Hacer Las cosas bIen... Hasta eL FInaL

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Puntos de vista
Hacer las
cosas bien...
hasta el final
Un viaje de mil kilómetros comienza por un solo paso,
o al menos así dice el refrán. El viaje de la diabetes
empieza con el diagnóstico y para poder iniciar este viaje
en la dirección adecuada, el diagnóstico tiene que ser el
correcto; no sólo si es o no diabetes, sino también qué
tipo de diabetes es. Tal y como dejan claro los artículos
de este número, un diagnóstico equivocado puede hacer
que este viaje tenga un muy mal comienzo.
Lo peor es que a un niño con diabetes tipo 1 le realicen
un diagnóstico erróneo o que su diagnóstico se retrase
notablemente. Muchos padres de niños con diabetes tipo
1 han sido tranquilizados, después confundidos, después
indignados al ver cómo se pasaban por alto los claros
signos y síntomas de sus hijos cuando un oportuno (y
sencillo) análisis de sangre u orina les habría puesto en el
buen camino. Con demasiada frecuencia, el diagnóstico
inicial se realiza cuando el niño ya está sufriendo una
potencialmente fatal cetoacidosis diabética. Esto le
sucedió al hijo de ocho años de Sarah Dyer Dana
y a nuestra redactora de Diabetes Voice (dos de las
colaboradoras de este número de la sección “Voces de
la diabetes”). Finalmente les realizaron un diagnóstico
correcto. Sin embargo, en los países en desarrollo, cuando
otras enfermedades infantiles son mucho más comunes,
la diabetes tipo 2 podría no tenerse ni tan siquiera en
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DiabetesVoice
cuenta, tal y como ilustra la colaboración de Graham
Ogle. No tenemos una idea real de cuantos niños mueren
hoy día bajo estas circunstancias.
Incluso cuando el diagnóstico de diabetes parece estar
claro, hay importantes sutilezas... podría ser LADA
(diabetes autoinmune latente del adulto), una forma
de diabetes tipo 1 que podría parecer inicialmente ser
de tipo 2 o MODY (diabetes del adulto de inicio en la
juventud), una forma de diabetes tipo 2 que podría
disfrazarse de diabetes tipo 1. Saberlo con toda seguridad
puede cambiar las cosas en cuanto al tratamiento, e
incluso ofrecer información sobre la probabilidad de
complicaciones alejadas en el tiempo.
Cuando se ha realizado un diagnóstico de diabetes,
hay una serie de opciones terapéuticas disponibles
y una serie de guías de base científica que ofrecen
la mejor secuencia de las mismas y el criterio para
pasar de un régimen al siguiente. El panorama ideal
es que el paciente y los profesionales sanitarios
identificasen la necesidad de cambiar (basándose en
que los niveles de HbA1c sean inadecuados o se estén
deteriorando, por ejemplo) y de pasar a la siguiente
etapa terapéutica inmediatamente. Varios estudios
recientes muestran que este ideal pocas veces sucede.
Septiembre 2014 • Volumen 59 • Número 3
Puntos de vista
La “inercia clínica” y cómo reducirla protagoniza el
estudio de Time2DoMoreTM que presentamos en estas
páginas. La primera de sus referencias trata sobre
un estudio de cohorte retrospectivo realizado por
Kamlesh Khunti et al, publicado en Diabetes Care en
2013. En su análisis de los registros de más de 80.000
pacientes con diabetes tipo 2 en el RU, está claro que
hubo retrasos importantes en la intensificación de la
terapia, a pesar de que había claras indicaciones de
que dicha intensificación era necesaria. El tiempo
medio de iniciación del tratamiento con insulina en
personas ya tratadas con tres agentes hipoglucémicos
orales fue a los seis años de registrar resultados de la
HbA1c que sugerían claramente que dicha iniciación
era necesaria. Los efectos de este tipo de retrasos
en cuanto al aumento del riesgo de desarrollar
complicaciones y los costes personales y económicos
aún deben ser estudiados.
El principal mensajes del estudio Time2DoMore es
que, en esa colaboración que debería existir entre la
persona con diabetes y su médico, se deberían llevar
a cabo reestimaciones periódicas de la terapia de
manera conjunta, de modo que el tratamiento se pueda
intensificar en el momento oportuno, y no como una
revelación deslumbrante. Es una pena que tengamos
que aclarar este punto una y otra vez.
Las contribuciones a este número de las “Voces de
la diabetes” incluyen una serie de ejemplos de lo que
significa no haber recibido la información necesaria
para comprender todas las implicaciones del diagnóstico
de diabetes en el momento de dicho diagnóstico.
¿Hacían falta 16 años y estar a punto de realizarse una
cirugía cuádruple de bypass para que John Morrison
empezase a recibir educación diabética? Sospecho que
esta experiencia no es tan rara.
Rhys Williams catedrático emérito
de Epidemiología Clínica de la
Universidad de Swansea (RU) y
redactor jefe de Diabetes Voice.
Septiembre 2014 • Volumen 59 • Número 3
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