UN ENSAYO SOBRE EL REPORTAJE Nelson Notario Castro

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UN ENSAYO SOBRE EL REPORTAJE
Nelson Notario Castro *
Dominar sus componentes teóricos y saber escribir buenos reportajes, constituye en el oficio una declaración
seria y rotunda: conozco el periodismo.
Es así, porque en este género están contenidos en mayor o menor medida, según el trabajo de que se trate, la
nota, la entrevista, la crónica, el ensayo periodístico y los géneros de opinión, el amor a la verdad, bajo la
sombra de los más lúcidos conceptos de la deontología periodística y de la literatura.
En una interesante monografía titulada Periodismo y Literatura (1), Jorge Marín, periodista, escritor y profesor
universitario refiere que “si se quiere diseñar un símbolo que represente la ubicación del periodismo entre la
literatura y la comunicación, se elegiría a un árbol: las raíces son la comunicación (oral y escrita); el tronco, la
literatura, y las ramas, el periodismo”.
Ahora bien: bajo ningún concepto, el reportaje, como género periodístico puede admitir la ficción. Este género
de géneros se construye con verdades, aunque en ocasiones la ficción pueda aportar matices ideales.
En las aulas, hemos comparado el periodismo y la literatura como las dos banquetas de una misma avenida.
Una de estas sendas es florida y ancha, la de la literatura, que puede recibir el impacto del realismo
periodístico y utilizarlo a su favor.
La otra banqueta es estrecha y austera. Tiene a la literatura como fuente de inspiración y de arsenal de
vocablos y giros lingüísticos, pero desecha abiertamente la ficción. Esa vía sólo se construye con verdades
demostrables, actuales o “actualizadas”.
Jorge Marín también se refiere a ambos puntos, el de la realidad en el reportaje y la actualidad o actualización
en sus temas tratados en uno de los párrafos de la monografía Periodismo y Literatura, arriba citada:
“Al analizar las opiniones, cabe afirmar que si la noticia en la escala informativa, constituye la célula inicial, el
reportaje ocupa sin duda el peldaño superior, es una relación creativa. El periodista no debe ceñirse tan
estrictamente a la narración de los hechos como en la crónica, sino que puede pensarlos, recrearlos y
redactarlos con mayor libertad. Esa recreación y ese vuelo de la imaginación no incluyen ficciones, debe
manejarse con realidades. El tema puede ser temporal o atemporal, o bien el interés no se pierde si no es
publicado inmediatamente. La extensión varía con su contenido y admite técnicas descriptivas estilísticas que
incluye, a su vez, la combinación con otros géneros” (el énfasis es hecho por mí).
Pero los profesores recibimos a aprendices del oficio periodístico, que desean escribir reportajes rápidamente
y que confunden el “beneficio” que le aporta la literatura al género, con la libertad para escribir ficción, o
intercalar ésta en las vivencias.
Sobre todo ocurre en las tesis presentadas como reportajes. En el curso “Reportaje como tesis” auspiciado por
la Dirección General de Personal Académico (DGAPA), que impartimos a profesores de la Universidad Nacional
Autónoma de México (UNAM) en los primeros meses del 2004, expusimos el caso de una pasante que trató el
importante tema de las mujeres asesinadas en Juárez, Chihuahua.
Como remate a su texto documentado, ella incluye el ”relato” de una chica que fue secuestrada, torturada y
violada durante varios días. Al final la asesinan. La pasante cuenta que sus plagiarios no han sido identificados
y mucho menos capturados.
Entonces, nos preguntamos, ¿cómo se supo?, ¿cómo puede llegar a ser un relato periodístico lo que no ha sido
contado por alguien u obtenido como vivencia directa? Evidentemente se trataba de una ficción, tal y como
corroboramos al entrevistarnos con la autora del trabajo.
Por eso en las aulas de Géneros Periodísticos II y de los Talleres de Periodismo, hemos intentado hacer
entender durante años que “una gota” de ficción literaria nos “echa a perder” el relato periodístico de la
realidad.
Allí hemos invitado a los alumnos, a ir a la literatura para aprender palabras y fórmulas narrativas, pero NO
para buscar “realidades” que sólo es posible obtenerlas en la vida, mediante la investigación periodística, con
ética, y laboriosidad.
Tampoco se admite la licencia de la “ficción” como supuesto ingrediente periodístico, cuando nos argumentan
que es “para una revista”. El hecho de que el reportaje encuentre su vía de publicación en las revistas, es un
fenómeno vinculado a la falta de espacio en los periódicos, y no puede ser una salida fácil e incorrecta.
Lo mismo ocurre en los medios electrónicos, cuando el reportaje es convertido en un trabajo simplista e
inexacto por la excusa de que “time is money”, o que debe ser “light” para que lo vean.
El reportaje es uno solo, completo, exhaustivo, creíble y detallado. No existen los reportajes “light” para
programitas de variedades, o simplistas para ser publicados en revistitas que abordan indeseados chismes de
la farándula.
¿Y entonces “qué son” esos trabajos, profesor? Es la pregunta que surge en las aulas cuando abordamos el
tema. Simplemente NO SON reportajes y en ocasiones, no son periodismo. Creo que es la respuesta adecuada.
Y tampoco el reportaje soporta párrafos largos, cargados de adjetivos, y de frases vagas, en las que el verbo es
un simple adorno.
En el reportaje como en cualquier otro género periodístico, debemos tomar muy en cuenta las técnicas para
escribir, que según Kurt Singer, en su biografía de Ernest Hemingway (2), utilizaba el Premio Nóbel de
Literatura:
“Ser positivo. Describir con palabras afectivas. No emplear adjetivos innecesarios. Cuando haya duda cortar el
párrafo. Abreviar mucho las frases. Cortar abreviar, cortar... No usar nunca dos palabras cuando con una baste.
No buscar mirlos blancos. Ni grandes tragedias. Todos los mirlos son negros. Todas las tragedias son grandes.
Todos los sucesos son importantes...”.
Llegar a escribir buenos reportajes implica comprender bien el concepto de información, hacer entrevistas en
profundidad, con técnicas adecuadas, sin manipulaciones, aprendiendo primero a escuchar y a preguntar, a
hacer párrafos cortos y a trabajar las respuestas aunque estas sean largas.
Lograr lo anterior, mediante el uso adecuado de las técnicas de la tercera persona y la textualidad, de la
narración y la descripción, constituyen grandes pasos y un avance importante antes de llegar al reportaje.
En la crónica, el orden cronológico como principio, sin desechar la priorización periodística de seleccionar en el
“tiempo” un punto de arranque, y esa necesidad vivencial que constituye para la crónica su aliento vital, son
también muy buenos caminos para llegar al reportaje con los ojos bien abiertos, y queriendo por anticipado al
“género de los géneros”.
No olvido, y creo que es oportuno referir, lo que el Maestro Alberto Dallal escribe acerca del género
reportaje (3):
“Hacer reportajes significa ir al lugar de los hechos después de hacer una mínima investigación, tomar notas y
después, tras completar la investigación, elaborar un texto con respecto a ese acontecimiento. Como los
demás géneros, el reportaje posee todas las características generales del periodismo, pero, a la vez, va a
agregar otra particular, peculiar para los requerimientos del periodismo: su capacidad de recrear las
descripciones y comentarios a la manera de los géneros narrativos de la literatura. El reportaje es el rey de los
géneros periodísticos, no sólo por su trayectoria histórica (representando siempre a las características más
funcionales y atractivas del periodismo) sino también por sus objetivos, los cuales producen una estructura
flexible y a la vez amplia y operativa. Además cuenta con las características y cualidades propias de todos los
géneros periodísticos”.
EL REPORTAJE EN LA HISTORIA
Cerca de 250 años antes de que Nicéforo Niepce y Luis Jacobo Daguerre produjeran la invención y luego el
perfeccionamiento de la fotografía, en 1587, un periódico alemán, un Zeitung del ducado de Suabia, publicaba
uno de los primeros reportajes de que se tienen noticia.
El profesor y periodista José A. Benítez (6), quien refiere estos datos históricos en uno de sus libros, cuenta que
el referido reportaje antiguo, trata el tema de una “bruja”, la señora Walpurga Hausmannin quien hace
“pactos con el demonio”.
“Walpurga Hausmannin, bruja maligna y lasciva, actualmente encadenada y bajo prisión después de minucioso
interrogatorio y torturas, ha confesado sus prácticas e hechicería y admitido ser culpable de las acusaciones
que se le hacen”.
Comenta Benítez que el primer párrafo sobre Walpurga está formulado con agudeza, suscita la curiosidad y
anima a continuar la lectura.
Sin enjuiciar el contenido a la luz de los cánones modernos del reportaje, lo que sería a mi parecer inaceptable,
pero con fina ironía, Benítez refiere: “En la versión en español de este reportaje se ha tratado de conservar sus
características técnicas y estilísticas. No difiere sustancialmente, en lo que concierne a estructura, de trabajos
mucho más recientes. Por otra parte, pone de manifiesto hasta qué punto el trabajo y la investigación
periodística pueden devenir en fuente para estudios históricos. En este caso el reportaje revela una situación
prevaleciente en Europa en los momentos en que emprendía su ´misión civilizadora´ por Asia, África y América
Latina”.
Y en su libro Géneros Periodísticos, capítulo II, Gonzalo Martín Vivaldi (7) nos hace reflexionar aún con mayor
profundidad sobre este tema de la historia del periodismo y específicamente del reportaje:
“Cuando en el Génesis se cuenta el principio del Mundo, nos encontramos con el primer reportaje conocido de
la creación...
Al principio creó Dios los cielos y la Tierra. La tierra estaba confusa y vacía y las tinieblas cubrían la haz del
abismo....Dijo Dios: Haya luz y hubo luz...Dijo luego Dios: Haya firmamento en medio de las aguas”.
Y toma en cuenta Martín Vivaldi, que “en la narración del Génesis no hay una sola línea o palabra que no sea
estricto y puro relato informativo: puro reportaje directo”.
Por eso, deduce el autor citado, que lo que hoy es un género totalmente definido, el reportaje, “es tan antiguo
como la Humanidad”, pues siempre hubo personas dispuestas a contar lo que vieron, primero de forma oral y
después por escrito.
EL REPORTAJE EN EL MUNDO
El “reportar en sí”, que es el reporting del periodismo estadounidense, y que también se aplica en algunos
puntos de Sudamérica.
Vivencia personal de un suceso, lo consideran como tal ciertas escuelas europeas.
El “petit reportage”, relato noticioso convencional y el “grand reportage” que es lo que conocemos en
México como reportaje. Es la escuela francesa.
De acuerdo con algunos autores, hay varios tipos de reportaje:
ivo: “retrata” a una persona o a una situación, o ambos.
e de entretenimiento: nos hace pasar un buen rato. Se parece a la novela corta.
No obstante a juicio nuestro, permítanme usar el plural de modestia para no ofender, sólo hay dos tipos de
reportajes, el bueno y el malo. El que ES reportaje, siendo bueno, y el que NO ES reportaje, por malo.
EL REPORTAJE NO ES CRÓNICA, PERO LA CRÓNICA FORMA PARTE DEL REPORTAJE
Aunque se confunde con la Crónica, el reportaje NO LO ES. Sin embargo la crónica forma parte del lenguaje del
reportaje. He aquí algunos conceptos de José A. Benítez al respecto:
misma del trabajo
ción estética, con referencia a una circunstancia
de actualidad
Creo que el reportaje también se confunde con la crónica, porque el primero se construye con el sutil y
emotivo lenguaje de la crónica, que sólo es un componente, pero resalta, se ve de lejos. Para comprender que
un reportaje NO ES crónica hay que leerlo completo. No basta con el repaso de sus primeros párrafos, porque
podríamos equivocarnos.
Esto lo vemos constantemente en las aulas. Les advertimos a los alumnos que pueden confundirse al catalogar
los trabajos. Para no sufrir este problema tenemos que leer el trabajo completo, íntegro. Aún así, hay casos
excepcionales.
Por ejemplo, Benítez define como “reportaje” la cobertura que hiciera el prócer y político, poeta y periodista
cubano José Martí del terremoto de Charleston, en la unión americana, el 10 de septiembre de 1886.
Sin embargo Vicente Leñero y Carlos Marín (8) definen como “crónica” el magnífico trabajo del escritor y
ensayista mexicano Carlos Monsivais, del terremoto del 19 de septiembre de 1985 en la Ciudad de México,
casi cien años después que el de Charleston en Estados Unidos.
Y mi extrañeza no está dada -por supuesto- en que los dos acontecimientos son terremotos y que ambos
hayan ocurrido en septiembre. Insisto: ¡Por supuesto que no!
Nuestra preocupación parte de los lenguajes, salvando las diferencias propias de los cien años transcurridos,
sobre algo “vivo” como el habla. Al parecer, ambos trabajos, el de Carlos Monsivais y el deJosé Martí, son
crónicas.
Si el reportaje en ocasiones se confunde con la crónica, no ocurre lo mismo entre el primero y los restantes
géneros, sobre todo con la nota.
“El reportaje que se prepara con varios días de documentación, análisis e indagaciones, tiene una diferencia
con el relato noticioso convencional que se elabora casi con simultaneidad a los hechos. Uno es trabajo de
ahondamiento. El otro es primicia. El reportaje tiene carga de reposo. El relato noticioso convencional es
eminentemente dinámico”, precisa José A. Benítez en la obra citada.
Sin embargo, TODA la diferencia entre el reportaje y los otros géneros no radica en la anticipación, el análisis y
las indagaciones.
En su libro sobre el reportaje, Eduardo Ulibarri (9) nos recuerda que los reportajes, “no sólo están compuestos
de elementos esenciales y de refuerzo. También son necesarios la anécdota, el colorido y la originalidad.
Cuando revise el material recopilado, búsquelos con tanto interés como busca un dato básico. Identifique citas
reveladoras, casos que tengan vida y fuerza explicativa, detalles significativos que permitan ilustrar y también
trate de relacionarlos con los elementos a los que puedan dar mayor amplitud e interés. Por ejemplo en las
entrevistas que realizó...”
En nuestra experiencia profesional, en distintos momentos de nuestras vidas incluso trabajando primero para
la prensa escrita, después para la radio y luego para la televisión, nos acostumbramos a tener unas hojas del
final de la libreta de notas, esas que no se confunden con otras hojas, para anotar ahí anécdotas, lo que tiene
color, es muy original, y significativo.
Pero “esos datos” en ocasiones no encuentran un buen sitio si el trabajo no se concibe adecuadamente, no es
bueno en su redacción final. Este necesita tiempo, tranquilidad y mucha revisión. Inclusive también requiere a
veces desechar ciertas cosas, y buscar nuevos datos.
Coincido en que recabar información no es redactar, ni “armar” la pieza y editar en radio y televisión. El
instante de la redacción, es el momento supremo. A veces nos percatamos de que requerimos más datos de
fuentes pasivas, o más vivencias, o más declaraciones... o más investigación.
Y el único camino para tener más de lo que necesitamos al redactar para medios escritos un reportaje o
“armar” la pieza en medios electrónicos, es concebir el trabajo previamente mediante la elaboración de un
esquema ágil.
Y ni aún así nos quitamos de encima la necesidad suprema de desechar y buscar nuevos ángulos.
EL REPORTAJE Y LOS MEDIOS ELECTRÓNICOS
En los cursos externos, en las aulas de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPS) de la UNAM y también
en la Escuela de Periodismo Carlos Septién García, en distintas ocasiones, de una u otra forma, educandos nos
han manifestado la preocupación: ¡Si yo quiero dedicarme a la radio, “profe”, no necesito aprender a redactar
tan bien, y mucho menos el reportaje!
Palabras más o palabras menos, nos dicen lo mismo cuando el medio elegido es la televisión.
En un 80 por ciento o más, las técnicas de redacción periodística de la prensa escrita y sobre todo las del
reportaje, también sirven para la televisión y la radio.
En los medios electrónicos cambia la “labor de campo”. En radio buscamos sonidos, declaraciones orales, y en
la televisión sonidos, declaraciones orales, pero también imágenes. Lo que cambia es aprender “a hablar”
periodísticamente, y a redactar utilizando sonidos e imágenes en el caso de la pequeña pantalla.
Y también hay que tomar en cuenta la reiteración, el uso de las siglas y sobre todo de las cifras, elementos que
son verdaderos conflictos para los medios electrónicos.
Pero la preparación, la anticipación, la investigación, el buen gusto, el sentido ético, todos los conocimientos
del periodismo y el respeto por los géneros, y sobre todo por el reportaje, son “armas” que también se
necesitan para la incursión en los medios electrónicos.
Es más, el que llegue a los medios electrónicos y no tenga el basamento teórico del periodismo y sus géneros,
su trabajo le resultará más difícil, y la empresa para la que labora, recibirá un producto menos terminado,
incompleto.
¿QUÉ ES ENTONCES EL REPORTAJE?
Es todo lo dicho y mucho más. Es deseos de trabajar, inteligencia y acopio paciente de datos, es búsqueda de
la originalidad, del color y de la verdad. Es darle voz a los que no la tienen. Es utilizar la literatura sin ficción, es
saber contar historias que nunca dejen de leerse, de escucharse y de verse.
BIBLIOGRAFÍA Y ORIGEN DE LAS CITAS TEXTUALES:
1.- Marín, Jorge, Periodista y Escritor. Cursó estudios de Perito Superior en Periodismo en el centro de estudios de asesoramiento
integral, EDAYCI, de Buenos Aires, Argentina. Periodismo y Literatura.Monografías.com
2.- Kurt Singer, Ernest Hemingway: Man of Courage. T.S. Denison and Company. Minneapolis. 1963.
3.- Dallal, Alberto. Lenguajes Periodísticos. UNAM. México. 1987. Págs. 63-64
4.- Fernández Parrat, Sonia. El Reportaje en prensa, un género periodístico con futuro. Facultad de Ciencias de Información de la
Universidad de Santiago de Compostela. Revista Latina de Comunicación Social .La Laguna, Tenerife abril de 1998. Número 4.
5.- Guillén, Nicolás. Obra Poética. 1922-1958 Editorial Letras Cubanas, La Habana. 1985.
6.- Benítez, José A.. Fondo de Publicaciones del Colegio Nacional de Periodistas de Colombia y Colección Didáctica. Bogotá 1987.
7.- Martín Vivaldi, Gonzalo. Géneros Periodísticos. Editorial Prisma. México, 1993
8.- Leñero, Vicente; Marín, Carlos. Manual de Periodismo. Tratados y Manuales Grijalbo. México, 1995.
9.Ulibarri, Eduardo. Idea y Vida del Reportaje. Editorial Trillas. México. 1994.
* Periodista y profesor universitario. Corresponsal en Europa, África y A. Latina. Nació en Cuba y desde hace 14 años radica en México,
donde se naturalizó. Profesor de la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM, y de la Escuela de Periodismo Carlos Septién García.
Conferencista en varias universidades de México. Premio Nacional de Periodismo en Cuba en 1990 por la cobertura de la invasión
norteamericana
a
Panamá.
Autor
del
libro Desde
Panamá
Reportamos.
Correo
Electrónico: [email protected] y [email protected].
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