01.Historia_reves

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Artículos de opinión sobre Sexualidad
Proyecto Oroel de Salud
Quino Villa Bruned
Una Historia Vuelta al Revés
Sinopsis:
Artículo de opinión sobre la liberalización de la mujer con respecto a los estereotipos que la
sociedad ha fabricado en torno a ella. En la parte final se incluye una reflexión sobre la celebración de
Santa Águeda por ese colectivo.
Acabo de ver un spot de publicidad en televisión que me ha dejado impresionado. Tras una jornada de trabajo, una mujer liberada llega a casa; su forma de
vestir, los útiles domésticos de su nido dejan entrever un status medio-alto; no sólo
trabaja sino que además debe ocupar un puesto de gran responsabilidad en la
empresa, así que doblemente liberada. Ya no trabaja en el hogar... eso era antes.
Ahora, cuando llega del trabajo, sólo aprieta los botones, y los electrodomésticos
hacen el resto –fue éste uno de los primeros eslóganes de Kodak–. El compañero
también llega del trabajo, pero como está cansado, el pobrecito, ya no puede sino
desplomarse sobre el sofá, y allí se acerca al instante, y la princesa se deja caer el
los brazos, portando la cena, que ha sido preparada en un santiamén. Los dos
trabajan, pero –no nos engañemos– es la mujer quien debe apretar los botones, y
también hacer el resto, porque ¿no te habrás creído eso de que las máquinas lo
hacen todo con sólo programarlas? Con lo cual, ella asume ahora dos funciones: la
que ya antes realizaba en el hogar –y que sigue haciendo–, y la del trabajo fuera de
casa.
Pero volvamos a mirar a esa mujer del spot, porque hay más que ver en ella:
no sólo trabaja fuera del hogar, sino que está en forma, y además es realmente
atractiva... un modelo auténtico de MUJER. Incluso hay más. Se muestra simpática,
alegre, divertida, muy cariñosa... Y por si todo ello fuera poco, vive con un
compañero; mantiene –diríamos– un tipo de relación de pareja liberal.
Es bien sabido que cuando el grupo social mantiene unas expectativas
determinadas sobre un individuo, éste tiende a actuar en ese sentido, porque así se
verá más recompensado por ello. Eso precisamente le ocurre a la mujer –y cuando
hablo de la mujer, me refiero a una gran parte de ellas–: se espera de ella que sea
una persona sobre todo atractiva y bella, con una silueta de dimensiones perfectas
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con respecto a los cánones establecidos. Luis Rojas Marcos afirma en su obra “La
ciudad y sus desafíos” que apenas un 4% de las mujeres tienen la posibilidad, por
su dimensión biológica, de aproximarse al físico idealizado por la cultura de
Hollywood. Pero ello no importa. Apenas importa quién imponga las metas, o el
significado último de ellas, sino tan sólo el cómo conseguirlas, o acaso cómo
aproximarse a ellas desde la ilusión y la utopía. Sí, eso. Sólo la ilusión nos puede
salvar de ser y sentirnos nosotros mismos.
Tal como funcionan las redes sociales, es el varón quien fundamentalmente
impone la dirección general de las expectativas sociales sobre la mujer. Por poner
un ejemplo, el mundo de la publicidad y los medios de comunicación de masas
están controlados muy mayoritariamente por varones, y son dichos medios quienes
contribuyen profundamente a dicho fenómeno, a través de mensajes claramente
estereotipados. Como ilustración de lo que digo, eh aquí una anécdota. Tras no
pocos devaneos, los publicitarios encontraron la clave para vender los jabones de
tocador. Descubrieron por qué las cremas de belleza se vendían tan bien a través
de los mensajes publicitarios, y los jabones de tocador tan mal. Resulta que los
jabones, y por una justificación racional, vendían olores y fragancias, mientras que
las cremas prometían belleza; esta era la palabra mágica, BELLEZA. Y esta la
realidad: la mujer demandaba belleza, muy por encima de fragancia. Y si ella estaba
esperando esa promesa mágica, por qué no dársela. Conclusión: desde que los
jabones vendieron belleza –y lo siguen haciendo hoy–, sus ventas aumentaron
escandalosamente. Ah!, y detrás de estos mensajes estaban los varones. Pues así
podríamos seguir, con un amplio anecdotario.
Serían éstas unas maniobras para retrasar por los siglos de los siglos la muy
contestada y menos aclamada liberación de la mujer, en el completo sentido de la
palabra. Y ¿quién puede estar interesado en ello? Está claro que los varones. A ello
podría ayudar el desengaño de cada vez más mujeres que, conviviendo en
estructura tradicional de grupo familiar, se encontraron de pronto con dos trabajos,
el de siempre del hogar, y otro remunerado, y con frecuencia de menos
responsabilidad que el de la modelo del spot que me sorprendió hace un rato. Tal
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vez ahora tienen algo más de ayuda del marido que antes, pero aún así no
encuentran en ello suficiente compensación. Seguramente es que no se puede
justificar el tanto por el tan poco.
Aún hay más; sigamos concluyendo. Es que, ahora, ese modelo estereotipado de mujer que se nos vende a diestra y siniestra ya no es el de mujer casada
sino liberada, que vive con compañía, o con quien bien le viene en gana: es el
prototipo de mujer profana. Más a mi favor. Y no sólo eso, sino que además es una
persona simpática, alegre, cariñosa... Resulta que de alguna manera el grupo social
de referencia –el que crea las expectativas– ya no se conforma con demandar un
modelo de cuerpo bonito y bello, incluso perfecto –extraño calificativo en nuestros
días–, sino que ha de determinar el ser y actuar, la forma de comportarse de la
mujer. Todo ello implica, nuevamente y con más motivo, seguir respondiendo a
dichas expectativas sociales, por aquello de las recompensas, y más en una sociedad como la nuestra. Y esto ya empieza a resultar grave.
Después de todo, ¿qué interés me puede mover a mí, como varón, a hacer
esta reflexión en voz alta, e incluso con tono de denuncia? Una importante: estamos
perdiendo un gran potencial de valores humanos, de inteligencia, de creatividad; el
que aportaría la mujer en una sociedad más facilitadora del SER, y menos
promocionadora del PARECER.
Así que, de momento, seguiremos creyéndonos que el modelo social
controlado por los varones es el mejor; indirectamente está legitimado incluso hasta
por buena parte de mujeres liberadas, que por ahora siguen teniendo más fuerza
que las de los movimientos progresistas y feministas.
Y seguiremos repitiendo, hasta la saciedad: este modelo es el mejor. También yo estoy de acuerdo. Claro que es el mejor; no hay otro!. Una bella historia,
pero vuelta al revés.
Epilogo.
Está ya a la vuelta de la esquina la celebración de Santa Águeda, festividad
de las mujeres. Imagino que, como cada año, muchas de ellas saltarán a la calle,
algunos maridos por unas horas tendrán que hacerse cargo del hogar; los hijos tal
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vez tengan que despabilar y manos a la obra con la cena y el fregote. No me parece
mal. Sólo que se puede hacer una lectura con más profundidad.
Veo extrañas coincidencias con la festividad del Carnaval. En la sociedad
tradicional, en la que el joven estaba sometido al clan patriarcal, donde apenas
tenía poderes, y donde debía aportar su trabajo y dedicación sin recibir apenas
nada a cambio –sistema ecológico duro–, el Carnaval suponía un paréntesis, y una
especie de relajación momentánea del sistema establecido –sólo momentánea–.
Ésta sólo duraba unos pocos días, en los que naturalmente el joven podía hacer
todo cuanto le viniera en gana –por algo era el rey de la fiesta–, pero en el fondo era
falsa y transitoria, pues pronto volvería todo a la normalidad.
Esto puede pasar con la celebración de Santa Águeda, muy respetable por
otra parte. Puede que no sea mas que un chispear momentáneo de la varita mágica
del hada madrina. Al día siguiente, todo volverá a ser como antes.
Y del rito, ¿qué me dices? Pues sí que es importante el rito, y más en una
sociedad como la nuestra. Pero si éste sirve tan sólo como un mecanismo de
escape, y lo que hace es –permitiendo durante unas horas la ilusión de que todo es
diferente– contribuir a perpetuar el sistema establecido... pues deja que me lo
piense. Creo que seguimos con aquella bella historia de antes, pero vuelta al revés.
 Quino Villa Bruned.
Maestro y Psicólogo Clínico.
Proyecto Oroel de Salud. Jaca.
Programa Joven de Sexualidad Eros.
Diciembre, 1992.
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