
SONETO
Aunque me pese, Amor, aunque me duela
vaya so vengas, campes o asesines,
tendrás la puerta abierta a mis jardines
y mi aceite encendido y yo de vela.
Mi corazón, entiéndeme, se encela
sabiéndome patriarca en tus confines
y al oír tan de lejos tus clarines
mientras entorno triste la cancela.
Descúbreme sin sol ni reparada
por tu infinito ojo, y resentida
más que la novia cuando desamada,
más que la vanidad desatendida,
más que el ángel que echaron a la nada,
más que el muerto arrancado de la vida.
SONETO
Todo lo que se dice en la distancia
me llega al corazón cansado y frío
como a la desembocadura el río
y la memoria al mundo de la infancia.
Sin la sal, sin olor ni la prestancia
con los que Amor se crece en poderío,
así perdió la letra el mucho brío
y el corazón sus fueros y sustancia.
Así te tengo; lejos y a deshora
Amor, tan lejos como a Dios te tengo
sin saber en verdad tu pertenencia.
¿Dónde poner los ojos a esta hora?
No sé si te reclamo o si me vengo
invocando al olvido esta ausencia.
TU ENRIQUECIS TE EL MUNDO DE REPENTE
Tú enriqueciste el mundo de repente
y anudaste los pájaros dispersos.
Archivaste las luces y los versos
y ordenaste las dudas por mi frente.
De golpe, has hecho al mundo suficiente,
exacta la palabra, exacto el terso,
quieto, lunar por el azul disperso,
lleno el aljibe, el agua permanente.
Y al darte así total, también te ha dado
toda la paz, la voz, la sed, la duda,
el caminar, la sombra, el pensamiento…
Ahora me sobra todo lo guardado.
Déjame así, por fin, porque desnuda
más vestida que un tallo me sustento.
ES E AMOR
Ese amor que –nos dicen- te tendremos
sin cuerpo ya, con alma solamente,
cuando te hallamos visto frente a frente
¿qué nombre, di, qué nombre le pondremos?
Cuando hayamos soltado al fin los remos
y estemos fuera –di- de la corriente
¿qué fuego en la otra orilla, de repente,
sin manos ya, sin lumbre, atizaremos?
El alma solo. El alma. Pero hundido
quedará el corazón que fue mi guía,
él, que llevó mi paso sin consejo.
Por él mi mano nunca se ha vendido.
Déjamelo pasar a la otra vía
que sabe mucho, porque está muy viejo.
POEMA DE LA NOVIA
Tierra por él repleta y abonada,
carne que habrá de ser surco y barbecho.
Por la cálida entrega de mi pecho
se completa mi vida apresurada.
No hablarme de otras cosas, no sé nada.
¡Cómo me pesa este rincón estrecho,
y qué mundo infinito bajo un techo
tras de la puerta hermética y cerrada!
Pasto dorado a un sol. Mi curvatura
se iniciará donde su mano pose,
donde ponga su pie firme y seguro.
¡Y qué brotar de luces y dulzuras
cuando la piedra, por milagro, roce
y brote el manantial a su conjuro!
PAZ Y S ALGADO, ANTONIO DE
Real de Minas de Tegucigalpa. Honduras 1.748
De la Real Audiencia. Hallado en Internet.
A DON MANUEL CAYETANO FALLA
De la divina Astrea al bibio estrecho
túmulo de Mercurio aquí se erige
suspende caminante, y del colixe
la medio efigie, de quien se ve el pecho.
La realidad la imagen ha contrahecho,
porque de este doctor memorias fixe,
que supo en vida, y muerte ser quien rixe
por la senda segura del derecho.
Mauseolo a sus cenizas en la bella
mansión etérea tiene, y luminoso
equivoca lo muerto con lo ausente.
Porque enseñando a tantos industriosos
la justicia; tomó claro Oriente,
y eternizó su vida como Estrella.
SONETO
Cristo piadoso, que en la cruz clavado,
el pecho muestras por mí herido,
lava en tu sangre con eterno olvido
la mancha torpe de mi vil pecado.
Por ser fuente de bienes me has amado,
y con muerte afrentosa redimido;
por ser fuente de males te he ofendido,
y tus justos preceptos quebrantado.
Tu real palabra has obligado a darme
tus bienes cuando yo te los pidiera
con tan gran claridad llegaste a amarme.
Esta es S eñor la petición postrera,
pues moriste por sólo perdonarme
perdóname Señor antes que muera.
PEC INA, MIRIAN
Ecuador. S iglo XX.
Poeta hallada en Internet.
SONETO
Es ser libre al estar aprisionada
y al tener la verdad más engañosa
convertirla en la realidad hermosa,
en la lágrima dulce más sagrada.
Ser tranquila de zozobra plagada,
dentro en la claridad más tenebrosa
en búsqueda de una o otra cosa,
entre el infierno y la tierra soñada.
Es un vuelo hacia el cielo anhelado,
presa de la mentira más sincera;
no saber si es el sueño más soñado
y quedarse después del cielo fuera.
¡Oh, amor, el más loco enamorado
vivas o mueras, siempre hay quien te quiera!
PED EMONTE, HUGO EMILIO
Español.
LA S ED
No lo sé bien, la sed no me conviene,
se confunde de pronto con el vino,
con el agua tal vez, con ese fino
saber de no saber de dónde viene.
La sed es justamente lo que tiene,
si es profunda y tenaz, si sabe a trino,
seco de sol en medio del camino,
a pájaro envenado que no suene.
Y lo sé bien porque la sed parece
saciarse alguna vez, quedar colmada,
casi muerta del vaso en que bebimos.
Pero vuelve la sed y quema y crece
insaciable de todo, sed de nada,
de bebernos la vida en que vivimos.
PED RONI, JOS E
Galvez. Argentina. 1.899 – 1.967
Poeta hallado en Internet.
INDIO
Quien ordenó la carga del arado
ordenaba tu muerte el mismo día.
Ella tuvo lugar junto al S alado
con paloma y calandria, a mano fría.
No te valió tu entrega de venado
frente al duro invasor que se temía.
No te valió tu miel de despojado.
S ólo la dulce espiga te quería.
Descendiente de gringo y su pecado,
por cementerio de tu alfarería,
a lo largo del río voy callado.
La culpa de tu muerte es culpa mía.
Indio, dime que soy tu perdonado
por el trigo inocente que nacía.
PED ROSO, REGINO
Unión de Reyes. Matanzas. (Cuba) 1.899
Premio Nacional de Poesía de Cuba.
ETERNIDAD
Nada alteró mi grave serenidad. Yo estaba
sobre el dolor, la vida, lo arcano y lo futuro,
tal como una montaña de mármol inmutable
alzado en el camino, silencioso y desnudo.
Indiferente, eterno, me miraron los astros,
la noche, el mar, los vientos, los altos montes mudos;
indiferente, eterno, como un mito hecho carne
y hecho Dios ante el vértice descendente del mundo.
Y pasaron los siglos... Ya ni el más débil rastro
quedaba como muestra de la existencia humana
sobre la gran planicie de la tierra, ni un árbol...
¡S ólo en la calcinada pedrecidad terrestre,
aun yo un sueño más largo de eternidad soñaba,
fatal en lo infinito sobre el tiempo y la muerte!
ALEGORIA D EL S IMBAD INTIMO
Hace ya largo tiempo que el soñador extraño
partió en su nave a vastas playas desconocidas;
era como un milagro sobre su boca el cántico
florecido en las densas inmensidades líquidas.
Y yo espero –arúspice trémulo ante el misteriointerrogando el grave destino de las cosas,
ver regresar el íntimo Simbad de los ensueños,
la nave henchida de áureas riquezas ideológicas.
Febril en las inmensas gemas de los crepúsculos,
las pupilas, colmadas de promesas magníficas,
tiendo hacia mis internos océanos profundos.
A ratos he sentido traerme el viento amargo,
no el canto del que vuelve triunfal de las conquistas,
sino un clamor de sordas campanas de naufragio.
LA RUTA DE BAGD AD
I
Fue bajo el esplendor de una mañana
de sedas y de pálidos destellos:
cruzaba bajo el sol la caravana
al lento cabecear de los camellos.
Una dulce pereza musulmana
nos envolvía en su inquietud, y bellos
los dedos de tu mano de sultana
mesaban la pelambre de sus cuellos.
S obre la ruta de Bagdad fue un día...
El amor en tus ojos florecía
sus fiebres locas, y a tus pies vencido,
esclavo en tus pupilas fascinantes,
mis labios imploraron suplicantes
un amor sin la muerte y el olvido.
II
Un amor sin la muerte y el olvido...
Y en tus pupilas mi implorar en vano,
como en un mar de luz desconocido,
naufragaba en las ondas del arcano.
Agonizante el Sol, en un lejano
crepúsculo de seda revestido,
con un hito hierático y profano
prestigiaba de gemas tu vestido.
Suntuosas tus diademas de amatista,
cantaron sus espléndidas conquistas
sobre el áureo fulgor de tus cabellos.
Y contemplaron, en glorioso alarde,
quebrarse ante sus ojos tus camellos
la pálida turquesa de la tarde.
III
Sedas de Esmirna, y oro, y pedrería
de un Oriente suntuosos y legendario,
te dieron su esplendor de orfebrería
con un remoto fausto milenario.
La púrpura de Tiro te envolvía
como en llamas y, mármol estatuario,
tu cuerpo en la liturgia se ofrecía
entre incienso y aroma de santuario.
Un sacerdote liturgiaba un rezo.
Tu boca –cáliz de oblación-, un beso
al Dios alzaba, como ofrenda muda.
Y ante el ara magnífica postrada
fue un manto de oro a tu esbeltez desnuda
la hermosa cabellera destrenzada.
IV
¿Adón de ibas? ¿Al Cairo? ¿Hasta Basora?
¿A la lejana India? ¿En qué tranquila
ciudad maravillosa y seductora,
soñaba misteriosa tu pupila?
Los altos minaretes, en la hora
recortando en la luz su larga fila,
una visión de encanto, soñadora,
brindaron a tus ojos de sibila.
Cantaban tus esclavas jubilosas,
Rebecas con sus ánforas preciosas;
los negros camelleros daban gritos...
Y a mi amor te entregaste toda entera
blanca y desnuda, en voluptuosos ritos,
tendida sobre pieles de pantera.
V
Y fue final a mi ilusión tu viaje.
Alados toros, en un templo asirio,
te vieron, en rendido vasallaje,
con locura de místico delirio.
Los ópalos, cayendo con tu traje
de tu cuello, ante el Baal de tu martirio,
llamearon fuego de ritual salvaje
sobre tu blanca desnudez de lirio.
Fue así más fuerte que el amor el fuego
sagrado de tu fe; inútil ruego
fue el correr de mis lágrimas tranquilas.
Enmudecía tu reír sonoro...
Y una visión de púrpura y de oro
moría sobre el mar de tus pupilas.
VI
Princesa de Basora: deslumbrantes,
tus collares, tus cofres, tus diademas,
cantaron como en bíblicos poemas
litúrgicos amores lujuriantes.
Como Belkiss, tus manos centelleantes
de sortijas fantásticas y gemas,
fueron sabias, amantes y supremas
al amor y tus blancos elefantes.
S obre la ruta de Bagdad, sus cuellos
hoy alargan dolientes tus camellos.
¡Nunca sus ojos tornarán a verte!
Pero en su marcha lánguida, sin prisa,
van soñando en el oro de tu risa,
en triste caravana hacia la muerte...
LOS BORGIA
Oro, púrpura y raso; suntuosos cortinajes;
mantos cardenalicios y cabezas mitradas;
un cortejo de sedas los príncipes y pajes;
como fulgor de soles las manos enjoyadas.
Penden de las paredes las cruces, las espadas;
muestran, regias, las damas las glorias de sus trajes;
fulgen de las pupilas perversas las miradas;
desnudando la carne detrás de los encajes.
Pasa Lucrecia altiva, triunfante su belleza,
de noble cortesana; sombrío en su realeza
César Borgia, en el cinto la espada y el puñal.
En sus antros infames que las armas oprimen,
se deleita en los goces refinados del crimen
al pensar en la púrpura de un rico cardenal.
NIPONA
Es una flor exótica como una flor de loto,
de cuerpo diminuto y ambigua gracia rara;
oirán maravillosa de la sagrada Kioto
o una musmé adorable de un lindo Yosiwara.
Canta en la fantasía de una visión chinesca
el suave encanto mágico de su reír sonoro,
mientras su cabellera con gracia niponesca
sujeta con los largos alfileres de oro.
Lucen los crisantemos en los lindos jarrones;
en los biombos, bordados de extrañas creaciones,
al sol con lengua enorme amenaza un dragón.
Y en tanto que ella apura el té de su tacita
yo sueño, contemplando risueña su carita,
que es una muñequita de laca del Japón.
EL TRIPTICO DE LOS TAPICES
ENCANTAMIENTO
En la noche encantada y miliunanochesca,
el anciano califa de la barba plateada,
junto a los surtidores que dan su gracia fresca
escucha, un lindo cuento que dice S cherezada.
En el jardín, la luna, con magos hieratismos,
rielando entre la sombra donde los pavos reales
muestran la fantasía de sus policromismos,
va tejiendo fastuosos tapices orientales.
S obre el tazón de mármol la luz de perlas llueve,
y en tanto S cherezada su mano toda nieve
extiende en un momento de su cuento oriental.
S obre un cofre el caduco califa somnoliento
sueña que está viviendo la vida de algún cuento
donde él fuera encantado con un filtro mortal.
EL COLLAR D E S CHEREZADA
Medita Dinarzada. Ricas tapicerías.
Arden suntuosamente los áureos pebeteros,
mientras la noche, al claro fulgor de los luceros,
rima un encantamiento de fantasmagorías.
El Califa que mira pasar, ensimismado,
ante su vista un bello cortejo de visiones,
mira de la sultana, sobre los almohadones,
todo el hechizo mágico de su cuerpo encantado.
Y en tanto, S cherezada, tejiendo su leyenda,
revela ante sus ojos su seno como ofrenda
rendida a los deleites de la caricia muda...
Un collar de su cuello que lento se desgrana,
bajo la luz, fastuoso, finge una filigrana
sobre el orientalismo de su carne desnuda.
LANGUID EZ
En la molicie lánguida, bajo el follaje fresco,
de las altas palmeras, sobre un tapiz tendida,
S cherezada contempla la flor de un arabesco
que la luz del ramaje dejara suspendida.
En el encanto suave donde algún cuento embruja
para el Visir, de cosas vagas y hechizadoras,
su gracia que en el claro de luna se dibuja
vibra a un maravilloso temblor de guzlas moras.
Un perfume de sándalo envuelve la hora grata.
En la quietud, los cielos sus cálices de plata
derraman en la noche de estrellas florecidas;
y mientras que indolente descansa la sultana,
un surtidor en lluvia de gemas se desgrana
bajo el encantamiento de la noche dormida.
PEGUDO VALDES , CARLOS
Cuba. Siglo XIX
SONETO
De esbeltez singular, barbilampiño,
delgado y de cabello algo castaño
pero amante del bien, no le hago daño
al hombre en la vejez, ni cuando niño.
Es muy contada la ocasión que riño
pues no tiene mi genio nada huraño
y tarde, a mi pesar, me desengaño
que vio la luz mi abuelo junto al Miño.
Yo la sopa conquisto cuando empuño
el mango de la pluma con empeño
y muchas veces a la suerte gruño.
Si un inglés me visita de mal ceño
entonces, solo entonces refunfuño
por el colmillo escupo y me desgreño.
PEGUERO, MIGUEL A.
República Dominicana. 1.903 – 1.964
Poeta hallado en Internet.
AMOR CALLADO
Amor Callado, que jamás se queja;
amor que, en la discreta madrugada,
sólo acierta a poner, junto a tu reja,
la ilusión de una estrofa perfumada.
Amor de un alma taciturna y vieja;
amor que es como música olvidada,
que tiene azul resignación de oveja,
que lo da todo y no pide nada.
Amor es eso, amar como te amo,
sin medir tu desdén, sin que un reclamo
haga que el alma de esperanza estalle.
Amor sin arrebatos y sin ruido,
que espera que tu hogar esté dormido
para pasar entonces por tu calle.
PELAYO, FELIX M.
Argentina. Siglos XIX – XX
Poeta.
LOS VIOLIN ES
S ollozan los violines el lirismo
sonoro y desgarrado de sus notas,
como voces votivas que de ignotas
regiones despertara su atavismo.
S ollozan los violines y sus quejas,
como raudas viajeras trashumantes,
derraman si armonía delirantes,
ebrias de libertad, presas sin rejas.
Y huyen y se expanden, se desgajan,
bajo el ámbito azul en que se cuajan
en albas caudas las constelaciones,
y ascienden por el ámbito serenas
sollozando el azul todas sus penas
con su larga teoría de emociones.
PELAYO, MIGUEL
Murcia. Siglo XX.
SOL DE MAYO
S ol de mayo, en la avena segada,
en los campos de almendro y de higuera
y en la calva aridez de la era
que interrumpe la parva dorada.
Brilla al sol, amapola encarnada;
canta al sol, golondrina ligera;
corre al sol, arroyuelo; palmera,
abre al sol tu sombrilla encantada.
Yo no sé que adorable delicia,
yo no sé que apacible canción,
yo no sé que enervante desmayo,
puso en este poeta doliente
de la loca ciudad febriscente,
este sol campesino de mayo.
EN EL MONUMENTO
Patria: pon a este mármol por cimera
guirnaldas de laurel y hojas de acanto,
engarza en él las perlas de tu llanto
úngelo con la luz de tu bandera.
Ya ves que aun vive la progenie fiera,
del árabe terror del turco espanto,
¡del heroísmo que brillo en Lepanto
no se extingue el filón en tu cantera!
Por tu honor y tu nombre. Patria amada
en ominosa y trágica jornada
heroica sucumbió nuestra marina.
Y al honrar justiciera su memoria,
¡se yerguen orgullosas de su gloria,
las sombras de Churruca y de Gravina!
PELLIC ER, C ARLOS
Villahermosa. Tabasco. (México) 1.899 - 1977
Profesor de Literatura, miembro de la
Academia Mexicana de la Lengua.
SONETOS POS TREROS
I
Haz que tenga piedad de Ti, Dios mío.
Huérfano de mi amor, callas y esperas.
En cuántas y andrajosas primaveras
me viste arder buscando un atavío.
Vuelve donde a las rosas el rocío
conduce al festival de sus vidrieras.
Llaga que en tu costado reverberas,
no tiene en mí ni un leve escalofrío.
De l bosque entero harás carpintería
que yo estaré impasible a tus labores
encerrado en mi cruenta alfarería.
El grano busca en otro sembradío.
Yo no tengo qué darte, ni unas flores.
Haz que tenga piedad de Ti, Dios mío.
II
Nada hay aquí, la tumba está vacía.
La muerte vive. Es. Toma el espejo
y mírala en el fondo, en el reflejo
con que en tus ojos claramente espía.
Ella es misteriosa garantía
de todo lo que nace. Nada es viejo
ni joven para Ella. En su cortejo
pasa un aire frugal de simetría.
Cuéntale la ilusión de que tú ignoras
dónde está, y en los años que incorporas
junto a su paso escucharás el tuyo.
Alza los ojos a los cielos, siente
lo que hay de Dios en ti, cuál es lo suyo,
y empezarás a ser, eternamente.
S AN GABRIEL
Abrete, rosa, danza, lirio oscuro,
vengan los aires en rondas doradas.
Abajo las raíces enlazadas
fiestas profundas lían bajo el muro.
Cayó de sólo miel fruto maduro;
el rocío salió de sus miradas
a recibir las primeras pisadas
que al jardín anunciaran el conjuro.
Perfumes y palomas espirales
ala de aroma allá noticia dieron.
Silencio en el planeta. Matinales
manos abrieron pequeña ventana,
y a la mano los pájaros vinieron
abandonando la viril mañana.
S AN MIGUEL
Al riesgo y la virtud libró su vuelo
y al pie que alzó entre brisas luminosas
fue a las márgenes negras y ruidosas
que dan al monstruo de los mares suelo.
Se batalla a mitad de tierra y cielo;
al fuego horizontal que abatió rosas
las espada vertical, muertes radiosas
dio a la cabeza múltiple en su anhelo.
La Virgen de las vírgenes subía
del cielo que listó con nuevas voces
a otro cielo de incógnita alegría
suspendiendo los coros de la vida,
pasó el Arcángel -nube y luz velocespunzando estrellas con su espada henchida.
S AN RAFAEL
Hundió el Arcángel la brillante mano
en el agua y el pez fue prisionero.
Del hígado fluvial sacó el lucero
que hizo al eclipse de los ojos vano.
Y la sombra cayó del cuerpo anciano
y amontonó su manto pordiosero
al pie del joven cuya voz primero
calló en sus ojos y apretó la mano.
El Arcángel de pie junto a la puerta
miraba las miradas y en sus ojos
brincó la luz en peces descubierta.
La noche en cantos familiares vino
cuando el Arcángel con los ojos rojos,
tomó sus alas y salió al camino.
SONETOS DE ES PERANZA
1
Cuando a tu mesa voy y de rodillas
recibo el mismo pan que Tú partiste
tan luminosamente, un algo triste
suena en mi corazón mientras Tú brillas.
Y me doy a pensar en las orillas
del lago y en las cosas que dijiste...
¡Cómo el alma es tan dura que resiste
tu invitación al mar que andando humillas!
Y me retiro de tu mesa ciego
de verme junto a Ti. Raro sosiego
con la inquietud de regresar rodea
la gran ruina de sombras en que vivo.
¿Por qué estoy miserable y fugitivo
y una piedra al rodar me pisotea?
2
Y salgo a caminar entre dos cielos
y ya al anochecer vuelvo a mis ruinas.
Ultimas nubes, ángelas divinas,
se bañan en desnudos arroyuelos.
La oscura sangre siente los fragelos
de ver las luces que su noche integra,
y aún en las limpias aguas campesinas
se pudren luminosos terciopelos.
La poderosa soledad se alegra
de ver las luces que su noche integra.
¡Un cielo enorme que alojarla puede!
Y un goce primitivo, una alegría
de Paraíso abierto se sucede.
Algo de Dios al mundo escalofría.
NINGUNA S OLED AD
Ninguna soledad como la mía.
Lo tu ve todo y no me queda nada.
Virgen María, dame tu mirada
para que pueda enderezar mi guía.
Ya no tengo en los ojos sino un día
con la vegetación apuñalada.
Ya no me oigas llorar por la llorada
soledad en que estoy, Virgen María.
Dame a beber el agua sustanciosa
que en cada sorbo tiene de la rosa
y de la estrella aroma y alhajero.
Múdame las palabras, ven primero
que la noche se encienda, y silenciosa
me pondrás en las manos un lucero.
AVE MARIA
Brisa que biseló la oscura rama,
nube que ciñe prístinas colinas,
brisa que alzó la rosa sin espinas,
nube inicial de sorprendida flama.
Nube como la mano que se inflama
y arbórea odoríferas resinas.
Brisa como las manos que avecinas
cuando el silencio en el jardín exclama.
Ave María. Nube y brisa fueron
nube el arcángel, brisa lo que oyeron.
Se movía la nube luminosa.
Aire de oro escaló, nueva, la brisa,
cuando María, Rosa Misteriosa,
con pie dichoso las praderas pisa.
S EÑOR, ¿POR QUE ES TOY SOLO?...
Señor, ¿por qué estoy solo, por qué impides
que me acompañe tu visión serena?
¿Olvidas una tarde nazarena
en que lloré junto a los no me olvides?
¡Vieras mi corazón! Si lo divides
hay por Ti y para Ti, de sangre llena
la arteria más cordial; tendrías pena
de no llegar... ¿por qué tus pasos mides?
Cierto, que a veces la sangre está enlodada;
pero es cosa de echarle agua salada...
¡El mar que todo asea y todo esconde!
En pleno día corporal te digo:
Toma mi corazón, Cristo; responde...!
Y a mi primer traición ya estás conmigo.
ELEGIA NOCTURNA
Ay de mi corazón que nadie quiso
tomar entre mis manos desoladas.
Tú viniste a mirar sus llamaradas
y le miraste arder claro y sumiso.
(El pie profundo sobre el negro piso
sangró de luces todas las jornadas.
Ante los pies geográficos, calladas,
tus puertas invisibles, Paraíso).
Tú que echaste a las brasas otro leño
recoge las cenizas y al pequeño
corazón que te mueve junta y deja.
Alguna vez suspirarás, alguna
noche de soledad oirás mi queja
tuya hasta el corazón como ninguna.
IV
Nadie llegó hasta mí con este paso
de tu esbeltez en mármoles reflejos.
Tu sangre lió a sus vínculos espejos
de imágenes ligeras al acaso.
Cristal de sangre cuya luz traspaso,
tu cuerpo enardecido de reflejos;
tu cuerpo de reflejos circunflejos,
tu cuerpo oscuro desenvuelto en raso.
tendí la voz al horizonte puesto
como el pan en el cielo de tu ausencia.
Me envuelve tu llegar, tu voz, tu gesto,
tu crueldad, tu tristeza y la terrible
certidumbre de estar en tu presencia
lleno de amor y muerte inextinguible.
SONETO DOLOROSO
He pasado la vida con los ojos
en las manos y el habla en paladeo
de color y volumen y floreo
de todos los jardines en manojos.
¡Con cuánta agilidad robé cerrojos!
No conoció la lengua titubeo;
y después de geográfico cateo
amoraté el azul desde altos rojos.
Ya con las piernas de un camino hermoso
sudé para sentir en el reposo
los hilos de la brisa humedecidos.
Si mi sombra a mi cuerpo corresponde
es que el silencio aconteció entre ruidos
y ha sabido saber como y adónde.
HORA D E JUN IO
I
Junio, jardín de junio, yo no quise
sino sólo una vez de su ternura
besar el aire que en sus ojos dura
y soltar en mis labios lo que dice.
Aire, junio en los aires ya predice
las imágenes muertas en la oscura
piedad de las palabras que apresura
la sola poesía que no quise
Agua, en tus lluvias llévame ceñido
al campo de sus ojos, al latido
del corazón que hallé en otra sombra.
Róbame a sus espacios que su acento
busque al azar, fuera de luz y sombra.
Yo cubriré mi sombra con el viento.
II
Junio que no cumpliste el prometido
fruto del sacrificio, tú caminas
y a las treinta jornadas avecinas
el ave prodigiosa del olvido.
Yo me quedo más solo que tu olvido
en la imagen creciente de tus ruinas.
¡Yo caminara lo que tú caminas!
¡Yo olvidara el olvido de tu olvido!
Por ti la angustia es llave de la puerta
que no se abrió de noche ni de día.
¡Agua de tus imágenes tan muerta!
¡Noche de la implacable poesía!
Por ti la misma sangre, tuya y mía,
corre el alma de nadie siempre abierta.
III
Poesía, verdad, poema mío,
fuerza de amor que halló tus manos, lejos,
en un vuelo de junios pulió espejos,
y halló en la luz la palidez, el frío.
Yo rebosé los cántaros del río,
paré la luz en los remansos viejos,
di órdenes a todos los reflejos;
Junio perfecto dio su poderío.
Poesía, verdad de todo sueño,
nunca he visto de ti más corto dueño
que en este amor en cuyas nubes muero.
Huye de mí, conviérteme en tu olvido,
en el tiempo imposible en el primero
de todos los recuerdos del olvido.
HORAS DE JUNIO
Vuelvo a ti, soledad, agua vacía,
agua de mis imágenes, tan muerta,
nube de mis palabras, tan desierta,
noche de la indecible poesía.
Por ti la misma sangre -tuya y míacorre al alma de nadie siempre abierta.
Por ti la angustia es sombra de la puerta
que no se abre de noche ni de día.
Sigo la infancia en tu prisión, y el juego
que alterna muertes y resurrecciones
de una imagen a otra vive ciego.
Claman el viento, el sol y el mar del viaje.
Yo de voro mis propios corazones
y juego con los ojos del paisaje.
------------------------------------Junio me dio la voz, la silenciosa
música de callar un sentimiento.
Junio se lleva ahora como el viento
la esperanza más dulce y espaciosa.
Yo saqué de mi voz la limpia rosa,
única rosa eterna del momento.
No la tomó el amor, la llevó el viento
y el alma inútilmente fue gozosa.
Al año de morir todos los días
los frutos de mi voz dijeron tanto
y tan calladamente, que unos días
vivieron a la sombra de aquel canto.
(Aquí la voz se quiebra y el espanto
de tanta soledad llena los días.)
------------------------------------Hoy hace un año, Junio, que nos viste,
desconocidos, juntos, un instante.
Llévame a ese momento de diamante
que tú en un año has vuelto perla triste.
Álzame hasta la nube que ya existe,
líbrame de las nubes, adelante.
Haz que la nube sea el buen instante
que hoy cumple un año, Junio, que me diste.
Yo pasaré la noche junto al cielo
para escoger la nube, la primera
nube que salga del sueño, del cielo,
del mar, del pensamiento, de la hora,
de la única hora que me espera.
¡Nube de mis palabras, protectora!
Hora de junio, 1937
HORAS DE JUNIO
Amor así, tan cerca de la vida,
amor así, tan cerca de la muerte.
Junto a la estrella de la buena suerte
la luna nueva anúnciate la herida.
En un cielo de junio la escondida
noche te hace temblar pálido y fuerte;
el abismo creció por conocerte
robando al riesgo su sorpresa henchida.
Hiéreme así, dejándome en la herida
la sangre que no cuaja ni la muerte
—la llaga con la sangre de la vida—.
Ya estás herido por mi propia suerte
y somos la catástrofe emprendida
con todo nuestro ser desnudo y fuerte.
---------------------------------------------------Éramos la materia de los cielos
que en círculos inútiles perece
sin dar el fuego cósmico que crece
sino apenas el ritmo de sus vuelos.
Energía de idénticos anhelos
que aleja y avecina y que los mece,
juntó en choque de fuerzas luz que acrece
la sombra en tierra de sus hondos cielos.
Y buscándome en ambos nuestra suerte
fluyó hacia tu esbeltez la fuerza fuerte
que al fin su espacio halló propio y profundo.
S algo de ti y estoy en tu tristeza,
sales de mí y estás en tu belleza.
Las estrellas nos ven: ya hay otro mundo.
------------------------------------------------Eso que no se dice ni se canta
es sólo un nombre ¿acaso es un suspiro?
En la sangre celeste de un zafiro
tiene lugar, y tiempo, y voz levanta.
¿En qué número numen, qué garganta,
qué secreto feliz, a cuál retiro
donde sólo el suspiro de un suspiro
pase, te he de esconder, ventura tanta?
Si estas manos vacías ya están llenas
al pensar en tu ser —lecho de arenas
con que las aguas doran su camino—,
donde ponerlas, manos asombradas
de mostrarse desnudas al destino
y levantar al cielo llamaradas.
MATER AMABILIS
Guindó la noche la última hora
y el campo amontonó blancos tropeles.
Queda un viejo pastor con tres donceles
en el estado en que la Luz azora.
Besó la Virgen al niño que llora.
José añade con ramas los canceles.
Asombradas ovejas ojimieles
entibian su presencia mullidora.
La Virgen en sordina al Niño canta.
Comienza a amanecer. La yerba crece
con alegre humildad. La noche santa
duerme... sueña. Se marchan los pastores.
La llegada de un ángel estremece
la colina, que cambia de colores.
SONETO
Era mi corazón piedra del río
que sin saber por qué daba remanso,
era el niño del agua, era el descanso
de hojas y nubes y brillante frío.
Alguien algo movió y se alzó el río.
¡Lástima de aquel hondo siempre manso!
Y la piedra lavada y el remanso
liáronse en sombras de esplendor sombrío.
Para mirar al cielo, qué trabajos
ruedan los ojos turbios, siempre bajos.
¿Serán estrellas o huellas de estrellas?
Era mi corazón piedra de río,
una piedra de río, una de aquellas
cosas de un imposible tuyo y mío.
HERMANO SOL
Hermano S ol, cuando te plazca, vamos
a colocar la tarde donde quieras.
Tiene la milpa edad para que hicieras
con puñados de luz sonoros tramos.
Si en la última piedra nos sentamos
verás como caminan las hileras
y las hormigas de tu luz raseras
moverán prodigiosos miligramos.
Se fue haciendo la tarde con las flores
silvestres. Y unos cuantos resplandores
sacaron de la luz el tiempo oscuro.
Que acomode el silencio; con las manos
encendimos la estrella y como hermanos
caminamos detrás de un hondo muro.
SONETO NOCTURNO
Tiempo soy entre dos eternidades.
Antes de mí la eternidad y luego
de mí, la eternidad. El fuego;
sombra sola entre inmensas claridades.
Fuego del tiempo, ruidos, tempestades;
si con todas mis fuerzas me congrego,
siento enormes los ojos, miro ciego
y oigo caer manzanas soledades.
Dios habita mi muerte, Dios me vive.
Cristo, que fue en el tiempo Dios, derive
gajos perfectos de mi ceiba innata.
Tiempo soy, tiempo último y primero,
e tiempo que no muere y que no mata,
templado de cenit y de lucero.
ULTIMO EPITALAMIO
Pero si al cabo vienes, despojada
de tus flores nupciales, a la hora
en que el mundo hasta el fondo se desdora
y la ceniza cubre a la mirada.
Pero si entonces, con la boca helada
del ocaso postrero que devora
toda ilusión, fatal coronadora,
al oído me dices: soy la nada,
te daré gracias por dejarme verte
y abrazarte desnuda, y por ser mía
siquiera en el instante de perderte;
y dormiré en el tálamo que hacía
mi corazón, soñando que la muerte,
es tu último velo, poesía.
LOS SONETOS DE ZATOPLAN
I
Un amarillo estar de otoño al día.
Sus olvidadas comunicaciones
abrieron los antiguos corazones
que junio en otros junio exprimía.
Triunfos de corporal idolatría
desnudan sepulcrales posesiones.
Las perlas, amargadas. las acciones
atléticas, vejada fantasía.
¿En dón de estás, eterna primavera?
¿Por qué perdí tu claridad ligera
y en flores amarillas te descubro?
Y de vorado por mi boca herida,
con las palabras que te digo cubro
la muerte más hermosa de mi vida.
II
El tiempo que nos une y nos divide
-frutal nocturno y floreciente díahoy junto a ti, mañana lejanía,
devora lo que olvida y lo que pide.
Cuidar en él lo que al volar descuide
será internarse en su relojería;
y minuto a minuto y día a día,
sin quererlo, aunque poco, nos olvide.
Olvidados del tiempo, esos instantes,
serán de eternidad; los deslumbrantes
momentos del instante de lo eterno.
Junio en tus manos su belleza afina;
el otoño es su dócil subalterno.
Tiempo y eternidad tu alma combina.
RECINTO FIN DEL HOMBRE AMADO
Un soneto de amor que nunca diga
de quién y cómo y cuándo, y agua de a
quien viene por noticia y en sí lea
clave caudal que sin la voz consiga.
Que en cada verso pierda y gane y siga
ritmo a la cifra en luz que el agua arquea,
y suba el esplendor que así desea
música lengua y tacto a flor de espiga.
Ya la línea sandalia del terceto
abre camino al alma del objeto
que adoro y cuyo nombre dicen todos.
Nadie sabe el valor de su grandeza,
pero al decirlo de inconscientes modos
me transfiguran, pues me dan belleza.
RECINTO
Amor, toma mi vida pues soy tuyo
desde ayer y más que ayer y más que siempre.
La voz tendida hacia tus voces mueve
los instantes de flor a hacerse fruto.
Ya el aire nuevo su cantar se puso,
ya caminos por ágil intemperie
con la desnuda invitación nos tiende
las manos del encuentro que ambas juro.
Amor, tomo mi vida y dame el ansia
tuya, de ti y eterna; ven y cambia
mi voz que pasa, en corazón sin tiempo.
Manos de ayer, de hoy y de mañana
libren a la cadena de los sueños
de herrumbre realidad que, mucha, mata.
AL DEJAR UN ALMA
Agua crepuscular, agua sedienta,
se te van como sílabas los pájaros tardíos.
Meciéndose en los álamos el viento te descuentan
la dicha de tus ojos bebiéndose en los míos.
Alié mi pensamiento en tus goces sombríos
y gusté la dulzura de tus palabras lentas.
Tú alargaste crepúsculos en mis manos sedientas:
yo devolveré en el pan tus trágicos estíos.
Mis manos quedarán húmedas de tus seno.
De mis obstinaciones te quedará el veneno,
flotante flor de angustia que bautizó el destino.
De nuestros dos silencios ha de brotar un día
el agua luminosa que de un azul divino
al fondo de cipreses de tu alma y de la mía.
PELLIC ER ABARC A, DIEGO
España. S iglo XVII
Poeta.
SONETO
No el orgullo triunfante al Laurel fuera,
si no irritara el ímpetu del rayo;
ni a su tronco Real eterno Mayo
las ramas inmortales floreciera.
Penetra altivo la mayor esfera,
(negado siempre el ceño del desmayo)
y aunque su pompa de su muerte ensayo,
nunca consiente, que su pompa muera.
Laurel sagrado, así bella Mariana,
a los riesgos del rayo floreciente,
Su Majestad expone S oberana.
Y a mayores impulsos de valiente,
o Laura bien, o Águila Alemana,
invencible corona su Real frente.
PELLIC ER D E TOVAR, ANTONIO
España. S iglo XVII
Poeta y amigo de Lope de Vega
A LA MUERTE D E LOPE D E VEGA
Águila generosa que en el cielo
a mejor sol las luces examinas,
que para ser del todo peregrinas,
tan sólo les faltaba el postrer vuelo.
Ya que olvidaba del común desvelo,
en esferas luciste más divinas
sin que ofenderte puedan las ruinas
de este caduco siempre oscuro suelo.
Allá en mayor región, que sin ocaso
eterno tiene el inmortal oriente,
el siempre sacro celestial Parnaso.
Estrellas, no laurel, ciñan tu frente;
porque el premio mortal le vendrá escaso,
a lucir, a volar tan eminente.
PELLIC ER D E TOVAR, HIPOLITO
España. S iglo XVII
Poeta y amigo de Lope de Vega
A LA MUERTE D E LOPE D E VEGA
S acra, espléndida, excelsa, ínclita pira,
de fama heroica, tumba gloriosa,
si cadáver ocultas religiosa,
tú me inflamas devota, tú me inspira.
De rara, prodigiosa, culta lira,
fecundas voces canta numerosa,
elocuencias pública y armoniosa.
Terencianos periódicos admira.
Tú peregrina fénix, que volando
alta penetras bárbaras naciones,
claros, eternos orbes habitando.
Vive Félix esféricas regiones,
inmortales Coronas ilustrando,
adorando beatíficas visiones.
PELLIC ER D E TOVAR, JOS E
Zaragoza. 1.602 – Madrid. 1.679
Cronista de Castilla y León.
Escritor variado de gran mérito.
A LA VERDAD
Deidad excelsa, Majestad sagrada
que en paz conservas orbes y elementos;
columna que al combate de lo vientos
jamás te vio la veleidad postrada.
Verdad que de la tierra derivada
la Justicia en el Cielo te da alientos
y te mira con ojos siempre atentos
cuando el Mundo te juzga contrastada.
A ti mis votos van y a ti consagro
las verdades que ilustran mis escritos
que otro fin a este culto no me llama.
Será de tu poder alto milagro
el desterrar errores infinitos;
pues yo busco tu gloria, no mi fama.
SONETO
Ya al Júpiter metido en culto griego,
la vana antigüedad dejó aplaudida
la copa, que fingió el Garzón de Ida,
subió a servirle hasta el dosel del fuego.
Al Latino mayor, del mayor Griego,
como verdad se veneró leída,
de ella la historia se miró vencida,
pues no le costó el crédito algún ruego.
Mas Homero y Virgilio, ¿qué escribieran
al ver que el alto Júpiter de España
eternizó a un Guzmán más firme copa?
Sus escritos con ella ennoblecieran,
y premio le aclamaran en su hazaña
que fue por él restauración de Europa.
SONETO
De horror armado, de furor ceñido,
valiente lidia, a más victoria atento
el bruto victorioso, cuyo intento,
de más alto poder fue resistido.
Feroz en la campaña, es ya temido;
a toda fiera alcanza el escarmiento,
mayor aplauso debe al vencimiento,
pues fue la causa de quedar vencido.
Los postreros amagos de la vida,
se vieron antes, que la ardiente llama
ejecutase el golpe de la herida.
Creció la admiración, creció la fama,
y el aplauso común, en voz divina,
deidad te adora, vencedor te aclama.
PELLIC ER D E VELAS CO, MANUEL
España. ¿ … ¿ - 1733
Académico de la Real Academia española,
ocupó la silla X de 1.730 a 1.733
Poeta.
¿Quieres ser gran Señor? ponte severo:
gusta de sabandijas; ten enano,
con los pícaros sé muy cortesano,
y con la gente honrada muy grosero.
Monta de cuando en cuando por cochero;
lleva a pasear tus mulas en Verano;
haz desear lo que penda de tu mano;
y olvídate de que eres Caballero.
Si te pide el rendido, tuerce el gesto;
de ajena bolsa no escasees gasto;
para las vanidades echa el resto.
S ólo con tu mujer serás muy casto;
pide, debe, no pagues; que con esto,
si no eres gran Señor, serás gran trasto.
PELLUCH POS ADAS , JOS E
España. 1.907
YA LA MUERTE...
Ya la muerte, Señor, por fin se llega
a mi cansada humanidad doliente;
ya la siento llegar tétrica y ciega,
paralizar mis miembros y mi mente.
¿Todo habrá de cesar, o todavía
seguirá, muerto el cuerpo, el pensamiento?
¿El verso qué engendró la mente mía
será tan sólo fruto de un momento?
¡Oh el horror del vacío, de la Nada,
de no ser este mi “yo” que ha sido!
El alma estremecida atribulada,
piensa que pudo ser, y que no ha sido,
y a Dios dirige, ansiosa, la mirada
en demanda de paz, perdón y olvido.
ANTE UNA ROS A
La vida tiene un fondo de amargura;
la muerte tiene un fondo de tristeza;
pero en la rosa, que tan poco dura,
hay una nota de inmortal belleza.
Se marchita una rosa, mas perdura
en otra rosa aroma y gentileza,
y así la vida en otra vida apura
ciclo que acaba mientras otro empieza.
Todo el tiempo lo vence y arruina;
todo lo quema su implacable llama;
muere la flor y la gigante encina...
Mas no te importe, amigo; tú, camina;
aquello que no sabes, adivina;
y, sobre todo y aunque te odien, ama.
PEMAN, JOS E MARIA
Cádiz. 1898 – 1.981
Académico de la Real Academia Española,
ocupó la silla “i” de 1.939 a 1.981.
Escritor español. Autor teatral, ensayista, poeta,
novelista. Raro es el tema literario no tratado por
Pemán. Televisión, Radio, Periodismo. Prácticamente
ha cultivado todos los géneros.
SONETO A LUIS CERNUD A
Me ha quedado leyéndote un rocío
de palabras con tallos tan sangrantes,
tan húmedas de ti, tan suplicantes
de compañía, que pareces mío.
Mío tu canto, mío el desvarío
de tu decir tan tuyo, y tus rodantes
versos delgados, míos como guantes
de tu piel amparándome del frío.
Se me ha puesto a latir en tus compases
el pulso musical. Dulce y pequeño,
me escondo en rosas para que tú pases.
Me arrebató , leyéndote, tu empeño...
¿Qué viento hay en tu voz para que arrases
mi sueño así para sembrar tu sueño?
DOS SONETOS PARA EL TOMO DE
POES IAS DE MANUEL MACHADO
(El poeta de las “S oleares”)
Estuvo “solo”, como está el torero
frente al toro, y están los cantadores
frente al silencio, y frente a los amores
don Juan, siempre a mitad de su sendero.
Hizo del “arte de morir” austero
saber de eternidad entre las flores.
Pobló su soledad de ruiseñores
y habló, a solas, de noche, a su lucero.
Bebió mucho, en su tiempo, a copa llena.
Luego, una nada de vinillos flojos.
Hoy, si acaso, el regusto de su pena.
Y un día, sin dolor y sin enojos,
dirá, con voz tranquila y faz serena:
“Gracias, no bebo”... y cerrará los ojos.
DIALOGO ENTRE ANDALUCIA Y EL POETA
-¿Qué me miras, Manuel, o qué me quieres?
-Tu secreto quisiera. -Cuesta caro.
-Ponle precio. -Te pido un hondo y raro
penar oculto en risas y placeres.
-Hecho.- Te pido más: que tus quereres
mates en flor de cante y vino claro.
-¿Más? -Que no tengas de mujer amparo.
-¿Cómo?- Adoran do a todas las mujeres.
-¿Algo más? -Que me des, hecho soneto,
lo mejor de tu pena y alegría,
la gracia y luz de tu vivir inquieto.
-Entonces, ¿qué me queda, Andalucía?
-La soledad... -¿Era ése tu secreto?
-¡Y el secreto de toda la Poesía!
LA LEY D E LA HERMOS URA
Ceñida tengo el alma a la hermosura
de tu recuerdo turbado, amiga:
como el viento la gracia de la espiga
cercada tengo en mí tu gracia pura.
Por adorada, tengo tan segura
tu imagen en mi mente, que aunque siga
sus vuelos soñadores, de esta liga
constante en el recuerdo y la atadura.
Tu clara imagen, que adivino y veo,
la rima alada que en tu honor levanto,
en una misma soledad las creo:
que es, vista y presentida en gozo y llanto
-retórica de ausencia y de deseo-,
tu esbeltez la medida de mi canto.
HOMENAJE A GABRIEL D`ANNUNZIO
Las montañas que ayer a la Fortuna
consagraron los padres, sobre el puerto
se suceden orlando el arco incierto
del golfo azul, imagen de la luna.
La tarde entre el verdor de las colinas,
hierve en vapores rosas y violetas;
y mientras se alzan, sobre el golfo, inquietas
sombras de ayer, sagradas y divinas,
de entre las verdirrosas arboledas
y las viñas, espesas humaredas
se alzan como de ofrendas y de altares...
Yo, en un instante mágico, he sentido
por el canto arrullado de tres mares,
tu cuerpo -¡Italia!- junto a mí, dormido.
SONETO
Tengo miedo de haberme dado tanto
en mi verso a los otros, que mi vida,
seca su fuente y de su sed bebida,
ya no es sino un pretexto para el canto.
Cada canción que digo es un quebranto
de mi verdad más honda y escondida;
cada verso, una resta a la florida
plenitud de mi risa y de mi llanto.
Ya soy apenas aire que en rumores
se deshace en el trigo; apenas prisma
que finge, sin color, siete colores.
Ya apenas vivo en mi alargado acento.
Así, vago remedo de sí misma,
muerta la rosa, vive por el viento.
PRIMERA C ITA
Clara risa y perdón anticipado
era el jardín en flor, cuando el poniente
daba a la pequeñez de lo presente
eternidad de gozo adivinado.
Yo entre jazmines, corazón; y al lado,
tu gracia, tan cercana y tan ausente,
que era una turbación honda y caliente
y un madrigal apenas pronunciado.
Entre e pecado y la virtud, cobarde,
estaba todo afecto y toda cosa.
Todo era natural y sin alarde:
claro el amor y el alma luminosa.
El beso, corazón, de aquella tarde,
fue inocente y fatal, como una rosa.
SONETO
En este breve espacio que limita
por mi propia elección y rendimiento
todo el amor y todo el sentimiento
que en los abismos de mi ser se agita,
en este cuerpo tuyo - margarita
blanca, en la muda indecisión del vientotodo lo que es color, ritmo y acento,
por milagro de Dios, se ha dado cita.
Mirarte es entender: saber del Arte
todo el saber tan único y diverso
y hacer clara la Vida parte a parte.
Hablarte es aprender la ley del verso.
Tenerte es trascender... Y acariciarte
es tomar posesión del Universo.
RECUERDO
Tienen el hondo azul del cielo en calma
y del campo las castas soledades
lejanas y secretas hermandades
con las memorias y el dolor del alma.
Basta una flor a despertar la gloria
de una esperanza ilusionada y muerta,
y un soplo basta a revivir la incierta
llama de un viejo amor en la memoria.
Por eso en esta tarde, en que aun no alcanza
su oro el trigal y su verdor al vida
y en que todo en la tierra es esperanza,
ante la gracia en flor de la campiña,
yo he escrito este soneto en alabanza
de aquella novia que murió tan niña.
A UN A DAMA COQUETA, ENVIANDOLE
UN RAMO DE JAZMINES
Estos diablillos blanco que, a la aurora,
se visten, por burlar, sobrepellices
de tenue seda clara y que, felices,
emperezan de olores, sitio y hora,
traviesa imagen son, dulce señora,
de ese incierto decir con que no dices
y ese alegre jugar que con deslices
y frenos me detiene y me enamora.
Una sonrisa con su leve peso,
una esperanza con su lejanía
-ligeras fuentes de tan grande exceso-,
llenan todo mi ser. La vida mía
está toda aromada por un beso
como por un jazmín el mediodía.
NADADORA
Mito de ayer y estampa de la hora
sobre la arena que lamió la duda
de la verde marea, se desnuda,
blanca de cruda luz, la Nadadora.
Toda lascivia, en sencillez de aurora
se cambia en ella por la gracia muda
de ese verde temblor que la saluda
y esa brisa de sal que la enamora.
Poco después un ritmo sin cantares
mece sus altos brazos, que, derechos,
caricias de las olas son, impares:
mientras va de la espuma entre los lechos,
proa ya de marfil, tajando mares,
la desdoblada nieve de sus pechos.
BELLEZA S ERENA
Unica turbación y melodía
de tu belleza toda en paz lograda,
la fuga musical de tu mirada,
sobre la sabia y pura geometría,
de tu cuerpo sin tacha, es una fuente
con dos chorros de luz que habla de cosas
lejanas y de estrellas misteriosas
más allá de la Forma y del Presente.
Ciega, por eso, mi alma te desea
como una estatua, porque así hecha idea,
nada turbe tu plástica armonía;
y así, ya sin lejanas alusiones,
como el jazmín serena al mediodía,
tu perfección serene mis pasiones.
FRIS O GRIEGO
Van cantando las brisas entre los matorrales,
meciendo las espigas y tronchando las flores;
murmuran las cigarras... y con blandos rumores
susurran las abejas rondando los panales.
Mirándose al espejo del agua que se estanca
en un verde remanso de flores cincurdado,
una Ninfa del bosque, cantando, ha desatado
la cabellera rubia sobre la carne blanca...
Un vaquerillo joven, como un junco ligero,
se asoma entre las matas... La Ninfa y el vaquero,
sin decirse palabra, contemplándose están.
En pleno mediodía... Como una carcajada
se escucha, entre las frondas, la burlona tonada
de los siete carrizos de la flauta de Pan.
OFRENDA A TIRS I
Huye del cortesano que haciendo que suspira,
te ofrece ricas joyas como señal de amor;
desprecia los mentidos arrullos de su lira
y escucha, Tirsi bella, la copla del pastor...
Yo te daré en ofrenda de amor unos oteros
de retamas vestidos y fresco toronjil,
unas vegas cuajadas de gramas y romeros
y una rústica y dulce zampoña pastoril.
Yo te daré este campo, que, orlado de trigales
y lleno de violetas, narcisos y rosales,
espera que tu llegues para reinar en él:
y como afianzamiento de todas mis promesas
aquí traigo un puñado de guindas y de fresas
y unas uvas tempranas, que ya trasudan miel.
EL ADOLES CENTE Y LA CORTES ANA
Tu boca, ánfora abierta de besos y de risas
sobre la pura y blanca columna de tu cuello,
doctora sabia y dulce del arte infame y bello
de amar un poco, al paso, con gracias y con prisas,
fue la primera fuente que, a mi paso, el hechizo
me reveló del hurto consumado, al desgaire,
con la callada y mansa complicidad del aire,
cazador de inocentes en las redes de un rizo.
Irisado y ligero, mi pecado primero
no fue el monstruo nefando que los graves doctores
condenan con los dardos de un mal latín severo;
mi pecado de niño, sin maldad ni rigores,
fue al remontar apenas la gracia de un lucero
cautivo de una cinta de sedas y colores.
EL HIDALGO ES PAÑOL
Ufano de su talle y su persona,
con la altivez de un rey en el semblante,
aunque rotas quizá, viste arrogante
sus calzas, su ropilla y su valona;
cuida más que su hacienda su tizona,
sueña empresas que olvida en un instante,
reza con devoción, peca bastante
y en lugar de callarlo lo pregona;
intentó por su dama una quimera
y le mataron sin soltar la espada;
sólo quiso al morir que se le hiciera,
si algo quedó en su bolsa malgastada,
una tumba de rey, donde dijera:
“Nació para ser mucho... y no fue nada.”
SONETO DEL BARRIO PECADOR
Barrio de S anta Cruz; la dolorosa
por siete espadas de pasión herida:
carne blanca rajada y dolorida,
con borbotones de geranios. Rosa,
se obstina el sol, con ansia, en los balcones
más altos, por no ahogarse en la negrura:
náufrago de la mansa noche pura,
temblorosa de estrellas y canciones.
La noche ha descubierto esa que celas
pasión oculta en flores y cancelas.
Y el alba pagarás, ya desnudado
tu blanco cuerpo, en penitencia dura,
con cilicios de sol, ese pecado
de amorosa pasión que te tortura.
SONETO DEL S ACERDOTE VIEJECITO
QUE ENS EÑA LA IGLES IA D E LOS
VENERABLES
Gorro de seda en la cabeza cana;
que sólo rinde a Dios y a las señoras;
bastón, zapato, hebilla, y la sotana
rozada por las alas de las horas.
Va enseñando al viajero su tesoro,
y alza los ojos orgullosamente
para gozar el gesto del oyente
cuando dice: Es coral, ébano y oro...
Luego se acerca un poco mas; levanta
su voz de viejo, y más que dice, canta:
Esto lo regaló Maria Luisa...
Y, temblándole labios y garganta
se hace almíbar y mieles su sonrisa
cuando pronuncia el nombre de la infanta.
TEMA D E IN VIERNO
Flota, muerta, Sevilla sobre el río
y su alma, hecha de olores y cantares,
anda por los vecinos olivares
huyendo, errante, sobre el viento frío.
Se fueron ya los mágicos añiles
de las tardes de agosto y los calores,
ahora que la Maestranza tiene flores,
llorosas de humedad, en los toriles.
Quedan sólo en la tarde gris y oscura
los dejos de un amor y una aventura:
una copla de celos dolorida,
unas nubes sangrientamente rojas
y un clavel que, en el libro de mi vida,
pondré, como señal, entre dos hojas.
EL S OMBRERO CORDOBES
Tú que eres a la par, noble sombrero,
sobre las cejas pícaro y riente,
agresivo y burlón, sobre la frente,
y echado atrás, altivo y pendenciero,
tú, has logrado que quepa en la sencilla
gracia ligera de tus líneas puras,
toda el alma, con gozos y amarguras,
igual que cabe en una seguidilla.
Tú, que todo lo que dices siendo mudo,
tú que en la mano bordas el saludo
y en el aire, volando, el ruedo alegras,
¡cuántas penas de amores escondistes,
bajo la sombra de tus alas negras,
que entristecen aún más los ojos tristes!
MANUEL D E FALLA
Tú, más allá de todas las fronteras,
estás contigo en otra Andalucía,
donde es eterna y sabia la armonía
del agua y de la rosa. Primaveras
colgantes son sobre unas nubes vanas
tus jardines soñados, y es un triste
sol infinito y vago que no existe
el que ha puesto morenas tus gitanas.
No canta en ti la oscura y soñadora
Bética jonda ni repiquetea
tu arte de gozo vano y zambra mora.
¡Tu arte es el arte que el esfuerzo crea
sobre el segundo cielo sin aurora
donde cantan el Número y la Idea!
BAUTIZO DE UNA LANCHA NUEVA
Empavesadas de geranios rojos
las nubes por el sol; dulce y funesta,
la mar abre a la luz, en son de fiesta,
la dorada inquietud de sus mil ojos.
De algas verdes y sal las bordas llenas,
la nueva lancha espera con un vivo
pudor de novia, frente al mar lascivo
que relame, goloso, las arenas.
Ya está todo dispuesto, amada mía:
vierte ahora tú, serena y sin cantares,
un puñado de sal de la bahía
sobre la lancha a modo de azahares...
¡Tú que en la belleza igualas y armonía
la gracia antigua y nueva de los mares!
EL CALLEJON DEL TINTE
Llama el faro a una estrella con los guiños
que el mirador repita, y las acacias
orlan, llenas de sueños y de gracias,
la plaza del verano y de los niños.
Ladrón de la belleza, arteramente,
el viento largo de la mar se esconde
por el jardín de Bellas Artes, donde
se desvelan las flores y la fuente.
Las tres en S an Francisco. Las farolas,
que en las negruras de las calles solas,
como estrellas perdidas, vacilaban,
se han apagado ya... Pasos... Un coche...
Vírgenes, las magnolias desnudaban
su blancura sin luz bajo la noche.
MAR DE C ADIZ
Cádiz: Mar numeroso, uno y diverso,
que, en pauta de cristales, la armonía
nota del aquel antiguo que sabía
danzar con ritmo y legislar en verso.
Blanca, la espuma, vara de jazmines
parece de un arcángel que anunciara
la diosa que del mar, con risa clara,
verdes y amargos, sueñan los jardines.
Todo está lleno en él por la divina
presencia ignota, y todo se ilumina:
desde que el alba. entre claveles, arde
con un triste desmayo de añoranza,
hasta que, rosa y ya sin sol, la tarde
viste el pudor nupcial de la Esperanza.
MED ITAC ION ANTE UN
NACIMIENTO DE CARTON Y BARRO
Alma: no te confundas con la alada
gracia de barro del pastor sencillo,
que va al portal tocando el caramillo
y cubierta de rosas la cayada.
Si al venir Cristo a la desventurada
tierra del padre Adán, un amarillo
cojín de pajas fue y un portalillo
su primer trono y su primer morada,
fue por celar su gloria, como el cedro
que se oculta al nacer entre jarales.
Luego fue la alta plenitud y el medro.
Luego las anchas horas imperiales.
¡La cú pula redonda de S an Pedro
no es, por Dios, villancico de zagales!
CRIS TIANIS MO
Aquella Venus blanca en su rasgado
mirar, ayer sin luz, tiene ahora un triste
dejo, porque le han dicho ya que existe
la muerte y la esperanza y el pecado.
Ya es irremediable. Duramente
han aplastado gracias, risas, besos
lo Eterno y lo Infinito: esos dos pesos
que apenas logra soportar la mente.
desde que el alba sabe su existencia
no hay más sabiduría ni más ciencia
que ese saber. Es vano que las rosas
me llamen como un día me llamaban.
He olvidado hasta el nombre de esas cosas
desde que sé que hay cosas que no acaban.
EL PO ETA A LA MUJER VERONICA
Lujo de la Pasión, tú, la romana,
a quien Jesús, con sangre de rosales,
una isla de perfiles celestiales
dejó en memoria de su forma humana:
tú eras Roma, Occidente: cuando reza
apretando en perfil el sentimiento;
pañal tu lienzo de otro nacimiento
y de otra redención por la Belleza.
Yo de la pura forma enamorado,
yo enajenado de los ruiseñores,
quiero en mi corazón tener grabado
el rostro del Señor de los amores:
moneda de oro para su mercado
de estrellas, de palomas y de flores.
REGINA MATER
Cuando no era la noche ni era el día,
ni el límite del mar junto a la arena,
ni el nevado perfil de la azucena
en las faldas del viento se movía,
ya te pensaba a Ti, dulce María,
y ya te definía clara y buena,
en su mejor misterio la serena
luz inmortal de la S abiduría.
Luego marcó S u mano esa que entona
lira y canción el giro de la esfera.
Cuajó de soles una y otra zona.
Pintó la gracia de la primavera...
¡Pero todo fue ya cetro y corona
de la que fue pensada la primera!
SONETO A LA MEDIADORA
Métete por en medio, Mediadora,
que está luchando con la noche el día,
el gozo con la pena, la armonía
con el caos y la tarde con la aurora.
Métete por en medio y enamora
del Esposo y del Hijo la alegría,
por robarles la luz que mi agonía
vestirá de otra luz consoladora.
Haz un dulce rosario de mercedes
de la vida del hombre. Busca el modo
de asaltar sus almenas y paredes,
y atad a la Bondad codo con codo.
¡Métete por en medio, tú que puedes,
y puédele al Amor que puede todo!
A LA VIRGEN DE LA CONSOLACION
No llores tú, la Niña coronada,
consolación de todo desconsuelo,
pedacito de tierra y luz de cielo,
almendra dulce de tu sol tostada.
No llores tú, de amor desconsolada,
si lloras, estrujando tu pañuelo,
porque estaba mi voz pronta a ser vuelo...
y sin volar de puro enamorada.
Me pidieron un canto a tu azucena.
Me enseñaron tus gracias celestiales.
Y así volaba de tu faz morena,
a mi canción, queriéndolas iguales,
como de alero a alero, y pena a pena,
la golondrina de mis madrigales.
PROCLAMACION DE LA EXACTITUD
Un fin de tierra soy. la frente mía
es un duro y altivo acantilado
de pensamiento, apenas coronado
de una lenta y nublada lejanía.
Clava sus dientes de melancolía
la peña sobre el mar desmelenado:
duelo del infinito no domado
y la rocosa y dura geometría.
Razono junto a un mar que dulcemente
con sus largos rumores me empereza:
afán de una Verdad clara y riente
junto a la tentación de la Belleza.
Mástiles con rubores de poniente
navegando el azul de mi tristeza.
SONETO A LUIS CERNUD A
Me ha quedado leyéndote un rocío
de palabras con tallos tan sangrantes,
tan húmedas de ti, tan suplicantes
de compañía, que parece mío.
Mío tu canto, mío el desvarío
de tu decir tan tuyo, y tus rodantes
versos delgados, míos como guantes
de tu piel amparándome del frío.
Se me ha puesto a latir a tus compases
el pulso musical. Dulce y pequeño
me escondo en rosas para que tú pases.
Me arrebató, leyéndote, tu empeño...
¿Qué viento hay en tu voz, para que arrases
mi sueño así para sembrar tu sueño?
S ENTIMIENTO
Dulce estorbo en el medio del camino
de la Idea: ¡divino sentimiento!
Ladrón de luz que roba el pensamiento
su vuelo exacto en el azul divino.
¡Cómo te mueves ya, lento y cansino,
por mi empinada cuesta sin aliento!
¡Cómo vas por mi vida! ¡Y cómo siento
sin aventura el paso y el destino!
Anuncio: a los que encuentren unas melancolías
sin destino ni dueño, una azucena
tronchada, que las traigan a mi alma: que son mías.
Tengo el alma cansada de ser claro y sereno.
Me duele haber perdido mi dolor de otros días.
¡Y lloro por las horas en que lloré mi pena!
AUS ENCIA
No porque ya, marchitos sus colores,
se pierda su visión y su presencia,
pierde por eso, Amor, toda su esencia
el vaso de cristal que tuvo flores.
Ni es, en el batallar de los amores,
derrota y muerte del amor la ausencia,
si sabe el amador la clara ciencia
de los finos y puros amadores.
Así, lejano ya como una estrella,
mi amor sigue encendido, sin que el viento
de la distancia apague la querella;
que le queda a mi brasa, por aliento,
el dulce engaño de pensar en ella
y de raptarla con el pensamiento.
LA CAMARIS TA
Aquella camarista, mi señora,
que, bordan do sonrisas y saludos,
levanta en tu tapiz yelmos y escudos
con mano leve y gracia seductora;
al paso, ayer, de envenenadas flechas
llenó mi corazón, blondo Cupido,
susurrándome en torno del oído
no sé que vaguedades y sospechas.
Desde entonces, Amor, sin tregua alguna,
dudoso entre el silencio o la venganza,
donde me deja el sol me halla la luna;
pues mi inquietud a descubrir no alcanza
si, para mi desdicha o mi fortuna,
mintió la camarista o mi esperanza.
ENVIO
Aquí, en catorce rosas, de mañana
cogidas, aún llorosas de rocío,
pongo en tu mano, Amor y Dueño mío
mi vida toda de tu vida hermana.
No es esta el arte ya que ayer, liviana,
con un sabio decir sereno y frío
cantaba amores, por decir al río
una flor, al pasar, graciosa y vana.
Hoy ya de nuevas ansias dolorosas
se ha llenado la copa que, vacía,
labraba ayer mi mano con graciosas
labores de oro, amor, y pedrería.
A ti, mujer, estas catorce rosas
con mi pasión y mi melancolía.
HOMENAJE A PAUL VALERY
Hemos ido pensando cosas puras
de la mano, los dos, por el camino,
unidos en la noche y el divino
silencio de las negras espesuras.
Como novios en pláticas secretas,
sobre la noche verde de los prados,
hemos tejido sueños encantados
bajo la luna, amor, de los poetas.
Luego, nos hemos muerto sobre el verde
trébol, lejano ya, donde se pierde
la flecha de las corzas y los gamos.
Y, al fin, en la luz blanca del vacío,
para siempre, otra vez, nos encontramos
¡oh compañera del silencio mío!
HOMENAJE A ANTONIA MERCED,
“ LA ARGENTINITA”
Su cuerpo de cristal es como un prisma
roto, al danzar, en siete colorines.
Mientras que con sus brazos de jazmines
se hace un arco triunfal para ella misma.
Los pies de plata, rápidos, estrellan
el tapiz con su ritmo soberano,
y, como dos palomas por un grano,
por un punto del suelo se querellan.
Luego, soplo de brisas y de raso,
estrella, viento y flor, ágil, se lanza
con un salto sin ritmo, hacia el acaso.
Y al fin, como en un gesto de añoranza,
cierra los ojos y detiene el paso,
hecha ya carne, en su quietud, la Danza.
HOMENAJE A MANUEL MACHADO
Estuvo “solo” como está el torero
frente al toro y están los cantadores
frente al silencio y frente a los amores
Don Juan, siempre a mitad de su sendero.
Hizo del “arte de morir” austero
saber de eternidad entre las flores.
Pobló su soledad de ruiseñores
y habló a solas, de noche, a su lucero.
Bebió mucho. en su tiempo, a copa llena.
Luego, una nada de vinillos flojos.
Hoy, si acaso, el regusto de su pena.
Y un día, sin dolor y sin enojos,
dirá, con voz tranquila y faz serena:
“Gracias, no bebo”... Y cerrará los ojos.
DIALOGO ENTRE ANDALUCIA Y EL POETA
-¿Qué me miras, Manuel, o qué me quieres?
-Tu secreto quisiera. -Cuesta caro.
-Ponle precio. -Te pido un hondo y raro
penar oculto en risas y placeres.
-Hecho. -Te pido más: que tus quereres
mates en flor de cante y vino claro.
-¿Más? - Que no tengas de mujer amparo.
-¿Cómo? -Adoran do a todas las mujeres.
-¿Algo más? -Que me des, hecho soneto,
lo mejor de tu pena y tu alegría,
la gracia y luz de tu vivir inquieto.
-Entonces ¿qué me queda, Andalucía?
-La soledad... -¿Era ése tu secreto?
-¡Y el secreto de toda la Poesía!
ORACION A LA LUZ
Señor: yo sé que en la mañana pura
de este mundo, tu diestra generosa
hizo la Luz antes que toda cosa
porque todo tuviera su figura.
Yo sé que se refleja la segura
línea inmortal del lirio y de la rosa
mejor que la embriagada y temerosa
música de los vientos en la altura.
Por eso te celebro yo en el frío
pensar exacto a la verdad sujeto
y en la ribera sin temblor del río;
por eso yo te adoro, mudo y quieto;
y por eso, Señor, el dolor mío
por llegar hasta Ti se hizo soneto.
A JOS E ANTONIO
No sé decir tus obras: no el riente
fruto de tu pensar claro y tranquilo:
porque me lleva el corazón en vilo
la inmensa humanidad de la simiente.
Tu obra es sonora, exacta y evidente.
Tu vida es un recóndito sigilo
Tu obra es dureza: y es tu vida un hilo
frágil que, aún vivo, te hizo ya el Ausente.
Y esa es la gran verdad: esa que llena
tu vida de tu ser más hondo y serio.
Esa: la duda, la ilusión, la pena,
la palmera, la sangre, el cementerio.
La obra tuya ¡qué clásica y serena!
La obra de Dios en ti... ¡qué hondo misterio!
PEMAN, PATRIC IO
España. S iglo XX.
Poeta hallado en Internet.
A RAFAEL D E PAULA
Cuando pones tu planta en las arenas
y engallas, hecha bronce, tu figura;
cuando estrechas la muerte a tu cintura
y el toro se hace un río por tus venas;
cuando el raso y el oro reestrenas,
tocando el pulso de la sangre oscura
y el ángel de tu estirpe, allá en la altura,
te derrama su gracia a manos llenas;
ya no importan ni amores ni querellas,
ni el llanto del gitano vagabundo,
ni el gozo con que estallan la botellas;
ni torrente caudal, ni mar profundo,
ya no importa ni el sol ni las estrellas,
y ya puede venir el fin del mundo.
PEN AGOS , RAFAEL D E
Madrid. 1.924
Poeta y conferenciante. Hijo del dibujante del
mismo nombre. Periodista. Premio Nacional de
Literatura 1.964. Incansable viajero.
A TI, MI CORAZON, UNICO Y MIO...
A ti, mi corazón, único y mío,
aliento de mi vida y desaliento,
indivisible pan de mi alimento,
medida de mi ardor y de mi frío.
A ti, de quien me fío y desconfío,
ala suprema de mi propio viento,
ángel rebelde de mi pensamiento,
cauce y agua del agua de mi río.
A ti, campo sumiso, que el arado
del tiempo va dejando desangrado
panal de mi desgracia y mi fortuna.
A ti lo mejor mío: la esperanza,
en la cierta, total desesperanza
de ver morir las horas, una a una.
ES TE ES EL CORAZÓN...
Este es el corazón y esta es la pena.
Por esta sangre navegó mi vida.
Aquí mi breve historia recorrida
y borrada, después, sobre la arena.
Traigo esta libertad y esta condena.
Mi esperanza: esa flor reverdecida
Caí. Me levanté. Y en la partida
jugué de cara al viento cuando suena.
¿Qué otra declaración a la aduana?
Esa carga de versos, que ahora veo
que aliviaron mi voz cada mañana.
Y, entretanto, a esperar. Confiadamente.
Porque creo en la luz y nuca creo
que Dios se apague un día de repente.
A TI, S ILENTE TIEMPO...
A ti, silente tiempo sin ternura,
vecino y primo hermano de la muerte.
A ti, por quien la vida se convierte
en una desmochada arquitectura.
A ti, para mi queja piedra dura,
mirada sin pupila hacia mi suerte.
A ti, voz sin sonido, que me advierte
lo débil que se torna esta envoltura.
A ti, desgastador de corazones,
espada cortadora de ilusiones,
mayoral de los días y los años.
A ti, disgregador de la esperanza,
ala que, sin volar, todo lo alcanza.
A ti, sordo clamor de desengaños.
OTRA VEZ EL C ANS ANCIO...
Otra vez el cansancio: aquí en mis manos,
aquí en mi corazón, aquí en mi frente.
El cansancio, Señor, en estos llanos
de humana tierra sin rumor de fuente.
Melancólica tierra: tu simiente
yo sé como se agosta los veranos.
Y yo sé, vida, los esfuerzos vanos
para ponerte el ceño sonriente.
Busco el amanecer, y cuando espero
la llamada del sol en mi ventana
sólo encuentro el rescoldo de su ocaso.
Es la noche, otra vez. Y otra vez veo,
cansado de soñar con la mañana,
cómo me hundo en la sombra paso a paso.
DES DE NO S E QUE HONDURA...
Desde no sé qué hondura o de qué altura
llega una voz que sin cesar me advierte
cómo me muerde el polvo de la muerte
los huesos que sustentan mi estatura.
Una vieja mirada, en la negrura,
se cuida fatalmente de mi suerte.
Inútil escapar. Sueñe o despierte,
siempre en la tierra está la sepultura.
Crece y crece la sombra tenebrosa.
¿Dónde el amor, su luz de mediodía,
dónde el camino azul de la esperanza?
Todo se va esfumando con el día,
todo se va muriendo con la rosa
en un último adiós que ya me alcanza...
POCAS COS AS PEDIMOS A LA VID A...
Pocas cosas pedimos a la vida:
que nos deje vivir tranquilamente,
que ponga una esperanza en nuestra frente
antes que la esperanza esté perdida.
Poca cosa pedimos a la vida:
que nos deje morir tranquilamente,
que encienda un resplandor en nuestra mente
para encontrarnos en su luz perdida.
Poca cosa pedimos a la vida:
seguir soñando con la voz perdida
que dejó la niñez en nuestra frente.
Poca cosa pedimos a la vida:
esa cosa, ya dada por perdida,
que es vivir y morir tranquilamente.
PEND EZ, CARLOS
Chile. Siglo XX
Poeta hallado en Internet.
AUS ENTE
Te presentí venir desde la ausencia,
que no fue soledad ni lejanía.
Era tanta esperanza tu presencia
que, sin quererte, te llamaba, mía.
Torbellino de amor, mi adolescencia.
Mi otoño, el huracán de travesía.
Y siempre, en amorosa transparencia,
nostalgia de este amor que no venía.
Ahora estás. Y angustia de mi oído
es la ansiada palabra que no dices
y que ya el corazón ha recogido.
Vuelvo hacia ti mi soledad sufriente,
y ante tus ojos hondos y felices
siento que estás, en mi presencia, ausente.
PEN ELAS , FEDERICO
España. S iglo XX.
Poeta hallado en Internet.
AGENDA
La agenda de tu cuerpo está completa
y te ríes de mí, como una santa,
yo quisiera incendiar tu hora secreta
y degollar un cristo en tu garganta.
Respirar el lagarto de tus ojos
con la misma locura de las cabras,
extirpar con candor de dientes flojos
el ombligo enquistado en tus palabras.
Deshilvanar tus mantos de demonio
como quien deletrea un veredicto;
hacer de tu mudez mi testimonio;
colgar de tu nariz mi cielo invicto.
La agenda de tu cuerpo está completa
y me río de vos, como un poeta.
TRIN IDAD
Tres veces te miré; una a los ojos,
a las manos después, por fin desnuda.
Tres veces me miraste, sabia y muda;
y yo no pude ser más que despojos.
Tres conjuros mordiste parte a parte,
y no quise perderme el maleficio.
Tres besos me pediste en sacrificio,
y yo conté hasta tres para besarte.
Tres veces, tan impar, tan desmedida,
acorralando el cielo de mi ocaso,
fuiste la piel perpetua de mi herida.
Y yo apareado al quiebre de tu paso,
con la esperanza impune del suicida,
tres veces reviví de nuestro ocaso.
TUS DONES
Allí, en tu espalda, un cielo se despeja
con mis manos de viento tan urgente;
y en tu pelo una desvelada abeja
cubre de oro a mi nariz ardiente.
Hay en tu boca un carnaval modesto
que ríe entre paréntesis mi risa.
Hay en tu lengua un erizo dispuesto
a poner mi razón en la cornisa.
Hay en tus ojos un jazmín abierto
que endulza el mar de muerte que me enfría,
Hay en tus pies un camino desierto
que mis pasos darán a luz un día.
Hay en tu vientre un duende sin apuro
que hará de mi simiente tu futuro.
PEN ELOPE (S EUDONIMO)
Colombia. Siglo XX.
Poeta hallada en Internet en un colectivo
de poetas colombianos.
NO TENGAS PRIS A, AMOR
No tengas prisa, amor, abre este día,
observa cada flor en el ramaje,
escucha el pajarillo y su mensaje
y deja en el desván tanta agonía.
Asómate al jardín y en su alegría
reclina tu vaivén, ten el coraje
de alzar con tu ternura el andamiaje
que habrá de sustentar el ansia mía.
No caigas en las manos de otro río,
ni vivas absorbido por los miedos;
en mí no habrá mentiras ni habrá frío,
ni llorarán las hojas en tus dedos.
Mi ser dará calor sin desvarío
y así serán de miel nuestros enredos.
UNA LOCURA D E AMOR
Una locura de amor, es el quererte
de la nostalgia al hilo de los versos,
si mi sueño constante es el tenerte
que no escapen amor, los universos.
Si mi anhelo mayor es retenerte
a mi lado tu luz, sin más reversos,
mas me fallan las fuerzas de esperarte
tan malogradas, sí, de amores tersos.
Ya que fuiste la flor que reverencio
no me claves espinas, sé mi cura,
envuélveme mi bien con tu dulzura;
no sigamos viviendo en el silencio,
que no quiero vivir esta tortura,
de existir sin mi mano en tu cintura.
EN S OLEDAD
La noche silenciosa me cobija,
recorre el pensamiento la distancia,
se torna mansa paz la vieja estancia
sin pena que me abrume y que me aflija.
Con la vista perdida, turbia y fija
rememoro pasajes de mi infancia
y vuelve a mis recuerdos la fragancia
de aquel jazmín sembrado en la vasija.
¡Quién pudiera volver a ese pasado
dónde sentí el amor por vez primera,
sacudiéndome el alma cual tornado,
para ganar al tiempo esta carrera
en un corcel veloz, blanco y alado,
y que vuelva hasta mí la primavera!
S I TE MIRO
Si te miro a los ojos me confundo,
se rompen los cimientos de mi vida
y me quedo volando, así, perdida
vagando en su color cual vagabundo.
Un secreto se esconde en lo profundo
de mi ser que te anhela y da cabida
con amor, como bien curada herida
hoy me quedo plasmada en este mundo.
Rutilante se muestra el desafío
del regreso a tu abrazo, tan ansiado
y guardarte quisiera aquí en mi pecho
vigilante a cualquier golpe de frío,
un azote, un hachazo inesperado,
por este corazón triste y maltrecho.
PEÑ A, BELIS ARIO
Colombia. 1.834 – 1.906
Poeta hallado en Internet.
DIOS EN EL ALMA
Dios, que con gloria propia resplandeces;
que tienes por poder la omnipotencia,
por tesoro de luces la omnisciencia,
e imperas sobre todo y no obedeces,
tú, que no menguas, ni recibes creces;
que, actual la eternidad en tu presencia,
miras en ti con ser lo que es potencia,
y, mudándolo todo, permaneces;
y tú, que eres el dueño en tal manera
de todo cuanto existe, que de hecho
lo que no fuera tuyo no existiera,
aquí eres mío, y sin estar estrecho,
cabes, cual si el amor te redujera,
en el mísero barro de mi pecho.
PEÑ A, HECTOR RODOLFO
Argentina. Siglo XX
Poeta hallado en Internet.
PUERTO DES EADO
Se alegraron las piedras de repente
el viento murmuró su letanía;
y la ría tranquila, lentamente
presintió que Deseado nacería.
Velámenes antiguos visitaron
aquello que ya Oneto vislumbrara:
alfareros del S ur que trabajaron
para que el pueblo-puerto se afianzara.
Puerto Deseado al Sur, libre y porfiado
como abrazando al mar y su estatura
entre las piedras blandas del destino.
Puerto Deseado, estoico, esperanzado,
masticando en silencio la amargura
porque olvidado siempre, ¡es argentino!
PEÑ A, JES US DE LA
España. S iglo XX.
Ingeniero, Profesor y Poeta.
Hallado en Internet.
A LA MUERTE D E MI MADRE
La mano que nos salva de la muerte
si hacia el abismo la fatiga empuja
es pura vida que el deseo estruja
cual si fuera valiente sin ser fuerte.
Ya no escucho tu voz del cuerpo inerte
en toda la extensión de esta cartuja.
Tan sólo aquella noche una burbuja
que Dios llevó consigo a mejor suerte.
Así como el sarmiento viejo y tosco,
precisabas de un gesto a veces hosco
para engendrar el zumo de la fiesta.
Si arrancas la cosecha de tus días,
déjanos la esperanza que tenías
como cayado a la empinada cuesta.
A MIS VIEJAS , A MIS QUERIDAS BOTAS
A la escucha, al pie de la ventana,
con mirada anhelante perdiguera,
como perros inquietos hacia fuera,
allí esperan mis botas la campana.
Su son convocará en esta mañana
a visitar la solitaria higuera
o el jaral de la sierra colmenera,
que mi pecho, aun cansado, ya se afana.
De nuestra soledad acompañada
con historia querida y tan lejana,
¡cuánta burla tenaz y acompasada!
Fronteras de la tierra tan hermana,
compañeras de cuestas empinadas,
¡conducidme a esa tierra tan cercana!
PEÑ A, RICARDO
Perú. 1896
Poeta hallado en Internet.
ES UN CRIS TAL TU CUERPO
Es un cristal tu cuerpo y su hermosura,
en soledad mi alma la enamora.
Cuando más fría está, brilla más pura,
que si la toca el aire se evapora.
Herida en su tristeza el alma vuela
buscando la apariencia de otra fuente.
El silbo de la luz, la luz que anhela
pata la oscura noche en que se miente.
Mas torna a tu presencia, mira el oro
que en sándalo transforma tus cabellos;
la gracia de arpa de tu fino lloro,
la púrpura amorosa que se vierte.
Y disuélvese mi alma en mil destellos
sobre la noche de tu dulce muerte.
EN EL JARDIN D EL CIELO
En el jardín del cielo está tu nombre
como el malva de luz de la mañana.
En el jardín del cielo, un ángel niño
jugando está con tu sonrisa, hermana.
Déjame que te llame, que me asombre
de verte aquí con tu delirio grana.
Blanco, como la luna de tu nombre
como el marfil de luz de la mañana.
Oh dulce niña, que del cielo vienes
a escrutar el dolor de tus hermanos,
y te deshojas en rosal y nieves,
en manantial de música divina.
Celeste coro de ángeles enanos
en torno de tu alma matutina.
SONETO
Niña del cielo por abril florido.
Jilguero tornasol, pluma nevada
con la niebla del canto en la mirada
y el fuego de la mar en el vestido.
Del campo desdeñé pájaro ido
por asir de su lengua al pez espada;
y a la espiral del aire la enconchada
prendido a la metal de su sonido.
Al claro día di la herida espalda,
y el marfil de su cuerpo el ojo-velo;
desnudo ya en su gruta de esmeralda.
Carrusel de la dicha y los dolores.
-oh fuego de la mar, rosa del cielode estirpe y manantial de ruiseñores.
PEÑ A BARRENECHEA, ENRIQUE
Perú. Lima. 1.904 – 1.988
Poeta y escritor.
S ALVAME MAR ¡ES TUYO MI D ES TINO!
S álvame mar ¡es tuyo mi destino!
tuya mi alma que huye de la hoguera,
sálvame con tu ira en primavera
odio o amor: tu solo remolino.
S álvame del fantasma que no vino,
y del que vino en forma de quimera,
y sálvame del ángel del camino
que me quiere salvar a su manera.
S álvame de tu isla alucinante
de tu gruta de espumas y diamante
donde duerme el dragón de alas de flores
sálvame mar de todo lo creado,
llévame a tu silencio iluminado
al olvido de todos los amores.
SONETO
Niña del cielo por abril florido.
Jilguero tornasol, pluma nevada
con la niebla del canto en la mirada
y el fuego de la mar en el vestido.
Del campo desdeñé pájaro ido
por asir de su lengua el pez espada;
y a la espiral del aire la enconchada
prendido a la metal de su sonido.
Al claro día di la herida espalda.
Y al marfil de su cuerpo el ojo velo;
desnudo ya en su gruta de esmeralda.
Carrusel de la dicha y los dolores
-oh fuego de la mar, rosa del cielode estirpe y manantial de ruiseñores.
ES MALTE DE S OÑADA CETRERÍA
Esmalte de soñada cetrería
en la que burla al dardo la gacela,
en caballo de música el rey vuela
-equilibrio de espuma y pedrería-.
Cuando la va a alcanzar, fenece el día
-barca de plata que cumplió su estelaahora para la noche la diamela
se abre en perfumes y melancolía.
Lámparas en secretos pasadizos,
flautas de jade para los hechizos
y otra vez la alborada y la esperanza.
Y el rey por la amatista de su prados
seguido de su príncipes nevados
detrás de la gacela que no alcanza.
PEÑ A BARRENECHEA, RIC ARDO
Perú. Lima. Siglo XX.
Poeta hallado en Internet.
SONETO
Niña del cielo por abril florido.
Jilguero tornasol, pluma nevada
con la niebla del canto en la mirada
y el fuego de la mar en el vestido.
Del campo desdeñé pájaro ido
por asir de su legua el pez espada;
y a la espiral del aire la enconchada
prendido a la metal de su sonido.
Al claro día di la herida espalda.
Y al marfil de su cuerpo el ojo-velo;
desnudo ya en su gruta de esmeralda.
Carrusel de la dicha y los dolores
-oh fuego de la mar, rosa del cielode estirpe y manantial de ruiseñores.
PEÑ A CAS TELLANOS , MARIA EMILIA
España. S iglo XX.
Poeta hallada en Internet.
FUE POR S EGUIR A DIOS
Nunca te has alejado de mi lado,
pues, muchas veces junto a ti me siento
y me envuelven tus brazos y tu aliento
y me estremece tu sufrir callado.
Fue por seguir a Dios que te he dejado;
fue que llegó su voz a lo más dentro
y me incendió el milagro de su acento
y me abracé a su cruz y a su llamado.
Pero, madre, tu amor hoy se agiganta;
es como un gran poema de mi vida,
es como himno que rompe mi garganta;
porque te miro en Dios como escondida
y al encontrarte en Él mi labio canta,
y se olvida el dolor de la partida.
TENGO MIEDO DE S ER PARA TU VIDA
Tengo miedo de ser para tu vida
una sombra no más, algo lejano
que se pierda en las brumas de lo arcano
sin dejarte sabor de despedida.
Quiero palpar el fondo de tu herida,
ver tu dolor de mi dolor hermano,
y llevarte cogido de la mano
otra vez por la senda recorrida.
Quiero ser tu pasado y tu presente
par quedar, imagen prisionera,
en la sublime cárcel de tu mente.
Quiero poner en tu existencia austera
todo el cariño que tu ser presiente
y el sacrificio de mi vida entera.
A LA VIRGEN DE GUADALUPE
Divina aparición a Ti he venido
a cantarte mis penas sollozando,
y a tus plantas de hinojos implorando
mucha ternura para amarte pido.
Mi palabra, que torpe me parece,
mi corazón, qué poco y qué mundano,
es tan mortal, tan pobre y tan humano
que al ver tanta hermosura se estremece.
Y no puedo decirte cuánto te ama,
y no puede contarte sus tristezas
ni ofrecerte el amor con que se inflama.
Por eso resignado en sus pobrezas
se llega a Ti, y en su dolor te llama
para entregarte todas sus ternezas.
VIRGEN MOREN A
Del altar a las luces temblorosas
miro tu rostro con fervor sincero
y al encontrarte INDIA te venero
sobre todos los seres y la cosas.
Quiebro ante Ti mis quejas silenciosas
que se cobijan en tu templo austero,
y con el alma de rodillas quiero
penetrar el milagro de las rosas.
Absurdo de tu amor que al entregarse
fue divino abandono sin medida,
fue deseo inefable de quedarse.
Delicada ternura incomprendida
de ser Virgen Morena y semejarse
al color de mi raza dolorida.
EL ENIGMA DE LA BELLEZA
I
Un enigma divino hay en mi vida...
un enigma profundo y misterioso
que ha puesto la amplitud de lo grandioso
en mi alma pequeña y aterida.
Un no sé qué que me causó una herida
por donde mana el anhelar uncioso
de penetrar la esencia de lo hermoso
que no conoce mi razón dormida.
Es el enigma eterno de lo bello
que obsesiona mi mente anonadada
y llega al corazón como un destello.
Algo que es a la vez todo y es nada;
es la eterna pregunta sobre aquello
que tiene la belleza de inviolada.
II
¿Cuándo tuvo la duda su comienzo?
¿cuándo quise saber por vez primera
la razón de por qué lo hermoso era
y por qué era el por qué anhelo intenso?
No sé cuando sería, no lo pienso
porque pensarlo no es sino quimera
la pregunta brotó como si fuera
un principiar a conocer lo inmenso.
Me floreció en los labios dulcemente
al contemplar una lejana estrella
que me abrazó con su destello ardiente.
Y sin saber por qué, la noche aquella
formulé esta pregunta solamente:
¿Qué hay en la noche, que la noche es bella?
III
Le pregunté también cuando en mi frente
el beso de mi madre, inmaculado
fue como un poema insospechado
que estremeció mi ser profundamente.
Lo quise adivinar ansiosamente
en todo lo más bueno y más amado;
en el mar imponente y encrespado
y en la calma exquisita de la fuente.
Me obsesionaba una inmortal belleza,
esa augusta belleza del quebranto,
del dolor infinito y la tristeza.
Y mirando en el rostro sacrosanto
de Jesucristo la pasión impresa,
me dije: ¿por qué es tan hermoso el llanto?
IV
Y todo lo que bello parecía
en sí debió tener algo inmutable,
algo que sobre todo lo cambiable
sin mutación alguna persistía.
Desalentada a veces yo creía
que el por qué de lo bello y de lo amable
era como una sombra inalcanzable
que en mis razonamientos se perdía.
Pero encontré una nota en todo aquello
que se me presentaba como hermoso,
una nota común para lo bello.
Era el orden perfecto y armonioso
que quise adivinar en el destello
y creí penetrar en lo grandioso.
V
El orden de las cosas producía
una honda emoción en mis sentidos;
Anterior
Inicio
Siguiente
mas...órdenes había inadvertidos
que mi propio sentir desconocía.
Luego, el orden aquel algo tenía
de lo que los demás desposeídos
fueron por mi emoción incomprendidos
mientras un orden tal me estremecía.
Este orden que vi sublimizado
y encontré en la belleza inspiradora
era hacia un fin estético encauzado.
Orden, pues, y emoción, ésa es la historia,
y esta mutua función que he adivinado
nunca se borrará de mi memoria.
PEÑ A HINOJOS A, BALTAS AR
España. S iglo XX
Poeta.
A JOS E LUIS DE ARRES E
Dijo el Caudillo: “Ni un hogar siquiera
sin pan ni lumbre”, y ante la consigna
tu corazón y vocación se asigna
la misión de forjar lo que él dijera.
Y fue tu voz la que se alzó primera
para dignificar la vida indigna
de quien entre miserias se resigna
a vivir sin hogar ni primavera.
Por grande, por humano y por osado
llegamos a dudar de que tu empeño
se cuajara en la flor de una utopía.
Pero la realidad te ha superado:
hoy Málaga te aclama malagueño
al ver que se cumplió tu profecía.
PEÑ A LUQUE, DOLORES
ES PAÑA. S iglo XX.
SONETO A PILAR S ANABRIA
Quisiera bien cantar como poeta,
poder brindar en copa de ambrosía
a mujer que derrocha su energía
con luz de la razón y un alma inquieta.
Quisiera revelar como profeta
una voz que en las Ondas cada día
se volatiza en dulce sintonía
y es también cascabel, capa y muleta.
Los versos de su amor cosen y anudan.
De féminas será su hada madrina.
Las musas del Parnaso la saludan.
Por ese darse entera me fascina.
El laurel y las palmas la circundan
en su haber, Marketing, que es golondrina.
PEÑ ALOS A, JAVIER
México. 1.921
Poeta.
CINCO SONETOS A UNA VOZ
I
Era una voz entera, una voz alta
antes que alivio y que mujer redonda;
una voz era, fibra de la onda
y agua sonora en advenir sin falta.
Toda mi voz para su voz exalta
sin que la limpia acústica responda.
Era una voz caliente, fértil, honda;
era una voz entera, una voz alta.
Y aquella voz se consteló en el frío,
y mi palabra, puente sobre un río,
se tiende en ascensión como de vuelo.
Brisa de hiedra pisarán mis hombros
al florecer mi oído en sus asombros
como una flor negada en su alto hielo.
II
Tu voz, como paisaje a la acuarela,
brilla bajo la lluvia como euforia,
y se deslíe a pausas, transitoria,
hasta evadirse, lívida, en la tela.
Tu voz como paisaje, bagatela
que intenta recordar alguna historia
de pinos conmovidos. La memoria
te adhiere a un episodio de la escuela.
Veta de orientes cálidos pesada
que llega de maderas impregnada,
fusión de pinos, cedros y caobas.
Descansabas, tal vez en los jazmines
que pueblan de liturgia los jardines
y de tierno resuello las alcobas.
III
Y tenías la voz asegurada
donde ardían las lámparas amigas;
tu aliento, como un aire en las espigas,
columpiaba tu acento de granada.
Tu voz, celda de polen emigrada,
era alianza de pétalos y ortigas.
No nacida, perpetua, con las ligas
metálicas de alguna campanada.
Pero de pronto, la verdad vacía
del cuerpo ausente, dio los materiales
elementos con que se enmudecía.
¡Y horadada en mis seres capitales,
no hay viaje como oírte todavía
después de este silencio de cristales.
IV
Hay en tu acento de ácidos membrillos,
una labriega paz y eucaristía.
Recuerdo -¿desde cuándo?- que te oía
fragmentada en el salmo de los grillos.
recuerdo como un cuento de sencillos
campesinos, tu voz que se venía
gramo a gramo en cualquiera melodía,
lilas graves y agudos amarillos.
El templo de tu voz tiene un hisopo
que dispersa tu esencia fugitiva
con u ruido de sombras tornasoles.
Y una cólera frágil de heliotropo
pasa como una nube transitiva
sobre un lienzo de lentos arreboles.
V
La noche es de tu voz. S ólo sus huellas
de mirto suave y de laurel ardiente,
se tienden altas en nocturno puente
al paso azul en que sin luz destellas.
¡Con qué fuerza cantar! Las fuerzas bellas
ciñen con un silencio arborescente
las raíces del cuello y de la frente,
mordaza de crisálidas y estrellas.
¡Con qué fuerza cantar que te tenía!
Vendrá la fuerza en núbil armonía,
porque siempre callando he de buscarte.
¡Con qué fuerza cantar tu advenimiento,
si hay un silencio azul casi violento,
en la reunida cumbre de escucharte!
ES TANCIAS AL HIJO IN EXIS TENTE
I
El niño es la Vía Láctea donde mora
nuestra serena fuerza contenida;
la raíz, y la rama, y la escondida
savia de la palabra más sonora.
El niño, dulce encuesta buscadora
de madre sombra y luz inadvertida,
alza su tallo verde en la mullida
almohada de la mano soñadora.
No hay espejo detrás que la consuele.
En agua horizontal duerme su paso,
sin que ninguna estrella le desvele.
Líquida forma he de querer, acaso,
juntarle en esta mano que me duele
y apurarle de un sorbo, como un vaso.
II
En el estero llueve muchas veces
agua de lirios, vaporiza el piso,
y la nube preñada que se quiso
vuelve a la altura en hondas languideces.
¡Tus formas en el agua! Me pareces
estampa deslavada, muro liso
y sueño siempre suave y manumiso
que al cerrar de los ojos apareces.
Barca en el río, la corriente aeda
hurta el timón; y la corriente verde
te desliza a unas márgenes de seda.
¡S obre la barca, nadie te recuerde!
Una glacial atmósfera se queda
en el aire candente que te pierde.
III
Yo he sentid la muerte, el cuerpo yerto
de un ángel, que en su mano ya cerrada
guardaba una gardenia desmembrada,
como quien el perfume ha descubierto.
Y amé el dolor del padre, a quien ha muerto
su capullo de sombra proyectada.
Yo no puedo llorar, no ha muerto nada
que se pueda llorar con llanto cierto.
Llorar, así, no puedo; yo buscaba
el volumen de un cuerpo que resiste,
pero tu paz corpórea nunca estaba.
Es la muerte de mi hijo, la más triste
muerte perenne, que jamás acaba
por la simple razón de que no existe.
IV
Tierno arañazo, el corazón resiente
tu dulce cuerpo. El corazón arriba
a un litoral de piel tan sensitiva,
que se contrae la voz que te presiente.
Niño madrépora, tizón iridiscente,
tocado en mí como la carne viva;
la tarde es una clara pensativa
que te gusta en el agua de la fuente.
Y lloverás, frutal de Primavera,
lo mismo en la retina sensiblera
que en el áspero lecho de mi pliego;
porque eres, hijo sordo de mi pluma,
ave marina de ala como espuma
y manzana de un árbol que está ciego.
PEÑ ALOS A, JOAQUÍN ANTONIO
México. 1.921 – 1.999
Escritor y Poeta
S E QUE VENDRAS
Sé que vendrás de noche o de mañana
con andar presuroso o paso lento,
la lengua muda o largo el parlamento,
la cita urgida o la demora vana.
Entrarás por la puerta o la ventana
disfrazada de huésped o de viento,
como final de fiesta o nacimiento,
siempre lejana o siempre tan cercana.
Tengo ya el pino, tengo la madera,
el olor de una rosa contratado
y una mortaja de alas para el viaje.
tengo la piedra que la fecha espera,
la fosa abierta y el cajón cerrado,
lo que no tengo es nada de equipaje.
A UN CRIS TO HECHO DE CAÑA D E MAIZ
Cristo tameme, cargador de oficio,
cargas a Dios y cargas la criatura
doble peso te dobla la cintura
y se derrumba todo el edificio.
Por levantarte voy a tu servicio,
por sopesar, si puedo, tu escultura,
seguro de la fuerza de su hechura
dudoso de mi débil ejercicio.
Pero al sentir a Cristo tan liviano,
le pregunté donde dejó los huesos
y descargó la carga del pecado,
como al surco, me dijo, me han clavado
con cañas y con flores y con besos,
y así no pesa el Cristo mexicano.
TEPEYAC
Las rosas que tu amor envuelve y mima
quitaron al invierno su tormento:
llegó la primavera de tu viento
y un tibio sol amaneció en la cima.
Dichoso el indio, su sayal arrima
al fresco rosedal con suave tiento,
en él guarda las flores y el contento
de la dulce misión que lo sublima.
A casa del obispo casi vuela
llevándose en la tilma los vergeles,
y tu imagen morena se desvela.
Sucedieren entonces grandes cosas
y fueron de tu tilma los pinceles
las rosas y las rosas y las rosas.
PEÑ ALOS A Y S ANDOVAL, JUAN DE
Baena. Córdoba. 1.579 – Astorga. León. 1.633
Pintor y Poeta.
Hallado en Internet.
SONETO
Cisnes, que entre erizadas si lucientes
ondas, con dulce acento numeroso,
suspendéis de su curso presuroso
el crespo orgullo, y trémulas corrientes.
De la fama otro aliento, los presentes,
al cóncava metal dad sonoroso,
respondiendo al intento generoso,
que ofrece premio a vuestras sacras frentes.
Celebrad el instante en la gloria
concepción más purísima, que en ella
de culpa del Verbo reservó a María.
A quien debe la esfera luminosa
su claro ornato, Cintia su luz bella,
sus rayos Febo, su esplendor el día.
PEÑ ALOZA, FRANCIS CO ADOLFO
España. S iglo XX.
Poeta hallado en Internet.
Tú que
Tú que
Tú que
Tú que
hablas con la reina de los mares
llevas el mar en tus colores
funges de orquesta en las palmeras
ofrendas los peces a los dioses
Tú que
Tú que
Tú que
Tú que
calmas la noche de los vientos
rezas al pie del huracán
silbas al paso de la aurora
juntas misterios y quejidos
Tú que aportas festín a los hogares
Tú que agitas el sueño a los luceros
Tú que duermes al lado de la arena
Tú que oyes la canción del marinero
Tú que danzas al ritmo de las olas
Tú ¿qué sabes de todas nuestras guerras?
PEÑ ARANDA, C LAUDIO
Bolivia. Chuquisaca. 1.883 – 1.921
Político. Periodista de “la Prensa de S ucre”
Poeta hallado en Internet.
SONETO
En un impulso loco la pagada jauría
profana el templo cívico y arrasa los hogares.
S on balidos las viejas fanfarrias militares
y es baldón de la América la criolla tiranía.
Es un alud rugiente y fatal anarquía
que arrastra la esperanza de los nativos lares.
Y se alejan las musas… Y mueren los cantares
dejando sola, triste, a la reina Armonía.
¡Hermanos en ensueño! Rompamos nuestras liras.
Huyamos del encanto del sonoro sosiego.
Olvidemos las gracias de las bellas mentiras.
Que se queden las novias sin madrigal de ruego…
¡Y un gesto santo y bravo de justicieras iras
torne los plectros de oro en látigos de fuego!
PEÑ ARANDA Y ES CUDERO, CARLOS
Sevilla. 1.849 – Madrid. 1.908
Después de vivir en la corte viajó a Filipinas,
ejerciendo cargos administrativos.
Poeta hallado en Internet.
AL CUMPLIR CUARENTA AÑOS
¡Adiós, aura de gloria y poesía
dulces errores y tiranos dueños!
¡Adiós, por siempre, altísimos empeños,
luchas sin galardón, noches sin día!
Roto el encanto, la conciencia fría
ve alzarse, hoy burladora, ayer risueños,
tiempos que fueron ya –sueño de sueñosdel porvenir la negación sombría.
Ver la felicidad y no alcanzarla,
correr tras de la gloria y no obtenerla,
tener un alma libre, esclavizarla…
¡Vida que no es ni nuestra al poseerla,
no vale el torpe afán de conservarla,
ni el miedo miserable de perderla!
A UN PALO DEL TELEGRAFO
Ayer monarca de los bosques eras,
dispensador de sombra regalada,
lecho hojoso del aura enamorada,
bulliciosa ciudad de aves parleras.
Hoy, triste, escueto, ni volver esperas
a tu pomposa juventud pasada;
de desnudez imagen desolada,
y esqueleto de muertas primaveras.
Mas no llores tu verde lozanía,
ni las ausentes auras voladoras,
ni tu diadema de follaje vano.
Hoy de un gran porvenir marcas la vía;
tus auras son palabras vibradoras
y tu corona el pensamiento humano.
PEÑ A S ANCHEZ, LUIS DE LA
S alamanca. 1.923
Estudia Medicina en S alamanca, Madrid, Barcelona y
California. En la actualidad reside y ejerce en su ciudad natal.
LOCURA D E AMOR
¿Por qué, Señor, apuras este celo
de querer conquistar tierra baldía,
si sabes que mi amor, sólo de un día,
apenas te dará leve consuelo?
¿Por qué, Señor, se obstina tu desvelo
en degustar la ajada lozanía
de esta rosa de amor, pálida y fría,
que desmayada yace contra el suelo?
¿Me prefieres por qué? ¿Por qué me acosa
tu azul lebrel, y el amoroso tino
de tu dardo roza siempre en la diana?
Locura de tu amor robó la rosa
deshojada; céntrala en tu destino
y devuélvemela viva y lozana.
CAMINO INCIERTO
¿Adón de vas? ¿Adónde vas transida,
llagada de mi amor, si aun no amanece,
y ya tu sangre se esparce y estremece
contra mi roca fría? Vas herida
a ensangrarme los labios y rendida
vas cediendo parcelas, y enloquece
el ángel de tu boca, y palidece
tu tiemblo en mi pupila. Vas perdida
tras el hilo delgado de un ensueño,
peregrina por un sendero incierto,
siguiendo la aventura y mi camino.
¡Adón de vas! S i el ir es vano empeño...
No me quieras así, pues ya estoy muerto
a tu vida, a tu amor, a tu destino.
A UN A HOJA D E OTOÑO QUE
QUERIA MIRARS E EN UN LAGO
¿Qué gentil hada, qué niño travieso,
ha desanclado el hilo de tu talle,
que libertada vuelas por el valle
y al otoño le das tu primer beso?
Vuelo espiral con pétalos impreso,
sigue tu danza loca por la calle
silente de los tilos y sin que halle
tu aliento vegetal un contrapeso.
¡Huye del lago claro y de tu espejo!
No le ofrezcas la flor de tu mejilla,
porque si no tu corazón, ya viejo,
morirá de dolor a la otra orilla,
cuando te torne su otoñal reflejo
en la hoja muerta, seca y amarilla.
PEO LI, GONZALO
Cuba. Siglo XIX
A CELIA EL DIA DE S U PARTIDA
Brilla fúlgido el sol: la brisa errante
bebe extasiada el néctar de las flores,
y bañada la atmósfera en colores
semeja un mar de luz terso y brillante.
El arroyo gentil, puro y sonante,
refleja en su cristal tantos primores,
y el canto de los libres ruiseñores
mágico se oye resonar distante.
Todo es placer y amor, todo armonía,
mientras mi corazón deshecho en llanto
entona melancólica elegía;
pues nada calma su inmortal quebranto
al recordar ¡oh dulce prenda mía!
que tras tu ausencia volará mi encanto.
LA MAÑANA
En un lecho de púrpura y de grana
levanta el bello sol su roja frente,
por respirar el seductor ambiente
de la risueña y plácida mañana.
De verdor la floresta se engalana,
la atmósfera de un velo transparente,
y el fresco arroyo en su fugaz corriente
lleva el aroma de la flor temprana.
El ave oculta entre el ramaje umbrío
también saluda la rosada aurora
con voz que envidia el murmurar del río;
mas ¡ay de mi alma que el amor devora,
y que al cantar con esforzado brío,
solo puede llorar a la que adora!
A CELIA EN S U AUS ENCIA
¡Cuán solitario y lleno de amargura
mi encuentro sin tu amor, Celia querida,
recordando el dolor de tu partida
y aquellas noches de inmortal ventura!
¿Dónde hallaré la sin igual ternura
de tu alma angelical? Siempre en la vida
fugaz brilla el placer, como encendida,
ligera exhalación en noche oscura.
Mas si la mano impía del Destino
me condena al dolor de larga ausencia,
o me roba el amor que me has jurado,
errante vagaré cual peregrino,
mitigando el pesar de mi existencia
con los recuerdos de tu amor pasado.
LA TARD E
Cuando entre nubes de carmín y rosa
oculta el sol su ardiente cabellera,
y el claro arroyo en la feraz pradera
clamar parece por la luz hermosa;
cuando la voz del ave melodiosa
se escucha entre las ramas lastimera,
y la radiante, abovedada esfera
entre sombras y luz se halla dudosa,
todo es tristeza y pavorosa calma;
suspira el limpio arroyo, el ave llora,
y dulcemente agítase la palma:
Y entonces el triste que el amor devora
exhala un ¡ay! fatídico del alma
y sólo piensa en la mujer que adora.
EL BIEN PERD IDO
Ora asome la espléndida lumbrera
que baña en luz la tierra, el mar, el cielo,
o de la noche el tenebroso velo
cubra de sombras la celeste esfera.
Ya refresquen las brisas la pradera,
cuyas galas duplica el arroyuelo,
o derribe las flores por el suelo
la recia tempestad bramando fiera.
Siempre mi alma solitaria llora
separada del ser que amor le inspira,
al ver la luna, al contemplar la aurora,
o cuando el sol por los espacios gira,
me encuentro en triste soledad sumido,
presente en mi memoria el bien perdido.
PEPOTE
España. S iglo XX.
Poeta hallado en Internet.
SONETO
Diréis que suena tétrico este dicho
y quizás un poco faraónico
mas tenía hace tiempo este capricho:
Un latinajo y a escribir eufórico.
Se trata (con perdón) del testamento
nombre tabú para un supersticioso.
¿No es verdad que resulta más gracioso
expresado en tan culto parlamento?
La pena es que por mucho que discurre
a mi cerebro nada se le ocurre
decir de este vocablo tan secreto.
Si esto fuera un soneto, metería
aquí al final alguna tontería.
…Y puestos a meterla, pues la meto.
AL S ONETO
Si grave, si fecundo, si sutil,
si directo al corazón arranca,
si abre surcos en el alma estanca,
si brilla, dora, foie, pinta, añil.
Si atempera la espera, si supera
barreras traicioneras, si gentil
tiende puentes urgentes y es pretil,
traba, óbice, valladar, contera
de la estulticia y de su circunstancia,
si ante el violento se comporta hostil,
si destila ante el noble su fragancia.
Si embriagado al amor su vino escancia,
si red, si paz, si fin, si voz, si atril…
El soneto nos une en la distancia.
A UN PELOTA QUE LO FUE ANTES DE QUE YO
ENTRARA EN ES TE PORTENTOSO FORO
Nada me ata más que de lo que me ato.
Huélome duelos donde veo pañuelos,
Jaulas donde aulas, hielos huelo
si tú constatas lo que yo constato.
En sueños sueño que eres un señuelo
que dilatas mi glúteo más que lato
ligándome un zapato a otro zapato
mientras noto tu vaho de caramelo.
Ya ves que me percato, mojigato
de tu aliento en mi nuca bajo el pelo.
¡Qué importa que tu engaño no me obligue!
Me gusta el trato que me das: ¡Buen trato!
y aunque tus loas tornen desconsuelo
sigue loándome, sigue, sigue, sigue.
-------------------------Lo mío, Jaime, es más bien florete
(observa lo difícil de la rima)
y mirando tu esfuerzo me da (es)grima
haber abierto este tenderete.
Porque, saber hacerlo, sí, lo admito.
Con trabajo… pero te van saliendo.
Ahora bien, lo del ojo no lo entiendo
¿te refieres a cierto ojo maldito?
Pues si es así, amigo, no te vale
porque, atiende; el ojo susodicho
¿podría darte lo que quieres tú?
Lo he intentado y todo lo que sale
como lúgubre voz desde su nicho
es ruido extraño. Algo como ¡Prrú!
EXPLICACION
Pepote con to-ma-te son hermanos
moran en dos lugares muy lejanos
sólo se ven de varano en verano
y a través de la Red se dan la mano.
Uno, ama la mar (ya os distéis cuenta).
Letras tiene (bastantes) pero intenta
cumplir con lo que fue, según comenta
su vocación: Ser caja de herramientas.
El otro, que es de tierra, considera
que la palabra es la pasión primera
mas, no se come, como aquel dijera.
Díganse un par de cosas de rebote:
Casan fatal to-ma-te con Pepote.
Te ha salido un soneto muy sanote.
UN RUEGO
Jaime, Jaime, me abrumas con tu exceso.
S oy incapaz de acompasarme al ritmo
de esos tus versos, versos logaritmo
¡Buenos, sí, pero muchos! ¡Y no es eso!
Las cosas duran lo que duran duras
y a mí ya se me afloja en el proceso
como Antonio, si sigues, te confieso
que tendré que decir: “No están maduras”
Una tregua te pido ¡Por tu Cela!
¡Por mis neuronas y sus entresijos!
¡Por lo que quieras! Te lo corroboro.
Lo nuestro ya me suena a cantinela.
Nos estamos pasando de prolijos.
¡Venga! ¡”Porfa”! ¡Un mutis! ¡Por el “foro”!
SONETO DEL CAZADOR CAZADO
Cansada de correr inútilmente
la gacela perdida en la espesura
buscando la frescura de la fuente
a unos pasos quedó de mi postura.
Tan certero apunté, tan diestramente
contra su corazón desprevenido
que al querer escapar, ya sin sentido
en mis brazos echóse de repente.
Así, yo, el cazador, arrepentido
queriendo liberarla me amarraba
más fuerte aún al yugo enamorado
y por más que la flecha le quitaba
era mi corazón el más herido
ella, la cazadora y yo , el cazado.
PERAITA, GRACIANO
España. S iglo XX
LLEVO TANTO DOLOR TAN DENTRO
Llevo tanto dolor, tan dentro, y llevo
tan fuera de mi ser la vida, tanto,
que el mundo se me enreda en un quebranto
de muerte y el morir nunca fue nuevo.
Morir es lo más viejo. Es un relevo
para el dolor y a veces un encanto
para el amor capaz, para ese canto
celeste de la gloria en que me muevo.
Vivir es lo contrario de la muerte.
Ya sé que me diréis: “Vaya una cosa”
Vivir es sorprendernos cada instante
encima de una pena. “El mundo es fuerte”
me gritaréis también. Pero a la fosa
lo mismo va el enano que el gigante.
ES E VER Y NO VER LA S OMBRA
Ese ver y no ver la sombra. Luego,
sentir no es la luz quien nos la envía
sino más bien la noche que desvía
tonalidades, brumas, sobre un ciego
desorden de abismal melancolía.
Ese sentir ardiente cómo un riego
de emociones internas prende fuego,
nos requema la sangre y la alegría,
al vernos inundados de improviso
por la muerte, cercanos en su sombra.
Ausencia atenazada entre delirios.
¿No os parece un ensueño, un vano aviso
de lumbre inapagable, que descombra
toda la realidad montada en cirios?
S I YO PUDIERA HAC ER POR REVIVIRTE
Si yo pudiera hacer por revi virte,
tenerte a nuestro lado como antes,
daría cuanto tengo, las infantes
caricias del hogar, para sentirte
igual que ayer, igual. Siempre sin irte.
Siempre al calor sintiéndonos constantes.
Contentos al calor de tus flamantes
cariños que hoy nos faltan al morirte.
Daría..., qué sé yo. Sin ti no hay nada.
Me duele este clamor que a Dios entrego
doliéndome de muerte inesperada.
Daría..., yo qué sé. Yo no reniego.
Pero a tu bien mi alma está ligada
y aún a tu dolor, Señor, no llego.
LA PIEDRA MEDIAN ERA...
La piedra medianera a tu reposo
inerte se quedaba al otro día
cuando el cuerpo yacente descubría
la señal de una lápida y un foso.
La piedra, en un desmayo perezoso
de luna, por tu frente resurgía
más blanca que la muerte, todavía
blanca por su lechal contacto airoso.
Hacia esa piedra blanca, bullidora
de azabaches ideas, fue la muerte
un día cuando el día estaba en hora.
Un día cuando el día se hizo fuerte.
Un día el de la noche más traidora.
Un día cuando el día no se advierte.
A MENUDO, EL RECUERDO...
A menudo, el recuerdo, como un viento
que huele a corazón y sabe a rosas;
un viento que recrea por las cosas
el nombre que les dio tu firmamento.
A veces, como ahora, qué contento.
Qué dicha recordarte. Qué olorosas
tus manos desbocadas de las fosas
del tiempo, perfumando este momento.
S on rosas que se irán. Que, marchitadas,
las tengo que regar. Rosas ajadas.
Rosas de algún rosal; rosal sin flores.
¡Ay, rosas del perfume del recuerdo
que, a veces, me denuncian si estoy cuerdo
por irlas cultivando entre dolores!
S I TU YA TE HAS MARCHADO
Si tú ya te has marchado, si te has ido.
Si ahora recordarlo es triste lumbre,
ceniza de un ayer, y pesadumbre
de todo cuanto hubiéramos vivido.
Si ahora tú no estás y yo he seguido
buscándote, perdiéndome, entre herrumbre;
teniendo que vivir, sin la costumbre
de ausencia, en el castillo del olvido.
Si ahora recordando paso el día
y me llega la noche confundida
con tu nombre, en doliente compañía.
¿Por qué te busco tanto, más que en vida,
que hasta por el recuerdo voy vigía
esperando encontrarte amanecida?
NO PAS AN MAS QUE COS AS ...
No pasan más que cosas de la vida.
Es decir, lo de siempre, que es lo mismo,
sin encontrar razón al silogismo
en una situación comprometida.
Pero otras veces llega la querida
verdad a esclarecer el espejismo.
Nada pasa. Pasó. Y el optimismo
perdemos al pensar que cruel herida
rasgó nuestras entrañas con tu muerte.
¿Perdemos o ganamos? ¿Qué nos dices?
¿Qué opinas desde donde Dios retumba?
Aquí nos tienes blancos de la suerte,
dispuestos a partir –no te horroricesal cielo inaugurado por tu tumba.
HOY ME DOBLAN CAMPANAS ...
Hoy me doblan campanas tu recuerdo.
Enlutados crespones me lo afirman.
El día me conmueve. Me reafirman
tristezas esas gentes y me acuerdo...
Me acuerdo más que nunca en esta hora
del día revestido por el plomo
tan lento del otoño cuando asomo
al tiempo con sonrisa redentora.
Y no. No quiero ver la tarde sola
morir sobre las cimas de poniente.
Ni quiero repetirme entre la gente
gusano de oración. Ni ser la ola
del llanto universal. Que mi destino
es sólo para amar. Y es mi camino.
¿Y TU, QUE NOS DIRIAS ...?
¿Y tú, qué nos dirías...? Anda, dinos.
Dínoslo tú, que sabes ahora todo.
Dinos por qué nos vamos por el lodo.
Por qué, manchando todos los caminos.
Dínoslo ya. Escúchanos: divinos
éramos antes y también, a modo
de anfibio, buscadores de acomodo
en tierra y nube, hambrientos de destinos.
Ahora que te ruego, que te pido;
te rezo, te caliento en mis ardores,
estoy como si no quedaran flores.
De tantas primaveras que han venido
a no saber decirme cuándo es luego,
cuándo ahora y cuándo enfría el fuego.
BLANCA S E LLAMABA
No lo sé, mas presiento que algún día
cuando el rodar de todo sea nuevo,
cuando la vida misma, en un relevo
de su forma de ser, se siente fría,
sin tu recuerdo, negra, Blanca,, impía
será, si al alcanzarme cuanto elevo
de este pensar austero me lo llevo
al más allá de la memoria mía.
Y así he de estar. ¿Y lo querrá la vida,
entregado a campanas de difunto?
Si siempre así he de estar, si cuando digo
es de un mar que se acerca, ¿irá tendida
mi alma por las olas hacia el punto
que siento paralelo de tu abrigo?
LA TARD E S E HA PERD IDO...
La tarde se ha perdido en el contorno
de la incipiente noche, arrebolada
por el gris del ambiente, sofocada
tras el cálido aliento del bochorno.
Sumisa, insomne, decadente. Torno
a la atmósfera, un alga dilatada,
algo arbórea, parece una enramada
de sombras a la busca del retorno.
Nadie sabe si muere o vive muerta.
Padece, en el color, la pura entraña
de blanda pincelada que le baña
de occidente a resol. Velando alerta
las infinitas horas que le han hecho
pasar un día triste junto al lecho.
AQUEL ERA S U S ITIO...
Aquel era su sitio, junto al fuego,
muy cerca de la radio. Era su silla
ésta y así su estado: la rodilla
una sobre la otra, haciendo juego.
Habitación a media luz. S osiego
de tiempo soledoso. En qué sencilla
manera de ponerse la barbilla
sobre la mano, pensativo luego.
Como haciendo la paz o como suele
vivir la santidad un santo entero,
me padre defendió aquella postura
entregado a la lucha que más duele,
es decir, preparándose guerrero
de la guerra diaria. La más dura.
LE ENTERRARON UN MARTES
Le enterraron un martes, muy de día.
El sol en anticipo de verano.
Callados todos íbamos. De plano
se notaba el silencio que caía.
Llegamos. Yo no sé cómo sería
porque ni me di cuenta. Con la mano
me tenté el corazón. Seguía humano.
Aunque bien sabe Dios cómo latía.
De aquello no recuerdo más. Ahora
he vuelto por allí, viento adelante,
donde la soledad casi es sonora.
He tenido que ir, silencio errante,
como el pobre que pierde cuanto añora,
más perdido que nunca y más vacante.
NOS GUIAN POR EL ALMA...
Nos guían por el alma tantas cosas,
tanta tierra movemos con la mano,
que el corazón no sabe si es hermano
de los altos cipreses o las rosas.
No lo sabe, presiente. Vive losas
las horas de su angustia. Tan cercano,
tan cerca como está del ser humano.
Si le tiene allí mismo. Dolorosas
a su lado. Quizá si escarbaría.
Si de nuevo pudiera contemplarlo.
Si el oído aplicara. S i estaría
a tiempo todavía de abrazarlo.
El corazón no sabe, en este día,
qué hacer para el dolor de regresarlo.
RITMO EN LA CONDICION...
Ritmo en la condición del ser humano
es repetirse al paso de la gente
como una larga y sostenida fuente
que baja lenta de la cumbre al llano.
Hoy el luto me envuelve soberano
y tira de mi pecho suavemente
para llevarme al fin de este poniente
vital encarnadura del cristiano.
Quiere que vaya allí donde reposa
el amor hecho polvo, entre cipreses,
mármoles, cruces, y en la fría losa
de quien honrados nos dejó con creces,
estampe a más del beso de la rosa
el sello inmarcesible de unas preces.
NO S E QUIEN S E HA S ENTADO
No sé quien se ha sentado en esta silla,
esta tarde, a la hora del recuerdo.
No sé quién se ha sentado. No me acuerdo.
En esta tarde gris, bajo mi arcilla.
No sé por qué me tienta la semilla
de esta razón que lentamente pierdo
al contemplarme oscuro, frío, lerdo
en esta tarde lenta y amarilla.
Esta tarde sentado estaba el cielo
sobre un polvo anhelante de victoria.
Y era él que, enterrado, desde el suelo
levantaba, elevaba mi memoria
al infinito espacio donde el vuelo
del ave se remonta hacia la gloria.
ES TATICA VIS ION
Estática visión, sin fantasía,
cuando contemplo el valle, cuando veo
a Burgos que está quieto, como un reo,
en la morada y malva luz del día.
Así, Burgos, está. Sin alegría.
Fundido con mi pena. Prometeo.
Sin Cid, ni catedral. Sin ese aleo
de la esperanza del amor tan mía.
Siquiera sus rasgadas parameras
calmaran, poderosas, mis suspiros
que se rasgan también en sus laderas
como el vagido débil de las fieras
exhaustas, sin saber lo que deciros
sino expresaros fúnebres quimeras...
HA MUERTO EL PAPA
El mundo está de luto. Ha muerto el Papa.
El padre de los hombres. Padre S anto.
Ha muerto un hombre bueno. Corre el llanto
por el contorno universal del mapa.
Del más profundo pecho se le escapa
al orbe una oración por el quebranto.
¡Ha muerto el Papa Amado de amar tanto!
Y al ruido del clamor, la fe, destapa,
más todavía el corazón que gime
tan ruda conmoción, dolor tan nuevo.
¡La iglesia está de luto! El alma exprime
como un limón de angustia este relevo
del Pastor que se va por lo sublime
de la paz donde a Dios me ser elevo.
MI PADRE NO LO VIO...
Mi padre no lo vio, pero me escucha.
Tengo esta convicción, estoy seguro.
Cuando el orto manchó, lamiendo el muro
de este remanso en paz, dejo la lucha.
Me decía que no estaba muy ducha
mi pluma en tal momento, pero auguro,
añadía, velándome el futuro,
que mañana tendrá conciencia, mucha.
Me decía mañana, igual que pudo
haberme dicho luego. No que fuera
tardando, sino pronta al porvenir.
Pero me dijo aquello en tono crudo,
una tarde borrosa, casi enera,
de sombras apagadas, al morir.
SOMBRÍA HABITACION
S ombría habitación, austera estancia,
donde aprendí a llenarme de universo
calando en el vacío de mi verso
la tumba del olvido y la ignorancia.
En ella me aquietaba la distancia
con una sensación del bien disperso
por sus brumas espesas. Puro y terso.
Lo mismo que aprendiera de la infancia.
S oñaba un renacer de mundos nuevos
por la roja avenida de la tarde.
Cálidos nuevos mundos musicales.
Cuando tocaba el sol por los acebos.
Mundos que yo empecé a querer cobarde
entre cuatro paredes blanquiazales.
DORMIA MAL
Dormía mal. Quiso dormir fecunda,
largamente. Mi madre no dormía.
Fue su ilusión dormirse. Y no sabía
que se entregaba al sueño moribunda.
Aquella noche se durmió rotunda,
como si hiciera tiempo no lo hacía.
Apoyán dose en vida se moría
dormida en una muerte muy profunda.
Quiso dormirse sola en esa muerte
del despertar después, pero no pudo
contemplar más la luz de la mañana.
Y el día se quedó como un dolerte
el sol. Así. Como un pesar muy mudo.
Como si de morir tuviera gana.
ALDEA D E MIS AMORES
Estoy pensando en ti. De qué manera
que no me importa que aterezca el frío,
ni este asomo de lluvia, ni este crío
que nunca ha de venir, aunque quisiera.
No me importa marcharme para afuera,
ni quedarme en el centro del desvío,
encerrado, en bodegas de un navío
solitario, en la paz de mi naviera.
Tan pensativo estoy que se me ocurre
que el acordarse es algo equivalente
al viento que ha soplado y ya no sopla.
Pero pensando en ti, nada me aburre.
Un estupendo tiempo reina enfrente
al aldeano mar, como en la copla.
MADRE, PERDON TE PIDO...
Madre perdón te pido, por si acaso
no me porté contigo como un hijo;
como yo mismo a los demás exijo
sin referirles nunca cual mi caso.
Este, sencillamente, es mi fracaso:
el no saber si soy como corrijo;
como si diese a los demás cobijo,
sin darles nada más que alivio escaso.
Desamparado estoy. Con esta pena
enunciativa de mi vida toda
hacia la muerte que es su lado firme.
Porque a morir contigo me condena
cuanto recuerdo guardo de esta poda
que resucita el miedo de morirme.
S ENDA DE MI DOLOR
Vengo contigo. Voy aunque no quieras.
Tú no has venido por aquí. Mas yo.
Vamos por entre cumbres y laderas.
Te llevo tras de un tiempo que pasó.
Yo no he venido por aquí. Cruzó
tu senda mi dolor. Y si me vieras
verías a las sombras verdaderas
donde tu ausencia misma les dejó.
Tú vienes cuando voy. Cuando no acuda,
regrésame al principio para verte
venir sobre mi realidad desnuda.
Y aunque no vengas, para retenerte,
espérame, que allí, cercana y muda,
irá mi soledad a sorprenderte.
TE DOLIA EL PES AR DEL MUNDO
Te dolía el pesar del mundo, alerta
por tu dolor, y te sentías mal.
Te quejaste. Tu queja un desigual
lamento de impotencia casi yerta.
Escuché tu trastorno en una cierta
preocupación por todos. Al final
de la fiebre amarilla y decimal:
simulando, dormida, estar despierta.
Y este clamor lo tengo, aquí, a mi lado.
Y es como si doliendo no doliese.
Porque ya es penitencia, no pecado.
Pero lo tengo, aquí, como si fuese
un calvo por su punta desclavado
de forma que se viera y no se viese.
YA S E QUE TU NO ES TAS ...
Ya sé que tú no estas, pero yo espero
por allí, para ver, por si es que vienes.
Aunque no has de volver, allí me tienes,
esperándote siempre, esperadero.
Cuando voy a la casa lo primero
que hago es no hacer nada. Tal los trenes
que ni salen ni llegan, para quienes
su rumbo es ignorar el paradero.
En estación desierta me he quedado.
Donde nadie aparece. Y entre vías.
Igual que algún viajero despistado.
Esperando el regreso de los días,
lo que no ha de volver, lo que ha pasado:
esa cerrada puerta que abrirías.
LA HABITACION EN S OMBRAS
En penumbra. Callada. En desaliento.
Cuando la vi encelada, en gris mañana,
tenía el tinte umbrío de esa anciana
soledad abocada al sufrimiento.
estaba desolada. En qué tormento.
En vuelta en un ambiente de desgana,
a la luz otoñal de la ventana,
empañada de tiempo ceniciento.
La habitación en sombras ha quedado.
Qué pena da. Cerrada por ausencia.
Y, en silencio, llenándose de olvido.
¡Qué acontecer tan duro y prolongado
el de esta habitación en somnolencia
velado de un sopor entristecido!
ERAMOS A LA MES A S IETE HERMANOS
Eramos a la mesa siete hermanos,
mis padres, el abuelo, la muchacha,
algún pariente de marcada facha
pueblerina, y... sumad con ambas manos.
Desde luego que estábamos bien. S anos
por dentro y por afuera. Sin más tacha
que el mundo recortado por el hacha
del tiempo en nuestros árboles humanos.
Rectangular, de roble, firme, espesa,
cumplía su misión al concentrarnos
a todos a la hora de comer.
¡Qué habrá sido de aquella vieja mesa
que mi madre servía para darnos
la vida que jamás ha de volver!
YO ME ENCONTRE CON EL
Yo me encontré con El. Era en la vida.
Más que en la vida fue en la primavera
de una mañana triste de cualquiera
amanecer. Le conocí enseguida.
El me pidió dolor. Le abrí me herida,
en la antesala de una larga espera.
La soledad me dio por compañera.
Y por amor la fe más encendida.
Luego me conoció. Como a un amigo,
me ofreció su amistad al conocerme.
Casi cuando le vi. Nada más verme.
Amistad que perdura. A la que sigo
prestándole atención, todo mi afecto.
Mi mayor entusiasmo predilecto.
A UN CALENDARIO EN EL ULTIMO...
Vimos caídas hojas, hojas frías,
arrugadas, en triste papelera.
Qué pena daba ver cómo, quien era,
mudo papel, sin rostro ni alegrías,
aquel que día a día, tantos días,
mirábamos pasar como si fuera
la joven que amorosa nos dijera
adiós, armonizando melodías.
Le vimos en el cesto aquella tarde
cetrina, de diciembre, cuando todos
nos fuimos para ver morir la noche.
La última del año. Sin larde,
allí se quedó solo, en los recodos
del cesto, sin enfado ni reproche.
EBRIO DE LA ILUS ION...
Ebrio de la ilusión iría lleno
mi ser adonde hubiera poesía.
Versos a cada paso encontraría
desnudos de materia, sin veneno.
Tengo que convencerme, no sin freno
de la apretada furia de este día,
que cuanto más se anuncia la porfía,
menos avanza el hombre hacia se seno.
¿Por qué, Señor, tu nombre sólo espera
pronunciarse en la voz y no en el hecho?
¿Por que estamos haciendo otra manera
de vivir, de morirnos, sin derecho
al goce de esta fe ruda y sincera
que me brinca caliente por el pecho?
S EÑO: TU QUE LO S ABES ...
Señor: Tú que lo sabes con amor
todo. Y hasta supones mucho más.
Despéjame esta duda: ¿por qué vas
amándome y yo sin tu dolor?
Cerca de mí te observo, alrededor,
que vas, con esta pena que me das,
llevándome en tus alas; casi al ras,
testigo de tu cielo, yo, Señor.
Conozco aquella estrella más allá
del signo de la cruz, en el perdón,
para ganarme el ciclo de la paz.
Pero ese pozo al que me llevará
la muerte cuando anhela el corazón
sangrarme enteramente en la verdad...
CON ES TAS ALAS DEL ALIENTO...
Con estas alas del aliento humano
que Dios plegara en mi sencilla nada,
continuamente vuelo enamorada
la duda de saberme soberano.
Continua, sí. Continua, va mi mano
palpando entre los astros la alborada,
sintiéndome en altura acompañada,
ausente y solitaria por el llano.
Me creo con derecho a la postura
de verme, tan despierto, encadenado
al brillo de una luz, no sentimiento.
Sin cerrar mis ventanas a la oscura
visión del más allá, ni estar atado,
teniendo más sereno el pensamiento.
A QUIEN LE CUENTO YO...
A quien le cuento yo lo que no llega
cuando estoy cotidiano siempre viene.
A quien para decir lo que no tiene
valor por que de mí no se despega.
Por qué pelada cima el aire pega.
Por qué senderos va y no se detiene.
Por qué se acerca torpe como un nene
y a los demás de golpe el sol que ciega.
¿Habrá que hacer un alto en el camino,
mirar con nuevos ojos esta vida
para que el trance sea sin dolores?
¿Para lograr más fama que el vecino
que si apenas lo sabe es de oída
cuál son del arco iris los colores?
PUES S ABES VA MI AMOR...
Pues sabes va mi amor hacia su altar
rodando por la gama del color.
Que el monte se ha dormido con olor
de lirios y azucenas en el mar.
Que hay brisa en la marea, y pleamar
colmado de tu ritmo, y un fervor
de galas en oriente, y un clamor
de muy dispersas olas en llegar.
Y, mientras, olvidándote, Señor,
por el mundo, los otros: morirás.
Irás aunque no quieras. Volverás
otra vez a la nada del temor.
Claman tan persuadidos que no sé
por dónde se conducen, por qué fe.
VIERN ES S ANTO
Noche de muerte. Luto de la vida.
Pasa Jesús, el muerto más temido.
Mirad cómo lo llevan, rumbo erguido,
por esa calle, a hombros, sin salida.
Noche de angustia, noche entristecida.
Un hombre ha muerto en el lejano olvido.
Comunidad de asombro vil. Perdido,
Jesús ha muerto. Ahonda nuestra herida.
Mirad cómo le llevan, cómo vamos
ciegos en esa muerte descarriada
que con orgullo y mimo paseamos.
Uno a uno en la noche despiadada
fuimos dándole muerte. Silenciamos.
Pasa, Jesús, delante de la nada.
RECUERDOS QUE A LA PAR...
Por qué me ha de moler el mundo tanto,
cuando no busco sino paz y fiesta.
¡Oh. corazón tendido arriba cuesta,
estepario, de estepa de mi canto!
Encuentro la amargura, el desencanto,
cuando me había dado manifiesta
cuenta que me faltaba una respuesta
al interrogo espiritual del cuánto.
Canto por eso y digo en mis cantares
recuerdos del hogar, de aquel que tuve
alguna vez en casa de los míos.
Recuerdos que a la vez que son pesares,
son también esperanza, clara nube
volcándose a la mar por entre ríos.
PERALTA, ED UARDO
Costa Rica. S iglos XIX – XX
Poeta. Publicaba en la prensa nacional.
A MI PATRIA
Hija hermosa, ilusión de mis abuelos,
blanca flor en las olas transportada,
yo te amo en tus hijos retratada,
en tus campos, ciudades y en tus cielos.
S on tu riqueza inagotables suelos,
es tu fuerza la escuela y no la espada,
tu palacio es la hacienda cultivada
en que riegan diamantes los riachuelos...
Diste tú a Colón sus aguas puras
que apagaron su sed; y de tu frente
duro ceño borraron de amarguras...
El te dio, dulce Patria, por presente
Nombre, S angre, Lenguaje y Fe Sagrada;
¡te hizo rica al nacer de su mirada!
¡TRIUNFO...!
Pasó la guerra ya... El hogar querido
los obreros confiados reconstruyen;
las libérrimas fasces sustituyen
a coronas que ruedan al olvido.
El poder musulmán llora vencido,
y de Europa sus fieras hordas huyen;
y en el bien del taller cambios influyen
que lo libran del lucro desmedido...
Mas... en su Liga niegan las Naciones
un asiento al pastor de toda grey!...
¡No importa, oh, Cruz!... Tú vences sin cañones;
que no en vano el triunfo del martirio
por laurel en tus brazos puso un lirio
coronado del título: “¡Soy Rey!”
HIDALGOS Y MORELOS
I
El grito de Dolores es la voz que despierta
la conciencia de un pueblo sumida en el letargo,
clarín de Roncesvalles que en penetrante y largo
clamor, esparce al viento un infinito alerta.
Morelos tiene el alma para ese grito abierta;
su paz de sacerdote trueca por el amargo
trajín del guerrillero, y en el sublime cargo
de encender en las almas la fe constante y cierta.
¡Oh, sí! Cuando de Hidalgo el enemigo hiende
la vida, cuando su alma al infinito asciende,
parece que una herencia dejara en el suplicio;
Morelos la recoge con serena mirada;
bien sabe que el martirio cortará su jornada,
que ha de ser de su vida, corona el sacrificio.
II
S on Hidalgo y Morelos como el gran Don Quijote
constante enamorado de sin par Dulcinea;
son firmes paladines de una sublime idea;
llevan en sus escudos el más altivo mote.
Tienen sangre impetuosa; son un soberbio brote
de la estirpe de libres, de la noble ralea
que acción y ensueño juntan; de los que en la pelea
mueren mas no hay empuje que si ideal derrote.
Casta de los que dejan a su paso una llama
que prende inextinguible y a su paso derrama
devorador incendio sobre la tierra impura.
Quien caer los contempla, los ojos a los cielos
levanta en el instante. Son Hidalgo y Morelos
eterna para el alma, una visión de altura.
A S . M. LA REINA VICTORIA
I
Llegue mi voz a ti, Reina de España;
hay en tu nombre un símbolo de gloria;
pues al llamarte el español Victoria,
el triunfo dice en la tenaz campaña.
Al grito de Victoria, nunca huraña
será la suerte, y en la hispana historia,
guardará cada página memoria
de alguna heroica fulgurante hazaña.
Compañera de Alfonso le sublimas;
llevas su mente a las excelsas cimas
le imprimes tu bondad para los seres.
Por su alta mente y su virtud constante,
El es de nuestra casta hierofante:
es nuestro Rey, y nuestra Reina tú eres.
II
Tan bella es y tan buena, que siempre me parece
que es deidad esta Reina en la tierra española;
a su corona adjunta magnífica aureola;
el amor de su pueblo que el corazón le ofrece.
Amado de Victoria, hoy Alfonso merece
la enseña que triunfante nuestra raza tremola,
y lleva en letras de oro esta leyenda sola:
“Rey es de nuestra casta el Rey Alfonso XIII”
Cuando evoca la imagen de Victoria la mente,
con su actitud gallarda, con su serena frente,
con su bondad que el cielo ha trocado su casa,
una visión semeja de la divina altura,
y dice el pensamiento ante su imagen pura:
“es preciso inclinarse, que nuestra Reina pasa”.
A BOLIVAR
¡Oh, Padre! Oye la voz que a tu infinita
región de gloria América levanta;
un solo acento es hoy el que te canta
y un solo corazón por ti palpita.
Te ofrece amor que las fronteras quita,
y un solo pedestal pone a tu planta;
la gloria de tu nombre hoy a la santa
Unión Americana nos invita
Bajo tu nombre que fulgor derrama,
en cada corazón prende la llama
de amor a una admirable Patria sola.
En tu acción libertaria hay un contraste:
A España combatiste, a España honraste,
porque honraste a la América española.
A COLON
Siempre Dios suscitaba un gran profeta
para su pueblo que iba hacia la ruina
cuando olvidaba aquella luz divina
que la guiaba a una gloriosa meta.
Así te miro; genio que interpreta
los designios celestes, ilumina
Dios tu mente y tus pasos encamina,
Colón, vidente, mártir y poeta.
Tu pensamiento es infinito foco
que ilumina una edad. Te llaman loco
por exceso de luz que hay en tu mente.
Porque en ella contemplas como brilla
al través del Atlántico, la orilla
de un admirable, nuevo Continente.
SONETO DE AMOR
El tic-tac de la lluvia sobre el techo
me recuerda tu rostro junto al mar;
los latidos que saltan en mi pecho
se suman a la lluvia y su cantar.
Quiero que estés aquí, dentro del lecho,
quiero la fiesta de tu acariciar;
no me bastan los versos que te he hecho,
quiero tu cuerpo ingrávido y lunar.
No poderte tocar me vuelve inquieto,
sediento de tus hambres de mujer;
quiero que vengas ya con tu amuleto,
el que hace al mundo desaparecer.
¡Mientras tanto te escribo este soneto,
antes de juntos sucumbir y arder!
PERALTA Y BRAN UEVO, PEDRO DE
Perú. 1.663 – 1.743
Poeta hallado en Internet.
DE “ AFECTOS VENCEN FINAN ZAS ”
PRIMER ACTO – DON COS ME
“S oneto a la sangría de la Marquesa Urania”
“Nadando breve barca un pie de plata
en el golfo de un vaso, atroz piloto
le hace arrojar por leve rumbo roto
vivo carmín de venas de escarlata”
“La hermosa fiera pronto se desata,
dejando el interior viviente coto;
mas, que se vaya, que mi amante voto,
es que nunca le des entrada grata”
“Dejadla infeliz, y al enemigo
soberbio achaque, vuestro pie luciente
le haga puente de plata, como digo.
Su desesperación eternamente
será tal que en tan grande desabrigo
del todo ha de morir redondamente”.
PERALTA Y VALD IVIA, JOAQUIN
Laujar. Almería. Siglo XIX
Canónigo de la Catedral de Almería. Poeta.
Escritor premiado en varios certámenes.
LA PINTURA
Habló el Señor, y el tenebroso Oriente
rasgó triunfal la prística alborada.
La tierra, como virgen desposada,
con cendales de luz cubrió su frente.
Al bañar a los seres el torrente
de resplandores que surgió en la nada,
tendió en ellos la faja desgarrada
del Iris policromo y esplendente.
Cual divino pincel la luz inquieta
trazó el cuadro sublime de la vida
en la inmensa extensión de la Natura;
y, al intentar copiarlo, de un poeta
el alma impresionada, conmovida,
creó el Arte celestial de la Pintura.
PERAZZO, JOS E MARIA
Argentina. Siglo XX.
Poeta hallado en Internet.
FOTOGRAMA
Jornal de fariseos fue tu suerte
ajena al tiempo, inmune a sus heridas,
mas víctima de tus sobrevivientes,
esclava de verdades y falsías.
Seduce tu expresión en su tormento
buscando voz en un mudo conflicto
y rasgos de un atípico talento
rebélanse en la vaguedad del mito.
Oscura me es tu imagen; lo genuino
no logro distinguir de lo forjado,
de aquello que al gran público alimenta.
Enturbian tu silesio tantos gritos…
Así por tu abandono castigado
negado te es descanso en la leyenda.
COTRA RELOJ
Amarte, sí, aunque amar te mate amargo
te hiero amar, curándome la herida
con miel sobre la sal y sobresalto,
meciéndome en tu noche entumecida.
S oñé tu libertad y tulipanes
velando tu tormento en la tormenta.
Vigilia sin espejos ni disfraces
insomnio de fantasmas sin respuesta.
Claváme ese pudor desmemoriado,
sécate ya esa lágrima impaciente,
júrame por los dos seguir peleando.
Me sabe a vida el vértigo de verte.
Te quiero para rato, pararrayos.
Te quiero, pajarraco, sapo verde.
HOTEL REPUBLICA
Mano tu mano. Tus dedos dormidos
albergo como a un pájaro en mi boca.
Reclamo el resto; el acre de tu vino
insisto en mendigar, tu pan que es roca.
Otorga sal callar con tu caricia
el premio para mi hambre sobornada.
Sedienta, mi noctámbula impericia
construye una pirámide en la nada.
Reanudas a la luz tu devaneo
indiferente. Tu elegancia esquiva,
bestial albur, presagia mi tormento.
Acaso de aquel beso en el museo
nació el horror de amarte en carne viva,
oscuro y desalmado pasatiempo.
A CUATRO MANOS
Vaga lascivia en tu mirada vaga
sobre mi cuerpo. Con su fuego, enciende
fiebre feroz, y en mi pasado hiende
la deuda abierta de una deuda impaga.
Si no te hubiera vuelto a ver. Mi llaga
busca tu sal. La carne, que no entiende
de dignidad, sucumbe a ti. Ya extiende
tu indiferencia su certera daga.
Cruel, más que cruel es tu belleza ajena.
No he de colmar con ella mi vacío
aunque disfrute ansioso esta condena.
Emborrachando en tu licor me hastío.
¿Destrozarás, Deseo, esta cadena?
No mientas. Vístete. Me ha dado frío.
COHECHO
Ser tu rehén sumo a nuestro prontuario
flirteos ilícitos y pasajeras
complicidades. S in que lo advirtieras,
te incriminé en un pacto sanguinario.
Te reservé le papel de victimario
en mi complot –para que reincidieras-,
y machihembrado ardides y caderas
te conminé a que fueras mi sicario.
Te puse a tiro el cuerpo del delito.
No disparaste. Tu arma descargada
selló el indulto a que me resistía.
Me deportaste a un páramo inaudito.
Nada me encubre; mi ansia excarcelada
apela en vano tu áspera amnistía.
ADULTERO
Eras el manso olor a biblioteca,
la mermelada, el lánguido diamante,
la ineludible sopa y la irritante
aunque alfombrada paz de la hipoteca.
Eras raíz y luz, eras la cita
con el sereno espejo, bienhechora
fidelidad de pez, conmovedora
y predecible vuelta en calesita.
Mas su montaña rusa, falso vuelo,
fue una magnética y fatal celada.
Subí sin miedo. Arriba se hizo lastre
toda piedad. Caí. Busqué en el suelo
tus inocentes sábanas, tu almohada
para mi insomne y sórdido desastre.
ADIOS
Te beso con los ojos bien abiertos.
Ya nada lees en ellos, auque pidan
en vano que tus dedos se despidan
cerrándole los párpados a un muerto.
Te robo un beso para contrariarte.
La luz ya no se asoma a tu sonrisa.
Tus gestos tienen esa torpe prisa
de quien quisiera estar en otra parte.
Me tengo que ir. Te llamo. Adiós, me dices.
Trasnocha tu sabor entre mis labios.
No quema el vodka todos los resabios
ni salen con jabón las cicatrices.
Que no s expulsa en vómito ni en llanto
ese pomelo azul que duele tanto.
PERDOMO, APOLINAR
Borohuco. República Dominicana. 1.882 – S anto Domingo. 1.918
Poeta hallado en Internet.
TU
Va perfumando la voluble brisa
tu grato olor de carne y de limpieza;
y parece que escondes en tu risa
una vaga penumbra de tristeza.
(¡Tu sonrisa se alumbra en tu belleza
cuando la pena, cruel, te martiriza;
mas, si una dulce placidez te besa,
tu belleza se alumbra en tu sonrisa!)
Cubres con un romántico idealismo
tu oculta sed de amar como tú quieres;
pero a veces, fugados de su abismo,
se te van a los ojos tus quereres,
porque es, al fin, tu corazón, lo mismo
que el corazón de todas las mujeres.
PERDOMO ACERO, PED RO
Islas Canarias. España. Siglo XX
Poeta hallado en Internet.
HONDERO DE TU HERMOS URA
Tu figura, tan sólo tu figura
cómo resbala cuando verte quiero
y se infiltra en el muro lisonjero
con la respiración de una escultura,
mas ignoro con qué fogonadura;
por si es obra causal de un hechicero
hondero voy a ser, tan sólo hondero,
pero hondero de toda tu hermosura,
con vértigo de súbita fagina
puntuaré la trayectoria entera
que te ha escondido en deslizante cielo
y pues el ala propia no te inclina
con ardorosa ráfaga a mi suelo,
que sea mi amor tan sólo el que te hiera.
SONETO
Permíteme, mi Dios, que te devuelva
la gracia por tu mano derramada
en el rosal en flor como en la selva,
en la tierra en barbecho, en la labrada.
No ha de alegrarme más que la mirada
que hacia tu inmensidad, rápida vuelva,
ni problema ninguno en que resuelva
otra verdad que la por ti encarnada.
Tan hondo y puro mi vivir ha sido
y tan de tu presencia está empapado
que más vidas de una ya he vivido;
me diste mucho más de lo soñado
y antes que me haga piedra el duro olvido
te devuelvo, mi Dios, lo que me has dado.
PEREDO TOME, JOS E LUIS
Melilla. 1.930
Estudió Medicina en Madrid.
Ejerce de médico en la Marina Civil.
REGRES O A LA PATRIA
Patria de las inmensas cordilleras
y las grises mesetas castellanas;
del cielo azul y de las nubes vanas
sobre la inquieta parva de las eras;
de la novia bordando enredaderas
en el gran bastidor de la mañana;
del patio, la enrejada o la fontana
en los Otoños y en las Primaveras.
Tierra de vid y olivos, tierra negra.
Arroyo con junqueras en la orilla
campo de mies madura y amarilla.
Rosaleda sin fin, que el alma alegra.
Umbrío choperal que el río baña.
Ciprés pensando en Dios. Campos de España.
PERERA Y PRATS , ARTURO
Madrid. 1.892
Hijo del autor dramático del mismo nombre.
Estudió Medicina en Madrid.
AL CRIS TO DE VELAZQUEZ
¡Qué solo estás, Dios mío! Nunca creyese
que quienes tanto amaste te dejaran
colgado de esa cruz y abandonaran
al que Su vida por su amor les diese.
¡Qué solo estás! Clavado en un madero
un resplandor divino te acompaña
y en tu dulce semblante nada empaña
lo que fue para Ti tu amor primero.
Al verte solo, de tantos olvidado,
tu imagen en mi libro llevar quiero,
que me libre por siempre de pecado.
No quiero que de mí jamás te alejes,
y pues que el corazón ya te he entregado,
espero yo de Ti ¡qué no me dejes!
UN S ECRETO
¿Por qué me pides versos a mis años,
Blanca, divina de los sueños de oro,
si quiero que conserves el tesoro
de esa ilusión que ignora desengaños?
Algo quiero decirte que me callo,
causa ignorada de las penas mías,
y al pasar melancólicos mis días,
aún más motivo a mi silencio hallo.
Nunca puedes pensar que tu ventura
pudiera depender de mis consejos,
ni yo creerme tan sin par locura.
¡Tan sólo te diría que los viejos
ocultan su pasión tras su ternura
cuando no pueden traducirla en besos!
MI ADIOS
¡Unos versos me pides! Todavía
mi pobre musa complacerte quiere,
pero en ellos decirte no sabría
lo que en el fondo el corazón me hiere.
Podría referirte lo que siento,
lo que ha sido tu vida y es la mía;
podría confesarte lo que intento
que el corazón me impone todavía.
Podría revelarte tantas cosas,
tristes recuerdos de las penas mías,
que podrías creerlas engañosas.
No te rías de mí que tanto amo;
te consiento tan sólo que sonrías
cuando al decirte ¡adiós! beso tu mano.
EL ES PEJO MAGICO
Ante un “espejo mágico” comprado
a un viejo taumaturgo de Bagdad,
a solas con mi espíritu he evocado
mis años de ilusión y de bondad.
Poco a poco el espejo me mostraba
la, de mis años juveniles, faz,
que en la mirada pura re velaba
de su conciencia límpida la paz.
Y al recordar los seres tan queridos;
mis anhelos de amar y de gozar,
al compararlos con los que he sufrido
lloré por aquel niño que yo he sido;
lloré por el dolor que he padecido;
¡lloré... por lo que aún tengo que llorar!
PEREIRA, ANTONIO
Villafranca del Bierzo (León) 1.923
Poeta, narrador y colaborador de prensa.
ERROR
Al repasar las cartas que algún día
en mi fiebre de amor yo te enviaba,
sentí que mi conciencia se turbaba
y que el rubor mi faz enrojecía.
Mas, ¿cuál ha sido la vileza mía?
Al engañarte a ti yo me engañaba,
pues, diciendo verdad cuando te amaba,
he creído que siempre te amaría.
El mismo error también has cometido,
por eso con mi falta sé indulgente,
y si no tu perdón, dame tu olvido.
Ya que yo, como tú, soy inocente,
pues el común error ha consistido
en creer que se amaba eternamente.
A LA VIRGEN DE LA ENCINA
Si canto con la voz enamorada
tu leve aroma de jazmín moreno,
me sabe el verso a vino y a centeno
y huele el aire a sol de madrugada.
Si digo, Madre, el sol de tu mirada
resbalando despacio sobre el heno;
si cada día con mi voz estreno
un pájaro de luz en tu enramada,
es porque canto en ti la sangre mía,
todo mi corazón un río entero
rojo de plenitud y de verano.
Señora del carbón y la alegría,
de la alba rosa y el brillante acero,
Dulce Señora de mi amor berciano.
PEREIRA, VICTORIA (LIA)
España. S iglo XX.
Poeta hallada en Internet.
EL D ES APARECIDO
Ya no me quieres, tampoco te quiero,
entre los dos existirá el olvido;
no creces para mí, por fin te has ido,
murió el dolor de tu cariño fiero.
Vivir sin tu temblor ahora prefiero,
sin ansias que en mi pecho eran quejido;
último eres, el desaparecido;
la verdad es, que no fuiste el primero.
Las llagas pasadas no me devoran,
desaparece el dolor que me golpea
cuando risas en mis alma otra vez moran.
En la vida que de pronto me rodea,
mañanas y tardes me enamoran;
amortaja tu recuerdo la marea.
MIRANDO AL TECHO
Durante el sueño se produce un diálogo
en la vigilia de mi espacio, estrecho;
angustia que está oculta sobre el pecho,
como la muerte –un sentimiento análogo-.
Ojos azules miran sólo el techo
y se acerca el recuerdo; es desahogo
cuando lo estudio y miro y lo interrogo,
cortando el sueño al fin, que está deshecho.
No me importa que el sueño se despida
y mis ojos recobran la cordura;
quiere dormir mi carne estremecida.
No me importa que vuele la amargura,
sobre el camino en vuelta hacia la vida.
Por fin cierro mi puerta a la locura.
ROJO ATARD EC ER
¿Si existe cada cosa y cada gente,
mi rojo atardecer, adónde fuiste?
por ti cambié el color, y no volviste,
vagando vas, tan lejos de mi frente.
Con la mirada triste sobre el cielo,
mi rojo atardecer busco serena;
escarbo entre los cielos y la arena,
perdiendo la mirada sobre el suelo.
Volverás mañana en dudoso engaño,
sin saber que mis ojos han llorado,
sin saber que tu marcha me hizo daño.
Bien sé que volverás, está nublado,
y vuelve a despertar el desengaño,
vencido en su esperar desesperado.
TU, MI AMIGO
Amigo, ahora que eres soberano:
del brillo que ilumina mi cabello,
del perfume que brota de mi cuello,
la ternura que nace de mi mano;
que me demuestras amigo temprano:
como ver de la vida azul destello,
como atrapar el sentir de lo bello,
cómo olvidar el dolor, aún cercano.
Doy las gracias por tu risa con duende,
por el placer que produce olvidar,
mientras tu beso de mi boca prende.
Doy las gracias por saber que el amar,
fuente es de dicha que ahora se extiende,
arropan do mundos al caminar.
PEREGRINO DEL C IELO
Todo lo que de mí ha quedado dentro,
quiero guardarlo a ciegas en mi mundo,
peregrino del sueño más profundo,
queda en la mente aquello que no encuentro.
Veo la esfera tan frágil de mi estrella,
dejando el corazón sobre su pecho,
para mí el camino o está hecho,
alguien habría de cambiar las huellas.
No se rompen los ojos cristalinos,
al buscar el marfil de su regazo,
sobre la estrella triunfa lo divino,
en la tierra no mueren los abrazos.
La magia de la historia es el destino,
que pasa atando a solas cada lazo.
VIEN E EL AÑO
Viene el año, que empieza vagabundo,
a espera de verdad sin fantasía,
sólo así pierde la melancolía,
dejada en el pasado por el mundo.
Viene el año a la espera de un segundo:
ni atentados, ni muertes, ni agonía,
sólo mirar al cielo, y que alegría
aparezca en el sueño moribundo.
Viene el año, tras otro que se aleja,
el que dejó montones de basura,
corazones sumidos en la queja,
tragedias, sinsabores, amargura.
Viene otro año ojalá que con ventura,
para todos cual nueva moraleja.
S ENTIMENTAL
Has pensado quizá en mí y lo cuentas,
unos sueños hermosos de jardines,
oír de pronto sonido de violines,
en mundos extraños y sin tormentas.
Unión de la tristeza y la esperanza,
con olor de jazmín y verde pino,
sintiendo de los pájaros el trino,
en los días que llega esta añoranza.
Gracias a tener ese pensamiento,
se aparta del dolor el sentimiento,
llegando la alegría y el perdón.
El mundo renace a la nueva vida,
alumbrando calor la fe perdida,
inundando festivo el corazón.
SONETO
Espléndido es el día que levantas,
viendo sobre tu piel la luz del cielo,
de este Madrid que despierta el anhelo,
de ver brillar sus parques y sus plantas,
su son festivo acallado en tantas
hogueras de dolor y desconsuelo,
por las callejas que hoy guardan con celo,
esos fantasmas a quien tú les cantas.
Le cantas a Madrid con la mirada,
con la voz que como pena ya desea,
demostrar que por tu alma enamorada
va un Madrid luminoso que pasea,
en el Soneto llegado de cada
palabra hermosa que vida alborea.
GAC ELA
Se pierde sobre esta tierra sin nombre,
no dice adiós cual ave migratoria,
alza la vista y busca así la gloria
para borrar la imperfección del hombre.
Se pierde triste sin amor apenas
escondida en el monte, la colina,
queriendo ver detrás de alguna esquina,
renacer la belleza sin cadenas.
Si supiera que existe ese momento,
ese instante llegado de la nada,
mezclando los sonidos de lamento,
la esperanza del alba siniestrada,
con el futuro despertar contento
por renacer gacela enamorada.
PEREIRA D E CAS TRO, FERNAN
España. S iglo XVII
Poeta y amigo de Lope de Vega.
Caballero del Hábito de S antiago,
hijo del doctor Gabriel Pereira de Castro
A LA MUERTE D E LOPE D E VEGA
Este póstumo honor del ya segundo,
si primo Apolo no, pompa altanera,
dice la que hoy dejó noche postrera
a las Musas sin luz, sin sol al mundo.
Extinto aclama al héroe más fecundo
oráculo Español, a quien venera
España muerto, y de quien muerto espera
de tanta Vega fruto bien fecundo.
Admira, o peregrino, o tú que errante
espectáculos buscas, tanta gloria,
fin tan lloroso a mente tan lucida.
Contempla de esta pira lo elegante,
y erige eterno templo en la memoria
al que a las peñas con su voz dio vida.
PERERA ALVAREZ, GUILLERMO
La Laguna (S anta Cruz de Tenerife 1.865
Madrid 1.926
Poeta, periodista y burócrata.
LAS FOLIAS
S on un cante de cisne las folías,
del ave que si canta cae inerte,
pues imitan los ayes de la muerte
y expresan del vivir las agonías.
Con sus notas se lloran alegrías
y se cantan tristezas, de tal suerte
que no habrá quien, oyéndolas, acierte
si siente gozos o melancolías.
Porque ellas riman con sus dulces sones
cuanto ansía mi patria, añora o sueña:
desengaños, recuerdos, ilusiones;
la escala pasional del alma isleña
que ha compuesto sus lánguidas canciones
con el beso que el mar da a cada peña.
PERERA ALVAREZ, PATRIC IO
La Laguna (S anta Cruz de Tenerife) 1.856-1899
Periodista y Poeta.
MUERTE DE TINGUARO
Con pujanza el isleño y vigor raro
su independencia sostener pretende,
que el amor santo de la patria enciende
de su valor el esplendente faro.
¡Mas todo inútil fue! Cayó Tinguaro,
el fuerte campeón que la defiende,
y sin él ya, la retirada emprende,
dejando el campo al español preclaro.
Nada se opone a su triunfante paso,
abandonando la encantada vega
temerario adelanta hacia el ocaso.
Al abrupto Acentejo otra vez llega
y allí donde sufrió duro fracaso
su victorioso pabellón despliega.
A FABIO
Si no comprendes lo que digo, Fabio,
¿por qué tu lengua me critica fiera?
Si no puedes llegar hasta la esfera
en donde giro, cállese tu labio.
No creas, necio, que me infiere agravio
tu crítica mordaz, simple y artera,
pues en verdad te digo que quisiera
más que tu parabién, castigo sabio.
¿Piensas que por tener en la memoria
trilladas reglas del divino arte
conoces ya la senda de la gloria
y puedes sabio y crítico llamarte?
Tu creencia, ¡oh, pedante, es ilusoria:
no olvides, no, la fábula de Iriarte!
PEREZ, ADOLFO GUS TAVO
Villaoril – Navia. Asturias. 1-921
Fundador de la revista poética “Trébole”
SONETOS A BILBAO
(acrósticos)
I
S aber decir Bilbao, las manos llenas
Oliendo a caserío, es un contento;
Nombrar su ebullición, su crecimiento,
Es poner a Vizcaya sobre almenas.
Trozo rudo de Es paña con melenas
Oscuras de León, con movimiento
Seguro de riqueza, más por ciento
Acumulado en sus calientes venas.
Baja el Nervión y le acaricia el pecho
Imprimiéndole voz con sus orillas,
Loco de luces, mástiles y remos.
Baja el Nervión –canalizando lecho
Ajeno a la incisión de tantas quillasOrgulloso de unirle los extremos.
II
S omorrostro prepara una bruñida
Oración de metal, y Churruguera
Necesita dejar su mano obrera
En san Antonio Abad. Puede la vida
Tenderse hacia lo gótico, medida
Ofrecida en S antiago. Si quisiera
Sumarse a lo toscano, bien pudiera
Acercar a este estilo mi partida.
Bilbao, el gran Bilbao que nos promete
Invicta proyección, ancho camino,
Lugar de pensamiento, yunque, rueda,
Báscula para el alma, molinete
Al que se enrolla pródigo el destino
Obsequioso en amor, verso, moneda.
PEREZ, ADRIAN
España. La Rioja. Siglo XX.
Poeta hallado en Internet.
NO CALLARAN
No callarán la voz ni la palabra
del poeta las manos destructoras
con firmes dictaduras en las horas
que rompen el lenguaje que se labra.
La fuerza del poema descalabra
los yugos y cadenas agresoras
que oprimen a las mentes pensadoras,
dejando que la sílaba se abra.
Llegará atravesando una corriente
de océanos y mares la belleza
que surge del profundo sentimiento.
No impedirán que el agua de la fuente
recorra con su nítida pureza
los versos del fecundo pensamiento.
LA CRUZ DE BOJ
Muerdo la pobre cruz de boj colgada
del yugo de mi cuello suspendido,
tallada con el fino dolorido
de mi navaja cruel y plateada.
Astillas de madera torturada
llenan mi paladar enrojecido
por el sangriento luto enfebrecido
que agoniza en mi lengua trasmudada.
Vierto denso zotal sobre las llagas
extendidas que dañan mi garganta
sintiendo su profunda quemadura.
Es mi boca un vi vero de biznagas
que ahora con su aliento amargo espanta
cualquier cosa repleta de hermosura.
ARAÑANDO
Arañando el sepulcro de mi vida
donde los melancólicos reflejos
encierran una pena recibida
que brilla con los últimos consejos.
Un velo de amargura contenida
tiende sus alas como los vencejos
en una nauseabunda noche herida
cercenada por látigos añejos.
Muerdo con rabia el cuero que me aprieta
como un perro furioso, malherido
por el punzón tenaz de una piqueta.
No escapo de este estiércol corrompido
que con un llanto hiriente me sujeta
para seguir viviendo sin sentido.
MI PEN A
Marcada en rojo fuego está mi pena
en el cuerpo desnudo y solitario;
la dura soledad siempre me llena
al posarse en mis sueños un calvario.
En el vacío de mi mente suena
un silencio voraz, negro, templario;
me enloquece, me invade, ya retruena
el llanto que me envuelve en un sudario.
Habita en mi interior una agonía
por esta incertidumbre prolongada…
Tristes recuerdos, grises cada día
se instalan en la fría madrugada.
Suena un réquiem. Tenaz su melodía
se derrumba en mi vida terminada.
EL VINO Y LOS CINCO S ENTIDOS
OIDO
Se siente al descorchar una botella
la dulzura del mágico sonido,
al sacar ese corcho combatido
con ligeros aromas que destella.
Suena con armonía por la bella
copa el maduro líquido vertido,
un dulce vino esbelto, agradecido
en el fresco cristal sonoro de ella.
Escucho el delicado chorro frío
servido en ideal temperatura
que apacigua la sed en el estío.
Es tan bello sentir esa hermosura
despertando el oído con un brío
tenue de suavidad y calentura.
VIS TA
Veo la limpidez y transparencia
en le bello color rojo cereza,
destellando madera de pureza
este dichoso vino de excelencia.
Por tu enorme matiz sin competencia
te engrandece tu clásica belleza
con la tonalidad de realeza
que atesora tu tiempo de existencia.
Tu suave intensidad horticultora
ante la limpia vista se derrama
penetrando con suma venturanza.
Estalla como el brillo de la aurora
tu robusto color de roja llama
destilando armonías de bonanza.
OLFATO
Me embriagan los vapores de tu aroma
cuando siento tan cerca tu tersura,
tu familiar olor de gran altura
que se encumbra dichoso en un diploma.
Tu madura fragancia ya se asoma
cultivando el ambiente de hermosura,
añejo en la bodega fría, oscura
logras un dulce vuelo de paloma.
Acaricias la glándula olfativa
con tu suave perfume de grandeza
sintiendo la nariz tu gallardía.
Te descubres así, materia viva,
como un vino de enrome sutileza
que al respirarte entregas alegría.
TACTO
Como un aluminada primavera
despertando románticos amores
experimento el tacto entre las flores
al tenerte en mi boca colmenera.
Siento en mi paladar la dulce hoguera
encendiendo en m lengua los calores
que destilan los mágicos vapores
que este granado vino me ofreciera.
Como un beso interior en mi mejilla
son tus dignas virtudes celestiales
al pasar por mis labios delicados.
Es tu caricia frágil y sencilla
como los tersos pétalos carnales
al sentir tus taninos impregnados.
GUS TO
Disfruto del sabor multiplicado
al encontrar la tersa suavidad,
pudiendo conseguir con humildad
el armonioso gusto delicado.
Consigue tu esplendor azucarado
en mi sangre verter felicidad,
transformando los sueños realidad
con tu cuerpo elegante, desplegado.
Llegas con equilibrio y armonía,
ligero, suelto, bien constituido,
corpulento, robusto, vigoroso.
Con tu excelencia nace la alegría
al degustarte mágico y querido;
bendito vino, dulce y delicioso.
REYERTA
Se cubrieron de sangre las aceras
con una lenta danza de amapolas
que agolpaban las sales de las olas
en los ojos de tiernas primaveras.
Un cuadro de pintadas calaveras
apagaba la luz de las farolas
construyendo en sus párpados a solas
un lento recorrido de maderas.
Invadía un profundo escalofrío
las montañas mojadas de su frente
pronunciando un gemido desolado.
Marchitaba los cauces el estío
sin la lluvia sonora de la fuente
que dejaba un cuchillo en su costado.
PEREZ, ANTONIO
La Plata. Argentina. Siglo XX
Poeta hallado en Internet.
S IN TU AMOR
Quiero contarte que quererte quiero,
y por tanto quererlo no concibo,
que no quieras querer estar conmigo,
mientras estar sin ti yo ya no puedo.
Si tu amor tú me dieras algún día
y mi amor se fundiera con el tuyo,
de mi vida quitaría ingrato yugo,
que me hiere, me duele y me castiga.
El día es a la noche complemento,
el mar es por las playas contenido.
Sin tu día mi noche es un tormento,
sin tu playa mi mar es mar vacío...
Es tu amor que a mi vida da sustento
y sin tu amor mi vida es sólo hastío.
PEREZ, DAN ILO
S anarate. Guatemala. Siglo XX
Poeta hallado en Internet.
SONETOS A LA TIENDA DE MI BARRIO
Presente en el recuerdo más dilecto
la Tienda de mi barrio está en la esquina,
allí, cerquita está de una vecina
nostalgia que enternece mi intelecto.
Al final de la cuadra allá directo
al corazón del niño que encamina
sus pasos, a comprar la golosina
en fuga y gracia de infantil afecto.
Del nombre de la tienda no me acuerdo
pero siempre he guardado en el recuerdo
las veces que ese niño con prestancia
atrevido, orgulloso y satisfecho
recorría el camino que derecho
le llevaba al panal de la abundancia.
II
Toda tienda en el barrio es una fuente
que se trenza en espigas de servicio
de maternal cuidado y beneficio
al infeliz y al comprador pudiente.
No es fácil atender a tanta gente,
es duro madrugar y duro oficio
el lograr sonreír sin artificio
para ganar centavos solamente.
Como madre y obrera de la vida
en su heroica lucha bendecida
la Doña de la Tienda es gran señora.
Ella es la abuela grande que atesora
historias y leyendas de chapines
y las cuitas de algunos borrachines.
III
La historia de una Tienda lleva escrita
sinfonía de múltiples clamores
en libreta de créditos y flores
donde el hombre entre penas resucita.
Consuelo y esperanza se dan cita
detrás del mostrador y sin temores!
entre chismes sonrisas y favores
la huella del cariño queda inscrita.
La alborada madruga en sus portones
entre voces de afónicas canciones
en busca del sustento proletario.
Arriba se les van files ternuras
brindando con presteza y donosura
aliento y miel para el combate diario.
IV
Bajo la luz virtual de su presencia
deambulan los secretos del obrero
del padre desempleado y sin dinero,
de la madre con mucha trascendencia.
En su estante se ve la transparencia
de limosna brindada al pordiosero,
el penar de la esposa del viajero
en espera de ideal benevolencia.
La labor que el Señor le ha demandado
le dará por sus tantos atributos
el nombre del Edén, actualizado
entre cuentas, facturas y tributos...
¡Honor que comerciando lo ha ganado
el sabor bondadoso de sus frutos!
V
Cada mesa celebra emocionada
tu trabajo, comercio y tu cuidado
de dar a precio justo y rebajado
sustento a la familia emproblemada.
Ejemplo de bondad con decorada
de cristiano mandato realizado,
cesto de pan y pez multiplicado
cual favor de la Virgen venerada.
Te saluda mi humilde voz cantora
TIENDA AMIGA y hermana verdadera:
fiel pasado y aliento del mañana;
el PAIS DE LA ETERNA PRIMAVERA
celebra tu labor que es sembradora
de idealismo, honradez y fe cristiana!
PEREZ, ENRIQUE
Rufino. S anta Fe. Argentina. 1.930
Poeta hallado en Internet.
¿S ABES TÚ?
¿Dónde signar el bote que clausura
la minuciosa instancia revelada
del sorprendido sueño, cuando nada
hace advertir el quid que lo inaugura?
¿En el mínimo roce que apresura
la vigilia del paso? En la azorada
mano de sangre y pluma sonrosada,
o en la lluvia filtrando en la espesura?
¿En la quietud del ala interrumpida?
¿En el tacto del agua anochecido
o en el quebrado canto sorprendido?
¿S abes tú del instante innominado
cuando se viola el ámbito sagrado
en que medita algún silencio herido?
EL LEÑO
Leño quebrado, leño que encendido
se consume tenaz a fuego lento,
y en el diario latir de su tormento
en cenizas transforma lo sufrido.
Leño que tuvo flor, pájaro y nido
y un día su canción y su contento,
es ahora este brazo ceniciento
en camino final hacia el olvido.
Leño que amó la vida y tocó el cielo,
leño que fue milagro y fortaleza
y hoy es esto que ruedo por el suelo.
Leño ya muerto, leño ya sin nombre.
¿Qué le faltó a su ruta de grandeza
sino soñar para imitar al hombre?
PEREZ, FLORIDOR
Chile. Siglo XX.
Poeta hallado en Internet.
Cristalería el mar, ventana pura
artesanía en luz y mármol fino,
sederías del aire azulmarino
y quebrazón constante, rasgadura.
El mar reúne toda su hermosura
y la rompe en la playa, me imagino.
“El hombre lo hace así con su destino”,
debe pensar el mar, se me figura.
Pero el mar no se aleja de su orilla:
no nos sigue ni busca, sólo espera,
no sabe como somos en el fondo.
Y el hombre como el mar ¡qué maravilla!
quiere salirse de su propia esfera,
se agita entre la altura y lo más hondo.
PEREZ, FRANCIS CO
España. S iglo XX.
Poeta hallado en Internet.
COMPAÑERA
Igual que trema el junco estremecido,
donde se entrega al río la fontana,
mi cuerpo es un temblor cada mañana
cuando eres ave, y pluma yo, en tu nido.
Contigo ansío estar tan confundido
que bronce yo seré si eres campana,
perfume de clavel si alta ventana;
si diana cazadora, ciervo herido.
Hoy somos uno en dos, de tal manera
que a duras penas distinguir consigo
lo mío de lo nuestro, compañera.
Por eso, sin retóricas, te digo
que, si de nuevo al mundo yo viniera
me volvería a confundir contigo.
S I ALGUNA VEZ
Si alguna vez en la nocturna sombra
de una lágrima ignota ves mi vida,
que asomándose audaz moja la herida
de un lejano dolor que no se nombra…
Si alguna vez mi soledad escombra
el oscuro recinto, donde anida
un recuerdo tenaz que no se olvida
y aparece en mi faz y eso te asombra…
S ólo acercarte a mí, pura y desnuda
y apoyando los labios suavemente
déjame renacer a la dulzura…
S ólo abrázate a mí cálidamente,
con esa dulce fuerza que me ayuda
a encontrar un camino diferente.
ANGEL
La orquídea brota mágica y hermosa
si abona ella el jardín con su ternura
y el rúbeo de su cara, hecho mixtura,
Dios toma para dárselo a la rosa.
Mujer tan natural, tan bondadosa,
que todo el que la trata me asegura
tenerla en paradigma de dulzura
y a mí de la fortuna, al ser mi esposa.
Espíritu encarnado en ser humano;
un ángel de la guarda que me vela
y cambia por bondad mis cosas malas.
Por eso, al abrazarla, va mi mano
tocándole la espalda con cautela
a ver si le han brotado ya las alas.
PEREZ, IRELIA
Cienfuegos. Cuba. S iglo XX.
Poeta hallada en Internet.
EN TELURICA Y HAMBRIENTA CARCAJADA
Si vuelves a regar mis sementeras
con el fuego viril de tu cascada,
en tétrica y hambrienta carcajada
bajarán en alud las cordilleras.
Si derriban tus toros las barreras
y llegan con su sangre desbocada
a la tibia humedad de mi quebrada…
otro Diluvio habrá.. (de primaveras)
Si navega tu proa por encima
de mi mar de tormentas … y lo domas;
o te siembras en él, desde una rima,
y en tsunami me arrastras a las lomas…
Quizás entienda al fin, sobre la cima,
cómo vuelven a casa las palomas.
PORQUE HUELES A ES PUMA Y CAS CABEL
Porque hueles a espuma y cascabel,
a manojo fragante de mañanas;
porque brotan de ti niñas-campanas
y encuentran en tu pecho un carrusel.
Porque cada caricia es un pincel,
porque saben a luz todas tus nanas;
porque eclipsas lo negro, con ventanas,
y por darte, te arrancas sombra y piel.
Porque en tu danza llueven los violines;
porque viste la lluvia con jardines
el sendero fluvial donde paseas;
porque es fácil, contigo, ver las cimas…
Porque al parir, Madre-poeta, rimas,
también pares amor… ¡bendita seas!
PEREZ, JORGE AMBROS IO
Cuba. Siglo XX.
Poeta hallado en Internet.
CUANDO REGRES E
S oy el triste poeta y peregrino
que tocara a tu puerta una mañana,
y en tu fresca sonrisa provinciana
halló el amor y prosiguió el camino.
De entonces tu recuerdo es mi destino.
No sé si tu sonrisa clara y sana
sigue siendo en tu rostro de manzana
la misma que en mis sueños adivino.
S ólo sé que en mis largas romerías,
van conmigo sembrando de alegrías
los húmedos contornos de mi huerta.
¡Esperando encontrar cuando regrese
una voz de mujer que arrulle y rece
por la esperanza que dejé en su puerta!
LA TENTACIÓN
A un cura oyó un sermón el pobre Pablo
en el cual el presbítero decía
que a Cristo en el desierto tuvo el diablo
de tentarle la rara villanía.
“Sin duda el cura miente, Pablo dijo,
pues que siendo Jesús del orbe dueño,
y aun del Infierno mismo, era de fijo
cuanto ofrecerle pudo muy pequeño”.
Frente por frente de él, en un retablo
pintada una arrogante Magdalena
abrazando a Jesús miró al buen Pablo,
y exclamó para sí: “¡Cosa más buena!...
No sabe el pobre cura lo que habla.
¡Si alguien tentó a Jesús, sería esa diabla!”
PEREZ, MANUEL MARIA
Cuba. Siglo XIX
EL AMOR RECONCILIADO
Por algún accidente no pensado
suele quebrarse un vaso cristalino;
trátase de soldar con barniz fino
y lógrase por fin verle pegado;
pero por más que apure su cuidado
el ingenio más raro y peregrino,
dejarlo sin señal es desatino,
siempre quedan señales de quebrado.
Así es una amistad que mucho dura:
Quiébrase la amistad que hermosa fuera,
suéldala el tiempo con su gran cordura;
cierto es que la amistad se mira entera,
pero con la señal de quebradura
nunca puede quedar como antes fuera.
PEREZ, UDON
Venezuela. 1.871 – 1.926
Poeta hallado en Internet.
EN LA S ELVA
El toro en la alta noche condenado
a morir del peón bajo el acero,
dejó al caer, orillas del sendero,
una felpa de púrpura en el prado.
Cuando mostró en Oriente el sol dorado
de su tesoro el resplandor primero,
guiaron los pastores al estero
herboso y florecido su ganado.
Fue cada res la charco purpurino,
la sangre olfateó; rompió en lamentos
de triste vibración por le camino:
y, bajo un cielo recamado de oro,
se estremeció al selva a los acentos
roncos y extraños del doliente coro.
PLANTAS ACUATIC AS
Llegan, se unen, giran… y en la oscura
superficie del río el grupo avanza,
sereno, majestuoso, a semejanza
de un viejo galeón en miniatura.
Sugiere cada hoja la figura
de un corazón abierto a la esperanza;
los vástagos en flor, puntas de lanza,
aceros de conquista y de aventura.
Vibra y flamea volador enjambre
de púrpura y de oro en cada estambre,
como bre ves banderas españolas,
y un pajarillo de jubón de seda
marcha en la nave, como Alonso Ojeda,
en pos del Lago de cerúlea solas.
FLORES Y VERS OS
S acudiste colérica el ramaje
del limonero en flor; y el limonero
sacudido por ti, con un reguero
de níveas flores respondió al ultraje.
También yo sufro tu rigor severo;
y en pago a tu rigor semisalvaje,
te rinde en mis estrofas homenaje
el infinito amor con que te quiero.
Sé que hollarás también mi poesía,
como del verde limonero un día
hiciste añicos los botones tersos.
Mas es ley natural que a tus rigores
responda el limonero con sus flores,
y el bardo que te adora, con sus versos.
A JORGE S CHMIDKE
S obre cándidos cisnes pensativos,
cual otro Lohengrin, tu numen vuela,
ensayando en su flauta los motivos
que escuchó en el jardín a Filomela.
Los rosales prefiere a los olivos,
a verde lauro cándida diamela,
y a los mares coléricos y altivos
el lago azul donde la luna riela.
Mas deja hoy los cisnes y la flauta,
y con atrevimiento de argonauta
reta el peligro sobre el mar sonoro.
Penetra al bosque, audaz como un centauro,
se corona la sien de roble y lauro,
y en triunfo trae el vellocino de oro.
MI S IMBOLO
Signo al acanto que a la edad respeta,
él de Corinto el capitel precisa;
la palma para el mártir es divisa,
es símbolo el laurel para el poeta.
Ciñe el roble las sienes del atleta;
y se mecen, a impulso de la brisa,
el ciprés en la tumba de Eloisa
y el mirto en los jardines de Julieta.
Mi símbolo es humilde y es oscuro;
es ese junco en floración lozana
que, de tu reja al pie, se arraiga al muro.
Quiero ser esa rama trepadora
que asciende por el muro a tu ventana,
a llevarte sus flores con la aurora.
PEREZ ACCINO, CARLOS MARIA
Melilla. 1.920 – Madrid. 1.992
Poeta y magisterio. Vivió en Valencia.
Poeta hallado en Internet.
LA OLA
Ondulación crecida de sí misma,
fruto salobre del amor del viento,
embarazo de agua contenida
en su violento afán de nacimiento.
Vértigo de galopes en la cima
de su punto de apoyo ya privada,
parir de caracola enloquecida
sobre su propio eje desplomada.
Explosión de blancores insurgentes
hacia la tierra en línea de batalla
con espasmos de hervores decrecientes,
trocados en la arena humedecida
en serena y sutil tela de araña.
¡Oh colina en encajes convertida!
A UN D ES NUDO DE MUJER
Tus formas son, mujer, en tu costado,
la dulce insinuación de su prefacio,
un hueco de ti misma en el espacio
en que aún sólo existe lo soñado.
¡Oh contacto caliente de mi mano
en la cóncava piel de tu cintura!
¡Oh conversión de tu vacía escultura
en el real temblor de lo cercano,
destructor de admiradas perspectivas,
disgregador en pasionales planos
de lo que fue unidad y ya son vivas
escenas inacordes! ¡Oh humanos
actos de destrucción! ¡Oh fugitivas
ansias de perpetuar perfiles vanos!
Prefacio muerto en ascuas posesivas.
CAPRA HIRCUS
Silba el viento y te hiere en las aristas
puntas de milenarios peñascales
abiertos, como enormes ventanales,
sobre abismos preñados de ventiscas.
Poseída de nieves y de soles,
ominando la agreste sierra entera
con su altiva testuz, se yergue fiera
la cabra de los monte españoles.
Su mansión son los riscos casi eternos
que la vieron nacer y que algún día
sus restos guardaran. S on su dos cuernos
pétreos interrogantes, duro anhelo
de orgullosa ascensión, frustrada guía
de un terco afán de acercamiento al cielo.
SONETO A UN TRAPO PINTADO POR DAUDEN
S obre un fondo de neutras oquedades,
surgiendo del abismo de lo informe,
tu trama maltratada es una enorme
entidad que nos grita realidades.
Y hay un denso vivir en ese grito
superador de estáticas esencias,
algo que nos sacude las conciencias
encaradas de pronto a lo inaudito.
Eres, más que la línea definida
y el estupor de tu presencia quieta,
trascendido modelo. La paleta
fue mediadora dulce y sometida
en la genial ruptura de tu calma.
El alma del pintor de ha dado un alma.
PEREZ ACOS TA, PED RO
S an Ignacio. Carabao. Paraguay. 1.883
– Asunción. Paraguay. 1.929
Poeta y periodista hallado en Internet.
TUS LUNARES
S on gotitas de sombra que, envidiosa
la noche de tu nítida blancura,
para empañar tu espléndida hermosura
sobre tu cuerpo destiló, rabiosa.
Mas, fracasó en su empresa criminosa,
y por mancharte acrecentó tu albura,
pues tienen tus lunares la negrura
de las letras de imprenta, luminosa.
Yo admiro tus lunares, como admiro
esas gotas de luz –manchitas bellasque en el cielo fulguran a millares.
Porque pienso que son, cuando los miro,
lunares de la noche, las estrellas,
y estrellas de tu cuerpo, los lunares.
PEREZ ANGEL, LUIS
España. S iglo XVII
SONETO EN EL LIBRO “PARNAS O” DE
DIRGO MEJÍA D E S EVILLA. IMPRES O EN
1.608 EN S EVILLA.
Dos Apolos, dos Delios soberanos
lucen por excelencia en cielo, y suelo,
uno se nombra el gran señor de Delo,
otro el divino, llaman los humanos.
Con sacro resplandor salen ufanos
recamando de aljófar suelo, y cielo,
el uno abate, el otro encubra el vuelo,
hermanos en dar luz, y en nombre hermanos.
El primero es el Délfico famoso,
Mejía es el segundo, sin segundo,
que alumbra y reverbera en ambos Polos.
En el renace Ovidio más glorioso,
y puede celebrar de hoy más el mundo,
dos Ovidios, dos Delios, dos Apolos.
PEREZ ARANDANO, FRANCIS CO
España. S iglo XX
Poeta.
A LA “ANTILLANITA”
Carmen, tu fresca voz algo empañada
y con leve temblor del corazón
que rezuma en la luz de tu mirada
me llena de dulcísima emoción.
Estrella de otros tiempos que rebrillas
en mi mundo de bella idealidad,
infúndeme sabor de tus Antillas
de suave, alegre y dócil amistad.
El destino implacable, aun cuando ejerza
en tu vida su empleo destructor,
tanto más logrará pulir tu fuerza
cuanto que nunca podrá ver marchita
tu renovada gracia siempre en flor,
pequeña Carmen, grande “Antillanita”
PEREZ BELTRA, LUIS
Novelda. Alicante, 1.913
Poeta. Licenciado en Derecho.
S AETA D E ES PERAN ZA
S aeta de esperanza que temblante
salta del arco a la anhelada meta,
cada verso que alumbra mi alma inquieta
es un ansia encendida y expectante.
Mi verso es un afán comunicante
del amor generoso de un poeta
que quiere penetrar –aguda saetael pecho amigo, el corazón distante.
Penetrar sin herir... S ólo hacer mella
en la diana cordial del sentimiento
que engendra comprensión y confianza;
sólo encender una brillante estrella
en un nuevo y radiante firmamento
de ternura, de amor y de esperanza.
II
¿S aeta de esperanza dirigida
a una diana tal vez inasequible
buscando una quimera, un imposible,
algo concreto en bruma indefinida...?
S aeta de esperanza, sí, tendida
hacia algo que es –lo anhelo así- posible.
Creo clara verdad, cierta y tangible,
que aún existe el amor y, en él, la vida.
Y en el amor pretendo hacer diana
con el amor por el que soy poeta.
S ólo persigo en mi amoroso anhelo
hallar un alma de la mía hermana,
y que al lanzar sobre ella mi saeta
vibre con un afán del mío gemelo.
III
Yo creo y amo, y por creer y amar,
siento mi pecho abierto a la esperanza
Creo y amo... Y espero siempre, a ultranza,
porque ayuda a vivir el esperar.
Que aunque la vida suela castigar
alguna vez mi pecho con su lanza,
siempre encuentro una estrella en lontananza
que para mí no cesa de brillar.
En su calor aguzo mi saeta
y en su fulgor la baño e ilumino;
y al salir de mi aljaba de poeta
en busca de un hermano corazón,
le lleva ala esperanza en su camino
y le abrasa en la luz de una ilusión.
OFENDIDO AMOR
I
Amor parece hoy palabra vana,
arcaica voz en el hispano idioma,
estrella errante; esquiva, infiel paloma,
voluble, tornadiza y casquivana.
No tienen hondura. Apenas es liviana
expresión donde casi nada asoma;
flor sin tersura, sin color ni aroma,
reminiscencia de una edad lejana...
Mas ¿es esto verdad, triste verdad?
¿Ha perdido el amor ya su vigencia?
Sería, más que triste, cruel y amargo...
Por eso, en infantil ingenuidad,
yo creo del amor en la existencia...
No está muerto el amor: está en letargo...
II
Está en letargo porque, inicuo, el hombre
su noble y limpia esencia ha subvertido,
su creadora misión ha prostituido
y ha profanado su sagrado nombre.
Su nombre, que se invoca sin modestia
para erigir en calles y en hogares,
públicos y privados lupanares
en donde sobre el hombre está la bestia.
En lugar de la luz del sentimiento
se impone la ceguera del instinto,
se degrada la humana dignidad;
el hombre se embrutece el pensamiento,
y en su animalidad ya no es distinto
del macho que retoza en suciedad.
III
Urge recuperar para el amor
su pura y noble dignidad primera,
su limpidez de clara primavera
y el signo en que marcóle el Creador
Hay que hacer del amor fuente de vida,
no pretexto de sucia aberración;
retornarle su prístina misión
y reparar en él la fe perdida.
Fuente de vida y fresco manantial
de fe, de abnegación y de ternura,
luz de ilusión que abrasa e ilumina;
fusión de hombre y mujer en la ideal
comunión de cariño y hermosura
que es prenda fiel de bendición divina.
EN UN NUEVO AÑO
Comienzo de una nueva singladura.
Otra vez en el punto de partida.
Un nuevo interrogante de mi vida
cuyo profundo arcano me tortura.
Otra vez embarcado en la aventura
de marchar a la tierra prometida
con el temor y el ansia incontenida
de quedarme a mitad de mi andadura.
Un año más... Y menos fortaleza
para emprender con ánimo el camino...
Me pongo en marcha, trémulo y cansado...
Y el fardo de mis años tanto pesa
que temo no llegar a mi destino
y quedarme en la orilla derrotado...
DES PIÉRTAME, S EÑOR
S acúdeme, Señor, haz que despierte
de esta letal y estúpida atonía,
antes que se convierta en agonía
que acabar pueda en una inútil muerte.
Despiértame, Señor, mueve esta inerte,
desventurada y necia vida mía;
sacude mi indolencia y apatía
y cambia el signo de mi triste suerte.
Disipa mi desgana y mi letargo,
quebranta el ocio estéril, ruin y amargo
que impiden a mi alma con pasión vibrar;
Desátame con mano airada y ruda
las cuerdas lacias de mi lira muda
para que de una vez rompa a cantar.
ME GUS TA MADRUGAR
Me gusta madrugar e irme a la playa
cuando, aún oculto, el sol sus luces tiende
y en un crepúsculo de ópalos se enciende
del horizonte en la marina raya.
Mi vista, a su placer, feliz se explaya,
mi pecho se dilata y se distiende,
y ante el día que nace, mi fe entiende
que ante un nuevo milagro Dios se halla.
Pierna desnuda sobre la rodilla,
lentamente en el mar feliz me adentro
sintiendo en mi epidermis su cosquilla.
Y creo, al advertir mi paso diestro,
que, cual Pedro, yo voy al santo encuentro,
andando sobre el mar, del dulce Maestro.
MANO S UMERGID A
Mi mano sumergida se refracta
en un temblor salino de alga y ola,
y en canción de marina barcarola
bate el compás con su medida exacta.
S obre la amura húmeda y compacta
siento mi mano como aislada y sola
en un mundo de agua que tremola
- oriflama de paz - mi alma intacta.
Líquido beso, yodo y sal, caricia
de inmaculada y ondulante espuma,
asciende sensualmente por mi brazo;
y una enervante y singular delicia,
como un roce ideal de seda y pluma,
mi cuerpo todo envuelve en dulce abrazo.
AMIS TAD
Yo entiendo la amistad como un estado
de fraternal y generosa entrega
que llega a veces donde nunca llega
el lazo de la sangre relajado.
La amistad para mí es un don preciado,
lluvia celeste que mi vida riega,
fe en los hombres que al hombre nunca ciega
porque antes a su Dios ha confesado.
La amistad para mí es como una llama
que me da luz y el corazón me inflama;
es como un pan que ofrece el mejor trigo.
Por eso yo, feliz, a Dios bendigo
con bendición que su bondad proclama
cuando me apremia con un nuevo amigo.
CUANDO UN AÑO TERMIN A
Un año más que escapa de mis manos,
una estrella que ya muere fugaz;
un nuevo paso que me acerca más
a confines que ayer fueron lejanos.
Un difuso fulgor de fuegos vanos,
llamarada que otrora ardió vi vaz
y hoy se extingue ante el viento pertinaz
que la aventa en mil ígneos vilanos.
Una cansada etapa de mi vida
que al enjuiciarla en este agudo trance,
infecunda y estúpida presumo;
pues al mirar partida tras partida
en este urgente y anual balance
no encuentro más que sombra, frío y humo...
I
Irradiabas belleza y juventud
cuando lleguéme a ti por vez primera.
Junio empezaba, y aún la primavera
de su imperio ejercía la virtud.
Sentí una dulce y cálida inquietud
al ver en tu mirada una sincera
expresión de ternura verdadera
que aceptaba mi fiel solicitud.
Apenas pude balbucir, temblando,
las primeras palabras de mi amor.
Tú y yo unidos en mágico embeleso,
nuestros pechos, acordes, palpitando,
mientras surgía en fruto de rubor
la sencilla verdad del primer beso.
II
La sencilla verdad del primer beso
se hizo entonces la norma de mi vida,
norma de amor urgente y trascendida,
canon de fe en mi pecho a fuego impreso.
Pacto de amor, amante compromiso,
rúbrica fiel de cálida escritura,
paradigma de ensueño y de ternura,
sincero acto de fe claro y preciso.
Abrióse entonces para mí una era
que encauzó el rumbo de mi vida errada
por sendas de florida primavera.
Te amé con tierno y encendido ardor.
Y desde entonces mi mujer amada,
no concibo mi vida sin tu amor.
III
No concibo mi vida sin tu amor.
No concibo mi vida sin quererte.
Sin la luz de tu amor tal vez mi suerte
pintaría otro signo, otro color.
Vital aliento, soplo creador,
tu amor da vida a cuanto en mí esté inerte;
aniquilas las sombras de la muerte
y me inunda en su claro resplandor.
Yo siento mi alma dulcemente presa
de tu amor fiel en las tupidas redes.
Jamás yo resistí –ni ahora resistoa la potente fuerza de su empresa.
Su yugo es la mejor de mis mercedes.
Amo dichoso, y porque amo existo.
IV
Amo dichoso, y porque amo existo.
Y en tal forma tu amor cala en mi esencia
que es el soplo vital de mi existencia
y la segunda piel con que me visto.
Siempre lo he dicho, y aún ahora insisto:
vivo por ti y respiro en tu presencia,
y parece, si sufro con tu ausencia,
que a una breve, mas cierta, muerte asisto.
Amor y dicha a ti enteros los debo;
el tiempo contra ellos nada pudo,
pues cuanto más mi vida pasa y crece
más ansia de vivir en tu amor bebo,
y en él encuentro, -de mi vida escudola savia que mi vida fortalece.
V
La savia que mi vida fortalece,
mi sangre toda en su vigor inunda;
la efusión de tu amor es tan profunda
que en lo más hondo de mi pecho crece.
Arbol maduro que en vigor decrece,
siento en mis ramas la inyección fecunda
por la que en frutos de pasión abunda
mi vida que en tu riego se enardece.
Tronco añoso es el árbol de mi vida,
multiplicado en cenicientas ramas
con hojas macilentas y amarillas;
mas revive su entraña enardecida
en nuevos brotes porque tú me amas.
¡Y tu amor obra en mí mil maravillas!
VI
Y tu amor obra en mí mil maravillas.
A su calor abrí el dichoso hogar
donde unidos supimos navegar,
barcas gemelas con gemelas quillas.
Hubo momentos de dolor y adversos.
Gozo y pena, en cadena alternativa,
mantuvieron ardientes, áurea y viva,
la llama que encendió de amor mis versos.
Unidos en feliz o adversa suerte
sorteamos por igual cimas que escollos
sin vacilar el ritmo en nuestros pasos.
No nos espanta ni el dolor más fuerte,
pues hallamos recíprocos apoyos
en el doble sostén de nuestros pasos.
VII
En el doble sostén de nuestros pasos
se cimentó la paz noble y profunda
que es fruto de sazón viva y fecunda
dos soles alumbró sin fríos ocasos.
Dos hijas que han unido aún más los lazos
del broche en que el amor nuestro se funda;
dos nuevos astros cuya luz inunda
con un nuevo calor nuestros regazos.
Ahora es doble la miel, doble la risa
que nuestra vida vienen a endulzar.
Ya tenemos la áurea divisa
que enciende nuestro ánimo al bregar,
que al nombre de Mari Aida y de Marisa
ha crecido el amor en nuestro hogar.
VIII
Ha crecido el amor en nuestro hogar.
Luna de plata en fase alba creciente,
creciente sin penumbras permanente,
que nunca cesará de iluminar.
Por nuestro amor es nuestra casa altar
donde Dios, complacido e indulgente,
ve en el latir del corazón creyente
la forma más sencilla para orar.
Amor y fe componen la divisa
que ha enarbolado nuestra común suerte;
eternas con su fuerza y su virtud,
pues cuando Dios, con paternal sonrisa,
nos llame en el momento de la muerte,
encontrarán en Dios su plenitud.
TRIPTICO DE S EMANA MAYOR
HOS ANNA
Todo Jerusalén es un clamor.
Su aliento vibra en generoso grito,
y las auras repiten “sea bendito
el que viene en el nombre del Señor”.
Suenan gozosos cantos de victoria,
jubiloso fervor mueve las almas
y se mecen cimbreantes verdes palmas
que forman, al unirse, arcos de gloria.
Jesús, sobre un asnillo, irradia puras
miradas de amorosa mansedumbre,
y hay piedad en su cara soberana.
Se tienden a sus pies las vestiduras
mientras clama la ingente muchedumbre:
“¡Bendito el Hijo de David! ¡Hosanna!
CRUCIFIC ADO
Clavado, fijo, inmóvil, frío, inerte.
Todo tu cuerpo, una sangrante herida.
Sin vida Tú, que eres la misma Vida,
y siendo Eternidad eres ya Muerte.
Y yo, altivo y soberbio, aún puedo verte
sin sentir que mi entraña conmovida
se desgarre en un ansia estremecida
de amarte mucho más que de temerte.
¿Será mi corazón tan duro y frío
que sienta indiferente tu pasión?
No lo quieras, Señor, Redentor mío.
Dame otra vez un beso de perdón
para que no resulte en mí baldío
el fruto de tu cruenta Redención.
RES UCITADO
Resucitado, Cristo, en luz de gloria
tras la breve tiniebla de tu muerte.
Tres días de sepulcro... Y al fin verte
alzarte –Vida y Luz- con la victoria.
Doble signo en tu santa ejecutoria
-Cruz y Resurrección- sella muy fuerte
del hombre redimido la alta suerte
y marca todo el rumbo de la Historia.
Cruz, victorioso y sacrosanto emblema,
Resurrección, rotundo testimonio...
Y Tú, Cristo, clavado y resurrecto,
luz inextinta de Verdad suprema,
de Redención celeste patrimonio
y llama ardiente de divino afecto.
INVOCACION
Yo también, como tú, Antonio Machado,
voy soñando caminos... No me gustan
los caminos gastados; y me asustan
los que la vida para mí ha trazado.
Yo camino seguro y vacilante
con luz de sol o titilar de estrellas,
sobre la impronta ignota de unas huellas
que me espanta seguir vida adelante.
Me espanta la inmundicia de su lodo
que ensucia mi bordón de peregrino.
No quiero ese camino para andarlo.
Yo prefiero buscar el justo modo
de hallar un limpio y singular camino
tan virgen que ha de ser para soñarlo.
EL S ONETO, MI S EÑOR
I
Cuando en los días de mi adolescencia
empecé a andar con vacilantes pasos
por la senda del Verso, abrí mis brazos
a la gracia inmortal de tu excelencia.
Toda mi vida, toda mi existencia
dejé plasmada en ti con firmes trazos;
dichas y penas, triunfos y fracasos
confundieron mi esencia con tu esencia.
En pos de la belleza peregrino,
anduve con mi alma en ti cautiva
y rendido ante ti mi corazón.
Sea el tuyo por siempre mi camino;
vive, soneto, en mí y en ti yo viva
en comunión de gracia y perfección.
II
Yo rindo sumisión y vasallaje
a mi egregio señor, que es el soneto;
a su ley sabia y recta me someto
y a su alta majestad rindo homenaje.
Yo admiro la belleza del encaje
que trenza en cauce dual cada cuarteto
y en doble base de gentil terceto
se enlaza en firme y rítmico ensamblaje.
De tan alto señor, humilde quiero
recamar con mis versos el dosel;
quiero ser el leal palafrenero
que sujete la brida a su corcel;
y osado y, a la vez, fiel escudero
hurtar para mis sienes su laurel.
RAC IMO
Con exacta y precisa simetría
ensamblas en tu tallo grano a grano
mientras esculpes con cincel pagano
un cono saturado de ambrosía.
Semioculto en la fresca celosía
que teje para ti el pámpano hermano,
en el laboratorio del verano
te impregnas de dulzura y poesía.
Clásica Grecia te marcó con sello
de donaire, hermosura y gentileza
y te insufló aticismo vegetal;
y con diadema de zarcillo bello
coronas de gentil delicadeza
la sien mediterránea litoral.
PALMERA
Prodigio de esbeltez y donosura,
saeta empenechada en alto vuelo,
asciende cimbreante al claro cielo
la gracia elemental de tu escultura.
Tronco escamado, tu gentil figura
se superpone en gradual desvelo
y escalón a escalón logra su anhelo
de suspender sus arcos en la altura.
En múltiple racimo azucarado,
voraz hiende el gorrión pico acerado,
hambriento de dulzuras ideales;
en tanto que en el parque peregrinas,
alzas con tus hermanas más vecinas
un Partenón de gracias vegetales.
AGUA D E MANANTIAL
Un murmullo no más, burbuja apenas,
rompes feliz tu natural clausura,
y afloras clara, transparente y pura
en delicadas y delgadas venas.
Límpido espejo, copias las serenas
hojas que son dosel de la espesura
y te sientes dichosa en la tersura
de la carrera que inocente estrenas.
No pretendas en loco desvarío
engrosar y crecer para se río
por el afán soberbio de medrar;
porque, al fin, en destino triste y cruel,
perderás la dulzura de la miel
entre la sal amarga de la mar.
FLOR D EL CAMINO
Flor del camino, innominada, ignota:
¿qué mano derramó, humilde y sencilla,
la lluvia vegetal de tu semilla
que sin riego ni abono feliz brota?
Fruto espontáneo, delicada mota,
acento de dolor en la cuartilla
irregular del campo, maravilla
en el mar de las mieses hecha gota.
En prodigio de gracia y sencillez
tejes una guirnalda primorosa
que festonea el borde del camino;
y encauzada en tu grata placidez,
mi andadura se hace más airosa
y más cercano mi final destino.
ACEQUIA
En cauce natural, sin el rigor
del cemento que cierre tus linderos,
acoges en tu lecho los veneros
que alumbra madre tierra sin dolor.
Abocada a tu orilla, humilde flor
busca en tu linfa espejos placenteros;
en ti abrevan pacíficos corderos
y apaga en ti su sed tosco pastor.
Tus paredes de tierra permeable
succionan tu caudal con gran codicia,
ávidas de frescura y humedad;
y tu agua saltarina va incansable
entonando con mimo de caricia
un himno a la tranquila soledad.
TRIPTICO
ENCUENTRO CON LA AMIS TAD
Voy hacia la amistad. Alegre el paso,
la luz transfigurada en mi semblante,
apuro gota a gota, instante a instante,
el licor de la espera en frágil vaso.
Voy a poner un nuevo nudo al lazo,
un nuevo verso al poema palpitante
que en estrofa cordial, clara y vibrante,
me une al amigo en fraternal abrazo.
Voy hacia la amistad, voy al amigo,
abierto corazón, mano tendida,
en ademán de generosa ofrenda;
voy a rendir mi verso, humilde trigo,
a la cosecha próvida y cumplida
que ha colmado los trojes de su hacienda.
A UN ALGARROBO S ECO
Huyó de ti la savia fecundante,
secóse en ti la vegetal arteria,
y muestras, carcomido, tu miseria
como un triste despojo agonizante.
Clamando al cielo se alza suplicante
en doble rama muerta tu materia
y en tu seca y rugosa periferia
surca de insectos un rosario andante.
Clemente enredadera en vano intenta
en tardía simbiosis renacerte
prestándote su túnica y frescor;
árbol crucificado en vil afrenta,
te ofrecerás en vergonzosa muerte,
con prestada mortaja, al leñador.
DETRÁS DE LAS PALABRAS ...
Detrás de las palabras del poeta
queda una estela clara y luminosa,
un suave aroma de fragante rosa,
un titilar de estrella en noche quieta.
Cuando un poeta habla nos regala
con el trino y la flor del pensamiento,
eleva el corazón y el sentimiento
hiere como aguijón, mimo como ala.
Su palabra conmueve e ilumina,
percute el alma como impacto seco
o arrulla cual celeste y dulce voz;
y cuando su poema se termina,
detrás de sus palabras queda un eco
transverberado de la voz de Dios.
A UN NUEVO ABUELO
El soplo leve de una nueva vida
llenó tu hogar con su inefable esencia
y un aura inmaculada de inocencia
se presiente al encaje azul prendida.
Una cuna se mueve cual mecida
por un ángel que oculta su presencia...
Se ha hecho más limpia y clara tu existencia
y hay en tu sangre savia renacida.
Una luz nueva brilla en lontananza
como un faro que se abre a la esperanza
tras la borrasca sobre el mar inquieto.
Y en la eminencia de tu edad madura
reanudas tu cansada singladura
de la mano inocente de tu nieto.
PEREZ BOJART, JOS E
Cartagena. (Murcia) ¿ ?
TUS MANOS ROMANTICAS
Cual de Gualterio S cott las heroínas
y las princesas de los cuentos de hadas,
tienes, ¡oh joyas de marfil sagradas!,
las manos largas pálidas y finas.
Yo las he visto, en mis ensueños vagos,
llenas de languidez y caprichosa
cortar el vuelo de las mariposas
y acariciar las ondas de los lagos.
Yo las he visto deshojando flores
en medio de un jardín, a los fulgores
postreros de la tarde, y las he visto,
como dos blancas flores ideales,
rozando de tu boca los corales
entrelazadas, a los pies de un Cristo.
PEREZ BONALDE, JOS E ANTONIO
Caracas. Venezuela. 1.846 –La Guaira. Siglo XX.
A UN TIRANO
¡Tienen razón! Se equivocó mi mano
cuando guiada por noble patriotismo,
tu infamia tituló de despotismo,
verdugo del honor venezolano!
¡Tienen razón! Tú no eres Diocleciano,
ni Sila, ni Nerón, ni Rosas mismo!
Tú llevas la vileza al fanatismo.
Tú eres muy bajo para ser tirano.
“Oprimir a mi patria”: esa es tu gloria.
“Egoísmo y codicia”: ese es tu lema.
“Vergüenza y deshonor”: esa es tu historia.
Por eso, aún en su infortunio recio,
ya el pueblo no te lanza su anatema.
¡El te escupe a la cara su desprecio!
PEREZ CAMARERO, ARTURO
España. S iglo XIX – XX
Poeta.
CLAUS TRO CONVENTUAL
Pueblan las altas bóvedas negruras
y las paredes arcos funerales;
por las amplias ventanas ojivales
la luna entra a besar las sepulturas.
Fingen fantasmagóricas figuras
los sauces y cipreses espectrales,
y hacen muecas obscenas y augurales
las gárgolas de extrañas sepulturas.
Un monje cruza el claustro solitario
y se estremece al ruido del rosario
que golpea en su mísero sayal,
mientras en las doradas hornacinas
hacen nidos de amor las golondrinas
y escala las columnas un rosal.
PEREZ CAPO, FELIPE
España. S iglo XIX – S IGLO XX
Poeta. Hijo de Felipe Pérez y González.
EL MES DEL AMOR
“¡Germinal”! dice el aura embalsamada
que lleva del placer ecos ardientes;
“¡Germinal”! con sus trinos más potentes
canta en el bosque el ave enamorada.
“¡Germinal!” es el toque de llamada
que une en un solo afán a los vivientes;
“¡Germinal! ¡Germinal!” gritan las gentes.
“¡Germinal!” sin amor la vida es nada.
¡Mes de ensueños, placeres y armonías,
de luz vigor, aromas y colores:
sarta brillante de risueños días.!
En que todo, a una voz, habla de amores;
en que hasta el sol, con nuevas energías,
manda en sus rayos, besos a las flores.
PEREZ CARRILLO, RAUL
México. Siglo XX.
Poeta hallado en Internet.
NO ES FACIL REGRES AR
Has perdido tu tiempo, date cuenta,
no es fácil regresar al otro tiempo.
Tú, como yo, jamás nos dimos tiempo,
y aunque nos dimos todo, eso no cuenta.
Yo sé lo que tú sabes, reina cruenta:
todo mi tiempo a ti te quita el tiempo;
y yo que del amor sí tengo tiempo,
tu tiempo que es el tuyo no me cuenta.
¿Qué historia contarás en otro tiempo?
¿Cuál víctima vendrá para tu cuenta?
¿De quién te burlarás estando a tiempo?
Estoy muy intrigado, date cuenta,
pues sé que nuestro amor no tuvo tiempo…
Mas ya vendrá el momento de la cuenta.
REIN A DEL MAR
Levántame, Yazmín, aún no se han ido
los cuatro que permiten este enredo…
Cada que nos permiten, yo no puedo
continuar esta farsa sin olvido.
Estoy, siendo uno solo, dividido;
millones que me esperan sienten miedo
cuando ven que tus manos y mi dedo
se aferran a jugar lo más prohibido.
estás, Reina del Mar, siempre vestida…
Mi temor de perderme y de perderte
nunca podrá acabar tu hermosa vida
que es un punto y final y nunca muerte.
¿Por qué te tardas tanto, pervertida,
qué, no ves que también yo estoy de suerte?
S I TU NO FUERAS DIOS A
Has puesto en un mantel tu blanco seno
para que goce tu bondad y no muera;
atrapa de mi ser, hermosa güera,
aquello que me sobra, yo estoy lleno.
Si tú no fueras diosa yo, sereno,
caminaría sin ruta y no pudiera
como siendo un perdido, ser tan bueno
¿qué sabes tú de lucha verdadera?
Y si acaso mi ser fuera acabado
muriendo con los pobre satisfecho,
Dios, que es mi Dios y está a mi lado
bajaría de su cielo y en tu pecho
marcaría tu traición muy indignado
pues no tienes perdón por lo que has hecho.
TU PIEL EN PRIMAVERA
No me empuja Yazmín, para desearte
el cuerpo que me tienes permitido,
ni tampoco ese hielo tan fingido
para dejar por eso de buscarte.
Tú me hablabas, Yazmín, sin conocerte
y al mirarte bailar lo más prohibido
me cerqué hacia tu cuerpo, divertido,
y sentí que la vida no era muerte.
Me llamas con tu piel en primavera,
y aunque no me llamaras, te llamara
y aunque no me fingieras, te creyera;
no tienes que reír para una fiera;
no debes de cubrir con otra cara
la tuya que ya es mía… ¡quién lo dijera!
PEREZ C LOTET, PED RO
Villaluenga del Rosario. (Cádiz) 1.902 – Ronda. Málaga. 1.966
Se doctoró en Derecho en Madrid.
A MIGUEL HERNANDEZ
Allí estabas, tan firme tú, aquel día
vibrante, igual que un tembloroso cirio.
Allí, tan claro tú, pálido lirio,
que una lejana brisa conmovía.
Allí estabas. ?Allí? Te sonreía
la tarde, y su canción -ay, tu martiriote alzaba sin cesar. (Qué alto delirio
tu mirada sin luz, tu voz umbría.)
Allí estabas, y estás... (Ya un sol te dora,
te defiende y, abierto a cada aurora,
clamas, ya tanta noche destruida.)
Por eso allí te miro, para verte
mejor, y guardo, al filo de tu muerte,
la amarga sombra aquella de tu vida.
SONETO POR LA ROS A DE C. G.-R.
Allí donde tu gracia mantenida
puntas se hace de amor que sangre quiere,
allí vuelvo a gozar tu olor que hiere,
rosa de alta clausura, ya abolida.
No he de perderte, ¡oh rosa conseguida!
tras tanta flor que en esperanza muere,
por cualquier vana espina, si mordiere
tu exacta luz a mi pasión ceñida.
S angres que mi alma abierta en tu camino,
serán caudales ávidos que aviven
mi hondo jardín, tu púrpura frondosa.
Sigue rosa difícil tu destino,
para los ruiseñores que conciben
que la rosa es así, “que a sí es la rosa”.
HORA D E ES PAÑA
ALTA ES PAÑA
España de altas cumbres, cumbre alada,
hacia el máximo cielo de su altura,
donde ya el cielo asume su figura,
cima española espiritualizada.
Montaña azul en ansia de alborada,
de tan purificada, de tan pura,
bloque inmortal –la piedra hecha ya albura-,
y todo hecho ya luz transfigurada.
Luz, gloria, en la alta cumbre renacida,
a celestes volúmenes uncida,
tras un reposo transitorio, breve,
a la encumbrada voz de su albedrío,
que es empinarse en superado brío
y lograr cada día más relieve.
S ANGRE D E ES PAÑA
Va la sangre corriendo presurosa,
de su vana existencia fugitiva,
para injertarse en un solo latido
por la senda fugaz de su agonía.
Va la sangre corriendo, en ardoroso
clamor, para abrazarse al ancho río
de tanta sangre ilustre, conmovida
bajo el helado polvo de los siglos.
No hay muralla ni mar que la detenga;
cada muralla afila sus fervores,
cada mar acrecienta sus caudales.
Desbordarse, correr, en su destino;
que es con su propia muerte dar la vida
-¡sangre inmortal!- y el alma eternizarse.
ES PAÑA EN CRUZ
Cuerpo inmortal, de amor crucificado,
cuerpo desnudo, en sombras esculpido,
cuerpo de luz y gloria revestido,
en desnudez de sangre amortajado.
Mueres en cruz, pero resucitado,
pues mueres más seguro y redimido,
más alto en cada lúgubre gemido
más libre en cada músculo llagado.
Victorioso ya sólo con querer
hundirte en la cruz ardua del deber;
ya triunfador aun antes de inmolarte;
que antes de ir a la cruz del deber viste
la sangre que en tu amor enloqueciste,
enloquecer de amor para salvarte.
EN EL JARDÍN D E MELIBEA
No puede del ciprés la noche oscura
borrar la luna verde de tus ojos;
borrar de su alto pie dulces despojos
de fruto y flor; viviente miniatura.
La clara noche en su confín murmura
tu plenitud de júbilos, de enojos
que ciñen en la luz de tus antojos
un naufragio veloz de alba y ventura.
Verde espera de amor, lumbre cumplida
-verde fronda por negro viento heridabajo la grave noche y su desmayo,
que en tu ardiente presencia se recrea;
raudo jardín que asciende a puro mayo,
remoto a tu dolor, ¡Oh, Melibea!
EN EL JARDÍN D E LOPE
Por la breve belleza, presurosa,
de tu jardín sonoro y confidente,
vas ¡oh, Lope! aurorando tu alta frente
de sombras mil colmena silenciosa.
Rinde la fresca calma victoriosa
tanta verdad sobre tu pena ardiente,
tanto dulzor que la esperanza ausente
quema también su flora milagrosa.
¡Oh, pensativo amante de tus flores
-tantas flores lejanas, ya sin brillo,
fatigadas de tantos ruiseñores-,
pues partes de sus líricas lecciones
llevas su amor, su cándido estribillo
por celeste levante de tus dones!
A JOS E LUIS DE ARRES E
Pienso en la altiva luz de tu destino
-despierta luz de paz en dura guerray en las vivas auroras de esta tierra,
de cielo y mar en flor, en diamantino
fuego tallado pienso tu camino,
que, reflejado vuelo, cifra, encierra
junto al exacto azul del mar, la sierra,
el milagroso albor de cada trino.
Te pienso lumbre en él, luz, llamarada
-de tu nativa roca fiel almena-,
cuanto más alta y pura, más labrada
en más activo júbilo abrileño...
Llama del sur, te pienso, que alza, ordena
tantas llamas de sangre por el sueño.
A JOS E ANTONIO
laurel azul la pólvora homicida,
y bandera la sangre de tu duelo.
Lo proclaman la espada y el desvelo
y la razón del cielo descendida.
Y tu mármol muriendo, vida a vida,
la muerte de una Historia sin consuelo,
porque el oriente, al filo de tu celo,
se incendiara más hondo en cada herida.
Laurel,, mármol, bandera, desplegados
en una absorta luz de profecía,
que hasta el fuego, cumplida su amargura,
lleva por los caminos enlutados...
Lo proclaman los ojos a porfía
con lirios levantando tu escultura.
PEREZ COBO, RAUL
España. Priego de Córdoba. 1.971
Poeta hallado en Internet.
DE UN VATER EN AMOR DE UN ANO
Sentado en mí, de nalgas te poseo,
mi boca en prendas tuyas interiores,
mi boca en tus espaldas inferiores;
tan duro mármol siente tu deseo
que cuando frío voy, caliente veo
que más me pones. Partes superiores,
de tetas primas, primos exteriores,
de culo vas conmigo siendo feo.
Y tanto me pereces semejante,
y tanto, coño, me pareces, mierda,
que yo sí sé que haré cuando te pierda.
Viajar a conocerte por delante,
por donde al culo, chocho le propagan,
allí, donde me orinan no me cagan:
pues haciendo lo que hagan,
de gusto mean, dándose un suspiro:
a ver si puedo darme yo un respiro.
PEREZ COLLADO, MATEO
Málaga. Ronda. S iglo XVII
Poeta y Licenciado.
AL MAYOR PAD RE DE LAS MUS AS MANTUANAS
EL DOCTOR JUAN PÉREZ DE MONTALBÁN
Más compuesto de números el día,
y las ruedas del coche más sonoras
mostró sus cuartos, señaló sus horas
con elegante, y métrica armonía.
Cuando a alumbrarle tu esplendor salía
Insigne Montalbán (que el Cielo doras)
de las aguas de Mantua más canoras;
porque en ellas tu ciencia se vertía.
Hoy en lutos envuelto el rubio Apolo
su luz esconde, su esplendor no gira
falto de tus Retóricos matices.
Y si discurre el uno, y otro Polo
es, porque laureado ya te mira
aplaudido de plumas tan felices.
PEREZ DATTI, CARLOS
Plata. Argentina. 1.948
Profesor de Filosofía y Poeta.
Hallado en Internet.
SONETOS
I
Purgatorio de vahos y de olores
el Dante no lo hubiera imaginado
descenso a un mundo ausente de colores
donde el hollín ya todo ha trastocado.
Es castigo el ozono de sus chispas.
Un martirio sus fatigados rieles
aumentando a terribles decibeles
cuando al parar rechinan mil avispas.
Este torvo gusano acompasado
me vuelve en el trabajo del pasado.
Comido por su entraña formidable
sintió mi eternidad no laborable.
Orfeo huyendo del ruido cercano
y Eliot deambula en metro castellano.
II
Como la hez el río contamina
humanos desperdicios abandona
en sucias estaciones. La Madona
protege a estos hombre, más no ilumina.
Ilumina el mercurio soñoliento
de tinieblas que apenas enardece.
Aumentan las sombras, el día crece
taciturno, procaz y macilento.
Fuera, nos suponemos, fluye vida.
Afuera suponemos, arde el sol.
venir de nada y alcanzar la nada
y en la nada viajar hacia el trabajo.
En un dios insaciable y un carajo
es la prez del final de la jornada.
III
Aplastado por cientos de gusanos,
gusanos como yo tan aburridos,
al abrirse las puertas aguerridos
lacedemonios rápidos e insanos.
S ostienen vida verde en la maceta,
recogen la piedad en su mascota,
no miran a los ojos, está rota
la caridad de esta árida meseta.
Húmedas galerías ya sin gente
escaleras mecánicas vacías
lo inerte me parece más prudente.
Y cuando el aire siento en mis encías
de la noche pasando indiferente
siento el alma volar en estas vías.
IV
Confundí ayer el cielo con el cielo
aquel que el hebreo nombra en la Biblia
con el otro, el que el alma reconcilia
cuando un ave perturba con su vuelo.
Este error, grave, sencillo y conciso
cometido por mis ojos tan paganos
devolvió a mis sentidos soberanos
conciencia de perder el paraíso.
No es mi queja al buen Dios que la encamino,
ni puede él elegirme mi destino.
Sino al simple milagro de las cosas
convertidas por él en alevosas
melancólicas formas de la nada.
Proferida en su nombre y alabada.
V
El oscuro, de nuevo en el oscuro
pasadizo de un tiempo inveterado,
no hay aquí ni presente ni pasado,
para el hombre que vive en el oscuro
fluir del tiempo, pero no la vida.
Algo igual es al sombra taciturna,
lucida ave rapaz en la nocturna
cacería. Por eso algo invalida
la metáfora. El sueño es a destajo,
también, la negra usura y mi trabajo.
Frío el ríspido tañer de los rieles,
apretados los dientes siguen fieles
a la cruel rutina, al perentorio
volver temprano al revuelto escritorio.
VI
Hipérbola de túneles y andenes,
pues la otra estación distingo y veo,
no son el devenir, por eso creo,
que al alcance la tienes y no tienes.
S ólo la tensa y solitaria escena
de la terrible boa con mil bocas
comida estás y el pasamano tocas
eludiendo el cerebro tanta pena.
Se arrastra, siempre alerta, mas no hay nada
donde evites sentirte digerido.
Maloliente, apretado y oprimido.
Esperas que la bestia regurgite.
S aldrá de sus estómagos la elite
que volverá mañana a ser tragada.
VII
La procesión de muertos del andén,
camina por la plácida rutina.
La escalera mecánica asesina
su voluntad y es único sostén.
Por la gomosa y sucia pasarela
moviéndose en contra de sus deseos
retumban en sus testa corifeos
de tacos arrastrando noche en vela.
Del largo del pie humano es nuestro sol
mas pierdo el privilegio al arrebol.
Cuando la luz entreveo amanece,
encerrado estoy. Y un gran temor crece:
De que fuera, en la calle, ya no exista
la oscuridad tremenda e imprevista.
PEREZ D E AC EBEDO, LUCIANO
España. S iglo XIX
Poeta.
EN EL AN IVERS ARIO DE LA
MUERTE DE MORATÍN
No envidie el pobre y lento Manzanares
perder su curso en apartada zona,
ni en su puro cristal la hinchada lona
reflejar de bajeles a millares.
Ni del Ebro el caudal, ni con los mares
su imperio dividir, ni la corona
que entreteje la próvida Pomona
al rey de los viñedos y olivares.
Ni llore en honda pena y desconsuelo
al arrastrarse por la muerta arena
murmurando su afrenta y su desdoro.
De envidia y de dolor prorrumpa en duelo
al ver que guarda su rival el Sena
de Inarco el preciadísimo tesoro.
PEREZ D E AYALA, RAMON
Oviedo. 1.881 – Madrid. 1.962
Nombrado académico de la Real Academia Española
en 1.962 para la silla C. No tomó posesión.
Escritor. Pertenece al Grupo Intelectual surgido
de la Institución Libre de Enseñanza, con Ortega
y Marañón. Poeta y Novelista.
EL S ENDERO DE FUEGO
El alma es como un orbe en miniatura.
El centro de atracción hacia el cual gira,
¿dónde está? ¿Dentro de ella, o bien aspira
a una estrella polar fija y segura?
Alternan claro día y noche oscura,
luz de verdad y sombra de mentira,
y en su cenit apenas el sol mira
cuando la noche asoma y se apresura.
¡Pobre alma, en sucesión de dos mitades!
Sin sosiego, una a otra se entrevera.
¿Qué hemisferio es amigo o enemigo?
Las mentiras desposan las verdades.
Cada mitad ser la señora espera.
Doble alma: voy a conversar contigo.
MORIR HABEMUS
Mirada al exterior, cuánta hermosura
sin par nos muestras tú, Naturaleza.
¡Qué ordenación y ajuste en cada pieza;
qué multiforme y sólida estructura!
Tú eres guía y maestra, se asegura,
del hombre; quien le inicia y endereza.
Pero existe en el alma algo que empieza
a evadirse de ti a mayor altura.
El mirarte por dentro causa espanto.
Todo huye y fluye. Cada cual se afana
en devorar al débil si él es fuerte.
En esa ciega lucha es, entre tanto,
sea ya nada o todo, el alma humana,
la única conciencia de la muerte.
EL S OPLO EN EL BARRO
Pero, quiéraslo o no, tu alma reside
en mortal forma material fundida;
gota del flujo perennal nacida,
que la asume después que la despide.
Si eres materia y alma, ¿cuál preside
en el viaje sin rumbo de la vida?
Si materia a materia sometida,
el alma un más allá presiente y pide.
¿Es la materia estorbo? ¿O es instrumento?
¿Es lo uno y lo otro? Si aceptamos
la mitad material por evidente,
Podemos, a partir de tal momento,
de do venimos y hacia dónde vamos
tú y yo, alma, dialogar íntimamente.
FORMAS DE AMAR
Canta arrogante el gallo, muge el toro,
trina el pájaro, arrulla la paloma
si en sus entrañas el amor asoma.
Nunca es mudo el amor, siempre es sonoro.
Todos los seres vivos le hacen coro.
Fiero hace al manso y al silvestre doma.
De acá y de allá verás un daca y toma
entre el amor, universal tesoro.
En unos, el amor es arrogante;
en otros es una ternura suave
que no hace fuerza y que sumido implora.
¿A cuál es el del hombre semejante:
al del gallo y el toro, o al del ave,
que no entiendes si cantas o es que lloras?
DE “TROTERAS Y LAN ZAD ERAS ”
S oy poeta embrujado por rosas lujuriosas
y por el maleficio de la luna espectral.
Mi carne a macerado con manos fabulosas
uno por uno cada pecado capital.
En el burgués estulto, mis guedejas undosas
de bohemio suscitan una risa banal;
mas él no advierte, bajo mi mugre, las gloriosas
armas de caballero, ungido de ideal.
S on mi magnificencia y fasto principescos;
adoro las manolas y los sueños goyescos;
toda la España añeja triunfa a través de mí.
Con ajenjo de luna mi corazón se embriaga,
y en mi yacija, porque la carne satisfaga,
sus magnolias me ofrenda la princesa Mimí.
PEREZ D E CARDEN AS , MATEO
España. S iglo XVII
Poeta y amigo de Lope de Vega.
A LOPE D E VEGA
De Helicón por su falda se derriba
el agua cristalina, hasta que llega
a dar en la florida y fértil Vega,
que en vuestro claro ingenio el sol cultiva.
Donde Dafne también menos esquiva
con sus hermosos brazos ya le ruega,
para digna corona que os entrega,
que es más que para vos, el don reciba.
Al fruto responded de sus amores,
con el que en vuestra Vega habrán cogido
los Tiritos de Arcadia moradores.
Porque de su campaña convencido
quede y pagado, pues que son mejores
que las que él inventó, ni el mundo ha oído.
PEREZ D E GUZMAN, JUAN
Ronda. Málaga. S iglo XIX
Académico de la Historia. Poeta.
SONETO
¿Qué me case decís? Disimulad
que renuncie tan fiel proposición:
tengo, señora, entera la razón
e indómita la libre voluntad.
¿Qué es la mujer un puerto de piedad?
Ha tiempo que aprendí que todas son
un mar donde zozobra el corazón
y una playa de arena y soledad.
La dicha del amor y la virtud,
hermosa aspiración del alma fue
que halagó mi florida juventud.
Cuanto por ellas padecí, no sé;
sólo que vivo en mísera inquietud,
sumido en las ausencias de mi fe.
PEREZ D E JAEN, ANTONIO
Arjonilla. Jaén. 1.925
Poeta y guionista (sobre todo en las de Joselito) y director de películas.
Proporcionado por la S ra. de Gabriel Duyos Giorgeta
Poeta y Escritor. Usaba como nombre artístico el de
Antonio de Jaén.
LADRON DE ROS AS
Cruzaban, custodiados, la espesura
y el último cautivo de la hilera
halló un mensaje de la primavera
sobre un rosal en pétalos de albura.
Las manos, presas tras de la cintura,
no alcanzaban la rosa tempranera.
Y soñando el perfume que esparciera
por los rincones de su celda oscura
se salió, cauteloso, del camino.
Le espiaba el rumor de un verde trino
y el libar de una leve mariposa,
y su rostro cruzó las ramas finas;
se llenaron de sangre las espinas
y entre los dientes se llevó la rosa.
PEREZ D E LA MORENA, PADRE JERONIMO
España. S iglo XVIII
Poeta y Religioso de la Orden de los Agonizantes
DURA LEY D EL S ONETO
“Dulce calma anunciaban los colores
del iris bello al campo, que asustado
estuvo en la tormenta de un nublado,
temiendo el fin de plantas y de flores.
Alegres ya los tristes labradores,
volvían a tomar el corvo arado;
otra vez s escuchaban en el prado
los cantos de los tiernos ruiseñores.
S alpicada de perlas, parecía
que el cielo con estrellas remedaba
la húmeda hierba que la luz hería.
Todo vida y solaz y amor brindaba...
Mas ¿dónde vas, risueña fantasía?
¿No ves que es un soneto, y que se acaba?”
A DON AGUS TÍN DE S ALAZAR Y TORRES
Dichoso yo, que oí, Cisne S agrado,
el más alto primor de tu armonía,
tu voz eternizarse en tu agonía,
tu vida asegurarse en lo elevado.
Tan dulce providencia a tanto grado,
de todos, te excedió, que aun no podía,
ser en ti tu espirar tu melodía
pues ella te alentaba desmayado.
Moriste, en fin, moriste, y dos victorias
en dos vidas lograste, la primera
allá en los Astros, y otra en la memoria.
No es menos victoriosa la tercera,
puesto que al instrumento de tus glorias
puntos floridos da la Prima-Vera.
DEFINICION DEL AMOR
No es el amor rapaz, ni tienen fuego,
no es benigno, cruel, dulce, ni amargo,
no es corto, no es angosto, ancho ni largo,
ni tiene alas, ni carcaj, ni ciego.
No es frío ni es calor, verdad ni juego,
guerra ni paz, desvelo ni letargo,
ni está la voluntad sobre su cargo,
como el tenerla él, también lo niego.
Verbigracia: es amor (aquí mi musa)
una cosa tan grande y tan tremenda,
que a quien más la examina es más confusa.
Pero aunque es tan difícil, yo la senda
la he de hallara, aunque tanto se rehúsa;
es el amor… el diablo que lo entienda.
SONETO
Detén la ardiente, la aguzada reja,
¡oh Jove, por indulto a mi cabaña
donde se mira sobre leve caña
apenas sostenida humilde teja!
Dóricas obras, obeliscos deja
de granito y de pórfido tu saña;
y el tosco adobe, el junco y la espadaña
¿merece a tu deidad estrago y queja?
¡Oh, cuánta vanidad de mis cenizas
deberán mi ruina a lo severo,
si mi quietud, oh Jove, tiranizas.
Mas ¿qué se me da a mí de que seas fiero
ni de oírte que le orbe escandalizas?
¿Puede ser triunfo a Dios un majadero?
PEREZ D E LA TORRE, JOS EFINA
España. S iglo XX.
Poeta hallada en Internet.
EL RETABLO
LA Virgen con el Dios-Niño en su seno
caminaba en la noche oscura y fría.
“Mi hijo quiere nacer” dice María…
y vino al mundo en un pesebre de heno.
José enciende una hoguera, ya sereno…
y oye del cielo dulce melodía,
aparece una estrella como guía
y el bosque todo se despierta pleno.
Todo canta ese noche que es aurora.
Extasiada la madre, envuelve al hijo…
Dios es humano, tiene frío y llora.
Y una mula y un buey le dan cobijo.
El retablo quedó completo ahora…
y el espíritu S anto lo bendijo.
PEREZ D E LOS S ANTOS , HECTOR
España. S iglo XX.
Poeta hallado en Internet.
SONETOS A MARIA
LO QUE VIS TE, MARIA
Di, María, que viste en el camino.
Yendo hacia Egipto, miedo en el desierto;
siendo niño, inquietud por tanto incierto;
y a los doce, vislumbras su destino.
Cuando haces que convierta el agua en vino,
su Mensaje dejaste al descubierto;
desde ahí hasta ver costado abierto,
fuiste viendo su amor a lo divino.
No dejes de decirnos lo que viste,
pues queremos obrar en consecuencia.
Los errores no te hagan, Madre, triste,
sino nos insinúe tu advertencia,
de que felicidad mayor no existe,
que al Mensaje entregar nuestra existencia.
LO QUE OIS TE, MARIA
Lo primero que oíste fue su llanto,
después de que Gabriel te lo anunciara,
y oíste el chillido y algazara
de quien por hijo y niño era tu encanto.
Y oíste al carpintero, en adelanto,
clavar de forma firme y clara,
sonido que sabías se compara
al de clavar en cruz, muerte de espanto.
Te aprestas a escuchar nuestro lamento,
pues tuviste muy duro aprendizaje;
perdemos en gritar todo el aliento,
sin saber que el silencio es tu leguaje.
Oírte como ella es fundamento,
de estar desde el principio en tu Mensaje.
LO QUE TOCAS TE, MARIA
¿Fue, quizás, darle a luz satisfactorio?
Fuiste Madre de un cuerpo consagrado,
y lo mismo que estando a tu cuidado,
lo acogió tu regazo mortuorio.
Tocaste y ofreciste en ofertorio,
a un Dios que en ti al mundo se ha bajado;
dichosas esas manos que han tocado,
sólo a ti, lo esencial y lo accesorio.
Y ahora recordemos su Palabra,
que es feliz el menor en este mundo,
que su vida al Mensaje sólo se abra,
y yendo a lo esencial, a lo profundo,
el terreno rotura, lo ara y labra,
para que en todo el mundo sea fecundo.
LO QUE S ENTIS TE Y GUS TAS TE, MARIA
Al final te sentiste abandonada,
gustaste de la sangre y su amargura,
con razón quien predijo tu ventura,
te ve ser traspasada por espada.
E un nuevo Testamento das entrada,
y en ti hace el antiguo sepultura,
tú sentiste el dolor de esa ruptura,
el gozo de lo nuevo… poco o nada.
Tu dolor sigue vivo en esta tierra,
para ti sigue siendo un crucifijo,
pues quien a lo que ve sólo se aferra
sin hacer en verdad lo que él nos dijo,
la puerta de lo nuevo así la cierra,
e inútil fue tu ver en cruz al Hijo.
PEREZ D E MONTALBAN, ALONS O
España. S iglo XVII
Poeta y amigo de Lope de Vega.
A LA MUERTE D E LOPE D E VEGA
¡O quién pudiera en lágrimas bañado,
o quién bastara en mares convertido,
pagar, o Félix, lo que te ha debido,
decir, o Lope, lo que te ha pagado!
S ólo el silencio diga mi cuidado,
que no alcanza la voz tanto gemido,
porque en la esfera corta de un sentido
mal cabe un sentimiento dilatado.
No es lo que lloro yo tu triste suerte,
pues mejoras de vida en la partida,
sino al mía, de vivir sin verte.
Que tú vivo en tu fama repetida
con otra vida triunfas de la muerte,
y yo no quedo con ninguna vida.
PEREZ D E MONTALBAN, JUAN
Madrid. 1.602 - 1.638
Estudió Teología y se ordenó sacerdote.
Autor teatral. Discípulo de Lope de Vega.
SONETO
Corre con pies de sonorosa plata,
huyendo de sí mismo, un arroyuelo,
y dando vueltas por el verde suelo,
con cintas de cristal las flores ata.
Cruza la selva, y cándido retrata
cuanto encuentra su líquido desvelo,
pisa un jazmín, y vístese de hielo,
aja una flor, y mírase escarlata.
Así de Clori en líquidas querellas
bajó, como pintada mariposa,
un diluvio de lágrimas o estrellas;
tocó las flores de su cara hermosa,
y como el agua se detuvo en ellas,
unas veces fue nieve, otras rosa..
DE S U COMEDIA “EL HIJO DEL S ERAFÍN”
Llegué, Señor, a la divina altura
de vuestro preciosísimo costado,
donde el amor de vos enamorado
me desposó con vos por mi ventura.
Joyas quisisteis dar a mi hermosura,
y un clavo de la mano me habéis dado,
que el corazón más veces me ha pasado
que gotas hay en él de sangre pura.
Clavo me dais, cuando con paz dichosa
llega mi amor al Tálamo sagrado,
y clavo cuando el alma se desposa.
Mas bien hacéis, discreto habéis andado
que los clavos de Dios para su esposa
los alfileres son de tu costado.
DE LA MIS MA COMED IA
Señor, si soy un ser, una existencia,
que sustenta mi ser, y vuestro celo,
para otro ser que deposita el cielo,
me dio este ser por modo de influencia.
Si el ser que tengo en propia subsistencia,
al ser que espero en vos sirve de velo,
no quiero ser mi ser, que es desconsuelo
faltar a la verdad por la apariencia.
Del ser de nada antes de ser sacaste
el ser imaginario que me diste,
y en el presente ser me colocaste.
Mas si para otro ser me previniste,
romped el ser con que este ser formaste,
y a ser vendré sin ser lo que quisiste.
A S AN IS IDRO
Los campos de Madrid, Isidro santo,
que fueron paraíso peregrino,
mudos alaban a su Adán divino,
que un cielo les compró pagado en llanto.
Pues cuando Isidro con amante canto
vacaba su labor, a Dios vecino,
de agrícolas brillantes se previno,
que presten tanta luz, esplendor tanto.
Orad, Isidro, orad, pues tan copioso
se ostenta Dios, que vuestro efecto escoge,
y espíritus humilla por tributo.
Dichoso vos, pues es aquel dichoso,
que de los cielos la cosecha coge,
sembrando aquí sus lágrima, el fruto.
AL MIS MO TEMA
Los campos de Madrid, Isidro santo,
cielos son ya, pues nuncios de los cielos,
rompiendo nubes y rasgando velos,
bajan con risa por lograr un llanto.
Y tanto alcanza Isidro, y puede tanto,
que mientras forma en éxtasis desvelos,
siente el campo lisonjas y consuelos
con injurias de arado sacrosanto..
Y así destina Dios grato a un deseo
glorias a Isidro, agricultor astuto,
y ofreciendo su amor le da el trofeo.
Rindiendo sus deseos el tributo,
cogiendo en Dios sus gozos el empleo,
sembrando aquí sus lágrimas, el fruto.
A LA MUERTE D E LOPE D E VEGA
Faltar la luz intempestivamente,
porque una nube descortés asalta
la muralla del sol, que el prado esmalta,
no es defecto del sol, sino accidente.
Así, LOPE, tu luz a nuestro oriente
falta, vencida de región más alta,
que solamente muere quien nos falta,
y quien nos sobra vive solamente.
Mas si en tu eclipse queda esclarecida
siempre tu luz, llorarte es ofenderte,
que no es caer triunfar de la caída.
Goza en tu muerte pues tan feliz suerte,
que si tu muerte mejoró tu vida,
más que a tu vida debes a tu muerte.
AL MIS MO TEMA
Llorar tu ausencia, LOPE, no es fineza,
porque el llanto es alivio al que padece;
escribir tus elogios más parece
gala de ingenio, que de amor terneza.
Sentir es poco, porque la extrañeza
imposibles despeños apetece;
morir es algo, porque no merece
quien no sabe morir de su firmeza.
Mas ay, que aun el morir, a lo que entiendo,
es mucho menos, porque el ser faltando
falta de los dolores el estruendo.
Y así es mejor vivir agonizando,
pues se añaden los méritos viviendo,
y se acaban las penas acabando.
MIRANDO EL TÚMULO DE LOPE D E VEGA
Aquí yace, ¡ay dolor! ¡ay hado esquivo!
aquí reposo, ¡ay fin dudoso y cierto!
aquí fluctúa, ¡ay peligroso puerto!
aquí fallece, ¡ay golpe ejecutivo!
Un hombre, cuyo nombre no percibe,
un ángel, cuyo espíritu no acierto,
un vivo con escrúpulos de muerto,
y un muerto con relámpagos de vivo.
Un Héroe, que a su patria inmortal hace,
un semi-Dios, que su fortuna elige,
un fénix racional que muere y nace.
Un sacro Apolo que el Parnaso rige,
dígolo de una vez, LOPE es quien yace,
todo lo digo ya, pues LOPE dije.
SONETO
De un curioso, no ilícito desvelo,
Dina, bien persuadida y mal segura,
con disfrazadas galas ver procura
en otras el retrato de su cielo.
Por sosegar su honor y su recelo,
se cubre el rostro; pero fue locura,
pues vino a ser afeite en su hermosura
el ocultarla con tan fácil velo.
S ale gallarda, y los claveles rojos,
viendo a Siquén, de púrpura mejoran,
y logra amor sus fímeros antojos.
Lloran los ojos el honor que ignoran,
que como el daño nace de los ojos,
son también los primeros que lo lloran.
SONETO
Baja Rebeca al prado en rizos de oro
dilatando la espléndida madeja,
que en confianza de una cinta deja,
por más ostentación de su tesoro.
Llega a la fuente, y el cristal sonoro,
rehusando el competir, de ella se aleja;
unas veces murmura, otras se queja,
y ella le riñe con galán decoro.
Alza los ojos, y piadoso advierte
el siervo de Abraham al blando ruego,
y con agua del fuego le divierte.
Las bodas de Jacob conciertan luego,
porque el divino Amor, para que acierte,
empieza en agua y se remata en fuego.
SONETO
Este valle que ves, taller de fuego,
fábrica de volcanes, todo altura,
es hoy la gigantesca arquitectura
de lo que furia fue y es ya sosiego;
da a quien lo mira el prodigioso juego
De ser y no estar. Monte o llanura,
la mano con mirada de escultura
le da la luz tactilidad de ciego.
Quien así dibujó lo que te envío
es del Valle de México albedrío,
mágica voluntad de su grandeza.
Su nombre en el deshielo milenario
es un clamor de la naturaleza,
sencillo, fraternal y milenario.
PEREZ D E MONTORO, JOS E
España. 1.627 - 1.694
Poeta.
DEFINICION DE UN TORO HERIDO
El toro herido es un bajel errante,
de proceloso viento combatido,
ya cortando el tumulto enfurecido
van por proa las puntas adelante.
Fábrica del tajón, mas no triunfante,
velas las cintas son, con que lucido
lo deja aventurero presumido
entre sangrientas olas naufragante.
Sin sosiego se mueve, corre y gira;
áncora con los pies, con que el desierto
campo que despobló, prende y suspira;
pero sin norte a su carrera cierto,
en su navegación, cargado de ira,
es la furia timón, la muerte es puerto.
A UN RELOJ QUE TARD ABA
EN DAR LAS HORAS
Del amor calidad triste, y segura
las medidas al tiempo desiguales,
las que en mi suerte temo, ya son tales,
que jamás llega un hora a mi ventura.
Otrosi el mismo tiempo se asegura
al dar término cierto a los mortales,
como te carga el peso de mis males,
y no das fin a mi desdicha oscura.
Así paso en mis males sin medida,
que el tiempo bien que pasa, no divierte,
un apena, que al alma vive unida,
pues tu curso dilato, y tú mi muerte,
vuelve al pasado tiempo de mi vida,
y correrás con mi dichosa suerte.
A UN A DAMA A QUIEN UN GALAN...
Dulcísimo tormento del sosiego,
enigma de los ojos ignorado,
Norte sin luz, que sigo derrotado,
tomando las alturas por el fuego:
Pues te permites a la voz, y al ruego,
desemboza el misterio venerado:
sin la duda mi amor es ya cuidado,
y sin la sombra viviré más ciego.
Mas, no, no sé decirte tu belleza,
beba el veneno yo por los oídos
en esta inquieta procelosa calma,
y aspire a ser eterna mi firmeza,
que amor que se engendró sin los sentidos
ha de nacer muy parecido al alma.
DEFINICION DE UN CUID ADO
Galera es mi cuidado, y mar mi pena,
que de memorias carga, y parte luego:
se pone por farol de amor el fuego
y teme el corazón puesto en cadena.
Es mi firmeza escollo, y es la arena
la multitud de males, que navego,
es la estrella que sigo sin sosiego
mi fortuna jamás clara, y serena.
Con la esperanza velear procuro
y luego al aire disparo dos tiros,
uno a la dicha, otro a la hermosura:
Seca vio la beldad a sus retiros,
no la quiso soplar más la ventura,
sólo el viento llevó de mis suspiros.
A UN A DAMA MUERTA
Ya es ceniza la llama, donde ardía
este polvo, humo fue, que me cegaba
esta nube, que al cielo se llegaba,
y luz, que como el sol resplandecía.
El humo en la belleza se encubría,
la llama en el deseo se alentaba,
como humo la belleza se pasaba
y el deseo cual llama consumía.
Al paso, al tiempo, al fin, ya no nombra
de belleza de amor aquel espanto,
ni luz puede alegrar, ni nube asombra;
sólo mi corazón, que siente tanto,
es luz que la beldad muestra, que es sombra,
y nube, que al amor dice, que es llanto.
A VALENCIA, POR LAS DES GRACIAS
QUE S UCEDIAN
¡Oh trágica! ¡oh hidrópica! ¡oh sedienta!
donde el matar tan propio se asegura,
que es milagrosa vida la que dura,
y es muerte natural la que es violenta.
La rosa en tu campaña es más sangrienta
de susto en el jazmín es la blancura,
y el sol, cuando la noche le apresura,
no de costumbre, de temor se ausenta.
Puñales son las hojas que produces;
peligrosas tus calles, son desiertos;
noche inventas del día entre las luces:
mas ¿quién señalará tus desconciertos,
si falta ya lugar para tus cruces,
y cruces faltan ya para tus muertos?
A LA MUERTE D E LA MARQUES A DE CARPIO
¡Tierra no más el cielo de Medina!
¡Casi polvo la fábrica más bella!
¡Humo apenas la más viva centella,
y aun sombra ya la luz más peregrina!
¡Nada! ¡Nada! Mas ¿dón de se encamina
impaciente el dolor con la querella
de la nada que ve, si ya es en ella
fe humana la esperanza de divina?
Señas su muerte dio que arguyen gloria;
luego en ésta, de todos envidiada
por piedad, por razón se ha de hallar modo
de trocar sabiamente la memoria,
la tierra, polvo, humo, sombra y nada,
en cielo, en lluvia, en luz, en aire y todo.
PEREZ D E S ORIA, PEDRO FRANCIS CO
Aragón. S iglo XVII
Poeta y Caballero del Hábito de Alcántara.
SONETO
Legítimo de Apolo, que mereces
Hijo llamarte, Peregrino, y nuevo,
que vestido de luz, a la de Febo
te opones claro, y vencedor le creces.
Admiración a todos les ofreces,
yo a tu memoria obligación renuevo,
heroico Amigo, célebre Mancebo,
sólo el aplauso corto desmereces.
Vuele, Cisne, tu ingenio por el Orbe,
emperece tu edad ligero curso,
dándonos siempre versos de buen aire.
Niégalos al olvido que los sorbe,
haz del ostentación, que tu discurso
es de la gravedad, es del donaire.
PEREZ D E TOLEDO, FRAY ANDRES
España. S iglo XX
Poeta y Religioso.
A JOS E LUIS DE ARRES E
Te hablé una vez, y hablaste de tal modo,
que, por oír, callé. Sólo un maestro
en derrotas de altura va tan diestro
al norte de la esencia sin recodo.
En dos vocablos encerrabas todo
lo que debo saber. Cántelo el estro
-flecha volante a diestro y a siniestrocon resonancias que no mancha el lodo.
Un vocablo era Dios, el otro España,
y, al decirlos, tu lengua se esgrimía
tajante como filo de guadaña.
Oyéndote, pensé: por vida mía
si yo fuera capaz de alguna hazaña,
como Arrese ama a España la amaría.
PEREZ D E URBEL, P. JUS TO
Pedrosa Del Río Urbel. Burgos. 1.895
Abad Mitrado de la Basílica del Valle de los Caídos.
EL S UEÑO DEL MONJE
Las Completas, el Angelus... Tres graves campanadas
caen sobre el regazo de la noche sombría...
cruzan sombras oscuras por entre las arcadas,
y se adueña el silencio de la vieja abadía.
Me arrodillo ante un Cristo que preside mi lecho,
y con voz temblorosa le suplico el perdón
de los vanos deseos que han cruzado mi pecho
y de los extravíos de la imaginación.
Confiado le pido que mi sueño bendiga,
que me ampare y defienda de la hueste enemiga,
y le beso las manos y el costado y los pies;
y me duermo, y me envuelve su mirada serena,
me acaricia y perdona como a la Magdalena...
En el claustro romántico sólo vela el ciprés.
ANTE LA COLUMNA S AGRAD A
Va a ser molido el grano celestial;
la carne blanca como flor de espino
se rompe, enrojeciendo aquel divino
manto de nieve, de oro y de cristal.
El que pasó curando todo mal
es ahora estrujado como el vino,
deshecho como sapo en el camino,
herido como ciervo del chacal.
Ya no puedes huir: con fuerte nudo
te han atado, Señor; y estás desnudo,
como un almendro despojado en flor;
mas te queda tu sangre de escarlata,
y ese mirar tan hondo que delata
la riqueza insondable de tu amor.
VIERN ES S ANTO
Tú mueres, y el sayón que te atormenta
su pecho siente de terror transido
perdón pide el ladrón arrepentido,
el centurión te adora, el sol se ausenta;
la tierra gime y de piedad revienta,
se mustia el cielo, de crespón vestido,
y el mundo tiembla ante el postrer latido
de Aquel por quien él es, late y alienta.
Yo solamente indiferente sigo,
y al ver las huellas del dolor escritas
hasta en el recio peñascal, me digo:
¿Por qué, a fin de curar mi vida loca
el corazón de carne no me quitas,
para ponerme un corazón de roca?
A JOS E ANTONIO
Sembrador prodigioso de optimismo
sobre rutas rebeldes y desiertas,
anhelos infundió a las almas yertas
y descuajó cizañas de egoísmo.
Prodigio hasta el milagro de sí mismo,
señaló a la tarea normas ciertas,
y adalid de romance abrió las puertas
de la perdida fe y del heroísmo.
Y fue como celeste mensajero,
vidente de la Patria, hoy transida
de místico fervor, y afán guerrero;
vaticinó sin miedo al homicida
mental, que fulguraba en su sendero,
y al fin cayó, pero su muerte es vida.
PEREZ D E ZABALA, J
España. S iglo XIX – XX
Poeta
EL JES UITA
Brotó de la lujuria en torpe orgía
al calor de algún beso maldecido,
cuna teniendo en el lascivo nido
de sucia y repugnante mancebía.
A la sombra vivió de su hidalguía,
a la maldad y al improperio unido;
brindóle S an Ignacio su vestido
por darle a la conciencia compañía.
Bajo el color del miserable paño
sus vicios disfrazó, no su figura,
caridad repicando con amaño,
y vendiendo perdón hasta la usura.
Murió, se le enterró, y aún hace daño...
¡dando a la tierra su ceniza impura!
PEREZ D E ZAMBRANA, LUIS A
Cuba. El Cobre 1.837 – Regla. 1.923
Poeta y escritora.
EN LA MUERTE D E MI PRIMO
S ANTIAGO MONTES DE OCA
Y MORALES
Deja que ponga en tu sepulcro frío
un ciprés y una triste pasionaria,
y alzando al cielo mística plegaria
sus hojas bañe con el llanto mío.
Deja que a impulso del dolor sombrío
al umbral de la tumba solitaria
llore, S antiago, de la suerte varia
ese decreto por demás impío.
Que de tu edad en la brillante aurora,
cuando todo a tu vista era risueño,
¡ay! sonó de tu fin la triste hora;
cerró sus ojos el eterno sueño;
mas ya tu alma exenta de disgustos
voló a do van las almas de los justos.
A MI PATRIA
Hoy con los ojos bajos, patria mía,
te presento mis tímidas canciones,
aunque llenas de blancas ilusiones,
ajenas de elegancia y poesía.
Que no son de elevada fantasía
hermosas y brillantes creaciones,
son simples y apacibles impresiones
cantadas con selvática armonía.
Y sólo la dulcísima confianza
de que eres para mí tan bondadosa,
aliento me infundiera y esperanza;
que sólo tú me escucharás gustosa,
porque en el mundo la canción del pobre
es, como dicho está, perla de cobre.
SONETO
Dicen que cuando cubre la pureza
una frente de virgen con su velo,
suaves miradas le dirige el cielo
y le dan las estrellas su belleza.
Pero si el vicio mancha su limpieza
vertiendo en ella su funesto hielo,
levanta el ángel de su guarda el vuelo
y Dios torna a otro lado la cabeza.
Yo en el mundo soy joven y soy pura;
Divino S alvador, Dios poderoso,
contémpleme tus ojos con ternura
y que el ángel me guarde cuidadoso,
pues cayera a tus pies agonizante
si Tú al verme volvieras el semblante.
LO QUE ES LA GLORIA
Musa sentada sobre un éter de oro
con doseles de nubes temblorosas,
en tus manos de nácar luminosas
alzas del genio el inmortal tesoro.
Mas luego velas, con cendal de lloro,
la frente augusta en que tus alas posas,
y deshojando tus divinas rosas,
pasas como un brillante meteoro.
Eres ¡alada Gloria! ilusión sola,
ave del cielo, que un momento zumba,
pirámide oscilante de la ola,
altar que de los astros se derrumba;
y es la luz de tu espléndida aureola
sol que alumbra el silencio de la tumba.
PEREZ D EL MORAL, MIGUEL ANGEL
España. S iglo XX.
Poeta hallado en Internet.
S ERENO GUADALQUIVIR
Cuando pasas con sombra soñadora
notarás que soy río sin frontera
vestido cada noche de quimera,
buscando mi verdad con voz sonora.
¿Quién me impide decirte que te añora,
viendo en ti a la dama que saliera
de una cita de amor en primavera
del Omeya palacio que aún te llora?
Todo arco de mis ojos peregrina
en busca de tu piel y de tu aliento,
en medio de mi lar lleno de prosa.
Puesto sabes del “ay” de cada espina,
del instante feliz y del lamento,
te presiento en el alma de la rosa.
PEREZ D EIDDA, BEATRIZ
Argentina. Siglo XX.
Poeta hallada en Internet.
EL VAGABUNDO
Nadie advertía su perfil escaso,
ni esa mirada gris y misteriosa.
Vagando por la selva rumorosa
él marchaba con él, y su fracaso.
Indiferente, con liviano paso,
iba la caravana presurosa;
lo que veían pasar, no era otra cosa
que un oscuro remedo del ocaso.
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Un manojo de nada, puesto al viento
como un fruto reseco, sin esencia,
al que no caben ley ni penitencia,
ni tan sólo el cuidado de un momento.
Cuesta pensar, sin que pensarlo asombre,
que un día fue. Que tuvo un sol y un nombre.
PEREZ ECHEVARRIA, FRANCIS CO
España. S iglo XIX
Poeta y Escritor.
SONETO
¡Y eres tú la que ayer, enamorada,
tiernos suspiros sin cesar fingías,
y al blando acento de mi voz solías
quedarte dulcemente enajenada!
¡Eres tú la que ayer, entusiasmada,
enlazando tus manos con las mías,
me jurabas amor, y ausente herías
el viento con gemidos desolada!
No eres tú, no, la que amorosa y pura
pudo fingir con celestial encanto
tanta dulce emoción, tanta ternura,
tanto delirio y tan acerbo llanto;
eres no más que la sirena impura
que engaña artera al modular su canto.
PEREZ ES TRICH, ENRIQUE
Valencia. 1.829 – Madrid. 1.897
Escritor y Dramaturgo.
DE “ EL MAES TRO DE HAC ER COMEDIAS ”
ACTO II – ES CENA X – ALONSO
“-Oiga, Jusepa, mire que ya pisa
esta corte del rey, cordura tenga;
mire que el vulgo en murmurar se venga,
y el tiempo siempre sin hablar avisa.
Por esta dura y eficaz divisa
que de hablar con los príncipes se obtenga,
y aunque uno y otro duque a hablarla venga,
su marido no más, su honor y misa-.
Dijo Morales y riose un poco;
mas la Jusepa le responde airada:
-O lleve el diablo tanto guarda el coco.
¡Malhaya yo si fuese más honrada!Pero como ella es simple y él es loco,
miró al soslayo, fuese, y no hubo nada”.
PEREZ FRANCO, ROBERTO
España. S iglo XX.
Poeta hallado en Internet.
SONETO DEL HOMBRE C AS ADO
Si a mi lado, bella, tú no estuvieses
tendría esa libertad de mi pasado
de amar a otras mujeres (cuántas veces
amanecer con ellas a mi lado.)
Mas esa libertad es un exilio,
y es falsa su premisa libertaria.
Amara así no es tal, espejismo;
me trueca el goce a cambio de mi alma.
Contigo a mí me basta, bella mía,
pues no quiero otro cuerpo ni otros besos,
y me sobra placer entre tus labios.
¡Y no me importa más, por propia hombría!
Que como quieran vivan los solteros,
pues los hombres casados son más sabios.
PEREZ GONZALEZ, ORLANDO V.
Cuba. Cumanayagua. 1.972
Ingeniero en Informática.
Poeta y narrador hallado en Internet.
UNA MUJER FUGAZ
Una mujer fugaz tiembla de miedo
-mañana es un dolor que no merece-
y mientras más s entrega más le crece
una voz que le apunta con el dedo.
Una mujer desnuda y en lo oscuro
llora nubes al tiempo sin esquinas
pero tanto mercar con las espinas
le han derrumbado el alma y puesto un muro.
Esa mujer no es Dios, sino un mendigo
buscando en la basura al viejo amigo
que tal vez escuchó como una lira.
camina por debajo de sus pies,
esparce en todo el aire los porqués
y le clava al amor una mentira.
PEREZ GONZALO, MAXIMO
S an Martín del Valle. Palencia. Siglo XX.
Poeta hallado en Internet.
PALOMARES
Palomares redondos y achatados
torres menores frente al sol y al viento;
sois de Castilla en pie, sois nuestro aliento
con palomas de paz en los tejados.
Curvas y adobes en perfección labrados,
palomares de historia y de momento,
recuerdos de un ayer, en un intento
de mantener el campo y los arados.
Para la vida de hoy un cierzo amigo,
añoranza de nubes y trigales,
un campo abierto en la Castilla noble;
con viejos palomares como abrigo,
amplias llanuras, serios matorrales,
nobleza y paz y un corazón de roble.
AVE S IN NOMBRE
He buscado tu nombre en el gorjeo
de una alondra sumisa, en el arado
que cultiva de rosas mi costado,
y en la palabra sabia en la que creo.
Como antorcha encendida en un deseo
de una paz que no encuentro, arrodillado,
me pregunto a mí mismo si hay un lado
de perfección en mí que nunca veo.
En tu amistad fundido, no sé cómo
llegaste una mañana, nunca acierto
a comprender qué me otorgó la vida;
sin ti yo no soy nada, allí me asomo
donde tu rama se plantó en mi huerto,
ave sin nombre, que en mi casa anida.
NO OLVIDARE TU VOZ
No olvidaré tu voz, mientras yo siga
camino de la mar, como lucero
brillarás en mi noche, sólo quiero
ceñir mi paso de tu ruta amiga.
Hoy soy todo recuerdo que mendiga
lo que ayer fui, te siento un pasajero,
que haces volver la vida a mi sendero
para que yo la palpe y la bendiga.
A mi lado te quiero y te respiro
en todo lo que tengo, a tu mirada
se me enciende mi ser como una aurora,
y en tu dulce recuerdo sólo miro
lo mucho que te debo, llamarada,
que alumbra mi camino y lo acalora.
ES PERAN ZADO
No busco un mundo en fatigada espera
con el odio en bandera enarbolada,
siembro la paz en mi conciencia atada,
como el frescor del chopo a la ladera.
Como siempre un tambor siento por fuera
crepúsculo vacío de la nada;
si escucho dentro suena la alborada
campestre azul donde mi ser se encera.
De un tibio amanecer, rosa prendida
en el ojal de mi inquietud ardiente,
me creció un beso, nunca supe cómo;
de las tormentas que me dio la vida
un rayo azul se me colgó en la mente,
esperanzado mundo al que me asomo.
DE NIÑO ME C ALCE CON ALPARGATA
De niño me calcé con alpargata
de esparto y lona, y entre el hambre y frío
logré, feliz, saber lo que era mío,
gobernando mis reinos de hojalata.
De joven conquisté tronos de plata,
alcé la voz con mando y señorío,
y en mi regia ansiedad sentí el vacío,
y por firma en mis triunfos, fe de errata.
Ya de mis años la experiencia impone,
bajo mi boina pobre o mi sombrero,
la discreción por juventud perdida.
No aceptaré pasión, que me corone,
provocan do su sombra en mi sendero,
si aceptando mi nada hallo la vida.
LAGRIMAS PERDID AS
De asperezas de ayer hoy sobrevivo
con lágrimas perdidas de un pasado;
y en mi página azul dejo un legado
la sinrazón de un corazón altivo.
De suma de fracasos soy cautivo,
y anduve entre mis sueños enjaulado;
tomé risas y llantos por bocado,
y sed de ser por simple aperitivo.
Nada trasciende al lado de mis días,
ni mis noches de amor, ni mis reflejos
para eclipsar el cielo en un abismo.
Y aunque en sombras de vagas profecías
cubra ese ayer, que se perdió ya lejos,
si volviera a nacer, sería el mismo.
SONETO
Suerte nos da el azar, pero cobijo,
bajo un cielo de estrellas, la templanza,
porque, sumando nubes, la balanza
de la quietud no llega a regocijo;
pues la sed, que atesora un escondrijo
de escudos honorarios por crianza,
no alcanzará a bailar ritmos de danza,
ni esa fe, en un mañana, no es un hijo.
No creo que la suerte sea un hada,
caída del misterio y sin esfuerzos,
como la blanca bola en la ruleta.
¿Quién no borda inquietudes en su almohada,
sazona de proyectos sus almuerzos
y mide, al pie, cómo alcanzar la meta?
EL LLANTO DE LOS RIOS
Del llanto de los ríos, de la salmodia hambrienta
de brisas matutinas con sueños de olivares,
me inundaron, por dentro, sinfonías a mares,
acordes de principios, y riesgos a mi cuenta.
El sol de mis paisajes nunca le tuve en venta,
como péndulo el día, y en la paz de mis lares,
la oblicua algarabía del beso en mis altares
me tiñe, por costumbre, de antorcha cenicienta.
Vaga luz escasea mientras descubro el lado
de lo imposible amigo bajo la noche oscura,
mi afán de muchedumbres con sus escalofríos.
La marcha me da miedo, y en la nostalgia helado
un adiós se estremece, con olor a frescura
al ritmo de mis sueños, y al llanto de los ríos.
PEREZ LERONES . FRANCIS CO
Sedano. Burgos. Siglo XX
Poeta. Vivió en Palencia.
PALENCIA
No naciste ladera ni montaña
que acaso la llanura es tu conciencia
y llevas en el sol la penitencia
porque quema tu piel y el surco araña.
El Carrión es tu amigo que te baña
y el Pisuerga el caudal de tu carencia,
estos campos tan duros son, Palencia,
la imagen más hermosa de mi España.
Tierra de Campos, de los campos tierra
donde el surco se alarga y hace trigo
y espejo de la cumbre y de la sierra.
Tu dureza es la mía, soy tu amigo
y el alma de mi patria en ti se encierra
y veo al mismo Dios que está contigo.
EL PAS ADO
Va viviendo en cadencia mi memoria
de los años pasados el recuerdo,
mas torpe debo ser pues no me acuerdo
si viven como sueño o son historia.
Pero viven ahí, con tanta euforia
que me tengo por loco y estoy cuerdo,
quizá por eso en la ilusión me pierdo
pues hago de los sueños mi victoria.
No vivas del ayer para el mañana,
ni vivas del pasado cada día
que harás tu vida por inútil, vana.
Vive sólo el mañana en alegría
que si el Cielo en la tarde es oro y grana
cuando llega la noche es mediodía.
LOS ALBORES DE LA VIDA
Me encuentro en los albores de la vida
pues los años son vida y son albores
que nos dejan a veces sinsabores
como el sol deja sombra en su partida.
Como llora la rosa cuando herida
va dejando en impulsos soñadores,
entre luces y sombras sus colores
imagen bella del ayer perdida.
Pero sigue la vida su camino
y vivo en sus albores esperando
otra edad, otro sueño, otro destino.
Pues conviene vayamos caminando
poco a poco en misión de peregrino
sin dejar de soñar, nunca llorando.
PEREZ MARIC EVICH, FRANCIS CO
Paraguay. 1.937
Poeta hallado en Internet.
LA PUERTA OS CURA
Tanto monte de llano acometiendo,
tanto río de sangre vadeando,
tanta patria en la patria sosteniendo,
tanta luz en las sombras aguardando.
¿No son oh patria, tu dolor que astilla
en cada pecho que o vil no mella,
la madurez del trigo en la gavilla
que cae en el camino de tu estrella?
He aquí que somos todos tan de tierra
que de tierra a la tierra transitamos
como el amor que en el amor se aferra,
y vamos todos agitando ramos
mientras la noche agonizante cierra
la oscura puerta que al salir dejamos.
LA ES PIGA TURBULENTA
Ay, patria, patria, corazón de espada,
esmeralda ferviente, ala encendida,
pájaro fluvial, arpa callada,
espiga turbulenta y dolorida.
¿Qué voz, qué filo, qué violencia henchida
te alojó en la tormenta desatada
y te puso en la frente esa ancha herida
por donde sale a arder tu llamarada?
Levantando al andar la pol vareda
nos vamos todos en tropel, callados,
mientras el corazón relampaguea.
¿Mas todo ha de ser polvo lo que queda
después de tanto andar encenizados
impedidos de arder como la tea?
PEREZ MARTIN EZ, FRANCIS CO FERN ANDO
Argentina. Siglo XX.
Poeta hallado en Internet.
SONETO DE TOPICOS TANGUEROS
Cuartito azul de la calle Ayacucho
refugio de cien noches de fandango
cien melodías, cien títulos de tango
que en mi ilusión embelesado escucho.
Reta la calle un malevo buen mozo
ahíto de morfina y de guapura
que ya en Pompeya en esta noche oscura
quiso a sus puertas abandonar su embozo.
Del manto que cobija al vecindario
la luna está colgada mas no alumbra
ni reza entre la fronda su oración.
S ólo los viejos repiten el rosario
que a media luz crepuscular vislumbra
rotos jirones de un viejo corazón.
SONETO PORTEÑO
Hay en el tango olor de mancebía
y ráfagas de turbia diablura,
miserias de arrabal, del alma oscura
y un hondo trascender de poesía.
Historias de valor y cobardía
lances que da el amor de una hembra impura,
caricias de burdel, hiel de aventura
precipicios que el ansia desafía.
No estremece la sombra de arrabal
su bella condición de alma canyengue
que arrastra su dolor en una esquina,
brilla la falda, el filo de un puñal,
se burla de la muerte con un dengue
y así muere matando en Puente Alsina.
SONETO PORTEÑO II
Cuando el candongue de un tango orillero
revuelca por el fango del suburbio
la oscura nota de su origen turbio
arrastra el bandoneón sueño ligero.
Arde la luz del querosen que troca
el imposible duelo de las facas
que deja al sur la senda de Barracas
y el riachuelo humilde de La Boca.
Desde la Cruz del S ur brilla una estrella
que entre aromas de nardo y de glicina
contempla la milonga en la quebrada,
y en la penumbra de Nueva Pompeya
erguido el arrabal en vieja esquina
se va, luz de almacén, hacia la nada.
PEREZ MONTES DE OCA, JULIA
Cuba. Siglo XIX
SONETO
Se agita el hombre en la mundana vida
mezquino y ambicioso y altanero;
maligno el corazón, el labio artero,
donde no tiene la verdad cabida.
En él encuentra fácil acogida
la envidia y el desdén su compañero,
y aunque el semblante muestre lisonjero
su amor es falso y su virtud mentida
Del campo en las sombrosas espesuras
¡qué distinto espectáculo se ofrece!
allí al impulso de las brisas puras
y a la sombra del árbol que florece,
sin odios, ni zozobras, ni amarguras,
el alma se transporta y engrandece.
A UN ARBO L
Pasó el otoño y se llevó arrastrando
de tus ramajes el verdor divino;
siguió el helado invierno su camino
tus amarillas hojas arrancando.
El tallo altivo y el capullo blando
volaron como el loco torbellino,
y solo el dulce fruto purpurino
en la alta rama se quedó temblando.
Pero al fresco batir de la sonora
lluvia, tus hojas juveniles crecen,
y un ancho y verde manto te decora.
No así las ilusiones que fenecen
en el alma del hombre, aunque las llora,
con su frescura, oh árbol, reaparecen.
PEREZ PARDO, ENRIQUE
España. S iglos XIX – XX
Poeta.
SONETO
¿No te acuerdas, España?... Ya sólo en tu regazo
un recuerdo muy débil de aquellos tiempos queda;
cuando a las damiselas retrataba Madrazo
y conspiraba Olózaga y cantaba Espronceda.
Promesas de otros días, las ansias juveniles
sobre la decadencia de la España infecunda...
ministerios relámpagos y discordias civiles
¡los años que se evocan con Isabel Segunda!
Por recoger un guante, una flor, un pañuelo
bajo el lindo y florido balcón, tener un duelo,
y ser todo una idea, un fuego, una pasión...
¡Llevar de nuestro amor en los vivos excesos,
su daguerrotipo borroso por mil besos,
igual que un amuleto pegado al corazón!
II
¡Oh, la España romántica!... ¡Aquella ingenua edad!
del motín callejero y de la intriga... Cuando
era como un juguete la ansiada libertad
en la vetusta corte del séptimo Fernando.
Edad de los saraos tertulias y gavotas.
¡Exaltación febril de todas las quimeras!
Las damas eran pálidas y bajo las capotas
mostraban como un lirio morado sus ojeras.
La ju ventud tenía en la idea el tesoro.
¡Oh, aquellos numantinos que en sus sueños de oro
engendrar pretendieron una España ideal!
¡Oh, los ojos galanos que en los viejos balcones
veían alejarse los soberbios morriones
al paso de la grave Milicia Nacional!
PEREZ PAS TOR, JOS E LUIS
Logroño. S iglo XX
Poeta hallado en Internet.
CATULO
Como la miel profunda de los dulces panales
que mimen las abejas y el sol adora y dora,
así se muestran dulce tus dos negros fanales
ante mi atenta y tierna mirada apicultora.
Ante mi atenta y tierna mirada que te liba
el más breve destello –la dulzura más breve-,
tus dos luceros negros son miel tan decisiva
que hacen de mis pasos el levitar más leve.
Y ese vuelo de pasos con esencias de noche,
todo alado de párpados que descubren el día,
.un zumbido supone de querido derroche
de polen derramado con llanto de alegría.
En medio de las sombras brilla un fiel mirar de oro:
como la miel profunda me miras y te adoro.
PEREZ PETINTO, MANUEL
España. S iglo XIX.
Poeta hallado en Internet.
UNA TAPADA
Si eres bella y gentil como parece
y tu firmeza en el pisar pregona;
si la gracia y candor de tu persona
es rico dote que tu amor ofrece;
si la luz de los astros palidece
frente al sol que en tus ojos se aprisiona,
y es de tus bienes natural corona
cabello que ni es ralo ni encanece.
¿A qué ese empeño de ocultarnos tanto,
delicias que la vida nos recrea
compensando con creces su quebranto?
Arroja ese tocado y que se vea,
por tu capricho te pusiste el manto
y no por vieja, desdentada y fea.
PEREZ PIERRET, ANTONIO
Puerto Rico. 1.885 – 1.937
Escritor y poeta.
RES PONSO
Duerme ahora en el quieto retiro de la aldea,
bajo una cruz florida, nuestro hermano mayor,
que se siente cansado de la dura tarea
y necesita un hondo sueño reparador...
¡Qué nadie le conturbe y que nadie le vea!
Ni tú, sauce inclinado; ni tú, pálida flor...
Y para que el reposo eternamente sea
de una dulce armonía, canta tú, ruiseñor...
Dile llorosamente tu triste letanía;
reza el trino divino de la melancolía
desde el gajo desnudo del caído laurel...
Y el intenso conjuro de tu canto dolido
el corazón del bosque nos dará su latido,
tan tierno y tan enorme como lo diera él...
PEREZ RINCON, CRIS TOBAL
España. S iglo XVII
Poeta y Militar (capitán)
DE EL LIBRO “PARNAS O” PUBLICADO EN
S EVILLA POR ALONS O RODRÍGUEZ GAMARRA
DE DON DIEGO MEJÍA
El leve ardor, la presunción profana
al Tracio Támiras turbo el seso,
el filántrico amor creció en exceso,
y dio la fruta sin razón, y vana.
La dulce voz, la vena soberana
que fuera eterna, si tuviera peso,
tuvo el principio recto, el fin avieso;
que de soberbia tales frutos mana.
Entró en certamen el mancebo osado
con las hijas de aquel que el rayo envía,
mas fue de voz y vista despojado.
Mas vos en ciencia y humildad fundado,
a las Musas honráis, o gran Mejía,
y así sois de la Musas laureado.
PEREZ RUIZ, ANTONIO
España. S iglo XX.
WALLAD A: A AFRICA PED RAZA
Continental tu nombre y tu talante,
tu porte distinguido de señora.
En su cofre tu espíritu atesora
la belleza que alumbra tu semblante.
Poetisa serena y arrogante,
que pulsa con amor su arpa sonora,
que brilla en su mirada soñadora
la limpia transparencia del diamante.
En torno tuyo vamos cultivando
el bordado jardín de la poesía,
donde fluyen los versos a raudales.
Las tardes de Wallada van brotando
como fuentes que riegan melodía
con sus chorros de voces musicales.
TRIS TEZA
Se apagó aquella tarde la luz que iluminaba
la parcela secreta donde sembré mi vida.
Quedó el rastro de aroma de una flor fallecida
y una hoja amarillenta sobre otoño danzaba.
La queja solitaria que del alma brotaba
alojó en el silencio su nota suspendida.
Me llegaron los ecos de una risa perdida
y pétalos de rosas que el viento deshojaba.
Su rostro era un reflejo de amatista violeta,
brillando tenuemente detrás de la espesura,
donde escondió la tarde su preciado tesoro.
Brotó como una fuente mi llanto de poeta,
abrieron mis palabras un pozo de amargura
y se quedó callado mi corazón sonoro.
CANTE HONDO
La luna es una faca plateada
cortando el azabache del vacío
y con rasgado son de poderío
acuchilla una voz la madrugada.
la guitarra puntea despiadada,
por el aire pasó un escalofrío.
El cante es un profundo desafío
hirviendo en la garganta destrozada.
Los quejidos, los vuelos de la mano,
la frase rota del amor y el celo,
el lamento que sale desde el fondo.
El ímpetu racial del pueblo llano
que expresa en la raíz del desconsuelo
la auténtica verdad del cante hondo.
CANATUTOR
Las gotas de armonía nacen en su garganta,
los vasos de dulzura se vuelcan a raudales,
son roces delicados, transparentes cristales
reflejando belleza que su verso agiganta.
El cálido contacto que nos da tiene tanta
ternura que desborda sus ríos musicales.
Los ángeles detienen sus vuelos celestiales
para escuchar el eco de su voz cuando canta.
Su música es la fresca caricia del relente,
una mano de seda tocando los sentidos,
el manto de la luna sobre la noche quieta.
Cantautor que nos dice su verso dulcemente,
brotando de sus labios con místicos sonidos
el escape sonoro de su alma de poeta.
PEREZ S OS A, ZOILA
El S alvador. 1.959
Poeta hallada en Internet.
SONETO DEL ANGEL PERD IDO
Se me ha perdido el ángel de la guarda.
Ha sido culpa mía: lo he tenido
tanto tiempo exilado en el olvido
que hoy que lo necesito, cuánto tarda.
No me dejó de sí más que una yarda
del manto de su cielo entretejido
y una pluma remera que he escogido
para escribir, mientras mi amor lo aguarda.
No me dejó de sí más que la herida
de su ausencia doliendo en llanto ahogado:
no hay beso dulce en boca más querida.
Más vale estar a tiempo que invitado:
y más en su camino estar perdida
que encontrada en la paz de otro costado.
GLOS A
Un hombre es lo que hace, lo que ama,
lo que pinta su voz con el aliento,
lo que construye su palabra al viento,
lo que desde sus manos se derrama.
Lo que florece en tierra o en escama,
lo que da al mundo desde el pensamiento:
trigo y harina, masa y alimento,
la letra impresa, el fruto en cada rama.
Un hombre, sobre todo, es el reflejo
del instante fugaz en que respira
el aire que lo va poniendo viejo.
Un hombre es esa imagen que suspira
cuando por fin descubre en el espejo
un ángel sosegado que se mira.
TRANS ITO
Este es el primer paso, este es el viaje,
la primera palabra, el primer día,
la inicial en la página baldía,
el sol que abre su herida en el celaje.
El acorde en la música, el lenguaje
lanzado al aire como red vacía
silencios reta, dulce voz envía
y en la luz siembra el fuego de su oleaje.
S ólo esta vez es esa vez primera,
sólo es hoy el minuto que separa
lo que será, lo que es, lo que ya ha sido
destello de la imagen verdadera,
que nunca entrega su virtud, avara
de compartir su quieto edén perdido.
PEREZ TELLEZ, EMMA
Cartagena. Murcia. España. 1.901
A pesar de nacer en España es cubana de
pensamiento y obra.
EL CONS EJO DE NERVO
El consejo de Nervo, que seguí ilusionada,
me dejó el alma rota y enfermo el corazón;
¡amé infinitamente, no me detuvo nada
al marchar por la senda de mi hermosa ilusión!
Amé a corazón pleno, amé con toda el alma;
tras cada desengaño, corrí en pos de otro amor;
ni dudas, ni tormentos me robaron la calma;
fui jardinera sabia de mis sueños en flor!...
Pero... un aciago día sentí que la amargura
secaba de mi pecho las fuentes de dulzura
y que ya eran baldíos mis afanes de amar...
y, con el alma rota y los labios amargos,
marcho en la vida sola por los senderos largos,
¡y el corazón vacío, ya no puedo llenar!...
PEREZ TUELLS , LOREN ZO
Manila. Filipinas. Siglos XIX – XX
Hijo de españoles, periodista y poeta.
Hallado en Internet.
A IS IDRO MARFORI
No importa que la vida traidoramente hiera
nuestras huérfanas almas con su terso puñal
mientras haya en el mundo rosas de primavera
y brille en los espacios el sol de un ideal.
Si hay bárbaros de bronce que ignoran la preciosa
tarea del poeta que parte su alma en dos,
dejadlos que devoren la paja de su prosa:
no se hicieron para ellos los reinados de Dios.
Yo seguiré reinando mis dulces pasionarias,
a tiempo que musite las místicas plegarias
que son como incensarios de mi azul religión:
y en las horas de tedio que una a una desfibro
reposaré en las hojas de tu mágico libro
donde pone un latido vital tu corazón.
EN LA HUELLA LUNAR
En la huella lunar de sus encajes
puso, al pasar su sombra bizantina,
un perfume de rosa alejandrina
el éxtasis azul de los celajes.
Languidecer de sedas y plumajes,
en un vulgo de ciega golondrina,
fue su marcha, de muerta y peregrina
hacia un sueño de místicos paisajes.
En vanecidos sus gloriosos velos,
cayó la noche tras su blanca sombra,
con un dolor de exhaustos terciopelos.
Y desde entonces –inconsciente y mudobusca mi labio en la enlutada alfombra
el tibio rastro de su pie desnudo.
NEUROTICA
Una nostalgia azul de primaveras
teje en el cielo su ilusión de encaje,
y languidece el alma del paisaje
asomada al balcón de sus ojeras.
Los ban dos de palomas mensajeras
esponjan blandamente su plumaje
en la tarde, que pliega el varillaje
de un fulgido abanico de quimeras.
Su rostro se retrata en los cristales
del lago, donde un cisne hecho de espuma
el cuello enarca ante los pavos reales;
y ella, que sabe del amor de Leda,
mientras alisa la nevada pluma,
hunde los dientes en su chal de seda.
SONETO
Sueña la luz crepuscular del cielo
en la difusa paz de sus salones,
y es su mano en los rojos almohadones
una magnolia astral de terciopelo.
Leve se agita en el temblor de un vuelo
la rosa que agoniza en los jarrones.
Es la hora santa de las ilusiones,
que llega y pasa sin rozar el suelo.
En un ambiente de nardos evangélicos
deshojan los llorosos surtidores
su inspiración de bardos arcangélicos,
bajo la luna que nostalgias llueve,
bordando en sus azules bastidores
el arabesco de su nombre en nieve.
PAS IONARIA
Con una lenta ondulación de raso,
después de largo y febricente asedio,
veo tu sombra deslizarse en medio
de una esfumada claridad de ocaso.
El leve aroma de tu carne acaso
sea el que impregna de tu parque el predio;
como la rosa que al morir de tedio
deja su esencia en el marfil del vaso.
El sol que copia tu mirada ambigua,
sobre tu negra cabellera undosa,
irisa el tul de la vestal antigua.
Y entre los oros de la tarde incierta
vuela el capullo de tus labios rosa
la mariposa de mi alma muerta.
PIEDRAS PRECIOS AS
Cual átomos de raras pedrerías
los pensamientos de la luz circulan
en las templadas brisas que modulan
un desplegar de tenues sederías.
S alta en collar de rotas melodías,
que en musicales ópalos ondulan,
la risa entre sus dientes que simulan
un éxtasis de esclavas perlerías.
Un sueño de nevadas morbideces
oculta su dorada cabellera
en un flotar de vagas palideces.
Cuando en mi rostro sus pupilas fija,
en vez de corazón tener quisiera
el infernal rubí de su sortija.
PEREZ URRUTIA, MIGUEL
España. S iglo XIX – XX
Poeta.
MINA D E S OTANAS
Sesentona que tiene tres millones
y se pasa en la iglesia la mañana,
que de diez cofradías es hermana
y no falta jamás a los sermones;
que costea novenas y funciones
y que al ver que la muerte está cercana
alardea de ser buena cristiana
e invierte todo el tiempo en confesiones;
la que, cuando era joven, ni siquiera
se acordó de ese Dios de las alturas
y hoy pretende lavar de esta manera
una vida de torpes aventuras,
ha de ser, ¡oh dolor!, hasta que muera
una mina explotada por los curas.
PEREZ VALIENTE, S ALVADOR
Murcia. 1.929
Poeta y Ensayista. Agregado de Historia Universal Moderna
en la Facultad de Letras de Madrid.
CADENA MORTAL
¿Qué nos está pasando? ¿Qué nos pasa
que no atardece nunca sin su pena
y qué de encrucijadas y de arena
llenamos el silencio de la casa?
¿A qué oscura pareja deberemos
el hombre y la mujer como desnudos?
¿A qué tenaz memoria de los mudos,
las únicas palabras que tenemos?
Las únicas. No hay otras. Tú las dices
apagando memoria y cicatrices
que descuajamos juntos de una rama.
Por ellas pasó un río de anchas venas;
las digo y ya no son más qué cadenas.
¿Siempre sucede así cuando se ama?
A JUAN XXIII, OYENDO MIS A
Ahora, pastor azul, Juan campesino,
mientras Dios atardece en esta misa
de una ciudad cualquiera con su prisa
y nuevamente a sangre sabe el vino;
ahora que dejas ya por el camino
la mansa humanidad de tu sonrisa,
cosechador del pájaro y la brisa
ahora que entre las manos llevas lino;
ahora, Papa de paz, padre hortelano,
que el corazón mortal te llama en vano
y se sienta a sufrir su compañía,
ahora, Juan roncalés, déjanos ciegos
de aquella luz que han visto tus labriegos
ojos de palomar y mediodía.
UN POEMA D E AMOR S IN...
No he de callar, oh cisne, blanco engaño
que a un silencio de mármoles condenas.
No he de callar, oh Dios pluscuamperfecto,
¿ha de morir la voz con que me ordenas?
Si hay un río de sangre desquiciada,
un temblor, una rabia en cada mano,
amor sin estrenar, amor pensado,
donde, por donde, adon de la alborada.
Si una furia encornada ya deshace
el talle ligerísimo del viento,
si un acento tenaz, si un loco acento
vuelve y vuelve a empezar y así es mi vida
pensarte y repensarte en la nacida
angustia de no estar, ¿quieres que calle?
PEREZ Y ACOS TA DE MARTINEZ
DE LA ORD EN, MARIA
Mazarrón. (Murcia) Siglo XX
AL CAS TILLO DE MAZARRON
Con silueta de siglos permaneces
vigilando tu pueblo cada día.
Pabellón de una historia hecha hidalguía,
pendón que al viento del recuerdo creces.
El lienzo en que tejieron tantas veces
la fiebre de la lucha no dormía,
la victoriosa hazaña y la alegría
fueron tuyas, y en ello te engrandeces.
El tiempo no perdona al ir pasando,
tu silueta feudal se irá menguando,
que las lenguas del tiempo liman, liman...
Pero no arrancará ese señorío,
que corre por la sangre como un río,
de tus hombre que Dios y patria riman.
DON QUIJOTE
Fue un hidalgo forjado en la locura
de renacer un mundo justiciero.
Quijote de la Mancha, caminero
en su busca incesante de ventura.
Fue un hidalgo templado en calentura,
soñador, visionario y caballero,
en la lucha de honor siempre el primero,
jactancioso y galán en la aventura.
Imagen imborrable en el camino
de esta tierra, acunando su destino,
grabándole en la entraña de su historia.
Su figura inmortal se reverdece
-como una primavera cuando creceen esa efervescencia de su gloria.
ARGAMAS ILLA D E ALBA
Con sueño silencioso, tendida en la llanura,
ofreces al viajero tu encanto singular,
la nostalgia de un tiempo que dio nombre a un lugar
donde asienta la gracia tu serena hermosura.
Argamasilla de Alba, descanso en mi andadura
por los amplios caminos de tus campos sin par
bebiéndome la historia que me brinda al pasar
esa noble hidalguía de su rango y su altura.
El reflejo ardoroso de tu cal encendida,
la paz de tus silencios que al alma le dan vida
y tus calles abiertas abrazando al viajero
que surge en el paisaje de perfecto dibujo,
invitan a tu encuentro a hechizarse en tu embrujo,
a rimarte en un verso la canción de un te quiero.
A LA LAGUNA BLANCA
Loa vientos de la noche te rizaban.
Dibujaba la luna en tu regazo,
con su pincel de plata, en bello trazo
los luceros que en ti se reflejaban.
Las ánades cansadas reposaban
sobre mullida alfombra en el ribazo,
y el cielo pareció darte un abrazo
con música de juncos que oscilaban.
La gracia sin igual de tu belleza,
la hermosura real de tu grandeza,
Palangana de Plata, tu regalas
en estas noches dulces, tan serenas
cuando baña la luna sus melenas
en tus aguas vestidas de mil galas.
CUANDO EL CAMPO DES PIERTA
El día se despierta. En la majada,
un balido tras otro se percibe.
Lanza el pastor la honda que describe
un círculo que silba. En la cañada
la paz de la naciente madrugada,
con aliento de brisa se recibe.
El gorrión, cantando se desvive,
saltando del tejado a la enramada.
Del gallo, el canto ronco y desgarrado,
de la cuadra el relincho acompasado...
y la campana de la vieja ermita.
Maravillosa orquesta en su armonía
el despertar del campo cada día,
todo, a vivir, en él llama e invita.
AMOR
Amor bendito, amor inigualable
cuando arraigado el corazón lo siente
cuando de su grandeza va consciente
y se sabe fecundo e insaciable.
Amor, brote del alma a quien es dable
ese amor hecho luz resplandeciente,
hecho fragua quemando dulcemente
la esencia de un perfume inimitable.
Amor puro que vi ve en dos anclado.
Amor que al fin del tiempo ha consumado
el brindis de su copa en llanto y risas.
AMOR...AMOR... Amor hecho dulzura,
hecho caricia, hecho dolor, locura,
con lágrimas de fe, hecho sonrisas.
EL BRINDIS DE UN A VENDIMIA
Al paso de la nueva primavera
la retorcida cepa se estremece
bajo el rayo de sol que la enardece
cuajándola de pámpanos de cera.
Se levanta la copa placentera
con un brindis de espuma que se crece
dedicándole a Baco cuando ofrece
la ilusión hecha sueño, hecha quimera.
Sedientos de gustar tanta delicia
del dulce néctar que sabe a caricia,
vasos bohemios rebosan de vino.
Del bruñido cristal brota la espuma
en cascada de luz, brilla y se esfuma
como se esfuma al fin nuestro destino.
ES E VIEJO MOLINO
Ese viejo molino en la llanura
guarda el recuerdo del ayer perdido
mas el tiempo inclemente no ha podido
destrozar su arrogancia y apostura.
Buscan sus aspas, al batir la altura,
un luchar de futuro contra olvido
cuando pasa abrazándole atrevido
el viento juguetón en su locura.
Y al recuerdo del tiempo ya pasado
giran, giran al ritmo acompasado
que la fuerza de Eolo les imprime,
y un gemir de nostalgia se desprende
del llano paisaje cuando prende
el recuerdo de ayer que nos deprime.
LA LAGRIMA
La lágrima es la historia de una pena
que se escapa del alma que la siente;
en ella va escondida la doliente
tragedia del dolor que la condena
a ser el eslabón de una cadena
para la triste vida que, paciente,
se resigna al dolor calladamente:
virtud del alma grande, noble y buena.
La lágrima es consuelo en ocasiones
del pecho que se siente hecho jirones
no pudiendo a la pena doblegarse.
A veces suele ser una alegría
brotando cual confusa algarabía
que también de placer puede llorarse.
A ROS ALIA D E CAS TRO
Tu espíritu palpita en cada estancia
al musical acorde de la lira
como cordial saludo a quien admira
la gracia singular de su prestancia.
Abrazada al dolor, rota la vida,
seguiste hacia la fama paso a paso.
Estrella rutilante sin ocaso
en la esencia del verso vas prendida.
Por tu casa se escancia ese perfume
que en pena de tu vida se resume
y empaña la pupila al recordarte.
Pobre flor del paraje de Galicia.
L a Parca te segó con su caricia
en plena florescencia de tu arte.
A LA MUERTE
Eres tránsito, abismo misterioso
que infunde por el mundo desaliento:
en el negro revuelo de tu viento
va el suspiro callado y doloroso.
Tu rostro inmóvil, casi pavoroso,
en trágica expresión sin sentimiento,
hace rendirse en cruel consentimiento
al ser que vive ansiando ser dichoso.
Destruyendo esperanzas e ilusiones,
vas cargan do de triunfos tus pendones,
y cantando en silencio tus victorias;
insensible al dolor y la amargura
escribes sobre cada sepultura
sólo nombres que dejan sus memorias.
LA MUERTE EN LA VEJEZ
Con ansias de descanso te esperaba.
¿Por qué tardaste tanto?, dime, muerte.
Ya las fuerzas me faltan, no soy fuerte
y en nada ya mi cuerpo descansaba.
Has sido la esperanza en que soñaba
como se sueña en la futura suerte,
y mi obsesión tan sólo era ya verte,
que hace tiempo la vida me pesaba.
No me causas pavor, que al fin la vida
es tan sólo un viaje, y esta partida
es de otra vida eterna la esperanza.
Dame la mano, Parca, y tu guadaña
me siegue de la tela de esta araña
y llévame hacia Dios, que El es bonanza.
MI PATRIA
Es la tierra de pulsos invencibles,
es la tierra sencilla y transparente
donde en cada rincón está latente
su grandeza y honor indiscutibles.
Monumentos señeros y tangibles,
brotando por doquier, son permanente
historia de este suelo que, valiente,
supo guardar sus glorias intangibles.
Esta Patria gallarda y armoniosa
fue rimando su historia luminosa
con los hijos nacidos de su entraña.
Al confín donde el eco da cabida
va el ¡viva! de mi voz enardecida
orgullosa de ser hija de España.
ERES
La mirada que da la bienvenida,
la sonrisa que alegra la llegada,
la ilusión en el alma acumulada
a través de los años de la vida.
La sublime ternura compartida,
la palabra de eterna enamorada,
ese rayo de luz de la alborada
en musa de un poeta convertida.
Por ti canta su lira a la hermosura,
a la dicha sin par que tu dulzura
le ofrece con tu grata compañía,
a todo lo que el mundo le presenta
y en la vida del poeta representa
la belleza engarzada en armonía.
EL CAMIN AR D E UN POETA
No se puede negar el nacimiento
en la tierra feraz de la llanura,
lo canta la lealtad y la apostura
de la vida ejemplar que te da aliento.
De un alma grande el noble sentimiento
irradia por el mundo su figura,
hermana del Quijote en la locura
de mejorar el mundo con tu acento.
Intachable en honor de caballero,
hollando flor y cardo del sendero,
ofreciendo vas luz en la amistad.
En tu rima de ayer y del presente
la belleza en el verso está latente
hecha esencia, pureza, hecha verdad.
PEREZ Y GONZALEZ, FELIPE
Sevilla. 1.854 – Madrid. 1.910
Escritor, periodista y letrista de zarzuelas.
La más famosa “La Gran Vía”
CRIS TIANOS AL US O
-Yo soy cristiano... –Y ¿ama la pobreza?
-Tonto es quien la riqueza no prefiere.
Yo soy cristiano... -¿A su enemigo quiere?
-Dar, como prueba, un palo en la cabeza.
Yo soy cristiano... -¿Y por las calles reza?
-El que lo ve mi santidad infiere.
Yo soy cristiano... –Y ¿odia, injuria, hiere?...
-Si es por mi bien, no hacerlo es gran simpleza.
Yo soy cristiano... –Entiendo; es caso llano.
Tal nombre es para muchos, por lo visto,
muestra de mercader o apodo vano.
-Yo soy cristiano... En preguntar no insisto.
Es la moda del día: ser cristiano,
despreciando las máximas de Cristo.
EL ULTIMO SONETO
Aunque, en verdad, no me mandó Violante
durante un año hacer diario soneto,
metíme por antojo en ese aprieto,
que en más de un caso me pesó bastante.
Cuando marzo acabó, dije: “¡Adelante!
pues ya el primer trimestre está completo”
y en julio respiré menos inquieto,
viéndome a la mitad semitriunfante.
En octubre encontréme más seguro,
juzgando mi labor casi vencida,
y hoy, en diciembre, salgo de este apuro.
Colmé de los sonetos la medida,
y aunque Violante se empeñara, juro
que no haré más sonetos en mi vida.
SONETO
Ponte, María, el gorro... ¡Oh Dios qué encanto!
Ahora ponte el sombrero...¡Ah, qué bonita!
Ponte el pañuelo... A ver... ¡Se necesita
para no pervertirse ser un santo!
Ponte ahora la mantilla... No me aguanto
si así te miro mucho... ¡Quita! ¡Quita!
Pues ahora ponte el velo, Mariquita...
Pues ahora, Mariquita, ponte el manto...
Cabeza de mujer joven y hermosa,
no es preciso adornarla por sistema,
porque siempre está bien, con una rosa,
con mantilla, con gorro o con diadema.
Arreglarla por fuera es fácil cosa...
Arreglarla por dentro...¡Ecco il problema!
SONETO
Pretendí de la patria ser “papá”
y mi constancia, al fin, lo consiguió:
cuanto he gastado y he sufrido yo
lo olvido al verme diputado ya.
Con el acta querida llegué acá
y un susto cruel la comisión me dio;
la declararon grave y dije: ¡Oh!
mas la aprobaron luego y dije: ¡Ah!
Cierto es que mi fortuna malgasté,
que disgustos y pérdidas sufrí,
que desaires y befas soporté;
pero, al cabo, mi anhelo conseguí
y cien veces impreso encontraré:
Don Inocencio Badulaque: S Í
HABLA TORRES CON EL
JABARDILLO DE POETAS
“Parad, parad, ingenios mamarrachos,
deteneos poetas contrahechos,
si le debéis a Apolo sus derechos
no crucéis sus montaña sin despachos.
Esa pira de conceptos machos
no tienen los portazgos satisfechos,
atad los líos que tenéis deshechos,
retraedlos allá entre los capachos.
Sin duda imaginasteis, pobre bichos,
que era hacer versos engullir bizcochos
y que estaba el ser buenos en ser muchos.
Pues, no por cierto, que vulgares dichos
os condenaron por ingenios mochos
en la cancillería de los duchos.”
A LOS S ANTOS REYES
Bienvenidos seáis, ¡oh Reyes Santos!
pronto la vuelta dais de ver al niño,
que hallaríais más limpio que un armiño,
entre pastores y sencillos cantos.
De regocijo romperíais en llantos
al mirar en Belén al pobre aliño;
de María y José su gran cariño
os tendría a los tres como en encantos.
Supuesto que sabéis lo que allí pasa,
y que en la tierra y cielo está mandando
Manolito Jesús..., pedid sin tasa
que por España siga procurando;
pues que tenemos ya dentro de casa
al mayoral virtuosos ¡el gran Fernando!
POEMA DIDÁCTICO
DEFINICIÓN DEL S ONETO
El soneto es poema bien sucinto,
de leyes rigidísimas, severas,
que en ficciones y cosas verdaderas
nunca debe salir de su recinto:
Terrible complicado laberinto,
nivel de burlas y compás de veras,
que suele remontarse a las esferas
mejorado de Apolo en tercio y quinto.
Sus parte han de ser todas perfectas,
derivadas de un solo pensamiento,
sin estribos, tacones, ni muletas;
en los fines está su encantamiento,
y es la piedra de toque de poetas
o el Caribdis y potro de tormento.
EPITAFIO
“El día catorce de este mes corriente
del año del Señor mil ochocientos
diez y nueve, con grandes sentimientos
de la española y extranjera gente,
murió el señor don Diego de repente,
sin siquiera llevar los S acramentos,
de lo que todos quedan descontentos,
como puedes creer, lector doliente.
Malucho andaba ya; pero no tanto
que no blandiere el gran Cristobalino,
y no hechizase su apolíneo canto;
murió a manos de duendes: peregrino,
si algo alcanzas en versos, rompe en llanto,
tributo al sabio numen rabadino”.
SONETO
Puede ser tuerta y linda una mujer,
ya en la princesa de Éboli se vio,
puede ser bella y coja, de ello dio
buena prueba madame “de la Vallier”
Como la de Lenclós puede perder
la juventud y al belleza no,
y aun si los brazos, por su mal, perdió
otra Venus de Milo puede ser.
Pero a la más hermosa, a la sin par,
que la nariz se caiga se raíz
o la crezca una trompa en su lugar
y quedará horrorosa la infeliz.
Pues en la conclusión no hay que dudar...
¡La belleza consiste en la nariz!
PEREZ Y RAMIREZ, MANUEL MARIA
S antiago de Cuba. 1.781 – 1.853
Escrito, periodista y poeta.
EL AMIGO RECONCILIADO
Por algún accidente no pensado
suele quebrarse un vaso cristalino;
trátase de soldar con barniz fino,
y lógrase por fin verlo pegado.
Pero por más que apure su cuidado
el ingenio más raro y peregrino,
dejarlo sin señal es desatino:
siempre quedan señales de quebrado.
Así es una amistad de mucha dura:
quiébrase la amistad que hermosa fuera;
suéldala el tiempo con su gran cordura.
Cierto que la amistad se mira entera;
pero con la señal de quebradura
nunca puede quedar como antes era.
PEREZ ZUÑIGA, JUAN
Madrid. 1.971
Poeta hallado en Internet
SONETO
Como el fasgo central de la pandurga
remurmucia la pínola plateca
así el chungo del gran Perrontoreca
con la garcha cuesquina sapreturga.
Diquelón, el sinfurgio, flamenurga
con carrucios de ardoz en la testeca,
y en limpornia simplaque y con merleca
se amancoplan Segriz y Trampalurga.
La chalema ni encurde ni arropija;
la redocla ni enchufa ni escoriaza,
y en chimplando en sus trepas la escondrija
con casconia ventral que encalambrija
dice la escartiburcia mermelaza:
“¡Qué inocentividad tan cuncurrija!”
SONETO
Este día es un día como un día
y el cristal se me arruga en la ventana.
Un huracán regresa con desgana,
la luz caliente sigue llama fría.
Vendrán más años. Como una manía
el dolor soplará su cerbatana.
Una flecha, que siempre está cercana,
sigue mi espalda. Oigo la jauría.
Es el mundo a mi imagen y medida.
También yo soy los hombres, cada dios
que inventaron. También yo soy el tuerto.
Quedas tú. Con tu amor saja la herida,
que gotee mi veneno hasta el adiós.
Serás el túnel cuando yo esté muerto.
LA ES TUDIANTE
Ha venido desnuda la estudiante
a sentarse felina en el sillón.
Adorna la ternura del pezón
un piercing con un único diamante.
Entre las manos un libro de Dante
apoya en el lugar del corazón
y afirma el pecho. Cerca del talón
le muerde una novela de John Fante.
Por sus tatuajes, sueños de escritura,
rompí la noche, canso la mañana,
cegué la brújula, delego el rumbo.
Pero más me enajena la lectura
de la estudiante bajo la ventana
cuando desnuda me pronuncia el mundo.
PERIODIS TADIGITAL. COM
RIPIOS DEDICADOS EN ES TE
PERIODICO DIGITAL
SONETO UN TANTO MANCO PARA
PEPIÑO (EN) BLANCO
Un conceto me manda hacer Pepino.
En mi vida me he visto en tal aprieto.
Nunca sabré que esto del conceto,
por no tener acento galleguiño.
Ante su mente en blanco me destiño,
como un corruto infiel sin inteleto.
El es la luz sociata y yo un inseto
imperfeto, incorreto y sin cariño.
Blanco integral de todas las miradas,
Pepino claro, pero no pepero,
fino, tenaz, astuto y peleón.
Le encanta recibir las bofetadas
y ser el perro fiel del zapatero,
su chivato de guardia y su bufón.
SONETIN S IN MALA BABA
AL ILUS TRE RUBALC ABA
Del zapatero ilustre privilegio,
vendedor de artificio y martingala,
maquiavélico as, fouché de gala,
torero de salón, cabrito egregio.
Tu verbo de embrujado sortilegio
pule al rojo feroz de pico y pala,
y aplasta con la punta de su bala
al tonto de levita y porte regio.
Devoras los marrones con denuedo,
haces del coronel un mudo alférez
y, ¡por chacón!, tu clavo si que clava.
Te llamas ilusión y eres Alfredo,
vas de piedra angular y eres un Pérez,
mas no un Pérez cualquiera Rubalcaba.
SONETO INFAME DE UN CHIS GARABIS
DEDICADO A JES US DEL GRAN PAIS
Voto a Dios que me espanta esta grandeza,
no sé como narrar tanta codicia,
tan sólo, un burlador de la justicia
sin malicia vería su riqueza.
Con Franco tuvo proverbial franqueza
y con González exhibió franquicia,
sacó jugo con prisa a la noticia
y trató a la derecha con dureza.
Y si Cervantes escribió el Quijote,
cautivo, solitario, pobre y manco,
lo que hubiera inventado el carajote
de haber estado a sueldo de Polanco.
De este país hay que pedir la “baixa”,
si el tipo se nos casa con La Caixa.
VERS OS BREVES PARA ANGEL ACEBES
El ángel de la guarda está enfadado,
con morritos de prime de la clase,
piensa reñirnos entre frase y frase
pues vamos por camino equivocado.
No le guata que el centro esté centrado,
le horroriza la izquierda y su desfase.
S ólo la derechota tiene un pase,
siempre que el pase esté por él firmado.
Si hoy dirige Rajoy y, él se comporta,
si mañana, Zaplana, lo soporta,
pero, ojito, no va de monigote.
Es un ángel transido de añoranza,
y en sus alas alberga la esperanza
de que vuelva a mandar el del bigote.
PROPOS ITO DE JODIENDA
Políticos, gorrones, poderosos,
aristócratas, pijos, triunfadores,
diputados, obispos, senadores,
millonarios, notables y famosos.
Montillas y zaplanas, acebines,
ibarras, ibarreches, roviritas,
maraguillos de corral, putitas,
banqueros, caixeros y botines.
Federiquetes y sus derechotas
rubalcabinos y socialistillos,
el que va de importante, el botarate.
Los fanfarrones y las fantasmonas,
los cabecillas de un país de pillos
todos serán el pasto de este vate.
PERINO, NELLY D E
Montevideo. Uruguay. Siglo XX.
Poetisa, ensayista, pintora y Profesora
de Expresión por el Lenguaje.
Poeta hallada en Internet.
SONETOS
I
Yo comparto la mesa, el pan ganado
con amor, lealtad y sacrificio
es mi ley con tu fe ¡Señor!, oficio
recoger del trigal lo ya sembrado.
Nada turba la sed de bien ansiado
ante el austero tiempo de mi juicio
y pongo al descubierto el ejercicio
en trecho del camino transitado.
Para el hijo y amigo doy la lucha
y para aquel, que la mentira escucha
sin aclarar equivocado engaño,
la templada visión de la certeza
flecha, que quiso herirme prisionera
con el perdón, líbero en mi peldaño.
II
Ven con tu voz, detente en el mendigo
de amor y pan, no dejes tu campana;
vuelve en la luz, la sangre la mañana
la cruz y tu dolor, como testigo.
Yo te soy fiel y sólo el bien persigo
con devoción humana y soy cristiana,
porque la esencia misma, nos hermana
esperando lo justo, sin castigo.
Ven prodigando toda tu grandeza
en las albas fecundas y belleza,
mostrando la verdad enaltecida,
sin odios, sin fronteras, con nobleza
que el pesado madero es la firmeza
apuntalando el paso, por la vida.
III
¡Oh tú mi Nazareno!, séllame la palabra
que clama por el niño descalzo y sin caricia
por el desventurado que sueña la justicia
esperando que un cielo a sus ojos se abra.
Por la mare que al hijo en su destino labra
voces del corazón, con amor sin malicia
guiándolo en la senda, en la hora propicia
cuando el alma en retoño su capullo entreabra.
¡Oh tú mi Nazareno!, que diste gloria al mundo
desde tu sentimiento tan claro y tan fecundo
sembrando sobre auroras, donde entregas tu luz,
echa nueva mirada, que tu acento profundo
aliviará las penas, dará de al moribundo
que soñando encontrarte, se detiene en la Cruz.
A MARIA S ANTIS IMA
Madre del corazón, Virgen María
auxiliadora y madre consejera,
que en el dolor sufrido tu manera
de comprender, amando, eres la guía.
Madre de la pasión y la alegría
desde la gloria entregas la certera
visión, con abnegada y verdadera
humildad de tu verbo en armonía.
Madre de tantas madres, ¡del calvario!
en el sol de las cuentas del rosario
resurges del misterio con tu luz.
El niño Dios nos dejas en santuario
del corazón, que envuelto en el sudario,
amamos descendiendo de la Cruz.
CADA DIA
En cada despertar agradecemos
a Dios por el milagro que en la vida
nos entrega en aurora compartida
todo aquello, alcanzado que ofrecemos.
Cada día en su voz nos sometemos
a descubrir lo nuevo en compartida
realidad que nos toca y la sufrida
ilusión de alcanzar lo que queremos.
En ese juego es tanta la proeza
de recibir y dar con la grandeza
del amor, amistad y entendimiento
que tanto en la alegría o la tristeza
recogemos la flor de la belleza
imantada de fe y el sentimiento.
ERES EL ETERNO MENS AJERO
Me fortalece asirme a tu madero
en el paisaje vida, mi Señor;
aún amando ya padecí dolor
y de tantos, la angustia en el sendero.
Tú eres el eterno mensajero
desde Belén al mundo tu clamor,
es la enseñanza viva, fe, valor,
¡testimonio de amor!, el verdadero.
Las crueldades, los odios, con tu guía
desaparecerán y en cada día
la paz ha de reinar sin la violencia,
desterrando las guerras destructoras
las pasiones injustas, cegadoras,
si saben caminar con tu presencia.
DES DE LOS S IGLOS
Dios desciende en la luz y en el tañido
que convoca en el vuelo la campana,
es la voz que prodiga y nos hermana
en la fe y el silencio compartido.
Desde los siglos llega lo sentido
en clavos de la cruz y sobrehumana
visión de la verdad con la temprana
esencia del misterio y su latido.
Y la palabra ron da, cobra altura
vuelve la Paz clamando en su estatura
y sangre del martirio coronado.
¡Escúchale! es amor el campanario
con el rostro inefable del sudario
que envuelve el corazón con su mirada.
PARA TU S ED DE LUZ
Toma la cruz y anda, buen amigo,
que el tiempo tiene voz y a tu costado
el herido de amor resucitado
lleva llagas del mundo, por testigo.
Alfarero de albas al abrigo,
del bien y la verdad anticipado
dejó huellas librando del pasado,
la paloma de Paz que va contigo.
Campanadas y voces de esperanza
glorifican el vuelo y venturanza
con la siembra del verbo humanamente.
Escúchale; es lo justo, que el regreso
es vida en el mensaje y está impreso
para tu sed de luz, cristianamente.
TU MILAGROS O CANTO
Cardenal de copete de espinela,
me hiciste sentir niña nuevamente,
retroceder en el tiempo lentamente,
ser frente a ti fascinada chicuela.
Las notas de su canto eran iguales,
la seda de sus plumas esplendentes,
su airoso porte, jaula, los cristales
de azabache sus ojos relucientes.
Gracias a ti pude oír a mi añorado.
En una esquina el milagro sucedió
que a su canto reviviera tu canto.
Por un instante viví en el pasado,
cual cencerro mi corazón latió,
gozoso al influjo del encanto.
PERIS Y PAS CUAL, JOS E
Valencia. Siglo XIX
Poeta y Escritor.
NUES TRO DEBER
Hoy, que Virtud y Fe desprecia el mundo,
y al vicio y al error levanta altares,
y enloquecido en báquicos cantares,
cielo y tierra amenaza furibundo.
Leche del mal contra el torrente inmundo
quien anhele la paz de los hogares,
quien ame instituciones seculares,
quien sienta a la impiedad odio profundo.
¡Luchemos! S in combate no hay victoria;
prospera el mal, cuando reposa el bueno;
ni puede el ocio dar frutos de gloria.
De males siempre el mundo estuvo lleno;
mas nunca fue bendita la memoria
del que sufrió del vicio el desenfreno.
AL MAR
Al cielo, oh mar, airado te levantas,
o hasta el profundo abismo abres tu seno:
Braman contigo el huracán y el trueno,
y en tu fiereza al universo espantas.
Contra las rocas con furor quebrantas
soberbias naves, de iracundia lleno:
¿Quién el clamor escuchará sereno,
con que las glorias de tu imperio cantas?
Mas si es tan grande tu poder, tu brío,
¿Cómo a romper no vas en tu victoria
la valla que enfrenó tu poderío?
Tu colosal grandeza es ilusoria,
y tu voz se perdiera en el vacío,
si no cantaras de tu Dios la gloria.
A CALD ERON DE LA BARCA
“Sueño es la vida y vanidad el mundo:
¡Feliz aquel, que a sus engaños muerto,
sabe vivir a la verdad despierto,
y amarla siempre con amor profundo!”
Tal tú dijiste, genio sin segundo,
mostrando al hombre, de pesares yerto,
la mísera aridez de este desierto,
de falsos bienes manantial fecundo.
Y la nación ibera, que no olvida
las severas lecciones de tu drama,
otra verdad por él tiene aprendida:
Que si la vida allí sueño se llama,
es realidad la gloria de tu vida,
y realidad la gloria de tu fama.
VALENCIA A LA VIRGEN
Señora, cuando el sol de primavera
borda mi manto de fragantes flores,
a impulso de dulcísimos amores
a ofrecértelas vengo placentera.
Y cuando luce blanca cabellera
de escarcha y nieve, el tiempo en sus rigores,
elevo a ti los férvidos clamores
de un pueblo fiel que te ama y te venera.
Cuando la tierra en la nocturna calma,
del sueño en brazos, plácida reposa,
obsequios para ti medita mi alma.
Y cuando dora el sol mi vega hermosa
y el aura mece la flexible palma,
de amor a ti mi corazón rebosa.
A S ANTA TERES A DE JES US
Fue de ciencia y virtud alto portento,
preciosa flor del suelo castellano,
decoro del vergel Carmelitano,
de la Iglesia bellísimo ornamento.
Siempre en su Esposo fijo el pensamiento,
tiende hacia El el vuelo soberano,
y por lograr favores de su mano,
llega hasta el pie de su divino asiento.
Traspasado con flecha abrasadora,
no es ya su corazón quien le da vida,
sino el de Cristo que en su pecho mora.
Vive de amor, aunque de muerte herida,
y sublima y excelsa y triunfadora,
la inmensidad del cielo es su medida.
LA BEATO GAS PAR D E BONO
Huyó del cieno de la tierra impura,
buscando ansioso el celestial camino;
y en alas siempre de amor divino,
supo elevarse a inmensurable altura.
Domó su carne en penitencia dura,
mostrando al alma su inmortal destino;
y el pobre claustro, do a esconderse vino,
fue el rico manantial de su ventura.
Con su gloria Valencia se ennoblece;
la humanidad le admira como hombre;
con prodigios el cielo le enaltece;
su grandeza pregona el cristianismo;
que si Gaspar fue Mínimo en el nombre,
Máximo fue en virtud y en heroísmo.
ANTE EL S EPULCRO DEL MIS MO
De ti, oh Gaspar, la muerte no ha triunfado:
polvo en tu tumba y corrupción no advierto:
miro tan sólo tu cadáver yerto
por fragantes aromas perfumado.
El luto en resplandores se ha trocado,
y a la esperanza el corazón se ha abierto,
porque ante ti la fe le ha descubierto
su porvenir de gloria asegurado.
Como sopló en la Cruz aura de vida,
que arrebató a la muerte su victoria;
tal veo en tu sepulcro convertida
la sombra funeral en luz de gloria,
y viene aquí la humanidad rendida
a bendecir tu nombre y tu memoria.
LA EUC ARIS TIA
Tú, que de gloria y majestad vestido,
reinas, Señor, en tu inefable altura,
¿por qué desciendes a la tierra impura,
velado en una hostia y escondido?
Si eres del cielo Rey, del Padre Ungido,
y eterno sol de nítida hermosura,
¿por qué aquí moras en tiniebla oscura,
cual astro que sus luces ha perdido?
Porque en tu alteza soberana quieres,
que, en su impotencia la razón vencida,
diga la Fe lo que en la hostia eres:
Luz de las almas, celestial comida,
víctima del amor, fénix que mueres,
y renaces y vives y das vida.
EL PAN DEL C IELO
¿Y desciendes, Señor, de tu morada,
para que yo en mi pecho te de abrigo?
Para que el polvo vil se una contigo,
¿tu majestad reduces a la nada?
¿Cómo podré a tu mesa regalada
sentarme ¡oh Dios! cual tu mejor amigo,
ser de tu inmensa caridad testigo,
y allí comer tu carne inmaculada?
Mas ven a mí, riquísimo alimento,
hárteme yo del Pan sacramentado,
y en gloria trocarás tu abatimiento:
Pues porque Tú no quedes humillado,
me veré yo ascendido hasta tu asiento,
y casi en otro Dios transfigurado.
PERMALINK (S EUDONIMO)
España. S iglo XX.
Poeta hallado en Internet.
SONETO BAJO LA LLUVIA
Cae el agua del cielo, pertinaz,
con la intención de lágrima dolida;
cae el agua en lo ancho de la vida
humedeciendo el largo de mi faz.
Y que puedo decir, la montaraz
invasión de la lluvia distraída
besa mi piel serena en su caída
al redoblar su ritmo, en un compás.
Lluvia que no alimenta milpa viva
ni reverdece mustios cafetales
sino desciendo como gota esquiva.
Ven a colmar de paz los lagrimales
en los que tengo aun, casi cautiva,
la imagen de la niña de mis males.
SONETO PARA UNA MUJER QUE LEYO MI BLOG
No tiene rostro tu presencia intensa
que viene a la palabra que he dejado
entre la telaraña del tablado
en el que actúo para ahorrar vergüenza.
Quién eres, quién te entraña, quién te piensa
mujer virtual que apenas he encontrado.
En dón de está tu Leandro enamorado
que cruza a nado una mar extensa.
No lo sé, no te encuentro en mi memoria
pienso que te conozco y no te veo
ni buscando en lo oscuro de mi historia.
Eres una mujer, de las que, creo
tienen un pedacito de la gloria
entre las aguas dulces del deseo.
PERNAS , AURELIO AGUS TIN
Argentina. Siglo XX
Hallado en Internet. Poeta.
MALVIN AS
A veces cuando en sueño, las veo aparecer
como perlas que emergen sobre un lecho de espuma
un ansia palpitante al corazón abruma,
al saberlas cautivas de un extraño poder.
Siento a sus vientos fríos tratándome de hablar,
trayendo sus lamentos con tono quejumbroso
y a sus gotas de lluvia en serpenteo azaroso
resbalar como lágrimas llorando su pesar.
A la luna la observo sufrir en su pasar,
contemplar impotente, suplicar a su modo
que sean argentinos los días que vendrán.
S ólo es el sol incaico a quien lo veo animar
pues con sus rayos de oro va bendiciendo todo
y augura majestuoso, que se liberarán.
BANDERA AMADA
La atracción de tus gracias me fascina,
el azul celestial llega y me envuelve,
tu blanco inmaculado me conmueve
y el oro de tu sol me regocija.
Eres la fuente de mi bien primero,
la imagen del edén que tanto ansío,
la luz que me permite seguir vivo,
la pasión del sentir que tanto quiero.
Tan profundo y sutil es el encanto
que si te hicieran mal me angustiaría
y si viera tus triunfos, gozaría.
Nada tienes que darme pues, te amo,
tú creas mi ilusión, mi fantasía,
y el don que me alimenta cada día.
ALMAS DE MALVIN AS
Su cielo insondable, sus costas inmensas,
sus olas que rompen y luego desploman,
sus vientos que vibran y música toman,
guardan en su seno sensaciones tensas.
Al rozar sus cuerpos, al gustar su aliento
y al guardar a aquellos con celo en el alma,
actúan cual dique que trae la calma,
mitigando todo nuestro sufrimiento.
Sus gotas de lluvia les siembran colores
y el sol de la tarde traspasa sus brumas
¡mientras almas criollas protegen sus flores!
Carecen de su hado que pone armonía
el blanco y celeste, por eso esas almas
anhelan y esperan librarlas un día.
PERONE, MARIO
Rosario. Argentina. Siglo XX.
Poeta hallado en Internet.
UN POCO MENOS
Cada día que pasa es más profundo
el hueco de mi silla, y mi ventana
va enturbiando la luz de la mañana,
y estrechando el contorno de mi mundo.
Cada día, cansándose en mis venas,
cristaliza en aguas la corriente
de la savia que antes, impaciente,
desbordaba controles y cadenas.
Va creciendo el temor de los espejos;
voy mirando, de afuera y desde lejos,
y midiendo el futuro, que se acorta
recortando mi antigua rebeldía,
porque siento que todo lo que importa,
me importa un poco menos, cada día.
PERRY, D AVID
Chile. 1.896 – 1.969
COMO UN CIEGO
En las noches de invierno, fumando en mi aposento,
pienso en tu larga ausencia, mi rubia y triste hermana,
y tu recuerdo llega como un ave lejana
que viniera escapando de la lluvia y del viento.
Percibo entre las sombras latir tu suave aliento;
cierro los flojos párpados y siento muy cercana
tu hipnótica presencia, y aún tu boca grana
pasa sobre mis labios con tenue rozamiento.
Sé que eres imposible, para siempre perdida,
que tu destino errante no besará mi vida,
que a mi granja dormida ya no habrás de volver.
Y en hondas inquietudes dulcemente me pierdo,
aspirando el perfume de tu vago recuerdo
como el ciego que siente pasar una mujer.
PES ADO, JOS E JOAQUIN
México. 1.801 - 1.861
Llegó a ser Ministro del Interior y Relaciones
Exteriores. Periodista y Catedrático.
FIN DEL IMPIO
“Esta hora de tu vida es la postrera”,
gritó una voz en sueños al impío;
empapado despierta en sudor frío,
erizada de horror la cabellera.
“¡No más una hora!”, exclama y la altanera
vista humilla con ciego desvarío;
¿Cómo alzarla podrá quien con desvío
a la virtud miró que en lo alto impera?
Oye como del tiempo van huyendo
las lejanas pisadas. S ordo al lloro
de la piedad, vacila y se confunde;
tiembla, suspira... y con dolor volviendo
la memoria al placer, la vista al oro,
toca a su fin y en el abismo se hunde.
EL MO LINO Y LLANO DE ES CAMELA
Tibia en invierno, en el verano fría,
brota y corre al fuente; en su camino
el puente pasa, toca la arquería
y mueve con sus aguas el molino.
Espumosa desciende y se desvía
después, en curso claro y cristalino,
copiando a trechos la enramada umbría
y el cedro añoso y el gallardo pino.
Mírase aquí selvosa la montaña;
allí, el ganado ledo que sestea
parte en la cuesta y parte en la campaña.
Y en la tarde, al morir la luz febea,
convida a descansar en la cabaña
la campana sonora de la aldea.
LA FUENTE D E OJOZARCO
S onora, limpia, transparente, ondosa,
naces de antiguo bosque, ¡oh sacra fuente!
En tus orillas canta dulcemente
el ave enamorada y querellosa.
Ora en el limpio azul, ora en la rosa
que ciñen el raudal de tu corriente,
se asientan y se mecen blandamente
la abeja y la galana mariposa.
Bien te conoce Amor por tus señales,
gloria de las pintadas praderías,
hechizo de pastoras y zagales.
Mas, ¿qué son para mí tus alegrías?
¿Que tus claros y tersos manantiales,
si sólo has de llevar lágrimas mías?
A UN RIO
Tú, cuyas aguas bajan sonorosas
en crecido raudal de la montaña
y dilatas tu curso en la montaña
coronado de selvas espaciosas:
Deja que en tus orillas venturosas
mi pena explaye. El llanto que me baña,
mezclado a tus corrientes te acompaña,
hasta el salado mar donde reposas.
Por entre riscos y asperezas veo
que llegas a tu término prescrito,
después de describir ancho rodeo;
sólo mi padecer es infinito
pues vagando sin tino mi deseo
el bien no llego a ver que solicito.
S ITIOS Y ES CENAS DE ORIZABA Y CORDOBA
LAS CUMBRES DE ACULCINGO
Desciende de la excelsa cordillera
al valle profundísimo el camino,
trozando bosques de laurel y pino
que revisten sus cumbres y ladera.
Baña de luces la inflamada esfera
el uno y otro monte convecino,
y el arroyo que baja cristalino
y el pintoresco pueblo y la pradera.
Y prosigue la senda dilatada
entre las aguas y la arboleda umbría
que llenan de frescura la cañada;
y al fin de la calzada y la alquería
descúbrese la villa celebrada,
mansión feliz de la adorada mía.
LA CAS CADA DE BARRIO NUEVO
Crecida, hinchada, turbia, la corriente
trocos y peñas con furor arrumba,
y bate los cimientos y trastumba
la falda, al monte de enriscada frente.
A mayores abismos impaciente
el raudal espumoso se derrumba:
la tierra gime, el eco que retumba
se extiende por los campos lentamente.
Apoyado en un pino el viejo río,
alzando entrambas sienes, coronadas,
de ruda encina y arrayán bravío,
entre el iris y nieblas levantadas,
ansioso por llegar al mar umbrío,
a loas ondas increpa amotinadas.
EL CAMINO DE ORIZABA A CORDOBA
Del Orizaba fértil a la espalda,
que erizada de cedros se defiende
de los rayos del sol, la vía se extiende
de una a la otra ciudad, sobre la falda.
El naranjo sus ramas de esmeralda,
y el plátano vivaz sus hojas tiende
aquí y allí. De trecho en trecho pende
la hiedra, que hace al valladar guirnalda.
Por ingenios de caña y cafetales,
ya mansos, ya turgentes, van los ríos,
que más allá despeñan sus raudales;
y cabañas, ganados, laboríos,
pueblos, valles y alturas desiguales
encantan por doquier los ojos míos.
EL VIENTO S UR
S obre el coro de estrellas que fulgura
do el Centauro del S ur gira despacio,
sale el Austro feroz de su palacio,
numen terrible de venganza dura.
Blondo el cabello, armada la cintura,
sus ojos como llamas de topacio,
volando, dejan ver en el espacio
los pliegues de su roja vestidura.
Abre a un punto las puertas a los vientos,
arrebata las plantas y las flores,
amenaza turbar los elementos;
y doblando sus iras y furores,
esparce en remolinos turbulentos
aridez, sequedad,, polvo y ardores.
EL VIENTO NORTE
El retirado Bóreas que en los Triones
impera, anciano, con dominio pleno,
hace llamar así con voz de trueno
las nubes en espesos escuadrones.
A mantener sus triunfos y blasones
terrible se adelanta, aunque sereno,
y a su adversario, de despecho lleno,
arroja a las antárticas regiones.
Tendido pabellón de gruesa niebla
vela su cana frente veneranda,
y larga barba que su rostro puebla;
y de su trono, entre las nieves, manda
que de a la tierra su frescor la niebla,
y riego el cielo con su lluvia blanda.
UNA TEMPES TAD, DE NOCHE, EN ORIZABA
El carro del S eñor, arrebatado
de noche, en tempestad que ruge y crece,
los cielos de los cielos estremece,
entre los torbellinos y el nublado.
De súbito, el relámpago inflamado
rompe la oscuridad y resplandece;
y bañado de luces, aparece
sobre los montes el volcán nevado.
Arde el bosque, de viva llama herido;
y semeja de fuego la corriente
del río, por los campos extendido.
Al terrible fragor del rayo ardiente
lanza del pecho triste y abatido,
clamor de angustia la aterrada gente.
PES ANTEZ RODAS , RODRIGO
Ecuador. 1.937
Poeta hallado en Internet.
A ILEANA ES PIN EL
Ileana de la estatua luminosa,
del verso altivo y la amistad sonora;
de los mares magnolia soñadora,
de las batallas capitana airosa.
Ala de eternidad con pie de diosa,
vuelo de estrella en plenitud canora;
en tu lira la sombra se hizo aurora
y la justicia enardecida rosa.
Caminos nuevos al Parnaso abriste,
y con sandalias vallejianas diste
el vino tinto de tus rebeldías.
Ya estás de paz bañada y de luz pura,
tejiendo con puntadas de ternura
la gloria augusta de tu poesía.
DES NUDO FRENTE AL ANGEL
No era tiempo de asombros, de repente
tu mano se juntó a la mano mía,
y sin querer mi ocaso se vestía
de overoles de música en la frente.
De pronto el agua como si era puente,
de pronto el puente como si alegría,
y una guitarra tonta al mediodía
rasguñando las cuerdas del poniente.
Un pájaro tu risa. Tu manera
de tenderte a mi sombra y mi palmera
cuando mi hielo tu fulgor vencía.
Tu recuerdo en la puerta del olvido
y este enjambre de sueños sin sentido
me desnudan la carne todavía.
PES SOA, FERNANDO
Lisboa. 1.888 – Lisboa. 1.935
Poeta portugués. Hallado en Internet.
POEMA 59
S oñé, confuso, y fue el sueño disperso
y, al despertar de aquella confusión,
vi que esta vida, y vi que este universo
no son más claros que los sueños son.
Paira una oscura luz donde converso
me hallo a la realidad de la ilusión.
Cierro los ojos, y de nuevo inmerso
soy en lo oscuro de la ensoñación.
Oscuro, oscuro todo, en sueño y vida,
es esa misma mezcla de entre-ser
a la noche o al día transferida.
Nada es real, ni en su vano acontecer
pertenece a una forma indefinida,
rastro visto de cosa sólo oída.
PEYRANO, ALBERTO
S anta Fe. Argentina. Siglo 1.945
A partir de los 20 años vive en Rosario.
Poeta hallado en Internet.
SONETO PARA LA MADRE
DEL S OLDADO MUERTO
Hay una tumba silenciosa y sola
que un cordón invisible a ti la une,
que, distante y atroz, ya te consume
con un dolor de sangre entre la solas.
Vago pesar te unió a la caravana
que partió, con tu nombre, a la victoria;
y el rosario en tus manos, como noria,
se mojó con tu pena y con tu nana.
Dolida con su ausencia, lo evocaste;
trasnochada en desvelos, lo lloraste;
y esperando su vuelta, tú asumías
ése tu rol de Patria que lograste
cuando al morir, tu hijo bendecía
tu nombre, que la Gloria compartía.
SONETO RURAL
Yo siento que un recuerdo me guía en esta hora
de horizontes inmensos de verde oscurecido,
de cantares lejanos que han quedado dormidos
y que derramo en versos con cadencia sonora.
Fue en el principio el indio, con su torvo malón
quien le dio paso al gaucho con su endecha campera;
y floreció en los surcos la simiente viajera
de una cultura gringa que pobló la extensión.
Se abonaron las pampas y el erial floreció;
y el gaucho, en cancionero, trascendió su destino
y el arado y la reja dieron paso al tractor.
Una babel de silos engrandeció caminos;
y surgieron, cual flores de un grandioso blasón,
estos hermosos pueblos del sur santafecino.
TECHO SONORO
Tesitura de gotas sobre el techo sonoro
como canción de cuna que arrulla mi dormir.
Lejos, se oye el peñón del lugonesco salmo
que se descarga en rayos en la verde extensión.
El hornero no ensaya su canto como antaño…
El cielo, cuando llueve, aplaude su debut
con esta agua que canta su cortina grisácea
metiéndose en la tierra con las brisas del sud.
Y la tarde es preludio de una noche muy larga…
Una noche en que el cielo nos remite a pensar
que ha venido a la casa descargado en la lluvia,
que mañana la tierra florecerá en virtud
para dar a los hombre sus frutos y sus gracias
y seguirá la vida cantando su canción.
CUATRO DECADAS
Casi sin darnos cuenta pasaron cuatro décadas
llevándose con ellas nuestro sueño feliz,
pintando poco a poco las testas con neblina
y empañando en los ojos nuestros años de luz.
Tu mirada no brilla aún con la promesa
de una noche de lobos mordiéndose la sed
ni tu risa se asoma fundida con la mía
ni las manos se acercan a buscar el placer.
Me revuelvo en lo vano del desencuentro ingrato
como un bravo guerrero que agoniza después
de una cruenta batalla donde ganó el olvido.
Y su canto de cisne brota en son de poema
cantándole a los años que os vieron crecer
ya sin luna ni estrellas ni la escondida sed.
PEZA, JUAN D E DIOS
México. 1.852 – 1.910
SOBRE MI TUMBA
En ti no caben ni desdén ni olvido;
en tu celda distante y solitaria
me das una oración ferviente y diaria;
¡Unico don que para mi te pido!
Y hasta mi hogar desierto y escondido
llega el suave rumor de tu plegaria,
aroma de la tierna pasionaria
que ha ganado el altar y yo he perdido.
Ora siempre por mi, mi bien amado,
que en esta vida deleznable y dura,
¡Tú eres sierva de Dios, yo del pecado!
Y que digan al ver mi sepultura:
¡Yace aquí un pecador que fue salvado
por la piedad filial de un alma pura!
EL BORRACHO
Generoso en la copa, ruin en todo;
ronca la voz, inyecta la mirada,
párpados grueso, faz abotargada
y siempre crudo cuando no beodo.
Perdida la razón, goza a su modo,
y nunca estar en su razón le agrada;
que el vino es todo, la razón es nada,
y sólo vive al empinar el codo.
Cuando a inflamarle empieza el aguardiente,
lenguaraz, atrevido y vi varacho,
es intrépido, franco y excelente
amigo; pero juzgo sin empacho
que no es franco, ni amigo, ni valiente;
porque el borracho, en fin, sólo es borracho.
DES ENCANTO
Nuestra senda regada está de llanto,
el placer del placer es el suicidio,
detrás de la ilusión está el fastidio
y detrás del fastidio el desencanto.
Lleno yo de fastidio y de quebranto,
sin fuerza ya contra la suerte lidio,
y muerto para el mundo, sólo envidio
a los muertos que guarda el camposanto.
El infierno sus furias desenfrena,
viento de maldición en torno zumba,
que a pesar l destino me condena,
y he de pensar hasta que al fin sucumba;
con el peso brutal de la cadena,
que arrastra el hombre hasta la negra tumba.
PEZOA VELIZ, CARLOS
S antiago de Chile. Chile. 1.879 – 1.908
CUERDAS HERIDAS
Semejante al fulgor de la mañana,
en las cimas nevadas del oriente,
sobre el pálido tinte de tu frente
destácase tu crencha soberana
Al verte sonreír en la ventana
póstrase de rodillas el creyente
porque cree mirar la faz sonriente
de alguna blanca aparición cristiana.
S obre tu suelta cabellera rubia
cae la luz en ondulante lluvia.
Igual al cisne que a lo lejos pierde
su busto en sueños de oriental pereza,
mi espíritu que adora la tristeza
cruza soñando tu pupila verde.
A UN A MORENA
Tienes ojos de abismo, cabellera
llena de luz y sombra, como el río
que deslizando su caudal bravío
el beso de la luna reverbera.
Nada más cimbrador que tu cadera,
rebelde a la presión del atavío...
Hay en tu sangre perdurable estío
y en tus labios eterna primavera.
Bello fuera fundir en tu regazo
el beso de la muerte con tu brazo...
Espirar como un dios, lánguidamente,
teniendo tus cabellos por guirnalda,
para que al roce de tu carne ardiente
se estremezca el cadáver en tu falda.
SONETO
Formado el batallón, rígido humilla
al pobre desertor aprehendido
que sobre el patio del cuartel tendido
siente el roce brutal de la varilla.
S obre sus carnes ulceradas brilla
rojiza mancha. Escúchase un aullido.
Cada brazo en el aire da un chasquido
que las entrañas del soldado trilla.
El sol que sale en el nevado quicio,
irónico sonríe ante el suplicio…
Y mientras que vertiendo vibraciones
la banda le patio de soldados llena,
una estatua cubierta de galones
mira impasible la salvaje escena.
EL BRINDIS DEL BOHEMIO
No escupáis a los beodos que perecen
aturdiendo en le vino sus dolores;
si odiáis a la embriaguez, odiad las flores
que ebrias de sol en la mañana crecen.
Los ojos de las vírgenes ofrecen
la sublime embriaguez de los amores,
y los besos son báquicos licores
que al caer en los labios…, ¡estremecen!
Embriagada la luz, Ofelia vaga
en las sombras de un campo desolado;
el sacerdote en el altar se embriaga
con la sangre del Dios crucificado,
¡y el poeta mirando de hito en hito
la gran pupila azul del infinito!
PEZUELA Y C EBALLOS , JUAN DE LA
Lima. 1.809 – Madrid. 1.906
Académico de la Real Academia Española,
ocupó la silla “a” de 1.847 a 1.906.
Conde de Cheste. General, político
y escritor español.
DES PUES DE LA BATALLA D E MENDIGORRIA
AL noble ardor de juventud guerrera,
por Madre excelsa y al deber fiada,
crece nueva Isabel, hoy coronada
bajo el dosel de cuádruple bandera.
Nuestras líneas arrolla hueste fiera;
¡pasa el Ebro! ¡Castilla gime hollada!
¡Fugaz blasón! Cristina denodada
pecho al peligro opone y alma entera.
Y el sol bueno nos da Mendigorría;
y el cañón de Descarga extingue al malo...
respira “¡oh libertad!” ¡Tuyo es el día!
Con nosotros ya son Bretón y Galo:
y reina una Isabel, y a la lid guía
un impávido nieto de Gonzalo.
PIANETA, MAGD ALENA
España. S iglo XVII
Poeta.
A LA MUERTE D EL DOCTOR
JUAN PÉREZ D E MONTALBÁN
Canoro Cisne, que la Fama escriba
tus conceptos en mármoles de Paro,
moriste en Obras en Conceptos claro,
tu eternidad con ellos se deriva.
En duración de siglos sucesiva
ha de resplandecer tu ejemplo raro,
porque contra la ley del tiempo avaro,
vive tu Nombre, aunque tu ardor no viva.
En tu divino Canto te eternizas,
aun venciendo los términos Fatales,
alternados por mano de la suerte.
Pues numerosamente tus cenizas
aun nos cantan tus triunfos inmortales,
en vencidos despojos de tu muerte.
PICHARDO, FRANCIS CO DE JES US
Camaguey. Cuba. 1.873 – 1.941
Poeta.
RITMOS ETERNOS
Poeta, son mis ondas los versos de una estancia
que gime con acentos profundos su inquietud;
tienen mis amarguras, como una flor, fragancia,
y, en cambio, hay en mis flores la más tierna acritud.
Arrastro mi tristeza con íntima arrogancia,
y siento en torno mío, como una beatitud,
la gran melancolía del tiempo y la distancia
que cruzan solitarios mi inmensa latitud.
En mí, todas las cosas profundamente duermen,
la muerte es como un fósil, la vida es sólo germen.
Diana, la musa triste, de noche me visita,
y yo la traigo, en sueños de espumas y de sal,
al fondo, donde oculto, para gozar su cita,
un tálamo de estrellas y un bosque de coral.
TRITON
Desde las playas tristes de la remota Eubea
llevando su cohorte de monstruos y delfines,
entre las verdes olas rodando a los confines,
de Poseidón el carro sobre la mar ondea.
De los corceles negros el sol la piel orea
mientras la albura acrece de las nevadas crines,
y en la triunfante lanza, de los ignotos fines
antorcha misteriosa la muerte parpadea.
Y tímida Amimona y Démeter fecunda
lo buscan y lo abrazan, y Anfítrite profunda
le brinda su amplio seno, tranquila y rumorosa.
Recitan las nereidas su amor en sus canciones
y en sus secretas conchas de nácar y de rosa
los ritmos vagabundos recogen los tritones.
DANAE
S obre el lecho encendido de granate
tiembla la carne virginal desnuda,
y, estremecido de ansiedad y du da,
mórbido el seno amedrentado late.
S obre la frente la inocencia abate
el ala blanca que el amor escuda,
y entre los labios la caricia muda
libra al sollozo triunfador combate.
Cubre sus ojos que el misterio embriaga,
húmeda niebla transparente y vaga;
la crespa ola del placer la inunda,
asen sus manos invisible presa,
y desde el cielo azul el dios la besa
y la lluvia de oro la fecunda.
ES TROFA MIA
Nadie querrá leerte, estrofa mía,
porque el rigor de mi destino adverso
solo ha dado a mi espíritu alegría
para escribir únicamente un verso.
Fue aquel verso inmortal que yo hice un día,
baldo y sonoro, melodioso y terso;
aquel con el que siempre conseguía
estremecer su corazón perverso.
Era tal su contento y su ventura
que en el tronco de un árbol esculpido
por mi mano hace años, aún perdura;
y aun cuando desde entonces yo he sufrido
toda una eternidad, el árbol dura
siempre lozano, verde y florecido.
A LA ROS A (HERMOS URA)
Para tu cuerpo hermoso de sonrosada nieve
tendió su verde alfombra el prado florecido;
el ave enamorada su arrullo, tierno y breve
como un furtivo beso, gimió en el seco nido.
Del cristalino arroyo la transparencia leve
parece que en sus ondas los cielos ha fundido;
y de la misma muerte a despertar se atreve
la vida exuberante del germen escondido.
El sol como el patriarca de los errantes astros
el infinito surca de luminosos rastros.
Y hasta en la misma tumba sobre la losa inerte
parece que la vida bajo los sauces duerme.
Y hasta los pechos tristes que en su dolor se anegan
como una envidia legre las esperanzas llegan.
EN MI RETRATO
Este es mi cuerpo, el quebrantado amigo
de mi espíritu triste y errabundo,
el que vaga incansable por el mundo
llevando siempre la inquietud consigo.
De mi desvelo y ansiedad testigo,
sabe el secreto de mi amor profundo,
y ha escuchado el acento gemebundo
en que habla a solas mi ilusión contigo.
El te puede contar la marga historia
de un alma en busca de la dicha incierta
entre las sombras del dolor perdida;
y él te dirá también que tu memoria
es el único encanto que despierta
la postrera esperanza de mi vida.
EL PREC EPTO
Hermano, trabajemos, la simiente
dentro del surco fértil escondida
ha madurado ya: de savia henchida
pugna buscando libertad y ambiente.
Si queremos que pródiga reviente
y que el grano en sazón surja a la vida,
ablandemos la tierra endurecida
con el acre sudor de nuestra frente.
La vida es redención: con el trabajo
a diario hay que ganarla, tajo a tajo.
Es pecado vivir unos de otros:
Nos redime el trabajo y no la guerra.
Para comer el pan que es de nosotros,
todos tenemos que labrar la tierra.
LA HERRADURA
Seguro vencedor en la contienda,
esbelto y ágil, el corcel avanza,
y, entre nubes de polvo, la esperanza
del triunfo dora la reñida senda.
Al aire suelta la flotante rienda,
con ciega furia a combatir se lanza;
y ya orgulloso a recoger alcanza
del noble empeño la anhelada prenda,
cuando implacable el traicionero sino
del casco presto a conquistar la gloria
desprende la herradura en el camino;
y, fatídico rastro de su historia,
la muestra a sus contrarios el destino
convertida en presagio de victoria.
EL JAMELGO
Cual antes la armazón del curo carro,
con incansable y natural paciencia
arrastra lentamente la existencia
manchado del camino por el barro.
a la sombra escondido del chaparro
dormita con inquieta somnolencia,
y agita con ridícula insistencia,
las sucias crines del desnudo marro.
A los retozos de la recua ajeno
el mejor tallo de la hierba arranca,
más fresca el agua sus ijares hincha.
Y ya su vientre deformado, lleno,
huye a la burla de la cruel potranca
y en un espasmo de dolor relincha.
AZUL
Diáfano y triste su mirar sereno
la honda ternura de su amor revela,
y en sus destellos candorosos riela
un vago encanto de purezas lleno.
Al desengaño y la maldad ajeno
su casto sueño la inocencia vela,
y de sus ansias sonrosada estela
traza el temor en su nevado seno.
Y en su pálida frente la esperanza
arrulla adormecidos ideales
de regiones remotas y tranquilas
que errabundas contempla en lontananza,
al través de ilusiones virginales,
el azul sideral de sus pupilas.
PARA UNA TUMBA
No turbes, caminante, con tu paso
el silencio mortal en torno mío:
Astro errabundo que llegué a mi ocaso,
sólo tinieblas y reposo ansío.
Aléjate de mí. Mi cuerpo laso
descansa inmóvil bajo el mármol frío,
y ya no puede el implacable acaso
dar a mi sueño ni ansiedad ni hastío.
Yo expuse muchas veces a tu vista
un alma melancólica de artista
que hizo del llanto su canción sonora,
sin que lograra a compasión moverte.
No te acerques a mí, temblando, ahora:
Yo no le temo como tú a la muerte.
SOY EL CANTOR...
S oy el cantor de tu belleza altiva,
el que viene a brindarte en su cadencia
la única ilusión de su existencia
para que el triunfo de tu orgullo viva.
Sé inexorable como fuiste esquiva,
y escucha con glacial indiferencia
el último clamor de una conciencia
que ha sido siempre de tu amor cautiva.
Te la vuelvo otra vez, mi lira triste,
la quejumbrosa lira que me diste
para llorar tu ausencia y tu desvío;
Era tuya también, tuyo es su acento,
es tuya la canción y el pensamiento,
sólo el dolor de lo que canta es mío.
S ELVA CUBANA
Un cálido perfume bajo la agreste fronda,
envuelto de la tierra fecunda en la humedad,
se alza, y, vaporoso como un suspiro, ronda
en torno del misterio de aquella soledad.
Ni un pájaro que trine, ni un eco que responda
de los vibrantes ecos a la sonoridad;
y sólo el viento, a veces., en su cansada onda
arrastra algún crujido hacia la inmensidad.
De las añosas copas, las gigantescas hebras
de los jagüeyes penden. Las tímidas culebras
semejan, enroscadas, inmóviles raíces.
Del sol un rayo cruza, temblando, el verde tul
y, en una rama seca, metálicos matices
irisa en el plumaje de una torcaza azul.
PAZ AGRES TE
El viento que ha cruzado remotamente suena,
hundiendo en lontananza su perezoso vuelo.
Un pájaro, de un árbol oculto en la serena
copa, sus alas riza con vanidoso celo.
De súbito en la ruda labor de su faena
el labrador, dejando la azada sobre el suelo,
una mirada clava de indiferencia llena,
inmóviles los ojos, en el azul del cielo.
Siguiendo el viejo hábito, la yunta desuncida
se busca entre el follaje para pacer unida,
y el perro, suelto ahora, con su mirada opaca,
inútil por los años, nostálgico, enfermizo,
al pie de su cadena que aun cuelga de una estaca
pasa las horas muertas, bajo del cobertizo.
LA S IES TA
En el dorado disco del S ol resplandeciente
hay un deslumbramiento de fondos encendidos,
y vense tras el astro los cielos escondidos,
como si el S ol se hiciera de pronto transparente.
En la quietud profunda del bochornoso ambiente,
el vuelo de las moscas enreda los zumbidos,
y en sus sutiles malas y frágiles tejidos
el sueño aprisionado revolotearse siente.
Ni un hálito, ni un árbol, ni un soplo sobre el llano;
sólo la tierra estéril hasta el confín lejano,
y un pálido horizonte que su extensión abraza,
mientras en las alturas entorpecido y lento
un cuervo solitario sus espirales traza
como si fuera un símbolo fatal del pensamiento.
ANGELUS
Señor, he trabajado durante todo el día;
aquí, sobre este andamio de pie, me halló la aurora,
y aquí, bajo el incendio del Sol, hora tras hora,
en vano ha consumido mi cuerpo su energía.
Mi mano la herramienta sostiene todavía
pero, la lucha diaria me pesa abrumadora,
y una obsesión constante: la idea redentora,
mi espíritu conturba con una fe sombría.
Yo no recojo el fruto jamás de mi faena,
siembro la piedra estéril en la infecunda arena,
y vacilante llevo sobre mis flacos hombros
la inexorable suerte que a tus designios plugo.
¡Señor, haz que no tenga que reducir a escombros
mi obra, y que los odios amarguen mi mendrugo!
LA CANCION DEL LABRIEGO
Señor: soy el labriego que los terrenos ara;
con el sudor que brota de mi caldeada frente
las tierras fecundizo, sazono la simiente
y ablando de las piedras la sequedad avara.
Mi mano el negro surco con avidez prepara;
contra la helada lucho con ánimo valiente;
y los retoños nuevos para cuidar paciente
velo todas las noches hasta que el cielo aclara.
Yo sé querer la tierra; de mis callosas manos
las rústicas caricias hacen brotar los granos.
Yo crujo en las encinas, yo tiemblo en el arbusto,
y aguardo en la cosecha mi única alegría.
Yo sé querer la tierra, Señor: vos, que sois justo,
decidme si la tierra no debe de ser mía.
PICHARDO, IS ABEL
Cuba. Siglo XIX
A JOS E FORNARIS
No anheles nunca, trovador cubano,
dejar el mundo do a la luz naciste,
que todo lo hallarás pálido y triste
si te vas del jardín americano.
Cántale sólo en tu laúd ufano
a la tierra bendita en que creciste,
al ángel hechicero que perdiste
y no ambiciones un país lejano.
Cuando lejos te hallares de tu cuna
en vano buscarás su poesía,
su sol de fuego, su apacible luna,
y el cielo hermoso de la patria mía,
porque no puede haber tierra ninguna
que encierre más encanto y armonía.
SONETO
Por describirnos sólo sus amores
cantan algunos con ebúrnea lira,
y cantan otros a quien sólo inspira
la mezquina ambición de los honores.
Este por alcanzar gloria y loores
hasta en sus sueños por cantar delira,
aquel otro también gime y suspira
y cantando relata sus dolores.
Yo que no anhelo de la gloria palma
y que no vivo como aquél amando;
que tengo libre y orgullosa el alma
para vivir honores mendigando,
busco la dulce, apetecida calma
y por buscar mi pena estoy cantando.
PICHARDO MOYA, FELIPE
Camagüey. Cuba. 1.892 – La Habana. Cuba. 1.957
Escritor cu bano precursor de la poesía afrocubana.
Poeta y abogado.
EL PO EMA DE LOS CAÑAVERALES
La India os vio nacer. Sus arrozales
fueron vuestros hermanos. Mucho antes
de venir a estas tierras tropicales,
tras vosotros pasaron los rumiantes
y velaron, quizás, los tigres reales,
e iban los rebaños de elefantes
paciendo sobre los cañaverales
en las penosas siestas asfixiantes.
Mas, dejando la Patria, vuestras lanzas
conquistaron las islas que los mares
circundan con sus grandes esperanzas:
Por Chipre, por S icilia y por Madera
vinistéis a buscar nuestros palmares
para adorno de vuestras cabelleras...
UN CAUD ILLO
Inflexible con todos, y aún más al propio yerro,
no se rindió a los hombres, mas se rindió al destino;
y con la paz a cuestas, como una cruz, el sino
obedeció, que el rumbo marcaba del destierro.
En las lejanas tierras su voluntad de hierro
creó en la selva virgen la granja y el camino
y hasta él llevara a veces el hálito marino
el perfume del valle natal y el alto cerro.
Mas en rudos trabajos la inquieta mente aisla,
sordo a los impacientes mensajes de la isla,
pues sabe que aún la hora del alba no es allí.
Y su pasado heroico parece ya leyenda
cuando decide un día volver a la contienda
porque escuchó la ardiente palabra de Martí.
EL JIBARO
De aquel que más soldada ganó que un ballestero,
de Becerrillo. espanto del alzado aborigen,
quizá si tenga sangre en su ignorado origen.
Mas fuerza igual si tiene en el colmillo fiero.
Allá en la cueva, en donde teme entrar el montero,
sus cachorros la fláccida ubre materna afligen,
y él ronda los corrales cuando las sombra rigen
en busca de algún ave, un chivo o un ternero.
Y, al ver que con un pálido sudario el campo viste
la luna, lanza al viento su largo aullido triste,
que se dilata fúnebre por la extensión serena.
Rompe el espanto entonces la paz de la manigua,
y la mujer del viejo sitiero se santigua,
porque sabe que el jíbaro ha visto un alma en pena.
UN COLONO
(S IGLO XVII)
De un Rojas descendiente, o de Aguilar, o Recio,
por herencia gozando los mercedados hatos,
al cabildo o la fuerza quizás se enfrenta a ratos;
pero el lejano trono le conserva el aprecio.
Así fiel, y el rescate mirando con desprecio,
a la orgullosa flota le reserva sus tratos,
y por deudas de juego con pasajeros gratos
mas de una vez sus reses vendió con bajo precio.
De la merced lejana, en cuya paz se arroba,
al “Criollo de la Habana” dio el roble y la caoba,
y el ébano y el cedro de olor al Escorial.
Jamás negó los pagos de sisa y armadilla,
y, esperando un sonoro título de Castilla,
muerto lo halló esta prueba del aprecio real.
EL ES CLAVO
Viejo esclavo, ya inútil, flaco y casi desnudo,
ayer sudor y lágrimas di al valle y la montaña:
el cafetal lo sabe, y aún puedes en la caña
ver a veces mi sangre cuajada en algún nudo.
De huir hacia el naciente, ¡cuán distinta que pudo
ser mi suerte! Allí el sol el Kraal nativo baña.
Mas temí de los perros la incomprensible saña,
y al mayoral, y al látigo que impulsa un brazo rudo.
Mis dioses me prohiben, y su rito escondido
mezclo a los cultos blancos. Mi idioma casi olvido,
y de Ivá, Omelé, e Itótele la voz ya no me alegra.
Mas venga Ochún mi raza con el sexual reclamo,
y si observas la nieta predilecta del amo,
en sus labios de dátiles verás la sangre negra.
LA AMIGA MUERTA
Aquí, bajo esta losa, está su cuerpo. Breve
fue su vida, a manera de una vida de rosa.
Murió tranquilamente una noche lluviosa:
veintiocho de agosto del novecientos nueve.
Me acuerdo de ella cuando constantemente llueve,
y de su noche última, tan larga y angustiosa:
Una fiebre que sube... Un sudor... Una cosa...
El cura... ¡Y una vida que se deshoja leve!
Así murió a mediados de una larga semana,
la enterramos un viernes y era por la mañana.
Aún llovía. Era un húmedo tiempo de luna nueva.
Dijimos todos: “¡Nunca, nunca la olvidaremos!
¡Tan buena como era...!” Y para que hoy pensemos
en su vida y su muerte, es preciso que llueva.
EL ES QUELETO
Quisiera ser un blanco y trágico esqueleto
que desde la olvidada vivienda de mi fosa
me burlara, insensible, de toda humana cosa,
escribiendo con huesos un fúnebre soneto.
Si al mundo alguna vea tornara, en un asueto,
para gozar un poco de su vida achacosa,
contra todo en la tierra, ensueño, espina o rosa,
mi carcajada haría las veces de amuleto.
Y fingiendo mis huesos las cuerdas de una lira
que sólo en la tristeza de los demás se inspira,
gozaría ante toda mundana esclavitud,
mostrando, con un gesto de orgullo, el enrejado
de mis costillas frágiles, del que había escapado
el corazón, dejándome su ausencia por virtud.
LOS NOVIOS
Tienen miedo casarse. La vida los aterra.
Sus familias perdieron su peculio en la guerra,
y entre las estrecheces de sus puros amores
viven con la esperanza de otros tiempos mejores.
Sus padres los adoran. ¿Cuándo se casarán?
¡Suben los alquileres y está tan caro el pan!
Y en tanto van los años pasando como una
caravana de sueños por un claro de luna.
Y confianza a confianza ocurre la caída:
¡Tiene tantas sorpresas esta hipócrita vida!
Piensan en el pasado y en el dolor futuro...
Y se preguntan todos: ¿Cuándo de casarán?
¡Es tan duro el camino de la vida..., tan duro!
¡Suben los alquileres y está tan caro el pan!
LA CALLE ANTIGUA
Esta calle es del tiempo de la colonia. Un viejo
corregidor, que tuvo aquí mismo una casa,
hizo que su trazado lo aprobase el Consejo,
quien para su empedrado cedió una suma escasa.
Lo encargaron a él mismo de su honrado manejo,
y así tiene su cuadra toda la acera rasa
y las piedras pulidas, limpias como un espejo:
es el lugar del pueblo por donde más se pasa.
Y todo el que transita por el lugar sonríe;
una sonrisa irónica que su sorna deslíe,
y lee, allá en la esquina, un buen nombre burgués:
El del corregidor que la trazó. Después
cruza frente a la casa en que vivió y saluda
al hijo, que del S ol en su portal se escuda.
PICHARDO Y PERALTA, MAN UEL S ERAFIN
S anta Clara. Cuba. 1.866 – Madrid 1.937
EL CRIS TO DE ALONSO CANO
Largos cabellos y la barba fina
que al rostro cadavérico amortaja,
feral herida que el costado saja
y un puñal en la frente cada espina.
Al hombro flagelado el cuello inclina,
manos y pies el férreo clavo raja,
y de la Cruz el cuerpo se desgaja
como un arbusto humano que se arruina.
Ante ese rostro de marfil antiguo,
por todas las injurias profanado,
pienso triste: “¡Así fue crucificado!”
“¡Así fue el Hombre-Dios!” Y me santiguo,
y en tosco vaso divinal esencia,
mi ser baña un perfume: ¡la Creencia!
EL GALLO
Firme y erguido en la escamosa pata,
el pescuezo encendido y al desnudo,
lleva por arma el espolón agudo
este rey de corona de escarlata.
Mientras vive, con ímpetu desata
las dos pasiones de su instinto rudo,
y como signo incontrastable y mudo
del animal y el hombre, engendra y mata.
Ama y lucha; su tiempo se reparte
en victorias de Venus y de Marte.
Sultán de su comarca, le es vasallo
el rival que le canta y que le envidia,
y es Tenorio fecundo en el serrallo
y gladiador mortífero en la lidia.
SOY CUBANO
Visto calzón de dril y chamarreta,
que con el cinto del machete entallo;
en la guerra volaba mi caballo
al sentir mi zapato de baqueta.
De entonces guardo un Colt y una escopeta,
por si otra causa de esgrimirlos hallo.
Es mi gozo, en la paz, lidiar un gallo;
mi orgullo, improvisar una cuarteta.
Tengo en el monte una vivienda pobre,
que abrasa el sol y que refresca el río;
una divina Claridad del Cobre,
que me resguarda de dolor y murria;
una guajira alegre en el bohío
y una guajira triste en la bandurria.
TOLEDO
¡Qué evocación tu vista nos despierta
en muros, tallas, mármoles y herrajes!
Ciudad, no es necesario que trabajes:
tu gloria es perdurar viviendo muerta.
Una épica jornada en cada puerta,
por donde entraron pueblos y linajes;
cien leyendas en templos y almenajes,
y hasta en el polvo una lección abierta.
El alma busca el gótico postigo
por el que se asomara don Rodrigo
tras de la Cava, incitadora y linda,
y el baño de ladrillos encarnados
que aun parecen estar empurpurados
con las vírgenes rosas de Florinda.
ABRIL
Juntos Abril y Juventud, hermana
la ilusión, de lisonjas mensajeras,
cuando hay rosas en cada primavera
y no repite edad su flor temprana.
¡Juventud es Abril! Imagen vana
que dice el cuerpo “¡ven!” y el alma “¡espera!”
Torna al campo la verde cabellera;
no vuelve el oro a la cabeza cana.
¡Abril, te gozo con ardor, te gozo
con el ardor de amante siempre mozo!
¡Juventud, te me vas, con el profundo
dolor de irreparable despedida!
¡Juventud, corto Abril de nuestra vida!
¡Abril, eterna Juventud del mundo!
EX - LIBRIS
Ita y Urbina, en sus crónicas de las edades guerreras
que guardan en pergamino los más ilustres blasones,
citan el de mi linaje entre aquellos infantones
que en Cerdeña conquistaron prez en armas y galeras.
Monarcas diéronle honores y escudo; dobles calderas
montadas en campo verde, orla de plata, pendones,
hojas de higuera en el cerco y matizados airones
como crestas orgullosas de metálicas cimeras.
Tales honores y escudo de mi remoto abolengo
que ni pregono, ni luzco ni los valgo, mas los tengo,
Leyes de la Democracia y la Vida han de cumplirse,
y ellas estirpes nivelan en un blasón, el gusano.
Todos, razas de gusanos, mas debe mejor sentirse
el que nace de la flor quien el que nace del pantano.
METEMPS ICOS IS
A veces me pregunto: ¿En otra edad he sido?
Y cuando el sueño atávico es a mis horas grato,
un olor de ultratierra envanece mi olfato
y un eco muy distante acaricia mi oído.
El dolor que ahora siento: ¿antes lo habré sentido?
¿Acaso en otro tiempo el amor que hoy acato?
En mi vida de siglos: ¿será esta vida un rato?
¿Por dón de he transmigrado? ¿En quienes he vivido?
¿Por qué tan larga vida con distintas conciencias?
¿Por qué un ánima errante tras mil generaciones?
Yo no sé si son ciertas estas graves creencias;
pero también, a veces, en mis declaraciones,
siento el dolor cuajarse de muchas existencias,
como el arrastre impuro de mis reencarnaciones.
S ELLOS HIS PANOS
LA ARMERIA REAL
Museo de Marte, en tu recinto guardas
la historia en hierro de nación violenta,
cuyas hazañas más famosas cuenta
en morteros, mosquetes y alabardas.
Hoja y cañón de alfanjes y espingardas,
el orín otra vez los ensangrienta,
y tu amplio muro, envanecido, ostenta
ricas presas de flámulas gallardas.
Y en tus combas y férreas armaduras,
en que el metal conserva el ceño fiero,
aun se sienten latir, torvas y duras,
como de un pueblo el hálito inextinto,
bajo la escama rígida de acero,
las almas de Felipe y Carlos Quinto.
LAS CATEDRALES
Vetustas y grandiosas catedrales,
ensueños concretados en la piedra,
en vosotras se ve ascender la hiedra
y abatirse las ansias terrenales.
Apenas por los huecos ojivales
de los altos cimborrios, la luz medra,
y abajo el Miserere, nos arredra
entre caudas de sombras sepulcrales.
Para las almas puras y sencillas,
aun guardáis a su Dios; la muchedumbre
ya no os dobla, cual antes, las rodillas;
que sois, del siglo a la incendiaria lumbre,
como palacios de arte, maravillas,
como templos de fe, polvo y herrumbre.
PICO, REMEDIOS
Monovar. Alicante. Siglo XX
Escritora y Poeta.
QUIS IERA S ER...
Quisiera ser la nube vaporosa
que a los besos del sol se desvanece,
quisiera ser el lirio que florece
una tarde serena y luminosa.
Quisiera ser la brisa rumorosa
que entre aromas y trinos desfallece;
la gota de rocío que se mece
en el frágil columpio de la rosa.
Quisiera ser la lágrima sincera
que brota de los ojos del amante,
que sabe las caricias... y de agravios...
Y en mi bello egoísmo, hasta quisiera
ser en su labio fúlgido diamante...
¡y suspiro de amor entre sus labios!
EL VUELO DE UN PENS AMIENTO
Del cerebro a la cárcel tenebrosa
axfisiábase un bello pensamiento,
librarse quiso de tan gran tormento
y morada anheló más espaciosa.
Amparado en la noche silenciosa
lograr pretende tan hermoso intento.
Suspendida del alto firmamento
se le ofrece una escala luminosa.
Trepar quiere por ella hasta la luna.
Empieza la ascensión. Oscura nube
pone un beso en la luz, corta la escala.
Mas el gran pensamiento, con fortuna
las alas desplegando, sube y sube
cual suspiro de amor que el pecho exhala.
PICON S ALAS , MARIANO
Mérida. Venezuela. Siglo XX:
Poeta hallado en Internet.
SONETO PARA EL TRANS EUNTE S ONREIDO
DEL GRAN HUMORIS TA AQUILES NAZOA
Aquiles no es talón; Nazca naciente
entre burbujas de su humor logrado.
Grano de anís, jengibre confitado,
apólogo venido del Oriente.
El milagro en la plaza del mercado;
Aladino Nazca. ¡Tan ocurrente!
S ombrero de metáforas bullente
en el que vive un mago capturado.
Transformación de las humildes cosas
en vellocino de poesía dorada.
Aquiles, inventor de mariposas;
de estrellas nuevas en la madrugada.
Trasciende de las burla de sus glosas
una sirena azul, algo escamada…
SONETOS DEL D ES ENGAÑO
I
Oro, sangre y ardor. Baraja y dado
se jugó a la aventura de la suerte
como berrendo toro arrebolado
en la lid más viril venció a la muerte.
Y el amor, el amor inagotado
caliente linfa que el placer le vierte
dormido en la dulzura de un costado
la yerba núbil junto al roble fuerte.
Pero todo fue ayer. Tiempo asesino
por la helada pendiente se desliza
agostando las flores del camino.
Todo pasó, pavesa y desvarío.
Anuncio de la muerte en la ceniza
imagen desvelada del hastío.
II
Imagen desvelada del hastío.
Lenguas y leguas que borró el olvido
huérfana sombra del natal plantío,
alborozo y calor del primer nido.
Ahora ruedan las lágrimas del frío,
gélida estalactita es lo sufrido
y no resaca en su corriente, el río
las maravillas del botín perdido.
Toma la flor que disecó el pasado
el cabello de oro de la hermosa
para ofrendarlo a un dios innominado.
El polvo es ya cadáver de la rosa
y en le triste paisaje aborrascado
va marcando una sombra tenebrosa.
III
Señora Muerte, ya a su cita acudo.
Caballero formal, pago promesa
y lanzo con alegre ligereza
en la apuesta final, mi último escudo.
¿Por qué, si convidado de su mesa
me ofrece Su Merced trato tan rudo
un pan de piedra en la vecina huesa,
para le largo dormir, lecho desnudo?
Lánguida hiedra o ácida retama
aquí la nada empieza y voy con ella,
roto muñón o desgarrada rama.
Hundo en arena la cansada huella
ingrávido en la lengua de la llama
volar quisiera a la lejana estrella.
PICCOLI, HECTOR A.
Rosario. Argentina. Siglo XX.
Poeta hallado en Internet.
SONETO PARA FLAVIA
Entre el agua que baja y nos invita
a la demora, a ser, y la barranca,
se cerciora una gualda margarita
de que gira tras Flavia luz más franca:
la del hada que guarda en la manita
el secreto de hallar, que no la arranca
más que de la figura en que transita
a hora ígnea, otra flor, a tierra blanca.
Pues a quien ve, de hierba y de deshechos
alzarse un sol y arder ensimismado,
lo corrige el dulzor de tus derechos,
y escama y acumina hacia este lado
tu magia su involucro, y un aquenio
encierra el sueño y el número del genio.
LUNA
Ónfalo en el cielo matricial,
te desdoblas y unces a tu destino,
de sus rostros, cada uno peregrino,
fanal trino de noche y manantial.
Insinuada a deshora, boda es tal
de la luz y el reflejo del camino,
que el placer se abisma en crisol albino,
marca de agua, la esposa, en el canchal.
A escabel virginal la savia sube,
menguan madejas, medra la marea,
si, atributo mendaz tras una nube,
de ópalo, perla o nácar se alabea,
y –dormido pastor- sueña un querube
con el tiempo que acendra y te recrea.
SONETO
Candelabro y recuadros en el barro,
el psicopompo atiza martingalas,
la ínfula ardida del arcén exhala
del enigma del alma en un guijarro.
Atina entonces un trombón bizarro
a ensordinar los ayes del que jala
de sí mismo, cabito de luz mala
lastrándole a Caronte el despilfarro:
se aleja sí, deslíe y rememora
el tacto exacto y turbio de las horas
en que injerto, abúlico, pendiente,
sentía el vacío entre los dientes
y el virtual rasguido desde dentro
como un mar primordial buscando el centro.
SONETO
Limita el limón la pluma y deja
sus ínsulas de jaspe al copo vi vo,
que difunde prisión en el motivo
de trinar y abismarse tras la reja.
Del cielo la fracción cunde en la queja
que desgaja un canto genitivo:
punto extenso y letal, estar cautivo,
si el cielo a la tierra se asemeja.
¿Y es el otro límite, el del ágata,
en el que la “misión” se desacata,
cae el ala, la vela se derrumba,
a expiar el equilibrio en dura liza ,
cuando el mundo incide y la ceniza
insinúa ya el vuelo a ígnea tumba?
MADRE
Fábrica ambigua de ansiosos biseles,
seno que acude a voraz singladura,
amalgama que acendra siendo impura,
madre, un niño dura donde dueles.
Si el fuste unce a la tierra capiteles,
tu ascenso circunvala y asegura
un lecho ciego a la carne madura
con hieles mistrales y ahincada mieles.
La pátina que cubre la pupila
no te arredra: de láctea haces la mancha
vía, al aire imanado que aniquila.
Nadie se ve cuando el tiempo se ensancha,
reducidos los rasgos a bosquejos,
con ajada acuidad caer a lo lejos.
LA S EGADORA
Estrella negativa del ramaje,
cela una almena mínima en la sombra
las copas del color, su sed trasnombra
la inquietud del captor de este paisaje;
y ante el bosque, un haz sesga el ultraje
de la luz, la marea en que se alfombra
el pardo y leva -¿vuelve a quien la nombra?la geminada albura de su traje.
Entre la mano franca y la aludida
yace la hoz, ocultando de la estela,
en la materia verde de la tela,
el sentido del rumbo; el aire quieto
revierte en el fragmento y la medida
del asombro que guarda su secreto.
A GERMAN NEVE, GUITARRIS TA
Y el tiempo cesó. Un abra en la noche
te exime de la edad y te exalta
al acorde inaudito en que tu falta
desafía el oído a que derroche,
pues la vida, Germán, tan dispendiosa
de ti y de tu hermano, ha de guardar
una ambrosía en el paladar
con la que nutriréis a cada cosa.
Afina, ten tu púa, y sé Orfeo,
recama carne y piedra de sonido,
desmiénteme la letra en que te leo:
ve y retorna, y vuélvete, y amarra
la suave visión de lo que ha sido
al enjambre que crece en tu guitarra.
PIEDRA, FRANCIS CA
Almería. Siglo XX.
Poeta hallada en Internet.
S UENA EL ARPA
Cuando escucho unas notas musicales,
musas, ninfas… acuden a mi mente,
el alma es un volcán y es una fuente
de imágenes, sonidos celestiales.
Y vuela hasta posarse en los umbrales
sosegada, tranquila y dulcemente
contempla aquel paisaje tan ingente.
Cae la lluvia detrás de los cristales.
Con lágrimas de luz, melancolía,
las ninfas y las musas se han dormido
en su lecho de azules y de estrellas.
Luego entre lisonjeras melodías
resurge el corazón más instruido…
Suena el arpa versando a las doncellas.
SONETO A LAS BOLILLERAS DE ALMERIA
Un soneto al encaje de bolillo…
Mi ofrenda es para todas, bolilleras,
que sois tan afanosas, sandungueras
por decantar salero en el mundillo,
pues hurgáis con tal gracia ese palillo,
trazando filigranas, revoleras…
Usanza que trasciende varias eras
al igual que ese viejo fandanguillo…
que cantaban antaño las abuelas.
Es hermoso crear esa adicción,
derramando bonitas cantinelas,
moviendo los palillos con tesón.
Si en tal arte se pone el corazón,
quedará el alma libre de secuelas.
PIEDRA, FRANCIS CO S IS TO
Matanzas. Cuba. 1.861 – Cárdenas. Cuba. 1.918
Poeta.
LABOR CONS TANTE
Nada en el mundo en su quietud extraña
yace en estéril ocio; allá en el llano
forma el árbol futuro el seco grano,
y el átomo de polvo la montaña.
El aura tenue la floresta baña
de fecundante polen; del pantano
surge la nube, y tórnase en océano
y crea el pez dorado en su honda entraña.
La flor labora en su cerrado broche
su aroma; llena el pólipo escondido
de bosques de coral la mar sombría,
y el ave gigantesca de la noche,
cubriendo silenciosa en su amplio nido
su áureo huevo de sol, incuba el día.
HOMENAJE
Un cofre es tu violín de musicales
joyas que se derraman a torrentes,
como aquellos tesoros sorprendentes
de los antiguos cuentos orientales.
Se oyen en sus armónicos raudales,
aleteos de pájaros nacientes,
risas de ondinas en serenas fuentes
y trinos de canarios y turpiales.
Al poder de tu magia transformado,
se agiganta mi numen desmayado,
subo a las cumbres del excelso Pindo,
y en esta hermosa fiesta de las almas
las copas de esmeralda de mis palmas
de estrellas lleno ¡y por tus glorias brindo!
LA MOLIENDA
EN DIAS DE ES CLAVITUD
Raudo y sonoro los espacios hiende
del ronco pito el imperioso acento,
y al chasquido del látigo sangriento
la humilde tribu su faena emprende.
El húmedo bagazo se desprende
del conductor pautado al giro lento,
y el pobre siervo a su labor atento
por el ancho batey al sol lo extiende.
Entre las férreas mazas comprimida
cruje la caña; la gigante torre
como humeante volcán se ostenta erguida,
dulce guarapo en los canales corre,
y en su oleada de miel no logra al cabo
endulzar la amargura del esclavo.
EL CRAN EO DE LA S ELVA
En el hueco de un cráneo carcomido
que el hado, cual corona funeraria,
puso sobre la peña solitaria
de una selva, hizo un pájaro su nido.
Vagando yo, en mis sueños embebido
por aquella región hospitalaria,
llegué a la agreste peña cineraria
y vi aquel cráneo, emblema del olvido.
Y cuando entre las ráfagas del viento
esperaba escuchar el triste acento
del grito postrimero de su inerte
boca, o con el alma estremecida,
salir de aquel despojo de la muerte
el trino placentero de la vida.
UN CONS EJO
Cuando llegue a tu asilo algún viajero
con la luz del placer en la pupila,
si no sabes quien es, con voz tranquila,
antes de abrir, pregúntale primero.
Pregúntale quien es al que, altanero,
al llamar a tu puerta no vacila,
al que en su porte y apariencia estila
los modales de un rico caballero.
Pero al que débil tu favor reclama
y ante tu hogar, jadeante, se detiene,
al que triste sus lágrimas derrama,
al que te pide un pan porque hambre tiene,
no preguntes jamás como se llama,
cuál es su patria, ni de donde viene.
PAIS AJE (1)
Arriba, UN áureo sol que de un celaje
en el lecho de nácar se reclina,
y abajo, una vivienda campesina
como el nido de un ave entre el follaje,
Cerca, un hojoso y pálido boscaje,
y allá, a la falda de gentil colina,
una sonora fuente cristalina
y un pájaro que riza su plumaje.
Doquiera, como signos de esperanza,
verdes mantos de fértiles praderas,
y en alegre y risueña lontananza,
extensa guardarraya de palmeras,
semejante a un ejército que avanza
desplegando a los vientos sus banderas.
PIEDRA BUENO, ANDRES DE
Unión de Reyes. Cuba. 1.903
Poeta.
TU ME HAS VIS TO LLORAR
Tú me has visto llorar... Una mañana
se vidriaron los ojos de mi madre
y, candorosamente, me dijiste
un secreto de amor sobre el cadáver...
Tú me has visto llorar... Has compartido
mis horas más intensas y más grandes
y en la trémula lupa de una lágrima
has leído mis íntimos paisajes.
Luego semanalmente, la visita
del mensaje floral, y en tu mirada
una madre ideal que resucita.
¡Yo siempre estaré en ti! ¡ No sé que tienes!
Hoy la tumba se encuentra abandonada.
Es necesario retornar. ¿No vienes?
PIERRA D E POO, MARTINA
Cuba. Camaguey. 1.833 - La Habana. 1.900
Poeta hallada en Internet.
LUCRECIA
De patrio ardor el corazón se inflama,
y lucha en la batalla Colatino:
mientras el hijo del feroz Tarquino,
urde contra su honor, horrible trama.
Vuela aquel do su esposa le reclama,
y oye su acento, noble y argentino,
que le dice morir es mi destino,
manché mi honor, pero salve tu fama.
Perdona, pues, si a nuestro amor esquiva,
y de vergüenza y de dolor cubierta
un puñal en mi seno calvé altiva.
Ya la existencia es para mí desierta…
Y antes que intentes perdonarme, viva,
¡honrada quiero que me llores muerta!
AULO GELIO
Por caprichos de un César insolente,
que humilde acata un pueblo corrompido,
en el Circo de Roma, envilecido,
la inmensa multitud ruge impaciente.
S alta el león sobre la arena ardiente:
sacude su melena enfurecida,
arrójase a su víctima atrevido,
y al llegar retrocede de repente.
El esclavo infeliz, Androcles era…
le conoce el león, lame su mano
en prueba fiel de gratitud sincera:
Acción hermosa que enseñó al Romano
que es más noble el instinto de la fiera
que el alma despreciable de un tirano.
PIGA, ANTONIO
Una de las grandes figuras de la Medicina Española.
Catedrático en Madrid.
ANTE LAS RUINAS DEL ALCAZAR
Fuiste mansión de infantes españoles,
hidalgos con venera bien ganada,
curtidos con el brillo de los soles
que alumbraron la toma de Granada.
Quisieron abatirte... ¡Loco empeño!
Si cayeron tus muros venerables,
no lograron sacarte del ensueño
de tus glorias hispanas perdurables.
¡Oh, torpeza! Creyeron que la llama
que alumbró la sin par épica escena
destruiría tu perenne fama.
Nadie te olvidará. Marte te aclama
con servidumbre a tu grandeza plena.
Y tu lucero... Moscardó se llama.
PIMENTEL, FRANCIS CO
Venezuela. Caracas. 1.899 – 1.940
Periodista, Escritor y Poeta
Hallado en Internet.
DES AHUCIADO
Me han visto nueve médicos. Los nueve,
de nuestra Facultad ornato y gala.
Los nueve encuentran mi salud tan mala,
que me debo morir en plazo breve.
Congestión en el hígado, y no leve;
bronquitis, de la tisis antesala;
un riñón de su puesto se resbala
y el colon no funciona como debe.
Yo morir no me siento… Pero, ¿cómo
nueve sabios así de tomo y lomo
se van a equivocar sobre mi suerte?
¿Que me debo morir? ¡Venga la muerte!
¡Todo antes que dejar en la berlina
a media Facultad de Medicina!
PIN EDA, JUAN D E
España. S iglo XVII
Poeta y Religioso.
RES PUES TA A DON LIS DE GÓNGORA
POR NO PREMIAR S US VERS OS EN UN
CERTAMEN.
En la justa muy justa la sentencia
dio el Padre Racionero almidonado,
sino os contenta un so, no es de cuidado,
que un arre os vendrá bien, tened paciencia.
Al fin os consoláis, que esta dolencia,
es más antigua en Vos, y este pecado;
y así lo confesáis, que habéis quedado,
sin premio por divina providencia.
Es justa de una rosa Espina vete,
que aquí querer picar es desatino,
porque en cosas del Cielo nos promete.
Decid tu ingenio siempre, no te atino,
que como está en tal caso mi bonete,
picos le sobran, y le falta tino.
PIN EDA NOVO, DANIEL
Coria del Río. España. 1.943
Escritor, ensayista. Filosofía y Letras.
Poeta hallado en Internet.
AQUELLO QUE YO QUIS E S ER Y NO PUDO
Este sol, esta luz, esta alegría,
esta brisa –frescor de primavera-,
este arranque de vida pasionera,
este efluvio de amor y de alegría...
Este quiero quererte todavía,
esta calma del mar caracolera,
este cielo brillante –azul quimera-,
esta nube violeta, esta armonía...
Anuncian que tu amor jamás ha muerto,
que tiene esa vivencia ultraterrena
de un algo que en el mundo aún no es cierto.
Mas, yo quedo triste, solo, mudo,
sufriendo ya de mí la inmensa pena
de aquello que yo quise y ser no pudo.
Y S E HIZO LA LUZ
Al principio fue el caos, fue la nada,
fue el páramo, el desierto… Fue el vacío…
Después, el nacimiento de un gran río,
el germen que dio vida a la alborada.
Y se hizo la luz –pura cascadacomo brisa que esparce su rocío,
y fue la primavera y fue el estío,
en un mundo de paz eternizada.
Y surgieron los peces y las flores
-un cálido arcoiris de coloresy las aves que el viento al cielo lleva…
Y el aire, que es secreto de la vida,
trajo un soplo de amor, de amanecida:
El hombre y la mujer, Adán y Eva…
PIN EDA Y BAS CUÑAN, NÚÑEZ D E
Chile. Siglo XVII
Poeta hallado en Internet.
SONETO
¿Quién hay, Señora, que valerse quiera
de vuestro santo nombre que no alcance
con lágrima orando, al primer lance
lo que imposible al tiempo pareciera?
¿Quién hay que en vuestras manos se pusiera,
Virgen sagrada, en peligroso trance,
que en el mayor trabajo no descanse,
y su esperanza fin dichoso adquiera?
Bien manifiesto está en mi larga suerte,
pues que entre tantos bárbaros contrastes
quisisteis libertarme de la muerte.
Gracias os doy ya fuera de debates,
estimando el favor y si se advierte,
jamás imaginado entre rescates.
S ANTÍS IMA MARIA
Sin fin el que es y fue sin haber sido
al principio crió el voluble cielo;
negó hasta el cuarto día dar al suelo
tan próvido planeta el sol lucido.
Inmóvil por entonces fue tenido,
si después, generoso en su desvelo,
y al tierra cambiándole el consuelo,
mostró su campo verde entre florido.
A semejanza el cielo de María
mayores glorias cifra para el hombre
al recibir el sol que en sí no cabe.
Reconocidos pues aqueste día
invoquemos, Señora, vuestro nombre:
Ave María, todos digan. Ave.
PIN EL Y MONROY, FRANCIS CO
España. S iglo XVII
Poeta.
RES OLUCION ANIMOS A DE
AMANTE D ES ES PERADO
Yo romperé los duros eslabones
desta horrible cadena con tal brío,
que de una vez redima el albedrío
del dominio infeliz de las pasiones.
Aunque intente con vanas ilusiones
aliviar este peso el desvarío;
que por estar dorado el hierro impío,
no siento menos graves las prisiones.
Difícil (no lo dudo) es el intento,
cuando tan noble parte de la vida
ciega se implica en los robustos lazos
Mas, venceré el dolor con el aliento
para dejar el alma desasida,
y quede el corazón hecho pedazos.
A LAS RUINAS DE NUMANCIA
Estas piedras que miras esparcidas,
fueron un tiempo muro; aqueste llano
que contemplas desierto, a culto vano
fábricas nobles ostentó erigidas.
Aquí más de una vez fueron vencidas
las coronadas huestes del Romano;
yacen del tiempo agora y del tirano
olvido sus grandezas confundidas.
De las ruinas apenas se presume
que fue Numancia: pues de tantas glorias
ni a la ceniza perdonó la llama.
La edad, Fenisa, todo lo consume:
no adquiere la constancia más memoria;
ni ha de tener la obstinación más fama.
SONETO
No el rebelde peñasco en su dureza
la religiosa máquina asegura,
ni al desvelo de docta Arquitectura
le debe eternidades su grandeza.
Sino el celo real, cuya fineza
en los incendios de piedad se apura,
y la estable constancia con que dura
le sirve al edificio de firmeza.
Por él también la Augusta Monarquía,
apoyada en sus místicos cimientos,
aspira a duraciones inmortales.
Mal podrá de los siglos la porfía
alterar unos, y otros fundamentos;
pues no estriban en causas materiales.
PINILLA BARTO LOME, C ANDIDO
España. S iglo XIX.
Poeta hallado en Internet.
S oneto publicado en “La Voz de Peñaranda”
el día 21 – VIII – 1.881
CON MOTIVO DE LA INAUGURAC ION
DE UN NUEVO TEATRO EN LA VILLA
DE PEÑARANDA DE BRACAMONTE
¡S alve, pueblo inmortal! en tu presencia
yo me inclino a tu nombre proclamando
hoy, que otro templo al arte consagrando,
haces grata a la gloria tu existencia.
S obre este altar, que alzó tu persistencia,
los Genios de la escena irán pasando:
y al pasar, como el sol, irán sembrando
la luz y la verdad en tu conciencia.
¡S alve, pueblo inmortal, que la cultura
tienes por norte y por constante guía!
Tu próspera grandeza está segura.
¡Ah! si otros pueblos con igual porfía
imitasen tu ejemplo y tu cordura..
pronto España feliz nos renaciera.
PINILLOS , MANUEL
Zaragoza. 1.914
Licenciado en Derecho
SONETO
Ah, qué suplicio. La palabra. Miro
debajo de las cosas: ahí se esconde
es palabra, esa palabra. ¿Dónde,
en qué rincón de la palabra? Aspiro
corro a aspirar -cuánta ambición- deliro,
deseo que se me una, toco en donde
aun nadie puso el dedo y ¿qué responde?
¡Esa palabra, esa palabra, el tiro
por la culata de mi arder, de mi alma
que quiere asir, que quiere atar!... No. calma,
bajar la mano, puntería que huye,
afán sin diana. La palabra oculta,
inconseguible, salta, escucha, insulta.
¡La palabra esa herida, me destruye
PINO, FRANCIS CO
España. Valladolid. 1.910 – 2.002
Escritor y Poeta.
S ABOR DE AMOR
Un concierto de lises y espadines,
una quietud de errantes cascabeles,
un terrible león todo de mieles
y un silencio de luz todo clarines.
Un llanto de rocío en los jardines,
una risa de sangre en los claveles,
un corazón poblado de corceles
y una lengua habitada de jazmines.
De seda un gladiador; de hacer, un niño;
un martirio de miel; un mar ardiendo,
y de cardos un campo que es de armiño.
Un lenguaje que entiendo y que no entiendo,
un siglo que transcurre en sólo un guiño
y un no sé qué que queda balbuciendo.
LA FLOR D E LA ZARZA
Nadie supo cuán quise yo a este sitio
aunque este sitio sea tan extraña
nada. Le amé tan mucho y tan extrañamente que un día supe que este sitio
menos que pompa se venía a nada.
En el cosmos, lo sé, nada es el sitio
donde quise quedar. Y en este sitio,
que no es nada, quedar es no ser nada.
Flor de zarza en el orbe es este sitio,
sitio que dura cuanto dura un junio
un mes o quizás menos, justo sitio
y justo tiempo; el de este extraño junio
que un granizar de pronto le hace un sitio
para otra flor de zarza en otro junio.
SONETO
El soneto es tan ágil como un brinco;
brinco de corazón o catarata
despeñada en un tiempo que delata
el deseo del curso hacia un ahínco
de no ser y de estar. En él afinco,
en vuelo, la ilusión más inmediata,
y así, en el mismo olvido, me retrata
desvanecido allí donde me hinco.
Alma de espuma y cuerpo de suspiro,
tornar pretende en mármol el respiro
como lo quiere el río en este salto
blanquísimo, sonoro, ardiente y frío.
Mas sólo en el pasar mantiene el brío
y habrá de ser su piedra el sobresalto.
SONETO
S oy de las nubes, Dios, de los idiotas;
y por serlo me alabo y te doy gracias;
prefiero a las victorias con desgracias
por no serlo, las límpidas derrotas.
Lo soy, pues soy amigo de remotas
volutas, Dios; amigo de esas gracias
tranquilas, muy tranquilas, sin falacias
ni historias que, benévolo, alborotas
pero –como a las nubes- de evasiones
y de iluminaciones y elegancias.
¡Oh nubes, de Tu paz ilustraciones!
Huya de las del mármol petulancias.
Quede, como el idiota, en intenciones
de nube, y sean de aire mis ganancias.
SONETO
Como frenado estuve día a día
aunque estuve también desenfrenado;
viento disimulado, pareado
que junté tierra impía a tierra pía.
Tan pía que lloraba o quizá ardía
de lujuria o de hielo, hombre estancado.
¿Qué compás sin compás acompasado
mi pie zafaba cuanto más volvía?
Así viví los años, sin vivirlos,
ajustado a los peces y a lo mirlos
a los deslices y a los silbos varios.
Jamás supe si fui diamante o turba,
transparente o tupido, recta o curva;
sé que viví tan sólo de adversarios.
AS I, PRENDIDO…
Así, prendido de la espesa rama
como a un nuevo Absalón me viste atado.
Oh espesa rama que me tiene alzado
a un viento vivo que ternuras brama.
¡Oh viento! ¡Oh toro! ¡oh llanto! ¡Oh luna! ¡Oh llama!
que a mi cuerpo con saña has castigado;
ya como vaso de dolor sobrado,
mi corazón sangrando se derrama.
¿De qué ternuras dulces eres río,
árbol crecido en tierras de desvío,
cielo con ramas de sutil locura?
Espero muerte viva,, fuego frío,
de tu lanza de fino desvarío;
clavado corazón: dicha insegura.
EL PECHO
Aquí cesa el clamor, ya nada canta.
Aquí el silencio su contorno imprime.
S ólo el pecho, nevado y tan sublime,
de pie puede servir a la garganta.
Ya, como con las albas, se levanta,
o, como con las tardes, se deprime;
su femenino día nos encanta;
con su esplendor de oscuridad redime.
El ritmo de lo humano él lo condensa,
cofre es de aquello que la mente piensa,
donde la eternidad se guarda breve.
Si el corazón se ofrece en esa altura,
respire en esa cima la ternura,
mitíguese mi ardor sobre esa nieve.
EN ES TAS HOJAS
En estas hojas blancas estás presa,
nadadora de noches perfumadas;
aquí, tu voz, tu risa, tus miradas,
esta rama de amor tejen espesa.
Desde el pálido gris a la frambuesa,
del cálido tabaco hojas doradas,
todas tus sombras rinden concentradas
aguas de una corriente que no cesa.
Oh lento surtidor que sombras mana,
tranquilas formas de figura humana,
en líquidos topacios ya resuelto.
esta tu oscura piel de alga morena
cambia la espesa rama en fuerte vena,
y en yodo crece: surtidor esbelto.
EN OTRO OCTUBRE
María, a nuestro lado, ¿qué rugía?
Luz de octubre encendía la mañana.
Mas luz de primavera en ti dormía,
y luz en mí, de primavera humana.
El Parque del Oeste en guerra ardía.
¿Qué importaba la muerte en tu ventana?
Amor era el fusil que pretendía
quitarnos vida con la más lozana.
¿Quién en la primavera, di, se muere?
¿Quién bajo de esta luz se moriría?
La muerte no era nada dentro y fuera.
Decías: Moriré por quien me quiere.
Y yo: por quien me quiere, repetía.
No hay muerte –ni aun muriendo- en primavera.
GEN EROS A LUZ
¿Qué importa cuando o es azul o rosa,
pequeño violeta o rojo suave?
¡Ay, lo que pasara, tal vuelo de ave,
conmueve la mirada más ansiosa;
lo que no volverá!... Tan minia cosa
como el rubor de un rostro, que se sabe
que se habrá de olvidar, con la más grave
emoción sella el alma. ¡Oh generosa
luz del olvido y de la muerte: sombra
que da el volumen líquido a la vida,
nimiedad por la que el vivir asombra!
Di, en lo que ya no volverá, ¿no anida
el porvenir más grato? ¿No se nombra
con lo que muere toda nuestra vida?
LA CINTURA
Cicatriz de los hálitos; censura
como trémulo párpado; un rocío
del insomnio esculpido, tu cintura
de diminutas flores albedrío.
Es, tu cintura, tálamo de un río
exhausto en un suspiro sin holgura
-un gorjeo, una lágrima y un bríode minúsculos besos mordedura.
Su corriente me arrastra arrolladora,
nardo angustiado de sedosidades,
donde el pistilo es sol, dedal la aurora.
S on huellas de jilguero sus edades
y en un copo de nieve arde su flora
compuesta de rubor de eternidades.
LA NARIZ
Aquí, sí, pulcritud de pulcritudes,
perfil al vuelo afín, nivel de ardides,
estás, oh mariposa que divides
cielos de nieve y rosas de laúdes.
Oh cuán lírica maga de altitudes
que fiel de reinas majestades mides,
oh muda augusta, en soledad, que impides
junto a ti, rosa impar, similitudes.
¡Ay primorosa reina de jazmines
entre dos verdes fuegos encumbrada
a ser espada-atril de serafines,
símbolo de existir, nota encarnada,
la breve humana majestad defines,
dije de orgullo con revés de nada!
LAS CEJAS
¿Quién ha escrito en tu frente esas leales
frases tan misteriosas, tan oscuras?
Fronteras para el nácar, nervaduras
de ónice en unos cielos aurorales.
¿Qué dicen, qué dirán esas geniales
de dos noches curvadas miniaturas?
Palabras bien trazadas, bien seguras
como dos de azabache arcos triunfales.
¿Firmas son o son sombras o son rejas?
S ólo sé que un dios niño entre esas cejas
se debate en prisión, ¡rejas morunas!
¿Qué firman? ¿Qué sombrean? ¿Qué aprisionan?
¡Qué importan! ¡Para el cielo que coronan,
blanco y verde, ellas son dos negras lunas!
LOS PIES
Milagros de cristal, ciegos delirios
en rubios mares de fervor mojados,
rocíos de la aurora coagulados
en párpados de luz, silentes irios.
Broches del cielo, presurosos lirios
donde acaban dos ríos nacarados;
de plumas y de pétalos candados
para cerrar caricias y martirios.
Sellos blancos que forman tu figura,
llaves rosadas, rúbricas de albura:
¡oh dos recuerdos de ala disecados!
Aquí están, versos míos, rosas tuyas,
para siempre tenerte y que no huyas,
por la misma esperanza atenazados.
NO CABE HIS TORIA
Has de quedar, así, dominadora
del tiempo y muy presente, aunque recuerde;
yo te digo, mujer, que no se pierde,
si fue de hermoso amor, ninguna aurora.
Como ahora has de quedar; no en otra hora;
los mismos años en tus ojos verdes;
las mismas primaveras que ahora muerdes
morderá para siempre como ahora.
Porque la gloria de tu edad señala
como un ala en el aire, como un ala
un peligroso azar que no peligra.
No pienses que caerás en la memoria.
En gloria de verdad no cabe historia.
Juventud con amor jamás emigra.
S IMA DE AMOR
Resbalando por esta sima umbrosa,
yendo sin freno el pie tras la mirada,
la mano tanteando en piedra helada,
y presa la mirada en lumbre hermosa,
por esta sima voy. ¿Qué luz undosa
de antorchas te me muestra, mi ignorada?
¡Oh inofensiva unión y peligrosa
la de la llama a la pupila atada!
Todo al revés se ve, y a la deriva,
por esta oscuridad que luz trasciende
donde el misterio del amor estriba.
Y si la muerte siento que en mí prende,
también me gozo al verla ardiendo viva
si los caminos de tu alma enciende.
LA POES IA
La poesía susurró muy bajo:
“Forma da a tu vivir pero aeriforme”.
Y a tu engaño accedí, con el conforme
estuve al ver fantasma mi trabajo.
En cualquier cruce pregunté a destajo
y me repuso el verso como enorme
serpiente. Le atendí. Justo es que hoy forme
con la perduta gente donde encajo.
Por poeta me odié pues viví en vilo.
Supuse que volé, mas tuve un hilo
que ató mis alas. Fui febril talego
la poesía que cargué en mi vida.
Me arrojó de la luz de amanecida
pero fue el lazarillo de este ciego.
PINO, JOS E DEL
Almería. España. Siglo XX.
Poeta hallado en Internet.
LA HUMILDE VIOLETA
Eres como la Fe, pura y sencilla;
pues tu olor te descubre en su momento.
Eres como el amor en su sustento,
de todas las virtudes, maravilla.
Violeta entre tus hojas escondidas,
regalando el perfume por el viento
al sueño del poeta y su talento,
y maestra en las cosas de la vida.
La soberbia es locura delirante,
trastorna sentimientos cada instante,
si nada tiene su feliz sentido.
Con la humildad es todo merecido,
la violeta es su símbolo constante,
como un sol entre nubes escondido.
PINTADO, AURORA
España. S iglo XX.
Poeta hallada en Internet.
EL ANGEL
Belleza de los puntos cardinales
se derriten bajo el ángulo de
la escalera metálica plegable
única que queda a un Jacob insomne.
Para hacerme este traje de cristales
tuve que descender hasta el asfalto
y en el asfalto distinguí los cables
cortados que un día fueron mis venas.
(expersona neoángel tecnológico
-monstruo que te dibuja entre destellosle dice a los niños perdidos que
mamá y papá ya se han olvidado
del arco iris de los charcos de aceite
es la plataforma ideal para el salto.
PINTO, MANUEL MARIA
Bolivia. 1.872 – 1.942
Poeta hallado en Internet.
IN ILLO TEMPORE
Benditos los que creen. Y mil veces
benditos los que saben que su ciencia
principia con el credo; y su conciencia
no la embarcan en cáscaras de nueces.
Y benditos los S antos que en las heces
de la duda moral y su inclemencia
no infestaron las almas; y a la esencia
del Bien final –de Dios- dieron sus preces.
Y bienaventurado el que ha creído
que sabe que no sabe; y que es locura
no creer que es limo lo que limo ha sido.
Y bienaventurado el que la impura,
la insana corrupción ha resistido,
Quijote de la mística aventura.
PINTO, OCTAVIO
Argentina. Siglos XIX – XX
Poeta.
EL BUEY ZARCO
Es honda noche. El buey enloquecido ronda
la casa de la estancia; roncos perros le ochean,
con su mugir parece desarraigar la fronda,
y deshacer las fieles brasas que aun cuchichean.
Ahora se da la vuelta por el río. S ostiene
de su cuello un gran yugo –hiere el yugo la tierra-,
ya chapotea el agua; de pronto se detiene.
Es sólo para alzar un mugido que aterra.
¿Qué hierba le ha embrujado? ¿Qué luna, que sonido,
ha roto de sus pasos el ritmo de guerrero
con que ahuecaba el surco cabe el arado uncido?
Es el buey zarco de la estancia. Tambaleante
baja por los riberos, recorre el campo entero
siempre mugiendo sordo, como un trueno distante.
EL NIÑO DEL CUENCO
Un niño en la ribera del río, estremecido,
con un pedernal raya la tosca piedra dura;
el claro instinto de arte por mi raza perdido,
hoy, en tus manos trémulas de pasado, fulgura.
Heme acercado –bárbaro- a la feliz criatura
para advertir el trazo que su mano ha pulido
sin querer profanar con mi avidez impura
su rito prehistórico gemelo del olvido.
S obre la toba negra, Juichu, el niño, grabados
tiene tres dardos; brillan cual rayos en la noche...
¡cómo miran al cielo sus ojos deslumbrados!
Diríase que tornan desde una ingente mina
húmeda de tinieblas del inca Huiracoche,
y que vieran el rayo de oro que les fascina.
PINTO DE LA ROS A. PEDRO
España. 1.898 - 1.947
SONETO
Vuelvo los ojos al ayer distante
que, envuelto en niebla, yace allá a lo lejos
y lo miro brillar en los reflejos
de este sol que ahora surge en el cuadrante.
¡Oh, maravilla de este bello instante!
Corazón, vuelve a darme tus consejos,
que siento revivir la agonizante,
marchita flor de mis amores viejos.
Y he de volver a amar tan sin medida,
que este amor de locura sea en mi vida
como una inmensa y roja lumbrarada.
Tal un largo crepúsculo sangriento
sobre el tapiz azul del firmamento
antes de la honda noche desolada.
PINTO ES CALIER, ARTURO
Argentina. Siglo XX.
Poeta hallado en Internet.
I
Hubo en la sabia unión de nuestras bocas
un añejo sabor de golosina
familiar. Y aquellas reyertas locas
tuvieron siempre la misma divina
finalidad: un beso que redime
de lejanos dolores y compendia,
el secreto afán que el rubor reprime
y la frase que el corazón incendia.
No sé cuanto tiempo, gentil señora,
gozamos de la vida así. Mas una
de esas tarde que el sol apenas dora
y en el que el reír al suspirar se aduna,
hubo tanta pasión en mi alma, que
se extinguió como una rosa de té.
II
Desde entonces, señora mía, llevo
un perpetuo vivir de remembranzas,
y en noches de luna, como ésta, bebo
en vuestros pardos ojos esperanzas.
No sé si es vano presumir el mío;
mas en mis instantes de ensueño, creo
que hay en vuestro pecho ducal, un río
de sentimiento que agotar deseo.
Amémonos, señora, sin la vana
fórmula que el gozo de amar destruye;
fundamos nuestras vidas en la humana
languidez de esta noche que diluye
pasión, como esa gota de champaña,
que el cristal de vuestra pupila empaña.
III
Oyó la dama mi galante ruego
que hoy su monótona viudez disipa,
con aquel amable y gentil sosiego
que de antiguos romances participa.
Su blanca mano levemente esquiva
se agitó a mi contacto clandestino,
como una suave flor de sensitiva
abierta a las injurias del camino.
Después en la noche de luna y seda
hubo arrullos y ensueños y ambrosía
bajo el amplio tremor de la arboleda,
mientras la fuente en el jardín reía
esa risa infantil y cristalina
que en los amados labios se adivina.
PINTO GROTE, C ARLOS
España. S iglo XX.
Reside y ejerce como médico en Santa Cruz de Tenerife.
TRES SONETOS PARA UNA MUJER
1
Vuelvo a tu amor y vuelvo a tu mirada.
Vuelvo a tu voz y vuelvo a tu cintura
y a la serenidad de tu segura
frente tranquila, como tú, anhelada.
Si te perdí, perdí mi vida, amada.
Al darme cuenta de mi desventura
lloré sangre de ausencia, entre la oscura
soledad de mi vida desolada.
Por eso vuelvo a ti, porque en ti quiero
vivir y ser, llorar, reír, morirme:
porque lejos de ti no estoy viviendo.
He de acabar con este desespero,
y en esta tarde clara he de sentirme
cerca de ti, mujer, y sonriendo.
2
Ayer era tu vientre el mundo mío,
tu dolor una forma de ternura,
y tu cuerpo una ausencia de cintura,
y tu calor para mi mano un frío.
Ayer eras el cauce de este río
de sangre, que en las sienes me asegura
tu destino de tierra viva y pura,
tu manera de siembra en regadío.
Ayer no fuiste la mujer que quiero
porque eres sólo carne transcendida.
Porque eras sólo impulso verdadero.
Una fuerza sin riendas ni medida.
Toda la luz, el universo entero,
una forma de Dios dando la vida.
3
Cada tarde sin ti, deviene en amargura.
Como un cantar sin tono, sin compás y sin norma.
Tan sólo entre mis brazos la ausencia de tu forma
y el frío de mis labios buscando tu figura.
Cada tarde sin ti es una tarde oscura,
un tiempo inmotivado. Y todo se transforma
y pierde su color, se evade, se deforma,
y queda, únicamente, la paz de mi tortura.
Tu recuerdo tan sólo, motivo de mi vida,
llena el aire de ti, de tu voz, de tu aliento.
Las ramas tienen queja de tu cintura herida.
Tus senos se difunden tranquilos en el viento.
Cada tarde sin ti deviene en un lamento.
La tarde sin tu forma es tarde ya vencida.
PINTOR, FRANCIS CO JUAN
España. S iglo XVII.
Poeta hallado en Internet.
SONETO EN LAS JUS TAS VALENCIANAS DE 1.600
Aunque libre de culpa, no se espanta
María, que la muerte se le atreva,
pues cual única Fénix se renueva,
y cual cedro incorrupto se levanta.
A la zarza de gloria, ardiente planta,
Dios quiere que el hermoso paso mueva;
no descalza del cuerpo el alma lleva,
aunque la tierra a do camina es santa.
Llega al puesto mejor que el cielo encierra,
pues fue el lugar su vientre de más nombre,
y el más honrado que se halló en el suelo.
Fue cielo para Dios acá en la tierra;
y con frutos de gracia para el hombre
será tierra divina allá en el cielo.
PIN ZON, NICOLAS W.
Colombia. Siglo XIX – XX
Poeta hallado en Internet.
A NARIÑO
¡Oh grande, entre los grandes el primero!
Descansa en paz, tu patria te ha olvidado.
No hay nada para ti; todo está dado...
¡Oh tribuno! ¡oh filósofo! ¡oh guerrero!.
Tu idea –o Dictador o prisionerofue la venganza del Derecho hollado,
sin que el rigor terrible de tu hado
pudiese quebrantar tu alma de acero.
Recibe así el desdén de tus hermanos;
sobre el oprobio de tu Patria, gime,
mas no la horrenda ingratitud te asombre;
que en esta vil generación de enanos
ya no alienta tu espíritu sublime,
ni hay mano digna de esculpir tu nombre!
A MARGARITA D E FLORENCIA
Hoy, al través del tiempo y la distancia
te miro aún!... Y en horas de extravío
pienso en mi lecho solitario y frío
aspirar de tu cuerpo la fragancia.
A media noche, en mi desierta estancia,
delirante abrazándome el vacío,
despierto ahora, y contra el pecho mío
sueño estrecharte en mi infeliz constancia...
Triunfo el deber. ¿Fui noble? ¿fui cobarde?
Con qué sabio desprecio sonreíste
al yerme de mi fuerza haciendo alarde.
Ya en mí del triunfo ni el orgullo existe:
hoy quiero ser feliz; pero hoy es tarde,
¡y a resignarse el alma se resiste!
A LA MUERTE D E GAMBETA
Por cipreses cambiad, republicanos,
el laurel que os ciñó la Patria un día;
vuestro dolor iguale a la ufanía
que ostentaran doquiera los tiranos:
Aquel que los esfuerzos soberanos
burló de despechada oligarquía;
Atlas que un nuevo mundo sostenía
-el Derecho- cayó, cayó, ¡oh hermanos!
Mas aun en paz no yace: su memoria
el homenaje espera – el que al coloso
pueda llegar- el digno de su gloria:
No débil llanto o mármol ostentoso...
ofrendadle ¡soldados! la victoria,
y él satisfecho se dará al reposo.
PIÑA, JUAN DE
España. S iglos XVI – XVII
Poeta. Amigo de Lope de Vega.
El mejor y más querido amigo
A LOPE D E VEGA
Lope, tu pluma (si el amor no engaña,
que amor suele engañar, y más conmigo)
atrévome a decir, si lo que digo
sufre la envidia, que es honor de España.
Si la fama a la vida no acompaña,
y tú la tienes, ¿qué mayor testigo
del don que el cielo repartió contigo?
Pues vive, escribe, imprime y desengaña.
Si en otro siglo juzga que viviste
la gente, que la inmensa copia admira
de lo que en estos años escribiste,
no cuelgues, no, la bien templada lira,
dure tu voz, que si antes de ser fuiste,
serás no siendo. Lo que vales mira.
A S AN IS IDRO
Los campos de Madrid, Isidro santo,
logran cristales, Ángeles y cielo,
fruto de los que siembran en el suelo
contento y gusto entre oración y llanto.
Aran por vos los Ángeles en cuanto
lloráis y aráis con vuestro amor y celo,
que quien cultiva en lágrimas desvelo,
corre al empíreo a Dios el velo, en tanto.
Surca Isidro la tierra, siembra y llora,
el fruto de sus lágrimas tributo,
es gloria donde anima, donde adora.
Que el alma en Dios y el rostro nunca enjuto
le dieron como perlas de la Aurora,
sembrando aquí sus lágrimas el fruto.
A LA MUERTE D E LOPE D E VEGA
Cinco mil años ya que alumbra y dora
el sol, nubes, estrellas, luna, cielos,
y al encoger los enlutados velos
a Alba, a la mañana, y a la Aurora.
Cinco mil años ha que la pintora
con divino pincel logra desvelos,
dibuja a Lope, dando envidia y celos,
que sólo en cuanto admira le enamora.
Cinco mil años sin haber nacido
hasta el sepulcro, pira, o Mauseolo,
otro Lope Es pañol murió el olvido.
No fue alumno del sol, fue sol, fue Apolo,
digno del templo que verá erigido
del Poeta Español, como el sol solo.
PIÑA, ROMAN
Siglo XX. Poeta hallado en Internet.
S ALE D E LA GUANTERA
Ruego por la presente, y con buen fin
otro aplauso a un poeta. El pobre está
muerto de amores: tiene de aquí a allá
agraviada a la musa, aunque el muy ruin
no para de sobarle el “yan” y el “yin”
Pezón y teta y muslo. El hombre va
isleño, es decir solo, en esta Espá
ña de la chirigota y el postín.
Alguien me ha dicho que anda d e pipero
vendiendo bolsas, torres y personas,
afónico, brillante y caballero.
Las musas por serviles y busconas
liban –Román- sin fe: tu pimentero
sólo corta Café con Amazonas.
PIÑ ER, LUIS A.
Gijón. Asturias. 1.910 – 1.999
Poeta hallado en Internet.
SONETOS
I
Quiero cantar la vida que me falta;
ser, todavía, material de fuego,
dar a la sangre su desasosiego
y a las cenizas su misión más alta.
Ser Fénix contra mí, día tras día,
conciencia repetida de la muerte
cada minuto, voz que me despierte
de cada sueño, de cada porfía.
Memoria que me de su fortaleza
contra la sangre de cada jornada
y contra la ceniza en la memoria.
Quiero cantar y como tanto empieza
nuestra vida de estar enamorada
la sangre. Será mía la victoria.
II
¿Qué busca el tiempo aquí entre sombras, ciego
sobre la mar, ardiendo como un faro,
ave fatal sin anidar, avaro
rigor que nos engaña con el fuego?
La noche está en los ojos. Claridades
temporales tropiezan, se recluyen:
Nuevas sombras de dentro restituyen
a su verdad las olas las edades.
Y siempre solos, llenos de memorias
en una eternidad seca y oscura,
se nos pierde la vida en al mirada.
¿Qué buscas en tu afán? Sus ilusorias
ansias de lucir sólo su figura.
La soledad me llama con su nada.
III
No sé si sueños; pero realidades
no. S ólo burla, acaso, luminosa;
juego de luz; tal vez, en cada cosa,
su momento celeste. Eternidades
menores, los minutos, cualidades
de mi dolor, de mi ansiedad, que acosa
con ímpetus sin norte la asombrosa
percusión –sueños no- de las edades.
Realidades no fueron. Mas tampoco
entelequias, fantasmas, desvaríos.
Los conozco en la huella que dejaron.
No sé si son verdad cuando los toco,
si previenen del cielo o nacen míos,
si son presencia aún, si ya pasaron.
IV
S obre el último sueño, en la incolora
solemnidad del ámbito vacío,
presagio de su póstumo desvío
un vuelo de gaviotas se incorpora.
Latente jarcia, que abrirá a la aurora
la luminosa vela del navío
cuando aún será pasión el mar sombrío
debajo de la luna rondadora.
Perdida ya de nuevo, entre la espuma
esponjada y gozosa en que la bruma
final se extrema, cauta y minuciosa.
Y al fin, de nuevo, el mar, ancha la vela
sin fatiga, glorioso. Y centinela,
otra vez en sus mástiles la rosa.
PIÑ ERA, VIRGILIO
Cuba. Cárdenas, 1.912 – 1.979
Estudia Letras en La Habana.
Vivió en Buenos Aires del 46 hasta el 58.
SONETOS OSCUROS
I
Viene por ti la oscura, la intratable.
Una risa te ciñe a su dibujo
comenzando en la máscara. El influjo
sobre la ruina así. Gris miserable
en lo que se diluye. Y fin morado
tiñe la arena antigua. Era su lujo
mejor, su despedida. No condujo
el amarillo hueso al coronado
osario navegable. Río entrado
entre sus dedos. Y su cabellera
pasando a ojo al pez vertiginoso.
Y aún más oscuro, menos asomado
en la violenta luz de su gorguera.
Así se hundió en el agua. Era su modo.
II
Su modo oscuro impulsa la demencia.
La morada llovizna allá en la risa.
Tú ordenabas, sabías. La eminencia
siempre morada sobre tu camisa.
Mirada por tus ojos: tú sabías
el golpe que de pronto canoniza.
Obispo o perro, lento se desliza:
nadie sabe que altar o qué jauría.
Después la testa sobre el terciopelo
pone su melodía en lo que avisa
a la bestia extendida. No desciende
el tiempo de la música, el desvelo
sonoro de la tecla. Su camisa
testifica el desastre. Ella comprende.
S ILENCIO
Por la lata muerte mi silencio escucho.
¡Oh muda carne, vivo mausoleo!
donde habita mi ser sin el deseo,
y el deseo sin ser donde yo lucho
Por lata muerte mi silencio vela
la sombra horizontal de mi figura;
sin danza conducida hacia la oscura
presencia sustancial que me revela:
Perpetuo vigilante de mi espejo,
espejo cauteloso de los ojos,
ofendido mirar de su reflejo;
elástico animal indefinible,
ser que piel distiende en la impasible
figura silenciosa de su enojo.
PARA EUGEN IO FLORIT
¿Qué curva suspendida de los cielos
-órbita, espejo, gozo de cristalesse abate aquí en mi frente con un vuelo
de encendidas estrellas musicales?
¿Qué sustancia evadida de la tierra
viene en ángel, en luz, en hermosura,
en escala perfecta de locura
a darme la canción, el verso, el viento?
A darme, sí, la gracia en fina herida:
hilo sutil de miel que pone gusto
de cosa sideral a mi desvelo.
Por fijos ojos de dibujo adusto
asta de luz, serena al desconsuelo
que mana de la fuente de la vida.
MIENTRAS MORIA
Mientras moría imaginaba un hoyo,
paletadas de tierra, agua estancada,
ruidos confusos, bocas apretadas,
y yo, cayendo de cabeza al hoyo.
Mientras moría imaginé mi imagen
de turbios ojos y erizado pelo
contemplando el supremo desconsuelo:
la muerte disfrazada con mi imagen.
Así me iba muriendo, con hartazgo
de flores y gusanos. Expirando
encima de mi boca desbocada;
ordenando mi escoria, mi contraria,
colocando mis huesos en la nada
y vomitando mi imagen funeraria.
EL HECHIZADO
A Lezama, en su muerte.
Por un plazo que no puedo señalar
me llevas la ventaja de tu muerte:
lo mismo que en la vida, fue tu suerte
llegar primero. Yo, en segundo lugar.
Estaba escrito ¿Dónde? En esa mar
encrespada y terrible que es la vida.
A ti primero te cerró la herida;
mortal combate del ser y del estar.
Es tu inmortalidad haber matado
a ese que te hacía respirar
para que otro respire eternamente.
Lo hiciste con el arma Paradiso.
-Golpe maestro, jaque mate al hadoAhora respira en paz. Vive tu hechizo.
SONETO
El Tarot es un bosque en la penumbra,
un indeciso bosque, un bosque en donde
asoma un ciervo, un pájaro se esconde,
salta un pez en la fuete; la penumbra
lo hace todo indistinto: el vago lomo
del pez es un relámpago o un pájaro,
el ciervo es como un silfo huraño, o como
un unicornio; el pájaro, otro pájaro.
Si es abajo lo mismo que es encima,
si el sol está en la llama de una vela,
un bosque en otro bosque reflejando,
yo, que tejo los ecos de la rima,
soy tejido a mi vez en otra tela
que no puedo mirar más que atisbando.
PIÑ ERO, GREGORIO
España. S iglo XX.
Poeta hallado en la Biblioteca M. de Benidorm.
SONETO
Ojos tristes y de mirada ausente,
divinos ojos que la mirar taladran,
miradme con amor, que a mi alma le abran,
los cauces del querer que ya no siente.
Miradme con pasión, ¡con fuego ardiente!
cubriendo su fulgor surcos que labran
los años de la vida aunque nos ladran,
los cauces del social incongruente.
Miradme sin sentir humillaciones
miradme con esencias de alma pura,
que pretendan unir dos corazones.
Atadme a ese torrente de frescura
y cegadme de amor y de pasiones,
por vivir el edén de su hermosura.
AÑORAN ZA
En súbita presencia imaginada,
el alma, de fantasmas por entera,
en un segundo reintentar quisiera
hacerse eternidad en tu mirada.
¡Cuántos años y cuánta vida es nada!
Y cuanto tiempo el corazón espera
un baño de alegría porque viera
de nuevo tu sonrisa enamorada.
Entonces ¿Cómo amarte en lejanía?
¿cómo borrar los besos que me diste?
¿cómo vi vir sin ti tanta agonía?
Recuerdo, por mi bien, que me quisiste
y que al amar, llegué a sentirte mía
mas tú, sin esperarlo, te me fuiste.
DIARIO
I
Hoy, las almas se van al infinito
y brillan como estrellas en el cielo.
Hoy, cada una será vital señuelo
del astro eterno al elevar su grito.
Hoy morirán del corazón marchito
las dudas que imaginan mi desvelo.
Hoy, retomando al mundo en un pañuelo
comenzará el final de nuestro rito.
Empezará por tanto a ser la vida
una roa de amor unificada,
y darán sus espinas por perdida,
clavándose en el alma desolada,
la endeble resistencia decidida
a, por creerse todo, no ser nada.
II
En amores, me halaga ser querido
(no es que busque de todas ser amado),
pero antes de sufrir, si quedo herido,
prefiero ver mi amor bien entregado.
Mas si ese amor profundo está nacido
de ardiente corazón enamorado,
ya que el amor es firme y convencido ,
vivirá en su dolor, aun rechazado.
En la amistad virtud de que presumo,
me agrada compartir los buenos ratos
y ayudar a quien sirva de consuelo.
Por mis acciones, con agrado asumo
el efecto de haber “roto los platos”,
aunque jamás los lance contra el suelo.
PIO BARRIOS , AGUS TIN
Misiones. Paraguay. 1.886 – El S alvador. 1.944
Poeta hallado en Internet. El mejor compositor de
guitarra, según sus biógrafos, que nunca ha existido.
EL BOHEMIO
¡Cuán raudo es mi girar! Yo soy veleta
que moviéndose a impulsos del destino
va danzando en loco torbellino
hacia los cuatro vientos del planeta.
Llevo en mí el plasma de una vida inquieta
y en mi vagar incierto, peregrino,
el Arte va alumbrando mi camino
cual si fuera un fantástico cometa.
Yo soy hermano en gloria y en dolores
de aquellos medievales trovadores
que sufrieron romántica locura.
Como ellos, también, cuando haya muerto
¡Dios sólo sabe en qué lejano puerto
iré a encontrar mi tosca sepultura!
PIQUERAS , JUAN VIC ENTE
Los Duques de Requena. Valencia. 1.960
Poeta en la actualidad vive en Roma.
Hallado en le libro Homenaje a la
fiesta del soneto en 1.912
SONETO A LA N INFA D ES DEÑADA
S oy un espejo exhausto y azogado,
harto ya de mirar tu amor por ti
que no sabes de sed, de dar, de mí
que espero fiel tras tu dolor cansado.
Tienes el corazón ya coronado
por mi deseo de que seas sí.
Ajenos a la vida que les di
tus deseados ojos se han cegado.
S ólo ves lo que anhelas de ti mismo
y, como con tu herida me has herido,
te alejas de la imagen que te doy.
Sigues enamorado de este abismo
donde te ves amado, azul, perdido,
y no sabes qué quieres ni quién soy.
PITITOLLA, RAMONI
Sevilla. España. Siglo XX.
Poeta hallado en Internet.
SONETO A LA MAD RE DE PITITOLLA;
POR CUYO HIJO TUVO:
S oñabais, oh señora, con un hijo
que fuera entre los vivos destacado,
valedor del saber, culto y honrado
y en dones naturales bien prolijo.
Pero al ver lo que el cielo os dio, me fijo
en el error tan grave que se ha dado,
pues la única fama que ha ganado
vuestro infante es… el ser un niño pijo.
¡Y vos, que lo educasteis con esmero
pensando en que adquiriese gran cultura
y a sus pies se rindiese el mundo entero!
Y tan sólo obtuvisteis de natura
un joven verderón y pendenciero,
juerguista, trincador y picha dura.
PITXU
Vitoria. España. S iglo XX
SONETO
Fidelidad de los cristales mudos
al aliento calado de la boca
al cruce de los dedos que convoca
las caricias con símbolos desnudos.
Futilidad de los eternos nudos
la memoria callada cuando enroca
presentes y pasados, cuando aboca
las palabras a pálidos engrudos.
No pasa nada; toda permaneces
como el vaho vidrioso en los paisajes
o el norte de las brújulas perdidas.
Intacta por el roce y por las veces,
inmóvil como rastro que los viajes
olvidan entre vidas y venidas.
PLA, JOS EFINA
Villajoyosa. Alicante. España. 1.904
Casada con el artista paraguayo Julián
de la Herrería, llega a Paraguay en 1.926.
En un viaje de ambos a España en 1.936.
Julián muere en la Guerra Civil. Ella regresa
a Paraguay y como paraguaya figura en todas
las antologías.
Poeta hallada en Internet.
TUS MANOS
De las más hondas raíces se me alargan tus manos,
y ascienden por mis venas como cegadas lunas
a desangrar mis sienes hacia el blancor postrero
y tejer en mis ojos su armazón desnuda.
En mi carne de estío, como en hamaca lenta,
ellas la adolescente de tu placer columpian.
Tus manos, que no son. Mis años que ya han sido.
Y un sueño de rodillas tras la palabra muda.
Dedos sabios de ritmo, unánimes de gracia.
Cantaban silenciosos la gloria de la curva:
cadera de mujer o contorno de vaso.
Diez espinas de beso que arañan mi garganta,
untadas de agonía las diez pálidas uñas,
yo los llevo en el pecho como ramos de llanto.
COMO
Ay, cómo abrirte este dolor de llaves,
en soledad de pulso amurallado.
Lo que ya no se llevaron, cómo darte,
sueño, renunciación, ausencia, olvido.
Cómo franquear a tu claror las puertas
tras las cuales murió crucificado
cada látigo virgen de tu nombre,
desposado no obstante de tu imagen.
Cómo agotar la senda de la ausencia,
el rumbo del viaje jamás hecho,
las jornadas cautivas del suspiro.
Ay, cómo en ascua recobrar ceniza,
y de la piedra absorta hacer el nardo
que se encienda a la orilla de tu sangre.
TROPICO
Amargas lunas mates de estero hechizan, muertas,
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noches de frutos latos y de tácitos vuelos.
Ríos de cocodrilos y de tortugas lentas
descaman las estrellas de un calcinado cielo.
En urgencia arterial, por roja tierra tibia
discurre el agua madre de las inundaciones,
mientras corolas túrgidas como sexos encienden
la lámpara votiva de las insolaciones.
Carnívoros estambres, piedras que encierran astros;
troncos que se hacen nudo mortal bajo agua quieta;
peces de aguda voz, aves de mudos rastros.
La Cruz del S ur, guardiana de sus misterios, arde,
cual cifrando en su acorde de siderales neones
la música del mundo en su primera tarde.
S UEÑO DE S UEÑOS
Secreta noche herida de menguante
cae donde no hay agua ni tierra.
Marcha a cortar el filo de la luna,
mis raíces, que están donde no estuve.
Traerán mi corazón, negra violeta
que se durmió en la orilla de otro sueño.
Lo he de llamar y no sabrá su nombre.
Me ha de cantar y no he de comprenderle.
Y llevaré, camino en mediodía
de veinte cielos con opuestos soles,
mi angustia en veinte voces sin mi sangre.
He de llorar mil años sin mi llanto
y de dormir mil años sin mis ojos
noche con veinte pétalos de luna.
EL S ONETO DE TU VOZ
Blanda en mi entraña, como tibia lluvia,
beso aplastado corazón a vena;
tiembla en mis ojos, como el sol en río
tañe en mis pulsos dolorida plata.
Pincel que te dibuja estremecida
rama en el agua azul de mis anhelos
pasa por mí, y se lleva mi dulzura
como un rayo de luz que fuese abeja.
Ave a quien le nací con viento y nido,
su ala sabe el curso de mi arroyo,
y en el ángulo agudo de su vuelo
-punta de corazón hiriendo en flechauna gota de sangre nueva siempre
recarmina las rosas del deseo.
S UEÑO DORMIDO
Este es mi sueño que soñé dormido.
Quise tener un mundo a mi medida
cobran do forma al par de mi latido
igual que la matriz donde hallé vida.
Mundo –casa sin órbita ni centroporque su centro lo sería yo mismo.
S ol y planeta; a un tiempo fuera y dentro
gravitación y espacio a un tiempo mismo.
Y es mi casa esta ergástula mío el cepo
mío el martillo que remacha reja
mío ser reo cuando soy testigo.
Mundo que yo hice donde ya no quepo
(de su frontera cada vez me aleja)
y cuanto quiero ser es mi castigo.
LA VENTANA
De niña el horizonte tocaba mi ventana
la fe era todo yo como el canto era el pájaro,
la esperanza era el nombre de otro juguete mágico
y el amor tibia esfera de besos estrellada.
Crecí y el horizonte huyó de mi ventana
y en el trayecto duende se aposentó al música.
La esperanza traía en cada alba un mensaje
y el amor envolvía todo el papel de seda.
Pero yo no sé cuándo pero yo no sé dónde
al volver de una esquina al regresar de un sueño
el horizonte estaba de nuevo en mi ventana.
La esperanza no era sino un juguete roto.
Y el amor era un perro perdido cuyos ojos
dos paveas guiñaban al pie de mi ventana.
PARA S UBIR
Para subir la llama devora su camino.
Para llegar el río de llenar honduras.
Para llegar el viento debe saltar las torres.
Para rodar la roca debe amar el suicidio.
Yo criatura amasada con la tierra y el agua
llevo en el pecho el viento y en la frente la llama.
Quemo bosques de sombras para abrir un camino
que no sé donde lleva ni en qué cielo amanece.
El río que en mis venas tiene su miniatura
buscando el fin también se rebalsa impotente
y en cada gran remanso con él detiene al cielo.
Pero quedar no es su suerte o su destino.
Debe seguir recuperando su fiel camino
a costa de colmar despeñándose abismos.
LEJOS
Todo de ti está lejos. bajo tus pies el barro
es una patria antigua de que eres fugitivo.
Lejos está la luz del sol en tus pupilas
y sólo ves tu sangre cuando ella te abandona.
Está lejos el grito que te desgarra el pecho.
Reclama en otro sitio quien te llama su hermano.
Tu mano entre las manos del amado es ausencia.
Tu mismo corazón bate tambor de lejos.
Lejos el agua está que te moja la boca.
La palabra que ansía de una vez lavar tu alma
corre por un canal de lejanos espejos.
(Bien puede muerte abrirme en un millón de partes
lejos de ti sabrán de ti como yo ahora
como un país que “sólo se conoce en un mapa”)
QUIERO TUS OJOS
Quiero tus ojos, atalayas ciegas
denunciando recónditos navíos;
puentes por donde hasta mis pulsos llegas
a depurar inéditos rocíos.
Quiero tu mano, tu asombrada rosa
que de su tallo en sueños fugitiva
hace su anillo de la nebulosa
y del ala remota su cautiva.
Quiero tu boca, cercenada aurora
en donde el hierro del dolor se oxida
y el culmen del clavel fija su hora.
Quiero tu voz, campana de mis venas,
alta en la torre de mi atardecida,
durmiendo espinas, floreciendo arenas.
S IENTEME
S oy tierra abierta en cauce y en ribera
para abrazar tu desatado río.
Secreto de tu forma en tu carrera.
siénteme florecida en tu albedrío.
S oy vaso en que tu sal y tu pavesa
transmutadas en miel te da mi herida.
S oy la aurora que a tu isla vuelve ilesa.
Siénteme en tu esperanza renacida.
S oy tu dolor de ayer, que suavemente
cambia su faz para crecer futuro.
Siénteme flor y fruta que te nombra.
S oy tu arena dormida hacha simiente.
Siénteme, corazón, remanso oscuro,
sobre la mansedumbre de tu sombra.
PERS PECTIVA
Ya te has visto al doblar de tu jornada,
inútil paz sobre tendal de sueños.
Alto planea el halcón del desencanto
sobre el trigal segado de la tarde.
Ya te has mirado, rosa sin mañana,
crucificada de albas imposibles.
Desangradas saetas del recuerdo
te florecen la sien. Alba nonata,
tu muerte muere de soñar consigo.
(Ramo de luz desflorecido en agua)
Todo tu corazón, sellado cáliz.
Y, para un sorbo estéril, fermentado.
Mientras, a rastras de tu voz cansada
la niña sin crecer en ti solloza.
MARGARITA
Junto a la vieja máquina gentil, la costurera
canta un cuplé –el último cuplé de la Raquel;
amor, dolor de celos- y la aguja ligera
canta al par en la seda con rítmico tropel.
¿Qué dice en su canción la seca que, hechicera
y sensual, tiene el roce de unos labios de miel?
¡Qué bien sobre tus hombros, obrerita, luciera!
¡Con qué placer besara, obrerita, tu piel!
¡No es más bella la noble duquesa que se ufana
en lucirme! ¡No es ella más hermosa y galana!
¡Qué maniquí más lindo mi elegancia se pierde!
La obrerita suspira. Corta el hilo y evoca
las frases que a su oído, con lujuriosa boca,
susurró un libertino o algún vejete verde.
SONETO
Crecían entre todos con un signo en la frente
que en secreto a ellos mismos les consagraba hermanos.
Bajo un sol de alegría maduraba su suerte
soñaba bayonetas el arado en sus manos.
Crecieron sin saberlo a un mismo sol inerte
secretos acreedores reclamaban sus días.
La misma primavera les bordaba la muerte
y el rojo del lapacho se tornó profecía.
Cuando sonó la hora marcharon bajo un cielo
que su pacto y su sombra con el hombre rescinde.
S oñaba surco y maíz el fusil en sus hombros.
Su pulso confundiose con el temblor del suelo
y su polvo ya es nube sobre lejanas lindes.
La guarania nació para cantar su asombro.
PLAC EROS TORON, MONTIANO
Ciudad de Teide. Gan Canaria. 1.885
Poeta hallado en Internet.
AL DOCTOR DON RAFAEL GONZALEZ HERN ANDEZ
Infatigable luchador. La Muerte
por tu ciencia mil veces fue vencida.
Donde la Intrusa quiso hacerse fuerte,
surgió por ti el milagro de la Vida.
Cuando la Enfermedad, proterva araña,
en sus redes fatales nos envuelve,
deshace tu sapiencia la maraña,
y, otra vez libres, a la luz nos vuelve.
Por tu oído el Misterio fue auscultado;
tus manos corrigieron el teclado
del Cuerpo, en busca del oculto mal…
Que Esculapio en tu honor –es nuestro anheloun nuevo luminar clave en el cielo
¡y que los dioses te hagan inmortal!
A MANOLO PEÑ ATE, PIAN IS TA Y COMPOS ITOR
Los dedos de tus manos – diez chiquillos traviesosen el teclado, para locuras nunca exiguo,
saltaban. Parecían diez divinos posesos
que una maraña urdieran con lo actual y lo antiguo.
S obre el lírico yunque forjabas la armonía,
y, absortos, contemplamos como en el ígneo juego,
el dedo que una tecla tocaba, atrás vol vía,
presto, tal que si huyera del contacto del fuego.
El yunque y tú, al conjuro del mismo dios, fundidos,
fuiste llama; y, ante ella, de exaltación, rendidos,
con unción deshojamos una ofrenda pagana.
Que de rosas Euterpe tu clara senda alfombre;
que Helios en cada día de más oro a tu nombre;
¡y que por ti la gloria voltee su campana!
A S UAREZ LEON, RECITADOR
El cenáculo Apolo presidía.
Cuando tu voz nos envolvió en su hechizo,
con su veste de sol, la Poesía,
su aparición ante nosotros hizo.
Nuestro espíritu, en éxtasis, sentía
la divina emoción de aquel bautizo
de luz. Pero, fue rota la armonía:
el unánime aplauso la deshizo.
En el lirismo del instante, era
el mágico recinto viva hoguera;
y, en ella, igual que en un pagano rito,
el alma plena de fervor ardía,
y anhelante a los númenes pedía
que fuera lo quimérico infinito.
A FRANCIS CO GONZALEZ DIAZ
ORADOR, LITERATO, POETA
Irradia luz la pluma que entre tus dedos portas;
ella abrió ante nosotros la verdadera ruta;
y un día proclamaron nuestras almas absortas,
que tu pluma es el símbolo de tu pluma impoluta.
¿Le arrancaron los dioses al plumaje de seda
de la blanca paloma que sedujera a Ptía?
¿Al cisne que gustara las primicias de Leda,
o al águila gigante que raptara a Talía?
Tu pluma, fue, incansable, áureos surcos trazando,
y tu palabra en ellos fue su fervor sembrando.
¡Las dos plasman el nimbo de tu divinidad!
Dilecto de las musas: Que Caliope y Polimnia
en tu espíritu graven la más preciada insignia:
¡la que a los elegidos da la inmortalidad!
A PATRICIO PEREZ MORENO
Ya los dioses acorde trazaron el sendero
que has de cruzar por este desierto de la vida;
ya tu espíritu brilla con el fulgor primero,
porque en él ayer tarde la llama fue prendida.
Con las primeras luces de la mañana, vino
Eros, entre un fracaso de auríferos puñales.
-Has de cuidar que nunca falten en tu camino,
para avivar el fuego del Arte, las vestales.
Andar es la consigna. Que no te arredre nada;
no importa que sea dura y amara la jornada:
de tu labor, el triunfo será la consecuencia.
Triunfarás porque llevas, tal que los elegidos,
en el alma los signos de la Fama esculpidos,
y, como airón al viento, tu clara inteligencia.
A FERNANDO GONZALEZ, POETA Y CATEDRATICO
Tus años juveniles entre esta gente ignara
que en el vil toma y dama cifra todo su empeño;
ella iba acumulando sus dineros, avara;
tú, al voleo, esparcías el oro de tu ensueño.
T3enaz, ella extremaba su culto a la codicia.
-Para esta pobre gente todo en la vida ha muerto.Ante ti, -como una novia al amor propicia-,
el soñado sendero, hacia lo azul, abierto.
Fecunda fue la andanza. En la senda has dejado
las indelebles huellas de tu ensueño, logrado;
hijos espirituales, libros, una canción…
Fernando: para todos estos señores graves
que suponen que sólo pueden volar las aves,
¡una leve sonrisa de conmiseración!
AL PINTOR CIRILO S UAREZ MORENO
En tu siniestra mano, la paleta,
la síntesis del iris parecía.
Mientras tu inspiración vagaba inquieta,
el lienzo su pureza te ofrecía;
y, en é, lo mismo que en bruñido espejo,
vio, exactas, desfilar, tu fantasía,
las perfectas figuras del cortejo
que tú forjaras en tu Ensueño un día.
El pincel, que tu mano hábil guiaba,
de la paleta al lienzo acarreaba
los colores… ¡Llegó el instante ansiado!
Y, ya tu Ensueño en realidad trocado,
cada figura en su mudez proclama
¡que será eterno heraldo de tu fama!
A JUAN VEGA YEDRA
Este amigo que ansía emular a Dantón,
y que todas las noches por la tertulia viene,
asegura que España, para salvarse, tiene
que ser purificada por la Re volución.
Habla de Rusia y habla de la emancipación
de todos los esclavos… “Cuando aquí la hora suene,
-afirma-, seré el amor del pueblo; eso es de ene”.
Y su idea acaricia con íntima fruición.
¡Benditos sean tus años juveniles, amigo!
Lo que importa es que nunca te abandone el ensueño;
que él sea tu vida misma; que llegue a ser tu dueño.
Mas, de revoluciones, no quieres ser testigo,
que si un día alcanzaras lo que anhelaste tanto,
¡por siempre verías roto de tu ensueño el encanto!
PRIMAVERA
S onrió esta mañana entre las flores,
plena de luz, la blanca primavera.
Diez pájaros dejaron por primera
vez su sitio… Mi novia soñó amores…
De una fuente rompió el límpido espejo,
luego de en él mirarme, una zagala.
De todos sus encantos hizo gala
en la fuente… Pensó en la muerte un viejo…
En la iglesia del pueblo, una campana,
al labriego anunció nueva mañana;
-mas, no aquella en que acaben sus doloresde un cantar pastoril se escuchó el dejo,
mientras soñaba la mi novia amores
y en la muerte pensando estaba un viejo…
EL AÑO QUE MUERE
Eres un viejecito que te alejas
paso entre paso hacia una ignota vida;
eres un viejecito que nos dejas
pues fue en el mundo tu misión cumplida.
Cual si hubieras perdido el derrotero,
sobre la tierra la cabeza inclinas;
y vas por el sendero, aunque el sendero
oculto está bajo tus propias ruinas.
Mientras esperas que invisible mano
el último eslabón de la cadena
rompa, y te abra las puertas del arcano,
a pretéritos tiempos tu alma es ida
y ofrécenos, jovial, la Nochebuena,
¡la postrera sonrisa de tu vida!
BRONCA
Persiste la borrasca y no han podido
hacerse al mar las bacas esta tarde,
aunque un barquero mozo, haciendo alarde
de su temeridad, lo ha pretendido.
Aban donando a un viejo que trabaja
en su red, que otra vez ahora remienda,
los barqueros, camino de la tienda,
van pensando en el ron y en la baraja.
Cercana ya la noche armaron bronca,
por una futileza, dos muchachos.
De un cuchillo brilló la hoja asesina,
y, al punto, un hombrachón, con su voz ronca,
gritó, rojo de cólera: -¡Borrachos!¡El que sacó el cuchillo es un gallina!
EN ERO
Enero, aurora de todos los años;
traes entre tus manos ateridas,
con la promesa de las nuevas vidas,
la amenaza de nuevos desengaños.
En esta negra noche en que me abismo,
igual que al día bienhechor te espero,
aunque yo sepa, por mi mal, Enero,
que para mi vivir todo es lo mismo.
Y bendigo otra vez tu advenimiento;
y me descubro ante tu nacimiento
que en oriente se inicia en tonos vagos.
Es tu recuerdo para mí imborrable;
tienes una mañana inolvidable:
¡la azul mañana de los Reyes Magos!
NOCHE PLAYERA
Es noche de verano. Todo calle.
La misma mar no quiere hacer ruido.
Bañada en luz de luna, se ha dormido
en brazos de esta laxitud la playa.
Al socaire del barco, los barqueros,
al descanso se entregan, sin cuidado,
que el perro, ojo avizor, está a su lado
escudriñando todos los senderos.
Dos aves invisibles escaparon
del mismo nido y el azul cruzaron…
Es que voló de una casuca el lloro
de un niño, ajeno a este vivir silente,
y voló tras el lloro, dulcemente,
de la madre el cantar de notas de oro.
LA VIEJA BARCA
Recostada en las piedras de un muro derruido,
está la vieja barca despintada y maltrecha;
de viaje en ella todos estos hombres han ido,
que a la playa la barca vino en fecha lejana.
Antes, cuando en la tarde de la pesca volvía,
en su vientre portaba, como preciada carga,
el tesoro que lejos al mar robado había
tras la lucha que es siempre con las olas amarga.
Ahora ponen en ella sus huevos las gallinas;
y ayer, -tal que un milagro-, de entre la barca en ruinas,
la clueca con su estela de pollos ha salido.
De vez en cuando un perro con desenfado viene,
se acerca a sus maderas, las huele, se detiene,
y, un momento, en tres patas le vemos sostenido.
ACOGIDA
Una barca ha doblado la punta de Taliarte;
huyendo de la noche, para seguro albergue
ha enfilado su proa, que, cada vez que parte
las aguas, con más brío sobre la mar se yergue.
La barca es como un ave que regresara herida
y que al abrir las alas para emprender el vuelo,
tuviera que arrastrarse, y, en su impotencia, ardida,
dijera su protesta, -pico y pies hacia el cielo-.
Ya está, -oculto los brazos-, sobre el agua indolente
de la cercana playa. Las olas, suavemente,
hacia tierra la impulsan, cual si un estorbo fuera
de su jugar. Y, en tierra, la gente desespera:
¡No se acerca la barca! Hasta que, al fin, avara,
la acoge un su moreno regazo, Melenara…
FIES TA
Festividad del Pino. La gente se divierte.
Hoy la playa es remedo de una casa de orates.
¿Es que un premio ofrecieron al que hablara más fuerte
y al que hiciera o dijera los mayores dislates?
Hay notas de guitarra, voces de acordeón,
y cantos regionales que el viento en sus aviones
lleva a otras latitudes; entre un vaho de ron,
exudan los ventorros exóticas canciones…
El mar ha huido lejos por dejar más espacio
a estas gentes que siempre calladas y despacio
caminaban, y ahora la cordura han perdido;
que hoy están, con los suyos, entre los veraneantes,
los cuatro tristemente célebres maleantes
llamados Momo, Baco, Terpsícore, Cupido.
PLACIDO.
La Habana. Cuba. 1.809 – Matanzas. Cuba.1.844.
Seudónimo de Gabriel de la Concepción Valdés. Mulato.
Fusilado por los españoles en la Guerra de Independencia.
A UN A INGRATA
Basta de amor, si un tiempo te quería,
ya se acabó mi juvenil locura,
porque es, Celia, tu cándida hermosura
como la nieve, deslumbrante y fría.
No encuentro en ti la extrema simpatía
que ansiosa mi alma contemplar procura,
ni entre la sombra de la noche oscura,
ni a la espléndida faz del claro día.
Amor no quiero como tú me amas,
sorda a mis ayes, insensible al ruego;
quiero de mirtos coronar con ramas
un corazón que me idolatre ciego;
quiero abrazar una mujer de llamas,
quiero besar una mujer de fuego.
SONETO
Densa nube que arroja escarcha fría,
rayos aborta que al mortal espantan:
de las tumbas los muertos se levantan,
treme la tierra y se oscurece el día.
La crespas olas de la mar sombría
cabe las duras rocas se quebrantan,
ni el río corre, ni las aves cantan,
ni el sol su luz al universo envía:
Cuando en el monte Gólgota sagrado
dice el Dios-hombre con dolor profundo:
“cúmplase padre, en mí, vuestro mandato”.
Y a la rabia de un pueblo furibundo,
inocente, sangriento y enclavado,
muere en la cruz el S alvador del mundo.
A LA FUENTE D E LA INDIA HABAN A
Mirad La Haban allí color de nieve,
gentil indiana de estructura fina,
dominando una fuente cristalina,
sentada en trono de alabastro breve;
jamás murmura de su suerte aleve,
ni se lamenta al sol que la fascina,
ni la cruda intemperie la extermina,
ni la furiosa tempestad la mueve.
¡Oh beldad! es mayor tu sufrimiento
que ese tenaz y dilatado muro
que circunda tu hermoso pavimento;
empero tú eres toda mármol puro,
sin alma, sin calor, sin sentimiento,
hecha a los golpes con el hierro duro.
A DORIS , EN LA MUERTE DE FELA
Ya ves, Doris, los hados cuán contrarios;
no aminorar intentes mis martirios
al suave aroma de fragantes lirios
ni al grato son de alondras y canarios;
píntame oscuros bosques solitarios,
lóbregas tumbas, funerales cirios,
adaptables más bien a mis delirios,
que aves y flores de colores varios;
Pues de amor anudaste el lazo fuerte
ciñendo a Fela con el mirto de oro
en el próspero tiempo de mi suerte,
riega, amigo, también doliente lloro
y hondos lamentos sobre el polvo inerte
de una mujer que aun en la tumba adoro.
A MI AMAD A
Mira, mi bien, cuán mustia y deshojada
está con el calor aquella rosa
que ayer brillante, fresca y olorosa,
puse en tu blanca mano perfumada.
Dentro de poco tornarase en nada;
no verás en el mundo alguna cosa.
Que a mudanza feliz o dolorosa
no se encuentre sujeta u obligada.
Sigue a las tempestades la bonanza,
siguen al gusto el tedio y la tristeza;
mas perdona que tenga desconfianza
y dude de tu amor y tu terneza,
que habiendo en todo el mundo tal mudanza
¿sólo en tu corazón habrá firmeza?
INVOCACION
Fuente Castalia, donde solamente
basta probar tus aguas cristalinas,
para ser de las mudas peregrinas
siempre acogido con amor ardiente.
Dame tus aguas ¡oh Castalia fuente!
y verás que pinturas tan divinas,
tan sencillas, tan claras, y tan finas,
hace mi fácil numen elocuente.
Pero si acaso a la plegaria mía
de tus aguas el curso has desfrenado,
no por eso acibaras mi alegría,
y así, mundo, si estoy equivocado,
bien puedes perdonar, pues todavía
de Castalia las aguas no he probado.
LA PRIMAVERA
Llega marzo feliz y los pastores
celebran su verdor como embajada
precursora de abril, y a la alborada
tañen flautas y suenan atambores.
Embalsama Favonio con olores
el aire, y Flora, su deidad amada,
aparece seguida y rodeada
de mil aves, mil plantas y mil flores.
Llena su vid de pámpanos la uva,
crece la piña, extiéndese la higuera,
y el ave extraña, por veloz que suba
midiendo lista la espaciosa esfera,
baja en los campos de la fértil Cuba
a gozar de su eterna primavera.
FATALID AD
Negra deidad que sin clemencia alguna
de espinas al nacer me circuiste,
cual fuente clara cuya margen viste
maguey silvestre y punzadora tuna;
entre el materno tálamo y la cuna
del férreo muro del honor pusiste;
y acaso hasta las nubes me subiste,
por verme descender desde la luna.
S al de los antros del averno oscuros,
sigue oprimiendo mi existir cuitado,
que si sucumbo a tus decretos duros,
diré como el ejército cruzado
exclamó al divisar los rojos muros
de la santa Salem…”¡Dios lo ha mandado!”
A DORILA DE ALMENDAR EN S U DIA
Índicos vates cuyas liras de oro
en torno suenan del excelso Pindo,
bajo un verde y copado tamarindo
te saludan con cántico sonoro.
Yo que al hechizo de Desval adoro,
en llanos versos mi homenaje rindo,
y con plácida voz salud te brindo,
fulgida estrella del celeste coro.
¡Viva! dicen las aves sonrientes
cual la de abril recién abierta rosa;
¡viva! dice Almedar en sus corrientes,
y alzando el almo sol su faz gloriosa,
alumbró con sus rayos esplendentes
los dulces ojos de Dorila hermosa.
LA PRIMERA S ENS ACION DE AMOR
De la vida en la dulce primavera,
ora llámese acaso, ora destino,
hay un solo momento peregrino
que fija nuestra suerte venidera.
Más rápida que el rayo en su carrera
nos hiere el corazón con raro tino
en un fuego inflamándolo divino:
tal es de amor la sensación primera.
Chispa sublime, emanación sagrada
del S upremo Hacedor, que el cuerpo inerte
abandona al morar la tumba helada;
pero el alma inmortal eterna y fuerte
lleva al cielo su imagen adorada,
que no puede arrancarle ni la muerte.
RECUERDOS
Cual suele aparecer en noche umbría
meteoro de luz resplandeciente,
que brilla, parte, vuela, y de repente
queda disuelto en la región vacía;
así por mi turbada fantasía
cruzaron cual relámpago luciente
los años de mi infancia velozmente,
y con ellos mi plácida alegría.
Ya el corazón a los placeres muerto
parécese a un volcán, cuya abrasada
lava tornó a los pueblos en desierto;
mas el tiempo le holló con planta airada
dejando sólo entre su cráter yerto
negros escombros y ceniza helada.
LA MUERTE D E GES LER
S obre un monte de nieve transparente
en el arco la diestra reclinada,
por un disco de fuego coronada
muestra Guillermo Tell la heroica frente.
Yace en la playa el déspota insolente,
con férrea vira al corazón clavada,
despidiendo al infierno acelerada
el alma negra en forma de serpiente.
El calor le abandona; sus sangrientos
miembros lanza la tierra al Océano.
Tórnanle a echar la solas y los vientos;
no encuentra humanidad el inhumano;
y hasta los insensibles elementos
lanzan de sí los resto del tirano.
AL AN IVERS ARIO DE LA MUERTE D E NAPO LEON
El águila caudal dejando el Sena
bate sus alas al rayar el día,
y de los aires la región vacía
mide veloz con majestad serena.
Baja, y tiende la garra en S anta Elena
con que la Europa un tiempo estremecía,
pugnando por alzar la losa fría
que yerto cubre al vencedor de Jena.
Suspende al fin el mármol atrevida
mirando absorto con turbada frente
tanta grandeza en polvo convertida;
y aunque el estrago de sus triunfos siente;
de Bonaparte el nombre al sol levanta
su muerte llora, y sus victorias canta.
PLANAS GARCIA DE D IOS , EDUARDO
Madrid. 1.923
Hace Medicina en Madrid y Granada.
Es músico y autor de inspiradas composiciones.
CONTEMPLACION
Subiste más y más, te remontaste
hasta el mar sin orillas; el abismo
te absorbió con magnético hipnotismo
y lanzándote en él te anonadaste.
Dejaste de ser tú; abandonaste
tu personalidad siendo tú mismo,
y escondiéndote en el confusionismo,
empezaste a querer y te entregaste.
Ya eres nada, se disolvió tu esencia;
tu vida se trocó; ya eres divina.
Pues de Dios y no tuya es la existencia.
Aquí me desperté; la Omnipotencia
me impidió proseguir. Así termina
ese sueño que pudo ser demencia.
EL PERDON
Ante el claustro feliz benedictino
mis ojos pecadores se han posado
y un ciprés gigantesco ha señalado
con su punta afilada mi camino.
Ya no quiero pensar en mi destino,
y olvidando el futuro y el pasado,
agradezco a quien mudo me ha marcado
el rumbo hacia el amor a lo divino.
El ciprés no es dolor, no es sufrimiento,
no debe producir abatimiento
recordando una dicha fenecida;
al contrario, es un buen procedimiento
de vivir nuestra cruz sin sentimiento
al saber que está próxima la Vida.
PLA, JOS EFINA
Islas Canarias. 1.909
Vivió en Asunción (Paraguay).
Poeta hallada en Internet.
CÓMO
Ay, como abrirte este dolor de llaves,
en soledad de pulso amurallado.
Lo que ya se llevaron, cómo darte,
sueño, renunciación, ausencia, olvido.
Cómo franquear a tu claror las puertas
tras las cuales murió crucificado
cada latido virgen de tu nombre,
desposado no obstante de tu imagen.
Cómo agotar la senda de la ausencia,
el rumbo del viaje jamás hecho,
las jornadas cautivas del suspiro.
Ay, cómo en ascua recobrar ceniza,
y de la piedra absorta hacer el nardo
que se encienda a la orilla de tu sangre...
TRÓPICO
Amargas lunas mates de estero hechizan, muertas,
noches de frutos altos y de tácitos vuelos.
Ríos de cocodrilos y de tortugas lentas
descaman las estrellas de un calcinado cielo.
En urgencia arterial, con roja tierra tibia
discurre el agua madre de las inundaciones,
mientras corolas túrgidas como sexos encienden
la lámpara votiva de las insolaciones.
Carnívoros estambres, piedras que encierran astros;
troncos que se hacen nudo mortal bajo agua quieta;
peces de aguda voz, aves de mudos rastros.
La Cruz del S ur, guardiana de sus misterios, arde,
cual cifrando en su acorde de siderales neones
la música del mundo en su primera tarde.
S UEÑO DE S UEÑOS
Secreta noche herida de menguante
cae donde no hay agua ni tierra.
Marcha a cortar el filo de la luna,
mis raíces, que están donde no estuve.
Traerán mi corazón, negra violeta
que se durmió en la orilla de otro sueño.
Lo he de llamar y no sabrá su nombre.
Me ha de llamar, y no he de comprenderle.
Y llevaré, camino en mediodía
de veinte cielos con opuestos soles,
mi angustia en veinte voces sin mi sangre.
He de llorar mil años sin mi llanto
y he de dormir mil años sin mis ojos
noche con veinte pétalos de luna.
EL S ONETO DE TU VOZ
Blanda en mi entraña, como tibia lluvia,
beso aplastado corazón a vena;
tiembla en mis ojos, como sol en río
tañe en mis pulsos dolorida plata.
Pincel que te dibuja estremecida
rama en el agua azul de mis anhelos
pasa por mí, y se lleva mi dulzura
como un rayo de luz que fuese abeja.
Ave a quien le nací con viento y nido,
su ala sabe el curso de mi arroyo,
y en el ángulo agudo de su vuelo
-punta de corazón hiriendo en flechauna gota de sangre nueva siempre
recarmina las rosas del deseo.
TUS MANOS
De las más hondas raíces se me alargan tus manos,
y ascienden por mis venas como cegadas lunas
a desangrar mis sienes hacia el blancor postrero
y tejer en mis ojos su armazón desnuda.
En mi carne de estío, como en hamaca lenta,
ellas la adolescente de tu placer columpian.
Tus manos, que no son. Mis años, que ya han sido.
Y un sueño de rodillas tras la palabra muda.
Dedos sabios de ritmo, unánimes de gracia.
Cantaban silenciosos la gloria de la curva:
cadera de mujer o contorno de vaso.
Diez espinas de beso que arañan mi garganta,
untadas de agonía las diez pálidas uñas,
yo los llevo en el pecho como ramos de llanto.
PLA Y BELTRAN, PAS CUAL
Ibi. (Alicante) 1.908 - Caracas. (Venezuela) 1.961
Escritor y poeta. Fue un destacado activista político.
Exiliado después de la Guerra Civil Española.
ANGEL GAOS , COMUNIS TA
Hierro en la piedra exacta de la vida
forjas de bronce en marcha tu sendero.
Luna en temblor de rojos. Marinero
de la mar sin retorno al alba ardida.
Mudo de voz en arco hacia la herida.
Vivo de bayonetas y de acero,
te destrenzas de ritmos, y lucero
te disparas arpón en curva huida.
Plano en naufragio de altos proyectiles.
Bolchevique ideario al pensamiento
de acero, hierro y fuego en los abriles.
Verbo del leñador cinglado en nube.
hacha de lumbre tu palabra al viento
rasga, corcel de luz, y al cielo sube.
PRES ENCIA D E LA AMAD A
Has venido. ¿De dónde? Nadie sabe
si de la aurora fiel, si del ocaso.
S obre la vasta tierra va tu paso,
con un asombro jubiloso de ave.
No de la muerte (en ti muerte no cabe).
¡De la alegría, del incendio! Acaso
de la orilla de un sueño sin fracaso.
Tal vez de un mar no hendido por la nave.
Ornada de luciérnagas la frente,
con un jacinto azul en la cintura
tornas la gracia de tu amor en río.
Tornas el fuego de tu amor en fuente,
en ciego arroyo virginal. Oh pura
doncella presentida. Oh, amor mío.
DIOS NO RES PONDE
Así, tras duro riesgo, amor vencido,
el miedo por la sombra se abalanza.
Ni lirio ni azucena. Un cuervo lanza
su oscura garra sobre el cuerpo huido,
ya lento, ya en raíces confundido,
ya con plomo en las venas si lo alcanza.
Huye, gracia mortal. No hay esperanza.
Al ciego acaso yaces sometido.
De pronto se revuelve con denuedo
contra el destino propio, ensangrentado
y amenazando a duro diente al miedo.
Mas de nuevo la sombra (¿dónde, dónde?)
le ciñe, le derriba maniatado.
Con celo clama a Dios. Dios no responde.
MUCHACHA, VARAL D E HERMOS URA,
PURA TORRE D E LUZ S OBRE LA TIERRA
Mirarte es encontrase con el cielo,
saber de tu mortal arquitectura,
tener sobre los ojos la hermosura
de la rosa, la fuente, el ave, el vuelo...
Mirarte es desvelarte, y ya sin velo
cantar el río azul de tu cintura,
soñar esa esbeltez de torre pura,
que corona la sombra de tu pelo.
Mirarte es admírate, es comprenderte,
doblarse a tu entusiasmo prodigioso,
sentir como un volcán que nos devora.
Sentirte pura flor entre esta muerte
sutil, de mi destino proceloso.
Perdido yo en mi noche,; tú en tu aurora.
Y TRAS DE LA D ERROTA...
Y tras de la derrota, fue la afrenta.
Y tras de aquella frente la agonía.
Otra vez la campaña fue elegía
y otra vez la pupila fue sangrienta.
No quedaba más luz que la que ahuyenta.
No quedaba más luz que la luz mía.
Una selva de sombras me seguía
levantando en mi pecho una tormenta.
Todo fue consumado y abatido.
Todo fue por la muerte devorado.
Todo fue disipado o sometido.
S ólo yo, de la tierra desterrado,
levanto mi tormenta y perseguido,
desesperado voy, desesperado.
LOS SONETOS DES ES PERADOS
ANTE MI MUJER MUERTA
1
Penetraré en tu muerte, compañera.
Espérame, que voy desesperado.
Si todo lo vivido ha terminado,
quiero avivar el fuego de esta hoguera.
Quiero tener tu corazón de cera.
Quiero besar tu corazón helado.
Quiero cavar la tierra lado a lado.
Quiero tener amor hasta que muera.
Quiero darle razón a mi locura.
Quiero que tu materia, que vi inerte,
vuelva a la gracia, torne a la hermosura.
S ocavaré la tierra hasta tenerte,
hasta cubrir de amor tu sepultura.
Tu ausencia, amor, me llevará a la muerte.
2
Pero este cuerpo, amor, ya no es el mío,
el que quemó mi sueño y dio a mi frente,
una serenidad clara de fuente,
una profunda dimensión de río.
Ando desde lo oscuro a lo sombrío,
y voy deshabitado y voy ausente,
y voy sin ti, desesperadamente,
y sin poder dar forma a este vacío.
Si he perdido la sombra que me diste;
si ando crucificado en una espada
y voy desesperado y sin frontera,
me fundiré con todo lo que existe,
me perderé en las simas de la nada
y te tendré en la muerte, compañera.
¿QUE HARE CON ES TA VOZ?....
(Va el toro encadenado a su bramido).
¿Qué haré con esta voz desesperada
si se que mi destino se ha cumplido
y sé que entre estas sombras todo es nada?
Mi tiempo ha sido el tiempo de un vagido.
De mi nacer a mi morir, no hay nada:
una luz por la sombra amenazada
y un ir desesperado hacia el olvido.
S olamente el amor y el sufrimiento
le dan a mi existir una medida,
le dan a mi razón un fundamento.
Me duele más la afrenta que la herida.
Si he de morir me partiré en el viento
hacia la luz, mi amor, hacia la vida.
TORO DE ES PAÑA
Si diste tu alegría, ay toro, al prado
y a la retama diste tu bravura,
y a la vasta aridez de la llanura
le diste sombra de olmo enamorado,
miro tu lomo ahora empavesado,
miro tu catastrófica hermosura,
miro tu luz, tu media luna impura
ir cual yo voy, oh toro, alucinado.
Si por rejón de duelo vas herido,
y al inclemente pasto de la llama
le das más que tu aliento tu bramido,
mi corazón entero hoy se derrama
sobre tu piel y es, toro perseguido,
como una voz que en el desierto clama.
PLAS ENCIA, PILAR DE
España. S iglo XX
Poeta.
PIANIS TA DE CAFÉ CONCIERTO
S obre el temblón tablado suena el viejo piano
con el murmullo triste de lenta melopea,
y sus cascadas teclas gimen bajo la mano
-sucia de nicotina- que las roza o golpea.
El músico es un viejo. Débil despojo humano,
viste un raído smoking que en las mangas verdea.
El anheló ser cumbre y se quedó en pantano,
y al compás de su música llora, sueña o desea.
Y aun guarda en sus pupilas, de loco o de poeta,
la chispa alucinada que fulge o danza inquieta
cuando arranca al teclado las notas doloridas.
Que en aquel ataúd, negro, estrecho y profundo,
las cenizas de todas las músicas del mundo
yacen amontonadas, fétidas y podridas.
PLAS ENCIA LLOPIS , JOS E
España. 1.917
SONETOS ANTIS ONETOS
Me niego a hacer sonetos. Su estructura
dos anchos ataúdes de cuartetos
y otros dos más delgados de tercetos,
los muestra adustos, serios de figura.
O semejan barrotes de una dura
prisión de endecasílabos, sujetos
por rimas consonantes. ¡Obsoletos
modelos de rigor! ¿Poesía pura?
Mayormente son versos preparados
a medida del molde, y presentados
con un burdo remedo de la música.
Abjuro de sonetos, donde sobra
o falta espacio para expresar la obra
en su justa extensión, la exacta, la única.
CONTES TACION POR MI PARTE AL DIA
S IGUIENTE EN DEFENS A DEL S ONETO
Me encanta hacer sonetos. Su estructura
son dos amplios escriños, los cuartetos,
y otros dos guarda joyas los tercetos
para acoger la mejor escritura.
Han sido inamovible infraestructura
de los endecasílabos inquietos
que hizo el gran Garcilaso, y los sonetos
más famosos de la literatura.
S on la “piedra de toque” y los crisoles
donde, se forja y purifica el verso
y lo hacen rima, con ritmo y cadencia,
condensado en esencias y arreboles;
o surge el ripio ridículo y perverso
¡ y ese es su gran valor y su excelencia!
PLAZA, ANTONIO
Guanajuato. México 1.833 – 1.882
Militar y Poeta.
Hallado en Internet.
¡S IEMPRE S OLO!
Si de la clara aurora diamantina
se dibujan los célicos albores,
los pájaros del viento moradores
al éter mandan su canción divina.
Y si el sol orgulloso se reclina
sobre un lecho radiante de colores,
llenas de amor las carminadas flores
entreabren su corola purpurina.
Todos tienen un ser que los comprenda,
yo al vicio y la virtud indiferente
aislado cruzo la maldita senda,
cual se arrastra en las rocas la serpiente;
mas tengo un alma de vivir cansada
que ni al cielo ni al mundo pide nada.
NADA
Nadaba entre la nada. Sin empeño
a la vida, que es nada, de improviso
vine a soñar que soy; porque Dios quiso
entre la nada levanta un sueño.
Dios, que es el Todo y de la nada es dueño,
me hace un mundo soñar, porque es preciso;
Él siendo Dios, de nada un paraíso
formó, nadando en eternal ensueño.
¿Qué importa que la nada confundida
vuelva a nadar, al fin, está soñada
vil existencia que la nada olvida,
nada fatal de la que fue sacada?...
¿Qué tiene esta ilusión que llaman vida?
Nada en su origen. ¿ Y en su extremo? ¡Nada!
DES ENCANTO
Nuestra senda regada está de llanto,
el placer del placer es el suicidio,
detrás de la ilusión está el fastidio
y detrás del fastidio el desencanto.
Lleno yo de fastidio y de quebranto,
sin fuerza ya contra la suerte lidio,
y muerto para el mundo, sólo envidio
a los muertos que guarda el camposanto.
El infierno sus furias desenfrena,
viento de maldición en torno zumba,
que apenas el destino me condena,
y he de pensar hasta que al fin sucumba;
con el peso brutal de la cadena,
que arrastra el hombre hasta la negra tumba.
EL BORRACHO
Generoso en la copa, ruin en todo;
ronca la voz, inyecta la mirada,
párpados gruesos, faz abotargada
y siempre crudo cuando no beodo.
Perdida la razón, goza a su modo,
y nunca estar en su razón le agrada;
que el vino es todo, la razón es nada,
y sólo vive al empinar el codo.
Cuando a inflamarle empieza el aguardiente,
lenguaraz, atrevido y vi varacho,
es intrépido, franco y excelente
amigo; pero juzgo sin empacho
que no es franco, ni amigo, ni valiente;
porque el borracho... en fin, sólo es borracho.
PLAZA, JOS E MARIA
Blaquier. Buenos Aires. Argentina. 1.937 – 1.993
SONETARIO LUNFARDO
S os para mí como lo fue la esquina
con la infancia del trompo y la gomera
y sos como una estrella arrabalera
que me deja en su charco su propina.
S os cortada, perfume de glicina,
la Virgen de Pompeya milagrosa,
la foto de Gardel y la catrera
o el sol desmelenao de la matina.
S os para mí, pebeta, todo eso,
milonga y patio, berretín y beso,
y la luna tajeando el empedrado.
En fin, en mi existencia, paso a paso,
sos como el humo tentador del faso
cuando estoy en las noches inspirado.
PALABRAS A MI ES POS A ENCINTA
Navega en tu mirada la dulzura
y mis manos inquietas en su anhelo,
son dos palomas que tras corto vuelo
se desmayan de amor en tu cintura.
Ya tu vientre crecido, mies futura
ha puesto entre paréntesis el cielo,
y tiembla con su anuncio paralelo
tu racimo encendido de ternura.
Tal vez al darte en flor ¡dolor tan bello!,
guardes la cadenita que a tu cuello
cuelgas con un pequeño crucifijo...
Y al conjugarse el sueño tuyo y mío,
tu llanto será un gajo de rocío
en el feliz amanecer del hijo.
PLAZAOLA ARTOLA, JUAN Padre S . J.
España. S iglo XX.
Poeta hallado en Internet.
S I NO EXIS TIERAS
Si muriera la brisa en la temprana
luz de la cuna en que el bebé despierta.
Si me quedara la mirada muerta
al “más allá” de la hermosura humana.
Si nadie fuera a ver cada mañana
el alba blanca de la rosa abierta.
Si triunfara el rencor en la desierta
espera de una paz siempre lejana.
Si el cielo azul y el bosque enmudeciera
y olvidara su “Sexta Sinfonía”...
Si el “sonido y la furia” me envolviera,
sufriría con paz tal agonía.
Esta sólo sería insufridera
si no existieras, Tú, Virgen María.
POBEDA, FRANCIS CO
La Habana. 1.796 – S agua la Grande 1.881
A LA PALMA
Alegres campos de la patria mía
do la palma su copa al cielo eleva,
en vuestro fértil suelo jamás nieva
ni crueles fieras la montaña cría.
Seguro el labrador espera el día,
y unce los bueyes, y el arado lleva
donde trabaja en la labranza nueva
que al trasponerse el sol dejado había.
Prados fecundos de verdor eterno,
floridos valles, caudalosos ríos,
primavera es en vos el crudo invierno;
y la aurora con pródigos rocíos
en las cumbres más altas y en los llanos
colma el rico placer de los cubanos.
LA MENTIRA Y LA VERD AD
De finísimas telas adornada,
con ricas pieles y lujoso manto,
una deidad seduce con su encanto
y es del hombre temida y cortejada.
S ola, triste, haraposa, maltratada,
a lo lejos le sigue con espanto
otra deidad que en azaroso llanto
se oculta con temor amedrentada:
Modulando la voz con dulce arrullo
la primera adormece cautelosa
y la entroniza el execrable orgullo:
La segunda suspira congojosa
porque el hombre la humilla y la retira.
¿Cuál será la Verdad, cuál la Mentira?
EL MOCHUELO
Un mochuelo atrevido pretendía
competir con el Aguila altanera
y remontando a la celeste esfera
audaz el ancho espacio recorría.
El Aguila que apenas lo creía
la garra afila y con aplomo espera
acechando feroz , como Pantera,
al que surcaba la región vacía:
Se elevó tanto el pertinaz mochuelo
que a la región tercera se abalanza;
rápida emprende el Aguila su vuelo;
ya se acerca, ya llega, ya le alcanza,
ya le destroza, ya le arroja al suelo.
¡Cuán fácil le es al fuerte la venganza!
EL N ECIO
Revolviendo empolvados pergaminos
pasa el señor don Nadie muchos días,
que en esto de ligar genealogías
es un hombre quizás de los más finos
Ya traspasa los montes Apeninos;
ya se remonta al tiempo del Mesías:
Registra archivos y necrologías,
Sirios y Persa, Griegos y latinos.
Un árbol genealógico describe
del que es tronco a la vez, cogollo y rama
y en él su nombre presuntuoso escribe.
Don Nadie soy, de sempiterna fama.
En mí principia mi sin par nobleza.
No es extraño que acabe donde empìeza.
EN LOS DIAS DE VARIOS AMIGOS
Otras liras con plácidos cantares,
dulces como el amor correspondido,
vibrarán sus acordes en tu oído
como Céfiro blando en los palmares.
La mía, a quien agobian los pesares,
su eco te envía, triste, conmovido,
mísera inspiración con que aflijido
te saludo el Cantor del Almendares.
Y no extrañes que llore los desdenes
de mi suerte, al cantar en tus natales,
cuando víctima soy de tus vaivenes.
Disfruta tú contentos perenales
y Dios te de tal número de bienes
como me ha dado a mí de horribles males.
.....................................
Agradecido El S agua caudaloso
al interés que en su favor te guía
cantar me manda en tu presente día
y yo cumplo sus órdenes gustoso:
Tu nombre, cual arcano misterioso
es nuncio de placer. ¿Quién pensaría
que el invierno su término tendría
cuando años cumple el hombre generoso?
S agua, que tanto tiempo en su ribera
te vio, querido, con asiduo anhelo
porque su población se enalteciera,
hoy le tributa a tu constante celo,
cuantas flores produce Primavera,
cuantas estrellas brillan en el cielo.
.............................................
Todo anuncia que vuelve primavera
con su fertilidad y sus primores,
brotan las plantas y aparecen flores
en el risco, en el bosque, en la pradera.
Allá de la montaña en la ribera
cantan su amor los dulces Ruiseñores,
cual entonan los patrios trovadores
espinelas de amor a una Veguera:
Fúlgido sol asoma en el oriente,
suena armonioso caudaloso el río,
perfumes de azahar cunde el ambiente,
y la selva con grato murmurío
de Céfiro apacible acompañada
celebra de tu día la alborada.
A S U HIJA
Respira el aire gratos azahares
y el purísimo aroma circulando,
nítidas perlas va doquier sembrando
cual conchas cuajan los undosos mares.
La fresca brisa mece los palmares,
cuyo zuzurro placentero y blando,
tan hermosa estación lleva volando
a la fértil orilla de Almendares.
Doquier fijo la vista, allí te veo,
hija del corazón, y el pecho triste
lucha con mi deber y mi deseo:
Harto tiempo sin culpa padeciste;
pero le plugo a tu perjura Madre
eternizar las penas de tu Padre.
EL INVIERNO DE CUBA
Fértil invierno, a la florida planta
el verde aviva del ropaje hojoso:
El labrador contempla venturosa
la cosecha que tanto se adelanta:
S ale de cauce el río y su garganta
inunda el prado; el astro esplendoroso
su ardor aplaca y el sinsonte añoso
al ser Eterno agradecido canta:
Despunta el alba y cefirillo leve
rueda las perlas del celeste riego
cuando las ramas de los purios mueve.
Todo en Cuba es placer, calma y sosiego:
Ni yela el bóreas con su cruda nieve
ni el sol fumiga ráfagas de fuego.
A ELLA
Feliz ayer; ¡ay triste! presumía
que mi torpe pasión no me cegara,
ni que un abismo cruel me preparara,
¡Ay necio engaño de la dicha mía!
¿Y deberé extrañar que en este día
la luz del desengaño me alumbrara?
Fuera otro nuevo error, con luz tan clara
disiparé la niebla en que yacía.
Adiós, por siempre, circe cautelosa,
mujer indigna de mi amor vehemente,
monstruo de inquietud, sierpe horrorosa.
Recordaré mi agravio eternamente:
Perjura, ingrata, engañadora, aleve,
ojos de fuego, corazón de nieve.
37 AÑOS DES PUES
Vuelan los años, y la vida vuela,
y el olvido sucede al fuego amante
en el pecho más tierno, más constante,
pues con sus sombras los martirios vela.
Si le aflige un recuerdo se consuela
el amador más tierno en el instante;
y si late afligido y palpitante
la calma logra si la calma anhela.
La experiencia es un libro enriquecido
que nunca falla, ni su aprecio pierde
en el que reluchando ha envejecido.
Pasó entre nos la primavera verde
y en siete lustros de toral olvido
no habrá, Celinda, quien de mí se acuerde.
SONETO
Adiós, mi lira, la que en otros días
pulsé gozoso por mi Cuba amada,
que ya no volverás entusiasmada
a encomiar su primor, como solías:
Retirado en las verdes praderías
en vez del plectro tomaré la azada,
la corva esteva, y en la tierra arada
buscaré el fruto que jamás darías:
Allí olvidado, al porvenir atento
de la tierra que ocupe mi sembrado
rico será mi rústico alimento:
¡Qué placer siento al verme rodeado
en las siembras que formen mis campiñas
de dulces cañas y sabrosas piñas!
POBLETE, EGIDIO
Chile. 1.868 – 1.940
Narrador, periodista, profesor y poeta
hallado en Internet.
ARREPENTIDO
Entré con paso quedo en la capilla
abierta siempre a la piedad que implora
y ante el altar, en que la cruz se adora,
doblé muy reverente la rodilla.
Con el respeto con que a Dios se humilla,
arrepentida, el alma pecadora,
se confesaba un hombre a aquella hora,
muy pegada la faz a la rejilla.
Después bajo su rostro el penitente
y oyó la absolución purificante,
con vivas muestras de fervor sincero.
Y, sumisos los ojos, y la frente,
juntas las manos, pálido el semblante,
salió, y, de paso, me robó el sombrero.
POGGIO, JOS E ARTURO
España. S iglo XIX
Poeta residente en Granada.
EN EL CAMPO
Natura tiende su florido manto
por la pradera, derraman do flores;
y en las ramas los dulces ruiseñores
al viento lanzan su armonioso canto.
Hermoso está el vergel, cautiva tanto,
que el alma encuentra alivio a sus dolores
y estática contempla los primores,
que llenan los pensiles con su encanto.
Suave aroma por doquier se aspira
de frescas rosas que el rocío baña,
dicha y placeres el vergel respira.
Y copiada la rústica cabaña
del claro arroyo en el cristal se mira...
¡Oh hermosa primavera de mi España!
POL, OS VALDO
Argentina. Córdoba. Tancacha. 1.935
Pertenece a la Compañía de Jesús
Licenciado en Filosofía.
Hallado en Internet.
S ABER PERD ER
Decir adiós, un día y otro día,
dar por perdido, lo que fue logrado.
Sentir que el verbo Amar nos ha mostrado
el corazón de la melancolía.
Ya no será lo mismo la alegría,
para siempre sabremos que a su lado,
hay una sombra, un tiempo demarcado,
una puerta cerrada a la porfía.
Y no debe importar. A lo acabado
le quedan mil comienzos todavía,
aunque oscuro ante el sol y desolado.
Decir adiós. Negarse a la osadía
de pretender lo que nos fue negado.
S aber perder es la S abiduría
PANIS ANGELIC US
Música que a la música responde.
Amor que en el amor se ha abandonado.
Hambre que halla en el pan que nos fue dado
música que en secreto amor se esconde.
Intercambio finísimo acordado
entre notas que el canto pone donde
la música del llanto amor ahonde
y de en la fuente del amor saciado.
Y todo entonces cante la alegría
del amor con la música trabado
en un silencio que el silencio guía.
Ya no hay hambre ni sed. Amor sellado
pone música de alas hacia el día
en misteriosos abrazo liberado.
POLANCO, JES US
México. Siglo XX.
Poeta hallado en Internet.
SONETO
La tierra día a día se desgaja,
se rompe, descompone su esqueleto,
su piel rasura criminal navaja
y el tiempo sigue su camino inquieto.
El trigo vertical se vuelve paja,
la dura piedra azul se hace concreto,
y el ser humano con pasión trabaja,
haciendo de la muerte su amuleto.
Si se exprimen los pechos de la tierra
sólo brota el hedor de la carcoma
herencia de los huesos de la guerra.
La tierra se nos muere, loma a loma.
Bosque a bosque; es triste, y hoy entierra:
al canto gutural de la paloma.
POLI C ARBAJOS A, ANGEL
Madrid. 1.964
De padres onubenses,
reside en Huelva desde su infancia
Poeta hallado en Internet.
VIAJE D E LA EQUIS
Romana va de diez, y sin abuela.
¿Será una cruz cansada de su porte?
(Tal vez hacia la Biblia me trasporte
este asociar calvario con quiniela.)
La foto radiográfica se encela
del rayo que en el cielo amaga un corte.
(Pirata es la bandera, y lo que importe;
dos tibias bajo un cráneo sin esquela.)
Aterida sin marco, es, de la duda,
velada solución, algún trastorno
en pos del asterisco que desnuda.
S obre una lista alude. Es más que adorno
en un cerco de alambres donde anuda
la frontera moral del cien porno.
POLIZZI, HECTOR ALBERTO
Argentina. Siglo XX.
Poeta y Médico Cirujano.
Hallado en Internet.
CRIS TO S ERENO
Cristo de la pasión, Cristo sereno
sin un solo dolor en la caída.
Cruz tallada con formas y a medida
de tanto amor en mi vivir terreno.
Con la amistad del Arte que de pleno
moldea la materia ennoblecida
tu místico reposo me convida
a esta mesa de paz donde me lleno.
Ya no tengo la fiebre ni la herida.
El corazón al tiempo de la vida
con lealtad hoy llama ante la puerta
que clausuras, Señor, en el ocaso.
Ayúdame a ordenar mi exiguo paso
y a entrar al fin, con tu palabra cierta.
POLO DE MEDIN A, JAC INTO
Murcia. 1.603 – 1.676
Poeta y Eclesiástico. Publicadas sus Obras en 1.670
por Diego Dormer, impresor de la Ciudad y su Real Santo Hospital
EL ALAMO
Aquesta ya de Alcides osadía;
que profana del sol sagrado asiento,
contra sus rayos verde atrevimiento,
pasando a descortés su demasía;
esta, que no al Olimpo desafía,
pues besa de su alteza el fundamento,
vanidad de esmeralda que en el viento
bate tornasolada argentería;
esta del prado Babilonia hojosa
terrero do festejan las estrellas
en confusión armónica las aves,
cadáver estará su pompa hermosa
y amarillas leerán sus hojas bellas
muda lección a nuestras vidas graves.
SONETO
Tan hecho tengo el gusto a lo que siento
que como el alma merecer desea
a la pena que en mí más furia emplea
le agradece la furia al sufrimiento.
Cuando la fuerza de un mortal tormento
por vencer mi constancia más pelea,
lo templa otro mayor que me recrea,
si con nuevo dolor, con nuevo aliento.
Todos tienen rigor, pero son tales
que a aquel mitiga el que se sigue luego,
tan fuerte y eficaz como importuno.
Mas aunque son sin número mis males,
suspendiéndose el uno al otro, llego
a no sentir en mí tormento alguno.
SONETO A UNA DAMA QUE S E EMBOZABA
S IEMPRE QUE VEIA A S U AMANTE
Levanta el manto de la noche fría
la mano blanca de la roja aurora
y el planeta, que nunca para, dora
las cumbres que primero ven el día.
La oscuridad confusa se desvía,
la forma de las cosas se mejora
y el alba ríe, que aunque perlas llora
lágrimas hay que nacen de alegría.
S ólo el alma, a quien niegan su luz pura
los ojos que cubrís en caos profundo,
habita triste y claridad desea.
Deshaga, pues, su luz la noche oscura
y amaneced siquiera, porque el mundo
el mediodía en el oriente vea.
SONETO A UN AMANTE PRES O
Prisionero infeliz, donde no expira
aura suave ni apacible viento,
mis penas lloro, mis desdichas siento,
que hiere un mal cuando otro se retira.
Pájaro así que en libertad se mira,
sólo a su voz y a la del aire atento,
lamenta la prisión, gime al tormento,
cuando el perdido bien preso suspira.
Rigor fue de torturas, que previno
-tirana siempre de mi amor al fuegoinhumana crueldad, bárbaros lazos.
Oh rapaz, tú en victoria peregrino,
¿por qué permites, pues te sigo ciego,
cadena injusta a mis amantes brazos?
AL S EPULC RO DEL ILUS TRIS IMO CARD ENAL
DE TREJO, OBIS PO DE MALAGA Y PRES IDENTE
DE CAS TILLA
No pises, no, respete el pie la nieve
de ese mármol, de aquella aguja, aquella
pompa de luz con vanidad de estrella
que a los ojos del sol lágrimas bebe.
Pira es de un Fénix que a su ser se debe,
urna es de un justo que renace en ella,
¡oh lo que el mármol de virtudes sella!
¡oh lo que el bronce a desengaños mueve!
Yace a Es paña su púrpura, que triste
vio agonizar de tanto sol la llama,
muerta no, a su ser restituida.
Ve en paz, oh peregrino, y di que viste
en breve vida eternidad de fama,
en breve muerte eternidad de vida.
SONETO
Esta que guarda cán dida ceniza,
tanto valor, Fajardo, en urna breve,
despojos mudos de la muerte aleve
que la fama retórica eterniza,
hoy su pompa su máquina eterniza,
tierna piedad que a un pecho heroico mueve,
y pagando a su sangre lo que debe
su fin dichoso encanto solemniza.
Renueva el sentimiento la memoria
de tanto puesto sol, que en luz fecundo
viven –aunque murió- sus resplandores.
Que es bien que corresponda a eterna gloria
otro nuevo dolor, para que el mundo
una pérdida cueste dos dolores.
HABLANDO CON UNA NIÑA QUE POR
S U ELECCIÓN S E ENTRO RELIGIOS A
Borrar supiste –oh Clori, oh rosa purael albedrío dela contigencia,
ya a los rizos de nácar su violencia
no podrá destrenzarles la hermosura.
No admire, no, que sin edad madura
solicites galán que no hace ausencia,
que si el silencio es rostro en la prudencia
la virtud es la edad de la cordura.
En peligros de un mal y de un engaño
es más sabia razón, más advertida,
prevenir, no enmendar el desengaño.
Ciencia de escarmentados no es lucida
y tú, por no ver males desde el daño,
los ves desde el discurso prevenida.
NO IMITES A TU AMIGO LAURO CUYA
REBELDÍA MERECIO ES TE S ONETO
¿No escuchas Con tu ingenio aquella fría
fuente, Lauro, que hermosa se dilata?
¿Ves cómo vuela pájaro de plata?
sagrada es, a mi ver, filosofía.
Líquida erudición tanta armonía
tu estudio sea, pues tu ser retrata;
una onda a otra onda lo desata,
así impele él un día al otro día.
Mas si de avisos no te persuades
y te ofende escuchada y no temida
la culpa de tus locas vanidades,
bien de avisarte temerá mi vida,
que es siempre lo que informa las verdades
una salud muy mal agradecida.
CONTRA UN CIPRES QUE
LO ABRAS O UN RAYO
Es verdad, yo te vi ciprés frondoso
estrechar de los vientos la campaña,
yo vi ser la soberbia que te engaña
aguja verde en Menfis oloroso.
Creíste que por grande y poderoso
no te alcanzase de un dolor la saña.
Rodear sabe el mal, por senda extraña
vino el castigo en traje luminoso.
Rigor tu vanidad llama a esta furia,
si fueran los castigos impiedades
no se quejen tus culpas tan a gritos.
Nunca lo que es razón ha sido injuria,
ni por más que atormenten sus verdades
han de saber quejarse los delitos.
SONETO
Del mal que lo amenaza al venturoso
librarme quiero yo por desdichado,
porque no duele tanto examinado
como cuesta el temor de un mal dudoso.
Desde el dolor padece el no dichoso.
El feliz desde el miedo del cuidado,
su edad tiene un dolor y en lo esperado
es hacer de más años lo penoso.
Jamás alguno poseyó la suerte;
nada se goza un bien con un recelo,
que del mal la sospecha es importuna.
Y pues a un bien no hay mal que no despierte,
en mi desdicha tengo mi consuelo,
si victoria no soy de otra fortuna.
A UN A ROS A ANTES DE ABRIR
Si en verde oriente, ya luz encarnada
es de tu sol –oh flor- seña olorosa,
no crezcas hasta el día de ser rosa,
que son las horas muerte disfrazada.
No más beldad aspires engañada,
que estás si creces, en llegando a hermosa,
del achaque de un día peligrosa,
de enfermedad de un sol amenazada.
Arrepentida en balde, flor vecina,
pues a tu error no sirve su experiencia,
aproveche a tu riesgo documento.
Baste ya de otras rosas la ruina,
no te prosigas, que en mortal dolencia,
ninguno de sí mismo es escarmiento.
NO OCAS IONES A QUE TE D IGAN LO QUE
ES TE S ONETO A UNA FUENTE. QUE ES TANDO
MUY RICA D E JAS PE NO LLEVABA AGUA.
¿No eras tú la que quiso a la mañana
imitarle las perlas engreída,
y en flor de jaspe tiene prevenida
por nieve mármol, pórfido por grana?
Pues ese viento de tu pompa ufana,
ese enjugó tu cristalina vida.
Que quien se puso tan envanecida
fue providencia que quedase vana.
Que olorosa merced te debe el prado
engañando de fuentes tantas flores
que alistaron su vida a tu cuidado.
Mentiste la esperanza a sus verdores.
¡Oh aviso superior de lo criado!
¡Oh propiamente imagen de señores!
A UN A HERMOS URA QUE MURIO DE
REPENTE TENIENDO UN RELOJ EN
LAS MANOS
Todo un reloj ocupa se destreza
en avisarte, Atandra presumida,
ser tu beldad eternidad mentida
que de humana te estorba la certeza.
Mas no logra el aviso su fineza,
que su eficacia en parte resistida
pudo desengañar toda una vida
y persuadir no pudo una belleza.
Lo infalible parece que suspendes,
pues un reloj la vida te profana
y en las horas prosigues de tu engaño.
De ti misma el ejemplo desatiendes
y hermosa yaces en la edad, de vana;
aun el tiempo es inútil desengaño.
A UN A MARIPOS A QUE S E AHOGO
EN UN VID RIO DE AGUA
Avecilla infeliz que tantas flores
en esas breves alas extendiste,
¿cómo si para Fénix floreciste,
Icaro se apagaron tus colores?
Es tu achaque la luz, es tus rigores,
y en llama de cristales falleciste,
que si ha de ser estrago para un triste
aun el cristal presumirá de ardores.
Mas, ay necio de mí, bárbaramente
avecilla en tu lástima me engaño,
compasivo a ese vidrio que te infama.
No causó mal mudarte, el accidente,
que habiendo de morir no fue en tu daño
el cristal más peligro que la llama.
A UN A ROS A MALTRATADA
DE UN GUS ANO
Esa rizada púrpura olorosa,
esa de nácar lástima florida,
hoy de un gusano descortés mordida
más ejemplo está ya que estaba hermosa.
Si es morirse de flor pena forzosa,
bárbara en lo preciso fue la herida,
colérico fue el diente, que su vida
poco pudo tardar naciendo rosa.
Mas no es dudar su muerte lo violento
de anticiparse a apolillar su grana,
dudando que a su estrago no se rinda.
Que no muera de rosa fue el intento,
por no dejarle, con acción villana,
tener el gusto de morir de linda.
A UN A HERMOS URA QUE MURIO DE
REPENTE CON UN RELOJ EN LA MANO
Ese volante que continuo expía
es siempre en lo viviente presuroso,
en Nise, que murió de lo dichoso,
avisos quiso ser y fue porfía.
No muere, no, reloj, de tu armonía
la que vivió lo breve de lo hermoso,
tú que en su lozanía presuroso
un mérito apresuras más que un día.
Si en frágil duración de los instantes
tiene su mayor prisa en lo que dura,
¿cómo su oficio de morir ignoras?
Sin ejercicio mueves tus volantes.
Que a quien le dan por vida una hermosura
es perezosa edad la de tus horas.
-------------------------------------------------Tan temprano es tu ingenio, que aún no mueves
-con airoso ademán, con planta airosala edad de veinte abriles olorosa
y sin ocios de flor ya frutos llueves.
¿Cómo a estrechar en esa edad te atreves
siglos de perfección? Tu edad dichosa
vengue las brevedades de la rosa,
desagravie a las dichas por los breves.
Tanta es la edad de tu discurso ardiente,
tan niños esos años mereciste,
que vida has menester porque no acabes.
Nace para saber todo viviente,
tú a estudiar el vivir sólo naciste.
¡Oh si vivieses todo lo que sabes!
SONETO
Canta tu dulce, y sonorosa lira,
célebre fiesta ingenio soberano,
que con tu voz excede de lo humano,
y con razón a lo divino aspira.
La fama atenta tu grandeza mira,
renglones vaga, pues tu airosa mano
plecto le da a sus alas cortesano,
y ocupación le ofrece , que le admira.
Miente más novedad tu docta pluma,
lucimiento le niega lo lustroso
triunfo, excepción hermosa del olvido.
No tu modestia su igualdad presuma,
que ya en tu pluma está por tan hermoso,
de aquellos que te ven lo más querido.
SONETO
Veloz, si triste, rompe el aire vago,
progre ya Tarcia, por España trueca
cruzada el pecho de sangrienta beca,
llorando canta el miserable estrago.
Almas que escuchan el sonoro halago,
riegan ya fuentes el arena seca.
O cielo dijo a quien tan fiero peca,
mal se dilata su debido pago.
El gran Tonante oyó tu oración breve,
y un rayo arroja su furor divino,
con que Aterco y su palacio abrasa.
Pecador olvidado, no te mueve
el duro caso? Pues de tu vecino
un calegón ardiendo está la casa.
SONETO
Repara cuerdo, si curiosos admiras
máquina sola, contra el tiempo fuerte
huésped errante, y lo primero advierte
que tú eres tan mármol, sino suspiras
Este milagro cuya alteza miras,
que iguala el hombro a Atlante de esta suerte,
es Alcázar funesto de la muerte,
verdad universal de mil mentiras.
Yace aquí Margarita, el celo santo,
la joya de Filipo en más temida
que el Orbe, que pacífico gobierna.
En lágrimas rompiste, enfrena el llanto,
sucedió a muerte breve larga vida,
y a breve Majestad Corona eterna.
SONETO
Galán cenit a la deidad undosa,
tímidas esmeraldas lisonjea,
Erefictón valiente, que rodea
horóscopo de luz, fábrica hermosa.
En biombos de flor cuanto olorosa
en su labios le ofrece a Galatea,
émulo a su cristal, que galantea
a la espira del S ol más luminosa.
Crepúsculo el clavel, espacio breve
sustituyó en fragmentos la gayomba,
y queja fue de amor lo que fue nieve.
Llore la fuente, pues gima la bomba
apócrifos del monte en llanto leve,
si aforisma Canción, o si rimbomba.
POLO LAS O, JUAN
España. S iglo XX
Poeta hallado en Internet.
ERES RIO DE GRAC IA
I
El pozo con la higuera. Fue el paisaje.
Enaltecido a veces con la nieve.
La Virgen brega y canta, reza... y mueve
el corazón de Dios con su bagaje.
Entonces llegó el ángel; y el mensaje
floreció entre sus labios, liso y leve.
María está pasmada, ni se atreve
a desatar la flor de aquel ramaje.
El aire sublimado por el vuelo
canta: “feliz, feliz”, “graciosa eres”,
“y el mundo es bendecido en tu semilla”
Y nosotros ceñidos de consuelo:
“escogida entre todas las mujeres”
“dichosa”, “arca de Dios”, “su maravilla”.
II
La oscuridad al alba detenía
cuando brilló la curva de tu seno,
y remozando la aridez del heno
lágrima se hizo, resplandor del día.
Consumada, tu sangre florecía,
manantial que alegraba huerto ajeno.
Gozabas y gemías. Qué sereno
el gesto de tu voz en lejanía.
Yo pasaba llorando mis pesares,
y te vi entre los ángeles, señora,
y a Jesús que se alzaba en tu regazo.
Nos miraste. Qué vuelo de cantares.
El temblor de la carne pecadora
iba estrechando el arco de tu brazo.
III
Dios te salve, paloma estremecida,
ciprés delgado que fatiga el viento,
Rosa de Jericó, seguro aliento
del pueblo que te busca a su medida.
Tú nos diste la autora de la vida
y fuiste de Yavé pedal y asiento,
tú llevas en ti misma el argumento
de nuestra pobre carne redimida.
Dios te salve, María, la más buena,
bendita por tu gloria y por tu pena;
que sosiegue tu fe tantos temores.
Guía, Señora, tú nuestro destino,
y seas nuestra flor en el camino
que se alumbra en tus altos miradores.
POMAR, PEDRO PABLO
Poeta Hallado en Internet.
Empleado de Palacio.
A LA MUERTE D E UN A REINA
CONSORTE DE ES PAÑA
Gime el aire al dolor, llore en tal pena
sienta al ver perecer flor tan temprana.
Pronuncie el fuego en lenguas la tirana
ley que a un estrago vidas encadena.
La Tierra se lamente hallando ajena
la más fragante lis, bella y lozana.
Y de las ondas en su espuma cana
cante lamentos tristes la sirena.
La majestad, los triunfos, la corona,
los mandos, los imperios, la fortuna
sube a lucir apenas ve su ruina.
O, influjo! O ley que adversa no perdona
verde fervor ni de eslabón la cuna
pues de su albor como el pavón declina.
POMBO ANGULO, MANUEL
S antander. 1.912
Estudios en la Facultad de Medicina de Valladolid.
Secretario Nacional de Prensa. Premio Nacional de
Literatura.
S ALZBURGO
En el viejo café de un S alzburgo enjoyado,
mirando en los espejos confusas lejanías,
yo siento tu presencia revivir a mi lado
los mejores recuerdos de los mejores días.
No importa que estés lejos: el tiempo no ha pasado.
En el café resuenan las mismas melodías
que antaño yo escuchara, con el inmaculado
desmayo de tus manos presas entre las mías.
Hoy, que nuevos amores por la vida te llevan
y que mis ilusiones y mis ensueños quedan
orillando el camino que contigo pisé,
como en los viejos tiempos de nuestras viejas citas,
te envío el homenaje de estas rimas escritas
sobre los veladores de mi viejo café.
EN HONOR DE LAS RUINAS DE UN CAS TILLO
A tu almena, vigía. Y a tu puente,
curva de bienvenida en la llegada.
A tu foso sin agua, la corriente.
A tu noche sin guardia, la alborada.
A tu poterna, paso. A tu mesnada,
escudo, lanza y corazón valiente.
A tu cielo sin astros, madrugada.
A tu altar sin devoto, penitente.
A tu patio, caballo que, ensillado,
sueñe con el galope. Encapuchado
azor para tu guante y tu velar.
Y a tu señora, que de ausencias pena,
las ausencias sin mancha de Jimena
al Cid Rodrigo Díaz de Vivar.
SONETO DEL AMOR IMPOS IBLE
Mirarte así, negado a tu mirada.
S aber que eres camino sin frontera,
luz de otro amanecer, sonrisa dada,
sin esperar que nadie sonriera.
Y espalda vuelta. Y brisa pasajera
que a otras velas de amor marcha entregada.
Barco con otro puerto en la ribera.
Otoño en soledad. Recuerdo. Nada.
Y quedar, en tu anhelo, solitario.
Huérfana ya de esperas la ventana.
Con las manos vacías, ¡tan vacías!
Mientras, lenta, desgrana su rosario,
en un atardecido sin mañana
la procesión eterna de los días.
MARGARITA
Pálida de un amor nunca soñado,
fantasmal en tu blanca luz de cirio,
yo quisiera guardarte en el pintado
corazón de este lienzo, como un lirio.
Lirio blanco, de rojo tan manchado,
que semeja clavel en su martirio.
Lirio como un amor inmaculado,
sollozando en la muerte su delirio.
Y quisiera guardarte, Margarita,
como una flor de las que amabas tanto,
que apenas ya nacida se marchita.
Y escuchar en tu boca el triste canto
de las rosas que acuden a la cita
que tus camelias las estaban dando.
POMBO, JORGE
Bogotá. Colombia. 1.857 - 1.912
FUN ES TA DUALIDAD
Siento otro Yo que contra mí se empeña,
que en todo influye y todo me acibara,
un Yo que si de mí se retirara,
me hiciera ver la vida hasta risueña.
S ólo una gracia, al parecer pequeña,
humilde, al Yo fatal le demandara:
que alguna vez, siquiera, me dejara
salir del diario afán sin contraseña.
Concedida tal gracia, el Yo visible
mostrárase cual es, no cual ha sido
por causa superior e irresistible.
Mas como existe siempre el Yo oprimido,
y existe el Yo opresor, no me es factible
la auto-semblanza que se me ha pedido.
SONETO
Catorce versos forman los sonetos;
catorce bardos con primor los hacen;
catorce estrellas en la “Gruta” nacen
que iluminan a incrédulos sujetos.
Veintiocho veces escuché cuartetos
que en verdad, plenamente satisfacen
a todos los poetas que aquí yacen
esperando principie los tercetos.
¡Estoy con ellos! El temor me invade
de improvisarlos ante Rivas Frade,
Valencia y Gómez. ¡Me metí en la gorda!
Mas... llegué al último. ¿Podré sacarlo?
¡Si no puedo, que vengan a acabarlo
Julio Flórez, Restrepo y S oto Borda!
POMBO, RAFAEL
Bogotá. Colombia. 1.833 - 1.912
Coronado Poeta Nacional de Colombia.
DE NOCHE
No ya mi corazón desasosiegan
las mágicas visiones de otros días.
¡Oh Patria! ¡oh casa! ¡oh sacras musas mías!...
¡Silencio! Unas no son, otras me niegan.
Los gajos del pomar ya no doblegan
para mí sus purpúreas ambrosías;
y del rumor de ajenas alegrías
sólo ecos melancólicos me llegan.
Dios lo hizo así. Las quejas, el reproche
son ceguedad. Feliz el que consulta
oráculos más altos que su duelo.
Es la Vejez viajera de la noche;
y al paso que la tierra se le oculta,
ábrese amigo a su mirada el cielo.
A BOLIVAR
¿Qué miras? Ya no hay pábulo de gloria
que tu mirada fulminante encienda.
¿A quién hablas? No hay alma que te entienda
ni quien guarde tu acento en la memoria.
¿De qué planeta o cumbre de la historia
caíste aquí, descaminada prenda?
¿Qué hallas en esta universal merienda
de tu ideal de lucha y de victoria?
Torna a dormir, y el bronce de tu manto
esconda de la alteza de tus sueños
realidades que excitan asco y llanto...
Mas ¡ay! tú mismo, en tus amargos ceños,
viste tu centenario... Ese es tu canto,
¡Padre tan grande de hijos tan pequeños!
LA MEMORIA
¡Oh perfecto presente del pasado,
vida de tanto amado ausente y muerto,
que poblando aquel fúnebre desierto
burlas del tiempo el hierro despiadado!
En mi hoy, más prosaico y desolado
que el muerto ayer, me ofreces más de un puerto
do a buscar vuelvo en mi soñar despierto
un asilo poético y sagrado.
Un templo a cuya entrada unjo con llanto
el corazón, y en otro mundo, el eco
de inolvidables voces, oro y canto.
¿Será tal fruición juego, embeleso
y no fiel prenda, misterioso rito,
aurora boreal de lo infinito?
POMPA, ELIAS CALIS TO
Caracas. Venezuela. 1.834 – 1.887
ES TUDIA, TRABAJA, D ES CANS A.
ES TUDIA
Es puerta de la luz un libro abierto:
entra por ella, niño, y de aseguro
que para ti serán en lo futuro
Dios más visible, su poder más cierto.
El ignorante vive en el desierto
donde es el agua poca, el aire impuro:
un grano le detiene el pie inseguro;
camina tropezando: ¡vive muerto!
En ese de tu edad Abril florido
recibe el corazón las impresiones
como la cera el toque de las manos;
estudia y no serás cuando crecido
ni el juguete vulgar de las pasiones,
ni el esclavo servil de los tiranos.
TRABAJA
Trabaja, joven, sin cesar trabaja;
la frente honrada que en sudor se moja,
jamás ante otra frente se sonroja
ni se rinde servil a quien la ultraja.
Tarde la nieve de los años cuaja
sobre quien lejos la indolencia arroja;
su cuerpo al roble, por lo fuerte, enoja;
su alma del mundo al lodazal no baja.
El pan que da el trabajo es más sabroso
que la escondida miel que con empeño
liba la abeja en el rosal frondoso.
Si comes ese pan serás tu dueño,
mas si del ocio ruedas al abismo,
¡todos serlo podrán, menos tú mismo!
DES CANS A
Ya es blanca tu cabeza, pobre anciano;
tu cuerpo, cual la espiga al torbellino,
se dobla y rinde fácil; ya tu mano
el amigo bordón del peregrino
maneja sin compás, y el aire sano
es a tu enfermo corazón mezquino...
Deja la alforja, ve, descansa ufano
en la sombreada orilla del camino.
Descansa, sí, mas como el sol se acuesta
viajero como tú, sobre el ocaso
y el astro que le sigue un rayo presta:
Abre así con amor tus labios viejos
y alumbra al joven que te sigue el paso
¡con la bendita luz de tus consejos!
PONCE, ENRIQUE
Chile. 1.892 – 1.954
Escritor y Poeta.
LA S IES TA
Dan las dos de la tarde. La merienda concluye.
Por ser bueno el hartazgo nadie hay que de él se duela;
si alguien deja la mesa, es que del calor huye;
los más, repantigados, explóranse las muelas.
Del meollo embotado el chiste ya no fluye
y al poco la modorra nuestras miradas vela
y en los cerezos chatos los proyectos destruye
del cura, apotecario y maestro de escuela.
Todos duermen. En tanto la bravía mucama,
a quien un ardor único todo su ser inflama,
cautelosa e hipócrita, se acerca a los postigos
y viendo que sus amos son presa de la siesta,
como una ninfa impúdica de helénica floresta
se escurre entre las viñas tras un sátiro amigo.
LOS GATOS
Los gatos de los campos sufren siempre lo ambiguo;
el ciudadano finge toda ciencia erudita
y es precavido: huye del caserón antiguo
y ganguea triptongos por la rata exquisita.
Los gatos de los campos viven siempre contiguos
al solar de las casas temidas por malditas,
y un rito demoníaco ofician al exiguo
resplandor de S aturno; la luna los irrita.
Desde lo alto algún búho dirige el sacrificio
y luego catedriza en sádicos cilicios;
y mientras de amapola se satura la noche,
trepados en los árboles, con febriles desvelos
aguardan que un demonio de errante carricoche
descienda a redimirlos para siempre a los cielos.
VIC IO S UPREMO
Hela, por fin, desnuda, bajo la luz medrosa,
contigua a los divanes, a la Maga del Vicio.
En vuelta en perfumes –incienso, mirra y rosa-,
la inviolada doncella del jardín del suplicio.
Hela, por fin, desnuda, bajo la luz medrosa,
-un silencio inquietante precede al sacrificio-.
Resplandece su cuerpo, víbora luminosa,
cuyos ojos en fiebre nos hieren cual cilicios.
Se inclina dulcemente, en un sonambulismo
se ofrece toda entera con cálido erotismo
y a punto que el temblor va a trocarse en espasmo,
se yergue triunfadora; no ha de ser mancillada,
que es el vicio supremo, contener el marasmo
y sentir como ruge nuestra carne domada.
PONCE, MANUEL
Morelia. Michoacán (México) 1.913 – 1.994
Ordenado S acerdote y Profesor del Seminario Tridentino
EN EL CED RON
Una gota caída de su frente
navega en el despojo de la oliva;
naúfrago pena por tocar la riva
marginal y barbada del torrente.
A los rencores de la onda urgente,
desorbitada, vino a ser cautiva,
salado mar, sudor o sangre viva,
gota de Dios, menos a más caliente.
Originaria de los cielos, sola,
batelera sin rumbo, abandonada
al capricho con rumbo de la ola.
¡Si lanzara su voz de muerte o vida
por larvas trémulas, anochecida;
si rodará... si nadie sabrá nada!
LA CATEDRAL
Música de la tierra más baldía
espiga su creciente partitura,
y música del cielo la más pura
en la piedra sus módulos enfría.
Sismo de tierra, sube a melodía;
aura de cimas, colma la llanura;
y se respira tal arquitectura
como resuena tanta maestría.
Todas las liras en el aire tenso
repercuten al son apasionado;
el clamor de las aguas en ascenso
penitencial, redunda en su costado;
y permaneces, contrapunto inmenso,
¡Oh Jesucristo, bien ejecutado!
AL CRIS TO DE MI ES TUDIO
¿Cuándo murió mi corazón inerte,
que no muere de verte ajusticiado,
pendiente del marfil, donde, labrado,
es una fácil alegría verte?
Rota el ara , la vida se te vierte
por la heráldica brecha del costado,
¡oh cántico de cisne asilenciado
y torre en los suburbios de la muerte!
Yo en flores, Tú en escarcha está cautivo;
Tú en tinieblas, yo en luces me derramo,
y en tu divisa gozo, sufro y amo.
Por una parte lloro compasivo,
mientras por otra olvido tu reclamo,
y es que de puro simulacro vivo.
A JES US CRUCIFICADO
Yo te adoro en razón de lo increado,
temo en Ti por el brazo justiciero,
admiro en Ti la omnipotencia; pero
te quiero sólo por crucificado.
No te puedo querer en otro estado,
ni esperar de otro modo lo que espero;
aunque sé que la infamia del madero
no es otra que la cruz de mi pecado.
Duélenme, sí, tu afrenta y el delito
que yedras enlazadas con tal arte
consuman en tus sienes de proscrito.
Pero yo no me canso de mirarte,
queriendo, si pudiera en lo infinito,
crucificarte, sólo por amarte.
VIRGEN Y MADRE
Dadle a la flor, por bella, cuanto quiso
de luz, si de la luz se hizo rosa,
y dadle lo mejor de cada cosa,
para ser rosa si le es preciso.
Tal candor a su ser es compromiso,
que de aromas celestes se desposa;
y para hacerla suya y más preciosa,
¿Dios le arrebatará su paraíso?
Y, si la más altiva providencia,
aromando el jardín de lo absoluto,
nos dio flor y mujer en una esencia,
eximidla, mortales, del tributo,
y dejar a la flor por excelencia
sin dejar de ser flor que de su fruto.
AL TRAS LADO DE LA VIRGEN DE GUADALUPE
Cambias de sitio, no de primavera,
pues van a irse en pos de ti las flores;
y por la misma casa donde mores
dará principio el sol a su carrera.
Cambias de sitio, no de adoradores,
que te saben amar a su manera
y, al derretir sus almas como cera,
chisporrotean ensordecedores.
Ni nosotros cambiamos: adheridos
a tu cielo de astrales palideces,
te sonreímos dando de gemidos.
Y, entretejiendo espinas a tus rosas,
te seguirán llevando nuestra preces
las mismas quejas de las mismas cosas.
RES PONDE EURID ICE ETERNA
Déjame en la penumbra de mi cielo,
en mi dichoso olvido inacabable,
navegar a merced de lo improbable
en tanto baja mi bajel desvelo.
No quieras, no, romper el duro hielo
que suspendió mi sangre transitable,
ni el lirio de la muerte inmarchitable
quieras plantar en imposible suelo.
Déjame, en fin, seguir mi muerte oscura,
para extraer de tu inefable canto
la vida que me niega la ventura.
Y no alteres la ley de mi quebranto,
porque siendo razón de tu amargura,
yo viviré mientras te dure el llanto.
PONCE, MANUEL
España. S iglo XVII
Poeta y amigo de Lope de Vega
A LOPE D E VEGA
Una Aurora esplendor de siete Auroras,
tu cuerpo fue sepulcro a sus acciones,
en cuanto ilustra el alma a las regiones,
que viven sin ofensa de las horas.
Muerto a la vida, el término mejoras,
pues con enternecidas suspensiones
en abismo de luces te dispones
glorias, que en inmortal seno atesoras.
A suprema deidad el alma unida
en sí anticipa el premio suspendido
de su divino amor sacra violencia.
Volviste a los umbrales de la vida,
porque, el orbe a tu ejemplo reducido,
en más grados de Dios bebas su esencia.
PONCE DE LEON, FRANCIS CO
España. S iglo XVII
Señor de Puertolope. Poeta.
A LOS REYES CATÓLICOS
Pues vuestra santa fe la ciudad planta,
¡Oh Reyes! que del hecho el nombre toma,
al tiempo que el cultor del vil Mahoma
del granadino suelo se trasplanta:
Nazca de allí el fulgor de gloria tanta
el celebrar por cándida Paloma
a la que del pecado el cuello doma,
hija de Adán, si concebida, santa.
Y si esta devoción del pecho pío
de aquel pueblo se alzó, dándole ayuda
dos Príncipes cristianos, como tales;
no es maravilla que acreciente el brío
Granada heroica y presurosa acuda
a defender sus triunfos inmortales.
PONDAL RIOS , S IXTO
S an Miguel de Tucumán. 1.907 – Buenos Aires. 1.968
Sus restos fueron trasladados a su querida Tucumán. Argentina.
LA INTELIGENCIA
Volar e suficiente para el ave.
Vivir no basta para mí. Presiento
que no es como lo veo el firmamento
y que soy parte de una inmensa clave.
Sin cesar busco la dorada llave
que abra de par en par mi entendimiento,
pero sólo renuevo el sufrimiento
repreguntarme lo que nadie sabe.
¿Quién calibró esta cruel inteligencia,
que indaga hasta que prueba su impotencia
y luego recomienza el vano juego?
Don estéril y amargo que contrista
como si a un ciego diéranle la vista
para ver solamente que está ciego.
DEL TIEMPO, NO DE MI
El tiempo malgastado el alma llora
mas de gastarlo hay sólo una manera:
hora por hora en la dulce espera
y en la tensa pasión, hora por hora.
El tiempo es quien el tiempo no valora.
Es río que no mira la ribera.
Su andar entre pesares no acelera
ni a orilla de la dicha se demora.
Bien gastadas las horas de extravío,
las pocas que viví riendo y llorando,
no las muchas del sueño y del hastío.
¡Ay!, qué joven sería descontando
-por ser tiempo del tiempo, no del míolas horas muertas que me van matando.
PONDAL Y ABENTE, EDUARDO
Ponteceso. La Coruña 1.835 – La Coruña. 1.917
Poeta español en lengua gallega. Médico.
A ELIS A
Alza, Elisa, ese velo aleve y vano...
y descubre tu frente venturosa,
y al puro cielo tu cabeza hermosa
despliega, flor del suelo ferrolano.
Entre tu verde espléndido y temprano
eres, niña gentil, purpúrea rosa
que entreabre sus ojos pudorosa
al suspirar del céfiro lozano.
¡Ay de mí, que arrojado en mi amargura
al duro golpe de infeliz destino,
cruzo el mar de mi vida sin ventura...!
Poeta sobre el mundo peregrino,
no soy digno tal vez de tu hermosura,
de tu alma frente y tu esplendor divino.
PONS BARBER, IS ABEL
Pedreguer. Alicate. Siglo XX
Poeta hallada en la Biblioteca M. de Benidorm.
Reside en Valencia.
S ABOR AÑEJO
¿Por qué viniste a mí? ¿Por qué viniste?
¿En qué estrella fugaz viste mi sino?
Paso a paso surcaste mi destino
y de amor y dolor lo estremeciste.
Y ya no sé vivir si no me viste
la capa de tu voz. Añejo vino.
S abor de tu sabor en mi camino.
Aroma que en ausencias aun persiste.
De ti llevo las alas sin los besos.
De ti llevo la fuerza. Y la cadena.
De ti me vino el gozo. Por ti pena
este largo vivir. Años impresos
con la loca utopía de tenerte.
Con la loca utopía hasta la muerte.
CADENA ENCAD ENAD A
Leer y desleer lo ya leído,
amar y desamar lo que ya amaste
con sabor repetido, es el desgaste
de saber sin saber lo ya sabido.
Circunstancia es la vida en su sentido.
Un trillar. Lanzadera que lanzaste.
Un temblor que temido no buscaste.
Un quehacer siempre nuevo y repetido.
Quienquiera puede ser y no ser nada:
volar hacia la cumbre de su idea
cumplirse y demostrar que saborea
de la mente, la luz que le fue dada.
La montaña con ser y conformarse
nos muestra su saber de saber darse.
ORION Y ARTEMIS A
Artemis, diosa Luna de los cielos
que mataste a Orión, tu amor gigante;
fuiste el brazo de Apolo delirante
sesgándote el licor de tus anhelos.
Artemis diosa Luna de los cielos
desdichado tu amor, tu amor fragante;
liturgia de clamores en menguante.
Negra faz de los tuies. Negros velos
cubriendo de la cimbra tus pesares.
Oh, lágrimas de estrellas celestiales
nebulosas surgidas de avatares.
Explosión de blancuras, de cristales
donde Orión rojo su Alfa enamorado
viviera ya por siempre constelado.
¿S EMEJANZA?
¿Cómo siendo de mengua tan humana
mi vida se asemeja a las estrellas?
¿Es que el cielo volcó mudas centellas
sobre este corazón que amor emana?
Oh, la altiva Artemisa, soberana,
pedestal de belleza entre las bellas.
Fortaleza entre todas las doncellas.
Cazadora en los bosques, fuiste Diana.
Mi dolor, tu dolor, transe los cielos,
mas el tuyo estrellado en niebla hermosa.
Yo sólo soy del viento débil rosa
mecida entre las nieves y los hielos.
Quién sabe si mi Orión ha sido amado
como el tuyo que al cielo has transportado.
AS PIRACION
Despeíname las trenzas a tu antojo.
Cabalguemos tu verde lomo infausto
crucemos los espacios y las nubes.
Oh, viento derramado, viento abstracto.
Llevaré el manto azul de la templanza:
cubriré cada flor que venga al paso.
En tus ojos sin luz y sin pupilas
quebraré el universo de tu fuerza.
Yo voy pulsando en ti la mansedumbre:
el licor de mi sangre sea tu bálsamo.
Feliz el despertar en la otra orilla
si tú me das la mano sin la espada.
Recostada en tus brazos, brazos suaves,
mi rostro exultará en los plenilunios.
AZAR
No besaste la palma de mi mano
ni quedó tu calor preso en el mío.
Qué largo mi pesar. Qué escalofrío.
Corrió el tiempo veloz. Hoy es arcano.
Qué bello nace al mundo el ser humano.
En la sangre, imperiosa, su atavío.
El mío en letras de oro ¿fue baldío?
Contraluz de mi luz: ¿fuiste oro vano?
Tropecé con tu fuego. Tus topacios.
Tu aroma de laurel y de canela.
Oh, inmanencia en mi ser: vela en tu vela.
La izaste hacia los vientos, los espacios.
Cesaron los aromas. Cesó el fuego.
Qué vana vanidad: juego en tu juego.
PONS S AMPER, JOS E
España. S iglo XX.
LA HERENCIA D EL GORILA
Riñe el hombre con dientes y con manos,
logra dar saltos, sabe hacer viajes,
son frecuentes sus rabias y corajes,
las hembras le disputa a sus hermanos.
Por parecerse más, hay inhumanos
que hasta hieren y matan cual salvajes,
lucha de tribus, choques y pillajes,
todo igual que los brutos cuadrumanos.
Lo excelso es el lenguaje, en que la idea
nuestro dolor o nuestro goce labra,
donde la majestad de Dios rutila.
Por eso, raza superior nos crea;
sólo tenemos de hombre la palabra,
lo demás es herencia del gorila.
PONSOWY, PAULIN A
Argentina. Siglo XX
Poeta hallada en Internet.
COMPARTIMOS “BRAMIDO”
Bramar recluso en una piel pequeña
mientras la voz desgarra su sonido.
Bramar en vano mientras se despeña
la angustia, separada de su nido.
Ese es el canto, ese es el estruendo
del corazón si sabe que está herido.
Apenas permanece así latiendo
agoniza cubierto por su ruido.
Esa es la manta cruel que lo cobija,
el signo de su puño estremecido,
la fiebre del destino que lo aguija.
No hay otra voz que su milagro rija
más que la sorda piel de su bramido
ni otro sudario que su carne exija.
POO, JOS E DE
Cuba. Siglo XIX
SONETO
La gota de rocío cristalina
como una perla sobre blanca rosa
pierde su brillo pura y temblorosa
ante el rayo de sol que la fascina.
El astro rey que todo lo ilumina,
la consume con lumbre prodigiosa,
y ella triste, vencida y temerosa
su vida cede lánguida y divina.
¡Objeto de mi amor! Así mi mente
pierde su brillo, y fuerza y poderío
ante la viva llama refulgente,
del amoroso sentimiento mío,
porque es mi corazón el astro ardiente,
y el pensamiento gota de rocío.
PORCAR MONTOLIU, JUAN
Barcelona. 1.919
Ha vi vido en Francia y actualmente
reside en Castellón.
PENDULO
(No era nadie) La ruda soga apretando el cuello
y a sus pies oscilantes la hierba desmayada.
¡Qué esclavitud del aire! ¡qué trágico resuello
se debatía preso en la garganta hinchada!
¡Y qué mueca infernal asomaba iracunda
en el cárdeno rostro! ¡Qué visión espantosa
esa lengua colgante como una lava inmunda!
¡Y en sus dedos de cera, qué rigidez verdosa!
Bajáronle, grotesco; quedóse entre las lilas.
Manos cierran las puertas, mas no hubo ninguna
mano que le cerrase las abiertas pupilas.
Se fueron, (no era nadie), se fueron una a una
por la plácida noche las linternas tranquilas.
Muy despacio, en sus ojos, navegaba la luna.
PORCEL S ALABLANCA, JOS E ANTONIO
Granada. 1715 – 1.794
Colegial del S acro Monte. Se ordenó sacerdote.
En 1.752 fue nombrado Académico de la Española.
A UN A DAMA, ADMIRADORA D E GARC ILAS O,
ENVIANDOLE D ULCES .
“Cerca del Dauro, en soledad amena”,
con tu memoria ¡oh, Julia! divertía
los males de mi triste fantasía,
de cuyo bien la ausencia me enajena.
Cuando por nuevo susto, nueva pena...
ya no quiero más culto, Julia mía,
digo en plena corriente, que ayer día
me dijeron que no quedabas buena.
Que era el mal, resfriado y en tal caso
almendras, te receto, confitadas;
prendas son de mi afecto nada escaso,
y con motivo de tu mal buscadas,
cómetelas y di con Garcilaso:
“¡Oh, dulces prendas, por mi mal, halladas!”
SONETO
Hombres bobos, que al ver una hermosura
le entregáis las potencias y sentidos,
y aun poseéis las dichas, entendidos
estad en que la dicha no es segura.
Acteón escarmientos os procura;
que a una casta deidad (si ennoblecidos
deben los riesgos ser apetecidos)
dio un sentido, y ya llora su locura.
S ólo en la vista tuvo su delicia,
y se vio, cual lo veis, muerto, deshecho,
bruto y con astas; pero no lo dudo,
pues cualquiera mujer que se codicia
(sea la mejor), lo deja a un hombre hecho
un pobre, un bruto, y lo peor, cornudo.
PORLAN, RAFAEL
España. Córdoba. 1.899 – Jaén. 1.945
Escritor y Poeta.
LA CRIATURA MAGIC A
La fron da con rumor, el cristal lento
y escondido manando, la escuchada
canción difícilmente recordada
o e júbilo del mar o su lamento.
¿Cuál sonoro delicia, cuál acento
de carne, fuente o rama desvelada
serán más que silencio, si pulsada
suenas –mar, cielo y tierra- por el viento?
Ellos dicen que explicas y numeras.
Yo digo, si te escucho, que el sonido,
resumiendo las almas de hermosura
que expiran los metales y maderas,
los ponientes me da del bien perdido
y el alba de la fábula futura.
ES PERAN ZA EN LA ORILLA
Tras esta dulce carne que el verano
desnuda al sol en hojas y riberas,
trabajan ya las ávidas esperas
del hueso, la ceniza y el gusano.
¿Qué duele presentir bajo la mano
las mondas osamentas venideras
si, vivo mi dolor, no pasajeras
me volverá las galas de lo vano?
Relentes de noviembre entre dos luces
el mundo negarán a los cristales;
mas un clavel de zumos andaluces,
doliéndome lejano tan presente,
me sembrará de pétalos mentales
el yermo donde vago tan ausente.
LA NOCHE CLARA
Ya que la dura fábrica del día
duerme, carne soñando plateada,
ven a ver por la luna declarada
la fábula que el sol oscurecía.
Ven ha hablar con el habla que vivía
bajo plomo de voces enterrada.
Mira del joven álamo brotada,
bañista ya, la clara profecía.
Ven a subir las pálidas escalas
de luna sobre el mar, a la ventura.
Ven hacia aquel llamar de lo lejano.
(Aquel batir de huesos y de alas
que alumbran con su blanca dentadura
la negra calavera del piano.)
NOMBRE QUE VIVE
¡Qué párpado lunar en la neblina
revive si tu nombre se levanta,
si sube del silencio de tu planta
la luz verbal que a sueños se destina!
¡Hermione! ¡Voz esbelta que confina
con un talle de flor que se quebranta,
flor muerta siempre viva, flor infanta
difunta de Ravel en su vitrina.
Vagamente recuerdo que te amaba
no sé qué jefe griego. ¿Lo supiste?
¿Y eras así, como tu nombre hablaba?
Suena, y mi luz aquella te compone:
un mar, un cielo, tú de mármol triste
y un soplo que repite: Hermione, Hermione...
A CORDOBA
Jerusalén del patio y la calleja
si Roma del nivel y la plomada;
meditación en bulto levantada
si llama que en la alberca se refleja.
En andas de ciprés y plata vieja
va la cal de tu tarde, ya morada,
gozando, padeciendo la afilada
vacilación de cirios que la aqueja.
S anta Inés en su calle; y en su huerto
la albahaca que sostiene al Martes S anto
de tu Plaza Mayor de los Dolores.
Con ojeras de ver el cielo abierto
transcurre de su flor a su quebranto
la gente de los ojos almanzores.
EL HEROE
Más fiel a su disparo que el marino
velamen hinche músculo de viento,
henchido va de recto mandamiento,
todavía mortal y ya Destino.
Lo que en su centro lleva de divino
no sabe ni su curso de elemento,
más lujo de cincel en monumento
que nube de futuros en camino.
Su carga de tormenta precipita
ciego toro final, contra la cita
del acto de volcán que da la gloria.
Tras el poniente norte de su vuelo
un lago de carmín será su cielo
y un paso de centella su memoria.
GRATITUD A LOS MUERTOS
Oyendo bien, se escucha su paciente
labor entre los negros espesores
para que los tomemos como flores
o para consolarnos como fuentes.
Sintiendo el bien, lo trémulo se siente
del tacto con que ciñen rondadores.
La marcha de su hiedra de rumores
suena, como reló, familiarmente.
¡Dulce pueblo que espera y acompaña
tras el temblor sin aire de la rosa
y el nocturno crujir de la madera!
Prendido por su viva telaraña,
siento lo vegetal de cada cosa
crecer bajo su tibia cristalera.
A ORFEO
¿Cómo no ver en ti lo que sustenta
la sola fortaleza que no yace
si el mundo como nube se deshace
o pómpese en furor como tormenta?
Cuanto por inmutable nos contenta
sigue el ayer perfecto de que nace.
No hay cúpula de fe sin que la trace
la calma que tu mármol fundamenta.
No dura más que el humo de su hora
lo que en amor se funda, si parece
de puro Dios la llama que levanta.
Ni salva de morir lo que se llora
ni siquiera lo muerto permanece.
S ólo sigue de pie lo que se canta.
PORPETTA, ANTONIO Y LUZ MARIA
España. S iglo XX
DE LUZ MARIA
DES CAMINADA VOY
Camino por la luz de tu mirada
hacia tu corazón intermitente,
descaminada voy a tu torrente
a perecer en tu mirada ahogada.
En tus iris estoy enmarañada,
sé que me miras y que estás ausente,
pero en tus ojos quiero estar presente
aunque me mires y no veas nada.
Quisiera ser la luz y ser el viento,
quisiera ser tu lágrima perdida,
quisiera dominar tu pensamiento.
Pero mi imagen rompe tu memoria:
sólo yo del amor estoy herida;
sólo tú para mí serás historia.
DE ANTONIO
CANCION DE PEN A
A MIGUEL HERNANDEZ
Esta tarde, Miguel, he respirado
unos aires de atávica tristeza;
ha invadido mi casa tal pereza
que ni el sol de este invierno me ha alegrado.
En tu verso viril me he refugiado
tratando de encontrar en tu pureza
un aliento de fe, una certeza
para mi corazón desmantelado.
Yo sé que tú comprendes mi cansera:
también tienes el alma carcomida
por un viejo dolor que te barrena.
Los dos mordidos por la misma fiera.
Los dos manando por la misma herida.
Los dos hundidos por la misma pena.
CANCION DE IRA
Después de visitar esa morada
donde duermen tus huesos doloridos
he escuchado en mi pecho los aullidos
de una ira feroz y despiadada.
¿Por qué nos cercenaron tu alborada
y arrancaron de cuajo tus latidos?
¿Por qué tus limpios ojos convertidos
en mineral estampa de la nada?
Caiga mi maldición sobre la suerte
de los que hicieron de tu ardiente vida
un cuajarón de terciopelo helado.
¡Qué poco conocían que la muerte
jamás puede encerrar en su guarida
la voz de un labrador enamorado!
HUNDIDO EN LA TERNURA
Hundido en la ternura de tus versos
borracho estoy de luz, y ciego, y loco;
sólo en tu amor y en tu mirada pienso
mientras pasan los días poco a poco.
De tal modo en tu magia estoy inmerso
que convierto en estrella cuanto toco,
y cada vez que cantas me convenzo
de que mi voz no es más que vidrio roto.
En un mudo silencio yo te invoco
y te emplazo ante mí, con el antojo
de sentir tus latidos más intensos.
No te muevas de aquí: en el reposo
de tu tierno regazo me derroco,
mientras sigo quemándome en tus versos.
SOMBRAS
Escondido en la sombra de una encina
tu sombra vi pasar enamorada,
y ese leve contacto con la nada
hizo clara la sombra de mi vida.
Detúvose tu sombra sorprendida
por la insistencia azul de mi mirada
y al instante quedaron engarzadas
tu sombra, la del árbol y la mía.
Ya no podré olvidar ese momento
de feliz conjunción y tierno asombro
en aquella mañana de verano.
Esa mezcal de sombras fue el comienzo
de una mezcla de huellas y de entornos,
de un marchar para siempre de la mano.
ES PÉRANOS AHI
A José Ramón Aguirre, que tan pronto
se nos fue...
Nosotros no podemos regresarte
porque a pesar de todo no te has ido,
estás aquí, en un recuerdo herido
que nos hace sentirte y respirarte.
Tu destino en la vida fue entregarte,
y quedó tu destino bien cumplido:
era tu corazón un ancho nido
y bastaba vivirte para amarte.
No nos puedes hablar, mas tu tañido
nos llega con el viento tan fundido
que nunca dejaremos de escucharte.
Espéranos ahí, en el florido
rincón de paz que Dios te habrá elegido:
un día subiremos a abrazarte.
NUES TRAS VOCES
Unidas nuestras voces por los versos
entre versos pasamos nuestra vida
y vamos por la senda compartida
cada vez entre versos más inmersos.
S on los tuyos tan claros y tan tersos
que recuerdan la luz de amanecida;
tú tras los míos vuelas sorprendida
por los tensos, dispersos y perversos.
No debemos callar. En la locura
de tanto griterío incontrolado
no puede nuestra voz quedar inerte.
Tenemos que seguir en la andadura
que la gracia de Dios nos ha marcado,
hasta que Dios nos calle con la muerte.
SONETO DE ES PERAN ZA
Me siento el corazón tan carcomido
que ya no es corazón, es un desierto
reseco, desolado y casi muerto,
hundido en el sopor y bien hundido.
Cubierto por la grama del olvido,
de si late o no late no estoy cierto,
no sé si duerme o si está despierto,
herido estoy de duda y bien herido.
S ólo tú con tu voz podrás salvarme
de este invierno feroz que se abalanza
y me inunda de nieve cada día.
S ólo tú con tu luz podrás guiarme
por un nuevo sendero de esperanza
dando a mi corazón nueva alegría.
SONETO
No puedo concebir mi mar sin mí,
ni puedo concebirme sin mi mar,
nací bajo la ausencia de mi mar
y su memoria azul habita en mí.
Con su claro prestigio vibra en mí
la sonoro presencia de mi mar,
la voz apasionada de mi mar
me dice que sin él no hay yo ni hay mí,
y tan hondo el amor alienta en mí
que cuando no estoy cerca de mi mar
siento mi corazón lejos de mí.
Eternamente unidos yo y mi mar,
porque mi mar es ya parte de mí,
y un día seré parte de mi mar.
PORRAS , ANTONIO
Pozoblanco. (Córdoba) 1.888
Estudió Derecho en Sevilla y de doctoró en Madrid.
SONETO
Que te siento venir, aunque de noche
en el silencio con subido paso,
mar, o río, o hilito, por el raso
espacio ya sin nada y en la noche.
Que te entiendo fluir en plena noche,
sin saber si es que brotas en mi vaso
o que viertes en él, y ya tu paso
lo veo justamente porque es noche.
Este medio saber de muy profunda
certeza, amada, qué sosiego inmenso.
Y conocer, sentir que en mí te brotas
o que a mí vienes. Humildosa inunda
mi amor el pecho: estás conmigo. Rotas
razón y sin razón, ciego, no pienso.
PORRAS , BELIS ARIO
Las Tablas. Panamá. 1.856 – 1.942
Poeta hallado en Internet.
LA ES PERAN ZA
Brilló en la nada el rayo de la vida
hirió al pasar la sombra pavorosa
y allá a lo lejos, para el bien nacida
te vio el anhelo aparecer grandiosa.
El suspiro cayó, que el pecho anida;
secose el llanto de la faz llorosa,
y el alma excelsa, en el vaivén herida
luchó hasta el borde de la negra fosa.
Que así en la muerte al encender tu llama
huye la duda y el dolor fallece
y alientos infundes a la misma Fama;
Virtud concedes que a tus plantas crece;
al Vicio matas cuando airado brama,
y ni en la tumba tu fulgor perece.
PORTAL Y DEL C AS TILLO, HERMIN IA D EL
S an Juan de los Remedios. Santa Clara. Cuba. 1.909
Poeta.
PANTANOS
...Y mientras el Crepúsculo, pensativo, trazaba
sus versos de colores sobre la plana oscura
de la tarde, la flor del pantano lloraba:
“Yo, que siempre he clamado por la corriente pura
y, por salir de aquesta charca inmunda, bogaba...
¿por qué siento romperse mi vida en la negrura?
¿por qué siento quebrarse la fe que me alentaba?
¡Yo que había soñado con la rama y la altura!...”
Y dio un largo suspiro, y se plegó su broche,
en tanto que el Crepúsculo, terminados sus versos,
jugaba tras el negro secante de la noche...
Y yo decía al oído de los pétalos tersos:
Hay alguien, flor de loto, con dolor más profundo...
”¡Las flores que lloramos en los charcos del mundo!”
PORTILLO, LUIS GABRIEL
Gimialcón, Avila. 1.907
Derecho. Periodismo. Clases de Español
en el King’s College, Londres.
PILARES DE DOLOR Y GLORIA
El muerto, el prisionero, el desterrado
y el de roca ante embate de la escoria
son los pilares de dolor y gloria
que el honor de mi patria han sustentado.
Con ellos y por ellos ha pasado
al cauce y la influencia de la historia
el caudal de la limpia ejecutoria,
de sangre en lodo y de traición cercado.
El muerto sobrevive al vivo inerte.
El prisionero libertad encierra.
Relicario es mi exilio de mi tierra,
y ansia de unirme al digno en lazo fuerte,
triunfar con vuestra paz contra la guerra
y redimir la vida de la muerte.
EL PRES O
Reja en odio forjada aún más que en hierro,
valla a tu dignidad la prisión grande;
que España es, toda, por mucho que el pie ande
patria sin libertad y en vasto encierro.
Yo te saludo desde mi destierro.
Por ti anhelado, el corazón se expande.
Y aunque el rigor de tu sufrir no ablande,
hoy en su abismo mi desgarro entierro.
Yo en ansia peregrina, pero vivo.
Y el que fue aniquilado, en paz reposa.
Tú no mueres ni vives. Tú, cautivo,
tu suerte de las nuestras anhelosa,
prendes a tu agonía, en distintivo,
del rosal del dolor... la mejor rosa.
EN EL IN VERS O IMPERIO...
Colonia sin metrópoli es hoy día
la Nación que dio al Mundo un Continente;
la España que alumbró en el Occidente
Imperio donde el sol no se ponía.
La cruenta y rastrera satrapía
ni queja libre a su dolor consiente.
Por más atenazarla, impenitente,
su propio nombre y el de Dios alía.
Mientras sangre de Abel marca su frente,
Caín en su blasfemia se gloría.
Y el español hoy digno es la muriente
encarnación vital de una agonía...
El pueblo sufre, y Dios está silente.
¡Las piedras y ellos gritarán un día!
ES PAÑA D EBE ABOMINAR LA S AÑA
Cuando en su propia sangre redimida,
España otra vez libre resucite,
no encontrará a su alcance otro desquite
que ahogar odio en piedad, y muerte en vida.
S ólo así vengará su horrenda herida,
al par que sus esencias rehabilite.
Tan inmenso fue el crimen, que no admite
justicia exorbitada a su medida.
La libertad no abre va en sangre ajena
-que es riego a la avidez la tiraníasino en el chorro d su propia vena.
¡Haced que raye el fulgurante día
de otro abril sin un odio ni una pena
que agoste el retoñar de la alegría!
LA MANO DE S ANTA TERES A
La diestra de la mística doctora,
la que guió su pluma inmarcesible,
en retén del tirano aborrecible
por quien España desangróse y llora.
Siendo niña, la santa fundadora
anheló, en su inocencia, un imposible:
peregrinar con ánimo apacible
a ser descabezada en tierra mora.
Mas lo ayer fracasado, a hoy se remite:
que el aciago destino de su mano
con el martirio de su ansiar compite
en poder del caudillo ferrolano:
el que a los moros les brindó el desquite
de inmolar en sus tierras al cristiano...
EXILIADO ES PAÑOL
Ya casi espectro de ti mismo, aún vagas,
ansia errante de patria por el mundo.
No eres de nadie en dignidad segundo.
Condecoran tu honor, tus propias llagas.
Se fue tu juventud. Tú te rezagas,
paladeando tu amargor profundo.
Repele a la vileza tu trasmundo.
Tú, con tu ajenjo de dolor te embriagas.
Dios parece dejarte de su mano,
mientras se engríe el fratricida insano
y es tu planta de Abel la que camina.
Caín calumnia en ti su marca roja.
¡La bíblica leyenda es paradoja
en la mártir España Peregrina...!
ES PAÑA Y EL S ANDALO
Cuando el odio engallado españolea
y alardosa la escoria posa en cresta,
hierve el alma en coraje de protesta,
viendo lo impune que impudor campea.
Caín ya no se esconde... ¡pavonea!
Mas cuando el golpe fratricida asesta,
salta sangre de Abel, a infame testa
y al par que la envilece... la re-crea.
La satrapía que a mi patria doma,
vive de la agonía que aún no muere,
y asume de su esencia ser redoma...
acaso no falsea cuanto quiere
¡porqué España es de sándalo, y aroma
hasta el filo del hacha que la hiere!
ES PAÑOLES ES TELARES
Los muchos españoles estelares
que rinden su existencia en tierra extraña
dan prueba suma de su amor a España
al morir desgarrados de sus lares.
S on mártires de cívicos altares
que el pueblo labrará en su propia entraña
el día que el amor venza a la saña
y aureole sus nombres tutelares,
con los de quienes –libres en prisiones
y alzados al caer bajo las balaspara alentar humildes ilusiones
frente a soberbias embestidas malas,
constelarán dosel de corazones,
sustentado por ímpetu y por alas.
MUTILADOS LEALES
Defendiendo de España la entereza,
cercenados quedasteis de por vida.
Y ella, esenciada, en vuestro pecho anida:
reliquia en relicario de nobleza.
Si extinta cicatriz de vuestra herida
siembran en tierra extraña, su braveza
rebrotará a bordar en la corteza
bandera de amapola dolorida.
De patria aún lacerada de martirios,
mil mariposas, de morados lirios
volarán, en relevos, su mensaje.
Y fúlgidas, voltarias golondrinas,
resoles trenzaran en serpentinas
integrando emblemático homenaje...
SONETO
Con la acuciante urgencia que ululara
poco antes en la alarma clamorosa,
se exhaló el camión hacia la fosa...
¡Y el horror de su pungencia aún me acibara!
Subitáneo relámpago de un ara.
Bamboleo de carga sanguinosa.
Copioso fruto de explosión odiosa
que a humanos corderuelos desventrara.
Allende violada luz del Cielo,
y su aborto de bomba malignada,
trenzad paz y perdón con nimbo en vuelo,
mártires de ara inulta, grey alada,
inocencia inmolada al torvo celo
de herodiana, sacrílega cruzada...
VENCIDOS ES PAÑOLES
Vencidos españoles que luchasteis
antes que Europa por salvar su alma:
sin laurel de victoria, es vuestra palma
merecer gratitud que no alcanzasteis.
Antes que amaneciera madrugasteis.
Mas Dios no os ayudo. Se aferra en calma
la tiranía que en España empalma
con la férrea cadena que mellasteis.
Osados, enfrentasteis cuadrilleros.
El que hoy os apedreen galeotes
-que vosotros creísteis caballerosinfortunio es condigno de Quijotes.
¿Qué es nuevo? que hacer bien a villanos
echar es agua al mar, con ambas manos.
TRIPTICO DEL JUEVES S ANTO
LA ES PIGA
Al grácil tallo que el surco ondea,
cimera gravidez ya enarca el cuello
mientras del sol se ambara en un destello
y se comba a la brisa que lo orea.
Con latido vibrátil, bambolea
su prieta granazón en oro bello,
incitante del pájaro, y con ello
de vuelo, amor y trino en trina idea.
Doblegada al martirio presentido
-filo de hoz. ruda piedra. horno encendidoya en la espiga tremola dulce anhelo
por saciar con su ser al desvalido,
morir –a renacer- sobre su suelo
o alzar cuerpo divino en Pan del Cielo.
EL RAC IMO
Aurea gloria otoñal sobre el viñedo.
Resplende, al regio sol, nácar en mica.
Al sarmiento, agraz grumo se umbilica.
Bajo el pámpano, el gajo se hinche acedo.
Cascabelea ya un latido quedo...
Silente, grano a grano melifica.
Va ambarando su piel: la molifica.
¡Ya es la entraña dulzor en zumo ledo!
Ya en el racimo túrgido destella
beso en lunar de luz, uva por uva,
acrisolando el ansia que en sí encella
de exprimir bajo el pie, para la cuba;
ser transfusión cordial, mental centella
¡sangre de Cristo, que en el cáliz suba!
EL VINO Y EL PAN
En el racimo y en la espiga yace
avidez de fusión superadora
-geórgica, sagrada y tentadoravocada hacia el misterio de su enlace.
S obre el mantel, el pan no satisface
si en el cristal no entinta o se redora
la fogosa delicia embriagadora,
en armonía que conforta y place.
Ya el jugo de la vid y el pan moreno
-lauros a esfuerzo del que humilde labraen labios del Poeta Nazareno
enfloraron parábola y palabra.
¡Y al conjugarlos entre sí y Consigo,
sublimó –aunados- vid, milagro y trigo.
FORJA D EL S ONETO
En el verso bandera de un soneto,
ufano de su heráldica ventura,
late ya la emoción vibrante o pura
que el último atesora, aún en secreto.
Los intermedios surten cauce prieto
a progresivo flujo de ternura,
o tensa trayectoria a la presura
de dardo disparado a blanco neto.
Si el curso se desvía o descaece,
quiebra el vital engarce requerido
y el poema en su forja languidece.
Se corona un soneto, y es cumplido,
cuando el verso bandera retallece
en su cauda, en el alma, en el oído.
MADRIGAL INJERTO EN S ONETO
En rocío de lágrimas bañado,
fragante de delicia seductora,
el clavel, con su flama me enamora
como un beso de raso empurpurado.
En su cáliz de miel, rubor rizado,
se satina la gracia tentadora
del labio núbil, al que amor aflora
a la par incitante y recatado.
Férvido y fresco, y a mi alcance ahora,
de su tallo de ofrenda lo he tronchado.
Y, en alucinación añoradora,
a mis ávidos labios lo he llevado
por libar entre pétalos la aurora
del clavel de tu boca aún no besado.
BECQUERIANA
¿Recuerdas, como yo, la noche aquella?
Tal vez ya se borró de tu memoria...
Fue, una vez más, la dulce, maga historia:
el amor que brotó de una centella.
Bailamos, yo en ti absorto, tú muy bella.
Y yo te hablé de Bécquer, de la gloria
de su arte triste y su inmortal victoria.
Tu mirada, escuchando, era una estrella.
Cálidos uno en otro, enajenados,
fuimos rosa y clavel entrelazados.
... Y creímos los dos que el embeleso
del clavel y la rosa -¡tan temprana!sería en nuestra vida eterno beso,
mi heroína de amarga becqueriana...
SONATA DE VIOLIN
De caoba, de pino o sicomoro,
levísima y curvada, tu madera
entraña auras de núbil Primavera,
con flores ebrias de rocío en lloro.
S obre tu puente en tremolar sonoro
se extasía, argentina y hechicera,
noche de plenilunio en la ribera
de un río bullidor por guijas de oro.
Y al borde, en alameda de mutismo
tenue brisa pulsando tembloroso...
Violín, y relicario de lirismo
que endechas y suspiras sed de amores...
¡es tu oquedad un cielo de erotismo
de mil almas de magos ruiseñores!
MI AÑORADA HIGUERA
Sin fragancia ni flor ni fronda bella,
patético el ramaje –retorcidoretallece –en recuerdo hoy doloridode un huerto en mi niñez, la higuera aquella...
Fecunda sin dejar de ser doncella,
múltiple el brote de pezón henchido,
sol y sombra en follaje entretejido
jugaba a brillos que resol destella.
Su nívea savia se agrumaba en yemas;
y al conjuro de amor en cada estío
brindaba miel en deleitosas cremas
transidas de suavísimo rocío...
¡Y aún me acongoja el evocar que, luego
ya exhausta, un hacho condenóla al fuego!
MI ES PAÑOLA EN LONDRES
Siempre me espera aunque jamás suspira.
Yo la frecuento cuanto me es posible.
Yacente, no se yergue ni aun me mira.
Mas me ofrenda hermosura inmarcesible.
Tornada –pu dorosa si ostensibley absorta en la beldad de su mentira,
su grácil rostro –en el cristal sensible
que Cupido le ofrece- a sí revira.
Que, ajena a todos, a sí misma se ama.
De rosa, nardo y crema se recama,
y se enflora de fresa en el reflejo.
Es ella, en Londres, mi española dama,
y susurro al deciros que hoy se llama
la Venus de Velázquez y el Espejo...
INHIBICION
Cortar, a flor de labio, y ya en capullo,
este tallo de afán que aspira a rosa:
a eclosión en pregunta querenciosa,
de corazón insomne y sin arrullo.
Cercar con mi brocal de inane orgullo,
ciego y mudo latir de fuente en fosa,
ávida por combarse, cadenciosa,
en surtidor de luz y de murmullo.
Y es tumba de fragancia de cercenes,
de vena soterrada es presa viva,
y es ara de holocausto de sofrenes,
fiel pecho zozobrante, a la deriva,
y ardiendo por saber si tú aún retienes
memoria alada y –como tú- cautiva...
OBS ES ION
Qué cerca está de mí tu lejanía.
Qué colmado el vacío de tu ausencia.
Qué cordura de amor es mi demencia:
fiel calidez frente a glacial falsía.
S aberte ajena y aún sentirte mía:
desgaje inarrancable a mi dolencia.
Sucumbir al desgarro, en persistencia:
viviendo a redrotiempo: en agonía.
Querer –desesperando en renuencia
lo que –si yo pudiera- no querría:
olvidar ya tu olvido, en indolencia,
y dormir sin soñar en mi porfía:
esta saña, tenaz, de mi clemencia,
que perdonó el perjurio... ¡y aún lo expia!
MI RAMA YERTA
Lo que pudo haber sido y nunca fuera
late, agoniza, al corazón oprime.
Subsume su anhelar, y ensueños gime
de aflorar a imposible primavera.
Afán ya extinto, retoñar quisiera
y aun de lo no vivido nos redime:
de amor frustrado, por que más se estime
su añorar que no expira y desespera.
En cercén pasional sangra la vida.
Destila sangre por la herida abierta,
y la restaña en ansia reprimida.
Redoliente raíz de rosa incierta,
ilusoria quimera florecida...
¡Mi agónica y perenne rama yerta!
¡POVERELLO!
Con sus ojos vendados al mareo
de agobiosa jornada giratoria,
un Plateruelo sin cantor ni historia
devana su monótono rodeo.
El sartal de arcaduces en volteo
va, sin cesura, izando hacia la gloria
del sol sobre oteruelo de la noria,
su escanciar de cascada en cabrilleo.
Al alumbrarse desde ciega hondura,
el agua en atanores apresura
su fruición en musical susurro.
Y, lírica, la vena franciscana
bulle argentina y, con canción de hermana,
su brega endulza al ceguezuelo burro...
DOS GRANATES
El alma, peregrina, voló en sueños,
mariposa de magia añoradora.
Tornado a la ciudad, yo busco ahora,
y yerran y se frustran mis empeños...
Arrasados los huertos ribereños,
ya su lujuria aquel vial no enflora.
Fueron esta la luz y esta la hora
de deliquios de ocasos abrileños.
Te llevaba enlazada por el talle,
y era un serpeo la aromosa calle
y lento y silencioso el embeleso.
Yo te oprimí, y tú, brusca, rehuiste.
Me hirió una espina, y me dolí... y prendiste,
a mi sangre en granate, el de tu beso.
MAGIA FLAMEANTE
LA LLAMA
Es imán de mis ojos esta llama;
sortílego danzar de luz y brío.
Zozobra en su latir, como en el mío,
pugna de vida y muerte en prieta trama.
S altan prendidos sobre inerte rama
-errátil florecer de mago estíosu azuloso aleteo, el cresterío
del haz de carmesíes en su gama.
Fervor en dentelleo de arreboles
trenza morados visos penitentes
con ansias pasionales en crisoles.
Y a ráfagas de impulsos renacientes
-ya irradiando su ocaso de resolesbulle en espasmos al vivir murientes...
LA RAMA
La rama que tal vez sostuvo un nido...
La que el invierno engalanó con nieve,
otoño redoró y, en magia breve,
engració y aromó el abril florido.
La entorno constelada del zumbido
que el áureo enjambre en su libar promueve.
La que esteló, en vibrátil pulsar leve
alado impulso con fugaz latido.
La rama hoy yerta, de su savia exhausta,
nutre aún los bríos de esta llama fausta,
que, elástica, se ondula ante mis ojos.
Y antes de desvaerse en gris ceniza,
su agónica belleza me enhechiza:
¡flamea en malvas sus corales rojos!
NATURALEZA MUERTA
LIMON
Deleitosa promesa de frescura
la que, fragante, en el limón se entraña
y argénteo lustre de cuchillo empaña
con lloro de la recia cortadura.
El aire, de áureo almizcle se satura
y en añoranzas de azahar se baña
cuando el cercén turgencias desentraña
y en virginales senos configura.
La zumosa acritud de ambos sangrante
se exangua ya en perlado lagrimeo
que embebe azúcar y resol joyante
de una copa irisada en centelleo.
Y el agua se acidula, zozobrante,
de sed de sedes que abrevar deseo.
MELOCOTON EN EL EXILIO
Rosas de té y de púrpura en rubores
trascienden piel y entraña, y dan su aliento
al brío en corazón, viril sangriento,
de este fruto de España y sus ardores.
En jugo de acritudes y dulzores,
la pulpa de carnal encendimiento
derrite en su frescura su ardimiento,
transida de regustos y de olores.
La boca se deleita en ahincamiento
y en bañarse en rocíos seductores.
Se trenza mi nostalgia al goce liento,
y en el alma florecen mis fervores
porque a España comulgo, aun más sediento
de su esencia de aromas y de amores.
AMARGA HOMBRIA
S aberse desertado, y vivir luego
sin dulzor de ilusión –con entereza-.
Retornar a la liza, cuando empieza
ya sin regazo de pericia o juego.
Cauterizar la herida, a rojo fuego:
arrostrando el dolor y su braveza.
Abismarme en la estoica nobleza
de adorar a la luz... al quedar ciego.
Tal fue la forja de mi amarga hombría.
Gravitando aún en tierra, y en desvelo,
devana su existencia en la agonía
del latir imposible de un anhelo
que expira y retallece en la porfía
por blasonar la gloria de su duelo.
MI AGUDA ES PINA DORAD A
De otro son el aroma y el aliento
de auroral eclosión en ti encarnada.
Mía es la espina que se hincó aguzada
en la agonía de mi sentimiento.
Su dolor perpetua el del momento
de saberse por siempre enajenada.
S aeta es de pasión crucificada.
Reliquia perfumada de tormento.
No puedo ni soñar verla arrancada.
La celo como cela el avariento
el valor de su joya más preciada.
Si así la espina de entrañada siento,
la rosa se erguiría empurpurada
por riego de mi sangre en ardimiento.
OJOS NEGROS
Tus ojos magos, de fulgir oscuro
y en éxtasis de virgen amorosa,
aún rielan en mi alma memoriosa
con centelleo sensual y puro.
Ofuscó si irradiar falaz conjuro
cuando tu vida en flor holló su rosa,
se suicidó a la mía, y en su fosa
sepultó mi pasado y tu futuro.
Fue eclipse radical de ti en mi cielo:
noche cerrada sin posible aurora
y abismada en angustia sin anhelo...
Pero el lago del alma aún atesora
-en su cristal de ensueños en desveloun fulgor de luceros que lo dora.
NOSCE TE IPS UM
¿Es mi ser polvo de vil tolvanera,
o el rayo de oro que si giro irisa?
Cuando el llanto reprimo, o la sonrisa,
y me alzo, o sumo, a plazos de quimera,
no sé que soy... ni aun sé si ser quisiera.
“Voluble” es de lo humano la divisa:
tan pronto en rosaleda tibia brisa
como soplo glacial en paramera.
Mas, de roca, a esplendor surge el diamante:
asunción de lo opaco a rutilante.
Y esenciada la sombra está de luz.
Y el aire, ya caricia o ya flagelo,
alado aspira, de la tierra al cielo,
y escabel a la Gloria fue la Cruz.
AGONIA PIN ARIEGA
La cristalina sangre de los pinos,
al beso del oreo que la ambara,
en lágrimas joyantes se alquitara
y se exhala en efluvios peregrinos.
Va en alas de la brisa a los caminos
-áridos y resecos cual escara
que el fuego del estío requemaraenjambre de latidos y de trinos.
Millares de sangrías generosas,
dulces y erguidas, el pinar congrega.
Aliento de efusiones amorosas
desde sus llagas abnegadas llega,
y al polvo estéril del vial sin rosas
redime la agonía pinariega...
DES FLORAC ION DE ALMENDRO
Mil leves copos sonrosados nieva
desde la fronda del almendro en gala,
y en torno al tronco su florida tala
rodal de aliento hacia la copa eleva.
A ráfagas de amor en brisa y ala
-y en dulce apoteosis que renueva
su heráldico rebato a floral levala elusiva hermosura se desala.
Emblemas de primicia zozobrados
el duelo de los pétalos ofrenda
en declinar de afanes malogrados.
Y a su tierno conjuro el alma acendra
de amores juveniles y frustrados
su dulciamarga desflorada almendra.
INVOCACION AL “ECO”
Relicario de tránsito y regazo
del fluir del sonido que se acalla.
Pompa del aire, cuando etéreo estalla
si irisante susurro multivago...
De voz en agonía, espectro mago
imantado el palor con que ella falla...
Nota en deliquio errátil, si aún restalla
sus alas en libélula en halago...
Aun si revibras la braveza airada
del mar, del trueno, del clamor humano,
en tu onda, Eco, riela depurada
de todo lastre de estridor ya vano.
¡Al exhalarse un alma lacerada,
unge, en tu tenue ahilar, delirio arcano!
S ALAMANCA
RITMO DEL TORMES
Del sacro Tormes la gentil ribera
que embelesó a Fray Luis y a Garcilaso
se enrubia y empurpura en el ocaso.
Resol el agua embebe, reverbera,
y el moroso fluir aún más modera
(trémulo azogue alisa, so su raso)
por copiar amorosa, y paso a paso,
los sotos que engarzando va a su vera.
Mas se extasía, por gloriarse en uno:
el de próceres piedras salmantinas
“S oto de Torres” que exaltó Unamuno.
Y etéreas catedrales ambarinas
-a oro, fuego y diamante de consumoesmáltanse en las ondas argentinas...
LA PLAZA
Capital de tus patios es la Plaza,
S alamanca que tantos atesoras.
Foro en que, día y noche, a todas horas,
tu gente discretea y se solaza.
S ólo un instante –eurítmica en tu traza,
y a la postre de innúmeras aurorasdesertada de rondas bullidoras
te me ofrendaste sola, única Plaza.
¡S ola! Reclusa en ti, y absorta a un cielo
todo en fulgor de nácares difuso.
Raudo, exultante y opresor anhelo
enmarejóme el alma, y cuando, iluso,
codicié tu auroral beldad sin velo...
tul-rocío en mis ojos lo interpuso.
A LA UNIVERS ITARIA PORTADA
PLATERES CA
Inmarcesible florecer en yedra
redorado por soles otoñales.
Dulce ámbar en quiméricos pañales
y en filigrana que perenne medra.
Tu secular prodigio al tiempo arredra,
poema engarzador de mil anales.
Colmo de desvaríos medievales:
¡oro transverberado en dúctil piedra!
Consagración del alma de lo inerte,
que el arte redimió y alzó la historia.
Plástico himno triunfal. Reto a la muerte.
Introito a la sapiencia y a la gloria,
e infusor de fervor –con sólo vetea Fray Luis, a Unamuno y a Vitoria.
(Mi acceso moceril tú sotechaste,
Portada Plateresca, y tu memoria
-áurea cual tú- indeble en mí grabaste.)
BARRIO DE LA C ELES TINA
Espectros de las agrias tenerías
junto al Puente Romano batanean.
Y ocrosos tejaducos aún pandean
no lejos de gallardas cresterías.
Por ramblizos de informes graderías,
y en dédalo, ruelas serpentean
y vanos y postigos se alabean...
Barrio, en tu añosa mocedad verías
el vivaz, afanoso y vil haldeo
de Madre Celestina –sabidora
del amor, el deliquio y el deseocuando –de voluntades zurzidoraal ardor de Calixto melibeo
indujo a Melibea seductora...
A MI DES APAREC IDA CALLE
DEL S ILENCIO
En ti resonaba el paso más leve,
clásica y vetusta, íntima y desierta,
reliquia de historia y leyenda incierta...
¡Calle del Silencio, angostuela y breve!
De tu paz nocturna, aún mi ensueño embebe
luz de fanal rojo en olvido alerta:
Clavelón nimbado –en tu esquina yertade alado enjambrillo, o copos de nieve.
Tu recato era maga caracola:
imán para el alma, al sentirse sola
y ansiando auscultarse inaudible son.
Extinta, ya etérea, aún tu hechizo añoro:
perlea tu alma su insondable lloro
en fiel relicario –en mi corazón.
CORDOBA
¡Oh excelso muro! ¡Oh torres coronadas
de honor, de majestad, de gallardía!
¡Oh fértil llano, oh sierras levantadas
de arenas nobles, ya que no doradas!
¡Oh gran río, gran rey de Andalucía,
que privilegia el cielo y dora el día!
¡Oh siempre gloriosa patria mía,
tanto por plumas como por espadas!
Si entre aquellas tus ruinas y despojos
que enriquece Genil y Darro baña,
tu memoria no fue alimento mío,
nunca merezcan mis ausentes ojos
ver tu muro, tus torres y tu río
tu llano y sierra, ¡oh Patria, oh flor!
TRANS FUS ION
Del ardor de mi sangre enrojecido,
iba, lento, creciendo a mi mirada,
el vidrio que quisiera, en oleada,
mi corazón colmar con su latido.
Para ti y para el hijo presentido,
de mi vena a tu entraña, la riada
del ansia palpitante, colorada,
en flujo de deleite desasido.
De mi fuente a tu cauce, bogadora
en alma derretida en fuego vivo,
iba de sed de agonía triunfadora
a salvar mi retoño en ti cautivo.
¡Ufanía de angustia redentora:
reengendrar desfogado y redivivo!
LA PIEL
En orbe de resol que las constela,
sus botones de té de rubias rosas
redoran mil abejas sonorosas,
con volvoreo en que su hervor riela.
Su afanoso libar aun más encela;
y las silvestres flores, temblorosas,
sus cálices subyugan a oficiosas
de un aleteo en que Cupido vuela.
En su vivaz dosel de estrellas de oro
urden un tul de fúlgido tesoro,
cosechando su germen de dulzores.
Y lastradas de pólenes espesos,
portan efluvios de fragantes besos:
que miel es ambarado amor de flores.
DIA Y NOCHE EN EL D ES IERTO
Al viento late la candente arena
que, al resbalarse bajo el pie, se escomba.
Y el sol de enrabia, por su sed de sombra,
en la crispante inmensidad serena.
En mar yerto, cuajado se sofrena
ciego azogue, oleaje en duna-alfombra,
que a la misma azulez celeste asombra,
pasmándola en hierática condena.
S ólo la noche con su unción redime
del desierto el inerte paroxismo
y la aridez en que silente gime.
El fulgor estelar finge espejismo
de fuente excelsa, y de la luna exprime
gracia argéntea y lustral en gran bautismo.
S ENDERUELO DE S IERPE
¡Senderuelo de sierpe entre los pinos
sumidos en ensueño de fragancia!
Borroso, del recuerdo en la distancia,
aún te evoco entre todos mis caminos.
Sus paso y los míos peregrinos,
te hollaron en morosa concordancia.
Bajo estelar, celeste vigilancia,
nuestro adiós desgajó nuestros destinos.
Senderuelo en serpeo, he vuelto a verte,
desde un tren, en resalto fugitivo:
un instante en fulgor... para perderte
en regazo abolido, sensitivo...
¡No cerrarán mis ojos, a mi muerte,
ni yo la lloraré si sobrevivo!
MUCHACHA RIENTE
El trigo y la amapola se han besado
en la gloria riente de tu cara,
que en dos soles oscuros se equipara
y en un rubor con nieve se ha incendiado.
La sombra desvelada, en azorado
lunareo de fuga en algazara,
salta a hoyuelos movibles, y se ambara
en bullir de hontanar tornasolado.
Y fluye en retozar de alegre vena
el surtir de su risa cadenciosa,
que entre flores gemelas se serena
y entre perlas palpita aun bulliciosa
y aún luz y pura excelsitud resuena
de una nieve fundida en cumbre airosa.
UN HIJO
Un hijo prende de un fugaz abrazo:
ansia y carne en hoguera, eclipse de alma,
y florece en fusión de sangre en calma:
raso y ternura en sonrosado mazo.
Ni en tu seno pesó ni en tu regazo
el ángel de la brisa y de la palma:
el de aventado polen que no empalma
y en la arena suspira por el lazo.
Mas yo lo sugerí. Tú lo ensoñaste,
y en mi cielo nostálgico aletea.
Concebido en tu alma, le negaste
la cuna de la entraña que moldea,
y es estelar latido sin engaste;
¡desnuda flor de luz que aún centellea!
VIVACIDAD PRIMAVERAL
La yerba on dulatoria en la ladera
revela la caricia del oreo
vivo engarce de frunces de deseo
en ola de invasión de Primavera.
La brisa es verde arroyo sin ribera:
sus ondas, luz y eclipse en rafagueo:
y su espuma, el voluble burbujeo
de las floridas notas que entrevera.
De un vuelo de ave o un error de nube
boga la sombra en la corriente alada
que hasta el alcor tembloteando sube,
en su propios latires recamada,
¡Bordadora de huellas de querube,
con su inconsútil hebra sublimada!
LOS HIJOS
¿Quién sabe de los hijos de esta casa
la historia de sus verdes mocedades?
El estudiante que ha venido, y pasa,
tan alegres, unas largas Navidades.
Los que fueron soldados o marinos,
el que tenía vena de poeta,
y el que por estos montes y caminos
andaba con su perro y su escopeta.
Y aquel humano, tormentoso, esquivo
como un Caín, y siempre pensativo
bajo sus negros bucles de bohemia:
el que murió, una hermosa tarde, ahogado;
¡aquel hermano del amor tronchado
que en el colegio nunca tuvo premio!
OCAS O
Siembra un vuelo en el aire la dulzura
con que suspira el alma del ocaso;
en él revibra, como perla en vaso,
del trino la fugaz delicia pura.
Yo me quedo envidiando la ventura
que rasga calma en nácares de raso,
dejando un verso, desgranado al paso,
en una estela celestial de altura.
¡Ay qué dulce armonía tan amarga,
la sed de llanto, reprimida siento;
y afán de alas en la grave carga!
... Comulgo el beso de la luz, sangriento,
mientras la tarde al abreviarse alarga
su desmayo en rubor de encendimiento.
NOCHE DE AZAHARES
Deliquio sensual de la pureza,
azahar se extasía en copo ardiente.
Nevando está su efluvio persistente
en albas brisas de lunar tibieza.
Misterio de sortílega certeza
-de limón o naranja aura incipientese exhala en indeciso afán pungente:
pasión enflora y virginal belleza.
La noche es un ensueño cristalino
de aromoso silencio sin confines...
exalta un dulce preludiar de trino,
susurrante entre oreo de jazmines,
y endecha un ruiseñor, tenor divino
delirando de anhelo y violines.
VIO LETAS
Morado en tenues gotas nazarenas
lunarea, de aroma evanescente,
el aliento de abril junto a la fuente;
tachona el césped, de alegría en penas.
Serpea el agua: y deshilada en venas
su gala endecha y su expirar presiente,
aun sindo sólo, aún primor naciente:
violas-cáliz de alborada plenas.
S ortilegio florido en agonías
-entre briznas trenzando celosías-
ofrenda represiones pasionales.
Coro fragante de ansias recoletas
las líricas, veladas violetas
se esencian en ensueños virginales.
EL CORAZON
Van desertando el corazón henchido,
en tropel, las fragantes ilusiones,
como blanco aleteo de pichones
deja en tibieza de añoranza el nido.
En él yace el conjuro contra olvido:
huella de amor fecundo en sus pasiones,
regazo contra hostigo de aflicciones
para el alado retornar herido.
Lo que fue tierno y dulce y palpitante,
y cobró agilidad de raudo vuelo,
revira a veces su afanar sangrante
-sin amparo en la tierra ni en el cieloa nido y corazón en fuga errante,
trocada en ansia y lacerado anhelo.
NOCTURNO
La noche se extasía en su latido.
Lacerada de estrellas, sangra mieles.
De un dulce sonoreo a cascabeles
el campo todo en torno está transido.
Corderuelos con plata, sin balido,
pastan flores de ensueño en alcaceles
rociados por salterios y rabeles
con manía de destellos en sonido.
Copo de pluma en sombra, flor de anhelo,
ruiseñor querulante en vaga rama;
venero ardiente de armonía y duelo.
También mi corazón desgarro clama
y, oscuro, ¡ansía levantar al cielo
un surtidor de sangre en llanto y llama!
LA S ALVE EN DUEÑAS
Tierra de Campos, estelada en oro:
reguero de la tarde que declina...
Entona su viril S alve Regina,
de silentes Trapenses, grave coro.
Cóncavas voces, en raudal sonoro
retrenzan la plegaria sabatina
con fervor de rapsodia en que culmina
desborde del mutismo, en canto y lloro.
Monje provecto, o ju venil Hermano,
sostienen sendos lirios en la mano.
Y al halo de claror su hábito albea;
contra fondo oscilante de penumbra
cada rostro monástico clarea,
y óvalos vivos de retablo alumbra
el latir de la luz que temblotea.
MI MANANTIAL
Enfreno la mirada bogadora,
y al concentro sobre un punto fijo:
esta ajorca en temblor, en torno a un guijo
que pulsa la corriente bullidora.
Su latido cadente, ¿ríe o llora?
Renuncio a descifrar el acertijo.
Sed insaciable de seguirme aguijo,
quieto y raudo yo mismo a toda hora.
Que en ritmo de mi curso estoy absorto.
Brota en mi corazón y hacia él refluye,
y a la par que se riega, de mí huye.
¡Mi manantial, mi mar, mi caudal corto!
¡Ay, mi arroyo en fervor, preso en cadenas
del entrañado cauce de mis venas!
ROBLE TALADO
No expiraré una vez, ni en un instante.
Muero múltiples veces, y a retazos.
La vida va inmolándome a zarpazos,
y antifaz de agonía es mi semblante.
Aún enhiesto está el tronco petulante,
ya henchido hasta su entraña por hachazos,
y segados ya están vitales lazos,
de raíz, a la cima aún verdeante.
Hachazos raudos, de traición innoble.
hachazos tercos, de dolor callado,
sin que nadie sospeche, viendo el roble,
que aunque aún no abatido está talado
y esperando el derrumbe que lo doble
en desplome crucial... crucificado.
CARTAS QUEMAD AS
Susurra, cruje, de la llama presa,
el mazo de ternuras abolidas.
Nuestros nombres con ellas, nuestras vidas,
exáltanse en fulgor, caen en pavesa.
Ya levidad inane es la promesa...
Almas de humo desliénse ascendidas;
y en las centellas, un instante ardidas,
el ampo del marfil se exangua en fresa.
Aún titilan lunares carmesíes:
raudos besos mordiéndose en rubíes
e inmolados por ráfagas buidas.
Y en precaria grisura que al fin cesa,
avizoran mis ojos -¡ansia obsesa!espectros de palabras preteridas...
PAZ, PIEDAD, PERDON
Granado fruto de mejor España
jugoso de palabra, alma e idea.
Tú, en el caos incivil de la pelea,
“Paz, piedad y perdón”, frente a la saña,
cual sacrosanto lema de campaña
al aura izaste, y en la historia ondea
desdorando al Caín que españolea...
Desolado escuché, mártir Azaña,
tu voz lastrada de emoción adusta:
“Algunos, por su infortunio, no han muerto
-deplorabas- . Alientan todavía...”
No malsinaba tu palabra augusta:
¡flagrante acerbidad era el aserto
en tu, incipiente ya, viva agonía!
A DON MANUEL DE IRUJO
Cada vez que el destierro me depara
-compensando desvelos y honda agrurael placer d e estrechar la contextura
egregia, Irujo, de tu mano cara,
revivo la emoción, triunfal, preclara,
de los días de horrenda desventura
en que tu corazón rayó a la altura
a que viril destino lo encumbrara.
Cuando, en torno, valores derruía
el bronco ariete de la insania en rabia,
y tu entusiasmo tesonero erguía
rebrotar de lo digno en nueva savia:
¡sagrarios de vida, libertad y ley,
y el fervor di vino de tu humana grey!
A DON EMILIO HERRERA
MI General, mi don Emilio Herrera,
sol ya extinguido que mi exilio aún dora,
la estela de tu alma ensoñadora,
enhiesta en mi fervor, late en bandera.
Guía hacia escala de ascensión cimera,
a exaltación gloriosa, redentora,
y a ejemplar calidez que en sí atesora
dechado en pundonor y hombría austera.
Parricidas de patrios pariguales
-¡ay, S alcedo, Del Prado, Romerales...!España sojuzgaron al más vil.
Los más fueron más mansos que venales.
De entre bravos, señeros y cabales,
yo endecho a uno... que valió por mil.
UN RINCON PARA LA PO ES IA
El júbilo cantó ritmo en las venas
y engalanó de vítores la brisa...
Era eclosión cordial cada sonrisa,
aquel abril de floraciones plenas.
Surgente España, holló herrumbre en cadenas
y sintióse transida de ágil prisa:
la fiebre creadora que improvisa,
en la historia de un pueblo, etapas nuevas.
Frente a saña, alegría es disolvente.
Jamás revolución tan generosa
colmó de tal asombro al Occidente,
ni hubo española gesta más gloriosa:
sin sangre, ni un desmán... ¡refloreciente,
se irguió la libertad en magna rosa!...
EN HOMENAJE A JULIAN BES TEIRO
Tu agonía en la Cárcel de Carmona
-de sacerdotes vascos cautiverioreselló de negrura Azul Imperio;
labró gloriosa albura en tu corona.
Condigna muerte la que vida abona.
Jamás tus labios mancilló el dicterio.
Flor de mesura, Maestro de Criterio,
insigne de alma, y prócer en persona.
Perseguido por causa de justicia,
Príncipe de hispana Civilidad,
lauro mereces de inmortal leticia,
Paladín esforzado pro equidad,
que en la paz embatiste a la injusticia,
y en guerra propugnaste... ¡sólo paz!
EVOCACION DE MIGUEL MAURA
I
Airoso y energético, vehemente
-su fuste de bambú ya injerto en roblereasertó categórico redoble
sobre hermética puerta renuente.
Entreabierta, imantó a gentío ingente,
de pronto en tensa expectación innoble.
Y Miguel fue a avanzar, y al pecho noble
se asestaron fusiles en torrente.
Su ingénita presencia autoritaria
recreció irrepresible y estatuaria:
¡Presente armas! –ordenó tajante-.
Y entró a Gobernación, con Miguel Maura,
ráfaga popular, nacional aura
que aún orea el recuerdo del instante.
II
Ya el despacho jerárquico congrega
al titular que irrumpe y al cesante.
Y éste se apremia: ¡Oh, Maura, yo anhelante
de bienvenir estaba, a quien tal llega!
-Y yo, de relevarle su ardua brega
en aras a la cual fue bien constante.
Y, tras usted, a todo poncio estante.
La España ahora surgente les relega.
Y, en rauda expeditiva providencia,
en el acto intimó cabal secuencia
de escuetas telefónicas llamadas:
-Aquí, Maura. Resigne, en suma urgencia,
su mando, al Presidente de la Audiencia.
Perdón por mis palabras tan tasadas...
A LA ES TELA DE FERN ANDO VARELA
Feliz encarnación, verbo vigente
de España perdurable y pasionaria,
Valera, en su avizora luminaria,
fue ya augur de alboreo iridiscente.
Al sátrapa procaz e impertinente
y a expoliadora taifa tenebraria,
fogueó su vivaz catilinaria
con efusiones de crisol fundente.
Mas su estela estimula sin cesura.
Conforta a concordar patria estructura
de univario vivero de naciones.
Incinera en vehemencia su amargura
y se goza irradiando en galanura
su ensoñar de añoradas floraciones.
MI AÑORAN ZA
I
Unamuno y Fray Luis, en bronce y alma,
allende Inquisición y Dictadura,
desde su nicho y pedestal, hondura
sorben por siempre del vivir que empalma
fluir de siglos, y remansa en calma
que a eternidad trasciende. Es la dulzura
que enhechizó en vislumbre de ventura
el paso de Cervantes. Y es la palma
cuya savia embriagó mi vida moza,
y en el desgarre del destierro añoro.
Mi alma en egregia devoción se goza
a Fray Luis y Unamuno. Lejos moro,
y en ansia desespera en mí solloza
de retorno eterno a su ciudad de oro.
II
No sé qué admirar más, qué más me asombre;
si el sabio en paradigma, humilde y laso,
o de Unamuno el estupendo caso
de su angustioso reclamar su nombre.
¡Avidez de más vida, con que el hombre
reta a la muerte, y la derrota acaso,
cuando acierta a dejar, del fugaz paso,
estela evocadora de renombre!
Tal vez es la soberbia egolatría
la que enraiza en humildad más honda
(al clamar desvalida, en agonía),
y la escondida senda orgullo esconda,
y un eje mismo, un diamantino engaste,
polarice, antitético, el contraste.
IV
Con énfasis sin par en nuestra historia
Don Miguel sus ciudades prohijaba:
“¡Mi S alamanca! ¡Mi Bilbao!” clamaba.
y ambas son de su vida ejecutoria.
Dolor y afán de España y paz en guerra
le impartió ya Bilbao, su vasca cuna.
Y S alamanca, su inmortal tribuna,
sed de jamás morir... Desde su tierra
partióse un día hacia el destierro injusto,
labrada el alma en relicario vivo
y el pecho en cáliz de dolor augusto.
Señor de paradoja –y su cautivoconquistó paz en guerra, derrotado,
muriendo España, en ella, y desterrado.
V
Recóndito palenque fue Unamuno
y escisión vitalicia en su ser mismo.
Del pensar y el sentir, en cruel dialismo,
él adalid, y víctima, y tribuno.
Con alma insomne cual Giordano Bruno
y en su fortín de duda sobre abismo,
sucumbió al extraño paroxismo,
vencedor y vencido, cual ninguno.
Fiel surtidor de su cordial venero
en brío ascensional saltó la esclusa
y fundió el raciocinio en su nevero.
Fulgió, un instante, la razón infusa.
Se nimbó al corazón de ansiar certero,
y en paz la lid dual quebró conclusa...
A MANUEL D E FALLA
Férvido Falla, mago de armonías
que encalidecen popular venero
y ambaran de la zambra y el romero
acordes de fragantes galanías.
Príncipe Ensueño de las bulerías.
S ortílego de ritmos de bolero.
Mil y un ruiseñores tu edén lunero,
sonámbulo inmune a figurerías...
Mas numen, tú, de ígneo embrujo gitano,
en desgaire airoso ante airada saña
que en vuestra Granada inmoló al hermano,
legaste tu ocaso a Córdoba extraña;
foragil del alma, a Dios en su arcano;
la escoria a Caín... ¡y tu incienso España!
LA GUITARRA
Seno, talle y cadera de hembra mora,
la lánguida guitarra se reclina
en el viril regazo y, femenina,
trémula canta y desolada llora.
De alondra y ruiseñor maga instructora,
con éste endecha; para aquélla trina.
Ya arpegia en vena alegre y argentina,
ya con fausto de fuego ondula y dora
su lírica pungencia peregrina
que acongoja y seduce y enamora
y a la que abrazo ciñe, y no confina:
que a su conjuro el aire se avizora,
y en ansia apasionada y ambarina,
lastrado de suspiros se demora...
AL LIRICO ANTONIO JOS E
Novio del alma de Castilla, canto...
Castilla la gentil (no la bravía).
La de amor y añoranza, en melodía
de regusto agridulce como el llanto.
Tu batuta, mosaica, de encanto,
por la cidiana tierra, pobre y fría,
fue alumbrando hontanares de alegría,
surtidores del agro al cielo santo.
Para humildes sedientos de ideales,
aguas de la canción, que arrullan penas,
de tus coros brotaron a raudales.
Y por saciar la sed del odio en hienas,
derramaste los líquidos corales
del generoso rojo de tus venas...
A LA MEMORIA D E VICTORIO MACHO
En su nombre –el más propio y asertivolas notas de viril y victorioso
aún concertan pregón casi alardoso:
¡Victorio Macho, gallardete altivo!
De historia y arte en toledano archivo,
su hogar-museo señorea el foso
y es relicario del deliquio hermoso
de violada inercia a cincel vivo.
En marmóreo hechizo, Hermano Marcelo,
cuyo alma –indecisa entre estatua y cielode Dios prende, en luz, beso cenital.
Y el crisol de amor de la Madre muerta,
perenne milagro en la vida yerta
que filial fervor la insufló inmortal.
A EMILIANO BARRAL
Vaciándole los ojos en ceguera,
cincelaste a Machado en piedra rosa.
Quebró en fracaso tu intención piadosa,
y, en su espectral pupila, la quimera
fulguró en llaga de visión certera:
cainita rebeldía procelosa
trastrocaría a gigantesca fosa
patrio ara de solemne paramera.
Y fue un paisaje de la roca fría
rosado por rubores de la aurora,
donde tú te tallaste en agonía
frente al acoso de la rabia mora.
... Y vidrióse de azul y serranía
la inercia en tu mirada ensoñadora...
A LA MEMORIA D E ORTEGA Y GASS ET
S U ES TILO
Pensamiento y palabra copularon
aunando dos en una esencia misma.
En verbo se alumbró fusión carisma.
Albricias las Tres Gracias concitaron.
Esplendor cenital glorióse en prisma.
Sus más faustos matices flamearon,
y en lucidez y en iris engalaron
medula que en estilo se ensimisma.
Y el prodigio encarnó. Se llama Ortega.
Latino retoñar de estirpe griega,
injerto incorporó de vid germana
y escanciado en metáforas nos lega
ínclito jugo que a fruir trasiega
resol de piedra lírica herreriana.
A GABRIEL MIRO
SONATINA DE LOS GRILLOS
La noche se extasía en su latido.
Lacerada de estrellas, sangra mieles.
De un dulce sonoreo a cascabeles
el campo todo en torno está transido.
Corderuleos con plata, sin balido,
rumían flores de ensueño, en alcaceles
rociados por salterios y rabeles
con maná de destellos en sonido.
Crótalo en cascos, y en la crin caireles,
xilófono sonámbulo –cernido...percuten mil quiméricos corceles
por cíclicos rodales del ejido.
Tintinean rosarios de rondeles:
desgránanse y reengarzan en mi oído...
A FED ERICO GARCIA LORCA
EN S U INMOLACION
¿Qué presentir arcano te incitara
a exhalar esa copla adolescente
que, al correr de los años, de repente
tu agónica efusión aureolara?
Extático olivar y luna avara
tu presagio acuciaron a inminente.
Y ángel de albores enfloró en tu frente
beso-unción con que al cáliz te engraciara.
Se necelaron tu muerte y tu destino
ávidos de su copa y de tu vino.
(Y Caín ya enrabiaba a sus cachorros.)
ya henchido estaba tu cordial racimo
de zumo ansiado redimir el limo,
y el ¡Fuego! desfogó púrpura en chorros.
II
¡Qué bien tu muerte de romance acorda
con lo más recio de tu Romancero
-soterrado clamor, nuncio agorero
larvado en la jocundia que lo borda!
Ahogarla quiso, en sangre, aciaga horda:
falza patrioterismo vocinglero
que invocó a Dios –y el plomo y el aceroy voz del pueblo, voz de Dios, asorda.
Por el caz de tu verso aún se empurpura
tu entrevero fluvial de sangre y llanto,
surtiendo de ara ignota en sepultura.
S onrose limo en penas tu quebranto
y endulce filos tu inmortal ventura
-pasión de mártir, anhelar de santo-.
A NUES TRO ANTONIO MACHADO
Pulsador hondo de canciones graves.
Renacido al amor, y en tu Castilla.
Lauro que a S oria le ofrendó S evilla.
Auscultador de fuentes –de sus suaves
murmurios claros en arcanas clavesExaltador del álamo en la orilla,
del grácil chopo y de la brava quilla
y las velas de ensueño de tus naves...
De martirio de España, la diadema
ardió en tu débil sien y verso fuerte.
Firme en la marejada del dilema,
-rumbo al deliquio, hacia lo ignoto inerte¡vívido augurio de inmortal poema
corroboraste en recoleta muerte!
ALONDRA
Dardo de trinos del trigal al cielo,
en lo etéreo se esfuma su pardura,
mientras, a la redonda, vibra, pura,
su rutilante exaltación de anhelo.
Seda de luz, la escala de su vuelo
se anuda a impulsos de más sed de altura.
Del surtidor del sol liba... ¡frescura!
y en rubias gotas la desgrana al suelo.
Moradora del surco, terronera,
fraterna de la espiga y la amapola,
a tu alada diana cohetera,
que del llano a lo excelso se acrisola,
aun sin voz y sin alas... ¡pasajera
se me desase el alma, y sube sola!
LIBERACION ALADA
Cascabel de zozobra era en mi mano
el pulsar agonioso de un jilguero.
¡Quemaba su latido de lucero
velado en visos de primor galano!
Junto al resol de un charco en el secano
revibraba en mi puño, aún prisionero
-rescatado a la liga ante el romerocordial hervor del cantarín liviano.
De su enanito corazón al mío
transfundióse la arritmia de su anhelo.
Boté al aire, con júbilo y con brío,
su grácil comba en colorido vuelo
y, lauro hacia mi afán, su desvarío
de iris con trinos se estrió en el cielo.
RUIS EÑOR
De una rama indecisa en la arboleda
se exhala surtidor de amor en lloro:
joyantes perlas en rociar sonoro
sobre el mate hojear de la alameda.
Ahilada endecha se extasía queda...
Se irisa y late con ludires de oro.
S artal de otras desgránase en tesoro
que angustia el cáliz de la noche leda.
Copo de pluma en sombra, flor de anhelo,
ruiseñor querulante en vaga rama,
venero ardiente de armonía y duelo,
también mi corazón desgarro clama
y oculto ansía levantar al cielo
su sangre surtidor de llanto y llama.
RUIS EÑOR EN D ELIRIO
Viva agonía en que el amor no muere
fue en mi vida la huella de tu paso.
Y estela de tu aurora este mi ocaso
de flor exhausta, cuya espina aún hiere.
Más que yo y que tú misma, y más acaso
que el amor inextinto, valer quiere
memorioso martirio que se adhiere,
tenaz fragancia, al derrelicto vaso.
Mi jardín del recuerdo, en fiel capullo,
reliquia encanta de tu rosa presa.
En urna de cristal yace el murmullo
del ya yerto bullir de tu promesa,
y el dolor es desgarro en dulce arrullo:
¡ruiseñor en delirio que no cesa...!
GOLONDRINA EN VUELO
rauda flecha voluble, sinuosa
que inventa el blanco... ¡y lo sortea esquiva!
Gondolilla del aire, a la deriva
en piélago de tarde esplendorosa.
Por quilla un copo de nevada rosa,
a impulso alado de bogada viva
tornasola su estela fugitiva,
de arpegios y destellos espumosa.
Milagrero granate en su garganta
-mota a fuego, de sangre en sacra espinaunge a la golondrina casi santa.
Y al rútilo conjuro con que trina,
en exangüe suspiro a mi alma imanta,
raptándolo hacia el vuelo en serpentina.
GAVIOTAS
Tenaces seguidoras de la estela:
del surco en tierra, de la quilla en mares.
Ingravidez alada, sin cantares,
bogando desplegada a doble vela.
El ala tensa hiende el aire, vuela
sobre hervores de espuma de azahares,
como pañuelo izado en tajamares
de despedida que el retorno anhela.
En dulce levedad de terco brío
y altibajos de albura en batahola,
su exangüe guirigay de griterío.
Unas se mecen como esquife en ola.
Otras sesgan, rasgando el cresterío,
y en todas las miradas se acrisola
en avideces de encendido frío...
AGUILAS HERALD ICAS
Donde el sol las imanta y me deslumbra
-resaltadas de excelsos roquedalessobrevuelan dos águilas caudales
oteando los valles en penumbra.
La heráldica celeste no se herrumbra:
azulea en blasones ideales
sustentados por alas cenitales
que luz cincela y bruñe al par que encumbra.
Pero, realeza al fin, ansía gules:
tintar en viva sangre sus cuarteles.
Las águilas desertan sus azules,
se abaten al nivel de los lebreles
y reascienden al palio de sus tules
represando raudales de roeles.
PORTILLO, S ERAFIN
Plasencia. Cáceres. 1.961
Profesor de Magisterio.
Poeta hallado en Internet.
PAIS AJES DES DE EL MAR
I
Lo mueve y lo conmueve, lo reinventa
la marea y la hora tan crecidas;
en vaivén de nostalgias y de vidas,
espejismo de espuma macilenta.
Desde la costa, la ciudad enfrenta
un ámbito poblado de tupidas
torres y ventanales y avenidas
que la audaz perspectiva desorienta.
La luz intersticial del mediodía.
La ciudad entornada desvanece
en sus vidrios las aguas, frunce el ceño.
Y en un desdibujarse la armonía
de imposibles colores, que se mece
en tanta intensidad como en un sueño.
II
El tren cruza la tierra sinuosa,
se abre hacia el monte bajo, lo rodea.
Luego el cielo de oriente, que alborea
mientras rodamos hacia un mar de rosa.
Desayuno, mirando la espaciosa
quietud del agua en la ventana. Crea
leves tonos de albura la marea
y es la vida feliz, y es misteriosa.
Y es el tren hacia ti, es la cercana
posesión de tu cuerpo, es el anhelo
que me entrega a tu amor en la mañana
dichosa que de pronto se estremece:
el mar desde tus ojos, medio al vuelo,
parpadea en la sombra que amanece.
III
Es por la luz que brota en la mañana
inmaterial y limpia, transparente.
Por el desnudo anhelo que nos gana
de un antaño borroso a lo inminente.
Fresca y dichosa en la claror humana,
antes que polvo, antes que humo, fuente
que hacia la vida crece y de ella emana.
Ved: no sombra ni sueño, sí presente.
Carne tan verdadera, que le hiere
la fe de perdurar, aunque la esquiva
noche algún día borrará su huella,
En las crecientes de esta luz nos quiere,
onda en que el tiempo arde y se reaviva
y a vida va, y se consume en ella.
IV
Con alba y ola el mar de la temprana
noche oriental te arrastra hasta la arena,
creciente entre la luz que te enajena
y te muestra al compás de la mañana.
La frente y la mirada, la lejana
sombra, el aire que juega en la melena,
y el agua, que con formas de sirena
te tiembla entre los miembros de manzana.
Aunque el tiempo incesante no perdona,
más allá del desierto y de la ruina
eres toda deseo en el que aúnas
tantos cuerpos, mujer, en tu persona
que encarnas su memoria, repentina,
bajo el arco parado de la dunas.
V
Una estancia en la tarde y una sola
luz que demora en la ventana el día.
Los muebles agrupados en la fría
espera del traslado. La consola
aguarda por mi imagen mientras ando
vagamente buscando la memoria
que han barrido los años, esa historia
que hace mucho perdí, ya no sé cuando.
Y declina este sol al sesgo lento
de la ventana y hace que se ahogue
mi infancia para siempre en el pasado.
Ante el espejo me detengo, intento
verme de nuevo en el callado azogue,
y nadie mira desde el otro lado.
VI
Ni la penumbra que el perfil te quiebra,
vibran do al resplandor de tu figura.
Ni la humedad del foso, esa hondura
que hiende las raíces y la hiedra.
Ni el pulso repentino, la culebra,
ni su helada mirada en la espesura
que surge y mata. Nada en la oscura
quietud turba tu rostro ya de piedra.
S obre ese rostro, para siempre ciego,
se fue haciendo en la noche aquel sosiego
que hasta el ansia de ser sumió contigo.
Y nada te dejó, ni amor ni amigo.
Inmóvil, frío, duro. Tan callado,
eras por fin el muerto, el obstinado.
PORTILLO Y PORTILLO, BRUNO
Huescar. Granada. 1.855 – 1.930
Escritor, autor dramático y periodista.
Diputado a Cortes. Caballero de la Orden Militar
de Alcántara y Comendador de Isabel la Católica.
BURLA BURLANDO
Es en las realidades de la vida
lo intenso cosa igual a lo excesivo;
hasta la intensidad en el cultivo,
por freno ha de tener justa medida.
Amor intenso, es un amor suicida;
estar muerto de amor, no es estar vivo;
por ello del exceso yo me privo,
aunque todo a lo intenso me convida.
Hasta es malo pensar intensamente,
y lo frívolo gusta a mucha gente,
y aun a mí casi ya me va gustando.
Lo mejor es tomar la vida a broma;
sólo es dichoso quien así la toma,
y por el mundo va burla burlando.
A MI GLORIA
Ni falsos triunfos, ni lisonjas ruines
que halagadoras lleguen a mi oído;
tan sólo el goce del deber cumplido
deben buscar los nobles paladines.
Ni huríes de fantásticos jardines
soñados por el árabe dormido;
ni el galardón al vate prometido
por damas de dorados camerines.
Las glorias son para quien nada espera,
varios caprichos de la suerte varia
sin realidad ni fama duradera.
Quiero sobre mi tumba solitaria
una flor, un jirón de mi bandera
y el eco de una férvida plegaria.
LA PATRIA
I
Para vergüenza de la patria mía,
hoy la explotan con cínica impudencia
hombres sin corazón y sin conciencia,
doctores en maldades y falsía.
Mas al fin tras un día y otro día
se agotará del pueblo la paciencia,
y ¡ay de aquel que provoca la violencia
de la indómita fiera que dormía!
La justicia de Dios en forma humana
alumbrará con tintes de tristezas
el triunfo de la plebe soberana.
Rodarán por el suelo las cabezas,
y un dictador renovará mañana
de España las históricas grandezas.
II
¿Dónde está el dictador? su augusta frente
la envuelve el porvenir en sombra oscura.
¿Ha de ser soberano, por ventura,
o de la plebe general valiente?
Nadie aceptarlo puede; de repente
surgirá sobre todos en la altura,
y habrá de remediar con mano dura
los hondos males que la patria siente.
El fuego purifica; sangre y guerra
extirparán la plaga que nos hiere;
muere la raza que en el mal se aferra;
mas cuando un pueblo transformarse quiere,
siempre fecunda fue la madre tierra
y el suelo de la Patria, nunca muere.
III
¿Quince años pidiendo dictadura
sin que nadie escuchase los clamores!
la dictadura me inspiraba amores;
y hoy que se consiguió, mi amor perdura.
Mas temo aún que la falange impura
empuje al dictador a mil errores;
y si acaso fracasan los mejores,
¿qué va a ser de esta Patria sin ventura?
Para decirlo a voces no me inmuto;
que quien mandó se aleje en absoluto,
aunque España se prive de su ayuda.
Y esto ha de ser arriba como abajo;
que viva cada cual de su trabajo,
y no demos lugar a nueva duda.
PORTOGALO, JOS E
España. S iglo XX.
Poeta hallado en Internet.
SONETOS
I
Agrio rumor de cobre agita el canto,
sé de la maldición y del esputo
y al alto mediodía me levanto
desde el grito hasta el odio como un fruto.
De tanto horror de muerte y tanto espanto
oh, corazón, mi corazón de luto,
estoy casi en rodillas por el llanto
y en mí resuena el siglo en un minuto.
Porque así, fermentando en esta muerte
-tu muerte que nos quiebra y que nos ligaataco en mí lo inútil y lo inerte.
S angre de sangre lúcida y fatiga
que en mi propia raíz se nutre y vierte
como en el pan el oro de la espiga.
II
Estrellas rotas y óxido de sierra.
Ya gusano y madera, ya resina.
Ya nos de grisú, de sal y orina:
muerte entre vida y lumbre que se aferra.
S ollozo y grito y párpado y colina,
mecha inconclusa y calcinada tierra,
campanas y ceniza, escombro y guerra,
substancia vegetal y de neblina.
Marfil y leche y pájaro que empluma
y pía y prueba, tímido, su vuelo
entre zonas de pólvora y espuma.
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S angre vertida y móvil contra el sueño
que al fin calza su pie de sol y bruma
y en afilado envión llega hasta el cielo.
III
Así mi voz, hermano, así mi arteria,
así mi sangre tuya en mis rencores:
cielo metalizado en sinsabores,
sol agriado en el pus y la miseria.
Pero también crecido torbellino,
contradicción vital de los gusanos,
fuerza ascendente y limpia donde afino
mi caracol de sienes y de manos.
Muerte que en mí trabaja y se germina
como en la tierra el hueso y la corola
con el sordo clamor de una turbina.
Carnadura terrestre y caracola
de viento y lluvia, estrella y sal marina,
con sangre de pavor y de amapola.
PORTONARIJS , S IMON DE
España. S iglo XVI.
Poeta hallado en Internet.
A DON ALONSO DE ERC ILLA
No despreció Antigono Rey Persiano
el humilde presente así ofrecido,
miró la voluntad, quedó vencido
de la rica pobreza del villano.
Así, S eñor, no se alarga mi mano,
para no quedar corta en su debido,
pues esto en la razón está esculpido,
ciencia divina: hecho soberano.
¿Quién podrá con su lengua tosca y ruda
colocar su ignorancia en vuestra esfera
a quien tan sólo el cielo le ha igualado?
¿Quién tendrá la memoria ciega y muda
en vos dulce Pirene verdadera
que todo lo demás es fabulado?
PORTUGAL, MANUEL D E
España. S iglo XX
Poeta.
SONETO
La perfección, la gracia, el gesto alado,
la primavera llena de frescura
que en voz florece, a quien la Ventura
y la Razón mi pecho os fue entregado.
Aquel aspecto puro y elevado
que en sí comprende toda la hermosura;
el brillo de los ojos, la blandura
con que el Amor a nadie ha respetado.
Si esto que en vos se ve, ver deseáis
-bien que vos del amor os exentáiscual digno de ser visto solamente
lo veréis traducido tan fielmente,
en medio de este pecho, en el que estáis,
que sentiréis al verlo lo que él siente
PORTUGUES HERNANDO, JOS E MARIA
Valencia. 1.918
Profesor de Bachillerato. Escritor y Poeta.
Reside en Lérida.
NOVIA D EL REC UERDO
Fuimos uno en dos almas. Yo sabía
el gesto de tus gestos estudiados,
la oratoria del beso; los callados
sentimientos de nuestra fantasía.
Tú sabías la extraña del instante
y la extraña del ser, del mío acaso;
el difícil secreto de mi paso
y la vana ilusión de ser amante.
¿Por qué todo se fue? ¿Por qué se ha hundido
todo, Novia de ayer, en esta calma
o en este negro tránsito de olvido?
Ausencia de un amor breve y risueño;
regreso de tu cita con el alma
derramada por fuera como un sueño.
POS ADA, JOS E MARIA
Vigo. Pontevedra. 1.817 – 1.886
Poeta y Abogado. De sus “Poesías Selectas”
publicadas en La Coruña, por An drés Martínez,
en 1.888.
FELICITACIÓN EN EL DÍA D EL S ANTO
Dichoso yo, que por favor del cielo,
encontré lo que tanto deseaba,
para apagar la sed que me abrasaba,
andando por los yermos de este suelo.
Sed de un amor de paz y de consuelo
tras de otro amor que el alma me angustiaba,
ostentando el placer de verla esclava,
rendida siempre a su imperioso anhelo.
Al verme en tan penosa desventura
guiado por impulso misterioso,
ofrecí al Eterno mi amargura;
miróme compasivo, y, bondadoso,
entregóme a un Arcángel de dulzura,
celoso de mi bien y mi reposo.
AL POETA JOS É BENITO AMADO
Nota de ingratitud yo mereciera,
por falta de respeto y simpatía,
si al cantor de la cándida María
frases de admiración no dirigiera.
Reproduce lo bello de manera
que el alma s embelesa y extasía
ante cuadros que sólo pintaría
quién tal misión del cielo recibiera.
Campiña, santuario, amor sublime,
piadosa devoción, sentida historia...
A todo, de verdad el sello imprime.
Y, guiado del arte, por más gloria,
cuanto del Genio por primor se estime,
da, cual rico manjar, a mi memoria.
POS TIGO, MIGUEL
España. 1.976
Poeta.
DUEÑO DE TI
No desesperes, Fabio. Cada hombre
es la llave de un dios y de una muerte.
Sé dueño de tu vida. Sé más fuerte
que el azar o el destino. Que tu nombre
sea tuyo. Que sea cada hora
una gota de ámbar que eternice
tu existencia. Que todo se deslice
según tu voluntad dominadora.
Y cuando llegue el fin, el duro instante,
y la muerte en la sombra te diluya,
no la temas. Sedúcela. Hazla tuya
como tuya es la vida. Sé su amante,
y en el lecho final de la agonía
que tus labios ansiosos clamen: Mía.
POVED A, JOS E MANUEL
S antiago de Cuba. 1.888 – Manzanillo. Cuba. 1.926
RETIRO
Me encanta mi barriada vasta y fría,
sus calles grises de andurrial mezquino,
y el fraterno aposento donde vino
tu calma confundirse con la mía.
Yo haría largo este vivir oscuro,
duradera esta dulce paz segura,
muy en ti, que eres toda la Natura,
muy en mí, que soy todo ensueño puro.
Vivir en comunión de carne y alma,
y del vino sensual beber en calma
la copa que nosotros conocemos;
tan lejos de los hombres, que si alguno
pregunta quiénes somos, de consumo
responderán los nombres: -No sabemos.
LA PIPITAÑ A
Marsyas estaba loco de armonía,
y absorto sobre el rústico junquillo,
halló interlocutor en cada brillo,
y una contestación en cada umbría.
Al músico rural le parecía
que en medio de la noche milagrosa,
al canto de sí mismo, cada cosa
en cantos peculiares respondía
Volvió en sí con el alba, y excitado
tembló al pensar que hubiera divulgado
las confidencias de su vida extraña;
mas le calmó el saber que en la vacía
tierra, su canto heroico sólo había
podido comprender la pipitaña.
MANDOLIN ATA
El trémolo se alarga vago y tierno,
bien acordado sobre el tema triste;
cadencia de nostalgia que se viste
con nieve y grises de un ficticio invierno.
Nadie redime el soliloquio eterno
de la cantata en que el dolor persiste
sin causa alguna, sombra que subsiste
como una mancha sobre el fuego interno.
Lento motivo de añoranza, nunca
se calmará, si al cabo no lo trunca
la voz cuyo desprecio lo reprima;
la voz del diablo dandy que recuerde
a la careta inconsolable y verde
que es hora de acabar la pantomima.
PALAIS ROYAL
Comparto con esta plebe aburrida
la fiesta, y aún más que la fiesta el tedio;
son paralelas su vida y mi vida
en el más grave y el mortal remedio.
Ya se entregó la conciencia vencida
de los siete pecados al asedio;
y no hay quien sepa en nuestra mala vida
cuáles fines persigue y por qué medio.
Entre tanto bebemos triunfalmente
y nos mareamos en el vals demente
cual si ese fuera todo nuestro objeto.
Y en verdad la salvaje algarabía
no es sino un falso velo de alegría
sobre el horror de nuestro afán secreto.
PALABRAS EN LA NOCHE
Los caminantes van cruzando el suelo
tenebroso. No se les ve pasar.
Los impulsa no sabemos que anhelo;
no sabemos si hacia el monte o el mar.
Y dialogan dulcemente en el duelo
de la marcha. ¿Dicen a dónde van?
No sabemos, porque oímos un vuelo
de palabras, pero no que dirán.
Transeúntes que conmina el acaso,
no escuchamos lo que dicen al paso,
pero ellos no enmudecen jamás;
caminantes en la ruta intangible,
se dijera que el lenguaje terrible
es un ruido de pisadas no más.
REFUGIO
Mejor cuanto más sola la provecta
calleja, y mejor cuanto más oscura,
para que nuestra calma sea segura
y nuestra soledad sea perfecta.
Tapias grises, luz húmeda, musgosa
cruz de lóbregas vías sin viandantes
entre oscuras covachas claudicantes:
todo brinda una paz densa y unciosa.
Al fin va a realizarse, en el mutismo
de esta hora, e ensueño de egoísmo
que hasta ayer nuestras almas ensoñaran;
vivir en un suburbio cuyo ingente
recinto misterioso solamente
tus pasos y los míos transitaran.
SOLO DE LUNA
Mi pesar gime en un solo de luna:
gritos de angustia junto a la vidriera,
cuando en la noche trágica y señera
la hice beber la hiel inoportuna.
Loca la vio la gran floresta bruna
-¡oh cantos del jamás, oh postrimera
muerte!- de hinojos al besar la artera
mano que le fue cruel como ninguna.
Despedida perversa; despedida
demasiado sin causa, que a mi vida
dio la nívea visión que la importuna;
la añoranza lunar que surge franca,
y me espera en cada una noche blanca;
mi pesar gime en un solo de luna.
MADRIGAL REGIO
Princesa: yo quería ser besado
por tu alma, mediante un hidrofana,
y por montar la gema cortesana
las cuencas de tus ojos he vaciado
Desde ahora, princesa, tu mirada
me envuelve en un letargo raro y lento
y baña mi semblante macilento
tal como en un poniente de la Nada.
Luego Princesa, cuando me abandones
debo quedarme, con las tentaciones
de tus pupilas, para mi sortija;
y en la ausencia profunda y en la muerte
cuando arrastres a tientas tu alma fuerte,
sólo en mí tu mirada ha de estar fija.
RELIQUIA
De ella tan solo me quedó una gema,
filtro de encanto tal como ella misma;
su alma mira en los rútilos del prisma,
y su sangre patricia perla y quema.
¡Oh! noble como ella y tan serena,
soberbia y opulenta todavía,
y en mi poder, tal como fue ella mía,
y sin embargo indómita y ajena.
¡Esmeralda! Quedó bien transfundida
en tu ser, la existencia tan querida
y eres ella en su esencia y en su gracia:
clara y profunda; muda, fría y fina,
y con la verde vena bizantina
propia de una podrida aristocracia.
LAS LINTERN AS
Están oscuramente amontonadas
las verdinegras lámparas. Marciales
patrullas las usaron, enganchadas
en las picas, esas luces fatales.
Hoy se confunden, polvorientas, sobre
un cepo, sucia la lente extranjera,
secas las mechas y verdeante el cobre;
tal yace la trahilla prisionera.
De tales crímenes participaron,
y sus ojos cómplices alumbraron
tantos caminos de muerte y de mal ,
que no se les apaga el fulgor cruento,
y aún les arde como un remordimiento,
al solo reflejo de su metal.
EL TABURETE
Lustroso el cuero y verde los labrados
calvos; firmes los lazos que rematan
en cabezas de boas; prestigiados
signos que su alto origen aquilatan,
se erige el taburete en el severo
despacho, y aún finge que al recinto
le inquiere, en gestos, por el caballero
que ha tardado en volver, la espada al cinto.
Hace memoria: Doña S acramento
que expiró entre sus brazos; el violento
don Luis, que lo volcaba a puntapiés;
Doña Fe, hueca y fría como un duende...
luego el silencio... Lo que no comprende
es que haya tanto silencio después.
CORTEJO DE ES MALTES
Fulgen en la vitrina ibero-gótica,
curiosos desde su álgido mutismo,
en tanto ven el cruce de la exótica
posteridad, y un nuevo simbolismo.
Se extienden en ringleras y perfectamente pulidos, fúlgidos y ricos,
precios del gran naufragio en que provecta
la prócer nave antigua se hizo añicos.
Aún quedan en fragmentos los valores
de rútilos, de espejos y colores
que hicieron sin rival el Ornamento;
y aún pueden ofrecer para la orgía
del verso, sangre viva y luz bravía,
y asuntos de oro y llamas para el cuento.
JOS E AS UNCION S ILVA
La noche es mortalmente triste. Sobre el paisaje
la luna se alza lóbrega. Y se oye solamente
un ruido, el de unos pasos, cuyo vagar demente
resuena tembloroso de espera o de espionaje.
Errante caballero de la nostalgia; puro
romance del idilio luctuoso y sin olvido;
sepulcro antiguo donde yace muerto el futuro;
alma de ayer, inútil y melodiosa; triste
como su raza, débil, que nutre en lo vivido
su vida, y agoniza sobre lo que no existe.
Noche de remembranzas. Presagios. Ritornelo
de sombras invocadas y profecías ciertas;
fantasmas en las rutas y augurios en el cielo
¡Oh, Isaac, oh Silva! y todas las perspectivas muertas.
DEDICATORIA A MALLARME
Aquellos, fatigados que adoraron la vida,
se apoyan en el árbol adicto que les tiende
con su flor que extasía y su fruto que esplende
un destino bien fácil en la rama rendida.
Algunos, presto el ónix duro y de firme estría,
se asoman al espejo del agua, que les copia
la imagen, y así fijan en la piedra la propia
noble efigie sellada de una calma sombría.
Otros nada han dejado sino pobres pasiones,
triste zarza de escombros que prendió los crespones
de sus flores de odio sobre un íntimo abismo;
mientras que vos, maestro, firme a la vanidad
de la gloria, vais lleno de vida y de verdad
hacia el astro invisible que remonta en vos mismo.
PAUL VERLAIN E
Sutil el son; tal vez el más vago y vehemente;
romanza sin palabras de un clown casi cuerdo;
voz de un muerto risueño que al modo decadente
compone sus estancias de Ocaso y de Recuerdo.
Tal un Satán artífice, pulsa su mandolina
y al ritmo impar escande motivos saturnales
en mórbido preludio para la S abbatina.
O el niño ya muy viejo más tarde, lanza gritos
de contrición capciosa, cuando en sus hospitales
purga el fauno bladado sus amores malditos.
Es otoño. Violines. Ponientes casquivano.
Un juego de nostalgias que es juego de muñecas.
Vaivén. Canciones. Cruza sin rumbo el fauno anciano
al soplo de la brisa, como las hojas secas.
EL EPITAFIO
S obre el cofre que encierra mis cenizas
nadie escriba una frase suntuosa,
como para halagar mi alma orgullosa,
sobre el cofre que encierre mis cenizas.
Los ciegos, los unánimes rebaños
no acudan a grabar con mano altiva
ninguna ociosa laude incomprensiva
los ciegos, los unánimes rebaños.
No quiere mi soberbia sin medida
que exalte las virtudes de mi vida
ningún otro epitafio con mi nombre;
parécele a mi orgullo innecesario
que escude de mis restos el sagrario
ningún otro epitafio que mi nombre.
EL TRAPO HEROICO
Contra el muro, aplastado en deplorable
marco, casi mugriento, desteñido,
lo enseñan. Así el trapo inolvidable
expía haber triunfado del olvido:
Así el signo preclaro que un glorioso
momento del pretérito ilumina,
semeja un buitre cínico y odioso
que exhibe las carroñas de su ruina;
así el pendón, con gesto denigrante
pregona las heridas que ha sangrado,
publica los dolores que ha sufrido;
así el pendón, es ya lo vergonzante
y lo trágico de un Crucificado
para escarnio del pueblo redimido.
NIETZS CHEANA
Dionisos el teutón, por la maraña,
y a buen trote de cabra, va de prisa;
conduce S aratustra a la montaña
su carga cotidiana de ceniza.
Y dice: - Ayer quemamos cuerpos para
que al cabo, de su cárcel evadida,
ganara libre el cielo el alma clara,
ogaño viejas lamas calcinamos
a fin de que la carne redimida
gane el suelo que le reconquistamos.
Guarda, guardián de tumbas, firmemente
los vanos, los fantásticos recintos
funerarios, guardián, séptuplemente
con el cerrojo de tus siete instintos”
EL HAS TIO
Ronda la bacanal en torno mío,
y yo miro lo obsceno de la fiesta,
con e aire elegante que me presta
la pura aristocracia del hastío.
Festejos de lascivia y de bravío
ultraje, tan cansado estoy de esta
violencia, que ya apenas si me resta
un sopor que prestigia el gesto frío.
La orquesta gime quejas de mujer
neurótica. Mas de mi boutonniere
ya he desprendido el terebinto loco,
fragante de la droga fina y rara
que me aniquila dulcemente, para
que pueda el corazón morir un poco.
RELIQUIA
De ella tan sólo me quedó una gema,
filtro de encanto tal como ella misma;
su alma mira en los rútilos del prisma,
y su sangre patricia perla y quema.
¡Oh!, noble y como ella tan serena,
soberbia y opulenta todavía,
y en mi poder, tal como fue ella mía,
y, sin embargo, indómita y ajena.
¡Esmeralda! Quedó bien transfundida
en tu ser, la existencia tan querida,
y eres ella en su esencia y en su gracia:
clara y profunda; muda, fría y fina,
y con la verde vena bizantina
propia de tu podrida aristocracia.
TAMBORIL PARA BROMIO
Bromio: no hemos hallado el parche griego
y desollamos una cabra actual;
ha de servirnos p
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