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CARTA ABIERTA DE LA RED OILWATCH
A LOS PARLAMENTARIOS ALEMANES
20 de septiembre del 2010
Oilwatch es una red internacional que ha dado seguimiento a los impactos de las
operaciones petroleras particularmente en ecosistemas tropicales y encuentra que estas
operaciones son siempre desastrosas para las comunidades locales, contaminan las
aguas, afectan las condiciones del clima locales y globales, provocan militarización y
violencia y someten a los países a modelos de dependencia difíciles de superar. En esta
medida la propuesta ecuatoriana Yasuni-ITT es un acto de justicia del cual pueden y
deben ser parte también la comunidad internacional.
Cuando en junio del 2008 el parlamento alemán sacó su resolución de apoyo a la
iniciativa Yasuní-ITT abrió la posibilidad de que por primera vez en la historia se haga una
relación directa entre los hechos que provocaron la crisis climática y las decisiones para
evitarla.
Sin embargo la reciente declaración de Ministro Federal de Desarrollo y Cooperación
Económica, Dirk Niebel, abre una crisis que, de todas maneras, puede resultar en una
oportunidad para discutir temas de fondo: ¿Cómo enfrentaremos la crisis climática?
¿Cuáles son las responsabilidades Norte-Sur con relación a la crisis?¿Cómo evitar
nuevas formas de despojo? ¿Cómo enfrentaremos la aceleración de la producción y el
declive petrolero?
La decisión inicial del parlamento alemán motivó la realización de estudios a cargo de
varias ONG como la alemana GTZ. Sin embargo ninguna de estas investigaciones
procuró responder preguntas como las planteadas arriba pues se limitaron a analizar la
viabilidad de la iniciativa Yasuní-ITT dentro de las actuales negociaciones del clima sin
reconocer la verdadera fuerza de la propuesta. Con ella Ecuador le da al mundo la
posibilidad real de evitar la emisión de enormes cantidades de gases con efecto
invernadero provenientes de combustibles fósiles y por esto espera que el mundo la
reconozca, sea solidario y aporte para la consecución de tal iniciativa.
En el escenario internacional sobre la crisis climática los contaminadores, los bancos y las
empresas responsables de la misma, han invertido tiempo y dinero para transformar los
problemas reales de destrucción de ecosistemas, contaminación, enfermedades y
desastres climáticos, a discusiones virtuales sobre moléculas de carbono y finanzas, que
casi nadie alcanza a entender. De esta manera distraen las soluciones y las sustituyen por
una serie de evasivas muchas veces no solo inviables o absurdas sino también perversas.
La fortaleza de la iniciativa Yasuní-ITT ha sido siempre mantenerla como una propuesta
por fuera del mercado del carbono y de REDD, ajena a las negociaciones impulsadas bajo
el protocolo de Kioto. Tal y como fue concebida se trataba de una idea nueva que irrumpía
en el escenario internacional con un lenguaje y propuestas diferentes y con claros y
efectivos resultados.
Las pretensiones de vincular la propuesta Yasuní a REDD, no contribuye al éxito de la
misma. Al contrario, siembran dudas, pues REDD -y su probable versión nacional
SocioBosque-, no cumple ni con las expectativas de las organizaciones indígenas ni
sirven para solucionar el problema del clima. Las críticas además señalan que podrían
acarrear pérdida de derechos colectivos de las comunidades involucradas e incumplen el
espíritu y letra de la Constitución ecuatoriana que reconoció a la naturaleza como nuevo
sujeto de derechos (Art. 10 y 71) y que en tanto sujeto dice: “..los servicios ambientales
no serán susceptibles de apropiación” (Art. 74).
No hay que confundir el pragmatismo de hacer viable la iniciativa a toda costa con la
renuncia a los principios sustantivos de la misma. Acomodar la propuesta a los
mecanismos que no paran de recibir criticas y que sabemos son ineficientes y generan
nuevas formas de despojo, es empobrecer y limitar una buena posibilidad.
La propuesta Yasuní-ITT es la mejor oportunidad porque justamente es alternativa a las
que han estado en la mesa de las negociaciones. Además, permite hablar de derechos, y
de biodiversidad y clima en un contexto de extracción de petróleo, incluso fortalece las
posiciones de quienes quieren evitar la deforestación, pues hacen innecesarias las
carreteras, la construcción de infraestructura y otras formas de ocupación de los bosque,
causas directas de la pérdida de bosques.
También es una oportunidad para discutir las nuevas tendencias resultantes del declive
petrolero y sus efectos como son los impactos de las actividades hidrocarburíferas en
mares ultraprofundos o los de la extracción de crudos extrapesados, así como las
consecuencias de las exploraciones sobre territorios de los últimos pueblos libres,
arrinconados por las amenazas que se ciernen sobre ellos. Los efectos del derrame en el
Golfo de México demuestran la irracionalidad de continuar con operaciones en zonas de
alto riesgo y revelan amenazas que ponen en peligro la estabilidad planetaria. La
propuesta Yasuni-ITT es sin duda el primer paso para la consecución de zonas en donde
debe estar vedada a perpetuidad la extracción petrolera para proteger la biodiversidad y
los derechos de los pueblos libres, pero sobre todo para el necesario cambio de
paradigma hacia sociedades no petroleras.
Oilwatch pone a disposición del parlamento alemán información sobre los impactos de las
operaciones petroleras, las formas de operar, las consecuencias para los pueblos, la
relación del petróleo con la crisis climática, a fin de recordar que la verdadera amenaza a
los derechos, biodiversidad y el clima son las operaciones petroleras.
Los parlamentarios alemanes tienen ahora la posibilidad de ser determinantes en la
defensa de los pueblos y el planeta con un apoyo claro y decidido a la iniciativa YasuniITT.
RED INTERNACIONAL OILWATCH
[email protected] - [email protected] – www.oilwatch.org
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