Pon tu propia vida sobre el Altar de Dios

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“En Memoria de tan maravilloso Apóstol, Gracias por todo lo que nos dejaste, siempre te
recordaremos”
Pon tu propia vida sobre el Altar de Dios
Por: Apóstol Randy MacMillan
www.comunifecali.org
Una y otra vez Dios nos está llamando a la santidad.
Dios quiere una iglesia sin mancha, que se purifique, que se guarde para Él, ofreciéndose sin
reservas.
Un cristiano le estaba preguntando a Dios: - Señor, ¿Dónde está el fuego de tu poder para mí?,
¿Por qué no me están pasando cosas en mi vida que yo quiero ver?
Dios le contestó: - ¿Y dónde está mi sacrificio? Mi fuego no cae sobre un altar vacío. El altar de
Dios requiere sacrifico o el fuego no va a caer. Si tú no has visto el fuego de Dios caer sobre tu
vida es porque no has puesto tu ser completamente sobre el altar.
Tú eres a quien Dios busca
Cuando se habla de presentar sacrificio al Señor hay cristianos que piensan: “yo no tengo nada
que ofrecer”, ¡Ofrécete a ti mismo! “Hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que
presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios” (Romanos 12:1).
Presentarnos a nosotros mismos: Nace de una decisión personal, de caminar agradándole al
Señor en todo cuanto pensamos y hacemos.
Lo que Dios quiere de ti no es un cuerpo muerto que ya no funciona, sino un cuerpo que sigue
viviendo, pero que está totalmente entregado en sumisión a su servicio. No es que tú dejes de
existir, sino que Dios tenga control total de tu cuerpo vivo.
Él quiere un corazón obediente y una fe total. Él está más interesado en el corazón de sus hijos
que en sus habilidades y conocimientos. Quiere cristianos que mantengan el gozo y la esperanza
en las dificultades; que conserven la paz y el dominio propio en medio de las tensiones. Dios
quiere algo más que carisma y popularidad; él está buscando verdadera santidad. Esa que tiene
que ver con la pureza de corazón.
Tú obediencia es el mejor sacrificio
Tú y tu obediencia son el mejor sacrificio que puedes presentar al Señor: “Más le agrada al Señor
que se le obedezca, y no que se le ofrezcan sacrificios y holocaustos; vale más obedecerlo y
prestarle atención que ofrecerle sacrificios y grasa de carneros” (1 Samuel 15:22).
La palabra obediencia en el hebreo original significa "escuchar a", "oír", y literalmente era tomado
como "oír bajo". Así que otra persona arriba te da una órden y tú la oyes y la cumples. Por ejemplo,
el general que da al orden al coronel y este al mayor y así sucesivamente.
La obediencia nos expresa la manera en que Dios quiere que nosotros oigamos su voz, y estemos
atentos para actuar conforme a su perfecta voluntad.
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“En Memoria de tan maravilloso Apóstol, Gracias por todo lo que nos dejaste, siempre te
recordaremos”
Si tú quieres oír al Señor dos veces, tienes que obedecer la primera vez que lo escuches.
Si tú me dices:
-“es que Dios no me habla”, o: “pastor es que yo no he oído la voz de Dios por mucho tiempo”,
¿Sabes cuál es la pregunta del pastor Randy? Muy sencillo
-¿Cuál es la última cosa que Dios te mandó a hacer la última vez que lo oíste? -“¡Ah! es que él me
dijo…
“
-¿y lo hiciste?
-“No, es que”….
Dios nos pide a veces cosas tan sencillas que nosotros no le damos importancia. Él lo hace así
para ver quiénes lo obedecemos en las cosas sencillas. Es el principio del siervo fiel o infiel, que
encontramos en Lucas 16:10: “El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel; y el que en
lo muy poco es injusto, también en lo más es injusto”, y en Mateo 25:21: “Su señor le dijo: "Bien,
buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré. Entra en el gozo de tu señor".
Al siervo que fue fiel en lo muy poco, Dios le bendijo con más, el siervo que fue fiel en lo muy poco.
La prueba de Dios es que lo que Él te pide hacer es tan pequeño que tú ni le das importancia y
esto es de lo que depende que Él te pueda seguir hablando, guiando y confiando sus riquezas y
sus secretos.
La obediencia te aleja de los planes de Dios para tu vida
En el capítulo 15 de 1 Samuel podemos ver claramente cómo la desobediencia puede alejarnos de
los planes del Señor: Dios rechazó a Saúl como rey de Israel porque Saúl había desobedecido sus
órdenes: “Saúl rechazó el mandato del Señor” 1 Samuel 15:26.
Veamos la historia detallada: En el vs. 3 Dios había dado al rey Saúl un mandato claro y estricto:
destruir a los amalecitas junto con todas sus posesiones.
Vs. 9: Pero dicen las Escrituras que Saúl y su ejército dejaron con vida al rey de los amalecitas:
Agag y lo mejor de su ganado, y que sólo destruyeron lo que era inútil y de poco valor.
Vs. 11: Por la desobediencia de Saúl Dios dijo: “Me pesa haber hecho rey a Saúl porque no ha
cumplido mis órdenes”.
Vs. 13-15: Cuando a la mañana siguiente Samuel encuentra a Saúl, lo primero que Saúl afirma es:
“Ya he cumplido la orden del Señor” Pero la orden del Señor había sido destruir a los amalecitas
junto con todas sus posesiones no dejar vivos a los animales, de manera que el profeta Samuel
pregunta: “¿qué significan entonces esos balidos de ovejas y esos bramidos de toros que estoy
escuchando? (vs. 14) Y Saúl culpa a la gente: “la gente ha conservado las mejores ovejas y los
mejores toros para ofrecerlos en sacrificio al Señor tu Dios” (vs. 15).
Vs. 18-19: Samuel le deja muy claro a Saúl que sí ha desobedecido: “si el Señor te envió con la
orden estricta de destruir a los amalecitas, y de acabar con ellos ¿por qué desobedeciste sus
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“En Memoria de tan maravilloso Apóstol, Gracias por todo lo que nos dejaste, siempre te
recordaremos”
órdenes?” (vs. 18-19). Vs. 20-21: Pero nuevamente Saúl culpó a los demás: “Yo obedecí las
órdenes del Señor, y cumplí la misión que él me encomendó: he traído prisionero a Agag, rey de
Amalec, y he destruido a los amalecitas. Pero la tropa se quedó con ovejas y toros, lo mejor de lo
que estaba destinado a la destrucción, para sacrificarlos en honor del Señor tu Dios en Guilgal” (vs.
20-21).
Entonces se revela algo del corazón de Saúl: él no tenía un corazón conforme a Dios, sino para la
gente: Vs. 24: “Entonces Saúl dijo a Samuel: --Sí, he pecado, pues pasé por alto la orden del
Señor porque tuve miedo de la gente y atendí su petición”.
Obedecer no es hacer lo que nos parece bien, sino obedecer de alguien superior a nosotros.
¿Quién tiene más peso para la toma de tus decisiones, el Señor, tus propios deseos y opiniones, lo
que piensan las otras personas?
Nuestra obediencia debe ser primero al Señor, y nuestro corazón debe inclinarse a Su voluntad, lo
contrario nos aleja de los propósitos perfectos que Él tiene para nuestra vida.
Esto se aplica a tu vida en todo tipo de situaciones: en tu casa, en tu trabajo, en tus estudios;
también en la iglesia. Hay una cadena mando y autoridad y obedecer es llevar a cabo las órdenes
que se están dando.
El sacrificio que presentamos debe costarnos algo
Sacrificio significa que viene de mí, es lo que yo doy, es lo que yo hago, es lo que me cuesta a mí,
algo precioso para ofrecer al Señor.
Para que algo en mi vida se constituya en un sacrificio de verdad debe costarme. Esto es
exactamente lo que demostró el rey David en 1 de Crónicas 21:22-26, cuando quiso comprar las
tierras de Ornán jebuseo para construir allí un altar al Señor:
1 de Crónicas 21:22-26: “dijo David a Ornán: Dame este lugar de la era, para que edifique un altar
a Jehová; dámelo por su cabal precio… Y Ornán respondió a David: Tómala para ti… y aun los
bueyes daré para el holocausto, y los trillos para leña, y trigo para la ofrenda; yo lo doy todo.
Entonces el rey David dijo a Ornán: No, sino que efectivamente la compraré por su justo precio;
porque no tomaré para Jehová lo que es tuyo, ni sacrificaré holocausto que nada me cueste”
Nuevamente las Escrituras manifiestan el corazón egoísta de Saúl: él estaba dispuesto a sacrificar
pero cosas que no le habían costado. Ofrendas de otros. En cambio, David, líder y pastor estaba
dispuesto a sacrificar todo lo que tenía para comprar el terreno que Dios quería para su altar.
Saúl quiso tomar y dar al Señor el sacrificio de los otros en vez de dar lo de sus propias finanzas,
sus propios bienes. Esto puede pasarle también al cristiano, al líder y al ministro: que el pueblo
traiga sus ofrendas, diezmos y sacrificio y el líder piense “Bien, todo esto lo hemos dado como
iglesia” pero ¿qué ha sacrificado el líder, qué ha dado el pastor, qué le ha costado a él?
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“En Memoria de tan maravilloso Apóstol, Gracias por todo lo que nos dejaste, siempre te
recordaremos”
Cuando tú presentas un sacrificio verdadero en el altar del Señor. Cuando tu sacrificio te cuesta, el
resultado es que Dios responde enviando Su fuego sobre tu holocausto:
1 Crónicas 21:25-26 “Y pagó David a Ornán por aquel lugar el peso de seiscientos siclos de oro y
edificó allí David un altar a Jehová, en el que ofreció holocaustos y ofrendas de paz, e invocó a
Jehová, quien le respondió por fuego desde los cielos en el altar del holocausto”.
Cuando me es difícil obedecer
Si tú reconoces que tienes dificultad en obedecer la respuesta está en Filipenses 2:13: “porque
Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad”.
Recuerdo cuando Dios me hizo su llamado para Colombia. Yo no quería salir de mi país. Era para
mí un sacrificio grande dejar mi familia, mi país y todo lo que había conocido hasta entonces para ir
a otra nación. Así que hice esta oración cada día por casi dos años: Señor, yo no quiero ir a otra
nación. No quiero servir como misionero o ministro en otra nación. Quiero quedarme aquí en mi
país. Pero te doy permiso de obrar en mí y crear en mí el querer como el hacer de tu voluntad
perfecta.
Con esta oración yo estaba siendo transparente reconociendo ante Dios que en mí había esta
rebelión, pero pedí a Dios que me ayudara a querer hacer lo que Él quería. Y como Dios no quiere
violar nuestro libre albedrío y yo le había dado el permiso de obrar en mí, Él cambió mi corazón y
me dio el querer y el deseo de hacer con gozo Su voluntad, que fue venir a Colombia y servirle
aquí.
También Efesios 2:1-5 nos habla del espíritu de desobediencia y rebelión que debe ser crucificado
en nuestro corazón para permitir surgir y edificar los 9 aspectos del fruto del amor de Dios en
nosotros (Gálatas 5:22).
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