La devoción a Nuestra Señora es necesaria para la salvación

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La devoción a Nuestra Señora es
necesaria para la salvación
por el Padre Patrick Pérez
Empecemos con una oración. En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu
Santo. Amén. Venid, Espíritu Santo, llenad los corazones de Vuestros fieles y incendiad
en ellos el fuego de Vuestro amor divino. Enviad Vuestro Espíritu y serán formados.
Oremos. Oh Dios, que, por la luz del Espíritu Santo, instruís los corazones de los fieles,
concedednos que, por el mismo Espíritu, seamos verdaderamente sensatos y nos
alegremos en Su consolación. Por Cristo Nuestro Señor. Amén. Qué la asistencia divina
permanezca siempre en nosotros; qué las almas de los fieles difuntos descansen en paz,
por la misericordia de Dios. Amén.
Buen día, estimados Padres. ¿Hay aquí Salesianos de San Juan Bosco? Sé que
hay más; ¡los otros tuvieron miedo de levantar las manos! Bueno, les deseo un feliz Día
de Fiesta de San Juan Bosco, no sólo a los padre salesianos sino a todos que están
presentes. Es una bendición para todos nosotros que continúen su trabajo con los
jóvenes de todo el mundo. Son nuestra esperanza para el futuro. Qué Dios bendiga su
trabajo y qué Dios los bendiga.
Dedico esta charla de hoy a Jesús a través de María, en honor de Su Inmaculado
Corazón, en honor de Nuestra Señora del Rosario, y también en honor de Su querido
siervo San Juan Bosco. En la Misa de hoy, me pareció que una oración se refería a él
haciendo trucos de mágica. ¿Quién me puede explicar esto? Los padres salesianos
tendrán que explicarme esto más tarde. Parece ser interesante.
Esta mañana voy a hablar de la devoción a la Santísima Virgen, pero no apenas
en general. Específicamente, hablaré sobre la devoción a la Santísima Virgen María
siendo necesario para la salvación. Parece que hay mucho a decir, y, efectivamente,
sucedió que algunos sacerdotes – tal vez no fueron sacerdotes muy buenos – me dijeron:
“Sabe, no tengo gran devoción a la Santísima Virgen. Sabe cómo es, y cuanto al
Rosario, tanto puedo rezar como no rezar”. Fíjense, esto no es tener devoción a la
Santísima Virgen.
Y yo no estoy de acuerdo. Cuando preguntaron a Nuestro Señor cual era el
mandamiento más importante, respondió: Amarás al Señor tu Dios con toda tu mente, y
todo tu corazón, y toda tu alma. Y amarás a tu próximo como a ti mismo. Si amamos
verdaderamente a Dios, Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo con todo nuestro
corazón, toda nuestra mente y toda nuestra alma, también debemos amar lo que Él ama.
No podemos separar las dos cosas. No podemos decir: amo mucho a Jesús, pero Su
Madre está bien. ¡No! Si amamos al Señor nuestro Dios de todo el corazón, también
amamos a Su Madre. Intentemos amarlo con un amor igual al que Él tiene por Su
Madre. Es imposible para un ser humano, pero le pedimos la gracia de amar a Su Madre
y obedecer Su Madre con el amor que Él tiene por Ella y con la obediencia que Él le
demostró.
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Con la excepción de Dios Padre, el mayor amor de Jesús es por Su Madre
Santísima. Es claro que la Santísima Trinidad ama a Si misma con un perfecto amor.
Esto es una cosa, pero hay una segunda categoría distinta que trata del amor de Nuestro
Señor por Su Madre Santísima, que Él ama encima de todo, exceptuando la Santísima
Trinidad.
Por lo tanto, por definición, esto debe también aplicarse a nosotros, Sus
seguidores. Si vamos a intentar seguirlo en verdad, tenemos que procurar amar a Su
Madre como Él La ama. De otra manera, no podemos decir que amamos a Jesús. Es tan
simple como esto. Si no La amamos, no podemos amar, y somos mentirosos. Si
dijésemos que amamos a Jesús, pero no amamos a Su Madre, estamos mintiendo.
En un momento voy a desarrollar este tema. Sé que muchos de Ustedes vienen
de India o de Sri Lanka o de países de esta área, y que tienen sus propios espinos a
aguantar. Tienen que tratar con los hindús y con los musulmanes y con los Gobiernos y
todo tipo de autoridad. Bueno, el espino que nos atormenta en América es lo que se
llama el protestantismo. Están en todo lado, como aquellas hormigas rojas que muerden,
o como las cucarachas, e molestan mucho a causa de sus blasfemias y sus ataques contra
el Cristianismo. Creo que no tienen que tratar con ellos aquí, pero cada tierra tiene sus
problemas. Por definición entonces, tenemos que amar a Nuestra Señora con el amor de
Jesús, para poder decir que amamos verdaderamente a Jesús. Más que eso, porque Lo
amamos, amamos lo que Él ama e intentamos imitarlo en todas las cosas.
El texto clásico, La imitación de Cristo, de Tomás a Kempis, por supuesto, nos
da una buena orientación en ese sentido, pero hay muchas obras espirituales de gran
belleza que también nos orientan en la misma dirección. En un cierto sentido Su
Encarnación se realizó por la intercesión de Nuestra Señora. Cuando Nuestra Señora
consintió en hacer la voluntad de Dios y ser Madre de la Segunda Persona encarnada de
la Santísima Trinidad, hizo su intercesión de manera muy real.
Nuestro Señor sujetó Su propia Encarnación a la condición de la intercesión de
Su Madre. De la misma manera, Sus milagros se deben a Su intercesión. Recordemos el
primero de todos; en la boda de Caná, Nuestra Señora notó que no había vino y le dijo:
“Hijo, no tienen vino”, al que Él respondió, “Mujer, ¿qué tiene esto que ver conmigo y
contigo?”, y entonces transformó el agua en vino como su primer milagro público. Pues
bien, esto simbolizó Su entrada en Su vida pública, en Su vida de milagros, y lo hizo
por la intercesión de Su Madre, y también con Su permiso y a Su pedido.
La Santísima Virgen ocupa un lugar único en la creación. Pues bien, es aquí que
los protestantes de mi tierra empiezan a tener problemas con la Santísima Virgen,
porque, por una razón cualquier, no consiguen aceptar el hecho de que Nuestra Señora
es única en la creación. No es Dios porque fue criada; no es igual a nosotros porque nos
nacemos en el pecado; sino que es la Inmaculada Concepción, el primer tabernáculo, el
vaso santo y puro hecho por Nuestro Señor para contenerlo durante nueve meses,
mientras esperaba su nacimiento en Belén.
Nuestra Señora, la Inmaculada Concepción, ocupa un lugar único en la creación,
tanto por Su naturaleza de ser la Inmaculada Concepción como por Sus méritos. Porque
también mereció lo que tenía. No por haber nacido la Inmaculada Concepción; sin
embargo mereció muchas cosas por Su propia cuenta. O sea, por su colaboración total
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con el plan de Dios. Mereció, y consiguió donde la primera Eva falló, y en este sentido
contribuyó a nuestra redención. Ocupa, pues, una posición única entre Dios y los
hombres, encima de todos los hombres.
Aquellos de Ustedes que están familiarizados con la liturgia tradicional de la
Iglesia saben cómo demostrábamos esto. Hay tres tipos de inclinaciones. Por ejemplo,
en la Misa tradicional de la Iglesia, se hace una leve inclinación de cabeza cuando se
menciona el Santo del día, y el nombre del Papa, y el Obispo de la Diócesis en que
estamos, el día de su consagración. Se hace una inclinación profunda de la cabeza
cuando se dice el nombre de la Santísima Virgen María, y sólo el nombre de la
Santísima Virgen María. Es una inclinación más profunda que la del Santo, del Papa o
del Obispo. Pero es menos profunda que el tercer tipo de inclinación que es reservada al
nombre de Nuestro Señor Jesucristo, y no hay una inclinación más profunda que esta
última.
Por lo tanto, hasta en la liturgia separamos dulia, hiperdulía y latria, que la
Iglesia dedica a los varios santos, a Dios, y a la Santísima Virgen. Nosotros, católicos,
siempre le hemos dado a Ella este lugar sin cuestionarlo. No cuestionamos esto ni nunca
lo hemos hecho. Pero, como ya dije, hay quien lo haga. A saber, los protestantes, que
empezaron con la revolución protestante al inicio del Siglo XVI.
Fíjense que ésta se llama la Revolución protestante, y no la Reforma. A los
protestantes les gusta llamarle la Reforma porque piensan que la Iglesia católica estaba
de alguna manera corrupta y que ellos la reformaron gloriosamente en un sentido
bíblico. Al contrario, destruyeron la unidad de la Iglesia. Blasfemaron a nuestra Madre
Santísima, a Nuestro Señor y a Sus santos, y todo lo que apareció antes de ellos en la
Iglesia de Cristo. Es, por lo tanto, encima de todo, la Revolución protestante, no la
Reforma protestante.
Ellos tienen dos quejas principales a respecto de la Santísima Virgen María. En
primer lugar, dicen que Ella era una mujer como cualquier otra. Por sinrazón, supongan
que Nuestro Señor eligió al acaso una mujer cualquier para encarnar. Dicen ellos, era
apenas una mujer como cualquier otra. Para la otra objeción, arguyen con las Escrituras
para decir que Ella no puede ser mediadora, porque sólo tenemos un mediador, y ese
mediador es Jesucristo. Por eso dicen que, cuando rezamos a la Santísima Virgen, o a
los santos, estamos en la práctica cometiendo idolatría, porque las Escrituras dicen que
sólo podemos tener un mediador, un intercesor, que es Jesús.
Los protestantes basan estas opiniones en lo que comprenden, en primer lugar,
ser una falta de evidencia en las Escrituras. No les interesa saber que el Antiguo
Testamento está lleno de referencias a la segunda Eva en Sus cualidades; y está. Si leen
el Antiguo Testamento, teniendo en cuenta los detalles del Nuevo Testamento, verán
que Nuestro Señor es prefigurado y referido cientos de veces en el Antiguo Testamento,
así como Nuestra Señora. Además de eso, ¿qué se puede decir sobre el aspecto del
sentido común de la teología?
Recuérdense que nuestra teología no es sólo bíblica. El bíblico es bueno; nuestro
libro es bíblico, el libro de la Iglesia católica; lo usamos y lo interpretamos como debe
ser. Pero la teología no es sólo leer la Biblia; la teología es usar la cabeza, y usarla
muchas veces. Cuando se aplica la lógica a las Escrituras y a los verdaderos principios
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sobre Dios, es así que se hace la teología. Cuando se aplica la lógica a la verdad, puede
llegarse a otra verdad, y esto, básicamente, es la teología.
Entonces, ¿qué se dice de aquel aspecto de la teología, el aspecto del sentido
común? Dios Hijo, el Santo e Inmortal, no podría nascer de la carne de una mujer como
cualquier otra. Esto es derivado de la naturaleza de Dios. No podría nascer de la carne
de una mujer como cualquier otra, con la mancha del pecado original, una mujer tan
pecadora como cualquier otra. Esto sería imposible para el Santo e Inmortal, que no
puede tolerar la presencia de imperfección, o pecado, o error.
Por lo tanto, Su situación única, debido a Su Inmaculada Concepción, puede
deducirse a través de la lógica. Ella tuvo que ser la Inmaculada Concepción. Aun si no
hubiésemos leído las palabras del ángel, registradas en las Escrituras: “Ave, llena de
gracia”, sabríamos que Ella era, efectivamente, llena de gracia desde el primer momento
de Su concepción, porque no podría ser de otra manera.
Ahora, la otra objeción que los protestantes hacen, sobre un solo mediador, un
solo intercesor, que es Jesucristo, ¿en qué sentido será verdad, y cómo es que no se debe
entender? Que Jesucristo es el único mediador en justicia para nuestra redención, no
está en discusión. Sólo Él pagó el precio por nuestros pecados, esto es exactamente lo
que las Escrituras quieren decir cuando se refieren a un solo mediador. Significa que
sólo Él nos remitió los pecados. Pagó el precio. ¿Y cómo sabemos que esto es lo que las
Escrituras dicen? ¿Y cómo sabemos que las Escrituras no prohíben que se rece a los
santos o a la Santísima Virgen María? Porque las Escrituras están llenas de ejemplos de
la intercesión de otros seres humanos. Voy a darles unos ejemplos según lo expuesto a
continuación.
¿Qué es lo que llamamos la mediación de la gracia? Nuestro Señor es la
mediación de la justicia. Pagó el precio. La mediación de los santos y de la Santísima
Virgen María se llama la mediación de la gracia. Si leemos en el 2º libro de los
Macabeos 15:14, Jeremías intercedió después de su muerte por su querida ciudad de
Jerusalén. Vean el libro del Apocalipsis, 5:8; los antiguos interceden por nosotros, los
santos.
Un ejemplo final. Si buscan en la 2ª epístola de San Pedro 1:15, verán que San
Pedro prometió a sus discípulos que intercederá por ellos en el Cielo. Sabemos, por lo
tanto, por las Escrituras, que no hay apenas un mediador que reza por nosotros para
obtener la gracia, tiene que ser así, porque en las Escrituras encontramos otros ejemplos
de la mediación de la gracia.
Es evidente que, en virtud de Quién es y de lo que Ella es, la intercesión de la
Santísima Virgen María tiene un lugar único. Tal como Ella ocupa un lugar único en la
creación, así Su intercesión ocupa un lugar único. ¿Y qué es? ¿Cuál es Su lugar
entonces? Su lugar único y singular es en la intercesión. ¿No es la Santísima Virgen
María la Reina del Cielo y de la tierra? Sí, es la Reina del Cielo y de la tierra. ¿Entonces
no sería apropiado que hasta las oraciones de los santos suban al Cielo a través de Ella,
y también todas las gracias descienden del Cielo a través de Ella? ¿Ella no lo mereció?
Sin duda que mereció.
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Recordemos que Le llamamos Reina, en la Salve Reina, y que en el 5º misterio
glorioso nos referimos a la coronación de la Santísima Virgen María como Reina del
Cielo y de la tierra y hablamos de Ella como alguien que tiene dominio absoluto sobre
nosotros, como la Reina que es. Una Reina no es como una figura parlamentaria en que
no podemos depositar nuestra confianza. ¡De modo ningún! Una Reina tiene poder
absoluto en este sentido, y en el mismo sentido María es Reina del Cielo y de la tierra.
Porque lo mereció. Así es por necesidad de precepto, y no por necesidad de medios.
¿Qué quiere decir esto? Ella es la Mediadora de todas las Gracias porque Dios
así lo quiere. No porque tiene que ser así, sino porque Dios determinó que así fuese, por
el amor que tiene a Su Madre Santísima y a Sus méritos. Eso es lo que se llama la
necesidad de precepto antes que la necesidad de medios. Es así porque Dios quiere que
sea así, y no debido a la naturaleza del asunto. Fue Dios quien sujetó Su Encarnación a
la intercesión incomparable de Su Madre. Sujetó Su Encarnación al fiat de Su Madre
Santísima. En Ella se cumplió los deseos de toda la raza humana. La venida del Mesías
se realizó por Su palabra y permiso, y solamente por Su palabra y permiso.
De la misma manera, recibimos las gracias del ministerio público de Nuestro
Señor a través de la intercesión de María Santísima y según las revelaciones dadas a
Beata Ana Catarina Emmerich, Nuestro Señor hasta pidió el permiso de Su Madre para
someterse a Su pasión. Así, hasta la gracia de la Redención fue a través de Su palabra, y
sólo Su palabra. Según las revelaciones de Ana Catarina Emmerich, Nuestro Señor
visitó a Nuestra Señora y le pidió permiso para someterse a Su pasión.
No nos da sorpresa que este intercambio debe ser continuado en el Cielo.
Efectivamente, es muy apropiado que, así como fue en la tierra, la intercesión de
Nuestra Señora sea ahora necesaria para la salvación en cada caso específico, como
anteriormente era en términos generales. Hay quien quiera limitar las atribuciones de
Nuestra Señora como Mediadora de todas las Gracias al caso general, cuando Ella dio
su Sí, Su consentimiento; su fiat para la Encarnación, que, por lo tanto, nos posibilitó
Dios encarnado, que tuvo Su ministerio en público, Su pasión, muerte y resurrección.
Sin embargo, es mucho más activa y específica que eso. Es un caso específico
individual de necesidad de Su intercesión para la salvación. Cada uno de nosotros La
necesita y no es apenas el caso histórico de Su fiat en la Anunciación. ¿Qué es lo que
tienen los santos a decir sobre este asunto? Bueno, voy a leerles algunas citas de lo que
los santos dijeron sobre este asunto; todos ellos estaban de acuerdo. No hay ningún
santo, ningún escritor espiritual en la historia de la Iglesia que niegue la necesidad de la
intercesión de Nuestra Señora en la salvación de cada uno de nosotros.
No es muy difícil encontrar referencias sobre esto. Aquí sólo les voy a indicar
algunas. San Bernardino de Siena dijo que todas las gracias de la vida espiritual que
descienden de Cristo, la cabeza del Cuerpo Místico, a los fieles, que hacen parte de este
cuerpo, son transmitidos por medio de María. Dice el mismo San Bernardino que, como
Dios se dignó habitar en el seno de esta Santísima Virgen, Ella adquirió de esta manera
jurisdicción sobre todas las gracias que Jesucristo concedió, proviniendo de Su
santísimo seno. Todas las corrientes de dones divinos vinieron de Ella como de un
océano celestial.
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En otro lugar, repitió la misma idea en términos más distintos. Explicó que, a
partir del momento en que esta Virgen Madre concibió el Verbo Divino en Su seno, Ella
adquirió una jurisdicción especial, por decirlo así, sobre todos los dones del Espíritu
Santo, de modo que ninguna creatura ha recibido desde entonces cualquier gracia de
Dios que no fuese por las manos de María. Hay un escritor espiritual, Ricardo de San
Lorenzo, que dijo que Dios quiere que todas las buenas cosas que Él concede a Sus
creaturas pasasen a través de las manos de María.
De la misma manera, el Venerable Abad de Sales exhorta a todos que recurrimos
a esta tesorera de las gracias, que es el nombre que le da. Dirígete a la Santísima Virgen,
dijo él, porque por Ella, y en Ella, y con Ella, y de Ella, el mundo recibe y recibirá todos
los bienes.
Lo que sigue es de San Alfonso de Ligorio. Dios, que nos dio Jesucristo, quiere
que todas las gracias que fueron, son y serán dispensados a los hombres hasta el fin del
mundo por los méritos de Cristo sean dispensadas por las manos y a través de la
intercesión de María. Un famoso teólogo jesuita, Suárez, dijo que la intercesión y
oraciones de María están encima de todas las otras y son no sólo útiles sino necesarias.
San Bernardo dijo que Dios quiere que no tengamos nada que no hubiera pasado por las
manos de María.
Y antes de San Bernardo, ya Santo Ildefonso afirmaba lo mismo. Decía él: “Oh
María, Dios decidió cometer a tus manos todos los dones que proporcionó a los
hombres, y por lo tanto, Te confió todos los tesoros y riquezas de la gracia”. Otra
autoridad más, San Pedro Damián, dijo que Dios no se haría hombre sin el
consentimiento de María. En primer lugar para que nos reconozcamos que tenemos
mayores obligaciones para con Ella, y en segundo lugar para que comprendamos que la
salvación de todos está al cuidado de la Santísima Virgen.
Sólo algunas notas más. Los testimonios de los santos y teólogos son tan
contundentes que es maravilloso oírlos. Citemos una vez más el teólogo jesuita Suárez,
que dijo que María colaboró en nuestra salvación de tres maneras: Primera, por haber
merecido, por congruidad o adecuación, la encarnación del Verbo. Segunda, por haber
rezado continuamente por nosotros mientras vivió en este mundo. Y tercera, por haber
ofrecido voluntariamente la vida de Su Hijo a Dios para nuestra salvación. Por esta
razón, Nuestro Señor decretó en Su justicia que, tal como María colaboró en la
salvación de los hombres con tanto amor, dando al mismo tiempo tanta gloria a Dios,
así todos los hombres deben obtener su salvación por intercesión de María.
Esta referencia es de San Antonino:
“Quienquiera que pide y espera obtener gracias sin la intercesión
de María, está intentado volar sin alas. Porque, tal como el Faraón dijo a
José: “La tierra de Egipto está en tus manos”, y después envió a él todos
los que venían a pedir ayuda, diciendo: “Id a José”, así Dios nos envía a
María cuando procuramos gracias. Id a María porque Él decretó, escribió
San Bernardo, que no concedería gracias a menos que pasasen por las
manos de María. Nuestra salvación está en Sus manos”.
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Esto es de Cassiano, el escritor espiritual. Nuestra salvación está en Sus manos.
Dice claramente que la salvación de todos nosotros depende de ser favorecidos y
protegidos por María. Quien sea protegido por María se salvará. Quien no sea, se
perderá.
Citemos nuevamente Ricardo de San Lorenzo:
“Tal como caeríamos en el abismo si la tierra despareciera debajo de nuestros
pies, así es que un alma privada de la ayuda de María caería primero en el pecado y
después en el infierno. San Buenaventura dijo que Dios no nos salvará sin la intercesión
de María. Tal como un bebé no puede vivir sin una ama que le da de amamantar, sabéis
que nadie puede salvarse sin la protección de María. Nos exhorta, por lo tanto, a ansiar
por la devoción a Ella, a mantenerla con cuidado y nunca abandonarla hasta que
recebamos Su bendición maternal”.
Hay muchos ejemplos diferentes de esto. Me recuerdo ahora de uno. Lo vi en un
artículo publicado en Catholic Family News casi hace siete años. Era el caso de un
joven negro del Sur llamado Claude Newman, que era completamente analfabeto.
Alguien había atacado y herido a su mujer, y él, para vengarse, acabó por matar el
agresor. Fue preso y condenado por asesinato. La sentencia era de muerte.
En la cárcel encontró otro prisionero que usaba una medalla. Newman le
preguntó: “¿Qué tienes allí”? El prisionero, que no era muy bueno católico, contestó:
“Es sólo una medalla”, y se la quitó, escupió en el suelo y la echó. Claude Newman la
recuperó y pidió permiso del guarda para usarla. A partir de esa noche, la Santísima
Virgen le apareció.
El punto a retener es que, antes de ser ejecutado, estuvo en comunicación con la
Santísima Virgen, y dijo al sacerdote que fue para darle asistencia, “Señor Padre, si
necesita alguna cosa, dígame, y le pediré por Usted”. Muchos santos escribieron la
misma cosa. No le dijo, “si Usted necesita alguna cosa, dígame y hablaré con Jesús”.
Dijo antes al sacerdote, “si Usted necesita alguna cosa, dígame y pediré a Nuestra
Señora por Usted”.
Mis queridos fieles, tenemos todo el derecho de esperar que esto sea verdad,
considerando la extensión de la pruebas recogidas de los teólogos, santos y Padres de la
Iglesia; y esto no es algo que nos sorprenda a nosotros, católicos. Recordemos que, más
recientemente, Fátima confirmó todo esto de forma maravillosa. El Mensaje de Fátima
es uno de las intercesiones necesarias de la Santísima Virgen María, y Nuestro Señor lo
dijo. Recuérdense de cuando Lucía preguntó a Dios, “¿Por qué Rusia”?, Él respondió:
“Porque quiero que toda Mi Iglesia reconozca esa consagración como un triunfo del
Inmaculado Corazón de María, para después extender su culto y poner, al lado de la
devoción a Mi Sagrado Corazón, la devoción a este Corazón Inmaculado”.
Y esto es todo. Lo que esperamos de Fátima es: la expresión pública del Santo
Padre proclamando que la Santísima Virgen es Mediadora de todas las Gracias, y esto a
través de la Consagración de Rusia a Su Inmaculado Corazón. Eventualmente, esto se
hará. Nuestro Señor nos hará arrodillarse ante el trono de Su Madre Santísima, y esto se
hará. Ella será reconocida como la puerta, la entrada, el canal al Cielo a través del cual
debemos pasar para entrar allá. Ella será reconocida eventualmente como tal, pero,
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como dicen las profecías, cuanto más tiempo pasa, peores son las consecuencias del
retardo.
Quiero dejarlos con una cita final que encontré que es especialmente hermosa.
Es de San Germano. Para mí, lo resume todo, Escribió él:
“No hay nadie, oh María Santísima, que pueda salvarse o
redimirse, a menos que sea por Ti, oh Madre de Dios. No hay nadie que
pueda librarse de los peligros a menos que sea por Ti, oh Virgen Madre.
Y no hay nadie que pueda alcanzar misericordia a menos que sea por Ti,
oh Llena de Gracia”.
Pienso que nadie lo puede decir más completamente o mejor que esto, o en una
manera mejor para resumir los sentimientos de todos los corazones verdaderamente
católicos. Que el Inmaculado Corazón de María sea venerado y glorificado, y que
veámoslo triunfar después de la Consagración de Rusia. Qué podamos verlo triunfar
sobre todos los que dudan que Ella sea nuestra única Madre. Amén.
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