ARQUETIPO "EL NIÑO"

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ARQUETIPO "EL NIÑO"
1
Beatrice Jezic
¿Por qué he elegido entre un sinnúmero de arquetipos justamente el del niño?
En primer lugar porque todos nosotros, hemos experimentado pasivamente este
arquetipo con toda su fuerza, ya que nuestro alrededor proyecta sus características en
nosotros; de forma que lo aprovechamos y también lo sufrimos.
En segundo lugar porque en la psicología junguiana, el niño y el arquetipo del
niño han ocupado durante mucho tiempo o un lugar secundario, o bien aparecían en un
nivel muy elevado en forma del "niño divino".
En tercer lugar porque el Instituto C.G.Jung en Zürich ofrece, desde hace
tiempo, estudios para analistas que desean especializarse en el trabajo analítico con
niños y adolescentes. Esta renovación aportó una brisa fresca en estructuras, en parte
polvorientas, porque el niño real está mucho más cerca del inconsciente que el adulto:
erupciones volcánicas, terremotos, inundaciones se "desahogan" de forma directa; la
participación mística con los animales salvajes tiene lugar delante de los ojos del
psicólogo; “adversarios desagradables son matados al instante”; se inventan todo tipo
de rituales para controlar un poco la gran energía del inconsciente. El lenguaje es
directo, casi chocante: una caca es una caca y no un excremento. Supervisiones e
informes de esos terapeutas infantiles tarjeron alegría a los espacios "señoriales", alegría
que también experimenta el adulto, cuando de repente de su profundidad sale el niño que
sustituye a lo rancio.
En cuarto lugar porque cada uno de nosotros tiene su propia biografía y al
comienzo y en el centro de su biografía se encuentra el niño, tal como nacimos. Para
visualizarlo, utilizo la sección de un árbol: en el centro está el comienzo y alrededor
aparecen como círculos concéntricos los años de la vida.
1 Conferencia ofrecida por Breatrice Jezic en el Colegio Oficial de Psicólogos de Valencia en 1994.
Seguramente para cada uno de nosotros existen
imágenes que desde nuestra niñez tienen gran significado.
Por ejemplo, yo tengo una imagen personal acerca de los árboles talados:
Mi casa paterna estaba al lado de un bosque que pertenecía a un fabricante
de paraguas; para la fabricación de paraguas se talaban y apilaban los
árboles al borde del bosque. Con dolor e indignación contaba los anillos y
todavía hoy los paraguas me producen mal efecto.
Más tarde me encontré de nuevo con el árbol y su origen en la selva africana,
pero, al contrario del fabricante de paraguas, el africano lo trataba con más
respeto. Se disculpaba ante el "árbol grande" por tener que derribarlo por algún
motivo. El "motivo más sagrado" era cortar el corazón del árbol, el centro, y
sumergirlo como corazón en el fondo del tantán recién ahuecado. El tantán que
anuncia la mañana y la noche y que a ciertas horas transmite también noticias. De
esta forma el corazón del árbol se unía con la voz.
Después, cuando ya trabajaba como terapeuta analítica, la imagen del árbol y
sus anillos me sirvió de repente para ayudar a una mujer de 40 años a distanciarse de
su complejo paterno y materno; le sugerí dibujar los anillos de su vida y de esa manera
logró ver que 40 años crean una verdadera distancia con los tabús paternos.
E n q u i n t o l u g a r po rq u e l a i ma ge n a rq u e t í p i c a d e l n i ñ o t i e n e u n a
g ra n importancia para nuestro desarrollo. Cuando este motivo aparece en
sueños y fantasías, representa un cambio, un cambio objetivo: se puede
experimentar el cambio como bueno o malo; no se puede casi detener. Si se
detuviera, podría resultar en lo que llama C.G. Jung una "reducción regresiva d e
la Persona": endurecimiento de viejos aspectos, recaída en viejos
comportamientos restrictivos. De forma que cuando aparece el símbolo del
niño hemos de ir con mucho cuidado.
Sé que todos ustedes conocen en profundidad la psicología junguiana;
sin embargo deseo recordarles lo que quería decir C.G. Jung con el concepto de
arquetipo:
"No se pueden conf undir las imágenes arquetípicas que nos transmite
el inconsciente con el arquetipo en sí”. El arquetipo en sí no puede ser
consciente, pero nos transmite una imagen que puede ser consciente. Lo
arquetípico son variaciones de un tema básico: Jung lo explica mediante los
mandalas: una forma básica, bastante sencilla y central, que puede ser
representada en innumerables variaciones. Más tarde Jung compara el
arquetipo
con
el
sistema
axial
de
un
cristal,
que
preforma
la
cristalización sin tener existencia material propia. “El arquetipo es una
"facultas praeformandi", una posibilidad de la imaginación dada a priori: no
se transmiten por herencia las imágenes, sino las formas que en este
sentido corresponden justo con el instinto que también está determinado
formalmente" CW VIII p. 417, IX p. 155, VII p. 109 )
Cuando
fue
preguntado
de
dónde
vienen
esas
imágenes
primitivas
arquetípicas, Jung contestó:
"me parece que sólo se pueda explicar, suponiendo que sean resultados
de experiencias de la humanidad que se repiten continuamente. Nada nos impide
suponer que ciertos arquetipos ya existen entre los animales y que por consiguiente
forman parte de la particularidad del sistema vivo."
Cada nuevo motivo arquetípico que se anuncia, pero sobre todo el del NIÑO,
significa un nuevo comienzo y un desarrollo. ¿Pero qué significa en realidad un
desarrollo psíquico? ¿Se consuma de forma completamente autónoma, como el casi
entero desarrollo corporal? Está claro que un nuevo comienzo psíquico tiene también un
"aspecto final" o, en otras palabras, tiene una meta. Sin embargo un desarrollo psíquico
sólo puede tener lugar con creciente consciencia y responsabilidad. Si el hombre
descuida la fuerza que surge del arquetipo, caerá en una dependencia, llegará a ser su
víctima, se ahoga en él: en vez de una persona capaz de imponerse, me vuelvo asesino,
en vez de líder, me vuelvo dictador, en vez de la fuerza que surge de la imagen
arquetípica del niño en el inconsciente y que incita a un ser nuevo y más abierto, existe
el peligro de que quede atrapado en el motivo tentador del Puer Aeternus, de la Puella
Aeterna.
Así que no basta con tener un Mercedes potente; es necesario un conductor.
Cuánto más caballos tiene mi motor, tanto más cuidado tengo que tener al conducir,
para no amenazar el medio ambiente.
Cuando el hombre experimenta la violencia de las fuerzas inconscientes, fascina a
sus prójimos. Vive una autenticidad muy directa y sólo importa el conseguir la meta. Tal
hombre será dominado por dolor, deseo y furia; es ciego para las realidades externas;
es poseído y destructivo. Ya no objetiva su instinto, lo racionaliza completamente. Eso
significa que se sirve de una realidad falsa para justificar el instinto. Tenemos como
ejemplo las terribles guerras civiles de la actualidad, en Bosnia, en Ruanda-Burundi,
donde personas que hasta ahora convivían en paz se pierden en delirio homicida, que
se racionaliza como purificación étnica. Dado que el hombre siempre busca motivos
causales para explicar por qué se llega a eso (es decir que actúa de forma racional), no hay
ningún progreso. En mi opinión las fuerzas humanas dispuestas a hacer compromisos
tienen menos fuerza e irradiación que las fuerzas destructivas.
Hay muchas teorías religiosas y filosóficas sobre la "libertad humana". Según
las cuales, el hombre tendría la posibilidad de elegir, por supuesto de forma limitada,
dado que somos niños de nuestro tiempo y nuestra sociedad y que estamos limitados
por nuestra corporalidad; no podemos pensar que somos seres libres y superiores. Pero
a veces la psicología analítica nos puede ayudar, gracias al consciente a reconocer las
fuerzas arcáicas y darles la bienvenida -- ya que son en si mismas energía y podemos
canalizarlas.Es nuestra tarea humana de procurar que ambas fuerzas, la del consciente
y la que surge del inconsciente, trabajen juntas.
Después de haber tratado de forma general el arquetipo, quiero ahora examinar
la imagen arquetípica del niño.
LA IMAGEN ARQUETÍPICA DEL NIÑO
La imagen arquetípica tiene muchas facetas; C.G. Jung escribe en su libro
"Die Wurzeln des Bewusstseins" ("Las Raíces del Consciente") p.83, publicado en 1954,
lo siguiente:
"Parece ser probable que un arquetipo en situación reposada, no proyectada no
tiene una forma determinable de manera precisa, sino que es una imagen
formalmente indeterminable, que tiene sin embargo la posibilidad de aparecer
bajo formas determinadas, mediante proyecciones."
Es probablemente para proteger la vida en gestación y del crecimiento del bebé real
que se
acentuén en la imagen arquetípica del niño los aspectos positivos. El niño
dulce, el niño amable y bueno, el niño alegre, hasta el "niño divino", como si lo "divino"
únicamente contuviera aspectos positivos.
Durante mi actividad terapéutica en Basilea, dos veces me fueron asignadas
mujeres que sufrían de lo que se llama "psicosis de embarazo". Este empuje psicótico,
generalmente único en la vida de una mujer, puede amenazar la vida del recién nacido o
también de la madre. Surgen impulsos de arrojar el niño por la ventana, asfixiarlo o por
miedo a esos impulsos terribles, suicidarse. En ambos casos se trataba de madres, que
durante el embarazo habían idealizado excesivamente el niño y el ser madre. No
admitían ningún sentimiento que el niño podría ser también una carga, que el niño
quita libertad a la madre, que podría romper la unión estrecha hombre-mujer o la
estabilidad familiar ya existente. Había solamente imágenes del tipo: Virgen María
bondadosa y de un niño sonriendo. A causa de la experiencia sísmica del parto, de los
dolores, ocasionados por el nacimiento del niño, a causa de ese choque estalla la psicosis,
en otras palabras es la inundación de los aspectos negativos. La medicina, sin
embargo habla de un cambio hormonal, ¿pero qué viene primero? ¿el aspecto negativo
reprimido de la imagen arquetípica o las hormonas? El niño real, tal como el arquetipo
del niño, es tanto bueno como malo -- al igual que la imagen arquetípica de la madre o
del padre.
La imagen arquetípica del niño es un símbolo de la vida que comienza, de una
época nueva que comienza, un mundo nuevo, un cambio. Algo nuevo, dinámico llama a
la puerta del consciente; ahora depende de si ha llegado el momento oportuno para
ello. Los griegos hablaban de "kairos", el buen momento.
Ya que desarrollo significa también separación de viejas estructuras, el arquetipo
niño es amenazado por fuerzas establecidas; amenazado de ser expulsado o incluso
matado. Recuerden los numerosos mitos y cuentos, donde se abandona a niños con la
intención de que mueran.
¿Qué provoca estas fuertes reacciones? Cito otra vez a Jung de "Die Wurzeln des
Bewusstseins" ("Las Raíces del Consciente"), p. 586, donde compara al hombre medieval
con el hombre moderno más consciente:
"El hombre medieval estaba más cerca de la totalidad inconsciente, una totalidad
inconsciente que el niño y el hombre primitivo poseen de forma más completa y que
el animal que vive en libertad posee en un grado perfecto."
El niño lleva en sí todas las características de los adultos: puede ser egoísta,
furioso, envidioso, triste, destructivo, ávido, pero también generoso, cariñoso, tierno,
contento, listo, juguetón. Pero cuando el niño está furioso, su totalidad está furiosa -- es
furia, es tristeza, es hambre -- o más fuerte todavía: yo hambre, yo furia -- tal como se
expresa en los idiomas centro africanos, por ejemplo en el kirundi. Y es esa violencia
de la totalidad inconsciente la que, a nosotros los adultos, nos seduce, pero al mismo
tiempo nos deja impotentes.
Sabemos de nosotros mismos que tenemos muchas facetas; cada uno de nosotros es
una
pluralidad
que
intenta
centrar
nuestro
SELF,
de
ahí
que
nos
consideramos como unidad. El niño sin embargo en general no se entiende como unidad,
por ejemplo durante mucho tiempo habla de sí mismo en la tercera persona. De
repente puede ser un perro, luego un gigante, etc. Así también pasa con el niño
arquetípico: cuando aparece, se despiertan muchas tendencias y deseos, a veces
contradictorios, en el hombre.
En el niño real individual sólo pueden realizarse aspectos parciales de la imagen
arquetípica del niño; otros son arrinconados en el inconsciente “donde traman como
conspiradores la fuga de la cárcel”.
He tenido la gran suerte de vivir, siendo niña, en la ciudad maravillosa de Berna, de
la cual también estaba enamorado Goethe. Esta ciudad, construida en 1191 por un
urbanista megalómano de Záhringen,
sus calles fueron construidas tan anchas que
también hoy en día el tráfico moderno puede pasar por el casco antiguo y los peatones
puedan caminar tranquilamente por debajo de los amplios soportales. ¡¿Así que
megalómano porque era intuitivo?! En medio de esas arterias anchas fueron construidas
fuentes redondas enormes; en su centro se eleva una columna en la cual hay figuras
mitológicas, religiosas e históricas.
Recuerdo que cuando era niña, de
camino
al
colegio,pasaba
"Kindlifresserbrunnen" ("Fuente del traganiños"): una representación de
por
el
Cronos-
Saturno.
¡Ahí está! “y lleva justamente un niño a su
boca; otros están como atados a sus piernas
y brazos -- los devorará a todos. Como
escolar pasaba con inquietud por delante
del monstruo, sobre todo cuando había
hecho mis deberes a la ligera. Este tramo
del camino al colegio se hacía sobre todo
difícil porque justo detrás de la fuente
estaba todavía la tienda de paraguas del
señor Lüthi, el propietario y carnicero del
bosque”.
Así que desde muy temprano tenía conocimiento de la amenaza del niño y
también de sus aspectos amenazantes, que podía ver en las caras espantadas de mis
padres, cuando mi comportamiento era totalmente distinto al que corresponde
a un niño "decente".
La imagen arquetípica del niño surge principalmente en la mitad de la vida con
toda su fuerza. Jung escribe en "Seelenprobleme der Gegenwart" ("Problemas del Alma
Contemporáneo"), Rascher 1931:
"Es imposible vivir en la tarde de la vida los mismos programas que por la mañana,
lo que entonces era muy importante, ahora lo es mucho menos; la verdad de la
mañana con frecuencia es la equivocación de la noche".
Jung comparó la vida humana con el ciclo solar, tal como nosotros lo vemos: el
semicírculo de 180 grados y el otro semicírculo invisible, sobre esta mitad, de después de
la muerte, Jung se expresa con mucho cuidado:
"No podemos saber nada sobre una vida después de la muerte. Pero como médico
veo que personas que creen en un sentido de la muerte y un tipo de continuación de
la vida, viven psíquicamente mejor, tal creencia es psicohigiénica. Me he
apartado ligeramente del cenit de la vida, ya que el arco solar no sólo recorre los
180 grados, sino el círculo entero de 360 grados”.
Hasta el cenit el hombre ha cumplido con lo que le exige el sobrevivir y la
sociedad: aprendizaje, ganar dinero, vida social, formar una familia, descendencia. En
"Seelenprobleme der Gegenwart" ("Problemas del Alma Contemporánea"): Jung afirma:
"Ese anclaje en el mundo y en el tiempo es natural; la civilización sin embargo se
encuentra del otro lado de la meta natural del ser vivo."
Cuando se han alcanzado las metas "naturales", surgen a menudo sentimientos de
aburrimiento, de tedio, de vacío, porque hay demasiadas cosas que todavía no se han
vivido. Hay varias maneras para salir de esa crisis: con frecuencia se somatiza en esta
época; generalmente son molestias corporales que pueden causar un estancamiento. O bien
glorifica lo conseguido: todos conocemos a mujeres que hasta muy avanzada edad
hablan de sus partos y abortos, a hombres que rumian sus hazañas del servicio
militar y de su época como estudiante, que siguen aumentando el capital y que tutelan
sobre sus descendientes mientras vivan.
Obien una huida hacia metas aparentemente nuevas: deporte y piel tostada por el sol
para no envejecer, liftings, tratamientos de las arrugas, mucha vida social y mucho
consumo.
O bien el camino difícil de analizar las metas y los valores conseguidos. Pero esta ansia
de individuación se encuentra con muchos comentarios y una fuerte presión del
colectivo. Viejas amistades se deshacen, se abandonan viejas costumbres con
resignación. Para proteger el desarrollo, el hombre necesita soledad; de repente
tiene, causando el enfado de su entorno, otras opiniones. Su entorno humano está
desilusionado y también irritado, porque tiene el valor de tomar ese camino, que
muchos evitan por comodidad. A menudo el cambio no se logra inmediatamente: les
quiero recordar los muchos cuentos, donde algunos hijos o hijas no llegan a la meta;
de la misma forma el hombre en el camino de la individuación tiene que sufrir a
veces un contratiempo. Hacen falta muchos sacrificios por fidelidad a la ley propia.
Un ejemplo destacado de la "obligación a la fidelidad" de la voz interior me
parece Martin Luther (1483-1546), el reformista alemán. A los 18 años experimentó
durante una fuerte tormenta el poder de Dios; abandonó sus estudios de derecho y se
hizo monje. Como "hómo religiosus" se indignaba sobre los abusos en la Iglesia (tráfico de
indulgencias, nepotismo, etc.). En 1518, a los 35 años, tuvo la "Turmerlebnis" ("Vivencia
torre"); probablemente el niño arquetípico le obligó a tomar postura, que culminaba en lo
siguiente:
"El papado es una institución puramente humana, también concilios pueden errar". La biblia
llegó a ser para Marin Luther la base de la fe. En 1521, a los 38, tenía que retractarse
de sus "doctrinas heréticas".Pero también desestimó esta presión pública y gritó en
lugar de la retractación:
"Aquí me hallo, aquí estoy, no puedo hacer otra cosa. ¡Dios, ayúdame! ¡Amén!"
Tal como les pasa a los padres del niño real, así le pasa también a quien es
dominado por el arquetipo niño. Ambos son confrontados con una dinámica cuyas energías
surgen del inconsciente y parecen caóticas y objetivas; ambos tienen que ayudar al niño a
conocer estructuras y reconocer contrastes para el desarrollo del Self inconsciente al
Self maduro. Al igual que después del nacimiento de un niño real nos espera mucho
trabajo, con el nacimiento del niño interior nos espera un "opus", que puede llenar la
segunda mitad de nuestra vida.
Cada cambio es precedido por una separación y cada separación significa al
mismo tiempo tristeza. Incluso personas, que después de muchos años de prisión son
puestas en libertad, sienten lo difícil que es el tener que abandonar las estructuras
odiadas y ser libres y sin protección. El analista tiene que darse cuenta de ese tiempo
para la tristeza y no debe recibir en seguida con júbilo el nacimiento del niño interior
de su analizado.
Por supuesto existen grandes "personalidades Mana", que están mejor
preparadas para esta misión. En este contexto Jung nos cuenta un ejemplo de la
literatura etnológica: un gran cacique y guerrero indio tuvo en la mitad de su vida en
un sueño la visión del "gran espíritu". Este le ordenó que desde ahora en adelante se
sentara con las mujeres y los niños, llevara ropa femenina y comiera alimentos
femeninos. Obedeció a esta visión sin perder su prestigio.
No siempre se presencia el nacimiento del niño interior. Les contaré un sueño
de una mujer que entonces tenía 38 años. Era una niña de la guerra; tuvo que
independizarse desde muy joven porque la madre trabajaba en una fábrica de
municiones y del padre, que había ido al frente, no se había vuelto a saber nada. Más
tarde llegó con un convoy de niños a Suiza donde se crió, estudió e hizo un buen
aprendizaje como ingeniera de caminos, canales y puertos. Era inquieta y políticamente
muy activa; pertenecía a lo que llamamos la generación del 68: una generación que por
primera vez ponía en duda todos los valores de nuestra sociedad. La soñante cambiaba
frecuentemente de puesto de trabajo. Sin embargo tenía pocas exigencias materiales:
buhardillas frías le bastaban como vivienda, ropa de segunda mano, zapatos gastados y
medias rotas bastaban como vestimenta, una bicicleta oxidada, salvada de la basura
como vehículo. Pero no era una niña hippie feliz; estaba llena de tensiones agresivas
contra todo el mundo.
Después de dos años de análisis tuvo un primer sueño de “nacimiento”, que
indicaba que se estaba preparando un cambio en el inconsciente, pero todavía no había
llegado el momento adecuado:
"Se encuentra en el jardín de un hogar para niños. (Con ese jardín y sus árboles
asocia recuerdos positivos, de cuando se sentía independiente y libre). Está debajo del
peral, busca algo, encuentra un huevo que es anguloso y que tiene algo dentro que se
mueve. La soñante deja caer el huevo de miedo (Véase el cuento de Pitchers Vogel,
El pájaro emplumado, Grimm 46); la cáscara se rompe y en el suelo yace un
embrión humano; apenas se pueden distinguir piernas, manos y rostro, como si
estuviera envuelto en una piel; se contrae. La soñante lo deja yacer en el suelo
con sentimientos de angustia y piensa: 'ya no puede ser salvado”.
La soñante desde el nacimiento de su hermana, de la cual había tenido que
ocuparse demasiado temprano, consideraba repugnantes a las criaturas desamparadas.
En el sueño hay un indicio de hacia dónde correrá,con probabilidad, su energía psíquica:
hacia la propia de bi li dad, hacia la propia indige ncia y por lo tanto hacia la
conscienciación de propias necesidades, será necesaria construcción de una “persona”, su
lugar en la sociedad, la atracción erótica hacia un hombre algo más joven, etc. El post 68
que ahora quería realizarse en la vida cotidiana. Poco tiempo después la soñante decidió
estudiar arquitectura.
Tres años después del sueño del embrión, sueña:
“ella y ese hombre están en la ciudad. Ella empuja un tablero sobre ruedas: es una
mezcla de cochecito de niño, mesita camarera y bandeja. De repente ve que encima
hay un bebé, envuelto en pañales como una momia, parecido a como en general se
representa al niño Jesús. Es un bebé precioso de mejillas sonrosadas. El novio no
quiere empujar el tablero y ella no quiere coger al bebé. Finalmente lo deposita en la
acera. Pero pasan peatones y le hacen sentir mal; teme que también podría pasar la
analista. Así que coge al niño en los brazos, percibe su calor y se siente muy
dichosa."
Efectivamente, la soñante se dio cuenta que tenía que aceptar y cuidar como
posibilidad propia la capacidad y la creatividad que hasta ahora había
proyectado en el novio. Lo maravilloso de la psique es que no refleja de forma absoluta
e irrevocable la diferencia de sexo: soñamos con mujeres con pene y hombres con pechos;
la mujer debe desarrollar "positivamente" el animus y el hombre la anima. ¿Nos puede
sorprender entonces que haya hombres embarazados que dan a luz? Tenemos ejemplos de
figuras mitológicas: de la cabeza de Zeus nace Atenea y de su muslo Dionisos.
Les quiero contar, ahora, el sueño de un hombre muy introvertido de 38 años,
que era maestro, pero a quien le gustaba más la carpintería y la apicultura que dar
clases. También él era de la generación del 68. Sus símbolos en parte provenían del
mundo de las abejas y he aprendido un montón sobre los primeros animales domésticos
de los hombres. Su sueño empieza con representaciones de abejas:
"Tirado en el suelo hay una colmena de fecundación para criar reinas jóvenes; pero
la colmena está al revés en el suelo y con miedo, el soñante ve que está vacía:
¿habrán sido comidas las abejitas? Sólo queda en el suelo una reina viva que
tiene forma vermicular. Piensa que será demasiado débil para sobrevivir. Sin
embargo la levanta y la pone en la colmena.
Ahora se encuentra en su casita de montaña. Quiere dormir pero se junta un
enjambre debajo del techo. ¿De dónde viene? ¿Trae a la reina semimuerta? Está muy
cansado, pero sin embargo toma una colmena para encorchar el enjambre. Tiene la
impresión de ser determinado desde fuera.
Ahora quiere darse una caminata en solitario. Llega a un refugio donde
están reposando alpinistas en catres, que ríen y charlan; ahí no quiere quedarse.
Así que continúa la subida. Debajo de una roca saliente se acuesta sobre la fresca
hierba alpina. Acaricia su vientre y siente una ligera presión, casi como un dolor.
Ahora se da cuenta que está en muy avanzado estado de embarazo. Ya parece
haber dado a luz; hay dos comadronas. Una de ellas le muestra que tiene que
apretar sobre su ombligo para que salga un liquido con el cual podrá alimentar al
bebé."
También en él, la creación de la vida tomó formas más sólidas, guiadas por un
objetivo. Quizás les asombre que en ambos casos se trata de personas de la generación
del 68, personas que protestaban contra las normas rígidas de la sociedad
establecida y buscaban alternativas. El conformista y el que protesta se dirigen a o
contra las mismas normas jerárquicas:
N O R M A
CONFORMIDAD
PRO TES TA
Para desarrollarse ambos tienen que elegir el mismo camino: “llegar a ser uno mismo” .
Tendrán que poner en el centro de su universo el Self como elemento de decisión.
Jung había observado que mediante el proceso de individuación la función inferior se
desarrolla y se vuelve consciente, será lo nuevo creativo.
Cuando aplico esta idea al caso de ambos analizandos, llego a las mismas
conclusiones: En la mujer llama la atención, incluso para ser alguien del 68, su
“persona” negativa, su entorno muy abandonado, su falta de sentir necesidades
corporales. Así que la función de sensación era inferior. Haciendo la carrera de
arquitectura tuvo que entenderse con los materiales, tuvo que tratar de comprender a
las necesidades de gente soltera, de parejas, de familias e incluso de grupos enteros de la
sociedad, ya que se especializó en la conservación de ayuntamientos antiguos,
cuarteles, fábricas y casas de campo que fueran destinados a otros fines efectuando una
suave renovación.
El hombre joven era un destacado tipo sensitivo; cuando describía una caminata,
entraban todos los aromas de la naturaleza en mi consultorio; yo podía sentir de forma
muy táctil la piel de un gato, el calor de leche recién ordeñada. Además de eso, o
quizás a causa de eso, estaba anclado en el matriarcado. Su amor hacia las abejas lo
reflejaba. Por más amable que era, no era "de ese mundo" ... Su mundo parecía una
fantasía y haciéndose mayor se asombraba de no pertenecer a nada de eso.
Aparentemente se trataba del desarrollo de la intuición extravertida: ¿que hago ahora con
todos los bienes espirituales, que he reunido? Ahora de repente parecía resolverse por sí
solo: primero escribió un manual sobre la apicultura, con amplificaciones mitológicas e
históricas. En segundo lugar integró la apicultura y el profesorado: se hizo
trasladar a un colegio de inmigrantes: son clases con un 80% de inmigrantes,
variedad de pueblos, variedad de idiomas, variedad de religiones (Suiza es el país con
mayor número de inmigrantes: el 22% de la población activa). En esas clases de
inmigrantes hay que crear primero un grupo y como mejor se consigue es mediante
una tarea conjunta: puso colmenas en el patio del colegio; los niños aprendieron a
observarlas, cuidarlas, exprimir la miel, venderla y ahorrar ese dinero para realizar
excursiones. Animado por el éxito del intento, ofreció a una clínica psiquiátrica hacer
el mismo experimento con enfermos psíquicos, también fue un éxito. De repente era
alguien a quien la gente consultaba y cuya experiencia fue tomada en serio. Si antes
esta actividad solitaria de la apicultura le había aislado de la gente, ahora , lo que había
empezado a los ocho años, y que sólo causó comentarios adversos, llegó a ser un
importante factor de integración social. Así que creo que era la intuición extravertida
que produjo repentinamente ese cambio.
EL NIÑO REAL EN SU MUNDO REAL
(Época, Familia, Capa Social, Religión, Pueblo)
Si se toman el trabajo de investigar la situación familiar en cuentos y mitos,
notarán en seguida que apenas existen situaciones "normales". La familia "normal"
consiste
en
una
madre,
un
padre
e
hijo(s).
Seguramente
las
hay,
incluso
estadísticamente de modo significativo. ¿Pero, por qué, entonces apenas este tipo de familias
apenas se retratan en ese tesoro de experiencias de la humanidad tan importante? En
los cuentos hay viudos, viudas, madrastras y padrastros, huérfanos, y cuando existen
padres y madres, son generalmente tan pobres o tan ricos y por consiguiente tan
amenazados que abandonan a los niños (por ejemplo Hánsel y Gretel, La bella
durmiente del bosque, etc.).
¿Será porque la normalidad es tan trivial y por eso no vale la pena mencionarla, o
es la "normalidad" una forma colectiva extravertida de la cual existe el contorno exterior
pero que desde la vivencia interior del niño no se corresponde en absoluto con su
experiencia?.
Tomemos como ejemplo la gran cantidad de niños sin padre y quizás más
todavía
hijas,
que
en
realidad
tienen
padre,
pero
no
lo
experimentan.
Desaparece antes del desayuno y vuelve por la noche tan tarde que el niño en general
ya está acostado. O los padres se han estancado en una adolescencia que no asume la
responsabilidad, tal como aparentemente lo espera el niño. O los padres se sienten
frustrados, de forma que parecen no tener nada que aportar. A veces por suerte hay
alguna abuela ( en “la cabaña del bosque”) que permite experimentar al niño
transitoriamente el elemento materno.
En el caso de madrastras y padrastros en los cuentos, se podría pensar más
bien que el niño experimenta en esta fase el lado oscuro del arquetipo
paternal. Durante su de sarrollo e l niño de be liberarse cada vez más de la
relación simbiótica; esto produce miedo y ésto a su ve z es proyectado.
También la función de los hermanos es importante en la vida del niño. Si
soy hijo/a único/a, no tengo que preocuparme por experiencias con hermanos
reales. Al mismo tiempo por la falta de experiencia podré formarme una imagen
superior de hermanos. Existe el peligro que serían más guapos, más inteligentes y
fuertes que yo, por lo cual sentiría miedo y rivalidad. También puedo reprimir
estos sentimientos y admirarlos. Hay por ejemplo muchos niños que sirven
como lacayos a un niño fuerte.
O bien soy hijo/a único/a solamente en mi fantasía, entonces los "más
pequeños" se consideran como "gusanos”, “no deberían ser percibidos”. Este caso
se da a menudo con el primogénito. Naturalmente está al acecho en el
inconsciente el peligro de la superioridad de los hermanos menores. Cuántas
veces en los cuentos es justamente el más joven y menos inteligente el que toma el
reinado.
Me parece que el primer y el último niño tienen una función especial,
como también la tiene el primer hijo después de varias hermanas o la primera
hija después de varios hermanos. En el medio el niño está menos expuesto, pero
también se siente menos "singular". Por supuesto también el género es importante. En
las culturas patriarcales las chicas tienen poca importancia, sólo como joven ayuda y
futura madre.
No puedo decir que ocurre lo contrario en culturas matriarcales. Durante cinco años
he vivido en la selva de la Cuenca del Congo, donde la cultura es matriarcal: los niños
pertenecían al lado materno y el padre tenía que trabajar para su mujer y los padres de su
mujer. Los niños se criaban libremente. Los chicos eran iniciados mediante los rituales en
la sociedad masculina de cazadores. Las chicas, casi no había tareas hogareñas, eran
iniciadas principalmente en los misterios de la luna, de la menstruación y de la
sexualidad.
Por otra parte conocí a familias matriarcales en Europa: las fincas o la fortuna
pertenecían a la familia de la madre y el padre tenía poca importancia. Pero también en
esos casos las madres reclamaban los hijos y los hacían más o menos sus descendientes.
Esto significa que el hijo tiene que realizar el animus de su madre,
esto puede
equipararse a una absorción.
Para que nosotros, los "niños únicos adultos" que todos somos, no sólo pensemos
de prisa en nuestra situación como niño en nuestra familia, sino para que también
intentemos volver a vivir la infancia sensitivamente, es conveniente dar forma al niño y su
relación con el padre, la madre y los hermanos. Esto se puede realizar mediante el dibujo,
la pintura, el psicodrama u otras representaciones. Para ilustrarlo les quiero contar una
historia real, en forma de cuento:
“Erase una vez ... una reina (reinaba en una casa grande) y un rey que siempre estaba
fuera, porque tenía que visitar los territorios lejanos de su reino (era médico) .... La pareja
tenía dos hijas buenas y rectas; sobre todo al padre le gustaba su capacidad (eran
buenas alumnas en el colegio). Pero a menudo la madre se sentía muy sola y ansiaba lo
masculino. Después de siete años ocurrió el milagro: dio a luz a un dulce hijito. No le negaba
nada en absoluto al príncipe y también el padre gozaba de su dulce hijo retozando. También
las dos hermanas le amaban tiernamente, lo llevaban consigo, le hacían dibujos,
reparaban sus juguetes. Lo que les gustaba a todos era que el principito nunca se alejaba
del gran parque del castillo e incluso dentro del parque había lugares oscuros y
pantanosos que evitaba. Nadie tenía que temer que le ocurriría alguna desgracia. Por cierto,
siempre estaba un poco enfermizo y necesitaba muchos cuidados, que todos le dedicaban.
Cuando tenía siete años, tenía que ir a un caballero vecino para aprender a montar a
caballo y disparar (escolaridad obligatoria). Pero se opuso y lloró en el seno materno. El
padre se impacientaba, las dos hermanas tan amables ahora se reían de él. Sólo la madre
consideraba que tendrían que esperar un año más. En vez de enviarlo a un caballero, fue
enviado a una "pobre mujer en el bosque" (una terapeuta). Ahí el príncipe se sentó en el
suelo y se volvió el piloto de carrera de automóviles más rápido que jamás existió, se volvió
Bernard Russi, un ídolo suizo del esquí, se volvió un animal salvaje, bebiendo sangre y
manchándose con ella (bebió de una jabonera, a gatas en el suelo, zumo de frambuesa). Luego
se volvió brujo y la "pobre mujer" su ayudante. Todos los niños que encontraban fueron
convertidos en arañas, pájaros, liebres, gatos, nunca en algo peligroso. Después surgían
profesiones más prácticas: era un gran cirujano cuya especialidad era tratar a personas
que tenían 6 o incluso 7 dedos en manos o pies, que curaba amputándoles.
Finalmente también se hizo limpiachimeneas, pero sus pies eran tan enormes que
no podía bajar por las chimeneas. Por fin se dio cuenta de que el tamaño de zapato número
30 le sería mejor”.
Así que psicológicamente tuvimos que desmontar cuidadosamente el yo grandioso
del príncipe, para que no tuviera que conseguir en la fantasía una vida de éxito tan
fatigosa, para luego llegar a ser tanto más pequeño en la realidad. ¿Qué habría pasado
si no hubiera ido a la pobre mujer en el bosque? Probablemente todavía hoy estaría
viviendo detrás de las murallas del castillo de su padre y temblando por lo que sucede
ahí fuera. Pero se atrevió a hacerse algo muy poco importante (desde el punto de vista
del rey): se convirtió en conductor de tranvía en la vida real, y también él reina sobre un
mundo cuando está sentado en el asiento del conductor y lleva un uniforme elegante que
le da aceptación en el colectivo y le protege. Como pueden ver, sin hacerse junguiano,
ha elegido un camino muy individual y ha hecho un compromiso entre el príncipe
grandioso y el chiquillo pobre y débil.
Las consecuencias de nuestra niñez no solamente son el resultado de la situación
familiar sino también del intercambio de necesidades infantiles y la actitud del entorno
hacia esas necesidades. Cuanto más pequeño es el niño, tanto más desamparado está
contra las tentaciones interiores y exteriores. Madres abrumadas o insensibles
reaccionan muchas veces con impaciencia y furia contra el comportamiento instintivo de
sus niños. El niño, que todavía no habla, percibe los ánimos y sentimientos mucho más
que el adulto. De esta forma, impaciencia y furia provocan en él también furia; pero
pronto nota que esto es peligroso porque sus deseos y movimientos son todavía muy
restringidos. De la psicología de los complejos sabemos que los complejos tienen un
centro pequeño, que pueden extenderse como un cáncer. La inseguridad, ¿qué puedo
desear? ¿ qué tengo que reprimir? se intensifica. De forma consciente o en la sombra
existen reivindicaciones sobre lo que puedo obtener: posesión, donación, tiempo, ayuda.
El niño no tiene valores: un jarrón chino de la época Ming no tiene ni más ni
menos valor que el propio excremento u orina. A los 2-3 años todo es interesante y se
desmonta y se rompe para penetrar mejor en los secretos. Es el comienzo de la acción, de la
investigación, de la toma de posesión, de la lucha para algo, de la libre movilidad. Ahora que
los adultos insisten precisamente en la tranquilidad y el orden, sólo determinados terrenos
son permitidos, se obstaculiza la inclinación a la independencia, a la perseverancia, a la
afirmación de sí mismo. Si esta educación tiene éxito, el niño se hará dócil, respetará las
instrucciones y las órdenes, no asumirá ninguna responsabilidad; dan todo lo que se les
exige: dinero, tiempo, posesión y fuerza: el ciudadano ideal para una dictadura. Pero en el
fondo está burbujeando lo no vivido: la protesta, el orgullo, la agresión y la furia contra
otros que son autónomos. Con qué frialdad estas personas heridas pueden perseguir a
los "otros", los "sueltos", por dolor y venganza para los propios sacrificios (la teoría de la
neurosis habla de la estructura neurótica obsesiva).
Conocemos bien los temores y la incomodidad de los adultos hacia la sexualidad
infantil. A pesar de Freud, esto no ha cambiado mucho. Lo que sí se sabe, es que esa
curiosidad sexual es algo "normal". ¿Pero qué hacer cuando el hermano de 5 años efectúa
investigaciones médicas con los hermanos/as menores o mayores, justo en el día cuando
está la tía de América de visita?.
Ya antes había arrugado el entrecejo por lo del mantel que era blanco como la nieve,
pero que el mismo monstruo había manchado delante de sus ojos con colacao. Si esos
deseos de jugar se limitan demasiado, entonces el niño se siente rechazado en sus deseos,
sus intereses, su sexualidad y a menudo en su rol del sexo. De nuevo a causa de la
formación de complejos se restringe el afán total de investigación y con eso el pensar lógico
y la relación con la realidad. En vez del pensamiento, surgen valores tales como: eso es
indecente, eso es malo, eso es impertinente, etc., etc. En otras palabras, la función
racional del sentir domina en el consciente y el pensar espera en la sombra. (En la teoría de
la neurosis esas se consideran características de la estructura histérica).
La investigación precisa en cuanto al desarrollo infantil proviene de Freud, su
hija, los neoanalistas, los americanos, etc. No nos prohibamos el pensar y no lo
califiquemos como sin valor. No podemos olvidar que Jung fue durante muchos años el
príncipe heredero de Freud y que ha integrado mucho de este padre. Pero tampoco él
quiso ser tutelado. El no era "rumiante"; intentemos no serlo tampoco: podemos “pastar en
prados abundantes”, integrarlo y utilizarlo de forma creativa. Me puedo imaginar muy
bien que todas estas características experimentadas y reprimidas, que tienen su origen
en la niñez, corresponden a motivos arquetípicos.
Lo que fue reprimido en la niñez del individuo, sigue viviendo en el inconsciente
personal, que a su vez es unido con el inconsciente colectivo como mediante ósmosis;
así que se realiza un intercambio, igual como entre el consciente y el inconsciente. Si no
fuera así, no nos interesarían en absoluto los mitos. Para concluir quisiera decir lo
siguiente: ningún arquetipo se vive en todas las personas de forma tan concreta y
encarnada como el del niño. Primero somos niños, después tenemos niños.
Por otro lado también existen padres que se agarran de tal forma al hijo corporal que
sólo viven una de tantas manifestaciones del arquetipo niño. Su propio desarrollo
psíquico se realiza únicamente en el propio hijo corporal. Cuando se emancipan, sólo les
queda un vacío interior.
En psicología analítica prevalece la idea que a las imágenes arquetípicas hay que
construirles altares; pensemos por ejemplo en las estatuas que C.G.Jung esculpió él
mismo en la piedra. Nunca le dio miedo representar sus ideas de forma concretamaterial. Ninguna falta debe vivir en la sombra por represión y negación. Un duelo activo
para el niño ausente fecunda el desarrollo psíquico y nos lleva, si el destino está a
nuestro favor, al niño interior.
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