Lecciones del estudio sobre la alimentación de lactantes y niños

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Annales Nestlé
Reimpreso con permiso de:
Ann Nutr Metab 2013;62(suppl 3):27–36
DOI: 10.1159/000351538
Lecciones del estudio sobre la alimentación
de lactantes y niños pequeños en Norteamérica:
lo que comen los niños e implicaciones
en cuanto a prevención de la obesidad
Jose M. Saavedraa, c Denise Demingb Anne Dattiloa Kathleen Reidyb
Nestlé Nutrition, North America, y bNestlé Nutrition Global R&D, Florham Park, Nueva Jersey, y cJohns Hopkins University School
of Medicine, Baltimore, Maryland, EU.
a
Mensajes clave
• El consumo calórico en lactantes menores y mayores parece excesivo en EU, y comienza antes de
los 4 meses de edad.
• En el periodo de edad de los 9 a 18 meses se
presentan cambios importantes de la dieta, y los
patrones dietéticos se encuentran establecidos
para los 2 años de edad.
• Al tiempo que los niños comienzan a comer en la
mesa de la familia sus dietas empiezan a reflejar
algunos de los patrones de alimentación no saludables que con frecuencia se aprecian en niños
mayores y adultos.
• Los primeros 2 años de la vida son un periodo
crítico en que los padres pueden y deben intervenir para establecer patrones saludables, que bien
podrían durar toda la vida y ayudar a frenar
la tendencia a la obesidad.
Palabras clave
Lactante • Dieta • Consumo dietético • Sobrepeso • Obesidad • Alimentación al seno materno
Resumen
El último censo exhaustivo sobre los patrones dietéticos en
lactantes derivado del FITS en EU documenta y cuantifica
las tendencias actuales de la alimentación durante la niñez.
© 2013 Nestec Ltd., Vevey/S. Karger AG, Basel
Correo electrónico: [email protected]
Éstas incluyen consumos superiores a los recomendados
en lo general para energía, proteínas y grasas saturadas. La
mayor parte de los lactantes se alimenta en algún momento
de su primer año de vida con biberón, y su dieta para ablactación muchas veces incluye un consumo escaso de frutas
y vegetales, y recurre a vegetales con elevado contenido de
almidón, más que a los verdes o los amarillos. La introducción temprana de sólidos, la administración de leche de vaca
antes del primer año de edad, y el consumo abundante de
jugos durante los primeros 2 años –todas éstas, prácticas
dietéticas menos deseables– mejoran, pero aún tienen alta
prevalencia. Un número mayor de preescolares tiene probabilidad de consumir dulces o bebidas endulzadas que una
ración de frutas o vegetales a lo largo de un día. Estos patrones de consumo de alimentos imitan la dieta del adulto estadounidense, y se relacionan con un aumento del riesgo de
obesidad durante la niñez y en una fase posterior de la vida.
Sin embargo, más importante aún, estos patrones parecen
establecerse a una edad tan temprana como los 18 meses
de edad, y para los 20 meses imitan la dieta del adulto. No
obstante, el incremento del consumo total de energía y una
variedad mayor de alimentos, las características básicas de la
distribución del consumo de macronutrimentos y la contribución energética por grupos de alimentos a la dieta antes
de los 2 años de edad permanecen en gran medida sin cambios y son similares a los que se observan en la mesa familiar.
La prevención de la obesidad necesita incluir blancos específicos desde la perspectiva de la lactancia materna y una alimentación adecuada con fórmula, así como la introducción
apropiada de alimentos para la ablactación, sus metas son la
modificación de los patrones inadecuados identificados en
el FITS. Estas intervenciones también requerirán la atención a
Jose M. Saavedra, MD
12 Vreeland Rd.
Florham Park, NJ 07960 (USA)
Correo electrónico: [email protected]
Copyright © 2013 Nestec Ltd., Vevey/S. Karger AG, Basel
Introducción
La prevalencia del sobrepeso en la niñez ha alcanzado proporciones epidémicas en todo el mundo.1 Los niños son afectados
por el exceso de peso a corta edad y, si bien existen disparidades socioeconómicas y raciales, las tasas de sobrepeso y obesidad incluso para las poblaciones más jóvenes son alarmantes y contribuyen con la problemática a largo plazo en salud
y economía.2 El United States National Health and Nutrition
Examination Survey realizado entre 2009 y 20103 identificó
que 9.7% de los lactantes de 0 a 2 años alcanza un valor al percentil ≥ 95 del peso para la talla (en decúbito; diagnóstico de
una categoría de “obesidad”), y que 12.1% de los niños de entre
2 y 5 años cumplen los criterios para obesidad, que se define
como un índice de masa corporal (IMC) al percentil ≥ 95. Si
bien no se dispone de los datos en cuanto al sobrepeso (que se
identifica a partir de un valor al percentil ≥ 85 del IMC para la
edad) a partir de este estudio representativo nacional reciente
para niños menores de 2 años, 26.7% de los individuos de 2 a
5 años presentaba sobrepeso, un incremento de la prevalencia
de 21.2% en el periodo de 2007 a 2008.4
La obesidad durante la niñez se ha reconocido durante
mucho tiempo como un factor de predicción sólido para
la obesidad en el adulto,5 y datos recientes indican que las
tendencias ponderales comienzan a configurarse en una fase
temprana de la vida del niño. El contenido de tejido adiposo
del lactante o el incremento del IMC, incluso a las 2 semanas
de edad6 y hasta los 24 meses de edad7-9 se ha relacionado con
un aumento significativo del riesgo de que se presente sobrepeso en los niños pequeños y preescolares. Los niños que
cursan con obesidad entre los 9 y 24 meses tienen tres veces
mayor probabilidad de conservar un peso de obesidad desfavorable a la edad de 4 años, en comparación con niños que
no son obesos y son medidos durante sus primeros 2 años
de edad. En contraste, los niños con una condición normal
de peso a los 9 meses, que conservan un peso normal a los
2 años, tienen una probabilidad mucho mayor de presentar
un peso normal a los 4 años (84.8%) que desarrollar sobrepeso (8.9%) u obesidad (6.3%).7 La atención a la condición
de peso durante los primeros años de vida podría ocurrir en
el momento más crítico para la prevención del sobrepeso.
Los antecedentes de obesidad en la niñez temprana son
sin duda multifactoriales, y se han documentado asociaciones de intensidad variable para factores genéticos, biológicos, dietéticos, ambientales, sociales y conductuales. Se ha
28
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1 600
Energía promedio (kcal/día)
los comportamientos de los progenitores y los cuidadores, lo
que incluye la respuesta a los indicios de saciedad del hambre (alimentación receptiva) y la configuración temprana de
las preferencias por los alimentos. Esto necesita hacerse a
partir del nacimiento, en los primeros meses de vida. La intervención temprana ofrece la oportunidad única y que tiene el
potencial de ser eficaz para configurar los patrones dietéticos
futuros de la generación siguiente.
Consumo energético usua
REE
1 355
1 400
1 141
1 200
1 000
800
600
400
1 284
1 096
854
611
1 260
897
697
528
200
0
0–5
6–11
12–23
Edad (meses)
24–35
36–47
Figura 1. Consumo energético promedio (kcal/día) en niños de
entre 0 y 47 meses de edad, a partir del FITS 2008, y requerimiento
energético estimado (REE) a partir de las gráficas de crecimiento
de los Centers for Disease Control and Prevention mediante el
uso de las medianas del peso corporal (adaptada de Butte, et al.14 y
Kuczmarski, et al.13).
demostrado que prácticas dietéticas y de alimentación de los
progenitores, múltiples y con potencial de ser modificadas,
guardan correlación con la condición de peso de los niños,
incluso durante la lactancia.10 Las opciones para la alimentación, como la lactancia materna, junto con una dieta saludable
y en cantidad apropiada durante los primeros años de vida son
elementales para definir el escenario para el establecimiento
de patrones de consumo alimenticio que podrían detener la
epidemia de obesidad y dar oportunidad para un crecimiento
saludable. El reconocimiento de que las preferencias alimenticias y los patrones de consumo surjan antes de los 24 meses
de edad y tiendan a establecerse durante los primeros años de
vida, ofrece oportunidades a los profesionales de la salud para
intervenir y dar dirección a quienes definen las políticas. El
FITS es uno de los censos de consumo dietético más amplios
que describen las prácticas de alimentación infantil, los consumos de nutrimentos y los patrones de consumo alimenticio en
lactantes y niños pequeños que habitan en EU. Los censos del
FITS se condujeron entre los años 2002 y 2008. El objetivo de
este documento es utilizar los datos del FITS para describir lo
que se sabe en torno al consumo dietético de lactantes y niños
pequeños, con énfasis en los factores de la dieta que se relacionan con el sobrepeso durante la niñez temprana, durante los
primeros 24 meses de vida y en los niños pequeños.
Métodos
El FITS es un censo de consumo dietético de corte transversal
realizado en una muestra aleatoria nacional de progenitores
y cuidadores de lactantes y niños pequeños que viven en EU.
El FITS se diseñó para obtener información sobre las dietas
y las prácticas de alimentación en lactantes, niños pequeños y
preescolares en EU, desde el nacimiento a los 47 meses; es decir, hasta los 4 años de edad. El FITS 2008 se llevó a cabo con
hasta tres entrevistas telefónicas realizadas entre junio de 2008
y enero de 2009. Se recurrió a una entrevista para reclutamienSaavedra /Deming /Dattilo
Energía total promedio (%)
(21.4%) adicionales respecto de los REE en un día cualquiera
del estudio. Las discrepancias entre los REE y el consumo
100
Proteínas Hidratos
Grasas Grasas saturadas
energético informado pueden reflejar distintos factores,14
de carbono
80
independiente a esto, los contenidos calóricos de las dietas
de los lactantes y niños pequeños tienen probabilidad de
56
55
60
54
53
50
contribuir, en algún grado, con la prevalencia de sobrepeso y
43
38
40
obesidad en los niños pequeños.
33
31
30
Las pequeñas variaciones del consumo durante la lactan22
16 15
20
14 16
12 15
12
cia
temprana
pueden marcar una gran diferencia. Si se asume
10
8
que
el
consumo
de energía identificado por el FITS en com0
0–5
6–11
12–23
24–35
36–47
paración con los REE para lactantes de 0 a 5 meses de edad, y
Edad (meses)
mediante la aplicación de la primera ley de la termodinámica en su forma más simple, después de 6 semanas de recibir
83 kcal/día adicionales, se calcula que sería posible una gananFigura 2. Consumo promedio de proteínas, hidratos de carbono,
cia ponderal excedente de 0.45 kg, y después de sólo 6 meses
grasas totales y grasas saturadas, que se expresa como porcentaje
podría predecirse una ganancia ponderal adicional de 2 kg.
de la energía total en niños de 0 a 47 meses, a partir del FITS
Mediante el uso de un peso promedio de 8.2 kg para un lac2008 (adaptada de Butte et al.14).
tante masculino de 6 meses de edad, el diferencial de peso de
2 kg corresponde con un peso para la edad ubicado entre los
percentiles 50 y 95.
Existe escasez de publicaciones en las que se comparen
to, con el objetivo de obtener datos sobre las características del
hogar y el niño, y a una entrevista sobre la dieta mediante la la distribución de los macronutrimentos y la ganancia ponremembranza del consumo dietético en las últimas 24 horas deral en niños pequeños mientras el consumo energético se
el día de la llamada, y preguntas sobre lactancia materna, in- mantiene constante. Se propone que las tasas de crecimiento
troducción de alimentos y uso de complementos dietéticos más altas observadas entre los lactantes que se alimentan con
(n = 3 273). En otro artículo se detallan el diseño, la recolec- fórmula en comparación con los que reciben seno materno
ción de datos sobre la dieta, los métodos de análisis y las li- puede guardar relación con un consumo más alto de promitaciones del estudio.11 Algunos datos se comparan con los teínas,15 lo que se sugirió contribuye con el incremento de
obtenidos en el FITS 2002, que recurrió a una metodología la liberación de hormonas promotoras del crecimiento.16 En
similar, descrita por Devaney y colaboradores.12 La informa- un estudio clínico doble ciego, aleatorio y controlado, dio seción en torno al consumo total de energía, la distribución de guimiento a las medidas de crecimiento durante 2 años en
consumo de los macronutrimentos, la lactancia materna y los lactantes alimentados con fórmulas con contenidos menores
patrones de consumo de alimentos se presentan más adelante. y mayores de proteínas durante el primer año de vida.17,18 Se
refirieron medidas de crecimiento superiores con relevancia
estadística entre los lactantes alimentados con las fórmulas
Consumo energético y distribución
más ricas en proteínas. No queda claro si los efectos del consude los macronutrimentos
En comparación con los requerimientos energéticos estima- mo de proteínas mismo persisten y guardan relación con algún
19
dos (REE), cuyo cálculo se realiza con base en las medianas riesgo de obesidad en una fase posterior de la vida, independe peso y talla para niños estadounidenses de los Centers diente a esto, la reducción juiciosa del consumo de proteínas en
los lactantes alimentados con
for Disease Control and Prefórmula, para aproximarse a
vention,13 los resultados obLa reducción juiciosa del consumo de
la de los lactantes alimentados
tenidos a partir de los datos
proteínas en lactantes alimentados con al seno materno, parece una
del FITS 2008 indicaron que
estrategia potencial razonable.
el consumo energético profórmula para aproximarse a la de los
Agostoni y colaboradores20
medio excedía de manera
lactantes alimentados al seno materno, sugirieron que cuando el conconstante los requerimientenido proteínico de la dieta se
tos estimados (Figura 1). Por
parece una estrategia potencial
aproxima a 16% del consumo
ejemplo, el consumo energérazonable.
energético total en lactantes de
tico promedio de los lactantes
12 a 24 meses de edad, existe
menores de 6 meses de edad
una mayor probabilidad de
era cerca de 14% superior
(83 kcal/día) que los requerimientos estimados; entre los 6 que se presente una asociación con el sobrepeso posterior que
y 11 meses de edad, el diferencial de energía entre el con- cuando el porcentaje de energía obtenido a partir de las prosumo real y los REE se elevó hasta 157 kcal/día (18.4%), y teínas es < 15% de las calorías totales. El porcentaje de energía
entre los 1 y 2 años de edad, los niños consumían 244 kcal obtenido a partir de las proteínas entre 1 y 2 años de edad se
Lo que comen los niños
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Transiciones de los patrones de consumo
de alimentos
Alimentación al seno materno
Varios estudios de observación, metaanálisis y revisiones sistemáticas analizaron el papel de la lactancia materna en relación
30
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100
Lactantes alimentados
al seno materno (%)
ha relacionado de manera positiva con el IMC a los 5 años de
edad, y tiene una relación negativa con el rebote del contenido
de tejido adiposo para la edad en niños pequeños,21,22 un factor
de riesgo reportado para la obesidad posterior.23
No queda claro si el consumo de proteínas en el proceso de
transición hacia la dieta familiar constituye un elemento crítico para el riesgo de sobrepeso entre niños pequeños. Los datos
del FITS demostraron que el consumo promedio de proteínas
se incrementó de forma aguda en alrededor de 8 a 10% de las
calorías a partir del nacimiento y hasta los 11 meses, a 15% del
consumo energético al año de edad (Figura 2). Por otra parte,
el porcentaje promedio de energía obtenido a partir de proteínas siguió siendo de 15 a 16% desde el año hasta los 4 años de
edad. Cabe resaltar que al tiempo que los lactantes estadounidenses cambian su dieta de la leche materna (alrededor de 7%
de las calorías derivadas de las proteínas en la leche madura)24
o la fórmula para lactantes (alrededor de 8% de las calorías a
partir de las proteínas) a la leche de vaca entera (alrededor de
20% de energía obtenida de las proteínas para la leche con 3.7%
de grasas)25 a los 12 meses de edad, se observa un incremento
concomitante de la energía total provista en forma de proteínas.
De esta manera, al parecer el cambio a la leche de vaca a partir
de la leche materna o las fórmulas constituye un indicador importante del consumo de proteínas entre los niños pequeños de
1 a 3 años (véase el análisis sobre la leche, más adelante).
En general, a partir del primer año de edad el porcentaje de distribución de macronutrimentos se encuentra en
línea con la recomendación porcentual de energía de los
Institutes of Medicine; sin embargo, el consumo promedio
de grasas saturadas a los 2 años de edad se elevó a 12%, en
comparación con el valor de 10% recomendado por las Dietary Guidelines for Americans.26 Puesto que los patrones de
consumo de macronutrimentos surgen a una edad cercana
a los 12 meses y comienzan a determinar una tendencia con
cambios relativamente menores entre los 1 y 4 años de edad,
el momento óptimo para adoptar patrones de consumo
energético congruentes con un crecimiento saludable sería
justo antes del año de edad. Al sustituir los alimentos con
mayor densidad energética por otros como frutas y vegetales, que por lo general son ricos en fibra y bajos en proteínas,
característicamente carentes de grasas saturadas y también
con un contenido relativamente bajo de calorías, será natural
que la calidad de la dieta mejore. Una modificación de este
tipo en la contribución de los macronutrimentos y el consumo energético puede constituir una estrategia efectiva para
disminuir el riesgo de sobrepeso durante la niñez temprana.
80
FITS 2002
FITS 2008
Objetivo del Healthy People 2020
80
76 82
61
60
49
40
30
20
34
24
16
0
Alimentados alguna
vez al seno materno
A los 6 meses
A los 12 meses
Figura 3. Tasas de lactancia materna en neonatos según los FITS
2002 y 2008, en comparación con los objetivos del programa
Healthy People 2020 (adaptada de Siega-Riz, et al.32 y Healthy
People 202033).
con la obesidad durante la niñez y la edad adulta.27-29 Si bien algunos resultados previos son incongruentes, la vasta mayoría
de estudios demostró cierto papel protector de la lactancia materna en relación con el riesgo de obesidad, y estudios clínicos
más recientes refieren que la duración de la lactancia materna,
ya sea o no exclusiva, muestra una relación inversa con la tasa
de ganancia ponderal o de las medidas del peso durante la lactancia, el contenido de tejido adiposo, o el riesgo de sobrepeso
y obesidad en niños pequeños y en de edad preescolar.30,31 No
obstante, los beneficios de salud bien documentados para las
madres y los lactantes, las tasas de lactancia materna, en particular exclusiva, muestran cifras bajas desalentadoras.
Al sustituir los alimentos con mayor
densidad energética por otros como
frutas y vegetales, que por lo general
son ricos en fibra y bajos en proteínas,
característicamente carentes de grasas
saturadas y también con un contenido
relativamente bajo de calorías, será
natural que la calidad de la dieta mejore.
Los datos del FITS obtenidos en 2002 y 2008 indican algunas tendencias positivas entre estos años en cuanto a la incidencia y la duración de la lactancia materna en las mujeres
estadounidenses (Figura 3). Sin embargo en 2008, si bien cerca
de 80% de los lactantes comenzaron a recibir lactancia mater-
Saavedra /Deming /Dattilo
Niños que consumen (%)
100
Leche materna
Fórmula infantil
89
75
65
64
58 57
42
40
33
33
17
20
5
0
84
83
80
60
Leche de vaca
0–3
4–5
6–8
6 8
9–11 12–23
Edad (meses)
1
24–35
36–47
Figura 4. Porcentaje promedio de niños de 0 a 47 meses que
habían consumido leche materna, fórmula lactantes o leche de
vaca el día del censo dietético (FITS 2008; adaptada de Siega-Riz,
et al.32 y Fox, et al.44).
na (en algún grado), sólo 49.4% aún recibía leche materna a
los 6 meses de edad, e incluso menos (24.2%) recibían leche
materna los 12 meses de edad.32 Los datos del censo de 2008
demostraron que, aunque las tasas de inicio de lactancia materna eran aceptables en relación con el porcentaje objetivo de
82% propuesto para 2020 por el programa Healthy People del
gobierno de EU, existía una franca disparidad entre la meta de
duración de 61% de prevalencia de lactancia materna a los 6
meses de edad y de 34% al primer año de edad.33
Los mecanismos por los cuales la lactancia materna podría
disminuir el riesgo de sobrepeso u obesidad siguen sin estar
claros, pero se sugiere que los lactantes alimentados al seno
materno desarrollan un estilo de alimentación que les permite
una autorregulación más sólida del consumo en comparación
con aquéllos que reciben alimentación con biberón. Por ejemplo, cuando a los lactantes se les alimentó sólo con leche humana colocada en un biberón, su ganancia ponderal fue mayor en
grado significativo (88.8 g/mes) que en los lactantes que fueron
alimentados de manera directa a partir del seno materno.34 Alimentar con el biberón puede afectar la identificación y la interpretación de los indicios de hambre y saciedad que de manera
característica no se interrumpen con la relación bien regulada
provisión-demanda que ocurre durante la alimentación al seno
materno.35 El consumo de energía, muchas veces determinado
por las prácticas de alimentación y el reconocimiento adecuado de los ciclos hambre-saciedad, de manera independiente
a la composición de la fórmula, puede ser un factor dietético
crítico modificable para la prevención de la obesidad, en particular en lactantes alimentados con biberón.
La alimentación al seno materno, en comparación con
la alimentación con fórmula, también se relaciona con otras
prácticas de alimentación deseables de parte de los progeni-
Lo que comen los niños
tores, en relación con la disminución del riesgo de desarrollar
sobrepeso, como la introducción tardía de alimentos complementarios hasta por lo menos los 4 meses de edad, y el ofrecimiento menos frecuente de alimentos ricos en sacarosa o grasas al primer año de edad.36,37 Además, una gran cantidad de
Estas experiencias tempranas con
compuestos saborizantes en la leche
materna pueden modificar la aceptación
posterior de sabores y alimentos, y
quizá expliquen los hallazgos de que los
lactantes alimentados al seno materno
son menos “quisquillosos” y están más
dispuestos a probar alimentos nuevos.
sabores derivados de alimentos, especies y bebidas ingeridos
por la madre, pasan al lactante en la leche materna, lo que a su
vez podría influir sobre la aceptación subsecuente de éste y su
preferencia por tales sabores en los alimentos en el momento de la ablactación. Por ejemplo, los lactantes cuyas madres
consumían jugo de zanahoria durante los primeros 3 meses
de la alimentación al seno materno mostraron una mayor preferencia por el cereal con sabor a zanahoria al momento de la
ablactación, en comparación con los lactantes de madres que
no bebían jugo de zanahoria o ingerían zanahorias.38 Estas experiencias tempranas con compuestos saborizantes en la leche
materna pueden modificar la aceptación posterior de sabores
y alimentos, y quizá expliquen los hallazgos de que los lactantes alimentados al seno materno son menos “quisquillosos” y
están más dispuestos a probar alimentos nuevos40,41 en comparación con los lactantes alimentados con fórmula, que no se
exponen de forma temprana a sabores variados.
Leches
Las transiciones en los patrones de consumo de leche entre
los niños de 0 a 47 meses según el FITS 2008 se muestran
en la Figura 4. Existieron porcentajes similares de lactantes
que consumían leche materna (58%) en alguna cantidad o
fórmula infantil (57%), desde el nacimiento hasta los 3 meses
de edad. Sin embargo, la fórmula para lactantes fue la fuente
más común de provisión láctea en la dieta infantil consumida por > 60% de los niños de 4 a 11 meses. El consumo de
leche materna disminuyó después de los 3 meses de edad, y
alrededor de una tercera parte de los lactantes siguió recibiendo leche materna durante todo el primer año de vida.
Para la edad de 12 meses, la fuente principal de leche en la
dieta cambiaba de manera drástica de la fórmula para lactan-
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31
Cereal para niños fortificado
Niños que consumen (%)
100
60
60
11
0–3
51
43
8
4–5
Cereal para niños fortificado con hierro
58
51
50
40
0
Cereal ordinario
79
80
20
el cambio de leche entera por leche libre de grasa o muy baja
en grasas (1%) implicaría entre 90 y 130 kcal, y entre 6 y 9 g
de grasa saturada.25
6–8
10
9–11 12–23
Edad (meses)
2
24–35
2
36–47
Figura 5. Porcentaje promedio de niños de 0 a 47 meses que
habían consumido cereal para niños y cereal no para niños el día
del censo dietético (FITS 2008). El cereal que se clasifica como
no infantil incluye a los cereales listos para servirse y los cereales
calientes (adaptada de Siega-Riz, et al.32 y Fox, et al.44).
tes a la leche de vaca, y más de 80% de los niños de 1 a 3 años
de edad consumía leche de vaca a lo largo del día.
Entre los niños de 9 a 11 meses de edad, 17% de los incluidos en el FITS se alimentaba con leche de vaca,32 lo cual no
se encuentra en línea con la recomendación de la American
Academy of Pediatrics (AAP) de postergar el consumo de ese
tipo de leche hasta después del primer año de edad.42 Para el
segundo año de vida, la AAP recomienda la administración
de leche entera de vaca para brindar respaldo a la necesidad de
crecimiento rápido y desarrollo de los niños de este grupo
de edad, y la utilización de leches con más bajo contenido de
grasas para los lactantes de 1 a 2 años de edad con antecedente familiar de obesidad, trastornos lipídicos o enfermedad cardiovascular. Esta guía contrasta con la recomendación de la American Heart Association, de utilizar leche libre
de grasa en todos los niños de 1 año de edad y más.43 Los
datos del FITS muestran que de 60 a 68% de los niños de 12
a 23 meses de edad consumían leche entera, pero hasta una
tercera parte consumía leche con menor contenido de grasa
(libre de grasa; 1 a 2%).32 En tanto el FITS mostró que existía
un desplazamiento hacia el consumo de leche con más bajo
contenido en grasas para la edad de 2 años, la mayor parte
de los niños de 2 y 3 años de edad consumía leche entera o
baja en grasas (2%), y muy pocos consumían leche libre de
grasa o muy baja en grasa (1%).44 Como se menciona antes,
los consumos tanto energético como de grasas saturadas se
encuentran por encima de los valores deseables en lactantes
de EU. La modificación del tipo de leche que un niño pequeño consume cada día podría tener un impacto significativo
sobre su consumo total de calorías y grasas saturadas en la
dieta, como se describe antes. Si un niño de 2 años de edad
consumiera dos tazas de leche, la reducción calórica al hacer
32
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La introducción temprana de sólidos (< 4 meses de edad) se relaciona con un aumento del riesgo de sobrepeso durante la niñez.45,46 El censo FITS realizado en 2002 documentó que en 26%
de los lactantes los alimentos sólidos se introducían antes de los
4 meses de edad,37 y el censo FITS 2008 indicó que cerca de 10%
de los lactantes comenzaron a recibir alimentos complementarios antes de los 4 meses de edad, lo que revela una mejoría de
esta práctica en comparación con el censo de 2002.32
Se recomienda introducir alimentos ricos en hierro alrededor de los 4 a 6 meses de edad.42,47 La AAP recomienda la complementación con hierro para todos los lactantes
alimentados al seno materno de manera exclusiva o parcial
a los 4 meses de edad, y que ese complemento se suspenda
cuando el lactante recibe alimentación con fórmula o alimentos complementarios que contienen hierro.48
En EU, el cereal para niños es el alimento sólido que con
más frecuencia se introduce primero. Los cereales para niños
fortificados con hierro son una fuente importante de hierro
en la dieta del lactante; no obstante, los datos del FITS revelan
ciertas inquietudes en relación con el consumo de cereales y
de hierro. En 2008, los porcentajes de lactantes que consumían
cereal para niños fortificado con hierro disminuyeron de 79%
en el grupo de 6 a 8 meses de edad, hasta 51% en los grupos de
9 a 11 meses de edad (Figura 5). También se informó una caída significativa en el consumo de cereal infantil fortificado con
hierro en 2008 entre los lactantes de 4 a 5 meses y 9 a 11 meses,
en comparación con lactantes de la misma edad en el censo de
2002.32 Aunque un consumo menor de cereal para niños entre
los 4 y 5 meses de edad está de acuerdo con algunas recomendaciones que prefieren evitar los alimentos complementarios
antes de los 6 meses de edad,42 el consumo menor de cereal infantil fortificado con hierro entre los lactantes de 9 a 11 meses
de edad genera inquietud (en particular en los que se encuentran en lactancia materna exclusiva, que reciben menos hierro
adicional que los alimentados con fórmula), dados los consumos de hierro inadecuados informados en lactantes mayores
en 2008. De los niños de 6 a 11 meses de edad, 12% presentaba
consumos inferiores al requerimiento promedio calculado en
2008, en comparación con 7% en 2002.14
El bajo consumo de hierro en la dieta coincide con un menor consumo de alimentos infantiles de carne después de los 8
meses de edad de acuerdo con el FITS. También resulta plausible que los consumos inadecuados de hierro entre los lactantes mayores reciban influencia de la sustitución de los cereales
para niños por cereales ordinarios en sus dietas. En el año 2008,
la prevalencia de consumo de cereales ordinarios, en particular cereales listos para servirse, se incrementó de 8% entre los
Saavedra /Deming /Dattilo
Porcentaje promedio de niños que consumen vegetales
Rango
9–11 meses
6–8 meses
12–23 meses
24–35 meses
36–47 meses
1
16%
alimento para niños,
camote
11%
papas trituradas1
15%
papas a la francesa1
19%
papas a la francesa1
18%
papas a la francesa1
2
14%
alimento para niños,
vegetales mixtos
10%
alimento para niños,
camote
14%
ejote cocido1
11%
brócoli cocido1
10%
elote cocido1
3
11% alimento para
niños, zanahoria
8%
brócoli cocido
10%
papas trituradas1
11%
papas trituradas1
10%
ejotes cocidos1
4
10% alimento para
niños, chícharo
7%
ejote cocido1
10%
zanahorias cocidas1
10%
ejote cocido1
8%
brócoli cocido1
5
9%
alimento para niños,
calabacita
7%
alimento para niños,
ejote
10%
elote cocido1
9%
elote cocido1
7%
vegetales mixtos
cocidos1
Figura 6. Vegetales de consumo más frecuente (calificados de 1 a 5) ingeridos por niños de 6 a 47 meses de edad, según el FITS 2008.
Los valores se expresan como el porcentaje promedio de niños que habían consumido el vegetal el día del censo (adaptada de SiegaRiz, et al.32 y Fox, et al.44). 1Vegetales no contenidos en alimentos para niños.
Niños que consumen (%)
100
80
Cualquier postre, dulce o bebida endulzada
Postres y caramelos
Bebidas endulzadas
82
72
74
68
58
60
43
40
44
48
36
28
17
20
5 4
0
89
0–3
11
1
4–5
6–8
5
11
9–11
12–23
24–35
36–47
Edad (meses)
Figura 7. Porcentaje promedio de niños de 0 a 47 meses que habían
consumido cualquier postre, dulce o bebida endulzada el día del
censo (FITS 2008; adaptada de Siega-Riz, et al.32 y Fox, et al.44).
lactantes de 6 a 8 meses de edad, hasta 43% entre los lactantes
de 9 a 11 meses de edad (Figura 5). Si bien los cereales listos
para servirse son útiles para fomentar el desarrollo de las habilidades motoras finas para la alimentación, aportan hasta 50%
menos hierro con base en el peso que los cereales infantiles.25,49
La promoción del consumo de cereales para niños fortificados
con hierro hasta los 12 meses de edad ayudará a generar un
consumo adecuado de hierro en la fase temprana de la vida.
Frutas y vegetales
Los niños con un consumo elevado o gran disponibilidad de
frutas y/o vegetales, consumen menos energía total, y esto
Lo que comen los niños
se relaciona con una composición corporal o un peso corporal más deseables a la edad preescolar.31,50,51 Los datos del
FITS revelan inquietudes problemáticas relativas a los patrones de consumo de frutas y vegetales entre los lactantes y
niños pequeños estadounidenses. Proporciones sustanciales
de lactantes mayores y niños pequeños, de 9 a 23 meses de
edad, no habían consumido frutas, en cualquier cantidad, el
día del censo –24 a 35% de los niños en 200252 y 16 a 27%
en 2008.32 También se informó una carencia similar de consumo de frutas entre los niños de 2 y 3 años de edad en el
FITS 2008,44 y entre la mayor parte de los estadounidenses
de 2 años o más.53,54 Los datos del FITS muestran que las frutas más populares son las manzanas, los plátanos, las peras
y los duraznos, y que los lactantes los consumen con más
frecuencia preparados como alimentos infantiles.32 A partir
de la edad de 1 a 3 años, la fruta fresca era la que se consumía
con más frecuencia, y las manzanas, los plátanos, las uvas y
las fresas eran las más populares.32,44
Además de la falta de consumo de vegetales, los datos
muestran un cambio importante en el consumo de distintos tipos de vegetales, como se observa en la Figura 6. El
camote, las zanahorias y las calabacitas fueron los vegetales
de consumo más frecuente entre los lactantes de 6 a 8 meses de edad. Aún así, el consumo de papa blanca y el elote,
así como ejotes, se volvía más frecuente al avanzar la edad.
Para la edad de 9 meses, el consumo de papa triturada era
tan frecuente como el de camote, y después del primer año
resulta llamativo observar que el consumo de papas a la
francesa sobrepasaba el consumo de camote como vegetal
más popular. Además, las proporciones de niños que consumían papas a la francesa casi duplicaban las de quienes
consumían papas trituradas o elote a la edad de 2 años.
Reimpreso con permiso de:
Ann Nutr Metab 2013;62(suppl 3):27–36
33
El consumo de frutas y vegetales a los 18 meses es un
reflejo de la dieta del estadounidense adulto, en la que sólo
cerca de 10% de la energía proviene de frutas y vegetales.
El FITS también mostró que cerca de la mitad de las calorías obtenidas de vegetales deriva de la papa blanca; esto
también coincide con la dieta típica del estadounidense
adulto, en que las calorías obtenidas de la papa blanca se
aproximan a casi la mitad (2.7%) de las calorías totales disponibles a partir de vegetales (4.7%).49 También resulta importante que es durante esa transición que el consumo de
alimentos para niños con vegetales disponibles en el mercado disminuye, y que los vegetales cocidos y crudos, de
manera característica son los que se obtienen en la mesa familiar, se convierten en la forma de consumo principal.32 La
papa blanca cocida y el brócoli aportan 116 y 28 kcal/100 g, respectivamente, a la dieta. Así, por ejemplo, cambios discretos
que impulsan al consumo de vegetales verdes y amarillos,
en lugar de los que tienen un alto contenido de almidón,
La disminución de las calorías
consumidas a discreción y el incremento
del consumo de vegetales y frutas no
sólo son necesarios, sino resultan críticos
a partir de los 4 a 6 meses de edad.
pueden hacer diferencias significativas. Más importante
aún, la contribución energética de cada grupo de alimentos
a las calorías totales se vuelve fija y estable después de los 18
meses de edad, en imitación ya de la dieta del adulto, en la
que menos de 10% de la energía deriva de frutas y vegetales. Así, la “intervención temprana” para el establecimiento
de patrones adecuados de alimentación necesita comenzar
antes de los 2 años de vida.
Un número mayor de niños consumía frutas enteras en
lugar de jugo de frutas a 100%,32,44 lo que es congruente con
las recomendaciones dietéticas de impulsar al consumo de
frutas enteras en vez de al consumo de jugos,26 y limitar el
consumo de jugo de frutas entre los lactantes y los niños de
entre 1 a 6 años de edad.55 De hecho, los datos del FITS 2008
muestran un número significativamente menor de niños que
consumían jugo de fruta al 100% entre los 6 y los 11 meses
de edad, en comparación con los datos de 2002.32 Aun así, es
importante señalar que en 2008 el consumo de jugo de frutas
al 100% se incrementaba de manera progresiva a lo largo de
la lactancia, alcanzaba su máximo después de los 11 meses, y
más de la mitad de los niños de 1 a 3 años de edad consumía
jugo de fruta a 100% en un día cualquiera.32,44
34
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Dulces y bebidas endulzadas
Una causa importante de inquietud es la introducción temprana y el incremento rápido del consumo de dulces bajos en
nutrimentos y con gran densidad energética (p. ej., postres,
galletas y caramelos), así como bebidas endulzadas entre los
lactantes y los niños pequeños. El consumo de bebidas endulzadas con azúcar y alimentos con gran densidad energética en la dieta se identificó como factor de riesgo para la obesidad durante la niñez.56,57 En el FITS 2008, estos alimentos
seguían apareciendo en la dieta del lactante incluso desde los
4 o 5 meses de edad, y entre los 9 y 11 meses de edad. De los
lactantes, 43% consumía algún tipo de postre, dulce o bebida
endulzada por lo menos una vez al día (Figura 7). Este porcentaje se incrementaba hasta 72% a los niños mayores, siendo característico el incremento progresivo a partir de los 12 a
los 14 meses de edad y hasta los 21 a 23 meses,32 derivado de
un consumo mayor de postres (lo que incluye pasteles, pays y
galletas), así como dulces (58%) y bebidas endulzadas (28%).
El creciente patrón de consumo de dulces y bebidas endulzadas continúa entre niños pequeños en edad preescolar en el
FITS 2008. Más de 80% de los niños de 2 y 3 años de edad consumía uno o más de dichos alimentos cada día, y para casi todos los alimentos analizados, los porcentajes de niños que los
consumían eran superiores en aquéllos de 3 años de edad que
en los de 2 años de edad.44 Por ejemplo, 68% de los niños de 2
años de edad y 74% de los niños de 3 años de edad consumían
postres y dulces por lo menos una vez al día, y 44 y 48% consumía bebidas endulzadas, respectivamente (Figura 7). Quizá
más problemático resulta el hecho de que para los 2 años de
edad, era más común el consumo de un dulce que el de un
vegetal o fruta. Un número mayor de preescolares (82 a 89%)
consumía cualquier tipo de postre, dulce o bebida endulzada
un día cualquiera, que raciones definidas de vegetales (68 a
72%) o frutas (71 a 73%).44 Un niño de 3 años de edad que
consumía 240 mL de una bebida con sabor a fruta (117 kcal) y
tres galletas rellenas (159 kcal) un día podría exceder en gran
medida el consumo discrecional tolerado de energía de 171
kcal para la edad.58 Resulta claro que el consumo actual de dulces y bebidas endulzadas rebasa en gran medida las calorías
discrecionales permitidas en la mayor parte de los lactantes
menores y mayores. La disminución de las calorías consumidas a discreción y el incremento del consumo de vegetales y
frutas no sólo son necesarios, sino que es crítico iniciarlos a
partir de los 4 a 6 meses de edad.
Conclusión
En la actualidad se reconoce que varios patrones conductuales y dietéticos relacionados con la obesidad durante
la niñez inician durante el periodo de lactancia.10 Así, al
analizar las estrategias para la prevención, resulta crítica
su atención a una edad temprana. Demasiados lactantes
Saavedra /Deming /Dattilo
y niños pequeños tienen dietas que aportan una cantidad
excesiva de calorías, lo que comienza con la alimentación
con biberón y la ablactación para la provisión de dietas que
son bajas en frutas y vegetales, y altas en dulces y bebidas
endulzadas, así como en grasas saturadas. Al tiempo que
los niños comienzan a comer en la mesa familiar, sus dietas
empiezan a reflejar algunos de los patrones de alimentación no saludables que con frecuencia se identifican en los
niños mayores y en los adultos; así, es por último la mesa
familiar la que necesita mejorarse. Sin embargo, la intervención temprana puede permitir el modelado de la dieta,
el consumo de alimentos y las preferencias alimenticias en
los niños. Entre las intervenciones potenciales que pueden
establecerse durante los primeros 2 años de vida se encuentran: instrucción previa al nacimiento, lactancia materna,
prácticas de alimentación receptiva, lo que incluye una
educación adecuada para la alimentación con biberón, y la
respuesta a los indicios de hambre y saciedad, así como la
elección apropiada de alimentos y la selección de raciones.
Una estrategia de este tipo podría por último conducir tanto a una alimentación saludable, como a un mejoramiento
de los patrones de crecimiento. El aprovechamiento de la
plasticidad para el aprendizaje que tienen los lactantes, y las
oportunidades para la programación durante los primeros
años de la vida, constituyen una estrategia con potencial
de ser eficaz para la prevención de la obesidad durante la
niñez. Y, quizá, al instruir a los progenitores en torno a
la dieta saludable para sus niños pequeños, en un momento
en que las familias jóvenes podrían estar abiertas al cambio,
quizá sea posible mejorar la calidad de la mesa familiar y las
cualidades saludables de la dieta de la familia.
Declaración de conflictos de interés
Todos los autores trabajan en Nestlé Nutrition.
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Saavedra /Deming /Dattilo
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