La niña que lloraba Patricia era una niña linda de cabellos rizados. Vivía en una casa bonita y sus padres la querían mucho; pero casi siempre lloraba. ¿Por qué? Patricia estaba enferma; ella no podía jugar como otros niños. Aunque sus padres hacían todo lo posible para que ella fuera feliz, Patricia no dejaba de llorar. La cariñosa maestra visitó a Patricia y le dijo que mediante la oración podemos pedir a Jesús por nuestras necesidades. ORACIÓN Y SANIDAD EL SOL SONREÍA Todas las mañanas el sol le sonreía a Patricia para que se levantara; pero ella no quería levantarse. Como estaba enferma y no podía saltar y correr a su gusto, prefería quedarse en cama. A veces sus padres la llevaban al parque para que viera a otros niños; pero cuando los veía jugar felices, ella lloraba. UNA NUEVA AMIGA Un día se le acercó una niña. –¡Hola, soy Angélica! –le dijo la niña–. ¿Quieres jugar? –No puedo jugar –dijo Patricia en tono triste. –Si quieres, te empujo en el columpio –dijo Angélica. Poco a poco, las niñas se hicieron amigas. Angélica iba todos los domingos a la escuela dominical y todas las semanas le contaba a Patricia lo que había aprendido. LA HIJA DE JAIRO –¿Sabías que Jesús resucitó a una niña? –le preguntó Angélica un día a su nueva amiga. –¿Qué es resucitar? –preguntó Patricia. –Significa dar vida a alguien que está muerto. –¡No te creo! –exclamó Patricia. Entonces Angélica le contó acerca de la niña enferma, que murió mientras su padre Jairo fue a pedir a Jesús que la sanara. Eso no preocupó a Jesús. Él fue a casa de la niña muerta y le habló, diciendo que se levantara. Entonces la niña se levantó, ¡sana y salva! (Lee esta historia en Marcos 5:21-23, 35-43.) JESÚS ES EL MISMO –La maestra dijo que Jesús puede hacer milagros hoy también –dijo Angélica. –¿Crees que podría sanarme a mí? –preguntó Patricia. –¿Por qué no? –contestó Angélica. Para más seguridad, Angélica le preguntó esto a su maestra el siguiente domingo. Y le contó acerca de su amiguita enferma. Desde ese día las niñas empezaron a orar juntas. Cada día le pidieron al Señor Jesús que sanara a Patricia. Poco a poco ella fue mejorando, hasta que al fin pudo levantarse de la cama, sin fiebre y sin dolor. –¡Mamá! ¡Papá! –gritó Patricia–. ¡Estoy sana! ¡Qué alegría fue para toda la familia la sanidad de Patricia! Los padres de Patricia no acostumbraban ir a la iglesia; pero cuando vieron el milagro que Dios hizo en Patricia, ellos decidieron ir a la iglesia para aprender la Palabra de Dios. TODA LA FAMILIA Patricia se sintió muy contenta el día que fue con toda su familia a la iglesia. Angélica le había contado muchas lindas historias del amor de Dios. Ahora ella misma las iba a aprender. Patricia aprendió a confiar en Dios porque Angélica le habló del evangelio. Ahora toda su familia aprendió acerca de Jesucristo, y sus padres y hermanos aceptaron el mensaje del amor de Dios. Desde ese día, cuando Patricia se despertaba, en vez de llorar, sonreía y saludaba al sol. CREE NADA MÁS Cuando avisaron a Jairo que su hija había muerto, Jesús le dijo: «No tengas miedo; cree nada más.» Lo mismo nos dice hoy cuando tenemos algún problema. Cualquiera que sea tu necesidad, pide a Jesús que te ayude. Él es nuestro Salvador y es también nuestro Sanador. ¡Nada es imposible para Él! «No tengas miedo; cree nada más.» Marcos 5:36, NVI «La Perlita» con Tía Margarita ­— 123 3/2012 http://misperlitas.wordpress.com. No para uso comercial.