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Ricardo Zotelo
Diseño, traducciones,
corrección e investigación:
Ricardo Zotelo
Hecho en Buenos Aires,
Argentina, 1ra Edición
Marzo de 2015
Contacto:
Email: [email protected]
Todos los derechos reservados.
Prohibida su comercialización,
copia, distribución, emisión o
difusión por cualquier medio
mecánico, electrónico, digital o
virtual sin el permiso escrito del
autor. Todas las fotografías
contenidas en este libro son de
carácter meramente ilustrativo
y pertenecen a sus correspondientes autores y/o propietarios.
No hay intensión de infringir ley
alguna de copyright.
Fuentes:
Pink Floyd Discographies Page
(http://pinkfloydarchives.com/disc
TOC.htm); Pink Floyd En Norsk
Side (http://www.multinet.no/~jo
narne/Hjemmesia/Favorittartister/
pinkfloyd/pink_floyd.htm);
Wikipedia en Español (http://es.
wikipedia.org/wiki/Pink_Floyd);
Wikipedia en Inglés (http://en.
wikipedia.org/wiki/Pink_Floyd);
Pink Floyd (www.pinkfloyd.com);
Neptune Pink Floyd (www.neptunepinkfloyd.co.uk); Brain Damage
(www.brain-damage.co.uk); The
Holy Church of Iggy, The Inuit
(http://iggy.atagong.com/); Rare
Pink Floyd (rarepinkfloyd.pbworks.
com); Solo en las Nubes: Syd Barrett
en Español (www.sydbarrett.es).
© Ricardo Zotelo
© Pink Floyd Ecos del Viaje, 1ra ed., Los Polvorines :
el autor, 2015.
297 p. : il. ; 24x17cm
ISBN 978-987-33-7234-6
1. Pink Floyd. Biografía. I. Título
CDD 927
Fecha de catalogación: 07/04/2015
ncontrar los origenes de una
banda como Pink Floyd obligan a ir hasta mediados
de la década del ’60 cuando surgen
como una sencilla banda de Rhythm
& Blues evolucionando de otras dos
bandas: Those Without en Cambridge y The Abdabs en Londres.
A mediados del ’63, Syd
Barrett, alma mater de los primeros
Pink Floyd, tocaba con Those Without
en Cambridge pero para principios
del ’64 decide hacer escala en Londres para estudiar arte. Allí se reencontró con un viejo amigo de la infancia, Roger Waters, que tocaba en
The Abdabs y estudiaba arquitectura
en Regent Street Polytechnic. Ambos
habían estado previamente (1962) en
una efímera banda llamada Geoff
Mott & The Mottoes y, como todos
los jóvenes británicos que vivían en
las afueras y huían a Londres a forjarse un futuro con una carrera universitaria, quedaron de acuerdo en
buscarse ni bien pudieran. Hacia abril
del ‘64, The Abdabs pasaron a ser
historia cuando la mitad de sus integrantes (Keith Noble, voz; Clive
Metcalf, bajo; Vernon Thompson,
guitarra) abandonan la banda para
dedicarse a otra cosa. Entonces quedaron solo Roger Waters (guitarra),
Rick Wright (saxo y trombón) y Nick
Mason (batería). Al poco andar, Syd
Barrett se une como guitarrista princi-
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-pal y otro amigo de Cambridge, Bob Klose, como segundo guitarrista, haciendo que
Roger se ocupe del bajo y Rick de los teclados y los coros, dejando su preferencia por
el saxo/trombón para futuras ocasiones en concierto muy puntuales.
Haciéndose llamar por breves temporadas The Spectrum Five, Leonards
Lodgers y The TSet, hacia fines del ’64, Barrett propuso el singular nombre de The
Pink Floyd Sound, inspirado por dos viejos bluesmen americanos que nadie conocia
entonces ni conoció durante décadas, Pinkney “Pink” Anderson (1900/1974, izquierda)
y Floyd Council (1911/1976, derecha), que tuvieron carreras efímeras, poco llamativasy murieron en la pobreza sin saber que le habían dado nombre a una de las
bandas más importantes del siglo XX.
Para fines del ’65, reducidos a cuarteto con Barrett bien al frente como único
guitarrista, principal compositor y vocalista, ya son medianamente conocidos en
Londres como The Pink Floyd y su R&B inicial ha dado paso a un estilo mucho más
amplio y visceral, ideal para la psicodelia británica que estaba al caer. En una fiesta de
cumpleaños organizada por el futuro diseñador de tapas de discos, Storm Thorgerson para su novia, coinciden con Jokers Wild, banda en la cual tocaba un amigo
de Barrett: David Gilmour. En Cambridge, Jokers Wild había logrado hacerse de un
gran nombre y convocar a un público númeroso cada vez que tocaban. Sus notables
versiones de hits recientes y sus cuidadas armonias vocales inspiradas en los Four
Seasons los volvieron populares rápidamente y estuvieron a punto de dar el gran
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paso al firmar con Decca Records. Lo que no esperaban era que la musica pop
cambiara tan de golpe como lo hizo, cortándoles toda chance de éxito.
A comienzos del ’66 la historia cambió cuando el viejo R&B quedó de lado a favor del
llamado poppsicodélico que proponia letras oníricas y de ficción, —con duendes,
hadas y brujas entre otras cosas, todo parte del folklore celtabritanico—, como
alternativa a las sencillas canciones de amor. La psicodelia estaba directamente
relacionada con el uso de drogas alucinógenas como el LSD (acido lisérgico) y pronto
el ambiente musical británico se enrareció y se llenó de hippies multicolores, light
shows y divagaciones sonoras de toda clase.
Musicalmente, la psicodelia británica tomaba mucho de la improvisación del jazz pero
se inspiraba también en la música europea ampliamente llamada clásica. Bandas
como The Beatles y The Rolling Stones, que ya habían sido pioneras en muchas
cosas, como llevar al rock a terrenos inexplorados utilizando instrumentos poco convencionales, empezaron a experimentar con efectos de sonidos, orquestaciones y el
uso de cintas en loop pasando al revés, un hallazgo alucinógeno y casual de Lennon
cuando manipulaba una cinta y la reprodujo al revés. Pero bandas relativamente nuevas como los propios Floyd llevarían esos conceptos hasta límites insospechados.
uego de un año entero de tocar en Londres constantemente, The Pink
Floyd se había convertido en “la banda que había que ver” gracias al fenómeno del boca en boca. Innovadoramente, Floyd había incorporado a sus
conciertos un juego de luces (apenas unas cuantas bombillas incandescentes envueltas en papel celofán de color, algo rudimentario, si, pero totalmente innovador y
llamativo en esos días) y proyecciones de diapositivas, algo que surgió por pura
casualidad cuando alguien del público llevó un proyector y proyectó imágenes detrás
y encima de la banda mientras tocaba. El efecto, claro,
dejó con la boca abierta a más de uno y a los Floyd encantados. Sin saberlo estaban siendo pioneros en el concepto de lo que ahora llamamos un show multimedia.
En 1966, The Pink Floyd ya tenía managers (Peter Jenner y Andrew King), el apoyo incondicional de un
sujeto altamente innovador y creativo (John Hopkins),
un productor norteamericano que había llegado a Inglaterra para quedarse (Joe Boyd) y hasta habían captado la atención de un tiburón de los
negocios musicales (Bryan Morrison) que terminó facilitándoles el ingreso a EMI. La
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gente de EMI, por su parte, los fichó en el show inaugural del UFO Club el 23 de diciembre de 1966 y antes del siguiente show en ese club (27 de diciembre) les extendió
un precontrato para grabar y se parte de la todopoderosa empresa discográfica.
En 1967, con dos singles publicados (“Arnold Layne” que llegó al número 20 de las
listas y “See Emily Play”, que alcanzó el número 5 y fue el único hit real de esta época), publican su enorme debut The Piper At The Gates Of Dawn. Ese año, con apariciones en programas de radio y TV, como el mundialmente famoso y eterno Top Of
The Pops, ofrecieron más de 200 conciertos en todo el Reino Unido con alguna que
otra escapada a Suecia, Dinamarca e Irlanda, aparte de una primera gira por Estados
Unidos que resultaría parcialmente desastrosa y frustrante a causa de la salud mental
de Barrett.
Syd llevaba un buen tiempo experimentando con drogas, en particular LSD,
cuyos efectos sobre la psiquis todavía eran desconocidos. Pero el problema no fue él
mismo, sino más bien la gente que tenía alrededor en los lugares de mala muerte
donde vivía y que solían agregar gotas de LSD sin previo aviso en cualquier bebida
que él tomara. Fue entonces cuando perdió el control y pasó a estar drogado durante
días enteros. Eso, más una vida estresante llena de groupies y shows constantes, —
en esa época, Pink Floyd tocaba un promedio de cinco veces por semana y los días
que no lo hacia los pasaba en el estudio grabando, haciendo sesiones de fotos o ensayando—, provocaron un rápido deterioro mental y trajeron a la luz una esquizofrenia
latente. Barrett tenía apenas 21 años.
Pink Floyd en directo, 1967
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En la gira norteamericana (noviembre de 1967) quedó totalmente demostrado que Syd ya no podía con su alma y
pasó a ser una pesada carga para los demás. Su conducta
siempre era irregular. Nunca se sabía que haría o que diría.
En los conciertos, su forma de tocar reflejaba su pobre estado mental. En cierta ocasión tocando en un club en New
York, aflojó las cuerdas de su guitarra hasta que estas se
cayeron y quedaron colgando. Roger tuvo tal ataque de ira
esa noche que tiró el bajo al suelo con furia y el instrumento
se partió. El público enloqueció y pocos notaron lo que realmente ocurría, en parte porque era el último tema de la
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noche, y en parte porque la mayoría de los presentes estaban químicamente estimulados con alguna sustancia. Para colmo de males, al regresar al Inglaterra ya tenían
pautada (no por decisión de ellos justamente) una gira con The Jimi Hendrix Experience, una oportunidad demasiado buena como para dejarla pasar, a pesar de las
circunstancias.
La gira con Hendrix fue difícil en el sentido más amplio de la palabra. Roger y Rick
sacaban adelante el show que, por suerte era breve al ser ellos una banda telonera.
Syd quizá estuviera ahí sobre el escenario, pero realmente era como si no estuviera.
Varias veces ni apareció y tampoco lo pudieron ubicar y en esos casos, David O’List,
guitarrista de The Nice, otra de las bandas teloneras, lo reemplazaba. Ubicado al fondo, entre luces tenues de color, la mayoría del público creía que se trataba de Barrett,
aunque Syd probablemente estuviera en el estacionamiento rasgueando su guitarra
cual músico callejero o intentando volver a Londres en tren, dos situaciones que llegaron a ocurrir durante esa gira.
ara fines del ’67, luego de largas conversaciones, Mason, Waters y Wright
pensaron en mantener a Barrett exclusivamente como compositor y contar
con otro guitarrista para los conciertos, lo cual era una buena salida para el
conflicto en el que estaban. En un primer momento Barrett pareció comprenderlo pero
luego no y todos los intentos por ayudarlo empezaron a resultar inútiles. No hizo falta
mucho más para que quedara claro que continuar con él en la banda no tenia sentido.
Sin embargo, Peter Jenner y Andrew King, los managers, no lograban ver a la banda
funcionando sin Barrett, quien, después de todo era la cara visible, el cantante y el
principal guitarrista y compositor. Fue entonces que ese desacuerdo llevó a deshacer
la sociedad que unia a los seis, proceso que se extenderia hasta mediados de 1968.
Pero en el medio, los Floyd encontraron nuevo manager, Steve O’Rourke,
que trabajaba para Bryan Morrison y siempre había sido el nexo entre la banda y la
agencia artistica del promotor. O’Rourke era un tipo de carácter firme, gran perfil comercial y altamente responsable. También tu-vieron chance de charlar con David Gilmour y proponerle unirse a la banda. Gilmour estaba entre el público por pura casualidad en el concierto en el Royal College Of Art de Londres la tarde del 8 de diciembre
de 1967. Allí supo, a través de Nick, la situación irreversible que vivía la banda y aceptó sin dudar la oportunidad que se le presentó.
David había estado tocando en Francia por más de un año con una banda
llamada Bullit que luego evolucionó a un rock a lo Hendrix con el nombre de Flowers,
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