ORIGINAL Esclerosis mesial temporal en pediatría: espectro clínico. Nuestra experiencia de 19 años Lorena Monge-Galindo, Raquel Pérez-Delgado, Javier López-Pisón, Miguel Lafuente-Hidalgo, Ignacio Ruiz del Olmo-Izuzquiza, José Luis Peña-Segura Introducción. La esclerosis mesial temporal (EMT) se define como una pérdida neuronal y gliosis en el hipocampo y estructuras adyacentes. Se presenta nuestra experiencia de 19 años. Pacientes y métodos. Estudio descriptivo retrospectivo de los pacientes diagnosticados de EMT, desde mayo de 1990 a enero de 2009. Resultados. Se estableció el diagnóstico de EMT en 16 casos (un 62,5%, varones). Su localización se distribuye en: 12 unilaterales (siete temporales izquierdas y cinco derechas) y cuatro bilaterales. Se asoció a displasia cortical en seis pacientes (37,5%) y en otros dos casos a quistes aracnoideos hipocampales. Como posible etiología, en un caso se sospechó encefalitis herpética, en tres casos patología vascular cerebral prenatal, y en otros tres infección prenatal por citomegalovirus. La distribución del espectro clínico fue: cinco pacientes con epilepsia clínica aislada; uno con retraso psicomotor o retraso mental (RPM-RM) aislado; uno con trastorno del espectro autista (TEA) aislado; tres con epilepsia asociada a RPM-RM; uno con epilepsia asociada a TEA; dos con RPM-RM y TEA; y dos con la tríada epilepsia junto con RPM-RM y TEA. En un caso, la EMT se descubrió en el estudio de migrañas, sin otros síntomas. Las crisis se controlaron con monoterapia en todos los pacientes que recibieron tratamiento antiepiléptico excepto en tres, uno de los cuales precisó cirugía. Unidad de Neuropediatría. Hospital Universitario Miguel Servet. Zaragoza, España. Correspondencia: Dr. Javier López Pisón. Unidad de Neuropediatría. Hospital Universitario Miguel Servet. P.º Isabel la Católica, 1-3. E-50009 Zaragoza. E-mail: [email protected] Aceptado tras revisión externa: 28.09.09. Conclusión. El diagnóstico definitivo de EMT es anatomopatológico, pero las nuevas técnicas de neuroimagen han permitido una aproximación diagnóstica muy fiable. Puede asociarse a otros trastornos malformativos, como displasia cortical focal o quistes. La EMT puede observarse en epilepsia (refractaria o no), pero también en TEA, RPM-RM o pacientes asintomáticos. Cómo citar este artículo: Monge-Galindo L, Pérez-Delgado R, López-Pisón J, Lafuente-Hidalgo M, Ruiz del Olmo-Izuzquiza I, Peña-Segura JL. Esclerosis mesial temporal en pediatría: espectro clínico. Nuestra experiencia de 19 años. Rev Neurol 2010; 50: 341-8. Palabras clave. Autismo. Clínica. Epilepsia. Esclerosis mesial temporal. Niños. Retraso mental. Retraso psicomotor. © 2010 Revista de Neurología Introducción Pacientes y métodos La esclerosis mesial temporal (EMT) se define co­ mo una pérdida neuronal y gliosis en el hipocam­ po y estructuras adyacentes. Los hallazgos más tí­ picos en la neuroimagen son hiperintensidades en secuencias T2 y FLAIR, atrofia del hipocampo y pérdida de la estructura interna [1]. En ocasiones se asocia con displasia cortical, denominándose pato­ logía dual [2], o con quistes aracnoideos [3,4]. La EMT fue descrita por primera vez por Bou­ chet y Cazauvielh en 1825. Sommer, en el año 1880, asoció la pérdida neuronal en ciertas áreas del hi­ pocampo (región CA1, presubículo, células granu­ lares y neuronas de la fascia dentada) con la presen­ cia de crisis epilépticas [5]. La EMT se ha descrito asociada a epilepsia y a trastornos del espectro au­ tista (TEA). Se revisa nuestra experiencia en la EMT, hacien­ do hincapié en el espectro clínico. Se realiza un estudio descriptivo retrospectivo de los pacientes diagnosticados de EMT mediante resonan­ cia magnética cerebral (RM) en nuestra consulta de neuropediatría. Se han revisado las historias clínicas de los pacientes con este diagnóstico, recogidos en nuestra base de datos desde su puesta en funciona­ miento en mayo de 1990 hasta enero de 2009 [6-10]. Se han incluido para estudio tanto las EMT aisla­ das, unilaterales o bilaterales, como las EMT asocia­ das a otros hallazgos en la RM: displasia cortical fo­ cal, quistes o alteraciones fuera del lóbulo temporal. Se recogen las siguientes variables: edad, sexo, antecedentes personales y perinatales, exploración neurológica y exámenes complementarios realiza­ dos –incluido electroencefalograma (EEG) en todos ellos–. En los niños afectos de epilepsia, se recoge la edad de inicio de la crisis y sus características, y la presencia de crisis febriles previas. www.neurologia.com Rev Neurol 2010; 50 (6): 341-348 341 L. Monge-Galindo, et al Resultados En la base de datos, 16 casos presentaron el diag­ nóstico de EMT con un rango de edad de prime­ ra consulta comprendido entre 8 meses y 13 años (media 4,9 años), 10 de ellos varones (62,5%). Uno sigue control desde 1994, otro desde 1995 y 14 des­ de el año 2002. El tiempo de seguimiento fue: rango 1,5 meses a 14,2 años, y media 4,2 años. En la tabla I se recogen los datos de los 16 casos, subdivididos en grupo 1 (presencia de epilepsia) y grupo 2 (sin epilepsia). El lado de localización de la lesión se distribuyó en: siete temporales izquierdas, cinco derechas y cuatro bilaterales. Se asoció a displasia cortical (pa­ tología dual) en seis pacientes (37,5%): tres pacientes que presentaban afectación bilateral y otros tres con afectación izquierda. También se encontró, en dos casos de afectación temporal derecha, la asociación con un quiste aracnoideo hipocampal (12,5%). Como posible etiología o factor precipitante de la EMT, en tres casos –5, 12 y 14– se sospechó una infección prenatal por citomegalovirus (CMV). El caso 5 asoció calcificaciones periventriculares, ca­ tarata y microftalmia, y el caso 14, hiperintensida­ des difusas en secuencias T2 y FLAIR de la RM. En el caso 12, con hipoacusia endococlear, microce­ falia, calcificaciones periventriculares y afectación multifocal de sustancia blanca, se confirmó el diag­ nóstico al aislarse el ADN viral mediante la realiza­ ción de reacción en cadena de la polimerasa (PCR) en la sangre del papel de filtro de la prueba del talón [11]. En los otros dos casos sospechosos no se pudo recuperar dicha muestra. El caso 2 es una lactante con antecedente de ha­ ber sido intervenida a los 5 meses de catarata con­ génita y que ingresó a los 19 meses en la unidad de cuidados intensivos por sospecha de encefalitis. Se realizó punción lumbar, obteniéndose un líquido claro, con la siguiente composición: 20 células (el 40% polimorfonucleares y el 60% linfocitos), glu­ cosa normal y proteínas 0,19 g/L. No se aisló ADN en el líquido cefalorraquídeo para ninguno de los siguientes virus: varicela-zóster, herpes simple (VHS), CMV y Epstein-Barr. El cultivo de bacterias y virus también fue negativo. Recibió tratamiento con aciclovir durante ocho días. En una revisión al mes, se objetivó seroconversión para VHS. Un año más tarde desarrolló epilepsia refractaria, que se asoció a retraso psicomotor-retraso mental (RPMRM) y TEA. La tomografía axial computarizada (TAC) craneal realizada al mes del ingreso en la unidad de cuidados intensivos mostró un quiste de cavum vergae y una hipodensidad en la región pe­ 342 risilviana izquierda. Las RM evidenciaron, además, EMT bilateral. Tres casos (10, 11 y 13) pueden deberse a una pa­ tología vascular cerebral prenatal; dos de ellos (ca­ sos 10 y 11) son embarazos múltiples, ambos de trillizos. En los restantes casos de la muestra se des­ conocen los posibles factores etiológicos. El espectro clínico en que se distribuye el total de la muestra se recoge en la tabla II. En el caso 13, (Fi­ gura), la única manifestación clínica fueron migrañas. Once casos (68,75%) presentan o presentaron clínicamente crisis epilépticas parciales complejas, con hallazgos en el EEG ipsilaterales a la lesión en­ contrada en la RM, a excepción del caso 9, cuyos EEG fueron normales. El rango de edad de inicio de las crisis está comprendido entre 8 meses y 9 años (media: 4 ± 2,8 años) y hay una distribución equita­ tiva en cuanto al sexo (6 de 11 son mujeres, 54,5%). Sólo el caso 1 presentó crisis febriles previamente a las afebriles, y éstas fueron crisis febriles complejas. En cinco casos (45,5%) se encontraron en la cri­ sis unos síntomas iniciales característicos de las epilepsias temporales, ya sean de tipo vegetativo (náuseas, vómitos o abdominalgia) asociado o no a sensación de miedo en tres de ellos, parestesias de una extremidad (caso 9) o hipovisión monocular (caso 11), continuado con la crisis propiamente di­ cha, que en algún momento de la evolución ha llega­ do a ser generalizada en 7 de los 11 niños (63,6%). En dos casos (6 y 9) se acordó no instaurar trata­ miento: el caso 6 presentó tres crisis en cuatro años y medio, y el caso 9 presentó siete crisis en un año y tres meses, todas ellas durante el sueño nocturno, de dos minutos máximo de duración. En seis casos se pudo controlar las crisis con monoterapia: tres con ácido valproico, dos con oxcarbacepina y uno con carbamacepina. Tres casos precisaron politera­ pia, sin conseguir el control total de la crisis. En el caso 1 se controlaron las crisis sólo tras la realización de cirugía con exéresis de su lesión. Pre­ viamente se había seguido tratamiento con carba­ macepina, ácido valproico, vigabatrina, topiramato, lamotrigina, clobazam, levetiracetam y oxcarbace­ pina. Antes de la lesionectomía, tenía unas 40 cri­ sis al mes con náuseas, mirada fija y movimientos bucales de menos de un minuto de duración; tras la intervención presentó alguna crisis aislada (cinco o seis), no ha tenido crisis desde hace cinco años y tres meses, y está sin fármaco antiepiléptico desde hace dos años y nueve meses. Aunque sigue con cierto retraso cognitivo, desde la operación se observó una clara mejoría cognitiva y comportamental. El caso 2 llevó tratamiento con carbamacepina, levetiracetam, clobazam, topiramato, vigabatrina, eto­ www.neurologia.com Rev Neurol 2010; 50 (6): 341-348 Esclerosis mesial temporal en pediatría: espectro clínico Grupo 2 (sin epilepsia) Grupo 1 (con epilepsia) Tabla I. Datos de los 16 casos: grupo 1 (presencia de epilepsia) y grupo 2 (sin epilepsia). Número/ sexo 1.ª visita: edad (año) Hallazgos en la neuroimagen realizada LL Causa identificada Clínica asociada Perímetro cefálico 1/M 12 meses (1994) TAC: normal RM: EMT aislada I No Epilepsia refractaria IQ en 2003 y cese de crisis Retraso mental p75-p90 2/M 19 meses (1995) TAC: quiste cavum vergae + hipodensidad temporal izquierda RM: quiste cavum vergae + EMT bilateral B Probable VHS Epilepsia refractaria Retraso mental TEA p90-p97 3/M 8,5 años (2003) TAC: normal RM: EMT aislada I No Epilepsia Psicomotor normal p90-p97 4/H 8 meses (2005) RM: patología dual I No Epilepsia Retraso psicomotor TEA p75 5/H 14,5 años (2005) TAC: calcificaciones dispersas periventriculares RM: patología dual I Posible CMV Al nacer, coloboma de coroides, catarata y microftalmia izquierda Epilepsia Retraso mental p50 6/M 8 meses (2005) TAC: quiste aracnoideo en cisura coroidea + asta posterior izquierda dilatada RM: EMT + quiste aracnoideo hipocampal D No Epilepsia Retraso psicomotor < p3 7/M 17 meses (2006) RM: patología dual I No Epilepsia Psicomotor normal p50 8/H 20 meses (2006) TAC: normal RM: EMT aislada D No Epilepsia refractaria Psicomotor normal TEA p10-p25 9/M 9 años (2007) TAC: normal RM: EMT aislada D No Epilepsia Psicomotor normal p50-p75 10/H 5 años (2007) RM: EMT aislada D ACV prenatal (embarazo múltiple) Epilepsia Psicomotor normal p90 11/H 13 años (2008) TAC: lesión quística hipocámpica rodeada de calcificaciones RM: EMT aislada I ACV prenatal (embarazo múltiple) Epilepsia Psicomotor normal p50 12/H 19 meses (2002) TAC: calcificaciones dispersas periventriculares RM: patología dual bilateral + SB con hiperintensidades multifocales B D<I CMV + en prueba del talón [11] Retraso mental Hipoacusia endococlear TEA < p3 13/H 10 años (2002) TAC: hipodensidad junto al asta occipital + algunas calcificaciones en pineal y putamen izquierdo RM: EMT aislada Angio-RM: normal I ACV prenatal Migrañas Psicomotor normal p50 14/H 2,5 años (2004) RM: patología dual bilateral + SB con hiperintensidades multifocales B Posible CMV Retraso mental Parálisis cerebral infantil p25-p50 15/H 1,5 años (2006) RM: patología dual bilateral B I<D No TEA p25-p50 16/H 6 años (2008) RM: EMT + quiste aracnoideo hipocampal D No Retraso mental TEA p25-p50 ACV: accidente cerebrovascular; angio-RM: angiorresonancia magnética; B: bilateral; CMV: citomegalovirus; D: derecha; EMT: esclerosis mesial temporal; H: hombre; I: izquierda; IQ: intervención quirúrgica; LL: lateralidad de la lesión; M: mujer; RM: resonancia magnética; SB: sustancia blanca; TAC: tomografía axial computarizada; TEA: trastorno del espectro autista; VHS: virus herpes simple. www.neurologia.com Rev Neurol 2010; 50 (6): 341-348 343 L. Monge-Galindo, et al Figura. Resonancia magnética del caso 13, cortes axiales, secuencias T2: hiperintensidad en uncus izquierdo, mala diferenciación de la sustancia blanca-sustancia gris y menor tamaño de la región. damente una crisis al mes de escasos segundos de duración e imperceptible para los padres, que sólo se dan cuenta porque el niño dice ‘me está dando’; lo cogen en brazos y luego duerme varias horas. Ha mejorado su comportamiento y la relación con los demás, y tiene un lenguaje más amplio. Discusión Tabla II. Espectro clínico encontrado en el total de nuestra muestra de pacientes con esclerosis mesial temporal. Epilepsia clínica aislada 31,0% (n = 5) Retraso psicomotor/mental aislado 6,3% (n = 1) TEA aislado 6,3% (n = 1) Epilepsia + RPM-RM 18,8% (n = 3) Epilepsia + TEA 6,3% (n = 1) RPM-RM + TEA 12,5% (n = 2) Tríada (epilepsia + RPM-RM + TEA) 12,5% (n = 2) Migraña 6,3% (n = 1) RPM-RM: retraso psicomotor o retraso mental; TEA: trastorno del espectro autista. suximida y oxcarbacepina. Actualmente tiene 15 años y está en tratamiento con lamotrigina (250 mg/12 h) y ácido valproico (1.000 mg por la mañana y 1.300 mg por la noche), pasando de tener 4-5 crisis diarias a alguna ocasional. El caso 8, inicialmente, llegó a presentar hasta 20 episodios al día, de 30 segundos hasta 4 minu­ tos de duración, consistentes en hipo repetido, ojos brillantes con mirada fija y automatismos bucales. Ha llevado tratamiento con ácido valproico, car­ bamacepina, topiramato y clobazam sin control de las crisis. Actualmente tiene 4 años y medio, toma levetiracetam (50 mg/kg/día) y presenta aproxima­ 344 El diagnóstico definitivo de EMT es anatomopato­ lógico, pero la aparición de nuevas técnicas de neuroimagen, como la RM volumétrica, las secuen­ cias FLAIR y la espectroscopia, ha permitido una aproximación diagnóstica muy fiable, dado que presentan una sensibilidad y especificidad superio­ res al 95% [12]. Hay que reseñar que la mayoría de nuestros pacientes diagnosticados de EMT (87,5%) son niños controlados en nuestra consulta a partir de 2002, en probable relación con la generalización en el uso de la RM. Los hallazgos característicos que definen la EMT en la RM son la atrofia del hipocampo, que traduce la pérdida neuronal, y el aumento de la intensidad de señal en las imágenes ponderadas en T2, que se rela­ ciona con la gliosis. Otros hallazgos, aunque menos constantes y específicos, consisten en atrofia de la sustancia blanca ipsilateral del giro parahipocampal, lóbulo temporal menor y pérdida de la demarcación sustancia gris-sustancia blanca del ló­bulo temporal ipsilateral, pérdida de la estructura interna del hipo­ campo, aumento del asta temporal del ventrículo la­ teral y pérdida de visibilidad de las indentaciones en la parte superior de la cabeza del hipocampo [13-16]. Esta lesión, que puede ser bilateral, aunque con frecuencia asimétrica [12] (casos 2, 12, 14 y 15), se puede asociar a anomalías del desarrollo corti­ cal (displasia cortical focal) [2], denominándose a ese conjunto ‘patología dual’. En el total de nues­ tra muestra se ha identificado patología dual en el 37,5% de los casos, pero en la literatura se han lle­ gado a describir asociaciones hasta del 87% [17]. Aunque de forma poco frecuente, también se ha descrito la asociación de disgenesia hipocampal con quistes aracnoideos (casos 6 y 16), que, locali­ zados ad­yacentemente, apuntan a una etiología mal­ formativa [3,4]. En ocasiones se emplea el término de disgenesia o malformación hipocampal, entendiéndose como alteración por ausencia o disrupción del desarrollo normal cerebral, ya sea por alteraciones en la expre­ sión génica o por un daño durante el desarrollo [1]. La patogenia de la EMT no está clara. Parece que existe una lesión cerebral temprana en las etapas www.neurologia.com Rev Neurol 2010; 50 (6): 341-348 Esclerosis mesial temporal en pediatría: espectro clínico iniciales del desarrollo, que provoca la pérdida neu­ ronal [18]. Diferentes artículos reflejan el desarrollo de EMT tras traumatismos craneales, infartos peri­ natales (casos 10, 11 y 13) o infecciones del sistema nervioso central [19-21]. Se ha aislado ADN de vi­ rus, incluido VHS-1, en tejidos de EMT [22]. El caso 2 sufrió una encefalopatía aguda a los 19 meses por probable encefalitis herpética no confirmada por PCR del líquido cefalorraquídeo; la existencia de catarata congénita y quiste de cavum vergae plantea la exis­ tencia de encefalopatía prenatal subyacente. Hay que destacar el caso 12, un niño que fue vis­ to por primera vez en nuestra consulta al año y me­ dio de vida por retraso psicomotor y microcefalia. También asociaba autismo e hipoacusia neurosen­ sorial. En la RM presentaba patología dual bilateral mayor en el hemisferio izquierdo, además de leu­ coencefalopatía y calcificaciones periventriculares. En esta ocasión se pudo confirmar el diagnóstico de infección congénita por CMV gracias al aislamien­ to del ADN vírico mediante la técnica de la PCR en la sangre del papel de filtro de la prueba del talón. Se trata de una técnica muy útil, cuyas únicas limi­ taciones son que el recién nacido no presente vire­ mia y que las pruebas de talón no se guardan inde­ finidamente [11], ya que se ha comprobado que no existen casos de contaminación entre los distintos papeles de filtro almacenados encima y debajo de los casos con PCR positiva [23]. Las crisis febriles también se han descrito como posible causa; sin embargo, estudios clínicos de se­ guimiento y retrospectivos en seres humanos su­ gieren que las convulsiones febriles no son directa­ mente responsables de la EMT [24] (sólo el caso 1 ha presentado crisis febriles previas a las crisis afebri­ les, siendo éstas complejas). No obstante, la EMT sí puede predisponer a padecerlas, principalmente las complejas o prolongadas [25]. En cualquier caso, se postula que la lesión cere­ bral temprana provocaría la muerte de las neuronas del giro dentado, pero también una reorganización sináptica (sprouting axonal) de las fibras musgosas, dando lugar a una reducción de la actividad inhibi­ dora –mediada por ácido g-aminobutírico (GABA)–. De esta forma, habría una hiperexcitabilidad de las células piramidales, que son responsables de las cri­ sis parciales, y una liberación masiva de glutamato, que, a su vez, también puede provocar muerte neu­ ronal de las células de la granulosa del giro dentado, cerrando el ciclo. Se explicaría así la cronicidad de las crisis y la progresión de la esclerosis [26]. Existen artículos que apoyan esta teoría, al demostrar que en muestras de tejidos de anatomía patológica exis­ te una disminución de los transportadores tipos 2 y www.neurologia.com Rev Neurol 2010; 50 (6): 341-348 3 para aminoácidos excitatorios en las áreas CA3 y CA1, dificultando su recaptación postsináptica [27]. También es reseñable que una infección congénita por CMV, descrita como posible causa de EMT, se ha demostrado en experimentos con ratas que pro­ duce una inhibición de los receptores NMDA de glutamato en las células piramidales del hipocampo infectadas [28], causando una apoptosis por exci­ totoxicidad de las células no infectadas [29]. A su vez, una reducción en la expresión de los receptores NMDA neuronales por la infección por CMV puede también causar alteraciones en la plasticidad sináp­ tica y en las funciones cognitivas [30]. El desequilibrio en la transmisión GABA-glu­ tamato parece ser el nexo de unión que explicaría tanto el mecanismo de creación de la lesión, como también el espectro clínico al que da lugar: se han descrito niveles reducidos de las enzimas decar­ boxilasas del ácido glutámico que sintetizan GABA a partir de glutamato (GAD 65 y GAD 67) en el córtex parietal y cerebelar de los pacientes autistas, lo que implica un déficit de GABA [31]. Asimismo, en el campo de la genética sobre autismo, se han hallado anormalidades en la región cromosómica 15q11-13 [32], en la que se ubican genes de los re­ ceptores GABAA [33]. También se ha encontrado una trisomía que afecta a este mismo cromosoma, el cromosoma 15, en dos hermanos afectos de epi­ lepsia focal refractaria con esclerosis mesial, lo que apunta a una posible predisposición genética de la misma [34], lo que explicaría que se desarrollase EMT en unos individuos y no en otros (hipótesis two-hit) [35]. Aunque la clínica que con más frecuencia se ha descrito como consecuencia de una EMT es la epi­ lepsia temporal refractaria [36], en la mayoría de los casos, la presencia de lesión cortical o de una EMT no debe llevar a la cirugía en ausencia de crisis mal controladas, ya que estas alteraciones pueden en­ contrarse ocasionalmente en controles normales (caso 13) o en pacientes con pocas crisis o bien con­ troladas [37,38], como ocurre en la mayoría de los niños del grupo 1. En caso de ser candidato a realizar cirugía, es imprescindible una evaluación prequirúrgica multi­ disciplinaria, así como la realización de una lobecto­ mía ajustada por electrocorticografía, lo que permi­ tirá una resección completa de la zona epileptógena, garantizando un resultado clínico posquirúrgico favorable, ya que se han demostrado buenos resulta­ dos posquirúrgicos en los casos con patología dual, siempre y cuando se resequen ambas lesiones [3941]. Nuestro caso sometido a lesionectomía (caso 1) ha llevado una evolución favorable, sin presentar 345 L. Monge-Galindo, et al nuevas crisis y con mejora de sus funciones cogniti­ vas y conductuales; se trataba de una EMT aislada. Las epilepsias del lóbulo temporal suelen presen­ tarse como crisis parciales complejas, que pueden estar precedidas de aura, siendo la más común la vegetativa (náuseas, malestar epigástrico), seguida de la sensación de miedo, tras la cual, típicamen­ te, aparecen detención de la actividad, mirada fija y automatismos oroalimentarios o de las manos [42]. En adultos, un 90% de los pacientes refiere aura [43], de gran interés como factor localizador de la lesión cerebral [44]. Sin embargo, la semiología epiléptica está influida por la edad [18], ya que, mientras que en los adultos se caracteriza por crisis estereotipadas, en los niños se observa una mayor variabilidad. Esto se debe a la madurez tardía del sistema límbico asociado a una más rápida y exten­ sa activación extratemporal [45]. A medida que los niños crecen, las crisis son muy similares a las de los adultos, incluyendo las auras [46], que en nuestro caso se encontraron en 5 de 11 pacientes. En algún momento evolutivo, las crisis llegaron a ser genera­ lizadas en el 63,6% de los casos, un porcentaje algo superior del hasta 50% descrito en adultos [18]. Además de en las crisis epilépticas, la EMT es una alteración estructural que también puede ob­ servarse en niños con TEA. El autismo es un feno­ tipo conductual con muchas posibles etiologías di­ ferentes, la mayoría de ellas genéticas [47], aunque, a veces, algunos trastornos cerebrales adquiridos tempranamente que afecten al sistema límbico pue­ den ser la causa. No hay evidencias de que el autismo típico o pri­ mario pueda atribuirse a un trastorno epiléptico, incluso en aquellos niños con una historia de regre­ sión después de un desarrollo neurológico normal. No obstante, existen estudios en los que se observa que la prevalencia de TEA es mayor en niños con historia de crisis en el primer año de vida que en la población general, teniendo también una mayor prevalencia de alteraciones cerebrales congénitas [48]. En trabajos experimentales con animales, se ha observado que en ratas en las que se ha inducido una epilepsia del lóbulo temporal con pilocarpina, éstas presentan menores comportamientos sociales que los controles [49]. Además, existen algunas situaciones en las que es posible establecer claras correlaciones entre epi­ lepsia y comportamiento autista: en casos de sín­ drome de West de establecimiento tardío [50], en la esclerosis tuberosa [51] o en niños con afasia ad­ quirida o síndrome de Landau-Kleffner [52-55]. Existe una serie de 25 niños con regresión au­ tista y alteraciones paroxísticas en el EEG tratados 346 con lamotrigina, en los que un 80% normalizó sus trazados y en el 60% se objetivó una mejoría de la semiología autista [56]. Previamente, también se habían descrito otras series con resultados simila­ res, aunque eran grupos más heterogéneos [57,58]. En nuestra experiencia, el TEA asociado a epilep­ sia se ha encontrado en dos casos de EMT unilateral aislada (casos 4 y 8) y en uno de EMT bilateral (caso 2). Los casos 2 y 4 se asocian también a RPM-RM. Sin embargo, también se recogen tres casos de TEA que no se asocian a epilepsia ni a alteraciones en el EEG: el caso 15, con patología dual bilateral aislada y ninguna otra clínica asociada a su TEA, en el que no se encuentra ningún tipo de alteración eléctri­ ca en el EEG ni siquiera tras privación de sueño; y otros dos que también presentan RPM-RM, el caso 12, con patología dual bilateral asociada a calcifica­ ciones periventriculares visibles en la TAC, y el caso 16, con EMT unilateral asociada a quiste hipocam­ pal. Apenas existe bibliografía que relacione el au­ tismo con la EMT sin que exista epilepsia o altera­ ciones en el EEG, y únicamente se pueden encontrar algunos estudios de neuroimagen de alta resolución y reconstrucción de imágenes con mapas tridimen­ sionales de las estructuras mesiales temporales [59] que muestran una alteración de la forma del hipo­ campo en niños autistas sin crisis epilépticas. También cabe destacar que tres de las cuatro EMT bilaterales encontradas, las tres asociadas a displasia cortical focal, son de niños que no presen­ tan epilepsia, sino RPM-RM (caso 14), TEA (caso 15) o la asociación de ambas (caso 12). Sólo en el caso 15 se trata de una patología dual bilateral ais­ lada, ya que en los otros dos se han asociado a hi­ perintesidades multifocales de la sustancia blanca y a calcificaciones periventriculares vistas en la TAC. Quedan aspectos por aclarar en la EMT: sus re­ percusiones, especialmente epilepsia y TEA, y las indicaciones quirúrgicas, que deben ser lo más pre­ coces posibles en casos de epilepsia refractaria y repercusión cognitiva-conductual. Creemos que en la mayoría de los casos no está indicada la lesionec­ tomía, dada la ausencia o fácil control de las crisis epilépticas. Bibliografía 1. Barkovich AJ, Moore KR, Grant E, Jones BV, Vezina G, Koch BL, et al. Diagnostic imaging: pediatric neuroradiology. Salt Lake City: Amyrsis; 2007. 2. Prayson RA, Spreafico R, Vinters HV. Pathologic characteristics of the cortical dysplasias. Neurosurg Clin N Am 2002; 37: 17-25. 3. Kobayashi E, Bonilha L, Li LM, Cendes F. Temporal lobe hypogenesis associated with arachnoid cyst in patients with epilepsy. Arq Neuropsiquiatr 2003; 61: 327-9. www.neurologia.com Rev Neurol 2010; 50 (6): 341-348 Esclerosis mesial temporal en pediatría: espectro clínico 4. Sztriha L, Gururaj A. 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Mesial temporal sclerosis (MTS) is defined as neuron loss and gliosis in the hippocampus and adjacent structures. Here we report on our 19 years’ experience in dealing with this condition. Patients and methods. A retrospective, descriptive study was conducted of patients diagnosed with MTS between May 1990 and January 2009. Results. A diagnosis of MTS was established in 16 cases (62.5% males). By location these cases were distributed as follows: 12 were unilateral (seven left temporal and five right) and four were bilateral. It was associated to cortical dysplasia in six patients (37.5%) and to hippocampal arachnoid cysts in two other cases. As regards possible causations, in one case herpes simplex encephalitis was suspected; in three cases, a prenatal cerebral vascular pathology; and in three others, prenatal infection by cytomegalovirus. The distribution of the clinical spectrum was as follows: five patients with isolated clinical epilepsy; one with isolated psychomotor retardation or mental retardation (PMR-MR); one with isolated autism spectrum disorder (ASD); three with epilepsy associated to PMR-MR; one with epilepsy associated to ASD; two with PMR-MR and ASD; and two with the triad consisting of epilepsy together with PMR-MR and ASD. In one case, MTS was discovered in migraine studies, without any other symptoms. Crises were controlled with monotherapy in all the patients who received antiepileptic treatment except in three, one of whom required surgery. Conclusions. The definitive diagnosis of MTS is pathologic, but the latest neuroimaging techniques have allowed a very reliable approximate diagnosis to be reached. It may be associated to other malformative disorders, such as focal cortical dysplasia or cysts. MTS can be observed in epilepsy (whether refractory or not), but also in ASD, PMR-MR or asymptomatic patients. Key words. Autism. Children. Clinical picture. Epilepsy. Mental retardation. Mesial temporal sclerosis. Psychomotor retardation. 348 www.neurologia.com Rev Neurol 2010; 50 (6): 341-348