68 San Lo r e n z o Diario del AltoAragón / Miércoles, 10 de agosto de 2016 P E R S O N AJES Roentgen Beltrán Bescós, hijo de “El Esquinazau” Fue concejal socialista de Jaca y colaboró en los libros sobre su célebre padre y en recuperar la memoria de los represaliados del franquismo Javier ORTEGA Periodista y escritor L 24 de septiembre de 2015 falleció en Huesca a los 82 años Roentgen Beltrán Bescós. Fue concejal socialista del Ayuntamiento de Jaca, localidad donde regentó una pequeña empresa familiar. Era hijo de Antonio Beltrán Casaña (1897-1960), El Esquinazau, sin duda, un personaje de leyenda. Participó en guerras y acontecimientos relevantes de su época y fue un permanente exiliado. Sobre su figura y sus andanzas han corrido ríos de tinta. Tal vez, solo falte hacer una película. Ramón Ferrerons y Antonio Gascón, autores de su biografía (El Esquinazau. Perfil de un luchador, Unali, 1981) (Beltrán, El Esquinazau, Editorial Perineum, 2002), dicen que Beltrán «creía en el destino y estaba convencido de que en el suyo no estaba escrito participar en guerras, pero sí, en cambio, encabezar revoluciones». En ambas actividades se involucró durante toda su vida. Sirvan estas pinceladas para resumir la trayectoria de un verdadero mito. A los 13 años dejó su casa de Canfranc y emigró en busca de fortuna a Arizona, donde fue acogido por unos familiares. Trabajó en su rancho y en 1915 cruzó la frontera con México, en plena lucha revolucionaria, para unirse a Los Dorados de Pancho Villa. Con ellos, luchó en la Batalla de Columbus, en el territorio estadounidense de Nuevo México. Poco después, cuando el general norteamericano John J. Pershing mandó una expedición militar para castigar la invasión e intentar atrapar a Pancho Villa, Antonio Beltrán desertó del ejército revolucionario, huyó a Alabama, subió por los Apalaches y llegó a Canadá, donde trabajó como leñador. Cuando en 1917 supo que Estados Unidos había entrado en la I Guerra Mundial se alistó como voluntario en las Fuerzas Expedicionarias Estadounidenses destinadas en el frente francés. Con motivo de la primera victoria estadounidense en Cantigny, a principios de mayo de 1918, a Beltrán le dieron una medalla y un permiso. Lo aprovechó para desertar, atravesar Francia y dirigirse a su casa, en Canfranc. “Ésa no es mi guerra”, dijo. Conoció a Teodora Bescós, con quien se casó en 1926. Detenido por contrabando, huyó a Francia y de allí, con Teodora, a Argen- Beltrán y oficiales de la 43 Division en la Bolsa de Bielsa tina. Regresó pocos meses después, aprovechando la amnistía proclamada tras la dictadura de Primo de Rivera. Participó en la sublevación republicana de Jaca del 12 de diciembre de 1930, con los capitanes Fermín Galán y García Hernández. Ya se le conocía entonces como El Esquinazau, En las elecciones municipales de 1983 fue elegido concejal de Jaca en las filas del PSOE y repitió candidatura en los comicios de 1987 Teodora Bescós y sus hijos, Ester y Roentgen apodo familiar que recibió un antepasado suyo por quejarse de lo esquinazau (baldado) que estaba después de trabajar. Encarcelado, fue condenado a muerte pero salvó la vida al retrasarse el juicio y proclamarse la República. A su salida de prisión, fue nombrado administrador general del poblado de Los Arañones, cargo que conllevaba el de administrador de la estación internacional de Canfranc. Allí le sorprendió la sublevación militar del 18 de julio de 1936, lo que le obligó a tener que pasarse a Francia y de allí a la Barcelona republicana, donde se alistó como miliciano. Con el grado de teniente coronel, Beltrán resistió al mando de la 43ª División Republicana en la llamada Bolsa de Bielsa, la hazaña de casi tres meses de resistencia de un puñado de republicanos frente al avance de las tropas franquistas. Tras la victoria de los nacionales, pasó a Francia y, al regreso a España, la 43 División, al mando siempre de Beltrán, participó en la Batalla del Ebro y en la retirada de Cataluña. En febrero de 1939 la unidad se exilió definitivamente a Francia junto con los restos del Ejército del Ebro. En abril de 1939 partió con un grupo de españoles hacia la URSS������������������������� , donde fue seleccionado para integrarse en la Academia Superior del Ejército Rojo, la célebre Frunze. Fue miembro destacado del ejército rojo, pero, desencantado, huyó a Yugoslavia, Trieste, Suiza y Francia, donde se incorporó a la guerrilla comunista (los maquis) que resistía en la frontera contra el régimen franquista. Fue nombrado responsable del Aparato de Pasos del Pirineo Central, pero, temerariamente crítico con el estalinismo del PCE, en 1947 abandonó el partido. Sufrió dos intentos de asesinato por parte de sus antiguos camaradas, que hicieron correr el bulo de que era un agente infiltrado de la NKVD soviética, lo que le supuso ser detenido y deportado por las autoridades francesas a Córcega en 1950, acusado de ser un agente comunista. En 1953 volvió a cruzar el Atlántico para recorrer Sudamérica como diplomático del gobierno republicano en el exilio. Durante el viaje camino de Río de Janeiro, en la escala en Lisboa, entraron en contacto con él los servicios norteamericanos, interesados en contactar con Indalecio Prieto, con la pretensión de que Prieto se entrevistara en EEUU con el secretario de Estado Foster Dulles, y en particular para conocer su opinión sobre España y Franco. De Brasil, Beltrán pasó a Argentina y de allí a México, donde al final fue aceptado como exiliado político. A su llegada, transmitió el mensaje de los norteamericanos a Prieto y a su vez a Félix Gordón Ordás, a la sazón presidente de la República en el exilio. En México, después de desempeñar los más diversos trabajos, junto con su primo Lázaro Beltrán, se dedicó a explotar un rancho en San Luis de Potosí, al que pusieron por nombre “Canfranc”. Enfermo de un cáncer gástrico, que ya sufría desde su estancia en la Unión Soviética, ingresó en el Hospital Español de México, donde lo cuidará hasta su fallecimiento, a los 63 años, Carmen Parga, esposa de Manuel Tagüeña. Envuelto en la bandera tricolor, su ataúd fue llevado a hombros hasta el cementerio español de México, donde recibió sepultura. Como se indica más arriba, en 1926 se casó en Jaca, por la Iglesia, con Teodora Bescós. El matrimonio tuvo dos hijos, Esther y Roentgen Edison, nombres estos que le puso el padre en homenaje a los célebres científicos. Aseguran que de chico tuvo que soportar más de una broma a costa del capricho paterno. Tras estallar la Guerra Civil, El Esquinazau huyó y, en represalia, las tropas franquista cogieron como rehenes a su mujer e hijos que pasaron toda la contienda encarcelados en el seminario de Jaca, el fuerte de Rapitán, el penal de Ondarrete (Guipúzcoa) y el asilo de San José de San Sebastián. En dos ocasiones estuvieron a punto de darles “el paseo”, es decir, de terminar con su vida. Fueron liberados el 24 junio de 1939 y, con la carencia absoluta de medios para sobrevivir y el rechazo social, Teodora decidió regresar a Jaca, donde se instaló la familia. Con el tiempo, Roentgen Beltrán fundó su propia empresa de fontanería y cerrajería. En las elecciones municipales de 1983 fue elegido concejal de Jaca en las filas del PSOE y repitió candidatura en los comicios de 1987. Colaboró en los libros que se han escrito sobre su padre y en trabajos para recuperar la memoria de los represaliados del franquismo, aportando documentación, testimonios y fotografías. En 2003 cedió la mochila y la maleta de El Esquinazau, para una exposición sobre trajes y utensilios militares celebrada en la Ciudadela de Jaca. Sobre cómo llegaron a sus manos, he leído dos versiones: se las envió su padre en 1956 desde México y, según otros, se las entregó en Pau antes de exiliarse a México. La mochila y la maleta fueron, según los organizadores, “los tesoros” de la exposición que pretendía reflejar la historia de Jaca, a través de una cuarentena de trajes y otros utensilios militares.