Tiempo de soldado - Juventud Rebelde

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NACIONAL
MARTES
01 DE AGOSTO DE 2006
juventud rebelde
Tiempo de soldado
Los jóvenes a quienes ya les otorgaron sus carreras universitarias sienten que el año
de preparación y servicio militar, más que un impedimento, constituye una etapa útil
y enriquecedora. Lo comprobó este diario al dialogar con un grupo de ellos durante la etapa
de la «previa», en la Gran Unidad de Tanques Rescate de Sanguily, Orden Antonio Maceo
La preparación física constituye un elemento fundamental para el joven soldado.
por JULIETA GARCÍA RÍOS
[email protected]
fotos FRANKLIN REYES
EN una cancha de balonmano los
jóvenes improvisan un partido de fútbol. Llevan el torso desnudo, pantalones verdeolivo y botas de campaña. Muy cerca de ellos descansan
sus camisas y gorras. Y aunque dejadas con prisa, por el ansia del juego,
una aprecia que no habrá oportunidad para la confusión.
Desde hace unas semanas la
Gran Unidad de Tanques Rescate de
Sanguily acoge a estos camagüeyanos que están próximos a concluir la
etapa de preparación básica del soldado. Transcurridas las cinco semanas, muchos podrán mostrar cierto
tono muscular, ese que se acentuará durante los 14 meses de su Servicio Militar Activo. Una vez concluido este período iniciarán sus estudios universitarios. Algunos lo alternarán con sus responsabilidades como maestros, enfermeros, instructores de arte...
Las primeras campanadas del
día, a las 5:45 a.m., anuncian que
no hay tiempo para remolonear. Los
muchachos prácticamente se «tiran
de la cama» e inician la gimnasia
matutina, ejercicio al que se llegan
a adaptar y hasta agradecen. Así lo
asegura el recluta Yamir Arévalo Muñoz, futuro Profesor General Integral: «La Gimnasia... nos ánima, marca el ritmo del día. Hasta he pensado en seguir haciéndola cuando
concluya el Servicio».
A unos metros del área deportiva
los jóvenes, además de practicar defensa personal, fortalecen su cuerpo
en las barras fijas o paralelas, en el
amplio Polígono de Infantería, espacio
de 90 metros de largo por 40 de ancho, donde los recién llegados se familiarizarán con las voces de mando,
pasos y marchas que acompañarán
sus días en el Servicio Militar Activo.
El capitán Juan Manuel Mora, jefe
de Preparación Física e Infantería, califica esta última materia de vital porque ella garantiza el orden reglamentario de la unidad, la disciplina y el
hábito militar.
Cuenta que a los recién llegados
les cuesta adaptarse a las voces de
mando y que el mayor problema que
presentan es la coordinación de las
piernas y brazos, así como la orientación. Particular énfasis ponen en lograr la postura correcta, el equilibrio
del cuerpo... Dificultades que con la
práctica van quedando atrás, hasta
alcanzar la cohesión y disciplina de
las tropas.
RESPETO Y CLASES DE EXCELENCIA
«¡Lo que te espera es tremendo
“látigo”! ¡Prepárate para pasar trabajo en el “verde”!», decían al recluta
Yainiel Calderón Soto los muchachos
del barrio. Y el joven imaginaba como
un infierno los 14 meses que antecedían su entrada a la Licenciatura
en Cultura Física y Deporte.
«Es cierto que esta es una etapa
rigurosa que exige sacrificios, pero
aquí hemos recibido un trato respetuoso y clases de calidad, de 45 minutos de duración», manifiesta.
«Imaginaba que todo el tiempo
estaríamos bajo el sol y marchando.
Pero me sorprendió ver que hasta
aquí también han llegado las teleclases. Hace poco dimos una sobre el
armamento enemigo y el impacto de
sus bombas químicas, que me resultó muy interesante».
El mayor Héctor Andrés García
Lastre, jefe del concentrado de la
preparación básica a los nuevos soldados, expresa que para iniciar a los
jóvenes en la vida militar se seleccionaron los oficiales y sargentos
instructores con mejor dominio de
las materias básicas, preparación y
conocimientos pedagógicos y psicológicos.
Especifica que se manda con energía, rigor, fuerza, pero también con
respeto y comprensión hacia ese joven que se adentra en un mundo desconocido: el militar.
Cuando Yunieski Valdés Ricardo
llegó a la Gran Unidad de Tanques
Rescate de Sanguily se sintió atraído por esa institución, que tanto le
recordó la Escuela de Instructores
de Arte Nicolás Guillén, donde apenas un mes atrás concluyera sus estudios.
La limpieza, el orden, y la disciplina reinante en la Unidad despertaron su simpatía, y ahora se siente
feliz y, pese al rigor, está orgulloso de
recibir la preparación necesaria para
defender su Patria si la situación lo
exigiese.
«Desde niño, además de la música, siempre me gustó la carrera militar», dice. En cuanto a su realización
profesional comenta que al terminar
la «previa», en su tiempo libre, montará algunas obras teatrales o números musicales para amenizar las actividades recreativas. Y confiesa que
para atenuar la nostalgia por la lejanía del hogar, de la novia... a veces
canta y según el ánimo evoca a Silvio, a Pablo...
El recluta Alaín Conde Almeida, trabajador social, ha participado en varias misiones, entre ellas el cambio
de bombillos incandescentes por ahorradores y la entrega de equipos electrodomésticos. Aunque su labor exige sacrificio los comentarios prejuiciados que en la calle abundan sobre el Servicio Militar le hicieron pensar que él no podría pasarlo.
Ahora está convencido de que
esta será una etapa importante que
le posibilitará incorporar a su vida el
orden, la disciplina, la planificación
del tiempo...
DE PRIMEROS AUXILIOS Y ALGO MÁS
El recluta Kleider Zamora Camacho aún no ha comenzado sus estudios en Ciencias Médicas y ya sabe
qué hacer en tiempos de catástrofes
o guerras, cómo aplicar un torniquete, o asistir y controlar una hemorragia. También se ha relacionado con
el fascinante mundo de las plantas
medicinales.
Tales herramientas las ha adquirido en estas primeras semanas de la
«previa».
Este muchacho, que se confiesa
remolón, ha tenido que ponerse las
pilas para estar a tono con el estricto
cumplimiento del horario. Pero agradece la «inyección», porque sabe que
los médicos deben actuar rápido.
Otra de las cosas que destaca
es la insistencia de los militares en
la buena presencia. «Exigen nuestro
Durante la clase de infantería militar la elegancia es una meta.
aseo personal, que tengamos las
ropas y uñas limpias, el rostro rasurado, nuestras pertenencias en orden. Algo que sin duda se hará un
hábito en nosotros».
La luz del día atraviesa los cristales del salón donde abundan las
plantas de helecho, las mesas de juego de ajedrez, dominó, parchís, dama, tenis de mesa. A un extremo de
la edificación se aprecia una exposición de artesanía y en el otro se
agrupan algunos instrumentos musicales. Con solo abrir una de las puertas del local estamos dentro de la
sala de televisión y video, una de las
mayores atracciones en las noches
de recreación.
Y para no desvincularse de las
materias de ciencias básicas y humanidades del bachillerato, al concluir
esta etapa de iniciación militar los
muchachos, cada sábado, recibirán
la docencia con profesores de alta
calificación y experiencia. La propuesta se convirtió en acuerdo durante el
VIII Congreso de la Unión de Jóvenes
Comunistas: asegurar, junto a la preparación combativa, la nivelación de
los conocimientos de los jóvenes
que continúan sus estudios al culminar el Servicio Militar.
Los juegos de mesa y la proyección de películas suelen ocupar el tiempo de ocio.
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MARTES
NACIONAL
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Arley tiene un problema muy «gordo»
El hombre más obeso de Cuba pide que no lo miren como
un bicho raro y le concedan más oportunidades para
demostrar sus dotes artísticas. Con sus 605 libras goza
de buena salud y tiene cuatro sueños por cumplir...
por NORGES MARTÍNEZ MONTERO
[email protected]
AUNQUE lo veas muchas veces es inevitable
asombrarte de su corpulenta figura. Con sus
605 libras está considerado el hombre más
gordo de Cuba, y por segunda ocasión en los
últimos años regresa a las páginas de este
diario.
El 15 de marzo de 2003 Juventud Rebelde publicó un diálogo con Arley. En esa
fecha, el entrevistado confesó que le era
muy difícil bajar de peso, ya que los médicos
no han podido descubrir la causa de su gran
obesidad. Cuando tenía 15 años estuvo ingresado casi 15 meses y no le detectaron
nada anormal.
Añadió que aunque comía poco diariamente,
no conseguía bajar de peso, algo que lo desestimulaba mucho.
Pero lo que más claro dejó Arley en aquella
conversación fue su deseo de convertirse en
un cantante reconocido, algo con lo que aún
sueña todos los días sin conseguirlo; no por
falta de talento —considera—, sino de oportunidades para demostrar su potencial artístico.
Este hecho le duele mucho más que la mofa de algunos insensibles, el inevitable cuchicheo que genera su físico, o la imposibilidad de
llevar una vida normal.
A casi tres años y medio de aquella publicación, tocamos nuevamente a su puerta, en
el capitalino municipio de Regla, para satisfacer inquietudes de varios lectores.
En esta ocasión el entrevistado comenzó
recordando que después de publicado el primer escrito, algunas personas le manifestaron
sus intenciones de ayudarlo, pero que casi todo quedó en eso.
«Se acercaron ofreciéndome su ayuda y diciéndome que podía contar con ellos para lo
que fuera, pero todo quedó ahí. Cuando comenzamos a tocar puertas no encontramos casi ninguna abierta. La gente no aparecía, estaban reunidos, quedaban en llamar y no lo ha
cían. Casi todos se echaron para atrás».
—¿Solo has sufrido decepciones en estos
tres últimos años?
—He tenido muchas desilusiones. Estoy casi igual que cuando nos vimos por vez primera.
Sigo pesando más de 600 libras y estoy pasando el mismo trabajo para conseguirlo todo.
—¿En todo este tiempo no has tratado de
bajar de peso por tu cuenta, o acudir a especialistas para lograrlo?
—Mi problema principal no es bajar de
peso. Parece que con los años me he acostumbrado a cargar con este gran cuerpo y realmente eso ya no me quita el sueño. Además,
a pesar de mi gordura, no me duelen ni los
callos. Continúo comiendo poco como siempre, aunque no consigo bajar... así es que debo
seguir adelante.
«Al médico no he acudido porque en estos
tres años no me siento nada y tampoco quiero
estar ingresado. Ya pasé por eso cuando era
más joven. Ahora no puedo perder ni un minuto en la vida. Yo soy quien principalmente mantiene esta casa, donde vivo con mis padres,
dos personas excelentes, pero jubiladas».
—¿Si no es bajar de peso, cuál es tu mayor
preocupación?
—Mi gran problema es lograr que la gente
deje de mirarme como un bicho raro y me traten como a cualquier persona normal, principalmente quienes tienen la posibilidad de darme un espacio para mostrar mis posibilidades
en el canto.
«Mi apariencia ha provocado que en varias
ocasiones se me nieguen algunos contratos
de trabajo».
—¿Recuerdas alguna institución o perso-
na que te haya cerrado las puertas últimamente?
—Decepciones he tenido varias, y no vale la
pena mencionarlas, pero qué diferente hubiera
sido todo para mí si muchos directivos artísticos me vieran igual que a otro cantante. Jamás
he sido autosuficiente, pero según grandes vocalistas cubanos tengo lo necesario para triunfar en esta profesión.
—Toda persona tiene sueños en la vida,
¿cuáles son los tuyos?
—Tengo cuatro sueños por cumplir: el primero, cantar algún día donde esté el Comandante en Jefe; otro es interpretar al menos una
canción con los Van Van; realizar una gira por
el país para regalarle mi arte a toda Cuba; y el
último, que una disquera me grabara un disco.
Soy autor de más de 50 canciones, pero necesito hacerles los arreglos musicales y eso me
sale muy caro.
«He tenido el privilegio de vocalizar con
grandes agrupaciones y cantantes cubanos,
como la vez que Lazarito Valdés, el director de
Bamboleo, me invitó a cantar con su orquesta,
o cuando lo he hecho junto a José Valladares
y otros muchos famosos intérpretes nacionales».
—¿Sigues interpretando boleros solamente?
—¡No, qué va! En eso sí he ganado en estos años. Ahora tengo montados varios números de salsa, rancheras y de otros géneros.
Tengo hasta una llanera venezolana que espero cantársela un día a los estudiantes de
ese país que se encuentran en Cuba, para ver
si les gusta.
—¿Cómo te la sigues arreglando para resolver ropa y zapatos?
—Igual que siempre. Continúo pasando el
mismo o más trabajo para conseguirlos. Las
camisas y los pantalones me los hace una
señora que vive al frente de la casa, después
que le entrego la tela. A veces, por el precio,
me resulta imposible adquirir toda la que me
hace falta.
«Conseguir calzado sí es un problemón mayor. Imagínate que yo uso casi el número 50, y
zapatos así no aparecen en ningún lugar. A
veces alguien me trae algún par, pero me lo
quieren vender carísimo, porque saben que estoy obligado a comprarlo».
—Otras personas con un peso similar
apenas se mueven de la cama. ¿Qué te impulsa a hacer ese gran esfuerzo por salir adelante?
—Yo hago lo que el resto de las personas.
He estado hasta más de tres horas de pie cantándole al público, como una vez en el Festival
Acuático de Punta Alegre, en la provincia de
Ciego de Ávila.
«Me esfuerzo mucho porque nunca me gustó ser una carga para nadie y quiero que mis
viejos vivan al menos con lo imprescindible el
resto de sus vidas».
Baile en casa
del trompo
por LISVÁN LESCAILLE DURAND
GUANTÁNAMO.— Antes que la fábula, el estudiante de primer año de Enfermería, Naldo Hodelín, supo la moraleja: «Fiesta allá fuera, ajetreo aquí
adentro», escuchó decir a una experimentada enfermera.
Y no tardó en comprobarlo cuando el «baile» empezó dentro del Policlínico Centro, de esta ciudad, con la
llegada de un hombre herido, víctima
de la escasa cultura de un grupo de
bebedores, quienes no supieron elegir el último trago para marcharse a
casa.
Cuenta Naldo que el paciente perdía mucha sangre por dos heridas,
en la región toráxica y el antebrazo,
lo que significaba que debía enfrentarse a uno de los momentos más
complejos en su corta experiencia.
«Junto con la enfermera y el médico, procedimos a canalizar venas y a
tapar con apósitos. A mí me tocó luego limpiar esas heridas y continuar
los primeros auxilios… todo se hizo
bien, con destreza, y sobre todo con
mucha seguridad y profesionalismo.
«Aquí estoy… aprendiendo mucho. A los policlínicos de nuevo tipo
llegan pacientes con diferentes patologías», confesó a JR el estudiante
de Enfermería, rescatado por la sociedad después de un tiempo sin estudiar ni trabajar, y quien empieza a
tejer historias de acercamiento a la
gente como integrante de las Brigadas Estudiantiles de Trabajo (BET).
«Esta es mi primera experiencia en
las BET, como miembro de la FEU y en
este oficio. Sin duda se adquieren
habilidades muy valiosas para el futuro profesional», argumenta el joven
de 21 años.
ESTAMOS A LA ORDEN
El cuerpo les pide vacaciones. La
calle los llama. La playa los invita. La
TV los seduce… Pero todas esas
atracciones conectan entre sí y crean
una extensión de sus vidas, que du-
rante 15 días resulta diferente, instructiva, inolvidable y beneficiosa para la comunidad.
Los números hablan: unos 29 822
pacientes fueron atendidos hasta el
sábado último por 1 130 estudiantes de tecnologías de la salud —840
del municipio de Guantánamo-, desde que se inició el 10 de julio la primera etapa de las BET.
Laboratorios clínicos, terapias físicas en las salas de rehabilitación y
policlínicos, exámenes con rayos X,
entre otras labores de 20 perfiles
ocupacionales, ocupan las jornadas
de estos jóvenes.
Arnoldo Arias y Rodolfo Poll, al
frente de un puesto de mando compuesto por diez jovenes, registran
cada dato proveniente de 13 centros
asistenciales del territorio, y dicen
más:
«En zonas de riesgo epidemiológico, como el barrio de San Justo, los
muchachos controlan focos y vectores; los estudiantes de Electromedi-
Naldo adquiere conocimientos, destreza y seguridad en su profesión.
Foto: Jorge Luis Merencio Cautín
cina censan equipos y revisan las
condiciones para instalar los nuevos
y más de 250 se convierten, temporalmente, en trabajadores sociales»,
enumeran.
«Contamos con 68 estudiantes
que realizan visitas a embarazadas
en comunidades y hogares maternos.
Ellos atienden tareas del Programa
Materno-Infantil, captan nuevos casos
de embarazos, realizan pesquisajes
médicos, asisten a pacientes en
cuerpos de guardia, esterilizan materiales...», tercia Poll.
Y esta será la tónica durante todo
el verano. Se espera que alrededor
de 29 117 estudiantes de la FEEM y
la FEU participen en las BET guantanameras, sin renunciar tampoco a
los goces del verano.
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