Algunas reflexiones sobre el concepto de ambivalencia

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Algunas reflexiones
sobre el concepto de ambivalencia
**
"Jaime Haissiner,
Martha Vega de Pulpeiro
Es nuestro proposuo, al presentar estas notas, compartir algunas
reflexiones que nos surgieron al explorar el concepto de ambivalencia a la luz de su componente derivado de la agresión: el odio
u hostilidad. En esta perspectiva revisaremos la línea Ircudiana retomada por Abraham " quien sitúa la ambivalencia en la etapa oral
canibalista, y a la oral de succión como prcambivalcntc, coincidiendo
con la anobjetalidad
en Freud. Luego aportaremos nuestros comental-ios que tienden a incluir también en esta etapa componentes
hostiles o agresivos, desde la dinámica de la perspectiva vincular
temprana, que, pensamos, es una etapa de conflicto ambivalente
máximo en la madre (y padre) respecto del hijo, habida cuenta de
que para Freud la solución del conflicto ambivalente se realiza por
formaciones reactivas o represión de un componente y no por transformación de uno en otro 1,.
El Diccionario 1:. define ambivalencia como "presencia simultánea en
la relación con un mismo objeto, de tendencias, actitudes y sentimientos opuestos, especialmente amor y odio". Freud toma de Blculcr el
término,
quien lo refiere a tres aspectos en que observa una lógica
Dirección:
'."', Dirección:
Billinghurst
2407, 9° "B", (1425) Capital Federal,
R. Argentina.
Austria
1735, 5~ "E", (1425) Capital Federal, R. Argentina.
410
Jaime Haissiner )' Martha Vega de Pulpeiro
proposicional
de contrarios.
En el terreno volitivo: acciones contrarias; en lo intelectual:
proposiciones
contrarias,
y en lo afectivo:
amor y odio al mismo objeto. Se trata de la misma oposición fundamental del psiquismo que sustenta la noción de conflicto. El conflicto
ambivalente es estructurantc
en tanto suspende el acto hasta la evaluación de lo deseable e indeseable y la renuncia a un término. Ya
doscientos años antes Spinoza en la Proposición
XVII de su Etica
dice "Si imaginamos que una cosa que nos hace experimentar
habitualmente una afección de tristeza tiene algún rasgo semejante con
otra que nos hace experimentar
habitualmente
una afección de gozo
igualmente grande, la odiaremos y la amaremos al mismo tiempo".
Es interesante
señalar que la preocupación
permanente
en Freud
por la búsqueda de dualidades, en vez del monismo (libidinal, pulsional, etc.) que postulan algunos de sus discípulos, remite a una
constante universal en las concepciones
filosóficas y mitológicas o
de las cosmogonías universales. Es así como aparecen sistemas paradigmáticos articulados
a partir ele distintos tipos de bipartición
y
polaridad, dualidad y alternancia,
díadas antitéticas y "coincidentia
opositorum".
Ejemplo princeps es la originalidad
del pensamiento
chino, que organiza el macro y microcosmos
en un sistema más
amplio que las clases, con los dos principios antagónicos y complementarios: el Ying y el Yang. Polaridad y alternancia remiten a totalidades de orden cíclico que prevalecen por sobre la simple idea de
oposición 17.
La polaridad amor-odio queda en la última teoría pulsional subsumida en la antinomia Eros-Tánatos.
El status que le da allí Freud
a la pulsión de muerte, que difiere totalmente de la pulsión de vida,
apunta más a un instinto o a un principio universal de vuelta a lo
indiferenciado
primordial. En el pensamiento chino es el Tao, 10 ine[abie, esta totalidad primordial
sin forma ni nombre, homologable
a la Madre. El elemento esencial es la exaltación de la condición
humana a la cultura y de fusión con la naturaleza, la sociedad se
erige contra este retorno y se organiza en leyes y normas. Así, mientras un principio, el Yang, estimula las energías vitales, el otro, el
Ying, trae consigo el reposo.
Destacamos que tanto en la dualidad Eros-Tánatos como en la de
libido del yo-libido
del objeto, la ant ítesis fundamental
y el origen
de la agresión quedan vinculados a la ruptura de los deseos narcisistas de fusión, de omnipotencia
y de autoafirrnación
del yo. Si seguimos las líneas teóricas freudianas y las etapas de Abraham tendríamos que concluir que la ambivalencia sólo se despliega o aparece
con la relación ele objeto que es lo conflictivo, ya que los modos
previos de enlace libidinal con el objeto, la identificación,
por su
cualidad de permutabilidad
y t ransitivismo narcisista, permiten la anu-
Algunas
rcilesiones
sobre el concepto
de ambivalencia
411
lación de la diferencia en el acto mismo de constituirse.
Es interesante señalar en este punto que Frcud, al escribir "y del padre se
apodera por identificación",
justamente
hace referencia concreta a
la pulsión de apoderamiento
derivada de la pulsión
agresiva implícita en toda identificación.
Esta ambivalencia
de la identificación
la
señala también en el séptimo capítulo de Psicología de las masas
diciendo que está desde el inicio en ella "'.
Abraham la toma como una categoría genl:tica y señala la importancia en el vínculo con el objeto y no la plantea en términos de
oposición dialéctica sino de oposición contraria, que se resuelve por
manipulación
de uno de los términos opositivos por desplazamiento,
formación reactiva, proyección, represión, cte. Frcud dice en " ... sobre la guerra y la muerte":
"Algunos impulsos instintivos
surgen
casi desde el comienzo formando
parejas de elementos antitéticos,
circunstancia
singularísima
y poco conocida a la que se ha dado el
nombre de ambivalencia
de sentimientos"
'. Entonces en esta cita,
al decir "casi desde el comienzo", no coincidiría
cronológicamente
con la afirmación de que amor y odio sean relaciones del yo total con
sus objetos. En el sexto capítulo de Psicología de las masas también
define: "Cuando la hostilidad apunta a personas a quienes empero
se ama, llamamos a esto sentimientos
de ambivalencia" 10.
De estos párrafos
surge que la ambivalencia
implica un sentimiento del yo total con el objeto total en tanto señala: "hacia la
misma persona"
y en tanto la oposición
se plantea en términos
de amor-odio, que corresponden
a los vínculos del yo con sus objetos, ya que las pulsiones no aman ni odian ~ sus objetos, sino que
se satisfacen en ellos
Esto nos remite a un momento de constitución
del yo en el narcisismo y a posteriori del autoerotismo
con sus pulsiones anárquicas.
En el mismo Freud entonces queda abierta la posibilidad de ubicar
más temprano o más tarde la ambivalencia.
En 1915; el amor y el odio se postulan como de diverso origen y
soldados como pares a posteriori (p. 133). Antes de "Pulsioncs y destinos de pulsión" le daba alodio el origen de frustración
de la libido
por el objeto; ahora lo hace depender de la pulsión de autoconser"ación y de autoafirrnación
del yo, para quien el objeto es lo displucentero y lo odiado en tanto genera incremento tensional vivido traumáticamente
por el aparato. Todo lo que se opone a la fantasía
desiderativa
narcisista de autoafirmación
es tratado con hostilidad y
destructividad.
Lo que se le opone es la realidad, el objeto, y por lo
tanto lo que se rechaza es la discriminación.
Pulsión narcisista y hostilidad son correlatos
obligados la una de la otra. En Abraham la
destrucción del objeto está implícita en la dcvoraciún de la etapa oral
canibalista, mientras que la de succión queda libre de ambivalencia.
7.
412
Jaime Haissiner
y Martlia Vega de Pulpeiro
Se privilegia un modelo de raigambre biológica en tanto coincide
con la aparición de los dientes e incorporación
de los alimentos
sólidos.
Aquí justamente quisiéramos hacer algunas reflexiones desde una
perspectiva vincular observacional que salen de este modelo biológico con que justifica Abraham su etapa preambivalente.
Creemos
válida la inferencia de hipótesis teóricas desde lo dinámico vincular
de observación, ya que por ejemplo es el método que utiliza Freud en
muchos momentos de su obra, como cuando analiza el juego de su
nieto en Más allá del principio de placer para varias de sus hipótesis
en ese trabajo. A raíz de la prernaturidad del niño, al nacer tiene su
vida a merced del cuidado del adulto. Este adulto es primeramente
su madre o sustituto. Pero este objeto a su vez ve reactualizadas
con el nacimiento del niño situaciones conflictivas de su primera
relación con su madre, a la par que se le adjuntan las vivencias
actuales del entorno adulto. Por estas causas se le plantean tanto
situaciones de alegría y amor, como de hostilidad por perturbaciones
del propio narcisismo y necesidad de cuidado.
Suele ocurrir que, luego del parto, la madre no se halle en el equilibrio anímico ideal que exigiría una delicada función de continente,
sino que por el contrario atraviese angustias, responsabilidades
nuevas que a veces la exceden, crisis en el balance de pareja previo al
nacimiento, situaciones que ya se iniciaron con el embarazo pero
que se hacen mayores con el niño fuera de su vientre. Por otra parte,
e! cuidado del niño le exige desechar los requerimientos
de sueño y
descanso que son los normales, más los del retiro narcisista derivados
del estado de reintegración de su imagen corporal y sus funciones
durante el puerperio. Sólo el "instinto maternal" abonaría a favor
del cuidado del recién nacido, instinto que, como sabemos, ha sufrido
vicisitudes del desarrollo y de la cultura y que ya se halla muy distanciado de su origen y teñido por lo pulsional de la sexualidad
humana, que por definición subvierte los instintos modificándolos.
La necesidad de sueño y su interrupción
son experimentalmente
desencadenan tes de neurosis traumáticas y qué mayor trauma que
despertar cada tres horas para cambiar y amamantar
al bebé y
limitar entre ellas el descanso a un duermevela para registrar los
vagidos o movimientos del niño si la necesita. Esta situación, más
las que figuran coyuntural mente agregadas, hace que la hostilidad
materna consciente o inconsciente hacia quien la perturba de ese
modo tome una prevalencia operacional sobre las mociones de amor
o pueda ser reprimida por éstas. Cualquiera de los dos casos hace
que el objeto materno sea hostil para con el bebé además de la
frustración que éste registra, por el anhelo de la vivencia intrauterina
perdida. Esta frustración es significada por el niño como hostilidad
Algunas
reflexiones
sobre el concepto
de ambivalencia
413
hacia él. La separación del cuerpo materno y dicha hostilidad por
la irritación o la depresión maternas harán que el objeto primario
para el yo incipiente infantil sea "lo hostil" y por lo tanto generan
su propia hostilidad salida de su autoconservación amenazada. Creemos que es importante enunciar la relación de la díada de esta forma
que parece algo cruel, para desmistificar con elementos de la realidad
interna y externa de la madre lo que en general se lee como: fusión
ideal, célula narcisista, simbiosis materno-infantil,
que no deja de
serlo pero con un alto contenido de agresión por ambas partes. O sea,
es ambivalente.
Si agregamos la problemática del padre ante el nacimiento del hijo
en los mismos puntos antedichos, necesidad de afecto, narcisismo
amenazado, etc., tenemos un panorama más realista que ideal, por
no llamarlo bastante espinoso de sobrellevar para el triángulo en
cuestión. En esta etapa el niño tiene la parte pasiva del vínculo
y su madre realmente la activa, tanto de hacer como de dejar de
hacer con él, como de inocularle sus sentimientos de angustia, rechazo
yamor.
En este sentido creemos que la ambivalencia está desde el vamos
en el contexto de arribo del lactante al mundo y no sólo que el yo
narcisista infantil rechaza lo exterior, el objeto, por disruptivo, sino
que también por identificación con él adquiere pautas v modelos
de hostilidad y rechazo, desde los primeros momentos junto a las
mociones amorosas y placientes. Nos referimos en esta etapa justamente a los tiempos más precoces que corresponden evolutivamente
a la succión y que, según Abraham, serían prearnbivalcntes. Las fantasías vampiristas de chupar y ser chupado remiten a esta época
(voracidad), no creemos que se hallen libres de agresión sino que
por el contrario se generan por la percepción de la hostilidad v el
rechazo desde el objeto por su temor al bebé que devora chupando.
lo cual condicionaría
una apropiación oral del objeto cargada de
ansiedades en la línea del odio. Marie Langcr cita un sueño ilustrativo al respecto: "Ve un árbol, a cuya sombra observa varios chanchitos. Mira hacia arriba y descubre una araña-cangrejo enorme. suspendida de la cima del árbol. De pronto la araña empieza a bajar. Los
chanchitos huyen. menos uno que se queda como paralizado v fascinado. La araña se le echa encima y empieza a succionarlo. La durmiente ve con horror que el pobre chanchito no logra defenderse v
cómo el color rosado de su piel se vuelve pálido v blanco porque
la araña le ha succionado toda la sangre". Es obvio que la araña,
como acontece generalmente en los sueños y el material folklórico,
simboliza a la madre
Sabemos que Frcud no se ocupó del análisis infantil salvo su ingcrcucia en relación a J uani to y algunas observaciones de su nieto. Los
H.
414
Jaime Haissiner
y Martha Vega de Pulpeiro
desarrollos tempranos fueron tema de autores posfreudianos, fundamentalmente Melanie Klein y Anna Freud, en dos líneas teóricas diferentes. Abraham intentó con sus aportes a las etapas evolutivas
freudianas acercarse a los procesos del niño basándose en Tres ensayos. La falta de observaciones de lactantes y de tratamientos infantiles justifica que la hipótesis de Abraham se fundamente en modelos
evolutivos centrados en pautas biológicas, como la salida de los dientes,
para diferenciar su etapa oral primaria de la secundaria o canibalista,
vinculada a la agresión en el apoderamiento del objeto. En este momento nosotros no podemos desconocer aportes fundamentales como
los de M. Klein, A. Freud, Spitz o Mahler, por sólo nombrar algunos
de los más importantes.
Esto nos permite situarnos, como poco antes lo hicimos desde la
madre, en el polo infantil y sus vivencias tempranas. El concepto
de narcisismo primario de Freud creemos que retiene toda su importancia para la comprensión de estas tempranas fases evolutivas.
Así es que recordamos que en 1911 usa el huevo de ave como
modelo de un sistema psicológico cerrado a los estímulos externos
capaz de satisfacer sus necesidades en forma autista.
El infante pasa el día en semisueño y semivigilia y sólo registra los
estímulos provenientes de las tensiones de necesidad internas, fundamentalmente hambre y movimientos intestinales
(flatos) dolorosos.
Predominan los procesos fisiológicos sobre los psicológicos iniciales.
Así describe Mahler 1'; la primera etapa o de autismo infantil normal.
Correspondería al yo placer-mundo externo indiferente en Freud y el
estadio de "omnipotencia alucinatoria absoluta" de Ferenczi.
Es la relación con el objeto maternante la que saca gradualmente
al infante de esta tendencia a lo vegetativo y promueve la relación
con ella y el mundo externo moviéndolo hacia la simbiosis normal o
segunda etapa (Ribble, 1943).
En la primera etapa autista el niño no discrimina sus intentos
fisiológicos de regulación de la homeostasis
(tos, llanto, pataleos,
estornudos, etc.) de los intentos de la madre de reducir sus tensiones
de necesidad. A partir del segundo mes hay un cambio cualitativo y se
acentúa la sensibilidad hacia la estimulación externa, con mayor
llanto y manifestaciones motrices más marcadas y a la vez cambios
electroencefalográficos
importantes.
Para Mahler aparece en este momento una "oscura conciencia del
objeto que satisface las necesidades" y se constituye la relación simbiótica donde él y su madre son ahora la célula dual narcisista
omnipotente. Correspondería
al "sentimiento oceánico" de Freud y
Romain Rolland de 1930. Se estimulan las catexis perceptualcs y sensoriales en relación con la periferia corporal y el mundo externo, así
como antes predominaban hacia el interior corporal somático.
/\lglll7as
reflexio11es
sobre el
concepto
de ambivalencia
41S
Esta simbiosis no corresponde,
sin embargo, al concepto ecológico
de simbiosis sino que es muy particular ya que se da entre un adulto
v un recién nacido y por esa causa no tiene el mismo peso de si~niIicación
para ambos integrantes.
Psicológicamente
para el lactautc
corresponde a un estado delusivo de fusión omnipotente. Aquí adquicrcu peso de organizadores
para Spitz todas las experiencias
ele COI1tacto-pcrceptuales
de la mirada, la boca, la mano, el laberinto v la
piel del bebé. El amamantamiento,
el sostén, la mirada materna y
los movimientos
de su cabeza generan la primera sonrisa, llamad»
"social" que aparece en este período de simbiosis normal.
En las psicosis infantiles, las regresiones psicóticas
del adulto, se
punen de manifiesto las pautas de interacción con la madre fiiachs
en estos primeros momentos. La indiferencia,
la hostilidad, la brusquedad, la flojedad en el sostén en los brazos o el estímulo al endurecimiento del cuerpo infantil son otras tantas variantes que marcan
la característica
unívoca y particular de la relación que quedará C0l110
impronta en el infante. Mahler insiste claramente en que la atención
dirigida a la figura maternante
se acompaña y combina con registros
de experiencias
buenas y malas con ella y con el cese de tensiones
somáticas básicas. En este período aparece el núcleo ele la imagen
corporal primitiva ligada a estas experiencias en relación con la intcracción corporal maternoinfantil.
Se observan las características
conductas de amoldamiento
al cuerpo de la madre según el !ipo de sostén
que ella le brinde v a la vez los distanciamientos
del tronco de la
madre cuando está en sus brazos para observar con más atención
v mavor actividad buscando con el trípode rnano-bocn-visí él el ('011tacto con partes del cuerpo materno, como su pelo, nariv. pecho, etc.
soliendo de la anterior pasividad.
Alrededor del sexto mes comienza el siguiente estadio. que es el
de separación-individuación
con mayor v más clara diferenciación
ele
los cuerpos de ambos miembros de la díada V el manejo de los ob ictos
t ransicionales
(Winnicott y Greenacre).
Esta panorámica
de los primeros meses de vida nos aporta. desde
una observación metódica V sistemática de lactantes v desde la experiencia analítica infantil (especialmente
psicosis de la infancia. como
tnrnbién
regresiones psicóticas adultas y la exploración
bajo la acción de drogas), una enorme riqueza de procesos corporales v afectivos entre madre v niño estructuran tes del psiquisrno, que se despliegan en torno a la ambivalencia
pulsional básica amor-hostilidad.
La predominancia
de los contactos corporales y las concluctas motrices a ellos ligados sugieren el papel que la musculatura
tiene para
Freucl en la defIexión de la agresión interna en el temprano vínculo
materno-infantil;
se tramitan
aquí también las tempranas
idcn t ificacioncs. formas primitivas
del pensamiento
v primer enlace afee-
4/6
Jaime H aissiner :'; Mari ha Vega de Pul peiro
tivo con el objeto y a la vez ambivalente,
como señala Freud en
Psicología de las masas al hablar de la identificación.
Existe un deseo primitivo instintual que busca la unión tanto para
Eros como para Tánatos. Tocar y el contacto físico constituyen
el
fin más próximo de la carga de objeto. El contacto tiende hacia
la unión y la supresión de los límites espaciales entre el yo y el
objeto iTot em y t abú) . En esa unión va tanto lo amoroso como
lo agresivo. Como ejemplo:
durante la lactancia, con la leche va
tanto el contenido amoroso como el agresivo".
Así como en la neurosis obsesiva el aislamiento
es una defensa
contra la unión del amor y odio al mismo objeto, pensamos que la
separación de los componentes
de la ambivalencia
es un modo de
defensa primitivo contra la tendencia a fusionarse nuevamente
con
la madre y la agresión es puesta así al servicio de la separación e
individuación
posterior. El temprano desarrollo de ambivalencia
parece darlo a entender Freud cuando dice en relación a la neurosis
obsesiva: "Esta singular constelación de la vida anímica parece tener
su condición en una disociación muy temprana acaecida en el período
prehistórico
infantil de los dos elementos antitéticos ... ";' y también
en "La dinámica de la transferencia"
en 1912" señala: "En la neurosis obsesiva una precoz separación
de los pares opuestos parece
ser característica
de su vida instintiva v ser también una de sus
precondiciones
cons ti tucionales".
Vemos que para Freud el término ambivalencia es tanto aplicable
a la existencia conjunta de amor y odio hacia la misma persona
como a la disociación entre ambos componentes.
Creemos también que la línea que postulamos sobre ambivalencia
desde etapas más tempranas, oral de succión, quedaría también avalada por los siguientes párrafos de Freud en "Sobre sexualidad femenina" '":
"Los deseos agresivos orales y sádicos se manifiestan en la forma
que les fue impuesta por la represión precoz. Es decir en el temor
a ser muerto por la madre, un temor que, si ingresa en la conciencia, justifica a su vez los propios deseos de muerte contra la madre.
Sería imposible establecer con qué frecuencia dicho miedo a la
madre se funda en una hostilidad
inconsciente de ésta adivinada
por el hijo o la hija. El miedo a ser devorado hasta ahora lo hallé
sólo en hombres y es referido al padre, pero probablemente
sea el
producto de transformación
de la agresión oral dirigida a la madre" (p. 528).
También vale la pena señalar que en Tres ensayos, al hablar del
autoerotismo
y su modelo el chupeteo, dice Freud: "Este objeto sexual
Algunas
reflexiones
sobre el concepto
de ambivalencia
417
[se refiere al pecho de la madre] desaparece, después y quizá prccisamente en la época en que fue posible para el niño construir la
representación
total de la persona a la cual pertenecía el órgano productor de la satisfacción"
(el paréntesis .Y el destacado son nuestros). Se refiere al movimiento de reflexión en que aparece el objeto
autoerótico en el cuerpo del niño (chupeteo) por impronta de identificación con el objeto (pecho, externo) abandonado, lo cual sitúa en
la primera oral, de succión, tanto el chupeteo como la construcción
de la "representación
total de la persona", a pesar de considerarla
anobjetal (objeto para la pulsión y no para el yo).
1
No se nos escapa que nuestra hipótesis es especulativa ya que no
hay demostración clínica que la justifique más que las mencionadas
en los autores que estudiamos, tampoco estamos seguros de que
pudiera haber otra por ser la problemática muy temprana y previa
al lenguaje, por supuesto.
Siguiendo el cuarto capítulo de Más allá del principio de placer"
podemos decir: "Lo que sigue es especulación [ ... ] que cada cual
estimará o desdeñará de acuerdo con su estimación subjetiva, es
además un intento de explorar consecuentemente
las ideas por curiosidad de saber adónde llevan".
Resumen
Los autores investigan el concepto de ambivalencia
desde la perspectiva
de su
componente
agresivo en Freud y Abraham. No comparten
la postulación
de este
último que sitúa su aparición
en la etapa oral canibalista,
ya que consideran
que la etapa oral de succión transcurre
también y casi predominantemente
con
un alto monto de agresión hacia el bebé en los padres. Piensan que es irnport an t e jerarquizar
esta ambivalencia
que caracteriza
el estado emocional
de los
padres, pues habitualmente
se conceptua1iza
esta primera
relación idcalizúndola, 10 que le quita cualquier
connotación
de hostilidad.
Es desde esta a mbivalencia parental
que postulan
la inclusión
de la primera
etapa oral como
ambivalente,
jerarquizando
la perspectiva
vincular
por sobre el modelo de
Abraharn, que consideran
de neta raigambre
biologista. Piensan que la ambivalencia signa el contexto de arribo del lactante al mundo y que no sólo el vo
narcisista
infantil rechazaría
el objeto exterior
por disruptivo
sino que por
identificación
con él adquiriría
pautas de hostilidad
v rechazo junto con las
amorosas y placientes.
Aportan también diversos conceptos
freudianos
que permitirían,
a su juicio,
antedatar
la aparición
de ambivalencia,
a diferencia
de lo postulado
por
Abraham en su lectura de Freud,
418
Jaime
Haissinct
v Martha
VL'l.~(/ de Pul peiro
Hpsumé
OUFLQUES
REFLEXIONS
AV SUJET
DE L4 NOTlON
D'AMBI'v'ALENCL
Les autcurs
s'occupcnt
de la notion dambivalencc.
t out en se basant
sur la
perspectivo
dans Frcud et Abraharn
de son composant
agrcssif. Ils nc partagcn;
pas le point ele vuc de ce dcrnier qui determine
historiquerncnt
l'appnrit ion de
ce cornposant
agressif
lors de l'ét ape oralecannibalistiquc.
En Iait , les autcurs
considercnt
que l'étape orale ele succion
a égalemcnt
licu, presque
toujouis,
avcc un fort montant
d'agrcssion
des parents cnvcrs le bebé. Il cst irnportant
i\
lcur avis de rncttre
l'acccnt
sur cet te ambivalcncc
qui caractérisc
l'état
émoiionncl des parcnts,
puisquc,
en général,
cet tc prcmierc
rclation
cst idéa liscc
du point de vuc conceptuel,
ce aui evite toutc nuancc d'hosrilitc.
C'cst done ;\
part ir ele cet lc arnbivalcnce
parcntalc
qu'ils prenricnt
corrunc hvpothésc
I'inclusion de la prcrnierc
étapc orale en tant qu'arnbivalcntc
et ils donncnt
une
importance
tres spéciale
a la perspectivo du lien, en passant outre sur le
modele dAbraham
qu'ils considércnt
comme
étant profondérncnt
cnraciné
clans
la biologic.
Ils sont de l'avis que l'ambivalence
signe le contexto
d'anivéc
du
nourrisson
au monde, el que le moi narcissique
infan t ilc non sculerncnt
rcl'userait l'objct cxtéricur
vu sa condition
disrupt ivc, mais que, par aillcurs,
par
identification
avec ce dernier.
il serait en mesure cl'acqucrir
des modeles cl'host ilité et de refus,
la Iois qu'il le Ierait avcc les modeles amourcux
el plaisants.
Par aillcurs,
les auteurs
apportcnt
égalernent
différcntcs
notions frcudiennes
qui, a Ieur avis, pourraient
perrnettre
d'antidater
l'apparition
d'arnbivak-ncc.
coní raircment
a ce qu'affirrne Abraharn dans sa lecturc de Frcud.
a
Summarv
SOME
CO,VSlDERATIONS
ON THE
CONCEPT
OF AMBIV/1LENCF
Thc authors discuss the concept of ambivalence
in Freud and Abraharn from tll\.·
vantagc point of its aggressive
component.
They do not agrec with Abraharn's
as statement
that it origina tes in the oral-cannibalist
ic stage. as they íccl thc
oral-sucking
stage al so shows, and almost
predominantly,
a high arnount
uf
aggression
towards the child in the parents.
They think it is important
to stress
this ambivalence
characteristic
of the parents'
emotional
statc in vicw of thc
Iact that this first relationship
is usually
idcalized,
which
mcans
iguor inc
anv connotation
of hostilitv.
It is on the basis of this parental
nrnbivalcncc
t hat they suggest
the first oral stage is an arnbivalent
onc, and stress
t hc
relational
point of view and not Abraharn's
model which, in their view, is
clcarlv biological.
They believe this ambivalence
determines
the contcxt of thc
inf ant's appcarance
in the world and that the infantile
narcissistic
ego woulcl
not only rcject the externa!
object for being disruptive
but, through
an idcntifieation
with it, would acquire
patterns
of hostility
and rejection
togethcr
wit h loving and pleasing ones.
Thcy also draw upon various
Freudian
concepts
which makc it possiblc
to
place the emergence
of ambivalence
at an earlier date. in cont rast with Abraharn's reading uf Freud.
Algunas
reflexiones
sobre el concepto
de ambivalencia
41Y
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