PREGÓN DE SEMANA SANTA 2016 [Suena “La Columna” por una representación del Imperio Romano] “Y va Amarrao a una Columna, recibe azotes de un cruel sayón, sus ojos tristes miran al Cielo, ¡Dios, Padre mío, cuánto dolor!” ¡A Nuestro Padre Jesús Amarrado a la Columna que, por prestarle mi hombro un ratito cada Viernes Santo, me concede la impagable recompensa de intentar, día a día, que mi vida se parezca un poco a la de Él! Sra. Alcaldesa, Sr. Vicepresidente de la Agrupación General de Hermandades y Cofradías, Sr. Párroco-Consiliario, Sras. y Sres. Presidentes y Hermanos Mayores de Hermandades y Corporaciones Bíblicas de Moriles, Autoridades presentes en este Acto, amigas y amigos, buenas noches a todos. Ante todo y en primer lugar, mi más sincero agradecimiento a la Junta Directiva de la Agrupación de Cofradías, con especial mención y dedicatoria a su Presidente, Eduardo Estrada, hoy ausente, y mucho más en estos momentos tan difíciles para Él y su Familia, por haber confiado y depositado en mí la responsabilidad de protagonizar esta intervención en un Acto tan fundamental en la Semana Santa de nuestro Pueblo. Espero estar a la altura que merece la inauguración oficial de la manifestación identitaria morileña más relevante y querida por todos nosotros. Manifestación señera de nuestra cultura popular en la que Moriles entrega, año tras año, el prestigio de su tradición y de su futuro, al mismo tiempo. Por ello, este honor es, a la vez, una carga de responsabilidad enorme y doble, por qué no decirlo. No puedo ni debo olvidar que digo Semana Santa, Semana de Pasión, Semana Mayor. Muchos de vosotros la vivís fundamentalmente con una perspectiva espiritual. Por ello, cuando se tocan las creencias y la fe personales, hay que ser sumamente cuidadosos y respetuosos con las palabras y los mensajes que se utilizan. Y yo lo quiero ser. Primero, porque creo en esta Espiritualidad que me enseñaron mis Padres, que justifica y vertebra cualquier manifestación cultural posterior. Segundo, porque no tengo derecho a herir a nadie en la suya; pido perdón de antemano, si alguien no la ve reflejada justamente en mi intervención. Y tercero, que no menos importante, porque ambos planteamientos, el cultural y el espiritual, desde mi punto de vista, no sólo son compatibles, sino que, ante todo, son complementarios y se necesitan y engrandecen uno a otro: cultura/religión, religión/cultura. ¿El hombre lo es sin alguna de ellas? ¡Que cada cual reflexione a su manera! ¡Que cada cual se emocione a su manera! ¡Que cada cual sienta a su manera! Pero muchos de nosotros, en Semana Santa, lo hacemos más intensamente; eso no lo puede negar nadie. Por ello, que hoy se me haya brindado la impagable oportunidad de hablaros de nuestra Semana Santa, me colma plenamente. Desde aquí, mis disculpas si lo hago con torpeza, pero siempre será con el máximo respeto a vuestra 1 espiritualidad personal y a nuestra tradición y cultura de la que, como morilense, me siento parte comprometida. Bueno, ¿y qué puedo deciros yo de novedoso o descubriros de nuestra Semana Santa? ¿Cómo cumplir con la tarea tan importante que se me ha encomendado? Ha sido un dilema, aunque pronto comprendí que lo que debía hacer era empapar mis palabras de las sensaciones que yo, junto a todos vosotros, siento cuando respiro y vivo Semana Santa. Con ello, con la emoción, es con lo que pretendo sustentar este Pregón, como tantas y tantas cosas en mi vida, A mi edad cambiar es empresa harto difícil. Por otro lado, me pregunto: ¿Qué méritos tengo yo para estar aquí, intentando osadamente cantar nuestra Semana Santa? Quizá, humildemente, sólo uno: llevar casi 40 años aportando mi granito de arena, básicamente en mi Hermandad, La Columna, para contribuir a que esta celebración sea cada día más auténtica, más brillante, más solemne, más vivida y compartida y más morilense, año tras año. Soy del “Amarrao” hasta las entrañas, ¿se me nota no? Pero antes se bautizó mi hombro de santero adolescente de 16 años en los varales de Ntro. Padre Jesús Nazareno. La Familia “tiraba”, Concepción, cómo no. Igual que su peso se clavó en mis carnes, también me transmitió toda la fuerza con la que Él portaba su Cruz para soportar casi 40 años más a la Columna. ¡Gracias Nazareno, forjaste uno de tus tantos Cirineos morilenses, aunque te pido públicamente perdón por abandonarte tan pronto! Me enviaste, junto a mis jóvenes amigos, a una misión bien complicada, pero con un posible premio de valor incalculable: refundar y reavivar la llama de otra Hermandad, cuyos últimos rescoldos mantuvieron encendidos heroicamente mis queridos Antonio Pineda, Antonio Ojeda y Julián Velasco, q.e.p.d.. Nada más y nada menos. Creo, con perdón, que abandonarte mereció la pena porque el “Amarrao a la Columna”, ahora camina todos los años con paso firme tras de ti. Y yo, al menos, puedo verte en la distancia y agradecerte que prescindieras aquel año de mi hombro y permitieras que lo pusiera bajo otro varal que soporta la Columna de tu grandeza. ¡Mereció la pena! Pero, ¿y antes? ¿Cómo fueron mis Semanas Santas? Pues como la de cualquier niño de Moriles, está claro. Niños como los de ahora que, al llegar el “Día de la Cruz” nos levantábamos de un salto y agarrábamos aquellos pequeños tronos adornados con celindas, algunos ya con bellísimas Imágenes que aún hoy pasean en nuestra Semana Santa Infantil. Todo ello después de haber estado, a veces casi un mes, tocando enfervorizadamente unos improvisados tambores en que convertíamos aquellas brillantes latas de caballa “La tarifeña” (tardes y tardes de repiqueteos y “rebaneos” con que emulábamos a nuestros idolatrados “cabos tambores” de Los Romanos). Y en aquella infancia, ya bien lejana, cómo olvidar la admiración y sobrecogimiento que para mí suponía abrir los baúles de la torre de casa de mi Abuelo Gabriel Gutiérrez, y mirar y tocar aquellos dorados tambores, cornetas, lanzas, cascos y, ¡cómo no!, rostrillos de alambre con bigotes grotescos y espeluznantes que ponían los vellos de punta... ¡Gracias, Abuelo, la Semana Santa de Moriles también te debe un recuerdo! ¡Y cómo olvidarme de ti, Rafael, Hermano Fundador de la Hermandad del Santísimo Cristo de la Misericordia! ¿Acaso con esos mimbres no iba a acabar yo vistiendo una túnica, un capirucho o un rostrillo? Estaba cantado. ¡Gracias, Rafael Fernández! Y mira, desde donde estés, que yo lo sé, hoy me encuentro aquí, acordándome de todos vosotros y disfrutando este momento como un chiquillo de aquellos “Días de la Cruz” o 2 de estas “Semanas Santas Chiquitas”. A vosotros dos y a tantos y tantos más os damos las gracias por habernos criado en este ambiente, en esta fe, en esta cultura tan nuestra, tan valiosa. Este patrimonio humano tan envidiable y admirado por cuantos nos visitan y que vosotros, pioneros, comenzasteis. ¡Ojalá no desaprovechemos nunca vuestro legado! ¡Gracias morilenses forjadores de nuestra Semana Santa! ¡Siempre, gracias! Y bien, un año más, ya estamos aquí de nuevo. Comienza la verdadera cuenta atrás. Aún no es primavera, pero el calendario es implacable y las fechas están marcadas. “Lo que vas a hacer, hazlo pronto” dijo Jesús a Judas en el Cenáculo. Lo mismo nos dice a nosotros hoy: ¡Hagamos lo que debemos hacer! Y esto comienza hoy: Convirtiendo y exhibiendo una imagen del Moriles más auténtico en Cartel y bandera de su Semana Santa: “Jesús, azotado por sayones y escoltado por romanos, Caído en nuestras calles”. ¡Cuánta belleza, injusticia y autenticidad encierra la instantánea! ¡Mi felicitación a su Autor” Homenajeando a nuestros hermanos Cofrades referentes y Ejemplares a lo largo de tantos años: ¡Mi reconocimiento y mi abrazo más sincero, Rafael Chacón, porque has trabajado y luchado lo suficiente como para recoger este reconocimiento! También escuchando mis palabras que intentan realzar algo que no lo necesita, porque el esfuerzo de todos los cofrades de Moriles ha situado su Semana Santa en un lugar de honor que no requiere pregones de alabanza. Y, por supuesto, atendiendo a nuestras Autoridades que nos informan de sus objetivos, proyectos y desvelos con los que, desde sus puestos de responsabilidad, intentan encauzar y coordinar esfuerzos para que todo llegue a buen fin. Ellos, como responsables religiosos y civiles, desempeñan un papel fundamental que, desde aquí, quiero reivindicar y reconocer pidiéndoos a todos que les apoyemos y ayudemos en tan encomiable empresa. ¡Vaya desde aquí mi reconocimiento para ellos: Párroco, Vicepresidente, Alcaldesa, Autoridades...! El olor a incienso y a cera nos embriaga, las flores harán su tarea después, en la primera luna de primavera. Los tambores y cornetas del Imperio, desde su nueva Casa-cuartel, despidieron a los Magos de Oriente no hace demasiadas fechas y así, día a día, en un Invierno suave, quizá demasiado, Moriles “penitencia” para llegar a este primer fin de semana de Cuaresma dispuestos, una vez más, a trabajar por completar otra página de su Historia, conformando esa gran Enciclopedia que soñara nuestra querida y añorada Paula Contreras. Ungidos por la Ceniza, debatiendo en interminables juntas, en agotadoras y duras sesiones de ensayos, reuniéndonos en torno a nuestros Titulares en solemnes Cultos, celebrando actos y actividades que dan cuerpo y empaque a las Cofradías protagonistas, dando sentido a una verdadera Cuaresma en Hermandad. ¡Felicidades a todos los que año tras año colaboran con ello; así se hace Hermandad y se hace Pueblo! Y sin darnos cuenta, como un suspiro, pasarán 40 días de Cuaresma en Moriles. ¡Lo mejor, según muchos! Después todo será un frenesí sin tiempo casi a paladearlo. De Domingo a Domingo será un destello, una ráfaga de luz cegadora, plena, Dios lo quiera, de felicidad, de 3 convivencia, de reflexión... Pero así ha sido desde siempre y así debe seguir siendo. ¡Ahí está la grandeza de lo que celebramos, ahí está su atractivo, ahí está su valor! Y así pasará en Moriles, en una Semana vertiginosa, una vez más. Pueblo que vive la Religión a su manera, pero nunca de espaldas a ella. ¡7 días de Pasión en Moriles! (buen título cinematográfico, ¿no?) 7 días que irán, cronológicamente, encendiendo su luz en ese candelabro de 7 brazos que simbólicamente constituye nuestra Semana Santa. ¡Como aquel candelabro, la “menorá”, cuya fuente literaria encontramos en el Libro del Éxodo, símbolo del Espíritu de Yahveh! Y así viviremos: Domingo de Ramos: ¡Jesús, a lomos de una Borriquita, cuántos días radiantes has entrado y triunfado en Moriles! Sobre un manto de flores, el vaivén de tu palma nos saluda de nuevo, nos bendices y nos da un escalofrío el futuro que te amenaza. Lunes Santo: ¡Misericordia, Señor! Derrámala por nuestras calles sobre tu Pueblo y sobre la Humanidad, te pido a la puerta de mi casa cuando, en los brazos de tus hijos, pasas por Santo Cristo inundando de amor mi hogar. Martes Santo: ¡En un Huerto te prendieron como a un malhechor! ¡En un Huerto has reunido a una joven y radiante Hermandad que lucha con denuedo para que la brisa de su olivo alivie tu angustia y el Cáliz Amargo que beberás redima a toda la Humanidad! Miércoles Santo: ¡Silencio y Soledad entre naranjos y calles estrechas! El ronco tambor y la figura del Crucificado, entre hachones encendidos, nos sobrecogen y nos hacen enmudecer. ¿Por qué nos quieres dejar en desamparo? Jueves Santo: Como un servil Criado lavarás los pies a tus Discípulos, 2000 años después de la primera vez. ¡Qué lección de Humildad y de Amor Fraterno! Redobles de tambores y aires de corneta anuncian que el Imperio Romano patrulla por Moriles. La emoción se corta en el aire morileño. Entre dos luces, la soberana humanidad mirará resignadamente el suelo de la calle y con paso majestuoso llegará otra vez al Paseo Jesús Preso. Volveremos a escuchar: “Fariseos / Di lo que anhelas. ¿Qué quieres? / Judas me llaman. Yo soy, ilustres Rabinos…” “Alharacas. ¿Qué ofrecéis por su cabeza? / Treinta dineros de plata.” “Decid por la vez postrera ¿qué queréis y a quién buscáis con armas, luces y cuerdas? / A Jesús de Nazareth / Yo soy” La Amargura de nuestros corazones camina detrás de su Hijo con una flor roja en la mano. El cielo también rojo que la cubre premoniza la bendita sangre que, en pocas horas, injustamente será derramada. Impás de espera: de nuevo en el Templo, “Cárcel” hasta mañana, Madre e Hijo escuchan alejarse el marcial paso de las escuadras que ya prendieron al Galileo. [Suena el solo de “La Madrugá”] 4 Viernes Santo: Jesús, tus hijos de Moriles escasamente han dormido. ¿Cómo iban a hacerlo estando tú encarcelado? Cuatro Hermandades se han congregado esta mañana del Viernes de Dolor. ¡Cuánta entereza y cuánto orgullo en sus miradas! ¡Silencio ante la Parroquia, la Centuria Romana espera! Nazareno, ya no necesitas mi hombro, otros más fuertes te mecen y transforman tu plateado pedestal en un gótico navío en el que completarás tu travesía hasta poner tu Cruz en el Calvario. Antes, tu mano derecha bendecirá los 360º cardinales de tu Pueblo. ¡Cuánto amor, Padre mío! El torso desnudo de mi Cristo, entre un bosque de luces, asoma al dintel de San Jerónimo. ¡Su único abrigo un sudario blanco de pureza! Su mirada se alza suplicando alivio y perdón. Su espalda profanada por la tralla cruel salpica gotas de redención. Pero su Columna lo sustenta, sus hijos, de blanco y rojo, lo imitan pobremente en la pureza que sus túnicas nos muestran y en la sangre que derramarían por Ti, si pudieran convertir capiruchos y viseras en suaves paños para calmar tu dolor. Únicamente podrán cantar y alzarte al Cielo a la vuelta de este Vía Crucis: “Alzo mis ojos con la esperanza, porque tu rostro derrama Amor”. Nuestras Penas, encarnadas en tu Madre Santísima, que te espera en tu Capilla, se mitigarán en parte el día que también Ella pasee la suya por nuestras calles. El Calvario de Moriles recorre su Estación de Penitencia. María, Juan y Jesús en la Cruz: “Mujer, ahí tienes a tu Hijo. Hijo, ahí tienes a tu Madre”. La Misericordia tiñe nuevamente de morado el Viernes Santo de Luto. María Santísima de los Dolores, siete puñales te traspasan el corazón. Negro y oscuro es este día, pero tu trono es bello, majestuoso, cuajado de rosas y flores de cera, como corresponde a la Señora de Moriles, hoy transida de Dolor. ¡Con qué elegancia, Madre mía, afrontas, mirando el Cielo, la crueldad que se ciega sobre tu Hijo! Y en la Plaza, en ese Alto Tribunal, seremos testigos un año más de un “Pregón”, de un Proceso secular, espeluznante, reiterado, conocido, pero no por ello, menos injusto. El Sanedrín se pronunciará, el Romano cobarde firmará su Sentencia que volará por el aire morileño, Longinos herirá de muerte al Inocente y Judas de un almendro colgará su desesperación: “Hola mi Centurión. ¿Por qué alborota al pie de mis balcones ese pueblo?” “Pero ponedle primero la túnica del demente y decidle al Presidente que yo juzgarle no quiero” “Decidme, ¿salvar queréis a Jesús o Barrabás? / A Barrabás” “Vedlo Pueblo, mis manos de este crimen lavo” “La cólera de Dios nos amenaza. ¡A tierra! ¡A tierra!” “Perdón, perdón, perdón, Dios poderoso, yo en tu infinita Providencia creo” ¡Todo está consumado! ¡El Sacrificio está terminado! Y tus hijos comparten, en vigilia de convivencia sentimientos encontrados. La luz llegará muy pronto de nuevo a Moriles y, por ello, en Hermandad, volvemos a compartir tu Cuerpo y tu Sangre en mesas rebosantes de amor y confraternidad. Pero ahora la luz cae en la tarde del Viernes y la oscuridad inexorable se hace sobre tu Pueblo. 5 [Suena la “Saetilla del silencio, nº 1”] Plumeros negros, capas y capirotes negros en doliente comitiva se acercan hacia el Túmulo Sagrado. Hay que enterrar a nuestros muertos y Tú eres uno más de nosotros. Naciste del vientre de Mujer y una losa de piedra debe poner fin a tu viaje, pero lo harás en la Urna que corresponde a tu grandeza. Sepulcro de oro portan tus hermanos y tu Madre, desde su Camarín, te despide, hecha Rosario, resignada pero satisfecha porque, al menos, Ella sigue teniéndote en sus brazos. Silencio y escalofríos de dolor se respiran por Moriles. Tus 12 Discípulos, exhaustos, no portan ya en sus manos los martirios de tus Evangelios y la desolación abruma. El desamparo más aterrador inunda la noche. ¡Ay, Padre Mío, si no fuera por tu Madre que ha querido seguirte! ¡Qué solos quedaríamos en un mundo confuso y desconcertado por tanta iniquidad! La Humanidad es terca en su errores y tropieza y tropieza: hambre, pobreza, guerras, terrorismo, exilios y refugiados, maltrato y violencia, niños masacrados y explotados... ¿Hasta cuándo lo permitirás? El consuelo nos lo brindas bajo un palio azul. ¡Y qué regalo, Señor! Tu Madre queda con nosotros y a Ella le encomiendas nuestra protección. En sus delicadas manos, que hoy portan espinas sagradas, nos pones y nos entregas. ¿Por qué estás Sola, Virgen Mía? ¿Por qué te llamas Soledad, Reina del Cielo? ¿Por qué llora tu joven rostro? Si tu Pueblo te rodea, si tus hijos te acompañan, si tu gente te venera, si tu Figura imponente enamora a los morileños... Azul, azul es tu Trono, como será la mañana que nos traerá nueva Luz Divina. Sábado Santo: En muchos lugares la tristeza por tu ausencia, Jesús, se adueñará y reinará durante todo el día. Pero Moriles, así Tú lo dispusiste, es especial. Quieres tanto a tu Pueblo que su Luto por tu Muerte deseaste abreviarlo y hacer tu falta corta y pasajera. Los morilenses restañarán esa gran herida que supuso la Jornada pasada. Convivirán, se abrazarán, se consolarán entre cofrades y, con el paso de las horas, atisbarán el rayo de esperanza que se esboza en el horizonte, en el que el Sol enrojece unas nubes que anticipan el gran Misterio de tu Victoria sobre la Muerte. ¡Sábado Santo, sí, pero Sábado de Gloria en Moriles! Un Bíblico Desfile de Figuras contemplamos: [De fondo se escucha suavemente el toque en “paso ordinario” del tambor] Apóstoles y Discípulos del Humilde Nazareno no temáis a un Imperio que hoy invade vuestro suelo, plantad cara al Pretorio de Judea gobernante y la verdad de vuestro Maestro que no la prendan, que no la maten. Marías del Evangelio con Virtudes Teologales, Salomón y sus tres Hijas, a Dios alaban sus Cantares, Samaritana que en tu pozo la sed divina tú calmaste. Todo fue profetizado, todo escrito, tiempo antes, 6 Mayores fueron y encarnaban ya Virtudes Cardinales. Bíblicas heroínas, vosotras, Mujeres de coraje, igual que el Enviado, cuando Satán bien le tentase. No venció Juan el Bautista, un verdugo fue el culpable. Su mandato bien cumpliste, Noé, tú la fauna conservaste. Milagros grandes allí se vieron, seis caminan por las calles. Por condena ante tal crimen, aquel Pueblo anduvo Errante, no aprendió de sus Parábolas que Jesús bien les contase, sí venció un Sanedrín falso, hipócrita e implacable. Y la Historia cuentan de Tobías, un anciano, un buen padre, y de Babilonios con entereza que a un falso Dios no se postrasen. Y caminan por Moriles tan ilustres personajes y a sus gentes les enseñan la verdad de aquel mensaje, que los años no borraron, que no para de escucharse, porque un Pueblo no permite que le arranquen su Linaje. ¡Luz, claridad, campanas, música triunfal, alegría... Blanco, todo es blanco en Moriles el Sábado de Gloria! “¡Resucitó, resucitó, resucitó, aleluya!” Jesús Resucitado y Triunfante enarbola su pendón y nos bendice. ¡Viva el Nene!, dicen tus hermanos, permitidme la licencia, porque así te llaman ellos y así te llamamos todos. Porque te queremos y porque nos recuerdas y simbolizas el nacimiento de la Vida nueva de toda criatura, como Tú hicieras entre pajas en Belén. Has nacido otra vez y traes la esperanza de nuevo a Moriles. ¡Gracias, Señor! ¡María, cuán diferente es este día! Ayer, Doliente y Sola, hoy nos ciega tu presencia. ¡Blanca Paloma de nuestras calles! ¡Blanca Paloma de tus hijos morilenses! ¡Blanca Paloma de nuestras viñas! ¡Blanca Paloma de Moriles! De blanco y oro, tu vuelo por nuestras calles, siembra la paz en nuestras vidas, convirtiendo tu dolor en dicha, tus siete puñales en siete besos que nos envías, el pañuelo húmedo de tus lágrimas en palomas mensajeras de felicidad. ¡Hoy lloras también, pero de alegría! ¿Qué sucede en el Paseo? La gente se arremolina, la gente se agolpa, las Hermandades se estrechan. Hay poco espacio, pero no importa. ¡La emoción se respira en el ambiente! Queda poco Sábado ya, pero algo muy grande va a pasar. El final del Vía Crucis se aproxima: María siguió a su Hijo que portaba la Cruz, en el Gólgota se despidió de Él y durante toda esta noche también lo ha seguido, en la distancia, sin querer restarle protagonismo. Pero ya no puede más. Quiere verlo de cerca, mirarlo a la cara, abrazarlo y besarlo, por eso apremia a sus santeros. Jesús ha comprendido su intención y en un torero redondeo de su cuadrilla se gira hacia su Madre y se acerca a Ella. ¡Una vez, dos, tres...! ¡Dios mío, que éxtasis! Hasta las Legiones Romanas se contagian de la emoción y proclaman la Alegría con sus Himnos! ¡Un Sábado más, un Sábado de Gloria en Moriles! ¡Pero no! ¡Es Domingo ya, es Domingo de Resurrección! Han pasado “7 días de Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo en Moriles”. Entre palmas y vítores entraste por nuestras calles y te despides de ellas, de nuevo, Rey Triunfante y con Moriles a tus plantas y a los de tu Santa Madre. 7 Moriles, buen trabajo, paisanos. Un año más que hemos cumplido nuestra misión. Así lo queremos y así lo enseñamos a nuestros hijos, generación tras generación. El Imperio Romano, remolón, juguetea un poco más, con nuestra complicidad y entre caracolas, antes de correr el telón de este maravilloso y solemne espectáculo. Los redobles de sus tambores se van perdiendo en la distancia. Será difícil conciliar el sueño, será costoso aplazar el torrente de imágenes y sensaciones experimentadas, será interminable la espera de todo un año para volver a paladear de nuevo esta Bendita Locura que para muchos de nosotros es nuestra Semana Santa. ¡Pero así debe ser, esa es su grandeza, esa es su Verdad! ¡Un consuelo para que el vacío no sea tan duro y tan repentino! El Día de la Cruz, la Semana Santa Infantil están a la vuelta de la esquina. ¿Habrán aprendido nuestros hijos e hijas bien la lección? ¿Habremos sido buenos maestros como Él? ¿El futuro cofradiero morileño está asegurado?… ¡No me cabe la menor duda! ¡Ahí está ese día tan especial, si no, para nuestros niños y, ¿por qué no? para nosotros también! Tan pequeños que apenas pueden con esos preciosos tronitos, teniendo que echar una mano padres y madres, recordando recientes momentos de santería vividos por ellos mismos. También pequeños Romanos, Apóstoles, Judea, Marías, Virtudes, Noé... Bajitos de estatura, pero con un corazón grande, como los el de nuestro Pueblo. Un corazón grande, generoso y entregado, que palpita acelerado cuando vive y siente su Semana Santa. Porque: “En Moriles hay que ver un Apóstol y un Sayón, un Profeta y un Hermano, desfilando pa saber que ya vienen los Romanos” ¡Muchas gracias a todos por escucharme! Jesús María Fernández Gutiérrez, Hermano de La Columna. Parroquia de San Jerónimo. Moriles, a 13 de febrero de 2016. 8