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LA ALEGRÍA DE LEER
1ª PARTE
VACACIONES DE VERANO……y un buen libro.
Por Valerie Bendt
Usado con permiso
Cuando era más joven, pocas cosas eran más maravillosas que las vacaciones de verano y un buen libro.
De hecho, aún no hay mucho que pueda superar esa combinación.
Cada verano desde que nací, mi familia ha ido a una chalet que tienen mis abuelos en la playa de
Florida. En 1929, mi abuelo y su hermano compraron dos lotes frente al océano en la playa de Santa
Teresa y desde entonces hasta hoy, las dos casas que construyeron lado a lado, han sido el refugio de
verano para mi familia y numerosas tías, tíos, sobrinos, sobrinas, primos y sus amigos.
La casa en sí misma nunca ha sido mucho más que una enorme construcción de ventanas con tela de
alambre, pisos de madera y paredes que separan las recámaras, cocina y un baño, además de una amplia
terraza frontal llena de mecedoras y hamacas. Es una delicia para los niños, porque no importa cuánta
arena tengas en tus pies, o que tengas hecho un desorden tu equipo de pescar y carnadas o cuántos
perros y gatos traigas adentro, solo le das una barrida a la casa y queda lo suficientemente limpia.
Hasta hace poco, no había teléfono, ni televisión, y desde luego, tampoco Internet ni videojuegos. Así
que cuando ibas a Santa Teresa, ibas a descansar, a gozar de la playa y a visitar a la familia.
Casi cada verano de mi vida, he ido a Santa Teresa en junio. Primero con mis padres, luego con mis
propios hijos.
A lo largo de mi niñez, después de terminada la escuela, empacábamos nuestro viejo trailer con ropa,
juguetes, equipo de pesca, salvavidas, y cualquier otra cosa que necesitáramos en la playa; y mis padres,
dos hermanas, yo con varios animales, nos dirigíamos hasta el horno de Florida por tres semanas de sol,
océano y visitas familiares. Durante esas semanas de relajados días soleados, mis mejores amigos eran
mi perro Penny, mi prima Betsy Lowery, mi amiga de la playa Elizabeth Henderson, nuestro pequeño
velero, y libros.
Mi abuelo estaba suscrito al programa de Readers’Digest Condensed Books (Libros condensados del
Reader’s Digest - Selecciones) así que siempre había un estante lleno de libros condensados de las
novelas más recientes, además de todo un lote de otros libros que se habían acumulado de visitantes
anteriores al chalet. También había muchos libros que mi madre y sus hermanas y hermanos habían
leído cuando eran niños – todos los libros de Louisa May Alcott, algunos de los cuales ya no se
imprimen en la actualidad; muchos libros de Henty y Holling C. Holling y L. Frank Baum. Todos ellos
eran de pasta dura y primeras ediciones. Si tuviera todos esos libros ahora, probablemente haría una
fortuna vendiéndolos en E-Bay.
Era un virtual festín de libros. Un verano leí todos los libros de Louisa May Alcott, otro leí las novelas
de misterio de Daphne DuMaurier, y en otro leí todos los libros de Mary Stewart acerca del Rey Arturo.
Una vez aún me las arreglé para terminar Gone With the Wind (Lo que el viento se llevó) (“La tierra,
Katie Scarlet... Es lo único por lo que vale la pena morir.”) Ah, literalmente maravilloso.
Cuando mi hija me acompañó, ella se volvió parte de la tradición del chalet en la playa, y siendo ella
una ávida lectora, tomó la antorcha y pasaba los días lluviosos con su nariz metida en un buen libro.
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Pero cuando los chicos crecieron, fue una historia diferente. Ellos estaban mucho más interesados en
descubrir cómo hacer estallar cohetes bajo el muelle o cómo pescar pastinacas que en pasar su tiempo en
la playa leyendo.
Ahí fue cuando las lecturas en voz alta se convirtieron en una parte vital de nuestro tiempo en familia.
Comenzábamos leyendo un buen libro en voz alta cuando íbamos en el auto (o escuchando el audio),
entonces continuábamos leyéndolo juntos una vez que llegábamos a la playa. No mucho después ellos
comenzaron a bajar libros del viejo estante o a traer los suyos para leer.
Ahora mismo estoy en Santa Teresa y por supuesto tengo una pila de libros al lado de mi cama que
estoy leyendo. Así que, en honor al verano y los buenos libros, pensé en escribir un poco acerca de la
importancia de crear en nuestros niños el amor a la lectura.
El valor de la lectura de verano
Este es un extracto de mi publicación de Mayo del 2003 en la revista Classroom Connect
(Comunicación en el salón de clase):
“Los educadores consideran la lectura de verano muy importante para desarrollar hábitos permanentes
de lectura, para mantener las habilidades literarias y para promover la lectura por placer. Los estudios
han mostrado repetidamente que los niños que continúan leyendo durante los meses de verano, tienen un
mejor desempeño al reanudar la escuela en el otoño.
Las investigaciones han mostrado que el factor más importante para evitar el decrecimiento en la
habilidad de la lectura, a lo que los educadores se refieren como “pérdida de aprendizaje del verano”,
son los “programas de lectura de verano....”
¿Qué es tan grandioso acerca de leer un montón de libros?
C.S. Lewis dijo una vez, “Leemos para saber que no estamos solos.” Lo que significa para mí, es que a
través de los libros, más que a través de ningún otro medio, puedo tener conversaciones con las mentes
de otra gente – saber cómo piensan, en qué creen, qué valoran. Y lo más importante, puedo descubrir
más acerca de mí misma. Hay algo que identifica y afirma el darse cuenta de que otras personas han
tenido los mismos pensamientos, tuvieron las mismas luchas, sintieron los mismos anhelos.
La lectura también provee una ventana al mundo. Robert Louis Stevenson escribió, “No hay fragata
como un libro,” expresando que los libros pueden llevarte a tiempos y lugares donde tú jamás podrías ir
en la vida real. Puedo leer Perelandra y estar en Venus o Ben Hur y estar en el imperio romano en
tiempos de Cristo, o Cold Sassy Tree y sentir cómo fue vivir en un pequeño pueblo de Georgia durante
las primeras décadas de 1900.
Desde una perspectiva educacional, el ser un buen lector te coloca entre un pequeño porcentaje de gente
que tiene una perspectiva más amplia de la vida – los movimientos y las sacudidas del mundo. ¿Por qué?
Porque los lectores tienen un lenguaje y habilidades de aprendizaje superiores. También conocen de la
vida fuera de su pequeña porción de ella. Ellos pueden ver tanto el “cuadro completo” como los detalles
y guardan un sentido de la perspectiva porque han leído lo suficiente como para expandir sus mentes
más allá de los parámetros de sus propias vidas.
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¿Qué es lo que queremos comunicar acerca de la lectura?
Hay cuatro principales conceptos que deseamos comunicar a nuestros hijos acerca de la lectura: (1) Las
palabras escritas tienen valor, porque ellas son una herramienta vital para la comunicación; (2) Las
palabras escritas pueden ser disfrutadas personalmente; (3) Las palabras escritas incrementan la
comprensión y el poder sobre el mundo; y (4) La lectura es algo que la mayoría de la gente puede
fácilmente aprender a hacer. Comunicamos estos conceptos:
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Teniendo un ambiente enriquecedor de impresos. Esto simplemente significa que nuestra casa
está llena de cosas buenas para leer.
Leyendo en voz alta a nuestros hijos desde una edad temprana, señalando palabras simples,
recorriendo con el dedo bajo las líneas impresas de izquierda a derecha, y animando al niño con
la idea de que pronto él podrá leer esos libros por sí mismo.
Dejando que el niño te vea leer. Los niños toman a sus padres como la guía de lo que vale la
pena. Si los padres no leen de vez en cuando, los niños asumen que leer no es una actividad
valiosa. Los chicos necesitan ver a sus padres leyendo.
Dejando que el niño te vea concederle valor a los libros Esto no solo significa que tengas tu
propia biblioteca de “tesoros” personales, sino también significa que el niño te vea disfrutar de
la lectura y acudir a los libros por respuestas a preguntas que tengas.
Si los libros se convierten en una parte importante del mundo de tus hijos, éstos deben representar algo
importante para ti. Es difícil convencer a un niño que nunca ve a sus padres con un libro, que la lectura
es una actividad placentera, y la auto-educación es un pasatiempo que vale la pena.
Muchos padres lamentan que sus hijas se conviertan en ávidas lectoras, pero que sus hijos estén
totalmente desinteresados. Nuestra pregunta a esos padres es: ¿Alguna vez ven tus hijos a su padre
leyendo? Los muchachos que solo ven a su mamá leer, comienzan a asociar la lectura con actividades
femeninas.
Los padres a quienes hemos hecho esta pregunta nos dan toda clase de excusas para no leer – ellos no
tienen tiempo, son lectores lentos, no pueden encontrar el tiempo que desean para leer, no les gusta leer,
y cosas así. Si tú eres un padre que no disfruta de la lectura personal, considera el leer en voz alta a tus
hijos los libros que a ellos les gusten. De esta manera ellos pueden verte interactuar con libros, aún si tu
mismo no lees mucho.
La importancia de leer en voz alta a tus niños.
Te asombrarías al descubrir que el simple acto de leer en voz alta a tus niños, es altamente satisfactorio,
porque refuerza las relaciones, provee de oportunidades únicas para compartir, y te permite tener acceso
a sus vidas en maneras que pocas otras actividades logran.
La lectura en voz alta no debe cancelarse cuando los niños puedan leer. Podemos leer en voz alta todos
juntos durante los años escolares de nuestros hijos, y yo aún leo en voz alta durante los largos recorridos
en automóvil. Aún leo en voz alta con amigos. Tratamos de guardar los libros que queremos discutir y
los leemos juntos en voz alta, haciendo pausas cada vez que el libro activa una idea sobre la que alguien
quiere comentar.
Aún tengo amigos adultos que se reúnen una vez a la semana y leen una obra. Los cambios alrededor de
los papeles, hace que pasen un buen tiempo junto.
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Haciendo de la lectura en voz alta algo memorable
Estas son algunas sugerencias para leer en voz alta, extraídas de nuestra experiencia y del Read Aloud
Handbook (Manuel de lectura en voz alta)
1. Comienza a leerles a los niños tan pronto como sea posible. Los estudios han demostrado que leerles
a los niños aún en el vientre materno, aumenta sus habilidades para el reconocimiento del lenguaje.
2. Trata de establecer una rutina de la hora, que los niños puedan anticipar, y donde la lectura pueda ser
pausada y sin interrupciones.
3. Recuerda, el arte de escuchar debe ser cultivado. Espera cortos períodos de atención al principio. Si
notas poco interés, lee selecciones más cortas o busca libros con historias o capítulos cortos. Sin
embargo, si es obvio que nadie está interesado en los libros que has elegido, no te apresures a dejarlo de
lado y elegir otro.
4. Comienza con libros ilustrados y sigue con historias y novelas. Recompensa los pasajes difíciles.
Varía la longitud, dificultad y el tema a tratar.
5. Encuentra un punto de suspenso en el cual detenerte.
6. Asegúrate de que todos estén cómodos.
7. Deja tiempo para discusión e interrupciones significativas, pero no conviertas las discusiones en
concursos, interpretaciones impuestas a los oyentes sobre el significado de los libros, o insistas en usar
un libro como oportunidad de enseñanza. Resiste el impulso de “educar” mientras lees en voz alta.
8. Utiliza mucha expresión, varía el tono de tu voz para apegarte al diálogo.
9. Lee lo suficientemente lento para que los oyentes construyan escenas mentales de lo que han
escuchado. Lee despacio en los libros ilustrados y permite que los niños examinen plenamente las
ilustraciones.
10. Añade una tercera dimensión al libro siempre que sea posible, como servir arándanos cuando leas
“Arándanos para Sal.”
11. Con los chicos, deja que el padre haga la lectura tanto cuando le sea posible.
12. Provee crayolas, papel, etc. para los niños activos que encuentren difícil el solo sentarse y escuchar.
13. Fíjate en el nivel emocional del niño y elige libros que no lo violen. Lo que significa es, no leas
historias de terror a un niño temeroso, historias tristes de animales a un niño que tiene un corazón
sensible hacia los animales, etc. Tú quieres que tu hora de lectura en voz alta sea algo que los niños
esperen con entusiasmo, no algo que les perturbe.
Los beneficios de un ambiente enriquecedor de impresos
Ha sido probado que los niños que crecen en hogares donde pueden tener acceso a muchos buenos libros
para que lean cuando ellos quieran, tienen una natural y superior habilidad para el lenguaje y las artes.
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Por estas razones, decimos LEE, LEE, LEE; ESCRIBE, ESCRIBE, ESCRIBE; y HABLA, HABLA,
HABLA. Un niño que escucha su idioma propiamente usado y consistentemente en casa lee literatura
bien escrita, automáticamente adoptará una correcta gramática, el uso de palabras, de mayúsculas,
puntuación y ortografía y también desarrollará un extenso vocabulario.
Si eso no fuera suficiente para convencerte de que leer es una de las más importantes actividades que tu
niño puede hacer, Cradles of Eminence (Cunas de eminencia) estudió los factores comunes en la niñez
de 400 hombres y mujeres eminentes y concluyeron; “Una forma práctica para predecir el éxito futuro
es saber el número de libros que hay en una casa”. Con esto en mente, querrás de manera lenta pero
segura, organizar tu propia biblioteca con tus libros favoritos.
Sin embargo, puede ser más fácil y barato simplemente sacar libros de la biblioteca. A los niños les
encanta leer y leer y releer sus favoritos, y ellos gozan el tener copias de libros que se han convertido en
sus amigos especiales. Además, si tienes una familia numerosa, los libros se convierten en una inversión
para ser pasada de unos niños a los que les sigan, y quizá aún a los nietos.
¿Qué determina si un libro es bueno para los niños?
Hay tres preguntas que puedes hacer para determinar si un libro es bueno para los niños:
1. ¿Ha resistido la prueba del tiempo?
2. ¿Está bien escrito? ¿“Habla” el escritor a los niños, usando jerga, lenguaje moderno o una historia
trillada, o narra él/ella bien la historia? C.S. Lewis dijo: “Cualquier libro digno de ser leído a los 10
años, debe ser digno de leerse a los 50”.
3. ¿Toca el corazón de una manera positiva? ¿Refuerza deseos nobles, o crea anhelos que no pueden ser
satisfechos de buena manera?
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