Cannibal Island. Death in a Siberian GULAG

Anuncio
Cannibal Island. Death
in a Siberian GULAG
Nicolas Werh
EL AUTOR
Nicolas Werth es profesor universitario de Historia Social, investigador en el Instituto
de Historia Contemporánea y uno de los Directores de Investigación (Directeur de
Recherche) del Centre National de la Recherche Scientifique de Francia. Es co-autor de
varios libros, entre ellos El libro negro del comunismo (1997) y uno de los editores del
libro Carnets de Marcel Cachin (1993). En 2006 publicó la obra aquí mencionada, con
el título de L’Île aux cannibales 1933, une déportation-abandon en Sibérie.
EL LIBRO
En el libro se exponen detalladamente una serie de sucesos que acaecen a distintos
niveles: el proyecto utópico de ingeniería social que la URSS intentó poner en
funcionamiento durante las décadas de 1920 y 1930; la inoperancia de una burocracia
totalizadora en su afán por llevar a cabo un plan que eliminase cualquier atisbo de
disensión; las vivencias de aquellas personas consideradas como indeseables o
peligrosas para el socialismo real y finalmente se expone cuál fue la situación del gulag
siberiano de Nazino.
1.- El proyecto de ingeniería social de la URSS: Dentro de las tesis maximalistas
manejadas por la URSS estaba la de generar un nuevo sistema de relaciones no sólo
económicas, sino culturales, políticas y por supuesto sociales. Uno de los objetivos
consistía en “limpiar” las grandes ciudades de “enemigos de la Revolución”. En esta
categoría podían entrar desde burgueses, pequeños comerciantes, hasta enfermos
mentales, simpatizantes del zarismo, personas que mostrasen en público su fe, gitanos o
vulgares delincuentes. En definitiva, todo aquel habitante de una gran ciudad que
mostrase el más mínimo indicio de disensión hacia el régimen soviético podía verse
sometido a la maquinaria represiva. No hay que olvidar que, aunque aquí hablemos de
los habitantes de las ciudades, no sólo de allí surgieron riadas de personas sometidas al
horror totalitario, sino de todo el territorio tanto soviético como de sus Estados satélites.
No obstante, al estar centrado este libro en un gulag al que iban a ser deportados los
elementos subversivos urbanitas, un gran número de ellos salieron de ciudades como
Moscú o San Petersburgo.
La idea consistía en deportar a una red de gulags situados en Siberia a ese conjunto de
personas mal llamadas disidentes. Estos gulags estarían especialmente diseñados para
que los prisioneros pudiesen desarrollar actividades agrarias o fabriles. Así, se suponía,
los gulags no serían gravosos para el Estado e incluso generarían pingües beneficios
económicos. Además, siempre cabría la posibilidad de eliminar a los deportados menos
productivos. Para ejecutar este plan se crearon fuerzas policiales ad hoc que llegaron a
enviar a 350.000 personas a Siberia desde las ciudades más pobladas, amén de existir
otras fuerzas represivas encargadas de engrosar los innumerables gulags adicionales
repartidos por todo el país.
2.- Inoperancia de la burocracia: En los siguientes capítulos se puede comprobar cómo
existía una radical desconexión entre la cúpula del PCURSS, el Politburó y los
dirigentes del Partido y de los órganos burocráticos territoriales. Así por ejemplo resulta
inquietante comprobar cómo aun siguiendo el PCURSS y la burocracia el mismo fin,
purgar las ciudades de “contrarrevolucionarios”, en ningún momento hubo una
coordinación real entre las élites de Moscú y los encargados de ejecutar efectivamente
el plan diseñado. En ningún momento existe la conciencia de un plan común, siguiendo
una línea de actuación conjunta los líderes del PC en Moscú, los de Siberia, las fuerzas
policiales y los encargados de la logística. La descoordinación generó a su vez miles de
víctimas sólo en el transporte previo y durante las estancias transitorias en otras
prisiones hasta llegar a su destino. Sin agua, alimentos, ropa de abrigo o asistencia
médica las enfermedades rápidamente proliferaron en los enormes convoyes.
Es más, en el libro se puede intuir cómo Stalin y sus adláteres nunca quisieron más que
una deportación sistemática a inhóspitos territorios donde simplemente se expulsaría a
los indeseables que podían frenar el proyecto totalitario soviético.
3.- Los deportados: En una línea expositiva claramente similar a la del Archipiélago
Gulag, el autor va intercalando tanto los documentos que circularon entre la burocracia
vinculada a este proyecto y entre ellas las fichas administrativas donde se mencionaban
las razones de internamiento de tal o cual preso, su estado sanitario (verbigracia una
mujer llegó al gulag en cama con claros síntomas de necrosis en todo su cuerpo). Por
otra parte también se utilizan documentos como diarios o cartas de personas encargadas
de transportar a los deportados o de custodiarlos. Se aprovecha el autor de la fuerte
impronta que quedó en muchos de los habitantes de la zona ante el paso de estos
siniestros convoyes. Las miles de muertes no serían sino el anticipo de lo que les
esperaba al llegar a su destino.
4.- Nazino: El capitulo final del libro describe con profusión de detalles la situación de
uno de estos campos, Nazino, entre los ríos Ob y Nazina. No existía más instalación que
una serie de tiendas de campaña. No había asistencia médica y sólo unos guardias mal
pertrechados vigilaban el funcionamiento del campo. La extorsión ejercida por éstos
hacia los presos era habitual. Los presos no contaron con aperos de labranza ni
animales. Las hachas se prohibieron porque entre los deportados había reos de
canibalismo. Los escasos alimentos que se enviaron, o bien se echaron a perder por el
frío de Siberia o bien fueron una fuente de conflictos y revueltas entre los deportados.
La referencia al canibalismo sobre vivos y sobre muertos es espeluznante, pero era una
consecuencia previsible de este proyecto que buscaba una nueva realidad al coste de
eliminar toda “impureza”. Como señala el autor “on the island of Nazino, people ceased
to be people. They turned into jackals” (Pág. 179).
Finalmente las conclusiones y el epílogo exponen en toda su crudeza la barbarie
perpetrada en Siberia, y más concretamente en Nazino. Se engarza este proyecto en la
realidad de la represión soviética demostrando cómo no fue un episodio aislado ni
esporádico dentro de los sistemas comunistas, tanto por su inhumanidad como por su
descoordinada implementación. “Este episodio es un reflejo fiel del proyecto
estaliniano –y de su realidad- en conjunto”. (Nicolas Werth)
3
El estilo del libro es muy claro, facilitando la lectura que en sus aspectos más
burocráticos podrían resultar incluso repetitivos. El autor utiliza una gran cantidad de
fuentes primarias como pueden ser documentos internos del PCURSS o las misivas y
testimonios los testigos oculares. El libro se estructura siguiendo el proceso seguido al
tratar de implementar la deportación. Desde la puesta en práctica de las búsquedas
sistemáticas de sujetos peligrosos hasta el funcionamiento de los transportes,
finalizando en la situación de precariedad física, sanitaria e incluso moral del gulag de
Nazino. Es de agradecer que incluso en los episodios más dramáticos no se cosifica el
sufrimiento del otro, no se abusa groseramente de su dolor o sus penurias.
Mario Ramos Vera
Becario FAES 2007
4
Descargar