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revista
LA VANGUARDIA
DOMINGO, 11 AGOSTO 2002
la contra
Víctor Amela
Ima Sanchís
Lluís Amiguet
Alejandro Jodorowsky. Tengo 73 años, nací en Tocopilla (Chile) y
vivo en París. Dancé, fui mimo, soy dramaturgo, guionista y director de
cine, actor, guionista de cómic, novelista, poeta... He tenido varias mujeres,
cinco hijos (uno murió) y seis nietos. Fracasadas las revoluciones políticas,
hagamos la revolución poética. Creo en eso impensable que llamamos Dios:
está en mí. Practico la psicomagia. Soy autor de “La danza de la realidad”,
“Dónde mejor canta un pájaro” (Siruela), “La sabiduría de los cuentos” (Obelisco)...
“Usted es fruto de su
Por Víctor-M. Amela
odorowsky tiene 73 años, sí,
pero habla y gesticula como
si tuviera 30 años menos. Su
energía vital es la típica de
esas personas afortunadas
que disfrutan con lo que hacen, con
su vida, con todo.
Habla usted como un chamán.
Suelo ejercer como “psicochamán”.
Mire, las enfermedades derivan de
desarreglos psicológicos, así que
¡con amaños psicológicos pueden repararse! Los chamanes hacían eso.
J
¿No olvida los virus, las bacterias, el colesterol, los tumores?
No lo olvido, pero recuerdo mis barreras inmunológicas, mis propias
defensas ante todo eso. ¡Y mis defensas están vinculadas a mi mente,
a mi imaginación! Eso es sabido.
¿Disfruta?
Sí..., pero todo está aquí.
Alejandro Jodorowsky se señala
las blancas sienes.
¿En su pelo?
No, ja, ja... Dentro, ¡en la cabeza! Y,
mire, ya que habla de mi cabello, le
diré que hay días que, por la mañana, antes de salir de casa me digo:
“Alejandro, ¡hoy lucirás durante todo el día una espléndida melena rubia!”. Y voy todo el día por ahí, feliz, con mi cabellera rubia al viento.
Oyéndole, parecería que la imaginación lo puede todo.
Y lo puede todo. Nuestro inconsciente nos domina, y el lenguaje del
inconsciente está hecho de metáforas, de símbolos. Como el lenguaje
del arte. Por eso el arte es curativo.
“Si el arte no cura, no es arte”,
me había dicho Alejandro Jodorowsky en una charla anterior,
hace un año. Desde su adolescencia chilena, metido en grupos poéticos y artísticos, Jodorowsky se
dedicó a ser mimo, actor de teatro, coreógrafo (ya en París, ¡con
Maurice Chevalier!), guionista y
director de cine (“Fando y Lis”,
“Santa sangre”, “El topo”), guionista de cómics... Y un buen día
se preguntó: “¿Para qué sirve esto? ¿Para qué sirve el arte?”
Imaginaria.
Real: si me siento en un bar, muevo
de vez en cuando la cabeza para
echar el cabello hacia atrás. Y miro
a la gente en la certeza de que están
viendo mi bella cabellera rubia. Es
como la que tenía uno de mis abuelos rusos, esbelto bailarín. Total:
¡que ese día luzco cabellera rubia!
Perdone, pero esa cabellera está sólo en su mente.
Todo está en la mente: la forma de
tu cuerpo, tu idea de ti mismo...
Hombre..., yo soy yo, soy una
presencia, estoy aquí: ¡míreme!
Usted es una ilusión. Somos seres
imaginarios. Hay una parte real,
una esencia, pero el resto... ¡lo creamos en nuestra mente, a través de la
mirada de la sociedad, del entorno,
la educación, la cultura, la familia!
Es todo eso lo que va creando eso
que tú crees ser.
Bueno, en parte sí, claro.
Por tanto, no vemos lo que somos:
vemos lo que hemos inventado. Lo
que somos verdaderamente está en
algún lugar dentro de nosotros. Por
eso creo que la felicidad consiste
en... en llegar a ser lo que somos.
Y, si soy infeliz, ¿es porque me
empeño en ser lo que no soy?
Exacto: nos marcan guiones, patrones... Los aceptamos, los seguimos,
los cumplimos... y somos infelices.
Pero vuelvo a su edad: ¿está “inventando” usted su edad, pues?
¡Por supuesto! ¿Qué significa tener
73 años? Si tu imaginación quiere
que tener 73 años sea ser un viejo,
¡viejo serás! A los 50 años decidí
convertirme en guionista de
cómics, ¡y hoy es mi industria! Ahora, a los 73 años, imagino que empieza mi vida: ahora escribo poesía.
Ah, ¿y hasta qué edad imagina
que vivirá?
Hasta los 120 años.
¿Vivirá hasta los 120 años?
¿Por qué no? Mire, hay personas
“Hay en ti una esencia real, pero el resto lo crea tu mente”
Belleza,
mundo y ego
Con Jodorowsky es
estimulante hablar de
cualquier cosa. Sobre la
política, dice que es un
fracaso y que “es hora ya de
la revolución poética”. ¿En
qué consiste eso? “En la
búsqueda de la belleza”, me
dice, y cita al filósofo
Wittgenstein: “La verdad es
inefable, sólo podemos
captar la belleza...”. Tenemos
sed de belleza, una sed
insatisfecha, sí. Quizá porque
el mundo es feo... “No, el
mundo no es feo: hay
injusticia, sí; violencia, sí...
¡Pero eso no es la esencia
del mundo: no juzgues al
mundo por esos sucesos!”,
dice Jodorowsky, y añade
otro pensamiento: “La
expresión última de tu
sistema nervioso es la
palabra: si usas palabras
agresivas ¡enfermas!” Glups...
Una última reflexión, sobre el
ego: “Es el vehículo sagrado
que te lleva. Hay un ego
superficial, del vehículo: todo
para mí. Y hay un ego
profundo: ¡nada para mí que
no sea para los otros!”
PEDRO MADUEÑO
que creen íntimamente que morirán a los 65 años –o a la edad que
sea– porque es cuando murió su padre o su abuelo y, además, creen
que morirán de la misma dolencia.
Su imaginación, pues, les programa: ¡y mueren!
Pero será por una cuestión
genética, por algo heredado.
Es porque así lo ha prefigurado su
imaginación: alguien le metió eso
en la cabeza. Es, en fin, un diseño
de su propia imaginación. ¡Y solemos ser víctimas de ideas locas!
¿Y cómo aparto de mí la “idea
loca” de una muerte temprana?
Haga cada día este ejercicio: cierre
los ojos y, durante unos minutos,
imagínese a usted mismo con 50
años: ¡visualícese! Días después, haga lo mismo pero imaginándose con
60 años. Luego, con 70, con 80...
¿Con 100?
¡Y con 120! Y siga: con 1.000, con
10.000, ¡con un millón de años!
Me parece ya demasiada imaginación, le digo a don Alejandro.
Él me habla de una esencia que
está en mí y que estaba por ahí antes de que yo naciese, y que seguirá por ahí después de mi muerte.
Y me dice: “¿Por qué esclavizarmos a que nuestro cuerpo sea
nuestro límite? Yo me digo: mi
cuerpo no es mi límite.
¿Por qué se hizo esa pregunta?
Murió mi hijo Teo. Fue un “shock”.
En el desgarro de ese dolor me pregunté qué sentido tenía todo lo que
yo hacía en esta vida, el sentido del
arte, para qué servía lo que yo escribía, decía, hacía... ¡Para qué demonios servía el arte!
¿Y?
Fui descartando: si la finalidad del
arte era la de ensalzar mi ego como
artista, no me interesaba. Si era la
de ganar dinero, no me interesaba.
Si era la de entretener conciencias
dormidas, no me interesaba... Hasta que lo encontré: la finalidad del
arte es sanar. ¡Si el arte no sana, no
es arte!
Para curar ya está la ciencia.
La ciencia es un camino, pero limitado. Hay dolencias derivadas de
un malestar inconsciente. ¡Y el arte
sí puede llegar hasta ahí!
¿Me lo explica con un ejemplo?
A un hombre que retenía mucho
sus emociones, sus sentimientos –y
eso le hacía enfermar–, le pedí que
aplicase un plato de loza sobre su pecho, y que lo golpease con algo hasta
romperlo. Lo rompió... y aquel hombre rompió a llorar. ¡Se liberó!
Otro ejemplo.
Una chica no disfrutaba sexualmente con su novio. Cuando vi que era
una frigidez derivada de una fijación sexual con su padre, le recomendé que estampase el rostro de
su padre en una camiseta , y que su
novio se pusiera esa camiseta cuan-
LA VANGUARDIA
DOMINGO, 11 AGOSTO 2002
revista
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“Trabajo con mi
imaginación:
‘Alejandro, hoy lucirás
todo el día una bella
cabellera rubia’. Y voy
todo el día, feliz, con
mi melena al viento”
“Nuestro inconsciente
manda, y su lenguaje
está hecho de
metáforas, símbolos...
Como el lenguaje
del arte: ¡por eso
el arte nos cura!”
“Entré en el lavabo, ¡y
estaba Breton en la
taza del váter, con los
pantalones bajados!
Gritó. Corrí. ¡Había
visto cagar al Papa
del surrealismo! Huí”
“Los nombres hablan:
un árbol genealógico
con muchas María (la
Virgen) y muchos
José (el casto, el
castrado)... ¡habla de
penuria sexual!”
“Amar es estar
contento de que el
otro exista, de que
esté ahí. Sin juzgarlo,
sin criticarlo, sin
desear cambiarlo. Si
criticas, no amas”
propia imaginación”
do fuesen a hacer el amor. Lo hicieron así, y se curó de su frigidez.
si llegó a conocer a nuestro mejor
surrealista, a Salvador Dalí. Inevitablemente, sí.
¿Por qué?
¡Porque había cumplido ya su deseo inconsciente! Había cumplido
esa relación incestuosa insatisfecha: no con su padre materialmente, pero sí metafóricamente, simbólicamente. ¡Y al inconsciente eso ya
le sirve, porque ese lenguaje metafórico –artístico– es un lenguaje que
entiende, que es real para él!
¿Y de qué hablaron?
De colaborar en una película. Estábamos en una comida, con más gente. Hablamos de Picasso, y me contó esto: “A Picasso y a mí nos pasa
lo mismo: ¡siempre que vamos a
una playa, encontramos un reloj en
la arena! ¿Y usted?”. ¡Pensé que estaba poniéndome a prueba, de mi
respuesta dependía que trabajase
conmigo o no! Y tuve un reflejo:
“No, yo no encuentro relojes, pero
cada vez que voy a la playa, pierdo
uno”. Le gustó. Por desgracia, al final el proyecto no pudo ser.
¿Cuál ha sido el motor de la vida
de Alejandro Jodorwsky? “La curiosidad”, me dice: “¿Qué es esto
que soy yo? ¡Quiero saberlo!” Para averiguarlo, ha jugado con su
conciencia, para expanderla. Y
ahí llega el arte. “El arte te abre a
otros mundos, a otras miradas, te
muta la conciencia”, explica.
“Por eso el arte es terapéutico: ¡la
enfermedad por antonomasia es
la falta de conciencia, y el arte
puede curarla!”
Si yo quiero desarrollar mi imaginación, ¿qué puedo hacer?
Ejercicios. Por ejemplo: salga de su
casa y actúe durante todo un día como si fuera un hombre muy atractivo, con todas sus consecuencias.
Eso va a costarme...
Otro día, simplemente, actúe todo
el día como si fuera una mujer.
Eso va a costarme aún más.
Si le parece que tiene usted un cuerpo pequeño, otro día salga de casa
sintiéndose grande durante todo un
día, y actúe en consecuencia. ¡Yo a
menudo he salido de casa como si
tuviera 1.000 millones de euros en
el banco! ¡Pruébelo!
¿Qué es falta de conciencia?
Que algo que te ha sucedido y no recuerdas esté marcándote. El trato
que te dieron tus padres... Las neuras, obsesiones, maltratos... se transmiten por el árbol genealógico. ¡Tú
haces lo que te han hecho!
¿Y tengo que ponerme a invitar
a todos mis amigos?
No. ¡Sea usted un millonario avaro!
Ah, vale.
La conclusión: no te cases con
ideas, ¡mejor sé como un río!
Durante la juventud de Alejandro
Jodorowsky, el surrealismo irradiaba desde París. Allí llegó él
con 22 años (era 1951), después
de romper con su universo –familia, amigos...– en Chile. Al llegar
a París, desde una cabina de teléfono, llamó a André Breton.
Eran las tres de la madrugada:
–¿Señor Breton?
–¿Sí, diga?
–Soy Alejandro Jodorowsky y llego desde Chile para salvar el surrealismo.
–¿Cómo?
–Tiene que recibirme.
–Llámeme mañana por la mañana, por favor.
–Ahora o nunca.
–Si me llamase mañana...
–Pues nunca.
Y colgó. Luego se juntó con Arrabal y Topor y fundaron el Teatro
Pánico. Así conocieron a Breton.
¿Se quedó tranquilo al fin?
Pues verá, en verano nos invitó un
día a su casa del sur de Francia. Al
día siguiente, al ir al lavabo, abrí la
puerta... ¡y estaba Breton sentado
en la taza del váter, con los pantalones bajados! Se asustó y gritó. Me
asusté y grité. Y salí corriendo. ¡Había visto cagar al Papa del surrealismo! No podía seguir pisando el mismo suelo que él: me fui a México.
La vida de Jodorowsky es una sucesión de sucesos como éste, de
prosapia surrealista. Le pregunto
Es como una maldición.
Sí, pero puedes cortarla. Yo llamo a
esto “psicogenealogía”: si te haces
consciente
de
tus
traumas
genealógicos, los desactivas. Así curas tu árbol genealógico, dejas de
transmitir por él esos errores. Incluso el nombre que te ponen al nacer
comporta una carga, un mensaje.
¿SÍ? Diríase que es inofensivo.
¿Seguro? Si le pone a una niña Inmaculada, ¡la niña tendrá que luchar
contra el peso de ese nombre, de ser
una mujer “sin mácula”! O si a un
niño le pone Ángel, será alguien con
dificultades para “encarnarse”, para estar en esta realidad material.
¿No exagera?
No. Es muy interesante estudiar los
nombres que más se repiten en un
árbol genealógico familiar: ¡explican cosas! Por ejemplo, un árbol
genealógico con muchas María (la
Virgen) y José (el casto, el castrado)
¡habla de penuria sexual!
Mientras haya amor...
Amor es lo que tenemos mi gato y
yo: ¡no nos pedimos nada, y ni él
quiere cambiarme, ni yo a él! Eso es
el amor: estar contento con la existencia del otro, simplemente. No esperar nada de él.
Jodorowsky está seguro de que llegará a cumplir los 120 años, puesto que así decide imaginarlo
PEDRO MADUEÑO
Parece fácil, pero no lo es.
Se trata de no juzgar. Si miras juzgando, criticando... no amas.c
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