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II Premio “Filosofíahoy.com”
Nombre: Paola Santurino García
“La ley natural a la luz de la razón”
Mi nombre es Paola Santurino, tengo diecisiete años y estudio segundo de bachillerato
en el colegio Fomento Fundación, en Madrid. Vivo en una familia formada por mis
padres y mis dos hermanos menores. Soy amante del deporte y del arte, y aquello que
más me mueve y acapara mi interés es saber o conocer tanto a las personas, como la
naturaleza. No soporto la injusticia y no entiendo la falsedad, ni el egoísmo.
Esta descripción anterior no es ningún tipo de introducción a la autora del trabajo, sino
una parte fundamental de éste a la hora de entender las características de la vida de una
persona que ha arribado en determinado puerto o conclusión.
Primer día:
Me encuentro en un momento crucial en mi trabajo que tanto me llama la atención. He
de realizar mi primera decisión. En una mano tengo un libro de derecho prestado por mi
madre y en la otra el papel en blanco de mi mente con el título de “ la ley natural”.
En blanco, quiero recalcar, significa totalmente, lo cual yo considero un premio.
He de determinar mi preferencia hacia investigar, recopilar e informar, o pensar y crear.
Elijo lo segundo con el fin de poder plasmar la belleza del razonamiento que cualquier
persona similar a mí en inquietudes, podría realizar.
Comienzo pensando en acciones o aspectos que sé con total firmeza que son naturales
para el hombre: respirar, desarrollarse, alimentarse, descansar, pensar, sentir o
expresarse.
A continuación trato de reflexionar sobre aquellas características que tienen en común
los aspectos anteriores:
Son materiales o inmateriales, conllevan consecuencias en el hombre, no podemos
impedir realizarlas, son comunes a todos, constituyen nuestra supervivencia o nuestra
felicidad…
Entonces me planteo un problema que nace desde el hecho de que lo que es natural
para el hombre es común a todos ellos:
Tengo que determinar qué es natural para el hombre, aquello que es común a todos los
de su especie, y entonces trato de explicar porque unos hombres actúan de un modo y
otros de otro.
Resulta que los sentidos tienen una determinada función, que es natural. Lo mismo pasa
con nuestra forma.
Pero sucede que en cuanto a sentimientos o pensamientos no todo es blanco o negro.
Una oreja nunca podrá oler ya que su función es oír, pero dentro del hombre se puede
desatar tanto el odio como el amor.
Creo que la capacidad de razonar, la inteligencia del hombre, permite a éste adquirir la
capacidad de poseer diferentes “naturalezas” que son, todas ellas, igual de naturales
entre sí. Por tanto esta fue mi primera conclusión:
El hombre tiene cualidades comunes a todos y una singular. Algunas cualidades
comunes (como los sentimientos) se subdividen en tipos, grados o variantes. La
cualidad singular es la existencia de esas variantes de las cualidades propias del hombre.
Ésta es un cualidad solamente humana.
Creo, en este primer día, en la existencia de una ley natural afija o amplia.
Segundo día:
Me encontraba paseando con mi hermano más pequeño, cuando caí en la cuenta de mi
error del otro día. Él jugaba con una rama de un árbol, hasta tal punto que el juego fue
peligroso para mí, y le obligue a parar. Parece una situación cotidiana pero me costó
tanto que dejara de hacerlo que me dejó pensando.
Entonces me di cuenta de la falsedad de la conclusión primera y es que si fuera así
querría decir que al ser tan natural para el hombre ser egoísta que ser generoso, ser justo
que ser injusto, muchas cosas de nuestra sociedad como las mismas leyes, no tendrían
sentido ya que reprimirían fuertemente al hombre.
También recapacité sobre el concepto de natural como que perfecciona al hombre.
Además, dado que ahora me estoy planteando la existencia de la ley natural tras
desmentir lo que deduje el primer día, pensé lo siguiente:
¿La existencia de una ley natural implica en cierto modo estar predeterminado?
Pensé en que este sentimiento, de predeterminación o no, estaría en las personas según
la época en la que vivieran. Si ésta fuera pesimista al tender todo hacia la negatividad,
se daría el sentimiento de predeterminación, generalizando los rasgos del hombre. En
cambio si esta época fuera optimista se reafirmaría la idea de alma única, dejando a un
lado la predeterminación.
Conclusión a la que llegué el segundo día:
En cuanto a opiniones referentes a la generalidad de los rasgos humanos (lo cual nos
determina), no son objetivas, ni universales. Pero sí lo es la existencia del alma a pesar
de la existencia de la ley natural. Por tanto no estamos predeterminados ya que nuestro
principio de vida es diferente y es éste lo que determina nuestras vidas.
Tercer día:
Hoy me he visto inmersa en la trampa de la sociedad, en la que actualmente casi todo
adolescente podría caer. Ésta sociedad donde todo vale, y todo es “bueno”. Por esa
influencia noto que en los últimos días no ha podido salir de mí la verdadera ley natural.
Hoy, después de estudiar antropología o ética de otros autores filosóficos en el colegio,
se me ha abierto la mente.
Lo que es completamente aceptable, indiscutiblemente natural para el hombre, es que
éste en un ser racional. Por lo que será natural para él, todo aquello que sea racional.
¿Y qué será lo racional? Pues, teniendo en cuenta que el fin del hombre es ser feliz, ya
que podemos afirmar nuestra tendencia (a través del bien) a la felicidad, será entre otras
cosas, racional aquello que sea bueno y nos lleve a la felicidad.
Pienso ahora en natural como bueno para el hombre y en que la felicidad estará
apoyada en una ley.
Rechazo entonces mi conclusión primera definitivamente. Por ella sería tan natural para
el hombre una cosa como su opuesta lo cual es una contradicción, que afecta
inmediatamente, por ejemplo, a la supervivencia de éste.
Cuarto día:
Hay algo que no he dicho al principio sobre mí. Yo soy una persona católica convencida
y cercana a Dios. Creo que es importante decirlo ya que es curioso como al final me ha
mostrado la explicación, como hace siempre.
Hoy me planteo lo siguiente:
Comprendo la necesaria complicación en la búsqueda de la ley natural, convencida ya
de que es aquello bueno para el hombre (a grandes rasgos).
Pero es curioso que aunque a veces actuemos contra nuestra naturaleza, podamos
siempre recapacitar sobre nuestros actos y con ello determinar si hemos obrado bien o
mal.
Para ello, aunque con una determinada educación es más fácil, se necesitan valores que
(de una manera o de otra) siempre tiene una persona y alguien nos da.
La ley natural es, entonces, aquella conciencia que es parte de nuestras almas, que
tenemos en común, aunque más o menos desarrollada, todos los hombres. Y es ahí, en
el desarrollo, donde interviene Dios.
La dificultad de determinar esta ley depende de nuestro acercamiento a Él, en la noción
de persona que tengamos. No es necesario ser religioso para ello, únicamente ser una
persona que desarrolle su espiritualidad y que , por tanto, este cercana a Dios, aunque no
lo pretenda.
Finalmente hoy he llegado a la siguiente conclusión:
Necesitamos algo más que conocer para llegar a comprender lo que somos, nuestra
naturaleza. La ley natural constituye aquel conjunto de decisiones que DEBEMOS
tomar de acuerdo con nuestra naturaleza. Ésta estará dictada por aquello a lo que
lleguemos interiorizando, tendiendo al mayor bien. Y ahí se encuentra nuestra
limitación, en la diferenciación. Por nuestra inteligencia podemos llegar a discernir
algunas y no todas las mejores opciones. Ahora sería importante decir cómo se llega a
eso.
Quinto día.
Este último día en el que trabajé este tema me sirvió para ordenar mis ideas y
percatarme de la evolución que había sufrido mi pensamiento. Me sentí muy contenta y
segura en mis conclusiones. Ya tengo claro en lo que creo, estoy convencida de lo que
es la ley natural y ahora solo me queda poder plasmarlo en las hojas. Ha sido un
ejercicio que me ha ayudado no sólo a determinar para posteriormente aplicar en mi
vida lo que es la ley natural del hombre, sino también para darme cuenta de lo capaz que
soy de llegar a mis propias conclusiones y resolver mis dudas recapacitando.
“La ley natural a la luz de la razón”. Conclusiones finales:
La ley natural es un conjunto de normas u obligaciones que tiene cada hombre, las
cuales constituyen la naturaleza de éste. Estas normas tienen como característica
fundamental el ser absolutamente racionales o entendibles para nosotros. Esto supone
que serán buenas para el hombre, nos llevarán a ser felices.
Determinar las reglas que constituyen esta ley no es tan complicado como actualmente
parece. Esto se debe a que el hombre tiene la capacidad de poder diferenciar, por
ejemplo, lo bueno de lo malo, según esté desarrollado el concepto de bien en su interior.
Aquí es donde interviene en mayor medida Dios, consciente o inconscientemente, en
nosotros con la reflexión, principalmente.
Cuanto más espiritualice, interiorice, recapacite una persona, al constituir ello un modo
de aprender y descubrir, más lejos llegará en la comprensión de la ley natural, del bien,
de la verdad o de lo bello.
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