TEMA 8. EL INTENTO DE REVOLUCIÓN DEMOCRÁTICA: EL

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Historia de España
Curso 2010/2011
Prof.: Juan A. Molina
TEMA 8. EL INTENTO DE REVOLUCIÓN DEMOCRÁTICA: EL
SEXENIO REVOLUCIONARIO (1868-1874).
1. Introducción.
2. La revolución de 1868, la “Gloriosa”.
2.1. Triunfo de la revolución.
2.2. El gobierno Provisional y las Juntas Revolucionarias.
3. Del Gobierno Provisional a la Monarquía democrática.
3.1. El periodo constituyente.
3.2. La Constitución de 1869.
3.3. La regencia del General Serrano.
4. El reinado de Amadeo I de Saboya (1871-1873).
5. La I República (1873-1874).
5.1. Hacia la República Federal.
5.2. El giro de la República hacia la derecha.
5.3. Los problemas de la República y su fin.
1
INTRODUCCIÓN
Si el reinado de Isabel II significa la consolidación del Nuevo Régimen y la creación de
un Estado Liberal, bajo un liberalismo doctrinario, censitario o conservador en base a los
intereses de la oligarquía, el sexenio revolucionario significa el intento de implantar un
liberalismo democrático, y de extender la participación política a las clases medias y
populares.
Pero este intento de instalar en España el liberalismo democrático y la participación
de las clases medias y populares va a fracasar después de seis años de inestabilidad,
volviendo el dominio de la oligarquía, que es lo que significa la Restauración.
En 1868 asistimos a una crisis económica, social con insurrecciones campesinas y
obreras y el deseo de la burguesía baja y obreros de en participar en la política. En ese
contexto la oposición de progresistas, demócratas y republicanos habían acordado en el
Pacto de Ostende convocar una nueva Asamblea Constituyente y emprender acciones contra
la monarquía de Isabel II.
2
LA REVOLUCIÓN DE 1868, “LA GLORIOSA”.
El apoyo popular a la revolución de 1868 hizo que
adquiriera tintes revolucionarios, puesto que no sólo querían
derrocar a la Reina, sino también introducir reformas para
modernizar el sistema liberal, hacerlo más democrático
(eliminar el sufragio censitario, participar las clases populares,
etc.).
Los objetivos de la revolución:
•
Lograr el respeto de los derechos ciudadanos.
•
Reconocer la soberanía nacional.
•
Constituir unas Cortes constituyentes,
mediante sufragio universal.
elegidas
Juan Prim y Prats
Por eso, este movimiento era distinto de los anteriores
ya que, además, los protagonistas eran dobles y antagónicos:
por un lado, la burguesía, que pretendía acabar con los obstáculos que impedían la
modernización del sistema capitalista, y, por otro lado, las clases populares, que querían
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transformar las estructuras de la propiedad agraria que no se arreglaron con las
desamortizaciones.
Así pues, “La Gloriosa” comienza con el típico pronunciamiento militar, apoyado por
la burguesía pero, al intervenir activamente el pueblo, se convierte en una auténtica
revolución con grandes repercusiones.
2.1. Triunfo de la revolución
La revolución comenzó en Cádiz, cuna del liberalismo
español, al pronunciarse el cuerpo de marina el 19 de septiembre
de 1868 al mando del almirante Juan Bautista Topete, al grito
de “Viva España, con honra”.
Regresa Prim, general progresista de gran prestigio
(guerra de Marruecos) que fue elegido jefe del Comité
Revolucionario en Ostende, del exilio y se reunió con los
sublevados, consiguiendo rápidamente el apoyo de la población de
Cádiz, que se hizo dueña de la ciudad. En los días siguientes, con
tres fragatas, Prim fue sublevando sucesivamente Málaga, Almería
y Cartagena.
En Cádiz se formó la primera Junta Revolucionaria y, a
continuación, otra en Sevilla pero, rápidamente, en muchas
ciudades españolas se fueron constituyendo otras tantas Juntas
Revolucionarias que organizaban el alzamiento y lanzaban
llamamientos
al
Juan Bautista Topete y Carballo
pueblo. Las consignas
MANIFIESTO REVOLUCIONARIO.
eran parecidas en todos
“Valencianos: sonó por fin la hora de la
los lugares: sufragio universal, libertad absoluta
libertad. Hemos alcanzado la reparación de
de imprenta, abolición de la pena de muerte,
nuestros agravios, la realización de
abolición de las quintas, supresión del impuesto
nuestros deseos y la inauguración de una
de consumo y de quintas, elección de Cortes que
era que de hoy mas simbolizará la
hicieran una Constitución, etc.
moralidad, la justicia y la dignidad. A
impulsos de un movimiento generoso,
nacido al calor de las ideas de unión y
fraternidad
en
los
corazones
verdaderamente liberales, han caído
derrumbados en el polvo la injusticia de la
opresión, la tiranía de los imbéciles y el
reinado de las orgías. Premio al trabajo,
igualdad de derechos, justicia en todo y
para todo, tal es el lema de nuestra santa
revolución, la primera que registrará la
historia en sus páginas de oro, como el
cimiento más sólido de nuestra generación
futura.
¡Cobrad aliento, generosos y esforzados
valencianos! La conquista de vuestras
libertades ha empezado; pero es preciso
dar pronta cima a tan grandiosa obra: en
vuestra lealtad, en vuestra cordura, en
vuestro acreditado patriotismo, confían hoy
más que nunca vuestros conciudadanos para
que alleguéis en torno suyo vuestros
comunes esfuerzos. ¡Viva la libertad! ¡Viva
la
soberanía
nacional!
¡Abajo
los
Borbones!”
Valencia, 29 de septiembre de 1868.
El movimiento se extendió como un
reguero de pólvora sin hallar apenas resistencias
y el Gobierno y la Corona se encontraron
completamente aislados. Desde Madrid envían un
ejército (al mando del marqués de Novaliches)
para defender a la Reina, pero son derrotados
por Serrano en Alcolea.
Batalla del puente de Alcolea
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El Gobierno no vio más salida que dimitir e Isabel se exilia desde San Sebastián a
Francia el 29 de septiembre de 1868.
2.2. El Gobierno Provisional y las Juntas Revolucionarias
Las Juntas Revolucionarias surgieron por
toda la geografía nacional, que asumieron la
dirección de la revuelta y consolidaron el
pronunciamiento al transformar el golpe militar
en una revolución al armar al pueblo y crear
grupos de defensa civil parecidos a la antigua
Milicia Nacional (Voluntarios de la Libertad).
Sin embargo, se evidenció rápidamente
que existían diversas revoluciones, como es el
caso de Madrid, donde llegaron a formarse dos
Juntas, una integrada por unionistas y
progresistas y otra por demócratas. En cualquier
caso, el objetivo esencial, derrocar el gobierno,
se había conseguido para progresistas (Prim) y
unionistas (Serrano) y quedaban frustradas las
aspiraciones de los demócratas y republicanos y,
sobre todo, de las masas populares.
LAS AGITACIONES DE OBREROS Y CAMPESINOS.
Las agitaciones del campesinado sin tierras tiene una
importancia grande en la dinámica política del siglo XIX.
Ya en 1861 tuvo lugar la sublevación de Loja, dirigida
por Rafael Pérez del Álamo, quien llegó a reunir a más
de diez mil jornaleros que ocuparon fincas y localidades.
Otro tanto vino a ocurrir en Montilla (Córdoba), en 1873.
En este contexto de “hambre de tierra”, el esfuerzo de la
propaganda anarquista encontró un amplio eco.
“El alzamiento de Loja, como la huelga general de
Barcelona de 1855 no eran acontecimientos esporádicos,
ni revueltas de díscolos o manejados por manos arteras.
Eran los primeros signos de la participación en la vida
nacional de unas clases – obreros, jornaleros agrícolas,
campesinos pobres – que hasta entonces no habían
contado en el juego político del país. Eran un aldabonazo
precursor de la intervención de la clase obrera en los
destinos de España”.
Así, en los primeros días de octubre, los
firmantes del Pacto de Ostende, sobre todo,
Tuñón de Lara, M. y
progresistas y unionistas, tomaron la dirección del
Núñez de Arenas, M.: Historia del movimiento obrero
español, Barcelona, Nova Terra, 1970, p. 83.
movimiento para formar un Gobierno Provisional,
en el que aparecen figuras como Prim, Ruiz
Zorrilla y Sagasta. Su primer trabajo fue
convencer a las Juntas de que se disolviesen, a cambio de dar satisfacción a sus peticiones e
integrar a sus miembros significativos en la administración, y desarmar a la Milicia Nacional
que les había dado apoyo, lo que fue tomado por los campesinos andaluces como una
maniobra contra la revolución social pretendida, dando lugar a levantamientos. Estaba claro
que una cosa era derrocar a los Borbones y otra muy distinta poner en duda la propiedad
privada o querer proclamar la República.
3. DEL GOBIERNO PROVISIONAL A LA MONARQUÍA DEMOCRÁTICA
El Gobierno Provisional presidido por Serrano y con Prim
como hombre fuerte del Gobierno, convocó Cortes
Constituyentes, con triunfo del sector monárquico democrático,
lo que parecía significar una cierta estabilidad para afrontar la
difícil situación.
Además, se reconocieron inmediatamente la libertad de
imprenta, el derecho de reunión y asociación y el sufragio
universal; se aprobó la reforma de la enseñanza, la
democratización de los ayuntamientos y Diputaciones y la
emancipación de los hijos de los esclavos en las colonias.
Pero había demasiados problemas:
• Sociales: derivados de la crisis agrícola y el paro
existente, así como la no eliminación de las quintas
(que se mantienen debido a dos guerras: la de Cuba y
Francisco Serrano y Domínguez
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la Carlista, que se reinicia con la llegada de Amadeo I). Además, el Impuesto de
Consumo se sustituye por otro peor: el de Capitación, impopular e insolidario, pero
necesario por la delicada situación de Hacienda.
• Económicos: destacan los enfrentamientos entre el Gobierno (librecambista) y los
industriales catalanes (partidarios del proteccionismo).
• Políticos: sobresalen las citadas guerras Carlista y de Cuba, el asesinato de Prim, la
escisión del partido Progresista, la consolidación del partido Republicano y la
actitud de Amadeo I.
3.1. El Periodo Constituyente
El mayor logro de la Revolución del 68 fue el establecimiento del sufragio universal,
con el que se convocaron elecciones a Cortes Constituyentes para redactar la Constitución
de 1869. Las elecciones dieron la victoria a la coalición gubernamental.
En este período, el general Serrano fue nombrado regente hasta llegar a un consenso
para ocupar la Corona (ya que en los comicios venció la coalición monárquica-demócrata:
progresistas, unionistas y demócratas monárquicos).
3.2. La Constitución de 1869
Se puede decir que se trata de la primera constitución española verdaderamente
democrática pues, además de reflejar la soberanía popular (era el pueblo quien elegía al
monarca y limitaba sus poderes), reconocía derechos fundamentales como el de reunión,
asociación e inviolabilidad de correspondencia.
LA CONSTITUCIÓN DEMOCRÁTICA DE 1869.
“La Nación Española y en su nombre las Cortes Constituyentes, elegidas por sufragio universal, deseando
afianzar la justicia, la libertad y la seguridad, y proveer el bien de cuantos viven en España, decretan y
sancionan la siguiente Constitución:
Art.1. Son españoles:
1º. Todas las personas nacidas en territorio español.
2º. Los hijos de padre y madre españoles, aunque hayan nacido fuera de España.
3º Los extranjeros que hayan obtenido carta de naturaleza (…).
Art. 3. Todo detenido será puesto en libertad o entregado a la autoridad judicial dentro de las veinticuatro
horas siguientes al acto de la detención.
Toda detención se dejará sin efecto o elevará a prisión dentro de las setenta y dos horas de haber sido
entregado el detenido al juez competente (…).
Art. 17. Tampoco podrá ser privado ningún español:
Del derecho a emitir libremente sus ideas y opiniones, ya de palabra, ya por escrito, valiéndose de la
imprenta o de otro procedimiento semejante.
Del derecho a reunirse pacíficamente.
Del derecho de asociarse para todos los fines de la vida humana que no sean contrarios a la moral pública; y
por último,
Del derecho a dirigir peticiones individuales o colectivamente a las Cortes, al Rey y a las autoridades (…).
Art. 21. La Nación se obliga a mantener el culto y los ministros de la religión católica.
El ejercicio público o privado de cualquiera otro culto queda garantizado a todos los extranjeros residentes en
España, sin más limitaciones que las reglas universales de la moral y del derecho.
Si algunos españoles profesaren otra religión que la católica, es aplicable a los mismos todo lo dispuesto en el
párrafo anterior (…).
Art. 32. La soberanía reside esencialmente en la Nación, de la cual emanan todos los poderes (…).
Art. 34. La potestad de hacer las leyes reside en las Cortes (…).
Art. 38. Las Cortes se componen de dos Cuerpos Colegisladores, a saber: Senado y Congreso. Ambos son
iguales en facultades, excepto en los casos previstos en la Constitución (…).
Art. 60. Los Senadores se elegirán por provincias.
Al efecto, cada distrito municipal elegirá por sufragio universal un número de compromisarios igual a la sexta
parte de concejales que deban componer el Ayuntamiento (…).
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Los compromisarios así elegidos se asociarán a la Diputación provincial respectiva, constituyendo con ella la
Junta electoral. Cada una de las Juntas elegirá a pluralidad absoluta de votos a cuatro senadores (…)
Art. 65. El Congreso se compondrá de un diputado al menos por cada 40.000 almas de población, elegido con
arreglo a la ley electoral.
Art. 66. Para ser elegido diputado se requiere ser español, mayor de edad y gozar de todos los derechos civiles
(…).
DISPOSICIONES TRANSITORIAS.
Art. 1. La ley que en virtud de esta Constitución se haga para elegir a la persona del Rey y para resolver las
cuestiones a que esta elección diere lugar formará parte de la Constitución (…)”.
Se establecía también la libertad religiosa, reconociendo la práctica de otras
religiones. Así mismo, contemplaba la descentralización estatal. Establecía la monarquía
constitucional, con soberanía popular y división de poderes:
• El legislativo era bicameral (Congreso y Senado), elegido por sufragio
universal (masculino y directo.
• El poder judicial gozaba de total independencia. Incorporó los Jurados para
delitos políticos (para garantizar derechos y libertades) y mantuvo la pena
de muerte, aunque limitada a casos concretos.
• El ejecutivo residía en el Rey (era jefe del Estado), pues los ministros
gobernaban en su nombre. El monarca podía disolver las Cámaras (sólo una
vez en cada legislatura) y sanciona las leyes.
El gobierno local quedaba en manos de los Ayuntamientos democráticos, encargados,
además, de la instrucción pública primaria, obligatoria desde 1857.
En resumen, es una Constitución que responde a los principios ideológicos del partido
progresista y demócrata.
3.3. La Regencia de Serrano
Según la Constitución, Serrano fue nombrado Regente y
Prim Jefe del Gobierno y ministro de Guerra pero lo que
buscaban era un monarca que encajara con la Carta Magna,
tarea que fue difícil, pues unos renunciaban y otros eran
rechazados por las Cortes.
Pero también durante este período se llevó a cabo una
intensa labor legislativa para acomodar las leyes a la nueva
Constitución: se aprobó un nuevo Código Penal (más
humanitario), se legalizó el matrimonio civil, la Ley
Orgánica del Poder Judicial y se creó el Registro Civil.
Pero los problemas del gobierno provisional se
acumulaban
apareciendo
sublevaciones
campesinas,
revueltas obreras, insurrecciones en Cuba y Puerto Rico y
las dificultades a la hora de encontrar un rey eran
múltiples; finalmente Prim opta por Amadeo de Saboya,
perteneciente a unas de las dinastías más prestigiosas de la
Europa del momento puesto que consiguió la unificación
italiana (1870).
Amadeo I de Saboya
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EL REINADO DE AMADEO DE SABOYA (1871-73)
Amadeo de Saboya, elegido en
noviembre de 1870, no empezó bien su
reinado puesto que nada más llegar a
España se encontró con que su principal
valedor, el general Prim, había sido
asesinado. Aunque políticamente era
correcto y neutral, nadie le apoyaba y
los problemas sólo se agudizaban:
. La Iglesia porque, durante la
unificación italiana, la casa de Saboya
mantuvo una postura anticlerical.
Preferían, igual que la aristocracia y
parte del ejército, al hijo de Isabel II,
Alfonso.
Amadeo I frente al féretro del general Prim
. La nobleza latifundista se le
oponía porque los principios democráticos del régimen podían derivar hacia el socialismo y
la disolución del orden tradicional (deseaban la vuelta al liberalismo doctrinario que, con el
voto censitario, alejase las probabilidades de cualquier revolución).
LA RENUNCIA DE AMADEO DE SABOYA. “Grande fue la honra que merecía la Nación Española eligiéndome para ocupar su trono, honra tanto más por mi apreciada cuanto se ofrecía rodeada de las dificultades y peligros que lleva consigo la empresa de gobernar un país tan hondamente perturbado (…). Conozco que me engaño mi buen deseo. Dos años ha que ciño la corona de España y la España vive en constante lucha, viendo cada día más lejana la era de paz y ventura, que tan ardientemente anhelo. Si fueren extranjeros los enemigos de su dicha, entonces, al frente de estos soldados, tan valientes como sufridos, sería el primero en combatirlos, pero todos los que con la espada, con la pluma, con la palabra, agravan y perpetúan los males de la Nación son españoles; todos invocan el dulce nombre de la patria, todos pelean y se agitan por su bien, y entre el fragor del combate, entre el confuso, atronador y contradictorio clamor de los partidos, entre tantas y tan opuestas manifestaciones de la opinión pública, es imposible saber cuál es la verdadera, y más imposible aún, hallar el remedio para tamaños males. Lo he buscado ávidamente dentro de la ley y no lo he hallado. Fuera de la ley no ha de buscarlo quien ha prometido observarla. Nadia achacará a flaqueza de ánimo mi resolución (…). Estos son, señores diputados, las razones que me mueven a devolver a la Nación y en su nombre a vosotros, la corona que me ofreció el voto nacional, haciendo de ella renuncia por mí, por mis hijos y sucesores. Estad seguros de que, al desprenderme de la Corona, no me desprendo del amor a esta España tan noble como desgraciada, y de que no llevo otro pesar que el de no haberme sido posible procurar todo el bien que mi leal corazón para ella apetecía. – AMADEO. Palacio de Madrid, 11 de febrero de 1873. . La burguesía, sobre todo la catalana, se
distanció del régimen descontenta con la política
librecambista, retirando incluso el apoyo
financiero a Amadeo y optando por Alfonso de
Borbón.
. La monarquía democrática fue atacada
incluso por las clases populares así como por los
demócratas y por los republicanos. Y no digamos
por
las
fuerzas
obreras,
especialmente
anarquistas,
agrupadas
en
la
Asociación
Internacional de Trabajadores (AIT).
. El resto de partidos (unionistas,
progresistas -que desaparece-, etc.) estaban
divididos y Amadeo no fue capaz de agruparlos. La
coalición y los gobiernos se desunieron unos tras
otros. Práxedes Mateo Sagasta y el General
Serrano se suceden en el gobierno, hasta que el
estallido de la nueva guerra carlista y los
problemas de orden público llevan a Serrano a
pedir al rey la suspensión de las garantías
constitucionales (libertades). La negativa de
Amadeo originó la dimisión de Serrano; sustituido
por Ruiz Zorrilla, que ganó las nuevas elecciones
con el Partido Radical (nueva facción escindida de
los progresistas).
El final del reinado tuvo su origen en la
insubordinación de los oficiales de Artillería:
Zorrilla presentó un decreto al rey para disolver
dicho cuerpo, pero eso conllevaba un doble
problema para Amadeo: si firmaba, se enemistaba
con los militares; y, si no lo hacía, con los escasos
políticos que le eran fieles. De modo que presentó
su renuncia en febrero de 1873.
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LA I REPÚBLICA (1873-1874)
Tras la marcha de Amadeo de Saboya, Congreso y Senado (en contra de lo que
dictaba la Constitución) se constituyeron en Asamblea Nacional y asumieron la soberanía.
Este vacío de poder intentó ser cubierto con la proclamación de la I República pero
fracasará debido a que las circunstancias políticas (inestabilidad y radicalización progresiva)
así se lo impidieron.
Hay, pues, un cambio sociopolítico: por primera vez en la historia de España, el
poder civil se impone al Ejército y a la Iglesia. Por otra parte, las clases populares tuvieron
cierto protagonismo pero su idea de la República era más social que política (asociada al
mito del “reparto” de tierras).
Sin embargo, los republicanos se dividieron entre los que pretendían instituir una
República Federal por la vía revolucionaria y los que querían hacerlo por la democrática.
Esta lucha acabó por desprestigiarles y destruir el sistema. Además, el peligro de disolución
social empujo a la República hacia posturas conservadoras (pues la burguesía estaba
asustada: agitación, caos, inseguridad, cantones...).
4.1. Hacia la República Federal
Como decíamos, tras la dimisión de Amadeo, el 11 de
febrero de 1873, el Congreso y Senado asumen la soberanía y
proclaman la República. Estanislao Figueras fue elegido primer
presidente, ayudado por un gabinete de republicanos en
coalición.
Pero existía una gran incongruencia: una República bajo
una Constitución monárquica. Por eso, urgía convocar
Elecciones Constituyentes, que elaboraran una nueva
Constitución.
En mayo de 1873 se celebran elecciones a Cortes con el
objetivo de elaborar una estructura federal del Estado. Sin
embargo, la abstención fue mayoritaria por el retraimiento de
los partidos tradicionales (los alfonsinos de Antonio Cánovas del
Castillo, constitucionalistas de Sagasta y radicales de Ruiz
Zorrilla), el rechazo a la participación política de los
anarquistas, e incluso del pueblo (desanimado por la no
aplicación de medidas sociales concretas).
Estanislao Figueras
Vencen pues los federalistas y, reunidas las Cortes en junio, se proclama la
República Federal. Figueras abandona el poder y se nombra presidente a Francisco Pi i
Margall.
En este breve período se redacta el proyecto de la
Constitución Federal de 1873, precipitada e innovadora:
soberanía popular (la 1ª que lo menciona claramente), gran
independencia del Poder Judicial, intenta solucionar el
problema colonial con la asimilación de Cuba y Puerto Rico
como Estados de la nación española y la regulación de otros
enclaves coloniales, pretende conformar una estructura
territorial integrada por 17 estados federados y presentaba
incluso un cuarto poder denominado “poder de relación”
(reservaba al presidente de la República las facultades de
nombrar al jefe del poder ejecutivo, como si de un monarca
constitucional se tratara).
Francisco Pi i Margall
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Pero, en contra de lo que cabría esperar, en lugar de pacificación creció la
inestabilidad:
•
•
•
•
Los federalistas insisten en sus objetivos y surge el levantamiento cantonal
(sobre todo en Cartagena, en el mes de julio, y en otros lugares de la costa
mediterránea), que se niega a reprimir Pi i Margall (porque era federalista).
Además, los obreros apoyan este movimiento, especialmente el sector
anarquista, por lo que se convierte en un problema político-social, con
marcado tinte popular y revolucionario.
No se solucionan los problemas sociales.
Se hizo más intensa la guerra carlista, que se extiende a Cataluña.
En un mes tuvo que formar tres gobiernos
Debido al cariz de la situación por las causas señaladas y ante la necesidad de
controlar tan graves problemas se produce un giro del régimen hacia la derecha.
Carlos VII a los españoles: “Españoles: la obligación del Rey es morir por su pueblo o salvarle. Doy gracias a dios porque me ha permitido besar la tierra sagrada de mi patria, en que están los sepulcros de mis mayores (…). Yo os lamo a la vez a todos, sin distinción de partidos. Yo os llamo a todos los españoles, que son todos mis hermanos. La santa religión de nuestros padres está perseguida, los buenos oprimidos, honrada la inmoralidad, triunfante la anarquía, la hacienda pública entrada a saco, el crédito perdido, la propiedad amenazada, la industria exánime (…). Si siguen así las cosas, el pobre pueblo queda sin pan y la España sin honra. Nuestros padres no hubieran sufrido tanto; seamos dignos de nuestros padres. Por nuestro Dios, por nuestra Patria y por vuestro Rey, levantaos, españoles. Ya sabéis quién soy y también lo que quiero. ¿Qué he de querer sino la grandeza y la felicidad de España? Quiero salvarla con vuestra ayuda, hoy que está perdida, y con vuestra ayuda fundar un Gobierno justo, un Gobierno digno de los grandes tiempos de nuestros padres y conforme también con los tiempos en que vivimos (…)”. 4.2. El giro de la República hacia la derecha.
Renuncia, pues, Pi y Margall; y la única salida que le
queda a la República es la de controlar el orden público. Tras
la elección de Nicolás Salmerón como presidente el 18 de
julio, éste encargó a los generales Pavía y Martínez Campos la
pacificación del área andaluza y levantina. Paradójicamente,
el ejército que había pretendió marginar se convertía de nuevo
en el instrumento de su salvación.
De 1873 a 1874, los cantones fueron cayendo; a la vez
que la República perdía atractivo para las clases populares y lo
ganaba para los sectores burgueses y financieros, que veían
cómo se alejaba el peligro revolucionario. Como consecuencia
de esta contradicción entre libertad y autoridad, dimite
Salmerón, que se negó a firmar penas de muerte consideradas
imprescindibles para mantener el orden.
Se hace cargo de la presidencia Castelar en septiembre;
y, con el giro definitivo hacia la derecha, se revistió de
poderes extraordinarios que le permitieran suspender las
Nicolás Salmerón
Cortes y recortar las libertades. Esta posición provocó la
aparición de dos posturas: por un lado los intransigentes,
mayoritarios en las Cortes, que querían que la República se orientara hacia la izquierda; y,
por otro, los antiguos radicales, partidarios de estabilizar la situación como única salida del
régimen.
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4.3. Los problemas de la República que la llevan a su fin.
Las sublevaciones obreras y campesinas (sobre todo
en Andalucía que pretendían resolver el problema de la
estructura de la propiedad de la tierra) se agudizan, al
igual que las guerras carlistas (en sus zonas tradicionales) y
los conflictos coloniales. Ante esta situación, la oposición
conservadora, dirigida por Cánovas, aprovechará para
conspirar en pro de la vuelta de la monarquía borbónica.
La realidad es que se suceden los desórdenes
callejeros, las manifestaciones, los escándalos políticos, los
altercados anticlericales y los pronunciamientos militares.
Por otra parte, la inestabilidad política progresiva es
manifiesta y prueba de ello es la sucesión de cuatro
presidentes de la república en menos de un año: Figueras,
Pi y Margall, Salmerón y Castelar. Ello, en parte es
producto de la grave división interna, coexistiendo tres
tendencias: los republicanos federalistas benevolentes
(partidarios del control del orden público y dirigidos por Pi
y Margall), los republicanos federalistas intransigentes (muy
radicalizados y liderados por José María de Orense) y los
republicanos unitarios (más conservadores, centralistas y
dirigidos por Castelar).
Emilio Castelar
Precisamente, el cantonalismo es la expresión de la radicalización del federalismo y
del movimiento obrero. Consistió en la declaración de Estado independiente (a la manera de
las polis griegas) de diversas ciudades españolas. Se trataba de la República desde abajo,
que luego se unirían en la federación española. Estos cantones estaban alentados por los
anarquistas, socialistas y los republicanos intransigentes. Los cantones más importantes
fueron los de Cádiz, Algeciras, Tarifa, Sevilla, Loja, Salamanca, Granada y sobre todo
Cartagena pero fueron rápidamente reprimidos por el ejército salvo el de Cartagena, que
resistió hasta el final de la República.
En este clima de inestabilidad y radicalización el general Pavía disuelve las Cortes,
Cánovas acelera la Restauración y Martínez Campos da un golpe de Estado en Sagunto. El
primer intento de liberalismo democrático puro había fracasado pues se abre paso la
Restauración, que no sólo significa una vuelta de los Borbones, sino también un dominio del
liberalismo dogmático y la preponderancia de la oligarquía.
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COMPOSICIÓN HISTÓRICA
Realice una composición histórica sobre el sexenio revolucionario (1868-1874) a partir del
análisis de los documentos que se le proporcionan.
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