Planes de desarrollo y siderurgia privada: A.H.V.

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“Planes de desarrollo y siderurgia privada: A.H.V. (1960-1975)”, E. Fdez de Pinedo.
IX Congreso de Historia económica. Murcia 2008, septiembre.
Sesión “Mercado y Estado: los Planes de Desarrollo durante el Franquismo”.
1.-De la complementariedad al desajuste: las bases nacionales e insternacionales del
problema siderúrgico.
España, a diferencia de Italia, en el terreno siderúrgico, inició su despegue potenciando
la siderurgia integral y ésta fomentó el crecimiento de la siderometalurgia1. A fines del
siglo XIX, la relativamente importante siderurgia básica montada en la margen izquierda
del Nervión tenía un evidente problema de superproducción. Los mercados exteriores
para el lingote de hierro que producía nunca habían sido importantes2 y debido a la
política proteccionista de los países del entorno geográfico estos se fueron cerrando.
Para los siderúrgicos vizcaínos el proteccionismo debía centrarse en los bienes
producidos no tanto por la siderurgia básica, cuanto por la siderometalurgia. La
protección debía permitir el crecimiento de ese raquítico pero existente subsector y
desarrollarlo a través de una política de sustitución de importaciones. Las fábricas
siderometalurgicas necesitarían más lingote y diversos tipos de aceros y de hierros y por
lo tanto absorberían el exceso de oferta de las plantas integrales3. No hubo, como en
Italia, contradicción entre los intereses de la industria pesada siderúrgica y la
siderometalurgia; es más, el subsector más protegido, en España, fue éste último (véase
cuadro nº 1).
Cuadro nº 1.
Arancel de 31 de diciembre de 1891, en pts de plata.
Productos.
Carbones minerales y coque (Tm.)
Hierro fundido (100 kgs.)
Acero, en lingotes (100 kgs.)
1
Tarifa 1ª
3,00
2,40
6,00
Tarifa 2ª
2,50
2,00
5,00
Esto no quiere decir que no existieran algunas modestas empresas o actividad artesanal, como es el
caso de la fabricación de armas de fuego, recipientes de hierro para transportar el mercurio, anclas,
clavos…
2
Resulta bastante increíble que se haya sostenido y se siga sosteniendo un crecimiento de las
exportaciones de lingote de hierro para acero Bessemer en las dos últimas décadas del siglo XIX
basándose en una serie de producción de lingote que en plena expansión de la siderurgia básica (se
constituyen tres fábricas importantes en 1882) ofrece cifras de producción de lingote declinantes. Y que
además se aduzca que los datos, erróneos ostensiblemente, proceden de información obtenida en los
archivos de las empresas siderúrgicas, cuando en realidad tienen su origen en una revista o fuentes
impresas de época, revista y fuentes de carácter cuando menos secundario para el sector siderúrgico.
Para la crítica de esas cifras, véase E. Fdez de Pinedo, “La industria siderúrgica, la minería y la flota
vizcaínas a fines del siglo XIX. Unas puntualizaciones”, en VVAA, Mineros, sindicalismo y política,
Oviedo 1987, pp. 152, 153 y 154.
3
E. Fdez de Pinedo, “Nacimiento y consolidación de la moderna siderurgia vasca (1849-1913): el caso
vizcaíno”, Información Comercial Española, junio 1983, nº 598, pp. 17-18. Alberto del Castillo, en La
Maquinista…, Barcelona, 1955, da numerosas pruebas de esos nexos entre siderúrgicos vascos y La
Maquinista… El coyuntural conflicto de intereses que surgió hacia 1916, debido a la peculiar situación
creada por la Guerra Mundial se solucionó con los beneficios otorgados por la ley de 2 de marzo de
1917, a la que se acogió la Maquinista y Terrestre…y con la prohibición en 1917 de exportar hierro
manufacturado y acero hasta que estuviera abastecido el mercado nacional. A. del Castillo, O.C., pp. 353
y 357.
2
Piezas grandes para puentes, armaduras, etc.(100 kgs.)
Máquinas agrícolas (100 kgs.)
Motores de todas clases (100 kgs.)
Locomotoras, locomóviles y marinas (100 kgs.)
Las demás máquinas y piezas (100 kgs.)
Placas giratorias (100 kgs.)
Embarcaciones de hierro o acero (Tm.)
20,40
18,20
21,60
33,60
24,00
18,00
30,00
17,00
14,00
18,00
28,00
20,00
15,00
25,00
Fuente: Alberto del Castillo, La Maquinista Terrestre y Marítima, personaje histórico (18551955), Barcelona 1955, p. 275.
Esta complementariedad empezó a rechinar bajo la autarquía, dada la incapacidad de la
siderurgia básica por abastecer toda la demanda interior, problema agravado por la
imposibilidad de importar ciertos bienes debido a la escasez de divisas. La Delegación
Oficial del Estado en la Industria Siderúrgica (DOEIS) trató de hacer frente a una
situación en la que la demanda superaba a la oferta a través de la contención de los
precios y la reglamentación del mercado siderúrgico. Una de las consecuencias de esta
política económica fue favorecer el mercado negro y desviar una parte de los beneficios
de la siderurgia hacia los especuladores, estraperlistas y personas bien situadas en el
entramado político-administrativo del Régimen. Pero cuando la concordancia de
intereses entre siderurgia básica y siderometalurgia se quebró fue a partir de los años
cincuenta, cuando, tímidamente, la sociedad española fue penetrando en la sociedad de
consumo, incrementando su demanda de bienes de consumo semiperecederos
–lavadoras, turismos…-. Entre otros varios subsectores siderometalúrgicos, el desarrollo
del automovilístico en España puso de relieve las insuficiencias de la siderurgia básica.
En los años cincuenta el régimen franquista, alguna empresa nacional y ciertas
multinacionales emprenden la construcción de vehículos con motor a explosión en
España con lo que se incrementó la demanda de diversas clases de aceros de forma
sustancial. En 1950 se constituyó SEAT, con capital de FIAT, del INI y del banco
Urquijo y en noviembre de 1953 produjo el primer Seat 1.400. Renault se instaló en
Valladolid en 1953. Eduardo Barreiro fundó en 1954 en Villaverde (Madrid) una
empresa de motores y carrocerías, Barreiros Diesel, y en 1958 iniciaba la empresa
francesa Citroën la construcción de una factoría en la zona franca del puerto de Vigo que
en 1961 producía más de 3.600 unidades. Estas fábricas requerían abundantes productos
siderúrgicos, en especial aceros de diferentes tipos y calidades para los motores, las
suspensiones, las transmisiones, chapa para las carrocerías… En el caso de este
producto el acero requerido tenía que estar laminado en frío y fue necesario importarlo
por ejemplo de Italia4. La siderurgia básica producía a costes muy superiores a los
internacionales y repercutía su ineficiencia, vía precios, sobre las industrias que utilizaban
los aceros especiales, las planchas, los coils… como materia prima. El crecimiento de la
siderometalurgia y de la industria de bienes de consumo semiperecederos se veía limitado
por una siderurgia básica poco eficiente. Como el peso de los transformados metálicos y
de las industrias productoras de bienes de consumo semiperecederos, entre otras, fue
creciendo y adquiriendo mayor importancia en el BIP, sus intereses fueron primando en
la política del Régimen franquista, régimen que a su vez estaba muy interesado en situar
a los españoles en pautas de consumo parecidas a los de sus próximos vecinos. Para
ajustar oferta siderúrgica y demanda siderometalúrgica, el gobierno franquista optó
primero por crear una nueva plata integral pública (años cincuenta) y luego, con los
4
“La chapa laminada en frío para las carrocerías automovilísticas se importaba de Italia”, Memoria de
AHV, correspondiente al ejercicio de 1955, p. 10.
3
Planes de Desarrollo (años sesenta) por liberalizar modestamente las importaciones,
potenciar el sector privado merced a la Acción Concertada y eliminar las travas a las
inversiones extranjeras, al mismo tiempo que limitaba el crecimiento de ENSIDESA y
variaba en parte los objetivos del INI. Esta nueva estrategia no consiguió que las
industrias siderúrgicas integrales privadas lograran producir a costes internacionales.
Este proceso tuvo además que llevarse a cabo en un panorama internacional que
cambiaba rápidamente, tanto en el terreno de las políticas económicas como en el
tecnológico. En 1947/48 se había constituido el GATT (General Agreement on Tariffs
and Trade) que fue firmado inicialmente por veintitrés países, al que se fueron adhiriendo
posteriormente otros y diez años después, en 1957, se creaba el Mercado Común
Europeo, instituciones que modificaban sustancialmente las reglas del comercio
internacional que habían regido antes de la Segunda Guerra Mundial. En el terreno
tecnológico, la sinterización permitió aprovechar minerales de bajo contenido metálico y
reducir el consumo de coque en los altos hornos; el proceso Linz-Donawsitz y otros
parecidos basados en la obtención de acero mediante la inyección de oxígeno puro
convirtieron en obsoletos los diversos tipos de convertidores y hornos abiertos
(Bessemer, Martin-Siemens…). Los hornos eléctricos, ya por el sistema de arco, ya
mediante inducción, permitieron fácilmente reciclar la chatarra para obtener diversos
tipos de aceros. Por su parte la colada continua permitirá reducir sustancialmente los
costes del laminado. Todos estos avances requerían enormes aportes de capital, tanto
físico como humano, y no sólo en el terreno de la innovación sino en el de la
investigación, de la cual eran en buena medida resultado.
2.- La política siderúrgica del franquismo.
En vísperas de los Planes de Desarrollo confluyeron una serie de elementos, algunos
estructurales, otros nuevos, o relativamente nuevos. De resultas del desfase entre
producción y consumo (en parte resultado de la falta de divisas y del aislamiento
internacional de la dictadura) y de los presupuestos ideológicos del Régimen franquista,
en la etapa autárquica habían surgido una serie de instituciones e instrumentos para
regular la distribución de ciertos bienes escasos y básicos. En el sector de la siderurgia se
había creado por Decreto de 19 de diciembre de 1940 la Delegación Oficial en la
Industria Siderúrgica, probablemente en sus inicios con un papel limitado a asegurar el
aprovisionamiento de hierro y acero al ejército, a la marina y a algunos sectores claves,
pero que ante el creciente desabastecimiento acabó interviniendo en la distribución de
todo el sector. La actitud de las empresas siderúrgicas básicas ante las regulaciones de la
DOEIS fue cambiando con el tiempo. En principio la DOEIS fue vista como una
solución y salida ante las críticas que caían sobre las plantas siderúrgicas integrales. AHV
señalaba que era “Una medida de Gobierno que estimamos acertadísima y que veníamos
propugnando como obligada… la de intervención por mediación de la <<Delegación
Oficial del Estado en la Industria Siderúrgica>>, en el reparto de nuestra producción,
atendiendo al máximo interés nacional, porque así podrá apreciarse nuestra conducta en
la colaboración a la obra de reconstrucción nacional”. AHV consideraba que mejoraría
las relaciones entre productores y consumidores, acallando ciertas interpretaciones5. El
problema básico residía en que se estimaba la producción siderúrgica en 700.000
toneladas de acero y el consumo en 1.000.000/1.200.000, panorama agravado por las
ganancias de los intermediarios, a quienes se responsabilizaba de un “lucro excesivo”6.
5
6
Memorias AHV, sesión 29 mayo 1941, referido al año 1940, pp. 9 y 10.
Memorias AHV, sesión 29 mayo 1942, año 1941, p. 12.
4
Esta regulación de las cantidades producidas se añadía al control de los precios.
De esta postura, favorable a las actuaciones de la DOEIS, se fue pasando a una actitud
más bien hostil, sobre todo a partir del incremento de las cantidades exigidas por la
DOEIS que AHV tenía que “servir con carácter preferente”. El Gobierno investigó a
través del Juzgado especial de Suministros Siderúrgicos (creado por Decreto de Consejo
de Ministros de 20 de diciembre de 1940) la conducta de AHV “en el servicio de pedidos
con destino a atenciones de Defensa o de gran <<interés nacional>>”. AHV habría
dejado de servir ciertos encargos procedentes de los ferrocarriles, de la aviación y de los
ministerios del Ejército y de la Marina7. La empresa aducía que las cantidades que AHV
podía disponer libremente para el consumo corriente disminuían cada día “en proporción
en que aumentan las que tenemos que servir con carácter preferente, por indicación de la
Delegación Oficial del Estado y Sindicato del Metal”. En 1941 había sido como media el
51 por 100 de lo producido, y en el último trimestre de ese año el 71 por 100. En el
primer trimestre de 1942 el 78 por 100 y la media del año alcanzó el 85 por 100, siendo
prácticamente total en los perfiles de mayor consumo8. Es probable que las crecientes
exigencias del Régimen a través de la DOEIS no fueran ajenas a la situación creada por
la II Guerra Mundial.
A finales de la década de los cuarenta AHV efectuaba una serie de peticiones
encaminadas a la “disminución de la intervención de la DOEIS en lo que respecta a la
producción y a la posible libre contratación entre siderúrgicos y metalúrgicos, de una
parte de la misma”. Se partía de la pervivencia de la DOEIS pero limitado a su papel a la
vigilancia y cumplimiento de los pedidos oficiales, que habría sido su cometido
fundacional, luego ampliadas sus competencias, y al mismo tiempo deseaba que el
volumen de esos pedidos oficiales se redujeran, dejando el resto de la producción libre
tanto en cuanto al destino como al precio. A fines de 1950 la Central Siderúrgica
convocó a sus asociados para ofrecer una salida al Ministerio de Industria para ir
paulatinamente haciendo desaparecer la intervención oficial del Estado en la industria
siderúrgica y al mismo tiempo reorganizar los servicios dentro de la Central. En
diciembre de ese año, la siderurgia básica logró una total libertad para distribuir el
lingote, la chapa preparada, la hojalata y la forja, pero los precios siguieron estando
regulados9. Todavía en 1952 la DOEIS demandaba a la industria siderúrgica en su
conjunto 450.000 Tm. al año como pedidos preferentes destinados al ejército, a la
agricultura…10. Dentro de ciertos sectores del Régimen franquista existía un claro
malestar con la siderurgia privada, vista como captadora de rentas11, que no lograba
producir ni a precios adecuados, ni sobre todo las cantidades requeridas. Dado que el
marco en el que se movía la política económica franquista de esos años era la autarquía,
el uso de los aranceles para forzar a la siderurgia nacional a seguir los planes del
gobierno parecía desechado. AHV había adquirido en 1940 Altos Hornos del
Mediterráneo, la segunda siderurgia española más moderna. El lingote producido por
AHV representaba entre el 68 y 73 por 100 del total español en los años de 1942 a 1946
y sin duda la empresa disfrutaba de una situación más próxima al monopolio que al
oligopolio, dado el atraso técnico de la siderurgia asturiana12 y la existencia de
7
Actas Consejo de Administración de AHV (ACA AHV en adelante), t. 8, 13 febrero 1942, pp.187
y188.
8
Ibídem, sesión 29 mayo 1942, año 1941, p. 11 y sesión 1º junio 1943, año 1942, p. 15.
9
ACA AHV, t. 10, 27 octubre 1950, p. 109 y 22 diciembre 1950, p. 123.
10
ACA AHV, t. 10, 25 agosto 1949, pp. 41 y 42 y 3 junio 1952, pp. 232 y 233.
11
Esta visión muy de ciertos sectores franquistas, pero no exclusiva de ellos y a veces muy anterior en el
tiempo, ha sido retomada en los últimos años vistosa envoltura académica.
12
Fermín de la Sierra, La concentración económica en las industrias básicas españolas, Instituto de
5
consejeros comunes a veces. Si no se podían utilizar los aranceles para dinamizar la
siderurgia privada, se haría a través de ENSIDESA
Al corsé de la DOEIS le sucedió a principios de los años cincuenta el proyecto estatal
de una siderurgia integral pública, la futura ENSIDESA, vista con desagrado cuando no
con hostilidad por parte de la siderurgia básica privada. Probablemente para mitigar el
malestar, el Decreto de 7 noviembre de 1952 (BOE, 17 noviembre 1952) declaró de
interés nacional las nuevas industrias siderúrgicas y las ampliaciones y mejoras
efectuadas en las plantas de ciclo completo, es decir, extendía la Ley de Protección de las
Industrias de Interés Nacional a la siderurgia integral. Sin embargo, AHV se mostró
reticente. Acogerse a los beneficios de dicha ley “traería consigo el nombramiento de un
Consejero Delegado del Ministerio de Industria y la participación del 50% que se
concede al Estado en el dividendo que se reparta sobre el 7% del capital objeto de
ampliación”13. Este tema volvió a abordarse unos años después. En 1955 el gerente
estimó que se debía considerar de nuevo si AHV pedía ser declara de <<interés
nacional>>, dadas las ventajas económicas, exenciones arancelarias, desgravaciones
fiscales… que proporcionaba14. El deseo del gerente por acogerse a la normativa
probablemente residía en el financiamiento del plan de inversiones para el que además se
requerían divisas. Pero no parece que el Consejo de Administración de AHV fuera de su
mismo parecer. La presencia del Estado o de socios extranjeros, como más adelante
veremos, era vista con muchas prevenciones por parte del Consejo de Administración de
AHV15. AHV presentó al Ministro de Comercio un plan de inversiones en 1952, poco
después del inicio de las obras de ENSIDESA, y tras largas negociaciones AHV logró
que se aprobase. Pero el Gobierno obligó a AHV y a la Basconia a instalar
conjuntamente el laminador Blooming y el de productos planos, en frío y en caliente. El
volumen de divisas requerido era considerable y AHV en 1957 se lamentaba ante el
Ministerio de “la postergación de que había sido objeto la sociedad en la concesión de
divisas” y del retraso en la aprobación de la instalación de los citados laminadores16. Este
esfuerzo inversor sin duda pretendía hacer frente en un próximo futuro a la competencia
de la siderurgia pública. En 1954 se instaló la sinterización de los carbonatos y el nuevo
tren de palanquilla. Iniciadas en 1956, en 1958 concluían las obras para los trenes de
laminación en frío, que no empezaron a producir hasta el año siguiente. Se habían
montado en Echevarri, asociados con la Basconia, por exigencias del Gobierno. La chapa
laminada en frío era la materia prima indispensable para las carrocerías de los vehículos
con motor a gasolina y diésel, de los que existía ya en España una modesta producción.
En 1958 también se iniciaban las obras de las naves que iban a albergar el tren de bandas
en caliente. En 1960 entraba en funcionamiento el nuevo tren Blooming-Slabbing en
Sestao, se ponía en marcha un horno eléctrico de 50 Tm. y se proseguía con la ejecución
de la acería LD, inaugurada en 1963 y que funcionó con normalidad al año siguiente.
Estudios Políticos, Madrid 1953. “Existe un grupo dominante en el oligopolio de la industria de
producción de lingote de acero, con una marcada influencia en éste de Altos Hornos de Vizcaya”,
Además había que tener en cuenta los consejeros comunes entre empresas. Si se añade ese criterio “el
grado de monopolio que ya vimos existía debido al grupo de empresas considerado, está reforzado por la
existencia de consejeros comunes” (pp. 41, 43 y 44).
13
ACA AHV, t. 11, 4 diciembre 1952, p. 13.
14
ACA AHV, t. 11, 7 julio 1955, p. 147.
15
Al formar parte del Consejo se disponía de información exacta y privilegiada y además suponía
compartir el poder de decisión. Estos dos elementos –control de la información y del poder de decisiónno se suelen tener en cuenta en la historia económica, aunque son elementos que condicionaron muchas
decisiones empresariales.
16
ACA AHV, t. 12, 6 junio 1957, pp. 79 y 80.
6
Estas mejoras resultaron claramente insuficientes.
Las soterradas disputas entre la siderurgia privada y ENSIDESA se llevaban a cabo en
un marco autárquico, con un mercado interior cautivo, aunque con precios controlados
por la Secretaría General Técnica del Ministerio de Industria, y con una actitud más bien
favorable por parte de ciertos influyentes sectores del Régimen a la siderurgia pública17.
3.- La siderurgia española en vísperas de los Planes de Desarrollo. Aspectos técnicos.
A la altura de 1962 el sindicato vertical de los empresarios siderúrgicos realizó una
serie de previsiones ante el Plan de Desarrollo y el Mercado Común Europeo. El ponente
calculó que para 1975 se necesitarían 4.100.000 Tm de acero, de las cuales 3.600.000
destinadas al afino y 500.000 al moldeo. Para alcanzar esas cifras, con la tecnología del
momento, se requerían 3.500.000 Tm. de coque metalúrgico (equivalentes a cinco
millones de toneladas de hulla para coque) y 9.000.000 Tm. de mineral de hierro en
bruto. A esas materias primas se añadían 2.500.000 Tm. de chatarra para obtener, por
otros métodos, unas 1.400.000 Tm. de acero, con lo que la cifra final de acero que se
esperaba alcanzar llegaba a los cinco millones y medio de toneladas métricas. De esa
cantidad se laminarían cinco millones, ya que medio millón era para piezas moldeadas. El
acero destinado a ser laminado, primero pasaría por los trenes desbastadores, luego por
los acabadores y a veces por los estructurales.
Con los datos que proporciona el ponente se obtenían las siguientes relaciones: uno
de arrabio requería 2,19 de mineral, 0,85 de coque y el coque 1,22 de hulla.
En 1962 la producción de mineral de hierro no debía de alcanzar las 9.000.000 Tm. y
tampoco se obtenía la chatarra necesaria. Incluso para 1975, de las 2.600.000 Tm. de
chatarra previstas se estimaba que habría que importar unas 600.000 Tm. De cara al
futuro la provisión de minerales de hierro no debería plantear problemas, pero dado que
los españoles eran de baja calidad era necesario aplicar técnicas de sinterización
(sintering) que elevaban su riqueza y reducían el consumo de combustible en los altos
hornos. Y con las modernas técnicas de afino se podían utilizar minerales en el día no
explotados.
Respecto al coque la situación resultaba más precaria. De la hulla obtenida en España
no toda, como es bien sabido, era coquizable. De las 5.000.000 Tm. requeridas no se
dispondría más que de 2.000.000 o 2.500.000 de hulla nacional. El resto habría que
importarla y por tanto se debían montar las coquerías cerca de los puertos, puertos que
deberían ser dotados de muelles capaces de permitir el atraque de buques de gran
tonelaje.
En cuanto a los altos hornos la mitad eran de “pequeña capacidad” y se estimaba que
para el futuro no serían “utilizables económicamente más del 50 por ciento de las
instalaciones actuales”. Dado que para obtener una Tm. de arrabio se requerían 2,20 de
mineral de hierro y 0,85 de coque equivalentes a 1,22 de hulla, a mediados del siglo XX
en España lo lógico era montar los nuevos altos hornos cerca de los yacimientos de
mineral de hierro y acercar la hulla o el coque. A ello se añadía la necesidad futura de
incrementar la producción de hierro colado.
Las baterías de coque aunque eran por lo general modernas y eficaces, ya producían
por debajo de las necesidades del momento.
Las plantas productoras de acero eran de capacidad reducida comparadas con las
17
En el futuro ciertos cuadros y dirigentes de AHV responsabilizarán de las dificultades de la Empresa a
la intervención de los precios siderúrgicos, a las restricciones en la disponibilidad de divisas para poder
importar equipamiento siderúrgico del extranjero y a la creación de ENSIDESA.
7
europeas, excepto en el caso de Vizcaya, aunque en conjunto abastecían a la demanda
nacional. En cuanto a los tipos de aceros se elaboraba un porcentaje demasiado elevado
de acero Siemens (el 71 por 100 frente al 47 por 100 en Europa), acero que requería
importantes cantidades de chatarra, producto del que, como hemos visto, España era
claramente deficitaria, con lo que los costes de producción resultaban elevados.
En el sector de la laminación en España existía un cuello de botella debido a que la
capacidad de los laminadores desbastadores puros era inferior a la de los acabadores.
Este desajuste se paliaba laminando, sin previo desbaste, los tochos en trenes
estructurales mixtos, con lo que se obtenían sólo bienes utilizables en productos “de muy
escasas exigencias” respecto a la calidad. Era necesario instalar nuevos trenes Blooming
Slabbing (desbastadores) o bien aumentar las escasas instalaciones de coladas continuas
(sólo existía una) que permitían prescindir del desbaste. En cuanto a los trenes
acabadores, aunque su capacidad de laminación era adecuada a las presentes
necesidades, la mayoría eran “antiguos y de reducida producción unitaria” (se refería a
que eran de pequeña capacidad y manuales). Como era necesario incrementar la
productividad en el laminado y obtener bienes de mayor calidad, el mercado obligaría “a
poner fuera de servicio la mayoría de ellos”. Los nuevos laminadores tenían que ser
continuos o semicontinuos automáticos o semiautomáticos de gran producción y
“obligarán a la necesaria concentración de empresas”.
Este panorama tecnológico explicaba en gran medida la baja productividad de la mano
de obra. Aunque se reconocía que “las estadísticas sobre la mano de obra hay que
tomarlas con toda clase de prevenciones por las posibles diferencias de clasificación de
una nación a otra” la productividad de la mano de obra en la siderurgia española era muy
baja y no se veía compensada por unos reducidos salarios. Para parecida producción de
acero, fuera de España se requería la tercera parte de los efectivos humanos y además en
España se utilizaba cuatro veces más personal auxiliar y aprendices. Aunque los salarios
en Bélgica eran 3,21 veces más elevados que en España, en Alemania 2,68, en Francia
2,53 y en Italia 2,49, el coste de la mano de obra por Tm. de acero ascendía en Italia a
0’66, en Francia a 0,97, en Alemania a 0,90 y a 0,85 en Bélgica mientras que en España
alcanzaba la unidad.
Modernizar la siderurgia española, de acuerdo con las previsiones, requería unas
inversiones de 52.600 millones de pesetas, de los cuales 14.200 en Vizcaya. La mitad de
esa cifra estaría destinada a la importación de bienes de equipo, una cuarta parte a obra
civil y el resto se podría construir en España. Pero el coste de la modernización
difícilmente podría la siderurgia española abordarlo mediante autofinanciamiento. Se
planteaba un cambio en la política de precios de los productos siderúrgicos y una
específica política fiscal y crediticia.
Desde el punto de vista de los siderúrgicos de inicios de los años sesenta, la reserva
del mercado nacional que había disfrutado tras la Guerra Civil había tenido una serie de
contrapartidas. No sólo como hemos visto la distribución de los productos siderúrgicos
estuvo intervenida durante muchos años a través de la DOEIS, sino que los precios
interiores estuvieron sometidos a decisiones oficiales desde 1938 por parte del Ministro
de Industria. Más tarde el precio se calculó de acuerdo con una formula compleja y
aunque a veces los precios interiores eran superiores a los extranjeros, para los
empresarios siderúrgicos “no dejaban margen para amortizaciones, ni mucho menos para
constituir reserva alguna para autofinanciación “. Esta situación es la que habría dado
lugar a reiteradas ampliaciones de capital para obtener recursos. A estas quejas se
añadía, curiosa y sorprendentemente, el haberse visto privados de las ayudas
proporcionadas por los EE.UU. a través del Plan Marshall las cuales habían permitido a
8
las siderurgias de otros países europeos disponer de “instalaciones mucho más potentes y
modernas”. Los extranjeros gracias a esas ayudas y a unos precios adecuados habían
amortizado sus inversiones y renovado el utillaje; además podían exportar a bajos precios
y mantener así sus instalaciones ocupadas a pleno rendimiento, cuando su mercado
interior no absorbía todo lo que producían. A estas críticas se añadían los mecanismos de
comercialización impuestos por el Régimen. Los calificados como “consumidores
directos” tenían preferencia a la hora de ser abastecidos, lo que les permitía prescindir de
los almacenistas. Las fábricas siderúrgicas tenían que servirles directamente –“ventas al
detalle”- y como las disponibilidades de medios de transporte no siempre resultaban las
adecuadas, las empresas siderúrgicas básicas acumulaban stocks “con el con siguiente
recargo de la tesorería de las empresas”. Pedían vender sólo a las grandes industrias
consumidoras y a los almacenistas. Éstos, a través de su red de distribución, venderían a
los pequeños y medianos consumidores18.
No obstante este gris panorama se pensaba que con las adecuadas inversiones se
podría hacer frente al reto. Sin embargo, incluso unos años después, ciertos análisis se
mostraban particularmente pesimistas. Desde inicios de los años sesenta la importación
de productos siderúrgicos había ido creciendo de forma rápida alcanzándose en 1966 las
2.300.000 Tm. que había supuesto la salida de unos 250/300 millones de dólares. De
esos datos se deducía que “la industria del acero no es capaz de abastecer una demanda
que crece muy rápidamente, y se encuentra así entre los factores que agravan el déficit de
Balanza de Pagos”. A pesar de un “alto nivel de protección arancelaria” estas
importaciones indicaban que la competitividad era baja, y al ser una industria de cabecera
encarecía los precios de otras (fundiciones, muebles metálicos, maquinaria no eléctrica,
material ferroviario, motores…)19.
A pesar de proceder del mismo sector, las previsiones citadas se quedaron muy por
debajo de la realidad como se puede apreciar en el cuadro nº 2 y por tanto también las
necesidades de capital aducidas.
Cuadro nº 2.
Previsiones de 1962 con respecto a la siderurgia española para 1975 y realidad, en
Tm.
Productos
Arrabio
Mineral de hierro
Acero
Previsiones para 1975
4.100.000
9.000.000
5.500.000
Producción en 1975
6.842.000
8.617.000
11.137.000
El cuadro nº 2 no sólo pone de relieve el notable desvió entre lo previsto y lo
producido, sino también los cambios tecnológicos que se operaron en ese corto espacio
de tiempo. En estos años no sólo la demanda de acero mundial creció de forma muy
18
Consejo económico sindical de Vizcaya. III Pleno. Proyecto de ponencia sobre la industria siderúrgica
vizcaína ante el Plan de Desarrollo Nacional y el Mercado Común, ponente Pablo de Basaldúa Pinedo,
s.a. [1962], pop. 12 a 14. Para los almacenistas véase José Ignacio Martínez Ruiz, “La Unión de
Almacenistas de Hierros y la distribución de hierros comerciales en España”, Documento de Trabajo
9806, julio 1998, Programa de Historia Económica. Fundación Empresa Pública. Para los cambios en la
estructura del financiamiento de la siderurgia española entre 1960 y 1964 véase Luis Guereca Tosantos,
“La financiación en el sector siderúrgico español”, Anales de Economía, octubre-diciembre 1965, 2ª
época, nº 12, pp. 355 a 361 entre otras.
19
Juan Antonio García Diez, “La siderurgia, problemas y perspectivas en este sector”, Información
Comercial Española, abril 1967, nº 404, p. 40
9
importante sino que la tecnología siderúrgica, que se pensaba había alcanzado su
madurez con el alto horno, los convertidores y los diversos tipos de laminadores, dio un
notable salto con el desarrollo de la sinterización, de nuevos hornos eléctricos y la colada
continua. Esta a su vez permitió reducir las necesidades de laminación. Este complejo
proceso parece haber culminado “recientemente” en las miniacerías, aunque todavía
parte del acero procede del fundido de minerales de hierro en altos hornos y colada
continua, por razones técnicas y en ciertos países de costo.
En estos años la siderurgia española tuvo que hacer frente a un mercado en expansión,
pero cada vez más abierto y competitivo, de resultas de los cambios producidos en el
marco de las relaciones comerciales internacionales (apertura de la economía española
tras el Plan de Estabilización, entrada en el GATT en 1963, fecha en la que ya lo habían
firmado 60 países, luego la adhesión a la Comunidad Económica Europea) y además a
cambios tecnológicos que dejaban obsoletas con rapidez costosas inversiones apenas
amortizadas.
4.- Planes de desarrollo, Acción concertada, United States Steel Company y AHV.
La estrategia franquista –competencia entre planta pública y privadas en un marco
institucional autárquico- va a cambiar paulatinamente a partir de 1959 con el Plan de
Estabilización y Liberalización y los Planes de Desarrollo. La inflación y el déficit de la
balanza de pagos obligaron al Régimen, primero a tomar ciertas medidas paliativas
–reforma fiscal (1957), desaparición de la deuda pignorable y exclusión del INI de los
presupuestos del Estado y reforma laboral por la ley de Contratos de Trabajo, más
conocida de los Convenios Colectivos-. Ante su insuficiencia, el Decreto Ley de 21 de
Julio de 1959 puso en marcha el Plan de Estabilización y de Liberalización, entre cuyas
medidas, para nuestro caso, destacaban tres: nueva paridad de la peseta, que de hecho
significaba la devaluación de la misma (julio de 1959), nuevo régimen para las
inversiones extranjeras y liberalización del comercio exterior, pero bajo un fuerte
proteccionismo (arancel de 1960), reforzado por la devaluación citada (60 pesetas por
dólar). Poco antes de estas medidas, en 1957, se había firmado el Tratado de Roma que
creaba el Mercado Común Europeo. Se relanzaba el crecimiento europeo con unas
nuevas reglas. España, por razones políticas y económicas, no podía adherirse, pero el
crecimiento europeo le afectó muy positivamente a través del envío de turistas
(favorecido por la caída de la peseta), la acogida de emigrantes españoles (aliviando las
dificultades de los jornaleros del campo y proporcionando remesas) y demandando una
serie de bienes, en una primera etapa sobre todo agrícolas, a España. Entre 1961 y 1974
la economía española creció a una tasa del 6,8 por ciento anual. No obstante esta muy
favorable coyuntura internacional e interna, la siderurgia privada española atravesó una
etapa difícil (véase cuadros nº 3 y 4).
Tabla nº 3.
Producción mundial de acero, en millones de Tm., según Memorias AHV.
Año
1940
1950
Cantidades
142,0
188,0
1960
1961
345,0
350,0
Año
1965
1966
1967
1968
1969
Cantidades
459,0
475,0
483,0
528,0
574,0
10
1962
1963
1964
359,0
386,0
438,0
1970
1971
1972
586,0
565,0
628,0
Las nuevas reglas del juego vinieron determinadas por el proceso de liberalización. Las
importaciones de los productos siderúrgicos siguieron intervenidas hasta 1961 y sobre
todo hasta 1962, año en el que la libertad se extendió al comercio exterior, aunque con
elevados aranceles proteccionistas. Se iniciaba para AHV y para la siderurgia asturiana
privada una década en la que coincidieron fuertes inversiones para modernizarse y
mediocres resultados económicos, pero no productivos, en una coyuntura expansiva para
el conjunto de la economía española. Entre otros indicadores está el número de buques
construidos, que en TRB, pasó de algo menos de 100.000 toneladas en 1956 a 1.599.600
en 1973 y en la cifra de turismos fabricados en España, de unas 20.000 unidades en la
primera fecha a superar los 700.000 en la segunda20, muchos destinados a la exportación.
A estos subsectores se añaden el de máquinas y materiales de transporte, la
construcción… España entraba, tarde y modestamente, en la sociedad de consumo, en
un marco muy proteccionista, pero con tendencia a ir abriéndose. Las industrias
siderometalúrgicas y los productores de bienes de consumo semiperecederos (lavadoras,
neveras…) requerían cantidades crecientes de productos siderúrgicos de variadas
calidades y a poder ser a precios razonables. La liberalización del comercio exterior
buscaba abaratar los precios e incrementar la oferta de los in puts utilizados por las
industrias siderometalúrgicas y de bienes de consumo semiperecederos a través de una
controlada importación. La siderurgia integral española debía de reducir sus costes y
abaratar los precios de venta de sus productos, para acercarlos a los internacionales. Para
ello el arancel y las inversiones públicas en el sector serían el palo y la zanahoria. De
forma retrospectiva el presidente de AHV en 1971 esbozaba la principal característica de
esta etapa para la siderurgia: “en 1964 se inició una etapa, necesaria pero difícil y dura
para los accionistas de Altos Hornos”, que felizmente, según él terminaba en 197121.
Olvidaba los años precedentes, de 1960 a 1964 y no podía preveer el negro futuro22.
Tabla nº 4.
Producción de Altos Hornos de Vizcaya (fábricas en Vizcaya) en Tm, según Memorias
de la empresa.
20
Años
1940
Lingote de hierro
410.979
Lingote de acero
384.411
Laminación vendible
1958
412.776
408.721
281.946
264.542
Valdaliso, J. M., “Crisis y reconversión de la industria de construcción naval en el País Vasco”, en
Ekonomiaz, Revista vasca de economía. El siglo XX en la historia económica del País Vasco: de la gran
empresa a las PYMES, n1 54, 2003, ppp. 54 y 55, Aláez, R, Bilbao, J., y Camino, V., “”El desarrollo de
la industria auxiliar de automoción en la economía vasca”, Ekonomiaz, n1 54, 2003, pp. 115-116 y
Carreras, A. y Tafunell, X. (coords.), Estadísticas históricas de España, Fundación BBVA, 2ª edición,
2005, t. I, pp. 421.
21
Memoria de AHV correspondiente al ejercicio de 1971.
22
Sorprende un poco que situara el inicio de las dificultades en 1964. Un analista de las cotizaciones de
la bolsa de Bilbao había escrito años antes “pocos reveses bursátiles pueden compararse a los que han
sufrido los valores de este grupo [siderometalurgia y transformados metálicos] en el curso de esta etapa:
1957-1964”, José Antonio Torrente Fortuño, Historia de la Bolsa de Bilbao, Bilbao 1966, p. 493.
11
1959
1960
1961
1962
1963
396.642
484.900
562.434
566.378
579.354
430.292
435.206
484.810
493.159
488.835
282.647
283.243
320.999
379.148
384.730
1969
1970
1971
1972
898.070
1.122.248
1.228.092
1.367.008
860.915
1.178.451
1.289.259
1.431.129
1.044.412
1.346.459
1.371.198
1.358.822
Nota.
Las memorias no siempre facilitan datos de producción como es el caso en los años 1964,1965,
1966, 1967 y 1968. De 1940 a 1963, se ofrece el lingote de hierro, el de acero y una serie de
partidas (chapas de más de 3 m/m y planos, hierros comerciales y especiales, vigas y formas en
U, fermachine, marillados, chapas finas, estriadas, galvanizadas, etc. y hojalata, cubos y baños).
De 1969 en adelante, ese desglose desaparece y esas partidas parecen englobadas en “total
laminación vendible”. No hay que confundir producción con ventas. Así AHV vendió en 1970
1.634.187 Tm. de productos siderúrgicos y en 1971 2.309.000 Tm. de acero equivalente.
(Memoria AHV, ejercicios 1970 y 1971, p. 11). La mayor producción, evidente a partir de 1962
en “laminación vendible” se debía a la entrada en funcionamiento en 1960 del nuevo tren
Blooming-Slabbing en Sestao y la puesta en marcha del horno eléctrico de 50 Tm.
El Plan de Estabilización (1959), la relativa liberalización de las importaciones de
productos siderúrgicos, el atraso tecnológico, una coyuntura siderúrgica internacional
complicada y la competencia interior no sólo de ENSIDESA sino de fabricantes de
aceros con chatarra importada, situaron a la empresa en una posición difícil a pesar de
una producción en ascenso y de algunos pasos atrás en el proceso de apertura exterior.
Así a principios de 1963 (31 de enero) el Gobierno tuvo que intervenir estableciendo
unos derechos suplementarios sobre las importaciones de ciertos bienes siderúrgicos,
aduciendo prácticas de dumping por parte de ciertas empresas siderúrgicas extranjeras23.
En 1964 la producción siderúrgica superaba a la de los ejercicios anteriores gracias a la
acería LD y al buen rendimiento de los altos hornos; en el terreno de los laminados se
incrementó la producción en un 27 por 100 merced al tren semicontinuo de redondos en
rollo, a los buenos rendimientos del Blooming-Slabbing y al tren continuo de
palanquilla24. Pero eran necesarias nuevas inversiones que desbordaban las posibilidades
de la empresa. Se requería no sólo la ayuda del Estado sino la aportación de capital
físico, técnico y humano de una empresa extranjera. En 1963 se declara de “interés
nacional” el plan de expansión y modernización de AHV25. El tren continuo para laminar
chapa en la vega de Ansio, las ampliaciones requeridas hacia atrás, es decir, en las
instalaciones de coque, de arrabio y de acero (ampliación de la acería LD) sólo eran
posibles merced a “las facilidades y ventajas que el Estado” otorgaba a través de la
primera fase del Plan de Desarrollo. La empresa reconocía que las importantes
“aportaciones crediticias oficiales” se estaban realizando en “satisfactorias condiciones
fiscales y financieras”. Pero se lamentaba de los bajos precios de los productos
23
Memoria de AHV, ejercicio 1963, pp. 9 y10. Quejas sobre los precios considerados anormalmente
bajos de los productos siderúrgicos que se importaban también en Memoria AHV, ejercicio 1964, p. 7.
24
Memoria de AHV, ejercicio de 1964, p.4.
25
ACA de AHV, t. 13, 12 junio 1963, fol. 123v.
12
siderúrgicos26. Unos pocos años después, ya vigente 27el acuerdo con la United States
Steel Company, en 1967, AHV reconocía que no obstante la devaluación de la peseta,
“la falta de beneficios es uno de los factores que hace prácticamente imposible la
financiación de nuevas inversiones… Los fondos necesarios únicamente pueden
obtenerse del Estado y directa o indirectamente de los suministradores de bienes de
equipo o de sus respectivos países”
Sin embargo el problema de AHV desbordaba las necesidades de capital físico. El 10
de diciembre de 1964 AHV tuvo que firmar un acuerdo con la United States Steel Co.
Los contactos se habían iniciado antes ya que “durante bastantes meses los nuevos socios
de U. S. Steel venían estudiando los problemas de AHV y conocían en esencia y
profundidad las facetas que los mismos presentaban” y durante la segunda mitad de 1964
“sin virtualidad contractual todavía, la colaboración del personal de nuestra Empresa y la
compenetración más idónea entre los técnicos americanos y los técnicos españoles fue ya
una completa realidad”28. Cabría pensar que el problema para AHV residía en controlar
un mercado interior poco dinámico en una coyuntura internacional difícil. Nada más lejos
de la realidad. En 1964 España importó 1,2 millones de Tm. equivalentes de acero en
productos siderúrgicos y al año siguiente 2,8. La mayor parte de de esos productos
consistían en bobinas para laminación en frío y semiproductos redondos y fermachine
que contraían las ventas de AHV. La empresa reconocía que las importaciones se debían
a un déficit en la producción con respecto al consumo, pero las estimaba excesivas y
realizadas a precios bajos, insistiendo en prácticas de dumping29. Adaptarse a esta nueva
situación no sólo exigió grandes aportaciones de capital y nuevas técnicas, sino una
gestión administrativa distinta. A principios de 1965 entró en funcionamiento un nuevo
organigrama que retocaba “las líneas de autoridad y las estructuras funcionales”
consciente la empresa “del avance de las propias técnicas organizativas y de acuerdo con
la coyuntura de tipo competitivo que a la Sociedad le toca vivir”. A nivel de Consejo de
Administración se separaba la línea ejecutiva de la de administración y financiera “lo que
garantiza una independencia mutua siguiendo al máximo el principio de división del
trabajo y especialización de funciones”, y paralelamente se revitalizaban las distintas
Direcciones y se modificaba la estructura de la Dirección Comercial. El nuevo
organigrama se basaría en el servicio al cliente a través del continuo contacto con él para
resolver sus necesidades. Para ello se abrían cinco delegaciones regionales y desde ellas
los supervisores de ventas llevarían el contacto con los clientes. Además se añadiría un
metalurgista a cada delegación y a las delegaciones de Bilbao, Barcelona, Valencia,
Madrid y Sevilla se añadirían en 1967 una en Zaragoza y otra en Vigo30.
5.-Las negociaciones con la United States Steel cº o los costes de la dependencia
tecnológica y el control del poder de decisión dentro de la empresa.
La entrada de la United States Steel en AHV es uno de los ejemplos más elocuentes de
los efectos negativos de la dependencia tecnológica.
Las negociaciones entre AHV y la empresa siderúrgica estadounidense se habían
iniciado en 1963. En noviembre de ese año el Consejo de Administración de AHV
discute un memorandum entregado en la anterior reunión del Consejo sobre las
26
Memoria de AHV, ejercicio de 1964, p. 5 y 6 y Memoria de AHV, ejercicio de 1965, p.3.
Memoria de AHV, ejercicio de 1967, sin pp. en el apartado ventas.
28
Ibídem, p. 9.
29
Memoria de AHV, ejercicio de 1965, pp. 5 y 6.
30
Memoria AHV, ejercicio de 1965, pp. 8, 10 y 11.
27
13
conversaciones y preacuerdos. En general el Consejo de AHV dio el visto bueno a las
conversaciones y a los acuerdos, pero la disidencia de algunos de sus miembros, y en
concreto primero de Don Pedro P. de Gandarias, puso de relieve aspectos subyacentes al
borrador de convenio no siempre demasiado explícitos31. AHV en los años sesenta tenía
una serie de graves problemas: necesidad de consolidar sus deudas a corto plazo, la
política arancelaria del Gobierno, moderadamente liberal, su encaje dentro de los planes
de desarrollo y sus relaciones con ENSIDESA. Parte de estos problemas se derivaban
del atraso acumulado en el terreno técnico y comercial. Para el Gobierno y una parte
claramente mayoritaria del Consejo de la Sociedad estas dificultades se podían afrontar
con éxito llegando a un arreglo con una empresa extranjera, en concreto con la U.S.
Steel, que proporcionaría asistencia técnica, capacidad gerencial y recursos financieros.
Hasta ahora el relativo atraso técnico se había ido paliando adquiriendo en el exterior la
maquinaria y las técnicas que habían considerado adecuadas y económicamente
accesibles. Sin embargo, no parece que estas viejas soluciones estuvieran al alcance de
AHV en los años sesenta o que como se insinuará en las discusiones, no fueran ya
adecuadas en el nuevo marco internacional, caracterizado por rápidos cambios
tecnológicos y por una fuerte competencia. La empresa estadounidense que se había
considerado como idónea para resolver los problemas de rentabilidad y competitividad
imponía unas condiciones que algunos de los consejeros consideraban excesivas –entrar
a formar parte de la sociedad como accionistas-. El consejero Sr. Muguruza, que había
participado en las negociaciones expuso con claridad que AHV no tenía alternativa: “La
U.S. STEEL declaró, desde el primer momento, que no es política de la misma el prestar
asistencia técnica a otras Empresas, pues, considera que sus conocimientos técnicos y su
experiencia, es lo más importante que posee y no está dispuesta a cederlos por una
simple remuneración de servicios”. “Por ello no ha habido opción, o se aceptaba la
asistencia técnica de la U.S. STEEL, con participación en la Sociedad, o quedaba
eliminada esta asistencia”. Una de las razones aducidas por las que la empresa
estadounidense deseaba tener una presencia accionarial en AHV y sobre todo en su
Consejo de Administración era “por la revalorización que dicha participación [en AHV]
pueda alcanzar a consecuencia de la aplicación de su técnica y enseñanzas”. En principio,
el valor de esa asistencia técnica, unos cuatro millones de dólares, sería pagada con
acciones a la par por un montante de cinco millones de dólares. Pero además, y a esto se
oponía Gandarias, la empresa norteamericana tendría una opción durante diez años para
comprar acciones a la par hasta alcanzar un 25 por 100 del capital de AHV. Para
Gandarías el plazo era muy largo “y en unas condiciones tan especiales” (no aclaradas en
las actas) que hipotecaban el futuro de la empresa, pendiente de que los americanos
ejercieran o no esa opción.
Desde el punto de vista de los partidarios de la participación de la U.S. Steel en AHV,
en el marco de la liberalización y la competencia, tanto interior como exterior, “un
contrato de estricta asistencia técnica sería para eso ineficaz. Se precisa, argumentaban,
una colaboración asidua de una empresa como la U.S. STEEL que, por si sola, produce
más acero que todo el Reino Unido, y que pagando los salarios más elevados y las
materias primas más caras, cargadas por enormes gastos de transporte, obtiene
beneficios cuantiosos. Por otra parte, la técnica de esta Empresa, que consagra sumas
fabulosas a la investigación y a la formación de numeroso personal, está en constante
evolución” (subrayados míos). Esta colaboración además no era mal vista por el
31
Incluso en las Actas de Consejo de Administración no siempre se dejan claros aspectos relevantes,
bien porque se dieran por supuestos o conocidos o porque no existía ningún interés en qaue quedaran
plasmados en letra.
14
Gobierno32.
Para cubrirse las espaldas o lo más probable por exigencias de la empresa
estadounidense, Ignacio de Muguruza, además de visitar personalmente al Sr. Ministro
de Industria le efectuó una serie de consultas y solicitó algunas garantías por escrito. En
el tema de la deuda resultaba indispensable “tener la seguridad del apoyo del Gobierno
en la colocación de los títulos correspondientes a dicha consolidación de deuda aunque
fuera preciso hacerla en varias etapas”. Por lo que respectaba al financiamiento de
nuevas inversiones deseaba “una información fidedigna en relación con el tipo de interés
y plazo de amortización del sistema financiero incluido en el Plan de Desarrollo”. Pero
las precisiones no quedaban ahí. “Como cuestión de orden político es también
condicional la declaración de principio sobre la competencia interior por parte de la
industria estatal, así como la posibilidad de llevar a cabo mejoras o desarrollos de la
producción, empleando medios propios, sin las dificultades que pudieran surgir por
estudios de ordenación, relacionados con el Plan de Desarrollo”. En la carta se puede
leer entre líneas que estas precisiones eran requeridas por la empresa estadounidense, la
cual, por cierto, veía con muy buenos ojos “las medidas acordadas recientemente sobre
la competencia exterior” (carta fechada en Bilbao el 7 octubre de 1963 y dirigida a D.
Gregorio López Bravo, ministro de industria)33, aunque no la intervención del Estado en
otros terrenos.
La respuesta del ministro no se hizo esperar. El ministerio de Hacienda, en el tema de
la consolidación de las deudas se hallaba en la mejor disposición para resolver “sin lugar
a dudas, el problema, en el caso que lleguéis, precisaba López Bravo, a un acuerdo con
U.S.S.” Los detalles de la operación se tratarían en su momento con la banca y el
ministerio de hacienda. Por lo que respectaba a la financiación de las nuevas inversiones,
contaba con que la empresa extranjera facilitara los recursos para la compra de los bienes
de equipo que “inevitablemente deban importarse” y en cuanto a la financiación interior
se regiría por las reglas establecidas en el Plan de Desarrollo y “sus condiciones deben
contarse con que sean las normales, del mercado de capitales”. La pregunta política era
contestada con claridad: tendrían absoluta libertad para realizar los planes de expansión
que financiaran con sus propios medios y “el criterio expresamente formulado en el Plan
de Desarrollo con carácter general, será el de la subsidiariedad de las Empresas
Nacionales” (Madrid, 19 octubre 1963). Aclarar estas cuestiones eran, según Ignacio de
Muguruza, indispensables para que la United States Steel participara en A.H.V.
Estas explicaciones no hicieron cambiar de criterio al Sr. Gandarias. Argumentó que
“Por grandes que sean los beneficios que la U.S. STEEL pueda obtener por su
participación en la Sociedad, serían prácticamente insignificantes en relación con el
volumen de la cifra de negocios que la Empresa realizaba y lo que simplemente pretenda,
a su juicio, es poner un pie en España, seguramente con otras finalidades que los
beneficios que pueda lograr con su pretendida participación”, sin que se nos den más
precisiones.
Pero además estaban las difusas condiciones a las que se alude en las Actas del
Consejo a través de las cuales la empresa norteamericana iba a participar en el
32
Hasta estos años se pensaba que la tecnología siderúrgica había adquirido un nivel de madurez
difícilmente superable, excepto en matices. El desarrollo de los nuevos hornos eléctricos y de la colada
continua modificaron esas ideas, relanzándose una nueva etapa de innovaciones que culminarán en las
miniacerías y la producción de nuevos tipos de aceros, que reducían la cantidad requerida para idénticas
prestaciones.
33
Se refería a las medidas adoptadas por Decreto de 31 de enero de 1963 que establecían unos derechos
suplementarios a la importación de ciertos bienes siderúrgicos. Memoria de AHV, ejercicio 1963, pp. 9 y
10.
15
accionariado y en el Consejo de Administración de AHV. U.S. STEEL pretendía
obtener una participación del 25 por 100 del capital actual y futuro de AHV. De
momento deseaba adquirir acciones por unos cinco millones de dólares y poder ampliar
esa cantidad hasta los diecisiete millones que suponía más o menos el 25 por 100 del
actual capital de AHV, a través de una escalonada compra de acciones. El préstamo de
cuatro millones de dólares que concedía a AHV, con un interés del 5 por 100 tomaría la
forma de obligaciones probablemente convertibles en acciones. No se había precisado en
las negociaciones si las primeras acciones que U.S. STEEL pensaba adquirir lo iba a
hacer por compra o por suscripción de una ampliación de capital, solución ésta ventajosa
para AHV. Pero lo más sorprendente consistía en que los derechos políticos de U.S.
STEEL serían proporcionales al 25 por 100 del capital de AHV aunque no hubiera
desembolsado totalmente ese porcentaje, tema que estaba pendiente de un estudio
jurídico34. Las razones aducidas para poseer un 25 por 100 de los derechos políticos
desde el inicio obedecían a tres objetivos: no repartir dividendos si no había beneficios,
que no se produjeran ampliaciones excesivas de capital (éste debía de estar en relación
con la cifra de negocios de la Empresa para que fuera rentable) y para disponer de una
importante capacidad de decisión en “las reformas y mejoras que la técnica moderna
exige y tiene [U. S. S. ] el temor de que no pueda lograrse” y por eso se reservaba “un
plazo de opción para poder retirarse, en el caso de que quedasen reiteradamente
desatendidos los consejos o propuestas que en orden al mejoramiento de la Empresa
pudiera ella formular.”
Las palabras casi finales de Don Pedro de Gandarias resultan elocuentes: no variaba su
opinión sobre el tema, “pero conociendo el criterio del Gobierno y de la U.S. STEEL, y
dada la situación de la Sociedad, considera que no queda otro recurso que el aceptar el
camino de la participación, como mal menor, ya que, por lo visto, no hay opción para
buscar otras soluciones, y por ello la acepta, aun cuando con gran dolor, y anuncia que
su voto irá de acuerdo con el de la mayoría del Consejo por consideración a los demás
compañeros del mismo y al Presidente… e incluso porque así se lo han pedido los
elementos o intereses que él representa, concretamente el Banco Urquijo”. El consejero
D. Gabriel de Chávarri, en nombre de su padre, el marqués de Triano, que no había
podido asistir y creyendo también interpretar “El sentir de otros grupos familiares [sic],
que prescindiendo de la parte afectiva, siempre respetable, considera que la solución
propuesta es la única posible o viable en las actuales circunstancias…” Don José María
de Zubiría entendía “que no hay más remedio que prescindir de esos sentimientos
personales, para acudir en defensa de los intereses de los Srs. Accionistas”. El
Vicepresidente primero, conde Cadagua (representante de Banco de Vizcaya), llamaba la
atención sobre “la gravedad del momento por el que la Sociedad atraviesa” y se inclinaba
por la misma salida. El Consejo de Administración de AHV, con la salvedad de Don
Ricardo de Gandarias, “acordó aceptar la colaboración y participación de la U.S.
STEEL, con arreglo a las bases propuestas.”35
Las tensiones volvieron a reproducirse un año después. El acuerdo con la U.S. STEEL
34
El texto deja poco lugar a dudas respecto a la petición/exigencia de la US STEEL:”En cuanto al temor
que el Sr. Gandarias abriga de que ese reconocimiento del 25% de los derechos políticos que la U.S.
STEEL desea obtener, antes de que hubiera adquirido una participación efectiva equivalente en el
capital de la Empresa”…(f.149)
35
ACA AHV, t. 13, 15 noviembre 1963, fols. 145 a 150. Este “contrato” no encaja ni en un acuerdo de
asistencia técnica ni en la compra de licencias, que eran las prácticas habituales de transferencia
tecnológica en España, véase Cebrián Villar, Mar, “La regulación industrial y la transferencia
internacional de tecnología en España (1959-1973)”,, en Investigaciones de Historia Económica, 2005,
otoño nº 3, pp. 11 a 40.
16
tenía tres partes: un contrato de participación, uno de asistencia técnica y un préstamo de
7.500.000 dólares, aparte de las cláusulas más o menos “políticas” ya mencionadas. El
vicepresidente segundo, Don Pedro de Gandarias, y Don Francisco Urquijo, primo de
aquel, en carta al presidente, Don Alfonso de Churruca, fechada en Madrid 30 de
octubre de 1964, reiteraban el elevado coste de la asistencia técnica, no ya desde el
punto de vista económico, sino “desde el punto de vista político” porque, consideraban,
hipotecaba para el futuro la libertad de acción y hacía “que buena parte del mando de
nuestra empresa, pieza fundamental de la industria española, pase a manos de un control
extranjero, aunque este sea tan respetable y solvente como el de la <<United States
Steel>>. Anunciaban que no asistirían a la reunión del Consejo y añadían que este era el
sentir del Banco Urquijo, “a quien representamos”, aunque, precisaban que esa
institución financiera “no quiere hacer nada que signifique el entorpecimiento a esa
voluntad mayoritaria y que por eso no ha vacilado en prestar a Altos Hornos ayuda
financiera en esta operación”. Antes de exponer esta carta ante el Consejo, el Presidente
había efectuado una consulta telefónica al Consejero Delegado del Banco Urquijo, Sr.
Don Juan LLadó, “para aclarar la verdadera posición del Banco”, estando presente el
representante del banco en Bilbao, Sr. Ignacio Satrústegui. Don Juan LLadó manifestó
que el sentir del banco, en esa cuestión, “se concreta a una recomendación que hicieron a
los Sres Gandarias y Urquijo, para que no asistieran a la reunión del Consejo, en vista de
su opinión contraria al contrato con la U.S. Steel y con el fin de que no apareciera la
disconformidad oficial de dichos Sres.” Y dejaba claro, que al margen de las opiniones
que tuvieran sobre el asunto, “no podrían echarse atrás en estos momentos, y menos,
teniendo por medio una Junta General en la que los votos del Banco Urquijo se sumaron
a la aprobación de los contratos” y que el banco está dispuesto a apoyar “financiera y
políticamente las gestiones que se hagan”. La conversación no tranquilizó al Sr.
Presidente dado “el papel que por los Organismos oficiales se ha asignado a los Bancos
colaboradores de la Sociedad, en la labor de propaganda de las Obligaciones…” y
deseaba que el banco definiera con claridad lo ya expuesto por escrito. Por lo que
respecta a Don Ricardo de Gandarias reiteró su postura inicial36. En ese mismo consejo,
haciendo uso del permiso de la Junta General Extraordinaria de 27 de junio 1964 para
emitir 4.500 millones de pesetas en obligaciones, decidió poner en circulación un millon
de pesetas, a la par, libres de gastos para el suscriptor, amortizables en un plazo máximo
de quince años y devengando un interés del 6,325 por 100. Además el capital de A.H.V.
pasó de 2.907.200.000 pesetas a 4.447.227.000 pesetas, merced a la emisión a la par de
3.085.054 acciones de 500 pesetas cada una37
Conclusiones.
Los textos sacados de las Actas del Consejo de Administración y de las Memorias
impresas de AHV dejan pocas dudas 38respecto a la indispensabilidad del capital público,
bajo diferentes formas, y de la tecnología foránea, para adecuar la siderurgia integral
española a los presupuestos y objetivos de los Planes de Desarrollo. ¿Esa ineludible
36
ACA AHV, t. 123, sesión 5 de noviembre de 1964, fols. 184 a 186. La junta extraordinaria de junio
había aprobado el acuerdo. Lo que parecía colear era el meyor o menor entusiasmo de alguna institución
bancaria en participar a fondo en el financiamiento de la operación.
37
Fdez de Pinedo, E., “Desarrollo, crisis y reconversión de la siderurgia española a través de una
empresa vizcaina, AHV (1929.1996)”, en Ekonomiaz, nº 54, 2003, p. 42.
38
Para las estimaciones referidas al proyecto de la IV Planta Integral, véase Díaz Morlán, P., Escudero
Gutiérrez, A., y Sáez García, M. A., “¿Proyecto faraónico o chivo expiatorio? La IV Planta Siderúrgica
Integral de Sagunto (1966-1977)”, en Investigaciones de Historia Económica, nº 11, 2008, pp. 137 y ss.
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necesidad se debió a la política de precios y de control de divisas ejercida por el Régimen
en los años 40 y 50 o también a que la capacidad empresarial de los dirigentes
siderúrgicos no resultó la más adecuada? La previsiones realizadas por los gestores y
técnicos vinculados al sector no sólo a principios de los años sesenta, sino cuando se
plantearon construir la IV planta siderúrgica integral dejaron mucho que desear y
sugieren un déficit notable en el terreno del capital humano en el vértice de la pirámide,
además de una enorme dependencia tecnológica. No hay que dejar de lado que algunos
gerentes, al menos dos veces recogido en las Actas del Consejo de Administración (en
1952 y en 1955 como ya hemos señalado antes), propusieron acogerse a los beneficios
de la ley de Protección de las Industrias de Interés Nacional y el Consejo de AHV lo
rechazó con parecidos argumentos a los que con ocasión del acuerdo con la empresa U.
S. S. Company utilizó D. Pedro P. de Gandarías –los llamados argumentos “políticos”-,
que evidentemente se referían a la exclusiva capacidad de tomar decisiones y también de
disponer de información de primera mano y no compartida. Este es un tema que suele
subyacer a la resistencia de parte de las cúpulas empresariales con ocasión de las fusiones
y que indica que ciertas decisiones o negativas obedecen más que a criterios
estrictamente empresariales a intereses personales o de grupo. Por otro lado resulta algo
chocante la ausencia de críticas a la situación del mercado siderúrgico por parte de la
industria de transformados metálicos nacional, o al menos su bajo tono. Las presiones
para romper el cuello de botella que significaba una materia prima, el acero, cara y de
calidades no adecuadas, parece provenir de ciertos sectores del régimen y sin duda de las
multinacionales que se iban instalando en España.
Insuficiencia de capital físico y humano y una considerable dependencia tecnológica
van a tener unas consecuencias graves cuando resulte indispensable integrarse en un
marco de relaciones comerciales internacionales que tendía con rapidez a un desarme
arancelario. Tras el crac de 1929, e incluso ya desde la llamada crisis finisecular, buena
parte de las economías occidentales habían estado muy influidas por políticas económicas
de corte proteccionista. Tras la II Guerra Mundial, bien porque los principales ganadores
–USA y Gran Bretaña- fueran partidarios y beneficiados de una política económica más
bien librecambista o porque se pensara que las políticas económicas practicadas durante
la gran depresión alguna responsabilidad tuvieron en el estallido del conflicto, tras éste la
filosofía dominante fue ir abriendo los mercados (GATT, MCE). Al régimen franquista y
en especial a algunos de sus empresarios esta transformación les cogió con el pie
cambiado. En un mundo occidental que tendía hacia desarmes arancelarios y con
transformaciones tecnológicas profundas y rápidas, que exigían grandes inversiones,
muchas de ellas en los terrenos de I+D+i, la siderurgia integral española se halló en una
posición que se puede calificar, al menos, de difícil.
El desarme arancelario, amplios mercados, mano de obra barata y bastante cualificada,
y capital y tecnología punta extranjeros es lo que ha permitido a las multinacionales
instaladas en España convertirse en importantes exportadoras de vehículos con motor a
explosión.
El franquismo pudo proporcionar a las burguesías españolas mano de obra y capitales
baratos y un mercado modesto pero cautivo, pero fue incapaz de suplir o de estimular de
forma suficiente las capacidades empresariales y la innovación tecnológica.
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