El Festival de Macerata Ildebrando D’Arcangelo como Don Giovanni en Macerata por Giosetta Guerra E Fotos: Alfredo Tabocchini l tema conductor de la Temporada en Sferisterio de Macerata fue “el engaño” y por lo mismo vimos producciones de Don Giovanni, maestro de engaños, Madama Butterfly, engañada por un hombre, La Traviata, engañada por la vida, y Le Malentendu, un bosquejo sobre el engaño. Pero la temporada resultó todo menos que un engaño, ya que las representaciones fueron buenas y el nivel general apreciable. Pier Luigi Pizzi y Massimo Gasparon si dividieron como ferecuentemente lo hacen, la tarea de las producciones: Don Giovanni e Butterfly para Pizzi, Traviata para Gasparon, donde se añadió Saverio Marconi, responsable del musical italiano, para hacer la ópera contemporánea Le Malentendu. Y todos juntos demostraron como se pueden hacer producciones de buen gusto y originalidad con poco material y mucha creatividad. Don Giovanni La temporada se inauguró el 23 de julio en el Teatro Lauri Rossi con una nueva producción del Don Giovanni de Mozart, en la versión vienesa de 1788. En el plano musical faltó el color mozartiano. El director Riccardo Frizza y la orquesta Regional delle Marche se ha preocupado más bien en la sonoridad y la métrica. En lo vocal vimos una competencia de voces que no ha favorecido la línea mozartiana de canto. Don Giovanni y Leporello son dos jóvenes vivaces y despreocupados que se muestran desnudos con frecuencia y hasta donde es posible. Fueron interpretados por dos muchachos bien parecidos, Ildebrando D’Arcangelo y Andrea Concetti, la vista resulta muy agradable. D’Arcangelo presenta un Don Giovanni estudentesco que libera el eros por todos los poros, arrinconando a todas las mujeres contra el muro y envolviéndolas en efluvios amorosos y, mas allá, mientras abraza a una en espera que se reponga, besuquea a otra. Y a Zerlina le mete la mano bajo la falda para lograr que se rinda. Pero también Leporello hace lo suyo y a todas las parejas invitadas a la boda de Zerlina atestiguan que no tiene nada de santo y que sabe como quitarse a Masetto de encima. Sobre la gran cama se desenvuelven escenas sabrosas con las invitadas,, y también en esa cama presenciamos muchos diálogos entre el Don y Leporello. Concetti encarna a la prefección el personaje de pro ópera Leporello: rápido en la acción,incisivo en la interpretación, brillantre en el canto.; es un artista probado,dotado de una voz poderosa y con una mímica facial y corporal sorprendentes. La soprano griega Myrtò Papatanasiu (Donna Anna) y el tenor americano Marlin Miller (Don Ottavio) parecen enojados siempre al cantar; la voz está ahí, los timbres son bellos, pero usan del forte al gritado. Ella usa la media voz y los filados.El intenta usar la media voz pero le resulta un quejido, y el color mozartiano se queda sin aparecer sobre el escenario pues no lo encontramos ni siquiera en la orquesta. Donna Elvira aparece con valija, bolso y sombrero y mientras la toma contra Don Giovanni y éste y Leporello cambian lugares. Carmela Remigio hace Elvira con una voz vibrante, amplia, rica en armónicos y con un tono incisivo y agresivo. Es ágil, pero quedó corta en el espesor que pedía el papel al canto. La vocalidad mas mozartiana fué la de Manuela Bisceglie (Zerlina), una voz de soprano limpia y melodiosa con bellos trinos y una línea de canto apropiada. William Corrò hace un Masetto ágil y bien cantado, y Enrico Iori (Il Commendatore) no es un bajo profundo, pero canta bien. y fue sostenida por una orquesta sensible. Otro intérprete excelente es Annunziata Vestri (Suzuki con un kimono rosa antiguo), una mezzo-soprano con una voz hermosa con color oscuro y pastoso. El tenor Massimiliano Pisapia (Pinkerton vestido di bianco) tiene un buen torrente vocal, limpia línea de canto, cantando desde la máscara, dicción clara, voz que se extiende e ilumina al desplegrarse hacia el agudo, pero al usar la fuerza la voz no está fija, como en ‘Addio fiorito asil’. Alto, seguro y elegante, Claudio Sgura (Sharpless vestido de gris) tiene una bella voz de barítono con agudos brillantes y buena línea melódica, pero a veces su canto es demasiado cubierto. Madama Butterfly Daniele Callegari debuta en la a dirección de Madama Butterfly; bajo su batuta la Fondazione Orchestra Regionale delle Marche ejecuta la partitura con gran sensibilidad donde Puccini usa una paleta de colores inigualable, que parece más del repertorio sinfónico que del operístico y logra hacer visibles todos los sentimientos y colores que son extremadamente importantes al oír el trabajo pucciniano. (Delicadeza y magia en los momentos de amor y de esperanza, hilos de seda en el coro a boca cerrada, fúnebre y cubierta, en la entrada de Kate.) Muy bien el Coro Lirico Marchigiano “V. Bellini”, preparado por David Crescenzi. Raffaella Angeletti (Cio-Cio-San de blanco) es una intérprete de prestigio; una soprano dueña de una bella voz de gran cuerpo y con una emisión buena que es capaz de suavizar su canto y usar la media voz con filados que crecen y se llenan de intensidad expandiéndose en el agudo. El sonido corre en la arena aun en sus medias voces. La línea de canto es dulce Mariella Devia y Alejandro Roy en La Traviata La traviata Actualmente Mariella Devia es la Traviata de referencia: ella fue quien protagonizó la tercera ópera en el Festival del Sferisterio 2009. Massimo Gasparon ideó una escenografía simple para esta producción, pero elegante y multifuncional, Su dirección escénica tiene una concepción concreta y clásica, dando particular atención a la soledad de Violetta. Ella está siempre sola en las escenas de masas, con el coro al lado sin invadir nunca su espacio. La escenografía y el bellísimo vestuario nos muestran una época muy precisa: el decenio de1880-90. Devia es una belcantista extraordinaria y un ruiseñor con trinos precisos y una emisión segura (‘Libiam ne’ lieti calici…Tra voi…’), deslumbra por la transparencia y limpieza absolutas del sonido (‘È strano’), por lo melodioso y nacarado tono de su media voz y la magnificencia de sus filados (‘Ah, forse è lui’), por su voz fresca y deslumbrante con un perfecto agudo final en ‘Sempre libera’. El diálogo con Germont padre está caracterizado por filados larguísimos, mezclado de rabia y desilusión (‘Non sapete’), todos los sentimientos expresados con un manejo magistral del filado, de los colores y de la dinámica, que llegan hasta el suspiro en ‘Dite alla giovine’ cantado apenas con un hilo de voz pleno de emoción y con uso magistral de la media voz, apoyada en una orquesta perceptible apenas. Raffaella Angeletti y Massimiliano Pisapia en Madama Butterfly pro ópera Suave en el canto y en la orquesta, penetrante de poesía, el dueto con Giorgio Germont, interpretado por Gabriele Escena de Le malentendu en Macerata Viviani, un hombre apuesto (mucho más que el hijo) y que canta e interpreta bien ‘Pura siccome un angelo’, donde muestra una voz con pasta y color, sonido amplio y redondo y emisión suave y correcta. En ‘Di Provenza’: los sonidos sostenidos, las frases larguísimas liberan un gran pathos. Alejandro Roy (Alfredo) tiene una voz de bello timbre y bien manejada en el Brindis, pero la línea de canto no es muy limpia en ‘Un dì, felice, eterea’, la voz de vehemencia juvenil es bella en el canto libre (‘Dei miei bollenti spiriti’), pero tiene alguna inseguridad en la páginas más suaves. Dirigió el maestro Michele Mariotti por primera vez en la Arena. Con Orchestra Regionale delle Marche con mano ligera y gran sentimiento. Le Malentendu Esta es una obra claustrofóbica a alta tension del existencialismo que trae una interrogante sin respuesta. ¿Es el destino el que guía nuestros pasos o somos nosotros los que creamos nuestro propio destino? El domingo 26 de julio, en el Teatro Italia, se puso en escena la prima absoluta de Le Malentendu, opera de cámara en tres actos del joven compositor Matteo D’Amico. Está sacada de la obra del conocido escritor francés de principios de los novecientos, Albert Camus. Le Malentendu (Il malinteso), se puso en teatro en el Théâtre des Mathurins en Paris en junio de 1944, y tiene como tema de fondo la falta de comunicación y la ilusión, esos dos grandes maestros del engaño. Le Malentendu es un ejemplo de ópera que tiene el canto como prioridad, seguido de cerca por la palabra con pocas escepciones. Y luego de la música, que amplifica las sensaciones y llega directo al blanco. No hay cantos de conjunto sino sólo momentos de expansión individual que piden una vocalidad tensa y amplia, un dramatismo en la voz y una luminosidad deslumbrante y una interperetación intensa. Estos requisitos fueron sostenidos por Elena Zilio (La Mère), sorprendente por la limpieza del sonido, a pesar de su no corta edad; Sofia Soloviy (Martha), muy bien en su vocaliad vibrante y tensa hasta el imposible; Mark Milhofer (Jan), buen tenor; Davinia Rodríguez (Maria), y Marco Iacomelli (Le Vieux Domestique). o pro ópera