LLa noción de familia como construcción social

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R
L
La noción de familia
como construcción social
MARÍA DE LOURDES PATRICIA
FEMAT GONZÁLEZ
evisión representativa de las más
importantes corrientes de estudio
sobre la historia de la familia en el
campo de las ciencias sociales. Desde la
visión de diferentes perspectivas de
análisis como la antropológica, la
sociológica, el materialismo histórico
dialéctico, la filosófica y la psicoanalítica,
se realiza un recorrido histórico por las
diferentes etapas que ha transitado el
grupo familiar bajo la premisa de que
este grupo social, en diferentes formas
de organización, es un fenómeno que
existe y ha existido en todas las
sociedades. Se afirma que este grupo
social es una noción que se reconstruye
y adquiere diferentes modelos que se
institucionalizan, dependiendo de su
incidencia en la estructura social,
económica y política. También se
describen las diferentes funciones
psicosociales que ha ejercido tanto para
con sus miembros, como para con la
sociedad de la que siempre ha formado
una parte muy relevante.
EL GRUPO FAMILIAR es una realidad humana compleja, condicionada
biológicamente pero regulada culturalmente. La familia como actualmente
la conocemos es el producto y proceso de las distintas formas que los
grupos humanos han ido desarrollando con la finalidad de adaptarse a los
diferentes cambios y transformaciones sociales, una realidad muy variada
de acuerdo a su presencia en las distintas sociedades, pero que existe, de
acuerdo a un gran número de autores, desde los orígenes de la historia del
hombre constituyendo parte fundamental de la organización de las
sociedades, como menciona Claude Lévi-Strauss al afirmar que “la vida
familiar está presente en prácticamente todas las sociedades humanas,
incluso en aquellas cuyas costumbres sexuales y educativas están distantes
de las nuestras” (Michel, 1974:44); de igual manera, hace hincapié en la
ANUARIO DE INVESTIGACIÓN 2004 • UAM-X • MÉXICO • 2005 • PP. 512-533
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NOCIÓN DE FAMILIA COMO CONSTRUCCIÓN SOCIAL
forma universal de estructura y organización que la distingue de otros
tipos de grupos sociales, “la familia, apoyada en la unión más o menos
duradera y socialmente aprobada de un hombre, una mujer y sus hijos, es
un fenómeno universal, presente en todos los tipos de sociedades” (ibid.:46).
Asimismo, Rousseau, en el capítulo dos del primer libro de su obra El
contrato social, denominado “De las primeras sociedades”, afirma que “la
más antigua de todas las sociedades y la única natural es la familia” (2002:27).1
Existe y ha existido una variedad de formas familiares insertas en sociedades
de muy diversas características, así como muy diferentes propuestas de análisis
sobre los determinantes de esa heterogeneidad, como por ejemplo el carácter
económico como elemento central en la constitución de las familias extensas
en las sociedades agrícolas y de la conyugal en las industriales; la escasez o
abundancia de recursos naturales para describir la poligamia (tanto de
hombres como de mujeres), o bien la influencia de la religión como
promotora principal de la monogamia o la poligamia, el matriarcado o
patriarcado, etcétera.
Al parecer un criterio unificador de estos diferentes puntos de vista ha
sido el tipo de vínculos básicos que este grupo establece entre sus miembros
y su comunidad, vínculos que se establecen de manera vertical por la
descendencia común o consanguinidad y de modo horizontal referidos a
la unión o alianza con otros grupos o comunidades mediante los enlaces
matrimoniales.
Por otra parte, los rasgos que Lévi-Strauss encontró como características
que la definen son fundamentalmente que tiene su origen en el matrimonio,
está formada por el marido, la esposa y sus hijos, aunque otros parientes
puedan incluirse y la existencia entre los miembros de la familia de lazos
legales, derechos y obligaciones económicos, religiosos así como derechos
y prohibiciones sexuales.
Elisabeth Roudinesco hace un relato de las definiciones que se han
encontrado sobre la familia bajo esta perspectiva relacional:
1
Esta afirmación de Rousseau está basada en el Ensayo sobre el gobierno civil de Locke, pero
Rousseau se apoya en ella para hablar de las formas convencionales que se organizan en el grupo
familiar a medida que las necesidades naturales de sobrevivencia de sus miembros han sido superadas.
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NOCIÓN DE FAMILIA COMO CONSTRUCCIÓN SOCIAL
[...] la familia siempre se definió como un conjunto de personas
ligadas entre sí por el matrimonio y la filiación, e incluso por la
sucesión de individuos descendientes unos de otros: un genos, un
linaje, una raza, una dinastía, una casa, etcétera [2003:18].
Esta autora menciona que dentro de las diferentes tipologías familiares
se suele considerar como tipo mínimo a la familia nuclear compuesta por
el núcleo padre-madre-hijos, es decir por una sola unión de adultos y un
solo nivel de descendencia, pero también se considera a la familia ampliada
con la suma de los parientes más cercanos de los cónyuges, inclusive,
menciona, existieron pensadores como Aristóteles que consideró a la familia
como una comunidad (oikia u oikos) que servía de base a la ciudad (polis),
semejándola en su organización jerarquizada a la prevaleciente en las
acrópolis al mencionar:
Lejos de conformar un grupo, está organizada en una estructura
jerárquica, centrada en el principio de la dominación patriarcal. La
constituyen tres tipos de relaciones, calificadas de “elementales”: el
vínculo entre el amo y el esclavo, la asociación entre el esposo y la
esposa, el lazo entre el padre y los hijos. En consecuencia, la oikia
demuestra ser indispensable para la vida en sociedad, porque toda
ciudad está compuesta de familias y, privada de ellas, una ciudad
correría el riesgo de hundirse en la anarquía [ibid.:18].
Rousseau, dentro de la argumentación que desarrolla en el texto
mencionado anteriormente sobre la libertad del hombre en el conflicto
naturaleza-cultura, semeja también a la familia con la organización política
de la siguiente manera.
La familia es, si se quiere, el primer modelo de las sociedades políticas;
el jefe es la imagen del padre, el pueblo es la imagen de los hijos, y
habiendo nacido todos iguales y libres, sólo enajenan su libertad
por utilidad propia. Toda la diferencia estriba en que, en la familia,
el amor del padre por sus hijos le resarce de los cuidados que les
prodiga, y que, en el Estado, el placer de mandar suple ese amor que
el jefe no tiene por sus pueblos [2003:27].
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En El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado (1884) Federico
Engels menciona:
En su origen la palabra familia no significa el ideal, mezcla de
sentimentalismos y de disensiones domesticas, del filisteo de nuestra
época; al principio, entre los romanos, ni siquiera se aplica a la pareja
conyugal y a sus hijos, sino tan solo a los esclavos. Famulus quiere
decir esclavo doméstico, y familia es el conjunto de los esclavos
pertenecientes a un mismo hombre [...] La palabra no es pues, más
antigua que el férreo sistema de familia de las tribus latinas, que
nació al introducirse la agricultura y la esclavitud legal y después de
la escisión entre los itálicos arios y los griegos [1976:55].
Carlos Marx añade:
La familia moderna contiene en germen, no sólo la esclavitud
(servitus), sino también la servidumbre, y desde el comienzo mismo
guarda relación con las cargas en la agricultura. Encierra, in miniature,
todos los antagonismos que se desarrollan más adelante en la sociedad
y en su Estado [Engels, 1976:55].
Las formas históricas de la familia
Roudinesco, quien analiza —en La familia en desorden (2003)— el papel
de la autoridad en las diferentes etapas de la historia de este grupo social,
menciona que el tipo de organización de la familia actual compuesta por
el núcleo padre-madre-hijos, se encuentra ya en la Edad Media mucho
antes de llegarse a constituir como el paradigma de la sociedad moderna y
distingue tres periodos en su evolución; el primero con la llamada familia
“tradicional” cuya función es la transmisión de un patrimonio, donde los
casamientos se arreglaban entre los padres sin considerar los lazos afectivos
de los contrayentes, privando así el sometimiento total a la autoridad
patriarcal. El segundo lo conforma la llamada familia “moderna”, cuyo
rasgo característico es el amor romántico sancionado a partir del
matrimonio, donde se empieza a valorar la división del trabajo entre la
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NOCIÓN DE FAMILIA COMO CONSTRUCCIÓN SOCIAL
pareja y la educación de los hijos pasa a manos
de las instituciones. El papel de la autoridad
en este periodo, que la autora ubica entre fines
del siglo XVIII y mediados del siglo XX, se
distribuye entre el Estado y los padres y entre
el padre y la madre.
En el tercer periodo que la autora ubica
en la década de los sesenta emerge la llamada
familia “contemporánea” o “posmoderna”
donde la duración de las uniones conyugales
es relativa y se sustenta más en busca de
relaciones íntimas. La autoridad en este
periodo empieza a ser más conflictiva,
aumenta el número de divorcios, así como
Diego Rivera, Maternidad, 1916
las familias reestructuradas. La esfera de lo
privado emerge para convertirse “en el ámbito
de una de las grandes experiencias subjetivas de nuestra época” (ibid.:20).
La postura materialista de la historia desarrollada por Carlos Marx y
Federico Engels en la segunda mitad del siglo XIX, hace énfasis en la
influencia de la sociedad y de las formas de producción material en la
composición y estructura de la familia. Engels desarrolla estas ideas,
basándose en los trabajos de antropología que Morgan realizó en las
comunidades indígenas del este de Estados Unidos y que describe en un
estudio denominado La sociedad antigua publicado en 1877, para de ahí
elaborar su propio análisis sociohistórico.
De acuerdo con el texto de Engels, Morgan divide la historia de la
humanidad en tres etapas: salvaje, barbarie y civilización, correspondiendo
a cada una un tipo de familia: promiscuidad, matrimonio de grupo y
poligamia y finalmente monogamia. Para Morgan, “la familia no es nunca
estacionaria, pasa de una forma inferior a una forma superior a medida
que la sociedad se desarrolla de un grado inferior a un grado más elevado
como consecuencia del desarrollo de la técnica y de la economía” (1976:27).
De acuerdo con su análisis, en las primeras formas sociales no existía la
propiedad privada ni en objetos ni en personas y así como los objetos
materiales eran compartidos por todo el grupo social, las mujeres y hombres
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NOCIÓN DE FAMILIA COMO CONSTRUCCIÓN SOCIAL
de igual manera satisfacían su descarga libidinal de manera espontánea y
libre, sin una distinción fraternal ni filial aún.
Con el tiempo se da lugar a una reorganización del grupo social donde se
aprecian principalmente tres formaciones de grupo familiar que se organizan
bajo ciertas características: la consanguínea, la punalúa y la sindiásmica. En la
primera los seres humanos dejan de tener comercio sexual con los padres,
pero sí lo siguen teniendo con sus hermanos y hermanas. En la punalúa la
prohibición del comercio sexual abarca también a los hermanos y hermanas.
Más tarde aparece la familia sindiásmica, en la cual el hombre vive con una
sola mujer, aun cuando la poligamia y la infidelidad se llevan a cabo bajo el
privilegio exclusivo del hombre y donde se encuentra el origen de lo que
actualmente conocemos como matrimonio monogámico.
Engels completa la última parte de este esquema diferenciando entre
monogamia en sentido etimológico y la monogamia histórica, que
considera típicas de las dos clases sociales predominantes a su entender:
proletariado y burguesía respectivamente. En el primer caso se refiere al
matrimonio más personal y libre, apoyado en el amor; en el segundo a un
contrato convenido por las familias y ligado a la propiedad que según su
autor es una forma destinada a la extinción junto con esa clase social.
Este autor menciona como factor central para el análisis de la historia, las
formas de producción en dos vertientes, la producción material de los medios
de existencia, esto es la elaboración de objetos útiles como el vestido, las
herramientas, alimento, vivienda, etcétera, y la producción de seres humanos
para la pervivencia de la especie. El orden social en que vive una sociedad
específicamente está condicionado por el grado de desarrollo del trabajo y el
grado de desarrollo de la familia, siendo ésta finalmente producto de la
sociedad, por lo tanto un fenómeno que está en constante movimiento.
A finales del siglo XIX surge la perspectiva sociológica francesa sobre el
análisis de la familia con Emile Durkheim, quien argumenta que “la familia
no es el agrupamiento natural constituido por los padres: es, al contrario,
una institución social producida por unas causas sociales” (Michel,
1974:33). Desde una perspectiva relacional, este autor hace hincapié en la
importancia central de las premisas socioculturales que dan estructura y
organización particular a este grupo, como las moldeadoras del tipo de
vínculos que se establecen entre sus miembros:
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NOCIÓN DE FAMILIA COMO CONSTRUCCIÓN SOCIAL
[...] la familia es el resultado, no de tendencias fisiológicas o
psicológicas [...] sino de la organización social [...] “la organización
social de las relaciones de parentesco es lo que ha determinado los
sentimientos respectivos de padres a hijos. Estos hubieran sido muy
diferentes si la estructura social hubiese sido distinta” [ibid.:40].
La familia para Durkheim, desde su perspectiva evolucionista, es una
institución social cuya transformación en el tiempo responde a la evolución
de lo que fuera una amplia agrupación político-doméstica, el clan exógamo,
amorfo hasta la presencia del modelo de familia contemporánea.
La familia conyugal contemporánea es el resultado de la ley de
contracción progresiva que resume la evolución de la familia: es un
proceso centrípeto que va de la periferia al centro, de tal manera que
“es el agrupamiento doméstico que emerge del agrupamiento político,
y no el político que ha surgido por dilatación del doméstico” [ibid.:34].
Desde esta perspectiva el autor afirma que lo que hoy conocemos como
familia es el resultado de múltiples contracciones que han tenido los
agrupamientos sociales más amplios provocadas por factores políticos,
sociales y económicos. El agrupamiento doméstico es la contracción del
agrupamiento político, es decir el agrupamiento político constaba de un
gran número de integrantes y éste se contrae para formar pequeñas
agrupaciones domésticas en la medida en que el medio social que se le
presenta al individuo se va complejizando.
Esta propuesta es criticada por Andrée Michel, en cuanto al tinte
evolucionista que subyace y pone como fundamento de su crítica la postura
de Marc Bloch quien afirma que a través del tiempo se han dado este tipo
de contracciones y dilataciones en la historia de la familia alternadamente,
dependiendo de los intereses económicos, políticos y sociales. Bloch hace
una retrospectiva a los primeros siglos de la era cristiana en donde el Estado
podía proteger a toda una comunidad dándoles vestido, alimento,
alojamiento. En la medida en que éste fue perdiendo su capacidad
benefactora la gran comunidad se tuvo que reducir a pequeños grupos
para asumir aquellas funciones que ahora les eran negadas y así buscar una
relación de cooperación entre los grupos para salir adelante. En el centro
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de Europa entre los siglos VIII y IX ante un Estado fuerte capaz de dotar a
su población de alimento, vestido y tierras la unidad familiar preponderante
era la conyugal; sin embargo, los embates sufridos por las grandes invasiones
musulmanas, húngaras y escandinavas que caracterizaron el inicio del siglo
IX en Europa, debilitaron a los Estados centrales y perdieron la capacidad de
proteger a las personas y a las familias de los invasores. Las familias y sujetos
buscan protección en la emergencia de nuevos grupos sociales, el feudalismo
y el grupo de parientes, que adquiere un gran significado basado en la
protección y ayuda recíproca. Bloch describe que en el siglo XI los campesinos
convocaban a sus familiares, así fueran lejanos a vivir bajo su mismo techo
pues el belicismo de los invasores los obligaba a agruparse para protegerse.
La familia conyugal se subsume y toma su lugar la familia extensa compuesta
por parientes hasta de segundo y tercer grado. Esta nueva composición familiar
toma un auge muy importante en todas las clases sociales ejerciendo una notable
influencia en los destinos comerciales y políticos de las sociedades feudales.
Con la retirada del peligro exterior y el reforzamiento por consiguiente del
poder del Estado, así como la concentración de las ciudades, el desarrollo del
comercio y las vías de comunicación, la familia extensa tiende a desaparecer,
más aún con la intervención directa del Estado quien lucha contra los linajes
con la finalidad de debilitarlos.
La familia conyugal pervivió en las clases bajas durante toda esta época
sin mucha notoriedad por su escaso número, pero con el tiempo adquiere
una posición más relevante sobre todo a raíz del desarrollo de la Revolución
Industrial, donde con el aumento de la clase asalariada se instaura cada vez
en mayor medida numérica a la vez que adquiere mayor profundización
de su significado social.
Lévi-Strauss, quien pone en auge dentro de las teorías sociales
contemporáneas los estudios sobre la familia, comparte la posición de
Durkheim en relación con la determinante influencia de las premisas
socioculturales en la forma que adquiere el grupo familiar. Para estos autores
la familia no constituye solamente los aspectos biológicos de la reproducción
y la sobrevivencia sino que interviene en su constitución la estructura social
que a su vez también es cambiante, bajo la perspectiva de que no existe
ninguna institución o forma de vida social limitada sólo al ámbito de lo
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biológico, ya que la característica del hombre es estructurar y organizar lo
dado y “no someterse a pretendidas tendencias innatas” (Michel, 1974:40).
Lévi-Strauss trata ampliamente la dimensión del análisis del desarrollo
del grupo familiar. Parte de que el grupo familiar basado en el matrimonio
monógamo, en el establecimiento independiente de la pareja de recién
casados, con una unión más o menos duradera, con lazos afectivos entre
sus miembros, donde los padres ven por la sobrevivencia de los hijos, ha
existido con diversidades socioculturales históricas en casi todos los grupos
humanos, desde las sociedades llamadas primitivas hasta nuestros días.
Mediante una amplia descripción de diferentes formas de estructura
familiar en diversas culturas primitivas, nos explica cómo esta forma de
familia conyugal y monógama prevalece aún, bajo diferentes características
tanto económicas como políticas o de índole religiosa.
A partir de la revisión que hace este autor de diferentes teorías sobre la
evolución histórica de la familia, llega a la conclusión de que es una
estructura que está en constante cambio y se relaciona con factores
económicos, políticos, sociales y culturales y no se trata de algo inamovible
sino que las normas se van adecuando al marco histórico.
Para Claude Lévi-Strauss el primer acto de organización social se
establece con la prohibición del incesto que él considera, junto con la
norma de la prohibición de dar muerte a otro ser humano, las normas
más antiguas y acendradas que se observan en los grupos sociales. Esta
regla universal, según sus palabras, atiende al tabú:
En la sociedad humana, un hombre solo
puede obtener una mujer de otro hombre
que bajo forma de hija o de hermana, se la
ceda [...] Esta premisa se encuentra basada
en un principio de reciprocidad que preside
los intercambios humanos, en las
sociedades arcaicas, regla que es objeto “de
una aprehensión inmediata e intuitiva del
hombre social” [1998:58 y 91].
Este autor afirma que el hombre social funda
sus relaciones y formas de organización en un
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André Masson, Los vampiros, 1961
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principio de intercambio y reciprocidad, y que tanto la prohibición del
incesto como la exogamia, que es —desde su punto de vista— la expresión
amplia de esta prohibición, están encaminadas al establecimiento de
relaciones entre los grupos sociales tanto de mercancías como de mujeres
en su forma más positiva, ya que este modo de relación promueve la
fraternidad de las tribus, es decir el proporcionarle a la horda vecina una
mujer y viceversa promueve un lazo amistoso que los une y evita guerras y
masacres entre ellos, creando derechos y obligaciones tanto hacia el propio
grupo como con el que se entra en intercambio y sobre todo garantiza la
sobrevivencia del grupo social.
El contenido de la prohibición no queda agotado en el hecho de la
prohibición: ésta se instaura únicamente para garantizar y fundar,
directa o indirectamente, inmediata o mediatamente, un intercambio
[...] La prohibición equivale a una obligación; y la renuncia abre la
vía a una reivindicación [...] el deseo de crear alianzas y salir del
aislamiento [ibid.:60].
Para Lévi-Strauss la ley universal de la prohibición del incesto tiene
una muy importante función en el origen de la familia ya que establece
una mutua dependencia entre familias, obligándolas, con el fin de
perpetuarse a sí mismas, a la creación de nuevas familias:
Lo que verdaderamente diferencia el mundo humano del mundo
animal es que en la humanidad una familia no podría existir si no
existiera la sociedad, es decir una pluralidad de familias dispuestas a
reconocer que existen otros lazos además de los consanguíneos y
que el proceso natural de descendencia sólo puede llevarse a cabo a
través del proceso social de afinidad [ibid.:93].
La consecuencia de esta forma de establecimiento de relaciones entre
los grupos es una cierta composición de formas de parentesco y de
organización familiar basada, de acuerdo con este autor, en tres tipos de
relación como núcleo central de la familia: 1) relación de consanguinidad
(entre hermanos); 2) relación de alianza (entre esposos) y 3) relación de
filiación (padre a hijo), la unidad de parentesco entonces queda formada
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por cuatro personas, el marido, la esposa, los hijos y el hermano de la
madre. La fuerza que adquiere el matrimonio en las sociedades se refleja
en la afirmación de este autor cuando menciona que “la satisfacción de las
necesidades económicas reposa completamente en la sociedad conyugal y
en la división del trabajo entre sexos” (ibid.:45).
Ya que el matrimonio es la unión de dos personas que forman una
alianza, en este proceso de intercambios, resulta ser una de sus expresiones
más representativas de la forma de organización social, “el matrimonio
no es más que un elemento de la cadena sinfín de las prestaciones que
caracterizan las relaciones en la sociedad arcaica” [ibid.:73].
Otra aportación importante acerca de la organización social de la familia,
es la descrita por la etnóloga francesa Germaine Tillion,2 quien considera
que para aquellas sociedades cuya organización social era de subsistencia
—esto es, grupos sociales de baja densidad, esparcidos, lejanos unos de
otros, que sobrevivían a partir de la caza, de la recolección, de la pesca,
etcétera—, las alianzas e intercambios resultaban muy beneficiosos por lo
que era común la práctica de la exogamia. De acuerdo con esta autora:
Las estructuras elementales a base de exogamia [...] utilizaban sin duda
a sus hijas para garantizar la integridad de sus territorios de caza,
practicando sistemáticamente alianzas con sus vecinos. De aquí surge
la prohibición de casarse con familiares por lejanos que fueran
[Michel, 1974:55].
A estas estructuras elementales, que se reconocen como primarias, la
autora opone a aquellas sociedades que denomina como “sociedades que
se hacen”,3 prolíficas como las que se encuentran en el mediterráneo, que
son fundamentalmente endógamas que se denominan secundarias. Las
sociedades endógamas nacen a partir de las exógamas, las personas
aprendieron a domesticar los animales para el uso de sus tierras, fabricaron
2
Germaine Tillion es una etnóloga francesa reconocida mundialmente tanto por su trabajo
con etnias del norte de África y del Medio Oriente, como por su compromiso a favor de los
derechos humanos, y anteriormente su lucha en la resistencia contra la Alemania nazi.
3
Que están en proceso de construirse y no desaparecen.
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herramientas necesarias para la vida diaria. Los sujetos de esta comunidad
ya no necesitaron de otras tribus.
Para Tillion las estructuras de parentesco de ambos tipos de sociedades
no dependen solamente de condiciones socio económicas sino que habrá
que agregar para su estudio condiciones demográficas así como la revolución
cultural que desde su punto de vista se encuentran íntimamente imbricadas
y serán estos factores de la evolución de la era humana las que marquen la
estructura de las formas sociales.
Durante la revolución del paleolítico superior el hombre se convierte
en cazador, crea las primeras herramientas y deja de ser presa del medio
natural, “este progreso creaba la penuria, la inteligencia humana provocaba
el hambre” (Michel, 1974:57), lo cual llevó, según la autora, a que se
originara la exogamia como la principal manera de conservar el territorio
de caza y evitar invasiones de las tribus vecinas. Estas poblaciones de caza
y cosecha así mismo crean formas de organización del grupo social que se
caracterizaron por la instauración de la prohibición del incesto, del
matrimonio y la monogamia, así como un sistema de paz entre las tribus
vecinas garantizado por la exogamia, el intercambio de las mujeres y un
extremo control de natalidad.
La segunda revolución caracterizada por el invento de nuevas técnicas
y formas de organización social como son la agricultura, la cría de animales,
así como nuevos inventos como el tejido, la cerámica, la navegación en
piraguas, etcétera, se conoce como período Neolítico. En este periodo se
desarrolla de manera acelerada un crecimiento de la población y de los
recursos alimentarios ya que la agricultura y la ganadería aseguraban el
porvenir. Esta circunstancia permite que las anteriores normas sobre la
exogamia pierdan su fuerza original y son en gran parte abandonadas, lo
mismo que el control sobre los nacimientos, de ahí que “se podía conservar
a las propias mujeres, tomar las del vecino y tener tantos hijos como vinieran
pues, cuanto más numeroso se fuera, se sería también más fuerte para
defender y acrecentar una capitalización que empezaba a nacer” (Michel,
1974:58). Al igual que la anterior, en esta revolución se observa un
fenómeno social total caracterizado ahora por un retorno al incesto, la
poligamia, la guerra, la esclavitud, el aumento considerable de la natalidad;
“desde el punto de vista de la familia, la revolución neolítica marca una
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clara preferencia por la endogamia, por una filiación exclusivamente
patrilineal y el encarnizamiento contra el control de nacimientos” (ibid.)
Esta autora hace énfasis en la necesidad de abordar el estudio de las
sociedades desde una perspectiva no lineal, ya que desde su punto de vista
en la historia de las sociedades, estas dos formaciones sociales, las estructuras
sociales primarias de la etapa del paleolítico y las estructuras sociales
secundarias del neolítico, han coexistido y coexisten hasta nuestros días, de
ahí que las estructuras mentales relativas a la familia heredadas del periodo
neolítico (que ubica geográficamente en el hemisferio norte occidental)
convivan con formaciones sociales y familiares cuyos rasgos característicos
aparecieron en el paleolítico y que se pueden observar actualmente en las
sociedades ribereñas del mediterráneo, en América del sur y el Japón.
Para esta autora la Revolución Industrial trajo consigo una serie de
cambios de carácter diverso, especialmente técnicos y económicos que en
un periodo muy corto (en relación a los largos periodos que transcurrieron
para la implantación de los cambios sufridos anteriormente producto de
las revoluciones precedentes), afectó la vida de enormes grupos sociales y
por supuesto su estructura familiar; sin embargo, estos cambios no se dieron
de la misma manera y con la misma intensidad en todos los casos.
Para abordar el tema de los impactos que la Revolución Industrial
provocó en la organización familiar es preciso esbozar las características
que guardaban las sociedades previas al proceso acelerado de
industrialización, denominadas sociedades preindustriales. Se caracterizan
a grandes rasgos por tener una base económica agrícola y comercial, de
carácter rural, con una población estable por la compensación entre las
tasas de natalidad y mortalidad, ambas altas, con una estructura social
sencilla pero rígida. A esta formación social corresponde un tipo de familia
denominado familia Tradicional o Patriarcal, aun cuando también se le
conoce como extensa, doméstica, monogámica o de tipo histórico bajo la
definición de Engels.
Se caracteriza principalmente por ser una familia amplia en estructura
con un alto número de hijos, compuesta por un grupo extenso que incluía
dos o tres generaciones, los abuelos, sus hijos solteros y los casados con sus
esposas e hijos. Este modelo incluye la cercanía o residencia en comunidad
ya que desempeñaban muchas actividades en común y sus relaciones eran
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NOCIÓN DE FAMILIA COMO CONSTRUCCIÓN SOCIAL
fundamentalmente de apoyo e intercambio de servicios. Estaba
fundamentada en una pluralidad de funciones entre las que destacaban las
de tipo económico, educativo, religioso y político, además de las de
seguridad y protección del grupo, así como la de ser continuadora de las
tradiciones. El patrimonio de la familia era heredado a la familia extensa y
ésta se obligaba a conservarlo y acrecentarlo, de esa manera se reforzaban
las relaciones y jerarquías.
Para Andrée Michel:
La estructura de la familia tradicional, los papeles y posiciones de sus
miembros, las ideas, los valores, los mitos relativos a la vida familiar,
eran principalmente consecuencia de la combinación de una estructura
económica en un marco rural arcaico y de una estructura jurídica
dada, que establecía un modo determinado de transmisión de la
propiedad. La combinación de todos esos elementos estructuraba la
familia tradicional. La jerarquía consagraba la superioridad de los
padres sobre los hijos, de los viejos sobre los jóvenes, de los hombres
sobre las mujeres, de los mayores sobre los más pequeños, pues era
necesario mantener una disciplina estricta en una unidad de
producción en la que los recursos escaseaban [1974:35].
En este tipo de familias el prestigio social de las personas dependía de
su origen y de la posición socioeconómica de la familia. La forma como se
promovían las personas ya fuera para emplearse o para casarse o para mejorar
su calidad de vida era por medio del padre. Los matrimonios eran asunto
de las respectivas familias y no incluían las opiniones de los directamente
interesados. Esta estructura familiar desarrollaba un intenso vínculo de
intermediación entre el individuo y el Estado, al mismo tiempo que
mantenía estrechos lazos con la Iglesia quien se encargaba mediante una
relación muy personal entre la familia y los sacerdotes, de sancionar los
acontecimientos, individuales y familiares con la finalidad de preservar la
buena moral de la familia.
Las repercusiones en el orden social que los cambios en el modo de
producción introducidos con la aplicación de nuevas técnicas, nuevas
herramientas y un nuevo tipo de energía traen consigo a la estructura y a
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NOCIÓN DE FAMILIA COMO CONSTRUCCIÓN SOCIAL
la organización del grupo familiar predominantemente patriarcal
seguramente fueron inimaginables en su momento.
En esta nueva situación la familia deja de ser el grupo que organiza y lleva
a cabo la actividad productiva. Las nuevas unidades de producción se instalan
en las ciudades distanciadas del campo, del hogar, provocando una importante
movilización de la población del campo a los grandes centros de producción.
Los instrumentos de trabajo ahora más complejos y costosos ya no pertenecen
a la familia sino a un nuevo sector social, los capitalistas, que están a cargo
del proceso productivo y se apropian el producto. Las condiciones para la
admisión a los puestos de trabajo poco o nada tienen que ver con el grupo
familiar de origen sino con las condiciones personales de éste, en función
del mayor rendimiento en las tareas.
Las relaciones sociales antes centradas y casi limitadas a la gran familia
y a la pequeña comunidad, se amplían y modifican enormemente. Los
nuevos tipos de interacción se vuelven más extensos y diversificados pero
a la vez forzosamente más limitados, un tipo de relación fragmentado,
impersonal, masificado ya que el individuo se mueve en muchos ámbitos
diferentes alternativamente, en cada uno de los cuales sólo implica parte
de su actividad y personalidad. Se generan nuevas formas culturales
dominadas por los criterios de eficacia, la influencia de la tradición va
disminuyendo, la autoridad se encuentra apoyada en los criterios de
racionalidad; Ahora se considera al individuo por sus capacidades y ya no
por su origen y posición en la familia. El hecho de volverse asalariado y
por tanto crear una dependencia económica, aunado a la separación de la
familia de origen tanto física como de influencia, elimina las bases de la
autoridad jerarquizada y patriarcal lo que hace que pierda su razón de ser.
Ahora la riqueza y las posiciones de prestigio dependerán del individuo y
se valorarán dentro de la familia.
La familia extensa pierde control sobre sus miembros antes incluso de
hacerse adultos ya que debido a la necesidad de subsistencia, los individuos
se ven obligados a residir donde les exija su fuente de trabajo. La distancia
espacial y la transformación de las condiciones de producción propician
que los jóvenes dejen de depender de la gran familia en cuanto a trabajo y en
cuanto a la herencia para su bienestar, pero también esta dispersión espacial
dificulta los encuentros con su familia y aligera la dependencia y el control.
EL MALESTAR DEL CUERPO Y LA CULTURA
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LA
NOCIÓN DE FAMILIA COMO CONSTRUCCIÓN SOCIAL
Las nuevas condiciones de vida y la reducción del control familiar sobre
sus miembros trae consigo cambios en las relaciones de pareja; los jóvenes
tienen frecuentes ocasiones de encuentro e interacción alejados de la
vigilancia directa de su familia que apenas puede hacer otra cosa que
aconsejar, pues ha perdido la fuerza para imponer. En estas nuevas
circunstancias la estructura y organización de la familia se va transformando
creando nuevas unidades familiares llamadas familia nuclear donde los
matrimonios se llevan a cabo más libremente, a edades mayores y con la
preponderancia de las preferencias personales y el amor romántico.
La diferenciación social que trae consigo la ampliación, tecnificación
y especialización de las actividades productivas separan dos medios
sociales que anteriormente se encontraban unidos: el del trabajo y el
de la familia, el de la producción y el del consumo. Las relaciones de
producción seguirán condicionando la vida de individuos y familias,
pero en cambio los segrega geográfica, temporal y funcionalmente
[Michel, 1974:37].
Los cambios acelerados y radicales que provoca el proceso de
industrialización hacen necesario un sistema familiar que tanto estructural
como funcionalmente, se adapte externamente a las nuevas exigencias
institucionales y sociales, e interiormente a las nuevas necesidades de sus
miembros.
Con estos cambios en la estructura familiar también se pierde el apoyo
que la familia tradicional anterior proporcionaba a sus miembros en cuanto
a salud, alimento, asistencia y servicios que eran prestados mutuamente.
Las funciones económica, política, religiosa, cultural, recreativa, etcétera,
que eran desempeñadas por los mismos miembros, al romperse los lazos
que estructuraban a la familia patriarcal se pierden también.
La nueva familia trastocada por las transformaciones sociales modernas,
ahora conformada por los padres y los hijos que viven generalmente
distantes de su familia de origen y de su comunidad, se encuentra en la
imposibilidad de realizar las funciones que anteriormente eran satisfechas
por la familia patriarcal; si por una parte estas nuevas familias dejan atrás
responsabilidades y obligaciones familiares que no habían escogido,
EL MALESTAR DEL CUERPO Y LA CULTURA
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LA
NOCIÓN DE FAMILIA COMO CONSTRUCCIÓN SOCIAL
también se enfrentan a la necesidad de solventar de alguna forma las
funciones de educación, alimentación, salud, recreación, etcétera, que
anteriormente cubría la familia extensa, por lo que esta nueva estructura
familiar traslada su dependencia al Estado y sus instituciones.
Nueva posición de la familia
En relación a las demás instituciones, la familia con esta nueva estructura
nuclear, pasa a una posición de subordinación ya que al perder el control
de la actividad económica que privilegiaba
a la familia extensa, se convierte en una
entidad dependiente.
Mucho se menciona que con las
transformaciones sociales modernas, el
grupo familiar ha sufrido una pérdida de
las funciones que tradicionalmente
realizaba tales como la económica,
política, religiosa, cultural, recreativa,
etcétera, que desempeñaba para con sus
miembros; sin embargo, en este trabajo
se ha mencionado que tanto familias de
tipo nuclear como de tipo tradicional o
extensas han existido paralelamente a lo
largo de la historia y que en función de Jacques Lipchitz, Alegría de Orfeo, 1941
las transformaciones sociales una ha
alcanzado mayor dominio que la otra como modelo dominante de
estructura familiar. Lo que ha sucedido es que la familia extensa,
preponderante en los ámbitos socioeconómicos altos se ha transformado
y la familia conyugal preexistente en las clases bajas ha tenido una expansión
y aceptación social, por lo que es preciso hacer hincapié en que el grupo
que prestaba todas esas funciones en el pasado no era el tipo de familia
nuclear, sino la familia extensa que al desarticularse pierde con ello la
autosuficiencia relativa respecto de los apoyos y servicios que prestaba hacia
sus miembros.
EL MALESTAR DEL CUERPO Y LA CULTURA
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NOCIÓN DE FAMILIA COMO CONSTRUCCIÓN SOCIAL
Si bien el Estado ha regido a la sociedad a partir de sus instituciones,
que tienen como encomienda:
[...] asegurar el bienestar del Estado mediante la sabiduría de sus
reglamentos, y aumentar sus fuerzas y su poder tanto como sea capaz
[...] regular todo lo que se relaciona con el estado actual de la sociedad,
consolidarla, mejorarla y hacer de tal forma que todo contribuya al
bienestar de los miembros que la componen. Trata de que todo lo
que compone el Estado sirva para la consolidación y el
acrecentamiento de su poder, pero también para el bienestar público
[Donzelot, 1979:11].
En una relación siempre tensa sobre todo por la doble perspectiva de
procurar la calidad de vida de sus miembros y al mismo tiempo el
fortalecimiento de su poder, a partir de la transformación del grupo familiar
y la adopción del modelo de familia nuclear se hace mayor la necesidad de
diversas instituciones y servicios sociales que lleven a cabo las funciones que
por su nueva condición los miembros de estas familias no están en
posibilidades de satisfacer. De tal manera que cuando la sociedad y el Estado
ofrecieron a individuos y familias ciertos servicios, éstos a la vez, en muchas
ocasiones, eran demandados y no rechazados por las propias familias.
La familia conyugal
La forma de familia tradicional, ante los cambios suscitados por el proceso
de industrialización-urbanización ha quedado desplazada como forma
dominante y como prototipo cultural, para dar paso a un nuevo modelo,
la familia conyugal, unidad compuesta por el matrimonio y sus hijos, con
residencia independiente, que como se vio anteriormente no es nueva. Lo
que sí ha sucedido es su expansión hasta convertirse en modelo dominante.
Las características más notables de la familia conyugal o moderna residen
principalmente en la disminución del número de hijos y la ausencia de
otros parientes habitando la misma casa, la división sexual del trabajo, así
como la resignificación de las funciones de la pareja y de los hijos.
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NOCIÓN DE FAMILIA COMO CONSTRUCCIÓN SOCIAL
A decir de algunos autores como Talcot Parsons, la reducción de
funciones que caracteriza a la familia conyugal o moderna obedece a la
especialización de las sociedades industriales. Este autor, desde su perspectiva
estructural-funcionalista, analiza al grupo familiar desde el punto de vista
de su interdependiencia tanto con los demás grupos de familia como con
el sistema social entero, dentro de una concepción de conjunto del cambio
social caracterizada por lo que denomina “la diferenciación”,4 que consiste
en un proceso de especialización creciente de la organización social
conforme van avanzando hacia la modernidad. Para Parsons la
especialización creciente que desarrollan las sociedades modernas propicia
la formación de instancias encargadas de realizar las funciones que
anteriormente realizaban o que estaban encomendadas a la familia, como
las de educación, salud, la económica, de recreación, religiosa, que ahora
han sido ocupadas por la escuela, el hospital, los medios de comunicación
masiva, la iglesia.
Esta situación para el autor no es sino una reasignación de su función
social de acuerdo al desarrollo de las sociedad cada vez más especializada
en sus funciones; es decir, que con el desarrollo modernizador de la sociedad
y por ende de la familia, se crean nuevos órganos que generan funciones
cada vez más concretas.
Desde el punto de vista de Parsons la familia moderna tiene como sus
funciones principales al interior del grupo la procreación, el cuidado y la
función de identificación social de los hijos. En relación con su función
social, aceptando que ha perdido la fuerte influencia que tuvo anteriormente
en la producción económica y dentro del sistema político ya que sus
miembros influyen en estos ámbitos de manera individual, Parsons le asigna
dos funciones fundamentales e irreductibles: “la socialización primaria de
los niños para que puedan convertirse un día en miembros de la sociedad
en la que han nacido y la estabilización de las personalidades adultas de la
población. Ambas funciones están unidas entre sí” (Michel, 1974:65).
Esta perspectiva es compartida con otros autores; por ejemplo, en el
campo de la terapia familiar, Salvador Minuchin afirma:
4
Concepto que Parsons toma de Spencer.
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NOCIÓN DE FAMILIA COMO CONSTRUCCIÓN SOCIAL
La familia actual, conyugal, moderna, adoptada principalmente por
los sectores urbanos, cumple fundamentalmente con las funciones
de culturización y apoyo emocional, que se expresa en dos objetivos
íntimamente ligados, uno es interno —la protección psicosocial de
sus miembros— y el otro es externo —y se refiere a la acomodación
a una cultura y la transmisión de esa cultura [1992:78].
La familia moderna queda entonces a cargo de las funciones
fundamentales de procreación y de sostenimiento y equilibrio emocional
de sus miembros.
Según este modelo de familia, ésta cumple adecuadamente aquellas
tareas o funciones sociales básicas, precisamente por su estructura mínima
y sexualmente diferenciada. El hombre y la mujer, marido y esposa tienen
asignadas tareas diferentes y se les reconoce una autoridad y una posición
distintas, relacionadas con la diversa posición de poder fuera de la familia.
La mujer se encarga de la crianza de los hijos, así como de su educación
fuera de la escuela; a ella también le corresponden las diversas tareas
domésticas. El esposo es el proveedor de la familia, además de que introduce
a la familia a lo público o social mediante la posición económica que logra
en el mundo exterior, sirviendo de conexión entre el mundo externo,
público, y el mundo interno o de lo privado, preparando a los hijos varones
a su futura incorporación al mismo. De la misma forma la madre sirve de
modelo a las hijas orientándolas hacia la familia y el hogar.
Descrita de esta manera, la imagen de familia conyugal o moderna
resulta excesivamente simplificada y limitada; En realidad este tipo de
familias no presenta una estructura y unas relaciones tan mínimas ni sus
funciones son tan escasas ni se ajusta totalmente a la sociedad industrial,
ni la división de las cargas de trabajo y responsabilidades de cada cónyuge
se lleva a cabo con tanta equidad. La realidad familiar en esta etapa como
en las anteriores no es tan homogénea, no todos adoptan el mismo modelo
ni lo hacen con el mismo grado de intensidad. En estas familias se pueden
observar elementos residuales del modelo anterior que subsisten en la nueva
situación y que impactan de manera importante en la dinámica de la
familia conyugal.
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NOCIÓN DE FAMILIA COMO CONSTRUCCIÓN SOCIAL
En este sentido Minuchin, asignándole también un sentido de cambio
y transformación, llama la atención sobre la necesidad de considerar a la
familia como un grupo social en tensión entre nuevas y anteriores formas
de estructura y organización, ubicándola en el ámbito del mundo moderno,
contemporáneo, pero aceptando también que el paso de la transición
conlleva para sus miembros un proceso de resignificación de nociones
anteriores sobre lo que ellos consideraban que constituía la familia, incluidas
por supuesto sus formas de vincularse, de interactuar así como sus prácticas
sociales al respecto, que les permitió desarrollar formas estables de
relacionarse entre sí y con la sociedad:
El mundo occidental se encuentra en un estado de transición, y la
familia que siempre debe acomodarse a la sociedad, se modifica
juntamente con él. Pero debido a las dificultades transicionales, la
tarea psicosocial fundamental de la familia —apoyar a sus
miembros— ha alcanzado más importancia que nunca. Sólo la
familia, la más pequeña unidad social, puede cambiar y al mismo
tiempo mantener una continuidad suficiente para la educación de
niños que no serán “extraños en una tierra extraña”, que tendrán
raíces suficientemente firmes para crecer y adaptarse [1992:79-80].
Por la forma institucionalizada, reconocida socialmente en cada periodo
de la historia de la sociedad es que el grupo familiar caracteriza de mejor
manera el proceso social por el que atraviesa, esto es lógico si se piensa que la
familia, finalmente ha reflejado
en su historia los rasgos esenJoan Miró, Pintura, 1927
ciales de la sociedad de que
forma parte, es el resultado y el
soporte de un cierto tipo de
sociedad, a la vez que representa
el núcleo donde se reproduce
una parte importante de las
características de la sociedad
que la conformó.
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Bibliografía
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Roudinesco, E. (2003), La familia en desorden, FCE, Argentina.
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