104 TRATADO TERCERO [LA CENA DE LÁZARO Y EL

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TRATADO TERCERO
[LA CENA DE LÁZARO Y EL ESCUDERO]
[Después del ciego y del clérigo, Lázaro se encuentra en la calle al que será su tercer
amo: un escudero, que iba bien vestido y bien peinado, lleno de orgullo, pero que
no tenía ningún dinero, y que evitaba comer y darle de comer a Lázaro. Es más,
Lázaro llegará a mendigar para alimentarse y para alimentar a su propio amo,
dando muestras de lástima hacia él. Al contrario de lo normal, será el propio amo,
y no el mozo, el que se escape huyendo del pago del alquiler de la casa, y dejando
a Lázaro solo.]
Me senté a un extremo del poyo45 y, para que no me tuviese por glotón,
callé la merienda. Y comienzo a cenar y morder en mis tripas y pan, y,
disimuladamente, miraba al desventurado46 señor mío, que no apartaba
sus ojos de mis faldas, que entonces servían de plato. Tanta lástima tenga
Dios de mí, como yo tenía de él, porque sentí lo que sentía, y había pasado
por ello muchas veces y lo pasaba cada día. Pensaba si estaría bien el hecho
de invitarlo; mas, por haberme dicho que había comido, me temía que no
aceptaría el convite47. Finalmente yo deseaba que el pecador me ayudase a
comérmelo, y desayunase como el día antes hizo, pues había mejor sustento,
por ser mejor la comida y menos mi hambre.
Quiso Dios cumplir mi deseo, y aun pienso que el suyo; porque como
comencé a comer y él se andaba paseando, se acercó a mí y me dijo:
–Te digo, Lázaro, que en la forma de comer tienes la mejor gracia que
en mi vida vi a hombre, y que a todo el que te vea le entrarán las ganas,
aunque no las tenga.
«Las muchas ganas que tú tienes –dije yo entre mí– hacen que mi forma
de comer parezca hermosa».
Con todo,me pareció ayudarle, pues se ayudaba y me abría camino para
ello, y le dije:
poyo: banco de piedra pegado a la pared de la casa.
45
desventurado: desgraciado, que no tiene suerte.
46
convite: invitación.
47
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–Señor, con lo bueno todos somos artistas. Este pan está sabrosísimo,
y esta pezuña de vaca tan bien cocida y sazonada48 que no habrá a quien
no convide con su sabor.
–¿Es pezuña de vaca?
–Sí, señor.
–Te digo que es el mejor bocado del mundo, y que no hay faisán49 que
así me sepa.
–Pues pruebe, señor, y verá qué tal está.
Le pongo en las uñas la otra, y tres o cuatro raciones de pan de lo más
blanco. Y se sentó al lado y comienza a comer como el que tenía ganas, royendo50 cada huesecillo de aquéllos mejor de lo que lo haría un galgo suyo.
–Con almodrote51 –decía– es éste singular manjar.
«¡Con mejor salsa lo comes tú!» –respondí yo.
–Por Dios, que me ha sabido como si hoy no hubiera comido bocado.
«¡Así se acaben mis desventuras si es eso cierto!» –dije yo entre mí.
Me pidió la jarra de agua y se la di como la había traído. Así fue
como, pues no le faltaba el agua, no le había sobrado a mi amo la comida.
Bebimos, y nos fuimos a dormir muy contentos, como la noche pasada.
Y por evitar alargar la historia, de esta manera estuvimos ocho o diez
días, yéndose el pecador en la mañana con aquel contento y paso contado
a papar52 aire por las calles, teniendo en el pobre Lázaro de quien poder
aprovecharse.
Contemplaba yo muchas veces mi desastre, que, escapando de los amos
ruines53 que había tenido y buscando mejoría, viniese a topar con quien no
sólo no me mantuviese, mas a quien yo había de mantener. Con todo, le
quería bien, al ver que no tenía ni podía más, y antes le tenía lástima que
enemistad.(…)
sazonada: en su punto.
48
faisán: ave de caza, de carne muy sabrosa.
49
Roer: quitar con los dientes poco a poco la carne pegada al hueso.
50
almodrote: salsa de aceite, ajo, queso y otras cosas.
51
Papar: comer sin masticar.
52
ruines: despreciables, malos.
53
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