Procesos atencionales y trastornos por déficit de atención en el

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SIMPOSIO DE TRASTORNOS DEL DESARROLLO
Procesos atencionales y trastornos
por déficit de atención en el autismo
V.L. Ruggieri
ATTENTIONAL PROCESSES AND ATTENTION DEFICIT DISORDERS IN AUTISM
Summary. Introduction. Autism is recognised as being a behavioural syndrome characterised by impaired language development,
restricted interests and compromised socialisation. It is accepted that persons with autism react in an inappropriate way to
socially relevant information and that they are unable to benefit from important stimuli from their surroundings. A number of
disorders affecting different attention processes (with the ensuing difficulty involved in selecting and hierarchising stimuli) have
been put forward as probable hypotheses to account for the genesis of these problems. Development. In this work we analyse
some of the attentional processes reported as being due to deficits in autism (disorders affecting alertness, orientation, gaze,
sustained attention and changes in focus of attention). We also examine the high rate of comorbidity of attention deficit disorders
with or without hyperactivity (ADHD) with pervasive developmental disorders (PDD) and the importance of identifying them.
Conclusions. Although many disorders affecting the components of attention have been reported, the findings and their
importance are controversial and it is likely that their association to other cognitive disorders plays an important role in the
development of autism. With regard to the association between ADHD and PDD, it is an acknowledged fact that up to 70% of the
persons with PDD meet ADHD criteria; whether we are before a situation of comorbidity, it is part of the spectrum or forms a
specific subtype is an interesting issue for debate. Nevertheless, what is essential is for this association to be acknowledged to
allow therapy to be undertaken using the correct approach. [REV NEUROL 2006; 42 (Supl 3): S51-6]
Key words. ADHD. Attention. Attention disorders. Autism. DAMP.
INTRODUCCIÓN
Descrito por Kanner en 1994 [1] y por Asperger en 1945 [2], el
autismo puede definirse como un síndrome conductual de base
biológica asociado a diversas entidades.
Desde el punto de vista clínico, la tríada característica se
podría resumir en una afectación en el desarrollo del lenguaje,
conductas estereotipadas asociadas a intereses restringidos y
trastorno en la integración social.
Las bases neuropsicológicas vinculadas a la génesis del espectro autista están relacionadas con afectación en las funciones
ejecutivas, débil coherencia central y trastornos en la cognición
social.
Muchas de las características de los niños con trastornos generalizados del desarrollo (TGD) y autismo podrían explicarse
por defectos en sus procesos atencionales.
Los autistas actúan de forma inapropiada con los estímulos
que ven y son incapaces de beneficiarse de aquellas cosas del
entorno de la misma manera que las otras personas [3].
Las personas con autismo parecen ser particularmente deficientes en atender la información socialmente relevante, lo cual
es fundamental para el comportamiento adaptativo [4].
El propósito de este trabajo es analizar procesos atencionales normales, compararlos con los trastornos descritos en el autismo y finalmente revisar la presencia de trastornos por déficit
de atención asociados al autismo jerarquizando la importancia
de su reconocimiento y su abordaje terapéutico.
Aceptado: 13.03.06.
Servicio de Neurología. Hospital Nacional de Pediatría Dr. J.P. Garrahan.
Buenos Aires, Argentina.
Correspondencia: Dr. Víctor L. Ruggieri. Servicio de Neurología. Hospital
Nacional de Pediatría Dr. J.P. Garrahan. Combate de los Pozos, 1881. 1245
Buenos Aires, Argentina. E-mail: [email protected]
© 2006, REVISTA DE NEUROLOGÍA
REV NEUROL 2006; 42 (Supl 3): S51-S56
ATENCIÓN
La atención está integralmente relacionada con los procesos de
selección. El concepto de ‘selectividad’ se refiere a los procesos
que modulan la respuesta a una constelación de estímulos específicos y dan prioridad a uno en especial. Esto permitirá identificar y separar la información relevante de la inútil de un estímulo del entorno [5].
Según lo descrito por Plude et al en 1994 [6], podemos dividir los procesos de selección en diversas dimensiones de la selectividad donde encontramos una fuente (visual, auditiva, táctil, memoria) que, a través de conductas o funciones (orientación, mirada, filtrado y búsqueda), permitirá distribuir la selección de estímulos en focalizado y dividido.
A continuación analizaremos los diversos componentes atencionales (alerta, orientación, mirada, filtrado, atención sostenida y cambios de atención) para, posteriormente, relacionar éstos
con los trastornos observados en las personas con autismo.
Alerta-vigilia
Es la línea de base que determina los niveles necesarios de intensidad para generar procesos atencionales. A mayor nivel de alerta,
menor intensidad del estímulo necesario para generar atención.
Trastorno del estado de alerta en el autismo
Respecto al estado de alerta, se han propuesto situaciones de hiperalerta, hipoalerta o incluso trastornos en la modulación de éste
como causas posibles en la génesis de las conductas autistas.
Un estado de hiperalerta podría generar una situación en la
cual el niño recibe una altísima información sensorial que no es
capaz de filtrar adecuadamente [3,7]. Otros autores han considerado la posibilidad de que se trate de estados de hipoalerta [8]
la tendencia a fijar la atención sólo en una cosa.
Trastornos en la modulación de la alerta podrían generar
una tendencia a conductas repetitivas, movimientos estereotipados y escasa socialización [9].
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V.L. RUGGIERI
Las hipótesis de la afectación del estado de alerta en la génesis de conductas autistas no han demostrado consistencia y
han perdido valor en los últimos años.
Orientación
Se trata de focalizar el estímulo a través del alineamiento de los
receptores sensoriales (visuales y auditivos). Esta función permite adaptarse a los campos visuales particulares y socializarlos.
Frente a estímulos exógenos se generará, de forma involuntaria, orientación visual ante estímulos visuales o auditivos; por
ejemplo, la dirección de la mirada de un niño ante un estímulo
sonoro o lumínico a la fuente, al ser ésta una respuesta de selección primitiva.
Otra forma de orientación es la que responde a estímulos
endógenos; esta conducta, denominada ‘orientadora abierta’, es
voluntaria y permite el seguimiento de la mirada, el seguimiento de la dirección de los ojos, y no es sólo por el hecho de seguir
la mirada sino por darle valor simbólico a ésta, leyendo el estímulo e interpretándolo.
Podemos encontrar dos tipos de orientación abierta:
– Voluntaria descubierta: cuando se selecciona el estímulo y
se dirige la mirada a éste.
– Voluntaria encubierta: cuando el alineamiento es mental sin
dirigir los ojos al estímulo; consiste en la capacidad de disociar la mirada de la atención.
Propuestas de trastornos de la orientación en el autismo
La tendencia a perseverar ante un estímulo, por ejemplo la mirada de un objeto y la imposibilidad de cambiar de foco de atención frente a otros estímulos, ha inducido a la hipótesis de que
esto sea consecuencia de un trastorno en los cambios voluntarios de la atención, secundario a una afectación en la orientación visual reflexiva abierta e incluso mental encubierta.
Si bien esta teoría resulta muy atractiva, los resultados de
diversos autores han sido contradictorios; así, Casey et al [10]
compararon a un grupo de pacientes autistas de alto rendimiento y personas normales, no discriminados a nivel cognitivo, y encontraron déficit en la atención reflexiva, en su desconexión y
en los cambios de foco atencional, mientras que Burak et al [11]
no encontraron estas alteraciones en 12 niños autistas de bajo
rendimiento en relación a otros con alteraciones cognitivas sin
autismo.
Minshew et al [12] compararon aspectos voluntarios y reflexivos de la atención y no encontraron afectación en la orientación reflexiva, aunque sí documentaron déficit en las pruebas
voluntarias de los lóbulos frontales.
Finalmente, en 1996, Wainwrigth y Bryson compararon en
un trabajo [13] a un grupo de adolescentes y adultos de alto rendimiento con controles normales y encontraron deficiencias en
los cambios de atención y desconexión en los autistas, aunque
se trataba de un grupo pequeño.
Mirada
La mirada nos permite percibir el primer contacto social. A través de la mirada percibimos las emociones, el afecto, las situaciones de peligro, el rechazo, el temor, la alegría, es decir, las
emociones, lo cual nos permite un adecuado ajuste social.
La capacidad de mirar a las otras personas, en especial a los
ojos, seguir su mirada, etc., se desarrolla tempranamente durante los primeros años de vida y es lo que permitirá una adecuada
apreciación social del mundo que nos rodea [14].
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Podemos dividir dos componentes de la mirada: la egocéntrica y la halocéntrica [15]. La mirada egocéntrica, presente desde el nacimiento [16], tiene gran importancia, permite percibir
la primera mirada de la madre y va ganando precisión con el
tiempo, permite percibir la mirada de los otros y saber cuándo
se es mirado [17]; incluso su aumento en complejidad permite
el reconocimiento de sonrisas y la posibilidad de conectarse con
los actos faciales permitiéndole la interacción [18].
La mirada halocéntrica se va desarrollando a lo largo de los
primeros años de vida, se enriquece con la experiencia [19], nos
permite reconocer el entorno, ubicarnos socialmente, comprender la mirada intencional del otro y el desarrollo de la atención
conjunta [20].
Como vemos, una afectación de la mirada podrá generar un
inadecuado ajuste social.
Afectación de la mirada en el autismo: teoría del
déficit de reconocimiento facial-teoría de la amígdala
Las expresiones faciales nos permiten dar a conocer nuestras
emociones; una afectación del reconocimiento de caras (parte
importante en la expresión de las emociones) generará una percepción defectuosa de las expresiones faciales y, por ende, de la
percepción de las emociones.
Esto, por otra parte, generará la imposibilidad de inferir segundas intenciones, comprender las miradas, los deseos de los
otros, afectando el desarrollo de la teoría de la mente.
Los circuitos neurales que envuelven la amígdala, la corteza
orbitofrontal y el surco temporal superior constituyen la base
probable para el desarrollo del control de la mirada y facilitan el
procesamiento perceptual de las conductas sociales [21]. Estas
redes están preferentemente activadas ante la observación de
caras y, en especial, en la región de los ojos [22].
Fenómenos destructivos bilaterales de las amígdalas afectan
al control de la mirada [23]; este fallo en la mirada compartida
afecta la comunicación diádica y altera la interpretación de actitudes sociales.
Diversos trabajos han puesto en evidencia la afectación del
reconocimiento facial en individuos autistas. Dawson et al, en
2002 [24], analizaron a niños entre 3 y 5 años de edad con trastorno del espectro autista y observaron que éstos no tenían diferencias en la actividad eléctrica en los potenciales evocados
relacionados con eventos cuando miraban la cara de su madre y
una cara no familiar, lo que permitiría inferir que presentan
déficit en la memoria de reconocimiento facial.
Si bien desde hace años se propone que los autistas sufren
afectación en el reconocimiento de emociones [25], se discute
si esto es el producto de una falta de reconocimiento o un déficit en nombrar las emociones faciales. Lo que parece claro es
que los individuos autistas tienen una percepción reducida del
reconocimiento de las expresiones faciales de temor [26].
Algunos de los déficit que se han relacionado con la afectación de la amígdala son: déficit en el reconocimiento facial
[24], déficit en la detección de la emoción –en especial, el miedo [27]–, afectación en la mirada egocéntrica y lectura expresiva de los ojos [22].
Morris et al [28], en 1996, por medio de tomografía por
emisión de positrones (PET) en personas normales, demostraron, ante la observación de un estímulo facial de temor, una
gran activación de la amígdala izquierda; a mayor expresión,
mayor activación; y ante expresión de alegría, menor activación
de ésta.
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SIMPOSIO DE TRASTORNOS DEL DESARROLLO
En 1998, Morris et al [29], también a través de PET, estudiaron a adultos normales y defendieron el papel neuromodulador de la amígdala, ya que ante la observación de caras con
expresión de temor, primero se activaba la amígdala izquierda,
y luego, la corteza extraestriada.
Kawashima et al, en 1999 [30], al analizar el control de la
mirada y su expresión en el cerebro a través de PET, observaron
que cuando los controles miraban una cara con ojos abiertos sin
dirigir la mirada hacia el observador, se activaba la amígdala
izquierda, pero cuando la mirada se dirigía al observador y establecía contacto visual con éste, se activaba también la derecha,
lo que permite inferir la importancia de la amígdala en la percepción de la mirada y la direccionalidad de ésta.
Baron-Cohen et al, en 1999 [31], en un estudio comparativo
entre autistas y personas normales con resonancia magnética
funcional, observaron falta de activación de la amígdala derecha, con relación a la percepción de la mirada de la cara, en especial de los ojos en los individuos autistas.
Pierce et al, en 2001 [32], detectaron falta de activación del
giro fusiforme, menor activación de la amígdala y del giro occipital, y procesamiento de la imagen en áreas diferentes, sumado
a un menor tamaño de la amígdala en sujetos autistas.
Como vemos, la afectación de la mirada y la denominada
‘teoría de la amígdala’ parecen constituir una hipótesis interesante en la génesis de algunas conductas autistas.
Filtrado
Es la capacidad de limpiar el campo de los estímulos no significativos, generando la elección de una cosa y desechando la otra
[11]. El filtrado es un complemento fundamental del estado de
alerta, la orientación y la mirada para la selección.
El mecanismo de filtrado se realiza seleccionando un atributo o estatus único de un objeto desechando otros (por ejemplo,
por color, tamaño, etc.) de localización en el campo visual.
Muchas de las conductas de los niños autistas, como las perseveraciones, podrían estar relacionadas con la imposibilidad de
desechar un estímulo irrelevante, lo que podría explicarse por
afectación del filtrado.
Los trabajos de Burack, en 1994 [33], consideraron que trastornos en el filtrado podrían estar presentes en autistas de bajo
nivel cognitivo, aunque dicho hallazgo no se confirmó en un estudio realizado en adolescentes con autismo de alto rendimiento por el mismo autor [34].
Atención sostenida
Se denomina ‘atención sostenida’ a la situación en la cual los recursos sensoriales y cognitivos se mantienen tan exclusivamente
como es posible en una situación o prueba en particular [11].
Las conductas perseverativas podrían generarse en una capacidad exagerada de atención sostenida, al menos en situaciones
autodeterminadas [11]. No obstante, estudios recientes de atención visual sostenida, realizados con el CPT II, no mostraron déficit consistentes en la atención sostenida en autistas [35].
La atención visual sostenida parece intacta en individuos
autistas de alto rendimiento y su afectación se relacionaría con
el nivel cognitivo, en especial en niños entre 3 y 10 años aproximadamente, mientras que la atención auditiva sostenida podría
ser deficiente [10].
De lo analizado podría especularse que la eficiencia de la
atención sostenida dependería de diversos factores como el nivel de desarrollo, la modalidad y la motivación.
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Cambios de atención
La imposibilidad de cambiar el foco de atención también ha
sido propuesta como causa del autismo: incapacidad para desconectar un foco de atención y pasar a otro, déficit en la habilidad de cambiar el propio foco personal a un espacio extrapersonal, ‘interés del otro’ [36]...
No obstante, trabajos posteriores demostraron que estos déficit en los cambios de atención no estaban relacionados con
trastornos en habilidades atencionales, sino con dificultades en
funciones ejecutivas, originadas en los lóbulos frontales [35].
Dichos hallazgos fueron confirmados por Minshew et al [12],
quienes detectaron debilidades sólo en los movimientos sacádicos voluntarios y no en las pruebas que analizaban las habilidades atencionales reflexivas.
Si bien pueden ser múltiples los trastornos de los componentes de la atención que pueden estar implicados en el autismo, Goldstein et al [37], en un interesante trabajo, concluyen
que los déficit cognitivos y las conductas anormales observadas
en el autismo no son el resultado de un fallo en incorporar la
información, en la atención sostenida o en la resistencia a la distracción.
Los individuos autistas parecen tener debilidades atencionales que podrían encontrarse a nivel conceptual en las funciones
ejecutivas y en el control de la información nueva [11,38] e incluso tener una afectación en organizar la información y en controlar los eventos que están sucediendo para poder realizar los
ajustes adecuados [11].
Las personas con autismo parecen ser particularmente deficientes en atender la información socialmente relevante, lo cual
es fundamental para el comportamiento adaptativo [4].
La atención en el autista debería estudiarse con la mirada de
la naturaleza social del estímulo; debe tenerse en cuenta que las
pruebas de atención habitualmente utilizadas en autistas no son
sociales, por lo cual será fundamental en el futuro desarrollar
técnicas de evaluación de la atención que tengan en cuenta la
naturaleza social del estímulo.
TRASTORNO POR DÉFICIT DE ATENCIÓN CON
O SIN HIPERACTIVIDAD (TDAH) Y AUTISMO (TGD)
Es común que niños con trastornos generalizados del desarrollo
no especificado (TGD/NOS) sean diagnosticados originalmente
como TDAH [39]. Jensen et al, en 1997 [40], describieron que
el 74% de niños con TGD/NOS fue originalmente catalogado
como TDAH. Esto puede generar varios interrogantes:
– ¿Fueron diagnósticos equivocadamente?
– ¿El TGD con hiperactividad, inatención e impulsividad debe considerarse como TDAH?
– En niños con TGD, ¿el TDAH debe considerarse una comorbilidad?
– ¿TGD y TDAH deben considerarse un subgrupo específico?
– ¿Debe excluirse el diagnóstico de TDAH en un niño con
TGD?
Diversos autores tuvieron en cuenta estos interrogantes [41,42]
y se propusieron investigar cuál era la incidencia de TDAH en
niños con TGD y qué tipos de TDAH presentan los niños con
TGD. Compararon cuál era la gravedad de los síntomas y la
afectación en la calidad de vida entre niños con TGD puro y
TGD + TDAH, así como la intensidad de los síntomas de TDAH
entre niños con TGD + TDAH y TDAH puro [41,42].
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V.L. RUGGIERI
Entre los hallazgos más significativos descritos por Frazier
et al en 2001 [41] y Goldstein et al en 2004 [42] encontramos:
– Entre el 60 y el 80% de los niños con TGD cumple con criterios de TDAH.
– Los síntomas de TDAH en pacientes con TGD son similares
en intensidad a aquellos que padecen TDAH puro.
– Los pacientes con TGD + TDAH tienen más dificultades en
las actividades de la vida diaria que los que padecen TGD
puro.
– Quienes padecen TGD + TDAH presentan más hospitalizaciones y tienen mayor necesidad de medicamentos.
Con relación al tipo de TDAH presente en los niños con TGD,
aproximadamente el 55% fue desatento, y el 45%, combinado.
Respecto al nivel de impedimento atencional exhibido en niños con TGD + TDAH, éste fue similar que en aquellos que padecían TDAH puro.
El hecho de que no todos los pacientes con TGD padezcan
TDAH hace pensar que éste no es parte del autismo [41,42],
aunque nos preguntamos si su alta incidencia no se debe a que
forma parte del espectro.
Si analizáramos los aspectos básicos disfuncionales en cada
una de estas entidades, podríamos simplificar el TDAH como la
consecuencia de un impedimento del autocontrol [43], mientras
que los TGD son la expresión de una discapacidad del aprendizaje social [42,44]; justamente un niño con TGD + TDAH asociará un trastorno de la socialización con dificultades en el aprendizaje, la atención y el autocontrol.
Un síndrome interesante a considerar es el DAMP (trastorno de atención, déficit del control motor y de la percepción, en
ausencia de retraso mental o parálisis cerebral), considerado
originalmente por Hagberg en 1975 [45]; éste debe ser evocado
frente a todo niño con TDAH y trastorno del desarrollo de la
coordinación. En sus formas graves pueden presentar trastornos
del lenguaje e incluso conductas autistas, lo cual probablemente sea el motivo por el cual muchos niños con TGD son originalmente diagnosticados como TDAH.
Este cuadro se caracteriza por presentar un espectro de disfunciones, las cuales, partiendo del TDAH y el trastorno en el
desarrollo de la coordinación motora gruesa y fina, pueden asociar dificultades en la percepción, el lenguaje y la fonoarticulación [46].
Justamente los casos más graves son aquellos que suman
todas estas dificultades, las cuales será importante reconocer y
no sólo limitarse el diagnóstico al TDAH, para de esa manera
realizar un correcto abordaje terapéutico [46].
La incidencia de esta entidad es del 1,5% entre los niños de
7 años [46-47] y llega al 6% si se incluyen todas las edades [48];
se considera que ésta ocupa el 50% de los casos de TDAH.
Es interesante tener en cuenta que los diagnósticos presuntivos en niños con este síndrome varían desde el TDAH y el trastorno de conducta hasta el trastorno del espectro autista.
Desde el punto de vista evolutivo, en el estudio epidemiológico de Gillberg et al en 1989 [49], por lo menos dos tercios de los
casos cumplieron con el diagnóstico de trastorno del espectro
autista, más específicamente síndrome de Asperger [49].
A diferencia de lo que sucede con el TDAH puro o trastorno
del desarrollo de la coordinación puro, el DAMP es fuertemente predictivo de padecer trastornos del espectro autista [50].
Gillberg, en 2003 [50], analiza la mayor incidencia de descripciones de trastorno del espectro autista en los años setenta
en Suecia en relación con EE. UU. y Gran Bretaña, y sugiere
que probablemente en estos países era menor porque no se tenía
en cuenta este síndrome conductual, y se incluirían probablemente en TDAH cuadros como el DAMP. Esto también podría
explicar que el hecho de incluir, en los últimos años, más frecuentemente el reconocimiento de conductas autistas genere un
falso concepto de una epidemia autista [50].
En resumen, podríamos definir el DAMP como la suma de
TDAH más trastornos en el desarrollo de la coordinación y trastornos preceptuales; probablemente, la mayor frecuencia de
conductas autistas en las formas más graves permita generar un
vínculo entre TDAH y autismo, el cual eventualmente podría
ser un eslabón dentro de un continuo entre ambos. Esto podría
explicar la alta incidencia de TDAH en personas con TGD.
Respecto a la importancia del reconocimiento de trastornos
por déficit de atención con o sin hiperactividad en niños con
TGD, como hemos observado, esta asociación parece tener mayor afectación social, cognitiva y conductual, por lo cual será
fundamental su identificación para que el abordaje terapéutico
sea el adecuado. Deben tratarse ambas condiciones teniendo en
cuenta lo social, el lenguaje, la atención, la conducta, el autocontrol, la planificación y los aspectos cognitivos. No tratar uno
de ellos impactará negativamente en la evolución del niño.
Dada la alta incidencia de TDAH en niños con TGD y el
alto número de pacientes con TGD inicialmente diagnosticados
como TDAH, será fundamental, ante todo niño desatento, inquieto e impulsivo, tener en cuenta otros aspectos cognitivos y
conductuales; se analizarán el lenguaje, la atención compartida,
la socialización, la comunicación, la presencia de intereses restringidos, las estereotipias, la coordinación motora, etc., ya que
la presencia de afectación en estas áreas será orientadora de un
TGD probablemente asociado a TDAH.
Podríamos preguntarnos si se trata de una comorbilidad asociada al TGD o simplemente un punto en el espectro de los trastornos del desarrollo. No obstante, independientemente de las
hipótesis, lo importante será el reconocimiento del cuadro cognitivo y conductual para su correcto abordaje.
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PROCESOS ATENCIONALES Y TRASTORNOS
POR DÉFICIT DE ATENCIÓN EN EL AUTISMO
Resumen. Introducción. El autismo se reconoce como un síndrome
conductual caracterizado por trastorno en el desarrollo del lenguaje, intereses restringidos y afectación en la socialización. Se
acepta que las personas con autismo reaccionan de forma inapropiada a información socialmente relevante y que son incapaces de
beneficiarse de los estímulos importantes del entorno. Se han propuesto trastornos en diversos procesos de atención, con la consecuente dificultad para jerarquizar los estímulos y seleccionarlos,
como hipótesis probables en la génesis de estas dificultades. Desarrollo. En este trabajo se analizan algunos de los procesos atencionales descritos como deficitarios en el autismo (trastornos en el
estado de alerta, en la orientación, en la mirada, en la atención
sostenida y en los cambios de foco de atención), y la alta comorbilidad de trastornos por déficit de atención con o sin hiperactividad
PROCESSOS ATENCIONAIS E PERTURBAÇÕES
POR DÉFICE DE ATENÇÃO NO AUTISMO
Resumo. Introdução. O autismo é reconhecido como uma síndroma
comportamental caracterizada pela perturbação no desenvolvimento da linguagem, interesses restringidos e compromisso na socialização. É aceite que as pessoas com autismo reagem de forma
inapropriada a informação socialmente relevante e que são incapazes de tirar partido dos estímulos importantes do meio envolvente.
Foram propostas perturbações em diversos processos de atenção,
com a consequente dificuldade para hierarquizar os estímulos e
seleccioná-los, como hipóteses prováveis na génese destas dificuldades. Desenvolvimento. Neste trabalho analisam-se alguns dos
processos atencionais descritos como deficitários no autismo (perturbações no estado de alerta, na orientação, no olhar, em manter a
atenção e nas mudanças de foco de atenção), e a alta comorbilidade das perturbações por défice de atenção com ou sem hiperactivi-
REV NEUROL 2006; 42 (Supl 3): S51-S56
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V.L. RUGGIERI
(TDAH) con los trastornos generalizados del desarrollo (TGD) y la
importancia de su identificación. Conclusiones. Si bien son muchos
los trastornos en los componentes de la atención descritos, los
hallazgos y su importancia son controvertidos y es probable que su
asociación a otros trastornos cognitivos desempeñe un papel importante en el desarrollo del autismo. En relación con la asociación entre TDAH y TGD, se ha reconocido que hasta el 70% de las
personas con TGD cumple con los criterios de TDAH; si se trata de
una situación comórbida, forma parte del espectro o configura un
subtipo específico, es un tema interesante de debate. No obstante, lo fundamental es el reconocimiento de esta asociación para el
correcto abordaje terapéutico. [REV NEUROL 2006; 42 (Supl 3):
S51-6]
Palabras clave. Atención. Autismo. DAMP. TDAH. Trastornos de
atención.
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dade (PDAH) com as perturbações generalizadas do desenvolvimento (PGD) e a importância da sua identificação. Conclusões. Se
bem que sejam muitas as perturbações nas componentes da atenção
descritas, as descobertas e a sua importância são controvertidas e é
provável que a sua associação a outras perturbações cognitivas
desempenhe um papel importante no desenvolvimento do autismo.
Em relação à associação entre PDAH e PGD, é reconhecido que até
70% das pessoas com PGD se enquadram nos critérios de PDAH;
se se trata de uma situação comórbida, é parte do espectro ou configura um subtipo específico, é um tema interessante de debate. Não
obstante, o que é fundamental é o reconhecimento desta associação
para a correcta abordagem terapêutica. [REV NEUROL 2006; 42
(Supl 3): S51-6]
Palavras chave. Atenção. Autismo. DAMP. PDAH. Perturbações da
atenção.
REV NEUROL 2006; 42 (Supl 3): S51-S56
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