la alegoría en “don guillermo” de josé victorino lastarria

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Universidad de Magallanes
Facultad de Humanidades, Ciencias Sociales y de la Salud
Departamento de Educación y Humanidades
SEMINARIO DE TITULACIÓN
LA ALEGORÍA EN “DON GUILLERMO”
DE JOSÉ VICTORINO LASTARRIA
Alumna
:
Miriam Alvarado Oyarzún
Directora de Seminario:
Dra. Mábel Arratia Fuentes
Punta Arenas, Diciembre 2011.
II
Yo tenía un botoncito
aquí, junto al corazón.
Era blanco y pequeñito,
como el grano de arroz.
De la luz lo defendía
en la hora del calor.
Yo tenía un botoncito
apegado al corazón.
Fue creciendo, fue creciendo
y mi sombra la pasó.
Fue tan alto como un árbol
y su frente como el sol.
Gabriela Mistral
Gracias a…
a mis padres que me apoyaron y
libraron de ser esclava de los bancos por veinte años,
a mi hermano, que desde siempre ha estado conmigo,
a mi esposo, amante, amigo , compañero y padre de nuestras hijas ,
a las personas que me han guiado en esta carrera emprendida,
y especialmente a mis tres mujeres que son la luz de mi vida,
por ustedes al “Infinito y más allá”.
III
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN
Objeto de Estudio .................................................................................................... V
Hipótesis ................................................................................................................ VII
Objetivo General .................................................................................................... VII
- Objetivos Específicos ..................................................................................... VII
CAPÍTULO I
: MATERIAL Y MÉTODOS .................................................................. 01
CAPÍTULO II
: MARCO TEÓRICO
2.1 Antecedentes Bio-bibliográficos ........................................................................ 05
2.2 Pensamiento de José Victorino Lastarria ......................................................... 10
2.2.1 Libertad ................................................................................................... 10
2.2.2 Educación ............................................................................................... 10
2.2.3 Historia ................................................................................................... 12
2.2.4 Literatura................................................................................................. 12
2.3 Contexto Histórico ............................................................................................. 14
2.3.1 Principios Liberales ................................................................................. 17
2.3 Concepto de Alegoría ....................................................................................... 18
2.3.1 Definición de Alegoría .............................................................................. 21
CAPÍTULO III : CUERPO DEL TRABAJO ................................................................. 25
3.1 Marco Inmediato (capítulos I y II) ..................................................................... 28
3.2 Marco Exterior (capítulos III y IV) ..................................................................... 29
3.3 Narración Enmarcada (capítulos V al XXI)........................................................ 31
3.4 Marco Inmediato (capítulo XXII) ....................................................................... 46
3.5 Marco Exterior (capítulos XXIII) ........................................................................ 47
3.6 Post-facio (postdata) ......................................................................................... 48
IV
CAPÍTULO IV : CONCLUSIONES ............................................................................. 49
RESUMEN .................................................................................................................. 53
BIBLIOGRAFÍA ........................................................................................................... 54
APÉNDICE .................................................................................................................... 56
V
INTRODUCCIÓN
VI
INTRODUCCIÓN
Debo reconocer que antes de mi pasó por la Educación Superior, mis
conocimientos, sobre cualquier acontecimiento histórico, eran limitados, y más aún lo
eran en el caso de Historia de Chile, sin embargo, gracias a la Literatura aprendí a
conocer la Historia, no sólo de mí país, sino de muchos aquellos, a los que pertenecían
los autores que debimos ver.
A “Don Guillermo”, lo conocí durante mi tránsito en la universidad (lectura
obligatoria), sin embargo, una vez empezado el texto, no pude quedar ajena ni a su
lectura literal, ni a la lectura figurada que se desprendía de sus páginas, por años rondó
en mi mente la crítica social y política, que encontré allí.
Me deleitó la veracidad de los hechos, su humor, los múltiples personajes
encontrados en él; desde los populares, como es el caso del Chivato, hasta los derivados
de la historia mundial, como Alejandro Magno entre otros. Es por esto, que cuando pensé
en el tema de mi Seminario de Titulación, pensé en “Don Guillermo”.
Para comprender mejor esta novela, debí indagar la vida y pensamiento de su
autor, es decir, José Victorino Lastarria, igualmente me fue necesario investigar en el
pasado histórico de nuestra nación, es decir, el Chile del período comprendido entre 1820
a 1860, que es la época en la que se inserta dicha narración.
Sin embargo, estos no son las únicas nociones que debemos tener en cuenta a
la hora de analizar el texto, ya que, debiendo elegir un tema, me incliné al estudio de la
utilización de la Alegoría en la novela antes mencionada, por tanto la misión es
comprobar su uso, para ello recurriremos al texto “Introducción a la literatura fantástica”
de Tzvetan Todorov, entre otros.
VII
Quedando claras las motivaciones que impulsaron este análisis, es hora de
establecer: el Objeto de estudio, la Hipótesis y el Objetivo General de esta Tesis y que
corresponden a los siguientes:
OBJETO DE ESTUDIO
La Alegoría en la novela “Don Guillermo” de José Victorino Lastarria.
HIPÓTESIS
La novela “Don Guillermo” de José Victorino Lastarria, es una Alegoría del
Chile de 1820 a 1860.
OBJETIVO GENERAL
Reconocer el carácter alegórico de la novela “Don Guillermo” de José Victorino
Lastarria.
Objetivos Específicos
- Conocer los datos biográficos de José Victorino Lastarria.
- Conocer la ideología sobre temas puntuales tratados en la novela “Don
Guillermo”.
- Conocer el contexto político de Chile, entre los años 1817 a 1860.
- Definir el concepto de Alegoría.
- Comparar los hechos presentes en la novela “Don Guillermo”, con los
históricos del Chile de la época analogada.
- Valorar la importancia de la novela “Don Guillermo”, como texto de lectura
de Educación Media.
Capítulo I:
MATERIAL Y MÉTODOS
2
CAPÍTULO I
MATERIAL Y MÉTODOS
El propósito de llevar a cabo este tema, es el de corroborar la utilización de la
figura retórica conocida como Alegoría, en la novela de José Victorino Lastarria.
Por tanto, es necesario entonces, dar una visión sobre el concepto de Alegoría
y su clasificación, para lo cual se recurrirá a la revisión bibliográfica existente sobre el
tema, ya sea dentro del texto “Introducción a la Literatura Fantástica” de Tzvetan
Todorov, como diversas fuentes de internet o diccionarios especializados en literatura.
Igualmente, será inevitable recurrir a una segunda revisión bibliográfica con la
finalidad de escudriñar en el objeto analogado, por el autor del texto; en este caso nos
referimos al Chile de 1860. Para ello contaremos con dos textos sobre la historia del
país “Historia de Chile (1808 – 1994)” de Simon Collier y William F. Sater, y el “Manual
de Preparación de Historia y Ciencias Sociales de la Pontificia Universidad Católica de
Chile” , además del sitio: www.er.uqam.ca
Por último, no podemos dejar de indagar en la vida, pensamiento y visión de
mundo de José Victorino Lastarria; por tanto, la novela trata de dar un esbozo crítico de
la vida en el país, en un momento determinado de su historia desde la visión personal
de su autor. Para ello, hemos decidido subdividir este punto:
Primeramente, veremos la vida del autor, de forma cronológica, incluyendo
sus logros, dificultades y labores, tanto en su desempeño político, como cultural,
recurriendo a fuentes bio-bibliográficas, tales como: “Chile 200 años: Biografía de
una Nación” de autores varios, correspondiente al volumen cinco; además del portal
en denominado: “Biografía de Chile”.
En segundo lugar, nos centraremos en temas cuestionados en la novela “Don
Guillermo”, como son la educación, la libertad, la política y religión entre otros, para lo cual
3
contaremos con la revisión de los siguientes textos: “Recuerdos Literarios” de José Victorino
Lastarria; y por último “Estudios sobre José Victorino Lastarria”, del cual nos centraremos
principalmente en el apartado de “El pensamiento de Lastarria” de Luis Oyarzún.
4
Capítulo II:
MARCO TEÓRICO
5
CAPÍTULO II
MARCO TEÓRICO
2.1
ANTECEDENTES BIO-BIBLIOGRÁFICOS
Sin duda la vida de José Victorino Lastarria Santander, fue fructífera y llena de
actividades.
A continuación, presentaremos una bio-bibliografía con datos relevantes para el
análisis de la obra.
Para comenzar haremos alusión a la presentación de dicho personaje en el libro
“Estudios sobre José Victorino Lastarria”:
“José Victorino Lastarria, impulsor del movimiento intelectual en Chile,
escritor y talentoso memoralista, orador político de excepción, connotado
jurista, diplomático de brillante trayectoria, miembro destacado de la
Facultad de Filosofía y Humanidades y durante unos años, profesor de
Legislación Universal en la sección universitaria del Instituto Nacional”1
Nació en Rancagua en 1817, hijo del comerciante Francisco de Asís Lastarria y
Cortés y de Carmen Santander.
Su padre era oriundo de Coquimbo, fue un
comerciante y minero que logró hacerse de algo de dinero, que permitiría a su hijo
estudiar una profesión. Aunque en su juventud, Lastarria, igualmente tuvo que
trabajar para ayudar a costear sus gastos, debido a sucesivos incendios que
aminoraron la fortuna familiar.
Inició sus estudios en su ciudad natal a la edad de 10 años, en 1828. En agosto
del año siguiente, gracias a una beca del Presidente Francisco Antonio Pinto,
ingresó al Liceo de Chile que dirigía el liberal español, José Joaquín de Mora.
Recibió una educación que combinaba ramos humanísticos y científicos.
1
DE ÁVILA MARTE, ALAMIRO, (1988), “Estudios sobre Victorino Lastarria”, Chile (1º ed.), Universitaria, pág. 10.
6
El propio Mora, además de las clases habituales, había formado un grupo de
jóvenes aventajados en los estudios, quienes recibían clases de Filosofía por
las tardes, las que en realidad eran clases de Liberalismo. Lastarria estaba
entre los asistentes.
Allí aprendió las ideas de Rousseau, Bentham, Saint Simón, Campomanes y
Jovellanos. La influencia de Mora fue determinante en los principios liberales de
Lastarria.
El abrupto cambio político de 1829 puso fin al gobierno que lo había becado; el
Liceo fue cerrado y Mora fue expulsado al Perú.
La generación de jóvenes de conciencia liberal buscó refugio en la literatura y
los estudios filosóficos.
En junio de 1831 ingresó a estudiar Filosofía en el Instituto Nacional, con Ventura
Marín como profesor.
En 1933 habría participado en un movimiento subversivo en contra del autoritarismo
que dominaba el Instituto Nacional, lugar donde cursaba sus estudios.
A fin de costear sus estudios, Lastarria comenzó a dar clases en 1836. En
diciembre recibió el grado de bachiller en Sagrados Cánones y Leyes, en 1837 el
de profesor de Derecho Universal, y al año siguiente, el de profesor de Geografía
en la Universidad de San Felipe. En 1838 escribió para sus clases Manual de
Testamentos y Lecciones de Geografía.
En 1839 comenzó a hacer clases en el Instituto Nacional, teniendo por alumnos a
Aníbal Pinto, Domingo Santa María y Manuel Antonio Matta. Este mismo año recibió
el título de abogado y se casa con Jesús Julia Villarreal, con quien tuvo 12 hijos.
Su necesidad de difundir las ideas liberales se materializó en 1841, cuando fundó
con Pedro Ugarte el periódico, El Miliciano.
7
Un tema que apasionó a Lastarria fue el de la marginalidad, atendiendo a lo que
había sido su propia vida y condición social. Éste se convirtió en eje central de su
obra literaria y se reflejó en El Mendigo en 1843, El Manuscrito del Diablo en 1849
y Don Guillermo en 1860, que tenían por protagonistas a personajes marginados o
perseguidos por un mundo en que primaban los valores antiliberales.
En 1843, José Victorino Lastarria formó parte del claustro de 86 profesores con
que se inauguró la Universidad de Chile.
En 1860 Lastarria llegaría a ser decano de la Facultad de Filosofía y
Humanidades, cargo que renovó por 2 períodos hasta 1865.
En cuanto a la política, se inició como oficial mayor del Ministerio del Interior en
1842, cargo al que renunció dos años más tarde.
Entre 1843 y 1858 fue elegido diputado por Elqui y Parral, Rancagua, Caldera,
Copiapó y Valparaíso. También, fue senador entre 1867 y 1879, por La Serena y
Coquimbo.
En 1850, Lastarria se vinculó con los organizadores y promotores de la Sociedad
de la Igualdad, por lo que el gobierno de Bulnes lo acusó de agitador y lo deportó
a Lima en noviembre de 1850.
Regresó en los primeros meses del año siguiente, y aunque no tuvo participación
directa en el motín del coronel Pedro Urriola (abril de 1851), el Congreso lo
desaforó, y el gobierno de Bulnes lo destituyó de su cátedra en el Instituto
Nacional y, nuevamente, lo deportó al Perú. Al año siguiente regresó a Copiapó.
Colaboró en distintas publicaciones periodísticas en las que era cofundador y/o
redactor, como El Siglo (1844) y la Revista de Santiago (1848).
8
El año anterior había escrito Elementos de Derecho Público Constitucional y Teoría
del Derecho Penal; en 1853, Historia Constitucional del Medio Siglo; en 1856,
Constitución Comentada.
En 1860 escribió Juicio Histórico a Portales, de estilo filosófico y político, donde
criticó la figura del ministro.
Lastarria fue un convencido de que la educación debía estar en manos de un
Estado laico. En consecuencia, participó en la fundación de la Sociedad de
Instrucción Primaria en 1856, que se dedicó a fundar escuelas gratuitas en distintas
ciudades del país para educar a la población.
El 9 de julio de 1862 fue nombrado ministro de Hacienda por el Presidente José
Joaquín Pérez, cargo en el que tuvo una gestión poco exitosa. Su conocida
reputación de ultra liberal afectó su credibilidad, aún así fue elegido en un cargo
que era centro de la gestión económica del Estado.
En 1874 escribió Lecciones de Política Positiva, obra que fue traducida al
portugués y al francés, y aceptada como texto de estudio en Brasil y México.
En 1876 el Presidente Aníbal Pinto lo nombró ministro del Interior, cargo en el que creó
el Diario Oficial en reemplazo de El Araucano, donde el gobierno publicaba las leyes
que se promulgaban.
En 1879 fue enviado como ministro extraordinario a Río de Janeiro para obtener la
neutralidad del Imperio del Brasil en la Guerra del Pacífico, con buen éxito para los
intereses de Chile.
Su última responsabilidad importante fue en 1883, cuando asumió como ministro
de la Corte Suprema de Justicia, función en la que estaba antes de jubilar en
marzo de 1887.
9
José Victorino Lastarria falleció en Santiago, después de una breve neumonía, el
14 de junio de 1888.
Este personaje fue, sin lugar a dudas, uno de los mayores impulsores de la
cultura nacional, principalmente, “como hombre de letras”, en donde desempeña
una doble rol:
1. Ser un teórico e impulsor de las ideas literarias de su época, enfocado en
promover una nueva forma de escritura, centrada en la crítica social y en los
temas nacionales.
2. Además, fue el primer novelista chileno (cronológicamente). 2
2
∞ Fuentes Bio-bibliográfica:
- Duchens, M., Couyoumdjian, R. y Feeley, M. (2010) “Chile 200 años. Biografía de una Nación” (vol. 5). Chile:
Aifos.
- VIAL CORREA, GONZALO, “Chile 200 años: Biografía de una Nación”, disponible en:
http://www.biografiadechile.cl/detalle.php?IdContenido=213&IdCategoria=8&IdArea=31&status=&TituloPag
ina=Historia%20de%20Chile&pos=25
10
2.2 Pensamiento de José Victorino Lastarria
Como ya lo expusimos antes, este punto será visto desde los temas más
relevantes tratados en la novela de “Don Guillermo":
2.2.1 Libertad
Sobre este tema, Lastarria era tajante. Para él la Libertad, era un derecho de
las personas, que la hacían merecedora de elegir entre otras cosas, su
religión, su forma de pensar, de escribir (libertad de imprenta), de estar en la
política. Para él la Libertad, era una condición necesaria para el crecimiento
de los pueblos.
No concebía la Libertad sin Democracia, como lo vemos en un fragmento de
su Discurso de Incorporación a la Sociedad Literaria del 3 de mayo de 1942.
“La democracia, que es la libertad, no es legítima, no es útil ni
bienhechora, sino cuando el pueblo ha llegado a su edad madura”.3
Sin embargo, para él no sólo debía existir, porque sí, sino que debían estar
sentadas las bases de éstas en la ilustración del pueblo, por lo tanto, que la
cultura y la educación llegaran a todos constituía, una prioridad.
De ahí su necesidad de escribir diversos tipos de textos enfocados en
enseñar a los jóvenes el valor moral, el patriotismo, el pensamiento
independiente y fundamentado.
2.2.2.
Educación
Como ya dijimos, el pasar económico de su familia no era desbordante, de
ahí que Lastarria valorara la educación desde una perspectiva de
3
LASTARRIA SANTANDER, JOSÉ VICTORINO, (2001), “Recuerdos Literarios” (1ª
ed.) Chile: LOM, pág. 81.
11
superación, pues él mismo había surgido, económicamente (lo suficiente
para mantener a su familia) y se había dado a conocer, gracias a la
educación que había recibido.
Pensaba que ella era el vehículo a la Democracia y con ello a la Libertad de
los pueblos:
“Las demás repúblicas hermanas, se ha encontrado de repente en una
elevación a que fue impulsado por la ley del progreso (…) Pero el nuestro
ha sido transportado a un terreno que le era desconocido, en el cual ha
estado expuesto a perderse sin remedio, porque las semillas preciosas
no prende en un campo inculto: nuestros padres no labraron el campo en
que echaron la democracia, porque no pudieron hacerlo.”4
Para él no era factible la superación, sin la luz de la educación sobre los
ciudadanos, pues pensaba justificadamente, que venciendo la ignorancia, se
permite el tránsito social, que engrandece, eliminando así la posibilidad de
hace esclavos a las personas y siervas de un poder autoritario.
Postulaba, como muchos adheridos al Liberalismo, que las masas iletradas,
fomentaban la división de las personas, que los alejaba de la Libertad y con
ello de la Democracia.
Asimismo, se mostraba contrario a la educación heredada de la Colonia,
que según él, sólo buscaba educar e insertar contenidos a los estudiantes,
sin impartir contenidos que fomentasen el pensamiento libertario, como son
en el estudio de las ciencias y la filosofía.
Lastarria consideraba que se debía engrandecer y formar el espíritu de las
personas mediante la entrega de conocimientos escogidos, que fomentase la
crítica y el desarrollo de las personas.
4
LASTARRIA SANTANDER, JOSÉ VICTORINO, (2001), “Recuerdos Literarios” (1ª ed.) Chile: LOM, pág. 80-81.
12
2.2.3.
Historia
Recordemos que no sólo estudió abogacía, sino que además se recibió de
profesor de Geografía, por lo que su conocimiento era vasto. Sin embargo, él
no sólo gustaba de insertar conocimientos en sus estudiantes, por tanto
pensaba que los textos de Historia, no sólo debían ser una compilación de
hechos a modo de crónica, sino que postulaba más bien por una “Filosofía
de la Historia”, es decir, creía que más bien se debían ver los hechos desde
la profundidad, en otras palabras se debían considerar y analizar las ideas
que habían provocado los sucesos, buscando la verdad filosófica.
Es así como escribe diversos textos criticando diversas administraciones,
como son: “Cuadro histórico de la administración Montt” (1861), “Las
Américas” (1865), “Historia general de Chile” (1866), escrito en conjunto con
otros autores, entre otros.
Por otra parte, deseaba utilizar la historia como medio para promover la
causa del liberalismo (era adherente a esta ideología política) y de la
democracia en Chile.
2.2.4.
Literatura
José Victorino Lastarria Santader, pensaba (al igual que con la educación) que
la Literatura era un perfecto vehículo, para dar a conocer sus ideas liberales.
Creía en una Literatura comprometida con los sucesos y la historia de un país
y la sociedad en general.
Su visión queda delineada, principalmente, en el “Discurso de Inauguración
de la Sociedad Literaria” en donde podemos encontrar, palabras como:
“Se dice que la literatura es la expresión de la sociedad, porque en efecto es el
resorte que revela de una manera, la más explícita, las necesidades morales e
13
intelectuales de los pueblos, es el cuadro en donde están consignadas las
ideas y pasiones, los gustos y opiniones, la religión y las preocupaciones de
una generación”.5
Es decir, para Lastarria, ella es el espejo de la sociedad, en donde, podemos
apreciar el crecimiento de una nación, así como su “personalidad”, sus
carencias y sus ideales, por ello es imprescindible, que los escritores y los
poetas se sientan comprometidos con la causa de gestar una nueva
Literatura, para este Chile naciente, que aún se encuentra en un proceso, de
búsqueda de identidad, luego de la oscuridad de pensamiento que dejó la
época de la Colonia.
Postula una Literatura moderna, que ayude a trasmitir y divulgar el progreso
social, que haga pensar a los ciudadanos, que los lleve a replantearse su labor
en esta nueva etapa, en que se ha cortado el cordón que le unía a España.
Igualmente en el documento antes mencionado, dice: “la nacionalidad de una
literatura consiste en que tenga una vida propia, en que sea peculiar del
pueblo que la posee, conservando fielmente la estampa de su carácter”6, se
expresa que la imitación está obsoleta, que se debe escribir en virtud a las
características propias de la nación, en donde pueda ser reconocible ésta.
En cuanto a la temática de ella, expresa que debe acercarse a los hechos
heroicos que le han marcado, como así enseñar a la ciudadanía a respetar
sus instituciones y tratar la Libertad y existencia social de los individuos, todo
esto con la finalidad de tener una literatura nacional útil y progresiva.
Para finalizar, no puede quedar ajeno, el hecho que nuestro personaje,
estimaba que la Literatura, debía estar al alcance de todos y no ser un
“exclusivo patrimonio de una clase privilegiada”.
5
6
LASTARRIA SANTANDER, JOSÉ VICTORINO, (2001), “Recuerdos Literarios”, Chile (1ª ed.), LOM, pág. 82.
LASTARRIA SANTANDER, JOSÉ VICTORINO, (2001), “Recuerdos Literarios”, Chile (1ª ed.), LOM, pág. 82.
14
2.3 Contexto Histórico
Como ya hemos dicho, la importancia de este apartado reside en ser el objeto
analogado, en la utilización de la Alegoría. Por ende trataremos de ver los puntos
más importantes de la historia del país, antes de 1860, que es la fecha de
publicación del libro “Don Guillermo” de José Victorino Lastarria y posterior a 1817,
que es el año de nacimiento del político y literato en cuestión, para ello me
remitiré, como ya lo he expresado a diversos libros sobre Historia de Chile:
En 1817 comenzó el primer gobierno nacional, dirigido por Bernardo O’Higgins,
quien se mantuvo en el poder hasta 1823. Su principal preocupación fue la de
consolidar la independencia, que aún no estaba asegurada. Ello ocurrió con la
victoria en la batalla de Maipú (abril de 1818).
El gobierno de O’Higgins intentó reformar la sociedad, aboliendo los títulos de
nobleza (que eran muy escasos), prohibiendo las peleas de gallos y ordenando la
construcción de un cementerio en Santiago para terminar con la costumbre de
enterrar los muertos en las iglesias. Estas medidas le granjearon la oposición de
los grupos más conservadores.
A esto se añadía el descontento general por las contribuciones forzosas para
financiar la guerra, las críticas de los partidarios de Carrera, que denunciaban el
fusilamiento de dos de los hermanos y el asesinato de Manuel Rodríguez y las
aspiraciones de las provincias a obtener más poder. Todos estos factores explican
la caída de O’Higgins, que abdicó el poder en 1823 y se fue de Chile al Perú, de
donde no volvería jamás.
Entre 1823 y 1830 hubo una sucesión de gobiernos (ocho en total) lo que ha hecho
que muchos historiadores designen este período como el de la “anarquía”. Esa
inestabilidad reflejaba los conflictos por el poder, entre Santiago y las provincias, entre
los partidarios de un régimen centralizado y los que deseaban un sistema federal.
15
Esta última opción era defendida por varias ciudades de provincia, que manifestaban
una voluntad democrática de los "pueblos" contra la elite de Santiago.
También influía a la mala situación económica la baja producción agrícola, y el
endeudamiento externo del país, que contrató su primer préstamo en el exterior
con Inglaterra.
Se fueron definiendo dos bandos, que fueron el futuro Partido Conservador y Partido
Liberal; el primero, defendía el gobierno centralizado y el poder de la iglesia católica;
los segundos, el federalismo y una disminución de la influencia de la Iglesia.
En medio de esta disputa política, hubo algunas medidas sociales importantes,
como la abolición definitiva de la esclavitud, en julio de 1823.
De igual modo, durante este periodo surgieron diversos textos, que buscaron fijar la
nueva organización del gobierno de Chile, siendo la más importante, la
Constitución Política de la República de Chile de 1828, cuyo autor fue el liberal
español José Joaquín de Mora, quien, en dicho manuscrito, buscaba un equilibrio
entre el Presidente y las provincias. Además, aspiraba a la abolición de mayorazgo
(derecho del hijo mayor de quedarse con toda las tierras como herencia, con la
finalidad de no disminuir y dividir el terreno entre varios descendientes) y ampliar el
derecho de sufragio a cualquiera que se inscribiera en las milicias (con lo cual
podían ejercer el derecho incluso las personas que no supiesen leer).
Sin embargo, a causa de una nueva elección de autoridades se generó una nueva
crisis institucional que desembocó en una Guerra Civil (de 1829 a 1830) entre
Pipiolos (liberales) y Pelucones (conservadores) que dejó sin efecto dicho
documento, luego del triunfo de estos últimos en Lircay. Pues los conservadores
abogaban por la mantención del derecho a no dividir las tierras, así como el de
conservar el privilegio a votar como una facultad exclusiva de las clases altas. La
batalla de Lircay significó el fin de la anarquía y el inicio de una etapa de
organización republicana efectiva.
16
Luego de ello, José Joaquín Prieto fue electo Presidente de la República, y
asumió el mando supremo de la nación el 18 de septiembre de 1831. Con él
comenzaba una era conservadora y oligárquica.
Durante esta etapa, Chile se caracterizó por la relativa estabilidad de su vida
política, situación muy distinta a la de la enorme mayoría de los demás países
latinoamericanos.
Durante este periodo, fue promulgada la Constitución Política de la República
de Chile de 1833, la cual tenía como eje principal promover un “gobierno fuerte y
centralizador”. Entre sus decretos más polémicos se encuentra el artículo 5º, en el
cual se establece que: “La religión de la República de Chile es la Católica,
Apostólica Romana, con exclusión del ejercicios público de cualquier otra”, es
decir, quedaba estrictamente prohibido el ejercicio de cualquier otro culto, ya fuese
de manera pública o privada, lo que se mantendría hasta el año 1865, que es
cuando se permite ejercer otra religión de manera privada.
En 1841, fue elegido Presidente de la República Manuel Bulnes, cargo que ocupó
hasta 1846, año en que fue reelegido por otro periodo.
Los diez años de Bulnes fueron un período tranquilo y fructífero. Su gobierno se
preocupó más de vigorizar el crédito nacional en el extranjero, de promover la riqueza
y la cultura, y de organizar los servicios administrativos, que de las luchas políticas.
Otro factor de la estabilidad fue la prosperidad económica: gracias a las
exportaciones de cobre, plata y harina.
Chile figuró entre los países
latinoamericanos que lograron mayores éxitos en su comercio exterior, que era la
palanca principal para el desarrollo en esos años. Todo esto permitió progresos a
nivel local, con la construcción de canales de regadío y los primeros ferrocarriles,
construidos en las décadas de 1850 y 1860.
17
Durante la dominación conservadora, los liberales intentaron tomar el poder por
las armas, en dos guerras civiles contra el gobierno del presidente Manuel
Montt, en 1851 y 1859. En la primera de esas ocasiones contaron con el apoyo de
grupos de artesanos, quienes pedían medidas en favor de la educación popular y
de la democratización de las elecciones.
Entre los años 1851 y 1861 se establecieron en el país más de quinientas
escuelas públicas, las que se agregaron a las que existían. Junto a la enseñanza
primaria, se desarrolló la enseñanza práctica. A las escuelas de Artes y Oficios y
de Agricultura se añadieron otras de Minería en Copiapó y de Comercio en
Quillota, como también la Escuela de Sordomudos, que fue creada en Santiago.
La abolición del Mayorazgo, llegó en 1852; la Libertad de Culto, en 1865; el Voto
Universal, en 1874 (aunque esto no amplió mucho la participación, ya que se
excluía de este derecho a todos los analfabetos y a las mujeres); el Matrimonio
Civil y los Cementerio Laicos, en 1883. Sin embargo, la Iglesia católica siguió
unida al Estado hasta 1925.
2.3.1 Principios Liberales
Recordando la visión de José Victorino Lastarria Santander, estimamos
conveniente entregar algunos datos sobre el Liberalismo.
El liberalismo, es concebido como un sistema coherente de ideas y métodos,
que fue desarrollado en Inglaterra en los siglos XVII y XVIII, extendiéndose
en primer lugar a varios países de Europa y luego al resto del mundo,
incluida América.
A Chile, llegó principalmente, de la mano de diversos intelectuales europeos,
difundiéndose gracias a los libros, acción de la prensa y educación.
18
Entre sus principales postulados se encontraban:
-
El reemplazo o abolición de sistemas de gobiernos autoritarios, que no
permitieran el ejercicio de la libertad individual.
En Chile, esto se traducía en la entrega de más autoridad al Congreso, con
la finalidad de equiparar los poderes del Estado.
-
Acabar con la influencia de la Iglesia en la sociedad, ya que ésta
privaba a los individuos del pleno disfrute del ser.
Es decir, se buscaba que el Estado de Chile no financiase la Iglesia, ni
permitiera que ésta influyese en la sociedad y las leyes. Además, se
esperaba que el “catolicismo” no fuese la única religión permitida.7
7
∞ Fuentes bibliográficas:
- “Historia de Chile”. Disponible en: http://www.er.uqam.ca/nobel/r27020/id27.htm
- SIMON COLLIER, WILLIAM F. SATER, (1999), “Historia de Chile 1808-1994”, Madrid, Cambridge
University Press
- VIAL, S., BALMACEDA, C, y otros, (2003), “Manual de Preparación. Historia y Ciencias Sociales”,
Chile, Universidad Católica de Chile.
19
2.4 Concepto de Alegoría
Ahora nos centraremos en el término que servirá de eje a esta investigación, la
que he decidido dejar para el último, debido a la importancia que implica y las
varias definiciones a ver, con la finalidad de dejar lo más claro posible los
términos.
Para comenzar, veremos uno de los ejemplos de Alegoría, más conocidos a nivel
mundial, como es la correspondiente al “Mito de la Caverna” (o “Alegoría de la
Caverna”) de Platón, la que se encuentra inserta en el texto, “La República”,
Libro VII.
Allí, encontramos escrito un diálogo entre Platón y su discípulo Glaucón, a quién el
maestro le cuenta mediante una alegoría, la labor que debería desempeñar el
filósofo con las demás personas, luego de encontrar la verdad y el bien.
En esta conversación, Platón, primero narra cómo sería la vida de unos
prisioneros de una caverna, de la cual no han salido nunca y en la que se
encuentran encadenados de tal forma que sólo pueden apreciar el muro que se
encuentra frente sus ojos, en el que ven proyectadas las sombras de los objetos
que son trasladados por unas personas a las que ellos pueden escuchar, pero no
ver, ni siquiera la sombra, además dice:
“Pon a su espalda la llama del fuego que arde sobre una altura a distancia
de ellos, y entre el fuego y los cautivos un camino eminentemente
franqueado por un muro, semejante a los tabiques que se colocan entre los
charlatanes y el público para que aquellos puedan mostrar, sobre el muro,
las maravillas de las que disponen”.8
Platón continúa agregando imágenes al texto, platica sobre la visión de los
prisioneros sobre lo que les acontece, quienes necesariamente creerán que las
sombras son la realidad, ya que es ésta, la única que conocen.
8
PLATÓN, (2000), “Obras Selectas”, España. (1ª ed.), Edimat, pág. 271.
20
Luego el filósofo, agrega la siguiente situación:
“Y si, por añadidura, se le forzase mirar a la luz misma, ¿no sentiría sus
ojos doloridos y trataría de huir, volviéndose hacia las sobras que
contempla con facilidad y pensando que son ellas más reales y diáfanas
que todo lo que se nos muestra?”9
Luego de aquello, Platón agrega lo que acontecería, si a uno de los cautivos se le
llevase a la fuerza, se les obligase a mirar la realidad y lo que él pensaba que la era.
Igual, muestra las etapas, que superaría la persona, antes de poder reconocer lo
que ocurre, y su posterior necesidad de iluminar a sus compañeros de esclavitud.
El filósofo, para terminar, narra lo que le pasaría al prisionero, si se le devolviese
nuevamente a su vida anterior, lo difícil que le sería retornar a las tinieblas, lo
torpe que estaría, en relación a los demás, para reconocer las sombras antes
mencionadas y las críticas de sus pares ante este cambio sufrido. Además, de su
posible asesinato, si éste intentase liberar u obligar a salir al resto, de aquel
antro oscuro.
Aquí, a grandes rasgos se describe nuestra situación respecto del conocimiento,
mediante el recurso literario antes mencionado y es que allí, Platón, trata de
mostrar, que nosotros, igualmente vivimos en la ignorancia al depender del
Conocimiento Sensible (sólo creencias), el cuál es identificado con el Mundo
Material, que corresponde a aquel que es perceptible, por medio de los sentidos. Y
no, percibir el Mundo de las Ideas, que es el identificable con el Conocimiento
Racional (filosofía), que nos puede liberar y permitirnos salir de la caverna, al
mundo verdadero o Mundo de las Ideas.
Luego de ver este ejemplo, es hora de dilucidar las características de la Alegoría, y
algunas de sus definiciones:
9
PLATÓN, (2000), “Obras Selectas”, España. (1ª ed.), Edimat, pág. 271.
21
2.4.1 Definición de Alegoría
Según la definición encontrada en www.retoricas.com, alegoría es:
“Figura literaria que consiste en representar una idea figuradamente a
través de formas humanas, animales o seres inanimados. Puede estar
compuesto de una sucesión de imágenes metafóricas que representan
un pensamiento más complejo o una experiencia humana real, y en este
sentido, la alegoría se transforma entonces en un instrumento
cognoscitivo y se asocia al razonamiento por analogías.”10
Aquí ya vemos un primer esbozo, que nos acerca a nuestra investigación. Por
una parte, podemos rescatar que, en primer lugar, es una Figura Literaria, es
decir, corresponde a un recurso utilizado para hermosear algún texto
en
particular, que bien puede ser un poema, una novela, un cuadro, etc., por tanto
no es un género, ni subgénero literario que pueda ser agrupado o clasificado.
En segundo lugar, tenemos la entrega de una idea figuradamente, en otras
palabras, lo dicho no es lo esencial del texto, sino más bien es lo opuesto, lo
que se encuentra detrás, entre líneas, aquello es lo preponderante y valioso
de la obra, aquí encontramos la importancia real del enunciado en el referente,
que no está sino disimulado, tras las palabras o imágenes representadas.
Por otro lado nos muestra el recurso de la metáfora, al decirnos que es una
secuencia de imágenes metafóricas, por ende, intuimos que debe ser de cierta
extensión, para que alcances a vislumbrarse una serie.
Como último punto rescatable, tenemos que se asocia al razonamiento por
analogías, es decir, tenemos una figura literaria, en donde hay una
suplantación de un término por otro, que se encuentra oculto, y que se debe
descubrir, mediante un determinado proceso de búsqueda, realizado por el
receptor (lector, público, espectador) del mensaje (puede tratarse de una obra
escrita, pintada o representada)
10
RETORICAS: “Definición de Alegoría”. Disponible en: http: www.retoricas.com/2009/06/definicion-de-alegoría.html
22
Luego, de este primer acercamiento, remitiremos ahora la definición, presente
en un diccionario especializado en términos literarios:
“Alegoría:
Tropo, figura retórica de significación. Sucesión de analogías
plasmadas en metáforas en las que, por lo general, hay una primera
analogía (TR = TI, es decir, Término Real = Término Imaginario) que
encierra unas connotaciones de las que semánticamente se van
derivando todas las demás”.11
En esta definición podemos agregar que se trata de una figura retórica de
significación, es decir, aquí se traslada el sentido de las palabras o frases, en
virtud de las semejanzas o analogías existentes entre los objetos, lo que
vuelve a remarcar, que la Alegoría, presenta una doble dimensión, en donde
vemos representada una realidad mediante un término imaginario que le
representa, aquí el autor hace uso de una equivalencia que permita a los
“lectores” reconocer y traducir el trasfondo del mensaje.
Igualmente, vemos en esta definición la utilización de connotaciones, que es el
equivalente al lenguaje figurado, antes mencionado.
Para finalizar con la definición, veremos la visión de la Alegoría, desde el punto
de vista de Tzvetan Todorov, según la definición que nos entrega en su libro
“Introducción a la Literatura Fantástica”. Finalmente, ésta será la que tomaremos
en cuenta a la hora del Análisis de la obra de José Victorino Lastarria.
En el capítulo cuatro denominado “La poesía y la Alegoría”, del libro antes
mencionado, el autor, nos muestra las diferencias existentes entre la ficción y
la realidad, es decir, entre un texto alegórico y uno fantástico.
Allí vemos algunas definiciones de Alegoría, entre las que se destaca la
perteneciente a Quintiliano, la que, según Todorov, podría ser interpretada de
la siguiente forma:
11
PLATAS TASENDE, ANA MARÍA, (2000), “Diccionario de términos literarios”, España. (1ª ed.), Espasa
Calpe, pág. 24.
23
“Una metáfora aislada no indica más que una manera figurada de hablar;
pero si la metáfora es continua, ininterrumpida, revela la intención cierta
de hablar también de algo más que del objeto primero del enunciado”12.
En otras palabras, un texto Alegórico, presenta varias metáforas, por lo que
podría inferirse en una segunda lectura, que un texto con estas características,
debe tener cierta extensión, que no debe ser menor, para que pueda
expresarse una metáfora continua.
Asimismo, en este capítulo queda en evidencia, el hecho de que un texto
Alegórico, no puede ser incorporado en el Género fantástico por mucho que
parezca tener elementos inusuales, ya que remite a una realidad, es decir, el
referente es tangible, pertenece al mundo real.
“Si lo que leemos describe un elemento sobrenatural y, sin embargo, es
necesario tomar las palabras no en sentido literal sino en otro sentido que
no remite a nada sobrenatural, ya no hay cabida para lo fantástico”13.
Para Tzvetan Todorov la Alegoría es:
“Una proposición de doble sentido, pero cuyo sentido propio (o literal) se
ha borrado por completo.”14
Aquí tenemos nuevamente, tema de la doble lectura de un texto, por una parte
el literal, que corresponde a lo escrito, a aquello que puede ser percibido por
los sentidos y por el otro, el figurado, que corresponde al sentido oculto, a
aquél que sólo podemos descifrar, conociendo y reconociendo lo que está
disfrazado en ese momento.
Por otra parte, el autor nos dice que la Alegoría, tiene dos propiedades
esenciales, una la ya mencionada, sobre el doble sentido de las palabras o
imágenes y la otra, la que tiene que ver con que la Alegoría debe estar
explicitada, característica que no había sido recalcada en las definiciones
anteriores.
12
TODOROV, TZVETAN, (1981), “Introducción a la Literatura Fantástica”, México (2ª ed.), Premia, pág. 35.
TODOROV, TZVETAN, (1981), “Introducción a la Literatura Fantástica”, México (2ª ed.), Premia, pág. 36.
14
TODOROV, TZVETAN. (1981). “Introducción a la Literatura Fantástica”, México (2ª ed.), Premia, pág. 35.
13
24
Textualmente el autor, nos dice lo siguiente:
“Este doble sentido está indicado en la obra de manera explícita: no
depende de la interpretación (arbitraria o no) de un lector cualquiera.”15
Es decir, para que un texto sea clasificado como Alegórico, el autor debe
hacérnoslo saber, ya sea de una manera evidente, como es el caso de las
fábulas, en donde la moraleja o enseñanza está separada del texto; o no tanto,
como es en el caso de los relatos modernos, en los que integrados al texto
podemos encontrar la referencia del autor (mediante la voz del narrador) sobre el
referente aludido.
15
TODOROV, TZVETAN, (1981), “Introducción a la Literatura Fantástica”, México (2ª ed.), Premia, pág. 36.
25
Capítulo III:
CUERPO DEL TRABAJO
26
CAPÍTULO III
Cuerpo del Trabajo
Para comenzar situaremos la novela según las fechas insertas en el relato y que son:
1868
Don Guillermo es
visto peregrinando
(camino SantiagoValparaíso)
Fecha en la que
se da a conocer
el desenlace de
la historia.
1860
1841
Don
Guillermo se
encuentra en
Espelunco.
1828 - 1841
Don Guillermo se
encuentra en el café
el Águila (año que
comienza su misión).
Sin embargo, éstas son presentadas, en el siguiente orden (la denominación presentada
a cada etapa es la realizada por Hernán Loyola en el estudio denominado “Don
Guillermo” y “Martín Rivas”: Visión en Paralelo16).
1841
1860
1828-1841
1841
1860
Marco
Inmediato
Marco
Exterior
Narración
Enmarcada
Marco
Inmediato
Marco
Exterior
3.3
3.4
3.5
3.1
3.2
1868
Post-facio
(posterior a la
publicación)
3.6
Ahora que ya nos hemos situado, dentro de la obra, es necesario empezar a revisar, las
pistas que tenemos insertas en el texto y que nos servirán, para dilucidar, cómo este
relato se acerca a la realidad histórica del momento.
Con el fin de ordenar el análisis hemos agregado unos números bajo el nombre de cada
etapa, estos corresponderán a la subdivisión realizada en el presente trabajo.
Sin embargo, antes de adelantar más, es hora de mostrar, algunas características del
personaje principal de la obra, es decir, de Don Guillermo Livingston.
16
Loyola, Hernán (1973). “Don Guillermo” y “Martín Rivas”: Visión en Paralelo, La Novela Hispanoamericana
Descubrimiento e Invención de América (1ª ed.) Chile: Ediciones Universitarias de Valparaíso/Chile, pág. 60-63.
27
En la primera parte del libro, encontramos algunas descripciones de él, como es la
realizada por la dueña del hotel Europa:
“Mr. Livingston es hombre muy extraordinario, habla con los espíritus, no
duerme, se ríe solo, se pasea a la medianoche, se encierra de día, no
tiene equipaje, y sin embargo le sobra el dinero en su faltriquera; habla
todas las lenguas, todo lo sabe, no tiene curiosidad por nada, cuenta
muchas historias, pero no habla con todos. Sólo a mí me abría su
corazón, sólo conmigo conversaba”.17
Esto en cuanto a su actuar, luego de haber salido del Espelunco.
Además de esto, sabemos por la descripción física hecha por el narradorpersonaje, que don Guillermo es alto, camina de prisa y es elegante. Podemos
agregar, que es originario de Inglaterra.
En cuanto a su descripción psicológica podemos decir que es un hombre
honrado, creyente, leal, desinteresado, solitario y melancólico, que tiene muy
altos ideales.
En otras palabras, Livingston, como personaje contenedor de las ilusiones e ideas
del autor; y de acuerdo a las características de la literatura imperante de la época,
es poseedor de las mejores cualidades, ya que en este periodo existe una
“relación entre atributos físicos y morales propios de la caracterización
romántica”18, es decir, existe una necesidad de correspondencia entre la belleza
física y moral, por ende aquellos personajes que representen la bondad, deberán
ser hermosos físicamente (características angelicales), por el contrario, aquellos
que encarnen las ideas opuestas al escritor, serán visto como seres demoníacos
o con pocos atributos físicos.
“(…) en Don Guillermo el mundo se divida en ángeles y demonios (…)
Los ángeles son por cierto los propugnadores del progresismo político,
en tanto que los demonios son los reaccionarios, los defensores abiertos
17
18
LASTARRIA, JOSÉ VICTORINO, (1972), “Don Guillermo”, Chile, Editorial Nascimiento, pág. 35.
Goic, Cedomil (1973). Brevísima relación de la historia de la Novela Hispanoamericana. La Novela
Hispanoamericana Descubrimiento e Invención de América (1ª ed.) Chile: Ediciones Universitarias de
Valparaíso/Chile, pág. 27.
28
o encubiertos de un régimen político autoritarios, como el que
sostuvieron en Chile los gobiernos decenales de Prieto, Bulnes y Montt.
A la luz de esta novela dichos gobiernos eran denunciados por Lastarria
como prolongaciones más o menos desvergonzadas del despotismo
español de la Colonia”. 19
Es así como vemos la escena, que muestra el intento de imbunche de Don
Guillermo, quién, incluso proyecta un halo, asociado a los santos o al mismo
Jesús, por lo que se podría inferir, que nuestro protagonista, cumple un rol de
salvador y redentor de la sociedad, quien con su sacrificio intentará mostrar el
camino a la “salvación”.
“Esa evaporización del espíritu producida por el espanto, realzó la belleza
natural del inglés, bañándole por el espanto, realzó la belleza natural del
inefable, como la que forma aureola al niño hermoso que descansa
desnudo en el regazo de su madre”.20
Sin embargo, no nos adelantemos a los hechos, es el momento de volver al
análisis de la obra, por tanto, ya conocemos a nuestra figura principal, que es a
quien acompañaremos, en su viaje, para encontrar las pistas que nos ayuden a
mostrar nuestro objeto de estudio.
3.1 Marco Inmediato (capítulos I y II)
El narrador nos presenta al personaje principal de la obra, quien se encuentra,
solo, bebiendo un café, en un recinto denominado “Águila”, hasta que llega
nuestro narrador-personaje, quien entabla conversación con él.
“Mozo, traiga usted café –exclamé casi asustado; y mi vecino, poniendo
su enorme cachimba entre sus enormes labios, volvió a mirarme con
agrado, como si se alegrara de retirar su vista de los grotescos
marineros”.21
19
Loyola, Hernán (1973). “Don Guillermo” y “Martín Rivas”: Visión en Paralelo, La Novela Hispanoamericana
Descubrimiento e Invención de América (1ª ed.) Chile: Ediciones Universitarias de Valparaíso/Chile, pág. 57.
20
LASTARRIA, JOSÉ VICTORINO, (1972), “Don Guillermo”, Chile, Editorial Nascimiento, pág. 74.
21
LASTARRIA, JOSÉ VICTORINO, (1972), “Don Guillermo”, Chile, Editorial Nascimiento, pág. 26.
29
Este marco sirve para preparar al lector, frente a lo que se avecina, entregándole
pistas sobre el carácter alegórico y denunciador de la sociedad del momento, por
tanto encontramos varias críticas, las que son exteriorizadas por el narradoromnisciente, quien presenta, interpreta y juzga el sentir de los personajes.
En el pasaje anterior, el narrador-personaje, nos va presentando rasgos del
personaje principal, mostrando sus gustos y características.
Sin embargo, en este primer capítulo, también es rescatable, unas palabras dichas
por Don Guillermo, como son:
“Entre ingleses no tiene usted qué temer. Nosotros no nos curamos de los
golpes que cada hijo de vecino se da donde puede”.22
En este comentario realizado por el inglés, se muestra una crítica a una
característica común de la sociedad chilena, como es el hecho de reírse de las
desgracias ajenas.
3.2 Marco Exterior (capítulos III y IV)
Luego el narrador, nos presenta una crítica al estado de las carreteras, en
especial, el camino de Valparaíso-Santiago, igualmente nos hace saber el
“respeto” que él tiene a las autoridades que no cuidan el estado de los caminos, a
pesar de que la plata sale del bolsillo de la gente común.
“No canto el polvo, no (…) eso sería cantar al gobierno o a sus
ingenieros, que se recrean en remover durante el buen tiempo cuanta
tierra hay en el camino, o en acarrearla por carretadas, para que haga
bastante barro en el invierno. Cada loco con su tema: yo respeto la de
nuestros tutores”.23
“Mi cantar es menos serio, menos triste, pues templo y modulo mi rabel
para recordar a todos cuantos han atravesado el susodicho camino de
22
23
LASTARRIA, JOSÉ VICTORINO, (1972), “Don Guillermo”, Chile, Editorial Nascimiento, pág. 30.
LASTARRIA, JOSÉ VICTORINO, (1972), “Don Guillermo”, Chile, Editorial Nascimiento, pág. 35-36.
30
Valparaíso una cosa que todos ha visto, en la cual todos han fijado su
atención, sobre la cual todos han discurrido a su modo por un momento,
y la cual todos olvidan hasta que vuelvan a verla otra vez.”24
De este pasaje podemos rescatar, para el presente trabajo, el hecho que nos
sitúa en un lugar determinado (el camino de Valparaíso), es decir, el relato
hace alusión a un lugar conocido, tanto en el tiempo de la publicación del libro
(1860), como en los tiempos que corren (2010).
Por lo tanto, podemos expresar, que este hecho vendría a ser una pista tangible
del carácter alegórico del texto, ya que nos presenta un espacio real, con hechos
verdaderos alusivos al tema (crítica al gobierno imperante).
En otras palabras, aquí encontramos un indicio, del cual el lector no puede
quedar ajeno, ya que se les hace partícipe de la observación, recalcando el
hecho varias veces, con el fin que la persona tras el libro rescate la figura
literaria, y ésta no se pierda en el espacio.
También, no podemos dejar de mencionar que en esta parte se habla de lo que
ocurre en la Cueva del Chivato (lugar que el narrador comentará nuevamente y
con mayor extensión en la Narración Enmarcada), explicando los tipos de
habitantes de dicho lugar. Aquí se nos dice lo siguiente:
“Sin duda, fueron criados y nacidos en aquella región, o a lo menos
formados imbunches en edad temprana, para no tener inquietudes en el
mundo exterior, ni adherirse a partidos extraños, ni a intereses ajenos de
los de su poderoso señor”.25
Lo que correspondería a una metáfora, sobre la educación que se imparte en ese
momento en el país, en donde a los niños, a temprana edad se les acerca a
sistemas educativos cerrados, con el fin de encauzarlos a una determinada forma
de pensar, con el fin de que no se adhieran a partidos e ideales ajenos a los
imperantes, en este caso el Conservadurismo. Es decir, lo preponderante
24
25
LASTARRIA, JOSÉ VICTORINO, (1972), “Don Guillermo”, Chile, Editorial Nascimiento, pág. 36.
LASTARRIA, JOSÉ VICTORINO, (1972), “Don Guillermo”, Chile, Editorial Nascimiento, pág. 43.
31
correspondería a lectura entre líneas, que se desprende del lenguaje figurado, y
conociendo el contexto en el que se inserta la obra.
3.3 Narración Enmarcada (capítulos V al XXI)
Aquí se encuentra inserta la fecha más antigua (1828), que es la correspondiente al
año en que nuestro gentil caballero es atrapado y arrastrado al Espelunco, la noche
funesta en que se dispone a realizar la visita nocturna a Julia, su prometida, quién,
con su madre se encuentra coludida, para “cazar” al enamorado durante esa noche
y así convertirse en mujer de Don Guillermo Livingston, sin embargo, debido a una
confusión, la muchacha termina casándose con su primo y primer amor.
“Salió Julia haciéndose que andaba en puntillas y se encaminó a una higuera
de su huerto, la cual daba frente a un portillo por donde debía entrar su
desgraciado amante a gozar de la entrevista que tanto le había costado
conseguir. Pero el cuarto de donde salió la hermosa Julia no quedaba solo:
sentados allí en estrecho círculo cuchicheaban la mamá de la doncella, el
cura de la parroquia y dos amigos de éste. Había un complot”.26
“El cura quedaba satisfecho de poner con dos dedos una barrera insuperable
al pecado mortal. Julia se desmayaba en los brazos de su novio. Y la mamá,
que acababa de reconocer a su sobrino (…) corrió despavorida pidiendo
luces a gritos…”.27
Este capítulo (VII), sirve al narrador para explicar un tanto del carácter e idiosincrasia
del pueblo chileno, que a menudo, aprovecha las oportunidades que se le presentan,
sin tener en cuenta a los desafortunados que han perdido su oportunidad.
Mientras tanto, el texto, nos muestra como en un tiempo paralelo, nuestro héroe
se encuentra en la playa, tirado en la arena, luego del embiste del Chivato, que le
ha atrapado.
“Don Guillermo volvió a la carga con más fiereza para derribar a su
adversario; pero entonces fueron más impotentes sus fuerzas, porque
26
27
LASTARRIA, JOSÉ VICTORINO, (1972), “Don Guillermo”, Chile, Editorial Nascimiento, pág. 52.
LASTARRIA, JOSÉ VICTORINO, (1972), “Don Guillermo”, Chile, Editorial Nascimiento, pág. 54.
32
fastidiado el chivo (…) tiró al enamorado joven por los aires cuan largo era,
haciéndole describir un arco que fue a terminar en la playa”.28
“La linda imagen de Julia atravesó por la mente de Mr. Livingston como un
vapor que se disipa, y un hondo suspiro que se exhaló de su pecho parece
que se había llevado su último aliento, pues quedó inmóvil como un
cadáver”.29
Este año es coincidente, con el año, en que se proclama la Constitución de 1828,
a cargo de Joaquín Mora, la que es olvidada con los sucesos que se
desencadenaran en 1829 en el país, como es la guerra civil, entre Conservadores
y Liberales.
Podríamos tener un paralelo, entre dicha guerra, con la lucha presentada entre Don
Guillermo, quien podría ser vista como la figura alegórica de los ciudadanos
liberales, quienes se presentan sin mayor armamento; y el Chivato, quien
representaría a los conservadores, ya que estos tenían a su haber las fuerzas
armamentistas del país, en este caso a cargo de José Joaquín Prieto, quien como
ya es sabido gana esta contienda.
“Mr. Livingston (…) recibió en el pecho un golpe violento que le hizo saltar
hacia atrás como cuatro varas (…) un instante le bastó para recobrarse de
la sorpresa e incorporarse con un cachorro en cada mano”.30
Para reforzar el hecho, se nos presenta, la figura de Francisco I en Pavía, quién
con un ejército menor, debió rendirse ante las numerosas tropas del Imperio
Germano-Español, a cargo de Carlos V en 1525.
Otro hecho que nos hace recordar, que este texto tiene una doble interpretación, es
sin lugar a dudas, las constantes alusiones a la época en que está inserta la novela.
Esto se logra mediante las observaciones presentes en el texto (principalmente en la
narración enmarcada) sobre la ideología intelectual imperante, como es, en este
28
LASTARRIA, JOSÉ VICTORINO, (1972), “Don Guillermo”, Chile, Editorial Nascimiento, pág. 48.
LASTARRIA, JOSÉ VICTORINO, (1972), “Don Guillermo”, Chile, Editorial Nascimiento, pág. 49.
30
LASTARRIA, JOSÉ VICTORINO, (1972), “Don Guillermo”, Chile, Editorial Nascimiento, pág. 47.
29
33
caso el Positivismo, del cual su representante, es Augusto Comte, el cual contaba
con gran aceptación de los intelectuales de la época, entre los que se encontraba,
José Victorino Lastarria.
El Positivismo sostenía lo siguiente.
“Que no se puede conocer y aceptar sino la verdad científica, observable
directamente en la naturaleza y repetible por la experimentación”. 31
De ahí que en la novela “Don Guillermo”, encontremos varias señas alusivas al
tema, y es que debido a la naturaleza de la información y el referente, estos pasajes
sin duda pueden ser vistos, como las intenciones de explicitar la alegoría, por parte
del autor.
Pues recordemos, que uno de los requisitos del texto alegórico, es el hecho de
nombrar el recurso literario, por tanto, el lector no es quien debe hacer la
interpretación, sino que es más bien quién debe recibir la información entregada, la
que puede estar o no integrada a la narración.
“¿qué sitio es aquél, a qué casa, palacio o cárcel pertenece? (…). Pero
ya que nada sabemos, observemos; pues la observación es el principio
del saber.”32
“apeló a todos sus recuerdos científicos y trató de indagar cuáles eran los
medios naturales que podrían producir aquel fenómeno”.33
Por otra parte, en este apartado, encontramos nuevamente diversas señas sobre la
relación entre el lenguaje connotativo utilizado y las situaciones ocurridas al autor,
que logran completar el significado de la obra. Por ejemplo:
“No se asuste usted… Estos tienen la costumbre de entregar al juez del
crimen a todos los que caen en sus manos. Pero ya se reformará eso:
están pensando en someter a consejo de guerra a todos los que son de
otro color”.34
31
Duchens, M., Couyoumdjian, R. y Feeley, M. (2010) “Chile 200 años. Biografía de una Nación” (vol. 5). Chile:
Aifos, pág. 9.
32
LASTARRIA, JOSÉ VICTORINO, (1972), “Don Guillermo”, Chile, Editorial Nascimiento, pág. 55.
33
LASTARRIA, JOSÉ VICTORINO, (1972), “Don Guillermo”, Chile, Editorial Nascimiento, pág. 57.
34
LASTARRIA, JOSÉ VICTORINO, (1972), “Don Guillermo”, Chile, Editorial Nascimiento, pág. 60.
34
Acá, podemos apreciar cuando el escribano le da a conocer a don Guillermo, que
será sometido a juicio. Esta parte nos hace recordar un hecho puntual en la
biografía de Lastarria, como es el hecho de ser sometido a juicio, por estar
supuestamente comprometido en los hechos de 1851, acusación contra la cual no
había pruebas, y que tuvo como resultado, su destierro al Perú.
Más adelante, durante el transcurso de la entrevista, con el funcionario del gobierno
del Espelunco, encontramos nuevamente alusiones al mundo real, que hacen
comprender, al lector que el referente de la obra es, el Chile de 1860. Ya que en el
texto, se explica y juzga la situación política, económica, religiosa, social, etc.,
imperante en ese momento en nuestro país.
“Nuestro amigo vio que esa era la filosofía de todos en el mundo de
donde venía, y comprendió que aquel mundo subterráneo se encontraba
con conocidos”.35
Otra pista, que designa el carácter alegórico de este texto, y que se encuentra a un
nivel más implícito, es el anagrama presente en la palabra Espelunco, que vendría
a “designar a los fundadores del partido conservador”.36
Lastarria, sin embargo, fiel a sus principios liberales, no puede dejar de mencionar
su oposición a la iglesia, pues rememoremos, que para los Liberales, la religión era
una forma de encerrar a las personas, por tanto éstas se sienten oprimidas y no
tienen una verdadera libertad de pensamiento, al estar coartadas por sus
creencias, supersticiones y tradiciones.
Este tipo de visión, contraria a la religión se puede apreciar en:
“Sí, señor; todo lo que en derrota por allá arriba tiene aquí su refugio,
principalmente la religión (…) Como aquí se sirve a Dios trabajando para
que triunfe el espíritu antiguo tan atacado por la revolución, es sin duda
35
36
LASTARRIA, JOSÉ VICTORINO, (1972), “Don Guillermo”, Chile, Editorial Nascimiento, pág. 62.
Nota de “Don Guillermo”, (1972), Chile, Editorial Nascimiento, pág. 63.
35
lícito poner en juego al diablo y todas las cosas, porque todo depende en
este mundo y el otro de Dios”.37
No debemos olvidar, que constantemente el narrador, nos recuerda que el texto es
una alegoría, por ejemplo, en el párrafo antes citado, se encuentra la expresión
“allá arriba”, que remite a un espacio que se encuentra afuera del Espelunco, es
decir, al mundo real, al mundo donde encontramos a Valparaíso, y sus caminos
polvorientos, al mundo donde encontramos las olas que besan las arenas de dicha
ciudad, en otras palabras, al mundo concreto, y ya no sólo aquel que encontramos
en el texto.
Luego, el narrador vuelve a poner en el tapete la labor del gobierno, que
naturalmente es expresado en un lenguaje figurado, que debemos descifrar, o
hacer la analogía con el mundo verdadero.
“Fuera de que el diablo no hace aquí nada que no sea bueno: su oficio es
reclutar gente, como le ha reclutado a usted, y luego abatirles la soberbia
para que se rindan por el terror”.38
Si tenemos en cuenta el carácter alegórico del texto, y traducimos el lenguaje
connotativo a uno denotativo, podemos suponer, que Lastarria no está de acuerdo
con la labor de quienes dirigen el país. Esto se puede apreciar, principalmente, en
el uso del siguiente vocablo: “terror”, por ende, deducimos que él, como muchas
personas, considera el gobierno imperante, como una dictadura, basada en la
violencia y el temor inspirado a los ciudadanos.
Nuevamente, allí vemos señas de la división entre demonios y ángeles, vistas con
anterioridad, durante la revisión del personaje principal.
Durante el interrogatorio del juez a Don Guillermo, podemos apreciar en
determinado momento, el partido político, cercano al autor, que corresponde al
37
38
LASTARRIA, JOSÉ VICTORINO, (1972), “Don Guillermo”, Chile, Editorial Nascimiento, pág. 63.
LASTARRIA, JOSÉ VICTORINO, (1972), “Don Guillermo”, Chile, Editorial Nascimiento, pág. 63.
36
Liberal. Este pasaje, suponemos está explicitado, según los vocablos que debían
utilizar los conservadores, a la hora de hablar de ellos:
“A no ser que sea uno de esos locas de atar que traen el caletre
trastornado pro las ideas revolucionarias, y que pretenden reforma el
mundo, haciéndole olvidar la religión y renegar de la obediencia pasiva a
sus tutores naturales”.39
Aquí se encuentra, igualmente, los que serían sin lugar a dudas, los adherentes al
partido Conservador, según la visión de los genios de la colonia:
“Mientras tengan este sagrado asilo los genios del pasado, habrá
esperanzas de que no cundan las ideas nuevas y de que se rehabiliten
con todo su esplendor en América el espíritu y las costumbres de los
afortunados tiempos de la Colonia”.40
Y es que sin duda, Lastarria, no pierde ocasión de utilizar un sin número de
metáforas, con el fin de lograr su cometido, que el lector se sienta identificado, con
lo que acontece, reconociendo la realidad de los hechos, y llevando el texto a la
vida práctica, eliminando así la lectura literal de la novela, para pasar al plano
figurado, en donde, la fantasía se pierde y lo oculto toma posesión de la obra.
Otro párrafo, que nos remite nuevamente a la biografía del autor, es la explicación
del juez a Don Guillermo, de lo siguiente:
“Pero si hay en usted una tenacidad sobrenatural que le mantenga firme
en su locura, a pesar del imbunchaje de un año, irá usted a probar y
puede desencantar a su diosa”.41
Aquí, llama la atención el tiempo de imbunchaje (un año) que tendría que sufrir de
declararse aún en rebeldía, por tanto ese es el tiempo que le correspondió ir al
exilio cuando debió salir del país en 1871.
Luego del juicio, al que asistió nuestro gentil caballero y en el cuál fue condenado a
sufrir el Imbunche (práctica que consistía en coserle a las personas todas las
39
LASTARRIA, JOSÉ VICTORINO, (1972), “Don Guillermo”, Chile, Editorial Nascimiento, pág. 68.
LASTARRIA, JOSÉ VICTORINO, (1972), “Don Guillermo”, Chile, Editorial Nascimiento, pág. 68.
41
LASTARRIA, JOSÉ VICTORINO, (1972), “Don Guillermo”, Chile, Editorial Nascimiento, pág. 69.
40
37
aberturas del cuerpo, con el fin de doblegar su espíritu rebelde y así volverles
mansos, al sistema político imperante), el narrador toma la palabra para
explicarnos mejor en que cosiste la condena impuesta.
Además, en esta parte, encontramos nuevas críticas a la sociedad imperante, a su
despreocupación por el bien mayor y la comunidad. A la indiferencia de las
personas a considerarse parte de un pueblo. Aquí, José Victorino Lastarria, intenta
que los ciudadanos se sientan comprometidos con su tierra, comprende que la
unión del pueblo es fundamental, para sacar adelante el país y darle una identidad
nacional. Por ejemplo:
“El que tiene el alma vacía se amolda a todas las ideas, o mejor dicho,
reciben su vacuidad cuanto le derramas ¿Qué más da que el mundo
marche al oriente que al poniente, que triunfe Dios o Lucifer, que el
hombre viva en libertad o muera en esclavitud? Para él todo es uno,
porque en este número se encierra toda su filosofía”.42
Del texto anterior, se pueden desprender dos ideas, como son: la ya mencionada,
que puede ser vista al final del párrafo, en donde reprocha la individualidad que
predomina en la sociedad; y en la primera parte que nuevamente hace alusión al
tema de la educación que tanto preocupaba a Lastarria, al igual que a Platón,
según lo visualizado en la “Alegoría de la Caverna”, visto en el Marco Teórico.
Pues, en este fragmento, nuevamente apreciamos a un Lastarria molesto, por la
deficiente formación de los ciudadanos, y es que este hecho le preocupa, debido a
que estas personas tienden a “amoldarse a todas las ideas”, es decir, forman parte
de un rebaño, que sigue al pastor de turno, considerando todo aceptable, sin opinar
sobre lo bueno o malo, que ocurre en la vida social, en la política, en la cultura, en
la educación, etc.
Siguiendo, con el análisis de esta parte, podemos mencionar otra pista entregada
por el narrador, sobre la Alegoría presente en el texto:
42
LASTARRIA, JOSÉ VICTORINO, (1972), “Don Guillermo”, Chile, Editorial Nascimiento, pág. 69-70.
38
“Las costumbres [el imbunchaje] se reservaban sólo para los espíritus
fuertes, para aquellos que conviven la verdad, que la aman y la
proclaman, que la sirven y se hacen crucificar por ella. (…) En esto
estaban perfectamente de acuerdo los usos de la Cueva con los del
mundo que habitamos. Alguien ha dicho, con mucho acierto que en todos
los tiempos se ha sacrificado o quemado a los pocos hombres que han
sabido alguna cosa”.43
Podemos ver, la presencia de una comparación explícita, entre lo que ocurre en el
“inframundo” y lo que acontece en el mundo del lector; es decir, aquí se da a
conocer que las personas que poseen conocimientos que puedan iluminar un
pueblo, defiendan los ideales y/o proclaman la justicia, sufren el castigo de los
gobiernos autoritarios, tanto en el Espelunco, como en el mundo aludido.
Sin embargo, como ya hemos visto, en la narración también se intercalan,
alusiones a la vida del autor, como es el que mencionamos, sobre el castigo que
debió cumplir fuera de su tierra.
En relación a este tema, en este apartado, podemos encontrar otra alusión, que se
introduce al narrarnos la práctica del Imbunchaje.
“Anulando a los amigos de la verdad y de la justicia, anularían también la
libertad; secuestrándolos, no en una cárcel, sino en la sociedad misma,
inhabilitándolos por medio del desprecio y del olvido, convirtiéndolos en
verdaderos parias, los desarmarían y se ahorrarían de sacrificarlos
pomposamente en un destierro, en un calabozo o en el patíbulo. Allá en la
Cueva se hacía esto fácilmente imbunchando a los rebeldes: acá, al aire
libre, se puede también imbuncharlos, sin coserlos, pues basta agotarles
el espíritu por medio de una perpetua hostilidad”.44
Lastarria nos muestra, mediante otro salto a la realidad, que esta práctica es
también vista en la vida cotidiana, sólo que “acá, al aire libre”, no son necesarios el
hilo y la aguja, para eliminar los indicios de rebeldía, sino que se puede limitar al
despreciar a alguien, al rebajarlo, al dejándolo sin fuerzas, por la constante
humillación y desprecio social sufridos.
43
44
LASTARRIA, JOSÉ VICTORINO, (1972), “Don Guillermo”, Chile, Editorial Nascimiento, pág. 70.
LASTARRIA, JOSÉ VICTORINO, (1972), “Don Guillermo”, Chile, Editorial Nascimiento, pág. 72.
39
Aquí debemos recalcar, nuevamente que se nos hace alusión a nuestra realidad,
mediante el uso de ciertos vocablos que no pasan desapercibidos y que
recuerdan al lector la naturaleza y objetivo último de denuncia y contribución a la
sociedad de la literatura, mediante la instrucción al público, que recepciona la
obra, sobre lo que acontece a su alrededor.
Luego de este capítulo aclaratorio, encontramos a Don Guillermo en manos de las
brujas, a punto de empezar el Imbunchaje, cuando se acerca una hechicera, que
lo troca en ave y le enseña el camino, para escapar.
Dicha hechicera, es muy bella (podemos deducir que representará ideales
positivos, por ende la hermosura de cuerpo es correspondiente con la de espíritu
en este periodo literario) y se presenta como Lucero, el “Hada del noble
sentimiento perdido”, ella cuenta que tiene veinte años de vida y que al año de
nacida fue robada y llevada a vivir allí, hasta que un hombre que la ame la libere
cumpliendo duras pruebas en su camino, en donde se enfrentará a unos
monstruos y deberá sumar a ello que debe realizar un peregrinaje de veinte años
si quiere salvarla. Entre las pistas que le entrega a Livingston, se encuentra:
“Piensa primeramente en hallar el Patriotismo perdido; después, esa
virtud celeste, por sí sola, completará la obra de vencer sin hierro ni fuego
a aquellos monstruos”.45
Aquí nuevamente encontramos una metáfora, en donde los monstruos, no son más
que los defectos de la sociedad de la época, en tanto el “Patriotismo perdido”, se
relaciona más bien, con la necesidad existente, de que el pueblo se comprometa
más con la causa, que se sientan más apegado a la patria, que colabore y se
sienta parte del país, ayudando a construir así una identidad nacional, que
fortalezca el espíritu, en otras palabras, este párrafo debe ser leído en sentido
figurado, por tanto el literal no corresponde a lo que se quiere expresar.
45
LASTARRIA, JOSÉ VICTORINO, (1972), “Don Guillermo”, Chile, Editorial Nascimiento, pág. 78.
40
En este capítulo (XII), no puede estar ausente las alusiones textuales, que hacen
alusión al referente de la obra, por ende, encontramos lo siguiente:
“Los Genios practican aquí lo que inspiran a sus adeptos de allá arriba:
aquí la voluntad que forma las leyes está sobre las leyes, y éstas no se
dictan sino para los indiferentes y para aplicarlas sin piedad a los
enemigos; pero para los que la hacen y sus amigos son una regla elástica
que se alarga y se encoge como conviene, conservando su forma”.46
Nuevamente, tenemos una proposición con doble sentido, el que aparece escrito y
que podemos percibir mediante el Conocimiento Sensible; y aquel que aparece
solamente insinuado, y que percibimos mediante el Conocimiento Racional. Es
decir, en una primera lectura tenemos una congruencia con el contexto de la obra,
y en una segunda lectura, realizada entre líneas, podemos deducir que en el
mundo que habitamos es posible burlar las leyes, pues ellas están hechas con ese
fin, que sólo pueden ver los amigos de quienes las ejecutan y realizan.
Después, de hablar de ello Lucero conduce a su nuevo admirador al “Alcázar de
los Genios”, con el fin de librarlo de su castigo, y así éste poder liberarla de su
eterno encierro. En dicho lugar, Don Guillermo, puede apreciar cómo se mueven
los hilos, para inspirar a los de “arriba”, por lo que nuevamente, tenemos
alusiones a la realidad, ya que los Genios, se encuentra adecuando distintas
leyes, como por ejemplo:
“En algunos círculos se ocupaban al parecer en dictar la Constitución
política de un pueblo, pues se oía vibrar una o muchas voces que
exclamaban (…) Aquella es la mejor de las constituciones políticas, que
fácilmente puede ser desobedecida y burlada por los que mandan,
mediante una sabia interpretación, o merced a alguna cláusula que
destruya las garantías que ella concede”.47
En este caso, se hace alusión a la Constitución de 1833, la que fue creada bajo el
gobierno de José Joaquín Prieto, según lo visto en el Marco Teórico, sin embargo,
46
47
LASTARRIA, JOSÉ VICTORINO, (1972), “Don Guillermo”, Chile, Editorial Nascimiento, pág. 78.
LASTARRIA, JOSÉ VICTORINO, (1972), “Don Guillermo”, Chile, Editorial Nascimiento, pág. 82.
41
no es la única alusión a la realidad presente en este capítulo, pues además se
encuentra:
“El emblema de un gran pueblo que está bajo nuestros auspicios, no debe
componerse del árbol de la libertad ni de los Andes y el sol. Es necesario
que los símbolos sean más adecuados, y si se han de buscar en la
naturaleza, debe elegirse una ave de rapiña y un cuadrúpedo montaraz,
huraño y tan inútil, que ni siquiera haya sido visto por los hombres:
orladas esas criaturas por dos ramas de laurel entrelazadas, formarán un
verdadero jeroglífico de ese pueblo”.48
Lastarria, aquí nuevamente, no duda en entregarnos más pistas sobre la doble
lectura de su obra, en donde, naturalmente se borra el sentido primero, para dar
paso al trasfondo de la obra, en donde, notamos una crítica a las diversas reformas
encabezadas por el Partido Conservador, en este caso, al hacer referencia al
nuevo escudo patrio, que tiene como fecha de creación el año 1834.
Luego de esta visita al alcázar, Lucero cuenta el resultado de su entrevista, luego
de lo cual, deciden emprender la fuga, por tanto, la liberación del castigo de nuestro
héroe consistía en humillarse ante la autoridad, pidiendo perdón por un delito que
no ha cometido, es así como comienza el viaje de ambos, dentro del Espelunco.
En este análisis, ya hemos visto esbozos del pensamiento de José Victorino
Lastarria, sobre la educación, es hora que veamos, qué dice en la obra sobre la
libertad y lo que pasaba en el Espelunco; en este caso haremos una revisión sobre
la libertad de expresión:
“Pero en cuanto a la libertad de pensamiento, era eso otra cosa: los
Genios dejaban la libertad de pensar y la de hablar por lo bajo cuanto se
quisiera (…) era libre el chismeo y el cuchicheo hasta lo infinito y se podía
hasta soplar a la oreja un venticello (…) se les dejaba campo abierto para
hacerse oradores públicos (…) siempre que en todas esas loas fuesen
estos loados y no enlodados”.49
48
49
LASTARRIA, JOSÉ VICTORINO, (1972), “Don Guillermo”, Chile, Editorial Nascimiento, pág. 83.
LASTARRIA, JOSÉ VICTORINO, (1972), “Don Guillermo”, Chile, Editorial Nascimiento, pág. 90.
42
Aquí podemos apreciar el tono irónico que adopta el narrador para criticar la falta
de Libertad, existente a la hora de expresar las opiniones personales, nos habla de
cierta censura y autoritarismo por parte del gobierno.
Por otra parte, también nos expresa su opinión, mediante la voz del narrador, sobre
la Libertad de imprenta:
“La autoridad no censuraba antes de la publicación lo que parían los
escritores, pero tampoco permitía publicar ningún parto que la censurase
a ella (…) no pueden aparecer otras publicaciones que las que la
autoridad fomenta o tolera”.50
En este caso, tenemos la regulación de las publicaciones, las que eran
supervisadas por la autoridad antes de salir al público, es decir, existía una
censura, con el fin de frenar aquellas publicaciones que fuesen perjudiciales al
gobierno o a sus intereses.
Sobre este particular, tenemos la visión del autor presente, al expresar el parecer
de don Guillermo, en la novela:
“Don Guillermo (…) se imaginaba que más bien era una libertad de mentir
por escrito con patente autorizada (…) Según él, había una perfecta
contradicción entre los hechos que tocaba en la sociedad y los artículos
que leía en la prensa; pues mientras que en aquélla todo era malo,
atrasado y podrido, para esta no había gobierno más justo y libera, ni
mejor administrador, ni pueblo que hiciera más progresos ni que fuese
más afortunado que el de Espelunco”.51
Aquí, queda claro el parecer de Lastarria, quien mediante el recurso de la Alegoría,
critica lo que pasa en la sociedad, circundante, en donde, los periódicos muestran
una visión del gobierno, que generalmente, trata de enaltecer a quienes representa,
eliminando todo vestigio que pudiese opacar la gloria de quién le contrata. Este tipo
de visión, se mantiene aún en la actualidad en la mayoría de los países, al tener un
diario o canal de televisión oficial, que es el encargado de publicar, lo que conviene
50
51
LASTARRIA, JOSÉ VICTORINO, (1972), “Don Guillermo”, Chile, Editorial Nascimiento, pág. 90.
LASTARRIA, JOSÉ VICTORINO, (1972) “Don Guillermo”, Chile, Editorial Nascimiento, pág. 91.
43
al gobierno de turno. En este pasaje, aparte de encontrar la visión de Lastarria
sobre la Libertad, en este caso de expresión, también no podemos dejar de lado el
referente alegórico, que acerca la obra literaria a la realidad circundante.
Para mientras, nuestros personajes de la obra los encontramos atravesando el
Espelunco, don Guillermo, de la mano de Lucero, aprende sobre lo que le rodea,
mientras el hada le enseña a esconderse del peligro que les acecha. Es en este
viaje que Lucero, le explica lo siguiente:
“Aquellos monstruos que encantan y aprisionan a la libertad, no son sino
una alegoría de la verdad. Esos monstruos existen en la sociedad, son la
sociedad misma, porque en ella está la ignorancia, la mentira, el
fanatismo y la ambición: (…) ¿No viste ya la ambición entronizada,
trabajando por sostener su imperio? ¿No viste ya la mentira infiltrada en la
prensa y en la sociedad? Ve ahora la ignorancia encarnada en el pueblo
mismo: observa más y la irás encontrando en todas partes entrelazada
fuertemente de un modo indisoluble, con la mentira y el fanatismo.
¿Comprendes ahora cómo es que esos monstruos no pueden ser
combatidos ni vencidos con el hierro y el fuego? ¿Comprendes que para
vencerlos por la fuerza sería preciso decapitar a la sociedad entera?” 52
De este fragmento, tenemos varias unidades que nos sirven para comprender
mejor el análisis de la obra. En primer lugar, tenemos la expresión “alegoría”, es
decir, aquí uno de los personajes (Lucero), explica que los monstruos no existen en
verdad, sino que son una forma de darle personalidad a los defectos, que albergan
en el pueblo y que se deben superar, para alcanzar la libertad, sin embargo, nos
muestra, de igual modo, que la fuerza no sirve para nada contra ellos, sino más
bien sería entre otras cosas, la educación de éste la que colaboraría a superar, por
ejemplo, la ignorancia y el fanatismo.
Ahora bien, me gustaría volver a la palabra “alegoría”, que se encuentra explicitada
en el texto, pues este es principal objeto, de análisis de la obra. Bueno, como ya
hemos dicho y en relación a nuestro Marco Teórico, podemos decir, que hemos
encontrado la figura literaria, analizada en un varias partes a lo largo del texto, pues
52
LASTARRIA, JOSÉ VICTORINO, (1972), “Don Guillermo”, Chile, Editorial Nascimiento, pág. 100.
44
sin bien, aún no hemos terminado, ya vamos aclarando el panorama. En esta
ocasión, nos encontramos la palabra tal cual, por ende, podemos decir, que es sin
duda una evidencia irrefutable del carácter del texto, pues, según lo dicho por
Todorov, una de las características de la Alegoría, es la indicación explícita, del
recurso dentro de la obra.
Avanzando en el análisis, encontramos la visión de historiador, recordemos que en
su época, Lastarria fue criticado por hacer “Historiografía”, es decir, intentar
explicar la historia, según los antecedentes que preceden a los hechos.
“¡Al fin, para ser historiador, como yo deseo, se necesita algo más! Pero
también se puede salir del paso con sólo parlotear un poco, sobre todo si
se escribe para el otro mundo, es decir, para América”. 53
Aquí, notamos la crítica de Lastarria, sobre los Historiadores existentes, que
escriben aún los hechos a la antigua, en otras palabras, sólo trasladan fechas y
nombres a los libros, visión que no compartía el autor del texto.
Más adelante, en determinado momento, Don Guillermo y Lucero, deben
separarse, pues están a punto de ser capturados, por lo que de esta manera, tratan
de pasar inadvertidos, quedan en juntarse en un lugar, sin embargo, sólo Don
Guillermo, llega al lugar, luego de esperar por ella, uno hombre le informa que ella
no va a llegar, y lo conduce a un tipo templo, en donde viven unos hombres, que el
inglés cree, pertenecen a una secta.
Es aquí, que Lastarria, aprovecha de realizar comentarios acerca de los religiosos y
los peligros que estos acarrean a la sociedad.
“Como quiera que fuese, los Esenios de la Cueva, ya que por tales los
tomó (…) eran allí una potencia, en cuanto no se movía una paja sin su
voluntad (…) presentándose como ministros de Dios y como intérpretes
de su divina voluntad, su palabra era la ley y su persona merecía una
especie de adoración”.54
53
54
LASTARRIA, JOSÉ VICTORINO, (1972), “Don Guillermo”, Chile, Editorial Nascimiento, pág. 111.
LASTARRIA, JOSÉ VICTORINO, (1972), “Don Guillermo”, Chile, Editorial Nascimiento, pág. 123.
45
“Proporcionándose así un ejército de devotos que nos les costaba un
centavo, y consiguiendo por medio del ascendiente religioso mucho más
(…) De esta manera les pertenecía a ellos, mucho más que a los Genios,
la sociedad entera de Espelunco”.55
En el fragmento anterior, vemos la posición del político, frente a la Iglesia y el
dominio, que ésta tenía en la sociedad, a la que “esclaviza”, mediante el culto
profesado, y es que aquí vemos el poder, que la Iglesia tenía sobre el Estado, y la
influencia que ejercía, labor que naturalmente no era compartida por todos, en
especial por los Liberales.
Igualmente, notamos la evidencia del ascendiente que esta Institución posee sobre
la nación. La importancia, de estos párrafos analizados radica en que nos entrega
señales sobre una sociedad tangible, que es la sociedad real del Chile del 1860,
donde, la opinión de la Iglesia aún es muy valorada. Por lo que aquí observamos
una clara alusión a la realidad, mediante la utilización de una metáfora, en donde,
la sociedad del Espelunco, no es otra que la de nuestro país.
Es en este lugar, que don Guillermo, da origen a la siguiente reflexión:
“Es cierto, decía entre sí don Guillermo: si las gentes de allá arriba son
como éstas, no pueden ni con mucho tener el sentimiento de patriotismo
(…) no hay nada que ligue al individuo con la patria, nada que halague
siquiera su orgullo nacional; (…) el corazón no encuentra ni gloria que lo
haga palpitar, ni grandeza que lo atraiga, ni belleza moral que despierte
su amor hacia la patria, ni goces ni bienestar que lo adhieran al lugar de
su residencia”.56
Estas reflexiones del inglés, son sin lugar a dudas, el pensamiento de Lastarria
sobre lo que opina, que puede contribuir a generar un espíritu de unidad de los
ciudadanos y de amor a la patria, con el fin de contribuir a formar un pueblo unido
donde, todos trabajen con el fin último de alcanzar la tan ansiada democracia.
55
56
LASTARRIA, JOSÉ VICTORINO, (1972), “Don Guillermo”, Chile, Editorial Nascimiento, pág. 123.
LASTARRIA, JOSÉ VICTORINO, (1972), “Don Guillermo”, Chile, Editorial Nascimiento, pág. 125-126.
46
Nuevamente vemos presente el lenguaje figurado, tras el literario, donde el
discurso de unidad, queda más allá del libro, está enfocado a despertar al lector, de
hacerle reaccionar, de comprometerlo a servir a la causa y es que tenemos la
superación o más bien desaparición del sentido propio del enunciado para dar paso
al sentido tras las apariencias del Mundo Material.
Es en este lugar que el inglés se encontrará con la figura de Asmodeo, quien luego
le ayudará a encontrar la salida del Espelunco y le ayudará a superar las últimas
dos pruebas. Con esto finaliza la Narración Enmarcada, para dar paso al Marco
Inmediato.
3.4 Marco Inmediato (capítulo XXII)
Luego de terminada la larga travesía de Don Guillermo Livingston, en el Espelunco,
vuelve al mundo real, luego de doce años en el inframundo, ahora deberá
peregrinar por veinte años, entre las ciudades de Santiago y Valparaíso, contando
tres mil viajes, en ese lapso.
Sin embargo, no deja de ser coincidente, su vuelta a la superficie con el nuevo
periodo conservador a cargo de Manuel Bulnes.
De este marco, podemos rescatar el comentario que hace Don Guillermo de la
ciudad de Valparaíso, al llegar nuevamente a la superficie.
“¡¡¡Allí está Valparaíso!!! (…) Después de largo tiempo, se sintió
fatigado; paró, se sentó en una peña y desde allí descubrieron sus ojos
una ciudad extensa, cuyas calles se prolongaban a la orilla del mar,
formadas por edificios elegantes, limpios y de variados colores (…) ¡No
–exclamo tristemente-, no!; Valparaíso no es ese, no es tan grande, no
es así”.57
57
LASTARRIA, JOSÉ VICTORINO, (1972), “Don Guillermo”, Chile, Editorial Nascimiento, pág. 147.
47
De aquí, nuevamente podemos rescatar la veracidad del relato, es decir, la alusión
a un lugar real, como es Valparaíso, y sus edificios altos y de colores, así como su
edificación a la orilla, del mar. En otras palabras, existe una descripción que acerca
al lector al texto, quien por las señas dadas, más las entregadas con anterioridad,
hacen pensar que lo que ocurre en la obra tiene tintes verídicos, que pueden guiar
a una segunda lectura, derivada de los comentarios que allí se encuentran.
El narrador, nos entrega además otras señales geográficas, que nos hacen deducir
que una parte de la narración es real, y por lo tanto las críticas y el paralelo entre
ambas ciudades, igual podría serlo.
“El sol descendía tras la punto de Curaumilla, cuando el inglés baja las
últimas laderas de la quebrada del Arrayán y penetraba por callejuelas
estrechas y barrosas. Después de unos minutos desembocaba a la plaza
Municipal y se dirigía sin vacilar a la calle de la Planchada”.58
Luego de ello la narración sigue hasta que se explica que Mr. Livingston fue al café
el Águila, que es el lugar en donde comienza la historia.
3.5 Marco Exterior (capítulos XXIII)
Acercándonos al final, tenemos el Marco Exterior; aquí nos encontramos
nuevamente en 1860, que es la fecha en que nuestro narrador-personaje se
encuentra con Don Guillermo, realizando los viajes que está obligado a realizar si
quiere liberar a Lucero.
Como alusión a la realidad, encontramos, nuevamente el camino ValparaísoSantiago, en donde vemos a Don Guillermo, bastante más cansado y viejo que en
el Marco anterior.
“Mr. Livinston viaja todavía. Su constancia es un ejemplo. Hoy se le ve
extenuado de fatiga, flaco y andrajoso”.59
58
59
LASTARRIA, JOSÉ VICTORINO, (1972), “Don Guillermo”, Chile, Editorial Nascimiento, pág. 148.
LASTARRIA, JOSÉ VICTORINO, (1972), “Don Guillermo”, Chile, Editorial Nascimiento, pág. 150.
48
3.6 Post-facio (postdata)
Para finalizar, nos queda la última parte, que al parecer, fue agregada por Lastarria,
posterior a la publicación, en el año 1868, recordemos que este libro fue publicado
en 1860. Aquí el narrador, nos dice:
“En 1868 he sabido que el pobre loco había muerto despeñado en un
acuesta del camino de Valparaíso por una carreta, antes de completar sus
tres mil viajes sagrados El talismán del patriotismo quedó siempre
encantado y Lucero perdida en las tinieblas”.60
Lastarria, concluye su novela diciendo que quizás es hora de dejar que ahora sea
el Pueblo, que tiene más fuerza que un solo hombre, quien logre liberar al
Patriotismo.
“La Verdad, la Justicia y la Democracia quedarán todavía en los abismos,
hasta que las levante de allí otro héroe que no muere jamás, que tiene
más firmeza y más valor que un hombre solo (…) a quien nosotros
llamamos Pueblo”.61
En otras palabras, para terminar esta Alegoría, Lastarria hace entrega de un último,
mensaje: que es hora que las personas se movilice, se adhiera a la causa y luchen
por su Libertad, ya no individualmente, sino como una comunidad, una sociedad
unida cuyo fin es más grande, pues está en todos salvar a la Patria. Así, borrando
el sentido sensible de las palabras y pasando al de las ideas, termina la novela
“Don Guillermo”.
60
61
LASTARRIA, JOSÉ VICTORINO, (1972), “Don Guillermo”, Chile, Editorial Nascimiento, pág. 151.
LASTARRIA, JOSÉ VICTORINO, (1972), “Don Guillermo”, Chile, Editorial Nascimiento, pág. 152.
49
Capítulo IV:
CONCLUSIONES
50
CAPÍTULO IV
CONCLUSIONES
En este análisis hemos visto como se entrecruzan diversas áreas en la narración de un
texto literario, como son el contexto, la biografía de un autor y su ideología, todo con la
finalidad de demostrar que la novela “Don Guillermo”, de José Victorino Lastarria, es
una Alegoría de nuestro país, entre los años 1828 (fecha en que Mr. Livingston, entra al
Espelunco) y 1860 (año de publicación de la novela).
Para ello, vimos en el Marco Teórico los datos bio-bibliográficos de Lastarria, para luego
ver sus ideales y pensamiento sobre temas centrales de la obra, como son el caso de la
Educación y la Libertad, que a juicio de nuestro autor, no pueden concebirse una, sin la
otra, por ende, un pueblo letrado y pensante, buscará su Libertad, no sólo física, sino
también de pensamiento y expresión, anhelando no sólo para sí mismo aquello, sino
para todo sus compatriotas, tal como lo expresado por Platón a su discípulo, a quien le
muestra, que un filósofo, no puede quedarse en los ideales eternamente, ya que debe
ser capaz; es más, tiene la obligación de “bajar”, donde los demás, para iluminarlos y
guiarlos con su nueva visión de mundo.
Sin embargo, no sólo apreciamos, dichos temas en este trabajo, sino que, también, nos
adentramos en la época en que se inserta dicha narración, con el fin de reconocer la
realidad Alegorizada por Lastarria, en “Don Guillermo”, para así descubrir los indicios
que nos permitiesen identificar el carácter alegórico del texto.
Siguiendo con nuestras reflexiones, y en cuanto al tema de la Alegoría, pudimos
establecer las características que ella presenta, y que pueden ordenarse en los
siguientes puntos:
1. Las Alegorías, por muchos hechos sobrenaturales que describan, no pertenecen
al género fantástico, ya que alude a hechos reales que han sido disimulados.
51
2. La Alegoría, es una figura retórica, que sirve para hermosear un texto.
3. Corresponde a una cadena de metáforas o analogías, que tienen una doble
intención.
4. El referente aludido en la Alegoría, no se encuentra de manera textual, no es
perceptible por los sentidos, sino, que se encuentra oculto o disfrazado dentro de
la narración.
5. Debe estar explicitada en el texto, ya sea mediante una explicación del narrador,
o mediante alusiones o indicios que indiquen su naturaleza alegórica, ya que es
el autor quién debe encauzar al lector sobre la doble intencionalidad del escrito.
6. El lenguaje utilizado, es el connotativo o figurado, por ende las palabras, pierden
su primitivo sentido, para adentrarse en aquel que debe ser descifrado.
Ya llegando, al término de esta travesía, podemos decir, en vista de la evidencia
recabada, que indudablemente la novela “Don Guillermo”, es una Alegoría de nuestra
nación, por ende reconocimos, entre otras cosas:
a) las calles de nuestro país y sus espacios geográficos, principalmente Valparaíso,
b) sus reformas políticas, como es el caso de la Constitución de 1833 y del
Emblema Nacional en 1834,
c) el poder de la Iglesia de antaño, a lo largo de toda la novela.
En otra palabras, acompañando a Don Guillermo en su peregrinaje, fuimos capaces de
reconocer nuestra patria, pero también, apreciamos cómo una novela puede articular
elementos literarios, incluir una visión filosófica y crítica de la sociedad imperante e
incluso mostrar elementos y personajes de la cultura nacional e internacional, los que
debido a la finalidad del estudio, no vimos en profundidad.
52
Para finalizar este trabajo, no puedo dejar de mencionar la importancia que tiene esta
novela, no sólo por ser una de las pioneras en la literatura nacional (incluso es anterior
a la novela “Martín Rivas”), sino también como texto de estudio para los jóvenes de
Enseñanza Media del país, por tanto, es amena, de fácil lectura, con tintes irónicos y
críticos, elementos que generalmente gustan a estos.
Además, su estudio podría incluso servir para articular la enseñanza de los Sectores de
Lenguaje y Comunicación con el Sector de Historia, Geografía y Ciencias Sociales, con
el fin de realizar una integración de los contenidos de ambos, para así facilitar la
comprensión de los estudiantes, tanto a nivel de comprensión de textos literarios
chilenos, estudio de dichos y refranes, etc.; como, igualmente asimilación de hechos
históricos del país, fechas y personajes nacionales entre otros.
Esperando, que dicha novela se integre al Currículum de Enseñanza Media, concluimos
este análisis.
53
Resumen
La novela “Don Guillermo” de José Victorino Lastarria, publicada en Chile en
1860, tiene un carácter alegórico, por ende, las marcas textuales, así lo evidencian, sin
embargo, no son sólo éstas, las que le enmarcan en este tipo de narración, sino
también los hechos históricos y lugares geográficos, que entregan indicios que hacen
posible dicha categorización. Pues, según las características de la Alegoría, dicha
novela cumple con los requisitos de tener un referente fuera de la narración, pero que
se encuentra aludido por el autor del texto, para que el lector no sea quien busque la
doble intencionalidad. Igualmente, esta novela posee un lenguaje figurado, en donde, el
sentido primitivo de las palabras se pierde, para dar paso a la doble intencionalidad del
escrito. Por último, “Don Guillermo”, es una novela que debiese ser rescatada y
valorada en la Educación Media, tanto por su cercanía con el Sector de Lenguaje y
Comunicación, como con el de Historia, Geografía y Ciencias Sociales.
54
BIBLIOGRAFÍA
55
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Sociales”, Chile, Ediciones Universidad Católica de Chile.
56
APÉNDICE
57
Discurso de incorporación de Don José Victorino Lastarria
a la Sociedad de Literatura de Santiago
en la Sesión del tres de mayo de 1842
Señores:
Al presentarme por primera vez ante vosotros, me siento profundamente
conmovido por la sincera gratitud que encendisteis en mi pecho, al señalarme como
uno de vuestros compañeros, con el honroso título de Director de vuestra Sociedad;
pero esta conmoción es algo más que de gratitud, no debo ocultároslo, es también de
temor, de vergüenza, porque no me siento bastante fuerte para soportar en mis sienes
el laurel que habéis echado: lo digo sin afectación. Todo lo espero del entusiasmo que
ha despertado en mí vuestra dedicación, tan digna de elogio, tan nueva entre nosotros.
Sí, señores, vuestra dedicación es una novedad, porque os conduce hasta formar una
academia para poner en contacto vuestras inteligencias, para seros útiles
recíprocamente, para manifestar al mundo que ya nuestro Chile empieza a pensar en lo
que es y en lo que será. En efecto, el ruido de las armas ha cesado en nuestro suelo, la
anarquía desplegó sus alas espantosas y salvó los Andes; la paz coronada de fresca
oliva ha venido en su lugar, y bajo su amparo ha despertado nuestra amada patria del
letargo en que la dejó el violento esfuerzo que hizo para sacudir el yugo y presentarse
triunfante a la faz de las naciones. Me parece que la veo echar ahora una mirada de
dolor a lo pasado, y dar un hondo suspiro al no encontrar más que cadenas
destrozadas en un charco de sangre, y un espantoso precipicio, del cual se ve libre
como por encanto; la oigo decir: “Ya llegó el tiempo en que debo hacerme digna del
puesto que ocupo, pero no podré afianzarme, la sangre de mis hijos estará siempre
humeante, atestiguando que nada he hecho para aprovechar su sacrificio, si no ciego
esa hondonada que se desprende a mis plantas”; ahí está la ignorancia, cien bocas
abre para mí, debo aniquilarla, soterrarla para siempre.
Ya veis, señores, que Chile, así como las demás repúblicas hermanas, se ha
encontrado de repente en una elevación a que fue impulsado por la ley del progreso,
por esa ley de la naturaleza que mantiene a la especie humana en un perpetuo
movimiento expansivo, que, a veces violento, arrastra en sus oscilaciones hasta a los
pueblos más añejos y más aferrados a lo que fue. Pero el nuestro ha sido trasportado a
un terreno que le era desconocido, en el cual ha estado expuesto a perderse sin
remedio, porque las semillas preciosas no prenden en un campo inculto: nuestros
padres no labraron el campo en que echaron la democracia, porque no pudieron
hacerlo; se vieron forzados a ejecutar sin prepararse; pero la generación presente, más
bien por instinto que por convencimiento, se aplica a cultivarlo, y parece que se
encamina a completar la obra. Todos conciben que necesitan promover sus intereses
personales, acometen la empresa que los ha de engrandecer y ha de dar a la nación el
apoyo que en su concepto necesita, el de la riqueza: se improvisan soberbias
asociaciones para ensanchar el comercio, para desentrañar los tesoros que esconde la
naturaleza en las venas de los Andes, sociedades filantrópicas para proteger la
58
agricultura y anonadar los obstáculos que embarazan su marcha. Pero la riqueza,
señores, nos dará poder y fuerza, mas no libertad individual; hará respetable a Chile y
llevará su nombre al orbe entero, pero su gobierno estará bamboleándose, y se verá
reducido a apoyarse por un lado en bayonetas, por el otro en montones de oro; y no
será el padre de la gran familia social, sino su señor, sus siervos esperarán sólo una
ocasión para sacudir la servidumbre, cuando si fueran sus hijos las buscarían para
amparar a su padre. Otro apoyo más quiere la democracia, el de la ilustración. La
democracia, que es la libertad no se legitima, no es útil ni bienhechora sino cuando el
pueblo ha llegado a su edad madura, y nosotros somos todavía adultos. La fuerza que
debiéramos haber empleado en llegar a esa madurez, que es la ilustración, estuvo
sometida tres siglos a satisfacer la codicia de una metrópoli atrasada y más tarde
ocupada en destrozar cadenas, y en constituir un gobiernos independiente. A nosotros
toca volver atrás para llenar el vacío que dejaron nuestros padres y hacer más
consistentes su obra, para no dejar enemigos por vencer, y seguir con planta firma la
senda que nos traza el siglo.
Pues bien, vosotros habéis comprendido esta necesidad, vosotros que sin guía,
sin amparo, sacándolo todo de vuestro solo valor, os congregáis para ilustraros e
ilustrar con vuestros trabajos; vosotros que, me parece, habéis dicho en Chile a los
hombres de luces que eso debían haber practicado tiempo ha, reunirse para
comunicarse y ordenar un plan de ataque contra los vicios sociales, a fin de hacerse
dignos de la independencia que a costa de su sangre nos legaron los héroes de 1810;
reunirse en torno de esa democracia que milagrosamente vemos entronizada entre
nosotros, pero en un trono cuya base carcomida por la ignorancia se cimbra al más
ligero soplo de las pasiones, y casi se desploma, llevando en su ruina nuestras más
caras esperanzas. Os doy el parabién, señores, y muy sinceramente me glorío de ser
vuestro compañero, porque habéis acertado en asociaros para satisfacer una
necesidad social. Vosotros tenéis mis ideas y convenís conmigo en que nada será
Chile, la América toda, sin las luces. Me llamáis para que os ayude en vuestras tareas
literarias, pero yo quisiera convidaros antes a discurrir acerca de los modelos que
hemos de proponernos para cultivarla, y también sobre el rumbo que debemos hacerle
seguir para que sea provechosa al pueblo. Porque, señores, no debemos pensar sólo
en nosotros mismos, quédese el egoísmo para esos hombres menguados que todo lo
sacrifican a sus pasiones y preocupaciones: nosotros debemos pensar en sacrificarnos
por la utilidad de la patria. Hemos tenido la fortuna de recibir una mediana ilustración;
pues bien, sirvamos al pueblo, alumbrémosle en su marcha social para que nuestros
hijos le vean un día feliz, libre y poderoso.
Se dice que la literatura es la expresión de la sociedad, porque en efecto es el
resorte que revela de una manera la más explícita, las necesidades morales e
intelectuales de los pueblos, es el cuadro en que están consignadas las ideas y
pasiones, los gustos y opiniones, la religión y las preocupaciones de toda una
generación. Forman el teatro en que la literatura despliega sus brillantes galas, las
cátedras desde donde anuncia el ministro sagrado las verdades civilizadoras de nuestra
divina religión y las conminaciones y promesas del Omnipotente; la tribuna en que
defiende el sacerdote del pueblo los fueros de la libertad y los dictados de la utilidad
59
general; el asiento augusto del defensor de cuanto hay estimable en la vida, el honor, la
persona, las propiedades y la condición del ciudadano; la presa periódica que ha
llegado a hacerse el agente más activo del movimiento de la inteligencia, la
salvaguardia de los derechos sociales, el azote poderoso que arrolla a los tiranos y los
confunde en su ignorancia. La literatura, en fin, comprende entre sus cuantiosos
materiales, las concepciones elevadas del filósofo y del jurista, las verdades
irrecusables del matemático y del historiador, los desahogos de la correspondencia
familiar, y los raptos, los éxtasis deliciosos del poeta1.
¿Pero cuál ha sido, cuál es en el día nuestra literatura? ¿Adónde hallaremos la
expresión de nuestra sociedad, el espejo en que se refleja nuestra nacionalidad?
Aterradora es por cierto la respuesta a una pregunta semejante; pero así como rompe
con audacia su vuelo la simple avecilla, después del espanto que le causa la explosión
mortífera del arcabuz del cazador, romperemos nuestra marcha después del terrible
desengaño que nos causa la idea de nuestra nulidad, cuando veamos que necesitamos
formarnos con nuestros propios esfuerzos. Apenas ha amanecido para nosotros el 18
de septiembre de 1810, estamos en la alborada de nuestra vida social, y no hay un
recuerdo tan solo que nos halague, ni un lazo que nos una a lo pasado antes de aquel
día. Durante la Colonia no rayó jamás la luz de la civilización en nuestro suelo. ¡Y cómo
había de rayar! La misma nación que nos encadenaba a su pesado carro triunfal
permanecía dominada por la ignorancia y sufriendo el poderoso yugo de lo absoluto en
política y religión. Cuando la España comenzó a perder los fueros y garantías de su
libertad, cuando principió a erigir en crimen el cultivo de las bellas artes y de las
ciencias, que no se presentaban guarnecidas con los atavíos embarazosos del
escolasticismo, y el Santo Oficio se dedicó a perseguir de muerte a los que propalaban
verdades que no eran las teológicas, entonces, señores, empezó también a cimentarse
en Chile el dominio del conquistador. Los Felipes, tan funestos a la humanidad como a
la civilización, por su brutal y absurdo despotismo; Carlos II, con su imbecilidad y
acendrado fanatismo; los Fernandos y Carlos que se sucedieron, tan obstinados
defensores de su poder discrecional y de la autoridad espantosa del monstruo de la
Inquisición que los sostenía, al mismo tiempo que los amedrentaba; tales fueron los
monarcas bajo cuyo ominoso cetro recorrió tres siglos Chile, siempre ignorante, siempre
oprimido y vejado. “Bajo el sistema de despotismo razonado –dice un juicioso
observador-, que estableció en sus antiguas posesiones americanas el gabinete de
Madrid, guardaba todo el más estrecho enlace: agricultura, industria, navegación,
comercio, todo estaba sujeto a las trabas que dictaba la ignorancia o la codicia a una
administración opresora y estúpida. Mas no bastaba privar a los americanos de la
libertad de acción, si no se les privaba también del pensamiento. Persuadidos los
dominadores de que nada era tan peligroso para ellos como para dejar desenvolver la
mente, pretendieron mantenerla encadenada, desviándonos de la verdadera senda que
guía a la ciencia, menospreciando y aun persiguiendo a los que la cultivaban”. De
suerte, señores, que nuestra nulidad literaria es tan completa en aquellos tiempos,
como lo fue la de nuestra existencia política.
1
Artaud.
60
Pedro de Oña, que según las noticias de algunos eruditos escribió a fines del
siglo XVI dos poemas de poco mérito literario, pero tan curiosos como raros en el día; el
célebre Lacunza; Ovalle, el historiador, y el candoroso Molina, que ha llegado a
granjearse el título a la inmortalidad con la historia de su patria, son los cuatro
conciudadanos, y quizás los únicos de mérito, que puedo citaros como escritores; pero
sus producciones no son timbres de nuestra literatura, porque fueron indígenas de otro
suelo y recibieron la influencia de preceptos extraños. Desde 1810 hasta pocos años a
esta parte, tampoco hallo obra alguna que pueda llamarse nuestra y que podamos
ostentara como característica; muchos escritos de circunstancias sí, parto de varios
claros ingenios americanos y chilenos, cuyas bellas producciones manifiestan un
talento despejado y un corazón noble, entusiasta y generoso. De los últimos años no
puedo dejar de citaros, entre las poco numerosas producciones de nuestra prensa, dos
obras didácticas que harán época en nuestros fastos literarios; no porque sean la
muestra de una literatura vigorosa y nacional, sino por la revolución que han iniciado en
las ideas, y porque prueban el genio, erudición y laboriosidad de sus autores: la
Filosofía del espíritu humano, que es el verso del peripato, uno de los primeros
destellos de la razón ilustrada en Chile, con cuya aparición data la época de nuestra
generación mental; los Principios de derecho de gentes, que nos han hecho mirar con
interés y seriedad los altos dogmas de la ciencia que fija las relaciones recíprocas de
los pueblos que habitan la tierra. Otros varios tratados elementales han aparecido, entre
los cuales hay algunos dignos del mayor elogio, ya por el acierto de su ejecución, ya
por las útiles reformas que han pretendido introducir en el aprendizaje. Nuestra prensa
periódica, a pesar de hallarse detenida por los infinitos inconvenientes que se le
oponen a un pueblo en sus primeros ensayos, no deja de contar una que otra
producción importante que ha merecido la aprobación de los inteligentes. Pero todo
esto no debe envanecernos: cuando más prueba que hay entre nosotros quienes
trabajan por la difusión de las luces, y no que poseamos ya una literatura que tenga sus
influencias y su carácter especial. Muy reducido es el catálogo de nuestros escritores de
mérito; muy poco hemos hecho todavía por las letras; me atrevo a deciros que apenas
principiamos a cultivarlas. Pero es de hacer justicia al fuerte anhelo que todos muestran
por la educación: numerosa es la juventud que con ansia recibe los preceptos de la
sabiduría, y ya la patria pierde tiempo si no allana los obstáculos que entorpecen el
provecho que puede sacar de tan laudable aplicación. Todavía entre nosotros no hay
un sistema de educación, los métodos adolecen de errores y defectos que la época
moderna tilda con un signo de reprobación y de desprecio casi infamante. Por eso veis,
señores, a multitud de chilenos ilustrados, y dignos de mejor suerte, agolparse a la
entrada del santuario de la literatura, todos con el empeño de penetrar en él y de
perseguir la gloria; pero todos detenidos, o porque carecen de aquel ímpetu que una
educación esmerada y los conocimientos bien adquiridos infunden en el alma, o porque
los arredra el infortunio, que siempre espanta a la imaginación cuando el pecho está
vacío de esperanzas y de estímulos. Pero vosotros, creo, os sentís valientes, y por eso
os anuncio que necesitáis todavía de muchos esfuerzos para alcanzar vuestro objeto:
será para otros la utilidad y para vosotros la gloria; este divino sentimiento y la patria
que nos dio el ser merecen nuestros sacrificios.
No perdáis jamás de vista que nuestros progresos futuros dependen enteramente
del giro que demos a nuestros conocimientos en su punto de partida. Este es el momento
61
crítico para nosotros. Tenemos un deseo, muy natural en los pueblos nuevos, ardiente,
que nos arrastra y nos alucina: tal es el de sobresalir, el de progresar en la civilización, y
de merecer un lugar al lado de esos antiguos emporios de las ciencias y de las artes, de
esas naciones envejecidas en la experiencia, que levantan orgullosas sus cabezas en
medio de la civilización europea. Mas no nos apresuremos a satisfacerlo. Tenemos mil
arbitrios para ello; pero el que se nos ofrece más a mano es el de la imitación, que
también es el más peligroso para un pueblo, cuando es ciega y arrebatada, cuando no se
toma con juicio lo que es adaptable a las modificaciones de su nacionalidad. Tal vez ésta
es una de las causas capitales de las calamitosas disidencias que han detenido nuestra
marcha social, derramando torrentes de lágrimas y de sangre en el suelo hermoso y
virginal de la América española. ¡Ah señores, qué penoso es para las almas jóvenes no
poderlo crear todo en un momento! Pero los grandes bienes sociales no se consiguen
sino a fuerza de ensayos. Bien pueden ser ineficaces para conseguir nuestra felicidad los
instrumentos que posemos, pero su reforma no puede ser súbita; resignémonos al
pausado curso de la severa experiencia, y día vendrá en que los chilenos tenga una
sociedad que forme su ventura, y en que estén incrustadas fuertemente las raíces de la
religión y de las leyes, de la democracia y de la literatura. A nosotros está encargada esta
obra interesante, y es preciso someterla a nuestros alcances.
Mas concretando estas observaciones a nuestro asunto, ¿de qué manera
podremos ser prudentes en la imitación? Preciso es aprovecharnos de las ventajas que en
la civilización han adquirido otros pueblos más antiguos: ésta es la a fortuna de los
americanos ¿qué modelos literarios serán, pues, los más adecuados a nuestras
circunstancias presentes? Vastos habían de ser mis conocimientos, y claro y atinado mi
juicio parar resolver tan importantes cuestión; pero llámese arrogancia o lo que se quiera,
debo deciros que muy poco tenemos que imitar; nuestra literatura debe sernos
exclusivamente propia, debe ser enteramente nacional: Hay una literatura que nos legó la
España con su religión divina, con sus pesadas e indigestas leyes, con sus funestas y
antisociales preocupaciones. Pero esa literatura no debe ser la nuestra, porque al cortar las
cadenas enmohecidas que nos ligaron a la Península, comenzó a tomar otro tinte muy
diverso nuestra nacionalidad: “nada hay que obre una mudanza más grande en el hombre
que la libertad –dice Willemain-. ¡Qué será, pues, en los pueblos!”. Es necesario que
desarrollemos nuestra revolución y la sigamos en sus tendencias civilizadoras, en esa
marca peculiar que le da un carácter de todo punto contrario al que nos dictan el gusto, los
principios y las tendencias de aquella literatura. Debo presentaros sobre ella, más bien que
mis pobres ideas, el juicio de un español que en nuestros días se ha formado una
reputación por su talento elevado, y el cual se expresa de este modo, hablando de su
patria: “En España, causas locales atajaron el progreso intelectual, y con él
indispensablemente el movimiento literario. La muerte de la libertad nacional, que había
llevado ya tan funesto golpe en la ruina de las comunidades, añadió a la tiranía religiosa la
tiranía política; y si por espacio de un siglo todavía conservamos la preponderancia literaria,
ni esto fue más que el efecto necesario del impulso anterior, ni nuestra literatura tuvo un
carácter sistemático, investigador, filosófico; en una palabra, útil y progresivo. La
imaginación sola debías prestar más campo a los poetas que a los prosistas; así que aun
nuestro siglo de oro es cortísimo el número de escritores razonados que podemos citar” 2.
2
Larra.
62
Con efecto, señores, si buscáis la literatura española en los libros científicos, en
los históricos, el dilatadísimo número de escritores místicos y teológicos que cuenta
aquella nación, en el teatro mismo, casi siempre la hallaréis retrógrada, sin filosofía y
muchas veces sin criterio fijo. Es verdad que en ocasiones luce en ellos algún rasgo del
atinado ingenio español pero siempre a manera de aquellos lampos efímeros que
momentáneamente alteran las tinieblas de una noche borrascosa; sus bellas
producciones son frutos escondidos que no es posible descubrir sino desbastando el
ramaje del árbol que los contiene. De los mejores autores, dice el citado, que se ofrecen
más bien como columnas de la lengua, que como intérpretes del movimiento de su
época. La poesía, empero, ofrece relevantes muestras de talentos fecundos y eruditos,
de pasajes sublimes, bellos y filosóficos; mas necesitáis de trabajo y tino para hallarlos
y para sacar de ellos provecho.
Con todo no penséis, señores, que me extiendo al suscribir a estos conceptos,
sobre la literatura de nuestros conquistadores, hasta llegar a mirar en menos su
hermoso y abundante idioma. ¡Ah!, no: éste fue uno de los pocos dones preciosos que
nos hicieron sin pensarlo. Algunos americanos, sin duda fatigados de no encontrar en
la antigua literatura española más que insípidos y pasajeros placeres, y deslumbrados
por los halagos lisonjeros de la moderna francesa, han creído que nuestra
emancipación de la metrópoli debe conducirnos hasta despreciar su lengua y formarnos
sobre sus ruinas otras que nos sea más propia, que represente nuestras necesidades,
nuestros sentimientos, Y llenos de admiración, seducidos por lo que les parece original
en los libros del Sena, creen que nuestro lenguaje no es bastante para exprimir tales
conceptos; forman o introducen sin necesidad palabras nuevas, dan a otras un sentido
impropio y violento, adoptan giros y construcciones exóticas, contrarias siempre a la
índole del castellano, despreciando así la señalada autoridad que podríamos sacar de
una lengua cultivada, y exponiéndose a verse de repente en la necesidad de cultivar
otra nueva, y tal vez ininteligible. Huid, señores de semejante contagio, que es efecto
de un extraviado entusiasmo.
Mucha verdad es que las lenguas varían en las diversas épocas de la vida de
los pueblos, pero los americanos ofrecemos en esto un fenómeno curioso: somos
infantes en la existencia social y poseemos una habla que anuncia los progresos de la
razón, rica y sonora en sus terminaciones, sencilla y filosófica en su mecanismo,
abúndate, variada y expresiva en sus frases y modismos, descriptiva y propia como
ninguna3. Nuestros progresos principian, y por mucho que nos eleve el impulso
progresivo de la época presente, siempre tendremos en nuestro idioma un instrumento
fácil y sencillo que emplear en todas nuestras operaciones, un ropaje brillante, que
convendrá a todas las formas que tomen nuestras facciones nacionales. Estudiad esa
lengua, señores, defendedla de los extranjerismos; y os aseguro que de ella sacaréis
siempre un provecho señalado, si no sois licenciosos para usarla, ni tan rigoristas como
los que la defienden tenazmente contra toda innovación, por indispensable y ventajosa
que sea. Os interesa, pues, emprender la lectura de sus clásicos, y penetran en la
historia de la literatura, a fin de saber apreciarlos y conocer esa poesía, que veréis,
valiéndome de la expresión de un crítico expresiva en su infancia, natural y sencilla,
3
Mora.
63
pero ruda pobre y trivial; después grave, docta y sonora, hasta degenerar en afectada,
pedantesca y enigmática; y por fin, grande, majestuosa y sublime, armoniosa y dulce,
hasta acabar por hinchada, estrepitosa y sutil. De Garcilaso aprenderéis a expresar
vuestras ideas y sentimientos apacibles con candor y amable naturalidad; de De la
Torre, Herrera y Luis de León, imitaréis la nobleza, nervio y majestad, de Rioja el estilo
descriptivo y la vehemencia del lenguaje sentencioso y filosófico. Descended a los
prosistas, y Mendoza, Mariana y Solís os enseñarán la severidad, facundia y sencillez
del estilo narrativo; Granada, la inimitable dulzura de su habla para expresar las
verdades eternas y el idealismo del cristiano; y por fin, el coloso de la literatura
española os asombrará con su grandilocuencia y con las originales graciosidades de su
Hidalgo. Estudiad también a los modernos escritores de aquella célebre nación, y
hallaréis en ellos el antiguo romance castellano hecho ya el idioma de la razón culta, y
capaz de significar con ventaja los más elevados conceptos de la filosofía y los más
refinados progresos del entendimiento del siglo XIX.
Una vez que halláis aventajado en esa indispensable preparación, creo que ya
estaréis capaces de recibir las influencias de la literatura francesa, de esas literatura
que sojuzga la civilización moderna, de la cual ha dicho uno de sus campeones del
presente día, estas notables palabras: “Desde la muerte de gran Goethe, el
pensamiento alemán se ha cubierto otra vez de sombra; desde la muerte de Byron y de
Walter Scott, la poesía inglesa se ha extinguido; y a esta hora no hay en el universo
más que una literatura encendida y viviente, que es la literatura francesa. De
Petersburgo a Cádiz, de Calcuta a Nueva York, no se leen más que libros franceses;
ellos inspiran al mundo…”4. No podemos excusarnos de reconocer esta verdad, pero es
cordura no dejarse deslumbrar por su esplendor: veremos de qué manera deben
inspirarnos esos libros franceses tan poderosos.. Tres épocas de triunfo ha tenido la
literatura de Francia, las cuales han sido caracterizadas por otras tantas escuelas, que,
sin ser iguales entre sí, llevan impreso cierto aire de familia que ha causado graves
equivocaciones. La dominante en el siglo XVII, que había sido formada, según el
respetable Villemain, bajo las influencias de la religión de la antigüedad y de la
monarquía de Luis XIV; la dominante en el siglo XVIII, en la cual, por el contrario,
influyeron, a juicio del mismo sabio, la filosofía escéptica, la imitación de las literaturas
modernas y la reforma política; por fin, la cual, a mi entender, está dominada por el
vigoroso y saludable influjo del cristianismo, de la filosofía y de la democracia, o en una
palabra, sola, por la perfectibilidad social. Las dos primeras, sin embargo de su
diferencia, tienen entre sí tal consonancia que pudiéramos considerarlas como una
sola; y, en efecto, Villemain dice que esas dos épocas tienen sus puntos de contacto, y
que los talentos de una han tenido algunos caracteres de la otra. Como quiera, señores,
creo yo que ambas escuelas no merecen nuestro estudio, sino en cuanto son dignas de
la curiosidad del literato, porque pertenecen a la historia de los progresos del
entendimiento humano; pero nada considero menos adecuado a nuestras
circunstancias que la literatura de esos tiempos, por consiguiente nada tampoco menos
digno de nuestra imitación. No obstante las diversas causas influyentes en aquellas
escuelas, señaladas por el ilustre profesor, permítaseme agregar que todavía hay otra
más universal que sirve como de eslabón para ligarlas; tal es aquel aire de afectación
4
Hugo.
64
empalagosa que las domina, conforme al gusto disciplinado de esas épocas, según las
conveniencias, usos y espíritu de cuerpo que ligaban a los palaciegos y demás gente
de tono de la corte francesa de entonces. Aquel gusto dictaba una crítica severa y
absoluta, egoísta, si puedo decirlo, que condenaba, sin recurso todos los arranque de la
fantasía, por naturales que fueran, cuando no agradaban al rey y a las damas
cortesanas, y encadenaba el espíritu forzándolo al escepticismo religioso, y a la finura y
ligereza de convención. Todos los grandes ingenios de aquellos dos siglos se vieron
arrastrados por tal influencia, y le tributaron ciego homenaje en sus producciones. Ni el
severo y profundo Montesquieu pudo salvarse del contagio: el autor de El espíritu de las
leyes, de esa obra inmortal, escribió también las Cartas persianas. La república literaria
entonces era una monarquía absoluta que extendió su predominio moral a toda la
Europa, y hasta nuestros días: hizo más, invadió las regiones del Nuevo mundo, y
propago aquellos principios exagerados y quiméricos de la regeneración política.
Curioso es investigar las causas de tamaño prodigio, pero mi objeto no me permite
demorarme en ello.
Empero, la época ha variado, el tiempo con su mano de bronce ha venido a despertar
a los hombres para hacerlos más racionales y positivos para encaminarlos por otro
sendero más espacioso. La literatura moderna sigue el impulso que le comunica el
progreso social, y ha venido a hacerse más filosófica, a erigirse en intérprete de ese
movimiento. “La crítica –dice el juicioso Artaud- ha llegado a ser más libre, hoy que los
autores se dirigen a un público más numeroso y más independiente, y por
consecuencia debe tomar otra bandera; su divisa es la verdad; la regla de sus juicios,
la naturaleza humana: en lugar de detenerse en la forma externa, sólo debe fijarse en
el fondo. En vez de juzgar las obras del poeta y del artista únicamente por su
conformidad con ciertas reglas escritas, expresión generalizada de las obras antiguas,
se esforzará en penetrar hasta lo íntimo de las producciones literarias y en llegar
hasta la idea que representan. La verdadera crítica confrontará continuamente la
literatura y la historia, comentará la una por la otra, y comprobará las producciones de
artes por el estado de la sociedad. Juzgará las obras del artista y del poeta,
comparándolas con el modelo de la vida real, con las pasiones humanas y las formas
variables de que puede revestirlas el diverso estado de la sociedad. Deberá tomar en
cuenta, al hacer tal examen, el clima, el aspecto de los lugares, la influencia de los
gobiernos, la singularidad de las costumbres y todo lo que pueda dar a cada pueblo
una fisonomía original; de este modo la crítica se hace contemporánea de los
escritores que juzga, y adopta momentáneamente las ideas, los usos, las preocupaciones de cada país, para penetrar mejor en su espíritu…” En esta definición que
acabáis de oír, señores, tenéis delineadas con vivos coloridos los caracteres de la
moderna literatura francesa, caracteres que se divisan ya adoptados en la española y
que más tarde se verán en la americana. La Francia ha levantado la enseña de la
rebelión literaria, ella ha emancipado su literatura de las rigorosas y mezquinas reglas
que antes se miraban como inalterables y sagradas; le ha dado por divisa la verdad y
ha señalado a la naturaleza humano como el oráculo que debe consultar para sus
decisiones: en esto merece nuestra imitación. Fundemos, pues, nuestra literatura
naciente en la independencia, en la libertad del genio; despreciemos esa crítica
menguada que pretende dominarlo todo, sus dictados son las más veces propios para
encadenar el entendimiento; sacudamos esas trabas y dejemos volar nuestra fantasía,
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que es inmensa la naturaleza. No olvidéis con todo que la libertad no gusta de
posarse sino donde están la verdad y la moderación. Así, cuando os digo que nuestra
literatura debe fundarse en la independencia del genio, no es mi ánimo inspirar
aversión por las reglas del buen gusto, por aquellos preceptos que pueden
considerarse como la expresión misma de la naturaleza, de los cuales no es posible
desviarse sin obrar contra la razón, contra la moral y contra todo lo que puede haber
de útil y progresivo en la literatura de un pueblo.
Debo deciros, pues, que leáis los escritos de los autores franceses de más nota en el
día; no para que los copiéis y trasladéis sin tino a vuestras obras, sino para que
aprendáis de ellos a pensar, para que os empapéis en ese colorido filosófico que
caracteriza su literatura, para que podáis seguir la nueva senda y retratéis al vivo la
naturaleza. Lo primero sólo sería buen para mantener nuestra literatura con una
existencia prestada, pendiente siempre de lo exótico, de lo que menos convendría a
nuestro ser. No, señores, fuerza es que seamos originales; tenemos dentro de nuestra
sociedad todos los elementos para serlo, para convertir nuestra literatura en la
expresión auténtica de nuestra nacionalidad. Me preguntaréis qué pretendo decir con
esto, y os responderé, con el atinado escritor que acabo de citaros, que la nacionalidad
de una literatura consiste en que tenga una vida propia, en que sea peculiar del pueblo
que la posee, conservando fielmente la estampa de su carácter, de ese carácter que
reproducirá tanto mejor mientras sea más popular. Es preciso que la literatura no sea el
exclusivo patrimonio de una clase privilegiada, que no se encierre en círculo estrecho,
porque entonces acabará por someterse a un gusto apocado a fuerzas de sutilezas. Al
contrario, debe hacer hablar todos los sentimientos de la naturaleza humana y reflejar
todas las afecciones de la multitud, que en definitiva es el mejor juez, no de los
procedimientos del arte, sí de sus efectos.
No puedo resistir al deseo de copiaros aquí los ingeniosos pensamientos con que el
mismo autor desarrolla su doctrina. “Puede considerarse –dice- que la literatura es
como el gobierno: el uno y la otra deben tener más raíces en el seno mismo de la
sociedad, a fin de sacar de él continuamente el jugo nutritivo de la vida. Es necesario
que la libre circulación de las ideas ponga en contacto al público con los escritores,
así como es preciso que una comunicación activa aferre los poderes a todas las
clases sociales. De este modo las necesidades, las opiniones, los sentimientos del
mayor número podrán a cada momento hacerse campo, manifestarse y refluir sobre
los que toman la alta misión de ilustrar a los espíritus o de dirigir los intereses
generales. ¡Desgraciada la literatura! ¡Ay de los gobiernos que se colocan fuera de la
nación o que al menos sólo se dirigen a clases privilegias y no corresponde sino a un
menguado número! Interiormente agitado de un principio de vida que no se contiene
jamás, el género humano prosigue siempre en marcha, las academias y los gobiernos
quedan estacionarios, se atrasan: pronto llega un momento en que la disposición de
los espíritus y las opiniones generalmente adoptadas no están ya de acuerdo con las
instituciones y con las costumbres, entonces es preciso renovarlo todo: ésta es la
época de las revoluciones y de las reformas. La literatura de, pues dirigirse a todo un
pueblo, representarlo todo entero, así como los gobiernos deben ser el resumen de
todas las fuerzas sociales, la expresión de todas las necesidades, los representantes
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de todas las superioridades: con estas condiciones sólo puede ser una literatura
verdaderamente nacional”.
Seguid estos preceptos, que son los del progreso y los únicos que pueden encaminaros
a la meta de nuestras aspiraciones. No hay sobre la tierra pueblos que tengan como los
americanos una necesidad más imperiosa de ser originales en su literatura, porque
todas sus modificaciones le son peculiares y nada tienen de común con las que
constituyen la originalidad del Viejo mundo. La naturaleza americana, tan prominente en
sus formas, tan variada, tan nueva en sus hermosos atavíos, permanece virgen; todavía
no ha sido interrogada; aguarda que el genio de sus hijos explote los veneros
inagotables de belleza que le brinda. ¡Qué de recursos ofrecen a nuestra dedicación las
necesidades sociales y morales de nuestros pueblos, sus preocupaciones, sus
costumbres y sus sentimientos! Su ilustración tan sólo os presenta materiales tan
abundosos que bastaría a ocupar la vida de una generación entera; ahora nuestra
religión, señores contiene en cada página de sus libros sagrados un tesoro capaz de
llenar vuestra ambición. Principiad, pues, a sacar el provecho de tan pingues riquezas,
a llenar vuestra misión de utilidad y de progreso; escribid para el pueblo, ilustradlo,
combatiendo sus vicios y fomentando sus virtudes, recordándoles su hechos heroicos,
acostumbrándole a venerar su religión y sus instituciones; así estrecharéis los vínculos
que lo ligan, le haréis amar a su patria y lo acostumbraréis a mirar siempre unidas su
libertad y su existencia social. Este es el único camino que debéis seguir para consumar
la grande obra de hacer nuestra literatura nacional, útil y progresiva.
No tengo la presunción de aconsejaros, porque ni mis conocimientos ni mis aptitudes
me dan título alguno para ello: me contento con presentaros en este ligero cuando mis
ideas, apoyadas en la opinión de los sabios escritores que he citado: así las habréis
escuchado con más atención. Yo no puedo más que acompañaros en vuestras tareas,
para participar de la gloria que vas a granjeros con acometer la empresa de regenera
nuestra literatura. Mutuamente nos auxiliaremos por el solo hecho de reunirnos hemos
contraído con la sociedad un empeño sacrosanto: arrostrémoslo todo por cumplirlo, no
sea que las generaciones futuras y la presente nos acusen de haber perdido la
ocasión que se nos ofrece para elevar a nuestra patria al engrandecimiento que sus
recursos le preparan.
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