VACACIONES: TIEMPO DE VALORES

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VACACIONES: TIEMPO DE VALORES
Artículo del Obispo de Asidonia - Jerez, D. Juan del Río Martín
El verano es la estación por excelencia para el descanso y el asueto, pero ello no
debería ser siempre un “dolce far niente”, donde se deja a un lado la cabeza, el
corazón, la conciencia, para vivir la aventura humana del capricho de moda. Sin
embargo, esos días o semanas pueden tener otra lectura mucho más enriquecedora
que serena el alma del stress, el agobio y el cansancio del trabajo. Jesucristo, buen
conocedor de las necesidades de la persona, invitó un día a sus discípulos “a un lugar
solitario para descansar un poco. Porque eran tantos los que iban y venían, que no
tenían ni tiempo para comer” (Mc 6, 31). La fuerza de estas palabras nos estimula a
convertirnos en dueños de nuestras vacaciones y descubrir los valores que encierra
ese tiempo:
1º La creación: en la época vacacional muchas personas tienen más oportunidad de
redescubrir y valorar el hermoso espectáculo que cada día nos ofrece gratuitamente la
madre naturaleza donde está tan palpable la huella del Creador.
2º El silencio: en él logramos percibir las voces más significativas para nuestra
realización personal. Quienes aprecian el silencio se convierten en “maestros” del
escuchar y comunicar.
3º La reflexión: cuando hay espacio para ella podemos vencer la superficialidad,
descender a nuestra interioridad y reencontrarnos con nosotros mismos.
4º La oración: tan escasa por las múltiples ocupaciones, es ahora un momento para
mayor comunicación con el Señor y recibir de Él la fuerza y el estímulo para nuestro
camino diario.
5º El descanso: la fatiga y en el afán por el trabajo y otras ocupaciones, ofusca el
criterio de lo verdadero y lo justo. Las vacaciones son un periodo útil para reponer
fuerzas físicas, psíquicas y espirituales que posibiliten un cambio en los aspectos de la
vida que lo requieran.
6º La alegre serenidad: no pensemos que el goce humano nace del antojo satisfecho
y de dejarse llevar por la ola más fuerte. Las diversiones distraen, los viajes alejan
momentáneamente los problemas. Pero la alegría permanente, que surge de la
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serenidad de espíritu, se consigue cuando la “casa interior” está en orden y las
vacaciones son un tiempo privilegiado para ello.
7º La estética: las vacaciones no se reduce a “campo, mar o montaña”. Hay que
saber descubrir la hermosura de las obras humanas que nos legaron nuestros
mayores. Este tiempo de asueto se puede gastar en cultivar la sensibilidad hacia
nuestro patrimonio histórico, artístico, cultural y religioso que son expresiones de la
vida de nuestros antepasados.
8º La familia: en una sociedad donde trabaja el padre y la madre fuera del hogar, los
hijos gozan poco de sus progenitores. El periodo vacacional puede estrechar mucho
más los lazos familiares, crecer en comunicación entre sus miembros y ayudar a aquel
que más lo necesite.
9º La amistad: las relaciones entre los amigos necesitan tiempo y espacio. Las
vacaciones son un momento propicio para acercar amistades, reparar olvidos,
subsanar malos entendidos, visitar al amigo enfermo y dedicar horas a disfrutar de las
buenas compañías.
10º La solidaridad: hay una forma sublime de vacaciones y es ofreciendo esos días a
los más pobres. Estos comienzan por la propia casa: cuidando o dando compañía a
los abuelos u otros miembros de la familia. También dedicándose a apoyar algún
interesante programa de desarrollo social en barrios o zonas rurales. Y por qué no,
realizar un tiempo misionero ayudando a la evangelización en los países del Tercer
Mundo.
+Juan del Río Martín
Obispo de Asidonia-Jerez
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