aburrido, así que el profesor tiene que hacer esfuerzos sobrehuma

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TENDENCIAS | LATERCERA | Sábado 12 de diciembre de 2015
de conocimiento se traspasó a Yonath, quien al ser consultada sobre qué la hizo dedicarse a la investigación, responde sin dudar:
“La curiosidad fue mi motivación
para volverme científica”. Por eso
hasta hoy se acuerda de aquel primer y doloroso experimento en el
balcón, que sigue sin resolver porque los actuales habitantes del departamento modificaron el techo.
Tanto sus padres como su profesora de kínder se dieron cuenta de
que era una niña brillante y que
los colegios religiosos del barrio
estaban por debajo de su nivel.
Por eso le pidieron una audiencia
al director de Beit Hakerem, una
prestigiosa escuela secular donde
Yonath fue ingresada directamente en segundo básico. “Creo que
los padres deben respetar todo
aquello en lo que el niño desea
convertirse, incentivar sus intereses y preguntas. Y no hablo necesariamente de la ciencia, sino que
en general sobre lo que los menores desean hacer”, indica la investigadora, quien tiene una hija
doctora y una nieta.
¿Qué puede hacer un profesor
para incentivar ese interés en la
ciencia?
Es una pregunta difícil porque la
respuesta depende de los conocimientos de los estudiantes y del
mismo profesor. Pero en muchos
lugares el currículum es muy
aburrido, así que el profesor tiene
que hacer esfuerzos sobrehumanos para volverlo interesante. Esto
se puede hacer pero demanda
pensar, experimentar diversos
métodos e involucrarse directamente en el proceso educativo.
La carrera científica puede ser
bastante exigente. ¿Qué le diría a
un investigador joven que está recién partiendo?
Todas las profesiones son competitivas. La política lo es más que
la ciencia. Las artes y la dramaturgia también son demandantes. La
competitividad, a mi juicio, no es
un factor que debiera influir a la
hora de decidirse o no a seguir
una carrera en investigación. Es el
amor por la ciencia lo que es fundamental. La existencia de curiosidad y pasión es lo esencial, porque la competencia la vas a encontrar siempre en distintos
aspectos de la vida.
Tras realizar su servicio militar
obligatorio en una instalación médica de máxima seguridad, Yonath entró a la universidad y
completó varios postdoctorados
en Estados Unidos. Durante los
70, entró al Instituto Weizmann y
empezó a realizar sus estudios sobre el ribosoma. Para efectuar estas investigaciones, desarrolló una
técnica pionera que involucraba la
exposición de ribosoma a temperaturas sumamente bajas, para así
generar cristales que se podían
observar de forma más sencilla. El
método se llama cristalografía y
aunque hoy es un procedimiento
estándar, ella y su equipo tuvieron
que realizar 25 mil intentos antes
de obtener los primeros cristales
en 1980.
¿Qué ha cambiado desde
entonces?
Primero que nada, existen los
computadores, que han dado pie
para el surgimiento del conocimiento electrónico y a enormes
niveles de datos que se generan en
unos cuantos segundos. Además,
las nuevas tecnologías han hecho
que la interacción entre los científicos sea radicalmente distinta.
Por ejemplo, yo puedo estudiar
algo acá en Chile y enterarme de
que algo similar ya se está haciendo en Canadá y en China. Ese grado de colaboración es importante.
El segundo gran cambio es la creciente complejidad que representa
interpretar este enorme nivel de
datos que estamos obteniendo.
Cuando Yonath recibió el Nobel
en 2009, fue la primera mujer israelí en conseguir el galardón. Su
distinción volvió a reactivar el
tema del reconocimiento y la participación de las mujeres en la investigación mundial. Un ejemplo:
desde su creación, 48 mujeres han
obtenido el Nobel, en comparación con más de 800 hombres. A
esto se suma la percepción negativa que persiste en torno al rol femenino en ciencia, tal como lo reveló una encuesta divulgada en
septiembre por la consultora francesa Opinionway y la Fundación
L’Oréal. En una consulta a cinco
mil personas, dos de cada tres dijeron que las mujeres “no tienen
lo que se necesita para ser científicas de primer nivel”. Además, el
25 por ciento dijo que no poseen
suficiente confianza en sí mismas
y el 20 por ciento aseveró que carecen de “competitividad”.
¿Es necesario instaurar más
programas de promoción científica destinados a las mujeres?
En la ciencia no hay género.
Hombres y mujeres operan de la
misma forma, pero en general el
entusiasmo de las mujeres no es
tan alto como el de los hombres.
Esto es porque la sociedad todavía tiene la impresión de que la
ciencia y el género femenino no
van de la mano.
Es políticamente incorrecto decirle a una hija ‘no vayas a hacer
ciencia, deberías ser madre’. No es
algo que se diga en voz alta, pero
indirectamente todavía se cae en
el ejercicio de creer que porque
una mujer es fea lo más probable
es que sea científica. Por eso pienso que es muy importante educar
a la sociedad para que cambie y
eso es lo que intento. Curiosa-
mente, las jóvenes son muy entusiastas y puedes ver sus ojos abiertos de par en par cuando doy una
conferencia; incluso cuando tienen siete o 10 años preguntan sobre qué hago y cómo lo hago.
Pese a que todavía queda mucho
por avanzar, algunos sondeos indican que algo está cambiando.
Es lo que revela un análisis realizado en 2014 en Inglaterra por la
consultora Cambridge Occupational Analysts, que indica que el
número de alumnas que considera seguir una carrera universitaria en ingeniería, tecnología y
matemáticas ha crecido más que
el de los hombres. En el caso de la
ingeniería civil el número aumentó un 10 por ciento en los últimos siete años, el doble del porcentaje visto entre los varones.
El problema, dice Yonath, es que
hasta “los 17 y 18 años las niñas siguen expresando interés, quieren
volar con la ciencia, pero al entrar
a una nueva etapa en sus vidas la
sociedad les corta las alas”. Pero
cuando las jóvenes le preguntan
sobre el tema, ella les tiene una
respuesta clara: “Les digo que la
política e incluso la literatura son
más complejas. Hombres y mujeres pueden ser acallados por una
muchedumbre durante un mitin.
Pero los científicos tienen un piso
mucho más sólido para sostenerse
y defenderse”.T
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