la eterna duda - Hemeroteca Digital

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20 DE MAtfO DE 1893.
Director: SLNES10 DELGADO
LA ETERNA DUDA
Cuando llegan mis fiestas me dan sudores,
y doy ál más pintado trances corno éstos:
si no llueve se enfadan lo? labradores,
si llueve me apedrean loa de los puestos...
NÚM. 535'
MADRID CÓMICO
—¿Sabe usted adonde \ amos'—la preguntó i
—No, señor.
TEXTO: De todo un poco, por Luis Taboada.—Cuento, por José Estreme— Á. las Ventas.
ra.—Contribución cómica, por José" Jackson Veyan.—Los crustáceos de—¡Jesús!—dijo la viuda, cada \e¿ más niborfea^a
sertores, por Juan Pérez Znñiga.—Palique, por Clarín.—Diálogos, por
*.«*
Eduardo Navarro Gonzalvo.—Pequeño poema, por Sinesio Delgado.—
— Vamos á correr una )usrgu—gritó ot;
Cantares, por Antonio Montalbán Conformidad, por Francisco de la
—Yo soy una señora muy decente
Escalera.—Chismes y cuentos.—Correspondencia particular Anuncios.
— Ya lo sabemos.
'
GRABADOS:Xa duda eterna.—Esgrima de sable.—Annncios, por Cilla.
—¡Ayi si viviera mi difunto' ¡Uve hombre c
si yo fuera un arzobispo! [Ve^tue yo WéstQs trjiiosf , T,-& ,
Uno de los juerguistas, para hacéis»simpático, íe i egUjSttu
tuna que llevaba en «1 bolsillo dol chaleco
—Tome usted, Pascasita—le dijo
—Gracias—contestó.ejla, tiagándose «á
que no estoy acostumbrada á estas cosa*.
- ,
*-" *-"- ~
Al llegará las Ventas, la \iuda se negaba, á ,..., ii .
pero ellos la empujaron suuvemi'iito hacia mi foptlniíSiSC
—Vamos, entre usted—la donan
'i-.
—Pero ¿qué intenciones son lat -tuyas' -prejfniítaba i'llu
dose conducir.
Ya en el fonducho, uno de los jóvenes alegres cogió á la
por un brazo y se la llevó á la cocina.
—¡Seductor, infame!—decía ella á media voz.—Respete usted la
pureza de mis principios. ¿Adonde me lleva usted?
—Á la cocina.
Ixis periódicos franceses han publicado una noticia que reviste
—¡Cómo! ¿Qué pretende usted?
caracteres graves. Parece ser que en París se ha establecido la cos—Pretendo que nos guise usted un buen arroz á la valenciana.
tumbre de raptar señoras en la vía publica, y como aquí tomamos
La viuda dejó caer los brazos á lo largo del cuerpo con profunda
de Francia todo lo malo, es mu5r posible que dentro de algunos días melancolía, y cada vez que recuerda aquel episodio se pone de un
se implante el mismo sistema entre nosotros.
humor de todos los diablos.
El procedimiento que emplean los raptores no puede ser más
sencillo: ven á una dama que va sola por las calles de la capital, y
la invitan á subir á un carruaje. La dama se sorprende al principio, JJEl excelente doctor Tolosa Latour, mi querido amigo, ha publipero concluye por aceptar la invitación y sube. Ya dentro del ve- cado una obra notabilísima, titulada Medicina é higiene de los niños.
hículo, los raptores la declaran su pasión y quieren estrecharla conLector, ¿es usted padre? En este caso no necesito manifestar que
tra su seno,
el libro reviste grandísima importancia para los qne tenemos sucesióu (aunque nos esté mal el decirlo).
—¡Cochmis!—grita ella en correcto francés.
Pada Ja justa fama de Tolosa Latour, puede asegurarse que su
—¡Vive ta mere!—dicen los aludidos, queriendo estampar varios
nueva obra ha dé figurar en la biblioteca de todos los papas amanósculos en la faz de la señora; pero ella se defiende, mordiendo al
uno, clavando las uñas en las narices del otro y logrando, al fin, qne tes de sus chiquitines.
Yo tengo á Tolosa un cariño sincero, porque, aparte sus excelenla dejen libre, aunque arrugada.
Hasta la hora presente los raptores no han conseguido más que tes condiciones personales, alguno de mis hijos le debe la vida. En
arañazos y otras demostraciones análogas, pero con la práctica irán diciendo «Tolosa > parece que adquiere uno la seguridad de que no •
perfeccionando sus procedimientos, y acabarán por salirse con lá han de morirse las oria|nras, por malas que estén
No hace mucho tiempo fui á buscarle, lleno de angustia, para que
suya.
Estas noticias han alarmado á muchas damas madrileñas, porque viese á uno de mis hijos. Tolosa entró en mi casa, examinó á la entemen, y no sin razón, que traduzcamos del francés la costumbre de fermita, hizo varias preguntas y tomó asiento en un sofá tranquilamente. Allí ee puso a hablar de literatura,.de artes, de una porción
París.
—¿Cree usted que se establecerá aquí ese sistema?—nos pregun- de cosas ajenas á la medicina, y yo no hacía más qne decirme mentaba una solterona infeliz, que tuvo trece novios y todos se le des- talmente:
—rPero ¡Dios mío! ¿qué tendrá esto que ver con la enfermedad
graciaron .
de mi niña¿
—¿Quién sabe? No pierda usted la esperanza—la dijimos.
Él continuaba hablando, y yo no osaba preguntarle su opinión
Y la pobrecita sale por ahí todas las noches llena de temor; pero
en cuanto ve un carruaje, se para en seco, con la esperanza de que respecto de la enferma, hasta que, comprendiendo mi extrañeza,
dijo con la mayor naturalidad del mundo:
exista un hombre valiente capaz de raptarla.
—Y finalmente, lo de la niña no es cosa de cuidado.
Esto nos recuérdalo que le pasó á una viuda de la clase de esperpentos no hace muchos meses. Iba por la calle de Alcalá al osRecetó, dióme las instrucciones necesarias y se fue corriendo á
curecer de un día lluvioso del pasado Octubre, cuando se vio sor- ver á otro eufermito.
prendida por un joven no mal parecido, que le preguntó de buenas
Media hora después, y á beneficio de una cucharada de medicina
á primeras:
,
prodigiosa, ¿\á enferma había mejorado notablemente .. y si tengo
allí á Tolosa-creo que lo abrazo y lo beso.
—¿Se llama usted Pascasia? ¿Es usted de Valencia? ¿Quiere usted
venirse conmigo?
Éste es él hombre: médico sin alardes científicos, ni alarmas que
La viuda se ruborizó completamente y dejó caer nn panecillo que perturban á las familias, ni exageraciones, ni aturdimientos. Sólo.
hay otro que se le parece como una gota de agua á otra gota, Ferllevaba debajo del mantón.
nándo pástelo, mi salvador, ó por mejor decir, mi segundo Hacedor
—¿Quién es usted? ¿Qué intenciones son las suyas?—preguntó
Sá
por último bajando los ojos.
—Mis intenciones son buenas—dijo el joven empujando á la viu: í>nes bien, en el libro de Tolosa se refleja fielmente su inmenso
da hasta meterla en el tranvía del Este.
valer y sus especialisimas condiciones de médico de la infancia.
Allí había otros sujetos que al verla comenzaron á dirigirle piro- Esto sólo es suficiente para que la obra se venda como pan bendito.
P<>r supuesto, la vida de Tolosa no tiene nada de agradable. Yo no
pos, y uno decía:
sé "cuándo duerme, ni cuándo come, ni cuándo hace log libros. Á
—¡Qué nariz tan simpática tiene usted!
todas horas se le ve por ahí; unas veces en coche y otras andando.
Y otro replicaba:
Siempre de prisa, como sí temiera llegar tarde.
—Tiene usted unos ojos que parecen dos reyerberoe.
—Usted se viene con nosotros.
—¿Adonde va usted?
—¡Ay<—decía ella tapándose la cara con el panecillo.—No sean " —A ver á un niño.
ustedes malévolos".
—¿Grave?
SUMARIO
UN POCOT
MADRID CÓMICO
—Sí; pero ya veremos...
Y, efectivamente, lo ve, y uatiy maio tiene que estar para que
se le muera. Eotre el y Avelino Benavente, otro médico de la infancia, notabilísimo, han salvado más criaturas que pelos tiene Esquer. do en la cabeza.
Bien pueden perdonarme los lectores solteros esta parte seria de
mi'reviflta, en-gracia del entusiasmo que siento por Tolosa.
Cuanto á los padres de familia, creo yo que no necesiten más explicaciones.
Luis TABOADA.
(Prohibida la reproducción.)
—-5-3M-— -.
:
OXJE3STTO
y un caudal en repertorio!
Tengo valor bien probado,
tengo alientos y ceraje,
ante el público irritado,
y también tengo equipaje,
aunque lo tengo empeñado.
¿Pero dinero?... ¡Ilusión!
¡Sólo tengo corazón,
y hombre es d?n Juav que, á querer,
salte un escenario hacer
de la cuadra de un mesón!
Cuando el hambre me disloca
y la inspiración me inflama
y el duro deber me toca,
de la colcha de la cama
sé hacerme telón de l>oca.
Del arte siento el halago
y hago la tragedia inquieta
como los saínetes hago,
pero no hago una peseta,
y así ni cobro ni fia¿o.
¿Pagar?... ¡Nanea! ¡No, señor!
¡Que venga el recaudador,
y con él el que quisiere,
á contemplar cómo muere
debiendo un primer actor/
Fácilmente comprendiera
que el alcalde de la villa
contribución me impusiera
porque desgasto la acera
de la calle de Sevilla.
Pero á otra tributación
de Hacienda no me sujeto.
Lo que expongo á su atención
con el profundo respeto
de mi consideración. >
Por la copia,
JOSÉ JACKSON VEYAN.
1INSPIKAIM) EN UNO DE OATTJW.B MKNDKS)
I
— ¡Qué te sucede, hija mía,
qae no cesas de llorar
y en tu camaiín á solas
de día y de noche está*?
Por alegras te, mil fiestas
he mandado preparar;
stambraF, bailes y torneos
alegran nuestra ciudad.
Tú, que por zarnbias'y bailes
mostrabas antes afán,
ni aun i la ventana asomas
cuando los oyes pasar.
¿Qué tienes? ¿por qué te. afliges?
¿Qué cosa en el mundo habrá
que tú no tengas en cuanto
la empieces á desear?
Hija de un rey poderoso
que en tí mirándose está,
dispuesto á dar cuantas leyes
le dicte tu voluntad,
no debieras afligirte,
sino pedir y mandar,
que, coni.j exista en la tierra,
lo que desees, tendrás.
—¡Ay, que es imposible, padre!
Qne, si llego á confesar
la causa de mi honda pena,
lu maldición me darás.
Pero yo sufro con este
silencio de un modo tal,
que, si lo oculto más tiempo,
la pena me matará.
Yo amo, padre.
—¿Y eso es todo?
'Eso fn niñas de tu edad
es, adorada hija mía,
la cosa más natural.
—Es que me ha robado el alma
un hombre á quien no querrás
para príncipe en tu reino.
—¡Por no ser de estirpe real?
—No es caballero siquiera.
—¿Quién, es?
—Un pobre juglar'-
que cantando por las calles
gana un pedazo Je pan.
-—Hasta eso tiene remedio,
mi vida, porque no hay más
que hacerle barón ó conde,
recalarle una ciudad
y vasallos y castillos
para que. sea tu igual.
—Padre, me das ia ventura,
y te juro que de hoy más,
ni nunca has de vcrnif; triste,
ni he de volver á llorar.
II
—Ya tu amante está trocado
t.'n persona principal.
y por las noches contigo
le permito platicar.
—¡Cierto!
—Y miro, sin embargo,
que tu nlegiía no ts tal
como yo esperé. ¿Qué ocurre?
Mi vida, ¿qué quieres más?
- -Nada, padre; tú rae has dado
cuanto me podías dar,
procurando cariñoso
hacer mi felicidad.
Mi amante tiene castillos,
vasallos y una ciudad
que.á tus bienes y á tu gloria
nada pueden envidiar.
El me quiere con el alma
y me ba jurado, además,
por los siglos de los siglos
guardarme fidelidad.
Es el primero en la corte
por lo apuesto y lo galán,
y envidian muchas doncellas
mi inmensa felicidad.
Pero tiene un gran defecto.
— ¿Cuál?
—Que no es aquel juglar
que cantando por las callea
ganaba un trozo de pao
JOSÉ ESTREMEKA.
CONTRIBUCIÓN CÓMICA
•instancia ó solicitud
que á la sabia rectitud
de un ministro innovador
eleva un primer actor
de Cuenca y Calatayud.*
«Digno ministro de Hacienda,
*eSor y enemigo mío:
Veo su ley estupenda,
y en Dios y el arte confío
que mis razones atienda.
Su afán de recaudación
<¡reo que ignorancia arguye.
¡Poner á contribución
lo que sólo contribuye
* la «onmUeración!
¿Yo, que en un mes he cobrado
tres sueldos en Archidona,
tributar como hacendado?...
s
> le pagara al Estado,
¿qué diría la patrona?
Lamentarse amargamente,
y un artista que es decente
gollerías no sufraga.
¡El arte es libre, y no paga
privada ni oficialmente!
¿Que yo al Erario le atiend»
cuando continuas derrotas
me afligen con faz horrenda?...
¿Usted me ha visto las botas,
señor ministro de Hacienda?
¿Querer que un artista atómica
sea en situación tan crítica
contribuyente económico?...
¡Vamos, si eso es lo más cómico
de la cómica política!
Del arte en el rico emporio
pedidme verde laurel,
y no metal irrisorio.
¡Tengo un tesoro tn papel
LOS CRUSTÁCEOS DESERTORES
(FANTESÍA EXTRAVAGANTE)
I
Pobre de ropas,
rica de greñas,
sucia de cutis,
limpia de muelas,
por esas calles
anda una vieja
llevando al brazo
roñosa cesta.
¿Qué hny tn su f judo
que se minea
bajo lus pliegues
de ui.a bayeta
que fue muy blanca
y hoy ÍS njuy negra
y al cesto sirve
de tapadera?
Cuatro cangrejos
y sei» cangrejas
que se acarician
y íe revuelcan
y que muiruuran
de ¡as Rupertas
que los ili^fi'azafi
en la> c.i/.aelas.
!):: trecho tn trecho
para la vit ja,
guiña ios ojos,
lucrec la jeta,
toma coraje
y así vocea;
c-Cangrejos vivos!
¡la cangrejera^
II
Ve contrariada
que se le acerca
la vendedora
más retrechera
que pisa el suelo
de las plazuelas.
¿Quién es? Dolores
la rabanera,
que en su cestita
rábanos lleva
como capullos
de rosas fresc-s.
La titne envidia
la cangrejera,
y allí la insulta
donde la encuentra.
Se miran, chocan,
la lucha empieza
con frasecillas
no muy correctas,
y aquellos labios
que nunca rezan
son surtidores
de desvergüenzas.
Tras de los dichos
los hechos llegan.
Las dos se muerden,
se abofetean,
se simplifican
la cabellera,
y al fin entrambas,
al dar en tierra,
son aplaudidas
por lo que enseñan
á los curiosos
que las rodean.
ni
Mientras las damas
so atizan leña
los diez, cangrejos
que están de venta
(qui: no la pueden
ver á >u dueña
porque los gruñe
cuaado se inquietan)
dicen: «¡Caramba!
¿Conque nos dejan
abandonados
sobre las piedras?
¡Qué ocasioncita
se nos 'presenta
de hacer que rabie
la cangrejera!»
Y, entusiasmados
con tal idt a,
por an resquicio
de la bayeta
se van salú.ndo
los muy gateras
y se trasladan
á la otra cesta,
donde en un lecho
de hojita* frese; s
tranquilos oyen
la pelotera.
IV
Con las narices
medio deshechas
dan fin al acto
las mujerzuelas,
al ver el sable
de un Aguilera
de á perro chico
que las ahuyenta.
Vase Dolores
por la derecha,
llevando al bra/.o ..
lo que no espera;
diez cangrejitos
que sólo al veri.-.
de gusto bailan
unas manchegas
Por otra calle
se va la vieja,
que de la fuga
nada sospechr.,
y, como siempre,
coge la cesta,
guiña los ojos
tuerce la jeta,
toma coraje
y asi vocea:
«¡Cangrejo» vivos!
¡la cangrejera!»
JUAN PÉREZ ZÚSlGA.
MADRID CÓMICO
Los periódicos populares pueden hacer mucho bien, pero también
pueden hacer mucho mal. Se comprende que el favof*del público les
importe roncho, pero-110 hay, jp^pensar tan mal del pueblo que se
crea que soló mantendrá en.úi f%vá>á los papeles que traiguén, su
•mal gusto y su curiosidad insana y grosenf:Cv< . ».(• • .",,'„.* \ , ¡
:
Ya-sé lo que se dicei:,
•;,..'•, >'.
' )'f - ' \ •> \'-., )
«Con el público fray que;ha^ei: lo q u e til célebre s&éícieb. recomend a b a partí
p of>li!r!ir á l a s n i u jé r e s á .ds e g u i d l,o s , á saber,, ü ' d e l a n t e d e
ll
h
l t d
tíbüpaya q^^ n o s siga,
i
h
di
ellas;
hay que iir d
delante
dell tíftbüco;,
hay que adivinar sus debilidades.y halagarlas,; si nOj alranddiiikal más pintado.
Si nos empeñáramos éii convertirnos en pedagogos • del vulgo, dándole et alimento'espiritual que le ccmvíeiw, pero" que *nó solicita ni
le agrada, sólo conseguiríamos perder4a parroquia;-ípsotros nos
quedaríamos siii lectores, niji dinery'; y]%l {)úblico?se v^l,v()n'sirÁ'lóer. á
Fray Liberto y ¡as coplas de'los ciegos.>'
*.-'''i- j'•'• .' '•
No hay que exagerar; mejor es reeord&rja fábula de Jriaríetól público, si se le da graho 1 '0om£»ranon ier(j 'fiay que sahéf dárselo.
No quiero yo que los diarios noticieros se con^iqJISmi. eu Repúblicas de Platón... de la mañana ó de la noche.
"" - I
El bello ideal no es aquel periódico psoudo kravmistá que dividía
las secciones de sus correspondencias y noticias líttuiáitdoiü á todo
Vida... «Vida intelectual,» Vida económica, Vida aleütoriq (la lotería),
Vida corniforme ;los toros), etc., etc,..;Ya sé yo que hay ''periodistas
tan de profanáis y tan,demasiado psicológicos, que se duermen en
la suerte de ponerle vat$s> al gobierjicÉ.. pero todos lostartremos son
viciosos.
* • .'• ,
T
' •..
•
* •
Con un poco de tacto, sin dejav.de satisfacer las afi'cipnes popularos, (ÍÍ¡ puede ir corrigiendo lo líjalo'y dando á probar lo bueno en
forma agradable, y aiíméiiíaiido }>tíco i poco-la dosis. En Francia, en
Inglaterra,*en Italia misma (no se djga-en.-Ateiííaiii¡J), los periódicos
callejeros, los más •popiihiv.t1!*, los dedicados al público irías vulgar,
no dejan di; per iiteiiiiitis'V- de dar gvañ iniportuncia^'vloet intereses
del arte, de la ciencia, de la culturas, y en-.ésós papeles, fer publican
los trabajos más notables del ingenio nacional...
*", .'
En España, más" que-en. ninguna parte,Cjjues aquílds: inásde los
que saben leer no leen sino periódicos, importa ¿tij^iiMiar;al jilieblóá las 1 menas letras, á lo noble, serio, elevado, espiritual.i^á prensa
de gran circulación podría hacer mucho en este senfi-3o...íyíliay
temporadas en que olvida esta obligación y se deja juragtrar por las
tentaciones del lucro inmediato y á poca costa.
Ahora, por ejemplo, han tomado ejt los periódicos alarmantes
proporciones las causas célebres-y los folletines á ia antigua, total,
causas célebres. Crímenes jjpr arriba y por. abajo. Puñaladas, escalos, misterios sangrientos y ciencia policiaca por todo^ pasto espiritual. Si BOHÍOS tan amigos de imitar, coro» dicen algunos criminalistas, vamos á acabar todos en presidiov _
'"
.;
Copio de nn periódico popular:
*
' ^>- ''"-.. . . -,
<—La.escribí buce tres días para que me trajera á'roi niña, asi
«orno al pobre inocente á quien han "asesinado con ella; •.,
—¿El niño que estaba en el pozoíi ¿Lp;. conocíais, pne¿^ ¿Quiénes
son sus padres?"
-..
\" * " ,í
- "—No he visto nunca más que á su madre.
'.' •.'•*" /
El juez de instrucción insistió:
• .
"••. » . . *
—Necesito saber el paradero de D. M. N...>
>.~
¡ -..
¿Be dónde dirán ustedes que es ese trozo de literatura?"
1
—¡Toma! Bien claro está: de ese crimen nuevo qué llaman los
periódico» El niño del pozo.
,
- :
Pues no, señores; es de un folletíiv^ftulado Mano de hierro.
De mudo que hay pozo con niño ¿rí él entresuelo y en el principal, en el folletín y iriás arriba.
... '
< .,.
TJOS tales folletines suelen-UeñjEtr'la-cuaita parte de loé periódicos
más leídos, y esto es mucho pasto Criminal para el iíiapresionable
pueblo español.
•
.,
Además, para recomendar el genera, no.yacjj,an los papeles públicos en alabar las novelas más disparatadas,y pafeqe-comO que procuran un renacimiento \le la más deéacreditada litei^tura: •
Se han empeñado l»speriódicófe ^ue'oircnlan rmicqío en restaurar
el gusto que hacía admirar Loa 'tres nioSquefárot, yiao .falta quien
pretende que se había equivocado la critica al encbiitrar, poco, literarias obras como Él Conde de MoiUecristn, El Jñiís ttiyqñfe, Tf.s
memorias del diablo, etc., etc.
-- '* ";
. '..•".'.
Es más: se nos propone, con dudosa buenaf fe,, que abraníos lá
boca ante las ocurrencias de Fernández y Gonjsálea en Men Rodríguez de Sanabria y El cocinero de Su Majestad. Medio paso más, y
caemos en la cuenta de que r,o eran tan cursis, las; modistillas que
devoraban El corazón en la mano, de Pérez Escrich.
. .
La verdad es que la mayor parte de los periodistas que hace años,
por seguir la moda, eran realistas y se reían dfitnaeiado de los "disparatones novelescos de Fernández y GonzáJéZj- ÍSscrich, Tarrago, etc., etc., se burlaban por rutina; otra les -qtíedaba... y ésa es la
que Bacán ahora á relucir.
'
s
¡Qué mucho si hasta hay personas formales, formalmente instruí
das, que echan de menos «la antigua novela de aventuras,» de histo
ria inventada-pcrresrritores'que r w h a b t o leído'htstoríat'—
Yo no sé cómo pueden agradar á.hombres de alguna cultura y
sano juicio invenciones incongruentes, fábulas disparatadas, sin
gramática, sin estilo, sin lógica, sin idealidad, sin verosimilitud, sin
poesía, sin caracteres, sin enseñanza moral, sin nada bueno en suma.
Una cosa es que los escritores malos hayan abusado de la novela
realista y de la idealista, y otra cosa ee que se quiera restaurar lo
<jue no es ni fue nunca literatura verdadera.
• Malas son las «cansas célebres,» los «crímenes de la calle de tal..
p e r o eí h a y q u e escoger, a n t e s eso q u e los folletines célebres.
Antós Ravachol q u e Ortega y Frías.
i
DIÁLOGOS
- 4 HKS visto qué atrocidad?., v
Ésto ¡no hay quien lo soporte.
I$n la vida hubo en la corte
t*n horrible mortandad,
¿jío tenéis miedo vosotros?,.,
fines yb lo tengo cerval.
-^-¡Bah! No hagas: caso. ¡Con tal
que n » nos toque á-nosotros! •
-j-jA nosotros? ' • —Hombre, sí.
—Es claro.
I
:
—Naturalmente.
—Yo no soy tan exigente.
¡.Conque no me toque á mí!
—:Bs usted una persona
de primeral
—¡Caballero!
Esas burlas no tolero.
—¿Burlas?
;
—Yo ya soy jamona
.—Pero muy guapa, de veras.
—Esos requiebros extraños
& mis años... ,
—¡Si lo:> años
cuenta usted p o r primaveras!
—¡Primaveras!
:
:
— ¡Muy hermosas!
Un mes de Mayo florido.
;
i—$b, mis últimas han sido
primaveras muy lluviosas.
• Complaciente por demás
¡dicen.muchos que es Tomás,
el novio de Rosalía,
y hay quien jura que ella es más complaciente todavía,
.,..
y dándole gustq al pico
en un círculo de hermosas... ..
decía anoche Perico:
—Pero, Jesús, ¿ese-chico
cómo .no ve ciertas cosas?
Y respondió Valeriano:
- Aunque le cause sonrojos,
' '
" tiene» que ser campechano, porque para abrir los ojos
tiene que cerrar la mano.
En un banquete oficial,
muy grave y malhumorado
se pasea un invitado
por el salón principal.
;Qué noche mas aburrida,
qué eterno salir y entrar!
• Oos horas .sin encontrar
ni una car.a conocida!
JJel sal6n en 4in rincón
tropieza con un anciano
" *
y, tendiéndole la mano,
%
—¿Me da usted un apretón?...
—le dice —De estos extremos r
yo- la clave le daré.
,i
Al verme hablar con usté,
creerán que nos conocemos.
Porque estoy haciendo el paso
y, francamente, no quiero...
— ¡Apriete usté, caballero!
¡Yo estoy en el mismo casol
E. NAVARRO GONZALVO.
PEQUEÑO POEMA
Pepe virio á'Madrid lleno de bríos»
'. á luíliíir por Ja gloria, á hacerse célebre, *.
y trayendo por* armas y bagajes
lá audacia, la paleta y los pinceles,
Se metióle» io más recio del combate .
dispuesto á pelear como un valiente.
Dura fue la labor; ¡la muchedumbre
tenaz y silenciosa se defiende
y el soldado del arte necesita,
además de valor, paciencia y suerte!
En esta lucha previa, en esta etapa
de dudas, privaciones y reveses
en que los más sucumben, y los menos
temple de acero para el alma adquieren,
Pepe se enamoró... como cualquiera
de uña. rubia preciosa: de Mercedes,
' ptra pobre como él, más desgraciada •
p<t<jue siempie fue sola y poBre siempre.'
EMa quiso con ansia, con el fuego .'
que da la sangre que en las venas hierve;
ella á él con ternura, con el suave
cariño que impresiona dulcemente.
Fné-'sn acicate vivo en te batalla,
salutífero bálsamo en la fiebre,
gufa en el arte y eficaz consuelo
que trocaba las penas en deleite...
II
Y él, al cabo, triunfó. Pudo su firma
alternar con las firmas de los jefes,
oyó el primer aplauso, y vio delante
eícampo abierto donde el genio vence.
Los canjbios de fortuna traen consigo
fatal alteración de caracteres,
y el hombre que fue bueno en la desgracia
cambia en la dicha, y en el cambio pierdePepe olvidó á Mercedes poco á poco,
se dedicó á otro mundo, á otras mujeres,
y contaba riendo á sus amigos
aquel eterno amor... de cinco mese9.
Ella, la pobre, le quería tanto
que el cariño aumentó con los desdenes,
y como tritte rosa abandonada
MADRID CÓMICO
: . . .."..H •
se agostó con la pena de no verle.
Y á fuerza de sufrir pidió á los cielos
el eterno descanso de la muerte,
í* ¡qae hay niña? inocentes todavía
que aman de veras, y de amor se mueren!
•_»,
Sr. Director -ds ^oinpujftacipn
jPodrá V S decifme qué petado ha cometido D Ricaido Montequi,
médico de«i!arco de, Avila^ para, que se le imponga el duro, castigo de no
¡recibir njinca ^l^MXP^iP CgMttlü, que esta Admmistraqón le remite pun
•tualísimamen&e.í
-j „
*1,
. '
Porque si »o bü coBiijtidf^magun pecado €t una^Bjusticia muy grande
labros: ,
,
-_ it.
Páginas altgrt, colección de artículos de nueAro compañero D Luis
; Taboada, ilustrada pqr Pons Y editada pop- D Antonio de Safe Martín, Ua
¡libro nuevo de ntfi strq^ueridOjCroni^ta tes siempre un aconteéimiento li'terario. Todos \Q£ anlténo?e5 Té haflf v»ndid.<Jt como pün bendifeo. Fste se
¡venderá m^s ¡gdiiv\á, p'prque el publico \ntnsiasfe d< Tabodda aumenta
^prodigiosamente .todos'foí ífar'No cuesta el tomo más que 3,50 pesetas
!
¿L.o compra\^u,u tcdesr lfj_' *
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j Sonetos y "w/tf/i^déí'bac'iiíller Küamsi&oo de Osuna y I) I*rancisco Rodrigues Marjj), dos personaí'dis^intas y un solo poeta verdadero, corso se
• demuestra; en" él, lib^w jjjaJüSblelilente. E-dición elegante que no se vende
,al público.1
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C/aro ¿jfíif», éns^ó^dí novela de Dj Luis defieran, con una carta prólo'iáé Ii.»J6)é"Matííi de»P«focVaj<jEl aujoréstlibío sigue con gran aprove,chainiíntq#las hue.llas de quien le presentare» eL^papipo literario y prámete
¿ópimos'Tru'tóá eH tan^éifícrígélíero. Precio, 2,50 pesetas.
La tiple ingeniosa, juguete cómico lírico en un acto y en verso, original
de D. Rómultrftfrrro, imísie»—det nwsetfo -Alcubilla, «¿trenado con gran
éxito en el Teatrí) Roias-'d^Toledo.
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les higos son los disgustos ..t
yjos placeres las. brevas/., ] .„
Es más fácil el probiém^/'
_de la gallina y el "nuevo,''"' , '* **
que averiguar el origen "'_"
-JtW. alefirjta,
Porque tienes hoyuelos
en las mejillas;
ríes por eso, .."_
Por lucir los encantos
de tus íí¿ynelos;,--'.'"'.•
Yo no « p o r qué razón •'<hacen algifcos casados,
al andar; ^tolón! ¡tolón!
E& tuja, lástima grande , ,
.
Ine los^msados no. «/san muchos,..
porque es p a ^ t i m u y poco >
decir que vales un mundo.
Con un par ¿le piñones ,-,."
de los míichicos
quiso el Señor- hacerte-v - * ..
IQS pie&cjlos; "
per»" es le, cierto -;
l i e los hizo, y sobraron . /
pifión y .medio.
Crfi. $1 árbol de la vida
dos frutos, como la higuera:
de tus ojos y del cíelo, i '*'
Es Iridíenlo cúanda'Á - \ ' • - = *.•;
te mira el naviO"
que fingiendo rutfarfjr •• ,
bajes loé ojej^j,
pues si te <£»sXi t
s
tjj serás la que rete '
' , V;con la mirada. "
\
; Separad mujeres.y.ltombre#
con muralla de alfileres, *\
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".. y veréis cuántos pinchazo»
" '
van á llevarlas mujeres.
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•álRREÍáÉMDENCJA PARTICULAR /
Abecedaríoi\-Y6o^a.\A eos»,' si hemosfde hablar con la fratiqueia debida.
Sr. D. A. b
Los rojnáírces largos .
., ..*•• . * ' • ' • '
Me^ggit» el nublado, •• •<:'M~.'--r
• I.úqerpla^e elJnvienH), -• Vj--"
porqne tienen trísírcaas .tan granjleí
, v ?5Oinp yo las tetgo... . *•-|
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Sr. íi. U R,-B«tt»§pero en'
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conttC^iíf^ra. PotiWftdlf &ÍO niaterialmente
:.en«Tle pedir la firma,
(toino íé corresponden,
<fÑf%B 'a}£*ao> Porque sale vulgar
f,.Í %>£A \fr¿\ "fí "rl 'í*«' .,!"-.'•"! / T •.3.-'
solí
viHatto
de""sus galas y esplendor. > . ; '
Y como usted corapr,$rrtJf ^o, jipefie. sec ^^F.a^rque el sol no puede
sstar hacienda, TnQattQ alarde de nada.
Sr. D. J. R! C:*Jííorpitéd^*'apfr)fettiaK'niiigialí?^'''i1,?>t'' ::
Pantaleón.—Mala cosa es salir ahora con^versitos á la vecina de enfrente.
Un aiuaieut.—Hal medidos ^mchos, y eso es un pecado muy grave.
M-JÍO pueda resjstir &J$ tentación, ¡qü| demontre! Allá va el
•
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htére mi/ai, suave njurujHiUo * . . , ,, ., ...
de tiaíiaaoM sonido*^' i ./*,.!'»' í'.í •'..,."
•'•')'.'Í-»*'"".*,,'-" ¿ ' ^ •'.yí.;'i.;.','.v
Divagó mucho tiempo sobre el caso;
el oeligjo ininineute de un fracaso;
níM cbínO aff¿f'M> Tepíft6 «ñoptezc, «••••• • v
miríridVp^e'dieríaíen véh de todo» •*•* :i J
•'alteteSñar^óngesto sonriente, - .
-•< t -v • '
murmuró de e»te modo:- r"iV;>v
-.•';'.
oda., cuando no
: Sr. L). M. J.—Mataró.^
ériano Suárez, Preciadolf
f¿sp>':
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jl pedido a la librería de 0 . Vic| » d e M, C. Henead.»,
'con'
«*í¡#aít
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- p é n M r f á a ' s o f e W i á V i r t u d p e r d i d a . ' " " i '•-' > ; %' •»'*? X'>t
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" **'Es'iSüs' V£ce8"lieríno«a
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£ / Ay¿> Í/Í 7a nt^^r^ase
1 composición. V gajisfe.
Curriqui.—Cómo uiii
-jr-ri
i serj)onita duplicad».
...
~~ .._ . ^ . -.
"* No iré i l a cúa. que jni'no.yip, pide;,.
, , a .^
ee iniJtil, no,Ruedo¡ . : . " • • V i_ • ; _ " ..
*"
el de^er, tueJlpTOipide, ¡ '. '. { i-j , .; .-• ',./;... («^j
- ,^ jr^olvidar mi deber oje^causa miédó^"
' * ' "• M<s
f/
'..
Cara/aba. — Los fjges le/salen.-bpenof , 4 , ...
'saieri r/oí chamba, '
•• -'
>S,; te ....conque... ¡cuelgue la pluma
—Me cka...^Iré?... No debo; . .
es virtuosa;
r
/V/;ft>.-^-¡Qué bonita!...- para leerla don gran aplauso en cualquiera reunión cursú
•
| k á suici^;> p.a. ^eji^l^j gcjio silabea de reglamento. Y
C0NR0RM1OAP
,
%j
N
. ^
.
«Has íicho pó.r^hTquie no tengo cabeza»^'"- • ^
es largo, *erl mifrümilide ópin-Wn*. V'enjlas humoradas hay't)ástañtespór'el
*
t)ebe de ser la vergüenza *••
.como gota de mercurio,
*">>
porque está visto que pasa
resbalando sobre, el
ANTONIO
X 5-
f de 4<ie enJtt'Sbridó, cuando á amar se ^mpiél»,
se'empieja á vislumbi'ar un raunddtniéV-OÍ ,. '"
/
í%|>a grj,
;
por mfÉ qáe tanta gíona es ilusoria,
v
pue&-4Í-R6;^e flS womeato de locura .-, j ;
aquella gloria Il^s parece impura.
...
'V Que^piosvifteJlíbre á mí de ese momento
que. destruye eTfiésor.9 de la vida
y ejue deja d'é>pne's páravtérmento,
br^eírehVordimilfáto ' " * •-' ''•'-,•
ccuálterrlblSy
u á l ' t e r í í b l S y br^érrem'ordimilíáto,
"*)*••-'. : iU-i í,«i- »h,\ ú
:
CANTARES
El mundo íes n»a petaca"?
tobl
g
y ¡Taya si hayjm.el«Sundo...
«garninas dej-estaocol. . _, •
CHJ^MÉS Y CUENTOS
^ $ r . que; erl. l»,'cotapoa«;ión'.S'<*>¿J^í-,publicada-en el
numero anterior c'bmo muestra de lo mucho que ^ale el libro Giraldillas, de
JlWftro jcompañero j amigo D. Ricardo J. Catarineu, bueno será advertir,
.digo, que por exigencias 5'e^^He'seT^Bm{eTÓ^,"1í^lrlttmalrorSpirgunos
párrafÓ6, sípresüif ^ í i alt<tf>, aunque poco, el sentido de la composición.
Es decir, qué habrá espíritus suspicaces que habrán notado los baches.
• Y para eso» éspírftltí.'isy-emos esta aclaración, que servirá de satisfacción al autor •fcVa'riJrrntf tiejnfro.v
Iba un carruaje fiídebre", modesto, . v ;
•
marchando! at cementerio lentamente, _ . .
y al' llegar a las Ventas, de oh cuar^to,
.
•
donde había sin dodá gente alegre • ;
. .
-«píef llenaba d e ruido el merendero
,
.•£••''
con risotadas y canciones verdes,
\: ,
se abrió una ventanilla. Una muchacha
ebria d e v i n o y harta de placeres
•
- *W asomó á?Ver el coche. Y en seguida v
S* oyó en-el interior la voz <ie Pepe
qne la d e c S j ^ ^ r i n i , ya lo has visto:
.- "."'
;
np entierrp^qfe pasa. ¡Cierra y bebe! ?•' ' T • •
'
•
SINÉSIO DBLOA»'o.
"';•
' .
'ili
•'- .-. • ' " ' . V -
; - ' • • •
1.* A J
»
MADRID CÓMICO
Lit. Madrid Cómico, Jesús del Valle, 36
—¿Qué quieres? ¿Por qné alborota»?
—¡Que no me quiero lavar
si no me echan unas gotas
de Colonia Palomar!
Drogucria y Per/tunería.
Faenearral, 24.
BECQXJBRIANA
Yo entré en la espacios»
y ele«*ut« tienda
y admiré ciad todos
cuanto había en ella.
Para pavimentos
vt distintas maestras
de mosaico hidráulico
désraptotellexa.
Vi machas baldoaas
especiales, hechas
para aceras, patios,
cuadras y cocheras.
Vi paratostechos
de las casas regina
ricdé artesone*
que el alma recrean.
Vi tantos objetos
y tan gran riqueza
y tantas'estatuas
de b«*b, tari bellas,
qne exclame: (Dios mío,
qué cbeas tari buenael
Con un traje de Petqttera
f uime al síntó el otro día.
Me arrastré por la pradera,
y al alzarme, no tenia
ni un descosido'siquiera.
Magdalena, 20.
—¡Dios bendiga esa heraosnrsi
—Apártese, caballero:
¡limpíete la dentadura,
porque si no, no le qstoro.
Tirso Pérez.—Mayor, 73.
JBtcáfet Fortvmyy CempaAia.
Ayer mi obrita hiao flaseo.
jNo importa! Lo que yo quiero
es qne piste este sombr«i«
de M. Gartia Carrasco.
Carretas, M
-—¿QB&MRVW á ta mujer,
de Saaísidro,Oaspar?
(Venid, que en el mundo
—¡Hombre! ¿qué la be de llevar?
' no hay casa como ésta
Ctffftutcfinóde Mogker.
para instalaciones
Sobrina? de Guinea, Carretas, 27.
de la luz eléctrica!
tkpósito de vinos, Arenal, 2.
Manuel Fhreníín.—BalleiUa, 20.
GRANDES DESTILERÍAS MALAGUEÑAS
COGNACS SUPERFINOS
¡Suceso inmenso!j8oiréefashi<m*Mel
If^&'jiaombrosol
—¿Por qué ?igue tanj d^p,rjsa
Dos elefantes hacen ejercicios á Bamón esa morena?
sobre una cama del Bator -4e la —ífiríjue lleva una camisa
Plaza de la Cebada, nM.l, y hf <!• 'Martínez, cosa buena.
la rompen ni la doblan.
San Sebastián, 2.
un dia
qnó tiene Fortunata
con los. novios tal fortuna? '
—POM... porqne se deaiyona
coa pastelillos de nata.
La Flor y Nata.
Plaza de Celenque,!.
JIMÉNEZ Y LAMOTH*
viendo el pelo que
por, lji, bomba del
Perfumería y Droguería,
MADRID CÓMICA
PERIÓDICO SBHAKAL , F^SfiyO É ILUSTRADO
DKUA
\mmkMhMiMiki\\
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50. RECOMPENSAS INDUSTRÍALES
DEPÓSITO
CALLE MAYOR, 18 Y 2O
HAORIO
PRECIOS
os
dáá
5
Mndrld.—Trimestre, 2 , 5 0 B«a«t0:a; seme«tr«,
ño, 8 .
Provincia».-S«.ue^T,
^
E x t r a n j e r o y Ultramar.—A«o. *o,J|«#«WM».
Ea provincias no se admiten por menos de qeis meses y «a • '
xtranjero por menos de un.año,
Pago adelantado, en libransas del Giro mAtao, l e ^ M 4 t f4d>
;obro ó sellos de franqueo, con exolosión dft lo# Uñares movite*
PUECIOS.;;» TfflRPá
Un núraer* córríenteríS céntimos.—ídem atrasado, 5O.
A corr«spojisales y vendedores, 1 0 céntimo» número
to T AOÍtUIISIIUOlÓS: Ptnintulw, 4. priatya
. ,, Teléíbno nftm. 3.160.
DWPAOHOS TODOS LOS DÍA» DK M B S i CUATRO
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