£1 impacto de la Ilustración y de la Revolución Francesa en la vida

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£1 impacto de la Ilustración y de la
Revolución Francesa en la vida de México.
Finales del siglo XVIII
“1793 en Guadalajara”*
Carmen Castañeda
E l Colegio de Jalisco
Advertencia
El caso del ilustrado doctor Juan Antonio Montenegro y su
inclinación por-las ideas de la Revolución Francesa ha sido
estudiado por dos personas, por Nicolás Rangel en la intro­
ducción a la obra Los precursores ideológicos de la guerra
de Independencia. 1789-1794,1 donde señala, a grandes ras­
gos, la denuncia en contra del doctor Montenegro, y destaca
sus ideas a favor de la república que permiten calificarlo como
un precursor de la Independencia de México. Más tarde, Raúl
Cardiel Reyes también se ocupó del doctor Montenegro en
dos obras, primero en Del Modernismo al Liberalismo. La
Filosofía de Manuel Gorrino,2 y después en La primera
conspiración por la Independencia de México.3 En estas dos
obras estudia “el proceso del Tribunal de la Inquisición en
contra de Juan Antonio Montenegro en el que se vio envuelto
*
Trabajo presentado en el IV Coloquio de la Federación Internacional de Estudios sobre
América Latina y el Caribe. L’Amérique Latine Face a la Révolution Française,
organizado por la Association Française des Sciences Sociales sur l’Amerique Latine.
París, 28,29 y 30 de junio de 1989.
Gorriño, que pone de manifiesto la primera conspiración por
la independencia del país”.4
Hoy quiero revisar el expediente del proceso seguido por
el Tribunal de la Inquisición en contra del doctor Juan Antonio
Montenegro que se encuentra en el Archivo General de la
Nación5 para ver las ideas que profesaba el doctor Montene­
gro y que fueron denunciadas. Averiguaré cual fue su forma­
ción intelectual en los colegios de Guadalajara y de la ciudad
de México. También investigaré el ambiente dé Guadalajara
en 1793 que lo motivó a regresar a esa ciudad. Después
examinaré los libros que leía y que le fueron recogidos por el
tribunal de la Inquisición. Todo este análisis me permitirá
poder explicar sus ideas ilustradas y la influencia de la Revo­
lución Francesa en su pensamiento.
1. Acusación en contra de Juan Antonio Montenegro6
En la tarde del 4 de octubre de 1793 en la ciudad de México,
don Manuel Velasco denunció a don Juan Antonio Montene­
gro ante el Marqués de Castañiza, comisario de corte del
Santo Tribunal de la Inquisición, porque Montenegro había
declarado: “en cualquiera religión se puede uno salvar”, y la
“religión es una pura política de que se han valido los hombres
para sujetar a los pueblos”.
Velasco era compañero de Montenegro en el Colegio Real
de San Ildefonso y opinó que la primera proposición se basaba
en la lectura de “la obra titulada Memorias de la virtud en que,
según él le dixo, se hacía en ella relación de una niña virtuosa,
aunque no Christiana, decía, que en otras religiones también
podía haver virtud sólida, y que no era posible que las
personas que la practicaban quedasen sin premio y no se
salbasen”.
Otra proposición de Montenegro se refirió a que “algunos
de los sumos pontífices no havían sido electos canónicamente
porque sus elecciones havían sido por empeños de los reyes
y no por el influxo del Espíritu Santo, y sin envargo, estos
sumos pontífices decidían y definían en las cosas de la fee lo
mismo qué los demás”. Montenegro había comentado todas
estas proposiciones con otros dos compañeros, con don Ma­
nuel Gorriño7 y con don Luis Gonzaga Sagazolá y en la casa
de Gorriño, quien vivía en el portal de la Sangre de Cristo,
calle segunda, número seis.
Velasco agregó que Montenegro le había informado “que
se trataba en México de una conjuración contra la corona; que
estaban ya alistados para ella...docientas o trecientas perso­
nas; que entre ellas le nombró a don José María Contreras...
y a don Andrés Tagle...” Montenegro añadió que en la conju­
ración “havía un coronel” y “personas de carácter..., que a uno
de ellos le tenían ofrecido los colonos yngleses seis mil
hombres”.
El plan de la conjuración que Montenegro comunicó a
Velasco era el siguiente:
viniendo los colonos por los ríos que se desembocan al mar, para no
desembocar en ningún puerto, sorprender en el tiempo en que los
españoles estuviesen más descuidados, y con mayor ardor y empeño
en la actual guerra contra los franceses porque éste era el tiempo más
oportuno.
Montenegro informó además “que algunos literatos...
havían hecho algunos papeles en que se contenía el plan en
que havía de quedar este reyno y varias razones que se
alegaban para mover a los americanos a la empresa”. Ese plan
era el de república libre, dividida en doce provincias, y en cada una
de ellas un diputado; que en medio del reyno se havía de formar una
ciudad que fuese la corte... y en que residiesen los sujetos que
representasen la república. Que éstos habían de ser temporales y
electos en cierto tiempo. Que concluido el de sus empleos serían
premiados a proporción de su mérito con tierras u otras cosas. Que el
suelo que havían de gozar los que compusiesen la república era de
doce mil pesos anuales y que esta cantidad, aunque ahora parece
corta, entonces sería suficiente por las diversas sircunstancias en que
se hallaría el reyno en que serían más varatos los efectos, pues se
havrían de establecer fábricas y fomentar las ciencias y las artes.
Que se establecería un erario público, de donde se pagasen los
maestros que para las ciencias y artes se havían de traer... de Francia
o Ynglaterra;... Que de los fondos de este mismo erario se havían de
costear las fábricas de una famosa catedral y las demás necesarias
para las ciencias y las artes. Que de cuenta de este mismo erario se
havían de trabajar las minas que se dice hay por el norte. Que se havía
de abrir comercio con Ynglaterra, y replicándole el que declara, que
parecía inútil este comercio, supuesto que aquí havía de haver quanto
fuese necesario; y que por otra parte de este modo no se evitaba la
estración de reales, le respondió; que no havría tal estración porque
se compensaría el dinero que ellos llevasen por los efectos que
vendiesen a los americanos con el que dejasen por los que ellos
comprasen a éstos.
Que las razones con que se havría de persuadir a los americanos
a esta empresa... eran éstas. La utilidad grande que resultaría a la
América, pues sería este el reyno más feliz por tener las mejores
proporciones, ya por razón de los terrenos y temperamentos para los
frutos y efectos, ya también por razón de la havilidad de los naciona­
les para las ciencias y las artes. Que en esto no se hacía ninguna injuria
a los reyes porque no tenían justo título para poseer estas tierras, que
havían tomado por fuerza. Que tampoco impedía el juramento de
fidelidad hecho en la proclamación de los reyes, porque ¿quién tenía
facultad para poner la voluntad de todos en la de el alférez real, que
es el que hace este juramento? Que por otra parte los vasallos sólo
están obligados a guardar fidelidad a los reyes quando éstos consultan
a su bien; pero que los de España sólo havían sido unos tiranos de los
americanos, poniéndoles unas alcabalas y contribuciones quantiosas
y estrayéndoles crecidos caudales; que miraban esta tierra como un
granero. Que jamás se havían establecido academias públicas, ni
fomentado las ciencias ni las artes; desde luego porque los america­
nos no abriesen los ojos y quisiesen sacudir el yugo como lo hicieron
los colonos.
Que esta sería una ación gloriosa por ceder en beneficio de la
Patria. Que para promover estas razones y exitar el pueblo a la
revelión se proclamaría la libertad y se publicarían bandos.
Velasco prosiguió con su denuncia al día siguiente en la
mañana. Informó que “sobre la religión que se havía de seguir
en el estado que quedase este rey no”. Montenegro le dijo que:
quedaría la religión católica, y se haría juramento de ovediencia al
sumo pontífice; pero que se impetraría de su santidad permiso para
casarse los eclesiásticos por ser esto conducente para la mayor
propagación y aumento de la nueva república.
Sobre el último punto, Montenegro había dicho:
que sería conveniente que en las Américas se dispensase a los
eclesiásticos el poderse casar por la escases de la gente y para mayor
aumento del reyno. Que también tiene especie que alegaba para esto,
que desta suerte y con este permiso estarían menos expuestos los
eclesiásticos a faltar en la castidad.
En otra ocasión, “tratándose de Boltayre”, Montenegro
dijo: “que no havía poseído siencia ninguna, sino que sólo
havía sido un hombre muy eloquente, como que en fuerza de
su eloquencia havía persuadido sus herrares, aunque algunas
veses era falaz”.
En relación a “las actuales revoluciones de la Francia”,
Montenegro había opinado “que tendrán malos éxitos contra
los franceses las actuales guerras”. Velasco declaró que Mon­
tenegro abiertamente había dicho que era “mui afecto a los
franceses”. Que según el modo de expresarse de Montenegro
indicaba “inclinación y adheción al sistema de la Francia en
orden a la libertad e independencia del gobierno monárqui­
co”.
De nuevo sobre el tema de la religión, Montenegro había
opinado sobre libertad de religión: “defendía como con em­
peño que la religión devía ser libre para que cada qual
abrazase la que quisiese”.
Velasco se refirió a las costumbres de Montenegro y dijo
que no le habían
parecido muy buenas; que él mismo confiesa de sí que tiene mucha
inclinación a las mujeres: que es bastantemente libre y desembuelto
en sus conversaciones: que alguna noche lo sorprendió... en una pieza
de su misma casa a obscuras y a solas con tres mujeres, al parecer de
mala vida, las que en la misma noche quedaron a dormir en la misma
pieza. Que también le ha observado exeso en la bebida quando ha
tenido proporción para ello, aunque no le a visto perder el sentido,
pero si alegrarse, como se suele decir, y que él se jacta de tener una
cabeza muy fuerte que no se le pierde aunque beba mucho. Que le a
visto rezar el oficio divino y alguna vez lo a visto oyr misa y también
guardar la abstinencia y ayuno. Que sobre los preceptos de confesión
anual no save si los cumple.
El denunciante opinó que aunque Montenegro conserva­
ba la fe no estaba “muy firme en ella y sería fácil de faltar en
su crencia e imprecionarse de algunos herrores”. También
dijo que se había “formado el concepto de que la lectura de
libros, que él mismo decía que le han dañado o que a leido
más de lo que devía y lo an preocupado en algunos puntos de
los filósofos del día”.
El inquisidor preguntó a Velasco si Montenegro tenía
“algunos libros prohibidos de mala doctrina.../y/ quáles eran
estos libros que él solía leer?” Velasco informó que Monte­
negro tenía la “obra intitulada Causas célebres” de Pitaval en
francés y tratando de venderla oyó decir que o no estaba
corregida o tenía mucho que corregir, dando a entender que
el que la comprase tenía mucho que perder”.8 Velasco añadió
que no le había visto a Montenegro otros libros ni sabía cuáles
había leído.
Cuando Velasco terminó su denuncia aclaró que Monte­
negro al manifestar sus primeras proposiciones “estaba en su
entero acuerdo y sin que se le advirtiese pasión alguna que lo
enagenase”; pero que en la conversación sobre la
conjuración que se premeditaba estaba bebido y algo perturbado, pero
no cosa que no pudiese advertir lo que hablaba, ni pribado de
conocimiento. Que en todas ocaciones lo ha hecho poner perplejo y
sospechar que hablaba de corazón y porque aquellos fuesen sus
sentimientos porque se resolvió a consultar sobre la materia y a
denunciarlo.
Velasco agregó que no hacía la denuncia “por odio, ren­
cor, ni mala voluntad” a Montenegro “sino por respeto a Dios
y descargo de su consiencia”.
Entre las personas que escucharon y discutieron con
Montenegro sus proposiciones estaban Manuel María Gorriño y Arduengo, “diácono originario de San Luis Potosí (sería
doctor por la Real Universidad de Guadalajara como Monte­
negro) y Luis Gonzaga Zagazola, presbítero. Velasco también
mencionó a don José María Galindo, a don José María Con­
treras y a don Andrés José Sánchez de Tagle.
2. ¿Quién era Juan Antonio Montenegro?”
Don Juan Antonio Montenegro Arias y Alarcón nació en
Sayula el 26 de diciembre de 1769. Sus padres eran españoles,
don Diego Montenegro, de Guadalajara, y doña Margarita
Arias y Camberas, de Sayula. Tenía cuatro hermanos, dos
eran colegiales en el Colegio de San Juan Bautista de Guada­
lajara en 1794 y dos se dedicaban al comercio. Del segundo
matrimonio de su padre con doña Inés Vizcaíno tenía cuatro
medios hermanos, dos hombres y dos mujeres, menores de
edad.9
Cuando Montenegro, ante el Santo Oficio de la Inquisi­
ción, el 18 de noviembre de 1794, expuso el “discurso de su
vida” informó que vivió en Sayula sus primeros años y que
ahí “aprendió a leer y escribir y los primeros rudimentos de
la gramática con don Luis Ortega que la enseñaba en aquel
pueblo”.10 En 1782, cuando tenía trece años ingresó al Cole­
gio Seminario Conciliar Tridentino de Señor San José con una
beca de merced que le concedió el obispo.11 En este Colegio
Seminario estudió durante ocho años y medio “gramática,
retórica, filosofía y teología escolástica”. Este era el plan de
estudios que ofrecía el Colegio. En el estudio de la gramática
y retórica latinas Montenegro empleó tres, en el de la filosofía
otros tres y en el de la teología dos años y medio.
En la cátedra de gramática había aprendido perfectamente
el latín para aprovechar las obras de “los escritores antiguos
así profanos como eclesiásticos”. Después del aprendizaje de
la sintaxis latina empezó a “traducir las Fábulas de Fedro, el
Corneliuos Nepos, las Epístolas o cartas, vulgarmente llama­
das los familiares de Cicerón, los Comentarii de Julio César”.
En segundo lugar los Officiis y Orationes de Cicerón, y los
poetas “como el Ovidio, el Virgilio y el Horacio. Enseguida,
Montenegro, como los demás estudiantes, pasó al estudio de
la retórica a través de la lectura de los autores clásicos, en el
Arte Poética de Horacio y en las obras de Cicerón, Salustio,
Tito Livio, o Julio César”.12
Cuando terminó los estudios de gramática y retórica,
Montenegro siguió el curso de artes, donde estudió las mate­
rias de lógica, metafísica, física y filosofía moral, así como
los elementos de aritmética, geometría y álgebra, todo en latín
y por las Instituciones Philosophicae del Lugdunense, por el
texto de Luis Antonio Muratori y los libros de Aristóteles.13
Después de los estudios de filosofía, Montenegro conti­
nuó con los de teología. El catedrático de teología, para
formar a sus discípulos en esta facultad, tenía presente siem­
pre la Suma Teológica de Santo Tomás; pero se guiaba por “el
curso completo de Juan Lorenzo Berti”. Cuidaba que enten­
dieran bien “la naturaleza, fines y excelencia de esta ciencia”
que trataba de Dios, sus atributos y perfecciones y la cual
enseñaba partiendo de las verdades reveladas y usando los
métodos de la filosofía escolástica.14
El estudio de la teología comprendía dos cátedras: la de
teología dogmática y la de teología moral. La primera tenía
entre otras materias las dcDeo y Atributé. La segunda trataba
de las aplicaciones de los principios de la dogmática al orden
de las acciones humanas y comprendía, entre otras, la materia
de Restitutione. Los estudiantes del curso de teología apren­
dían “cuáles son los lugares de donde tomaba /la teología/ sus
argumentos, cuáles de ellos son propios, cuáles extraños, qué
autoridad, valor y certeza tiene cada uno, y de qué principio
las recibe, con todo lo demás que enseña el sapientísimo
Melchor Cano”.ls Además de la Suma Teológica de Santo
Tomás empleaban los textos del cardenal Vicente Luis Gotti
Scolastico-dogmatica theologia o el del maestro Juan Bautis­
ta Gonet Clypeus theologiae thomisticae.16
Durante los años que estudió Montenegro en el Colegio
Seminario, de 1782 a 1790, el rector era el doctor José
Apolinario Vizcarra, marqués de Pánuco, quien también leía
a los filósofos franceses pues hay noticias que un médico
francés, don Pedro Costa, le envío “un libro de discursos
filosóficos de Voltaire”.17
Además del rector, en el Colegio Seminario había otros
compañeros de Montenegro que también leían las obras de
los filósofos franceses como don Francisco Primo Verdad y
Ramos, don José María Angel de la Sierra y Gómez, don José
Francisco Severo Maldonado y don José María Cos y Pérez.18
Excepto Verdad y Ramos, todos serían doctores por la Real
Universidad de Guadalajara.
Montenegro no podía obtener ningún grado en Guadala­
jara porque en 1790 no había universidad; por esto decidió ir
a México a conseguirlos, como lo hacían otros compañeros
suyos que disponían de medios económicos suficientes para
cubrir los gastos del viaje a la ciudad de México y la estancia
en algún colegio.
Con el apoyo de su padre ingresó en el Colegio Real de
San Ildefonso19 en abril de 1791. Ahí estuvo dos años y meses
y
en él ganó cursando Universidad tres cursos en cánones, y en el
Colegio estubo dedicado al estudio de la filosofía y teología con el
objeto de graduarse en una y otra facultad y con efecto recibió el
grado menor en ambas /bachiller en teología y filosofía/, y el de
licenciado en teología por esta Universidad /de México/.20
El sábado 29 de junio de 1793 don Juan Antonio Monte­
negro presentó el acto de repetición, primer requisito para
obtener el grado. Del capítulo XVI, versículo XVIII del
evangelista San Mateo dedujo las siguientes conclusiones:
Beatus es Simón Bar Joña::: Et ego dico tibi, quia tu es Petrus, &
super hanc Petram aedificabo Ecclesiam meam. Totius Ecclesiae
curam, atque adeo Primatum in ea tota, uni Christus Petra conce ssit,
qui proinde Apostolorum Princeps jure meritoque appelatur.21
Don Tomás Domingo de Acha fue el padrino de don Juan
Antonio Montenegro y quien invitó a los actos que presentaría
su ahijado en la Real Universidad de México. Acha era un
importante comerciante, quien además de ser regidor y alcal­
de ordinario de la ciudad de México y de tener una orden
nobiliaria, fue cónsul moderno en 1793, cónsul antiguo en
1794 y prior en 1799 y 1800 del Consulado de la Nueva
España.22 Esta relación entre un licenciado o un doctor y su
padrino, un comerciante rico con puestos en algún cabildo y
miembro del consulado, fue una relación típica de las élites
que se establecía con los graduados de las universidades.23
Don Juan Antonio Montenegro presentó el acto de Quodlibetos el día 8 de julio a las nueve y media de la mañana y
tres y media de la tarde. Recibió la asignación de puntos para
el examen de licenciado en la facultad de teología el 15 de
julio a las siete de la mañana en la Sala Capitular de la Santa
Iglesia Catedral Metropolitana. El bachiller Montenegro eli­
gió para su primera lección la dist. 19, lib. 2 del Maestro de
las Sentencias, Pedro Lombardo, y para la segunda eligió la
dist. 28, lib. 4 del mismo autor. A las doce envió a todos los
señores las siguientes conclusiones:
Ad quod dici potest, quia alterum habebat in natura corporis, id est,
posse morí; alterum vero, scilicet, posse non mori, erat ei ex ligno
vitae, seu ex dono gratiae. Vel de potentia Dei ordinaria potuit homo
in eo oreari statu, in quo ut morti, ita etiam aliis hujus viate miseriis
subjaceret.
Dicamus ergo quod consensus cohabitationis vel carnalis copulae non facit conjugium, sed consensus conjugalis societatis etc.
Ad matrimonium necessarius est aliquis saltem implicitus, non tamen explicitus, consensus in copulam carnalem.24
Al día siguiente en la tarde en la misma Sala de Cabildo
leyó “del primer punto escolástico por espacio de una hora de
ampolleta” y en la misma forma la segunda lección hasta
probar las conclusiones. Después, los doctores le argüyeron
cada uno cuatro argumentos que Montenegro contesto. Ter­
minado el examen, los doctores votaron en secreto y cuando
abrieron las urnas se encontraron cuarenta letras A y cinco R
por lo cual fue aprobado el señor Montenegro.25
El 17 de julio de 1793 don Juan Antonio Montenegro
recibió el grado de licenciado en teología. En esta fecha ya se
había enterado de la inauguración de la Real Universidad de
Guadalajara que había tenido lugar el 3 y el 4 de noviembre
de 1792. Con toda seguridad sus antiguos compañeros del
Colegio Seminario de Señor San José lo invitaron a regresar
a Guadalajara. Además el doctor Sierra le ofreció el puesto
de vicerrector del Colegio Seminario de San Juan Bautista,
reabierto en 1792, en la misma fecha en que fue inaugurada
la Real Universidad de Guadalajara, pues así lo había dispues­
to el rey en la cédula de fundación de la Universidad.26
1793 fue un año muy importante para Guadalajara porque
empezó a funcionar la Real Universidad, una imprenta y el
nuevo edificio del Hospital Real de San Miguel. El impresor
de la ciudad de México, don Manuel Antonio Valdés, instaló
un taller de imprenta en Guadalajara que dirigió su hijo, don
Mariano Valdéz Téllez Girón, a principios de 1793. En mayo
fue inaugurado el nuevo edificio del Hospital. El Ayuntamien­
to de Guadalajara promovió el establecimiento de estas dos
instituciones que contaron con el apoyo del obispo fray
Antonio Alcalde.
En 1793 se estaba tramitando la instalación de otro esta­
blecimiento, el Real Consulado de Comerciantes, que sería
muy importante para la ciudad porque demostraría que Gua­
dalajara había adquirido una mayor relevancia comercial. En
la solicitud de un consulado que el comandante general del
Reino de la Nueva Galicia, don Jacobo Ugarte y Loyola,
envió al rey exponía que con un consulado propio, la ciudad
retendría los impuestos que pagaba al de México y con estos
impuestos el consulado fomentaría el comercio, la industria
en obrajes, la construcción de puentes, la reparación de cami­
nos, la introducción tan necesaria, del agua a Guadalajara así
como el empedrado de sus calles porque una de las principales
molestias que sufrían sus habitantes era un “densísimo polvo”
que provocaba “enfermedades de tisis”.27
Montenegro, alentado por la nueva vida cultural que
habría en Guadalajara con los cursos, los grados, las oposi­
ciones a las cátedras en la Real Universidad, esta nueva
institución que tanto habían anhelado los tapatíos, salió de la
ciudad de México el 7 de octubre de 1793 (tres días después
de la denuncia). No sabemos si estaba enterado de la denuncia
que su compañero don Manuel Velasco había presentado al
Tribunal de la Inquisición. Montenegro viajó “con su padre
para Sayula, en cuya compañía permaneció como un mes,
/después/ bolbió a Guadalaxara y entró de Colegial al /Cole­
gio de/ San Juan Bautista” con el puesto de vicerrector y
regente de academias.28
El 20 de noviembre de 1793 solicitó a la Real Universidad
de Guadalajara su incorporación porque deseaba recibir el
grado de doctor por esa Universidad. En claustro, el rector y
los doctores de la Real Universidad determinaron
que sin embargo de no estar todavía establecida entre ambas univer­
sidades una concordia que defina las reglas y condiciones con que
hayan de incorporarse mutuamente por una los individuos de la otra,
sobre cuyo punto se ha propuesto esta universidad hacer con los de
México lo que aquella execute con los de ésta debían de admitir y
admiten al referido licenciado a incorporación pasándosele como se
le pasa su grado de tal licenciado en sagrada teología sin examen
alguno y con la exhivición que deberá hacer únicamente de los
derechos respectivos a la arca, Iglesia y ministros subalternos, dis­
pensándosele las propinas tocantes a los señores rector y catedrátiCOS...
29
Con esta autorización Montenegro pudo obtener el grado
de doctor en teología el 27 de enero de 1794. Presidió el acto
el doctor José Apolinario Vizcarra, marqués de Pánuco, quien
había sido rector del Colegio Seminario de Señor San José y
ahora era el catedrático de prima de teología en la Real
Universidad de Guadalajara.30
Las conclusiones de la tesis que defendió en el acto de
doctoramiento fueron las siguientes:
EX REPET. CAP. MATHAEIXVI. v. XVIII.
Beatus es Simón Bar-Jonam Et ego dico tibi, quia tu es Petrus, et
super hanc Petram aedificabo Ecclesiam meam. Idcirco Christus
Dominus totius Ecclesiae curam, supraque Collegas prinripatum
Beatissimo Simoni Petra demandavit, et adjecit: quod ipsum fide
supra mortales omnes maxima instructum reperisset.31
Tanto las conclusiones del acto repetición de la licencia­
tura como las del doctoramiento fueron deducidas del mismo
capítulo y versículo del evangelista San Mateo.32
Después de obtener el doctorado en teología, Montenegro
continuó desarrollando sus actividades académicas en el Co­
legio de San Juan Bautista como vicerrector y catedrático. No
se imaginaba que el expediente que tenía una acusación en su
contra y que había estado “olvidado en la mesa del secretario”
del Tribunal de la Inquisición, el 17 de septiembre de 1794
fue revisado por los señores inquisidores, quienes dijeron
que en atención a la gravedad de la causa, por lo que de si arroja, y
anuncia respectivo a delicto de estado, y en atención a la prueba
suficiente que resulta de proposiciones de notoria calidad de oficio,
contrarias a la religión, sea reducido a cárceles de este santo oficio
en calidad de depósito la persona del Licenciado Don Juan Antonio
Montenegro con embargo de bienes y mui singularmente de libros y
papeles...33
El doctor don Salvador Antonio Roca y Guzmán, deán de
Guadalajara, recibió la comisión para detener a Montenegro
y respondió a los inquisidores que había
aprovechado la ocación de hallarme de gobernador de este obispado
haciendo que don Narciso Pérez, notario de la curia eclesiástica y que
lo es también del Santo Oficio, le ponga de mi orden una carta /a
Montenegro/ para que luego vista se regrese de Zayula, en donde se
halla de vacaciones con mi licencia, a esta ciudad ...Nada se hace en
Zayula por escusar ruidos, peligros, y el gran pesar que tendría su
anciano padre. Aquí se hará todo lo mejor que se pueda, siguiendo
siempre y sin perder de vista las órdenes superiores y mente del
Tribunal.34
Más tarde, el doctor Roca informó que el día 23 de octubre
a las ocho y media de la noche se verificó la prisión del doctor
Montenegro “sin dificultad alguna”. Inmediatamente le reco­
gieron “quantos papeles huvo y las llaves de dos baúles y una
caja pequeña que por no contener si no chocolate y pan /se le
entregó/ al rector del Colegio de San Juan Bautista para que
la diese a los hermanos del reo”.
El doctor Montenegro tenía treinta y nueve títulos de 106
libros e i su habitación:
1.
E '.Catecismo y exposición breve de la doctrina cristiana
del Padr/e Ripalda.
2 .1'rim/er/o y segundo tomo de /Melchor/ Cano De locis
theolopcis. Edición de Madrid, impreso en 1774.
3. Retórica /Los seis Libros de la Rhetórica Eclesiástica
escritos en latín.../ de fr/ay/ Luis de Granada en castellano, el
año de 1778 en Barcelona, un tomo.
4. /Promptuario de Theología Moral de Francisco/ Lárraga, segunda vez ilustrado, de la primera edición, /Madrid,
1790/ un tomo.
5. Obras sueltas/ publicadas en obsequio de la Literatura,
a expensas de varios caballeros amantes del ingenio y del
mérito/ de don Juan de Iriarte en dos tomos impresos /en
Madrid/ el año de 1774.
6. 7 tomos de la obra /Opera omnia huasque sparsim
edita/ del /Padre Ignace-Hyacinthe Amat de/Graveson.
7. /Nuevo/diccionario/ de las lenguas española, francesa
y latina, con un diccionario abreviado de geographía.../ o
Sobrino aumentado por Francisco Sobrino en Amberes año
de 1786.
8. Arte de traducir el ydioma francés/al castellano/ su
autor don Antonio de Capmani, en Madrid año de 1776, un
tomo.
9. /Luis Antonio/ Muratori. /La/ Filosofía Moral/ decla­
rada y propuesta a la juventud/ en dos tomos lo. y 2o. tercera
edición en Madrid-1790.
10. Flores /Flórez de Setén y Huidrobo Fr. Enrique/ Clave
historial! con que se abre la puerta a la Historia eclesiástica
y política, chronología de los Papas y emperadores reyes de
España, Italia y Francia... Madrid, 1783/.*
11. /Luis Antonio/ Muratori Reflexiones sobre el buen
gusto/ en las ciencias y en las artes/ y una nota manuscrita que
dice Expurgado Castellot impreso en Madrid año de 1792, 5
tomos.
12. Arte explicado-1.*
13. 2 tomos de Historia de negociaciones y del trato de
la paz de los Pirineos- en francés, impresos en Amsterdam
año de 1750.
14. 2. tomos Cartas fisicomatemáticas de /Teodosio a
Eugenio, para inteligencia y complemento de la Recreación
filosófica/ de/ Teodoro de/ Almeyda en Madrid en 1787.
15. El Panegírico de Plinio /Cecilio Segundo Cayo (el
joven)/ en castellano, pronunciado en el cenado en alabanza
del mejor Príncipe Trajano Augusto, su filosofía, política
moral, y económica, traducida del latín por el Lic. Dn. Fran­
cisco de Barreda... en Madrid en 1787, un tomo.
16. Ciserón /Cicerón, Marco Tulio/ en 9 tomos impresos
en Padua, año de 1753.
17. Oracio /Horacio, Flacco Quinto/ addide, un segundo
tomo sin lugar ni año.
18. Kempis /Thomas de/ de imitatione Christi en latín en
León de Francia, año de 1720, un tomo.
19. Diurno romano en Madrid, año de 1708, un tomo.
20. Oficio parbo-Madrid, 1779, un tomo.
21. Novelas exemplares/ adornadas e ilustradas de muy
bellas estampas/ de Miguel Cervantes, lo. y 2o. tomo en
Valencia, año de 1769.*
22. /Luis Antonio/ Muratori. Ventajas de la eloquencia
popular, obrita de... un tomo en octavo. Madrid, 1780.
23. Fuerza déla humana fantacía/ tratado escrito en ita­
liano por... Luis Antonio/ Muratori, en Madrid, 1777, un
tomo.
24. Las cartas helvianas o cartas filosóficas traducidas
del francés al castellano por don Claudio José Vial,, en
Madrid, año de 1787, tres tomos.
25. /Teodoro de/ Almeyda. Gemidos de la Madre de Dios/
afligida, y consuelo de sus devotos.../ en Madrid, año de 1791,
un tomo.
26. Las aventuras de monsiur Roverto Chevalier de Beuachene, en francés, imprso en Maestricha, en 1780, dos tomos.
27. Recreación filosófica,/ o diálogo sobre la Filosofía
natural para instrucción de personas que no han frecuentado
las aulas/ del P/adr/e /Teodoro de/ Almeyda, 7 tomos en
octavo maior de pasta, en Madrid, año de 1785.
28. Gonet /Joannes Baptista/ Clipeo /Clypeus theologicae
thomisticae. Venecia, 1772/en 5 tomos de a folio.
29. Viluart /Billuarat F. Carlos René/ Suma S. Thomae, 3
tomos de folio en Venecia, 1787.*
30. Flores /Alfonso o Ildephonso/ Comentario sobre el
Eclesiástico /commentarius litteralis, panegyricus moralis, in
caput vigesimun quartum libri Ecclesiastici, quod et sacra
quaedam. Coloniae, 1735/.
31. Catón cristiano / Madrid, 1773/.*
32. Un cuaderno de las cartas dirigidas a N.S.P. Pío Sexto
sobre la causa del V/enerable/ P/adr/e Margil, impreso en
Roma, año de 1792.*
33. Fr/ay/ Luis de Granada /Obras/ 6 tomos en pasta, de
folio menor. Madrid, 1788.
34. La Biblia por Duamel /Du Hamel, Jean-Baptiste/ y sus
concordancias/ Institutiones biblicae,...,/tres tomos en folio,
pasta.
35. La obra completa /Scolastico-dogmatica theologia/
de Gotti /Vicente Luis/ en Venecia, 1750, seis tomos.
36. /El Imposible Vencido/ Arte de la lengua vascongada
del Padre /Manuel de/ Larramendi, impreso en Salamanca,
1729, un tomo.
37. 5 tomos de las Cartas de Clemente 14 /Obras comple­
tas. Trad. por Francisco M. Nipho. Vida del Papa Clemente
XIV/ por el Marq/ué/s de. Caracciolo, en Madrid, 1787.
38. Compendio de la Historia de España /escrito en
francés por el R. P. Jean-Baptiste Philippoteau Duchesne.
Traducioles en catellano el R.P. Joseph Francisco de/Isla, año
de 1782, dos tomos.
39.12 tomos en doseavo, Suma del S/eñor/ S/an/to Tilo­
mas. Venecia, año de 1778.
Nota: no le devolvieron los libros que tienen *.
Le recogieron además los siguientes bienes:
-2 platillos de recorte con su marca, quintados.
-2 cubiertos quintados, y uno sin quintar.
-2 tasas dichas quintadas sin marca.
-Un cuchillo con puño plateado.
-Un sintillo con onse diamantes, que son un triángulo, y
dies chispitas.
-Dos pares de charreteras (divisa militar que se asegura al
hombro y cuelga sobre el brazo de piedras castellanas finas
blancas, y azules, montadas en plata.
-Dos anteojos pequeños en su caxitas de cartón.
-Un muelle de relox en su caxita, y un vidrio para relox,
en una bolsita.
-Dos virretes blancos.
-3 onsas 3/8 1 adarme (peso que tiene tres tomines y
equivale a 179 gramos) y medio tomín (octava parte del
castellano de oro o tercera parte del adarme) de oro, en nueve
piesas, y un cortadillo (moneda cortada que no tiene figura
circular).
-26 1/3 varas (medida de longitud equivalente en Castilla
a 835 milímitros y nueve décimas) de paño de seda negro.
-1 casaca de paño de seda.
-1 par de calsones de viso (forro) y un chupín del mismo
popotillo y otros tres de terciopelo.
-Una Bata indianilla de colores.
-Una cortina de catre de angaripola (especie de lienzo de
muy baja calidad, estampado en listas a lo largo, y de varios
colores).
-Una casaca de carro morado.
-Quatro chupas (parte del vestido que cubría el tronco del
cuerpo, con cuatro faldillas de la cintura abajo y con mangas
ajustadas) de viso.
-Otra turca de paño, y una sotana de tela usada.
-La borla (insignia de los graduados de doctores en las
universidades) en su caxa, y el capelo en su bolsa, uno y otro
nuevo.
-Una mesa de pino con su carpeta de sayal morado- y seis
sillas de paja.
El doctor don Salvador Antonio Roca y Guzmán, deán de
la catedral de Guadalajara, el doctor don José María Angel de
la Sierra, rector del Colegio de San Juan Bautista de Guada­
lajara (donde Montenegro era el vicerrector), el doctor don
Pedro de Jesús Aguilar, catedrático en el Colegio de San Juan
Bautista, y el notario don Narciso Pérez, certificaron la prisión
de Montenegro y embargo de sus libros y bienes.
3. La prisión del doctor Juan Antonio Montenegro
Montenegro llegó a la ciudad de México el 7 de noviem­
bre e inmediatamente lo llevaron a las cárceles de la Inquisi­
ción. Diez días después se presentó a una audiencia del
Tribunal, donde los alcaides hicieron su “cala y cata”
de edad de veinte y cinco años cumplidos, es de estatura de más de
dos varas, color blanco, hoioso de viruelas, cariaguileño, varba
cerrada, cejas y pelo castaño obscuro y trae dentro y fuera de su
persona un cabriole de paño azul, chaleco de terciopelo morado
obscuro, calzones de paño negro, medias de seda, charreteras de
azero, zapatos, y evillas que dixo ser de oro, camisa de Bretaña,
rosario, y en lugar de cruz un relicarito de oro con cera, y un ligno en
crucis, un relox de plata en la bolsa con cadenilla de azero, un juego
de breviarios en quatro cuerpos, con quademillo, un manteo de paño,
una sotana de seda, y ceñidor de lo mismo y cuello, sombrero de
castor acanalado, una casaca de paño azul para caminar, dos chupas
una de terciopelo y otra de rompecoches negras, tres pares de calzo­
nes; cinco o seis pares de medias de seda, dos pares de calzetas con
las que trae puestas, un colchón, quatro sábanas, dos almoadas con
sus correspondientes fundas, una colcha de lana, dos camisas con sus
pecheras, dos pares de calzones blancos, dos monteras de seda de
colores, y una negra, quatro pañuelos de colores, y uno blanco, y un
relox con sobre caja de plata que tiene abajo una caja de polvos de
metal, tres chalecos, uno de paño de seda y dos blancos, un sombrero
gacho de castor para caminar. Y que no tiene otros muebles más que
siete reales en plata.35
El doctor Montenegro rindió su primera declaración el 18
de noviembre y cuando se le preguntó por la causa por la que
lo habían detenido respondió que no tenía idea y que tal vez
sería por algún comentario que hizo con el rector del Colegio
de San Juan, doctor José Angel de la Sierra. Inmediatamente
los inquisidores le pidieron al deán de Guadalajara, doctor
Salvador Antonio Roca y Guzmán, que examinara al doctor
Sierra. El deán respondió que cuando el doctor Sierra se
enteró que el doctor Montenegro lo había nombrado deposi­
tario de sus bienes “se le turbó la cabeza y trastornó el juicio,
sin averio hasta el día recobrado”. Agregaba que entre el
doctor Sierra y el doctor Montenegro no había “alguna ene­
mistad o resentimiento sino al contrario porque el doctor
Sierra nombró al doctor Montenegro su vicerrector. Sobre la
conducta del doctor Montenegro el deán explicó que “la causa
en que se complicó al doctor Montenegro fue de esponsales,
que demandó una mujer soltera, diciéndose que protegía a
ésta... siendo la dicha de mala fama”. El deán le había acon­
sejado al doctor Montenegro que aprovechara las vacaciones
y se fuera a su tierra. También informó que el maestro del
doctor Montenegro, el doctor Vizcarra, había comentado con
el doctor Sierra que “Montenegro trataba sin recato a las
mujeres”, y que cuando examinó sus papeles se dio cuenta
que era “cierto el indecoroso trato con la mujer soltera”.
Los inquisidores enseguida averiguaron lo declarado por
el deán y encontraron que el doctor Montenegro solicitó
tener ósculos y tactos impuros con doña María de la Cruz Pantoja, a
la que para persuadirla a ello, la decía...que él no tendría por malo el
darle un beso y manosearle los pechos. Que el citado Montenegro se
manifestaba mui adicto a los franceses, diciendo, que estos eran mui
instruidos y una nación sobresaliente en el ingenio a todas las demás,
por lo que los estimaba y amaba mucho y que él era francés y
francesito.36
Todo esto Montenegro lo había declarado delante del
licenciado Pedro Avendaño, quien había sido su compañero.
Montenegro le dijo además que en México le “estaba solici­
tando un matrimonio...con la calidad de que ambos estaban
convenidos de que conseguido el matrimonio la mujer había
de ser para los dos”.
El primero de diciembre de 1794 el inquisidor fiscal leyó
la acusación en contra del doctor Montenegro, donde decla­
raba que éste había pasado
al feo imperio y abominable de los luteranos, indiferentistas y tole­
rantes y otros antiguos y modernos herejes, manifestándose imbuido...y aprobador de las pestilentes máximas de la furiosa convensión
francesa, sublevador, sedicioso y enemigo de las supremas potesta­
des, especialmente de su natural señor, nuestro cathólico rey, faltando
a la fidelidad y summissión que tiene jurada a su magestad en la
recepción de sus grados37 y acomodando sus sentimientos y modos
de pensar con los más crueles y sangrientos enemigos de la nación
española y sus soberanos todo lo que le constituye hereje formal,
apóstata de religión católica, o quando menos muy sospechoso de
serlo, escandaloso, perjuro falso, ... y aún malicioso y obstinado
negativo.
La acusación comprendía todos los delitos que se le
imputaban al doctor Montenegro, quien respondió que no
había pensado abandonar la religión católica y dijo que los
otros capítulos de la acusación eran falsos.
La audiencia continuó el 16 de diciembre y en este día el
doctor Montenegro presentó un escrito en el que respondía a
las acusaciones así:
En primer lugar protesto que el no haber yo confesado desde luego
las cosas que son ciertas, de que me acusan, ha sido porque creía que
se podían afirmar sin detrimento de la verdad de nuestra religión
cathólica por hallarlas corrientes en algunos malos libros franceses,
aunque ni prohibidos, como Gayot de Pitabal, un Diccionario de
heregías /en francés/ anónimo que me prestó el rector de San Juan,
los prólogos de la Historia Eclesiástica del Padre Fleuri(38) y otros
papeles sueltos, y por el mismo caso no hallo en mi conciencia haber
violado el juramento a que se agrega que en muchas me han interpre­
tado mal y otras he dicho por ligereza que siempre me ha acompañado
en todas mis cosas.
Es cierto que dije que un tal Contreras, cuyo nombre ignoro,
colegial que fue de San Ildefonso y pariente de la Señora Condesa de
Valenciana me había dicho,... haber visto un manifiesto de un conse­
jero del rey de Ynglaterra en que hacía ver el motivo de habérseles
sublevado su América había sido porque les habían dado un trato
racional, que si hubieran echo lo que nuestro rey que ni instruía a sus
americanos, ni les ponía establecimientos públicos no hubiera acon­
tecido tal cosa.
Este mismo me dijo haber visto un plan de gobierno en esta
América por repúblicas con determinados sueldos a sus gefes y otras
cosas oportunas para su buen gobierno, echo por un literato; de todo
lo que inferí y esto dije: que acompañándose éste, no con un coronel,
sino con un teniente y alferez y otros varios que no conozco de
nombre, pero de que el mismo Contreras dará noticia, se podía temer
algún atentado infructuoso acerca del estado, pero advierto para
descargo de mi conciencia que jamás dicho sujeto me participó esto,
sino fue y ha sido pura conjetura mía.
Confieso haber halabado las virtudes del diario de una señora
ynglesa que como sólidas pero no fructuosas para la vida eterna,
eroycas y dignas de algún premio temporal; también dije que podía
el pontífice romano a petición de nuestro soberano dispensar en el
voto de castidad de los eclesiásticos para aumento de la población de
la América que se hallaba sin gente suficiente. Item, que un sumo
pontífice Clemente había sido hecho tal por intrigas de Felipe el
hermoso, rey de Francia, porque así lo ley en un libro que se titula
David perseguido y alivio de lastimados Item que más aumento
tendría la religión introducida por la suabidad que por el rigor y que
sería oportuno que así se practicase aora como en tiempo de los
apóstoles, porque así lo ley en el Diccionario de herejías... Item
hablando con un amigo en confianza usé de esta expreción: hombre
me parece en ocasiones que la religión es una mera política de los
reyes para sujetar sus vasallos, pero añadí que era cathólico, y que
aquello brebe se pasaba. Item no dudo, aunque positivamente no lo
pueda afirmar, que instándome alguno acerca de alguna de las pro­
posiciones referidas que yo creya que se podían afirmar, y a él le
pareciesen mal con este Santo Tribunal le haya yo dicho en virtud de
mi error, que no hiciese blasfemar de él. Item niego absolutamente
haber yo dicho que en todas las Iglesias había salvación lo que se
manifiesta claramente de las mismas palabras del delator lo primero
porque un mediano teólogo no podía explicarse así, sabiendo que no
hai más de una Yglesia cathólica; ni las heréticas sectas las tienen
materiales porque niegan su principal constitutivo que son la institu­
ción del Santísimo Sacramento de la Eucaristía, la adoración de las
imágenes y de la santa cruz, ni formal porque ellos mismos no se
atreven a ilamarlas así.
Lo 2o. porque la prueba que se da es nula; el diario de la señora
ynglesa tan ageno está de decir que la dicha se saibó, que antes afirma
positivamente que tuvo una muerte miserabilísima, ni podía correr
entre católicos un libro que afirmarse de una ynglesa que se salvó.
Item que la multitud de religiones más dañan que aprovechan a la
Iglesia. Item que aún estaba por demostrar la infalibilidad pontificia.
Item que estando viviendo en compañía de Sapasola, Velasco y
Gorriño un tal Cobarrubias fue a visitar a éste estando yo allí y entre
la conversación se abló de la presente guerra de Francia a que se
mostró dicho Cobarrubias sumamente aderido y tanto más quanto los
tres criollos le manteníamos lo contrario hasta que finalizó diciendo
que él tenía noticias originales no se si por sí o por un amigo. Item
que todo lo que he dicho acerca del estado ha sido poco más o menos
la relación de Contreras, ya manifestando su autor ya callándolo y
movido de esto dije también que infería algún fermentillo de conspi­
ración en México. Acerca de mi nimia concupiciencia digo que
quitado el nimia confieso ingenuamente haber venido mis deslizes
en la materia, pero también estoy pronto a demostrar que más ha sido
movido del mal exemplo y persuasiones de mis delatores que de mi
propia inclinación, tanto que el hecho de mi desgracia no fue fraguado
por caridad sino con la ocasión siguiente: tres amigos visitábamos la
casa de una pobre doncella la que quiso preferirme; el uno de ellos
que es eclesiástico y que había gastado algún dinero en su cortejo
concibió tanta cólera de esto que se enfureció, se rompió el pecho, se
dio de golpes por todo el cuerpo y escandalizó al barrio buscándome
para matarme, pero visto que nada valía intentó mi desgracia la que
sin duda comunicó con el otro, diciéndole al mismo tiempo que él se
retiraba a su patria para mitigar su pena, éste que encontró la ocasión
de quedarse sin ribal alguno, la aceptó y con tanta maldad que poco
antes de que me trajeran se fingió mi amigo y me pidió doscientos
pesos prestados los que en efecto le presté y con los quales habrá
hecho lo que tal vez no hubiera conseguido estando yo interpuesto,
con esto los demás viéndome ante este Santo Tribunal han interpre­
tado tal vez maliciosamente lo que yo dije con sencilles.
Por último declaro que las cosas que he dicho acerca de la
religión y estado no han sido con el perverso fin de incitar a nadie
como consta de las circunstancias de los sujetos a quienes las he
dicho, de mi genio, de mis mismas expresiones, sino mobido de la
mala lección de los libros fransezes, de ostentar una necia erudición
en todas materias, de manifestarme extravagante en mis opiniones, y
últimamente de preciarme de sabio en cosas que absolutamente
ignoro. Si ocurriere alguna otra cosa en vista de la acusación o de otro
modo la diré.
Juan Antonio Montenegro.39
Para continuar con la investigación, el Tribunal llamó a
declarar a las amistades del doctor Montenegro, entre ellas a
don José María Contreras, practicante de jurisprudencia en el
estudio del licenciado Verdad, quien declaró que había habla­
do “de las cosas de este reino, relativas a sus producciones, a
sus riquezas y pobrezas de sus habitantes”. Con este motivo
dijo que “no duraría este reino en poder de su dueño veinte
años porque la Nueva España estaba cerca de los colonos
ingleses, quienes deseaban tener comercio con México, pero
que ya lo hacían furtivamente con los indios.
Contreras agregó que había estado en casa de Montenegro
y Gorriño, donde habían comentado que el virrey Conde de
Gálvez “había tenido designios de levantar el reino y que...para ello tenía formado un proyecto...” Contreras sin reflexionar
en lo que decía comentó que existía tal proyecto.
Además con otros amigos en la Alameda habló
del aumento del lujo que se advertía en México de diez años a esta
parte...que dentro de diez años no habría nada porque los coches eran
signos de desigualdad, que vendrían los franceses y pondrían la
igualdad. Que vendría tiempo en que todo mundo adoptaría sus
ideas...40
También iban a la comedia juntos todos los días y “se
ofrecía hablar de las revoluciones de Francia” y él podía
opinar porque un amigo, don José Antonio Estrada le prestó
dos tomos en octavo “El amigo del Príncipe y de la Patria,
traducción del francés al castellano por don Jaime Alboría de
la Vega, impreso en Madrid, autor francés, y en él se hallan
varias especies contrarias a la soberanía de los reyes...” •
En su declaración mencionó a don Andrés Sánchez de
Tagle, quien tenía una “copiosa librería”, a Gorriño, quien
dijo “que los obispos y los buenos clérigos resistirían a lo
menos otra dominación que la española y que primero se irían
a los montes que permitir otra religión. A lo que repuso
Montenegro que no había inconveniente en que fuese Repú­
blica católica”.
El Tribunal también llamó a don Andrés Sánchez de
Tagle, quien declaró que escuchó a Cobarrubias hablar de
“expresiones que indicaban sus deseos de que hiciese progre­
sos la libertad protegida por los franceses según su nuevo
sistema. Escuchó decir lo mismo a don Manuel Enderica y al
médico Esteban Moret.
Cuando no había comedia se reunían en el Portal de los
Mercaderes, donde comentaban los acontecimientos de Eu­
ropa. Cobarrubias, que le parecía “puro noticista de Gacetas”,
habló de “la recuperación de Tolón” antes de la publicación
del correo público y del “choque de cerca de Durquerque entre
franceses e ingleses”.
Otro amigo, el bachiller José María de la Torre, informó
que Contreras había dicho “que estaban mejor gobernadas las
repúblicas por presidentes como se verificaba en las colonias
inglesas y que si aquí hubiese dos o tres que hiciesen caveza
se podría conseguir lo mismo, que aquí estaban muy oprimi­
dos los indios y que el rey no procurava que se civilizasen
porque no tenía cuenta”.41
De la Torre, igualmente, informó que don Gerónimo
Covarrubias había dicho que Franklin había anunciado “que
en las colonias inglesas florecerían con el tiempo las ciencias
y artes, como una resulta de la livertad de pensar”.
Entre todos comentaron “que havían echo bien los fran­
ceses en decapitar a su rey”. Covarrubias “daba por razón que
el rey estaba sujeto a las leyes y podían los vasallos juzgar a
los reyes si las quebrantaban”. Sobre este punto Gorriño opinó
que “los reyes eran sobre las leyes y que no tenían mas juez
que Dios”. De la Torre dijo “que siendo muchacho” habló
“que hacía mal el rey” en no sabía qué cosa y que su padre le
había dado “un gasnatón y desde entonces” le había quedado
“un gran respeto y amor a los reyes”. Cuando Montenegro
escucho esto le preguntó ¿pues que no sabe vuestra merced
que el tener reyes se lo puso Dios a sus pueblos por castigo?
A lo que contestó de la Torre que sí “pero ya puestos por Dios
era menester ovedecerlos y repetarlos. A lo que replicó Mon­
tenegro: se acredita de poco talento; sólo un hombre tonto
piensa de este modo, pues ¿por qué omos de estar en esta
opresión? Para comprobar sus palabras Montenegro citaba a
varios autores.42
Con la declaración de de la Torre la conspiración adquirió
más importancia no tanto por todas las personas que involucró
sino por las ideas de independencia, libertad, igualdad y a
favor de la república que todos habían discutido. Entonces,
los inquisidores pudieron pronunciar la sentencia en contra
de Montenegro el 21 de noviembre de 1795:
le desterramos de la corte de Madrid y de esta de México por tiempo
de diez años, veinte leguas en contorno, y los dos primeros cumpla
recluso en el Colegio de Misioneros Apostólicos de la Santa Cruz de
Querétaro, donde haga unos exercicios espirituales en los primeros
quarenta días de su reclusión, confesándose general y sacramental­
mente, lo que hará constar por papel del confesor, que aquel guardián
le señalare, y que durante su reclusión rece los salmos penitenciados,
los viernes; y los sábados una parte del rosario...43
4. La biblioteca del doctor Juan Antonio Montenegro
Si comparamos los textos indicados por las constituciones del
Colegio Seminario, donde estudió Montenegro, con los títu­
los de los libros que le fueron recogidos por la Inquisición,
encontraremos en primer lugar ¡os textos que leyó para las
cátedras de gramática y retórica: Horacio y Cicerón, nueve
tomos. Las Adiciones a las constituciones de 1738 recomen­
daban a los maestros de medianos que emplearan a Cicerón
“en la Oración pro Marcelo y en los libros de Officijs” para
que sus discípulos pudieran aprender latín y además las
virtudes y “reglas de buena crianza, que se contienen en
dichos libros”.44
En la biblioteca del doctor Montenegro también estaban
los textos que se recomendaban para el estudio del español,
paralelo al latín,45 como las obras de fray Luis de Granada o
el Panegírico de Plinio el joven o las Novelas exemplares de
Miguel de Cervantes.
En relación a los textos que leyó en el curso de artes
encontré las obras de Luis Antonio Muratori: Filosofía moral,
Reflexiones sobre el buen gusto, Ventajas de la eloquencia
popular y Fuerza de la humana fantasía.
Sobre la cátedra de teología tenemos: la Suma teológica
de Santo Tomás, De locis theologicis de Melchor Cano,
“incomparable obra”, según don Miguel Hidalgo, el Clypeus
theologicae thomisticae de Gonet y Scolastico-dogmatica
theologia de Gotti, textos recomendados por las constitucio­
nes del Colegio Seminario y por el obispo Fray Antonio
Alcalde en 1772. Además de estos libros aparecen en la
biblioteca de Montenegro otras importantaes obras de teolo­
gía: el Promptuario de Theologia Moral de Francisco Lárraga, la Opera Omnia de Graveson, recomendada por Hidalgo
como obra de teología positiva, y la Suma de Santo Tomás de
Carlos René Billuart.
Entre los libros de teología del doctor Montenegro no
aparece el del agustino Juan Lorenzo Berti de theologicis
disciplinis accurata synopsis que con toda seguridad leyó
porque las constituciones del Colegio Seminario recomenda­
ban estudiarlo. El texto de Berti y el de Gotti los sugería don
Miguel Hidalgo en su “Disertación sobre el verdadero método
de estudiar Teología Escolástica” en lugar de la obra de
Gonet.46
Los libros de teología fueron muy importantes en la
formación del doctor Montenegro porque ahí leyó “la doctri­
na tradicional sobre el bien común, piedra fundamental del
populismo”, conceptos que recogían los libros de Gonet,
Billuart, Berti y Gotti.47 El maestro Carlos Herrejón descrubrió que Gotti era el que más se afiliaba al populismo pues
expresaba:
Aunque bien se diga que el pueblo transfirió toda su autoridad al rey;
sin embargo, así como no pretende transferirla a tal grado que el rey
pueda privar /a los ciudadanos/ de lo que se les debe por derecho
natural, así tampoco puede privarlos de aquello que le otorga el
derecho de gentes y el consenso de todas las naciones. Por eso un rey
no puede despojar a sus súbditos del dominio que tienen sobre sus
propios bienes, a no ser que ellos lo consientan; puesto que los
gobernantes son guardianes de los bienes de sus súbditos, mas no sus
dueños.48
Estas ideas más los acontecimientos de la Revolución
Francesa, que afectaron a todos,49 obligaban a muchas perso­
nas, en especial a los teólogos, a discutirlas. Montenegro no
se quedó al margen de estas conversaciones, pues además de
tener y leer libros en francés como la Historia de negociacio­
nes y del trato de paz de los Pirineos o el Diccionario de
Herejías y usar el Arte de traducir del ydioma francés de
Antonio Capmani o el Sobrino aumentado o Nuevo Diccio­
nario de las lenguas española, francesa y latina, había opi­
nado en reuniones con sus compañeros cuando iban a la
comedia o en el Paseo de la Alameda o en el Portal de
Mercaderes que “los vasallos sólo están obligados a guardar
fidelidad a los reyes quando éstos consultan a su bien; pero
que los de España sólo habían sido unos tiranos de los
americanos”.50 Montenegro había estudiado en el texto de
Billuart los conceptos de la tiranía y de la constitución de la
sociedad. Billuart escribió que “el hombre por su misma
naturaleza nace como un animal social”, “por derecho natural
el poder político está en la comunidad”, “la república pue­
de...proceder contra el tirano, deponerlo o sentenciarlo a
muerte, si no hay otro remedio”.51
Cuando el doctor Montenegro fue interrogado por los
inquisidores él declaró que las cosas que había dicho “acerca
de la religión y estado” se debían a “la mala lección de los
libros franceses”.
5. Conclu: ón
Antes de hablar de la influencia de la Ilustración y de la
Revoluc;ón Francesa debemos recordar que las ciudades
hispanoamericanas como Guadalajara aumentaron su pobla­
ción en la segunda mitad del siglo XVIII. Entre 1760 y 1790
duplicó el número de sus habitantes más que nada como
resultado de la migración rural, promovida por la violencia
que se dio en el campo cuando los hacendados lograron
adueñarse de las tierras de los indios. Estos grandes hacenda­
dos habían conseguido los créditos necesarios, utilizando sus
relaciones de parentesco, con los cuales habían podido alentar
la expansión agrícola de la región de Guadalajara y el creci­
miento del comercio de la ciudad. Además de monopolizar el
abastecimiento de Guadalajara mediante los puestos en los
cabildos dominaban la producción de las pequeñas industrias
de la ciudad. A esta élite que tenía relaciones muy estrechas
con la de la ciudad de México y con la de Zacatecas pertenecía
el doctor Montenegro y su familia.
Junto al enriquecimiento de las élites regionales creció el
descontento, puesto que la prosperidad material despertaba
mayores ansias de autonomía. El trabajo de Carlos Herrejón
y estudios anteriores “han demostrado que la base doctrinal
de la rebeldía americana” de finales del siglo XVIII y princi­
pios del XIX “no la suministró el concepto rousseauniano del
pacto social sino la teoría suareziana de la obediencia popu­
lar”.52 Sin embargo, es evidente que la Ilustración, “movi­
miento ideológico que culminó en el siglo XVIII en favor de
la secularización de la cultura”,53 produjo innovaciones que
inspiraron la etapa que dio origen a los movimientos por parte
de las élites intelectuales en la época de la Revolución Fran­
cesa.
En las ciudades hispanoamericanas las familias que per­
tenecían a las élites económicas enviaban a sus hijos a los
colegios y universidades, invertían en la educación de sus
hijos para asegurar la permanencia en la élite. El doctor
Montenegro era uno de los jóvenes ilustrados que pertenecía
a la élite novohispana, a quien la lectura de obras teológicas,
textos franceses y gacetas con noticias de los acontecimientos
de la Revolución Francesa lo ayudaron a criticar y a desplazar
creencias tradicionales, a luchar en contra de ideas que se
manifestaban en injusticia humana y opresión, a criticar y
examinar creencias básicas y a plantear reformas políticas,
sociales y económicas.
NOTAS
1.
2.
3.
Nicolás Rangel, Los precursores ideológicos de la guerra de Independencia, 17891791. México, Publicaciones del Archivo General de la Nación, 1929 y 1932, 2 vols.
T. I, La Revolución Francesa, una de las causas externas del movimiento insurgente.
Raúl Cardiel Reyes, Del Modernismo al Liberalismo. La Filosofia de Manuel Gorrino.
México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1981,262 p.
Raúl Cardiel Reyes, La primera conspiración por la Independencia de México.
México, SEP/80. Fondo de Cultura Económica, 1982, 179 p.
4.
5.
6.
7.
8.
9.
10.
11.
12.
13.
14.
15.
16.
17.
18.
19.
20.
21.
22.
23.
24.
25.
26.
27.
28.
29.
30.
31.
32.
33.
Raúl Cardiel Reyes, D el Modernismo..., p. 8.
Archivo General de la Nación. (En adelante AGN), Ramo Inquisición, vol. 1342.
Todo el texto de la acusación está basado en AGN, Ramo Inquisición, vol. 1342.
Don Manuel Gorriño estudió en el Colegio de San Francisco de Sales de San Miguel
el Grande, “en donde había bebido de la filosofía de Benito Díaz de Gamarra, asiento
de la modernidad en la Nueva España... Tenía inédita...en ...1793 una obra suya en dos
tomos sobre el hombre, que contiene una postura moderna y avanzada para su tiempo”.
Ver Cardiel, La primera..., op. cit., pp. 61 y 62.
Se trata de la obra de François Gayot de Pitaval. Caquses célebres et intéressants, avec
les jugements qui les ont décidées recueilles par M... Paris: Durand, 1753.
AGN, Ramo Inquisición, vol. 1342. Federico Munguía Cárdenas, Los Montenegro,
una familia distinguida de Jalisco. Sayula, Jal., Ed. Tzaulan, 1980, pp. 5 y 6.
AGN, Ramo Inquisición, vol. 1342.
La matrícula de Juan Antonio Montenegro no está registrada en el Libro secreto de
asientos de matrículas de los colegiales del Colegio Seminario Tridentino de Señor
San José de Guadalajara. En cambio, su hermano menor Rafael aparece matriculado
en este Colegio en 1787, cinco años después del ingreso de Juan Antonio.
Carmen Castañeda, La educación en Guadalajara durante la colonia. 1552-1821.
Guadalajara, El Colegio de Jalisco, El Colegio de México, 1984, 516 p., pp. 305-308.
Ibid., pp. 309-311.
Ibid, p. 311.
Ibid., pp. 311-313.
Biblioteca Pública del Estado. (En adelantae BPE) Fondos Especiales. Colección de
Manuscritos. Ms. 288. Fray Antonio Alcalde. Constituciones, 1772, cap. 9.
Rangel, op. cit., pp. 94-100.
José R. Ramírez, “Alumnos del seminario de Guadalajara en el siglo XVIII” en
Anuario de la Comisión Diocesana de Historia del Arzobispado de Guadalajara.
Guadalajara, Tall. Vera, 1980, pp. 257-314.
Después de la expulsión de los jesuítas, el Colegio de San Ildefonso “Se colocó bajo
el patronato del arzobispo y estuvo regido por clérigos seculares”. Ver, Elisa Luque
Alcaide, La educación en Nueva España en el siglo XVIII. Sevilla, Escuela de Estudios
Hispanoamericanos, 1970, p. 135.
AGN, Ramo Inquisición, vol. 1342.
AGN, Ramo Universidad, vol. 387, exp. 18.
John Kicza, Colonial Entrepreneurs: Familles and Business in Bourbon Mexico City.
Albuquerque, University of New Mexico Press, 1983, p. 174.
Carmen Castañeda, “La formación de la élite en Guadalajara, 1792-1821” en Carmen
Castañeda ed .Elite, clases sociales y rebelión en Guadalajara y Jalisco, siglos XVIII
y XIX. Guadalajara, El Colegio de Jalisco. DEP, 1988, pp. 17-57.
AGN, Ramo Universidad, vol. 387, exp. 18.
Ibid
Castañeda, La educación..., pp. 188 y 189.
BPE. Fondos Especiales. Colección de Manuscritos. Ms. 14.
AGN, Ramo Inquisición, vol. 1342.
Archivo de la Real Universidad. (En adelante ARUG). Legajo 365. “Incorporación del
licenciado don Juan Antonio Montenegro y su doctoramiento”, 13 fojas, fs. 3v-5v.
Ibid, fs. 6-11.
Ibid, f. 12.
Compárense los textos que aparecen señalados con las notas 13 y 23.
AGN, Ramo Inquisición, vol. 1342.
34.
35.
36.
37.
38.
39.
40.
41.
42.
43.
44.
45.
46.
47.
48.
49.
50.
51.
52.
53.
Ib id
Ibid
Ibid
Castañeda, La educación..., pp. 438-441. El texto del juramento decía: “juro que yo
nunca he de promover, enseñar o defender cuestiones contra la autoridad civil, las
regalías reales, y juro también enseñar y defender la doctrina establecida en la sesión
15 del Concilio de Constanza acerca del regicido y tiranicido.
Claude Fleury, Histoire ecclésiasúque. Paris, 1777-80.
AGN, Ramo Inquisición, vol. 1342.
Ibid
Ibid
Ibid
Ib id
BPE. Fondos Especiales. Colección de Manuscritos. M. 293. “Adiciones a las consti­
tuciones con que se fundo el Colegio Seminario de Señor San José...”, 1738, título
XXVI, núm. II.
Jean Sarrailh, La España ilustrada de la segunda mitad del siglo XVIII. Tr. de Antonio
Alatorre, México, Fondo de Cultura Económica, 1981,784 p., pp. 157 y 158.
Miguel Hidalgo y Costilla. “Disertación sobre el verdadero método de estudiar
Teología Escolástica”. Publicada por Gabriel Méndez Planearte con una nota prelimi­
nar y notas en Abside, México, abr.-jun., 1935, XVII, 2, pp. 173-196.
Carlos Herrejón, “Hidalgo: la justificación de la insurgencia” en Relaciones, vol. IV,
nüm. 13, invierno de 1983, p. 36.
Ib id , p. 38.
Robert Damton “What Was Revolutionary about the French Revolution?” en The New
YorkReview o f Books, vol. XXXV, núm. 21 y 22, January 19,1989, pp. 3 y 4 ,6 y 10.
AGN, Ramo Inquisición, vol. 1342.
Herrejón, op. cit., pp. 39 y 40.
Roland Mousnier y Ernest Labrousse, El Siglo XVIII. Revolución intelectual, técnica
y política (1715-1815). Barcelona, Ediciones Destino, 1958, p. 349. (Historia General
de las Civilizaciones; vol. V).
Owen A. Alridge ed. The Iberoamerícan Enlightenment. Urbana, Chicago, London,
University of Illinois Press, 1971, 335 p. Arthur P. Whitaker, “The Enlightenment in
Spanish America” en Studies o f Historical Documents in The Library of the American
Philosophical Society. Philadelphia, The American Philosophical Society, 1958, pp.
555-559.
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