HOJAS SUELTAS en el OTOÑO. A veces, un suave viento

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HOJAS SUELTAS en el OTOÑO.
A veces, un suave viento, como sin fuerzas,
Aventa las cenizas grises,
Y las pavesas, resistentes al adiós,
Brillan en el páramo blanco
Imaginando colores en lo incoloro.
Una tormenta ajena y lejana,
Filtra el brillo de luceros simulados.
El cielo particular, miope,
Confunde el artificio con nuevas fuerzas,
Y revive en su ilusión.
Vuelve el gris y los otoños.
Una llanura sin sobresaltos es el paisaje.
Quedan rescoldos disimulados,
Puente sobre el abismo de lo pasado,
Para iluminar caminos de quietud y de silencios.
***
He visto morir el día, y es triste, muy triste.
Hay un momento de quietud y silencios.
La indefinida luz está dudando,
Entre cruzar la frontera de lo finito y la nada,
O volver sobre sus pasos a buscar,
En el esplendor del medio día,
La luz que hace añorar la sombra de que huye.
Sigue la duda de la quietud o el esfuerzo.
Las aves, en su corral-prisión,
Buscan su mejor acomodo, inútil,
El can vagabundo, encuentra
En la sombra cobijo, posible.
La soledad se acentúa, oscura,
Y se hace ogro devorador de sombras.
Se engendran luces, gritos, miserias,
Lamentos, penas y decepciones. Silencio.
***
El fuego de mi fragua es mortecino,
No son cenizas aún, amor, no te aquietes.
Solamente su fulgor se ha decrecido,
Y a su escasa luz, me parece que fenece.
La tarea ha de ser, amor, por el momento,
Avivar con paciencia estas pavesas,
Por ahora el calor de su rescoldo, es suficiente
Para calmar con pasión tus exigencias.
***
Estoy a medio gas, amor, no me atosigues.
No dejes que las avispas
Que galopan por tu cuerpo
Amarguen la miel cultivada
Con labor sobre mi sexo.
El océano que en mi cuerpo se recrea,
Se hace mar estrecho a tus deseos,
Y la fuente que mana de mí ser,
Se hace desierto a tus demandas. Estéril.
Estoy a medio gas, amor, no me atosigues.
***
Quisiera decirte amor, aún sin palabras,
Que este campo, amor, es cultivable,
Si con mimos, amor, cuidas la siembra.
Lo nuestro, amor, aún puede asemejar fiable.
Quisiera, amor, con gran esfuerzo,
Y no encuentro, amor, mis referencias.
Perdido estoy, amor, con mi torpeza,
No acierto, amor, tus preferencias.
Torpe soy, amor, y ciego quedo.
Intento amar, amor, a tu complacencia,
Y en vano lucho, amor, pues ya no puedo
Llegar a ti, amor, con mi impaciencia.
Torpe quedo, amor, y destrozado.
Tu pelea, amor, no es ya mi llamada.
Extraño parezco, amor, no despertado,
Y sueño, amor, en solazarme amado.
***
Nunca amor supe el camino.
Anduve perdido entre lianas,
Oscuro bosque del sin amor,
Pensando encontrar una vereda,
Luz fiel, amiga de la sin razón.
Nunca amor supe el camino.
Un suspiro, apenas mordido,
Viento suave en el cielo del amor,
Timón perdido y a la deriva,
Tempestad de nada, agua quieta.
Nunca amor supe el camino
Que va directo al corazón.
***
El ocaso de mi amor ya se hace eterno,
Y lucho por avivar lo mortecino,
La leña de mi hoguera carcomida
Apenas resiste del humo la caricia.
No vivo, con esto, una tragedia, la mente,
Tocada de la misma malatía, ignora,
El mal que en el recuerdo martillea, felón,
Y vive, con normalidad, su cesantía.
La noche, de vigilia, pesa ya en su largura.
Huérfano de calor y la impaciencia,
Cuco del reloj de las mil horas,
Remedio fatal que la falacia pregona.
Intento leer la geometría de tu hermosura,
Al escaso candil de este ocaso borroso,
Sintiendo nostalgias del ojo prestado,
Y envidio en ayer ya perdido, que hoy es forastero.
***
No expongas, amor, tu resistencia,
Que el sol, colgado en tu horizonte,
Baila, amor, ya sin fijeza,
Y tiende, túnica matutina,
Allá en el horizonte perdido
Siempre llorando, amor, las despedidas.
***
Quisiera, amor, que estas rosas,
Abanico de terciopelos, y suave,
Trasportaran su aroma a tus sentidos.
Sinfonía etérea y perceptible,
Aleada entre olores y primicias,
Que llevare la armonía de mi suspiro.
Idioma particular de mis pupilas,
Desordenado cortejos de miradas,
Y lanzo el rayo dulzón de mi quimera,
Y espero de ti, amor, la contraseña,
Que permita a mi ilusión desasistida
Gozar de ti, amor, tanta hermosura.
***
Hace días que no siento.
No percibo los colores,
Ni los sonidos ni el viento.
¿Dónde los vivos clores que el Iris nos ha mostrado?
¿Dónde el limpio gorjeo del pájaro mañanero?
¿Dónde el color de tus ojos?
¿Dónde el calor de tus pechos?
¿Dónde las formas golosas que en tu ausencia hoy recuerdo?
Hace días que no siento.
Ya no gusto del sabor de tus placenteros besos,
Del contacto de tus manos en respuesta a mis deseos,
Ni las batallas del bello de tu cuerpo con mi cuerpo.
Hace días que no siento.
Al sentir hoy no me encuentro,
Y en al ausencia solo entiendo
Que a ti, hoy, ya no te tengo.
***
No vienes,… ¡Mejor!
En este apartado lugar nadie espera ya tu regreso
No vienes,… ¡Mejor!
Nadie espera, en la atalaya de la impaciencia,
Que con tu imposible regreso,
Quede ocupado el desierto labrado durante tu larga ausencia.
Nadie espera que llenes con tus caricias
El árido espacio de mis deseos.
Nadie espera que alegres con tu sonrisa,
El oscuro aposento de mis sentidos,
Que calmes la sed que padecen mis besos,
Con el suave roce de tu boca ausente.
No vienes,… ¡Mejor!
Otra luz alumbra ya estos senderos,
Y huyen las aterradoras sombras
Cuando el nuevo sol cambia de color mis días.
Otra brisa transita por mis caminos,
Y abre en ellos un nuevo horizonte
En la tenebrosa maraña, que en tu busca
Mi corazón construía.
No vienes,… ¡Mejor!
A mí, aquí, ya no me haces falta.
***
Aquí sentado espero tu vuelta.
Tanto espero, y he esperado,
Que ya tu lejanía no siento
Ni hay hueco que llenar tras la espera.
Se ha llenado todo en tu tardanza.
En tu partir la ilusión me mantenía,
Y ya en tu volver he perdido la esperanza.
Tanto conversar en la atalaya,
Que en ella he maridado mi deseo.
Después de tantas horas consumidas,
De tanto mirar, los ojos he perdido.
Estas raíces que sujetan mi olvido,
A la tierra me mantienen más unido.
No se si a ti aún te espero, o,
El no estar es ya mi compañía.
Recuerdo el paisaje y tu persona,
De un mismo color revestido,
Y eran las cosas un reflejo
De tu venerada imagen en mi mundo.
Hoy recorro caminos, vigilante,
Observo las colinas y los valles.
Los montes ando en peregrinaje,
Y en mi recuerdo, tu imagen no encontrada
Veo vacilante, y esta disonancia
De tu sombra tan querida
Crea secuencias de mundo nuevo.
Espero tu llegar con impaciencia,
Y sufro también tu cercanía,
En esta sinsabor de mi vida,
Mi ceguera por ti es evidente.
No hay un lugar en mi horizonte,
Para este rincón que solicito,
La incertidumbre por tu sí,
Descubre la intemperie de mi vida.
Tu corazón, órgano sin alma,
Con el hielo de tus desprecios,
Enfría mi ser de cosas buenas,
Y hace epitafio de mis desvelos.
***
Sobre el viento, envío mi pena, y callo.
Espero que su eco te domine, y vuelvas.
Solo quiero paz en tu regreso esperado.
Mimo el sabor de mis besos para el saludo,
Y en el recuerdo, las cuerdas de tu cuerpo
Hecho arpa, pulso, y el placer
De tan hermosos sonidos, escucho.
Hoy me desespera tu ausencia,
Por este desahucio siento pena.
La envidia de otro amor me desespera,
Y me consumen los celos por ello.
Espero con ojos vigilantes de deseo,
El horizonte oteo ansioso, y te presiento,
Te siento llegar y tu imagen luminosa
adivino,
Siento que estás junto a mí, has llegado.
Ha tu adorado oído hablo, y no escuchas,
Miras indiferente, y no respondes,
En mi espera no has cambiado,
Mi pena a esos vientos reclamo, y lloro,
Tus ojos se han vuelto topos,
Por mí ya no sientes nada, y sufro.
***
De mi reseca garganta,
Los suspiros de metal,
Concierto de guitarra vieja,
Voz de maracas vacías,
Resuenan en mi interior
Lleno de pena, hueco de risas.
Y hacen pregón por todas partes,
Cual fanfarria alucinante,
La proclama de mi bando,
Mi inoperante llamada.
Esta pobre balada no encuentra jamás respuesta,
Ni la más ligera voz de esperanza a la queja,
En vano espero algún eco del horizonte que es nada.
El interior de este yo,
Se hace oscuro sin fondo y vacío.
Y a ese pozo, desesperado, me asomo.
Intento ver reflejada tu imagen,
En el espejo borroso de su agua.
Nada veo en él, nada soy, nada queda,
Solo puedo adivinar, escondido en el fondo,
Cual sudario de fantasma, una invisible mortaja.
Trágica premonición de mi próximo mañana.
***
Mi voz está cansada de gritar
Ciegos y absurdos sonidos,
Y busca en este interior mudo,
Los acordes gastados
De una voz que me despierte
Y mueva mi corazón que está dormido.
Aquí estoy como acordamos
Esperando paciente tu llegada,
Los golpes de la sien ya me lo anuncian,
Más tú cambias la luz de este momento,
Y vistes de amarillo la espera y mis días.
Mi espera empieza a ser la concubina
De ese histrión llamado desesperanza.
Quisiera recuperar esas horas
En otro momento vividas,
Pero fueron vanas e imperfectas,
Huecas de todo sentido.
Llegando a ese momento
La mutua orquesta desafina.
De pronto notas el silencio
De notas escapadas del pentagrama.
***
La sangre abandona la carrera
De ojos furtivos y guiños impacientes.
Está llamando a la aldaba esta hambre
De deseo, de ti, de tu presencia.
A falta de respuesta, quedo inerte,
Quieto, muerto, inservible.
Yo ya no soy yo, tú llegas, infiel.
Siempre será tarde, aunque el tiempo
Por delante, parezca infinito,
Y el horizonte interminable.
Siempre nos faltará,
Llegado ese irrepetible momento,
Horas con forma de quimera,
Segundo necesario, imprescindible.
Tu reloj, como cualquier día,
Consumirá una última hora,
Y sonará para ti ese segundo
Que marca la frontera de lo tuyo.
Su tic-tac, te mostrará el oscuro laberinto,
Donde una larga y triste noche,
Dirá a tus oídos espantados
Que aquello que marcha era tuyo.
***
Espero tu llegar con impaciencia,
Y sufro también tu cercanía,
En este sinsabor de mis días
Mi ceguera por ti, es evidencia.
No hay un lugar en mi horizonte
Para este rincón que solicito,
La incertidumbre por tu sí,
Descubre la intemperie de mi vida.
Tu corazón, órgano sin alma,
Con el hielo de tus desprecios,
Enfría mi ser de cosas buenas
Y hace epitafio a mis desvelos.
***
Confié tanto en ti,
Te entregaste tanto a mí,
Que tu cuerpo fue mi cuerpo,
Tu persona mi refugio.
Éramos dos en uno,
Partes de una misma cosa.
Luego, sin más, te fuiste.
No te mostraste muy sensible
Buscando solo tu conveniencia.
Cercenaste mi vuelo y bloqueaste mis alas,
Entregaste mi futuro y nuestra felicidad pasada
Al oscuro túnel del olvido,
Sin dejar ninguna luz que guiase mi camino.
***
Luna,
Tú alumbras en lo oscuro de la noche,
Y guardas en tus reflejos escenas de mil amores.
Enséñame el camino por donde calladamente
Se escapa impunemente la dueña de mis suspiros.
No tengas celos de su espléndida belleza,
Cumple presurosa tu papel de buscarla sin demora.
Desde que inició la huida su desamor me ahoga.
Encuéntrala por favor, ayúdame a cerrar la herida.
Busca hasta morir en el empeño, y pinta, con tu luz de plata,
El sendero traicionero que me oculta su escapada.
***
Neblina amable, leve cortina cegadora, cálido rocío de mi mañana.
No me niegues amor.
Descuidado respiro, noche luminosa, musa de mis sueños inconclusos.
No me olvides amor.
Horizonte luminoso, calidoscopio irisado, reloj de mi respirar diario.
No me dejes amor.
Camino prohibido, constelación deseada, coartada preciosa y redentora.
Te espero amor.
Pasos etéreos, aparición imprecisa, imagen de vapor y lluvia.
Y te has ido amor.
***
Soneto de los alientos,
De risas y de esperanzas.
De tener mil pensamientos
En recuperar tardanzas.
Soneto de amores idos,
De abrazos desesperados.
De besos mal conjurados
Y de suspiros perdidos.
Del ayer y del mañana,
De revivir día a día,
Y hacer de tu cuerpo campana,
Donde suenan melodías
De tu corazón y el mío
En una eterna asonancia.
***
Los sueños despiertan enanos impacientes
En el interior, ajenos a nuestra voluntad.
Danzarines de partituras desconocidas,
Suelen desafinar los instrumentos exóticos.
Celoso de su fama, no advierten por miedo,
La arribada de enemigos inexistentes.
La vida, la que creemos nuestra, por contraste revela,
Sin previo aviso, el traidor zarpazo de la amistad.
El hombre, cobarde ante lo imposible, se recoge,
En sueños eternos, busca la seguridad en lo anónimo.
Y los gigantes, hijos putativos de la mente,
Distorsionan las referencias que marcan nuestro Norte.
Perdidos andamos, entre nuestra luz, y nuestras sombras.
***
Quisiera, esclavo urbano, emancipación.
Prometeo, atado a la modernidad,
Los pasos tengo marcados,
Y quisiera, ahora, atrapar el aire limpio,
Bálsamo alado, que exhala un suspiro de
primor.
Verde, verdor virgen, que maneja bolillos
mágicos
En un espacio de azul y encanto.
El fuelle asmático de mi rutina, quiero olvidar
En riscos de libertad, sueños, sueños, sueños…
Quiero limpiar mi interior de impurezas.
El tren de mi vida traspasa un eterno túnel,
Y un racimo de soles, que se presume,
Son águilas en trono inaccesible
No alcanzado un una utopía ausente.
Me ahogo. ¡Socorro!
***
Hoy te encuentro extraña.
Temo que al fin has encontrado
Eso que tanto has buscado.
Tu sonrisa, extraña, te delata.
¡No! Nadie me lo ha contado, nadie.
Solo es, que hoy te encuentro muy extraña.
No pareces muy atenta a aquello que ayer, para ti, era lo primero.
No te miras en mis ojos que fueron tu mejor espejo,
Ya no sacias en mis besos el fuego de tus deseos.
Y no te abrazas a mi cuerpo buscando a tu amor refugio.
Hace bastantes tiempos que todo estaba acabado.
Yo andaba por tus días como un inquilino molesto.
No respondes a mis llamadas, sorda a mis requerimientos,
No piensas por un momento que tu cruel indiferencia,
Iba apagando la llama de nuestra común hoguera.
Temo que te has equivocado y has matado impunemente
Momentos y vivencias de muchos días de amor felices
Has corrido ilusionada, cegada por la codicia,
A encontrar en otros pechos tus sueños y fantasías.
Mi temor es que te pierdas cegada por los destellos,
Y ya tarde despiertes perdida en esa nada.
Has soñado ser torrente,
Y el torrente tiene prisa,
Quiere ensanchar su horizonte
Y corre, salta, brinca y vuela,
Sin medir en sus pasos la distancia
Sin apenas darse cuenta
Que esa desenfrenada carrera
A morir al mar le lleva.
Igual que tú el final encontrarás
Diluida en la inmensidad del agua,
Y en torrente convertida
Morirás víctima de tu mucha prisa.
***
No me importa que tu adiós sea un hasta luego.
Hoy me importa que tu adiós sea definitivo
Tu no estar creará en mi interior
Un vacío tan intenso que me aplaste.
Has cortado el cordón umbilical que unía nuestro amor.
No me importa que te marches,
Quédate lejos, lejos, lejos… No me importa.
Ni siquiera me entretengo a pensar en tus motivos,
Ni en la excusa que al volver puedas inventarte..
Te has llevado al partir como equipaje,
Las quejas y causas que contra mi proceder tuvieras.
Piensa que al partir me dejaste desamparado, roto, y vacío.
***
Tal vez tu quietud,
Tu no decir nada,
Tu aceptarlo todo,
Tu convenir por las buenas que lo pasado en la vida,
Por ser vida, bien está,
Es el mejor testimonio de tu enérgica protesta.
Los muchos días pasados,
No todos han sido buenos,
Ni todos justos han sido,
Ni tan solo equitativos.
Desde aquel lejano despertar,
No ha sido tan poco justa la prolongada antesala hacia el viaje sin fin,
Única verdad en esta farsa,
Donde, sin ninguna duda, tú viajarás en primera.
Parece obligado que tu despedida sea siempre un hasta luego,
Pues nos tenemos que ver, al final, allá donde me esperes.
Guárdame un puesto en tu estación,
Y ten paciencia,
Hazlo en la firme convicción de tener otros encuentros.
No existe el adiós a donde el negro tren te lleva.
***
No cabalgaré sobre caballos de engaño para alejar de mí tanta miseria,
Para dejar atrás tantas vivencias en el oscuro túnel de mi tiempo,
Para apartar de mí camino, con olvido, tanta maleza engañosa y opresora
Que ciegan los ojos ausentes e ignorados que impiden ver la luz al final de mí espacio.
***
Al alba suena el despertador biológico del pájaro mañanero.
Hay que romper las cadenas de la noche, el día espera.
La mirada está confusa por el despertar inesperado,
Y busca, en el resplandor que se cuela por rendijas de la ventana,
La mejor hora para salir a la pelea del mundo.
Nunca será tarde. Para mí, los días no tienen sustancia.
Llega la hora del aliño, del maquillaje, del camuflaje,
La calle, ansiosa, espera tu engaño. Se fiel.
Los depredadores aguardan y reclaman su carnaza.
¡Hay que sobrevivir!
Las campanas suenan a cotidiano, a fiesta, o a muerto.
Hay murmullos y desperezarse. Prisas e indiferencia.
Música, tracas y luto. ¡Buenos días!
El corazón palpita, los ojos lloran, y las bocas ríen.
¡Todo es vida!
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