LOS JÓVENES ANTE LA FORMACIÓN

Anuncio
LOS JÓVENES ANTE LA FORMACIÓN
ORIOL HOMS FERRET
PONENCIA PRESENTADA EN EL XI CONGRESO
ESPAÑOL DE SOCIOLOGÍA
MADRID JULIO 2013
INDICE
INDICE ............................................................................................................................... 2
1. INTRODUCCION ....................................................................................................... 3
2. LA PARTICIPACIÓN DE LOS JÓVENES EN EL MERCADO DE TRABAJO ...... 4
3. LA FORMACIÓN CLAVE PARA LA INSERCIÓN EN EL MERCADO DE
TRABAJO ........................................................................................................................ 8
4. LA VISIÓN DE LAS EMPRESAS SOBRE LA FORMACIÓN .............................. 17
5. CONCLUSIONES ...................................................................................................... 19
2
1. INTRODUCCION
Uno de los problemas más acuciantes de la educación en España es el abandono
prematuro y el elevado porcentaje de jóvenes que no adquieren las competencias
profesionales necesarias para su inserción laboral. Este indicador es una muestra más de
una problemática más amplia que se puede identificar como una deficiente transición de
los jóvenes desde la formación hacia el trabajo, cuyas causas hay que buscarlas en
factores estructurales del propio sistema educativo y del mercado de trabajo así como de
elementos culturales de los propios jóvenes y de la misma sociedad. Evidentemente la
actual situación de crisis está actuando negativamente en dicha transición acelerando los
procesos y las contradicciones que ya se venían observando desde hace décadas.
En la elaboración de la ponencia se han utilizado los resultados de una encuesta
realizada por la Fundación Cirem sobre “los jóvenes que se incorporan al mercado de
trabajo y su acceso a la formación profesional para el empleo en España” (F.CIREM,
20011), realizada en el marco de las acciones de apoyo y acompañamiento a la
formación, y financiada por la Fundación Tripartita para la Formación en el Empleo en
su convocatoria de 2010.
El estudio está basado en una encuesta a una muestra representativa de 2.400 jóvenes1
que se incorporaron al mercado de trabajo durante el año 2005 y en el análisis
1
La encuesta a jóvenes se dirigió a los que se incorporaron al mercado de trabajo en el período
2005-2007. La muestra se dividió en seis grupos en función del nivel de estudios que poseían
estos jóvenes en el momento de incorporarse al mercado de trabajo:
- Jóvenes que se incorporan al mercado de trabajo sin acreditar la ESO.
- Jóvenes que se incorporan al mercado de trabajo acreditando la ESO y sin estudios
posteriores terminados.
- Jóvenes que se incorporan al mercado de trabajo con Bachillerato y sin estudios
posteriores terminados.
- Jóvenes que se incorporan al mercado de trabajo acreditando un CFGM y sin estudios
posteriores terminados.
- Jóvenes que se incorporan al mercado de trabajo acreditando un CFGS y sin estudios
posteriores terminados.
- Jóvenes que se incorporan al mercado de trabajo con estudios universitarios
terminados.
3
estadístico de los datos sobre su situación laboral, complementada por otra encuesta a
empresas que hubieran contrato jóvenes durante el mismo periodo. Se estudió la
trayectoria profesional de esos jóvenes y las actividades formativas que realizaron
durante el período. El desarrollo de la encuesta y su posterior análisis fueron realizados
por un equipo formado por Oriol Homs, Julia Frias, Jordi Potrony, Martí López, Ana B.
Santos todos ellos investigadores de la Fundación Cirem. El Instituto Opinión 2000,
llevó a cabo el trabajo de campo a jóvenes y empresas durante el 2011.
2. LA PARTICIPACIÓN DE LOS JÓVENES EN EL MERCADO DE TRABAJO
Hoy los jóvenes, en España, no se incorporan al mercado de trabajo prácticamente hasta
cumplidos los 20 años. Pero esta situación no ha sido siempre así. En un pasado
afortunadamente lejano, para los países desarrollados, los niños y los adolescentes,
muchos de ellos entorno a los 8 años, incluso antes, se iniciaban en las actividades
laborales. Esa edad fue remitiendo progresivamente durante todo el siglo XX, de forma
que en la mitad de los años 70 solamente algo más de la mitad de la población de 16 a
19 años era activa en el mercado de trabajo en España. Pero la crisis económica y del
empleo, del 77 hasta el 86, entre otros efectos, ocasionó una retirada del mercado
laboral de un gran número de jóvenes adolescentes, completando dicha evolución
histórica y consolidando un nuevo modelo social en el que los jóvenes hasta edades
mucho más tardías (25-29 años) no se incorporan de forma completa al mercado de
trabajo. En 2012 sólo el 60% de los jóvenes de 20 a 24 años eran activos y menos de
uno de cada cinco de 16 a 19 años estaba en el mercado de trabajo (Giner y Homs,
2009).
Esa exclusión acelerada del mercado de trabajo afectó a varias generaciones de jóvenes
y ha marcado profundamente las condiciones sociales y la cultura de la transición a la
vida activa. Esa tendencia se reinvirtió ligeramente a finales de los 90 y en la década
posterior, debido al gran crecimiento del empleo, pero con la crisis actual ha vuelto a
aparecer el fenómeno de la retirada de los adolescentes jóvenes del mercado de trabajo
hasta mínimos históricos.
Cuadro 1. Evolución tasas de actividad, empleo y paro de los jóvenes
4
Años
edades
y
Total
H
M
Tasa actividad
1977
Total
población
16-19 años
20-24 años
1987
Total
población
16-19 años
20-24 años
25-29 años
1997
Total
población
16-19 años
20-24 años
25-29 años
2007
Total
población
16-19 años
20-24 años
25-29 años
2012
Total
población
16-19 años
20-24 años
25-29 años
T
H
M
T
Tasa empleo
H
M
Tasa paro
51,42
76,94
27,78
48,97
73,33
26,39
4,78
4,70
4,99
52,91
57,56
59,32
62,50
46,36
52,54
45,71
52,38
51,51
56,70
39,77
47,98
13,62
9,00
13,16
9,27
14,22
8,67
50,06
69,51
31,83
39,95
58,01
23,02
20,20
16,55
27,69
38,32
65,13
74,87
39,55
70,75
91,92
37,03
59,35
57,80
19,31
38,92
56,05
21,68
45,92
72,10
16,84
31,71
39,78
49,60
40,25
25,24
45,19
35,10
21,56
54,53
46,56
31,16
51,45
64,94
38,70
40,79
54,48
27,86
20,72
16,11
28,03
23,68
58,40
81,53
26,32
61,67
88,95
20,91
54,99
73,87
11,60
37,59
60,03
14,51
43,06
69,94
8,54
31,89
49,80
51,02
35,63
26,37
44,86
30,17
21,37
59,16
42,01
32,60
58,86
69,33
48,78
54,18
65,09
43,66
7,95
6,10
10,49
30,30
66,75
85,85
35,83
75,52
90,76
24,34
61,75
80,61
21,47
56,79
78,75
27,21
62,80
84,62
15,41
50,48
72,49
29,13
14,93
8,27
24,28
12,18
6,76
36,70
18,26
10,07
60,08
67,15
53,35
45,28
50,65
40,17
24,63
24,57
24,71
18,39
60,83
87,03
20,26
62,05
90,07
16,43
59,58
83,94
4,92
31,07
60,00
5,52
30,96
59,60
4,28
31,19
60,41
73,27
48,93
31,06
72,73
50,11
33,83
73,96
47,66
28,04
Fuente: INE-EPA II Trim.
Nota: En 1995 y en 2005 hubo rupturas de la serie de la EPA por lo que las cifras no son estrictamente
comparables en su detalle.
Comparando la situación en 1977 antes de la crisis de reestructuración del orden
productivo industrial con la actual se vislumbra un cambio radical. Así, la incorporación
de los jóvenes al trabajo en 1977, se desarrollaba en un contexto de bajas tasas de paro
(4,78%) y baja tasa de actividad (51,42%) y de empleo (48,97%), con mercados
laborales de una gran informalidad y aún con muchos españoles trabajando en el
extranjero. En ese contexto los jóvenes adolescentes trabajaban casi como sus mayores
(sólo 3 puntos de diferencia en la tasa de empleo). Casi la mitad de los jóvenes
adolescentes de 16 a 19 años estaban empleados (45,71%) y la tasa de paro era de un
5
13,62%, nueve puntos por encima de la población total. Pero ya empezaba a dibujarse
uno de los profundos cambios que deberían producirse en los años posteriores, la
incorporación de la mujer al mercado laboral. A esas edades los chicos tenían una tasa
de actividad y de empleo muy inferiores a los de la población total mientras que las
chicas tenían unas tasas muy superiores.
Entre los jóvenes de 20 a 24 años el comportamiento era parecido, tasas de actividad y
de empleo superiores a las de la población total y más de la mitad estaban empleados,
más que en el conjunto de la población. Es decir, el empleo se basaba en el trabajo de
los jóvenes y especialmente en la creciente incorporación de las chicas al empleo. La
diferencia entre sexos se mantenía en la franja de los 20 a 24 años. Los jóvenes con
tasas inferiores a la población total y las jóvenes con tasas muy superiores. Incluso la
tasa de paro de las jóvenes era algo inferior a la de los jóvenes. Era el modelo de la
progresiva socialización de las chicas a través del trabajo y la decreciente socialización
a través del trabajo de los chicos. Pero en todo caso, entorno a la mitad de los jóvenes y
adolescentes tenían una actividad laboral, un porcentaje similar al de la población
adulta.
La reestructuración de la industria española con fuerte impacto en el empleo durará
unos 20 años, hasta que no se superen los niveles de empleo de 1976, y afectará de
forma definitiva a las pautas de los decenios anteriores.
La situación en 2012 ha cambiado radicalmente. Con unas tasas superiores a 1977 de
actividad total, inferiores entre los hombres y muy superiores entre las mujeres, con
unas tasas de empleo casi iguales, muy inferiores entre los hombres y muy superiores
entre las mujeres, y con unas tasas de paro casi iguales que antaño entre hombres y
mujeres, pero muy superiores en ambos casos de las de la década de los 70. En este
contexto los jóvenes adolescentes de 16 a 19 años han desaparecido del empleo, ya sólo
uno de cada 20 jóvenes están empleados (5,52% en el caso de los chicos y 4,28% en el
de las chicas). Entre los jóvenes de 20 a 24 años las tasas de actividad son parecidas
para los hombres y algo superiores para las mujeres a las de los años 70, sin embargo
las tasas de paro se han triplicado. Uno de cada dos jóvenes activos está en paro, algo
más para los hombres que para las mujeres y entre los menores de 20 años el paro
6
adquiere proporciones totalmente desconocidas con anterioridad (73% para los jóvenes
y 74% para las jóvenes).
Mientras tanto ha sucedido un gran cambio en las condiciones de la transición de los
jóvenes en su incorporación a la vida activa en esos treinta años, en los que se cruzan
varias tendencias. Por una parte, una larga crisis de empleo de 20 años, que no se supera
definitivamente hasta 1996 al sobrepasar los niveles de empleo de 1976 y que vuelve a
recaer a partir de 2008 hasta la actualidad. Por otra, una crisis demográfica, con una
fuerte reducción de la tasa de natalidad a partir de la segunda mitad de los años 70 y que
impacta en el mercado de trabajo hacia finales del siglo XX con una fuerte reducción de
los jóvenes que se incorporan al mercado de trabajo. Por otra parte, una tendencia a la
reducción de la actividad laboral masculina y un fuerte incremento de la incorporación
de las mujeres al mercado de trabajo. Finalmente una tendencia a la retirada de los
adolescentes del mercado de trabajo y de los hombres jóvenes pero no tanto de las
mujeres jóvenes. La incorporación de los jóvenes al mercado de trabajo cada vez es más
igualitaria entre hombres y mujeres.
Los datos muestran que el mercado laboral ya no requiere el trabajo de los jóvenes
adolescentes y cada vez menos el de los jóvenes de más de 20 años. Pero los
adolescentes y jóvenes se resisten a retirarse del mercado de trabajo. Entre 1997 y 2007
en pleno ciclo expansivo las tasas de empleo de los adolescentes de 16 a 19 años se han
doblado y las tasas de actividad han aumentado fuertemente. Cuando el mercado laboral
los necesita debido a un período expansivo y con restricciones de oferta de población en
edad de trabajar (1996-2007), los moviliza y los jóvenes se dejan movilizar,
especialmente los jóvenes varones y de más de 20 años.
Ello significaría que el nuevo modo de incorporación de los jóvenes al mercado de
trabajo no está tan consolidado como pudiera parecer. Uno de cada cinco jóvenes de 16
a 19 y aproximadamente la mitad de los de 20 a 24 son potencialmente movilizables
para el empleo si el mercado de trabajo los requiere. Pero esta situación no es sostenible
en un contexto a largo plazo de falta de empleo para sostener el estado de bienestar.
Las crisis del empleo precipitan la salida de los jóvenes adolescentes del mercado de
trabajo, pero la tendencia obedece a factores más estructurales que configuran un
7
modelo social poco sostenible en el futuro. La relación de los jóvenes con el mercado de
trabajo habrá que replantearla a fondo para imaginar unas bases sólidas para el futuro
del estado del bienestar.
Esa situación sigue una tendencia europea en la misma dirección aunque con
peculiaridades diferentes y mucho menos acusada, lo que refuerza su carácter
estructural no solamente para España sino para el conjunto de los países europeos tal
como se puede observar en el gráfico adjunto.
Gráfico 1. Variación de la tasa de actividad por sexo y edad España Europa
2005-2010
Variación de la de tasa de actividad por sexo y edad, 2005-2010 (p.p.)
12,0
9,9
10,0
7,4
8,0
6,0
5,1
4,7
4,0
2,6
2,0
1,5
0,3 0,5 0,0 0,4
3,7
2,1
2,1
1,6
0,4
1,3
0,0
-2,0
-1,3
-0,3-0,6
-0,7
-4,0
-1,0
-3,4
-6,0
-8,0
-4,7
-5,9
16-24
25-29
30-64
Hombres
Fuente: Eurostat
Total
16-24
25-29
30-64
Total
16-24
25-29
Mujeres
España
30-64
Total
Total
UE-27
3. LA FORMACIÓN CLAVE PARA LA INSERCIÓN EN EL MERCADO DE
TRABAJO
Si la edad parece ser una de las variables claves para la inserción de los jóvenes en el
mercado de trabajo, la otra variable clave es la relacionada con la formación. En un
mercado de trabajo no profesionalizado la variable formación sirve para discriminar las
élites que ocuparán los lugares más cualificados de la jerarquía laboral, pero en un
mercado de profesionalización generalizada, la formación es un requisito imprescindible
para poder optar a la inserción laboral. Ese cambio de paradigma es el que se está
produciendo en estos 40 años de modernización de la economía española.
8
Mientras existan amplios sectores económicos que en el sector primario, en la industria
o en los servicios requieran “fuerza bruta de trabajo” no especializada ni cualificada
habrá lugar en el mercado de trabajo para jóvenes solamente con una formación básica y
sin especialización posterior. En la medida que se consolide una economía de más valor
añadido en el que la pericia de la mano de obra es requisito básico para asegurar la
innovación y la competitividad internacional esta población sin una formación
específica tiene pocas esperanzas de encontrar un lugar aceptable en el mercado de
trabajo.
La evolución de las últimas décadas recoge este doble movimiento, por un lado se han
mejorado los niveles de cualificación del conjunto de la población y especialmente de la
población joven, superando niveles históricos y por otra parte, especialmente en el
período de 1996-2007 han seguido saliendo al mercado de trabajo un gran número de
jóvenes con bajos niveles educativos, frenando así una evolución que habría debido que
consolidarse a mayor velocidad.
Cuadro 2. Niveles de ocupación de la población ocupada 16-29 años
Nivel 2012 IIT
CIDE v. abs.
%
2007IIT
v. abs.
%
2005IIT
v.abs.
%
%
2012IIT/
2005IIT
0-2
935,0
35,7
2.024,1
41,5
1.977,3
41,8
-52,71
3-4
718,4
27,4
1.335,7
27,4
1.262,4
26,7
-43,09
5-6
966,2
36,9
1.512,0
31,0
1.491,8
31,5
-35,23
Total
2.619,9
100,0
4.872,0
100,0
4.731,5
100,0
-44,63
Fuente: EPA-INE
En la actualidad, el 35,7% de los jóvenes ocupados menores de 29 años siguen
presentando un nivel insuficiente de formación, a pesar de la fuerte selección que ha
propiciado la crisis incrementando en más de cinco puntos el peso de los jóvenes con
una mayor cualificación en el empleo. En la medida que se consolide un cambio del
9
modelo productivo hacia otro de mayor cualificación el retorno al empleo de los jóvenes
con niveles bajos de cualificación (aproximadamente 1 millón de jóvenes) se hará más
difícil y el mantenimiento en el empleo de los que aún quedan será más precario. En
esa nueva realidad sigue preocupando la pirámide invertida que se está consolidando
con una mayor proporción de jóvenes con niveles elevados de cualificación en relación
a los que poseen cualificaciones intermedias, especialmente entre las mujeres.
Otras fuentes de información confirman esas tendencias. Tanto la Muestra Continua de
Vidas Laborales (MCVL) que muestra que la primera inserción de los jóvenes de 16 a
29 que se incorporaron al mercado de trabajo en 2005 se produjo en empleos
estacionales y con fuerte inestabilidad, de media o baja cualificación, con contrato
temporal, y en los sectores de la construcción, de los servicios profesionales, científicos
y administrativos, en la hostelería y en el comercio. Como la encuesta realizada a
jóvenes que también muestra que la corta duración del empleo se vincula más a los que
poseen niveles de estudios generales (ESO o bachillerato). En esta primera inserción, se
identifica una presencia importante de trabajadores cualificados de los servicios (28%) y
técnicos (23%) y, por otro lado, de trabajadores no cualificados (18%), produciéndose
una tendencia a la polarización ocupacional en el primer empleo.
El 60% de los jóvenes lo considera acorde con su nivel de formación, pero hasta el 58%
considera que tenía poca o ninguna relación con la formación que habían realizado
previamente.
La mitad de los jóvenes afirma haber experimentado alguna mejora en alguno de los
empleos que ha tenido a lo largo de su vida laboral (2005-2011). Entre estos, un 56%
mejora salarial, un 37% mejora en la categoría profesional, un 34% en el tipo de
contrato y un 28% en las tareas o funciones que realizaba. A pesar de esto, un 23% de
los jóvenes afirma no haber tenido ningún empleo acorde con su cualificación
profesional en este periodo.
Estos datos son altamente relevantes puesto que marcarán la estructura de la
cualificación de la población activa y ocupada en las próximas décadas. Con esta
estructura de cualificación de los jóvenes que se incorporan al mercado de trabajo no
será posible sostener un modelo productivo de mayor valor añadido que el actual.
10
Como se ha visto en el cuadro 2 más del 50% de los jóvenes con poca cualificación
perdieron su empleo durante la crisis. Este hecho parece haber influido en un esfuerzo
para incrementar sus niveles formativos. La encuesta a los jóvenes aporta la
información que entorno a un tercio de los jóvenes han mejorado en un grado su nivel
educativo especialmente los que habían abandonado sus estudios con niveles
generalistas de educación. Esa es una cara de la moneda, la otra que dos tercios siguen
sin mejorar sus niveles educativos.
Gráfico 2. Mejora del nivel de estudios de los jóvenes en el periodo 2005-2011
Mejora del nivel de estudios durante el perído 2005-2011 según el nivel de acceso al
mercado de trabajo
100,0
80,0
60,0
46,9
62,9
41,2
65,9
84,9
86,3
15,1
13,7
CFGM
CFGS
100,0
40,0
20,0
53,1
37,1
58,8
0,0
No acreditaba la
ESO
ESO
Bachillerato
Alcanzan un nivel superior
34,1
0,0
Estudios
universitarios
Total
Se mantienen en el mismo nivel
Fuente: Encuesta F. Cirem
Los datos de la encuesta realizada a jóvenes muestran que el 34% de los jóvenes que se
incorporó al mercado de trabajo en el período 2005-2007 ha seguido formándose hasta
alcanzar un nivel de estudios superior al que poseían cuando se incorporaron al mercado
de trabajo. Además, un 38% de los jóvenes están actualmente estudiando,
principalmente los que poseen bachillerato (60%) y en menor medida los que tienen un
CFGS (33%) y estudios universitarios (26%). En cambio, el porcentaje es mucho mas
bajo en el caso de los que tienen la ESO (16%), los que no la acreditan (13%) o los que
tienen CFGM (12%). Parece así que la situación económica implica inversión en
formación, pero que tienden a formarse más los ya formados, reforzándose la
polarización educativa.
Gráfico 3. Jóvenes en el mercado de trabajo que están estudiando
Jóvenes estudiando en el sitema educativo según el nivel de estudios actual
100,0
80,0
60,0
40,0
39,9
86,6
84,0
11
67,1
87,6
74,0
62,2
Fuente: Encuesta F. Cirem
La encuesta muestra igualmente que el 28% de los jóvenes ha realizado algún tipo de
formación no inicial desde su incorporación al mercado de trabajo. Entre los que han
participado en formación para el empleo (formación continua y ocupacional), un 51%
ha realizado cursos de formación continua (promovidos por la empresa o por su cuenta),
un 41% a realizado cursos dirigidos a personas desempleadas u otro tipo de curso
mientras estaba en paro (formación ocupacional), y el 8% restante ambos tipos de
formación.
Así pues, una vez en el empleo sigue existiendo un porcentaje muy elevado de jóvenes
que no participan en un proceso de actualización y mejora de sus niveles
competenciales de tipo profesional. Los datos de la Encuesta Europea de Condiciones
de Trabajo (ECWS) para 2010 ponen de manifiesto que, bien sea por ocupar segmentos
del mercado de trabajo de baja cualificación, bien sea por la temporalidad e
inestabilidad de la relación laboral, los jóvenes parecen especialmente alejados de la
formación en la empresa.
En el mismo sentido, la encuesta realizada a jóvenes muestra que en la mayoría de casos
(58%) estos declaran haber participado en cursos por iniciativa propia, y tan sólo en un
36% de los casos fue la empresa la que les animó a participar. En esta línea, el 28% de
los cursos fueron autofinanciados por los propios trabajadores.
La encuesta también pone de manifiesto que los jóvenes que han participado en
formación continua han realizado un curso cada dos años de promedio. Los cursos
realizados se centraban en temas específicos (63%), fueron de corta duración (el 38% de
12
50 horas o menos, y un 22% entre 51 y 100 horas), y en el 69% de los casos fueron
realizados fuera del horario de trabajo.
El principal objetivo de los cursos de formación continua realizados durante este
periodo es mejorar sus habilidades en relación a su trabajo (56% de los casos). Adquirir
nuevos conocimientos y habilidades relacionados con otras funciones o tareas (40%). A
distancia quedan otras opciones como aumentar sus posibilidades de promoción
profesional (13%) y el de obtener una certificación (11%). Solo un 8% considera que la
formación les proporcionara una mayor estabilidad laboral.
Aunque la valoración general de los cursos es positiva, sin embargo, los jóvenes
encuestados se muestran críticos en relación a que la formación continua mejore sus
condiciones de trabajo.
Por otro lado, los datos de la Fundación Tripartita muestran unas bajas tasas de
cobertura (participantes en formación por asalariados) de la formación de demanda
entre los más jóvenes (11%) frente al 15% de la población de 16 a 65 años. Igualmente,
en la distribución de la población que realiza formación de demanda se observa una
menor presencia relativa de mujeres en el grupo de 16 a 35 años (47%), a pesar de haber
aumentado su proporción entre los ocupados debido a la crisis económica, así como un
importante peso en el grupo de 16 a 25 años de los que tienen nivel de estudios bajo (un
44% frente al 38% del total). Esta última cuestión puede estar vinculada tanto a un
efecto edad (esto es, que aún están estudiando) como al importante número de jóvenes
con bajo nivel de estudios.
Los datos de la Fundación Tripartita sobre distribución de los participantes, en
formación de oferta, nos permiten afirmar que los grupos jóvenes están
sobrerrepresentados en los planes sectoriales, y que el grupo de 16 a 25 muestra mayor
presencia de los sectores de hostelería y comercio, mientras que el de 26 a 35 años
muestra presencia en planes sectoriales de todo el sector servicios y una mayor
presencia en los de industria. Si atendemos al nivel ocupacional de los jóvenes
observamos que están sobrerrepresentados los trabajadores no cualificados (39% frente
al 20,9% del total), y los que tienen un nivel de estudios bajo (el 43,5% frente al 37,7%
del total).
13
Los datos estadísticos ya apuntan de forma clara a la importancia de la formación en el
acceso y recorrido de la vida laboral de los jóvenes, sin embargo convenía insistir en esa
hipótesis para verificar el impacto de la formación en la vida laboral de los jóvenes. La
encuesta a jóvenes ha permitido evaluar el efecto de la formación para el empleo en la
inserción laboral y la mejora de las condiciones de trabajo de una forma objetiva más
allá de la propia opinión de los encuestados.
Para ello se han ajustado una serie de modelos de regresión logística a los datos que
estiman la probabilidad de que se produzcan diversos sucesos relacionados con la
estabilidad laboral y la mejora de las condiciones de trabajo (como por ejemplo, el
hecho de haber estado más de la mitad del período analizado trabajando, haber
mejorado de categoría profesional, salario en alguno de los empleos, superar un cierto
umbral de ingresos en su último empleo, …) en función de si se ha participado en la
formación para el empleo durante este período o no y diversas variables de control de
tipo socioeconómicas. Estos modelos se han ajustado de forma separada para la
formación continua y la ocupacional.
Cuadro 3. Modelo de regresión logística formación continua-empleo 2
2
Modelos ajustados (FC):
– Modelo 1) Porcentaje de tiempo ocupado igual o superior al 50%
– Modelo 2) Mejora de la categoría profesional en algún empleo a lo largo del período
analizado
– Modelo 3) Mejora de funciones o tareas en algún empleo a lo largo del período
analizado
– Modelo 4) Mejora de contrato en algún empleo a lo largo del período analizado
– Modelo 5) Mejora de salario en algún empleo a lo largo del período analizado
– Modelo 6) Estar actualmente ocupado
– Modelo 7) Último empleo en una ocupación cualificada
– Modelo 8) Contrato indefinido en su último empleo
– Modelo 9) Ingresos de más de 1.000€ netos mensuales en el último empleo
14
Modelo
ajustado
1
2
3
4
5
6
7
8
9
FC (ref.: NO)
Sign.
eb
0,000
1,782
0,004
1,604
0,000
2,379
0,000
1,820
0,001
1,586
0,001
1,620
n.s.
0,019
1,439
0,001
1,700
Fuente: Estudio F. Cirem (2011)
En este sentido, el análisis realizado permite afirmar que la formación continua tiene un
efecto positivo en la estabilidad laboral de los jóvenes (han estado más tiempo
trabajando) y en la mejora de las condiciones de trabajo (han mejorado de categoría,
funciones, salario, contrato y cualificación en mayor proporción), mientras que el efecto
de la formación ocupacional no se ha revelado como estadísticamente significativo.
Cuadro 4. Modelo de regresión logística formación ocupacional-empleo 3
3
Modelos ajustados (FO):
– Modelo 1) Estar actualmente ocupado
– Modelo 2) Existencia de un empleo que estuviera de acuerdo a su cualificación
profesional a lo largo de todo el período
– Modelo 3) Mejora del grupo de ocupación entre el primer y el último empleo
– Modelo 4) Último empleo en una ocupación cualificada
– Modelo 5) Contrato indefinido en su último empleo
– Modelo 6) Mejora del nivel de ingresos entre el primer y el último empleo
– Modelo 7) Ingresos de más de 1.000€ netos mensuales en el último empleo
15
Modelo
ajustado
1
2
3
4
5
6
7
FO (ref.: NO)
Sign.
eb
n.s.
n.s.
n.s.
n.s.
n.s.
n.s.
n.s.
-
Fuente: Estudio F. Cirem (2011)
Por otro lado, con información de la misma encuesta también se ha podido analizar el
efecto de la formación profesional inicial (CFGM y CFGS) en comparación a los
estudios generales (ESO y bachillerato) en la inserción laboral y las condiciones de
trabajo de los jóvenes. De forma similar al análisis de la formación profesional para el
empleo, también se han ajustado una serie de modelos de regresión logística, resultando
el efecto de la FP inicial estadísticamente significativo y de superior magnitud que el de
la formación para el empleo en los distintos aspectos considerados: probabilidad de
haber estado ocupado la mitad o más del período, de estar actualmente ocupado, de
trabajar en un grupo de ocupación cualificado, de tener contrato indefinido, de superar
los 1.000€ netos mensuales de ingresos por su trabajo y de ser actualmente
económicamente independiente de su familia.
Cuadro 5. Modelo de regresión logística formación inicial-empleo 4
4
Modelos ajustados (FP Inicial):
– Modelo 1) Porcentaje de tiempo ocupado igual o superior al 50%
– Modelo 2) Estar actualmente ocupado
– Modelo 3) Último empleo en una ocupación cualificada
– Modelo 4) Contrato indefinido en su último empleo
– Modelo 5) Ingresos de más de 1.000€ netos mensuales en el último empleo
– Modelo 6) Ser económicamente independiente
16
Modelo
ajustado
1
2
3
4
5
6
ESO vs CFGM (ref.: ESO)
eb
Sign.
0,000
0,000
0,000
0,000
0,043
0,010
3,639
2,453
3,606
2,829
1,823
1,927
Bachillerato vs CFGS (ref.:
Bachillerato)
Sign.
eb
0,000
6,373
0,000
4,889
n.s.
0,000
3,461
0,004
2,501
0,024
2,035
Fuente: Estudio F. Cirem (2011)
Esta información permitiría apuntar que las condiciones iniciales de los niveles de
formación son determinantes para el recorrido y los itinerarios profesionales de los
jóvenes en la inserción laboral.
La aportación positiva de la formación profesional inicial a la inserción de los jóvenes
ha sido corroborada por otras investigaciones llevadas a cabo en los últimos años. En
cambio será necesaria una profundización en el análisis de los datos para el caso de la
formación ocupacional, ya que es posible que la influencia de la coyuntura laboral pese
más en el caso de los jóvenes en situación de paro que los esfuerzos formativos que se
puedan realizar, sin embargo habrá que examinar también la variable periodo de
impacto de la formación, ya que otros estudios apuntan a una influencia positiva pero en
el corto plazo, solamente unos meses después de haber realizado la formación.
En cuanto a la formación continua deberá profundizarse en el análisis para intentar
distinguir entre el valor añadido de la formación continua en la empresa del nivel
formativo inicial de los jóvenes antes o durante su incorporación a la empresa.
4. LA VISIÓN DE LAS EMPRESAS SOBRE LA FORMACIÓN
Es sabido que la oferta y la demanda de formación se influyen mutuamente y a una
demanda débil por parte de las empresas de mano de obra cualificada le corresponde
una oferta reducida de este tipo de mano obra y al revés las mutuas influencias
17
contribuyen a un estancamiento a la baja de la cualificación o por el contrario a un
incremento de la dinámica de cualificación (Homs, 2008).
Para analizar la transición de los jóvenes al mercado de trabajo hay que analizar también
la posición de las empresas en la generación de la demanda de cualificación. La
encuesta realizada a empresas participantes en formación de demanda en el período
2005-2010 muestra que para un 53% de las empresas la formación continua tiene como
principal objetivo la mejora de la actuación y del rendimiento de las personas que
trabajan en la empresa, mientras que hasta un 28% afirma que se realiza únicamente con
el objetivo de mantener motivados a los trabajadores y trabajadoras y un 15% reconoce
que no se le da demasiado valor. Sólo el 4% restante declara que la formación continua
constituye un rol estratégico en su empresa.
Junto a esta orientación relativamente instrumental en el uso de la formación en la
empresa, y aunque las empresas afirman que intentan cubrir las necesidades del
personal en materia de formación (76%), existe escasa participación de los mismos: sólo
un 38% de las empresas afirma que los trabajadores pueden discutir con sus superiores
sobre las posibilidades de formación.
La encuesta permite igualmente considerar que el 56% de la formación realizada en las
empresas está dirigida a los más cualificados (directivos, cargos intermedios y técnicos),
un 32% a trabajadores cualificados, y sólo un 13% a los trabajadores no cualificados.
Igualmente en un 40% de las empresas los jóvenes representan un 25% o menos del
total de trabajadores formados.
La participación de los trabajadores en formación se considera positiva, especialmente
para mejorar el desarrollo y las tareas del puesto de trabajo (66%) y un 58% otras tareas
o funciones. Pero sólo el 22% afirma que los trabajadores han promocionado por la
formación y el 18% que haya servido para cambiar de tareas.
En relación a las nuevas incorporaciones, el 41% de las empresas prefieren
profesionales que acrediten una titulación profesional y un 26% trabajadores
procedentes de la formación ocupacional. El 56% de las empresas que han hecho
incorporaciones de jóvenes expresan la necesidad de ofrecer algún tipo de formación
18
para adaptarse al puesto de trabajo: un 52% cree necesaria mayor formación específica
del sector, y un 26% formación más práctica.
Gráfico 4. Perfil de trabajador preferido por las empresas
Perfil de trabajador preferido para las nuevas
incorporaciones
24%
9%
26%
41%
Un trabajador que haya realizado formación ocupacional
Un trabajador que acredite un certificado de profesionalidad
Un trabajador que se haya formado a si mismo, aunque no tenga certificado
No da importancia a estas cuestiones
Fuente: Estudio F. Cirem 2011
Es de destacar la pervivencia de casi un tercio de empresas con una escasa valoración de
la formación como criterio para la selección del personal, lo que corrobora la falta de
consolidación de un proceso de cambio hacia una estructura productiva más
competitiva.
5. CONCLUSIONES
Las crisis económicas y sus impactos sobre el empleo actúan como importantes fuerzas
que aceleran la expulsión de los más jóvenes del mercado de trabajo y orientan a los
jóvenes hacia la formación. Esta afirmación puede constatarse a lo largo de los años
desde 1975 en el caso español. La progresiva generalización del requerimiento mínimo
de una formación post-secundaria completa como criterio de acceso al mercado de
trabajo, que ya es una constatación empírica en los países europeos más desarrollados
contribuye a alargar el proceso de escolarización tardía de los jóvenes más allá de los
límites de transición a la vida adulta, lo que genera una situación históricamente nueva
de la socialización de nuevas generaciones en la vida adulta sin ningún contacto con el
mercado de trabajo. Esta situación es poco sostenible tanto desde el punto de vista
19
económico de sostén del estado de bienestar, como desde un punto socio-educativo por
dificultar la adquisición de las competencias relacionadas con la profesionalidad al
retrasarlas a momentos más maduros del ciclo vital.
En España esta transición entre escuela y empleo o entre vida escolar y vida adulta es
más reciente y como se ha señalado incluso no está consolidada. El proceso de cambio
de un modelo de transición pensado para unas minorías de élites para las cuales la
formación era el pasaje hacia la vida laboral, hacia otro modelo en el que la formación
es un requisito de entrada generalizado requiere una reflexión sobre los mecanismos
sociales en los que basar la organización de la transición de los jóvenes al mercado de
trabajo.
Hay que encontrar una fórmula en la que el mercado asuma que los jóvenes deben poder
socializarse en la actividad profesional como componente fundamental de su proceso
formativo. Los programas de alternancia entre formación y trabajo se están
desarrollando más allá de los modelos iniciales de los países de influencia germánica
con su modelo de formación dual. Esos modelos no solamente presentan un
planteamiento de adquisición de competencias más equilibrado entre metodologías
escolares y metodologías basadas en el puesto de trabajo sino que también significan un
planteamiento distinto de transición de jóvenes a la vida adulta. En la actualidad esos
modelos también están en discusión y tienen abiertos interesantes debates sobre como
adaptarse a los nuevos contextos de la globalización y de las sociedades del
conocimiento y de la innovación.
Bibliografia:
F.CIREM 2011, Los jóvenes que se incorporan al mercado de trabajo y su acceso a la
formación profesional para el empleo en España. Madrid. Fundación Tripartita para la
formación en el empleo.
GINER S. y HOMS O. 2011 “Jóvenes y vida activa: mercado e instituciones” en
Revista de Juventud, nº 87, diciembre 2009
HOMS O. (2008) La formación profesional en España: hacia la sociedad del
conocimiento. Barcelona. Fundación Obra Social de “La Caixa”
20
Descargar