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Lo que somos, por Martín Caparrós
Martín Caparrós · Wednesday, July 9th, 2014
Vlaar y Messi. / Fotografía de Fabrice Coffrini (AFP)
En el minuto 120, cuando quedaba uno, el arquero argentino tenía la pelota. Podía
patearla al terreno contrario para un último intento; la guardó para dejar pasar el
tiempo –y yo creí que había entendido algo.
Quizá somos esto; quizás el error –tan argentino– de muchos argentinos fue haber
creído que podíamos ser otra cosa: una que, en principio, parecía mejor.
El partido fue pobre, escorando a pobrísimo. Un “duelo táctico”, como se llama a estos
encuentros de dos equipos que se preocupan sobre todo por el otro: porque el otro no
pueda hacerle daño. Después del festival de ayer la rutina había vuelto, y era más fea
todavía.
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Holanda y Argentina eran dos equipos temerosos, decididos a esperar que el otro se
equivocara para sacar provecho. Especulaban: suponían, supongo, los dos, que con el
paso del tiempo y el cansancio los patinazos se multiplicarían.
Pero no. Argentina controlaba la ofensiva holandesa –a Sneijder, a Robben, a Van
Persie– esperándola atrás; Holanda controlaba la argentina –Messi en su peor partido,
Lavezzi, Higuaín– apretándola un poco más arriba. Pero el resultado era el mismo: tan
preocupados por cuidarse, ninguno de los dos equipos se acercaba siquiera al arco
contrario.
Parecía que en algún momento el partido se rompería: casi no sucedió. Si acaso, una
entrada de Robben en el último de los noventas que salvó Mascherano: Robben, una
vez más, como en Johannesburgo, perdió el segundo decisivo; Mascherano, entrega
pura, pura fuerza, fue una vez más, como tantas, el mejor jugador argentino –y eso es
un dato fuerte para el fútbol de Argentina.
Después, ya en el suplementario, las chances de Palacio y de Maxi, que tampoco
supieron concretar. Y enseguida el arquero guardándose la pelota, dejando pasar ese
último minuto por si acaso.
Fue entonces cuando pensé que había entendido por fin esa obviedad: lo que
queremos no es jugar al fútbol, es ganar el Mundial. Que creemos que podemos
ganarlo haciendo esto porque no creemos que podemos ganarlo haciendo lo otro:
defendiendo porque no atacando, temiendo porque no asustando. Quizá sea cierto:
quizás, una vez más, nos creímos que éramos más que lo que éramos –y, de nuevo, la
realidad nos cayó encima. No creo que me guste, pero ese tipo de verdades nunca
gustan: para bien y para mal, esto es lo que somos. Aunque suene amargo –y no dé
cuenta de mis saltos, de mis gritos, de mi gozo.
Ganamos, llegamos: Romero fue la síntesis. Criticado, dudado, fue el héroe defensivo
que llevó a la Argentina a la final. Justo después de los abrazos, los cantos y los
llantos, un periodista le pidió que mantuviera la cábala: que no se afeitara: No, no me
afeito ni en pedo –dijo él, todo sonrisa–; aunque sea horrible yo sigo, loco, sigo.
Y que el domingo, cueste lo que cueste…
***
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on Wednesday, July 9th, 2014 at 7:05 pm and is filed under Actualidad, Vivir
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