La Depresin es un estado emocional caracterizado por sentimientos

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Humanidades
Sociología de la Depresión
La Depresión es un estado emocional caracterizado por sentimientos de inutilidad,
de abatimiento, tristeza, sentimiento de indignidad, de culpa, de indefensión y
desesperanza profundos. La misma lleva al que la siente, a la soledad, a la pérdida
de motivación, el retraso motor y la fatiga. No es un estado único sino que puede
variar desde el sufrimiento psíquico hasta psicopatías graves. Puede llegar incluso a
convertirse en un trastorno psicótico donde el individuo se queda completamente
incapacitado para actuar en forma normal en su vida de relación. Las personas
deprimidas se consideran desgraciadas, frustradas, humilladas, rechazadas o
castigadas. Miran el futuro sin esperanza.
Una información de La Tercera del 10 de Abril de 1999, muestra que la depresión
como problema real tienen alcance mundial:
"De acuerdo a las últimas estadísticas de la OMS, en el mundo hay
330 millones de personas con depresión, un trastorno mucho más
profundo y resistente que la simple tristeza: afecta los hábitos de
vida, la convivencia social, el trabajo y hasta el sistema
inmunológico. "Hay que entender que la depresión es una patología y
no un estado pasajero", señala el psiquiatra José Bitrán, del Centro
Neurosiquiátrico de Santiago.
Para graficar lo difícil que es esta dolencia, especialistas
norteamericanos recurren a la siguiente imagen: "intente imaginar la
molestia de varias noches sin dormir, sumado al dolor que causa la
muerte de un ser querido. A todo ello agregue la sensación de que
ello no se va a terminar nunca. Eso es una crisis depresiva" Según
explica el doctor Jaime Santander, del Departamento de Psiquiatría
de la Universidad Católica, "se trata de un cambio sostenido en el
estado de ánimo, por al menos dos semanas, en el cual predomina
básicamente la tristeza y la incapacidad de disfrutar la vida".
La enfermedad está en escalada. El año pasado fue la patología más
común entre las mujeres, superando incluso al cáncer de mama. Se
estima que, en el 2020, será la segunda molestia que robará más
años de vida útil a la población. Como no existe tratamiento
preventivo, se calcula que surgen dos millones de nuevos deprimidos
cada año en el mundo".
Los síntomas de la depresión se manifiestan como cefaleas, dolores musculares,
lumbago, insomnio, fatiga crónica, colon irritable, ulceras, aislamiento, irritabilidad.
A diferencia de la tristeza normal, o la del duelo que sigue a la pérdida de un ser
querido, la depresión patológica es una tristeza sin razón aparente que la justifique,
y además grave y persistente. Puede aparecer acompañada de varios síntomas
concomitantes, incluidas las perturbaciones del sueño y de la comida, la pérdida de
iniciativa, el autocastigo, el abandono, la inactividad y la incapacidad para el placer.
Informes de individuos deprimidos mostraron:
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Una consideración negativa de si mismo. La persona deprimida muestra una
marcada tendencia a considerarse como deficiente, inadecuada e inútil y
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atribuye sus experiencias desagradables a un defecto físico, moral o mental.
Tiende a rechazarse a sí misma, ya que cree que los demás la rechazarán.
Una consideración negativa del mundo. Se siente derrotado socialmente.
Considera al mundo como haciéndole enormes exigencias y presentándole
obstáculos que se interfieren con el logro de los objetivos de su vida.
Una consideración negativa del futuro. Ve el futuro desde una perspectiva
negativa y le da vueltas y más vueltas a una serie de expectativas
negativas. El deprimido prevé que sus problemas y experiencias comunes
continuarán indefinidamente y que se le amontonarán otros mucho peores
en su vida.
Las personas deprimidas tienden a deformar sus experiencias, mal interpretan
acontecimientos concretos e irrelevantes tomándolos como fracaso, privación o
rechazo personal. Exageran o generalizan excesivamente cualquier situación por
más sencilla que sea, tienden también a hacer predicciones indiscriminadas y
negativas del futuro. Todo siempre va a ir contra sí mismo, acentuando lo negativo
hasta casi excluir los hechos positivos.
El Psicólogo Michel Legrand dice que la persona con neurosis "vive en el momento
presente, no logra apropiarse de su pasado ni logra proyectarse en el futuro",
descripción pensada en psicopatologías, pero que, desafortunadamente, se parece
mucho a la forma de vida común del presente.
Dimensiones de estudio: factores endógenos y exógenos.
La depresión afecta a todo el ser humano, pero para su estudio podemos
examinarla desde cuatro puntos de vistas, distintos, que les son comunes como
parte de su misma naturaleza y que aportan factores endógenos y exógenos como
causas de depresión en los seres humanos. Las dimensiones biológicas, psicológicas
y espirituales constituyen los factores endógenos de la depresión, mientras que la
dimensión social, establece el factor exógeno de este mal:
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La dimensión biológica considera al sistema nervioso --central y periférico-como el asiento de psiquismo y del aporte que le hace el sistema endocrino
para su correcto funcionamiento;
La dimensión psicológica la encontramos en el sentido de identidad, de vida
interior, en los vínculos con personas significativas del pasado y del
presente, en la capacidad afectiva y emocional, es decir en un permanente
dar sentido a la vida cotidiana, los que pueden dar curso a profundas
depresiones cuando se alteran sin control.
También se puede encontrar una dimensión espiritual, la que se manifiesta
en un ir más allá de lo meramente psíquico, cuando la vida interior se
proyecta sobre el amor o la libertad como expresión profunda del yo interior,
o en la búsqueda o sentimiento de la trascendencia, o en la superación del
sufrimiento y del mi mismo proyectándose hacia otros, y que puede no
responder como se espera, provocando alteraciones depresivas.
Finalmente encontramos una dimensión social, que es la que me importa
destacar aquí, y que reconocemos constituida por la necesidad humana de
vivir en conjunto con otras personas formando grandes conglomerados que
podemos llamar grupos, tribus o sociedades, según sea su tamaño. y cuyo
desarrollo anormal suele ser parte del contexto de numerosos cuadros
depresivos actuales.
La dimensión social surge de esa cualidad tan repetida que dice que el ser humano
es un ser sociable por naturaleza, es decir, que se realiza como ser total y completo
sólo cuando esta en compañía de otros seres humanos constituyendo grupos en
interacción con fines comunes de supervivencia.
De manera que un ser humano normal, experimentando sus emociones, viviendo,
proyectándose en el futuro, es un ser que vive en un mundo tanto interior como
exterior y que por lo mismo requiere mantenerse en un delicado sistema de
equilibrio, donde la alteración de un sistema --mundo interior o exterior-- afecta y
se expresa también en el otro.
En definitiva, este trabajo tiene el propósito de explorar las diferentes maneras en
que las alteraciones en la "normalidad" de la vida social tienen incidencias sobre la
vida interior de las personas creando condiciones para desarrollar condiciones
depresivas al exacerbar los cuadros de angustia y ansiedad que suelen ocurrir con
normalidad en la vida cotidiana.
2. Los inicios: Durkheim y el suicidio.
Aunque ya resulte un lugar común en sociología, hay que resaltar que el primero de
los sociólogos que presentó en forma clara, documentada y convincente --para su
época-- la relación entre el ser interior y el ser social fue Emile Durkheim, uno de
los padres fundadores de la Sociología moderna, en su libro SUICIDIO publicado
por primera vez en 1897. Durkheim insistió que aunque el suicidio individual puede
ser explicado en términos psicológicos y biológicos, el significado y la incidencia del
suicidio en la sociedad como un todo tiene que ser explicado en términos culturales
y sociales.
El contexto y la significación del suicidio varía muchísimo entre culturas: en algunos
lugares, el suicido puede representar un acto honorable y culturalmente aceptado;
en otros puede ser altamente rechazado. El suicido es una materia de considerable
interés entre los cientistas sociales, porque provee una clara demostración de la
potencia de las respuestas y elecciones culturalmente adquiridas sobre los impulsos
biológicos básicos relativos a la auto preservación.
Durkheim distinguió dos clases de suicidio:
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el suicidio altruístico --que es encontrado más comúnmente entre grupos
tradicionalistas-- ocurre en respuesta a normas sociales fuertes que
especifican al suicidio como un acto apropiado en ciertas circunstancias. El
suicidio honorable de Roma antigua y del Japón tradicional son ejemplos de
tales actos.
El suicidio anómico, la forma más común en el mundo moderno, sucede
entre individuos que están tan pobremente integrados en las normas
sociales que su comportamiento no logra ser adecuadamente regulado. La
persona que comete suicidio porque "la vida no tiene sentido" es un ejemplo
de esta categoría. En este caso, "anomia" viene a significar el estado de
ánimo en que el individuo pierde todo apego por las normas de vida de su
sociedad, (a-nomia: sin reglas) cayendo en estados depresivos que lo
pueden llevar al suicidio.
(Durkheim también distinguió una tercera categoría, el suicidio egoísta, que
se refiere al suicidio que resulta de un exceso de individualismo, pero la
ciencia social moderna usualmente lo considera como suicidio anómico).
En suma, el suicidio puede ser visto como una función de la integración cerrada en
normas sociales específicas, o como una función de la falta de dicha integración. En
ambos eventos, una total compresión de este acto -quizás el acto más personal del
que nadie es capaz- debe tomar en cuenta el medio ambiente cultural.
El mérito de este primer análisis hecho por Durkheim es el de reconocer que los
fenómenos individuales que llevan a situaciones personales de estados de ánimo
depresivos, de ansiedad, o de angustia pueden tener un origen en la sociedad
misma en que vive el individuo, llevándolo progresivamente y sin que él se de
cuenta, a la desesperación y finalmente al deseo de terminar con su propia vida; o
bien, que ante un problema de origen personal, el individuo no encuentra apoyo
moral en su ambiente social, facilitándosele el camino a la desesperación y a la
depresión.
3. La sociedad "normal" y el sentido de la vida
Normalidad y anormalidad en la vida social: Es necesario reconocer desde el
comienzo que resulta sumamente arriesgado sugerir que existe un estado "normal"
de la sociedad, sin embargo podemos aceptar que usualmente ésta no es vista
como una forma de vida hipercompleja que no pueda darle algún sentido de
dirección a las vidas de los seres humanos que la componen y por lo tanto, el
estado natural de la sociedad en que vivimos es la que asumimos como
"normalidad".
Aunque no esté explícito, en ciencias sociales se asume que una sociedad normal,
sana y ordenada es aquella en que la vida en relación con otros --formando una
sociedad-- provee de sentidos a la vida cotidiana, de manera que la persona
encuentre su lugar entre los demás, haga su aporte a la vida colectiva y fije su
rumbo hacia el futuro y el de su descendencia. "La estructura básica y universal la
constituyen las comunidades de vida dentro de las que uno nace" dice Peter Berger
(1996). En estas condiciones ideales, la pertenencia a un grupo humano más o
menos amplio nos da también nuestro sentido de identidad y pasamos a formar al
mismo tiempo comunidades de vida y de sentido.
"En otras palabras, vivir en un mundo social es vivir una vida ordenada y llena de
sentido. La sociedad es la guardiana del orden y del sentido de la vida, no sólo
objetivamente a través de sus estructuras institucionales, sino también
subjetivamente, en la estructuración de las conciencias individuales" (Peter Berger,
1967)
Participar de la comunidad de sentidos de una sociedad normal, significa:
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Participar de una cultura común en que se establecen los significados
compartidos que permiten el accionar y la comunicación entre la gente,
formando simultáneamente una comunidad de vida. Al mismo tiempo, los
sentidos compartidos son vividos en las normas y valores necesarios para
convivir y relacionarse, estableciéndose las posibilidades para las metas de
vida futura.
Cuando la sociedad renace en nuevas generaciones, es justamente en esta
cultura de sentidos compartidos que se socializa a los niños y jóvenes para
así reemplazar a los mayores que dejan la fábrica de la sociedad, ocupando
los roles y estatuces que les correspondan.
También la socialización significa aprender a conocer las instituciones y
organizaciones de la sociedad, creadas para "liberar al individuo de la
necesidad de reinventar el mundo y reorientarse diariamente en él " (Peter
Berger, 1996), puesto que las instituciones --en su sentido antropológico-crean 'programas' para el manejo de la interacción social (con que se crea
el tejido social) y en la que se realiza la vida de cada individuo como su
currículum particular.
Como las instituciones actúan socialmente sólo por la buena voluntad de
quienes las actúan cotidianamente, se requiere de procesos y sistemas de
control social que determinan y aplican las sanciones correspondientes a
quienes cumplen las normas y valores fijados en primer lugar, cerrando el
círculo de la normalidad en la vida social.
4. El cambio social
Desde los orígenes de la humanidad, las sociedades humanas siempre han estado
cambiando, Heráclito pensaba precisamente que los cambios constantes eran los
rasgos más básicos de la naturaleza "Todo fluye" decía, por eso "no podemos
descender dos veces al mismo río". Hoy, al compararlo con el presente, vemos el
pasado como un lento transcurrir evolutivo, con cambios lentos y esporádicos,
mientras que actualmente el cambio en conocimientos, técnicas y en la sociedad se
da en tal magnitud que podríamos decir -- parafraseando al filósofo-- que nunca
una persona se despierta dos veces en la misma sociedad.
A modo de resumen: muchos de nuestros conocimientos que creíamos firmes y
sabidos hoy ya no lo son; lo que existe: natural, mecánico o técnico, o se
transforma o entra en obsolescencia, y aspectos sociales o institucionales que
dábamos por hecho, simplemente se transforman o están en plena transición y
cambio. Nada parece seguro, ni estable, ni imperecedero. Frente a tanta
transformación el ser humano o se deja llevar --siempre y cuando no se
comprometa su supervivencia-- o se constriñe, sufre, se tensiona, o se enajena de
su propia existencia como humano.
La visión de los pesimistas es que lo primero --dejarse llevar-- es imposible, porque
la vida cotidiana actual está tan preñada de transformaciones y cambios que nadie
tiene asegurada la supervivencia por medio del conocimiento práctico y el trabajo:
cualquiera puede ser reemplazado en cualquier momento. Todo un caldo de cultivo
de preocupaciones y neurosis.
Hace un siglo atrás ya Durkheim opinaba que el rápido cambio social es una de las
causas de los graves problemas de las altas tasas de criminalidad y desviación
social y describía el estado de anomia (sin normas) en el cual el pueblo, como
resultado de un cambio rápido, pierde su conexión con la sociedad y su fe en las
reglas sociales y en las instituciones.
En estas condiciones podemos apreciar la tensión sobre los siguientes procesos de
la vida social:
a). Cambio social y cultural.
Los factores del cambio: innovaciones, inventos, el pluralismo y las nuevas
prácticas para realizar las cosas de la vida cotidiana, hacen que los contenidos de la
cultura: lo que hasta aquí se había dado por hecho, lo que se sabía del mundo,
pierda su consistencia, su significado y/o su sentido común, de manera que para
muchas personas, especialmente jóvenes, las costumbres y normas heredadas de
sus antecesores dejan de tener sentido práctico para la vida, porque ven como más
efectivas y deseables las nuevas formas de hacer las cosas. Esta diferencia entre lo
antiguo o tradicional y lo moderno, lo podemos encontrar en actividades tales como
escribir "a máquina" o en un procesador de texto/computadora, batir a mano o con
batidora, lavar a mano o con lavadora, cocinar al horno o con horno microondas,
cosechar en la forma tradicional o con maquinaria, etc.
La "identidad" única y nacional lentamente es reemplazada por una pléyade de
identidades: locales, regionales, profesionales, deportivas, religiosas, políticas,
pragmáticas, etc., con sus propios sentidos de existencia, es decir, su propia
cultura, servidas por sus propios medios comunicacionales, y al final, su propio
mercado.
Los fenómenos del cambio han tocado profundamente a las prácticas culturales de
la educación, con la masificación de la educación ha que se ha dado lugar en las
últimas décadas, la revolución cognitiva que se ha dado en la década de los 90s, al
mismo tiempo que cambian las actitudes y valores frente a la disciplina, la
presentación personal y otras conductas. Los lectores deberían, en este punto,
examinar cuánto ha cambiado la educación y sus estilos pedagógicos en estos
últimos años y
si es posible-- evaluar críticamente sus resultados y su impacto.
"A los individuos les asalta a menudo la duda de si acaso no deberían haber vivido
su vida de una manera absolutamente distinta a como lo han hecho hasta hora."
Esto es vivido tanto como una apertura de posibilidades liberadoras, pero al mismo
tiempo como una presión para que una y otra vez busque el sentido de las nuevas
realidades que asaltan su vida. "la mayoría de la gente se siente insegura y perdida
en un mundo confuso, lleno de posibilidades de interpretación, algunas de las
cuales están vinculadas con modos de vida alternativos"(Peter Berger, 1996), pero
desconocidos e inciertos.
b). Cambio social y socialización
Siguiendo la línea argumental anterior, el cambio social hace inconsistente el
proceso de socialización. Por ejemplo, la familia y la escuela pueden estar
socializando hacia un tipo de costumbres valores y normas determinadas, mientras
que el grupo de pares y los medios de comunicación de masas y/o electrónicos
socializan hacia otros valores y normas de vida (como puede ser el caso actual de
la conducta sexual, en que se observa un desfase entre lo público y lo privado).
En el sector campesino nacional se observa este tipo de diferencias, especialmente
entre los jóvenes campesinos, que adquieren ciertos gustos por la música y la
vestimenta moderna, al mismo tiempo que aspiran a la vida urbana, mientras sus
progenitores rechazan ese tipo de valores y tratan de inculcar, valores y conductas
del tipo que ellos aprendieron cuando jóvenes. El choque generacional parece estar
impactando también a las escuelas donde los profesores de más edad, a menudo
en posesión de cargos de importancia, imponen sus criterios sobre las nuevas
generaciones de profesores y alumnos con evidente descontento de éstos, que han
sido socializados de otra forma.
c). Efecto sobre Roles y Estatuces.
El reconocimiento automático de los roles y la jerarquía de los estatuces,
normalmente precisos y claros, se hacen difusos e inseguros. En el caso de los
roles, algunos de ellos pierden importancia social, como los oficios del turronero y
el herrero; en el ámbito político se observa la pérdida de importancia del cargo de
diputado y de los concejales, a la vez que cambia completamente la importancia del
Alcalde que hoy es una figura central en el desarrollo local, etc., lo mismo que otros
roles ganan en importancia: la secretaria ejecutiva y otros roles son completamente
nuevos, como el ingeniero en computación. Por su parte el estatus, como fenómeno
adscrito, se hace inseguro, como cuando nos dirigimos a algunos pastores de
iglesias protestantes que en el pasado no tenían estatus público alguno pero que
hoy comienzan a ganarlo. Por lo tanto parte de la sociedad percibe que los cambios
amenazan su lugar en la sociedad, al mismo tiempo que parte de la sociedad pierde
la percepción de los límites de los campos de competencia y dominio de las
instituciones usualmente reconocidas por todos.
d). Cambio Social e Instituciones.
En lo que habríamos considerado una sociedad "normal", las instituciones, tanto
sociales como culturales, nos dice Peter Berger, "son sustitutos de los instintos:
permiten la acción sin que haya necesidad de considerar todas las alternativas;
muchas interacciones sociales de importancia societal tienen lugar en forma casi
automática" La modernidad con su novedad y su pluralidad trae nuevas y distintas
posibilidades de interpretación y acción de nuestras instituciones más comunes. Así,
las instituciones se desdibujan en breves lapsos de tiempo: algunas se disuelven,
otras se transforman, algunas permanecen poco tocadas, y nos obliga a buscar
formas de entenderlas a-nuevo en nuestro diario vivir. Por ejemplo, los diarios
tuvieron una importancia muy grande hasta el advenimiento de la radio como
institución de las comunicaciones. Luego fue esta última la que se convirtió en la
reina de las comunicaciones de masas, solo para ser desplazada por la TV.
¿Amenazan hoy el "cable" y el Internet a la TV? Podría ser que sí. Del mismo modo
se están produciendo profundos cambios en lo que institucionaliza el sistema
escolar, la defensa, la policía, las religiones (hoy, en plural), etc. en las
instituciones sociales. La mismo ocurre con las instituciones netamente culturales, -por ejemplo-- hoy tenemos una cueca urbana, con cierto aire de jazz e
interpretada con instrumentos electrónicos y muy modernos, ¿se baila, o es solo
para escuchar? ¿pueden degustarla los "viejos"? ¿pertenece al folclor? (¿?).
Estos y otros cambios culturales puede que alteren nuestra subsistencia y aún la
supervivencia, provocando severas tensionalidades en quienes las viven. "El
pluralismo sugiere constantemente alternativas; las alternativas obligan a la gente
a pensar, y el acto de pensar socava los cimientos de todas las versiones de un
"viejo y añorado mundo", esto es, el supuesto de su incuestionada existencia",
sentencia Berger.
e). El control Social y el cambio social.
Al mismo tiempo, el control social tradicional se hace inefectivo especialmente
cuando nuevas normas comienzan a ser aplicadas como consecuencia de la
aparición de nuevas instituciones. Naturalmente, ante una nueva normatividad, el
sistema social debe aprender a sancionar esas normas correctamente, pero, ¿cómo
hacerlo cuando las nuevas normas aun no se instalan completamente?
Por otro lado hay que recordar que el Cambio Social representa el lado conservador
del Sistema social, porque el esfuerzo por mantener estables las instituciones
conforme a la tradición normativa "establecida" (valga la redundancia), va a evitar
la aceptación libre y espontánea de las iniciativas de los actores por innovar en sus
acciones más significativas socialmente. Siempre "alguien" va a pensar que se esta
actuando mal o incorrectamente.
En suma, todo el sistema social se transforma lentamente adaptándose a las
transformaciones que hayan ocurrido tanto en el entorno (desde donde se
comunican cambios) como en el interior mismo del sistema. A veces son las formas
de comunicación entre el sistema y el entorno las que a su vez cambian, lo que
debe tenerse muy en cuenta.
Debido a la forma en que se producen estos procesos de cambio es que las Ciencias
Sociales ponen mucha atención en los procesos de reintegración social. El
profesional moderno que en razón de sus actividades tienen que tratar con el
público amplio o la sociedad en su totalidad, debe saber percibir, tanto a quienes se
adaptan bien a los cambios, como también a aquellos sectores que no se adaptan o
lo hacen en forma deficiente y lenta, con consecuencias de carácter psicosocial, por
inadaptación o inadaptación, o por rechazo abierto a las nuevas formas de vida. Al
mismo tiempo que hay que poner atención en las tensionalidades que se originan
en la necesidad de readaptarse (poniendo atención sobre los conflictos que se
originan por inadaptación y por aspiraciones insatisfechas).
El contexto nacional
Recurrimos nuevamente a la Crónica de LA TERCERA, esta vez del 8 de Octubre de
1998, donde se informa que las enfermedades depresivas
...Representan un tercio de atenciones en consultorios Chile tiene
millón y medio de depresivos. Un millón 482 mil 171 chilenos
presenta trastornos depresivos al menos una vez en la vida.
Ministerio de Salud y el Colegio Médico iniciaron plan gratuito en
atención primaria.
Se agrega que éste es un trastorno común:
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En personas mayores de 15 años, el mal afecta al 16 por ciento de la
población.
La depresión afecta a dos mujeres por cada un hombre. Principalmente la
sufren aquellas cuyas edades están entre los 25 y 45 años.
La mayoría de los casos surgen por efecto de sobreexigencias laborales o
estrés agudo.
Uno de cada 10 casos son hereditarios y muy severos. De ellos, el 10 por
ciento puede intentar suicidarse.
Como otras enfermedades, la depresión también ha sido
llamada "la epidemia del siglo". Y si nos remitimos
estrictamente a las numerosas consultas que se realizan por
este motivo en los servicios de atención primaria, se confirma
la creencia. El 30 por ciento de las atenciones en los
consultorios municipales corresponde a síndromes depresivos.
Si se considera que durante todo el año pasado los
consultorios realizaron 10 millones 680 mil atenciones, la no
despreciable suma de tres millones 200 mil consultas fueron
por trastornos depresivos. Vale decir, es la enfermedad que
mayor número de consultas ocasiona al año.
Del total de la población (desde recién nacidos hasta
ancianos) un 10 por ciento presenta trastornos depresivos
alguna vez en su vida, es decir, un millón 482 mil 171
chilenos.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) elaboró en el año
1990 un ranking con 15 ciudades del mundo y Santiago
resultó ser la que tiene mayor número de consultas por
depresión. De 100 consultas, 30 son por esta causa, mientras
que en Río de Janeiro y Manchester llegan a 16 y en Nagasaki
no alcanzan las tres.
El Colegio Médico y el Ministerio de Salud manifestaron ayer
su preocupación por esta creciente enfermedad que, a juicio
de los especialistas, es motivada por presiones excesivas en el
ámbito laboral, por la competitividad, el consumismo y
factores emocionales.
5. El trasfondo del cambio: Angustia y Ansiedad
La angustia y la ansiedad no son lo mismo que la depresión, pero sí son fenómenos
que de persistir en el tiempo, en una persona, pueden causar cuadros depresivos
desagradables.
Para Armando Roa el tema de la angustia y la ansiedad es posible también como un
tema antropológico --aparte de concretamente médico-- en que es posible ver las
huellas del paso de la Modernidad a la Postmodernidad.
Es importante tener en cuenta, eso sí, que el autor esta hablando de lo que él llama
la angustia normal, la que sufre cualquier persona ante cualquier vicisitud de su
vida, diferente a la angustia patológica que es la que usualmente encuentran y
tratan los psiquiatras, y de la que por lo tanto, están más acostumbrados a hablar.
La angustia es consustativa al hombre y la ha acompañado vivamente a lo largo de
la historia como un sentimiento connatural al ser humano, que surge cada vez que
se toma conciencia de una alteración posible o real en el orden de cosas en que nos
hemos acostumbrado a vivir, o "cuando se es embargado por algo irremediable que
ha sucedido o puede suceder, y que de un modo u otro cambia o cambiará para
siempre la existencia hasta entonces llevada..." (Armando Roa, 1995) haciéndonos
perder algo que es único e irrepetible, como el afecto de una persona que se va, un
bien, un momento o
Para Armando Roa, la angustia testimonia, más allá de todas las teorías filosóficas,
la individualidad real y autónoma de los seres humanos, y la consistencia tangible
de nuestra propia individualidad.
Es un sentimiento que nos individualiza e individualiza a los otros a los cuales
echamos de menos, convirtiéndolos en yo, tu, ellos.
De manera que la angustia ha estado con los seres humanos desde la prehistoria y
hasta el desarrollo de la historia moderna de los pueblos de la tierra
acompañándonos cada vez que alguna alteración nos recuerda de nuestra fragilidad
frente a los cambios o transformaciones de nuestro entorno, pero como un
reforzamiento de nuestra vinculación con otros seres humanos que con su confort o
su apoyo puede aliviarla o simplemente hacerla desaparecer. En suma una forma
de reacción humana ampliamente reconocida por artistas y filósofos, entre otros.
Diferentes es el papel de la ansiedad para Armando Roa, la que "es un desasosiego
íntimo ante la necesidad de desprenderse rápidamente de la situación en que se
está, a fin de abordar la próxima y ello en una larga cadena; o bien el deseo
vehemente de alcanzar algo Así, el hombre actúa en su vida diaria apresurado por
terminar lo de ese momento para emprender lo que siga." Agregando que las
presiones del mundo moderno desencadenan ansias por obtener bienes o por
mostrar consumos cuya principal característica es que son productos y eventos
efímeros que sólo dejan la ansiedad de obtener o usar los siguiente, "por deber o
novedad, sin que haya verdadero gozo en retener por un tiempo suficiente el
instante que se vive.
Roa nos dice finalmente que la psiquiatría clásica distingue angustia y ansiedad,
sólo que la primera "se alojaría más en los estratos corporales": como constricción
pectoral, taquicardia, dolores torácicos, etc., mientras que la ansiedad se evidencia
más en los psíquico, como un sentimiento, y que le llama la atención "que lo
conocido hace cuarenta años como neurosis de angustia (gran ataque de angustia,
angustia somatizada), haya dejado imperceptiblemente el paso a una nueva
nomenclatura y en los últimos decenios se hable de neurosis de ansiedad, de
estados de ansiedad, de ataques de pánico, y que el vocablo angustia se haya ido
como eclipsando lentamente". (Roa, 1995:74) Salta a la vista que la ansiedad es
un mal de la (pos)modernidad carente de la connotación de estado normal o
natural del ser humano si se la compara con la angustia, porque es la ansiedad la
que está presente en cada una de las preocupaciones y miedos que resultan de los
cambios de la vida moderna.
Si interpretamos bien a Armando Roa, nos parece que los estados de angustia eran
"normales" en una sociedad en que la vida individual era más regida y orientada
por normas y valores de "lo colectivo", que, además, fluía por causes más lentos en
lo que respecta al cambio social, mientras que la ansiedad es el producto de una
forma de vivir mucho más individualista, que a su vez transcurre y cambia
aceleradamente, haciendo todo más efímero y eventual.
¿Cómo superar estos estados de ansiedad neurotizante?
La respuesta no parece ser muy esperanzadora. "Para los modernos sólo hay
felicidad ocasional, ambigua, incluso 'dolorosa felicidad' , porque las estructuras
básicas de su época, los ámbitos en que viven su vida, y las percepciones que han
llegado a tener de si mismos, así lo determinan"(J.J.Brunner, 1994:102) Como
correspondiendo con la postura de Armando Roa sobre la ansiedad que se ubica
más en lo psíquico que en lo corporal, Brunner ve las posibilidades de felicidad -que aquí vemos como posibilidades de una vida sin tensiones neurotizantes-- más
bien como un camino interior, individual, es decir, orientado hacia el ser psicológico
"que depende más de una actitud interior que de los acontecimientos de la vida,
siendo una posibilidad abierta a la voluntad del hombre y algo que se puede
cultivar"(J.J. Brunner, 1994:103) el que a su vez es un producto de la modernidad,
porque es un producto ofrecido por el "mercado de la autoconciencia", pero que no
deja de ser concebida como un estado evanescente, un "momento logrado de
subjetividad".
Sería agradable poder terminar este trabajo sugiriendo caminos o remedios claros
para evitar dejarse llevar por una época neurotizante, pero es fácil darse cuenta
que hay todo un mercado para esos temas. Más bien, parece más útil para el
mundo de las ciencias sociales y humanas en que nos desempeñamos, sugerir que
deberíamos estudiar y examinar con más ahínco y disciplina al conjunto de
personas felices que nos rodean. Nos parece que, examinándolos nos daremos
cuenta que se toman la vida con calma, sin correr por alcanzar sus metas; que
comparten más profunda y cualitativamente con los demás, que aquellos
triunfadores y vencedores que toman a la gente sólo como un medio para alcanzar
sus efímeras metas personales; que disfrutan de todo lo que esta a su alcance y les
agrada
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