“¿QUÉ SIGNIFICA VIVIR EN AMERICA LATINA LA REGION MAS DESIGUAL DE TODAS?. EL CASO DE LA SALUD PUBLICA” BERNARDO KLIKSBERG I. EL CONTEXTO LATINOAMERICANO Y LA SALUD: UNA RELACIÓN COMPLEJA En el nuevo escenario mundial están emergiendo cambios fundamentales en la visión de cómo saber si las sociedades realmente progresan, y como medir el desarrollo. Tienen que ver con las profundas frustraciones experimentadas en las últimas décadas en muchas sociedades, entre ellas varias de las latinoamericanas, que medidas por los criterios usuales de tasas de crecimiento anual, producto bruto per cápita, reducidos niveles de inflación, parecían tener todos los signos del progreso, y donde sin embargo, había profundos procesos de deterioro en las bases de su economía y grupos crecientes de la población estaban siendo excluidos. América Latina aparece en el pensamiento emergente como ejemplo claro de una región donde como afirma el Premio Nóbel de Economía Stiglitz (2002) los modos convencionales de enfocar el desarrollo y medirlo han sido desmentidos por la realidad. Reflexiona basándose en su caso: ”Yo argumentaría que debemos reexaminar, rehacer, y ampliar los conocimientos acerca de la economía de desarrollo que se toman como verdad mientras planificamos la próxima serie de reformas”. La nueva visión que comienza a tener fuerza creciente amplia totalmente los dimensiones que deberían tenerse en cuenta para saber si una sociedad progresa, e incluye junto a indicadores económicos usuales, aspectos que tienen que ver con el desarrollo social, el desarrollo medio ambiental, el acceso a la cultura, las libertades, y la construcción de ciudadanía. Sabemos si hay progreso si en definitiva crecen lo que Amartya Sen ha llamado “los grados de libertad” las opciones efectivas para que cada ser humano pueda desenvolver su potencial. Esa visión revaloriza plenamente el papel de la salud pública. El modo en que una sociedad trata a sus integrantes en este campo esencial, es un “indicador de choque”, crucial, de la medida en que realmente avanza. La salud es una meta prioritaria en si mismo, y al mismo tiempo el pilar estratégico para que exista una libertad real. Como señala Amartya Sen en esta obra (Sen, ¿Por qué la equidad en salud?) “las libertades y posibilidades que somos capaces de ejercer dependen de nuestros logros en salud”. Al mismo tiempo el nuevo pensamiento sobre el desarrollo esta dando otra significación a la convencional al peso de los recursos humanos de una sociedad en alcanzar metas de productividad, progreso tecnológico, competitividad y crecimiento. Las diferencias centrales de desempeño nacional en el escenario económico mundial presente se basan en la “calidad de la población”de un país. Las dos expresiones fundamentales de esa calidad son los niveles de educación y de salud. La segunda fuertemente influida por la primera, es a la vez la base fundante de la primera. La acumulación de capital en las dimensiones de educación y salud, se ha mostrado como palanca clave del desarrollo en las economías más exitosas de las últimas décadas, como las Nórdicas, y algunas del Sudeste Asiático. El informe de la comisión de notables presidida por Jeffrey Sachs “Macroeconomía y salud” (OMS, 2002) enseña que todos los países exitosos han hecho previamente grandes inversiones en mejoramiento de su salud publica. Las mejoras en salud, han sido en ellos un prerrequisito del desarrollo, y no una mera consecuencia del mismo. La salud aparece crecientemente como un cartabón esencial para saber si realmente hay progreso, y al mismo tiempo como un medio decisivo para obtenerlo. Ellos son avances de gran trascendencia. Sin embargo, al mismo tiempo crece la visión de que alcanzar las metas deseables en salud, es un desafío de la más alta complejidad porque ellas están fuertemente ligadas a un conjunto amplio de factores que tienen que ver con el funcionamiento global de las sociedades. Las características de los entornos, en dimensiones como pobreza, desigualdades, cobertura y calidad de la infraestructura, situación de las familias, desarrollo de las comunidades, medio ambiente, y otras, son decisivas. Particularmente, ha demostrado ser de extrema complejidad el crucial tema de la inequidad en salud. La experiencia latinoamericana indica que pueden lograrse mejoras importantes en los indicadores promedio, y al mismo tiempo estar ahondándose las distancias al interior de los países con fuertes efectos sobre amplios sectores. Es imprescindible como lo plantea Mirta Roses (2003) alejarse de la tiranía de los promedios. Como sugiere puede ser preferible en cuanto a esperanza de vida y otros parámetros nacer en un país de menor ingreso per cápita, pero mejor equidad, que en otro de mayor per cápita pero mayores brechas de ingresos. Como indican diversos trabajos de investigación el coeficiente Gini puede ser muy útil para entender las reales problemáticas de salud de una población. Así Erick Messias (2003) estima revisando las diferencias entre los diversos estados del Brasil, uno de los países con mayores niveles de desigualdad en este campo, que cada aumento de 0.01 en el Gini, significa una caída de la esperanza de vida de 0.6 años. Ello obliga a plantearse una pregunta absolutamente estratégica. ¿Qué implica para la salud pública y sus perspectivas en Latinoamericana, estar inmersa en la región del mundo considerada unánimemente como la más desigual de todas?. Complementándola: ¿qué significa en términos de salud pública estar en un contexto donde todas las fuentes coinciden en señalar que los niveles de inequidad, no mejoran y por el contrario en diferentes países han tendido a acentuarse?. ¿Cuáles pueden ser las implicancias de todo ello para el diseño de políticas, y estrategias para alcanzar las metas del milenio en salud?. Este tema crucial puede tener una doble lectura. Las inequidades en salud aparecen fuertemente influidas por las tan profundas desigualdades de las sociedades latinoamericanas. Por otro lado, al mismo tiempo en todo planteo para enfrentar y superar estas desigualdades, el diseño de las estrategias realmente efectivas tendrá que centrarse en alcanzar logros en salud. Como indica Sen en un capítulo anterior de esta obra (Sen. ¿Por qué la equidad en salud?) “Ninguna concepción de la justicia social que acepte la necesidad de una distribución equitativa y de una formación eficiente de las posibilidades humanas puede ignorar el papel de la salud en la vida humana, y en las oportunidades de las personas para alcanzar una vida sana sin enfermedades y sufrimientos evitables ni mortalidad prematura”. En la democratización de los determinantes de la salud pública se halla una de las principales vías para encarar los inaceptables, y regresivos umbrales de desigualdad de la región. Están en curso en América Latina cambios de envergadura en cuanto a la percepción de los caminos para el desarrollo y los contenidos del mismo, que abren un nuevo entorno a las luchas por la salud pública. Hay un crecimiento democrático de gran significación. Las sociedades civiles participan cada vez mas activamente, y exigen pasar de una democracia pasiva a una democracia activa. Crecen las presiones publicas por un Estado mas transparente, descentralizado, abierto. Comienza a haber una movilización en ascenso del capital social de la sociedad. Hay una nueva expectativa sobre el rol mismo de las políticas públicas. Las visiones marginadoras de las mismas, perdieron credibilidad por sus pobres resultados, y se espera una nueva rearticulación entre políticas públicas activas, fuerzas productivas, y sociedad civil. Estos desarrollos tienen como uno de los puntos básico de su agenda el más absoluto rechazo de los actuales niveles de desigualdad. Organizaciones como el Banco Mundial señalan en un informe (2004) sobre el tema que: “el alto nivel de desigualdad es rechazado en forma generalizada en casi todos los países, entre el 80 y el 90% de los ciudadanos considera que las tasas de inequidad imperantes son injustas o muy injustas”. Se están gestando nuevas configuraciones de fuerzas en los espacios democráticos de América Latina con una clara visión renovadora del modelo de desarrollo y una vigorosa actitud anti-inequidad. Ellas están empujando programas de cambio de gran envergadura. El mismo Banco Mundial advierte este proceso señalando (2004) que “hay un cambio en marcha en especial a nivel subnacional, conforme al cual las nuevas alianzas entre la elite progresista, los funcionarios públicos, la clase media y los pobres actualmente están impulsando la creación de instituciones más inclusivas y eficientes”. Este es un contexto cargado de cambios de magnitud, en donde aparecen grandes riesgos y desafíos para la salud pública. Este trabajo tiene por finalidad aportar a la búsqueda de políticas renovadoras en el decisivo campo de la salud, que debería ser una prioridad ética para la región. Para ello se propone cubrir varios momentos de análisis sucesivos. En primer lugar presentar un cuadro de tendencias recientes en materia de desigualdad en la región, y de los significados que esa desigualdad tiene para el desarrollo. En segundo lugar revisar brevemente algunos indicadores sobre las inequidades en salud, y señalar la influencia sobre ellos de algunas de las tendencias observables en materia de desigualdad en general. En tercer término presentar las nuevas visiones que las sociedades están teniendo sobre las políticas públicas, y las potencialidades del capital social, dos actores centrales para el futuro de la región. Por último, sugerir algunas consideraciones estratégicas que pueden ser de utilidad para el debate sobre nuevos cursos de acción en políticas de salud pública. II. TENDENCIAS EN DESIGUALDAD La Brecha De Ingresos Un informe conjunto del CEPAL, IPEA del Brasil, y el PNUD (2004) sobre el estado de la región en relación a las metas del milenio destaca que en todos los países de América Latina sin excepción los coeficientes Gini (que miden la desigualdad en la distribución de los ingresos) superan los promedios internacionales y de la OCDE. El Banco Mundial (2004) en su informe sobre desigualdad plantea que: ”América Latina sufre de una enorme desigualdad....Se trata además de un fenómeno invasor que caracteriza a cada aspecto de la vida como el acceso, a la educación, la salud y los servicios públicos; el acceso a la tierra y a otros activos; el financiamiento de los mercados de crédito y laborales formales y la participación e influencia política”. Las cifras comparadas no dejan lugar a dudas sobre la certeza de estas afirmaciones. Véase el cuadro siguiente que compara los coeficientes Gini y las brechas de ingresos entre países de América Latina, Estados Unidos, los países nórdicos, Canadá, España e Italia: Cuadro 1. Indicadores de desigualdad para algunos de los países de América Latina, y países desarrollados América Latina y El Caribe Brasil (2003) Guatemala (2002) Colombia (2003) Chile (2000) México (2002) Argentina (2003) República Dominicana (2003) Costa Rica (2001) Uruguay (2003) Panamá (2002) Venezuela RB (2000) Perú (2002) Ecuador (1998) Paraguay (2002) Nicaragua (2001) Bolivia (2002) Honduras (2003) El Salvador (2002) Jamaica (2000) Trinidad y Tobago (1992) Otros países Estados Unidos (2000) Italia (2000) Noruega (2000) Suecia (2000) Canadá (2000) Finlandia (2000) Dinamarca (1997) España (2000) Coeficiente de Gini 10% más rico respecto al 10% más pobre 58,0 55,1 58,6 57,1 49,5 52,8 51,7 49,9 44,9 56,4 44,1 54,6 43,7 57,8 43,1 60,1 53,8 52,4 37,9 40,3 57,8 48,2 63,8 40,6 24,6 34,5 30,0 30,0 17,9 54,7 20,4 40,5 44,9 73,4 15,5 168,1 34,2 57,5 11,4 14,4 40,8 36,0 25,8 25,0 32,6 26,9 24,7 34,7 15,9 11,6 6,1 6,2 9,4 5,6 8,1 10,3 Fuente: Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. Informe sobre Desarrollo Humano 2006. Como se advierte las brechas latinoamericanas son muy superiores a las de Estados Unidos e Italia. Hay una concentración aguda de los ingresos. En Brasil el 10% más rico tiene el 46% de los ingresos, mientras que en Italia solo alcanza al 27%. A su vez el 20% más pobre mas que duplica en Italia la participación en los ingresos que tiene en Brasil. Como consecuencia, mientras que en Brasil la distancia entre el 10% más pobre y el 10% más rico es de 57,8 veces, en Italia es de 11,6 veces. Es aún considerablemente menor en otros países como España donde es 10.3 veces, Corea 8 veces, y en Noruega (6.1), Suecia (6.2), y Finlandia (5.6). Los Gini latinoamericanos que miden la distribución de los ingresos resultan los peores del mundo en términos internacionales y por otra parte muestran desde los 70 una tendencia creciente al deterioro. Así lo registra el siguiente cuadro: Cuadro 2. Coeficientes Gini de la distribución de ingreso per capita por hogar: promedio simple por década por región Región Niveles América Latina y el Caribe Asia OCDE Europa del Este Cambios América Latina y el Caribe Asia OCDE Europa del Este Diferencias en puntos Gini: LAC vs. Asia OCDE Europa del Este 1970s 48.4 40.2 32.3 28.3 8.3 16.1 20.2 1980s 1990s Promedio General 50.8 52.2 40.4 41.2 32.5 34.2 29.3 32.8 70s-80s 70s-90s 70s-90s 2.4 1.3 0.2 0.8 0.2 1.7 1.0 3.5 10.4 18.3 21.6 10.9 18.0 19.4 50.5 40.6 33.0 30.1 3.7 1.1 1.9 4.5 9.9 17.5 20.4 Fuente: Cálculos basados en WIDER 2000, Smeeding y Grodner 2000, Székely, y aproximaciones para América Latina. Banco Mundial. Desigualdad en América Latina y el Caribe. ¿Ruptura con la historia?. Washington DC. En la década de los 90 el Gini de América Latina superaba en 19 puntos al de Europa Oriental, en 18 al de los países desarrollados de la OCDE y en mas de 10 al de Asia. El cuadro podría ser analizado bajo otra perspectiva si la tendencia fuera positiva. Pero el análisis en el tiempo muestra que ha tendido a empeorar. El Gini latinoamericano creció entre la década del 70 y la del 90. Por otra parte, su distancia con los Gini de Asia y la OECD es superior en la década de los 90 a la que existía en la década de los 70. El Gini latinoamericano era superior incluso en los 90 a los de una de las regiones más pobres del planeta el Africa Subhsahariana que era de 0.47. Las Desigualdades Múltiples La dimensión más difundida de la desigualdad latinoamericana es la que se da en la distribución de los ingresos, pero no es la única, ni la mas grave. La desigualdad se halla presente en todas las dimensiones centrales de la vida cotidiana de la región. Otra de sus expresiones es la extrema concentración de un activo productivo fundamental como la tierra, que excluye del acceso a la misma a vastos sectores de la población rural. Los Gini comparados de distribución de la tierra son los siguientes según los cálculos de Deninger y Olinto (2002), y del PNUD (1993): Cuadro 3. Coeficientes Gini de distribución de la propiedad de la tierra Región América Latina Medio Oriente y África del Norte Norteamérica África Sub-Sahara Europa Occidental Asia del Sur y del Este D&O (i) 0.81 0.67 0.64 0.61 0.57 0.56 UNDP (ii) 0.74 0.56 0.51 0.52 Nota: Columna (i) muestra los promedios del periodo 1950-1994; Columna (ii) muestra los valores alrededor del 1981. Fuentes: Deininger and Olinto (2002) and UNDP (1993). Mencionados por Banco Mundial. Desigualdad en América Latina y el Caribe. Op. Cit. Puede observarse que la concentración es aun mucho peor que en los ingresos. El Gini de tierra de América Latina, es asimismo mucho peor que el de todas las regiones del mundo. Una dimensión clave de las desigualdades es el campo de la educación. Ha habido progresos significativos en la región en áreas como alfabetización, y matriculación en escuela primaria. La gran mayoría de los niños ingresan a la escuela, pero son muy altas las tasas de deserción y repetición. Ello genera bajos índices de escolaridad como puede apreciarse a continuación: Cuadro 4. Escolaridad en América Latina. País Argentina (2001) Bolivia (1998) Brasil (2001) Chile (2000) Colombia (2000) Costa Rica (2000) República Dominicana (2002) Ecuador (1998/9) El Salvador (2000) Guatemala (1998/9) Haití (2000) Honduras (2001) México (1999) Nicaragua (2001) Panamá (2000) Paraguay (2000) Perú (2000) Uruguay (2000) Venezuela (2000) Promedio de años de escolaridad 10,33 7,63 8,38 10,27 7,19 7,90 7,47 8,12 6,56 4,58 3,93 5,95 7,78 5,57 9,52 7,26 8,76 9,41 8,29 Fuente: Banco Mundial. World Development Report, 2006. El índice de escolaridad promedio de la región se calculaba en el 2000 en 5.9 años. Era inferior a diversas otras regiones del globo como puede verificarse a continuación: Cuadro 5. Años de escolaridad en diversas regiones Porcentaje de la población mayor a 25 años, por nivel de educación y promedio de años de escolaridad Medio Oriente y Norte de Africa Africa subsahariana Latino América y el Caribe Este Asiático y el Pacífico Sur de Asia Países Desarrollados Promedio 6.3 3.4 5.9 7.3 3.0 9.5 6.1 Fuente: Banco Mundial (2004). Op. Cit. Versión actualizada de Barro y Lee 2000. Al interior de esta baja escolaridad, hay una aguda estratificación social. Los desertores y los repetidores son masivamente los niños de los sectores más desfavorecidos. Tras su bajo rendimiento se hallan causas muy concretas, como la existencia de 18 millones de niños menores de 14 años que trabajan, la desnutrición, y la proveniencia de familias desarticuladas por el impacto de la pobreza. En países como Bolivia, Ecuador, y Perú trabaja el 20% de los niños de 10 a 14 años. La distribución de la escolaridad por quintales de ingresos en la región es la siguiente: Cuadro 6. Años de educación de adultos entre 25 y 65 años de edad, por ingreso quintil equivalente, edad, y género País Argentina Año 1 2 3 4 5 Promedio 1992 1996 2001 7.5 7.3 7.3 8.0 8.1 8.3 8.7 9.0 9.2 9.8 10.0 10.6 12.2 12.8 13.4 9.5 9.8 10.1 1992 1996 6.3 6.5 7.3 7.6 8.2 8.1 9.3 9.7 11.5 12.4 8.7 9.1 1992 1999 2.8 2.8 4.7 4.9 6.3 6.6 7.6 8.9 10.7 11.4 6.7 7.3 1990 1995 2001 1.9 2.3 3.0 2.9 3.4 4.2 4.1 4.5 5.3 5.5 6.1 6.9 8.9 9.7 10.4 5.1 5.6 6.4 1990 1996 2000 6.6 6.7 7.4 7.2 7.7 8.3 7.9 8.8 9.2 9.2 10.0 10.6 11.8 12.3 13.2 8.8 9.3 10.0 1992 1996 6.8 6.3 7.1 7.2 7.9 7.8 9.4 9.1 12.4 12.2 9.0 8.8 1996 1999 3.7 4.4 4.8 5.2 5.8 6.1 6.9 7.3 10.1 10.5 6.6 7.0 1990 1995 2000 5.0 5.6 5.4 6.2 6.5 6.6 6.8 7.3 7.4 7.8 8.4 8.4 11.1 11.6 11.6 7.6 8.2 8.2 Bolivia Urbano Nacional Brasil Chile Colombia Bogotá Nacional Costa Rica País República Dominicana Año 1 2 3 4 5 Promedio 1995 5.2 6.1 7.0 8.0 10.3 7.5 1994 1998 4.2 4.8 5.2 6.1 6.7 7.1 7.5 8.2 10.6 11.4 7.1 7.8 1991 1995 2000 2.4 2.1 3.8 3.0 2.8 4.4 4.1 4.1 5.3 5.4 5.8 6.5 8.5 9.4 9.0 5.0 5.3 6.1 2000 1.4 2.2 2.8 4.1 8.5 4.2 1990 1995 1999 1.8 2.5 2.8 2.1 3.1 3.4 2.8 4.1 4.5 4.0 5.4 5.9 7.5 8.0 9.1 4.0 4.9 5.5 1990 1996 1999 7.2 8.5 8.5 7.3 9.0 8.5 7.7 9.0 8.7 8.1 8.9 9.0 9.4 10.5 9.7 8.1 9.3 9.0 1992 1996 2000 2.7 3.4 3.5 4.1 4.6 5.3 5.1 5.8 6.8 6.6 7.2 8.1 10.0 10.7 11.6 6.1 6.7 7.4 1993 1998 2.3 2.7 3.5 3.6 4.5 4.7 5.6 5.6 7.3 8.1 4.9 5.2 1991 1995 2000 4.7 5.3 6.6 6.5 7.1 7.9 7.8 8.3 9.0 9.2 9.8 10.0 12.0 12.6 13.1 8.5 9.1 9.7 1995 1999 3.7 4.0 4.6 5.1 5.5 6.2 6.8 7.7 9.8 10.1 6.4 7.0 1991 1994 7.6 6.8 9.0 8.5 9.5 9.3 10.3 10.7 11.5 12.5 9.8 9.9 1994 2000 6.4 5.9 8.0 7.5 9.2 9.1 10.2 10.4 12.2 12.5 9.6 9.4 1992 6.6 6.8 7.6 8.3 10.3 8.2 1989 1995 2000 5.9 6.5 7.0 6.7 7.1 7.8 7.6 8.0 8.6 8.6 9.2 9.8 10.4 11.6 12.1 8.1 8.7 9.3 1989 1995 1998 4.6 5.2 6.0 5.6 5.9 6.5 6.4 6.7 7.1 7.4 7.7 8.4 10.0 9.9 11.1 7.2 7.4 8.1 Ecuador El Salvador Guatemala Honduras Jamaica México Nicaragua Panamá Paraguay Perú Regiones Nacional Trinidad & Tobago Uruguay Venezuela Fuente: Banco Mundial (2004). Op. Cit. Cálculos basados en información de encuestas de hogar. Las distancias de escolaridad son de gran relevancia. En Brasil el 20 más rico tenía en el 2001, 10 años de escolaridad, y el 20 más pobre sólo 3. En México la proporción era similar 11.6 para el quintil superior frente a 3.6 para el inferior. Los Ginis de escolaridad de América Latina son muy altos en relación a los de otras regiones como puede observarse: Cuadro 7. Distribución de años de escolaridad. Coeficiente Gini América Latina y el Caribe Africa Asia Europa Oriental Países Desarrollados Promedio 1960 50.1 78.5 67.0 29.6 29.3 54.2 1965 50.2 77.7 64.5 29.8 29.2 53.4 1970 47.0 74.7 61.4 27.6 28.2 50.8 1975 46.0 70.2 58.4 28.0 29.2 49.1 1980 43.1 66.3 54.3 25.3 27.1 45.9 1985 42.6 63.8 51.5 26.1 27.2 44.6 1990 41.8 61.8 47.9 22.8 27.5 42.8 Fuente: Banco Mundial (2004). Op. Cit. Cálculos basados en Thomas Wang y Fan 2002. A las desigualdades anteriores se suman las imperantes en el campo de la salud que serán examinadas en la sección siguiente, y otras que no han tenido investigación estadística detallada pero que son claramente visibles y tienen profundos efectos. Una de ellas es la operante en el área del acceso a crédito. Así siendo las pequeñas y medianas empresas un factor decisivo en la creación de empleo en la región, las estimaciones indican que los 60 millones de pequeñas y medianas empresas existentes sólo reciben el 5% del crédito otorgado por las entidades financieras. Hay allí otra fuerte concentración. Una nueva desigualdad es la del acceso a las tecnologías avanzadas. El número de accesantes a internet está fuertemente concentrado en los estratos superiores. Sólo el 11% de los latinoamericanos está conectado a internet frente al 33,6% en España y el 63% en EEUU. Cuando se discrimina por ingresos en la Argentina por ejemplo están en internet 8 de 10 personas de los sectores altos y sólo uno de cada 10 de los menos pudientes (Clarín, 2004). Se ha advertido permanentemente en la región sobre la silenciosa instalación de una amplia “brecha digital”, y la generación de un amplio sector de “analfabetos cibernéticos”. Las desigualdades tienen en América Latina expresiones pico en términos étnicos y de color. Se estima así que más del 80% de los 40 millones de indígenas de la región están en pobreza extrema. También son muy contrastantes las disparidades entre los indicadores básicos de la población blanca y la población afroamericana. A todo ello se suma con avances la subsistencia de significativas discriminaciones de genero en el mercado de trabajo, y otros campos. Los costos de las desigualdades Todas las desigualdades mencionadas, y otras interactúan a diario, reforzándose las unas a las otras. Trazan destinos marcados. Si se nace en una familia desarticulada por la pobreza, las posibilidades de buena salud, y rendimiento educativo son limitadas. La escolaridad será baja, el acceso a un empleo estable, muy difícil, los ingresos esporádicos y muy reducidos, la posibilidad de conformar una familia con similares problemas. Efectivamente aun en algunas de las sociedades más avanzadas socialmente de la región, como el Uruguay los estudios indican que las tasas de escolaridad de los hijos de familias pobres, tienden a no superar las reducidas tasas de sus padres. Se crea un circulo de hierro por la falta de oportunidades. Pocos años atrás había en el establishment de economistas quienes defendían a capa y espada las “funcionalidades”de las desigualdades. Acostumbraban a señalar que contribuyen a acumular capitales en ciertos grupos, que luego los reinvertirán y aceleraran el crecimiento, o que son una etapa obligada del progreso. Hoy frente a sus evidentes disfuncionalidades el consenso esta girando fuertemente. El Banco Mundial que fue escenario frecuente de controversias dice recientemente (2004): “la mayoría de los economistas (y otros cientistas sociales) considera ahora la desigualdad como un posible freno para el desarrollo”. Efectivamente numerosas investigaciones dan cuenta de cuanto le están costando a la región estos niveles de desigualdad, y que impacto profundo tienen en obstaculizar la posibilidad de un crecimiento sostenido. Al analizar América Latina se menciona con frecuencia que hay pobreza y que hay desigualdad. En realidad las investigaciones evidencian una situación diferente. Hay pobreza porque hay desigualdad. Ella es un factor clave para entender porque un Continente con una dotación de recursos naturales privilegiada, y amplias posibilidades en todos los campos tiene tan importantes porcentajes de pobreza. Según los análisis de CEPAL la pobreza actual es superior a la de 1980 en términos absolutos. En 1980 era pobre el 40% de la población, la cifra era en el 2006, el 38,5%. La población pobre pasó de 136 millones a 209 millones. Birdsall y Londono (1997) trataron de determinar econométricamente el impacto de la desigualdad sobre la pobreza. Construyeron la simulación siguiente: Figura 1. El impacto de la desigualdad sobre la pobreza en América Latina 1970-1995 1970-1995 160 140 120 100 80 60 1970 1974 1978 1982 1986 1990 1994 Fuente: Birdsall, N. y J. L. Londoño. “Asset inequality matters: an assessment of the world Bank’s approach to poverty reduction”, American Economic Review, May, 1997. La primera curva del gráfico muestra la tendencia de la pobreza en la región que como se observa asciende continuamente desde inicios de los 80 con pequeñas variaciones. La segunda simula cual hubiera sido la pobreza si la desigualdad hubiera quedado en los niveles de inicios de los 70 (antes de las dictaduras militares y de las políticas ortodoxas) y no hubiera seguido creciendo. Era considerable, pero aumento mas en las últimas dos décadas. Según sus estimados la pobreza seria hoy la mitad de lo que efectivamente ha sido. Ha habido un “exceso de pobreza”causado por el aumento de la desigualdad que duplicó la pobreza. En la misma dirección si se hiciera la comprobación interregionalmente se observaría que si América Latina tuviera el patrón de desigualdad del Sudeste Asiático la pobreza sería mucho menor (ver Birdsall y Kliksberg, 1999). Albert Berry (1997) llega a similar conclusión en sus trabajos, identificando la existencia en América Latina de un amplio margen de “pobreza innecesaria”como la llama, causada por la tan reducida participación en el ingreso de los dos quintales más bajos de la población. Tanto Berry como Altimir y otros investigadores ven el aumento de la desigualdad estrechamente ligado a las políticas aplicadas en las dos ultimas décadas que generan efectos de ese orden. Stiglitz (2003) considera que el caso argentino ejemplifica claramente las desventajas de dichas políticas. Efectivamente su aplicación rígidamente ortodoxa en la década del 90 llevó a una brutal polarización social. Siete millones de personas, el 20% de la población dejaron de ser clase media en dicha década para transformarse en pobres, y el coeficiente Gini paso de 1992 a 1997 de 0.42 a 0.47. Chris Patten (2004) Comisario de la Unión Europea dice que “si el ingreso en América Latina se encontrase distribuido de la misma manera que en Asia del Este la pobreza en la región sería apenas un quinto de lo que es hoy en día”. Destaca que “Esto resulta importante no solo desde el punto de vista humanitario sino también desde una perspectiva practica políticamente interesada. Si se redujera la pobreza a la mitad se duplicaría el tamaño del mercado”. Nancy Birdsall (1998) ve en la desigualdad la gran traba para el crecimiento económico de la región. Resalta “Puede afirmarse que es posible que las tasas de crecimiento en América Latina no puedan ser de mas del 3 o el 4% a distancia de las necesarias, en tanto no se cuente con la participación y el aporte de la mitad de la población que esta comprendida en los percentiles más bajos de ingresos”. Procurando indagar porque América Latina esta tan distante de poder cumplir con las metas del milenio en términos de reducir la pobreza, CEPAL, IPEA y PNUD (2003) identifican a la desigualdad como la razón central. A través de detalladas simulaciones econométricas concluyen que el impacto sobre la pobreza de reducir la desigualdad es mucho mayor que el del crecimiento. Se requiere desde ya crecimiento pero en las condiciones actuales de inequidad este difícilmente llegara a los pobres. Estiman que si Brasil no modifica su desigualdad, suponiendo que crezca al ritmo de los 90 tardaría 48 años en lograr reducir en dos puntos la pobreza. México tardaría en las mismas hipótesis, 44 anos en lograr reducir la pobreza en 3.2 puntos. Destacan especialmente como resultado de sus proyecciones que: “En la mayoría de los países examinados bastaría que el coeficiente de Gini bajara uno o dos puntos para que la incidencia de la pobreza se redujera en igual medida que en varios anos de crecimiento económico positivo. Los resultados de los esfuerzos por reducir la pobreza en América Latina y el Caribe han sido desalentadores en gran medida porque no ha sido posible controlar los elevados niveles de desigualdad de la región”. En similar sentido plantea Vinod Thomas (2006) Director General del Grupo de Evaluación Independiente del Banco Mundial: “Ha sido un concepto equivocado la idea de que se puede crecer primero y preocuparse por la distribución después”. Este escenario de desigualdades agudas, persistentes, y de enorme peso en el aumento de la pobreza, en las dificultades para un crecimiento sostenido, y de gran influencia en las carencias que afligen la vida diaria de la mayor parte de la población es el contexto en que se desenvuelve la salud publica en América Latina. La desigualdad actúa sobre los determinantes de la salud, y es una de las fuerzas más poderosas en la creación de las condiciones propicias para un problema fundamental, la inequidad en salud, que se aborda en la sección siguiente. III. LA SALUD PÚBLICA EN LA REGIÓN MÁS INEQUITATIVA DEL ORBE Más allá de los promedios La salud pública ha hecho grandes progresos en la región. Los esfuerzos denodados realizados en este campo por los Gobiernos democráticos, y numerosos sectores de la sociedad, en los cuales entidades modelo como la Organización Panamericana de la Salud (OPS) han tenido un rol pionero, y un fuerte liderazgo, han estado en la base de esos avances sostenidos. Sin embargo, la inequidad en salud sigue presentándose como un problema de amplias proporciones y alta gravedad, una especie de problema casi ”irreductible”. Por lo pronto el tema es “oscuro”. Con frecuencia los análisis sólo enfatizan los avances en los promedios generales de salud de los países. Ello permite establecer una dimensión de inequidad que es la que surge de comparaciones interpaíses. Pero ella es sólo: “el témpano del iceberg”. Las inequidades fundamentales son subterreanas a esos promedios. Aparecen cuando se practica la sana recomendación de Roses, y se toma distancia de la “tiranía de los promedios”. Como bien señala (2003): refiriéndose al caso de la mortalidad infantil en la región: “Aunque la reducción de la magnitud general del riesgo de morir en el primer año de vida fue evidente, y se observo constantemente en todos los grupos de países en los últimos decenios las desigualdades de la mortalidad infantil no cambiaron mucho en el mismo periodo. Los resultados señalan que se pueden alcanzar grandes logros con las medidas de tendencia central (medias y medianas) de un determinado indicador de salud, sin que haya una repercusión correspondiente en la magnitud relativa de las brechas (distribuciones) entre los grupos de población y dentro de ellos”. Como se ha resaltado (Alleyne, 2002) el mismo espíritu de la Declaración de Alma-Ata evoca este problema cuando llama a “salud para todos” en lugar de poner el foco en sólo lograr buenos promedios. Al desagregar las cifras de salud al interior de los países teniendo en cuenta criterios como entre otros los estratos socioeconómicos, la localización geográfica, el genero, la etnia, el color, las edades, y otros surge un panorama de muy disímiles accesos a este derecho esencial que hace a la dignidad humana. Las inequidades en salud en acción La investigación al respecto –en aumento significativo- está dando cuenta de la profundidad del problema. Entre algunos de sus múltiples hallazgos se hallan los siguientes que resultan altamente ilustrativos. a. Brechas en Mortalidad Infantil La cifra promedio de niños que fallecen antes de cumplir 5 años de edad es en la región de 31 de cada 1.000. Supera a la de Europa Central y Oriental que es de 26, y a la de los países de la OCDE que es de 12. Existen fuertes diferencias entre los países, como puede observarse a continuación: Cuadro 8. Tasa de mortalidad infantil de niños menores de 5 años de edad. 2004 (por cada 1000 nacidos vivos) País Argentina Chile Uruguay Costa Rica México Panamá Brasil Niños que no llegan a los 5 años de edad (de cada mil) 18 8 17 13 28 24 34 Colombia Venezuela, RB Perú Ecuador Paraguay República Dominicana El Salvador Nicaragua Bolivia Honduras Guatemala 21 19 29 26 24 32 28 38 69 41 45 Fuente: PNUD. Informe de Desarrollo Humano 2006. La mortalidad infantil va desde 8 por mil en Chile, a 69 por mil en Bolivia. Son acentuadas las diferencias entre los diversos niveles sociales. Cuadro 9. Desigualdades en Mortalidad Infantil País Brasil Colombia Perú Paraguay República Dominicana Nicaragua Bolívia Guatemala Haití Año de Encuesta Tasas de mortalidad menores de 5 años (por cada 1000 nacidos vivos) 1996 1995 2000 1998 20% más pobre 99 52 93 85 20% más rico 33 24 18 33 1996 90 27 2001 1998 1998 2000 64 147 78 164 19 32 39 109 Fuente: PNUD. Informe de desarrollo Humano 2006. En el 20% más rico de la población de Bolivia, mueren 32 de cada 1000 niños antes de cumplir cinco años. En el 20% más pobre la cifra se quintuplica 147 por mil. Lo mismo sucede en Perú, la mortalidad infantil antes de los 5 años del 20% más pobre quintuplica a las del 20% más rico, 93 vs. 18 y en Brasil la triplica 99 vs. 33. b. Brechas Etnicas Estas gravísimas realidades tienen un sesgo étnico muy concreto. Las tasas son mucho peores en los niños indígenas. Como puede verse en la figura que sigue: Figura 2. Mortalidad infantil de población indígena y no indígena América Latina (países seleccionados) por zona de residencia de la madre (defunciones por 1000 nacidos vivos) Fuente: Proyecto BID-CEPAL “La población indígena y afrodescendiente a partir de los censos”y Censos de Población de Guatemala de 2002 y México 2000 La mortalidad infantil indígena supera ampliamente a la no indígena en todos los países. c. Disparidades en desnutrición Las cifras de desnutrición infantil crónica muestran asimismo importantes disparidades por etnias, campo/ciudad, y estratos de ingresos. Véase el siguiente cuadro correspondiente a la región andina: Cuadro 10. Ocurrencia de atraso en crecimiento juvenil (%) por país, lugar de residencia, etnicidad, región y status socioeconómico, en cuatro países andinos País Colombia Lugar de residencia (1) Ciudades grandes Ciudades pequeñas Pueblos Area rural Etnicidad Población No indígena Población Indígenas Región Altiplano Otras regiones Deciles de SES (3) 1 (menor) 2 3 4 5 6 7 8 9 10 (mayor) Indice de Concentración (4) Total países Ecuador Perú Bolivia 12.7 10.9 14.0 19.3 20.7 22.4 28.2 35.2 13.2 20.1 27.2 40.8 18.5 20.3 22.4 37.2 … (2) … 24.2 58.2 22.5 47.0 23.7 50.5 … … 33.3 22.2 38.5 18.2 31.2 23.9 26.8 24.1 17.1 14.9 16.3 15.2 11.0 11.7 6.3 5.4 -0.221 14.9 38.5 51.8 30.6 27.6 17.9 24.4 19.0 19.1 15.8 11.9 -0.223 26.5 49.6 46.8 39.6 32.5 23.4 19.9 18.3 12.8 12.6 5.2 -0.311 26.1 42.2 39.9 38.7 32.8 31.8 25.0 22.7 18.2 13.5 9.7 -0.223 26.9 (1) Según encuestas del DHS (Colombia, Perú, y Bolivia), Las ciudades grandes incluyen capitales nacionales y ciudades de más de 1 millón de habitantes, y las ciudades pequeñas tienen un rango de población de 50000 a 1 millón. Según encuestas de LSMS (Ecuador), las ciudades pequeñas tienen un rango de 5000 a 1 millón. (2) El siguiente símbolo (...) indica que la información no está disponible. (3) Deciles de SES son tomados para niños, y no corresponden a los deciles de la población, debido a las diferencias socioeconómicas en fertilidad (4) El índice de concentración mide la desigualdad social en el atraso en el crecimiento. El índice de concentración es una generalización del coeficiente de Gini, y oscila entre –1 y 0. Los valores cercanos a –1 indican mayor desigualdad social. Fuente: Larrea, Carlos y Wilme Freire (2002). Social inequality and child malnutrition in four Andean countries. Pan American Journal of Public Health. May-June. Las tasas de desnutrición infantil andinas son altas superan en Bolivia, Ecuador y Perú el 21%. Pero muestran asimismo claros gradientes económicos. En general en los países andinos las tasas de desnutrición crónica son tres veces mayores en los deciles más pobres, que en los más ricos. Así por ejemplo en el 10% más rico de Ecuador, sólo el 11% de los niños presenta problemas de desnutrición, en el 10% más pobre la cifra casi se cuadruplica. En la población indígena la cifra llega al 58%. d. Inequidad en Mortalidad Materna La mortalidad materna se cobra numerosas victimas en la región. Según denuncio la OPS recientemente (2004) 23.000 mujeres mueren en América Latina y el Caribe durante el embarazo o el parto en la gran mayoría de los casos por “causas evitables que son prevenidas en forma rutinaria en los países desarrollados”. El riesgo de fallecer por dar a luz es en América latina de 1/160 frente al 1/4000 en Europa occidental, 25 veces mayor. Mientras que en Estados Unidos mueren anualmente 17 madres por cada 100.000 niños nacidos vivos, en Haití son 600 y en Colombia 130. Las cifras de América Latina y otros países son las siguientes: Cuadro 11. Tasas de mortalidad materna (ajustada) 2000 (por cada 100.000 nacidos vivos) Tasa América Latina Argentina Chile Uruguay Costa Rica México Panamá Brasil Colombia Venezuela, RB Perú Ecuador Paraguay República Dominicana El Salvador Nicaragua Bolivia Honduras Guatemala Otros países 82 31 27 43 83 160 260 130 96 410 130 170 150 150 230 420 110 240 Suecia Canadá Estados Unidos Italia España 2 6 17 5 4 Fuente: Informe Desarrollo Humano 2006. Las diferencias entre las cifras latinoamericanas y las de países desarrollados son excepcionalmente altas. La mortalidad materna de Bolivia y Perú multiplica 80 veces la de Italia y 100 veces la de España. Entre las causales básicas, estas cifras están vinculadas con la inexistencia de asistencia médica institucionalizada. El 24% de las madres no tienen asistencia médica durante el embarazo, y una tercera parte no tiene atención médica en el momento del parto. Las cifras muestran altos sesgos según los gradientes económicos como puede observarse: CUADRO 12 Cuidados básicos prenatal y partos asistidos País/ región Bolivia Brasil Colombia República Dominicana Guatemala Haití Nicaragua Paraguay Perú América Latina y el Caribe Asia Oriental, Pacífico Asia Central Medio Oriente, Africa del Norte Sur de Asia Africa SubSahariana TODOS LOS PAISES Tasas de cuidados básicos prenatales (por personas médicamente entrenadas) 1 2 3 4 5 Promedio 38.8 57.8 70.4 88.6 95.3 65.1 67.5 87.7 93.4 96.9 98.1 85.6 62.3 81.1 89.8 95.4 95.9 82.5 96.1 98.2 99.0 99.2 99.9 98.3 Tasas de partos asistidos (por personas médicamente entrenadas) 2 3 4 5 Promedio 44.8 67.7 87.9 97.9 56.7 88.7 95.7 97.7 98.6 87.7 85.2 92.8 98.9 98.1 84.5 96.9 97.3 98.4 97.8 95.3 CI 1 0.17 0.08 0.09 0.01 19.8 71.6 60.6 88.6 34.6 44.3 67.0 69.5 37.3 57.5 41.1 60.0 80.9 79.5 64.8 72.3 49.3 72.3 86.9 85.6 79.1 80.6 72.2 83.7 89.0 94.8 87.7 89.7 90.0 91.0 96.0 98.5 96.0 95.6 52.5 67.7 81.5 83.9 67.3 76.0 0.19 0.14 0.07 0.07 0.17 0.11 9.3 24.0 32.9 41.2 13.7 40.2 16.1 37.3 58.8 49.9 48.0 58.4 31.1 47.4 79.8 69.0 75.1 72.9 62.8 60.7 86.0 87.9 90.3 85.6 91.5 78.2 92.3 98.1 96.6 94.3 34.8 46.3 64.6 66.0 56.4 65.8 0.42 0.21 0.19 0.18 0.31 0.20 64.9 80.7 86.9 91.4 96.2 81.9 0.08 30.5 53.0 68.4 80.6 93.4 60.8 0.22 78.2 13.7 84.7 21.1 86.8 33.4 93.3 49.3 96.3 73.0 86.9 35.2 0.05 0.32 82.7 12.8 92.3 21.7 95.1 37.7 98.6 58.6 99.7 82.2 92.8 38.5 0.04 0.36 16.8 61.1 23.2 69.5 28.8 74.9 43.0 84.2 70.9 93.6 34.6 75.7 0.30 0.10 5.3 24.6 8.1 32.9 11.7 41.2 21.9 59.2 49.3 82.1 17.7 46.2 0.46 0.26 55.0 64.8 71.1 80.6 91.0 70.8 0.13 31.2 42.1 51.6 66.2 84.0 52.5 0.25 Fuente: Banco Mundial (2004). Op. Cit. Investigaciones Demográficas y de Salud (DHS) 2002. En el 20% más rico de la población las cifras de asistencia institucionalizada superan el 90% tanto en la atención durante el embarazo como en el parto. En el 20% más pobre los déficits son agudísimos. En Bolivia el 60% carece de atención prenatal, y el 80% de asistencia médica durante el CI 0.28 0.07 0.09 0.02 parto. En Brasil casi un tercio del quintil más pobre carece de atención institucionalizada en ambos casos. En Perú en el 20% más pobre un 60% no tiene atención durante el embarazo y un 86% no la tiene durante el parto. e. Vacunación y Riesgo de Diarreas La inequidad muestra también significativas expresiones en dos áreas claves para la infancia como el contar con una cobertura completa de vacunación y la prevalencia de diarreas. Como puede apreciarse a continuación el 20% más pobre de la región tiene pronunciados problemas en ambos campos en relación al 20% más rico. En materia de cobertura completa de vacunas, mientras el 56% del quintil más rico cuenta con ella, en el más pobre el porcentaje es un 17% menor, 39%. La prevalencia de diarreas en los niños más que duplica en el 20% más pobre al 20% más rico en países como entre otros Brasil, Bolivia, y Perú. Cuadro 13. Cobertura completa de inmunización y ocurrencia de diarrea País/ región Bolivia Brasil Colombia República Dominicana Guatemala Haití Nicaragua Paraguay Perú América Latina y el Caribe Asia Oriental, Pacífico Asia Central Medio Oriente, Norte de Africa Sur de Asia Africa Subsahariana TODOS LOS PAISES Alcance de Inmunización 1 2 3 4 5 CI Ocurrencia de diarrea (%) 1 2 3 4 5 30.6 73.8 74.1 51.7 Promedio 25.5 72.5 65.5 38.7 21.8 56.6 53.8 28.0 24.9 74.0 66.9 30.2 21.0 84.9 68.2 46.9 33.4 83.1 70.6 42.6 0.08 0.07 0.06 0.12 21.8 18.3 18.4 17.9 19.8 12.9 19.8 16.4 20.5 12.7 16.8 17.8 17.9 9.3 14.9 14.1 41.2 18.8 61.0 20.2 55.3 39.6 43.0 20.1 74.6 30.8 63.8 47.6 47.2 35.3 75.3 36.4 63.5 53.2 38.3 37.9 85.7 40.7 71.7 56.0 42.5 44.1 73.1 53.0 66.0 56.5 42.6 30.2 72.6 34.2 63.0 49.4 0.00 0.17 0.05 0.18 0.04 0.09 22.8 30.9 16.1 9.8 21.4 19.7 21.5 27.1 14.0 8.5 20.3 17.8 23.3 24.4 14.2 9.2 18.6 17.5 48.3 56.8 60.3 64.6 72.9 59.3 0.08 10.5 9.9 64.2 42.2 67.9 53.3 71.8 62.5 75.7 73.2 77.4 81.1 70.9 61.0 0.04 0.17 19.0 21.0 29.8 33.6 31.4 42.0 41.6 44.4 49.8 53.1 64.4 66.9 42.0 47.3 0.17 0.17 38.3 45.8 50.3 57.2 66.6 50.7 0.14 11.7 7.4 10.0 10.1 Promedio 19.2 13.1 16.7 15.7 -0.07 -0.16 -0.09 -0.08 17.7 31.6 14.4 7.4 14.1 15.7 16.0 20.4 8.7 4.6 9.3 10.9 20.9 27.4 14.0 8.1 17.9 17.0 -0.06 -0.04 -0.07 -0.11 -0.11 -0.09 9.9 8.6 6.3 9.3 -0.08 15.6 20.3 15.0 19.1 14.6 17.2 13.7 14.7 15.8 18.7 -0.02 -0.06 17.0 24.5 14.4 23.3 14.3 22.5 15.3 22.6 12.4 18.2 14.9 22.3 -0.04 -0.05 21.2 19.6 19.1 18.5 14.8 18.9 -0.05 Fuente: Banco Mundial (2004). Op. Cit. Investigaciones demográficas y de salud (DHS) 2002. CI Las interrelaciones entre desigualdad económica e inequidad en salud Estas y otras inequidades en salud están profundamente interrelacionadas en “circuitos perversos” que se retroalimentan con las agudas desigualdades socioeconómicas que presenta la región. Ellas van a influir en que los sectores más desfavorecidos tengan menores posibilidades en términos de salud, lo que a su vez va a reducir fuertemente sus oportunidades de mejorar económicamente. Las vinculaciones entre el entorno general de desigualdades de la región, y las inequidades en salud son complejos, y recorren múltiples caminos. En ciertas áreas se manifiestan en forma directa casi brutal, en otras a través de canales mucho mas indirectos pero de alto impacto. La investigación al respecto debe avanzar mucho mas de los limites actuales para poder llegar a conocer con mayor profundidad sus modos de funcionamiento y poder captar sus expresiones más silenciosas. La presencia de estas dinámicas es un hecho central indisputable. Como lo resalta entre otros Wagstaff (2002): “Lo que sabemos indica que las desigualdades sanitarias, y muy probablemente también en la utilización de los servicios, reflejan en gran medida las desigualdades con respecto a variables tanto individuales como familiares, tales como la educación, los ingresos, la localización y las características de los hogares”. Captar los “modos de operación” de las desigualdades puede ser de la más alta relevancia para el diseño de políticas, la estructuración de alianzas en torno a la salud pública, y la precisión de los roles que deberían cumplir los diversos actores en su favor. Veamos con fines básicamente ejemplificativos dada la amplitud del tema algunas expresiones de cómo las desigualdades macro impactan los determinantes de la salud en las áeras de educación, ingresos, Municipios, agua potable y saneamiento. a. Educación y Salud Un campo clave de desigualdades con impactos de primer orden en salud es el de los niveles de educación. La acumulación de capital educativo tiene incidencia directa de acuerdo a numerosas investigaciones entre otros aspectos en las tasas de mortalidad infantil, el manejo de la alimentación del infante, el peso de los niños, las discapacidades, y la esperanza de vida. La OPS proporciona la siguiente tabla sobre relaciones entre mortalidad infantil y niveles de instrucción en varios países de la región: Figura 3. Evolución de la brecha de mortalidad en la niñez de acuerdo al nivel educativo de la madre, países seleccionados de las Américas, 1980-2003 200 Sin educación 180 Primaria Secundaria 160 140 Relación 120 100 80 60 40 20 0 1989 Países Bolivia 2003 1986 1996 Brasil 1986 2000 Colombia 1987 2002 1994/95 Guatemala Haití 2000 1986 2000 Perú 1986 2002 República Dominica Fuente: OPS 2006. Datos de publicaciones nacionales oficiales disponibles en www.measuredhs.com u obtenidos mediante procesamiento con STAT Compiler en el mismo sitio. Las tasas de mortalidad infantil en los hogares con madres con primaria incompleta, son muy superiores a los hogares con madres con secundaria. Las duplican o más que duplican en Bolivia, Brasil, Guatemala, y República Dominicana, y las cuadruplican en Perú. Un estudio en Brasil (Universidad de Sao Pablo 1996) constató estrechas correlaciones entre bajo peso de los niños y nivel educacional de las madres. Las tasas de bajo peso según la edad eran del 19,9% cuando las madres tenían menos de 3 años de educación formal, y descendían al 3.35% cuando tenían 11 años o más. Las tasas de bajo peso según el tamaño iban de 24% con menos de 3 años de educación a 7% con 6 o más años. Tanto en Chile como en Brasil estudios detallados permiten verificar la robusta correlación entre niveles educativos y esperanza de vida. En Chile (Vega, y otros 2003) la siguiente tabla da cuenta de ello. Relaciona la esperanza de vida prevista en función de la edad, o esperanza de vida temporaria, entre los 20 y los 69 años de varones y mujeres según su nivel de educación: Cuadro 14. Esperanza de vida temporaria de los adultos de 20 a 69 años de edad según nivel educativo, Chile, años seleccionados, 1985-1996 Años de escolarización Varones 0 1-8 9-12 13 o más Total Diferencia entre los grupos con mayor y menor nivel educativo Mujeres 0 1-8 9-12 13 o más Total Diferencia entre los grupos con mayor y menor nivel educativo 19851987 19901992 19941996 Cambio 1985-1996 41.5 44.8 45.1 47.7 45.1 40.7 44.7 45.4 47.8 45.4 39.5 44.7 45.6 48.1 45.6 -2.0 -0.1 0.5 0.4 0.5 6.3 7.2 8.7 2.4 44.9 47.3 47.9 48.5 47.4 44.5 47.5 47.9 48.7 47.5 44.6 47.6 47.9 49.1 47.8 -0.3 0.3 0.0 0.6 0.4 3.6 4.2 4.5 0.9 Fuente: Instituto Nacional de Estadísticas, Chile. Vega, Jeannette y otros (2003) en “Desafío a la falta de equidad en salud”. OPS, Fundación Rockefeller. Washington DC. Cuanto menor es el nivel educativo menor es la esperanza de vida. Por otra parte esta brecha va aumentando. La esperanza de vida de los varones sin educación descendió en dos años entre 1980 y 1996, mientras que la de los mas educados aumentaba en ese periodo en 0.4. Entre las mujeres sin instrucción descendió en 0.3 años en ese periodo, mientras que aumentaba en las mujeres con educación en 0.6 años. Analizando comparativamente todos los estados del Brasil, Messias (2003) encuentra una clara correlación entre grados de escolaridad y esperanza de vida promedio del estado. Estima que un aumento de 10 unidades en la tasa de analfabetismo significa en términos de correlación estadística 2.2 años menos en esperanza de vida. Las gruesas brechas que América Latina tiene en el campo de la educación, actúan restando o ampliando oportunidades de salud, y juegan un gran rol en que los estratos más desfavorecidos no puedan aprovechar las “ganancias” en salud resultantes de los avances médicos. b. Ingresos y Salud Las relaciones entre los niveles de ingresos de los diversos estratos de la población y su situación en salud son amplísimas. Pueden ir desde los aspectos más elementales como la autoexclusión de atención medica por falta de ingresos, hasta los correlatos que han encontrado algunas investigaciones (Marmot, 2001) entre ingresos y enfermedades coronarias. En una región tan desigual en ingresos como la latinoamericana las repercusiones de esa situación invaden” múltiples aspectos de la salud. Así entre otras expresiones una investigación de la OPS sobre exclusión en salud en seis países de la región (OPS, 2003) encontró un patrón consistente de falta de demanda de servicios a pesar de necesidades percibidas, en la que existe un bloqueo central en el reducido nivel de ingresos. Así en Paraguay el 51% de la población que declaro haber estado enferma o accidentada en los últimos tres meses no consulto ningún establecimiento médico. Cuando ello se estratifica por niveles de ingresos, el porcentaje de personas del 20% más rico que consultaron es dos veces mayor que el del 20% más pobre. Por otra parte el promedio del gasto en salud por persona en este último es seis veces más bajo que en el más rico, no obstante que el gasto de bolsillo es mayor en los más pobres. Los ingresos están condicionando severamente las consultas. Ello explica la altísima sensibilidad de los pobres al arancelamiento de servicios médicos públicos. El mismo ha generado en diversos lugares del mundo y en la misma región descensos “forzados”en la demanda de los más desfavorecidos aumentando la inequidad en salud. En otras áreas, investigaciones en Brasil (Messias, 2003) han encontrado correlaciones entre los salarios mínimos y la mortalidad infantil, la distribución de las causas de muerte y los ingresos, las desigualdades sociales y la violencia. Un campo básico como el del acceso a medicamentos esenciales aparece fuertemente incidido por estas desigualdades. Evaluando la situación mundial al respecto la Organización Mundial de la Salud (OMS, Informe sobre la salud en el mundo, 2003) estima que el 91% de la producción mundial de productos farmacéuticos es consumida por un 15% de la población del orbe. Las gradientes de ingresos y la inserción en la economía como formal o informal actúan agudamente en el acceso a seguros médicos. Esto tiene gran peso en una región donde los trabajadores informales que significaban en 1980 el 40% de la mano de obra activa no agrícola, pasaron en el 2000 a representar el 60% de la misma. Una de las características centrales de la informalidad es su falta de redes de protección social, y entre ellas de protección en salud. Las desigualdades de ingresos, tienen expresión muy intensa en la situación de las edades mayores, etapa crucial en términos de necesidad de protección médica. Según estimados recientes el 40% de los adultos mayores de 65 años de la región no tienen ningún ingreso jubilatorio, ni de seguridad social, ni de ninguna índole. c. Municipios y Salud Junto a la educación y los ingresos, otro elemento del entorno que juega un rol relevante en salud pública, es la situación del Municipio. Las brechas que pueden observarse al respecto entre municipios en buena situación, mediana, y pobres, pueden ser de gran magnitud y afectan fuertemente a los determinantes de la salud. Una investigación en México (Lozano y otros, 2003) permite constatar como entornos comunales muy diferentes, llevan a indicadores de salud con brechas de gran consideración. Véase la comparación entre un municipio pobre típico de Chiapas, y otro más rico de Nueva León. Cuadro 15. Condiciones sociodemográficas de dos municipios, México 1990-1996 Indicador San Juan Cancuc (Chiapas) San Nicolás de los Garza (Nuevo León) Muy alta Muy baja 27.750 436.603 Población indígena como porcentaje del total 100 0,1 Tasa de analfabetismo (porcentaje) 67 2 Educación media (años) 4,2 8,2 Hogares con acceso a agua caliente (porcentaje) 4 95 Hogares con acceso a alcantarillado (porcentaje) 45 92 Esperanza de vida (años), 1990-1996 62 71 PNB per cápita (US$), 1990 3 43,6 Gasto sanitario per cápita (US$), 1995 3 79 Indicadores sociodemográficos Marginalidad Población, 1995 Indicadores económicos Figura 4. Condiciones de salud de dos municipios, México 1990-1996 Fuente: Lozano, Rafael y otros (2003). En desafío a la falta de equidad en salud”. OPS. Fundación Rockefeller. Washington DC. Los dos municipios difieren marcadamente en los principales determinantes de salud. Los servicios que reciben los habitantes en agua, alcantarillado, los niveles de educación, los grados de pobreza y otras variables son muy disímiles. Ello incide en que las tasas de mortalidad sean más altas en San Juan Cancuc que en Nicolás Garza en todas las edades, y que las diferencia en la esperanza de vida era de 13 anos (en 1993, 58 años versus 71años). También difieran totalmente el tipo de enfermedades que se presentan en cada uno. En el más pobre por ejemplo tienen una altísima presentación las enfermedades diarreicas en los niños. Un estudio en Chile (Arteaga y otros, 2002) sobre 198 comunas, encontró variaciones sustanciales en salud según las características del municipio. Entre otros actuaban aspectos como el nivel de inversión en salud, la cobertura de servicios básicos de agua potable y eliminación de aguas residuales, la calidad de las viviendas. Entre otras consecuencias del perfil general del entorno comunal, se observo que el uso de servicios de atención medica primaria era mayor en 2.8 en unos que en otros, la atención de urgencia era 3.9 veces mayor, y los egresos hospitalarios dos veces más numerosos. AGUA POTABLE Una dimensión crucial de las desigualdades en el entorno con todo orden de implicancias en términos de inequidad en salud es el acceso a agua potable. Las cifras latinoamericanas son las siguientes: Cuadro 16. Población con acceso sostenible a fuente de agua mejorada, 2004 País Argentina Chile Uruguay Costa Rica México Panamá Brasil Colombia Venezuela, RB Perú Ecuador Paraguay República Dominicana El Salvador Nicaragua Bolivia Honduras Guatemala % Porcentaje de la Población 96 95 100 97 97 90 90 93 83 83 94 86 95 84 79 85 87 95 Fuente: Informe Desarrollo Humano 2006. Un 10% o más de la población no tiene acceso a agua potable en Brasil, Panamá, Venezuela, Perú, Paraguay, El Salvador, Nicaragua, Bolivia y Honduras. En la región hay 50 millones de personas sin acceso a agua potable. El acceso a agua era radicalmente diferente en las áreas rurales que en las urbanas. En 1999 según la OPS (2000) sólo el 19% de los hogares tenían agua corriente en su casa en las zonas rurales de Brasil, frente al 89% en las urbanas. Formar parte de comunidades rurales significa en todo el Continente la posibilidad de dificultades importantes al respecto. Por otra parte, hay una segmentación socioeconómica nítida en el acceso a agua corriente, tanto en las zonas rurales como en las urbanas. En ese mismo periodo, en el 10% más pobre de Brasil sólo el 53% tenía agua corriente frente al 97% en el 10% más rico. En Perú en el 2006, en el 20% más rico el 100% tenía agua potable, en el 20% más pobre sólo el 25%. En Colombia en el 2005, el 100% del 20% más rico tenía agua potable, y sólo el 41% del 20% más pobre. Los pobres tienen dificultades para acceder a agua potable, se ven obligados a comprarla pagando en diversos casos precios superiores, y los costos de agua se constituyen en un porcentaje proporcionalmente mayor de su exiguo presupuesto a lo que sucede con el 20% más rico. Cuadro 17. País Bolivia Urbano Rural Brasil Urbano Rural Chile Urbano Rural Colombia Urbano Rural (a) Rural (b) Ecuador Urbano Rural (a) Rural (b) El Salvador Urbano Rural Porcentaje de gasto familiar total en agua potable para el primer y el último décil del gasto total per capita, y para la población entera Primer Decil (menor ingreso) Decimo Decil (mayor ingreso) Total 2.5 1.3 1.8 0.6 1.9 0.9 3.4 3.9 1.2 1.3 2.3 1.9 NA NA NA 3.3 2.1 1.4 0.9 0.3 0.8 1.6 0.8 0.7 3.6 2.3 0.9 1.1 1.7 0.5 1.9 1.3 0.9 2.8 4.1 1.1 1.3 1.9 2.6 Jamaica Kingston Urbano Rural Nicaragua Urbano Rural Panama Urbano Rural Rural (c) Población Indígena Paraguay Urbano Rural Peru Urbano Rural 6.5 3.8 3.9 1.5 1.4 2.0 3.0 2.6 2.8 2.4 1.9 1.0 1.4 1.7 1.7 2.7 1.6 0.6 0.8 1.3 0.7 0.1 0.4 1.9 1.2 0.4 0.5 1.7 2.3 1.1 0.7 1.4 1.2 2.4 1.6 1.7 0.8 1.9 0.8 (a) Pueblos rurales (b) Poblaciones rurales dispersas (c) Areas rurales de difícil acceso Fuente: Rancel Soares Luiz Carlos y otros (2002). Revista Panamericana de la Salud. Mayo-Junio. El gasto en agua triplica en el 10% más pobre de los centros urbanos de Brasil y Ecuador al que realiza el 10% más rico, y lo cuadruplica en Colombia. En el 20% de los hogares de Argentina, El Salvador, Jamaica y Nicaragua el agua era en el 2006 el 10% de los gastos. La mitad de esos hogares vivían en pobreza extrema, ganando menos de 1 dólar diario. No sólo los pobres ven trabado su acceso al agua, y la pagan mas caro sino que además el agua que en definitiva obtienen tiende a ser de menor calidad. Una investigación (Soares y otros, 2002) resume así la “inequidad en agua potable” en la región: “Las familias que no tienen un sistema de distribución de agua potable dedican mucho tiempo a conseguir el agua, lo cual implica, para las familias pobres, un gasto adicional. Las familias de bajos ingresos que carecen de una fuente de agua potable en el hogar gastan tanto dinero en conseguir agua como las familias de ingresos más altos. El acceso a métodos de desinfección del agua en el domicilio es muy reducido en el caso de las familias pobres, puesto que estos métodos son relativamente caros. El resultado es que las familias de menores ingresos beben agua de inferior calidad”. El problema en toda la región no tiene que ver con la disponibilidad de agua, sino con su distribución. Lima produce más de 300 litros de agua al día, pero el 60% de la población recibe sólo el 12% del agua. En Guayaquil describe el Informe de Desarrollo Humano del PNUD 2006: “Miles de millones de litros de agua atraviesan cada día la ciudad por el río Guayas. Las zonas residenciales de ingresos altos disfrutan de acceso universal al servicio de agua corriente. Mientras tanto, unos 800.000 habitantes de asentamientos irregulares de ingresos bajos dependen del agua de los vendedores. Alrededor de 40% de la población tiene que arreglárselas con el 3% del agua del suministro público”. En México: “Más del 90% de la población dispone de conexión a una fuente segura de agua, y dos tercios de los hogares disponen de conexión a un sistema de desagüe cloacal. Pero estos niveles de cobertura caen de forma pronunciada a medida que nos alejamos de las áreas urbanas desarrolladas y más prósperas de los estados del norte y observamos las poblaciones más pequeñas, las áreas rurales más remotas y el cinturón de pobreza que forman los estados del sur. Los estados de Oaxaca, Chiapas y Guerrero evidencian el hecho de que la disponibilidad física del agua y el acceso a ella son dos conceptos muy diferentes: estos estados muestras los niveles de disponibilidad al agua más elevados de México gracias a la lluvia y las tasas más bajas de acceso a agua potable. El acceso es inferior al de los países en desarrollo con ingresos muy inferiores como Sri Lanka y Tailandia”. Las desigualdades tienen también un sesgo étnico. En Bolivia la tasa de acceso indígena es del 49% y la no indígena del 80%. e. Saneamiento También la inequidad presenta fuertes expresiones en el acceso a instalaciones sanitarias, factor crucial para la salud. La falta de un inodoro y sistemas de saneamiento lesiona los derechos humanos más básicos y crea serios riesgos de salud. La situación en la región es la que sigue: Cuadro 18. Cobertura de cuartos de baño por estratos sociales País Argentina 1992 1996 2001 Bolivia Urbano 1992 1996 Nacional 1996 1999 Brasil 1990 1995 2001 Chile 1996 2000 Colombia Bogotá 1992 1996 Nacional 1996 1999 Ecuador 1994 1998 El Salvador 1991 1995 2000 Guatemala 2000 1 2 3 0.74 0.75 0.60 0.85 0.87 0.81 0.87 0.91 0.87 0.69 0.6 0.68 0.69 0.26 0.24 Baños 4 5 Promedio 0.91 0.96 0.96 0.97 0.99 0.99 0.88 0.91 0.87 0.72 0.8 0.76 0.87 0.85 0.94 0.76 0.79 0.4 0.55 0.6 0.75 0.74 0.83 0.86 0.9 0.59 0.67 0.17 0.23 0.33 0.35 0.41 0.52 0.56 0.58 0.64 0.73 0.75 0.79 0.87 0.89 0.9 0.56 0.6 0.67 0.55 0.65 0.7 0.78 0.81 0.86 0.9 0.92 0.97 0.98 0.8 0.85 0.97 0.99 1 1 1 0.99 0.54 0.65 0.76 0.77 0.84 0.85 0.9 0.91 0.97 0.96 0.82 0.84 0.42 0.55 0.53 0.68 0.68 0.76 0.75 0.83 0.9 0.96 0.67 0.77 0.05 0.08 0.22 0.12 0.13 0.29 0.23 0.25 0.4 0.38 0.43 0.54 0.64 0.71 0.77 0.31 0.35 0.47 0.08 0.17 0.23 0.38 0.74 0.35 Honduras 1990 1995 1999 Jamaica 1990 1996 1999 México 1992 1996 2000 Paraguay 1995 1999 Perú Regiones 1991 1994 Nacional 1994 2000 Trinidad & Tobago 1992 Uruguay 1989 1995 2000 Venezuela 1989 1995 1998 0.05 0.27 0.26 0.09 0.36 0.31 0.16 0.43 0.48 0.3 0.53 0.59 0.62 0.76 0.82 0.27 0.49 0.51 0.27 0.32 0.32 0.36 0.34 0.4 0.45 0.46 0.52 0.42 0.4 0.5 0.6 0.65 0.68 0.45 0.47 0.51 0.28 0.32 0.35 0.54 0.53 0.7 0.7 0.71 0.85 0.8 0.84 0.9 0.91 0.93 0.96 0.68 0.7 0.78 0.09 0.16 0.24 0.39 0.48 0.6 0.66 0.75 0.87 0.89 0.5 0.6 0.67 0.55 0.81 0.76 0.87 0.82 0.9 0.92 0.93 0.96 0.84 0.81 0.5 0.6 0.71 0.72 0.77 0.85 0.89 0.9 0.94 0.97 0.78 0.82 0.43 0.48 0.56 0.68 0.083 0.063 0.71 0.76 0.86 0.89 0.93 0.95 0.97 0.99 0.99 1 0.91 0.93 0.7 0.8 0.86 0.91 0.96 0.75 0.8 0.87 0.92 0.97 0.759 0.822 0.885 0.936 0.969 0.86 0.87 0.882 Nota: La variable baño es igual a 1 cuando el hogar tiene un baño con inodoro conectado a un sistema de acueducto o a un pozo séptico. Fuente: Cálculos basados en microdatos de encuestas de hogares. Banco Mundial (2004). Op. cit. Como se advierte en un país de las potencialidades económicas del Brasil, dos terceras partes de los hogares del 10% más pobre carecían de un cuarto de baño en el 2001. El siguiente gráfico refleja las disparidades en Brasil en el 2006 (PNUD, Informe de desarrollo Humano): Figura 5. Ingresos mensuales medios (salario mínimo = 1) Menos que 1 1a2 2a3 3a5 5 a 10 10 a 20 Más que 20 Cobertura de saneamiento (%) Fuente: Heller 2006. Incluido en PNUD. Informe de desarrollo Humano 2006. En México 2004, con un producto bruto per cápita anual de 9803 dólares, el 21% de la población no tenía saneamiento sostenible. En toda la región en el 2004, 119, 4 millones de personas no tenían acceso a saneamiento sostenible. Un saneamiento adecuado fundamental en salud implica contar con cañerías, desagües cloacales, filtración del agua y plantas de tratamiento de aguas residuales. En América Latina muchas ciudades tienen desagüe cloacal primario y secundario para amplios núcleos de población. Sin embargo es muy insuficiente la capacidad de tratamiento de aguas residuales. En Brasil y México se trata menos de una quinta parte de las aguas residuales”. Una anotación de conjunto En la región más desigual del orbe, América Latina, los costos que pagan amplios sectores de la población por esos niveles de polarización social son muy duros. Entre ellos posiblemente uno de los mayores son los impactos de las disparidades en la inequidad en salud. Roses (2003) llama la atención sobre el peso que ello tiene en cuestiones tan relevantes, como. los años de esperanza de vida perdidos en relación a los promedios posibles. En países de la región con bajo nivel de ingreso, y brechas reducidas son 13.2 pero en países con alto ingreso comparativamente y fuertes brechas suben a 19.1. Enfrentar estas inequidades necesita como primer paso ponerlas en el centro del debate publico. Como advierte (2003) “Las inequidades sólo pueden ser transformadas cuando se hacen visibles”. IV. EL NUEVO ENTORNO SOCIO-POLITICO Y LA SALUD PÚBLICA Un Momento Crítico La América Latina del siglo XXI se presenta baja el signo de la paradoja. Coexisten a su interior diversas Américas Latinas. Brasil es la doceava potencia del mundo en Producto Bruto anual, y el número 61 en producto bruto per capita. Pareciera que alguien que nace en Brasil puede tener altas probabilidades en los indicadores básicos de desarrollo humano. Sin embargo es el número 94 en alfabetismo, el 86 en esperanza de vida, y el 106 en mortalidad infantil. En realidad hay por lo menos dos Brasil. Algunos analistas brasileños han llamado al país BelIndia. Hay un Brasil que tiene las caracterítiscas económicas de Bélgica una de las economías más desarrolladas del mundo, otro que es como los estados pobres de la India. Según en cual Brasil se nace, y al interior de que estrato social y de que área geográfica serán las posibilidades. Lo ilustra la existencia, como ha resaltado el Presidente Lula a inicios de su primera presidencia, de 44 millones de personas con hambre, sobre 170 millones de habitantes. México, es la octava potencia mundial en producto bruto anual, y el número 57 del mundo en producto bruto per capita, pero el número 78 en alfabetismo, el 53 en esperanza de vida, y el 84 en mortalidad infantil. Hay diferentes Méxicos. Sobre 100 millones de habitantes los estimados de pobreza hablan de la mitad de la población en esa condición y una quinta parte en pobreza extrema. Las alternativas de vida serán muy diferentes según en que México se nace. Argentina es el quinto productor de alimentos del mundo. En el año 2002 exportó alimentos que podrían abastecer a 330 millones de personas, casi diez veces la población total del país. Sin embargo en ese mismo año se estimaba que el 20% de los niños de la zona con mayor población del país, el Gran Buenos Aires y el cono urbano estaban desnutridos. El derecho a la alimentación no estaba asegurado entonces en una de las mayores potencias alimentarias del planeta. Ese derecho según con precisión lo ha demostrado Amartya Sen (2002) no depende sólo de la capacidad de producción de alimentos, tiene que ver con otras cuestiones, en los que la desigualdad juega un papel fundamental como los niveles de ingreso de la población más desfavorecida, la estabilidad de sus ingresos, y los circuitos de comercialización de alimentos. Dice Sen (2004): "El extendido hambre mundial está en primer lugar relacionado con la pobreza. No está conectado principalmente con la producción de alimentos". Buena parte de la región presenta problemas similares. Así señala Jacques Diouf (2004), Director de la FAO, que en Centroamérica la desnutrición aumentó en un 50% de 1990 al 2000 pasando de 5 millones de personas a 7.5 millones. Estas realidades están recibiendo un rechazo cada vez mayor de una población que está rehaciendo su visión de las causas de los problemas, y pide a través de la democracia cambios de fondo que garanticen junto a los derechos políticos, los derechos a la nutrición, la salud, la educación y el empleo. Esa exigencia tiene impactos cada vez mayores en el liderazgo político de la región. Un líder gubernamental brasileño afirmó reflejando muchos pronunciamientos similares (2004): "Si no reducimos las desigualdades sociales no vale la pena gobernar y la política económica no tendrá ningún fin ético". El Presidente de Guatemala Oscar Berger, país que tiene una de las más altas tasas de desnutrición infantil del mundo, (49% de los niños menores de 5 años están desnutridos) asumió plenamente la responsabilidad del problema afirmando ante la XXVIII Conferencia Regional de la FAO (Abril, 2004): "Mi Gobierno ha reconocido con sincera humildad el doloroso panorama alimentario de Guatemala...Aceptamos con franqueza que a lo largo de toda su historia y salvo breves periodos, nuestro país no ha realizado los esfuerzos destinados a superar los bajos niveles de nutrición de los niños guatemaltecos". Señaló asimismo el compromiso de su gobierno de luchar porque se eleve sustancialmente el nivel nutritivo de los niños. El Presidente de Argentina Néstor Kirchner ha priorizado como uno de los ejes de su gestión el tema social. Ha afirmado al respecto (2004): "Hay que terminar con la discusión bizantina de que la salud es igual al gasto improductivo", proveniente "de la década del 90". Expresando esta priorización en políticas, aumentó sustancialmente el gasto en salud y está incrementando vigorosamente el gasto en educación para que llegue al 8% del Producto Bruto en el 2010. En esta América Latina de la paradoja, y al mismo tiempo de una movilización social creciente para encararla, la salud se halla en el centro de las demandas colectivas. Ha habido progresos notables en los indicadores promedio, que dan cuenta del esfuerzo denodado de sanitaristas y médicos esforzados, acompañados de amplios sectores de la sociedad para hacer llegar los avances en ciencias de la salud a la población. Sin embargo, esta es como se ha visto la América Latina de las grandes brechas, y ellas significan distancias profundas en salud pública, entre países, clases sociales, etnias, áreas geográficas, que son inadmisibles para una democracia, y éticamente inaceptables. Roses (2003) describe con agudeza la situación: "Este es un momento crítico para aplicar un paradigma de promoción de la salud que incluya los determinantes no médicos de la salud, para reconocer los beneficios a largo plazo de la inversión en salud, y para adoptar nuevos modelos de protección social que abarquen a todos los sectores de la población". Advierte al respecto: "Las mejoras en los niveles promedio de la salud que no se acompañan de mejoras en la distribución de las ganancias en salud son insuficientes para generar capital humano y acumular desarrollo sostenible...los encargados de tomar las decisiones en esta materia deben enfrentar el desafío de incluir tanto el nivel como la distribución de la salud al establecer metas y prioridades de la política sanitaria". Para avanzar en esta dirección, y mejorar la equidad en salud, pareciera útil a la luz de los análisis efectuados en las secciones anteriores sobre la desigualdad en la región, su impacto en la salud pública, y las reacciones de la sociedad, adelantar entre otras las direcciones estratégicas que se esquematizan a continuación. Algunas Direcciones Estratégicas A. Se necesita más investigación La investigación de las inequidades en salud ha progresado pero debería avanzar mucho más. Los interrogantes y temas abiertos son muy amplios. Así las interconexiones entre las políticas económicas, pobreza, desigualdad, y inequidades en salud, son de gran complejidad. La profundización de las mismas sería de gran utilidad para que los que toman las decisiones macroeconómicas tuvieran plena posibilidad de apreciar los impactos en salud pública en general y inequidad en salud en particular de las diversas opciones. Asimismo para que la opinión pública estuviera debidamente informada de que es lo que está en juego en términos de salud. Temas claves como las consecuencias en la salud de políticas de ajuste ortodoxo deberían ser objeto de rigurosas investigaciones cuantitativas. Ilustran las posibilidades investigaciones como la realizada por OPS-CEPAL (1998) sobre estos temas que constató que "Se observa en casi todos los países de la región un incremento en enfermedades no transmisibles crónicas asociadas con alimentación y nutrición", y resaltó al respecto sobre las relaciones con las políticas ortodoxas que: "las medidas de ajuste implementadas por los países han afectado la disponibilidad nacional de alimentos y han tenido repercusiones negativas sobre el poder de compra de los grupos más pobres amenazando la seguridad alimentaria". La investigación sobre inequidad debería entre muchos otros temas estudiar detenidamente las relaciones entre los niveles de salario mínimo, y los indicadores de salud, los efectos que puede tener mantener estancado el salario mínimo, o los impactos diferenciales de diversos niveles de ascenso, las consecuencias en salud del aumento de la informalización, de la perdida de nivel adquisitivo del salario, el impacto del desempleo prolongado sobre la salud mental y otros. La investigación puede hacer hallazgos de extrema utilidad para el debate sobre las políticas públicas y su diseño. Ilustra la inmensa agenda de investigación pendiente, entre muchos otros estudios, los resultados de uno practicado sobre morbilidad y mortalidad en Brasil (Centers for Disease Control and Prevention, 2004). Encuentra entre sus hallazgos una fuerte correlación entre el ingreso mensual y la tasa de homicidios en Sao Pablo, y sugiere que "se necesita más investigación para entender mejor la asociación entre violencia y pobreza, para que se puedan desarrollar intervenciones apropiadas. Esta asociación puede ser atribuida a desigualdades en el ingreso, y disparidades en perspectivas de trabajo y educación". Por otra parte debe ahondarse el estudio de las brechas. Debe indagarse en detalle sobre como están afectando a grupos altamente vulnerables como entre otros las poblaciones indígenas, que representan el 30% de la población en el Perú, el 43% en Ecuador, el 55% en Guatemala, y un 61% en Bolivia, y examinar las disparidades en salud en relación a la población afroamericana. Asimismo indagar sobre la situación en que esta quedando en términos de salud, el sector de tercera edad, en crecimiento demográfico intenso en la región, y con fuertes brechas internas en términos de protección. También profundizar los análisis sobre las brechas de genero, que sesgan la evolución normal de los promedios de salud femenina en zonas de la región. Igualmente generar análisis sistemáticos de las tendencias en la situación de los discapacitados. B. La legitimidad del gasto en salud Otra dirección estratégica es presentar vigorosamente "el caso por la salud" ante la opinión pública. En las sociedades cada vez más movilizadas de América Latina, es necesario construir un "piso social" de apoyo para llevar adelante reformas importantes. Existen todos los elementos para avanzar la pelea por desarrollar una amplia base de apoyo para activas políticas de salud pública. Un componente esencial, es lograr hacer comprender bien a la sociedad la relevancia de la acción en salud para la economía en su conjunto, y la significación y regresividad de las inequidades en salud. Ello no es sencillo por cuanto el pensamiento económico prevalente en las últimas décadas ha tendido a transmitir una visión desvalorizante de todo lo social. En ella las mejoras de la salud pública son un "post". Después que se obtengan tasas de crecimiento económico de consideración, habría casi automáticamente mejoras en la salud, y recursos para dedicarle. Habría que poner una especie de "piloto automático" en esta materia, actuar lo imprescindible, y esperar. Esta visión no coincide con la experiencia histórica. La salud como la inversión social en general ha demostrado ser una palanca y no una mera consecuencia, de un crecimiento sostenible. Según Macroeconomía y Salud, (OMS, 2002) la rentabilidad de una inversión bien gerenciada en salud puede sextuplicar la inversión original. Como refiere entre otros muchos casos, el aumento de la ingesta nutritiva durante los últimos dos siglos en Inglaterra y Francia fue determinante en el aumento de su productividad laboral y el crecimiento de su producto per capita, mientras que por el contrario en Africa la no realización de las inversiones necesarias, frente a males como la malaria, determinó una perdida en el producto bruto que se estima en 100.000 millones de dólares. La idea del “piloto automático” es desaconsejable incluso para los países desarrollados. No basta que crezca el producto bruto, para que ello se materialice en resultados en salud, importan mucho componentes como sus patrones de distribución, y la magnitud y calidad del gasto en salud, como lo señala Sen en esta obra (Sen capítulo 6, La mortalidad como indicador del éxito o el fracaso económico). Michael Marmot (2001) contrasta las esperanzas de vida de China, Sri Lanka y Kerala en la India, con la de Harlem en New York. El ingreso promedio es mayor en Harlem pero la esperanza de vida considerablemente menor. Incluso en general en EEUU mientras la probabilidad de que un americano blanco sobreviva entre los 15 y los 65 años es de un 77% en el caso de los hombres negros de Harlem es sólo de un 37%. La opinión pública debe tener plena conciencia, de que la salud es clave para el desarrollo, que no hay lugar a esperas, y que para avanzarla se requiere invertir ya y tener políticas agresivas. C. La salud pública, clave para la lucha contra la desigualdad Al mismo tiempo que plantear con toda fuerza “el caso por la salud”, es necesario trasladar a la sociedad vigorosamente la percepción de la relevancia y el peso concreto de las desigualdades en salud. Las metas del Milenio de Naciones Unidas son un excelente paso al respecto. Enfatizan la importancia de la salud dándole un amplio espacio a los objetivos a alcanzar en salud entre el conjunto de metas. Así tres de las ocho metas están dedicadas a la salud pública. Por otra parte al fijar metas concentradas en mejorar las oportunidades de por sí están resaltando las agudas brechas actuales. Ilustra adecuadamente la magnitud de esas brechas a nivel internacional la siguiente figura (Baudouy, Wagstaff, Claeson, abril 2004): Figura 6. Por que las Metas Del Milenio Importan Los más pobres son los que fallecen primero Fuente: Jacques Baudouy, Adam Wagstaff y Mariam Claeson (2004). The Millennium th Development Goals. Rising the challenges. 5 Eurolac Forum, Washington, DC. Como se advierte los pobres tienen tasas de muerte mucho mayores en áreas claves como Tuberculosis, AIDS, mortalidad materna, mortalidad infantil, y desnutrición. En América Latina es necesario mostrar que como producto de múltiples factores en los que tiene gran incidencia la inequidad macroeconómica general, hay un delicado problema de inequidades en salud que no puede ser marginado ni postergado. Ilustran la magnitud que pueden alcanzar esas brechas entre otras situaciones como la de Honduras donde el 45.6% de los partos son no institucionales, lo que eleva notablemente la mortalidad materna. Asimismo lo que sucede con la población de Choco en Colombia que es en un 100% de origen afroamericano. Allí la tasa de mortalidad infantil es tres veces más alta que en cualquier otro lugar de Colombia (Torres, 2002). La falta de agua potable incide directamente en la mortalidad infantil como lo muestra la siguiente figura (PNUD. Informe sobre Desarrollo Humano 2006): Figura 7. Diferencias regionales: la menor cobertura de agua que sufren las provincias menos desarrolladas de Perú se cobra vidas Proporción de la población que no tiene acceso a un agua segura (%) Pasco Huacavelica Promedio nacional Mortalidad infantil por cada 1.000 nacidos vivos) Fuente: ONU 2006a. Incluido en PNUD. Informe de Desarrollo Humano 2006. El sólo hecho de que una vivienda en un área urbana de Perú cuente con una letrina de pozo reduce la incidencia de diarrea en un 50%, y tener un inodoro equipado con una cisterna lo reduce en un 70%. Un análisis en las favelas de Salvador en Brasil indica que la diarrea es el doble en los niños de hogares sin inodoro. Asimismo es tres veces mayor en los niños de comunidades que no tienen infraestructura de saneamiento respecto a las que tienen sistemas drenaje y desagüe cloacal. Por otra parte las conclusiones del estudio CEPAL, IPEA, PNUD (2003) y de estudios como el del PNUD sobre la Democracia (2004) o el Banco mundial sobre la desigualdad (2004) son similares: América Latina no avanzará en la lucha contra la pobreza sino se reducen las desigualdades y como afirman CEPAL, IPEA y PNUD ese "remedio" que es el mejor "parece ser uno que le resulta muy difícil recetar...son muy pocas las economías de la región que han sido capaces de lograrlo aún en pequeña medida". La gran pregunta para las políticas públicas en esta década frente al descontento colectivo en esta materia, es como lograr esa reducción de desigualdades. Allí es posible explicar a la opinión pública, y a los decididores que el campo de la salud es fundamental. Cerrar las brechas en salud, tendrá un efecto multiplicador de grandes proporciones. Actualmente esas brechas son decisivas en la reproducción de la pobreza, o en frustrar los programas mejor intencionados. Lo grafica un estudio sobre una de las experiencias más exitosas del mundo en apoyar a agricultores pobres, a través del microcrédito, la del Grameen Bank que se ha tratado de replicar en numerosos países del mundo y de América Latina. Los minipréstamos de la institución creada por el Premio Nóbel Mohamad Yunus lograron mejorar la situación de millones de pequeños agricultores. Sin embargo una evaluación (Todd, 1996) encontró que había beneficiarios del Banco que después de 10 años de préstamos seguían en la pobreza. No se debía a los programas del Grameen que eran muy innovativos y exitosos. La causa común a la mayoría de esos casos era que un integrante de la familia había tenido una enfermedad seria en los últimos tres años. Allí ante la falta de protección médica tuvieron que vender sus bienes para pagar la asistencia médica. La inequidad en salud traba la acción del programa. La salud es por otra parte, un área donde las inequidades pueden reducirse significativamente con costos más bajos y periodos de tiempo más cortos que en otras áreas. Así lo indican los contundentes resultados alcanzados, en periodos reducidos por programas como el de lucha contra el SIDA del Brasil, y el acceso universal a medicamentos esenciales en la Argentina. Una estrategia que logre transmitir a la población que la maraña de las inequidades tiene uno de sus puntos de ruptura más accesibles, y claves, en pelear contra la inequidad en salud, puede ayudar a formar una extensa base social de apoyo a acciones de envergadura en este campo, como se dio en los ejemplos mencionados de Brasil y Argentina. D. Impactar la agenda pública El esclarecimiento a la sociedad sobre la relevancia clave de la salud, y el rol de las inequidades, debe ir acompañado del posicionamiento público en base al mismo de algunos grandes temas de salud de la región. Dichos temas tienen actualmente todos alta inserción en las agendas de los Ministerios de salud, y organizaciones vinculadas al campo, pero la idea es lograr que se conviertan en ejes de la gran agenda pública de la región. Que estén al centro de la misma indicando que es responsabilidad de toda la sociedad debatirlos, y buscarles solución. Es paradigmático al respecto el caso del hambre. En una región de tantas posibilidades de producción de alimentos los niveles de desnutrición si bien han retrocedido en los promedios generales, muestran cifras preocupantes cuando se desagregan, y condenan a existencias miserables a vastos sectores de la población. El Brasil con más de cuarenta millones de personas en esa condición en el 2002 es un caso casi extremo. El Presidente Lula interpretando el mandato de cambio que recibió, logró poner al tema en un lugar fundamental de la agenda del país. Afirmó que él quería "transformar al tema del hambre en una cuestión ética para toda la sociedad". Un tema que rebasara los limites de su tratamiento como cuestión de salud pública y que se transformara en un asunto de Estado. Lanzó un gran programa al respecto, Fome Zero, cuyo lema es acorde a esta idea de tema colectivo: "El Brasil que come, ayudando al Brasil que tiene hambre". El programa ha convocado a participar en él a toda la sociedad. Adicionalmente el mismo presidente señaló que al final de su mandato la población podría evaluarlo fácilmente. El cartabón sería si había logrado que todos los brasileños comieran tres veces al día. Junto al hambre habría que lograr incorporar a los primeros lugares de atención de la agenda colectiva a temas que han estado impulsando pioneramente la OPS, algunos gobiernos y ONGs, pero habría que proyectarlos aun más, como la lucha contra el tabaco, las medicinas genéricas, el SIDA, y la salud mental de la población fuertemente impactada por los enormes stress socioeconómicos que ha vivido, y otros. Es significativo el caso del Brasil en materia de medicamentos genéricos (Roses, 2003). Pese a las resistencias de algunos actores económicos, y a la falta de tradición en el país al respecto, una intensa campaña comunicacional consiguió que ya a fines del 2001 el 95% de la población conocía su existencia, y un 80% consideraba que tenían el mismo efecto que los productos de marca. Han resultado muy efectivas en términos de la estrategia que se menciona acciones como la alianza interorganizacional gestada por la OPS en relación al tema de la mortalidad materna. La unión de diversos organismos internacionales al respecto, la visualización de que 23.000 madres mueren anualmente en la región en el embarazo o el parto, de que esa tasa multiplica muchas veces la de los países desarrollados, y de países de la misma región, y de que ello puede evitarse en alta medida, dio fuerte impulso al tema en la agenda pública. Ese tipo de acciones de alianzas estratégicas para el lanzamiento concertado de grandes temas de salud deberían reforzarse y profundizarse. E. Fortaleciendo las políticas públicas La opinión pública espera en la región una reactivación vigorosa de las políticas públicas. Desencantada de las promesas del 80 vulneradas por el ascenso de la pobreza y el desempleo, cree que el Estado forma parte de la solución, dejando atrás los clichés de las décadas anteriores respecto a su inutilidad. Un campo donde esa expectativa es muy intensa es el de la salud. La población requiere acciones firmes de diversas índole de la política pública, para proteger sus derechos de acceso a salud de buena calidad. La evidencia empírica indica que sus reclamos tienen fuertes fundamentos en los hechos. Musgrave (1996) resumiendo diversas investigaciones destaca: "Mientras que ninguna de las razones para la intervención del Estado es solamente para el sector de salud, ciertas fallas del mercado son peores aquí que en cualquier otra área de la economía". Bidani y Ravallion (1997) revisando 35 países en desarrollo encuentra un efecto positivo del gasto público en salud en producción de esperanza de vida, y reducción de las tasas de mortalidad infantil. Gupta, Verhoeven y Tiongson (1999) hallan que el gasto en atención primaria está positivamente asociado con reducción en las tasas de mortalidad de infantes y niños. Por otra parte, la intervención pública resulta esencial para abordar las inequidades en salud. La existencia de una política de "discriminación positiva" hacia los pobres puede ser vital para mejorar sus indicadores de salud. Birdsall y Hecht (1995) resaltan en base a amplia data estadística que: "resulta evidente que para lograr la igualdad en resultados de salud, el gasto público requerido por persona es mucho mayor para pobres que para ricos". Las tendencias en la región no han sido acordes a las expectativas actuales de la opinión pública respecto a las políticas públicas, ni a las evidencias internacionales, y parece ser estratégico aportar a un debate más profundo, y ayudar a una reorientación. El gasto total en salud (público y privado) de América Latina en relación al gasto comparado de otras regiones es el siguiente: Cuadro 19. Gasto en Salud por región y nivel de ingresos, 2004 Regiones Países industrializados ( c) Países no industrializados: América Latina y el Caribe Europa y Asia Central Asia Oriental y Pacífico Africa del Norte y Medio Oriente Sudeste Asiático Africa subsahariana 1777 8.3 Gasto público como % del gasto total 76 367 346 158 353 65 111 6.1 4.1 7.2 5.2 3.7 4.0 42 (d) 72 52 50 39 54 Per Cápita (a) %PIB (b) (a) en dólares con ajuste cambiario de la paridad del poder adquisitivo (b) PIB; producto interno bruto (c) Países de la organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) con la exclusión de Hungría, México y Turquía. (d) Estimación del programa de políticas de la OPS/OMS Fuente: Citado en Schieber G, Maeda A. Health care financing and delivery in developing countries. Health Aff 1999. Fuente original: Molina Raul y otros (2000). Gasto y financiamiento en salud. Revista Panamericana de la Salud. OPS. Enero-Febrero. Como se advierte sin bien con avances y significativo el porcentaje promedio de la región, es inferior al de Asia Oriental y Pacífico, y marcadamente inferior al de los países desarrollados. En ellos se gasta per capita en salud anualmente 1777 dólares, en América Latina la cifra es casi cinco veces menor, 367 dólares. Las diferencias al interior de la región son de mucha consideración. 15 países no llegaban a gastar el 5% del Producto Bruto en salud nivel inferior al de Africa del Norte y Medio Oriente. Los datos son los siguientes: Cuadro 20. Gasto en salud (público y privado) y per capita 2003 Países América Latina Argentina Chile Uruguay Costa Rica México Panamá Gasto Público (% del PIB) Gasto Privado Total (% del PIB) Per Cápita (PPA en US$) 4,3 3,0 2,7 5,8 2,9 5,0 4,6 3,1 7,1 1,5 3,3 2,6 1.067 707 824 616 582 555 Brasil Colombia Venezuela, RB Perú Ecuador Paraguay República Dominicana El Salvador Nicaragua Bolivia Honduras Guatemala Otros países Noruega Suecia Canadá Italia España 3,4 6,4 2,0 2,1 2,0 2,3 2,3 3,7 3,7 4,3 4,0 2,1 4,2 1,2 2,5 2,3 3,1 5,0 4,7 4,4 4,0 2,4 3,1 3,3 597 522 231 233 220 301 335 378 208 176 184 235 8,6 8,0 6,9 6,3 5,5 1,7 1,4 3,0 2,1 2,2 3.809 2.704 2.989 2.266 1.853 Fuente: PNUD. Informe sobre Desarrollo Humano 2006. El gasto per capita de México y Brasil es una quinta parte el de Canadá. El de Perú, Guatemala y Ecuador es 14 veces menor al de Canadá La composición del gasto en salud muestra otra diferencia sustancial respecto a otras regiones del mundo. La proporción del gasto público ha tendido a decrecer en los 90 como consecuencia de las políticas ortodoxas. Cuadro 21. Composición del gasto total (público y privado) en salud según subsectores como porcentaje del gasto total. América Latina y el Caribe, 1990 y 1995 Subsector Gasto en Salud % 1990 1995 Público Gobierno Central Gobierno Local Seguridad Social Privado Directo Indirecto Total 43.4 12.2 7.4 23.8 56.6 ND (a) ND 100.0 41.5 15.8 8.5 17.2 59.5 39.0 19.5 100.0 Fuentes: Para 1990: Suárez R et al. Gasto en salud y financiamiento. América Latina y el Caribe. Desafíos para la década de los noventa. OPS-Programa de Políticas Públicas (documento mimeográfico), 1995. Para 1995: OPS/OMS. La salud en las Américas 1998. Washington, D.C: OPS/OMS; 1998. ND(a): No disponible. Fuente original: Molina Raul y otros (2000). Op. Cit. El gasto público representaba el 43.4% del gasto total en salud en 1990, cifra considerablemente inferior a la de los países desarrollados en donde era del 76%. La participación pública en salud de la región era la segunda menor de todas las regiones del globo. En 1995 había descendido al 41.5%. Como observan Molina, Pinto, Henderson y Vieira (2000) "Esta situación es preocupante, ya que el gasto público está siendo reemplazado por aportes de los hogares, situación que tiene el potencial de imponer barreras adicionales a las ya existentes para el acceso a los servicios de salud”. Han tendido a aumentar los gastos directos de bolsillo de la población para pagar insumos y servicios que no cubren los programas de salud. Ello ha hecho que los gastos en salud pasen a ser un componente creciente de los egresos de los más desfavorecidos contribuyendo a acentuar los patrones de inequidad. Las tendencias en la región han sido opuestas a las del mundo desarrollado. Como destacan los investigadores mencionados: "Mientras que en los países industrializados, incluidos los Estados Unidos, la participación del financiamiento público (a través de impuestos y cuotas de seguridad social) está creciendo, en la Región de las Américas se percibe una tendencia opuesta, al mismo tiempo que se empiezan a incentivar los seguros privados y el pago por parte de los hogares". A ello se ha sumado la introducción en servicios de salud públicos de cobros a los usuarios. Si bien exceptúan a usuarios que comprueben su falta de ingresos, la experiencia internacional indica que promueve un retiro de los más pobres de los servicios. Estos procesos contribuyen a acentuar las regresividades ya existentes en salud. Una acción efectiva en las direcciones de fortalecimiento de la acción estatal en este campo que han sido adoptadas por los países con mejores resultados mundiales en materia de salud, podrían tener muy fuerte impacto frente a problemas claves de la región. Véase a modo referencial la siguiente figura que ilustra a nivel mundial como podrían caer la mortalidad materna, si las intervenciones médicas disponibles llegaran a más madres: Figura 8. Intervenciones Eficientes Existen Necesitan llegar a más personas Las muertes Maternas Disminuirían un 73% si la cobertura de intervenciones esenciales se incrementara al 99% Causas de muerte Hemorragia Infección Puerperal Eclampsia Acceso adicional a servicios de aborto Parto Obstruido Sulfato de magnesio para la preeclampsia Complicaciones por Aborto Malaria Medicina para la prevención de malaria 0% Anemia 10% 20% 30% 40% Tétano muertes prevenidas (% del todal actual) Fuente: Jacques Baudouy, Adam Wagstaff y Mariam Claeson (2004). The Millennium th Development Goals. Rising the challenges. 5 Eurolac Forum, Washington, DC. Actualmente hay en el mundo 500.000 muertes anuales de madres en el embarazo o al dar a luz. El 99% se da en los países en desarrollo. Tres de cada cuatro muertes de madres podrían evitarse si los recursos de tecnología médica disponibles llegaran al 99% de la población. Dada la efectividad que puede tener la acción pública en salud, y la expectativa de los ciudadanos de la región que esperan políticas públicas más activas, se impone profundizar un debate colectivo que ahora puede tener un entorno mucho más favorable, sobre como fortalecer el gasto en salud, aumentar su componente publico, y practicar políticas que aseguren beneficie especialmente a los más débiles, contribuyendo a quebrar las inequidades. F. Mejorar la calidad de la gestión El fortalecimiento del gasto en salud, y de las políticas públicas debe ir acompañado de avances en la gerencia de las áreas de salud. Como lo ha planteado Sulbrandt (1998) en salud como en otros campos sociales, la verdadera política es en definitiva la política post-gerencia la que resulta después de que los diseños de política han sido puestos en marcha por organizaciones concretas. Políticos y economistas denominaban usualmente a esa etapa como la de la "implementación". Estaban subestimando su complejidad. Llevar adelante decisiones por medio de organizaciones, abre un proceso en donde entran a jugar, los intereses de las burocracias organizacionales, sus sesgos, las presiones de intereses externos como los económicos, clientelares y otros, las luchas por el poder, las capacidades humanas reales para ejecutarlas, la validez de los modelos organizacionales utilizados. Todo esto forma parte de la gerencia. Con frecuencia en salud, como en otros campos públicos y privados los "cuellos de botella" gerenciales han bloqueado la realización de los objetivos fijados, los han desvirtuado, y han conducido a resultados diferentes a los previstos. A ello se añaden en el campo de la salud, las dificultades gerenciales intrínsecas de políticas que deben en muchos casos tratar de llegar a la extendida población pobre lo que requiere adaptaciones a sus culturas, lenguajes e idiosincrasias, que tropiezan en su aplicación con las inequidades generales, que deberían articularse estrechamente para asegurar su eficiencia con programas en otros campos como lucha contra la pobreza, educación, trabajo, y desarrollo social en general. Mejorar la calidad de la gerencia en salud al servicio de la equidad, significa tener en cuenta estas y otras especificidades, y desarrollar orgánicamente una gerencia latinoamericana de salud pública, que maneje los avances más importantes en gerencia social al mismo tiempo que los singulares del área de la salud, tenga características estables y profesionales, y conforme una masa crítica gerencial con capacidad de reaccionar ante situaciones muy variables y de promover y operar con eficiencia programas interorganizacionales (1). Ello requiere transitar caminos como entre otros la descentralización de las políticas y servicios de salud. El nivel local permite operar con mayor eficiencia gerencial, dar respuestas más directas, incorporar las reacciones de la población, da más flexibilidad, y abre más posibilidades a la participación de la comunidad. Pero demanda fortalecer las capacidades gerenciales locales y garantizar que la acción este orientada hacia la comunidad y no sea cooptada por intereses caudillescos, o grupos de presión económicos de la zona. Una gran vía para potenciar las posibilidades de la descentralización y a su vez fuente de generación de valores agregados fundamentales a un proceso efectivo de salud, es el “empoderamiento” de las comunidades pobres. La participación puede hacer una diferencia fundamental de acuerdo a lo que indican numerosas investigaciones comparadas (ver trabajo del autor sobre la participación en el capítulo 12 de esta obra). A su vez crea condiciones favorables para que la descentralización sea puesta al servicio efectivo de la comunidad. La combinación de descentralización mas participación puede reforzar toda la acción en el campo de la salud. Un ejemplo de ello son los éxitos de los Municipios saludables, y de los grandes programas de enfrentamiento de epidemias, y de vacunaciones basados en la integración activa de los vecinos. Un punto sinequanon en gerencia de salud ha de ser en América Latina el de asegurar la total transparencia de los programas. Hay una gran demanda social totalmente legítima por erradicar todas las formas de corrupción, información continua, rendición de cuentas, que debe ser satisfecha a través de instrumentos gerenciales adecuados, y haciendo entrar en juego formas activas de contraloría social. G. Construir Alianzas Las políticas públicas son las principales responsables en una democracia de garantizar a todos los ciudadanos los derechos elementales, como el derecho a salud. Ese rol es indeclinable. En definitiva ellas significan la acción colectiva puesta al servicio de objetivos de interés general. Pueden tener un aliado poderoso en el capital social de la sociedad. Esta alianza entre políticas públicas y sociedad que actúa a diario en países con buenos desempeños en salud, ha tenido fuertes tropiezos en América Latina. La visión en el pensamiento ortodoxo predominante en las últimas décadas de que el Estado debía tener un papel residual, la desvalorización desde ella de los esfuerzos de la sociedad civil, la idealización del mercado como única respuesta, minó las posibilidades de estas alianzas. Hoy todo esto está cambiando. Una experta internacional en infancia Maria Jesús Conde (2004) describe el nuevo escenario en estos términos: "En términos de pobreza, Latinoamérica es hoy más pobre que hace diez años, en términos de declaraciones, de compromiso, de reconocimientos de los derechos humanos, de movilización de la sociedad civil por los derechos de la infancia...estamos mejor". Ese nuevo contexto da bases para pensar en alianzas imaginativas al servicio de la salud publica un objetivo indiscutible, y común a toda la sociedad. La acción de las políticas públicas en temas claves puede reforzarse a través de su articulación con diversos actores de la sociedad civil. Un campo de grandes posibilidades es el lograr un nivel de involucramiento mucho mayor del muy limitado actual de la empresa privada, educando y promoviendo en la concepción de responsabilidad social empresarial (RSE). La RSE ha ganado posiciones en el mundo desarrollado, movilizada por presiones muy fuertes de la sociedad civil, y es hoy asociada con productividad y competitividad, empezando a formar parte de las estrategias más cuidadas de las empresas más avanzadas. Las Naciones Unidas ha puesto en marcha con ese concepto un Pacto Global que han suscripto 4000 empresas líderes del mundo. En América Latina hay un retraso manifiesto en toda esta área. Salud puede ser un campo de punta para gestar alianzas relevantes. Un indicio de las potencialidades lo da la respuesta que ha recibido Fome Zero ante su convocatoria a las empresas privadas del Brasil a participar activamente en el programa. Educadas sistemáticamente en la idea de responsabilidad social empresarial por organizaciones como el Instituto Ethos de gran trabajo en este campo, más de 100 empresas privadas se sumaron al programa haciendo todo orden de aportes. Los pactos no implican sólo aportes económicos. La empresa privada puede aportar junto a ello, tecnologías gerenciales, espacios en internet, canales de distribución. Otra área de alianzas son las que se pueden realizar con las organizaciones de la sociedad civil, que pueden complementar y enriquecer las políticas públicas por su contacto directo con la población. En la crisis de extrema gravedad que vivió la Argentina en el 2001/02 recientemente donde el 58% de la población llegó a estar por debajo de la pobreza, Caritas dio protección a 3 millones de personas en base a más de 150.000 voluntarios, y lo mismo hicieron la Red social, la AMIA institución central de la comunidad judía y otras. En América Latina el potencial del voluntariado es muy grande, y lo muestran los calificados aportes de las iglesias a la lucha contra la pobreza y por la salud. Deberían reforzarse las alianzas entre las políticas públicas, y la cada vez más activa sociedad civil latinoamericana. Entre ellas deberían replantearse los vínculos entre dichas políticas y las organizaciones sindicales representativas de los trabajadores formales, y también con las que han surgido de los sectores informales. Otra posible área de alianzas es con los medios. Pueden jugar un importante papel. Son imprescindibles para emprender políticas amplias de salud preventiva, y son claves para colocar temas en la agenda publica, y promover su movilización. Las causas de salud publica pueden ser un gran convocante, si se realiza un trabajo sistemático y acorde a sus tipicidades. El concepto de RSE puede ser muy útil para forjar alianzas en este terreno. Así por ejemplo, diversos medios de gran cobertura se unieron en la Argentina, con sectores de la sociedad civil en plena crisis para presionar por la aprobación de la Ley "El hambre más urgente" destinada a combatir la desnutrición infantil, y tuvieron alto impacto. UNA CONCLUSION FINAL Todas las recomendaciones estratégicas anteriores para impulsar la acción por enfrentar las inequidades, y lograr mejorar la salud de todos los latinoamericanos deberían llevarse adelante planteando como su marco de referencia la gran necesidad que tiene este Continente de recuperar una visión ética del desarrollo. El último test de si una sociedad está avanzando o retrocediendo lo da la relación entre sus indicadores, y los valores éticos centrales en los que cree. En América Latina hay claros problemas en este campo. Toda la sociedad proclama su más absoluto apoyo a las madres, los niños, las familias, y los ancianos, cuyo bienestar son valores éticos esenciales, y por el otro lado cifras como las de salud informan de gruesas inequidades que perjudican a amplios núcleos de esos sectores. Se hace imprescindible entonces revincular activamente ética, economía y salud. La economía como lo ha indicado el Papa Juan Pablo II reiteradamente (2000) debería estar al servicio de la ética y orientada por códigos éticos. Debería asegurar el desarrollo en dignidad del ser humano. La salud es un pilar de ese desarrollo. La discusión sobre como configurar una economía realmente ética, debería tener uno de sus ejes centrales en como garantizar el acceso universal a la salud pública. La aceptación de la ética como marco de objetivos, y de evaluación de la economía lleva a consecuencias muy concretas. Los actores sociales deberían asumir las responsabilidades éticas consiguientes. Allí se abren temas como la responsabilidad ética de las políticas públicas, la antes mencionada responsabilidad ética de la empresa privada, las responsabilidades de los sindicatos, las Universidades, las ONGS, los medios y otros actores. Los desafíos que se abren al respecto en Latinoamericana en el campo de la salud son muy concretos. La OPS estima que mueren anualmente 190000 niños por causas evitables. Eticamente ello es absolutamente inadmisible. No puede haber valor más importante que la vida esos niños. Las sociedades deberían extremar esfuerzos para que ello no suceda. En este caso como en otros la opción por la salud, no es postergable. Los daños en salud, sino se atienden puede transformarse en irreversibles. No puede argumentarse esperar a que se produzca tal o cual etapa del modelo del derrame para luego atender a los niños o a la mortalidad materna. Después será tarde. Hay que aplicar en salud lo que nos permitimos llamar una "ética de la urgencia". Se podrá argumentar, y se ha hecho repetidamente que faltan recursos. Cuanto mayores sean los recursos mejor. Es deseable y necesario que crezca el producto bruto, que haya estabilidad económica, altos niveles de productividad, progreso tecnológico, competitividad, pero puede suceder todo ello y no mejorar la suerte de los pobres. Así los indican numerosas experiencias cercanas en la región, como la duplicación del porcentaje de pobres en Chile durante la dictadura militar (1973-1990) a pesar de las altas tasas de crecimiento, o el avance de la pobreza y la desigualdad en las décadas de los 90 en la Argentina a pesar de los aparentes progresos macro. Es necesario el crecimiento pero siempre habrá un tema de prioridades en la asignación de recursos. Sociedades más pobres logran muchos mejores resultados en salud que otras más ricas, porque ello es una prioridad real para ellos, y ponen en marcha políticas agraviosas para llevarla adelante. Por otra parte como plantea Amartya Sen (ver capítulo 6 de esta obra) los costos de montar programas importantes en salud en los países pobres son muchos más reducidos. Los programas requieren uso intensivo de mano de obra profesional y paraprofesional que tiene un costo mucho más reducido que en países ricos. Con inversiones mucho menores puede proporcionarse un nivel de cobertura similar. Según planteó inaugurando la 52 Asamblea Mundial de Salud (1999) el tema es en que se usan los recursos aun bajo políticas de restricción financiera. Señaló "las cuantiosas sumas que actualmente dedican, uno tras otro, los países pobres a financiar su ejército (a menudo muy superiores al gasto público en educación básica o atención de salud)", y advirtió: "Es indicación de que vivimos en un mundo la revés el hecho de que el médico, el maestro de esuela o la enfermera se sientan más amenazados por el conservadurismo financiero que un general de ejército". La opinión pública latinoamericana está clamando a través de las encuestas, los mandatos electorales, y muy diversas expresiones que la ética vuelva a presidir y orientar la economía, y que se mejore la equidad en la región más desigual de todas. El tema de la salud pública debe ser tratado en el siglo XXI en el Continente como un tema que debe figurar entre los primeros lugares de una revisión ética de las prioridades, debe tener preponderancia efectiva en las asignaciones de recursos, y no admite más postergaciones porque hay una ética de la urgencia que está exigiendo cuenta todos los días por las innumeras muertes y sufrimientos evitables. NOTAS (1) El autor trata detalladamente el tema de la gerencia social y sus especificidades en sus obras: “Pobreza el drama cotidiano. Instrumentos para una gerencia social eficiente” (Norma, 1995) y “Pobreza. Un tema impostergable. Nuevas respuestas a nivel mundial” (Fondo de Cultura Económica, 1994). REFERENCIAS Alleyne, George A.O. (2002). Equity and the goal of health for all. Revista Panamericana de la Salud. OPS. Mayo-Junio. Washington DC. Arteaga, Oscar y otros (2002). Información para la equidad en salud en Chile. En Revista Panamericana de Salud Pública. OPS. May-June . 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