Hazañas del doctor Ponce. -- (1835). -

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¡Hazañas del doctor Ponce!
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DESPUES de ·las transaciones celebradas entre los albaceas del señor José María
Lozauo i los curadores de los menores, nos propusimos no escribir sino lo puramente
necesario eu defensa de unos huérfanos abandonados, i guardar un profuudo silencio
sobre todo lo demas, hasta que algun grave motivo nos obligase á interrumpirlo. Este
motivo ha llegado aun áutes de lo que esperabamos, i contra todos unestros deseos nos ha
sido forzoso volver á mojar la pluma para hablar del doctor Roman Ponce.
Este hombre que creyó vivir durante su peregrinacion sobre la tierra á costa de la
testamentaría que obtuvo á fuerza de bajezas i humillaciones: este hombre orgulloso que
espantaba 105 ~scr ibanos á puros gritos i malos modos para que no hubiera qui~n actnara:
este hombre que biza cuanto se le antojó miéntras la fatalidad le permitió manejar los
intereses de los herederos Lozanos: este hombre, decimos, no puede soportar cou sufrimiento que el Tribunal de Arbitras lo haya removido por su mala conducta, i que sus
bellas esperallzas, Ó parte de ellas por lo ménos , se hayan disipado como el humo .....
Furioso, ciego de cólera, cometió las acciones mas torpes el domingo pasado contra el
señor Isidro Arroyo, i esto <,s precisamente lo que ,amos á tratar.
Estaba este jóven moderado hablando con su amigo, el doctor José Mendoza, en la
calle de los Plateros, cuando se acercó Ponce, saludó al último, i se mantuvo un buen
rato mirando al otro con ceño atrevido; lo miraba i lo ,' olvía á mirar de los pies á la
cabeza, pascaba Su vista ira cunua sobre toua su persona, lo insultaba con sus jestos, i
mantuvo constantemente 1" mano metida en el seno como para darle á entender que tenía
algo con que atacarle: se despidió lu ego para colocarse eu el zaguan de la casa del mismo
seí"ior Mendozn, á donde sabía él que se dirijían los dos amigos, i convidado por aquel
señor para que en trase, responuió con tono amenazante: "Espero aquí á cierta persona,
aquí estoi mas espeuito;" i esto acompaliado de ademanes que denotaban terribles ameli azas contra Arroyo: siempre con la mano en el seno, siempre con ojos torvos, con
todas sus facciones alteradas, i como \1n hombre pronto á dar un paso peligroso . l\Iendaza se asu tó comprenuiendo lo que podría suceder, i detuvo por tanto á su amigo á fin
.le que 110 sa li ese tan pronto; pero al cabo tUYO que hacerlo, i ya el señor Roman había
desocupado el puesto, porque el valor, sin dUlla, no correspondía á sus deseos. Despues
de esta senci lla relacion, preguntarémos ¿qué honor le hubiera resultado á Ponce atacauuo ¡í uu hombre indefenso como el doctor Isiuro Arroyo? ¿No sería eso el colmo de
la illsensatez i de la cobardía? Poes, por lo mismo <¡Ile es cobarde, es capaz de una
bajeza, i sobre e te pnnto tenémos ya hechos que }lodréll1os probar, i que si no los referimos es porque respetamos al público, i á nosotros mismos. De lo dicbo resulta, COn toda
evidencia, que el seoor albacea profe a nn ódio entrañable al curador de las señoritas
Francisca i Clemencia Lozano, tan solo porque las defiende, i porque ya no puede per:,eguirlas cruelmente como lo hacía iÍntes.
Bastan, pues, estas iudi caciones para que se sepa que Arroyo est ,í amenazauo i aeaso
con alevosía por un enemigo gratuito; i (Iue si alguna cosa le sucediere, PO~CE i solo
PONCE ueberá responder ante los tribunales.
¿ 1 para qué citar las proezas ocultas del señor albacea, si lo que suceuió el otro dia
nos ha dado la medida completa de lo que es él ? Sobre este aconteCImiento, sí, nos estenderémos un poco, para intelijencia de los que ignoran una jornada tan peregrina.
El dr. Roman Ponce, que eu las Convers{/ciones f{/miliares con su hijo, agotó el
diccionario ue las injuDia;; para insultar al señor Arganil, solo porque este bonrado estralljera se ha interesado por ullas pobres enfermas, desamparadas hasta de sus propios parientes; ese hombre que tanto habla i manosea en las calles i tertulias, apenas supo que
su iufamante lib elo fué declarado que" ha lugar á la formacion de causa," cuando empleó
todas las arlimañas ele los villanos, i engañó á un infelíz para que lo firmase: Trujillo
es el nombre de ese desveuturado: Trujillo es quien declaró haber suscrito el papel en la
misma noche que tuvo lugar el jurado, añadiendo que lo hizo por eneargo del señor
GuapelOIl: Tl"lljiJlo, enfin, fué reducido á prision, i permitió Ponce que SIl sen idor
sur, iese UllOS cuantos dias de cárcel.
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A vista de es tos hecllOs, de estos hechos qne lI en3r<ín tIe una justa iudiguacion á lo~
varones de probidad, ¿ qué se podrá pensar del doctor Roman 7...... Los que dudaban SI
eran Ó no ciertos los cargos dirijidos contra este hombre sin gular, ¿ no se desengaí'ínrán
ahora? ¿Qué no se podd creer del que comete semejantes bajezós? .. del que procura
eludir las leyes por medios tan deshonrosos? .. del que es altanero, engreido i petulante,
i que en el momento de vislumbrar el peligro, se arrastra i se comporta como el mas
miserable de lOdos los seres? ¿ Qué juicio ~e formará de un padre que enseña á su hijo el
abominable arte de calumni ar á los demas hombres? 1 ¿ podrá nunca este hombre, este
raro fenómeno, hacer al guna cosa hllena en su "ida? ji ¡ Ah, su vida nos es bien conocida---. ----------1 !! Ya otros, con razon, hnll hablado de ella muchas veces;
pero nosotros no querémos añadir al resto de sus tri~tes dias lo que se ha dejado á un lado
por no amargar mas los de su familia, porq\le ella nos parece inocente.
Mas no crea el dr. Ponce, que si se burló insolentemente de los tribunales por medio
de una superchería, cuando su papel infamatorio fué acusado al J urí, le quepa la misma
suerte si de cua lqui er modo ofende i atropella al señor Arroyo . ConocéOlos nlles tros
deberes i nuestros derechos, i lo perseguirémos para escarmiento de los malos, de los
intrigantes astutos é hipócl'ita~. co~o él. j Qu~! ¿sería dab!e q~le en la c~pita l tIel E s tad<?,
á la vista del templo de la lejls laclOn granadilla, se permIta a un mal CIudadano escupIr
con desprecio sobre las hojas del sagrado libro i blasfemar su doctrina, cuyo contenitIo
es lo que hai de maS respetable entre los mortales? ¿Sería Punce por su desgraci a lino
de aquellos moscardones de que habló el sábio Anacársis, que comparaba las ley es á bs
telas de araña, i que ellos las rompían? Que Dios preserve a l doctor POllce de meterse
con nuestro amigo, aunque sea por ajena mano: Dios lo preserve, sí, porqu e cntónces ,
¿:¡ donde iría él á parar? ¿ Creerá es., orgulloso insolente que Arroyo es el so lo en
el mundo, que se interesa á hacer castigar los crímenes : é ¿ignora Ponce que en una
república cualqui er ciud auano virtuoso tIene la prerogativa de atacar al ladran i quitarle
lo hurtado i devol ~érselo á su propio dueño? 1 ¿ pensar¡( Ponce arredrar con jesticulaciones pantomímicas al dI'. Arroyo para que deje de cumplir los deberes sagrados que ha
jurado so,tener en defensa de sus menores? i.Creerá aquel hombre que si no hnbiera un
dI'. Arroyo que le per;iga criminalmen te por los PERJ URIOS cou que se ha implicado eñ sus
declaraciones, faltaría qnien i quienes le acusasen ante los tribunales para vindicar la
moral pública i relijiosa indi gnamente nltrajada? Si no tnvieran las huérfanas Lozanos
un CURADOR <Ine rcclamára l as donaciones cuantiosas, in oficiosas é ilegales que ha hecho
Lozano durante sn vid a á Ponce, ¿ faltaría otro i otros que vindicasen los derechos de
aquellas infelices, . i rcclamasen la Ilotoria infracciun de las leyes, no anticuadas sino
vijeutes? Si aquellas jóvenes desgraciada~ no tuviemn un celoso defensor que apele á
las annas de la Iglesia, como úlcimo recurso para descubrir la cuantiosa suma de
dinero que Ita debido dejar la viuda de Lo~cll2o, pero que sin embargo ha desaparccido
con escándalo, ¿ les faltarían protectores que promoviesen esta indagacion 7 Deseng,¡ñese
Ponce, no es solo Arroyo quien sostendrá los derechos ue aquellas desvalidas: su orfandad,
su deplorable situacion, su total desamparo, nos ha hecho tomar la defensa de su patrimonio á nuestro cargo, con mayor interés que si se tratase tI e nuestra propia fortuna.
Cuente, pues, tambien Ponce con nosotros.
"El HONOR ( ha Jicho un célebre escritor) es el elemento de las repúblicas, sin honor
Sil existencia es precaria. » 1 ¿qué hombre que lo tenga podrá asociarse con Ponce, pero
ni saludarlo siquiera? ... ¿quién será el que nO tema un deshonor acompañánuose con él?
Al que pensase de otro modo, al que mir3se estas observaciones como un efecto de la
animad,·crsion i de la exaltacion de las pasiones, lc suplicamos mire de .frente ,¡ la.lllz
el cuadro de su conducta escandalosa, i I"erá que hasta su sombra es capaz de horrOrizar
á uua alma bien formada.
Conclnirémos preguntando al señor Luís Ayala i á la señora Jose.fa ~ozano, ¿qué
casta de estímulo es el que les mueve para interesarse tanto por ese LUdlvlduo que ha
cansado tantos enredo? ¿ Qué bienes ha traido Ponce á la tes la mentaría Je Lozano '!
¿Habrá hecho cosa algnna que merezca siqniera, de los herederos, el simulacro de una
gratitud? i Ojalá no hubiera causado tantos males: males que son positivos: males que
están palpándose por muchos, i uo por unos pocos Cjue se hacen ciegos i sordos! ....
Cuando la justificacion del Tribunal de Arbitras se "ió en la necesidad de remover á es te
Pon ce de sus funciones de albacea, ¿ cuál habrá sido su administracion, i cuál sus manejos
ilegales? ¿Hasta cuaudo durará esa ceguedad, esa ceguedad que ya se nos hace sospechosa?
Apegados á la amistad, i CIeles á nueSlros compromisos sagrados, h emos alargado nuestros
pasos hasta este pUDtO, i 11 0 pasarémos adelante; pero observarémos con ojos linces sus
hechos i jes tos, como tambien el curso de los negocios para saber lo que debamos hacer.
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CUATRO AMIGOS DEL SEÑOR ISIDRO ARROYO.
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NOLa.-j Ojalá que los cuatro hombres mandados á fustigar
(ó tal vez asesinar) á cierta persona para
vengar los cclos libidinosos de un rubio Sátiro, imiten la couducta de Trujillo, á Gn de que la justicia castigue
á los malvados que, para saciar la brutalidad de sus vicios, recurren el medios alevosos!
Bogot,í, enero
4 de
1835.-Imp. de A. Roderick.
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