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CUENTO BASADO EN
“LA LUZ COMO EL AGUA”, DE GABRIEL GARCÍA
MÁRQUEZ
Autoras:
Patricia Fernández Barbero
Yolanda Gámez Montes
Laura González Romero
3º Grado de Educación Infantil Grupo 3 (Sub. 5)
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Totó, Joel
y el cofre de luz dorada.
Totó y Joel son dos hermanos de 3 y 6 años, a los que les encanta que sus padres les
cuenten cuentos antes de irse a dormir, pues es durante la noche cuando sueñan que se
adentran en esos cuentos y viven múltiples aventuras.
Una buena y calurosa noche de verano, el padre de los niños les contó el cuento del
Barco Pirata, el cual portaba un valioso tesoro, un cofre lleno de luz dorada que le
habían robado a la hija de un importante Duque.
Esa noche, como todas las noches, los niños se quedaron profundamente dormidos y su
papá, como todas las noches, apagó la luz y cerró la puerta con mucho cuidado, y, como
todas las noches, una luz tenue se encendió en la habitación de los niños, eso era señal
de que la aventura estaba a punto de comenzar.
Cuando Totó y Joel quisieron darse cuenta, ya se encontraban a bordo del barco que
perseguía al barco Pirata. Joel, ya no era simplemente Joel sino el capitán Joel, y Totó,
ya no era simplemente Totó sino el coronel Totó.
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El barco navegaba por el mar a la velocidad de la luz, pues el barco Pirata iba más
rápido que ellos. Tenían que conseguir el cofre de luz dorada antes de que los piratas se
deshicieran de él. De repente, el barco se adentró en una densa niebla, tenían que ir con
cuidado, ya que allí habitaba la gran serpiente del mar que hacía mucho tiempo que no
recibía visitas y a causa de ello, pasaba mucha hambre.
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El capitán Joel decidió parar el barco para no despertar a la serpiente del mar. El barco
Pirata no se veía por culpa de la densa niebla. Al estar parados durante un buen rato, el
coronel Totó propuso ponerse de nuevo en marcha para alcanzar a los piratas, a lo que
el capitán aceptó. Cuando volvieron a navegar de nuevo, el barco pegó un fuerte golpe,
todos los hombres a bordo, incluidos el capitán Joel y el coronel Totó, creían haberse
encallado en una roca, pero en cuestión de segundos vieron, a través de la niebla, dos
grandes ojos amarillos y relucientes. ¡Era la serpiente del mar que se había despertado!
Todos los hombres del barco comenzaron a luchar con sus espadas, pero la serpiente no
se daba por vencida y estaba destrozando todo con su gran cola de serpiente. El capitán
Joel quería dejar el timón para poder ayudar a sus hombres, pero si lo hacía, el barco
podría volcar. Uno de los hombres, el cual se hacía llamar Víctor, se ofreció a sostener
el timón para que el capitán pudiera ayudar.
Entre el capitán Joel y el coronel Totó, que se habían enfrentado a bestias más feroces
que estas en algunas de sus aventuras, pudieron derrotar a la gran serpiente del mar. Le
agradecieron a Víctor su ayuda, pues sin ella todavía estarían luchando, o lo que es peor,
bajo el mar. Le pidieron que se quitara el sombrero para poder ver su cara, y como al
capitán no se le puede desobedecer, Víctor se quitó el sombrero y dejo caer una larga
melena castaña, todos se quedaron boquiabiertos, ¡no era Víctor, sino Victoria!
Victoria explicó que era la hija del Duque, aquella a la que habían robado el cofre de luz
dorada, que sin permiso de su padre y haciéndose pasar por hombre, se alistó en el barco
para recuperar ella misma su cofre. El capitán Joel tenía que tomar una gran decisión,
seguir con Victoria en el barco o dejarla en el próximo pueblo al que llegasen, y como el
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ser una mujer no quitaba lo valiente y generosa que había sido, decidió que siguiera en
el barco con todos los demás.
Se pusieron de nuevo en marcha y por fin, lograron salir de la densa niebla que tantos
problemas les había ocasionado. A lo lejos divisaron una pequeña isla, aunque a
diferencia de otros cuentos, esta no parecía estar desierta. En la orilla estaba el barco
Pirata encallado y no dudaron en dirigirse a ellos. Cuando estaban cerca lograron saltar
al barco, registraron todo y no había ni piratas, ni cofre de luz dorada, ni
cocineros…nadie.
Decidieron adentrarse en la selva y andando y andando se toparon con una cueva y
entraron a ver con que se encontraban. En la profundidad de la cueva escucharon voces,
¡eran los piratas!, estaban hablando del cofre de luz dorada, querían venderlo ya que ese
cofre era único en el mundo y valioso, se decía que quien lo poseía tendría suerte para
toda la vida, aunque Victoria no quería el cofre por eso, sino porque era de su madre y
tenía, para ella un valor sentimental.
La banda del capitán Joel y el coronel Totó decidieron abordarles sin que los piratas se
dieran cuenta y así cogerles por sorpresa. En un abrir y cerrar de ojos, todos estaban
luchando, unos con otros y otros con unos, y en un despiste del capitán de los piratas, el
capitán Joel y el coronel Totó, ayudados por Victoria, se hicieron con el cofre de luz
dorada. Entre todos acorralaron a los piratas, incluido al capitán, y les advirtieron que
no volvieran por el pueblo sino querían pagar las consecuencias.
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Los piratas les hicieron caso y se marcharon en su barco y los hombres del capitán Joel
y el coronel Totó pusieron rumbo al pueblo para que Victoria volviera con su padre, y
con el cofre de luz dorada, sana y salvo.
Una vez en el pueblo, el Duque se puso muy contento de volver a ver a su hija con vida
y ésta en agradecimiento por ayudarla a conseguir el cofre y por la valentía que
mostraron al luchar con la serpiente del mar, otorgó al capitán Joel y al coronel Totó
con la medalla a la valentía.
6
Los dos hermanos despertaron de un sobresalto y la luz del sol ya asomaba por la
ventana de la habitación. Como todos los días, escucharon a su mamá haciendo el
desayuno abajo en la cocina, y como todos los días, Joel y Totó se miraron el uno al
otro y se dieron cuenta de que, como todos los días, todo había sido un sueño. Sin
embargo, a ambos se les dibujo una sonrisa en la cara al acordarse de las aventuras que
habían pasado y sobre todo, porque cuando llegara la noche y se volvieran a dormir,
volverían a vivir otra aventura nueva.
Poesía del cuento.
CIERRO LOS OJOS Y EMPIEZO A VER
Veo castillos de arena,
veo barcos de papel,
veo caballeros valientes
Y tesoros por doquier.
Veo espacios fantásticos,
veo historias de piratas,
veo personajes de hojalatas,
Y un bello lugar al que volver.
Veo duendes,
veo hadas,
veo ilusión y magia,
Cuando observo tu inocente mirada.
Figuras retóricas utilizadas en el poema:
Comparación o símil: compara la infancia con todos los elementos citados en el poema,
como los barcos de papel, los tesoros, duendes, hadas, etc.
Anáfora: todos los versos comienzan con la palabra “veo”.
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