¿Cómo carajo se aprende a apreciar la poesía?

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¿Cómo carajo se aprende a apreciar la poesía?
¡Ahh! ¡Si tan solo lo supiera!
Yo creo que sí que es dedicación. Justo como novelas hay de tipos, y cuentos también, con la
poesía me parece que pasa lo mismo. Hace poco leí un texto que se llama “Para (no) leer poesía”
que trata sobre, precisamente, la dificultad que un común mortal enfrenta a la hora de leer poesía.
La paradoja o chiste o cuestión central queda expresada en su párrafo I:
Para calificar como un (no) lector de poesía es necesario reunir las siguientes dos características: amor
incondicional al género e inexplicable poca dedicación a su lectura. El (no) lector de poesía es un
lector de clóset, o un lector ocasional, o un lector polígamo que traicionará el verso en el momento en
que se cruce una novela en su camino. Cuando abre un libro de poemas, el (no) lector de poesía
redescubre un gozo olvidado que atesorará siempre pero que no buscará repetir hasta mucho después
de un incierto margen de tiempo; en las librerías contempla con nostalgia la sección de versos mientras
camina hacia la caja con la última novela de Houellebecq bajo el brazo; tiene uno o dos poetas
favoritos que relee sin insistencia y algunas noches se imagina lo feliz que podría ser leyendo
únicamente poesía. ¿Por qué es así? Nadie lo sabe.
Sí es dedicación. Como un (no) lector de poesía, me cruzo (o se me cruzan en el camino) ciertos
poemas que me agradan… ¿por qué? No lo sé. Tal vez (pausa aquí. Voy a releer esto a ver si sí
viene donde digo que viene) sea como dice Unamuno (no encontré la cita textual. Yo juraba que
estaba en el prólogo a “Niebla”, pero quizá está en la novela misma, o en “Cómo se hace una
novela”. En cualquier caso, la buscaré después. Pretendamos que sí lo dijo él.) “a uno no le agrada
nunca una novela de la que no puede decir „Ah! ¡Eso es lo mismo que había yo pensado!‟, y de la
cual se piensa que uno bien pudo haberla escrito”. Pues bien, pienso que la cita no está restringida a
la novela. También aplica con la poesía. Cada uno tiene formas muy particulares de pensar y de
expresarse, y hay ciertos poetas (y poemas) que serán más agradables a los oídos y exigencias
(pseudo) intelectuales de cada quien. Pero de todas formas
¿Cómo carajo se aprende a apreciar la poesía?
Lo de arriba no me dice mucho. En todo caso me da una dirección: busque usted en antologías
poéticas hasta que encuentre algo de su agrado. Luego, lea toda la obra del autor que le ha
agradado, y busque más poemas que traten la misma temática, quizás los inscritos también en la
misma tradición poética. Esté atento a las citas y referencias intertextuales que va soltando su hasta
ahora autor favorito; ahí puede haber más material poético que sea de su agrado. Y esto es más bien
aprender a gustar de la poesía.
Y entonces tal vez puedas decir que te agrada cierta poesía. Puedas nombrar poetas aquí y allá.
Impresionar a las damas con tu sapiencia poética. Pero a mí me genera una duda más. Suponiendo
que leyendo mucho he aprendido, finalmente
¿Cómo carajo sé si sé apreciar la poesía?
That is the question.
Una prueba de fuego que se me ocurre es tratar de leer y ver qué respuesta obtengo de leer los
poemas que se juzgan por la crítica como pilares de la poesía, obras de auténticos genios. Tarde o
temprano, a uno le dan ganas de probar esto, y si además está en una actitud de “yo-ya-dominootras-lenguas”, no pasa mucho tiempo antes de llegar a “The Wasteland” de T. S. Elliot. Y se lleva
uno la decepción de la vida. No se entiende nada.
Si tienes amigos que hayan estudiado Literatura, es un consuelo saber que (algunos de) ellos
también encuentran difícil la poesía. (En mi caso, Leo me dijo una vez que prefería mil veces que le
dejaran leer libros del grueso de Moby Dick de un día para el otro, a analizar un poema de 20 líneas
en el mismo tiempo)
De repente, en mi caso (de (no) lector de poesía) agradezco las ediciones críticas, que traen un
prólogo describiendo el conjunto de la obra del autor, alguna nota biográfica, y las notas del
traductor o editor sobre los poemas.
Por cierto, escogiste un poema largo. Aunque hay algunos que se extienden por páginas y
páginas. A lo mejor también te funcionaría el acortar longitudes. (Y sólo en esto puede funcionar
más corto). Yo estoy enganchado del haiku. Que de todas formas tiene su dificultad. Pero por
ejemplo, estos tres haikus:
Hana yori no
Dango ya arite
Kaeru kari
Matsunaga Teitoku
¿Prefieres el dulce
a la flor,
ganso emigrante?
Kusamochi no
Yawarakashi tote
Namidagumi
Kawabata Bôsha
La torta de arroz
está blanda.
Lágrimas de emoción.
Kono michi
Yuku hito nashi ni
Aki no kure
Matsuo Bashô
(v1.)Por este camino
nadie va
Atardecer de otoño.
(v2.)Este camino
Ya nadie lo recorre
Salvo el crepúsculo.
Aunque a mis oídos tienen cierto tono, cierto color y una fuerza de evocación pictórica que me
agrada bastante (tanto en original como en traducciones), el sentido del haiku se hace más claro si te
explican el contexto en el que fueron escritos. Y se enriquece por supuesto la lectura del poema.
Agrego las notas del traductor (“Haijin, Antología del haiku”. En editorial Hiperión) en orden:
Hana yori dango es un refrán que quiere decir “más vale el dulce que la flor”, literalmente, y se utiliza
para aquél que está dominado por un espíritu pragmático y que no tiene sensibilidad para la belleza.
Teitoku aquí lo aplica al ganso que, cuando llega la primavera, la bella estación de las flores, emigra al
Norte, abandonando el Japón, donde pasó el invierno.
Desconocido el contexto en que surge el poema, el sentido del mismo puede parecer absurdo e
inexplicable. Se trata de un enfermo que recibe la visita de un amigo que le trae unas tortas de arroz.
Las tortas están tan blandas que el enfermo puede comer con toda facilidad, emocionándose ante el
detalle de su amigo.
Bashô va caminando solo mientras cae la tarde de otoño. Aquí el sentido de “camino” es figurado,
porque quiere decir el haiku mismo. El autor nos habla de su soledad espiritual.
Y he divagado ya por un buen rato, para venir arribando a una respuesta patética, que es del tipo
“si te agrada, te agrada. Si no, no”. Sobre el punto de si sé apreciarla… Me recuerda a una reflexión
interna que tuve una vez que fui a ver Carmina Burana, con coro en vivo. Quedé yo todo extasiado.
Simplemente fabuloso escuchar esa obra con coro en vivo…
Días después, fuíme a pistear con mis amigos, y les comenté de eso. Me dijeron que (sic) “esas
mamadas no les latían; que preferían ir a un concierto de Tiesto: ese si es cabrón”. ¿Cómo va a ser
más cabrón un wey que nomás maneja su pinche teclado y una docena de samples? ¿Qué no es más
cabrón el que compone para orquesta sinfónica? ¿Y que además maneja un coro y solistas?
Esto viene a cuento porque aquello me orilló a aceptar que también para estas cosas del arte se
nace (ya no digas para hacerlas, sino para apreciarlas), puesto que no hay diferencia significativa
en la educación que hemos llevado (mis amigos y yo, quiero decir)…
Pero llegamos de vuelta.
Total.
Sigue leyendo poesía. Si te gusta, ¡pues es genial! Si no, nada ha pasado.
Como ya te darás cuenta, soy fanático de Oriente. Y en especial de Japón. Sírvame de remate
una más, de Shuntaro Tanikawa. (Poeta que por cierto, me siento muy vanidoso de conocer, puesto
que sólo hay una traducción al español de su obra, vía Conaculta, colección La Mosca Muerta, y se
tiraron apenas 1000 ejemplares… aunque este libro suyo “Sekenshirazu” está en la biblioteca
central.)
Explicación rudimentaria de un poema ideal
Aunque el mundo me llame poeta
Estoy muy lejos de lo que es un poema
No me refiero sólo al tiempo que dedico a comidas, periódicos
[y pláticas tontas,
Sino al tiempo en que pienso en la poesía
¿cómo explicar un poema?
Como un destello de luz en el cielo de la noche y
[no solamente eso
En ese mero instante veo, escucho, huelo
El ancho mundo tras cruzar las ranuras de la conciencia
Al contrario de la inconsciencia, brilla con claridad
Y también, al contrario de los sueños, niega cualquier
[interpretación
Sólo se escribe con palabras y sin embargo un poema no
[son las palabras
He llegado a pensar: qué vil intentar convertirlo en palabra
Y entonces silencio y dejo que el poema se vaya…
Enseguida me invade un sentimiento de pérdida
En el mundo de lo iluminado por ese destello de luz de poesía,
Todo está en orden,
Me relajo completamente (quizá una milésima de segundo)
Acaso me convierto en flor silvestre sin decir nada…
Así he escrito este poema
Por supuesto, me encuentro en un lugar muy alejado de la poesía
Aunque me llamen poeta
Dice en algún otro poema, otra vez preguntándose sobre su condición de poeta:
Yo sólo soy un niño ingenuo
Que persigue mariposas de palabras bellas
Y en el mismo prólogo se cita a Octavio Paz: “El poema no significa pero engendra las
significaciones: es el lenguaje en su forma más pura”.
Podría finalizar mis divagaciones sobre el tema diciendo que hubiera podido titular el correo
parafraseando precisamente el título de una de las conferencias que dio Marquina en un coloquio
sobre La Modernidad: “De cómo aprendí a disfrutar de la poesía, sin preocuparme por si la
entendía”.
La segunda oración tuya es:
O lo que sea que esto es...
Mariconadas aparte, terminaré citando la que sea quizá la rima más conocida de Gustavo
Adolfo Bécquer (y que me sirve de paso para recomendarte el uso de la poesía, que ya había puesto
más arriba):
¿Qué es poesía?
¿Qué es poesía? --dices mientras clavas
en mi pupila tu pupila azul.
¿Qué es poesía? ¿Y tú me lo preguntas?
Poesía... eres tú.
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