La infancia de la dependencia

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Medio: Publicado en
Fecha: 29 noviembre 2007
La infancia de la dependencia
En este artículo, Benavente explica cómo los primeros pasos de la aplicación de la Ley de Autonomía Personal y de Atención a la Dependencia se están llevando a cabo con algunos desajustes
y dificultades, sobre todo en relación a las competencias de las Comunidades Autónomas. En
todo caso, el presidente de Alares®, cree que estos desajustes no deben empañar la creación del
Sistema de Autonomía Personal y Atención a la Dependencia (SAAD), que supone un avance en
el Estado del Bienestar.
Cuando se están dando los primeros pasos de la aplicación de la Ley de Autonomía Personal y Atención a la Dependencia, una vez que se han ultimado los diferentes procesos reglamentarios que
culminaron la iniciativa legislativa, las noticias que llegan a los medios de comunicación dan cuenta
de desajustes y diferencias, que vienen a dejar constancia de las dificultades que supone el configurar
el Sistema de Atención a la Dependencia, desde las competencias asignadas por el desarrollo del
Estado de las Autonomías. Dificultades que no se apreciaron cuando se creó el Sistema Nacional de
Salud, pues las que se vivieron entonces fueron de otra naturaleza y no se debieron a las competencias transferidas, pues éstas no lo estaban entonces.
Hoy las Administraciones Autonómicas y Locales son claves en la provisión de servicios sociales y es
a partir de sus múltiples actuaciones, sobre las que habrá que configurar la forma definitiva del SAAD
(Sistema de Autonomía Personal y Atención a la Dependencia). A sabiendas que las propias dinámicas demográficas y sociales, así como los cambios en las pautas familiares y socioculturales, harán de
las revisiones periódicas de dicha configuración una constante.
Estos desajustes y dificultades, propios tanto de la complejidad de la funcionalidad del Estado de las
Autonomías, no pueden empañar, sin embargo, la importancia histórica de la configuración del SAAD
como la expresión de la solidaridad colectiva.
Y como herramienta esencial para afianzar el principio del desarrollo del llamado cuarto pilar del
Estado del Bienestar, que habrá de dar respuesta a las demandas de atención de una sociedad que ha
visto variar sus horizontes demográficos, que asiste satisfecha al envejecimiento progresivo de su
pirámide de población, gracias a los avances médicos y a las prácticas saludables y que, a la vez, está
incorporando masivamente la mujer al mercado laboral.
Las dificultades de articulación y homogeneidad de mínimos en la configuración del SAAD, esperamos sean episodios administrativos pasajeros, y se solucionen antes de finalizar este año, aunque son
y han sido de extremada importancia, dadas las expectativas truncadas durante este largo 2007 a las
personas más dependientes y más necesitadas. Pero lo verdaderamente complicado está todavía por
llegar y vendrá de la mano de la generalización de servicios, de las cooperaciones público-privadas a
desarrollar y de las preocupaciones de coberturas presupuestarias y viabilidades sucesivas.
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En esa dinámica es donde se espera que nazcan los nuevos negocios asociados a la dependencia,
pero sobre todo obligados a la eficiencia, tecnologización y calificación profesional de los servicios.
Lo que redundará en una mejor atención y en un mejor proceso de prestación de servicios. La sociedad española tiene, por tanto, noticia solo de los encajes administrativos que ahora se están empezando a hacer, pero no se hace cargo todavía de lo que supone la creación de nuevas infraestructuras
sociales que vendrán a sumarse a los servicios socio-sanitarios actuales.
Dichos horizontes no están siendo evaluados en estos primeros momentos, por más que las estimaciones que se hicieron al hilo del proceso legislativo señalasen la importancia de los retornos que se
producirían y que vendrían a paliar los enormes gastos presupuestarios, que requeriría la completa
puesta en marcha del SAAD. Ahora, sin embargo, ya están apareciendo en el panorama empresarial
español grupos foráneos, que están empezando a tomar posiciones accionariales y de control en el
incipiente sector productivo que se está configurando alrededor del nacimiento del SAAD. Ellos
contribuirán a la industrialización definitiva y generalizada de un conjunto disperso y todavía poco
estructurado de servicios e instalaciones diversas, donde conviven iniciativas de calidad equiparable
con las más avanzadas y de primer nivel, con otras que responden a fórmulas casi artesanales, con
eficiencia discutible y poco adecuadas a las nuevas demandas.
Se deberán crear las condiciones para asegurar la calidad esperada en la prestación de los servicios
incluidos en el SAAD. El sistema de Concurso Público -actualmente generalizado para la concesión
a las empresas prestatarias de la gestión de estos servicios en los distintos ayuntamientos-, sistema
que se arrastra por inercia del pasado, no es el sistema más adecuado para crear competencia entre
las empresas prestatarias que provoque la mejor atención en calidad a los usuarios. Este es un sistema, que únicamente aporta una guerra de precios entre las empresas concursantes y que más tarde
trasladará a los usuarios en prestaciones más pobres. Tal y como está previsto en la Ley, se deberán
homologar las empresas con capacidad para prestar los Servicios de Atención a la Dependencia y,
desde nuestro punto de vista y experiencia en la atención a las personas, deberían ser los usuarios
–los clientes- los que elijan de entre las empresas homologadas, la que preste el mejor servicio, con
capacidad para cambiar de proveedor si no está satisfecho. Esto, sin lugar a dudas, creará un sector
altamente competitivo en calidad y servicio. El sistema de Concurso Público, que garantiza al proveedor la prestación de los servicios en una zona determinada durante varios años, independientemente
de la calidad y atención que da al usuario, no es el sistema más adecuado que propicie la mejor prestación en calidad y servicios.
Y después de estos primeros pasos, fundamentales para asentar un SAAD eficaz y moderno que
asegure la mejor calidad de vida de las personas dependientes, vendrán otros que no solo obligarán
a una creciente cualificación de trabajadores e iniciativas, o a una floración de negocios y nuevas actividades, si no también a la generación de directivos especializados. Capaces, además, de impulsar y
configurar un sector empresarial en el que las aportaciones financieras que se prevén exigirán ser
retribuidas adecuadamente, y para lo cual, será obligada la mejora en la eficiencia y calidad de los
servicios, así como la capacidad de elección del usuario de la empresa prestataria. Ello será posible,
si existen directivos capaces de aplicar sus saberes, habilidades y visión emprendedora a un sector en
el que está casi todo por hacer. Y sin el cual, el avance legislativo que supone la creación del Sistema
de Atención a la Dependencia, podría desarrollarse mucho más lenta y deficientemente que lo que
espera y precisa la sociedad española.
Javier Benavente Barrón - Presidente de Alares®
www.alares.es
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