nulidad absoluta de negocio jurídico

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República de Colombia
Corte Suprema de Justicia
Sala de Casación Civil
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA
SALA DE CASACIÓN CIVIL
Magistrado Ponente:
ARTURO SOLARTE RODRÍGUEZ
Bogotá, D.C., dieciocho (18) de septiembre de dos mil trece (2013).(discutido y aprobado en Sala de 12 de agosto de 2013)
Ref.: 54001-3103-003-2005-00027-01
Decide la Corte el recurso extraordinario de casación
que interpusieron la demandante, señora CONSUELO LINDARTE
DE LARA, y las personas que comparecieron al proceso como
coadyuvantes de ella, señores LUZ YAMILE LARA LINDARTE DE
SEGURA,
SONIA
DE
JESÚS,
GLORIA
AMPARO,
ANA
CONSUELO, MYRIAM ROCÍO, ÁNGEL EDUARDO y CÉSAR
ARMANDO LARA LINDARTE, frente a la sentencia proferida el 2
de septiembre de 2010 por el Tribunal Superior del Distrito Judicial
de Cúcuta, Sala Civil – Familia, en el proceso ordinario que aquélla
promovió en contra de la FUNDACIÓN EL NIÑO HUERFANITO y
del señor MARIO ALBERTO VÁSQUEZ RODRÍGUEZ (q.e.p.d.).
ANTECEDENTES
1.
Apreciadas en conjunto la demanda inicialmente
presentada (fls. 163 a 179, cd. 1) y su reforma, contenida en el
escrito con el que la parte actora descorrió el traslado de las
excepciones previas que formularon los demandados (fls. 19 a 23,
cd. 3), se concluye que las pretensiones elevadas por la parte
actora consistieron en lo siguiente:
1.1.
De manera principal, que se declarara que “por
no haber consentimiento alguno por parte del señor HUGO
ARMANDO LINDARTE RODRÍGUEZ”, la FUNDACIÓN EL NIÑO
HUERFANITO “es inexistente”.
1.2.
Subsidiariamente:
1.2.1. En primer lugar, que se declarara, por una parte,
que “HUGO ARMANDO LINDARTE RODRÍGUEZ, desde el año de
1998 y hasta la fecha de su fallecimiento, era persona
absolutamente incapaz, por estar afectado por el síndrome de
demencia por INMUNODEFICIENCIA ADQUIRIDA (VIH o SIDA)”;
y, por otra, que en razón de tal incapacidad, “es nulo de forma
absoluta el negocio jurídico por medio del cual éste, en asocio [con
el] demandado MARIO ALBERTO VÁSQUEZ RODRÍGUEZ”,
constituyeron la FUNDACIÓN EL NIÑO HUERFANITO.
1.2.2. En segundo término, que se declarara que, “por
tener objeto y causa ilícitos, es nulo de forma absoluta el negocio
A.S.R. EXP. 2005-00027-01
2
jurídico por medio del cual se fundó la persona jurídica sin ánimo de
lucro denominada FUNDACIÓN EL NIÑO HUERFANITO, a
instancia
del
demandado
MARIO
ALBERTO
VÁSQUEZ
RODRÍGUEZ”.
1.2.3. Como tercera pretensión, que se declarara que
“por indeterminación del objeto, es nulo el ‘ARTÍCULO TERCERO.
OBJETO’ de los estatutos de la persona jurídica sin ánimo de lucro
denominada FUNDACIÓN EL NIÑO HUERFANITO”; que como
consecuencia de ello, se dispusiera que “es nulo de forma absoluta
todo el negocio jurídico” por medio del cual se constituyó dicha
entidad; y que se ordenara “que las cosas deben volver al estado
anterior al acto nulo”.
1.2.4. Y finalmente, que se declarara que “son nulos los
artículos
QUINTO,
SÉPTIMO,
NOVENO,
EL
PARÁGRAFO
PRIMERO DEL ARTÍCULO DÉCIMO TERCERO Y EL LITERAL ‘a)’
DEL CAPÍTULO TERCERO, relativo a la destinación del Centro
Comercial Palmeras, de los estatutos de la persona jurídica sin
ánimo
de
lucro
denominada
FUNDACIÓN
EL
NIÑO
HUERFANITO”; que como consecuencia de ello, ante “la
imposibilidad de obrar como persona”, se dispusiera que “es nulo
de forma absoluta todo el negocio jurídico” por medio del cual dicha
entidad se constituyó; y que se ordenara “que las cosas deben
volver al estado anterior al acto nulo”.
1.3.
En las pretensiones principales, así como en las
“primeras” y “segundas” subsidiarias, se solicitó que se declarara,
además, que “el señor MARIO ALBERTO VÁSQUEZ RODRÍGUEZ
A.S.R. EXP. 2005-00027-01
3
obró dolosamente, al haber hecho figurar que el señor HUGO
ARMANDO LINDARTE RODRÍGUEZ otorgaba su consentimiento
para fundar” la referida persona jurídica.
1.4.
Y en todas se pidió que se ordenara la
inscripción de la sentencia en el registro de la Cámara de Comercio
de Cúcuta y que se condenara a los demandados al pago de las
costas del proceso.
2.
En sustento de tales pretensiones, se adujeron
los hechos que pasan a compendiarse.
2.1.
La demandante es hija extramatrimonial del
señor HUGO ARMANDO LINDARTE RODRÍGUEZ, quien falleció
en la ciudad de Cúcuta el 12 de febrero de 2003, “en un estado
económico de insolvencia total”, debido a que el demandado
MARIO ALBERTO VÁSQUEZ RODRÍGUEZ, personalmente y por
intermedio de la también accionada FUNDACIÓN EL NIÑO
HUERFANITO, “se apoderó de todos y cada uno de [sus] bienes”.
2.2.
El citado causante contrajo el síndrome de
inmunodeficiencia adquirida (VIH o SIDA), razón por la cual estuvo
varias veces hospitalizado, enfermedad que desde 1998 podía
clasificarse en el “(…) ‘estadio clínico C’ (el más avanzado)”.
2.3.
Para finales de marzo y principios de abril de
1999, según su historia clínica, el señor LINDARTE RODRÍGUEZ
tenía 81 años de edad; padecía de “VIH SIDA”, “[n]eumopatía
(enfermedad pulmonar intersticial difusa)”, “[t]uberculosis [m]iliar”,
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4
“[h]ipertrofia prostática (cáncer de la próstata)” e “[h]ipotirodismo”; y
“presentó un
cuadro clínico compatible con un [s]índrome
[d]emencial subcortical por [v]irus de [i]nmunodeficiencia [h]umana”,
conforme “los criterios de [d]iagnóstico [c]línico que describe la
[l]iteratura [m]édica”, toda vez que “[l]os factores de riesgo
reconocidos en la génesis de dicha demencia” son coincidentes con
los que él tenía: “[h]istoria de pérdida de peso”, “[a]vanzada edad”,
“[p]resencia de anemia”, “[n]iveles plasmáticos altos de carga viral y
recuentos de células CD4 menores a 200”, así como con los
“síntomas tempranos” que desarrolló: “[a]patía”, “[d]isprosexia
(alteraciones en la atención)”, “[c]ompromiso en la concentración”,
“[e]nlentecimiento mental” y “[c]ambios de comportamiento”.
2.4.
“Según concepto médico, desde 1998, HUGO
ARMANDO LINDARTE RODRÍGUEZ era persona absolutamente
incapaz, por padecer [s]índrome [d]emencial subcortical por [v]irus
de [i]nmunodeficiencia [a]dquirida (VIH o SIDA)”.
2.5.
señor
No obstante lo anterior, el 15 de julio de 1999 el
LINDARTE
RODRÍGUEZ
y
el
demandado
MARIO
ALBERTO VÁSQUEZ RODRÍGUEZ constituyeron la FUNDACIÓN
EL NIÑO HUERFANITO, mediante un “aparente acuerdo de
voluntades”, puesto que “las firmas impuestas en el Acta No. 1 y en
los Estatutos” de dicha persona jurídica, “no fueron realizadas” por
aquél, es decir, que alguien, “incurriendo en el delito de falsedad en
documento privado, (…) hizo una burda imitación” de su rúbrica.
2.6.
“Para dar un viso de legalidad a la firma falsa, el
día 30 de julio, al señor HUGO ARMANDO LINDARTE
A.S.R. EXP. 2005-00027-01
5
RODRÍGUEZ, el demandado MARIO ALBERTO VÁSQUEZ
RODRÍGUEZ se lo llevó a rastras hasta la Cámara de Comercio de
Cúcuta y allí, en presencia del Secretario de esa entidad, en un
sello de presentación personal colocado al respaldo de la supuesta
Acta No. 1, lo hizo firmar”, comportamiento que no implicó
“consentimiento alguno”, como quiera que aquél se encontraba “en
un estado de incapacidad absoluta, por padecer [s]índrome
[d]emencial subcortical por [v]irus de [i]nmunodeficiencia [h]umana
(VIH o SIDA), (…) que le impedía entender qué acto jurídico estaba
realizando, pues sus facultades mentales eran nulas dado el
profundo estado de apatía, disprosexia (alteraciones de atención),
compromiso en la concentración y enlentecimiento mental, propios
del síndrome demencial que padecía”.
2.7.
“En
suma,
HUGO
ARMANDO
LINDARTE
RODRÍGUEZ no otorgó su consentimiento para la fundación de la
persona jurídica sin ánimo de lucro llamada FUNDACIÓN EL NIÑO
HUERFANITO”.
2.8.
La genuina causa para constituir dicha entidad,
fue el propósito que tenía el demandado MARIO ALBERTO
VÁSQUEZ RODRÍGUEZ de “acabar de apoderarse de todo el
cuantioso patrimonio” del señor LINDARTE RODRÍGUEZ, como se
infiere del “ARTÍCULO QUINTO, LOS PARÁGRAFOS PRIMERO Y
SEGUNDO DEL ARTÍCULO SÉPTIMO, EL ARTÍCULO NOVENO
y
EL
ARTÍCULO
DÉCIMO
TERCERO
de
los
mismos
ESTATUTOS”.
A.S.R. EXP. 2005-00027-01
6
2.9.
El
artículo
quinto,
cuando
alude
“equivocadamente a ‘legado’”, trata de “una promesa de donación
(…), de por sí nula cuando se refiere a bienes inmuebles, por no
reunir los requisitos de toda promesa previstos en el artículo 89 de
la ley 153 de 1887”.
2.10. La estipulación contemplada en el citado artículo
séptimo, consistente en que uno de los miembros de la Junta
Administradora de la FUNDACIÓN EL NIÑO HUERFANITO sería
“un [r]epresentante del Tribunal Superior de Cúcuta elegido por
su Sala Plena”, “en últimas imposible de cumplir, es de por sí nula
en forma absoluta (…), por violar el artículo 6º de la Constitución
Nacional”, habida cuenta de que los Magistrados que integran dicha
Corporación, como empleados públicos que son, “no pueden
atender la ‘curiosa orden’ (por llamarla de algún modo), que es[tá] a
todas luces por fuera de la ley”.
2.11. La indicada promesa de donación “adolece de
otro vicio de nulidad absoluta, al contradecir el artículo 1443 del
Código Civil”, que instituye la donación como un acto “irrevocable”,
ya que en el parágrafo primero del precitado artículo séptimo se
contempló que los constituyentes de la FUNDACIÓN EL NIÑO
HUERFANITO podían “revertir el derecho de dominio” de los
bienes que le donaran, “para radicarlos una vez más en cabeza
suya”.
2.12. El
parágrafo
segundo
del
mismo
artículo
séptimo es oscuro e ininteligible. “Sus contradicciones son,
además
de
curiosas,
leoninas,
redactadas
solamente
A.S.R. EXP. 2005-00027-01
al
7
acomodo
del
demandado
MARIO
ALBERTO
VÁSQUEZ
RODRÍGUEZ”. Asimismo, comporta una condición meramente
potestativa, con los efectos de nulidad de que trata el artículo 1535
del Código Civil.
2.13. Son igualmente ostensibles las contradicciones
del artículo noveno de los referidos estatutos, como quiera que “[e]s
imposible saber si desde el comienzo MARIO VÁSQUEZ
RODRÍGUEZ y HUGO ARMANDO LINDARTE RODRÍGUEZ, eran
los Presidentes, o si el uno era el Presidente y el otro el
Vicepresidente”, así como establecer a “[c]uál Presidente debe
nombrar la Junta Administradora”, si conforme dicha disposición
estatutaria, “[e]l Vicepresidente reemplaza al Presidente en su
ausencia definitiva”.
2.14. A partir del 30 de diciembre de 1998, fecha en la
que entró a regir la Ley 489 de ese año, las fundaciones sin ánimo
de lucro, incluso aquellas cuyo objeto sea prestar servicios de
interés social, “solamente pueden establecerse como personas
jurídicas por virtud de una nueva ley”, de lo que se sigue que,
“por una u otra vía, la creación de la persona jurídica sin ánimo de
lucro llamada FUNDACIÓN EL NIÑO HUERFANITO, es ilícita bien
por el objeto, bien por la causa”.
2.15. “De conformidad con el artículo 1518 del Código
Civil, el objeto de todo negocio jurídico debe ser determinado o,
cuando menos, determinable bajo unas reglas concretas”, requisito
que no cumple el artículo tercero de los mencionados estatutos, por
la diversidad de actividades allí consagradas, sin que, además, en
A.S.R. EXP. 2005-00027-01
8
relación con alguna de ellas, dada su particular naturaleza, se
satisfagan las exigencias especiales previstas en el Código de los
Recursos Naturales; en las Leyes 23 de 1973, 7ª y 9ª de 1979, 30
de 1992, 10, 99, 100 y 115 de 1993; y en el Decreto Ley 2737 de
1989.
3.
La demanda primigeniamente presentada fue
admitida por el Juzgado Segundo Civil del Circuito de Cúcuta, al
que le correspondió conocer el asunto, mediante auto del 25 de
febrero de 2005 (fl. 180, cd. 1), que se mantuvo en firme en virtud
de la prosperidad de la acción de tutela que gestionó la actora
frente a su revocatoria, decisión que había sido adoptada por el a
quo como consecuencia de la reposición que contra él interpuso la
parte demandada y que fue confirmada por el Tribunal en auto del
14 de septiembre de 2005 (fls. 22 a 29, cd. 2).
Dicho proveído se notificó a los demandados de
conformidad con lo previsto en los artículos 315 y 320 del Código
de Procedimiento Civil, mediante los avisos que obran a folios 199,
200, 202 y 205 del cuaderno principal.
4.
Los
accionados,
en
un
mismo
escrito,
respondieron la demanda y, en desarrollo de tal actividad, se
opusieron a sus pretensiones, se pronunciaron de distinta manera
sobre los hechos que les sirvieron de fundamento y propusieron la
excepción meritoria que denominaron “FALTA DE LEGITIMACIÓN
PARA OBRAR POR ACTIVA”, fincados en que la actora fue
desheredada por su padre, “como consta en la escritura pública No.
384 de fecha 26 de marzo de 1999, de la Notaría Primera de
A.S.R. EXP. 2005-00027-01
9
Cúcuta, registrada el 30 de marzo siguiente, que contiene el
testamento
del
doctor
LINDARTE
RODRÍGUEZ
y
el
desheredamiento de la demandante junto con la sentencia que
reconoció una causa legal” para ello (fls. 346 a 371, cd. 1).
5.
Por
separado,
los
accionados
formularon
excepciones previas (fls. 9 a 17, cd. 3). En un mismo escrito, la
parte actora se pronunció sobre tales defensas y reformó el libelo
introductorio (fls. 19 a 23, cd. 3); el juzgado del conocimiento,
mediante auto del 9 de marzo de 2009, desestimó aquellas, admitió
la indicada reforma y corrió de ella traslado al extremo demandado
(fls. 24 a 26, cd. 3), que guardó silencio.
6.
Encontrándose el proceso en la fase probatoria,
comparecieron, motu proprio, los señores Sonia de Jesús, Gloria
Amparo, Ana Consuelo, Ángel Eduardo y César Armando Lara
Lindarte, así como Luz Yamile Lara Lindarte de Segura, quienes,
por intermedio del mismo apoderado que representó a la actora,
solicitaron que se les reconociera “la calidad de coadyuvantes de la
demandante señora CONSUELO LINDARTE DE LARA” (fls. 571 a
576, cd. 1).
No obstante que dicha petición fue negada tanto en
primera (auto del 29 de enero de 2008, fls. 577 y 578, cd. 1), como
en segunda instancia (auto del 29 de mayo del mismo año, fls. 29 a
35, cd. 6), en razón de la prosperidad de una acción de tutela
promovida por los citados intervinientes, el Tribunal Superior de
Cúcuta, en auto del 13 de agosto de 2008, optó por revocar el
primero de los señalados pronunciamientos para, en su defecto,
A.S.R. EXP. 2005-00027-01
10
acceder a la petición de los señores Lara Lindarte (fls. 50 a 56, cd.
6).
7.
Mediante providencia que data del 11 de
noviembre de 2008 (fl. 666, cd. 1), el Juzgado Tercero Civil del
Circuito de Cúcuta asumió el conocimiento del proceso, en
cumplimiento de la orden comunicada en el oficio OJ-01500 del 29
de octubre del mismo año, librado por el Jefe de la Oficina Judicial,
Dirección Seccional de Administración Judicial de Cúcuta, que
aparece a folio 664 del cuaderno principal.
8.
Dicha autoridad, una vez agotado el trámite de la
primera instancia, le puso fin con sentencia del 21 de enero de
2010, en la que denegó las pretensiones elevadas en el escrito que
marcó el inicio de la controversia e impuso el pago de las costas del
proceso a la parte demandante (fls. 692 a 728, cd. 1), providencia
que el Tribunal Superior del Distrito Judicial de Cúcuta, en la suya
del 2 de septiembre del mismo año, confirmó, al desatar la
apelación que interpusieron la actora y sus coadyuvantes (fls. 33 a
65, cd. 11).
LA SENTENCIA DEL TRIBUNAL
1.
Luego de aseverar que en el litigio estaban
cumplidos los presupuestos procesales y de descartar que
existieran motivos que pudieran ocasionar la invalidación de lo
actuado, el ad quem disertó, en abstracto, sobre los alcances del
recurso de apelación; la capacidad de las personas, como regla
A.S.R. EXP. 2005-00027-01
11
general, y su incapacidad, como excepción; y la nulidad tanto
absoluta como relativa de los actos y contratos.
2.
Seguidamente, previa alusión a la vigencia de
la ley en el tiempo, advirtió que la FUNDACIÓN EL NIÑO
HUERFANITO fue constituida el 15 de julio de 1999 y que, por lo
tanto, resultaba inaplicable en el sub lite la Ley 1306 de 2009, que
empezó a regir el 5 de junio de dicho año.
3.
Estimó que el “punto de partida” para toda “la
valoración” que le correspondía efectuar, era establecer si el
señor HUGO ARMANDO LINDARTE RODRÍGUEZ, para la época
en la que se celebró el acto o contrato de constitución de la
FUNDACIÓN EL NIÑO HUERFANITO, era un incapaz absoluto
por demencia y, al respecto, señaló:
3.1.
“(…) las actuaciones en la vida civil de las
personas legalmente capaces que no han sido declaradas en
interdicción judicial por insanidad de juicio, están amparadas por
la referida presunción de la capacidad y, en tal virtud, son válidas,
mientras no se declare judicialmente lo contrario”, para lo que es
“necesaria la plena prueba de que la persona que los celebró
padecía entonces de una grave anomalía psíquica”.
3.2.
Dicha demostración puede lograrse con “la
prueba pericial”, empero ella no es el único medio que sirve a ese
propósito, aserto que sustentó con la reproducción parcial de un
fallo de esta Corporación.
A.S.R. EXP. 2005-00027-01
12
3.3.
No puede aceptarse la calificación de “palmar
error de hecho”, que la parte demandante hizo respecto de la
“apreciación en conjunto” de las pruebas que efectuó el a quo,
“porque lo cierto es que, salvo contadas excepciones, y este no es
uno de esos casos excepcionales, en Colombia y según el
principio de la apreciación racional de la prueba implantado en
nuestro universo procesal civil por claro mandato del artículo 187
del Código de Procedimiento Civil, es deber del juez, y no mera
facultad suya, valorar en conjunto los elementos de prueba para
poder fundamentar en todos ellos, una decisión final”.
3.4.
Obra en el plenario el “concepto científico” que
en relación con la historia clínica del señor HUGO ARMANDO
LINDARTE RODRÍGUEZ elaboraron los doctores Jorge Luis
Chinome Mesa y Martín Ayala, aportado por la demandante, en el
que se concluyó lo siguiente: “Por todo lo anterior la probabilidad
de que [el citado paciente] en los años 1997 empezara a
presentar cambios en su esfera mental es alta, dichos cambios
inicialmente son sutiles y se pueden confundir con síntomas de
depresión, en estos casos de igual manera el paciente pudiese
ser declarado interdicto, por lo cual es necesario ser acuciosos en
el diagnóstico, la evolución clínica así lo hace precaver, que
indefectiblemente curs[ó] hacia una demencia por VIH/SIDA (o
encefalopatía por VIH o complejo demencial VIH/SIDA)”.
3.5.
Del mismo modo, figura en el expediente el
dictamen del Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias
Forenses, Seccional Norte de Santander, rendido por el doctor
Jaime Manuel Mercado Cabarcas, psiquiatra forense 1012-B,
A.S.R. EXP. 2005-00027-01
13
quien expuso que, “ante la fuerza del concepto de los
especialistas tratantes, de la revisión que (…) hice de la historia
clínica y del estudio del expediente, CONCLUYO QUE EL SEÑOR
DR. HUGO ARMANDO LINDARTE (FALLECIDO) comprendía
plenamente la naturaleza de sus conductas y podía determinar su
voluntad según esa comprensión”.
3.6.
Adicionalmente, milita en la actuación otra
experticia del mismo Instituto, pero de la Regional Bogotá,
suscrita por el doctor Javier Augusto Rojas Gómez, médico
especialista en psiquiatría, quien señaló que “no hay ningún
elemento fiable y objetivo que permita demostrar que el hoy
occiso no disfrutaba del uso de sus funciones mentales superiores
para la época cercana a su fallecimiento y durante el curso de la
enfermedad”.
3.7.
“Para robustecer con demostración de certeza
sobre la conclusión de los dictámenes periciales en relación con la
plena capacidad mental del doctor HUGO ARMANDO LINDARTE
RODRÍGUEZ para la época en la que celebró con el doctor
MARIO
VÁSQUEZ
RODRÍGUEZ
la
constitución
de
la
FUNDACIÓN ‘EL NIÑO HUERFANITO’, fueron oídos en
declaración
juramentada
los
doctores
FABIO
ANTONIO
PEÑARANDA ORTEGA, ALFONSO RAMÍREZ NAVARRO, ex
magistrados del Honorable Tribunal Superior de Cúcuta, y los
testimonios de MARTHA BUENAHORA DE MARTÍNEZ, MARÍA
NIEVES SÁNCHEZ LABRADOR, Dr. ÁNGEL SAMUEL SIERRA,
Doctora ESTELA MENDOZA, ADIP NUMA HERNÁNDEZ, ANA
AGUSTINA RODRÍGUEZ DURÁN, Dra. BEATRIZ BALNDO (sic)
A.S.R. EXP. 2005-00027-01
14
DE PEÑARANDA, LILIE LARA SUAREZ, MIGUEL REINALDO
ANGARITA GUERRERO, MARUJA PINO CELANO, ROSALÍA
GÉLVES
LEMUS,
CONTRERAS,
ANGARITA
GABRIEL
SAMUEL
GUERRERO
BURITICÁ,
JULIA
MARLENI
GALLEGO,
MIGUEL
[y]
EUDOCIA BECERRA
MARÍA
REINALDO
MEJÍA”.
3.8.
“En la misma dirección probatoria, aparecen los
declarantes doctores JOSÉ ANTONIO PÁEZ OLIVARES y FABIO
ANTONIO BERBESI ÁLVAREZ, quienes al testimoniar h[icieron]
constar su calidad de médicos tratantes del doctor ARMANDO
LINDARTE hasta el último momento de su vida, dejando expresa
y definitiva constancia de su plena y absoluta capacidad mental,
para la época de los sucesos materia del proceso y aún antes de
su muerte. Son estos unos verdaderos testimonios técnicos”, de
conformidad con los artículos 277, inciso final, y 228, numeral 2º,
del Código de Procedimiento Civil.
3.9.
Analizados en conjunto “todos esos diversos
elementos probatorios, la Sala llega al convencimiento que se
obtiene la certidumbre de que el doctor HUGO ARMANDO
LINDARTE RODRÍGUEZ al celebrar el contrato de constitución de
la entidad sin ánimo de lucro denominada FUNDACIÓN EL NIÑO
HUERFANITO no estaba en incapacidad mental, es decir,
demente (hoy persona con discapacidad mental), sino, por el
contrario, [era] plenamente capaz”.
4.
Pasó el Tribunal seguidamente a ocuparse de
la nulidad “por objeto ilícito”, aspecto en torno del que coligió que,
A.S.R. EXP. 2005-00027-01
15
“[d]emostrado como quedó que el señor HUGO ARMANDO
LINDARTE RODRÍGUEZ gozaba de su plenitud mental y por
ende era plenamente capaz al momento de celebrar el contrato de
constitución de la FUNDACIÓN ‘EL NIÑO HUERFANITO’, no
entiende la Sala cómo se pregona la ilicitud del objeto, porque en
ejercicio de la autonomía de la voluntad individual dispuso de sus
bienes, todo en virtud de uno de los atributos del derecho de
propiedad llamad[o] EL JUS ABUTENDI”.
Añadió que de la prueba testimonial se desprende que
él “no vivió en la pobreza como se quiere demostrar, al contrario,
su vida, así lo relata esa prueba con vehemencia, fue digna y con
los mejores cuidados”; que el objeto de la Fundación no es
“contrario a ninguna norma de conducta preestablecida”, aparece
en el acta contentiva de la constitución de la persona jurídica
“debidamente identificado, indicando las cosas sobre la que recae
[ese] acto jurídico, a la vez la forma de su cumplimiento y la
prestación de sus servicios”, no es “moralmente imposible, ni
prohibido por las leyes, ni contrario a las buenas costumbres ni al
orden público”; que fue “determinado y armonizado” con “los
intereses pretendidos por sus fundadores con respecto a los
demás de la comunidad favorecida”; y que no comprendió una
“universalidad jurídica”.
5.
En cuanto hace a las cláusulas de los estatutos
de la Fundación cuestionadas por la actora, observó:
5.1.
La
expresión
“legado”
utilizada
al
hacer
referencia a su patrimonio, fue un error de redacción que “no tiene
A.S.R. EXP. 2005-00027-01
16
(…) la trascendencia que el recurrente le pretende dar, porque su
contenido es perfectamente inteligible y con esa misma
inteligencia y significación se constituyó el patrimonio de la
Fundación, se ha dirigido y administrado, e igualmente así lo
entendió el propio recurrente y, en todo caso, ese error no implica
la falta o ausencia de solemnidades o requisitos, o falta de objeto,
objeto ilícito, falta de causa o causa ilícita, falta de consentimiento,
etc., del acto cuestionado, que implique consecuencialmente a la
luz del derecho, su nulidad”.
5.2.
La previsión de que uno de los miembros de la
Junta Administradora de la Fundación sería designado por el
Tribunal Superior de Cúcuta “jamás se dinamizó, porque no entró
a regir, simplemente fue un querer que se plasmó en el acto o
contrato de constitución pero el que, por el desarrollo mismo de la
institución, fue modificado como aparece en el registro de la
Cámara de Comercio inscrito al 2003-08-13. En suma, no existe
tampoco causal de nulidad alguna por este aspecto, que pueda
invalidar el acto jurídico cuestionado”.
5.3.
artículo
7º
de
En relación con el parágrafo segundo del
los
estatutos,
se advierte
que
“los
dos
constituyentes están muertos y en la Fundación se operó el
cambio de la Junta Administradora, siguiendo el procedimiento
señalado en la misma disposición reglamentaria, y esos cambios
y sustituciones directivas se fueron registrando legalmente en la
Cámara de Comercio, cumpliendo así también con el principio de
publicidad de los actos”.
A.S.R. EXP. 2005-00027-01
17
5.4.
“Por la muerte de los fundadores tampoco hay
que hablar del artículo 7 de los estatutos que regulaba la
posibilidad de que tomaran parte de la renta para [la] congrua
subsistencia de ellos; porque ya no tiene operancia, aun cuando,
a pesar de la muerte de sus fundadores, la institución debe
continuar,
pues, en ese sentido de permanencia fueron
redactados
los
estatutos
desde
su
creación,
por
sus
constituyentes”.
6.
En definitiva, el ad quem concluyó que “la
sentencia apelada debe confirmarse por estar ajustada a derecho,
ya que la conclusión de todo lo estudiado es que tanto la
pretensión principal como las subsidiarias deprecadas en la
demanda, están llamadas al fracaso y, por ende, no existe motivo
alguno para declarar la nulidad del contrato de creación de la
FUNDACIÓN ‘EL NIÑO HUERFANITO’, que fue, como se dijo, la
misma decisión del Juez de primera instancia”.
LA DEMANDA DE CASACIÓN
Tres cargos propuso el recurrente contra la sentencia
combatida. La Corte los estudiará en conjunto, como quiera que
unas mismas razones orientaran su despacho adverso, según se
ampliará más adelante.
CARGO PRIMERO
1.
Con fundamento en el motivo inicial consagrado
en el artículo 368 del Código de Procedimiento Civil, el censor
A.S.R. EXP. 2005-00027-01
18
denunció que el fallo de segunda instancia violó indirectamente,
por falta de aplicación, los artículos 6° de la Constitución Política,
1740, 1741, 1742, subrogado por el 2° de la Ley 50 de 1936, y
1746 del Código Civil, como quiera que el Tribunal no tuvo por
probado, estándolo, que “los estatutos de la persona jurídica
denominada FUNDACIÓN EL NIÑO HUERFANITO adolecen de
nulidad absoluta”; y supuso que ellos “fueron reformados” de tal
modo que se superó la causa de su invalidez.
2.
En concreto, el impugnante atribuyó al ad quem
el error de haber supuesto que los estatutos que rigen la citada
Fundación fueron reformados el 19 de agosto de 2003, puesto
que “revisados uno a uno los 2054 folios que compone[n] los 10
cuadernos del expediente, en ninguna parte de ellos aparece el
registro de la Cámara de Comercio del ‘2003-08-19’ al que se
refir[ió] la sentencia impugnada”.
3.
En desarrollo de la acusación, luego de
reproducir el artículo séptimo de los estatutos y las apreciaciones
del Tribunal con las que descartó que fuera nula la previsión allí
contenida, consistente en que uno de los miembros de la Junta
Administradora de la mencionada persona jurídica sería elegido
por la Sala Plena del Tribunal Superior de Cúcuta, el recurrente
expresó:
3.1.
Para la fecha de la presunta reforma, el señor
HUGO ARMANDO LINDARTE RODRÍGUEZ ya había fallecido.
A.S.R. EXP. 2005-00027-01
19
3.2.
Afirmar, como lo hizo el Tribunal, por una parte,
que esa estipulación “nunca operó y fue un simple querer, es a
todas luces pretermitir la prueba de la ilicitud”; y, por otra, aducir
que no se “dinamizó, es algo realmente inusitado”.
3.3.
Dicha previsión riñe abiertamente con el artículo
6º de la Constitución Política, toda vez que solamente “el
constituyente o [el] legislador pueden asignar funciones a la rama
jurisdiccional”.
3.4.
Por consiguiente, es “evidente que la persona
jurídica FUNDACIÓN EL NIÑO HUERFANITO no tiene el máximo
organismo que la administre” y que, ante el fallecimiento de sus
fundadores, “no puede funcionar”, por lo que es igualmente
ostensible “su ilicitud”.
4.
En definitiva, el recurrente solicitó casar la
sentencia impugnada y, “en sede de instancia, revocar la de
primer grado” para, en su lugar, “declarar prósperas las
PRETENSIONES Y CONDENAS CUARTAS SUBSIDIARIAS
planteadas en la demanda, y las consecuenciales de la nulidad
absoluta deprecada”.
CARGO SEGUNDO
1.
También con apoyo en la causal primera de
casación, se acusó el fallo de segunda instancia por ser
indirectamente violatorio de “los artículos 1740, 1741, 1742,
subrogado por el 2° de la Ley 50 de 1936, y 1746 del Código Civil,
A.S.R. EXP. 2005-00027-01
20
por falta de aplicación; y 1502, 1503 y 1504 de la misma obra,
reformados por el 2º de la Ley 1306 de 2009, por errada
interpretación, como consecuencia haber incurrido el Tribunal en
los siguientes yerros:
1.1.
Error de hecho consistente en no haber tenido
por probado, estándolo, “que el señor HUGO ARMANDO
LINDARTE RODRÍGUEZ, al tiempo de celebrar el negocio jurídico
de creación de la FUNDACIÓN EL NIÑO HUERFANITO, era
persona absolutamente incapaz, por estar afectado del síndrome
de demencia subcortical por VIH o SIDA”.
1.2.
“Error de derecho al convertir las opiniones
de unas personas en prueba testimonial para, con base en esas
opiniones, tener[las] como prueba de una supuesta capacidad del
difunto HUGO ARMANDO LINDARTE RODRÍGUEZ, al tiempo de
celebrar el negocio jurídico de creación de la FUNDACIÓN EL
NIÑO HUERFANITO. Esas opiniones fueron expresadas por:
FABIO ANTONIO PEÑARANDA ORTEGA, ALFONSO RAMÍREZ
NAVARRO, MARTHA BUENAHORA DE MARTÍNEZ, MARÍA
NIEVES SÁNCHEZ LABRADOR, ÁNGEL SAMUEL SIERRA,
ESTELA
MENDOZA,
ADIP
NUMA
HERNÁNDEZ,
ANA
AGUSTINA RODRÍGUEZ DURÁN, BEATRIZ BALNDO (sic) DE
PEÑARANDA, LISLIE LARA SUÁREZ, MIGUEL REINALDO
ANGARITA GUERRERO, MARUJA PINO CELANO, ROSALÍA
GÉLVES
LEMUS,
CONTRERAS,
GABRIEL
SAMUEL
BURITICÁ,
GALLEGO,
JULIA
MIGUEL
MARLENI
REINALDO
ANGRARITA GUERRERO, MARÍA EUDOCIA BECERRA MEJÍA,
JOSÉ ANTONIO PÁEZ OLIVARES[,] FABIO ANTONIO BERBESI
ÁLVAREZ, JOSÉ MANUEL MERCADO CABARCAS, JAVIER
A.S.R. EXP. 2005-00027-01
21
AUGUSTO ROJAS GÓMEZ y una constancia emitida por JOSÉ
ANTONIO ASSAF ELCURE”.
2.
Puntualizó el recurrente que “[p]ara arribar al
error de derecho, se violó el numeral 3º del artículo 228 del
Código de Procedimiento Civil, que exige que el testigo declare
única (…) y exclusivamente sobre los hechos que le constan y por
consiguiente
sus
opiniones
personales,
no
son
prueba
testimonial”.
3.
En sustento de la acusación, su gestor adujo:
3.1.
La aportación con la demanda del “dictamen
médico” que obra del folio 51 al 54 del cuaderno principal.
3.2.
La prueba pericial que solicitó y lo acontecido
en relación con ella, en torno de la que destacó, por una parte,
que en la experticia primigeniamente rendida por el Instituto
Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses, Regional Norte
de Santander, el “(…) médico legista, luego de admirar el rigor
científico del concepto médico rendido por los [d]octores JOSÉ
LUIS CHINOME y MARTÍN GERMAN AYALA GARCÍA, terminó
no dando otro concepto científico, sino expresando una opinión,
que dicho sea de paso, no tiene soporte científico alguno”; y, por
otra, que en el dictamen que como prueba de la objeción que se
formuló contra el anterior, rendido por el mismo Instituto, esta vez
a través de su Regional Bogotá, el médico encargado del mismo
se apartó de aquella conclusión y, adicionalmente, observó que
de todas maneras “no hay ningún elemento fiable y objetivo que
A.S.R. EXP. 2005-00027-01
22
permita demostrar que el hoy occiso no disfrutaba del uso de sus
funciones mentales superiores para la época cercana a su
fallecimiento”, concepto que ese mismo galeno luego aclaró.
Precisado lo anterior, el censor concluyó que “que los
médicos legistas no cumplieron con el objeto de la prueba y se
limitaron a expresar que se apartaban, de un modo genérico, del
concepto científico aportado al proceso, sin sustentar cuál p[odía]
ser el error científico o técnico y su ‘experticia’; se limita[ron] a
expresar sus opiniones sin sustento en literatura u otro tipo de
soporte científico concreto sino en su opinión, muy respetable,
pero no válida en el campo científico y jurídico”.
3.3.
En todos los testimonios invocados por el
Tribunal, incluidos los que rindieron “los médicos amigos del
difunto y algunos que lo vieron sin siquiera tratarlo”, los
deponentes se limitaron “a expresar que ellos en su opinión lo
veían normal”, manifestación que no permitía inferir la sanidad
mental del señor Lindarte Rodríguez.
3.4.
Las condiciones que presentaba el paciente,
conforme los datos contenidos en su historia clínica, considerada
su edad y las múltiples enfermedades que padecía, impedían
pensar que él se encontraba “totalmente en sus cabales”.
4.
Como corolario de lo que expuso, el recurrente
indicó que “[q]ueda demostrado el error de hecho en que incurrió
el tribunal al no valorar la prueba documental (historia clínica)
obrante en el proceso, la que basta una lectura para encontrar
que el estado de salud del difunto no era optimo, por el contrario,
A.S.R. EXP. 2005-00027-01
23
era muy, pero muy precario, también se puede encontrar en tales
documentos la prueba del suministro de medicamentos usados en
caso de enfermedades mentales. De igual forma queda
[acreditado] el error de derecho en que incurr[ió] el tribunal al
convertir la opinión de unas personas en prueba testimonial”.
5.
En tal orden de ideas, el impugnante solicitó
casar el fallo del ad quem y que, en sede de segunda instancia, la
Corte revoque la sentencia de primer grado para que, en su
defecto,
se
declaren
“prósperas
las
PRETENSIONES
Y
CONDENAS PRIMERAS SUBSIDIARIAS planteadas en la
demanda y las consecuenciales de la INCAPACIDAD ABSOLUTA
del difunto Hugo Armando Lindarte Rodríguez en relación con los
actos cuya nulidad [fue] deprecada en este proceso”.
CARGO TERCERO
Se trata de la misma acusación en precedencia
compendiada, empero con la modificación de que el error de
derecho en ella atribuido al Tribunal, aquí se planteó como de
hecho.
CONSIDERACIONES
1.
Sea lo primero advertir el alcance restringido del
recurso extraordinario que se desata, como quiera que con él, en
esencia, se busca infirmar la decisión desestimatoria que en las dos
A.S.R. EXP. 2005-00027-01
24
instancias se adoptó, pero solamente en relación con las
pretensiones “primeras subsidiarias” (cargos segundo y tercero) y
“cuartas subsidiarias” (cargo primero), en el caso de estas últimas
únicamente en cuanto concierne con la nulidad derivada de la
previsión del artículo 7º de los estatutos de la FUNDACIÓN EL
NIÑO HUERFANITO, referida a que uno de los miembros de su
Junta Administradora debía ser elegido por la Sala Plena del
Tribunal Superior de Cúcuta.
Las decisiones consistentes en negar las peticiones
principales, las demás solicitudes incorporadas en las “cuartas
subsidiarias” y las restantes con este carácter, no fueron
controvertidas en casación, razón por la que adquirieron firmeza y,
por lo mismo, no pueden ser revisadas, ni mucho menos alteradas
por la Corte.
La Sala, por consiguiente, circunscribirá su estudio, a
los dos aspectos específicos cuestionados por el censor.
2.
Tal delimitación de la impugnación permite
observar que es factor común de las aludidas pretensiones, que en
unas y otras lo perseguido por la actora estuvo enderezado a que
se declarara la nulidad absoluta del negocio jurídico por medio del
cual los señores HUGO ARMANDO LINDARTE RODRÍGUEZ y
MARIO
ALBERTO
VÁSQUEZ
RODRÍGUEZ
crearon
la
FUNDACIÓN EL NIÑO HUERFANITO.
En el caso de las pretensiones “primeras subsidiarias”,
como consecuencia de que el citado LINDARTE RODRÍGUEZ era
A.S.R. EXP. 2005-00027-01
25
un incapaz absoluto, debido a que, para la época en la que se
celebró dicho acto, era discapacitado mental; y en el de las “cuartas
subsidiarias”, en lo que tiene que ver con el recurso de casación
(cargo primero), porque la previsión del artículo 7º de los estatutos
de la FUNDACIÓN EL NIÑO HUERFANITO, según la cual la
elección de uno de los miembros de su Junta Administradora
debería ser realizada por el Tribunal Superior de Cúcuta en Sala
Plena, contradice abiertamente el artículo 6º de la Constitución
Política.
Correlativamente, es dable sostener que también en los
cargos auscultados se avizora ese mismo elemento común, toda
vez que con ellos se busca que las referidas súplicas se abran
paso, en el caso de las “cuartas subsidiarias” con la limitación
advertida, lo que sumado a las razones que pasan a elucidarse,
explican el hecho de que la Corte hubiere conjuntado las tres
acusaciones para resolverlas.
3.
Decantado está por la jurisprudencia y la
doctrina, que en atención al principio de que los negocios jurídicos
sólo producen efectos respecto de quienes los celebran, como se
desprende del artículo 1602 del Código Civil, ellos, por ende, son
quienes, por regla general, se encuentran facultados para
pretender su invalidación.
No obstante lo anterior, consciente el legislador de que
los actos y contratos, según particulares circunstancias, pueden
afectar indirectamente a terceras personas, las habilitó para que,
A.S.R. EXP. 2005-00027-01
26
excepcionalmente, busquen su anulación, en defensa de sus
legítimos derechos.
En tratándose de la nulidad absoluta, el artículo 1742
del Código Civil, subrogado por el 2º de la Ley 50 de 1936, prevé
que dicha sanción “puede y debe ser declarada por el juez, aun sin
petición de parte, cuando aparezca de manifiesto en el acto o
contrato”; que “puede alegarse por todo el que tenga interés en
ello”; y que “puede asimismo pedirse su declaración por el
Ministerio Público en el interés de la moral o la ley. (…)” (se
subraya).
Es claro, entonces, que la posibilidad de pedir que un
específico negocio jurídico sea declarado nulo, no está dada a
todas las personas sino que, por el contrario, la ley la reservó, en
principio, a quienes lo celebraron y, de manera excepcional, a los
terceros “que tengan interés en ello”.
4.
Empero, como pasa a analizarse, no es
cualquier “interés” el que debe existir en el tercero que pretenda
que se declare la nulidad absoluta de un acto o contrato en el que
no fue parte.
Delanteramente, siguiendo los derroteros trazados en la
norma precedentemente reproducida, debe excluirse como tal, el
interés que se concrete en la defensa de la moral o de la ley, pues
en estos supuestos el precepto, por una parte, radicó en el juez la
potestad de disponer la nulidad oficiosamente, siempre y cuando el
vicio que la produzca aparezca de manifiesto en el acto o contrato;
A.S.R. EXP. 2005-00027-01
27
y, por otra, otorgó la potestad de pedir su invalidación al ministerio
público. Por consiguiente, un tercero al contrato no puede reclamar
que se declare su nulidad absoluta pretextando que él contradice el
orden jurídico, la moral o las buenas costumbres.
Si como ya se dijo, la razón de ser de la posibilidad de
que un tercero pueda perseguir la invalidación de un negocio
jurídico que le es ajeno, radica en que pueda defender sus
particulares derechos o prerrogativas, cuando dicho negocio las
lesiona, surge ostensible, entonces, que el “interés” contemplado en
el artículo 1742 del Código Civil hace referencia a ese agravio y
que, por lo tanto, las únicas personas, distintas a quienes lo
realizaron, que tienen legitimidad para reclamar la nulidad absoluta
de un acto o contrato, son aquellas que, como consecuencia de su
celebración, sufren un perjuicio cierto.
Sobre el particular, ha explicado la Corte que “(…) ‘en
los casos en que la ley habla del interés jurídico para el ejercicio de
una acción, debe entenderse que ese interés venga a ser la
consecuencia de un perjuicio sufrido o que haya de sufrir la persona
que alega el interés’; es más, con ese perjuicio ‘...es preciso que se
hieran directa, real y determinadamente, los derechos del que se
diga lesionado, ya porque puedan quedar sus relaciones anuladas,
o porque sufran desmedro en su integridad’. Así se ha expresado
ésta Corporación, añadiendo que ‘el derecho de donde se derive el
interés jurídico debe existir, lo mismo que el perjuicio, al tiempo de
deducirse la acción, porque el derecho no puede reclamarse de
futuro...en las acciones de esa naturaleza tales principios sobre el
interés para obrar en juicio se concretan en el calificativo de
A.S.R. EXP. 2005-00027-01
28
legítimo o jurídico, para significar, en síntesis, que al intentar la
acción debe existir un estado de hecho contrario al derecho’ (G. J.
LXII P. 431)” (Cas. Civ., sentencia del 17 de noviembre de 1998,
expediente No. 5016; se subraya).
Vistas así las cosas, es pertinente añadir que el interés
por el que se indaga “no es distinto al presupuesto material del
interés para obrar que debe exhibir cualquier demandante,
entendiendo por este el beneficio o utilidad que se derivaría del
despacho favorable de la pretensión, el cual se traduce en el
motivo o causa privada que determina la necesidad de demandar,
que además de la relevancia jurídico sustancial, debe ser
concreto, o sea existir para el caso particular y con referencia
a una determinada relación sustancial; serio en tanto la
sentencia favorable confiera un beneficio económico o moral,
pero en el ámbito de la norma analizada restringido al
primero, y actual, porque el interés debe existir para el
momento de la demanda, descartándose por consiguiente las
meras expectativas o las eventualidades, tales como los derechos
futuros” (Cas. Civ., sentencia 031 del 2 de agosto de 1999,
expediente No. 4937; negrillas fuera del texto).
En suma, como en reciente fallo lo señaló la Sala, “[e]n
punto del referido ‘interés’, es del caso precisar que la
estructuración del mismo, para que legitime al tercero en la petición
de ‘nulidad absoluta’ de un pacto en el cual no intervino, a más de
económico, debe ser serio, concreto, actual y ostentar una
determinada relación sustancial de la que aquel haga parte, e
igualmente que en tal nexo tenga incidencia tanto el contrato
A.S.R. EXP. 2005-00027-01
29
cuestionado, como la sentencia que deba emitirse en el juicio de
invalidez” (Cas. Civ., sentencia de 31 de agosto de 2012,
expediente No. 11001-31-03-035-2006-00403-01; se subraya).
5.
En el presente asunto y, más exactamente en las
pretensiones nominadas como “primeras” y “cuartas” subsidiarias,
que son las relacionadas con los cargos auscultados, la señora
CONSUELO LINDARTE DE LARA, aduciendo su condición de hija
de HUGO ARMANDO LINDARTE RODRÍGUEZ, mas no de
heredera del mismo, como lo precisó su apoderado en el escrito
con el que descorrió el traslado de la excepción meritoria propuesta
por los demandados (fls. 373 a 376, cd. 1), reclamó la nulidad
absoluta del negocio jurídico que aquél y MARIO ALBERTO
VÁSQUEZ RODRÍGUEZ celebraron para dar surgimiento a la
FUNDACIÓN EL NIÑO HUERFANITO, debido, por una parte, a
que su progenitor, para entonces, era una incapaz absoluto, como
quiera que sufría de demencia subcortical por efecto del SIDA que
padecía; y, por otra, a que la previsión contenida en el artículo 7º de
los estatutos de la citada persona jurídica, consistente en que uno
de los miembros de su Junta Administradora debía ser elegido por
la Sala Plena del Tribunal Superior de Cúcuta, riñe abiertamente
con el artículo 6º de la Constitución Política, en tanto que solo la ley,
y no los particulares, pueden asignar funciones a las Corporaciones
que conforman la rama jurisdiccional y a sus miembros.
6.
El estudio de esas pretensiones requería, en
primer lugar, establecer si la citada actora tenía legitimación para su
formulación, habida cuenta de que ella no participó en el acto de
creación de la aludida persona jurídica.
A.S.R. EXP. 2005-00027-01
30
Con ese propósito el interrogante que debía absolverse,
era si la constitución de la FUNDACIÓN EL NIÑO HUERFANITO,
en la que intervino su padre como cofundador, le irrogó a la señora
Lindarte de Lara un perjuicio del que se derivara un interés
económico, concreto, serio y actual, en el sentido atrás explicado,
que la habilitara para reclamar la nulidad absoluta que en las
señaladas pretensiones reclamó.
Y concluye la Corte que la respuesta a tal cuestión era,
y es, negativa, como quiera que la conformación de la referida
Fundación, en sí misma considerada, y los términos que
consagraron sus creadores en los estatutos que la gobernarían, son
actos de los que no se derivó ningún perjuicio a los derechos de la
accionante, toda vez que esas actuaciones no significaron, per se,
ninguna merma del patrimonio del señor HUGO ARMANDO
LINDARTE RODRÍGUEZ que desembocara en su insolvencia, que
es, en esencia, el hecho alegado en la demanda, para justificar el
interés de la actora, y que ella quiere revertir con el ejercicio de la
acción.
Si al momento de la muerte del citado causante, su
situación económica hubiese sido precaria, como se insinuó en el
libelo introductorio, tal estado de cosas no tuvo por causa la
creación de la referida persona jurídica y, mucho menos, que en
sus estatutos se previera que uno de los miembros de su Junta
Administradora fuera elegido por el Tribunal Superior de Cúcuta,
sino que tal situación habría sido el resultado de actos por completo
independientes y distintos a los que se atacaron en este proceso.
A.S.R. EXP. 2005-00027-01
31
Ni siquiera considerado el hecho de que en el “ACTA
No. 1” del 15 de julio de 1999, contentiva de las manifestaciones de
voluntad expresadas por el señores LINDARTE RODRÍGUEZ y
VÁSQUEZ RODRÍGUEZ para dar vida a la tantas veces
mencionada persona jurídica (fls. 10 a 12, cd. 1), y en los estatutos
que aprobaron en esa misma oportunidad (fls. 13 a 22, ib.), ellos
insinuaron su intención, por una parte, de “contribuir con sus
patrimonios personales al bienestar de la clases más necesitadas
de la ciudad y aún de otros municipios del Departamento [de] Norte
de Santander, y [de] auxiliar las obras que tengan por fin propagar
la devoción a la Santísima Virgen María”; y, por otra, de donar parte
de sus bienes, en particular, los locales y/o las rentas del “Centro
Comercial Palmeras” y la casa en la que residía el primero, puede
inferirse un agravio a los derechos de la accionante, pues esas
manifestaciones no dieron lugar a la transferencia de algún bien,
sino que recogieron simplemente el propósito de los nombrados de
apoyar económicamente las actividades de la FUNDACIÓN EL
NIÑO
HUERFANITO,
lo
que
habría
de
materializarse
posteriormente a través de específicos actos de disposición, que
son por completo ajenos a este proceso.
Desde otra perspectiva, independientemente de que la
comentada estipulación consagrada en el artículo 7º de los
estatutos riña o no con la Constitución Política, ya quedó dicho que
cuando la petición de nulidad de un acto o contrato tiene por causa
la defensa de la moral o de la ley, la legitimación para hacer tal
reclamación está radicada exclusivamente en cabeza del ministerio
público, independientemente de los poderes oficiosos del juez, y
que, por consiguiente, no pueden los particulares enarbolar ese
A.S.R. EXP. 2005-00027-01
32
motivo para solicitar la invalidación de un negocio jurídico en el que
no fueron parte.
7.
El análisis precedente permite concluir que los
tres cargos que se examinan son intrascendentes, pues así
resultara cierto que el Tribunal incurrió en los yerros que en ellos se
denunciaron y que, por ende, hay mérito para casar su fallo, es
incontestable que la Corte, al dictar el fallo de reemplazo, estaría
compelida a desestimar las pretensiones “primeras” y “cuartas”
subsidiarias, ante la detectada falta de legitimación de la
demandante para reclamar la nulidad absoluta a que se contrajeron
esas súplicas, por carecer de interés para deprecarla.
8.
Ninguna
alteración
sufre
la
precedente
conclusión de la Sala, por el hecho de que al proceso hayan
concurrido como coadyuvantes de la demandante los señores Luz
Yamile Lara Lindarte de Segura, Sonia de Jesús, Gloria Amparo,
Ana Consuelo, Ángel Eduardo y César Armando Lara Lindarte, en
su condición de herederos reconocidos del señor HUGO
ARMANDO LINDARTE RODRÍGUEZ, pues en relación con ellos y
por las mismas razones atrás consignadas, es igualmente
predicable la falta de interés para pretender la declaración de
nulidad absoluta aquí examinada, más cuando su intervención la
dirigieron a que se acogieran “las pretensiones de la demanda con
base en los supuestos de hecho, derecho y el material probatorio
allegado legalmente” y la justificaron en que, pese a que la
sentencia que se dicte en este asunto “no extiende sus efectos
jurídicos” a ellos, sí “pueden afectarse” con tal pronunciamiento.
A.S.R. EXP. 2005-00027-01
33
Al respecto, pertinente es memorar que en relación con
el interés de los herederos para reclamar la nulidad absoluta de un
negocio jurídico celebrado por su causante, la Corte ha expuesto lo
siguiente:
“Necesario es precisar, sin embargo, que personas hay que
sin ser propiamente las celebrantes del negocio, no pueden
ser consideradas como absolutamente extrañas al mismo, y
por eso los efectos de aquel, sobrevenidas ciertas
circunstancias, se radicarán en ellas. Trátase del fenómeno
de la causahabiencia, a cuyo estudio se contrae la Corte,
habida cuenta que no es tampoco este el lugar para caer en
la ingenua y presuntuosa idea de abrazar uno a uno todos
los eventos de los terceros. Así que se colma la necesidad
de hoy memorando no más terceros que los causahabientes.
Y no bien se mencionan éstos, y a punto salta la frase
sentenciosa de que quien contrata no sólo lo hace para sí
sino también para sus sucesores universales. Porque es
verdad irrecusable que quien a este título obra, es el
continuador del patrimonio del causante, se identifica con él,
le recibe todos los elementos patrimoniales transmisibles, y
en consecuencia se torna, incluso sin saberlo, en acreedor o
deudor de las relaciones patrimoniales de aquél, salvo
apenas algunas excepciones.
“Vistas desde este ángulo las cosas, entonces, los
herederos a ese título no son literalmente terceros, desde
luego que sobrevenida la muerte del autor del contrato,
inmediatamente ocupan allí su lugar. Entran a derechas en
el contrato.
“Con todo, cabe una distinción. Recuérdese que el anterior
colofón ha partido de una premisa ineluctable cual es la de
que se trate de cosas que el heredero ha recibido del
causante, o sea de las que pueden ser objeto de transmisión
por causa de muerte. Para decirlo en breve, de cosas que
vienen en el patrimonio dejado por el causante. Porque hay
derechos que surgen de la condición misma de heredero y
que, por ende, el causante no ha podido transmitirle. Tal el
derecho que él tiene a ciertas asignaciones forzosas. Si un
contrato celebrado por su causante -por caso el de
donación- hiere su derecho, velando por su interés propio
A.S.R. EXP. 2005-00027-01
34
estará tentado a hostigar la eficacia y el alcance de
convención semejante. En tal caso no habla en el puesto del
causante; habla para sí propio. Sucederá de este modo
cuando por ejemplo el testamento, cuyo autor obviamente es
el causante, maltrate su derecho. Dirá que esa
manifestación de voluntad pasó de largo ante ciertos límites,
y que por lo tanto se la considere ineficaz en cuanto a lo
suyo. Y así podrían citarse otras eventualidades. Lo
importante es resaltar que en ocurrencias semejantes el
heredero se coloca no en el contrato sino por fuera del
mismo, porque juzga que enturbia sus derechos, perspectiva
desde la cual es perfectamente válido afirmar que entonces
fungirá de tercero” (Cas. Civ., sentencia de 30 de enero de
2006, expediente No. 1995-29402-02; se subraya).
Es colofón de lo anterior, que no obstante la condición
de herederos del causante HUGO ARMANDO LINDARTE
RODRÍGUEZ de los citados coadyuvantes, ellos son terceros en
relación con los actos cuya nulidad absoluta se demandó en las
pretensiones a las que la Corte circunscribió su examen y que, al
igual que su progenitora, la primigenia actora, están desprovistos
del interés exigido por la ley para elevar tales súplicas, como
quiera que esos actos no les irrogaron ningún perjuicio a sus
derechos, por la razones atrás dilucidadas.
9.
En definitiva, se colige el fracaso de las tres
acusaciones auscultadas.
DECISIÓN
En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de Justicia,
en Sala de Casación Civil, administrando justicia en nombre de la
A.S.R. EXP. 2005-00027-01
35
República y por autoridad de la ley, NO CASA la sentencia
proferida el 2 de septiembre de 2010 por el Tribunal Superior del
Distrito Judicial de Cúcuta, Sala Civil – Familia, en el proceso
ordinario plenamente identificado al inicio de este proveído.
Costas en casación a cargo de los recurrentes. Como
agencias en derecho se fija la suma de $3.000.000.oo, como quiera
que la demanda con la que se sustentó el recurso extraordinario no
fue replicada por la parte demandada. La Secretaría de la Sala
elabore la correspondiente liquidación.
Cópiese, notifíquese, cúmplase y, en oportunidad,
devuélvase el expediente al Tribunal de origen.
MARGARITA CABELLO BLANCO
RUTH MARINA DÍAZ RUEDA
FERNANDO GIRALDO GUTIÉRREZ
ARIEL SALAZAR RAMÍREZ
A.S.R. EXP. 2005-00027-01
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ARTURO SOLARTE RODRÍGUEZ
JESÚS VALL DE RUTÉN RUIZ
A.S.R. EXP. 2005-00027-01
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